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UNIVERSIDAD NACIONAL DE JUJUY 
 
 FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS 
 
 
 
 
 CATEDRA DE 
 
 
 
 INTRODUCCIÓN A LA ECONOMIA 
 
 
 
 
NOTAS SOBRE HISTORIA DEL 
PENSAMIENTO ECONOMICO 
 
Dra. Laura Golovanevsky 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Esta versión: Septiembre de 2007 
 
 
 
 NOTAS SOBRE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO 
 
DRA. LAURA GOLOVANEVSKY 
 
 
 
 
 
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Every school of thought is like a man 
 who has talked to himself for a hundred years 
and is delighted with his own mind, however stupid it may be. 
(J.W. Goethe, 1817, Principles of Natural Science) 
 
 
 A continuación desarrollaremos un resumen acerca de la historia del pensamiento económico. 
Cabe aclarar que el mismo no será exhaustivo ni en cuanto a los autores mencionados ni en relación a 
las ideas de cada escuela. Simplemente se mencionarán aquellos puntos que se consideran más 
importantes a fin de llegar a elaborar una idea básica de lo que ha sido, a nuestro criterio, la evolución 
del pensamiento económico. 
 
I. El pensamiento económico en la Antigüedad: Grecia y Roma 
 
a. Grecia 
 
 "La economía política de los griegos es incompleta y, desde muchos puntos de vista, 
rudimentaria, pero, además y principalmente, no se destaca como ciencia independiente. No se la 
considera más que como una dependencia de la política o de lo moral" (Gonnard, René, "Historia de las 
doctrinas económicas", M. Aguilar editor). 
 
 En una primera época sólo aparecen ideas económicas parciales y desparramadas, formuladas 
por historiadores, poetas, filósofos o legisladores. Las principales manifestaciones del pensamiento 
económico griego deben buscarse en las dos grandes escuelas contrapuestas -sofistas y socráticos-, 
aunque para ellas no son más que el corolario de sus tesis esenciales filosóficas y políticas. 
 
 Los sofistas representan la rebelión del individuo contra el Estado, que había sido durante 
mucho tiempo para los ciudadanos griegos omnipotente y despótico. Pero este individualismo de los 
sofistas no era egoísta, sino democrático: rechazaba la idea de clases sociales y la superioridad de la 
aristocracia, y atacaba a la esclavitud, que era perfectamente aceptada y normal en esa época. Desde su 
postura de oposición del individuo al Estado, los sofistas veían con buenos ojos el comercio -
rechazando el aislamiento de la ciudad- porque es el ejercicio de un derecho individual y porque 
multiplica los contactos entre los hombres. 
 
 Los socráticos poseen una doctrina económica algo más desarrollada, y que aparece con 
bastante claridad en tres obras ("La República" y "Las Leyes", ambas de Platón, y "La Política", de 
Aristóteles) que constituyen los principales exponentes del pensamiento económico de Grecia. 
 
 El rasgo clave de las ideas económicas de Platón y Aristóteles es su conservadurismo: temen al 
progreso económico y las complicaciones que éste conlleva. Su ideal es una economía modesta, con 
poca producción y circulación, ya que el enriquecimiento, por pequeño que sea, resulta perjudicial para 
la moral individual y el buen orden político. Entre los distintos sectores prefieren a la agricultura, 
desdeñan a los artesanos y son decididamente hostiles al comercio. Según ellos, el intercambio 
comercial con el extranjero sólo puede introducir en la ciudad elementos perturbadores. 
 
 En un afán de evitar la expansión de la producción, se oponen no sólo al comercio, sino también 
al crédito y a la navegación. Condenan especialmente el cobro de intereses en los préstamos. Pese a esta 
postura, su comprensión acerca del dinero es muy profunda, y los escritos de Aristóteles sobre este tema 
son un clásico dentro de la literatura. 
 
 Llegan a percibir las ventajas de lo que luego sería considerado el gran hallazgo de Adam 
Smith: la división del trabajo. Pero la llevan hasta el extremo de intentar por esa vía legitimar la 
esclavitud. 
 El segundo rasgo que caracteriza a las ideas económicas de los socráticos tiene que ver con su 
postura acerca de la distribución de la riqueza. Tanto Platón como Aristóteles enfocan el tema con un 
espíritu socialista. Este término no se utiliza en su acepción moderna, sino que se refiere a la fuerte 
preeminencia del interés de la ciudad o el Estado por sobre el individuo -aquello contra lo que 
 
 
 
 
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reaccionaban los sofistas. 
 
 Platón plantea un modelo de sociedad de castas, donde las dos superiores -magistrados y 
guerreros- viven consagrados al servicio del Estado, siendo mantenidos por los esclavos. Estas castas 
superiores no deben tener preocupaciones materiales, para de esta forma poder dedicarse por entero a la 
política y al estudio en beneficio de la ciudad. Por ello, estos dos grupos no poseen propiedad privada, 
llevando una vida ascética y casi monacal en pos del bien común. Quienes sí tienen propiedad particular 
son los miembros de la clase inferior, los trabajadores manuales. 
 
 Aun en este análisis acerca de la distribución de la riqueza, la postura de los socráticos -aunque 
socialista, en el sentido ya especificado- es netamente conservadora, ya que se busca a través del sistema 
de castas virtualmente cerradas, un Estado armónico, sin conflictos. Las castas garantizan que todo 
permanezca en su sitio, el mantenimiento del status quo, ayudando de esta forma a la armonía. En este 
sentido, los socráticos muestran una primera aproximación a la idea de "estado estacionario", donde 
todas las variables relevantes de la economía permanecen constantes (por ejemplo, la población se 
mantiene constante siempre y cuando haya igualdad entre el número de nacimientos y de muertes; el 
stock de capital permanece constante cuando el crecimiento del mismo es estrictamente el necesario 
para reemplazar a los bienes de capital depreciados, etc.). 
 
 Finalmente, cabe aclarar que en su libro "Las Leyes" Platón modera las ideas expuestas en "La 
República". Los ciudadanos de las castas superiores pueden ahora tener propiedad privada. Se trata de 
parcelas de tierra, que se reparten de a una entre los ciudadanos. Estas parcelas no pueden venderse, 
comprarse o hipotecarse, ni reunirse varias en una sola propiedad por matrimonio o herencia. También 
se prohibe ahorrar los frutos de la cosecha, cuyo reparto estará en manos del Estado. Así, se impide la 
desigualdad que podría surgir por herencia, matrimonio o acumulación, y potenciarse a través de estos 
mismos mecanismos. 
 
 En síntesis, la postura de los griegos en cuanto a producción e intercambio era sumamente 
conservadora, buscando limitarlos y de esa forma evitar los cambios sociales que implicaría su 
desarrollo. En el terreno de la distribución es donde hacen su mayor aporte: las construcciones 
socialistas, que subordinan al individuo al interés del Estado, y autorizan a éste a intervenir sin límites. 
Como decía Aristóteles, la existencia del todo es anterior y superior a la de sus partes. 
 
 
b. Roma 
 
 Su aporte al pensamiento económico es francamente decep-cionante. Poco es lo que han dejado 
en este terreno. Su con-tribución ha sido valiosa, en cambio, en otros dos aspectos: a) han favorecido la 
difusión de la actividad económica merced a la creación de grandes vías de comunicación (cuyo 
propósito era principalmente político y militar) y a la implantación de la paz, y b) han desarrollado una 
serie de conceptos jurídicos (el sistema de contratos, la propiedad individual, el derecho de testar) cuya 
repercusión en las teorías y en las realidades económicas es crucial. 
 
 En el único terreno del pensamiento económico en el que Roma ha tenido un fuerte desarrollo 
intelectual es en el de la economía rural. Entre los autores, que se escalonan durante generaciones, 
pueden mencionarse a Catón -el más antiguo-, Varrón, Columela, Paladio y Plinio el Viejo. 
 
 En general, son reaccionarios morales y sociales, en un sentido bastante similar al de los 
socráticos, pero sin su marco filosófico ni su prestigio. Su ideal es el modesto productor autónomo, 
viviendo en sucampo una existencia austera, ahorrativa, sobria, virtuosa y moral, evitando la invasión 
del lujo y de los placeres. 
 
 Catón habla de la superioridad de la agricultura y los inconvenientes del comercio, y condena el 
préstamo con interés. Fuera de eso, su libro es eminentemente práctico. 
 
 Varrón relata las transformaciones que sufre la agricultura romana: el desarrollo del cultivo 
extensivo y de la cría y los progresos de la economía de mercado, que lo llevan a recomendar la 
producción de géneros caros. Realiza una comparación entre la productividad del trabajo independiente 
 
 
 
 
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y del trabajo servil. Sus citas permiten inferir la existencia de una considerable bibliografía grecolatina 
respecto de los asuntos agrícolas. 
 
 Columela insiste en el tema de la renovación moral mediante la agricultura. La economía rural 
es la que más se aproxima a la sabiduría; la agricultura es el medio más honorado de enriquecerse, 
comparándolo con el comercio -poco seguro-, la usura -deshonesta- y la guerra. En este sentido, fue uno 
de los primeros pensadores que juzgaron ilegítima la adquisición de bienes por conquista. Examina 
también el problema del cultivo en grande y en pequeño, inclinándose por el último, ya que los 
latifundios son poco cuidados y provocan el despoblamiento del campo. 
 
 Paladio, con sus diecinueve libros, no trata los grandes problemas de la economía rural. Su obra 
es más bien vista como una especie de calendario para el campesino, tratando los cultivos y diversas 
labores acorde a los meses del año. 
 
 Finalmente, Plinio el Viejo realiza algunos comentarios sobre economía rural. Censura la 
propiedad latifundista y el cultivo por medio de esclavos, y elogia las costumbres del antiguo 
campesino. En su condena de la exportación de monedas y la importación de mercaderías extranjeras 
muchos ven un primer rasgo de la doctrina mercantilista. 
 
