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Las paradojas de la identificacion [Eric Laurent]

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Colección Orientación Lacaniana
Publicación de la Escuela de la Orientación
Lacaniana - EOL
Directora responsable: DlIdy Blcgcr
Directora de la publicación: Marta Inés Ncgri
Directora adjunta: Gracicla MlIsachi
Comité editorial: Silvia Balldilli, Adrimza Lllka, Marina
Rccaldc, Pablo 1\lIsso, Lallrtl Vigilo/a.
La Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL), la École de la Cause
/í'CliliicIlIIC (ECF), la Escuela del Campo Freudiano de Caracas
(ECFC). la Escuela EuropeCl de PsicoClnálisis (EEP) y la Escola
Hnrsilcinr de Psicilf1Ii!isl' (EFlP) son 1l1iembro,; ínsLilucíOIl,llcs de la
A.,soci<tci(in MUlldi,t! d•.' i'Sil'(l,lIl,ílisis (I\MI').
COLECCIÓN ORIENTACIÓN LACANIANA
Eric Laurent
LAS PARADOJAS
DE LA IDENTIFICACIÓN
EOL· PAIDÓS
Buenos Aires - Barcelona - México
1
31
Texto original: Curso inédito dictado por Eric Laurent,
"Les paradoxes de I'identification", en la Sección Clínica del
Departamento de psicoanálisis de la Universidad de París VIII (1993-94).
Cub;erta: Gustavo Macri
Traducción: Siluia Baudini
Establecimiento del texto: María Inés Negri
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INDICE
1. La identificación: topología y tiempo.................. 13
2. La paradoja del mentiroso
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la. edición, 1999
La reproducción total o parcial de e.sLl~hbro, en cualquier forma
que sea, idénl:ica o modificada, escrita a múquinn, pUf' el si:-:;1.ema
"multigr:lllh", mirnelígrafo, impre.so por fotocopia, fotoduplicu-
ción, de., no autorj;.'¡a<1apor los l'dit()re~" viola derechos reserva-
dos. Cualquier utilización debe .ser previamente solicitada.
© 1999 de todas las ediciones E,;e Laurent
Editorial Paidós SAIeF
Defensa 699, Buenos Aires
e_mail:p.üdosliterario@ciudad.com.ar
Ediciones Paidós Ibérica SA
Mariano Cubí 92, Barcelona
Editorial Paidós Mexicana SA
Rubén Darío 118, México D. F.
Queda hecho el depósüo que prev;ene la Ley 11.72:3
Impreso en la Argentina. Printedin Argentina
Impreso en Gráfica MPS, Santiago del Estero 338,
Lanús, en setiembre de 1999.
ISBN 950-12-7806-9
3. "La cosa freudiana"
4. El nombre propio
5. El sujeto como límite
6. El cuerpo es el Otro .
7. La indeterminación de la traducción .
8. Psicoanálisis y salud mental. La época
de las listas .
9. El nombre propio y la sutura .
10. Interpretación y transferencia .
11. No hay metalenguaje .
12. El deseo del analista .
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205
1. LA IDENTIFICACIÓN:
TOPOLOGÍA y TIEMPO
Retomaré el camino seguido en la última parte del curso del
año pasado.
Una publicación de la Asociación Causa Freudiana Val-de-
Loire-Bretagne que se titula Cahicr hizo un relevamiento de esta
última parte que concluía con las preguntas sobre la identifica-
ción, la entificaóón del sujeto. Examinábamos allí CÓIllO la
identificación del sujeto se deriva de la lógica del juicio. El "yo
soy eso" debe captarse en los textos freudianos y en la relectura
que hace Lacan de ellos a partir de una lógica del juicio tal que
incluye el tiempo y la función temporal-es el tiempo que hace
falta para identificarse-o
Leímos de este modo el apólogo de los prisioneros, "El
tiempo lógico y la aserción de certidumbre anticipada", texto
de fines de los afíos cuarenta. Lo leímos con esta perspectiva del
tiempo que hace falta para identificarse. Por 10 tanto, el sujeto
mismo debe captarse como una función temporal. Escribir~, es
escribir el sujeto dividido, pero también un sujeto tomado en la
pulsación, según la expresión de Lacan; "la pulsación temporal
del sujeto" que, a la vez, le permite hacer referencia a un
término musical-la pulsación del tcmpo- y retomar también el
estatuto "golpeado"* del sujeto tal como aparece en "Pegan a
un niño". Esta pulsación temporal está también en este partici-
pio presente, en este aire de participio presente, la verdad del
participio pasado que hace que en el fantasma el sujeto aparez-
ca, ante todo, como golpeado.
* Bal1clllcllt (pulsación), battl/ (pegado, golpeado) en francés hay
homofonÍa. [N. de la T.]
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Por lo tanto, este término pulsación permite introducirnos
en la paradoja de la identificación, esto es que el sujeto se opone
en sus características mayores -su división, su temporalidad-
al estatuto del Otro, al lugar del Otro, el cual se presenta no en
una pulsación temporal sino, por el contrario, en su sincronía,
no dividido sino, por el contrario, en una sucesión de letras
indivisibles.
Habíamos visto en determinado momento del aí'lo pasado
el peso que Lacan le da a su noción de letra, página 24 de los
f~crits, donde la anuncia como materialidad del significante, y
precisa:
"[... ] esta materialidad es singular en muchos puntos, el
primero de los cuales es no soportar la partición. Rompamos
una carta en pedacitos: sigue siendo la carta que es [... ] ya se la
tome en el sentido de elemento tipográfico, de epístola (en
francés) o de lo que hace al letrado, se dirá que lo que dice debe
entenderse a la letra (a la lettre)."1
Lacan pone de relieve que no existe en francés la expresión
de la lettre, expresión que podría querer decir que se la puede
cuantificar, dividir. *
Es muy importante ver bien la oposición de ambos, alguien
me trajo, esta misma tarde, su preocupación a propósito de un
niño psicótico que podía trazar una letra y que la repetía sin
principio posible de detención. Ysel1alabael esfuerzo que había
sido necesario realizar una y otra vez para detener a este niño, y
también el esfuerzo cuando se le pedía que hiciera otra letra. El
niño lo intentaba con otra forma, pero ¿era verdaderamente otra
letra? ¿Había allí una división que separaba esas dos formas
gráficas? No es seguro, se trataba de la misma letra. Con estas
formas gráficas el niño intentaba nombrar a la madre. Gracias a
una verdadera interpretación, el niño había comenzado a escri-
bir, viendo en un taller una proyección de diapositivas, tal como
se hace en las instituciones donde se recibe a losnil10spsicóticos.
1. Lacan, J.: "El seminario sobre La carta robada", en Escritos 1,14" edición,
traducción de Tomás Segovia, Buenos Aires, Siglo XXI, 1988, pág. 18.
* La expresión "dc la leUre" corresponde a lo que en francés se llama
el partitivo, no existe equivalencia en casteJlano. [N. de la T.)
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En una de ellas se veía una mujer; si hubiera sido un nmo
neurótico habría podido decir "no es mi madre", pero como no
lo es, dijo: "es mi mujer". La persona que estaba allí tuvo la
buena idea de ir a escribir el nombre del nií'lo,quien se apoyó en
ello para repetir la letra, como una tentativa de nombrar, de
inscribir algo sobre esta madre, marcarla con una letra. Como no
tiene el nombre se apoya en la letra. Vemos inmediatamente, en
laproliferación de lacadena metafórica que se repite, se repite la
dificultad que hay para que las letras se corten.
Entonces, desde el punto de vista de la clínica psicoanalítica,
la letra no es la grafía. No decimos: hay 26letras posibles, hay en
el alfabeto 26grafías -no 258,como leí recientemente que hay en
el idioma etíope; lo que complica singularmente el problema-o,
sino que decimos que hay letra cuando hay un cierto tipo de
materialidad. Esta materialidad de la letra es lo que resta cuan-
do el significante ha entregado todo su mensaje, todo el sentido
que podía entregar. Resta la materialidad del significante una
vez que terminó de nombrar todo el sentido, es decir que escu-
pió todo su sentido sexual: resta la materialidad de la letra.
Algunos lingüistas interesados en el psicoanálisis llevaron
lejos su intuición y pensaron que se podía ir más lejos que la
psicología asociacionista. CarlJ ung defendió esta psicología en
su juventud. Preparó un test por asociación de palabras: ¿en
qué le hace pensar esta palabra? Hacia 1907, Jung utilizó tesis
asociacionista a la manera de Kraepelin para poner de relieve
el interés del psicoanálisis. La gente tenía ciertas zonas de
preocupación cuando se le decía: "en qué lo hace pensaresto",
que eran zonas de preocupaciones sexuales. A partir de esto se
desarrollan una serie de test, los famosos test proyectivos que
aún atestan la reflexión en nuestros días.
Pero existen lingüistas que se dijeron que era seguramente
posible pasar por debajo de las unidades mínimas de sentido.
Por ejemplo, un húngaro con un nombre predestinado, Fónagy
-pronunciándose FOllai~ está evidentemente predestinado a
ocuparse de los fonemas-, se interesó en el sentido sexual que
adquirían los fonemas, como por ejemplo el fonema [k] o las
labiales, [1], ete. En muchas lenguas, en un 70 % encontramos
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que [k] da caca y constituye por lo tanto un fonema con C0l1ll0-
tación de rechazo, mientras que porel contrario [11/], [p], [/7], etc.,
sirven para nombrar mamá, papá, etc. No es universal, pero no
está mal en cuanto a porcentajes. Por lo tanto, tenemos un
fonema que no tiene ningún sentido y que, sin embargo, está
recubierto de sentido sexual. Fónagy extraía consecuencias con
un estilo desarrollista: el lenguaje llega al estadio oral, al
estadio anal, y se carga de significaciones con una perspectiva
his tórico-desarro ¡lista.
De manera más estructural, Lacan seüala que cuando, en
efecto, exploramos en alguien el sentido sexual, resta una
materialidad; una vez explorados todos los vehículos
significantes a los que se adhiere. El significante sí es divisible:
pasamos de la palabra "caca" al fonema [ka] -quedará final-
mente una letra-; podemos dividir hasta el elemento más
pequeño reconocido por la lingüística, y bien tendremos un
depósito, una huella que hará que, más allá del sentido, exista
una materialidad significante.
