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Neffa Nota sobre la Pandemia

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Colección Grupos de Trabajo 
 
 
 
 
 
 
Trabajo y crisis de los modelos 
productivos en América Latina 
 
 
 
 
 
 
 
Julio Cesar Neffa 
Enrique de la Garza Toledo 
(Coords.) 
 
 
 
 
 
 
 
 
Grupo de Trabajo: Trabajo, heterogeneidades sociopolíticas y actores 
 
 
 
Nota sobre la Pandemia1 
El Coronavirus atacó a todos los grandes países y, con la excepción de China, las 
primeras víctimas no fueron personas que vivían en situación de pobreza e 
indigencia, sino sectores de clases medias y altas que viajaban al exterior, se 
contagiaron y luego importaron el virus a sus respectivas naciones. Se trata de una 
pandemia que se manifiesta a escala planetaria y se trata de hacerle frente por 
medio de políticas nacionales, siendo escasas las acciones concertadas entre 
países. La cooperación se vuelve difícil porque la prioridad de acción está puesta 
en el propio país y los grandes laboratorios y universidades, entre otros, compiten 
cada uno por su parte para inventar las vacunas. Todos los mercados de capitales 
cayeron estrepitosamente afectando las posibilidades de acceder al crédito y 
estimulado la fuga de capitales hacia los bonos del tesoro norteamericano cuya 
asimetría va a aumentar respecto de las demás monedas, impulsando la volatilidad 
de las tasas de cambio mientras solo China se capitalizó al comprar un gran 
volumen de bonos. Las cadenas globales de valor se desequilibraron y perderá 
fuerza la forma actual de deslocalización de empresas. Numerosos bancos y 
grandes empresas también corren el riesgo de quiebras y default, que será mucho 
mayor en el caso de las PYMES y microempresas obligando a intervenir a los 
Bancos Centrales con medidas no tradicionales que están por encima de sus 
atribuciones de independencia, para así posibilitar el acceso al crédito. Se prevé 
una fuerte caída del PBI de los países capitalistas industrializados durante varios 
años e incluso China sufrirá el impacto, dando lugar a una profunda recesión 
mundial que debilitará la industria pero también el transporte, el comercio y el 
turismo por la caída de la demanda. Es la primera vez en la historia de la humanidad 
que más de la mitad de la población mundial se encuentra al mismo tiempo en 
situación de aislamiento social obligatorio. Para los especialistas de la historia 
económica, la situación es más grave que la generada por las dos guerras 
mundiales y la crisis de los años 1929-30 y va a cerrar por varios años una época 
de fuerte crecimiento de la economía norteamericana. China se consolida como 
potencia mundial con una industria capaz de reconvertirse para hacer frente a las 
pandemias y con un sistema científico y tecnológico de vanguardia y eficaz. 
Estamos frente a una crisis extra-económica, provocada por un virus que se 
expande en el planeta y que afecta al mismo tiempo a la oferta y demanda de bienes 
 
1 Esta publicación digital fue redactada y concluida a mediados de 2019. Sin embargo, la magnitud de la 
pandemia generada por el COVID-19, y de sus impactos presentes y futuros para los países estudiados obliga 
los autores a presentar algunas breves reflexiones. 
 