 En resumen, puede decirse que el principal aporte de los romanos al pensamiento económico ha 
sido su teoría de la propiedad individual, tema que tantos debates ha generado y continúa generando en 
el campo de las doctrinas económicas. 
 
 
 
II. Doctrinas económicas de la Edad Media 
 
 A la decadencia del Imperio Romano siguen dos hechos importantes y con distintas 
consecuencias sobre el pensamiento económico. Estos dos hechos son: las invasiones germánicas y la 
expansión del cristianismo. 
 
 La influencia germánica fue negativa: la economía urbana del Imperio Romano retrocedió hacia 
otra casi exclusivamente rural y doméstica, mucho más primitiva. 
 
 La expansión del cristianismo hizo sentir su peso en la evolución de los hechos y el pensamiento 
económicos, en los siguientes temas principalmente: 
 
 a) la afirmación de la dignidad humana, que implicaba una condena a la esclavitud, en tanto ésta 
negaba la personalidad del esclavo; 
 
 b) la existencia de una orden divina, que proclamaba la obligatoriedad del trabajo para todos los 
hombres; 
 
 c) la difusión del sentimiento de fraternidad humana; 
 
 d) la desigualdad de condiciones, que da origen a la diferenciación de los trabajos; 
 
 e) la insistencia en el desprendimiento de las riquezas, aunque sin condenar la propiedad ni la 
fortuna. 
 
 La fusión de esta influencia germánica con las ideas surgidas del cristianismo fue lo que 
caracterizó a la civilización medieval. Recién hacia los siglos XII y XIII consiguió la Edad Media 
asentar su sistema económico, con fuerte preeminencia del pensamiento canónico. "La economía 
medieval fue concebida con un espíritu completamente práctico; su objeto era regular la existencia 
individual y la colectiva conforme a las enseñanzas de la moral cristiana. [...] Esta ética económica se 
inspira, ante todo, en una idea de moderación. El hombre tiene que trabajar para vivir, pero no debe 
absorberse en la persecución de las ganancias. El lucro indefinido es perjudicial. La competencia sin 
freno es mala. Nadie debe abusar de las ventajas que la da la coyuntura económica. Los intereses de 
 
 
 
 
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todos deben estar equilibrados y resguardados. El productor no debe aprovecharse ilimitadamente de las 
necesidades del consumidor, y viceversa. Todos los hombres han de poder vivir de su trabajo; nadie 
debe estar en condiciones de realizar ganancias excesivas. Hay un precio equitativo para cada cosa, un 
salario justo para el trabajo". (Gonnard, René, op.cit.) 
 
 La mayoría de los escritores medievales pertenecen a los siglos XII y XIV. El siglo XVI señala 
el apogeo de la doctrina escolástica, que lleva a cabo la elaboración de la economía medieval. A 
continuación, estudiaremos su postura sobre cinco temas de crucial importancia para cualquier doctrina 
económica: la propiedad, el trabajo y su remuneración, el capital y el interés, los cambios y la moneda y 
la población. 
 
 a) La propiedad: Santo Tomás de Aquino -el autor más importante que registra el pensamiento 
económico medieval- opina al respecto que los bienes materiales sirven al hombre para realizar sus 
fines; por tanto, es lícito que éste intente proveerse de ellos. Pero la propiedad privada no es impuesta 
por el derecho natural, sino que es conforme a éste. No se trata de la propiedad romana, absoluta y 
egoísta, sino que el propietario es un administrador por cuenta de la colectividad. Puede utilizar sus 
bienes, pero con moderación. En este sentido, los ricos deben ser responsables y evitar caer en los 
excesos que puede conllevar un mal uso de la riqueza. 
 
 b) El trabajo y su remuneración: mientras que muchos pensadores de la Antigüedad 
consideraban al trabajo manual como humillante y degradante, indigno de los sabios y de los 
ciudadanos, la teoría medieval ennoblece el trabajo. No todos los trabajos son iguales en importancia o 
en dignidad; existe entre ellos una jerarquía similar a la de los socráticos. Se distingue entre el trabajo 
que sirve para producir los bienes que satisfacen las necesidades humanas y aquel que proporciona 
riquezas artificiales (el comercio). La doctrina se preocupa de garantizar al trabajo un salario justo. Este 
es un caso particular de su teoría del precio justo, que es el que responde a las dos siguientes 
condiciones: primero, permite al productor que viva decorosamente con el producto de su actividad; 
segundo, le impide racionar al consumidor. De forma parecida, el salario justo debe ser aquel que 
permita al trabajador vivir de su trabajo, mantener a su familia y ahorrar para las épocas difíciles. 
 
 c) El capital y el interés: el problema de los préstamos con interés domina la vida económica 
medieval. La posición escolástica era contraria a los préstamos con interés. A medida que el desarrollo 
económico avanzaba, sostener esa prohibición se volvía más y más difícil. Por eso, los pensadores de la 
Edad Media debaten constantemente acerca de este tema, buscando consolidar sus principios para hacer 
frente a las nuevas circunstancias. Sólo se admite un pago de interés en concepto de indemnización en 
tres casos puntuales: daño emergente, lucro cesante y riesgo corrido. El primero se refiere al caso en el 
que el prestamista sufre una pérdida por el hecho de prestar; en ese caso, tendrá derecho a una 
indemnización. El segundo se refiere a las ganancias que se dejan de obtener por el hecho de prestar; 
éste también da lugar a una indemnización legítima. El riesgo corrido ha sido el último en admitirse, y el 
que más discusiones ha suscitado. Observemos que en ningún caso se autoriza a percibir indemnización 
alguna por el favor hecho al prestatario; éste debe ser gratuito. 
 
 d) Los cambios y la moneda: la ganancia del comercio es para la doctrina medieval siempre 
sospechosa. Al igual que los socráticos, considera que el comercio compromete las buenas costumbres 
por la difusión del lujo, y la cohesión de la sociedad por la penetración de ideas y costumbres 
extranjeras. En relación al comercio, los escritores de la Edad Media se vieron interesados -al igual que 
Aristóteles- por los fenómenos monetarios.Los temas que preocupaban en aquella época eran el uso del 
metal rebajado y las constantes alteraciones de la moneda. 
 
 e) La población: los pensadores económicos de la Edad Media insisten en las ventajas de una 
población numerosa. 
 
 En síntesis, la doctrina económica que domina la Edad Media es, en esencia, una lección de 
moderación. 
III. El pensamiento preclásico 
 
 Dentro de este punto incluimos a aquellos pensadores que anteceden a Adam Smith y David 
Ricardo, considerados los economistas clásicos por excelencia. En este contexto, se entiende por 
 
 
 
 
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clásicos a quienes fueron los precursores del desarrollo de la economía como ciencia, planteando de 
manera más o menos rigurosa temas que son cruciales para el pensamiento económico. 
 
 Con respecto a los que designamos como preclásicos, cabe aclarar que ellos son mercantilistas y 
fisiócratas. 
 
 
a. El mercantilismo 
 
 Aun cuando ha sido fuertemente criticada, la doctrina mercantilista es digna de estudiarse, pues 
ha ocupado un lugar central en el pensamiento económico desde fines del siglo XVI hasta mediados del 
siglo XVIII. 
 
 A diferencia de la mayoría de las escuelas de pensamiento económico que trataremos más 
adelante, los mercantilistas no tienen conciencia de serlo. Se trata de un conjunto de escritores y 
funcionarios de gobierno que difunden una serie de ideas que muchos años después serán vistas como 
similares y agrupadas bajo el nombre de mercantilismo. Es decir que los "mercantilistas" no tenían la 
idea de formar parte de una escuela de pensamiento económico, ni actuaban, en ese sentido, de manera 
uniforme. Fue justamente Adam Smith el que les dio su nombre, al referirse al "sistema de comercio" o 
"sistema mercantil" en oposición al "sistema de la agricultura", como las dos formas de generación de 
riqueza predominantes en aquella época. 
 "A lo largo de tres siglos de esfuerzo intelectual incordinado, lleno de controversias y con 
diversas circunstancias prácticas, aparecen ciertos hilos doctrinales conductores, que son los que se 
agrupan bajo el nombre de mercantilismo, dando a toda esta literatura un sentido de unidad y coherencia 
lógica mucho mayor que el que en realidad tenía cuando fue producida" (Blaug, Mark, "Economía 
Internacional", Capítulo I). 
 
 La idea básica de los mercantilistas es que el oro y los metales preciosos son la esencia de la 
riqueza. Por lo tanto, incrementar la riqueza de un país es equivalente a aumentar sus reservas de los 
mencionados metales, y esto se logra a través de una balanza comercial permanentemente superavitaria 
(es decir, exportando siempre más de lo que se importa). 
 
 Se recomienda toda una serie de medidas que buscan garantizar el superávit comercial deseado: 
regulación del comercio exterior para obtener entradas de oro; fomento de la industria nacional 
mediante importaciones de materias primas baratas; aranceles proteccionistas para evitar las 
importaciones de bienes manufacturados; fomento a la exportación, especialmente de productos 
elaborados; énfasis en el aumento de la población y en los salarios bajos. 
 
 La idea fundamental es entonces que una balanza comercial favorable es fuente de prosperidad 
nacional. Esta idea encuentra, entre otras, dos explicaciones posibles. Una es la ya expuesta noción de 
que la riqueza viene dada por el oro y los metales preciosos exclusivamente. Por eso, para los 
mercantilistas la riqueza en el mundo estaba limitada por las reservas de tales minerales. La riqueza del 
mundo es vista entonces como un stock que no puede incrementarse de ninguna forma (excepto por el 
descubrimiento de nuevas reservas de oro y metales preciosos). Así, un país podía enriquecerse sólo a 
expensas de los otros, quedándose con una porción mayor de estas reservas. La otra explicación la ha 
suministrado Adam Smith, quien dice que el mercantilismo no es más que un tejido de falacias 
proteccionistas que los comerciantes y fabricantes obligaban al Parlamento a aprobar para su 
conveniencia, basándose en la noción popular de que la riqueza consiste en dinero. 
 