Pero para nosotros, decir que hay dos letras, es decir que hay
dos goces nombrables. Esto deja abierta la cuestión, pues sibien
tenenlOSsignificantes ntnnerables, SI' S~,S3:no tenemos a l' a~,
al; no tenemos del lado del goce las mismas numeraciones
posibles, los índices.
Lacan sólo utilizó esos índices cifrables cuando se trataba
especialmente de lo imaginario, ¡(al)' Fónagy u otros lingüistas
que se cruzaron con el psicoanálisis tratan de mostrar lo bien
fundado del sentido sexual en sus más pequeí10s elementos, lo
que hay que subrayar especialmente es la demostración del
resto, del resto material que define para nosotros el materialis-
mo en psicoanálisis. Hay un cierto tipo de material que recono-
cemos y que no es reconocido en su lazo con el goce por nadie
más, por ningún otro discurso.
De este modo haya la vez, contrariamente al sujeto y a su
pulsación, una sincronía de la batería significante y una
materialidad de la letra, la que no se divide. La gran pregunta
será entonces: ¿cómo van a recubrirse, cómo van a poder
reunirse, en una identificación posible, el sujeto y el lugar del
16
Lo idclltificaeiólI: top%glo l¡liclllPO
Otro? ¿Cómo podrá cada uno encontrar su nombre si su
relación al goce y a su marca por un lado, y por otra parte a su
nombre, se oponen de ese modo?
Hay en Lacan dos respuestas a esta pregunta, una es la que
da en "El tiempo lógico ... ": para identificarse hace falta tiem-
po. La segunda, la da en el texto llamado "De una cuestión
preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis": para
identíficarse, hace falta una topología.
Es esto lo que voy a examinar con ustedes hoy, haciéndoles
notar que Lacan, antes de titular un seminario "La topología y
el tiempo", había puesto de manifiesto que las paradojas de la
identificación en psicoanálisis suponen primero la función
temporal y en segundo lugar, una topología. Vamos a ver lo
que quiere decir esto.
***
Tomaremos "De una cuestión preliminar a todo tratamien-
to posible de la psicosis", texto fundamental, en la obra de
Lacan, tanto desde el punto de vista clínico como teórico;
como ese otro dedicado a sus colegas psiquiatras, "El
Atolondradicho", texto profundamente teórico. La primera
parte de "El Atolondradicho" fue publicada en una recopila-
ción de homenajes a Henri Rousselle. Ustedes ven la cabeza
de los lectores sumergiéndose imprevistamente en "El
Atolondradicho", que es un texto prácticamente ilegible para
alguien que no tenga una buena formación y diez a110Sde
práctica en la lengua lacaniana. Es un texto hecho para ser
ilegible. Por lo tanto, Lacan no hizo muchos amigos publicando
ese texto, que sin embargo designaba el deseo de Lacan de que
sus elaboraciones, incluso las más oscuras aparentemente,
encuentren sus consecuencias clínicas.
"De una cuestión preliminar. .." comienza por una parte
titulada "Hacia Freud", que cuestiona toda concepción de un
sujeto unificado, toda concepción de un sujeto que podría
escribirse S, tan inconsciente como se lo suponga. Podríamos
suponerlo totalmente inconsciente, eso no cuestiona en su
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Eric Laureut
fundamento la intuición si se lo supone unificado. Siguiendo el
hilo de la exposición a lo largo de este texto, la concepción que
Lacan ataca con fuerza es el prejuicio según el cual los psicoa-
nalistas estarían liberados de la imaginación, de la intuición del
sujeto unificado, porque lo supondrían inconsciente.
Lacan expone que antes se apuntaba a una concepción
dominante en el psicoanálisis que reconocía un yo tironeado
entre las exigencias pulsionales del ello y las prohibiciones
superyoicas. Ese valiente yo tironeado hacía lo que podía; es
por ello que se trataba de reforzado, contando con un pequeño
truco aún más retorcido que esta historia del yo aprisionado
entre aquel que lo empujaba y aquel que lo golpeaba, se trataba
de la historia de la esfera autónoma, libre de conflictos, inven-
tada por Hartmann. Él dijo francamente lo que quería hacer:
para reconciliar el psicoancHisiscon la biología hay que suponer
una instancia en la cual haya una adaptación posible al mundo,
fuera del conflictoentre elelloy el superyó. De allísu postulación,
en nombre de motivos biológicos, de una instancia no conflic-
tiva en la que el sujeto puede adaptarse y no ser simplemente
un equilibrio de fuerzas. Esto implicaba reintroducir la esfera,
es decir el punto unificado, la ghi.nduLapineal del psicoanci.lisis,
esa glándula pineal que en Descartes tiene la imposible misión
de reconciliar las dos sustancias: el pensamiento y el cuerpo.
El problema aún no está resuelto. No estoy seguro de que se
hayan hecho muchos progresos desde la problemática de la
glándula pinea\. No es la opinión de Jean-Pierre Changeux que
expone actualmente en París con la ayuda de un amigo conser-
vador de museos -es una exposición con un título alambicado:
"El alma en el cuerpo" -. En dicha exposición se trata de hacer
comprender que hemos progresado mucho sobre las relaciones
delcuerpoydf~lamentepues ahora vemos al espíritu funcionar
en la cámaras de positrones. Los que más se indignan con ese
tipo de materialismo mecanicista, materialismo del siglo XVIIT,
son los defensores de las religiones. Pero es cierto que el punto
de vista del psicoanálisis, con respecto a esta cámara de
positrones y al funcionamiento del cerebro desde la perspectiva
de las neurociencias, es considerado como un idealismo peli-
IR
La identificacián: 101'0/ogÚ¡ !! tie/l/po
graso que forma parte de un mundo con el cual hay que romper.
Dicho de otro modo, no están persuadidos de ningún modo que
seamos materialistas, consideran que Loobsoleto es el punto de
vista del psicoanci.lisis.
El punto de vista de Lacan expuesto allí es que más bien lo
obsoleto es la cámara de positrones. Está perfectamente ajus-
tado a lo que quiere hacer y está articulado a la ciencia, pero en
todo caso es obsoleta en lo que concierne a la estructura del
sujeto. Todo esto para decides que no estamos en una lectura
del pasado: todo lo que Lacan dice allí es de la mayor actuali-
dad, sobre todo cuandotenemos en nuestro mundo un retorno
forzado de las ficciones del siglo XVlI[, en el sentido de las
ficciones mecanicistas, el hombre máquina, ete. Lacan apunta
a destruir esta concepción con las consideraciones sobre la
necesidad de una topología del sujeto.
Por eso, toma en este texto el término latino de percipiens,
para evitar el yo, todo ese tipo de térmi nos, sistema percepción-
conciencia. Prefiere el término latino de "sujeto que percibe".
La ventaja de la lengua latina es subrayar simplemente la
actividad del pcrcipiens frente al pcrceptum, a lo percibido (en
pasado). Lo que va a interesade es resaltar que, desde el punto
de vista del psicoanálisis, no hay ninguna síntesis necesaria del
percipiens. Nohay ningún nivel en que el psicoanálisis suponga
una organización sintética. Los ejemplos que ton,a están espe-
cialmente elegidos por él de la clínica. No de la clínica
psicoana lítica, sino de la clínica esclarecida por el psicoamllisis,
la clínica en sentido amplio, por lo tanto también psiquiátrica,
para hacer valer que a partir del momento en que hay paLabra
y lenguaje, hay división. Comienza por subrayar el caso en
donde la palabra viene del Otro; señala que basta que se nos
hable y -cito- "[ ... ] el sujeto cae bajo el efecto de una sugestión
de la que sólo escapa reduciendo al otro a no ser sino el
portavoz de un discurso que no es de él o de una intención que
mantiene en él en reserva".2
2. Lacan, J.: "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de
la psicosis", en Escritos 2, 14" edición, traducción de Tomás Segovia,
Buenos Aires, Siglo XXI, 1987, pág. 515.
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El término "sugestión" basta por sí solo para darnos el
índice clínico al que hace referencia, es decir el fenómeno de la
hipnosis, allí obedecemos a la palabra del hipnotizador; basta
para ello con que se haya instalado en el lugar desde donde,
cuando dice: "¡Duerma!", no nos interroguemos sobre lo que
quiere decir sino que dormimos. No nos i!1teresamos en el
discurso del cual él es el portador. Cuando un sujeto dice:
"Duerma", si pensamos que con ello quiere ponerse en el lugar
de una suerte de opio del pueblo, nos rebelamos, y nos pregun-
tamos: "¿Qué discurso es éste, por qué quiere tanto que dunna-
mos?, ¿qué quiere de mí?, ¿qué palabra porta?", o "¿qué
intención tiene?". En lahipnosis, esos dos puntos están suspen-
didos, y Freud explicó por qué: el hipnotizador se pone en el
lugar del ideal, de allí que esté anulada la cuestión de saber
"por qué me dice esto", y" ¿en nombre de quién habla?; está en
el lugar desde donde se porta la palabra y, por lo tanto, cuando
se ocupa ese lugar, nos dejamos llevar. Por el contrario -y es lo
que la hipnosis pone de relieve-, el uso normal de la palabra
hacequeenla vida cotidiana no durmamos todo el tiempo. Esto
se produce porque a partir del momento en que se nos habla
nos preguntamos: "me dice esto, pero ¿qué quiere de mí?" .Hay
desde el comienzo una relación entre aquel que habla y lo que
dice: hay una separación que Lacannombrará como la diferen-
cia entre el sujeto del ~nunciado y el sujeto de la enunciación;
suponemos al menos una división: "me dice esto (sujeto del
enunciado), de acuerdo, pero ¿qué quiere de mí? (sujeto de la
enunciación)" .
Por lo tanto, a partir del momento en que el otro me habla
hay una división, no una síntesis, y frente a todos los que
sostienen la operación de la síntesis del sentido, que piensan
que para producir sentido hay que estar verdaderamente uni-
ficado, reunido en sí mismo, existe el primer efecto: desde que
nos hablan, para buscar el sentido de lo que se dice, está la
división supuesta.
El segundo punto es que la palabra viene del sujeto -voy a
ir rápido para llegar a la topología-; sin embargo, leamos juntos
la referencia al fenómeno clínico: la alucinación motriz verbal.
