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IGLESIA DE SANTA TERESA Y MUSEO JUAN DE TEJEDA - Romina Canavese

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IGLESIA DE SANTA TERESA Y 
MUSEO DE ARTE RELIGIOSO JUAN LUIS DE TEJEDA
Aquí encontramos tres importantes y reconocidos establecimientos. Por un lado las Carmelitas Descalzas Monasterio de San José. Por otro, la Iglesia de Santa Teresa y por último el Museo de arte religioso Juan Luis de Tejeda, todos, como podemos ver, ubicados en el centro histórico de la ciudad rodeado por las calles Independencia y 27 de abril, en el actual barrio centro de la ciudad de Córdoba.
Su ubicación privilegiada dentro de la traza fundacional se debe a que el solar había sido concedido a Tristán de Tejeda, quien acompañó a Don Jerónimo Luis de Cabrera, fundador de la ciudad de Córdoba. Entonces, Juan de Tejeda hereda de su padre este solar y luego de ciertos hechos lo convierte en monasterio.
Actualmente continúan funcionando el monasterio como convento de clausura, como lo es desde su inicio, la iglesia continúa brindando misas y está abierta al público por la mañana de lunes a viernes. Por otro lado, en la parte antigua donde funcionaba parte del monasterio de clausura, hoy funciona el museo municipal de arte religioso Juan de Tejeda abierto al público de lunes a sábados de 10 am a 1:30 pm.
HISTORIA DE LA FAMILIA Y FUNDACIÓN DEL MONASTERIO:
Remontándonos a la historia de los Tejeda, les comparto que ésta familia era muy pudiente, distinguida en la sociedad de la época. Juan de Tejeda Mirabal tenía mucho prestigio e importancia en la sociedad debido a su descendencia de fundadores, su linaje europeo y sus cargos. Éste se casa y tiene 5 hijos.
Estando en una de sus estancias, su hija María Magdalena, a los 12 años enferma de gravedad, llegando a un momento en que se desvanece y la dan por muerta, en la desesperación Don Juan de Tejeda siendo sobrino – nieto de Santa Teresa de Jesús, le promete a su tía-abuela que si la niña recobra la vida él va a erigir un monasterio en su casa y la primera monja sería su hija María Magdalena. Milagrosamente la niña abre los ojos y lo primero que balbucea es que quiere ser monja de Santa Teresa.
Al pasar los años con la niña ya recuperada Juan de Tejeda olvida la promesa que había hecho y la promete en matrimonio. Cuando cumple la edad para casarse y cerca de concretar matrimonio, ella cae nuevamente enferma de gravedad, Juan de Tejeda lo toma como un llamado de atención de esa promesa que había hecho y no ha cumplido. Entonces decide que una parte de la casa va a ser destinada para monasterio y se va a comenzar a construir la iglesia que hoy conocemos como Iglesia de Santa Teresa.
Entonces en mayo de 1628 se hace la fundación del monasterio, cerrando las puertas del hogar, María Magdalena toma los hábitos en nombre de Sor Teresa de Jesús junto con su tía Leonor que viene a organizar el monasterio. 
CONSTRUCCIÓN DEL MONASTERIO
Con respecto a la construcción, el edificio anterior al actual era muy modesto, la construcción definitiva del templo se hizo entre los años 1753 a 1758, y el convento se terminó de construir en 1770, actualmente es el segundo más antiguo del país. Dentro de los autores que trabajaron en su construcción, algunos son: los jesuitas Primoli, Bianchi, José Luis de Tejeda, González de Merguete, y varios más.
Aunque inicialmente, Juan de Tejeda era el encargado de supervisarla, pero envejece a tal punto que no podía levantarse de su cama y manda a construir en su habitación una ventana que da a la iglesia, desde donde oye la misa y también sabe cómo va evolucionando la construcción. 
Su hijo, José Luis de Tejeda que se va a destacar por sus hazañas, será quién va a dirigir las obras de la construcción cuando su padre fallece. 
Luego de esto va a contraer muchas deudas y será destacado por dejar un libro muy relevante que lo hará reconocer como el primer poeta nacido en el actual territorio argentino. Además, su madre ingresa a la clausura, junto con su abuela, suegra de Juan de Tejeda y su otra hermana Alejandra, las mujeres de la familia quedan todas enclaustradas. 