 Una crítica que autores posteriores hacen a los mercantilistas es que un superávit crónico de 
exportación nunca puede ser permanente. La entrada continua de oro en un país hace aumentar los 
precios internos, lo que finalmente -al tornar poco competitivos sus precios- reduce sus exportaciones y 
aumenta sus importaciones, volviendo la balanza comercial en su contra. 
 
 Quienes defienden al mercantilismo argumentan que su búsqueda de superávit no es otra cosa 
que un intento de consolidación del Estado, apoyándose en el debilitamiento económico de los países 
vecinos y en el aumento del poderío propio. Acorde con este objetivo, los mercantilistas aceptan y 
defienden la intervención del Estado. 
 
 
 
 
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 Finalmente, el mercantilismo puede comprenderse mejor si se lo enmarca en su contexto 
histórico: "En una época en la que el comercio exterior se caracterizaba por ganancias inesperadas -eran 
los días del imperialismo bucanero- y en la que el comercio interno estaba atrasado, había algo más 
razonable que pensar que únicamente la política de empobrecer al vecino podía enriquecer a una 
nación? Había algo más natural que considerar una balanza comercial favorable como un incremento 
neto de las ventas en lo que se consideraba como un mercado interno más o menos limitado? [...] Estas 
actitudes generales ante la vida económica estaban tan firmemente enraizadas en la realidad que resulta 
superfluo exponerlas, pero sólo dichas actitudes explican como personas razonables pudieron sustentar 
las doctrinas de aquella época" (Blaug, Mark, op.cit., Capítulo I). 
 
 
b. La fisiocracia 
 
 Siguiendo a Adam Smith, el surgimiento de la fisiocracia debe verse como una reacción contra 
la política mercantilista de Colbert, Ministro de Hacienda del rey francés Luis XIV. Durante su reinado 
la industria fue la que recibió las mayores atenciones, mientras que la agricultura se dejaba a un lado. 
Cuando los gastos de la Corte se incrementaron, el impuesto sobre la tierra fue repetidamente 
aumentado, creando resentimiento entre los propietarios de la tierra, desprotegidos desde el gobierno y 
además sufriendo cargas crecientes. 
 
 Las circunstancias eran entonces favorables para el surgimiento de un movimiento de vuelta a la 
naturaleza, a la simplicidad de la tierra. Estas mismas condiciones hacen que los fisiócratas -a diferencia 
de los mercantilistas- tengan muy en claro su carácter de escuela desde sus mismos inicios. 
 
 Probablemente, y en relación a lo anterior, el punto que más se ha difundido acerca de la 
doctrina fisiocrática es su defensa de la agricultura como la única actividad capaz de generar un 
producto neto genuino. Esto se basa en que la agricultura permite obtener lo suficiente para pagar los 
salarios y el capital utilizado, quedando además un excedente con el cual se paga renta, situación que no 
se da en la industria. En este sentido, es importante destacar que la riqueza para los fisiócratas no es ya 
un stock limitado como para los mercantilistas, sino que se trata de un flujo, que puede ser renovado y 
aumentado. 
 
 Si bien su revalorización de las actividades ligadas a la tierra es un punto importante de su 
doctrina, hay otros temas cuyo tratamiento es igualmente relevante y precursor. Se trata de la 
organización de la sociedad, de las relaciones económicas entre las diferentes clases, formalizadas en el 
"Tableau Economique" de Francois Quesnay (fundador y principal representante de esta escuela, la que 
ubicamos temporalmente en el siglo XVIII). 
 
 Quesnay postula que la sociedad puede dividirse en tres clases: la terrateniente, la productiva y 
la estéril. La primera está constituida por los poseedores de la tierra, que cobran una renta por su 
alquiler. La segunda está formada por quienes trabajan la tierra, y recibe el nombre de productiva 
justamente por la idea de que es la tierra la única capaz de generar un producto neto. La claseestéril la 
constituyen los artesanos y todos aquéllos ligados a la manufactura. Su nombre alude a su carácter 
improductivo, por oposición a la clase que se dedica a explotar la tierra. 
 
 Lo fundamental del "Tableau" viene dado por su descripción del flujo de circulación de bienes y 
dinero entre estas tres clases: 
 
 
 
 
 
 
 
 Alquilan tierras 
 
TERRATENIENTES AGRICULTORES 
 (Clase Productiva) 
 
 
 
 
 
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 Venta de bienes agrícolas 
 
 
Venta de Venta de bienes Venta de 
bienes manufacturados bienes 
manufacturados agrícolas 
 
 
 
 
 ARTESANOS 
 (Clase Estéril) 
 
 
Flujo de circulación de bienes 
 
 
 
 Pago de bienes agrícolas 
 
TERRATENIENTES AGRICULTORES 
 (Clase Productiva) 
 
 Pago de la renta 
 
 
Pago de Pago de Pago de 
bienes bienes bienes 
manufacturados agrícolas manufacturados 
 
 
 
 
 
 ARTESANOS 
 (Clase Estéril) 
 
 
Flujo de circulación del dinero 
 
 
 Los fisiócratas son así los primeros en representar el sistema económico por medio de una tabla 
de inputs (insumos) y outputs (productos). Si bien ésta puede parecer muy simple, para encontrar un 
esquema similar de mayor complejidad es necesario avanzar hasta mediados del siglo actual, con la 
matriz de insumo-producto de Leontieff. 
 
 La importancia de este análisis radica en que es el primero en hacer énfasis en las relaciones 
económicas entre clases, y en el rol de cada clase en el circuito económico. Además, nos proporciona 
una base fructífera para el estudio de las relaciones intersectoriales, tema tan importante en las actuales 
economías industriales. 
 
 Es relevante resaltar el hecho de que -como vimos en el caso de los mercantilistas, y como 
vemos ahora en el de los fisiócratas- el desarrollo de las doctrinas económicas tiene que ver 
fundamentalmente con el contexto social, político, económico y tecnológico que enmarca a una 
sociedad dada en un momento determinado. Es decir, es imposible separar a la teoría económica de la 
realidad circundante. 
 
 
 
 
IV. El pensamiento clásico 
 
 Bajo este título se agrupan los autores que han sido, en uno u otro sentido, precursores en el 
estudio de la economía como ciencia. En general, las herramientas básicas del análisis económico 
 
 
 
 
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aparecen en sus escritos, al igual que el planteo de los problemas fundamentales que estudia la 
economía. 
 
 A continuación, indagaremos en las ideas de solamente tres de estos autores: Adam Smith, 
David Ricardo, y Karl Marx. No es que no haya habido otros estudiosos de la economía dignos de 
mencionar en este período (que abarca desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX), 
sino que nos interesa resaltar las ideas de los autores mencionados, que consideramos básicas para 
cualquier estudio de la historia del pensamiento económico que quiera encararse. De todas formas, 
podemos mencionar otros autores importantes, tales como David Hume, J.B. Say, T. Malthus y John 
Stuart Mill. 
 
 Finalmente, cabe aclarar que muchos prefieren poner a Karl Marx fuera de la economía clásica. 
En nuestro caso, consideramos que por los temas que lo preocupan Marx es, en esencia, un clásico, más 
allá de que su enfoque sea muy distinto del de Smith y Ricardo. 
 
 
a. Adam Smith 
 
 Adam Smith fue prácticamente el primer pensador en enfocar los problemas económicos de una 
forma sistemática y profunda. Sus ideas se encuentran reunidas en su famoso libro "Investigación sobre 
la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones", publicado en 1776. Este libro es muy extenso, y 
se ocupa de una variedad de temas tal que resulta sorprendente. Veamos, si no, un comentario de un 
participante de la conmemoración del 150 aniversario de la publicación del libro: 
 
 "Erase una vez un hombre que leyó "La Riqueza de las Naciones"; no un resumen ni un 
volumen de fragmentos seleccionados, sino todo el libro. Empezó con la Introducción, leyó el famoso 
primer capítulo sobre la división del trabajo, los capítulos sobre el origen y el uso de la moneda, los 
precios de los productos, los salarios del trabajo, los beneficios del capital, la renta de la tierra y todas 
las otras partes económicas bien conocidas del primer libro, sin omitir la larga digresión acerca de la 
fluctuación del valor de la plata durante los últimos cuatro siglos y los cuadros estadísticos del final. 
Terminado el primer libro, la emprendió con el segundo, no disuadiéndole el hecho de que se le supone 
contener una teoría errónea del capital y una distinción insostenible entre trabajo productivo e 
improductivo. En el libro tercero encontró una descripción del desarrollo económico de Europa desde la 
caída del Imperio Romano, con digresiones sobre diversas fases de la vida y la civilización medievales. 
En el libro cuarto tropezó con extensos análisis y críticas de las políticas comerciales y coloniales de las 
naciones europeas y una colección completa de argumentos librecambistas. Por último, atacó el largo 
libro final sobre los ingresos del soberano. Allí encontró temas aún más variados e inesperados: una 
relación de los diversos medios de defensa y administración de justicia en las sociedades primitivas y el 
origen y crecimiento de los ejércitos regulares en Europa; una historia de la enseñanza en la Edad Media 
y una crítica de las universidades del siglo XVIII; una historia del poder temporal de la Iglesia, del 
crecimiento de la deuda pública en las naciones modernas y del modo de elegir a los obispos en la 
Iglesia antigua; reflexiones sobre las desventajas de la división del trabajo y -lo que constituye el 
principal objetivo del libro [quinto]- un examen de los principios impositivos y de las fuentes de 
ingresos públicos. No tenemos tiempo suficiente para enumerar todo lo que encontró en la obra hasta 
llegar a los últimos párrafos, escritos al principio de la Revolución Americana, y que tratan del deber de 
las colonias de contribuir a los gastos de la madre patria. 
 
