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El hueso en las enfermedades endocrinas y nutricionales José Manuel Gómez Sáez Jefe de Sección del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario de Bellvitge, L'Hospitalet de Llobregat, Barcelona, España. Profesor Asociado de la Universidad de Barcelona. Investigador del CIBERDEM (Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas). Vocal del Grupo de Trabajo de Cáncer de Tiroides, Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. © 2014 Elsevier España, S.L. Travessera de Gràcia, 17-21 08021 Barcelona, España Fotocopiar es un delito (Art. 270 C.P.) Para que existan libros es necesario el trabajo de un importante colectivo (autores, traductores, dibujantes, correctores, impresores, editores…). El principal beneficiario de ese esfuerzo es el lector que aprovecha su contenido. Quien fotocopia un libro, en las circunstancias previstas por la ley, delinque y contribuye a la «no» existencia de nuevas ediciones. Además, a corto plazo, encarece el precio de las ya existentes. Este libro está legalmente protegido por los derechos de propiedad intelectual. Cualquier uso fuera de los límites establecidos por la legislación vigente, sin el consentimiento del editor, es ilegal. Esto se aplica en particular a la reproducción, fotocopia, traducción, grabación o cualquier otro sistema de recuperación y almacenaje de información. ISBN (versión impresa): 978-84-9022-503-5 ISBN (versión electrónica): 978-84-9022-697-1 Depósito legal (versión impresa): B. 10.685 - 2014 Depósito legal (versión electrónica): B. 10.686 - 2014 Servicios editoriales: Gea Consultoría Editorial, s. l. Advertencia La medicina es un área en constante evolución. Aunque deben seguirse unas precauciones de seguridad estándar, a medida que aumenten nuestros conocimientos gracias a la investigación básica y clínica habrá que introducir cambios en los tratamientos y en los fármacos. En consecuencia, se recomienda a los lectores que analicen los últimos datos aportados por los fabricantes sobre cada fármaco para comprobar las dosis recomendadas, la vía y duración de la administración y las contraindicaciones. Es responsabilidad ineludible del médico determinar las dosis y el tratamiento más indicados para cada paciente, en función de su experiencia y del conocimiento de cada caso concreto. Ni los editores ni los directores asumen responsabilidad alguna por los daños que pudieran generarse a personas o propiedades como consecuencia del contenido de esta obra. El Editor v Guillermo Alonso Departamento de Endocrinología Humana, Especialidades Médicas Río Cuarto. Córdoba, Argentina. María Dolores Ballesteros Pomar Sección de Endocrinología y Nutrición, Complejo Asistencial Universitario de León. León, España. Vocal del Grupo de Trabajo de Osteoporosis y Enfermedades Óseas Metabólicas. Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Antonio Becerra Fernández Unidad de Género, Servicio de Endocrinología y Nutrición, Hospital Universitario Ramón y Cajal; Universidad de Alcalá. Madrid, España. Vocal del Grupo de Trabajo de Osteoporosis y Enfermedades Óseas Metabólicas. Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Amparo Calleja Canelas Departamento de Endocrinología y Nutrición, Clínica Universidad de Navarra. Pamplona, España. Vocal del Grupo de Trabajo de Osteoporosis y Enfermedades Óseas Metabólicas. Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Isidoro Cano Rodríguez Sección de Endocrinología y Nutrición, Complejo Asistencial Universitario de León. León, España. Vocal del Grupo de Trabajo de Osteoporosis y Enfermedades Óseas Metabólicas. Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. María Cortés Berdonces Centro Endocrinología, Diabetes y Nutrición. Madrid, España. Vocal del Grupo de Trabajo de Osteoporosis y Enfermedades Óseas Metabólicas. Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Diego Fernández García Servicio de Endocrinología y Nutrición, Hospital Universitario Virgen de la Victoria. Málaga, España. Vocal del Grupo de Trabajo de Osteoporosis y Enfermedades Óseas Metabólicas. Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Antonia García Martín Unidad de Endocrinología, Hospital Comarcal del Noroeste, Caravaca de la Cruz. Murcia, España. Vocal del Grupo de Trabajo de Osteoporosis y Enfermedades Óseas Metabólicas. Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. José Manuel Gómez Sáez Jefe de Sección del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario de Bellvitge, L’Hospitalet de Llobregat. Barcelona, España. Universidad de Barcelona. Investigador del CIBERDEM (Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas). Vocal del Grupo de Trabajo de Cáncer de Tiroides. Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Esteban Jódar Gimeno Servicio de Endocrinología, Hospital Universitario Quirón. Universidad Europea de Madrid, España. Coordinador del Grupo de Trabajo de Osteoporosis y Enfermedades Óseas Metabólicas. Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Colaboradores vi Colaboradores Inés Luque Fernández Servicio de Endocrinología y Nutrición, Hospital Virgen de la Salud (Toledo, España). Vocal del Grupo de Trabajo de Osteoporosis y Enfermedades Óseas Metabólicas. Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Silvina Mastaglia Investigadora asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Laboratorio de Enfermedades Metabólicas Óseas, Instituto de Inmunología, Genética y Metabolismo-CONICET-Universidad de Buenos Aires. Hospital de Clínicas, Instituto de Inmunología, Genética y Metabolismo. Buenos Aires, Argentina. Manuel Muñoz-Torres Unidad de Metabolismo óseo, UGC de Endocrinología y Nutrición, Hospital Universitario San Cecilio. Granada, España. Vocal del Grupo de Trabajo de Osteoporosis y Enfermedades Óseas Metabólicas. Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Beatriz Oliveri Investigadora independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Laboratorio de Enfermedades Metabólicas Óseas, Instituto de Inmunología, Genética y Metabolismo-CONICET-Universidad de Buenos Aires. Hospital de Clínicas. Buenos Aires, Argentina. Eider Pascual Corrales Departamento de Endocrinología y Nutrición, Clínica Universidad de Navarra. Pamplona, España. Rebeca Reyes García Unidad de Metabolismo óseo, UGC de Endocrinología y Nutrición, Hospital Universitario San Cecilio. Granada, España. Unidad de Endocrinología, HGU Rafael Méndez, Lorca. Murcia, España. Vocal del Grupo de Trabajo de Osteoporosis y Enfermedades Óseas Metabólicas. Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Pilar Rodríguez Ortega Servicio de Endocrinología y Nutrición. Hospital Juan Ramón Jiménez. Huelva, España. Manuel Romero Muñoz Sección de Endocrinología y Nutrición, Hospital Universitario Rafael Méndez, Lorca. Murcia, España. Vocal del Grupo de Trabajo de Osteoporosis y Enfermedades Óseas Metabólicas. Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Pedro Rozas Moreno Servicio de Endocrinología, Hospital General de Ciudad Real. Ciudad Real, España. Vocal del Grupo de Trabajo de Osteoporosis y Enfermedades Óseas Metabólicas. Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Segundo Seclén Santisteban Profesor Principal de Medicina, Jefe de la Unidad de Diabetes, Hipertensión y Lípidos, Universidad Peruana Cayetano Heredia. Lima, Perú. Nerea Varo Cenarruzabeitia Servicio de Bioquímica, Clínica Universidad de Navarra. Pamplona, España. Mariela Varsavsky Sección de Endocrinología y Nutrición, Hospital de Santa Tecla. Tarragona, España. Vocal del Grupo de Trabajo de Osteoporosis y Enfermedades Óseas Metabólicas. Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Alfonso Vidal Casariego Sección de Endocrinología y Nutrición, Complejo Asistencial Universitario de León.León, España. vii Colaboradores Vocal del Grupo de Trabajo de Osteoporosis y Enfermedades Óseas Metabólicas. Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Núria Vilarrasa García Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario de Bellvitge, L’Hospitalet de Llobregat. Barcelona, España. Miembro del CIBERDEM (Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas), Universidad de Barcelona. María Rosa Villar Vicente Servicio de Endocrinología y Nutrición, Hospital Universitario de Fuenlabrada (Madrid, España). ix La presente monografía El hueso en las enfermedades endocrinas y nutricionales constituye una novedad y aportación original a algo que faltaba en la literatura médica, ya que dichas enfermedades tienen como deno minador común la afección del metabolismo óseo a través de diversos mecanismos. Todas ellas presentan como manifestación, además de las más características y que las definen, alteraciones en la regulación del recambio óseo lo que deriva en la mayoría de los casos en la pérdida de masa ósea, llegando en mu chos casos a la osteoporosis. En los capítulos iniciales se analiza el desarrollo del hueso, la regulación de su formación, la fisiología, así como también los marcadores del recambio óseo. Se revisa la patogenia de la osteoporo sis que va a ser el destino final de varias de las situaciones que se analizan. Posterior mente se enuncian y tratan los numerosos estudios diseminados y publicados desde hace décadas sobre la afección ósea en sín dromes y enfermedades como la de Cushing, el hipogonadismo masculino y femenino, el hipertiroidismo, la deficiencia de vitamina D y algunas otras bastante bien conocidas. Sin embargo, tanto en la actualidad como en la monografía aparecen otras entidades, porque se estudian de forma sistemática y ahora es tán bien caracterizadas, como la patología del receptor androgénico y estrogénico —de desarrollo relativamente reciente—, las con secuencias de la deprivación androgénica de presentación rápida por el tratamiento en situaciones como el cáncer de próstata, tan frecuente, así como otras que son emergentes como la terapia hormonal en el cáncer de mama y sus efectos derivados, además de las diversas pautas y fármacos que se emplean para su tratamiento. Hay procesos en los que la detección de las alteraciones óseas es más sutil y deriva del desarrollo y estudio deta llado de las mismas. Así, en la insuficiencia suprarrenal, el tratamiento sustitutivo —no ideal tal como se aplica hoy día— sería el mayor responsable de la afección ósea y para evitarlo ya se ha diseñado un preparado de hidrocortisona dual y con menor dosis diaria, que mimetiza el ritmo circadiano normal del cortisol y con menos efectos nocivos sobre el hueso, según lo previsto inicialmente. Otros casos en los que se pueden observar altera ciones óseas son la hiperprolactinemia, la deficiencia de hormona de crecimiento en el adulto, el exceso de la misma, la acromegalia y el gigantismo hipofisario, donde era ya más conocida. Merecen una atención especial los capí tulos que se han centrado en el análisis del hueso en los problemas nutricionales. Son situaciones que recientemente se plantean y varias de ellas nuevas, por ejemplo, en la obesidad; la tendencia es que aumente la densidad mineral ósea y paradójicamente, a su vez, se presenta un aumento de fracturas al menos en mujeres posmenopáusicas, cuya explicación se analiza; por otra parte, está en pleno desarrollo el conocimiento de la evolución metabólica ósea de la pérdida de peso masiva que se observa tras la cirugía bariátrica y su influencia a largo plazo sobre el hueso. No menos trascendente es el estado del hueso en los trastornos de la conducta alimentaria, especialmente en la anorexia nerviosa donde el punto crítico en la pre vención y tratamiento de la pérdida ósea es el abordaje nutricional, a fin de restaurar la masa magra perdida lo antes posible y su influencia sobre el hueso. Es de gran interés el análisis de la situa ción de los pacientes tratados con nutrición parenteral a largo plazo, de desarrollo reciente y habitualmente en el contexto del síndrome de intestino corto, donde confluyen una serie Prefacio x Prefacio de factores nutricionales, metabólicos y tera péuticos complejos que favorecen la aparición de alteraciones óseas. Se debe evaluar el me tabolismo óseo en estos casos, controlar el estado nutricional y garantizar un aporte ade cuado de vitamina D. La experiencia actual en cuanto a la conducta que se debe seguir es muy escasa, pues el único tratamiento que ha sido estudiado es el empleo del grupo terapéutico de los bifosfonatos. Las alteraciones en el metabolismo óseo constituyen una complicación frecuente de las enfermedades gastrointestinales que cur san con malabsorción y/o maldigestión. Las entidades que más frecuentemente cursan con osteoporosis, osteopenia u otras altera ciones óseas son la enfermedad celíaca, la inflamatoria intestinal, el síndrome posgas trectomía, el intestino corto y la insuficiencia pancreática. En estas situaciones hay varios factores que contribuyen a la pérdida ósea y, aunque la malabsorción sea el más fácilmente reconocible, no podemos olvidar el papel de la inflamación sistémica de bajo grado mantenida o del tratamiento antiinflamatorio, especialmente con glucocorticoides. En cuanto a la fisiología y fisiopatolo gía óseas, hoy en día son bien conocidas y van a servir de base para el análisis de las consecuencias de las enfermedades que se estudian, así como para diseñar y entender los diversos fármacos de los que disponemos en la actualidad. El osteoblasto es una célula de origen mesenquimal especializada para producir proteínas de la matriz ósea y su actividad está regulada por hormonas, entre las que destacan la hormona de crecimiento, sus mediadores como el factor de crecimiento seudoinsulínico I y las hormonas sexuales. Los receptores de estrógenos, así como los receptores de andrógenos, se expresan en células del linaje osteoblástico tanto en el esqueleto masculino como en el femenino, y de ahí la influencia decisiva de las hormonas sexuales. Los osteoblastos también expresan receptores para la parathormona y para el péptido relacionado con la parathormona, cuya activación estimula varias funciones. Los osteoblastos a su vez producen citocinas y factores de crecimiento que actúan tanto de manera autocrina como paracrina. Hoy en día se conoce también el proceso de diferenciación de los osteoclastos que va a ser el denominador común de la fisiopa tología de la afección ósea en este amplio grupo de enfermedades. Depende sobre todo del ligando del receptor activador de NFkb (RANKL) y del factor estimulador de colo nias de macrófagos, dos citocinas producidas principalmente por células osteoblásticas e inmunes. Tras la estimulación por el factor estimulador de colonias de macrófagos, las células precursoras de osteoclastos expresan RANK en su superficie. A partir de esta etapa, la activación de RANK por RANKL aumenta la proliferación, diferenciación, ac tivación y supervivencia de los osteoclastos. A la interacción RANKLRANK se opone el receptor señuelo, la osteoprotegerina, que evita la activación de los osteoclastos, blo queando RANKL e impidiendo su unión al receptor RANK. Este modelo está permitien do el diseño de fármacos nuevos y eficaces dirigidos a esta diana como tratamiento de la osteoporosis. Además, a través de los efectos paracrinos de señalización de osteoblastos a osteoclastos, la estimulación crónica de la parathormona osteoblástica libera calcio a la circulación a través de la estimulación de la reabsorción ósea osteoclástica mediada por RANKL. La calcitonina, hormona peptídica hipo calcemiante; este efecto se consigue a través de cierta inhibición de la reabsorción ósea, al reducir el número y actividad delos osteo clastos y estimulando la eliminación renal de calcio. La 1,25(OH) 2 o vitamina D 3 o calci triol es una hormona esteroidea que favorece la absorción intestinal de calcio y fosfato y, en consecuencia, la mineralización ósea y, al igual que la parathormona, induce la expresión de RANKL, lo que favorece la diferenciación y aumenta la actividad osteoclástica. Hay que considerar, por lo tanto, que la producción de