Al finalizar esta construcción el conjunto del convento queda conformado por claustros y patios menores. Vemos que el convento rodeaba al templo, el cual ocupa una posición casi central, en lugar de una esquina como era habitual.
Centrándonos en la arquitectura de la iglesia presenta como estilo arquitectónico el barroco colonial, es recargada y decorada. 
Su Atrio es delimitado por rejas y pilares decorados con pináculos, en el ingreso al templo podemos ver un arco de medio punto con una puerta de madera de dos hojas, dos pares de pilastras a los lados de las puertas y la presencia de nichos rehundidos, que solían utilizarse como elementos decorativos o donde se ubicaban imágenes religiosas. 
Hacia arriba, vemos un escudo del monasterio, perteneciente a la familia Tejeda, un frontis recortado con detalles de curvas y contracurvas, una ventana coral y una imágen de Santa Teresa, en el remate encontramos pináculos, que funcionan como elementos decorativos puntuales, y a una altura mayor una cruz de hierro como terminación de este. 
Su fachada no es simétrica ya que no tiene torres campanarias, sino que cuenta con un Espadaña, lo cual era típico de la época colonial, principalmente en las capillas. 
La misma, está compuesta por cuatro cuerpos en los que se encuentran los arcos que albergan las campanas, lo que es una continuación de la planta baja determinada por una línea de cornisa que la divide y tiene el mismo juego de líneas y curvas que vemos en el frontis, termina con un remate de líneas barrocas, con pináculos y por encima una veleta de cruz de hierro forjado.
También podemos hablar de una fachada lateral, donde se destaca una puerta, que en algún momento estuvo vinculada con el cementerio. Una escalera que es el ingreso al coro alto y antiguamente aquí también se encontraba un torno de madera, este funcionaba como vía de comunicación e intercambio.
El templo en su interior es muy pequeño, tiene forma de cruz latina, consta de una sola nave cubierta con una bóveda de cañón corrido iluminada por medio de pequeñas ventanas abiertas en los lunetos; pilastras y arcos fajones repetidos en tramos irregulares, uno de los cuales constituye el presbiterio, el que comunica al coro bajo privativo de las religiosas, separado del público que antiguamente estaba separado por una reja monacal, y una capilla que comunica con la sacristía. 
Son dignas de mención la magnífica talla barroca de Santa Teresa del altar mayor y una pintura de escuela cuzqueña contenida en la trama enrejada del coro bajo. Traspuesto el acceso nos encontramos con el coro alto sostenido por un arco rebajado, y lateralmente debajo del mismo se sitúa la elaborada tribuna de madera del coro de las novicias.
Además, en una de las paredes de la iglesia se puede ver una hermosa arqueología que se podría llamar arqueología de la fe de la devoción que va desde la época colonial hasta la actualidad cómo va cambiando la relación de la gente con la religión.
Ahora hablando de la construcción del monasterio, se destaca como detalle más importante el ingreso al convento, constituído por el pórtico, es una hermosa pieza de estilo barroco portugués del siglo XVIII (1700). Fechada en 1770, año en que finaliza la construcción, como mencioné antes, la bellísima portada del convento es una de las más notables composiciones barrocas de nuestro patrimonio colonial: un grupo de pilastras y columnas superpuestas culminan en un frontis curvo quebrado y coronado por un sinuoso peinetón, que representa una caracola marina en honor al peregrino, lo cual señala la influencia del Barroco brasileño. En su entrada se encuentra una puerta de madera de dos hojas, en su interior cuenta con un esquema de claustro compuesto por 7 patios, el primer patio, ubicado sobre la calle Independencia, es el único que se comunica directamente con el espacio público de la ciudad, el que actualmente acoge al Museo de Arte Religioso “Juan de Tejeda”, destacándose sus pilares y arcos moldurados y sus recintos abovedados en los que lucen relieves de mampostería de rústica y conmovedoraingenuidad.