20
LI/ idl'lltitiCllcióll: IOpO/OgIÍllj tielllpo
No sé si todavía se enseña en psiquiatría y psicología, no sé si
saben lo que es la "alucinación motriz verbal". Es un descubri-
miento de un clínico francés, Séglas: en el momento en que
ciertos alucinados dicen estar alucinados, hablan, y con su
glotis hacen movimientos articulatorios correspondientes a la
voz. Gran descubrimiento, porque en esa época se pensaba (no
había cámara de positrones pero era lo mismo) que había un
cierto tipo de centro del lenguaje que se accionaba, y entonces
era importante saber si no había un centro motor diferente del
centro de la fonación o de la audición. Esto abogaba por el
aislamiento de un centro del cual dependían los movimientos
motores, y no los movimientos verbales. Se habría producido
un cortocircuito neuronal, el contacto se produce cuando no
debería, porque hay un mal enganche, y entonces cuando
hablan se escuchan desde el exterior. Esto les parece raro
porque es un cortocircuito que ocurrió donde no debía. Así se
da una explicación de buen gusto y sólida que interesó.
Simplemente, en parte gracias a la cámara de positrones,
sabemos que hay que buscar más. Es más complicado que eso.
Si esto le interesa a Lacan es porque los mismos alucinados al
ser interrogados, en tan to son ellos mismos los que articulan la
cadena -pues estamos seguros de que hay un solo emisor y
habla~, distribuyen las voces que escuchan, lo que es extraor-
dinario. Es decir que el sujeto dini: una de las voces es aguda,
es la voz de una mujer; hay voces graves, deben ser de hombres;
la otra no la conozco, etc. Hay una distribución, si bien sólo hay
una emisión. El sujeto que se escucha está dividido, y en su
materialidad se presenta como dividido. Entonces, la gran
ilustración de la alucinación verbal motriz es la forma fragmen-
tada del sujeto. Dejo de lado las consideraciones propiamente
clínicas. No es sólo la alucinación verbal motriz lo que Lacan
interroga, sino una alucinación producida en ocasión de un
delirio de a dos. Es un delirio de a dos que pone en juego a tres
personajes. Para lo que nos interesa dejemos de lado el análisis
completo de la alucinación" marrana", que algunos de ustedes
conocen. Setra ta de una madre y de su hija, que deliran de a dos
tranquilamente. Ese binomio delirante se interrumpe un corto
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tiempo porque la hija quiere casarse. Va a la casa del esposo,
tiene la sensación de que allí quieren matarla; tiene un momen-
to paranoico agudo y entonces vuelve rápidamente a su casa y
retama el binomio delirante con mamá. En el corredor delante
de su departamento, donde ya presumían que los vecinos
hacían cosas horribles, se cruza con uno de ellos y escucha que
éste le dice: "marrana".
El argumento de Lacan marca que hay una concepción
proyectiva del psicoanálisis que consiste en explicar que esta
muchacha escuchó "marrana" porque pensó: "todos los hom-
bres son cerdos", y entonces por proyección esto le vuel ve bajo
la forma de la injuria: "marrana". Habría allí toda una corriente
interpretativa que apuntaría a marcar: los hombres son todos
puercos, ete.
Lacan defiende otra corriente, una corriente que dice:" ¿qué
pensaba usted antes?"; pero justamente no dice "pensar" sino:
"¿qué se profirió en usted el instante anterior?", puesto que en
el fondo el término "pensamiento" en la psicosis es altamente
discutible. Y tenemos entonces la frase: "vengo del fiambrero",
pronunciada por la paciente en la perplejidad. Se disculpa por
haber "pensado" esta frase, o más bien de que se haya proferi-
do, se disculpa, lo que es extraño. Por otra parte, lo importante
es que está perpleja, porque ella no venía del fiambrera. Lo que
hace que el je (yo), "vengo del fiambrero" es un jc extrafio.
Entonces dice, en un sentido sí: venía del fiambrera, pues el
esposo era de una familia campesina y ella había tenido la idea
persecutoria de que iban a matarla en casa de esa gente rústica
que mata puercos. Pero es en un sentido que la deja perpleja. La
hazai1a de Lacan es hacernos comprender que no sabemosquien es el yo (je)*: la paciente, la madre -las dos delirando de
a dos-, es el prablema con los delirios de a dos, nunca sabemos
quién dice "yo", nunca sabemos quién habla, las ideas deliran-
tes de una se encuentran en la otra, y en estos delirios de a dos
tenemos mucha dificultad para asignar el yo. Incluso para la
* En español no se escribe el shift<'r (yo). [N. de la T.]
22
La iden tificl1eiólI: t0I'0IOglÍl y tic/l/po
paciente misma podía ser cualquiera de los tres quien venía del
fiambrera: ella, su madre o el hombre con el que se cruzaba.
Ella no sabe, es allí donde juega su papel la idea de la perple-
jidad, y donde Lacan interpreta recurriendo a la concepción de
Jakobson que acababa de publicarse, del término "embrague",
shifter. -embrague, como el embrague de los autos, es un térmi-
no muy concreto-: to shUt, en inglés, es enganchar la velocidad,
eslamaterialidad del embrague. Cuando ustedes desembragan,
el motor gira en el vacío y, en efecto, los engranajes no giran
porque no hay enganche. Esésta la concepción concreta y pode-
rosa que propone Jakobson, diciendo que serán embragues las
palabras del código que no toman sentido-con toda la amplitud
de "tomar sentido"- más que de las coordenadas: atribución,
fecha, lugar de emisión del mensaje. Los pronombres persona-
les son el ejemplo eminente. La hazaí'ia de Jakobson es tratar,
como lingüista, de clasificar lenguas donde los sistemas de pro-
nom bres persona lesson extremadamente divergentes -hay len-
guas que no tienen pronombres personales, donde los pranom-
bres personales no son aparentes-o. ¿Qué es lo que ocupa su
lugar? Las mentes ingenuas se hacen, este tipo de preguntas con
el japonés, por ejemplo. Allí es bastante difícil captar dónde
están los pronombres personales, y entonces responden: ¡espor-
que no tienen sentido del individualismo! Gracias al sentido,
y ... también se podría hacer lo mismo con el espaí'iol, donde no
se dice "yo pienso", sino "pienso". ¿Tendré'in o no tendrán el
mismo sentido del individualismo? Jakobson, por el contrario,
se interesó en las lenguas eslavas. En ese tipo de lenguas la
distribución de los pronombres personales es más complicada
todavía. La ventaja de su máquina llamada "embrague", con
términos como "código" y "mensaje" -totalmente desconoci-
dos por los lingüistas profesionales, utilizados por los técnicos,
los ingenieros de la comunicación, no por lingüistas-, es que
resuelve toda la cuestión. Llamará "embrague" -y mete en la
misma bolsa las cosas más disímiles- a todo lo que en el
código sólo se deduce del mensaje.
Ven ustedes por qué es un embrague, pues el "vengo"
describe en el código una acción, verbo de movimiento, no es
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una actitud proposicional, es un verbo de acción, no es "temer",
etc; "fiambrera" designa en el código actividades, referencias,
un cierto número de actividades comerciales ... En ese mensaje
hay elementos del código que remiten a un cierto número de
funciones de lo que podemos llamar el mundo, el universo de
referencia. Hay allí uno solo, el yo, que sólo tiene sentido por la
atribución del mensaje: ¿quién lo dijo? Por lo tanto "vengo del
fiambrero", yo, y se dice en el momento en que se enuncia, en
el presente: no hay cita, no hay fenómeno de atribución a otro,
etc. Vemos entonces cómo los tres términos -atribución, fecha,
lugar de emisión- convienen para designar la función de estos
términos.
Jakobson trataba toda la cuestión de los pronombres perso-
nales (que llenaba las bibliotecas y continúa llenándolas: ¿qué
quiere decir este yo?, ¿quiénes somos?, etcétera) con un fenó-
meno que parece muy mecánico, técnico: atribución, fecha,
lugar de emisión. Es decir, con funciones de computadora.
Gran parte del acercamiento fenomenológico era barrido por
estas fuertes consideraciones. Esto le interesó mucho a Lacan,
pues había una definición estricta de los pronombres persona-
les que parecían el índice del sujeto, únicamente a partir del
Otro: el código y el mensaje no remiten más que al lugar del
Otro, todo eso es exterior.
y bien, tienen una definición del sujeto estrictamente
deducible a partir de este Otro, de un lugar que no es el sujeto.
A partir de esta definición, no hay ninguna necesidad de una
interioridad subjetiva para definir un sujeto. No necesitan más
que tener en el origen una lengua en la cual haya códigos y
mensajes, una lengua que se preste, como las lenguas na turales
que son a la vez códigos y mensajes, y a partir de allí tienen
código y este Otro, una definición del sujeto apresado por su
índice: el pronombre personal.
Lacan pondrá de relieve, luego del ejemplo que seguimos,
que "la función de irrealización no está toda en el símbolo"
-esta función de irrealización es la que eligió destacar en su
ejemplo del elefante-o Cuando digo "elefante", los elefantes
están en la habitación; es por ello que hay un bello elefante en
24
La idclltifiCllciólI: t0I'0/ugJÍI y ti['llll'o
la tapa de El SelJlillario l, porque el significante es el asesinato de
la cosa: no hay ninguna necesidad, en efecto, de tener la cosa
"elefante" y su goce, etcétera, para debatir su suerte. Cuando la
conferencia de las Naciones Unidas dedicadas a las especies en
extinción debate sobre los elefantes, eso tiene muchas más
consecuencias sobre la suerte de los elefantes en su hábitat de
lo que pueden pensar los elefantes. Y no hay ninguna necesi-
dad de que estén allí para que en efecto sea definida la cuota de
caza de elefantes y se enuncie o no la prohibición de los
colmillos de marfil según códigos y reglamentos abstractos.
Tenemos allí un bonito ejemplo de la función de irrealización
del símbolo; y por otra parte ya pueden los elefantes desapare-
cer del planeta, nosotros continuaremos hablando de ellos y
reglamentando por ellos también ... La máquina burocrática no
se detendrá así como así.