citocinas, tales como inter leucina 1b, interleucina 6, factor de necrosis tumoral a, RANKL y el factor estimulador de colonias de macrófagos, favorecen la re absorción ósea, mientras que la producción de factores que impiden la reabsorción ósea, tales como factor de crecimiento transfor mante b y osteoprotegerina, va a tener una xi Prefacio influencia decisiva en las diversas situaciones que se estudian. En el último capítulo de la monografía se describe la «Guía práctica para la evaluación y tratamiento de la osteoporosis asociada a enfermedades endocrinas y nutricionales», elaborada por el Grupo de Trabajo de Osteo porosis y Enfermedades Óseas Metabólicas de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Esta iniciativa fue también el germen y punto de partida posterior del desa rrollo de esta monografía. Dado que existen numerosas enfermeda des en el campo de la endocrinología y de la nutrición que se asocian a osteoporosis y a un aumento del riesgo de fractura, tal como se ha indicado, y para las cuales no existen recomendaciones específicas acerca de la evaluación de masa ósea y del tratamiento que debe realizarse, se produjo la inquietud dentro del grupo para desarrollar una guía. En este contexto, el Grupo de Trabajo se pro puso elaborar unos consejos prácticos para la evaluación y el tratamiento de la osteoporosis asociada a diferentes enfermedades endo crinas y nutricionales. Los objetivos de la guía fueron establecer unas recomendaciones prácticas y basadas en la evidencia acerca del riesgo de desarrollo de masa ósea baja y el riesgo de fractura asociado para cada enfermedad. Las recomendaciones se formularon de acuerdo al sistema GRADE (Grading of Re- commendations, Assessment, Development, and Evaluation) para establecer la fuerza de las mismas y el grado de evidencia. Este siste ma establece una descripción gráfica de la ca lidad de la evidencia disponible y su recomen dación, que se realiza con este sistema. Para ello, los miembros del Grupo realizaron una búsqueda metódica de lo publicado en la base de datos Medline y de la evidencia disponible para cada enfermedad; tras la formulación de las recomendaciones, estas se discutieron en una reunión conjunta del Grupo de Trabajo y en diferentes contactos de sus miembros, con la asistencia de un metodólogo que resolvió las diferencias que fueron surgiendo durante el proceso de revisión tanto de la bibliografía como de la formulación de recomendaciones. La guía despertó gran interés por los diversos aspectos tratados y sugeridos, que fue en aumento, y se entrevió la posibilidad de ampliar los diferentes temas tratados con más profundidad, lo que nos ha llevado al desarrollo de la presente monografía, en la que han colaborado destacados miembros del Grupo así como expertos internacionales, contando además con la contribución ines timable de la editorial Elsevier. José Manuel Gómez Sáez 1© 2014. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos Capítulo 1 Desarrollo normal del esqueleto y regulación de la formación y reabsorción óseas Pedro Rozas Moreno, Rebeca Reyes García, Antonia García Martín DESARROLLO NORMAL DEL ESQUELETO Introducción En la actualidad, lejos del concepto clásico, el esqueleto es considerado un órgano dinámico con una elevada actividad metabólica que le permite adaptarse para desempeñar sus princi- pales funciones de soporte estructural y loco- motor, protección de órganos vitales, homeos- tasis mineral y acidobásica y órgano endocrino, como se ha descrito recientemente1,2. Está formado por diferentes tipos de te- jidos, siendo el tejido óseo y el cartilaginoso sus principales componentes3. Consta de 213 huesos, sin tener en cuenta los sesamoideos, que se clasifican en función de su morfología en huesos largos, cortos, planos e irregulares. Se ordenan, según su localización y origen, en dos grandes grupos: el esqueleto axial, que incluye las estructuras craneofaciales, la columna vertebral, el esternón y las cos- tillas, y el esqueleto apendicular, en el que se encuentran las extremidades1. Morfogénesis esquelética Aunque los factores hereditarios como el se- xo, la raza y la dotación genética determinan del 60 al 80% de la variabilidad del desarrollo esquelético, otros elementos modificables como el estilo de vida (p. ej., nutrición, ejer- cicio, ambiente psicosocial) y determinados procesos mórbidos (p. ej., inflamación, dis- rupciones endocrinas) influyen ya desde la etapa embrionaria en el crecimiento, el modelado y el remodelado óseo4,5. En este sentido, desde el punto de vis- ta embriológico el cartílago y el hueso son tejidos derivados del mesénquima o tejido conectivo embrionario, cuyo origen es el me- sodermo y está constituido por células madre multipotenciales capaces de diferenciarse en diferentes tipos celulares (osteoblastos, condrocitos, células estromales de la médula ósea, miocitos y adipocitos)6. Una caracte- rística común de las células mesenquimales precursoras de los elementos esqueléticos es su capacidad de proliferación y migración desde su lugar de origen para su posterior agrupamiento en forma de moldes o modelos óseos en el lugar donde se formará el futuro hueso; este proceso se denomina condensa- ción mesenquimal7. Los osteoblastos (OB) y los condrocitos provienen de una célula madre común de- nominada célula progenitora osteocondral (CPO), cuyo origen varía en función de la región del organismo de que se trate. En este sentido, y de manera general, la mayor parte El hueso en las enfermedades endocrinas y nutricionales2 del esqueleto axial proviene de la porción esclerotómica de los somitas (porción ven- tromedial del tejido mesodérmico formado a lo largo del tubo neural); el esqueleto apendicular deriva de la lámina lateral u hoja somatopleural; y las estructuras cra- neofaciales, de las células de la cresta neural originadas de los arcos branquiales7. Una vez finalizado el proceso de conden- sación mesenquimal, la CPO debe diferenciar- se hacia células condrocíticas u osteoblásticas para formar cartílago o hueso, respectivamen- te. La diferenciación osteoblástica y la pos- terior formación del hueso primitivo se de- nomina «osificación» y es un elemento clave en la formación del esqueleto que se inicia al final del período embrionario y finaliza con la maduración esquelética al final del desa- rrollo. Las CPO pueden diferenciarse hacia OB de manera directa (osificación intramem- branosa), o bien sobre moldes cartilaginosos preexistentes (osificación endocondral). La primera es propia de los huesos planos, mien- tras que la segunda predomina en los huesos largos. Durante la osificación endocondral, el modelo cartilaginoso avascular es invadido por vasos sanguíneos que erosionan la zona central del cartílago, de modo que aparecen los OB responsables de la formación del hueso. Este proceso avanza desde la diáfisis, donde se encuentra el centro de osificación primaria, hacia las epífisis, donde se forman los cen- tros de osificación secundarios, y persisten en forma cartilaginosa solo el cartílago articular y el de crecimiento. En este último, los con- drocitos se disponen en diferentes capas a lo largo del eje longitudinal en función de las propiedades de proliferación y diferenciación (zona de reposo, proliferación, prehipertrofia, hipertrofia y calcificación). El crecimiento de la zona de proliferación es responsable del desarrollo longitudinal del hueso hasta su cierre durante la adolescencia7.La continui- dad de la osificación a lo largo del período fetal conlleva un aumento significativo del tamaño (a los siete meses se ha producido un incremento de 45 cm de longitud) y de la masa ósea, esta última particularmente durante el tercer trimestre8. La regulación del crecimiento durante este período es casi exclusivamente autocrina y paracrina, y en ella ocupa un lugar des- tacado la transferencia de nutrientes a través de la placenta que, a su vez, modula la se- creción de insulina y la síntesis de factores de crecimiento seudoinsulínico tipo I y II (IGF-I