 Bien, quizás hayamos exagerado algo. Es posible que nunca haya existido tal hombre." (Blaug, 
Mark, op.cit., Capítulo II). 
 
 Nos concentramos en cinco puntos que consideramos los más importantes, en virtud de que han 
sido luego continuados por otros pensadores de la escuela clásica. Estos puntos son: la división del 
trabajo, el problema del valor, la teoría de la distribución, la teoría de la acumulación y la 
autorregulación del mercado. 
 Con respecto a la división del trabajo -concepto que fue prácticamente introducido por Adam 
Smith- éste la considera como uno de los principales factores que explican el crecimiento económico. 
Este aumento en la producción debido a la división del trabajo "nace de tres circunstancias diferentes: 
de la mayor destreza de cada operario particular, del ahorro de aquel tiempo que comúnmente se pierde 
 
 
 
 
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en pasar de una operación a otra de distinta especie y, por último, de la invención de un número grande 
de máquinas que facilitan y abrevian el trabajo, habilitando a un hombre para hacer la labor de muchos. 
[...] En primer lugar, el adelantamiento en destreza hace que el artífice aumente la cantidad de obra que 
es capaz de producir, y la división del trabajo, como reduce la obra del hombre a una operación sola y 
simple, y como el operario hace de aquel oficio único destino de su vida, no puede dejar de aumentar 
considerablemente la destreza del artífice. [...] En cuanto a lo segundo, la ventaja que se saca de 
aprovechar aquel tiempo que por loregular se pierde al pasar de una especie de labor a otra, es mucho 
mayor de lo que a primera vista puede imaginarse. Es imposible pasar con mucha presteza de una obra a 
otra cuando la segunda se hace en sitio distinto y con instrumentos enteramente diversos. [...] En cuanto 
a lo tercero y último, [...], la invención de aquellas máquinas que facilitan y abrevian el trabajo parece 
debida en su origen a la división del trabajo. Cuando un hombre tiene puesta toda su atención en un 
objeto solo, está en aptitud más propia para descubrir los medios más oportunos y expeditos para tocar 
el punto deseado, que cuando su imaginación se disipa con la mucha variedad de materias, y como en 
consecuencia de la división del trabajo fija su atención naturalmente en un objeto solo y simple, uno u 
otro de aquellos que se emplean en algún ramo particular de un artefacto es muy regular que encuentre 
en breve el método más fácil y pronto de perfeccionar su operación, en cuanto lo permita la naturaleza 
de la obra que emprende. Una gran parte de las máquinas empleadas en aquellas manufacturas en que se 
halla muy subdividido el trabajo fueron en su origen inventos de algún artesano, que embebido siempre 
en una simple operación hizo conspirar todas sus ideas en busca del método y medio más fácil de 
hacerla y perfeccionarla." (Smith, Adam, "La Riqueza de las Naciones", Libro I, Capítulo I). 
 
 El aspecto negativo de la división del trabajo es que la especialización en una tarea, que se repite 
a diario durante la mayor parte de la jornada, puede terminar por alienar al trabajador, con 
consecuencias nocivas sobre su personalidad. 
 
 De todas formas, la división del trabajo está limitada por la extensión del mercado porque "la 
certidumbre de poder cambiar todo el exceso de producción obtenida con el trabajo propio -la cual está 
por encima del propio consumo- por una parte de la producción obtenida por otras personas con su 
trabajo, alienta a todos los hombres a dedicarse a una ocupación particular y a cultivar y perfeccionar el 
talento o genio que cada uno pueda poseer para una actividad determinada." (Smith, Adam, op.cit., 
Libro I, Capítulo I). Se trata de una actitud peculiar de los seres humanos: "Nadie vio nunca a un perro 
cambiar libre y deliberadamente un hueso por otro con otro perro". Este punto es fuertemente criticado 
por Marx, quien si bien no "quita a la división del trabajo nada de la importancia que Smith le atribuyó, 
niega enfáticamente que la [misma] esté necesariamente ligada al cambio" (Sweezy, Paul, "Teoría del 
Desarollo Capitalista, Fondo de Cultura Económica). Para ello, cita ejemplos de sociedades donde 
existe división del trabajo pero no hay intercambio (un caso es la comunidad india primitiva). 
 
 Así, el sistema económico es para Smith, en esencia, una vasta red de interrelaciones entre 
productores especializados mantenidos juntos por la "propensión al trueque, a la permuta y al 
intercambio de una cosa por otra" (Smith, Adam, op.cit., Libro I, Capítulo I). 
 
 En este contexto, resulta comprensible el gran interés de Smith por el tema del mercado -que 
aparece junto con el de la división del trabajo como las dos columnas que sostienen la sociedad 
civilizada-, que trataremos más adelante. 
 
 Examinemos brevemente a continuación la teoría del valor de Adam Smith, y la relación de éste 
con el precio. 
 
 "Todo hombre es rico o pobre según el grado en que pueda gozar por sí de las cosas necesarias, 
útiles y deleitables parra la vida humana" (Smith, Adam, op.cit., Libro I, Capítulo V). Pero en el mundo 
de la división del trabajo sólo podrá obtener una proporción muy pequeña de estos bienes mediante el 
trabajo propio. La mayor parte de los bienes los adquirirá cambiando los bienes obtenidos con su trabajo 
por bienes realizados con trabajo ajeno. Por lo tanto, será rico o pobre según la cantidad de trabajo ajeno 
que esté en condiciones de adquirir. Así, el valor de un bien para quien lo posee -no para consumirlo, 
sino para intercambiarlo por otro bien- es igual a la cantidad de trabajo ajeno que pueda adquirir con él. 
Entonces, "el trabajo es la medida real del valor permutable de toda mercancía" (Smith, Adam, op.cit., 
Libro I, Capítulo V). 
 
 
 
 
 
11
 
 Lo que se compra con dinero se adquiere igualmente con el trabajo, porque fue mediante él que 
nos hicimos de ese dinero. Por lo tanto, "el trabajo fue el precio primitivo, la moneda original adquiriste 
que se pagó en el mundo por todas las cosas permutables" (Smith, Adam, op.cit., Libro I, Capítulo V). 
 
 Pero la mayoría de las veces es difícil establecer la proporción de cambio entre dos tipos 
diferentes de trabajo. No alcanza sólo con considerar el tiempo de trabajo invertido, sino que también 
deben tenerse en cuenta los distintos grados de fatiga y de talento y pericia que se requieren para cada 
operación. Estos tres últimos factores -fatiga, talento y pericia- no son fáciles de medir de manera 
exacta. 
 
 Este problema se supera en parte con la aparición de la moneda. Así, los diferentes bienes se 
intercambian por dinero y éste, a su vez, por otros bienes. Pero, sabemos que el valor de la moneda 
fluctúa en el tiempo (en la época de Smith, porque se utilizaban como moneda el oro y la plata, cuyo 
valor variaba entonces en función del descubrimiento de nuevas minas; actualmente, la fluctuación del 
papel moneda viene dado por la inflación). Por lo tanto, "en todo tiempo y en todo lugar, lo más caro 
realmente es lo que cuesta más trabajo adquirir, y lo más barato es lo que se adquiere con más facilidad 
y menos trabajo [...] Este es un precio real, y el de la moneda el precio nominal solamente [...] En un 
mismo tiempo y lugar, los precios real y nominal de toda mercancía son exactamente proporcionales 
entre sí" (Smith, Adam, op.cit., Libro I, Capítulo V). Pero esto ya no será válido si no se cumple la 
identidad de tiempo y lugar. En ese caso, sólo deberá considerarse el precio nominal. 
 
 Estudiemos ahora las ideas básicas de Adam Smith en cuanto a su teoría de la distribución. 
 
 En el estado primitivo de la sociedad -cuando no hay todavía acumulación de capital ni han sido 
apropiadas las tierras- la única regla para el intercambio obedece a las diferentes cantidades de trabajo 
involucradas en los bienes. "Si en una nación de cazadores, por ejemplo, cuesta por lo común doble 
trabajo matar un castor que un gamo, el castor naturalmente se cambiará, o merecerá cambiarse, por dos 
gamos. Es muy natural que una cosa que, por lo común, es producto del trabajo de dos días, o de dos 
horas, merezca doble que la que lo es de un día, o de una hora. [...] Si una especie de trabajo es más dura 
y fatigosa que otra, será también muy natural que se atienda a esta superior fatiga y dificultad, y que el 
producto de una hora de trabajo difícil se cambie por el de dos horas del más fácil. También, si una 
especie de trabajo requiere un grado extraordinario de destreza e ingenio, la estimación que los hombres 
hagan de esta destreza dará al producto un valor superior al que se debe a sólo el tiempo empleado en 
él" (Smith, Adam, op.cit., Libro I, Capítulo VI). 
 
 Cuando la sociedad ya ha acumulado una cierta cantidad de capital, el intercambio se realiza en 
otros términos. Hay un "capitalista" que adelanta fondos para la producción y la dirige. Por lo tanto, la 
suma que se obtiene en el intercambio se distribuye entre salarios para los operarios, y ganancias para el 
capitalista. La magnitud de las ganancias obtenidas dependerá del capital invertido en la producción. 
 
 Falta ahora ver qué ocurre cuando las tierras comienzan a apropiarse. En ese caso, la suma 
obtenida en el intercambio de los frutos de la tierra deberá distribuirse entre salarios, ganancias y la 
llamada renta de la tierra. Esta no es otra cosa que la suma que debe pagarse al dueño de la tierra en 
concepto de arrendamiento. 
 
 Así, Smith observa que entre trabajadores, capitalistas y terratenientes se distribuye la totalidad 
delproducto de un país, bajo la forma de salarios, ganancias y renta, respectivamente. Cabe aclarar que 
esto también puede verse como una teoría del costo de la producción, desagregando la formación del 
precio en las tres partes citadas. 
 