Entonces, tenemos esta primera versión, el asesinato de la
cosa, pero eso no es el todo: "Para que su irrupción en lo real sea
indudable, basta que se presente, como es común, bajo la forma
de cadena rota".] Lacan se tomará mucho tiempo para explicar
este tipode frasecita. Vemosen el comentario deJean Hyppolite
sobre la Verncillllllg hecho en el seminario de Lacan, que hay
algo que él no comprende: por qué Lacan habla de real. Porque
Jean I-fyppolite es hegeliano y lo fundamental para él es la
función deirrealización del símbolo: "El símboloesel asesinato
de la cosa"; esto lo comprende muy bien, es compatible con
Hegel. Pero la idea de que hay pasaje de lo real en el símbolo
-el término mismo de real es empleado por ello-es incompatible
e incluso no tiene sentido en la filosofía hegeliana, no tiene
sentido incluso en la filosofía; se discute, podemos dar un
sentido a esto, algunos trataron, pero es difícil. El estatuto de
esta alucinación que define lo real tiene un orden de realidad
completamente distinto.
Vaya retomarlo la próxima vez, pero quiero hacerles captar
un punto.
3. Lacall, J.: Escritos 2, ob. cit., pc'íg. 517.
25
111
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111
Eric LI111renl
La idclllijicaciól1: 101'0log(l11/ lielllpo
4. Ídem, pág. 521.
Tienen aquí el primer movimiento: la pura definición de un
Otro del sujeto. Inmediatamente, Lacan aplica este maravilloso
descubrimiento de Jakobson a la clínica de las alucinaciones
-lo que no se había hecho nunca antes-o Demuestra que estas
alucinaciones se di viden en dos: fenómenos de código, un
nuevo código, un neo-código -ya se había pensado en ello antes
de Lacan pero no se lo había reducido a códigos-, y mensajes,
los famosos neologismos, las nuevas lenguas. El código que
finalmente da indicaciones, lo que tiene de nuevo, es que nos da
mensajes sobre el código. En la Grulldsprachc, por ejemplo: "los
pájaros del cielo"quiere decir que se designa con ello a las
jóvenes que ... , etc. Es un mensaje sobre el código que va a
definir este nuevo término, "pájaro del cielo". Del otro lado, el
mensaje, por ejemplo: "Usted debe, en cuanto a usted ... rendir-se a la evidencia de que es un idiota "4 -·esto se presenta bajo la
forma de injuria, que es la forma más normal de la alucinación
o de la manera en que cada uno se habla a sí mismo-- esta
priJnera parte, "usted debe en cuanto a usted ... ", está vacía; es
allí donde se presenta con la misma categoría: este largo
segmento es un embrague; todo lo que enuncia esta frase, es lo
que en el código no cobra sentido sino por el mensaje. Es por
ello que para Schreber un embrague designa todo aquello a 10
cual tiene que responder; designa la unidad. Esta unidad
proferida por Dios, la embraga forzadamente, si puedo decirlo.
En lugar del embrague, del shifter, tiene palabras impuestas, es
decir un embrague impuesto. Él quisiera que se lo deje tranqui-
lo, que el motor significante gire pero que lo deje en paz. Y
--------~.
~- SUJ"o b > personal(' Pronom re
A
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a)
b) Código
Código-mensaje
sobre el código
Mensaje
["usted debe ... "]
mensaje-código~~- >me I1saje
tenemos entonces un embrague forzado que lo agota, pues
debe responder todo el tiempo. Este embrague, este pronom-
bre impersonal lo apunta y lo embraga en lo más personal de sí
mismo, y sólo designa en el mensaje las palabras del código que
no son más que palabras vacías, que no tienen ningún sentido,
que son una suerte de significación personal pura y vacía.
Ven ustedes cómo todo esto podía encantar; fenómenos de
este tipo vienen de alguien que se formó con mentes mecanicistas
como Clérambault o Guiraud, que buscaban en la clínica
psiquiátrica un trastorno primario, antes de que aparezca el
sentido delirante. Buscaban fenómenos en los que existían,
antes que cualquier significación: "el otro quiere mi mal"
paranoico o "él me ama" erotómano, etc. -fenómenos de pura
desconexión-o Vemos allí que Lacan se sirve admirablemente
del shifter para obtenerIo; un código que sólo da indicaciones
sobre el mensaje. Y termina su estudio, esta presentación del
"Hacia Freud", diciendo que la gran cuestión es comprender si
no es notable la predominancia de la función del significante en
esos dos órdenes de fenómenos; nos incita incluso a buscar lo
que hay en el fondo de la asociación que constituyen: de un
código constituido de mensajes sobre el código, y de un men-
saje reducido a lo que en el código indica el mensaje.5
El interés de esto, dice Lacan, es que zanja la cuestión:
"Pues hay allí una topología que es enteramente distinta de
la que podría hacernos imaginar la exigencia de un paralelismo
inmediato de la forma de los fenómenos con sus vías de
conducción en el neuroeje."h
Es decir que lo que encontrará siempre la cámara de
positrones son fenómenos paralelos, en paralelo: está el sujeto
y luego los mecanismos de conducción de cableado más o
menos refinados, sofisticados. Tenemos allí un fenómeno en el
que, de entrada, el código implica al mensaje -mensaje en el
código- e, inversamente, el código está en el mensaje. Dicho de
otro modo, debemos encontrar un mecanismo, un modo
5. Ídem, pág. 522.
6.Ibídem.
26
27
Eric LII1/rent
topológico donde el sujeto y el Otro no puedan concebirse
como exterioridad. Ya tenemos en el Otro la necesidad del
.sujeto tomado en tanto pronombre personal; tenemos en el
Otro, si queremos, un casillero" sujeto". Si ponemos al Otro y
al sujeto, ambos suponen una intersección. A partir del Otro,
podemos entonces definir estrictamente los índices posibles
del pronombre.
LII ideJltitICllci<ÍJI: top%glll 1/ tie/llpo
escribe lo mismo que esta intersección del código y del mensaje:
para Lacan el sujeto se precipi ta por un mensaje hacia el código;
el vector de intención quiere decir que es en razón del mensaje
que el sujeto quiere realizar, que pasa por el código, ya partir
del código le vendrá el mensaje que enunció. Siponen estos dos
grafos uno frente al otro, creen atrapar el mensaje, y es un
mensaje que incluye el código.
CLASE DEL 17 DE NOVIEMBRE DE 1993
MC
~---=~
¡s (A) A~
Esto fue hecho en los comienzos de la sección clínica por
Jacques-Alain Miller, esta gimnasia de montaje es indispensa-
ble por la inclusión topológica que esto implica. Creen ustedes
atrapar el código, y tienen un mensaje, preexiste un mensaje; es
imposible estar en una pendiente en la que están separados de
estas diferentes funciones.
Por ello la identificación supone el tiempo y una topología.
Y en segundo lugar, entre código y mensaje, tenemos exac-
tamente los mismos fenómenos; es que ya en el mensaje hay
código, y ya en el código hay mensaje. Si Lacan da esta indica-
ción preciosa diciendo que habría que volcar todo esto con el
mayor cuidado sobre un grafo, es que en el fondo el grafo ya
está construido como los círculos de Euler, que utilizará más
tarde como inclusiones. Cuando decimos: primer piso del
grafo, segundo piso del grafo, de hecho tenemos no estratos
sino inclusiones por los circuitos, que hacen que tengamos un
sistema tal que sea imposible tener este átomo, el átomo
lingüístico.
Es el esquema que Jakobson tomará; a partir de un código,
fabricamos mensajes según un esquema en donde el bucle y el
sentido aparecen de tal forma que el mensaje se descifra a partir
del código. En tanto que en el sistema de Lacan, el sujeto de
entrada pasa por el Otro. La célula fundamental del grafo
28 29
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Erie Lal/re¡¡ t
topológico donde el sujeto y el Otro no puedan concebirse
como exterioridad. Ya tenemos en el Otro la necesidad del
.sujeto tomado en tanto pronombre personal; tenemos en el
Otro, si queremos, un casillero "sujeto". Si ponemos al Otro y
al sujeto, ambos suponen una intersección. A partir del Otro,
podemos entonces definir estrictamente los índices posibles
del pronombre.
Y en segundo lugar, entre código y mensaje, tenemos exac-
tamente los mismos fenómenos; es que ya en e] mensaje hay
código, y ya en el código hay mensaje. Si Lacan da esta indica-
ción preciosa diciendo que habría que volcar todo esto con el
mayor cuidado sobre un grafo, es que en el fondo el grafo ya
está construido como los CÍrculosde Euler, que utilizará más
tarde COlno inclusiones. Cuando decimos: primer piso del
grafo, segundo piso del grafo, de hecho tenemos no estratos
sino inclusiones por los circuitos, que hacen que tengamos un
sistema tal que sea imposible tener este Momo, el átomo
lingüístico.
Es el esquema que Jakobson tomarcí; a partir de un código,
fabricamos mensajes según un esquema en donde el bucle y e]
sentido aparecen de tal forma que el mensaje se descifra apartir
del código. En tanto que en el sistema de Lacan, el sujeto de
entrada pasa por el Otro. La célula fundamenta] del grafo
28
La idelltificacián: tOl'olog1ÍI If t iCIIII'''
escribe 10mismo que esta intersección del código y del mensaje:
para Lacan el sujeto se precipita por un mensaje hacia el código;
e] vector de intención quiere decir que es en razón del mensaje
que el sujeto quiere realizar, que pasa por el código, y a partir
del código le vendrcí e]mensaje que enunció. Si ponen estos dos
grafos uno frente al otro, creen atrapar el mensaje, y es un
mensaje que incluye el código.
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Esto fue hecho en los comienzos de la sección clínica por
)acques-Alain Miller, esta gimnasia de montaje es indispensa-
ble por la inclusión topológica que esto implica. Creen ustedes
atrapar eleódigo, y tienen un mensaje, preexiste un mensaje; es
imposible estar en una pendiente en la que están separados de
estas diferentes funciones.
Por ello la identificación supone el tiempo y una topología.
