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El cuerpo está protegido por una piel correosa a la que unas diminutas escamas le imparten aspereza. Los miembros de es- te grupo respiran por medio de branquias. Aunque algunos necesitan nadar para que el agua circule por las branquias, la mayoría de ellos bombean agua a través de los órganos respi- ratorios. Al igual que todos los peces, los cartilaginosos tienen un corazón de dos cámaras. Algunos peces cartilaginosos son muy grandes. Un tiburón ballena, por ejemplo, puede crecer hasta alcanzar más de 15 metros de longitud, y una mantarra- ya puede llegar a medir más de 7 metros de ancho y registrar un peso de 1300 kilogramos. Aunque algunos tiburones se alimentan filtrando el plancton (formado por animales y algas diminutos) del agua, la mayoría de ellos son depredadores temibles que buscan presas ma- yores como otros peces, mamíferos marinos, tortugas de mar, cangrejos y calamares. Muchos tiburones atacan a su presa con sus poderosas mandíbulas que contienen varias hileras de dientes tan filosos como una navaja; la hilera posterior se mueve hacia delante conforme pierden los dientes frontales al ir envejeciendo y por el uso (véase la figura 24-5a). La mayoría de los tiburones evitan al hombre, pero los grandes ejemplares de algunas especies resultan peligrosos para los nadadores y buzos. Sin embargo, los ataques de tibu- rón a los seres humanos son escasos. Es 30 veces más proba- ble que un residente de Estados Unidos muera por la acción de un relámpago que por el ataque de un tiburón, y una per- sona en la playa tiene mucha mayor probabilidad de morir ahogada que por el ataque de un tiburón. No obstante, los ataques de tiburones sí ocurren. En Estados Unidos, durante el año 2004, por ejemplo, se documentaron 30 casos de ata- ques, dos de ellos fatales. Las mantas y las mantarrayas habitan principalmente en el lecho marino, tienen el cuerpo plano, aletas en forma de alas y una cola delgada (véase la figura 24-5b). La mayoría de las mantas y mantarrayas se alimentan de invertebrados. Al- gunas especies se defienden por medio de una espina situada cerca de la cola, con la cual pueden provocar heridas graves, mientras que otras generan una potente descarga eléctrica, capaz de paralizar a la presa. Los peces óseos son los vertebrados más variados Del mismo modo en que el sesgo de observación con base en el tamaño nos induce a pasar por alto los grupos de inverte- brados más variados, nuestro sesgo con base en el hábitat no nos permite advertir la gran diversidad de vertebrados. Los vertebrados más variados y abundantes no son las aves ni los mamíferos, predominantemente terrestres. Los verte- brados que ocupan el primer lugar en diversidad pertenecen a los océanos y lagos, los peces óseos (clase Actinopterygii). Se han identificado aproximadamente 24,000 especies y los científicos estiman que quizá exista el doble de esa cantidad, incluidas las especies que habitan en aguas profundas y en lu- gares remotos. Estos peces óseos se encuentran en casi todo hábitat acuático, tanto de agua dulce como de agua salada. Los peces óseos se distinguen por la estructura de sus ale- tas, la cuales están formadas por tejido de piel sostenido por espinas óseas. Además, los peces óseos tienen un esqueleto formado por huesos, una característica que comparten con los peces de aletas lobulares y los vertebrados con extremida- des que se explicarán más adelante en este capítulo. La piel de los peces óseos está recubierta de escamas entretejidas que les brindan protección y flexibilidad al mismo tiempo. La ma- yoría de las mantarrayas tienen una vejiga natatoria, una es- pecie de globo interno que les permite flotar sin ningún esfuerzo a cualquier nivel. La vejiga evolucionó a partir de los pulmones, que estaban presentes (junto con las branquias) en los antepasados de los actuales peces óseos. Los peces óseos incluyen no sólo un gran número de espe- cies, sino también a una amplia variedad de formas y modos de vida (FIGURA 24-6). Esta gama comprende formas que van desde las anguilas hasta los lenguados planos; desde los ejem- plares lentos que se alimentan en el fondo del mar hasta los veloces depredadores de forma aerodinámica que habitan en mar abierto; desde los peces de colores brillantes que habitan en los arrecifes hasta los transparentes y luminiscentes que habitan en los mares profundos; desde los animales que pesan casi 1500 kilogramos hasta los peces diminutos que pesan cerca de 1 miligramo. a) b) c) FIGURA 24-6 Diversidad de los peces óseos Los peces óseos han colonizado casi todos los hábitat acuáticos. a) Este pejesapo hembra de aguas profundas atrae a sus presas con un señuelo vivo que se extiende inmediatamente arri- ba de su boca. El pez es de un blanco fantasmal porque a los 2000 metros de profundidad donde habitan los pejesapos, la luz no penetra y, por consiguiente, los colores son innecesa- rios. Los pejesapos machos son muy pequeños y se adhieren a la hembra como parásitos per- manentes, siempre a su disposición para fecundar los huevecillos. Se observan dos machos parásitos adheridos a esta hembra. b) Esta morena verde tropical vive en las grietas de las rocas. Un pequeño pez (un gobi rayado limpiador) que está sobre su mandíbula inferior devora a los parásitos que se aferran a la piel de la morena. c) El caballito de mar tropical se ancla con su cola prensil (adaptada para sujetarse firmemente) mientras se alimenta de pe- queños crustáceos. PREGUNTA: En relación con la regulación del agua (es decir, la conservación de la cantidad adecuada de agua en el cuerpo), ¿cómo difiere el desafío que enfrenta un pez de agua dulce del que debe enfrentar un pez de agua salada?
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