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57 Capítulo 3 Ecología de comunidades Todo proceso de sucesión ecológica se inicia con un disturbio, es decir, con un suceso que daña o provoca la muerte de los organismos de una comunidad, dejando espacios abiertos que pueden ser ocupados por nuevos organismos. Las alteraciones en la comunidad que son consecuencia del disturbio se conocen como perturbaciones. En muchos textos de ecología se utilizan los términos dis- turbio y perturbación como sinónimos, lo cual no es muy conveniente porque genera confusión entre la causa (el disturbio) y el efecto (la perturbación). La variedad de disturbios incluye fenómenos naturales como incendios, huracanes, terremotos, inundaciones y erupciones volcánicas (figura 3.12), entre otros, así como procesos asociados a las actividades humanas (por ejemplo, contaminación, urbanización y extracción de madera, entre otros). A la vez, las perturbaciones se miden a través de las dimensiones del cambio en la estructura de la comunidad, como la disminución en la densidad de árboles después de un huracán. Los disturbios se clasifican en función de cuatro características que determinan su efecto sobre una comunidad: tipo, intensidad, frecuencia y tamaño del área afectada. Los disturbios poco intensos son muy frecuentes, mientras que los de gran intensidad se presentan más esporádi- camente, pues la energía que los mueve requie- re de mucho más tiempo para acumularse. El término catástrofe se utiliza para referirnos a los disturbios poco frecuentes pero de gran intensidad. Muchos ecólogos se han preguntado si los disturbios son realmente fenómenos adversos o si pueden considerarse elementos propios de la dinámica de las comunidades biológi- cas. La respuesta a esta interrogante parece estar en los organismos que viven en cada lugar y sus características, ya que algunos de ellos parecen estar adaptados morfoló- gica o fisiológicamente a los disturbios. Por ppp3.9.1 Disturbio y perturbación Dinámica sucesional de las comunidades3.9 La noción de una naturaleza cambiante ya había sido planteada por filósofos y pensadores de la antigüedad. Sin embargo, a principios del siglo XVIII aún predominaba la idea de que los sistemas biológicos eran invariables, y no fue sino hasta finales del siglo XIX cuando se concibió la idea de que la naturaleza no es inmutable. Esto permitió el surgimiento del concepto de sucesión ecológica, término que se refiere a los cambios direccionales (es decir, no cíclicos) en la estructura de las comu- nidades conforme pasa el tiempo. Se reconoce que Henry C. Cowles fue el pionero en los estudios de la sucesión, aunque fue con el trabajo de Frederic Clements cuando el concepto se afianzó y adquirió importancia central en el estudio de las comunidades ecológicas. Figura 3.12 Fotografía de la erupción de uno de los volcanes activos del Archipiélago de Hawai. Las erupciones volcánicas de lava constituyen una fuente de distur- bio a partir del cual inicia un proceso de sucesión primaria.
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