CLASE DEL 17 DE NOVIEMBRE DE 1993
29
2. LA PARADOJA DEL MENTIROSO
Vamos a continuar el recorrido de las paradojas de la
identificación. La última vez señalé que Lacan considera nece-
sario el estudio del tiempo y de la topología. Lo que se verifica
en sus enunciados sobre la identificación: los que figuran en "El
tiempo lógico o la aserción de certidumbre anticipada", o
incluso en la "Cuestión preliminar a todo tratamiento posible
de la psicosis". Articula de este modo "la topología y el tiem-
po", título que terminarápor dar a uno de sus seminarios. Esta
topología la hemos visto en acción en el esquema de la comu-
nicación de Lacan. En este esquema, si el sujeto se precipita
hacia el Otro, la respuesta sólo se cierra en la vía de retorno; y
hemos visto que esto implicaba, al contrario de la concepción
geométrica que distingue el lugar del código y el lugar del
mensaje, una concepción topológica según la cual hay mensaje
a partir del código. Hay que considerar allí dos distribuciones
de la inclusión del código en el mensaje, distribuciones entre el
sujeto y el Otro. Pero tenemos que suponer una suerte de
intersección fundamental entre el código y el mensaje, y no una
exclusión de lo que en el código vendría del mensaje, y de lo que
en el mensaje vendría del código. Esta inclusión es la hipótesis
sostenida por Lacan, que hace que pueda hablar de la inclusión,
en el sujeto, de un significante del Otro: en lo más íntimo se
descubre lo más exterior, lo más lejano. Es la experiencia
subjetiva que Lacan señaló, por ejemplo, en San Agustín, al
describir cómo descubrió la marca del Otro absoluto buscando
la más grande introspección. Esta marca era para él la presencia
del pecado, tan lejos como se remontara en su existencia.
31
1. Lacan, l.: "El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada.
Un nuevo sofisma", en Escritos 1, 14" edición, traducción de Tomás
Segovia, Buenos Aires, Siglo XXI, , 1988, pág. 203.
Esta articulación de lo más íntimo y de lo más exterior, del
mensaje más personal y del códi~o más universal, es lo que está
presentado en algunas páginas de la " ... cuestión prelimi-
nar ... ", que hemos leído juntos; pero también, si nos remitimos
ahora al final del texto "El tiempo lógico y la aserción de
certidumbre anticipada", pá~ina 213 de los Escritos, descubri-
mos en la nota final, la nota 2, lo siguiente: Lacan aconseja
releer, una vez leído su artículo, Masscnpsychologic de Freud y
dice:
"Que el lector que prosiga este volumen re~rese a esta
referencia a lo colectivo que es el final de este artículo, para
situar gracias a ella lo que Freud ha producido bajo el registro
de la psicología colectiva (MasscnpsycllOlogic IlIld lclt-Analysc,
1920):lo colectivo no es Ilada sino el sujeto de lo individual".'
Lo colectivo no es nada sino el sujeto de lo individual:
proposición que puede parecer poco clara, y que quizá se
aclare con los desarrollos precedentes. "Lo colectivo no es
nada": si lo traducimos como "El Otro no existe", vemos que,
no es nada sino el sujeto de lo individual, o sea lo que en el
individuo es el significante del Otro; lo que permite, incluso,
contarse como uno.
Yvemos en esta frase: "Lo colectivo no es nada sino el sujeto
de lo individual", que está al final de este texto sobre el tiempo,
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La I'amdoja del Illclltiroso
una consideración de esta inva~inación topológica del Otro en
el sujeto, que hace que cada vez que Lacan presenta fenómenos
de marcas justamente ha~a valer que esta marca no es otra cosa
que el sujeto que puede contarse como uno. Y,a la inversa, en
cada individuo, no hay otra intimidad que la de estos
significantes dejados por el Otro. Encontró, por lo tanto, en el
final de su texto sobre el tiempo ló~ico, tres tiempos para
articular el sujeto y el Otro:
1. Un hombre sabe lo que no es un hombre;
2. los hombres se reconocen entre ellos por ser hombres;
3.Yoafirmo ser un hombre, por temor de que loshombres me
convenzan de no ser un hombre.
Podréln notar que estos tiempos de identificación no parten
de un saber sobre lo que sería ser hombre, sino que parten de lo
que no es un hombre: "Un hombre sabe lo que no es un hom-
bre". Como ven, esto no dice nada acerca de qué es un hombre.
A continuación alcanza sin tener ningún "ser-hombre" de par-
tida sino una negación; que se reconozcan entre ellos. Los hom-
bres se reconocen entre ellos por ser hombres; no saben lo que
hacen, no tienen nin~una idea, pero se reconocen entre ellos.
En tercer lu~ar: "Yo afirmo ser un hombre", ésa es toda la
cuestión de la afirmación o de la decisión; y una cierta prisa no
entorpece las cosas, vemos entonces aparecer la función del
miedo y de la an~ustia: "por temor de que los hombres me
convenzan de no ser un hombre".
Hay que decir que este párrafo es una ló~ica colectiva funda-
da en el racismo, parte del rechazo, de un rechazo primordial:
un hombre sabe lo que no es un hombre. Y hace que podamos
comprender el último párrafo que tampoco es muy claro en una
primera lectura:
"Movimiento que da la forma lógica de toda asimilación
'humana', en cuanto precisameÍlte se plantea como asimiladora
de una barbarie [... ]".2
Cuando Lacan escribe este texto, justamente se estaba sa-
liendo de la barbarie nazi, es el año' 45, esta barbarie está muy
2.Ibídem.
I
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32 33
Erie LtlIucl/f
presente en su texto. Vemos efectivamente cómo a partir de un
rechazo que no se refiere al significante -esto va a aclararse más
tarde, por supuesto, con los desarrollos sobre el goce- un
hombre sabe lo que no es un hombre; y hay un rechazo, "no es
un hombre porque no goza como yo". A partir de esto, los
hombres se reconocen entre ellos, no saben muy bien cómo. Y
entonces, subjetivamente, me doy prisa; simplemente afirmo
decidido, por temor de que los hombres me convenzan -la
expresión es formidable-, de no ser un hombre. Porque la
posición de refutación puede venir del Otro, no viene del
sujeto, el sujeto mismo no sabe lo que es un hombre, sino lo que
debe hacer, afirmarse, decidir sobre ello, porque si no decide,
puede ser convencido.
Vemos entonces que hay una lógica colectiva que produce
un anudamiento; que a partir de una ausencia de definición de
ser un hombre, sin embargo, va a permitir un yo que se afirma.
Es una intuición lógica que va a continuarse a lo largo de la obra
de Lacan. Es complicado a causa de la teoría del deseo y del
goce. Pero tenemos, de todos modos, algo que va a funcionar,
incluido en la lógica del pase, una vez reemplazado por la
constitución de la colectividad psicoanalítica:
1. "Un psicoanalista sabe lo que no es un psicoanalista", esto
no dice, de ningún modo, que el psicoanalista sepa lo que es un
psicoanalista.
2. "Los psicoanalistas se reconocen entre ellos para ser
psicoanalistas", es lo que demandamos en la experiencia del
pase, que un cartel reconozca: "éste es de los nuestros". ¿Cómo?
3. "El sujeto debe afirmarse, decidir ser psicoanalista por
temor de ser convencido por los otros psicoanalistas de no ser
un psicoanalista."
J acques- Alain Miller daba una di ferenciación esclarecedora
-para aquellos que han seguido su curso recientemente- que
hace jugar, sobre una serie de textos clásicos y psicoanalíticos,
la voluntad: "me afirmo", y el entendimiento: "ser convencido
de". Estos elementos que tuvieron un sólido papel en la ense-
ñanza de Jacques Lacan están diferenciados en esta poderosa
articulación.
34
La I'aradoja del/I/el/ firoso
Lo que quiero señalar es cómo se produce el anudamiento
en esta función temporal, aprensible por los índices; no puede
ser simultélt1CO,y sin embargo está marcado por el tiempo.
Le agradezco a Mme. Warte1,quien me envió una pregunta
escrita a propósito de la última clase, seflalando una dificultad
respecto de la topología inclusiva del código y del mensaje.
Esta dificultad se refiere al in itiu 11I del recorrido en donde la
intención del mensaje está presente -el sujeto se precipita hacia
el Otro, como lo dice la flecha-: en el fondo, tenemos una cuasi
instantaneidad con el retorno; ¿cómo concebir la presencia del
mensaje desde el comienzo y el hecho de que no se concluya
sino luego de un cierto tiempo? En efecto, es una pregunta que
vaya retomar en otro momento; la guardo pues hay desarrollos
sobre la psicosis misma que en este momento serían ectópicos
-ya volveremos a ellos-o
Encontramos aquí también esta identificación conclusiva:
"meafirmo", luego de la articulación de tiempo, los índices de
tiempo, donde se anuda al tiempo mismo, según esta función
temporal, el Otro y la afirmación subjetiva.
* * *
Esta afirmación y la función de la identificación como
afirmación, en su relación con 10 colectivo -o el Otro -, es algo
que escande la enseñanza de Lacan. Cuando Lacan elige abor-
dar la identificación como tal en su seminario de 1961, desarro-
lla allí las relaciones del sujeto con lo universal, ya no con la
colectividad sino con el "todos". Trata de ver cómo se anuda la
afirmación: el "yo", el "yo digo", y lo que concierne al "todos".
Para ello, toma un clásico del género, un clásico de los enuncia-
dos que anudan 10 colectivo y el yo, el enunciado: "todos los
cretenses son mentirosos, así habla Epiménides el cretense",
célebre sofisma. Este término deriva de la escuela de filosofía
griega sofista, ésta tenía un cierto número de paradojas lógicas
l~nlos cajones y en su enseñanza, con ellas desarmaban todos
los argumentos para delimitar sus paradojas lógicas. La ense-
Ilanza lógica de la escuela sofista pasaba por desarmar en
35
!.I;':I.1
!!II
lilIj
Eric Lallrellt
forma reglada un cierto número de paradojas llue se inventa-
ban y se pasaban de amo a amo, esas paradojas funcionaban
como los enigmas en los tiempos mitológicos. Las paradojas
eran cuidadosamente desmontadas, y por eso Lacan puede
decir del "Tiempo lógico": "es un nuevo sofisma".
Hay que felicitar, entonces, la iniciativa de Pierre Skriabine,
que hizo publicar por la biblioteca de la Escuela de la Causa
Freudiana en un documento -"Documento de la biblioteca de
la Escuela de la causa Freudiana N° 3"- un texto de Alexandre
Koyré sobre "Epiménides, el mentiroso" difícil de encontrar.