y servicios, a la economía real y la financiera, que se da junto con la insuficiencia 
de conocimientos científicos para enfrentarlo. Países como EEUU y el Reino Unido, 
Francia Italia y España subestimaron la importancia de la pandemia y deben ahora 
enfrentar numerosos casos de infecciones graves, que están causando miles de 
muertes día por día. Los países emergentes, de reciente industrialización o en vías 
de desarrollo, como es el caso de América Latina y el Caribe, no escapan a esta 
realidad devastadora con sus múltiples efectos económicos, sociales, culturales, 
pero sobre todo en la salud y la vida de sus ciudadanos. La economía mundial, con 
pocas excepciones, tendía al estancamiento pero ahora vamos derecho a la 
recesión. Todo indica que los países en desarrollo van a ser los más afectados por 
esta crisis y deberán adoptar políticas fiscales expansivas que los obligarán a 
abandonar el objetivo de reducción del déficit fiscal, emitiendo sumas enormes para 
contener, cuidar y alimentar vastos sectores dela población. Se hace necesario 
controlar más los precios y asegurar el abastecimiento de los productos de primera 
necesidad. Será cada vez más difícil hacer frente a los compromisos de la deuda 
externa. Los precios de las materias primas van a caer, se reducirá el valor de las 
exportaciones así como el stock de divisas frenando luego las importaciones y el 
crecimiento cuando la pandemia empiece a ser controlada. El mundo que viene será 
muy distinto. Han caído barreras teóricas e ideológicas que nos permiten pensar 
como alternativa un nuevo modo de desarrollo posible, incluso si no se modifica el 
actual modo de producción, porque la salida de esta crisis no la va a proporcionar 
el mercado. Para la teoría económica, la salud pública para preservar la vida va a 
tener más relevancia que las consideraciones que revalorizaron el mercado, pues 
la duración de la crisis económica va a depender de la evolución de la pandemia. 
Las teorías que daban prioridad al libre funcionamiento del mercado se subordinan 
y deberán ceder el paso a la defensa de la salud, las tareas de cuidado, la 
investigación científica y la educación, es decir, para satisfacer las necesidades 
esenciales que hacen posible la vida humana y la promoción de la paz social, pues 
las consecuencias que pueden tener el contagio del virus en los sectores populares 
y de menores recursos son imprevisibles. El Estado democrático emerge de nuevo 
frente al mercado como la forma institucional dominante y no se lo percibe en este 
caso como la causa de los problemas. 
Como alternativa heterodoxa, puede configurarse un nuevo modo de desarrollo 
revalorizando la planificación democrática, poniendo el acento en el crecimiento 
económico y el desarrollo nacional, controlando los monopolios y las ETN, dando 
prioridad a la inversión en la economía real más que en el sector financiero, 
imponiendo un sistema impositivo progresivo, reduciendo las desigualdades de 
ingresos, debilitando las tendencias al consumismo ostentatorio, frenando el 
desastre ecológico, introduciendo la democracia económica en las empresas, y 
aumentando el presupuesto para educación, salud, bienestar social e investigación 
científica. Las tentativas de privatización de los servicios públicos deben ser 
cuestionadas. 
Lo que prevé la OIT en lo inmediato es un aumento acelerado del desempleo, la 
pobreza y la exclusión social, que actualmente ya son graves. Para hacerle frente, 
los cambios necesarios serán de gran magnitud, pues se trata de promover la 
generación de empleos “decentes” con garantías de estabilidad, reduciendo la 
duración de la jornada para disminuir el desempleo, -para que cada uno trabaje 
menos horas para que trabajemos todos-, democratizando las relaciones de trabajo 
para frenar la explotación de la fuerza de trabajo, desarrollando el teletrabajo que 
se validó y recibió un impulso extraordinario e impensado para trabajar, comunicar 
y estudiar a distancia. Probablemente las nuevas tecnologías informáticas y la 
denominada Industria 4.0 transformarán el sistema productivo para hacerlo más 
flexible, aumentar la productividad, la calidad y la variedad, lo cual probablemente 
tendrá impactos sobre el trabajo, el empleo, las condiciones y medio ambiente de 
trabajo para hacerlo saludable y requerirá nuevos sistemas de educación, formación 
profesional y calificaciones. El desafío es enorme y se debe asumir colectivamente. 
Todo eso requiere una decisión política estratégica adoptada por consenso, 
haciendo concesiones negociadas por parte de los actores sociales e impulsando 
su participación para implementarla y regularla. Y un Estado moderno, democrático, 
transparente, no burocrático,con autonomía y capacidad de intervención para 
regular los conflictos apoyando a los más débiles, dotado de profesionales 
competentes y honestos, nombrados por concurso y con estabilidad en sus puestos 
para asegurar la continuidad de las políticas adoptadas. Podemos evaluar los 
riesgos posibles pero hay que tratar de reducir la incertidumbre impulsando la 
investigación y para eso los científicos sociales latinoamericanos tenemos una gran 
responsabilidad si nos comprometemos colectivamente para promover la 
construcción de una nueva economía y una sociedad, más humana, cuyo objetivo 
sea la satisfacción de las necesidades personales y sociales y no el incremento de 
las tasas de ganancia. 
 
Julio César Neffa 
1º de abril de 2020

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