e IGF-II)9. La transferencia de calcio y de fósforo se realiza de forma activa, y el péptido relacionado con la parathormona (PTHrp) es el principal determinante de los niveles fetales del primero8. Al igual que en la etapa posnatal, durante esta fase el estímulo mecánico desempeña un papel fundamen- tal en el desarrollo del esqueleto, como lo demuestra el hecho de que los neonatos con hipotonía muscular intrauterina tienen un menor diámetro de huesos largos y una mayor fragilidad ósea10. Desde el punto de vista molecular, los pro- cesos de proliferación y diferenciación celular que permiten el desarrollo de la condensación mesenquimal y la osificación están regulados por la interacción de diferentes vías de seña- lización inter- e intracelulares, muchas de las cuales también participan en el remodelado óseo durante la etapa posnatal. En este sentido, como veremos más adelante, la expresión del factor de transcripción Runx 2 es clave para la diferenciación de la CPO hacia el linaje os- teoblástico y la formación de hueso11. Tras el nacimiento, en los primeros días de vida, se produce una desaceleración par- cial del crecimiento mientras el esqueleto se adapta a una nueva fuente de alimentación, el intestino, y a un ambiente mecánico sin las restricciones propias de la pared uterina12. Así, en las primeras horas se produce una disminución del calcio sérico con un incre- mento secundario de parathormona (PTH) y 1,25-dihidroxivitamina D, que pasan a ser los actores hormonales principales de la re- gulación del metabolismo óseo y que proba- blemente condicionen durante los primeros días de vida una disminución de la formación ósea y un incremento de la resorción13. Pos- teriormente, en los primeros meses, tras el proceso adaptativo inicial, se reanuda un cre- cimiento rápido caracterizado por un aumen- to significativo tanto de la resorción como de la formación, un incremento del contenido mineral y una redistribución del tejido óseo hacia la superficie perióstica14. 3Capítulo | 1 Desarrollo normal del esqueleto © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Durante la infancia y la adolescencia, aunque con diferentes velocidades de creci- miento en función de la edad del individuo, el esqueleto continúa con un desarrollo sig- nificativo caracterizado por cambios, ya no solo en el tamaño, sino también en la forma y las propiedades materiales que favorecen la adquisición de más del 90% de la masa ósea del adulto14. Los estudios llevados a cabo du- rante esta etapa no son del todo consistentes, ya que estos cambios varían en el tiempo y en la magnitud en función de las diferentes regiones del esqueleto analizadas y según las técnicas utilizadas para su estudio. De forma general podemos decir que lo varones desa- rrollan huesos más grandes tanto en longitud como en anchura (lo que aporta ventajas bio- mecánicas), mientras que la mujeres tienen una mayor densidad cortical en algunas zonas (lo cual será útil como reserva de calcio para las demandas posteriores durante el embara- zo y la lactancia)14,15. Estructura y composición ósea Estructura ósea Desde el punto de vista macroscópico, en un hueso largo se distinguen diversas partes: los extremos son más anchos (epífisis) y pre- sentan una superficie articular recubierta de cartílago; la parte media corresponde a una estructura hueca cilíndrica (diáfisis), donde se dispone la cavidad medular recubierta por el endostio. Durante el desarrollo, entre cada epífisis y la diáfisis hay una zona inter- media, la metáfisis, y entre esta y la epífisis, el cartílago de crecimiento. Recubriendo la superficie externa del hueso se encuentra el periostio, que es una capa resistente de tejido conectivo denso que protege al hueso, participa en la reparación de fracturas y en el aporte vasculonervioso, y sirve de inserción de músculos y tendones1. A pesar de la diversidad morfológica, los huesos poseen una estructura común, de tal forma que la parte externa está constituida por una zona compacta de tejido calcificado (hueso compacto) que representa el 80% del volumen total; predomina en el esqueleto apendicular y otorga resistencia a la flexión, la torsión y el cizallamiento. Por el contra- rio, el interior óseo está parcial o totalmente ocupado por un entramado de trabéculas finas calcificadas (hueso esponjoso) que represen- tan el 20% restante; predomina en el esquele- to axial y, aunque tiene una mayor actividad metabólica, también aporta resistencia a la compresión y la tensión, especialmente a nivel vertebral1,16 (fig. 1-1). La unidad estructural de ambos tipos de hueso es la osteona. A nivel cortical, las osteonas se disponen conformando los FIGURA 1-1 Esquema de la estructura del tejido óseo. (Modificado de US National Cancer Institute's Surveillance, Epidemiology and End Results [SEER] Program.) El hueso en las enfermedades endocrinas y nutricionales4 denominados sistemas haversianos, que están constituidos por un conducto central rodeado de láminas concéntricas de matriz ósea calcificada. Se comunican entre sí y con la superficie ósea mediante conductos perforantes de disposición transversal de- nominados «conductos de Volkmann», por los que discurren las estructuras sanguíneas, linfáticas y nerviosas. Los osteocitos se dis- ponen entre las láminas de matriz en unos espacios comunicados entre sí denominados «lagunas», y comunican con el conducto central mediante una red de canalículos ocupados por prolongaciones de los os- teocitos (v. fig. 1-1). Entre la matriz ósea y la membrana celular del osteocito existe un espacio periosteocítico relleno de líquido extracelular. La integridad de este sistema canalículo-lacunar es fundamental para la función y supervivencia del osteocito1,16,17. El tejido esponjoso consta de delgadas laminillas (trabéculas) dispuestas en una red irregular, que se orientan de manera paralela a las líneas de fuerza y que determinan los espacios que albergan la médula ósea. Las osteonas del hueso trabecular tienen forma semilunar; en ellas se disponen los osteocitos en lagunas conectadas entre sí en el espesor de las trabéculas1,16. Composición ósea El hueso está constituido por una matriz extracelular mineralizada y por una serie de células especializadas. Las propiedades biomecánicas del hueso derivan de la com- posición y la estructura de la matriz ósea. Matriz extracelular La matriz extracelular está formada por un 50 a 70% de sales minerales, un 20 a 40% de matriz orgánica, un 5 a 10% de agua y menos de un 3% de lípidos1. La matriz orgánica está compuesta por un material amorfo protei- náceo denominado osteoide, consistente en fibras de colágeno, y una serie de proteínas no colágenas sintetizadas en su mayoría por las células osteoblásticas. El principal com- ponente es el colágeno tipo I, que representa alrededor del 95% del contenido total de colágeno y cerca del 90% del total de las pro- teínas óseas18. En condiciones normales las fibras de colágeno se organizan en una triple hélice con dos cadenas (a 1 y a 2 ) que se dis- tribuyen siguiendo un patrón en capas (hueso laminar); así se establecen entrecruzamientos de piridolinas inter- e intrafibrilares que le otorgan flexibilidad y resistencia a la trac- ción19. En ocasiones adoptan una disposición errática, poco compacta y desorganizada,que se denomina «hueso fibroso» (woven bone). Es un tejido temporal que se produce por una formación muy rápida en períodos del desarrollo, en la reparación de fracturas y en algunos tumores óseos20. Otros colágenos, como los tipos III y V, están presentes en baja proporción y se cree que su papel es modular el diámetro de las fibras de colágeno tipo I. Las proteínas no colágenas representan del 10 al 15% del contenido proteico total del hueso. Aunque sus funciones no son del todo conocidas, parecen desempeñar un papel mul- tifuncional: participan en la organización de la matriz extracelular y en la interrelación entre los diferentes tipos celulares y la ma- triz, y regulan el proceso de mineralización. En función