Todo el mund o conoce los nom bres Koyré y Epiménides. Es un
texto publicado en 1947, al mismo tiempo que "El tiempo
lógico"; y en una pequeha introducción, Skriabine pone de
relieve, examinando las paradojas citadas en el Seminario "La
identificación", que Lacan seguramente ya había leído con
gusto el comentario que hizo Koyré. En efecto, lo precioso de la
paradoja del mentiroso es el hecho de poner de manifiesto que
hay un cierto tipo de enunciados en que no se puede anudar
juntamente el "yo"y el de "todos". Para poder ligar el "yo" y el
"todos" es necesario un rechazo primero, una negación
primera: "un hombre sabe lo que no es un hombre". y cuando
creemos que podemos reunir juntos el "yo" y el "todos",
únicamente a partir de definiciones positivas, sin una omisión,
sin una retracción primera -en términos freudianos sin una
represión originaria-, si suponemos un Otro completo, nos
topamos con dificultades para 10grarIo. Éste es el interés de las
paradojas que la lógica hace aparecer, poner de relieve que hay
límites a la afirmación universal de todos los enunciados.
Vamos a pasar algún tiempo desmenuzando juntos lenta-
mente el alcance exacto, o lo más exacto posible, de la para-
doja del mentiroso, que continúa siendo un tormento para los
desarrollos más recientes de la lógica. Vaya proponer, por lo
tanto, un recorrido partiendo del texto de Koyré hasta un libro
que acaba de publicarse en París, y que apareció en Inglaterra
en 1987, con el título: El mentiroso, un cnsayo sobrc la verdad y la
circularidad -en inglés The Liar, de Jan Barwise y John
Etchemendi- sin duda vascos emigrados. (Debemos decir que
36
La pamdoja dcllllclltiroso
la unión de John y de Etchemendi implica seguramente un
pasaje por el Nuevo Mundo.) Escribieron un libro, publicado
por Oxford University Press. Se lo encuentra en París, en las
buenas librerías internacionales. Se los menciono para asegu-
rarles que cuando hablamos de Koyré no hablamos de antigüe-
dades, pues no se trata de "hace mucho tiempo se interesaban
en esas cosas,ahora sólo nos interesa mos en las compu tadoras" .
Sein teresa n en las computadoras yen los problemas, justamen-
te, particulares que dan los problemas de circularidad en los
programas; y esto hace que el mentiroso, como paradoja, sea un
tormento; el de no caer en un tipo de enunciado que los meta en
una espiral infernal de la que todos quieren salir.
Comencemos por el examen del extrailo lazo que se introdu-
ce entre el "yo" yel "todos" en el juicio del cretense.
Koyré tiene una tesis que está desarrollada en su artículo: la
paradoja o las paradojas lógico-matemáticas están construidas
según el modelo del mentiroso. Dice lo siguiente: "[oo.] pode-
mos fabricarlas a gusto. El esquema de la paradoja es muy
simple, en efecto; es el de la Cl1l1sa slIi; o mejor aún, del suicidio.
Se trata de "golpearse a uno mismo". Como definición es muy
divertida, es tll1a manera de situar la causa, y pienso que
veremos el desarrollo que Laean hará de este punto.
En efecto, la frase: "Todos los cretenses son mentirosos, dice
Epiménides el cretense", es una frase donde Epiménides el
cretense, que pronuncia la frase, se induye en ésta. La frase lo
apunta a él mismo: "todos los cretenses" implica el cretense
Epiménides, y a partir de allí tenemos una suerte de suicidio
causado por el lenguaje de Epiménides, cuyos dichos -todos-
son alcanzados por un extraí10fenómeno que Koyré analiza de
manera paradigmática con una visión particular.
Comienza por lo siguiente: Cuando Epiménides dice "To-
dos los cretenses son mentirosos", ¿qué dice? Voy a seguir el
razonamiento de Koyré porque después de todo, hay que
meterse poco a poco en la belleza del problema.
"Al decir: 'Todos los cretenses son mentirosos', Epiménides
no quiere, es claro, dar una apreciación moral del carácter de
los cretenses. Si tal fuera, en efecto, el sentido de su aserto, la
37
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mayor: 'todos los cretenses son mentirosos' junto a la menor:
'Epiménides es un cretense', traería aparejada la conclusión:
'Epiménides es (soy) un mentiroso', y el razonamiento se
detendría allí, como se detendría si Epiménides dijera: 'Todos
los cretenses son valientes', o cobardes, hombres honestos o
ladrones. La conclusión, verdadera o falsa, sería perfectamente
legítima y de ningún modo paradójica; en efecto, se puede ser
un mentiroso y confesado sin dejar de seda."
Esto es muy profundo, y hay que recordado siempre cuan-
do alguien confiesa una mentira. La frase "Todos los cretenses
son mentirosos" se vuelve interesante si agregamos: "todos los
cretenses mienten siempre"; hace falta el "siempre"; que estén
implicados en una ley implacable, y no que mientan a veces,
que es lo que hace un mentiroso. Un mentiroso sistemático es
un ser paradójico. Es especialmente interesante pero, en el
fondo, el enunciado "todos los cretenses mienten siempre"
muestra bien el hecho de que no es un estado del mundo lo que
se señala, sino un estado de la sintaxis: es una proposición que
se enuncia, una proposición que se enuncia en presente, "todos
los cretenses son mentirosos en el presente puro", entonces
siempre.
Una vez que se aisló este nivel sintáctico, la complejidad se
da porque el juicio está dicho por Epiménides mismo, y porque
se lee un enunciado: "Digo que todos son mentirosos, yo,
Epiménides el cretense". El "yo" se incluye allí en el "todos"; es
lo que constituye todo el problema. En el fondo, Koyré tiene un
tratamiento radical para ello: considera que no tenemos dere-
cho a hacer pronunciar las frases, los enunciados, por cualquie-
ra; hay que prestar atención al sujeto de la enunciación de un
cierto número de enunciados:
"El juicio: 'Todos los cretenses', etc., de algún modo está
prohibido para Epiménides. N o puede pronunciado o, si se
prefiere, se pervierte en su boca y se convierte en un contrasen-
tido ... Nos parece que no hemos señalado suficientemente el
hecho curioso, incluso extraño ... de que hay ciertas aserciones
que no pueden ... hacerse ... con validez ... De este modo, no se
38
La paradoja de/mentiroso
puede decir. .. con validez ... : 'me callo', 'estoy ausente', 'estoy
muerto'. Como tampoco puede decirse ... razonablemente ...
'miento' ... "
Lo que Koyré va a distinguir es:1. La proposición no apunta a un estado del mundo;
2. apunta a la frase; pero más profundamente, denota
3. que hay que considerarla en tanto proposición, es decir,
entre todas las frases posibles, aquellas que pueden ser dichas.
Porque siempre podemos decir: "estoy ausente", "me callo",
"estoy muerto": sólo que no es una proposición. Una proposi-
ción es una frase que puede ser dicha con validez. Y: "La
aserción 'miento' ... , sin embargo, no es enteramente semejante
a 'me callo'y 'estoy muerto'. No es un contrasentido como ésta.
Es un sin sentido".
Koyré sigue en esto a Bertrand Russell: "la frase [... ] no
significa rigurosamente nada. Yes por ello que no es ni verda-
dera, ni falsa. El 'miento' no es un juicio".
Es un acercamiento a la paradoja que en inglés se resume en
la teoría del agujero, del gap: es decir que no es ni verdadera ni
falsa, es un sin sentido. Otros autores la llamaron la teoría del
agujero, él dice "sin sentido"; y distingue cuidadosamente el
sin sentido y el contrasentido. ¿Cuál es la diferencia? Cuando
escuchamos a alguien decir "miento", creemos estar frente a
una declaración. Koyré lo dice así: "el lenguaje no expresa
nuestro pensamiento sino de manera imperfecta, y sobre todo
incompleta". Las palabras que pronunciamos, las frases que
escuchamos, no toman su sentido pleno y entero más que en el
contexto. Es muy fuerte decir cosas como ésas, es una tesis muy
fuerte. Es una tesis que le reserva todo su lugar, un lugar
inteligente, a la pragmática. Lapragmática es el conjunto de los
medios por los cuales se llega a dar un sentido a un enunciado.
Por ejemplo, el enunciado "Es preciso cerrar la puerta", si se lo
dice enfáticamente, "¡es preciso cerrar la puerta!", comprende-
mos que es un mensaje que se dirige a la persona que está cerca
de la puerta para cerrada. Esto implica una aplicación en el
contexto, un factor tiempo; si se lo enuncia con tono calmo, y si
nada en el contexto parece apuntar a la puerta, "es preciso
39
~.
***
Koyré seilJlJ que en la proposición la aserción no existe. Si
digo" duermo", se puede enunciar esto: "hay un sujeto X cuyo
predicado es 'duermo"'; pero cuando decimos "miento", la
transcripción que da es: "la aserción Yque constituye X en ese
momento-encontramosaquíel factor tiempo-es falsa". Lo que
puede tener sentido si en ese momento, precisamente, X cons-
tituye una aserción. Pero si no es así, la afirmación de la
falsedad no se dirige a nada, la frase no tiene sujeto; en el lugar
del sujeto hay un vacío: algo es afirmado de nada. Esto es una
tesis, ven ustedes que se pasa de una escritura que concierne
primeramente a un "X duerme, y Xes yo" al segundo nivel que
está en el lugar de un sujeto X, una aserción, una frase que se
convierte en el sujeto al que se refiere el predicado "es falso";
dice: "en esa aserción, allí, hay un vacío".
La distinción entre el sin sentido y el contrasentido es muy
sutil, y debemos aprenderla. En ese caso estamos enel corazón
de una proposición que no es un contrasentido, sino un sin
sentido. Y todos recuerdan la inolvidable declaración del pre-
sidente Schreber: "Todo sin sentido se anula" ·-"alles Ullsillll
aufhebt"-, que Lacan marca, por supuesto, como una alucina-
ción. Schreber recibe, de su Otro divino, como un mensaje, que
"todo sin sentido se anula", es exactamente en esto que se
encarniza la lengua natural, según el análisis que hace Koyré:
nosotros pasamos el tiempo anulando los sin sentidos, no
viéndolos; hablar consiste en anular el sin sentido, inyectar
sentido a todo tren, y fabricar sentido con todos los sin sentidos
posibles, incluso con los contrasentidos.
