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Paso de la antropología filosófica a la cultural Ernst Cassirer Estamos acompañando un desplazamiento, de la antropología filosófica a la cultural. El desplazamiento de una antropología filosófica a una cultural, una antropología filosófica que sabemos que pregunta por qué es el hombre, una antropología cultural que pone al hombre como sujeto de cultura, como hacedor de cultura. El hombre es entendido como un artesano que construye, un tekhnites, que produce, por ejemplo, un banquito; el humano produce cultura, cultura que nos alberga y sostiene. Lo veremos más adelante con Garreta. La antropología filosófica, al preguntar qué es el hombre, pregunta por cuál es la diferencia entre el hombre y el animal. Este esquema originario nos ha acompañado desde el primer día: sabemos que hay una zona común entre el hombre y el animal, pero en el hombre además hay un plus. Somos algo más que el substrato biológico-físico. Hemos también interrogado al plus para pensarlo en una dimensión materialista y en una dimensión espiritualista. Allí aparecieron una serie de autores que se relacionan en la medida en que todos forman parte de una antropología filosófica. Apareció Jaspers, Scheler y hoy aparecerá Cassirer. Al trabajar la pregunta qué es el hombre, al trabajar la problemática de la diferencia entre el hombre y el animal, se produce un cierto mensaje o aparecen contenidos, aparecen unas ciertas capacidades del hombre que lo ubican en el campo de la cultura. Todos estos filósofos "nos dan agua que nosotros llevamos a nuestro molino", es decir, temas filosóficos que nosotros llevamos al problema de la cultura. Recordemos dos cosas de Jaspers: el texto mismo, los cuatro orígenes, y por otro lado, el gesto del desplazamiento de la antropología filosófica a la cultural: una apropiación textual para desplazarlo hacia una lectura antropológica. El asombro, como capacidad antropológica, etc. Ernst Cassirer Hoy vamos a tomar a otro clásico de la antropología filosófica: Ernst Cassirer. El texto se llama Antropología Filosófica. En primer lugar debemos preguntarnos qué es el hombre, que diremos con Cassirer es un animal simbólico, lo que significa una ampliación de la definición canónica del hombre como un animal racional (el homo sapiens). Cassirer considera que la definición en términos de animal racional resulta insuficiente. Lo importante es entender que Cassirer quiere ampliar la concepción del hombre como animal racional. El planteo parte de lo que dice el biólogo von Uexküll sobre la relación del animal con la naturaleza. Podemos repetir el esquema que habíamos visto con Scheler cuando decíamos que la naturaleza era una prolongación del animal. Este esquema (anananan1) define el determinismo de la naturaleza en relación al animal. Cassirer dirá que el animal tiene muy pocas herramientas para superar los límite que la naturaleza le impone. Podemos pensar en un nuevo esquema de estímulo-respuesta (erererer). En el animal existe un sistema receptor-efector, esto es, un sistema que recibe un estímulo y efectúa respuesta. La ecuación entre estímulo y respuesta representa a su vez un círculo funcional del cual el animal no puede salir. Dos modelos: estímulo-respuesta y círculo funcional. El círculo es algo cerrado en sí mismo, lo cual vuelve a remitirnos de alguna manera a esa imagen del animal cerrado, incrustado. Nosotros tenemos el mismo sistema receptor-efector. De no ser humanos, quedaríamos encerrados en ese círculo. Sin embargo, el hombre agrega algo. Cuando el animal tiene un problema en la garganta, tose. Cuando los humanos tenemos algo en la garganta, tosemos, pero, por ejemplo, nos tapamos la boca. Hay allí una conducta cultural que trasciende a la respuesta animal. El humano tiene infinitas posibilidades de dar respuestas: taparme con la mano, poner el codo, toser en un pañuelo, o incluso toser abiertamente para molestar al resto. Aquí hay respuestas culturales. Trabajemos esto mismo desde una dimensión temporal que en un punto roza a Cassirer y en otros no. El esquema sigue siendo ererer, una cadena de estímulos y respuestas. Si 1 Animal-naturaleza-animal-naturaleza… pensamos esta cadena desde el punto de vista del tiempo podemos decir que la respuesta es instantánea: picor-toso, hambre-como. Entre el estímulo y la respuesta no hay distancia. La respuesta es automática, instantánea, inmediata. Producido el estímulo "se gatilla" la respuesta, no media tiempo. Pero el humano, como habíamos visto con Scheler, puede abrir la relación con la naturaleza, lo que quiere decir que esta no es mi prolongación, es, por el contrario, un objeto separado de mí. Hay un hiato, se da un extrañamiento. El hombre vuelve a ser, a partir de su plus, capaz de liberar el estímulo y la respuesta. Aparece un hiato entre uno y otro, se rompe el automatismo. La respuesta humana ya no es instantánea sino una respuesta diferida, una respuesta que puede ser postergada