de su origen se pueden clasificar en proteínas exógenas, fundamentalmente de origen plasmático, y endógenas, las cuales son sintetizadas por las células formadoras de hueso. Entre las primeras destacan la albúmi- na, diversos factores de crecimiento y la a 2 - HS-glucoproteína, la cual parecer ejercer un papel inhibidor de la mineralización21. Entre las proteínas de origen endógeno se pueden distinguir diferentes subtipos en función de sus propiedades bioquímicas. En este sentido destacamos los proteoglicanos, las proteínas glucosiladas y las g-carboxiladas. Los pri- meros desempeñan su función principal en la organización de la matriz extracelular22. Con respecto a las glucoproteínas, destacan la os- teonectina (principal proteína no colágena) y la fosfatasa alcalina, que desempeña un papel importante en la mineralización ósea23. La osteocalcina pertenece al grupo de proteínas que contienen ácido g-carboxiglutámico (gla) y, al margen de su función a nivel óseo, se ha implicado en la regulación del metabolismo de la glucosa, lo que ha reforzado el papel del hueso como órgano endocrino2,24. La fase inorgánica está constituida ma- yoritariamente por fosfato cálcico en forma 5Capítulo | 1 Desarrollo normal del esqueleto © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. de pequeños cristales de hidroxiapatita [Ca 10 (PO 4 ) 6 (OH) 2 ] que se disponen de manera fusiforme o laminar siguiendo la dirección de las fibras de colágeno y aportando du- reza, rigidez y resistencia a la compresión. El depósito mineral se ve favorecido por la existencia de unas vesículas extracelulares sintetizadas por los condrocitos y los OB que generan un microambiente en el cual las concentraciones de calcio y fósforo pueden aumentar lo suficiente como para precipitar en forma de cristales25. Entre la formación del osteoide y su posterior mineralización dis- curre un período aproximado de 10 días que facilita la maduración de las fibras de colágeno16. Componente celular Osteoclastos. El osteoclasto (OC) es la única célula del organismo con capacidad para reabsorber hueso. Morfológicamente son células gigantes multinucleadas con capacidad móvil, que provienen de la fusión de precursores mononucleares hematopoyé- ticos de la línea celular monocito-macrófagos presentes fundamentalmente en la médula ósea26. El ligando del receptor activador del factor nuclear kb (RANKL) y el factor es- timulador de colonias de macrófagos (M-CSF) expresados por las células estromales de la médula ósea y por los OB derivados de estas son las dos citocinas clave en la diferencia- ción, funcionamiento y supervivencia del OC27. A su vez, como veremos más adelante, recientemente se ha descrito que el osteoci- to, en respuesta a determinados estímulos, es una fuente importante de RANKL28. El RANKL forma parte de la superfamilia de los factores de necrosis tumoral y se expresa además en células endoteliales y del sistema inmune (linfocitos, células dendríticas). Es el elemento principal en las osteoclastogénesis, mediando su acción al unirse a su receptor específico de membrana RANK (receptor ac- tivador del factor nuclear kb). La activación de este en los precursores de los OC favorece su diferenciación27 (fig. 1-2). Su descubrimiento estuvo precedido por la identificación de su inhibidor fisioló- gico, la osteoprotegerina (OPG), a la que se une con gran afinidad y que está presente en distintos tejidos y líneas celulares. A nivel óseo, la OPG es expresada por OB y os- teocitos uniéndose al RANKL e impidiendo la activación de RANK29. El balance entre RANKL y OPG es clave para un equilibrio en la resorción ósea. Así, si predomina la pro- ducción de RANKL, se estimula la activación FIGURA 1-2 Sistema OPG/RANKL/RANK. CFU-GM, colonia formadora de unidades de granulocitos y ma- crófagos; M-CSF, factor estimulador de colonias de macrófagos; OPG, osteoprotegerina; RANK, receptor activador del factor nuclear kb; RANKL, ligando del receptor activador del factor nuclear kb. (Modificado de Boyle et al.27) El hueso en las enfermedades endocrinas y nutricionales6 de OC y, por tanto, la resorción, mientras que si predominan los niveles de OPG sobre los de RANKL, la OPG se une al RANKL dis- ponible inhibiendo la resorción (v. fig. 1-2). Numerosos factores y situaciones tanto fi- siológicas como patológicas influyen en el sistema OPG-RANKL30 (tabla 1-1). El elemento clave de la resorción es la capacidad del OC para formar un mi- croambiente prorresortivo (laguna de re- sorción o de Howship) entre el mismo y la superficie ósea31. Los filamentos de actina del citoesqueleto se reorganizan en forma de podosomas, generando una estructura de anillo que sella su unión a proteínas de la matriz mediante moléculas de adhesión de la familia de las integrinas (a v b 3 )32. En esta zona de sellado, la membrana plasmática del OC forma una serie de pliegues generando el denominado «borde en cepillo», a través del cual se liberan hidrogeniones y enzimas proteolíticas. La acidificación facilita la acti- vación enzimática y degrada el componente mineral, exponiendo la matriz orgánica a la acción de las enzimas proteolíticas, funda- mentalmente la catepsina K33. La resorción ósea finaliza con la apoptosis osteoclástica, proceso regulado por diversos factores entre los que destaca, por su importancia, el factor de crecimiento transformante b (TGF-b) que, además, inhibe la apoptosis de los OB34. Osteoblastos. Los OB provienen de la dife- renciación de las CPO localizadas en el estro- ma de la médula ósea y en el endotelio vas- cular35, y son los encargados de la síntesis y secreción de la mayor parte del osteoide que se deposita en la superficie ósea para la pos- terior mineralización. Son funcional y mor- fológicamente heterogéneos en función de la fase metabólica en la que se encuentren, de tal forma que en momentos de elevada actividad mitótica adquieren forma cuboidal con un desarrollo marcado del retículo endo- plásmico rugoso y del aparato de Golgi36. La diferenciación osteoblástica puede ser divida en diferentes fases que incluyen la proliferación, el depósito de la matriz ex- tracelular, la maduración de la matriz y la mineralización37. Es un proceso complejo controlado por la interacción entre factores sistémicos y locales que, a través de diferen- tes señales de transducción, convergen en la activación del factor de transcripción Runx 2, el cual favorece la diferenciación osteoblás- tica y la expresión de una serie de genes es- pecíficos del OB (colágeno tipo I, fosfatasa alcalina, osteopontina, osteonectina y os- teocalcina, sialoproteína ósea)38,39. Entre los elementos implicados podemos destacar factores hormonales, como la PTH, la PTHrp y el IGF-I, que interrelacionan con diversas familias de citocinas como las Hedge hogs (Hh), las proteínas morfogenéticas óseas (BMP), el factor de crecimineto trans- formante-b (TGF-b) y las proteínas de la vía wingless (Wnt). En las etapas iniciales de la osteoblastogénesis destacan por su relevancia las BMP y las proteínas de la vía Wnt. Las BMP pertenecen a la superfamilia del TGF-b e inducen la formación ósea durante el desa-rrollo esquelético y en el tejido adulto; las BMP 2, 4 y 7 son potentes inductores de la osteoblastogénesis in vivo e in vitro40. La vía de señalización celular Wnt es esencial para el desarrollo embrionario de todas las especies animales estudiadas hasta el momento, así TABLA 1-1 Efecto de diferentes factores reguladores del remodelado óseo sobre la expresión del RANKL y la osteoprotegerina30 Factor RANKL OPG IL 1,6,11; INF-g ↑ ↑ TNF-a, IL-7 ↑ − IL-17, PGE2, GCE, calcitriol, PTH/PTHrp ↑ ↓ TNF-b, estrógenos, IL-13 ↓ ↑ BMP − ↑ BMP, proteínas morfogenéticas óseas; GCE, glucocorticoides; IL, interleucina; INF-g, interferón g; OPG, osteoprotegerina; PGE2, prostaglandina E2; PTH, parathormona; PTHrp, péptido relacionado con la parathormona; RANKL, ligando del receptor activador del factor nuclear kb; TNF-a, factor de necrosis tumoral a; TNF-b, factor de crecimiento transformante