 La distribución del producto es una de las claves para su teoría de la acumulación del capital, a 
la que él considera como la fuente principal del progreso económico. Sólo pueden acumular capital 
quienes estén en condiciones de ahorrar, es decir, de guardar el excedente de sus ingresos con respecto a 
sus consumos. Claramente, es muy improbable que los asalariados tengan posibilidad de ahorrar. Por lo 
tanto, la acumulación de capital de la sociedad dependerá de las conductas de capitalistas y 
terratenientes. Como son los primeros quienes tienen la tarea de convertir los ahorros de la sociedad en 
inversión, es sobre ellos que recae el peso de la expansión económica. En general, los terratenientes eran 
vistos en aquella época como poco frugales, por lo que serán las ganancias o beneficios de los 
 
 
 
 
12
 
empresarios el principal motor del crecimiento económico. Por eso, a Smith le preocupa que tales 
ganancias no caigan, pues podrían llevar a largo plazo al colapso del sistema. 
 
 Finalmente, la obra de Smith alcanza su punto máximo en el concepto de la "mano invisible". 
Esta idea no es otra que la actualmente difundida doctrina de la autorregulación del mercado, que 
rechaza la intervención del Estado en la economía. Calificamos a este punto como el más importante 
dentro de las ideas de Adam Smith justamente por el fuerte precedente que ha sentado, y por tratarse de 
un tema que siempre ha estado en el centro del debate en economía. 
 
 Para introducir el tema, Smith argumenta que a nadie la conviene producir lo que puede obtener 
más barato de otra persona. Como para él el interés de la comunidad consiste simplemente en la suma 
de los intereses de los miembros que la componen, los hombres, al tratar de maximizar su riqueza, no 
estarán haciendo otra cosa que maximizar la riqueza agregada. Así, al buscar sólo su propia 
conveniencia, los hombres, conducidos por "una mano invisible", promueven fines sociales. Al decir de 
Smith, "comemos pan debido al interés propio del panadero y no a su benevolencia". La competencia 
perfecta, al obligar al empresario a vender sus bienes a valores próximos al costo de producción 
(recordemos que éste es igual a la suma de salarios, beneficios y renta) evita las ganancias excesivas, y 
conduce de esta manera a un reparto óptimo de los factores de la producción entre las distintas 
industrias. 
 
 En competencia perfecta cada individuo sólo puede ejercer una influencia despreciable en el 
mercado. Debe aceptar los precios dados, y sólo puede variar las cantidades que él produce. Pero todas 
las acciones de los productores, que individualmente parecieran no tener efecto, son las que, en 
conjunto, determinan el funcionamiento del mercado. La "mano invisible" (del mercado) asegura así un 
resultado social independiente de la voluntad y la intención individuales. Además, sus efectos dinámicos 
son igualmente beneficiosos: favorecen la acumulación de capital y el consecuente crecimiento del 
producto. 
 
 
b. David Ricardo 
 
 Considerado el sucesor de Adam Smith -no por coincidir en las ideas, sino por su carácter 
precursor en cuanto a la relevancia y profundidad de los temas tratados- sólo comenzó a interesarse por 
la economía política teórica a edad avanzada, y escribió su obra cumbre "Principios de Economía 
Política y Tributación" a instancias de sus amigos, solamente seis años antes de su muerte, acaecida en 
1823. 
 
 De entre los temas por él tratados -no tan variados como los desarrollados por Adam Smith- nos 
ocuparemos de los siguientes: el problema del valor, la distribución del ingreso, la renta de la tierra y la 
teoría del comercio internacional. 
 
 Antes de entrar de lleno en esos temas, no podemos dejar de mencionar su carácter de fundador 
del método económico que consiste en concentrar la atención sobre los aspectos que se consideran 
esenciales, aislándolos mediante fuertes supuestos simplificadores. Cuando los factores que Ricardo 
considera de segundo orden en importancia para el estudio de un fenómeno amenazan con complicar el 
análisis fundamental, procede a eliminar o esterilizar sus efectos mediante los supuestos apropiados. 
Este método -llamado de las "aproximaciones sucesivas"- puede ser visto de dos maneras: como un 
tosco e ingenuo primitivismo, o como una lección ejemplar del procedimiento científico, basado en la 
sensibilidad teórica del observador. Así, Ricardo puede ser considerado el primer fabricante en serie de 
modelos económicos. (Barceló, Alfonso, en Ricardo, David, "Principios de Economía Política y 
Tributación (selección)", Introducción, Biblioteca de Economía, Hyspamérica). 
 
 Los economistas actuales cuidan con esmero las demostraciones, postulando una racionalidad 
por decreto, sin intentar siquiera construir sistemas que expliquen el comportamiento económico 
efectivo (para lo que podría partirse de resultados de la psicología o psicosociología). Al respecto, 
circula entre los economistas un famoso chiste. Después de un naufragio, llegan a una isla desierta un 
físico, un ingeniero y un economista, provistos solamente de una lata de carne en conserva, pero sin 
utensilios para abrirla. El físico toma la lata e inatenta forzarla. Luego de una serie de esfuerzos 
 
 
 
 
13
 
infructuosos, se la pasa al ingeniero, quien tras realizar maniobras de otra especie, se da por vencido. 
Ambos deciden entonces que el economista intente algún camino para resolver el problema. Este toma 
la lata, la mira sesudamente, y dice: -Supongamos que tenemos un abrelatas... 
 
 A diferencia de estos economistas modernos, Ricardo nunca se despreocupó de la ligazón entre 
los conceptos teóricos y la realidad. Si las metas del método científico son describir, explicar y predecir 
hechos mediante leyes, no puede dudarse de que el método ricardiano respondía a ellas. Al decir de 
Mark Blaug, "Si la economía es esencialmente un aparato de análisis, un método de pensamiento, antes 
que un cuerpo de resultados sustantivos, fue Ricardo quien literalmente inventó la técnica. Su capacidad 
para la abstracción heroica produjo uno de los modelos más impresionantes, a juzgar por su alcance y su 
importancia práctica, de toda la historia de la teoría económica" (Barceló, Alfonso, op.cit.). 
 
 Con respecto al problema del valor, Ricardo retoma la línea de análisis de Smith, al considerar 
que el valor de un bien depende de la cantidad de trabajo necesario para producirlo. Distingue entre el 
valor de uso y el valor de cambio. El valor de uso se refiere a la utilidad que implica para una persona la 
posesión de un bien en particular. El valor de cambio se refiere a la "facultad de adquirir otros bienes 
que confiere la posesión de aquel objeto [...] Las cosas que tienen mayor valor de uso tienen, con 
frecuencia un valor de cambio pequeño o nulo; por el contrario, aquéllas que tienen un mayor valor de 
cambio tienen un valor reducido de uso o carecen de él. El agua y el aire son muy útiles: son, en efecto, 
indispensables para la vida, y, sin embargo, ordinariamente no puede obtenerse nada a cambio de ellos. 
El oro, por el contrario, aunque tiene poca utilidad comparado con el aire o con el agua, puede ser 
cambiado por una gran cantidad de otros bienes [...] La utilidad, por tanto, no es la medida del valor de 
cambio, aunque es algo absolutamente esencial del mismo [...] El valor de cambio de las cosas que 
poseen utilidad tiene dos orígenes: su escasez y la cantidad de trabajo requerida para obtenerlos [...] Hay 
algunos bienes cuyo valor está determinado por su escasez únicamente. La cantidad de tales bienes no 
puede ser aumentada por el trabajo, y, por tanto, no se puede reducir su valor aumentando la oferta. 
Pertenecen a esta clase las estatuas y pinturas notables, monedasy libros raros, y los vinos de calidad 
especial, que han de ser elaborados con uvas cosechadas en ciertas comarcas y de las que sólo se 
dispone de una cantidad muy limitada. Su valor no depende en modo alguno de la cantidad de trabajo 
que ha sido requerida para producirlos, y varía con los cambios en riqueza e inclinaciones de quienes 
desean poseerlos [...] Sin embargo, estas cosas forman una parte muy pequeña de aquella masa de 
bienes que se cambian diariamente en el mercado. La mayor parte [...] se procuran por medio del 
trabajo, y pueden ser multiplicados, no sólo en un país, sino en muchos, casi sin límite determinado, si 
estamos dispuestos a emplear el trabajo necesario para obtenerlas" (Ricardo, David, op.cit., Capítulo I, 
Sección I). 
 
 La gran innovación en este tema que efectúa David Ricardo es resaltar que "no sólo el trabajo 
aplicado directamente a las mercancías afecta a su valor, sino también el empleado en los utensilios, 
herramientas y edificios de que se sirve aquel trabajo [...] Aún en aquel estado primitivo de la sociedad a 
que Smith se refiere, sería necesario algún capital para que el cazador pudiese efectuar su caza, aunque 
es posible que este capital fuese hecho y acumulado por el mismo cazador. Sin arma alguna no podría 
matarse el castor ni el ciervo; por tanto, el valor de estos animales sería regulado no sólo por el tiempo y 
el trabajo necesarios para cazarlos, sino también por el tiempo y el trabajo necesarios para proveerse el 
cazador de su capital, el arma con cuya ayuda se realiza la caza [...] Supongamos que el arma que se 
necesita para matar al castor fuese construida con mucho más trabajo que la requerida para matar al 
ciervo [...]; un castor tendría, lógicamente, más valor que dos ciervos, y precisamente por esta razón: 
que se necesitaría más trabajo en total para cazarlo" (Ricardo, David, op.cit., Capítulo I, Sección III). 
 