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cerrar la puerta", es una declaración que puede remitir a la obra
de Musset, "es preciso que una puerta esté abierta o cerrada",
es preciso que la juventud pase y que los adolescentes hagan
sus primeras locuras; pero esto no implica de ningún modo una
urgencia fundamental. Estos medios son los que hacen que no
sea ni la sintaxis misma, ni la significación sino la pragméí.tica,
el contexto general, los medios extralingüísticos, los que termi-
nan por dar el sentido. Ustedes saben que, especinlmente en
nuestros días, la pragmática, sobre todo la corriente American
praglllatic, invade el campo de la interrogación sobre el lenguaje
a gran velocidad; hay un giro pragmático. Koyré lo re toma de
manera interesante diciendo que, si hay una pragmática es
porque el lenguaje no llega jamás a designar; no llegamos jamás
a decir, y entonces es necesario dedicarse a ello, por medios
contextuales, incluso por lo imaginario. Comprendemos mejor
por qué Lacan habla de "cadenas rotas de significantes". El
sujeto psicótico, que pasa su tiempo completando los enuncia-
dos que recibe -Schreber que es bombardeado por sus" ahora
voy a rendirme al hecho ... " y lo completa-o También él está
tornado en este esfuerzo por cerrar el sentido.
Koyré continúa: "[ ... ] no decimos [... ] ni escuchamos [... ]
todo. Tenemos también la costumbre de reconsti tuir y comple-
tar el sentido de lo que escuchamos. Ahora bien, tenemos la
costumbre de hablar para decir algo, de escuchar frases que
tienen un sentido, o al menos que quieren tener uno. Nada es
más difícil que captar un sin sentido; ponemos un sentido en
todas partes donde no lo hay".
En el fondo, es la concepción de la patología de la lengua
ordinaria la que hace que pongamos sentido en todas partes, y
es lo que hace que toda una primera corriente de la filosofía del
lenguaje haya consistido en buscar los sin sentidos y en elimi-
narlos. El "miento" que "[... ] pretende querer decir: 'miento en
este momento'; 'es en ese momento que hago una aserción
falsa' ... se abusa ... pues la aserción que declara falsa no existe".
La I,,'mdo;ll dclllll'lItiroso
1) X duerme, x~~yo
2) aserción y
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40
La distinción entre contrasentido y sin sentido fue hecha por
Husserl en sus Essais sur 111logique,y considera que la diferencia
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es que el contrasentido I~S una afirmación cuyo contenido es
contrario <l su enunciado; uuentras que el sin sentido no es un
contenido contradictorio, es un contenido imposible.
Veamos cómo funciona esto. El hecho de que la aserción que
hace X en ese momento es falsa -el hecho de que no existe, de
que no haya sujeto para un predicado-, no trae inmediatamen·
te aparejadoun sin sentido. Russell adora las proposiciones con
los reyes de Francia, pues le gustaba la realeza; sir RusselI y su
familia siempre sirvieroll a b realeza y, por lo tanto, evidente-
mente lamentan que no haya mAs rey de Francia. Entonces, si
decimos "El rey de Francia es calvo", es una proposición falsa,
porque no hay rey en Francia; entonces clsujeto es inexistente.
Pero se comprende muy bien lo qlle esto quiere decir. Podría-
mos decir: "El juicio pronunciado por el SellOr X es f,dso",
inc1llso si no había ningún juicio; por eí contrario se convierte
en un sin sentido-dice-- una signific:1Ción imposible de reali·
zar, si pretendemos ilplicarla a sí misma. Y esta tentativa de
completar con ella misma (esta aserción es falsa) ~,LlvaCÍo es lo
que constituye un sin sentido.
Éste es el análisis que hdce: "Lo que impide que la expresión
,miento' tenga un sentidoy que se,l un juicio, no es la coinciden-
cia temporal del juicio y de su sujeto, es la pretensión de 1;1
identidad de los dos; la pr¡.~!ellsión de poner el juicio en el
interior de sí mif;mo, hacerle ocupar el lugar dd sujeto"'.
Lo que hace que RusseU ]laya ellcorltrado una terdpéulica
distinta de la de Koyré. La de 1<oyréconsistía en prohibir un
cieríonúmero de enunciados, enllombre del hecho de que son
sin sentidos. La proposición qJie haceRus~;ell es: para impedir
todo eso hay que prohibir los círculos viciosos; o como 10dice
en los Prillcipfl7 !VlatJ¡¡'I7JI7/ iea: "Una proposición ,10 puede jmnéls
ser sobre si misma". Hay pá¡:;mas, probablemente las rnás
divertidas de los Prillcipiil lvTII/j¡clIll7licn de Rll:;sell, donde dd-
vierte contra. todos los círculos viciosos y propone una Cdza de
los CÍrculos viciosos. Es muy divertido en el contexto de los
clubes de Cambridge en 1m; clidles todo es!\) se enuncia. LJ)
eso.:nóa] e~;velar para q1le LU1dpr()po~jción no pueda jamás
incluir el sujeto aL que se dplica.
~12
LIII'llmdoi" dd fll,'flfiros"
Koyré y Russell V,lI1 a extraer de este examen una regla
general que tuvo una consecuencia muy importante pdra el
psicoanálisis: ningún concepto se aplica enrealidad a sí mismo.
Lo mínimo del círculo vicioso es el concepto que se aplicd a sí
mismo: la palabra "dbstracto", ¿es abstracta? La palabra "con-
creto", ¿es concreta? Por e~.;(),abordando estas cuestiones de la
identificación, Lacan pone de m,lnifiesto la primera regla: que
un significanle no se contiene a sí mismo. La fr<lse:"El sujeto es
lo que está representado por un significante para otro", es una
manera de presentar el hecho de que un concepto no se aplica
a sí rnisrno, es la manera en que Lacan refonnula las consecuen-
cias de estas parddojas, y la importancia que tienen estas
paradojas para la identificación del sujeto del inconsciente.
"Ningún concepto se aplica a sí mismo", es la manera en que
RusseIl y 1<oyré van a reducir las antinomias "de un cretense"
y de "todos los cretenses". Estas antinomias pueden ser enun-
ciadas así: tan lejos c('[no se construya la totalidad, y por lo
tanto como se considere, por ejemplo, el conjunto de todos los
conjuntos, no hacemos sino poner en relación un "Iodos", un
modo de la totalidad, y un elemento que constituye esta totali·
dad. "¿El conjunto Lk todos los conjuntos es un elemento de sí
mismo?" Es el conjunto de las maneras de cC'nsiderar las
antinomias del "todos" y de "el uno". Una totalidad ¿puede ser
miembro de sí misma? Es lo que est¡-ídl'nunciado por Russell,
en formd de aforismo. Koyré]o cita en su obra: "Ndda de lo que
implica el Todo de una colección debe ser miembro de esta
colección" .
"Nada de lo que implicd el Torlo de una colección ... ", si
llstedes definen la colección en in tensión es todo lo que entrd en
1,1 definición, "[, .. ] no debe ser miembro de esta colección": no
puede ser en extensión tomado en el interior del conjunto. Hay
que agregar una serie: "Si una co1eccic)nde objetos [por ejemplo
('1conjunto de todos lo~;conjuntosl debe contener miembros
definibles sólo en léminos de la colección misma, tomada como
lotalidad, entonces esta colección no es una totalidad".
Es la primera vez que se introducen de esta fonna en la
historia del penSéllllieJlto los "Todos" que no son to!¿¡Jidades,
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modos del Todo que no son totalidades, modos del Todo que no
constituyen uno: los Todos inconsistentes. Por supuesto que
Koyré es feroz en este opúsculo: considera que en el fondo no
se ha hecho ningün progreso desde Aristóteles. Dice algo que es
muy divertido porque lo hace con un tono que luego va a
desaparecer. En 1947dice -y en esto hay un parentesco de tono
entre Koyré y Kojeve... los dos cuñados- que luego todo el
mundo tiene la impresión de que ha habido un gran descubri-
miento. Dice a propósito de Russell algo que es extraño: "Este
descubrimiento ... o redescubrimiento ... de "totalidades ilegí-
timas ... " -hay una notita al pie de página: "finalmente, Russell
lo redescubre luego de Cantor y, sin duda, en el fondo, después
de Aristóteles" -. Es algo así como" a mí no me la cuentan", es
el tono general de la obra, que es bastante divertida, es u n punto
de vista muy del viejo mundo. En el nuevo mundo, todo el
mundo descubre una nueva idea todos los meses, y se acepta.
Se espera lo nuevo; mediante lo cual se redescubren cosas que
han sido descubiertas. Pero, en fin, la manera de decido es
valorizar lo nuevo; todo es un nuevo gusto, un nuevo chiche, un
nuevo producto, etc. No es lo mismo, es nuevo. Y a la inversa,
podemos ver el punto de vista del viejo mundo de Koyré y
Kojeve que fundamentalmente dice lo siguiente: "Sí, sí, ya veo,
otra vez nos agarraron, otra vez lo nuevo; ustedes hablan pero
ya lo dijo Aristóteles [... ]". Tal vez, en el fondo, es una posición
un poco excesiva, porque parece que de todos modos, además
de Koyré, todo el mundo estclde acuerdo en pensar que había
algo así como un nuevo descubrimiento, segura mente después
de Cantor. Pero aün era necesario extraer las consecuencias
para el conjunto de la filosofía, de la consideración de totalida-
des que no hacen Uno. Es la paradoja del mentiroso, pero
también toda la serie de paradojas: la del barbero, etc. Los dejo
descubrir un cierto número resumido en el texto de Koyré; en
efecto, están construidas sobre el mismo modelo de la
circularidad y de la inclusión. Es una forma de hacer que el Uno
en las totalidades inconsistentes no pueda ser llevado al rango
de elemento, que no se lo pueda llevar al rasgo identificatorio
que va a fabricar el "todos"; es lo que hace que no pueda entrar
44
La I'IIrt/doja del I/[(,Jllirosn
en el "todos" sino por una decisión, y no por una etiqueta. Para
que se introduzcan las multiplicidades inconsistentes, para que
Lacan arriesgue su categoría del "no todo", hay que suponer en
efecto este descubrimiento, resumido por Koyré en su texto:
"[... ] tan extraño como pueda parecernos a primera vista,
estamos obligados a admitir que hay nociones cuyo dominio de
aplicación no forma una multiplicidad totalizable; dicho de
otro modo, nociones, o conceptos, cuya extensión no forman ni
una clase ni un conjunto".