b. 7Capítulo | 1 Desarrollo normal del esqueleto © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. como para la regulación posterior de diversos tejidos y órganos. A nivel óseo, los datos dis- ponibles indican que las proteínas Wnt ejer- cen distintas funciones en el desarrollo del esqueleto desde la etapa embrionaria hasta la regulación del remodelado del esqueleto adulto (fig. 1-3). En este sentido, desempeñan un papel clave en la regulación de la génesis y apoptosis de las células de estirpe osteo- blástica41-44, e inhiben la diferenciación del condrocito y del adipocito desde las células progenitoras. En fases más avanzadas, datos recientes confirman que las proteínas Wnt inducen la producción de OPG por el OB al inhibir la diferenciación del OC y la resor- ción ósea45,46. La unión de las proteínas Wnt con su receptor puede desencadenar diferentes vías intracelulares, la más conocida de las cuales es la denominada canónica, que media princi- palmente los efectos anabólicos a nivel óseo y que se pone en marcha con la unión de los ligandos Wnt a un complejo receptor que en- globa al receptor Frizzled (Fz) y las proteínas relacionadas con el receptor de la lipopro- teína de baja densidad 5 o 6 (LRP5/6)47,48. La vía canónica Wnt tiene como finalidad permitir que en el citoplasma se mantengan niveles adecuados de la proteína b-catenina, que activará la transcripción de genes diana osteoblastogénicos a través de complejos formados por los factores de transcripción TCF/Lef1 y Runx 249,50. Por otro lado, diver- sos factores actúan inhibiendo la activación de la vía Wnt, entre los que podemos des- tacar la proteína Dickoppf 1 (DKK-1) y la esclerostina; estas se unen al LRP 5/647 e imposibilitan su unión con los ligandos Wnt. Como veremos más adelante, los osteocitos son la fuente principal de la esclerostina, una proteína sintetizada por el gen Sost51,52. Del 60 al 80% de los OB muere por apop- tosis mediada fundamentalmente por estrés oxidativo53,54. Los restantes se transforman en células de revestimiento (lining cells) situa- das en la superficie ósea quiescente, o bien en osteocitos que se incluyen en la matriz ósea mineralizada. Osteocitos. Representan del 90 al 95% del total de las células del hueso y, aunque clá- sicamente se habían considerado células con FIGURA 1-3 Efectos óseos de la vía Wnt. DKK-1, proteína Dickkopf 1; OPG, osteoprotegerina. (Modificado de EscobarJiménez F et al.48) El hueso en las enfermedades endocrinas y nutricionales8 poca actividad metabólica, en la actualidad los osteocitos son unos de los principales re- guladores locales de las funciones óseas. Pro- vienen de la diferenciación del OB durante el proceso de remodelado, de tal forma que por un mecanismo no claramente conocido algu- nos OB se internalizan en el osteoide trans- formándose en osteocitos-osteoides, que ya no sintetizan fosfatasa alcalina pero sí otras proteínas reguladoras de la mineralización. Emiten prolongaciones dendríticas mediante las cuales realizan conexiones con las células adyacentes que facilitan su viabilidad a me- dida que el osteoide se va mineralizando55. Como hemos comentado con anterioridad, el osteocito maduro se encuentra situado dentro de la matriz mineralizada de tal forma que el cuerpo celular queda integrado en lagunas y las prolongaciones citoplasmáticas discurren a través de un sistema de canalículos que les conecta con otros osteocitos y con los OB de la superficie ósea. Estas conexiones se realizan mediante uniones gap compuestas principalmente por conexina 43 y su integri- dad es esencial para la maduración, actividad y supervivencia del osteocito56. Desde el punto de vista funcional, en la última década se ha producido un amplio conocimiento molecular que ha permitido ampliar el papel del osteocito en el metabo- lismo óseo. Esta célula no solo actúa como mecanosensor, sino que participa como re- gulador del remodelado óseo e interviene en el metabolismo del fosfato y en la mi- neralización de la matriz. Con respecto a la primera función, los osteocitos son las células óseas que detectan los cambios en la carga mecánica del hueso generados por la actividad física. Aunque el mecanismo me- canosensorial no está del todo establecido, la hipótesis más aceptada es que el cambio en la presión soportada por el hueso se tra- duciría en un flujo del líquido canalicular que el osteocito detectaría a través del des- plazamiento y tracción de su membrana por los filamentos que la unen con la pared del canalículo57. La distensión de la membrana celular generaría diferentes estímulos (p. ej., entrada de calcio intracelular) que, a través de la activación de distintas vías de señali- zación, liberarían mediadores por parte de los osteocitos (óxido nítrico [NO] y pros- taglandinas) para promover la formación ósea58,59. En el remodelado óseo, los osteocitos ex- presan citocinas clave en la regulación de la función tanto de los OC como de los OB60. Con respecto a los primeros, la apoptosis os- teocítica en respuesta a determinados factores (p. ej., microfracturas, déficit estrogénico, inmovilización, hipoxia, glucocorticoides, etc.) favorece la activación de los OC me- diada por la expresión del RANKL61. A nivel osteoblástico, los osteocitos liberan escleros- tina y DKK-1, que como hemos comentado anteriormente son inhibidores de la vía Wnt y, por tanto, de la formación ósea (v. fig. 1.3). Diferentes estímulos, principalmente los cambios en carga mecánica, suprimen la se- creción de esclerostina, DKK-1 y RANKL, y aumentan la expresión de ligandos Wnt y OPG, de tal forma que se estimula la síntesis ósea62. Por último, diversas proteínas sintetizadas por los osteocitos participan mediante accio- nes locales (DMP-1, MEPE, PHEX) y sistémi- cas (factor de crecimiento de fibroblastos-23 [FGF-23]) en la mineralización de la matriz extracelular, particularmente regulando el metabolismo del fosfato. Cabe destacar la función del FGF-23, que regula la reabsor- ción de fósforo a nivel renal y cuya expre- sión genética es inhibida, entre otros, por la endopeptidasa reguladora del fosfato ligada a X (PHEX). En ausencia de esta, FGF-23 se eleva en el osteocito y en la circulación favoreciendo la excreción renal de fosfato e induciendo osteomalacia y raquitismo63. Así, la mutación inactivadora del gen PHEX resulta en el raquitismo hipofosfatémico ligado al cromosoma X64. Células de revestimiento (lining cells). Son OB aplanados e inactivos que recubren la superficie ósea en la que no tienen lugar pro- cesos de formación ni resorción. Su función no es del todo conocida, pero se sabe que secretan colagenasas que degradan la capa de colágeno y exponen la matriz mineralizada a la acción de los OC65. A su vez, también se ha postulado que tienen capacidad mecanosen- sorial, al igual que los osteocitos66. 