 Así, el trabajo es el fundamento del valor de las mercancías, dando lugar a su precio originario y 
natural. Obviamente, resulta lógica la existencia de desviaciones accidentales que hacen que el precio 
efectivo del mercado diverja del precio natural. Pero tales divergencias deberían ser transitorias, ya que 
los capitalistas rápidamente transferirán sus fondos de las inversiones menos redituables (por estar el 
precio de mercado del bien por debajo de su precio natural) a las más redituables, haciendo que una vez 
pagados los salarios y demás gastos de producción, los beneficios resultantes sean parejos para todas las 
industrias. 
 
 Para Ricardo el principal problema de la economía política es determinar "las leyes que regulan 
la distribución". Para ello, al igual que Smith, habla de tres clases o grupos sociales: los capitalistas, los 
 
 
 
 
14
 
dueños de la tierra y los asalariados. Los capitalistas reciben beneficios a cambio de organizar la 
producción y adelantar los fondos para la misma. Constituyen el motor de la acumulación y el 
crecimiento. Por eso, es sumamente importante mantener un nivel de tasa de beneficio tal que los 
capitalistas mantengan la voluntad de seguir invirtiendo. Los terratenientes reciben una parte del 
producto de la tierra -la renta- "por el uso de las fuerzas originales e indestructibles del suelo". Son para 
Ricardo una clase "improductiva", consumidora de bienes de lujo y servicios personales, capaz de poner 
en peligro el crecimiento del sistema, al agobiar con el peso de la renta a los capitalistas emprendedores. 
Finalmente, los trabajadores cobran un salario, apenas suficiente para que subsistan y creen una familia 
en que se reproduzcan sin aumento ni disminución. 
 
 Así, el problema clave de Ricardo es la determinación del nivel de la tasa de beneficio. "La 
resolución de este problema es esencial para comprender la relación entre la acumulación de capital y la 
evolución de dicha tasa de beneficio, lo que abre las puertas a la explicación de las trayectorias en el 
tiempo de un sistema económico" (Barceló, Alfonso, op.cit.). 
 
 En este contexto, el rol de la renta es fundamental. "Cuando se coloniza un país donde hay 
abundancia de terrenos ricos y fértiles, de los cuales sólo una pequeña parte necesita ser cultivada para 
la subsistencia de la población [...] no habrá allí renta, pues nadie pagará por el uso de la tierra cuando 
hay una gran cantidad de ella no apropiada todavía y, por tanto, a disposición de cualquiera que desee 
cultivarla [...] Si toda la tierra tuviese las mismas propiedades, si fuera ilimitada en cantidad y uniforme 
en calidad, no se pagaría nada por su uso, a menos que poseyera ventajas peculiares de situación. Es, 
pues, debido únicamente a que la tierra es limitada en cantidad y de diversa calidad, y también a que la 
de inferior calidad o menos ventajosamente situada es abierta al cultivo cuando la población aumenta, 
que se paga renta por el uso de ella. Cuando las tierras de segundo orden, por su fertilidad, se abren al 
cultivo, a causa del progreso de la sociedad, comienza inmediatamente la renta en las tierras de primera 
calidad, y el importe de esta renta dependerá de la diferencia de calidad de esos dos terrenos [...] Cuando 
los terrenos de tercera calidad entran en cultivo, comienza inmediatamente la renta para los de segunda, 
y se regula, como anteriormente, por la diferencia entre las facultades productivas. Al mismo tiempo, 
subirá la renta de los de primera calidad, pues ha de ser mayor siempre que la renta de los de segunda, 
por la diferencia entre el producto que dan con la misma cantidad de capital y trabajo. Con cada paso en 
el progreso de la población que obligue a un país a recurrir a tierras de peor calidad para que les sea 
posible aumentar su provisión de alimentos, se elevarán las rentas de todas las tierras más fértiles [...] Si 
existiesen buenas tierras en cantidad mucho más abundante de la que requiere la producción de 
alimentos para una población creciente [...] la renta no podría nacer, pues ésta procede invariablemente 
del empleo de una cantidad adicional de trabajo con un menor rendimiento proporcional" (Ricardo, 
David, op.cit., Capítulo II). La renta subirá aún en las tierras mejores, en las que se sigue obteniendo la 
misma cantidad de producto con la misma utilización del factor trabajo. Esto es así porque el valor de 
cambio se rige por la cantidad de trabajo empleada por aquellos que producen en las circunstancias más 
desfavorables. Así, "cuando la tierra es más abundante, cuando es más productiva y más fértil, no 
produce renta alguna: es únicamente en el momento en que decaen sus poderes y el trabajo produce un 
rendimiento menor cuando una parte del producto original de las tierras más fértiles se pone aparte para 
la renta [...] La elevación de la renta es siempre el efecto del aumento de riqueza de un país y de la 
dificultad de suministrar alimentos a su creciente población" (Ricardo, David, op.cit., Capítulo II). 
 
 Estas características de la renta, que se va incrementando con el crecimiento y la apropiación de 
tierras menos fértiles, hacen que los beneficios se vayan reduciendo, y el gran temor de Ricardo es que 
esto lleve a que los capitalistas pierdan el estímulo para acumular. Así, los terratenientes se apropiarían 
de la mayor parte del excedente económico, llevando al sistema a un estado estacionario, en el cual ya 
no habría crecimiento. 
 Finalmente, otro tema en el que Ricardo ha dejado una huella imborrable es el del comercio 
internacional. Su "teoría de las ventajas comparativas" ha reinado por mucho tiempo, y sigue estando en 
las bases de la actual teoría del comercio internacional. 
 
 La teoría de las ventajas comparativas afirma que aunque un país sea más eficiente que otro en 
la producción de todos los bienes, igualmente le convendrá comerciar algunos de ellos. 
 
 Veamos el siguiente ejemplo. Los dos países en cuestión son Portugal e Inglaterra, y los bienes 
que ambos producen son vino y tejido. Mientras que Portugal emplea 80 hombres al año para producir15
 
una cantidad dada de vino, Inglaterra emplea 120. En cuanto al tejido, Portugal ocupa 90 hombres al 
año en la producción de una cantidad dada, que a Inglaterra le demanda el trabajo de 100 hombres en 
igual período. Esta información se resume en un cuadro. 
 
 
 VINO TEJIDO 
 (No. Hombres/Año) (No. Hombres/Año) 
 
 
PORTUGAL 80 90 
 
INGLATERRA 120 100 
 
 
 
 En una primera observación, parecería que a Portugal no le convendría comerciar con Inglaterra, 
pues logra la misma producción empleando menos hombres. Esta observación sería la indicada por la 
"teoría de las ventajas absolutas". Veamos cuántos hombres trabajarían en total siguiendo este criterio. 
 
 
PORTUGAL = 80 + 90 = 170 
 
INGLATERRA = 120 + 100 = 220 
 ------- 
 390 
 
 Observemos ahora qué pasaría si ambos países decidieran comerciar: Portugal le vende vino a 
Inglaterra (producción en la cual es relativamente más eficiente, ya que se ahorra 40 hombres al año -
120-80- contra los 10 -100-90- que se ahorraría en la producción de tejido) e Inglaterra le vende tejido a 
Portugal. Entonces, el cálculo anterior quedaría como sigue: 
 
 
PORTUGAL = 80 + 80 = 160 
 
INGLATERRA = 100 + 100 = 200 
 ------- 
 360 
 
 
 Así, se logra la misma producción de antes y se ahorran horas de trabajo. Vemos que ambos 
países salen beneficiados. Portugal invierte 160 hombres y obtiene igual producción que antes, con la 
diferencia que sin comerciar necesitaba emplear 170. Inglaterra, en tanto, emplea 200 hombres y 
consigue igual consumo que antes con el trabajo de 220. Por lo tanto, ambos países se benefician del 
comercio y la eficiencia de la economía mundial en su conjunto también se incrementa. 
 
 
c. Karl Marx 
 
 Así como para Adam Smith el objeto de estudio es "la naturaleza y las causas de la riqueza de 
las naciones", y para David Ricardo "las leyes que rigen la distribución de los productos de la tierra", 
para Marx el objetivo es "poner al desanudo la ley económica del movimiento de la sociedad moderna". 
 
 La elección de este objetivo queda claro a la luz de su famoso prefacio a la "Crítica de la 
Economía Política". En él, Marx muestra la importancia de la economía política, no por sí misma, sino 
porque las relaciones sociales se encuentran inevitablemente condicionadas por las relaciones de 
producción vigentes en un momento dado. 
 
 Bajo el capitalismo -como bajo las formas anteriores de sociedad- las fuerzas económicas en 
acción se manifiestan en conflictos de clase. Tanto Smith como Ricardo estaban también preocupados 
por las raíces económicas de los conflictos de clase, pero el principal antagonismo que ocupaba su 
atención era aquel entre capitalistas y terratenientes (recordemos el miedo de Ricardo -compartido con 
Smith, aunque con menor énfasis- a que el peso de la renta de la tierra llevara al fin de la acumulación 
 
 
 
 
16
 
capitalista). 
 
 Marx, en cambio, pone el énfasis en la relación económica existente entre capitalistas y 
asalariados. Se trata, señala, de una relación de cambio: el capitalista le compra al obrero su fuerza de 
trabajo y le paga un salario que le permite a éste subsistir. Entonces, el estudio de la relación entre 
capitalistas y asalariados debe comenzar por un análisis del cambio. 
 
 Al igual que sus predecesores, Marx habla de valor de uso y valor de cambio. Como el valor de 
uso expresa una relación entre un consumidor y un objeto, y la economía es para Marx una ciencia que 
estudia las relaciones sociales (es decir, entre individuos), el valor de uso como tal queda fuera del 
campo de investigación de la economía política. Esto no quiere decir que no juegue ningún papel; el 
valor de uso es un pre-requisito del consumo y, como tal, está dentro de los temas que interesan a la 
economía política. 
 