LA VIDA ANTIGUA EN EL CONVENTO
A través de los siglos la vida aquí va a ser muy similar a la vida de Santa Catalina, si bien son ordenes diferentes, las reglas de la clausura son las mismas, las jóvenes que van a ingresar deberán tener las mismas condiciones sociales, es decir, que provengan de familias adineradas, importantes para la sociedad, aquí vivirán aisladas de sus padres, hermanos y amigos, con esclavos africanos a su servicio, los cuales serán sus amantes hasta que el obispo lo prohíbe; en el templo permanecerán separadas por una reja, sin poder salir, ni siquiera para ir al médico, tampoco podrían quitarse las túnicas, ni mirar sus propios rostros, ya que no tenían espejos, El único intercambio con el mundo exterior sería a través de un torno giratorio el cuál , era el único medio de comunicación que tenían con el exterior, por aquí pasaban mercadería para su abastecimiento, mensajes, donaciones al Monasterio o productos que vendían las hermanas al público tales como dulces, mermeladas y tejidos, a veces abandonaban niños y bebés, uno de los motivos por los que decidieron cerrarlo ya que en una época eran muchos abandonos y muchas veces, sobre todo en invierno, los niños morían dentro de este porque las monjas no alcanzaban a oírlos en la madrugada y éstos no soportaban las temperaturas.
El monasterio se va a ir haciendo rico a través del tiempo con las diferentes donaciones y adquisiciones que tendrá.
LA VIDA ACTUAL EN EL CONVENTO
Hoy en día, las monjas de clausura muestran un gran proceso de cambio, impuesto con la ex superiora del monasterio Teresa Riego, quien durante 30 años integró el grupo de “monjas contemplativas”, como prefieren ser llamadas en la actualidad. Con ese espíritu, una de las modificaciones fue la de quitar las rejas frontales, que separaban a las monjas contemplativas de la gente, que estuvieron vigentes durante más de 350 años. Además, el monasterio es el primero de Córdoba en contar con Internet y correo electrónico. Otros hitos modernos incluyen la posibilidad de que los medios de comunicación accedan al predio. Aunque, por sobre todo, vale destacar que las hermanas son libres de permanecer dentro o fuera del convento, de igual modo, continúan dedicando su vida a la oración, teniendo como autoridad a la superiora, su vestimenta es de velos blancos y negros, practicando una convivencia con trato respetuoso y honesto entre sus miembros. 
Actualmente cuenta con 9 hermanas que viven aquí, una sola es cordobesa y confesó que es hincha de Talleres. Como mencioné, en la actualidad si tienen contacto directo con las personas que se acercan, ya sean familiares o personas que necesitan ser escuchadas.
Volviendo a la arquitectura, en el interior de la recova de esta antigua vivienda, podemos ver que queda al descubierto el techo original, construido con cabreadas de madera y techos cubiertos por tejas coloniales, bóvedas de medio cañón, muros de calicanto y anchos pilares con arcos de medio punto, todo de la época en que se construyó y una escultura de San Jerónimo, santo que tradujo la biblia del hebreo y griego a latín, la cual es una colección permanente.
FUNDACIÓN DEL MUSEO
Entre 1970 y 1972 en una Semana Santa, personas de Córdoba encargadas del arte religioso, deciden hacer una muestra a puertas abiertas de las joyas de la catedral, y le piden a las monjas que les cedan un espacio del convento para que se abriera al público. Una vez concluida la exposición y la muestra con la idea de hacerlo solo ese fin de semana,queda mucha gente afuera que quería ver la muestra, lo que provoca que las personas que habían sido organizadoras de esta muestra, junto con las religiosas, comenzaran a pensar en abrir un museo.
Entonces, la antigua parte del convento, la parte colonial, declarada Monumento Histórico Nacional en 1941, que representa uno de los mayores tesoros, ya que contiene mucha historia en su interior, a través de un acuerdo entre el Arzobispado, la comunidad religiosa de las Carmelitas Descalzas y la Municipalidad de Córdoba, cede uno de los patios del monasterio con sus salas contiguas para ubicar esta colección religiosa y dos años después, con ayuda del impulsor Víctor Manuel de Infante y el apoyo de la provincia, se logró abrir las puertas de manera permanente, durante 38 años él dirigió este espacio. Tras su retiro comienza un proceso de reestructuración que culminó con en el cierre del museo durante tres años de 2010 a 2013, a fines de 2013 se reabre nuevamente al público
En un inicio se lo conocía como Museo de Arte Religioso Colonial pero luego cambió su nombre al actual, Museo de Arte Religioso Juan Luis de Tejeda en homenaje al fundador del monasterio, el cuál es de carácter municipal.