Admitir la existencia de multiplicidades no totalizables
hará que el yo (je) se ajuste con el Uno y el Todos para fabricar
la identificación y sus paradojas.
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Lacan extrajo de la identificación la fecundidad del acerca-
miento a estas paradojas para el psicoanálisis, es que el sujeto
es el índice de la paradoja misma. El sujeto, en su función de
identificación, en la decisión, en la afirmación, no es del orden
de lo que cae bajo un significan te; sino que, cualesquiera sean
las identificaciones que el sujeto pueda revestir, cualesquiera
sean los significantes amos que el sujeto va a asumir -identifi-
caciones, de las que luego podrá deshacerse, producidas y
expulsarlas-, el resultado será siempre .que esto no lo alivia de
tener que contarse como Uno. Frente a las identificaciones que
permitirían conducido a una categoría del "todos", en una
multiplicidad totalizable, el hecho de deshacerse de ellas no 10
alivia sin embargo de formar parte de una multiplicidad no
totalizable. No puede contentarse con su felicidad o su juven-
tud sin contarse como Uno. Entonces, la identificación y sus
paradojas se vuelve el índice del cuestionamiento de un límite
al universal, elíndice de la presencia, y es allí que retomo la
frase de Koyré del comienzo: el índice de la presencia de una
causa. "Algo se vuelve causa de sí mismo -deCÍa- en la parado-
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ja." L<1canen todo caso lo tomará como lo que en 1<1identifica-
ción es la marca de la función de la causa.
Voy él tomar para verificado la única modificación que
Lacan hizlJ de su texto "La cosa freudiana", cuando 10 publicó
en 1966 en los Escritos. Ustedes saben que "La cosa freud ianél"
es una conferencia pronunciada en 1955 en Viena; allí Lacan
enuncia la 111anera en que resolvía hasta ese momento la
paradoja delmen!iro~.o. La resolvía del siguiente [nodo: el
inconsciente ireuliiarhl, la G)sa freudiana --"cosa", pue~; es a la
vez el inconsciente y el ello--, e~;ese lugar donde se enuncia:
"Yo, Id v('rdad, hablo", y no "todos los cretenses son mentin)-
sos, yo, Epiménides, cte." sino e/lugar donde se dicen todas las
formas <lela verdad para mí, todas las formas de la verdad que
habla en mí Donde se enuncia esta tesis: "La cosa habla de si
misrna" En una célebre prosopopeYiI, Lacan presenta el in-
consciente freudiaJlo como una extensión del registro de la
verdad que no se percibía antes de Freud:
"¿Adóllde voy plle~; cuando he pasado a vosotros, dónde
estaba antes de ese paso? .~Oslo diré acaso algún día? Pero para
qucm/~ encontn:'is dor,deestoy, voy aa enseií.aros por qué signo
se nll' rc,xmocc. [-lumbres, escuchad, os doy el secreto. Yo, Id
verdad, hablc¡".'
y en 1nitad de la página hay una referencia a la paradoja del
mcntirm·;o--a la dialéctica socrática, a las opiniones buscadas
"en su lugar- en el hogar y en el foro", "litigiosas, incluso
mentirosas" a Iclvez----,tenenlos, en una página, una suerte de
resurnen impresionante de la historia de la filosofía, todas las
fonnas perceptibles de la verdad y esta extensión que Freud
hizo para nosotros: "No sólo por la falsedad pasan mi~,vías,
sino por la grieta demasiado estrecha para encontrada en la
falla de la finta y por la nebulosa sin puertas del sueño, por la
fascinación sin motivo de lo mediocre y el seductor callejón sin
salida del absurdo".'
3. Lacan, J.: "La cosa [relldiana ü sentido del retorno ,1 rreud en
psicoanálisis", en Escritos 1. 14" edición, traducción de Tomás Segovia,
Buenos Aires, Siglo XX[, 198K, pág. 391.
4. ídem, p,íg. 394_
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Le pllrade,'f(l del J!f('lItiro,,:;o
Se trdta de una serie que Lacan present,l como extensión de
la verdad; hay un punto, entonce:;, en tudo el texto, que retrabaja
en 1966:
"Lo que distingue una sociedad que se funda en el lenguaje
de una sociedad animal, incluso lo que permi te percibi r su
retroceso dnológico: éls,lber, que el intercarnbio que caracteri-
za a tal sociedad tiene otros fundamentos que las necesidades
aun satisfaciéndobs, lo que ha sido llamado el 'don como
hecho SOCi,lltotal'; todo eso por consiguiente es transportado
mucho más lejos, hasta objct,1[ la definición de e:;a sociedad
como una colección de individuos, cUdndo la inmixión de los
sujetos forma en ella un grupo de muy diferente estructura. Es
hacer entrar por una puerta muy diferente la incidencia de la
verdad como causa e imponer una revisión del proceso de la
causalidad." 'i
Y hay una notita: "Este paTiÍgrafo reelaborado sitúa en una
fecha a nterior una línea de pensamiento que abrimos más tarde
(1966)" ."
La línea de pensal1licn to que abrió HIC)S tarde es exactamente
retomar el tiempo lógico a pc1l'tirdel Seminario "La identificd-
ción", donde toma la vl~rdad no como rnovirniento-cl movi-
miento de la verdad y desde esta perspectiva dialécticd- sino
como causa. Lo precisa en una frase que descifraremos la
próxima vez: "Cuya primera etapa parecería consistir en reco-
nocer lo que la heterogeneidad de esta incidencia tendría en
ella de inherente".'
Todos pueden I1ll'ditar sobre esto. La próxima vez vamo~.;a
partir de esta frase.
CLASE DEL ¡" DE D!CJEMHI:E DE 1993
5. tclern, p,íg. 398.
6,Ibídem.
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3. liLA COSA FREUDIANA"
La última vez recorrimos un cierto número de paradojas de
la identificación a partir del único párrafo que Lacan rehizo en
este texto del '58 sobre "La cosa freudiana". Texto célebre por
la prosopopeya de la verdad que se encuentra allí: el "Yo, la
verdad, hablo".1 Enese parágrafo que Lacan rehizo, hablaba de
la revisión, en curso para él, del proceso de la causalidad.
Señalaba que la había anticipado en su momento en una línea
de investigación que desarrolló más adelante; y me pareció que
se podía ligar globalmente a lo que él iba a desplegar en torno
del objeto 11, pero tomándolo específicamente a partir de la
identificación.
Quiero señalar, como él lo hizo, que decir "la incidencia de
la verdad como causa en el psicoanálisis impone una revisión
del proceso de la causalidad"2 es constatar que en el psicoaná-
lisis la verdad se introduce como verdad siempre singular. Su
incidencia es una por una, aunque la paradoja sea que tiene que
ver con sujetos que se presentan en grupo, que también tiene
que ver con grupos o con clases de sujetos. Sin embargo, la
verdad se descubre en ella con una incidencia siempre singu-
lar. Lacan desarrolla en los párrafos precedentes lo que para él
distingue a las sociedades humanas de las sociedades anima-
les: el intercambio que las funda sobrepasa "las necesidades
1. Lacan, ).: "La cosa freudiana o sentido del retorno a Freud en
psicoanálisis", en Escritos 1, 14" edición, traducción de TOl11eísSegovia,
Buenos Aires, Siglo XXI, 1988, peíg. 391.
2. Ídem, peíg.398.
49
Eric Laurelz t
mismas que en ella se satisfacen". Siempre hay más en una
sociedad humana, y el fundamento de los intercambios es allí
otro que el de las necesidades a satisfacer.
En los dos parágrafos precedentes sobre la incidencia de la
verdad, Lacan le responde a Marx, al valor de uso y al valor de
cambio. Es directamente un ataque frontal contra Marx. Esto
está en el desarroIlo de la referencia a Hegel, en el fundamento
de la sociedad según Hegel. La distinción del intercambio y de
la necesidad es una respuesta a Marx: el teórico del intercam-
bio. Marx pensaba haber superado a Hegel. Lacan le responde
que considera que el pensamiento materialista está más bien
del lado de él, hay una causa material en la verdad. Si la
incidencia de la verdad es singular para el psicoanálisis: "sin
embargo la ética del psicoanálisis no es individualista",]
agrega. En efecto, el psicoanálisis no considera que tenga
relación con colecciones de individuos, la perspectiva del
cuestionamiento del sujeto no remite a la ética individualista.
Sipara considerar la incidencia de la verdad en el psicoaná-
lisis, en lo que ella tiene de singular, hemos tomado el sesgo de
la identificación y de sus paradojas, es que en efecto la identi-
ficación del sujeto, lo que él es, está en el corazón del lugar que
se le reconoce a la verdad; y ésta es la función de las paradojas.
La función de las paradojas, entre las que se encuentra la del
mentiroso -de la que vamos a seguir ocupándonos-, es haber
tocado, haber hecho aparecer problemas tanto en 10 que con-
cierne a la verdad, como a la significación o la referencia.
La paradoja del mentiroso fue primeramente enunciada en
el ambiente estoico para cuestionar la definición de la verdad
según Aristóteles, para envenenar a los académicos. La escuela
rival de los estoicos cuestionaba la definición de la verdad
según Aristóteles, aquella que espontáneamente se convirtió
en la nuestra. La adecuación de lo dicho y del mundo que fue
luego resumido bajo la forma latina -<'luepor supuesto no
estaba en Aristóteles-: adequatía reí et ílltellectus, la adecuación
3. Ídem, pág. 399.
50
"La cosafreudimw"
de la cosa y de lo que se piensa de ella. Es muy difícil saber a qué
remite el enunciado "miento". Al principio era una especie de
cáscara de banana dejada caer entre la cosa y lo que se pensaba
de ella. Loextraordinario es que esta paradoja todavía continúa
afectando a toda noción de la verdad que se escribe; continúa
perturbándola y afectando a todas las concepciones de la
verdad. Hay una que se exceptúa: la de la religión. El espiritual
Quine, en la presentación que hace de la paradoja del mentiro-
so, o de las paradojas, en su conocido libro Ways of paradox,
señala muy espiritualmente que San Pablo conoció la paradoja
del mentiroso, pero que aparentemente no entendió nada. En
efecto, encontramos en una epístola a un esclavo romano
liberado, de nombre Titus o Tito, que le advierte contra los no
cristianos y especialmente contra un medio de teólogos judeo
helenistas.

Otros materiales