 El punto verdaderamente importante viene dado por el valor de cambio. Este aparece como una 
relación cuantitativa entre las mercancías, pero es, en realidad, sólo una forma exterior de la relación 
social entre los propietarios de mercancías. La relación de cambio es una expresión del hecho de que los 
productores individuales, trabajando aisladamente cada uno, trabajan en realidad los unos para los otros. 
Su trabajo tiene un carácter social que le es impreso por el acto de cambio. Pero esta relación social 
queda oculta bajo la apariencia de una relación entre cosas. 
 
 De entre todos los actos de cambio, hay uno que resulta especialmente de interés, y es el que 
tiene lugar entre un trabajador y su empleador. La fuerza de trabajo del obrero es una mercancía, y, 
como tal, debe tener un valor. Pero, cómo se determina el valor de "esta mercancía peculiar"? "El valor 
de la fuerza de trabajo se determina, como en el caso de cualquiera otra mercancía, por el tiempo de 
trabajo necesario para la producción, y, en consecuencia, también para la reproducción de ese artículo 
especial [...] [Observemos que Marx comparte con Smith y Ricardo la teoría del valor trabajo] Dado el 
individuo, la producción de fuerza de trabajo consiste en reproducción de sí mismo o su manutención. 
Por consiguiente, el tiempo de trabajo requerido para la producción de fuerza de trabajo se reduce al 
necesario para la producción de los medios de subsistencia; en otras palabras, el valor de la fuerza de 
trabajo es el valor de los medios de subsistencia necesarios para el mantenimiento del trabajador [...] Sus 
medios de subsistencia deben [...] ser suficientes para mantenerlo en su estado normal como individuo 
laborante. Sus necesidades naturales, como el alimento, el vestido, el combustible y el alojamiento 
varían según las condiciones climáticas y otras condiciones físicas de su país. Por otra parte, el número 
y la magnitud de sus llamadas necesidades esenciales [...] son el producto del desarrollo histórico y 
dependen, por lo tanto, en gran medida, del grado de civilización de un país" (Marx, Karl, "El Capital"). 
Así, el valor de la fuerza de trabajo no es otra cosa que el valor de un conjunto de mercancías necesarias 
para la subsistencia del trabajador. 
 
 El capitalista compra a la fuerza de trabajo por su valor, pagándole el salario de subsistencia. 
Pero el trabajador produce, a lo largo de su jornada de trabajo, un valor mayor que el necesario para su 
subsistencia. Este exceso de valor por encima del necesario para compensar sus medios de subsistencia 
lo retiene el capitalista, y recibe el nombre de plusvalía. 
 
 Aclaremos esto mediante un ejemplo. Supongamos un operario que trabaja durante doce horas 
diarias. Lo que él producen en ocho horas de trabajo es equivalente a lo que necesita para proveerse su 
subsistencia. Sin embargo, la jornada laboral es de doce horas. Las cuatro horas restantes constituyen la 
llamada plusvalía, que es apropiada por el capitalista. 
 
 Si aún así no queda claro, veamos el caso de una producción de trigo. Supongamos que lo único 
que necesita el trabajador para subsistir junto con su familia es consumir una bolsa de trigo por día. La 
jornada laboral es de diez horas, a lo largo de la cual el obrero cosecha dos bolsas de trigo (es decir, 
cada una le demanda cinco horas de trabajo). Con una bolsa el capitalista ya le paga su salario -el valor 
de la fuerza de trabajo- y no puede decirse que haya engaño, o que el obrero sea estafado, porque una 
bolsa de trigo es el valor de su subsistencia. La segunda bolsa cosechada constituye, entonces, la 
plusvalía. Esta mide el grado de explotación del trabajador por parte del capitalista. 
 
 Supongamos ahora que una mejora de la productividad -un avance tecnológico- permite que el 
 
 
 
 
17
 
trabajador coseche tres bolsas de trigo por día. Su subsistencia sigue cubriéndose con una bolsa de trigo 
por día. Ahora, entonces, la plusvalía se habrá incrementado. 
 
 
Producción SubsistenciaPlusvalía Tasa 
 de 
 Plusvalía 
 
 2 bolsas 1 bolsa 1 bolsa 100% 
 
 3 bolsas 1 bolsa 2 bolsas 200% 
 
 
 La tasa de plusvalía se calcula mediante el cociente entre la plusvalía y la subsistencia 
(multiplicándolo luego por cien para expresarlo en términos de tasa). 
 
 "La forma de producción de mercancías constituye el velo más eficaz posible para ocultar el 
verdadero carácter de clase de la sociedad capitalista. Cada quien aparece ante todo como un simple 
propietario de mercancías con algo que vender: esto es verdad ya se trate de herramientas, de 
capitalistas o de trabajadores. Como propietarios de mercancías, todos ellos están en un plano de 
igualdad perfecta; sus relaciones mutuas no son las relaciones entre amo y siervo de un régimen de 
status personal, sino las relaciones contractuales entre seres humanos libres e iguales. El obrero no 
advierte que su falta de acceso a los medios de producción [los bienes de capital] lo obliga a trabajar en 
condiciones dictadas por aquellos que tienen el monopolio de los medios de producción y que, por 
consiguiente, está siendo explotado para beneficio de otros, tan ciertamente como el siervo que era 
forzado a trabajar cierto número de días en la tierra del señor a cambio del privilegio de labrar un jirón 
de tierra para sí. Por el contrario, el mundo de las mercancías aparece como un mundo de iguales. El 
obrero enajena su fuerza de trabajo, la cual permanece opuesta a él como cualquier mercancía a su 
propietario. La vende, y mientras se le pague su verdadero valor, todas las condiciones del cambio 
honrado y justo están satisfechas" (Sweezy, Paul, op.cit.). Pero, como hemos visto, la "trampa" que 
Marx descubre viene dada por el hecho de que la fuerza de trabajo se paga a su valor -la subsistencia del 
trabajador y su familia- pero produce más de lo necesario para ello. 
 
 Así, el beneficio de los capitalistas no es el fruto de su tarea de organizar la producción y 
adelantar los fondos para la misma, sino de la plusvalía, es decir, la explotación de los trabajadores. 
 
 Pero Marx opina -al igual que Smith y Ricardo- que los beneficios tienden a caer en el tiempo, 
dándole a este fenómeno el nombre de tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Cómo explica Marx 
esta tendencia? 
 
 Con el transcurso del tiempo los capitalistas introducen mecanización en la producción, es decir, 
disminuyen la cantidad de trabajadores empleados, reemplazándolos por máquinas. Esto da lugar a dos 
hechos muy importantes. Por un lado, al surgimiento del llamado "ejército industrial de reserva", es 
decir, una numerosa masa de desocupados que se encarga de mantener bajos los salarios. Por el otro, al 
reemplazar hombres por máquinas, los capitalistas pierden plusvalía. Como el origen de las ganancias es 
pura y exclusivamente la explotación de los trabajadores, el hecho de mecanizar la producción lleva a 
una reducción automática de los beneficios, pues ahora hay menos trabajadores para explotar. Así, la 
producción capitalista no puede expandirse indefinidamente, pues en su proceso de crecimiento atenta 
contra las ganancias de los mentores de esta expansión: los propios capitalistas. 
 
 La "materialización" de las relaciones sociales (donde el intercambio sólo se ve como un 
fenómeno que tiene lugar entre cosas, independientemente de las personas) ha ejercido una profunda 
influencia en el pensamiento económico. "Las categorías de la economía capitalista -valor, renta, 
salario, ganancia, interés, etc.- han sido consideradas como si fueran las inevitables categorías de la vida 
económica en general. Los sistemas económicos anteriores han sido vistos como versiones imperfectas 
o embrionarias del capitalismo moderno y juzgadas en consecuencia" (Sweezy, Paul, op.cit.). 
 
 Justamente, Marx apunta a subrayar la necesidad de una actitud crítica ante toda forma de 
sociedad, inclusive la presente. "Es un rasgo característico del pensamiento no marxista el poder 
 
 
 
 
18
 
comprender el carácter transitorio de todos los sistemas sociales anteriores, en tanto que esta facultad 
crítica falla cuando se trata del orden capitalista mismo" (Sweezy, Paul, op.cit.). Así, Marx busca 
mostrar que la forma de organización de la sociedad capitalista es también transitoria, tanto como la 
feudal. 
 
 "La mayoría de las gentes dan por supuesto el capitalismo exactamente como dan por supuesto 
el sistema solar. La desaparición eventual del capitalismo [...] se considera en mucho del mismo modo 
que el eventual enfriamiento del sol, es decir, se niega su relación con los hechos contemporáneos. 
Desde este punto de vista, se puede entender y criticar lo que pasa dentro del marco del sistema, pero no 
se puede entender ni evaluar lo que le pasa al sistema mismo [...] Para el marxista, por otra parte, el 
específico carácter histórico -esto es, transitorio- del capitalismo es una premisa mayor. Es en virtud de 
este hecho que el marxista puede, por así decirlo, permanecer fuera del sistema y criticarlo en su 
conjunto" (Sweezy, Paul, op.cit.). Como decía Marx, para el típico pensador moderno "ha habido 
historia, pero ya no la hay". 
 
 
d. Resumen 
 
 Aunque vimos que los objetos de estudio de Smith, Ricardo y Marx eran diferentes, hay una 
fuerte línea común de estudios en todos ellos. 
 
 Los tres sustentan la teoría del valor trabajo, aunque con distinta fuerza. Adam Smith esboza 
ciertas dudas, que en algunos momentos lo colocan directamente fuera de esta teoría, y constituyen el 
origen de las teorías del valor subjetivo que surgen con posterioridad a Marx. Ricardo y Marx, en 
cambio, sustentan con fuerza la idea de que el valor de un bien viene dado por la cantidad de trabajo 
contenida en él. 
 