La visita a cada uno de sus 13 espacios es un viaje en reversa hasta la Córdoba virreinal.
El Museo como mencioné anteriormente, está comprendido alrededor del patio dispuesto en la esquina de las calles Independencia y 27 de Abril, donde nos encontramos entre naranjos, bergamotas y una antigua palmera por la que trepan las enredaderas, y observamos la mejor vista de la cúpula y la torre sur de la Catedral, además es muy importante destacar que aunque esté emplazado en un sitio tan céntrico, desde ese patio no se escuchan ni las frenadas, ni los bocinazos propios de una gran ciudad.
Alrededor del espacio se ubican las salas que no sólo hablan a través de los objetos allí exhibidos sino también a través de sus muros y detalles.
Encontramos habitaciones de las monjas de clausura que antiguamente se llamaban “Celdas”, una en su interior tiene una antigua puerta con cuarteles de madera que forman sutiles juegos de luces y sombras y otra próxima a ella con dos hornacinas de bella y simple manufactura, resuelta con flores y granadas antes pintadas de azul. 
ACERVO DEL MUSEO
El rico acervo del Museo, como les decía, guarda piezas del Tesoro de la Catedral y de otros templos y monasterios. Aquí conviven tres importantes colecciones: la colección de la Catedral, la colección del Monasterio San José y la colección formada a partir de donaciones, y es considerado el mejor muestrario de objetos arqueológicos, donde tenemos una pequeña representación de la vida cotidiana de Tejeda.
A partir de la apertura de dicho museo las joyas de la catedral que estaban resguardadas en el interior del templo se resguardaron en el museo y las monjas donaron muchos objetos de su convento, de arte religioso de la época colonial que hoy se exhibe allí. 
Este cuenta con una de las colecciones de arte religioso más importantes de América del Sur.
En torno al patio se exhiben piezas destacadas de una colección estimada en 9000 piezas.
Se exhiben reproducciones de poemas laudatorios escritos en 1804 por hermanas Carmelitas Descalzas del Monasterio San José. 
También destaca el valor documental que da testimonio de la primera obra literaria femenina en el territorio nacional. 
En este espacio se encuentran objetos ocultos de éste y otros templos de muy antigua data, como el Tenebrario, que es un Candelabro triangular con 15 velas que se enciende en los tres últimos días de la Semana Santa católica. El Museo Juan de Tejeda y su entorno conforman un complejo recomendable para conocer y valorar, ya que su misión es proteger y difundir esa valiosa colección de arte sacro.
Antiguamente ese compendio se exhibía detrás de la catedral, en lo que era el antiguo Seminario Mayor Nuestra Señora de Loreto y sus adyacencias, hasta que fue demolido para emplazar la actual plazoleta Jerónimo Luis de Cabrera. Sin espacio físico para mostrar la colección de arte religioso se decidió exponerla en el Museo Juan de Tejeda en dependencias del Monasterio San José.
Se exhiben Casullas, es decir la vestidura exterior que utiliza el sacerdote para la celebración de la misa y dalmáticas, que es utilizada por quien sirve en el altar, un antiguo reloj de la Catedral. Una imágen del Señor de la Paciencia, pieza única que proviene del antiguo Monasterio de Las Catalinas, Santa Teresa, Reloj Jesuita, un Altar Portátil contalla policromada contenido en una caja que refleja la inocencia de la pintura americana. Se destaca también la colección de ornamentos litúrgicos y piezas devocionales. Además de obras que a lo largo de los años han donado y exposiciones temporales de artistas contemporáneos como “Incendio, Corazón y Cielo” de Mariana Robles, que continúan un rico diálogo entre el pasado y el presente.
También en una pequeña parte de este se exhiben trofeos de guerras y armas militares, esto muestra que era una familia ya en la milicia.

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