Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Abel Cordero Salgado IC43122 Comunicación 1er semestre Ingeniería civil Universidad del Valle de Puebla Texto científico: El café siempre se enfría antes que la leche El café está científicamente comprobado que ayuda a mantenerse despierto y tener energía. Sin embargo, la creencia popular dice que al tomarlo con leche este se enfría más lento. Esto se debe a que la densidad de la leche es mayor, por lo tanto, los átomos de la misma son mejores aislantes térmicos. Aunque el compuesto principal de la leche es el agua, esta contiene entre otras cosas, azucares y proteínas. Por ende, su comportamiento ante la temperatura es, aunque ligeramente, distinto al del agua. Esta pequeña diferencia hace que podamos disfrutar por más tiempo el calor de nuestro rico y confortante café mañanero. Curiosamente, este experimento fue llevado a cabo por el Instituto de las Ciencias Inventadas, ampliamente reconocido en el sector de datos curiosos. El prestigioso Doctor Simi, ganador del premio Novela, fue el principal investigador en este ambicioso y exhaustivo proyecto. Él se encontraba desayunando lo de siempre, galletas pan y café, cuando tuvo la grandiosa idea de comprobar la veracidad de aquel conocido mito que siempre le había dicho su abuela. Usando solo un colisionador de partículas y la ayuda de sus colegas, determinó que su abuelita siempre tuvo razón, debido a que los compuestos químicos de la leche son mas fuertes y ricos en carbohidratos, lo cual provoca que el calor se conserve durante más tiempo. Texto poético: Las nubes pesan más que las ballenas Oh nubes que rodean mi cabeza Que distorsionan mis pensamientos y ahogan mi ser Aquellos bellos momentos que fueron Y otros que no serán otra vez Así es la crueldad de la naturaleza Que hace estragos y merma el interior Borra todo y pareciera que nunca existió Oh nubes, tan livianas que flotan en el cielo Hermosas y libres, cautivantes y ligeras Pobres ilusos; si todos supieran Son tan frías como un bloque de hielo Y más pesadas que mil ballenas Oh nubes que cubren al imponente sol Blancas, grises o negras ¿Cuántas de ellas son? Grandes, medianas o pequeñas ¡Quisiera ser piloto de avión! Volando encima de ellas Atravesándolas sin ninguna razón Oh nubes en las alturas de mi corazón Esponjosas, rugosas y suaves Cruzando estas y aquellas fronteras Volando libres, sin ningún patrón Sobre mi casa o en la cima de los Alpes No podrías verlas todas, aunque quisieras Oh nubes que se convierten en lluvia Humedecen las calles y después se desvanecen Llega la tormenta y se estremece el suelo ¿Quién necesita ayuda? Han llegado precipitadamente a su ocaso No las volverás a ver hasta que en el huracán regresen Mientras tanto disfruta del arcoíris que han dejado a su paso Texto narrativo: Los ajolotes son inmortales Érase una vez, un ajolote mágico que no podía morir llamado Pablo. Cuando nació, recibió poderes de un ser ancestral llamado Chabelo. Él le encomendó cuidar de todos los demás ajolotes con el fin de que estos no se extingan. Lamentablemente Pablo resultó ser muy malo en su trabajo y todos ellos murieron. Al ver tal devastación, Pablo estaba muy triste, él se sentía culpable de no haber cuidado lo suficiente a sus amigos. Se preguntaba si sus habilidades eran más que un don, una maldición. Vio lentamente cómo cada uno de sus amigos más cercanos envejecían y morían. Siempre se preguntó la razón de ello, así que emprendió un viaje para hallar la causa de ello. En su camino encontró muchos animales, y todos ellos le daban la misma respuesta, que tiempo atrás existió un monstruo que acababa con todo lo que tenía a su paso. Una bestia que destruía todo a su alrededor, hasta que lo que destruyeron fue su propia raza. Todos decían que estas alimañas eran peculiares; inteligentes, bípedos y diferentes a las demás criaturas en el planeta. Sin embargo, estaban corroídos de maldad y envidia. Ellos mismos se enfrentaron en una batalla que acabo con toda su especie. Fue entonces cuando el ajolote Pablo se dio cuenta que él nunca fue el culpable, y entonces pudo descansar al fin.
Compartir