 Otra preocupación común a todos ellos tiene que ver con la acumulación. A los tres les preocupa 
la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, pero mientras que Smith y Ricardo culpan de este hecho 
al conflicto entre capitalistas y terratenientes, Marx pone el énfasis en la mecanización que desplaza 
trabajadores y les quita a los capitalistas la fuente de sus ganancias, la plusvalía. 
 
 Aparte de estas líneas comunes de análisis, cada uno de los tres clásicos hace sus aportes 
diferenciales. Smith introduce el tema de la división del trabajo, Ricardo habla de la renta de la tierra y 
la teoría de las ventajas comparativas, mientras que Marx enfatiza el rol de la economía ("las relaciones 
de producción") en los cambios que sufre la sociedad, subraya el carácter transitorio (histórico) de todos 
los modos de producción, incluyendo el capitalista, e introduce el concepto de plusvalía, que muestra la 
explotación de los asalariados por parte de los capitalistas. 
 
 Por último, quisiéramos reseñar el aporte de otros tres importantes economistas clásicos, cuyos 
nombres han quedado en un segundo plano frente a la grandeza de los tres autores estudiados. Nos 
ocuparemos entonces ahora brevemente de Say, Malthus y J.S. Mill. 
 
 La mayor contribución de J.B. Say a la teoría económica es la llamada "Ley de Say", que dice 
que la oferta crea su propia demanda. Según esta ley, no habrá problemas de exceso de oferta (o 
sobreproducción) para la economía como un todo -aunque una empresa o una industria pueden estar 
individualmente en dificultades. Justamente, lo que Say buscaba enfatizar era que la economía siempre 
tiende al equilibrio con pleno empleo, es decir, que los mercados ajustan automáticamente, tal como 
postulaba Smith, y tal como se encargarían de propalar posteriormente los neoclásicos. 
 
 Malthus nos deja ideas originales básicamente en dos temas: el crecimiento de la población y los 
recursos, y la necesidad del gasto del Estado y de los ricos para evitar la sobreproducción. En ambos 
casos se ha destacado por su visión pesimista acerca del futuro. En cuanto a lo primero, Malthus 
señalabaque mientras que la población crece en progresión geométrica, los recursos para alimentarla lo 
hacen en progresión aritmética. Por lo tanto, el crecimiento de la población inevitablemente superará al 
de los recursos. Por eso, Malthus es partidario de métodos que pongan freno al crecimiento de la 
población, y considera que, en este sentido, las guerras, las pestes y las hambrunas son una "ayuda". 
Con respecto al tema del gasto, Malthus era muy pesimista, pues consideraba que había una tendencia a 
 
 
 
 
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la sobreproducción de bienes no esenciales. Una forma de combatir los efectos nocivos de tal 
sobreproducción era incrementando la demanda. Y esto podía lograrse a través del gasto del Estado en 
obras públicas y de los ricos en bienes suntuarios. Mientras que la clase terrateniente era en general 
criticada por los economistas -recordemos a Smith y Ricardo- por su poca frugalidad y su nula 
colaboración al proceso de acumulación del capital, Malthus veía esto como una virtud, pues el gasto de 
los terratenientes en bienes no esenciales permitía paliar, al menos en parte, el exceso de oferta de los 
mismos, suavizando las crisis originadas en este motivo. 
 
 John Stuart Mill, en tanto, se ocupa de las leyes que rigen la producción y la distribución. 
Mientras que las primeras son inmutables -pues vienen dadas por la naturaleza y la tecnología-, las 
segundas están sujetas al control humano. Así, la distribución de la renta podía modificarse, y la idea de 
que los salarios siempre igualarán la subsistencia y los beneficios decaerán puede revertirse. 
 
5. Los neoclásicos 
 
 El pensamiento neoclásico es a la vez una reacción contra y una continuación del pensamiento 
clásico. Es una reacción contra él porque rechaza la teoría del valor trabajo, y es una continuación 
porque revaloriza el papel del mercado -tan presente en Adam Smith. 
 
 La economía mundial gozaba de una prosperidad que antes nunca había conocido y que parecía 
no tener límites. Este hecho contradecía los postulados de los autores clásicos, que veían que la caída en 
la tasa de ganancia conducía a una crisis del modo de acumulación capitalista. En este contexto, era 
lógico que surgieran pensadores que cuestionaran las ideas clásicas y buscaran construir un nuevo 
cuerpo de ideas, más acordes a la realidad que les tocaba vivir. 
 
 Dentro de este grupo de pensadores debemos distinguir: a) precursores -Gossen y Jevons-; b) 
los llamados marginalistas (o austríacos, por ser esa su procedencia) -Menger y Bohm-Bawerk, entre 
otros-; c) la escuela de Lausana -Walras y Pareto- y d) Alfred Marshall, el más renombrado entre los 
neoclásicos. 
 
 Tanto Gossen como Jevons dan origen a una verdadera revolución al cuestionar la teoría del 
valor dominante durante el reinado clásico. Consideraron que el valor de un bien estaba determinado no 
por la cantidad de trabajo necesario para producirlo, sino por la utilidad que le reportaba al consumidor 
(Sus obras principales fueron publicadas en 1854 y 1871 respectivamente). 
 
 Los marginalistas tomaron esta idea y la desarrollaron. Así, las preferencias individuales y las 
necesidades humanas pasan al centro de la escena. Dan origen a la llamada teoría de la utilidad marginal 
(de ahí el nombre de marginalistas). Esta establece que el consumo de un bien le brinda al individuo 
cierta utilidad (o satisfacción), pero que dicha utilidad va decreciendo a medida que el consumo se 
repite. Veamos un ejemplo. Luego de practicar deporte por más de dos horas, nos encontramos 
sumamente sedientos. El primer vaso de agua al que tenemos acceso nos brinda una satisfacción muy 
grande, mayor que la del segundo y así sucesivamente. Llega un punto en que nuestra sed está saciada, y 
un vaso adicional de agua, en lugar de proveernos satisfacción, nos provocará una "desutilidad". Antes 
de tomar ese último vaso, obviamente detendremos el consumo de agua. Este ejemplo nos muestra que 
la utilidad es decreciente: cada vaso adicional tiene para nosotros menos utilidad. 
 
 Esta nueva concepción acerca de la naturaleza del valor lleva implícita una nueva evaluación 
acerca de la formación de los precios. Además de este tema, los marginalistas desarrollaron sus ideas 
acerca de la producción y del rol del Estado en la actividad económica, a la vez que estudiaron la teoría 
del interés e introdujeron el análisis dinámico. Su concepción acerca del valor subjetivo los llevó a una 
revisión total de los modelos clásicos, replanteándolos desde una base microeconómica. Fue justamente 
la microeconomía la que recibió las principales contribuciones de los marginalistas, cuyas obras 
máximas se publicaron entre 1871 y 1886. 
 
 En cuanto a la escuela de Lausana (que también recibiría luego el nombre de marginalista), 
desarrolló otra línea de estudio, diferente a la de los austríacos. Se preocupó básicamente por el análisis 
del equilibrio general. Sus obras corresponden a la última década del siglo XIX y primera del XX. 
 
 
 
 
 
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 Walras ha trascendido por su desarrollo matemático de un sistema de ecuaciones simultáneas 
que mostraban la interrelación de todas las actividades económicas. A través de este sistema se llegaba a 
un equilibrio general de toda la economía. El objetivo de Walras era demostrar que la libre competencia 
era beneficiosa para todos, y buscaba expresar sus descubrimientos en forma matemática para dar a la 
economía un rango científico comparable al de las "ciencias duras" como la física. 
 
 Para representar en su esquema la competencia perfecta, Walras creó una figura teórica -el 
rematador- que ha pasado a la historia del pensamiento económico como el "rematador walrasiano". 
Compradores y vendedores se reúnen en una subasta -dirigida por el famoso rematador- y formulan sus 
diferentes ofertas y demandas en forma pública. Cuando todos han podido ponerse de acuerdo, de tal 
manera que no queden consumidores sin comprar ni oferentes sin vender al precio finalmente 
establecido, el rematador golpea su martillo, y todas las transacciones se llevan a cabo. En realidad, toda 
esta elucubración teórica tiene un único objetivo: sostener el supuesto de la competencia perfecta que 
dice que cada bien tiene un único precio en el mercado. 
 
 Pareto, por su parte, desarrolla un esquema también general de análisis, pero apuntando más 
hacia el logro de una situación óptima en cuanto a la utilidad que alcanzan los individuos que componen 
la sociedad. 
 
 Finalmente, fue Alfred Marshall quien retomó los estudios de los marginalistas (tanto austríacos 
como suizos) y, analizándolos a la luz del pensamiento clásico, desarrolló en plenitud la economía 
neoclásica. El problema fundamental pasó a ser entonces el funcionamiento del mercado y su papel 
como asignador de recursos. Para analizar el mercado Marshall parte del estudio del comportamiento de 
los dos grandes grupos que interactúan en él: productores y consumidores. Con respecto a los primeros, 
se postula que buscan maximizar beneficios, utilizando para ello la combinación de factores que les 
represente el mínimo costo. Con respecto a los consumidores, su conducta se basa (como postularon los 
marginalistas) en la maximización de la utilidad que les proporcional el consumo de los diferentes 
bienes. Obviamente, este consumo no es ilimitado, sino que dependerá de los ingresos de que disponga 
cada consumidor. 
 
 Así, la interacción de productores y consumidores en un marco de competencia perfecta 
determinará los precios y, en consecuencia, las cantidades producidas y vendidas. 
 
 Otro de los temas tratados por Marshall -aunque fuera de la esfera de la microeconomía- es el de 
la Teoría Cuantitativa del Dinero. Según ella, M x V = P x T, donde M es el stock nominal de dinero (es 
decir, el total de billetes y monedas que se encuentran en circulación en un momento dado), V es la 
velocidad de circulación del dinero (es decir, muestra cuántas veces rota o cambia de manos cada billete 
en promedio en un lapso de tiempo determinado),

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