9Capítulo | 1 Desarrollo normal del esqueleto © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. REGULACIÓNDEL REMODELADO ÓSEO A lo largo de la etapa de desarrollo del esque- leto y posteriormente, durante la edad adulta, el tejido óseo experimenta cambios continuos que le permiten adaptarse para ejercer sus funciones y en los que están implicados los procesos de modelado y remodelado óseo. A tra- vés del primero, que predomina durante la infancia y la adolescencia, el hueso adapta su estructura mediante modificaciones en el tamaño y la forma para soportar las cargas físicas67. Por remodelado entendemos «el fenómeno de continua renovación al que está sometido el hueso y cuya principal función es evitar el acúmulo de lesiones por fatiga y el mantenimiento de la homeostasis mineral y el equilibrio acidobase»67. Este proceso implica la retirada de hueso antiguo y su sustitución por un osteoide sinte- tizado de novo para su posterior mineraliza- ción. Tiene lugar en las unidades básicas de remodelado (BMU), formadas por un grupo acoplado de OC y OB que secuencialmente realizan la resorción y formación óseas. La vida media de las BMU es de entre seis y nueve meses, de tal forma que en un deter- minado momento están activas entre 1,5 y 2 millones de estas unidades, en diferentes lugares y con distintos momentos funciona- les. Las BMU renuevan al cabo del año de un 3 a un 4% del hueso cortical y de un 25 a un 30% del trabecular68,69. El ciclo de remodelado consta de cuatro fases secuenciales: activación, resorción, fase inversa y formación68,69. La activación implica el reclutamiento y diferenciación de células mononucleares para formar preosteoclastos que se unen a la matriz ósea. La resorción du- ra de dos a cuatro semanas y comienza cuan- do los OC están completamente diferenciados formando la laguna de resorción. Durante la fase inversa se lleva a cabo el fenómeno co- nocido como acoplamiento entre la acción de los OC y los OB y, aunque sus mecanismos no son del todo conocidos, parece ser que las células precursoras de OB son atraídas a la zona de resorción gracias a la acción conjunta de diversos factores quimiotácticos libera- dos de la matriz ósea durante la resorción (TGF-b, IGF-I y II, BMP, FGF17)70-72. La fase de formación ósea tiene una duración aproximada de cuatro a seis meses, y en ella los OB sintetizan una nueva matriz orgánica de colágeno y regulan su posterior minerali- zación. Como hemos comentado con ante- rioridad, el sistema OPG/RANKL y la vía Wnt desempeñan un papel fundamental en la diferenciación, activación y supervivencia de los OC y OB, respectivamente. En los individuos jóvenes el remodelado mantiene la masa esquelética prácticamente invariable. El envejecimiento, la menopausia y distintas enfermedades alteran el balance del remodelado hacia un predominio de la resorción sobre la formación, lo que ocasiona una pérdida ósea y, como consecuencia, os- teoporosis. En los últimos años se ha produ- cido un gran avance en el conocimiento de los factores que intervienen en la regulación del proceso de remodelado, a pesar de lo cual quedan por aclarar muchos aspectos. Su regulación es compleja, ya que integra diversos estímulos como factores mecánicos, locales (citocinas y factores de crecimiento) y sistémicos (hormonales, sistema inmune). Factores mecánicos La influencia de los factores mecánicos so- bre el remodelado queda de manifiesto en la pérdida de masa ósea inducida por la falta de actividad física. El efecto positivo se reduce con la edad por el deterioro de las células mecanosensoriales del hueso. Aunque los me- canismos implicados en la transformación de las fuerzas mecánicas en una respuesta biológica no están del todo clarificados, los osteocitos, como ya hemos comentado previamente, son las principales células im- plicadas73. Además, se ha comprobado en modelos animales que la carga mecánica es- timula la transformación de las células del endostio en OB74. Factores locales Numerosos factores locales, paracrinos y autocrinos influyen en el proceso de remo- delado (tabla 1-2). Su origen son las células óseas, células sanguíneas como monocitos El hueso en las enfermedades endocrinas y nutricionales10 y macrófagos, y de la médula ósea. En su regulación intervienen factores sistémicos y hormonales, así como elementos de la matriz extracelular liberados durante el proceso de resorción. Con acción osteoformadora po- demos reseñar el IGF-I, el TGF-b, las BMP, los FGF, el NO y el interferón g (INF-g). Por otro lado, con actividad prorresortiva des- tacan el factor de necrosis tumoral a (TNF-a) y el M-CSF. Varias interleucinas (IL) y la prostaglandina E 2 (PGE 2 ) actúan a nivel lo- cal estimulando tanto la resorción como la formación ósea. El IGF-I de origen hepático y también sintetizado a nivel local media la acción biológica sobre el hueso de la hormona del crecimiento. Aunque el máximo de IGF-I se produce durante la pubertad para posi- bilitar el desarrollo longitudinal, en la edad adulta tiene un importante papel en el man- tenimiento de la masa ósea. Su mecanismo de acción no está totalmente aclarado, pero parece actuar mediante el estímulo de la proliferación, actividad y supervivencia de los OB75,76. Su asociación con la masa ósea de mujeres posmenopáusicas y el riesgo de fracturas osteoporóticas ha quedado de ma- nifiesto en diversos estudios77,78. A su vez, varias proteínas transportadoras del IGF-I también tienen un papel en la regulación del remodelado óseo. El TGF-b es una de las principales moléculas que intervienen en el proceso de remodelado, ya que inhibe la apoptosis osteoblástica e induce la apoptosis de los OC79. Además, estimula la síntesis de OPG y TABLA 1-2 Factores locales reguladores del metabolismo óseo Factor Acciones a nivel óseo IGF-I Estímulo de la replicación y activación de precursores osteoblásticos Inhibición de la apoptosis de precursores osteoblásticos Promueve la síntesis de la matriz ósea IGFBP 1-6 IGF-BP 4: inhibición de la replicación y diferenciación osteoblástica IGF-BP 5: estímulo de la replicación y diferenciación osteoblástica IL-1 Estímulo de los OC maduros IL-3 Favorece la diferenciación de los precursores osteoclásticos IL-4, 13 y 10 Participan en la maduración osteoclástica IL-6 Acción sobre los precursores hematopoyéticos IL-11 Estímulo de la producción del RANKL por los OB IL-12 y 18 Promueven la formación de OC TGF-b Inhibición de la apoptosis de los OB Estímulo de la apoptosis de los OC Estímulo de la síntesis de OPG INF-g Efecto inhibidor de la formación de los OC Aumenta de la síntesis de citocinas (IL-18) BMP Favorece la diferenciación osteoblástica y de las células osteoprogenitoras NO Mediador del efecto anabólico de estrógenos Participa en la respuesta mecánica del hueso Inhibición osteoclástica BPM, proteína morfogenética ósea; IGF-I, factor de crecimiento seudoinsulínico tipo I; IGFBP, proteína transportadora del factor de crecimiento seudoinsulínico; IL, interleucina; INF-g, interferón g; NO, óxido nítrico; OB, osteoblasto; OC, osteoclasto; TGF-b, factor de crecimiento transformante b. 11Capítulo | 1 Desarrollo normal del esqueleto © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. desempeña un importante papel en la repara- ción de fracturas80. Como hemos comentado con anterioridad, las BMP estimulan la dife- renciación osteoblástica y como característi- ca única inducen la diferenciación de células del tejido conectivo a células osteoprogeni- toras81. Los FGF activan la diferenciación y proliferación de los OB, reducen la resorción ósea y estimulan la síntesis del colágeno y otras proteínas de la matriz82. El NO ha cobrado importancia en los últi- mos años como regulador del remodelado, ya que es un mediador del efecto anabólico de los estrógenos83 y de la respuesta mecánica del hueso84. Las fuentes principales de NO en el hueso son los OB y las células endoteliales. Ejerce también efectos de inhibición osteo- clástica85, aligual que el INF-g que inhibe la formación de OC, a la vez que estimula la síntesis de diversas interleucinas (IL) (entre ellas, IL-18)86. El TNF-a es un potente estimulador de la resorción ósea y, además, favorece la apoptosis de OB87,88. Este efecto parece ser dependiente de la producción de IL-1 y del MSC-F88. La prostaglandina E 2 (PGE 2 ) es producida por las células óseas por la acción de la ciclooxigenasa-2 (COX-2); activa la proliferación de los OC y participa en la formación de hueso en respuesta a los cambios en las cargas biomecánicas89. Por último, diversas IL han mostrado efec- tos opuestos sobre el remodelado óseo al ejercer su acción principalmente a través de la activación o inhibición de la osteo- clastogénesis mediada por el RANKL30,90-93 (v. tabla 1-2). Factores sistémicos Hormonas calciotropas Los efectos de la PTH sobre el hueso son com- plejos y no están totalmente aclarados. Las concentraciones elevadas continuas producen de manera indirecta un aumento de la actividad osteoclástica (p. ej., hiperparatiroidismo pri- mario; v. capítulo 10) mediada por la secreción de RANKL, M-CSF e IL-6 y 11 de los OB. Por otro lado, la administración intermitente (p. ej., tratamiento con teriparatida) tiene efec- tos