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Watzlawick, P - Profecías que se autocumplen - Resumen

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Watzlawick. Profecías que se autocumplen. 
 
Una profecía que se autocumple es una suposición o predicción que por sola razón de 
haberse hecho, convierte en realidad el suceso supuesto, esperado o profetizado y de 
esta manera confirma su propia "exactitud". Por ejemplo, si alguien por alguna razón 
supone que se lo desprecia, se comportará precisamente por eso de un modo 
desconfiado, insoportable, hipersensible que sucutará a los demás el propio desdén del 
cual el sujeto estaba convencido y que queda así "probado". 
Un hecho todavía no producido, futuro, determinó efectos en el presente, efectos que a 
su vez hicieron que cobraran realidad el hecho pronosticado. El futuro y no el pasado 
determinaron pues el presente. 
 
Un acto que es resultado de una profecía que se autocumple crea primero las 
condiciones para que se de el suceso esperado y en este sentido crea presisamente una 
realidad que no habría dado sin aquel. Dicho no es pues ni verdadero ni falso; 
sencillamente crea una situación y con ella su propia "verdad". 
 
La diferencia 
 
La persona reacciona a un fenómeno que ya se desarrolla en el presente y de esta 
manera influye su curso en el presente. El curso se desencadena por obra de las medidas 
que se toman como (presunta) reacción al curso de cosas esperado. La presunta reacción 
(el efecto) es efectivamente una acción (la causa); la "solución" crea el problema; la 
profecía de un suceso hace que se cumpla el suceso profetizado. 
 
La experiencia cotidiana nos enseña que sólo muy pocas profecías se autocumplen, sólo 
cuando se cree en una profecía, es decir, sólo cuando se la ve como un hecho que ya ha 
entrada, por así decirlo, en el futuro, puede la profecía influir en el presente y así 
cumplirse. Cuando falta este elemento de la creencia o de la convicción, falta también el 
efecto. 
 
El experimento de Rosenthal es sólo un ejemplo, aunque particularmente claro, de los 
profundos y determinantes efectos de nuestras expectativas, prejuicios, supersticiones y 
deseos -es decir, construcciones puramente mentales a menudo desprovistas de todo 
destello de efectividad- sobre nuestros semejantes, también es un ejemplo de las dudas 
que estos descubrimientos pueden suscitar sobre la cómoda suposición del sobresaliente 
papel que desempeñan las predisposiciones heredadas o innatas. Porque lo cierto es que 
estas construcciones pueden tener efectos no sólo positivos sino también negativos. 
Somos responsables de no sólo nuestros sueños sino también responsables de nuestra 
realidad que engendra nuestros pensamientos y esperanzas. 
 
Sería sin embargo un error que las profecías que se autocumplen se limitan sólo a los 
seres humanos. 
 
Esto abre la posibilidad a diagnósticos que se autocumplen. A decir verdad, hay una 
gran cantidad de determinados modos de comportamiento que en el mundo conceptual 
de la psiquiatría están tan estrechamente vinculados con ciertos diagnósticos categóricos 
, que desencadenan reflejos pavlovianos no sólo en el pensamiento del psiquiatra , sino 
también en el mundo del paciente. Pretender mostrar como determinadas formas de 
conducta asumen, a causa de su estimación cultural y social, la significación de 
manifestaciones patológicas y como estas a su vez llegan a ser profecías que se 
autocumplen, sería empresa que sobrepasaría los límites de este ensayo. 
 
Para el oncólogo norteamericano Simonton, cuyo nombre está vinculado especialmente 
con la consideración de los factores psíquicos en el tratamiento del cáncer, hay aquí tres 
cosas de suma importancia: las expectativas y creencias (belief system) del paciente, de 
la familia del paciente y, en tercer lugar, las del médico que tratan el mal. Si se tiene en 
cuenta lo que hemos expuesto hasta ahora se toma clara la posibilidad de que cada una 
de estas expectativas pueda convertirse en una profecía que se autocumple. 
 
Como a los del paciente el médico es , por así decirlo, un mediador entre la vida y la 
muerte, las declaraciones del médico pueden convertirse muy fácilmente en profecías 
que se autocumplen. 
 
El saber sobre el efecto curativo que tienen predicciones positivas es indudablemente 
tan antiguo como la creencia en las inevitables consecuencias de maldiciones y 
hechizos. 
 
Los procesos inmunológicos del organismo humano pueden ser estimulados por 
determinadas categorías de vivencias y que estos procesos no son por lo tanto del todo 
autónomos. Hoy en día ya se ha establecido que el organismo produce una serie de 
sustancias hasta ahora desconocidas y semejantes a la morfina que son analgésicos y 
cuya producción es estimulada por determinados procesos psíquicos. Hay aquí un nuevo 
y amplio campo en el que el fenómeno de las profecías que se autocumplen comienza a 
cobrar carácter científico. 
 
Tan importantes como las sugerencias del médico, sus expectativas y convicciones son 
las medidas y medicamentos que prescribe. En este plazo son de particular interés los 
llamados placebos (del latín placebo, "satisfaré, gustaré"), es decir, esos preparados 
químicamente neutros que imitan la forma, el gusto y el color de determinado 
medicamento pero no tienen ningún efecto farmacológico. Hoy en día el interés por los 
placebos crece rápidamente en los medios científicos.

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