en el tiempo, diferida en el tiempo, retardada. Todos esto me habla de la dimensión temporal. La respuesta humana articulada en conducta es una respuesta mediata. ¿Por qué puede ocurrir esto? Porque el hombre es tiempo, el hombre tiene conciencia del tiempo. Hay que llevar esto a los elementos que venimos acumulando. Recordemos a Jaspers. Cuando hablamos de la muerte dijimos que el hombre es conciencia de sí, consciente de ser atravesado por el tiempo. El hombre que tiene conciencia de su temporalidad y del tiempo en general, puede congelar de algún modo la respuesta automática. La respuesta inmediata me territorializaría en el espacio animal. La respuestas humanas están siempre mediadas. Tengo hambre (estímulo) pero la respuesta supone: cocinar los alimentos, poner la mesa, poner mantel, cubiertos, esperar a los invitados, etc. Mientras, la respuesta está retrasada, aplazada. Termino comiendo luego de una serie de mediaciones. Eso que está en el medio y a través de lo cual genero mi respuesta es el sistema simbólico. La respuesta será una respuesta simbólica. Volvamos al ejemplo de lo crudo y lo cocido. Lo crudo es lo animal. Lo cocido lo humano. Es una costumbre ancestral la indicación humana de la cocción del alimento. Si no cocino los alimentos quedo territorializado en el campo de las bestias, de los animales. La cocción de los alimentos me asigna un lugar en el topos Humano, ese topos que tiene para nosotros la doble valencia de ser ámbito, territorio, pero también condición. La condición humana. La cocina tiene que ver con la condición humana. ¿Qué permite diferir la conducta, la respuesta devenida en conducta? Lo primero que dijimos fue que es la conciencia del tiempo la que permite diferir la respuesta. Ahora tenemos que responder además que es porque el hombre es un animal simbólico. Lo que se interpone entre el estímulo y la respuesta es el equipo simbólico. El equipo simbólico es un sistema propio del humano, ese es su plus, su diferencia con el animal. Aquí encontramos ciertas capacidades propiamente humanas que abren el topos humano, el territorio humano y la condición humana. Este equipo simbólico está compuesto por el lenguaje, el pensamiento (el científico, el filosófico), el arte, la religión, el mito. Esto nos habla que el humano no se reduce a ser un homo sapiens, es algo más. El lenguaje y el pensamiento entrarían en la definición del homo sapiens, pero hay más cosas como el arte, la religión, etc. Cuando llevo el estímulo a ese equipo simbólico para diferir la respuesta se pone en marcha como un magma simbólico, un campo de fuerzas que bulle y crea algo nuevo. La respuesta es entonces un respuesta humana, una respuesta simbólica. El hombre es más que una mera razón. Pensemos en la palabra sapiens. Este participio latino del verbo sapere, que quiere decir saber, por extensión,nos dice que el sapiens es el animal pensante o que piensa. Esto quiere decir que la definición se circunscribe a un campo estrictamente teorético, cartesiano (el hombre que piensa). Pero Cassirer habla también del arte, la religión y el mito, que son de un orden diferente de lo racional o lo lógico. El hombre puede responder echando mano a otras lógicas posibles. Almuerzo, pero antes le agradezco a Dios. Y aunque tenga hambre, retardo la respuesta. Tengo hambre, pero si es cerdo no como porque me lo prohíbe la religión. Son todas respuestas no naturales, no inmediatas, pero que no son necesariamente racionales. Hay aquí, por ejemplo, un homo religious. El hombre como animal simbólico amplia el circuito del hombre como animal racional. Romper la relación inmediata entre estímulo y respuesta no es sólo una tarea de la razón. La definición del hombre como homo sapiens es una perspectiva logocéntrica. Esto resulta insuficiente. Hay que pensar en una perspectiva simbólica. En griego, symbole. Hay allí un prefijo syn que en griego alude a la idea de reunión, de convergencia, de integración. El hombre es un animal simbólico porque puede llevar a cabo ese movimiento de reunión, de convergencia, que el símbolo tiene. Un símbolo aúna, es aquello en torno a lo cual los hombres se reúnen y encuentran una identidad que los representa. El hombre es capaz de símbolo, es un hacedor de símbolo, y esos símbolos son la cultura misma. Aquí llegamos a la antropología cultural. Porque las respuestas mediadas por estos símbolos son las conductas culturales. La conducta cultural de comer esta comida y esta no por mi religión, por ejemplo. Por otro lado, los hombres se reúnen en espacios que están cargados de sentido porque son lugares simbólicos, son el punto de una reunión antropológica, de una integración identitaria. Festejamos, y marchamos hacia la Plaza de Mayo. El símbolo es lo que nos permite hablar un idioma común, un idioma antropológico que nos permite reconocernos como humanos. Más allá de lo que dice cada símbolo, todos construyen un topos humano.
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