anabólicos también de manera indirecta a través del IGF-I y factores de crecimiento de fibroblastos, que pueden estar en relación con un aumento del número y de la actividad os- teoblástica94,95, así como con una disminución de la apoptosis de los osteocitos96. El efecto del calcitriol sobre el remodela- do es difícil de estudiar por sus múltiples ac- ciones, pero en general estimula la resorción ósea a través de su acción sobre los OC y sus precursores97. Además, aumenta la absorción intestinal de calcio, inhibe la secreción de la PTH al actuar sobre las paratiroides e inter- viene en la mineralización ósea98. Aunque el aumento observado en las con- centraciones de calcitonina durante el creci- miento, el embarazo y la lactancia sugiere un papel en el mantenimiento de la masa ósea, la importancia en la regulación de la fisiología del esqueleto del adulto es mínima. En dosis farmacológicas inhibe de manera reversible la actividad del OC disminuyendo la resorción ósea99. Su efecto es transitorio, probablemen- te por una disminución de la expresión de sus receptores, y aunque se ha utilizado durante un tiempo para el tratamiento de la osteoporo- sis, en la actualidad se ha limitado su uso por el aumento del riesgo de progresión tumoral observado en diversos estudios100. Hormonas sexuales Las hormonas sexuales desempeñan un im- portante papel en el desarrollo y en el man- tenimiento de la masa ósea tanto en mujeres como en hombres101,102. En las primeras, este hecho queda de manifiesto en la pérdida de masa ósea que ocurre en los primeros años de la posmenopausia tras el cese de la activi- dad estrogénica. Su principal consecuencia es un aumento de la actividad osteoclástica con- dicionada por una disminución del TGF-b y un aumento de distintas citocinas pro- rresortivas como IL-1, M-CSF y TNF-a103. A su vez, el déficit estrogénico aumenta la apoptosis de los OB y los OC104. El papel de los estrógenos en el esqueleto masculino se conoce a partir de la experiencia de pacientes con defectos genéticos del gen de la aroma- tasa105. Estudios posteriores han confirmado el papel dominante de los estrógenos en el metabolismo óseo del esqueleto adulto del varón101, cuyo efecto puede explicarse, entre El hueso en las enfermedades endocrinas y nutricionales12 otros motivos, por un potente mecanismo antirresortivo mediado por un aumento de la producción de OPG y una inhibición del RANKL106,107. Con respecto a la testosterona, aunque estudios in vitro demuestran un efecto es- timulador de la proliferación, diferenciación y supervivencia osteoblástica a través del estímulo del TGF-b108,109, en general los es- tudios que han investigado los efectos de los andrógenos sobre las células óseas no arrojan resultados tan concluyentes como los reali- zados con estrógenos. En varones, los andró- genos son responsables de una mayor masa muscular, lo que determina mayor tamaño óseo y carga mecánica, aunque se des- conoce la trascendencia de este efecto sobre el remodelado. Experiencias con ratones resaltan el principal efecto esquelético de los andrógenos: la regulación del tamaño óseo por potenciación de la aposición de hueso sobre la superficie perióstica externa110. En las mujeres, el efecto positivo de los an- drógenos sobre la densidad mineral ósea (DMO) queda de manifiesto por una menor masa ósea en aquellas con síndrome de resistencia a los andrógenos111. Otros estudios observaciona- les han demostrado también esta asociación en mujeres tanto premenopáusicas112,113 como posmenopáusicas114. Por otro lado, los datos en cuanto a la asociación entre andrógenos suprarrenales y DMO no son concluyentes, aunque puede que contribuyan a mantener la masa ósea115. En cualquier caso, a pesar de sus posibles efectos positivos, el papel de los andrógenos en la mujer queda limitado por sus efectos virilizantes y sobre parámetros metabólicos; los andrógenos no parecen de- sempeñar un papel central en el metabolismo óseo como ocurre con los estrógenos en los varones (v. capítulos 11 y 14). Finalmente las gonadotropinas parecen actuar a nivel óseo de forma directa e inde- pendiente a la acción de los estrógenos, des- tacando la hormona foliculoestimulante que actúa mediante receptores específicos en las células óseas116,117. Glucocorticoides y hormonas tiroideas Los glucocorticoides en dosis farmacológicas disminuyen la masa ósea y probablemente deterioran la calidad del hueso, alterando la función y el número de OB. Esta inhibición osteoblástica se debe, en parte, a su efecto sobre el sistema Wnt y el sistema del recep- tor g activado por la proliferación de peroxiso- mas (PPAR-g). En las fases iniciales estimu- lan la actividad osteoclástica, por facilitar el predominio del RANKL sobre la OPG. Por otra parte, inducen hiperparatiroidismo secundario, aumentan la calciuria e inhiben la secreción de hormonas sexuales118 (v. ca- pítulo 8). Las hormonas tiroideas y la hormona es- timulante del tiroides (TSH) participan en el crecimiento, la mineralización y el remo- delado del hueso adulto. Varias isoformas del receptor de triyodotironina (T3) se ex- presan a nivel óseo estimulando (de manera directa y mediada por IGF-I y las IL 6 y 8) la función tanto de los OC como de los OB119. El receptor de la TSH también se expresa en ambas líneas celulares, y por mecanis- mos independientes de la T3 parece suprimir la actividad osteoclástica y osteoblástica120 (v. capítulos 6 y 7). Adipocinas En los últimos años, diversos estudios han mostrado una estrecha relación entre el teji- do adiposo y el hueso. Los resultados de las observaciones preclínicas han puesto de ma- nifiesto que tanto la leptina como la adipo- nectina tienen acciones sobre las células del tejido óseo. En este sentido la leptina tiene un efecto dual. Así, a nivel periférico existen receptores para leptina en células mesenqui- males preosteoblásticas y en OB maduros121, donde actúa de manera anabólica, ya que promueve su diferenciación, actividad y su- pervivencia122. A su vez disminuye la función osteoclástica por aumento de la OPG y des- censo del RANKL123. Finalmente, la leptina tiene un efecto indirecto antiosteogénico a nivel central actuando en el hipotálamo y activando el sistema nervioso simpático124. Por otro lado, la adiponectina y su receptor se expresan tanto en OB como en OC125,126 su- primiendo la osteoclastogénesis (a través del sistema OPG/RANKL) y activando la osteo- blastogénesis127,128. Sin embargo, los estudios clínicos publicados han mostrado resultados 13Capítulo | 1 Desarrollo normal del esqueleto © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. pococoncluyentes entre la asociación de leptina y adiponectina con la DMO y el ries- go de fractura en diferentes poblaciones de estudio (v. capítulo 19). Sistema inmune La osteoinmunología es una nueva disciplina científica que estudia la interrelación del es- queleto y el sistema inmune tanto en con- diciones fisiológicas como patológicas129. Aunque su descripción escapa al objetivo general de este capítulo, podemos decir que existen múltiples contactos anatómicos y vasculares, así como diferentes mecanismos moleculares y celulares, que permiten la interacción permanente entre el tejido óseo y el sistema inmune. En este sentido, las cé- lulas de ambos sistemas comparten orígenes comunes, ya que los OC proceden de células madre de la serie monocito-macrófago he- matopoyéticas, mientras que los OB desem- peñan un papel central en la diferenciación de las células hematopoyéticas130. A su vez, algunas vías moleculares que participan en el remodelado (como la PTH, las BMP y la vía Wnt) lo hacen también en la regulación de la hematopoyesis. Por otro lado, como he- mos visto anteriormente, múltiples citocinas procedentes de linfocitos, células dendríticas y macrófagos actúan como factores locales reguladores del remodelado óseo131. BIBLIOGRAFÍA 1. Bart C. Normal Bone Anatomy and Physiology. Clin J Am Soc Nephrol 2008;3:S131-9. 2. 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