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102 © 2019. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos VALORACIÓN DEL RIESGO, 102 Cardiopatía isquémica, 102 Hipertensión, 103 Insuficiencia cardíaca, 103 ENFERMEDAD VALVULAR CARDÍACA, 103 ENFERMEDAD CARDÍACA CONGÉNITA EN EL ADULTO, 104 ARRITMIAS, 104 DECISIÓN DE REALIZACIÓN DE PRUEBAS DIAGNÓSTICAS, 105 Calculadoras del riesgo, 108 Aproximación a las directrices, 108 PRUEBAS PARA MEJORAR LA IDENTIFICACIÓN Y DEFINICIÓN DE LA ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR, 108 PERSPECTIVA GENERAL DE LA ANESTESIA PARA PACIENTES CARDÍACOS SOMETIDOS A CIRUGÍA NO CARDÍACA, 109 Anestesia regional, 110 Vigilancia anestésica monitorizada, 110 Hemodinámica intraoperatoria e isquemia miocárdica, 110 TRATAMIENTO POSTOPERATORIO, 110 Respuesta postoperatoria a la cirugía, 110 Cuidados intensivos postoperatorios, 111 Tratamiento del dolor postoperatorio, 111 VIGILANCIA Y CONSECUENCIAS DE LAS COMPLICACIONES CARDÍACAS PERIOPERATORIAS, 111 ESTRATEGIAS PARA LA REDUCCIÓN DEL RIESGO CARDÍACO RELACIONADO CON LA CIRUGÍA NO CARDÍACA, 112 Revascularización coronaria, 112 Intervenciones farmacológicas, 113 Intervenciones no farmacológicas, 115 CONCLUSIÓN, 116 BIBLIOGRAFÍA, 116 Anestesia y cirugía no cardíaca en pacientes con enfermedades cardíacas LEE A. FLEISHER Y JOSHUA A. BECKMAN 11 La morbilidad y la mortalidad cardiovasculares constituyen un problema especial en pacientes con enfermedad cardiovascular conocida (o con fac- tores de riesgo) que se someten a intervenciones quirúrgicas no cardíacas. El coste de la lesión miocárdica perioperatoria se suma considerablemente al gasto total de la atención sanitaria, con un promedio de mayor duración de la estancia hospitalaria de 6,8 días en los pacientes con lesión isquémica miocárdica perioperatoria. Las complicaciones cardiovasculares periopera- torias no solamente afectan al período inmediato, sino que también pueden influir en el desenlace durante los años posteriores. La base de pruebas sobre el tratamiento de los pacientes con enfermedad cardiovascular, en el contexto de intervenciones quirúrgicas no cardíacas, ha crecido en las últimas décadas, comenzando con la identificación de aquellos con mayor riesgo y progresando hasta ensayos clínicos con asignación al azar sobre la identificación de estrategias para reducir las complicaciones cardiovasculares perioperatorias. Las directrices proporcionan información para el tratamiento de pacientes de alto riesgo y difunden las mejores prácticas. De hecho, en la última década, las tasas de mortalidad en todas las intervenciones quirúrgicas mayores han disminuido en paralelo con la implementación de estas prácticas. Este capítulo simplifica esta información mediante la incorporación de las directrices disponibles del American College of Cardiology y de la American Heart Association (ACC/AHA) y de la European Society of Cardiology (ESC).1,2 La directriz de la ACCF/AHA se puso al día en 2014, con una actualización enfocada en el tratamiento antiplaquetario doble en 2016. (Una actualización de esta directriz está disponible en línea en ExpertConsult.) Además, la controversia rodea a la investigación realizada en la Erasmus University por Don Poldermans, los estudios Dutch Echocardio- graphic Cardiac Risk Evaluation Applying Stress Echocardiography (DECREASE), en los que un comité de investigación encontró deficiencias graves en el procedimiento utilizado para el registro del consentimiento del paciente, en la presentación de publicaciones basadas en datos, y en la recogida de datos científicamente inexacta. Como ninguno de sus documentos perioperatorios fue retirado, el comité decidió incluir los artículos publicados en el estudio, pero los estudios de Poldermans no se utilizaron para la realización de recomendaciones formales. VALORACIÓN DEL RIESGO Numerosos puntos de entrada conducen a la evaluación de los pacientes antes de ser sometidos a intervenciones quirúrgicas no cardíacas. Los médicos de familia o los cardiólogos pueden explorar a estos pacientes. Los antecedentes y la exploración física representan la piedra angular de la valoración del riesgo quirúrgico, pero rara vez se realizan pruebas de valoración del riesgo a menos que cambie el tratamiento. Muchos pacientes se someten a valoración solo de forma inmediatamente anterior a la intervención quirúrgica por parte del cirujano o del anestesiólogo. Es importante destacar que varias enfermedades cardiovasculares necesitan una valoración independiente del período de tiempo previo a la intervención quirúrgica. Cardiopatía isquémica El estrés relacionado con la cirugía no cardíaca aumenta las necesidades metabólicas y activa el sistema nervioso simpático y puede elevar la frecuencia cardíaca (FC) en el preoperatorio, lo que se asocia con una elevada incidencia de isquemia miocárdica sintomática y asintomática. La valoración clínica preoperatoria de los pacientes puede, por tanto, identificar la enfermedad arterial coronaria (EAC) estable o inestable. Los pacientes con manifestaciones agudas de EAC, como angina ines- table o insuficiencia cardíaca descompensada, corren un elevado riesgo de desarrollo de descompensación adicional o infarto de miocardio (IM) y fallecimiento durante el período perioperatorio. En estos pacientes están justificadas, claramente, unas mayores valoración y estabilización médica. Si la intervención quirúrgica no cardíaca es realmente urgente, varias series de casos antiguas han demostrado que la colocación de un balón de contrapulsación intraaórtico puede proporcionar protección miocárdica a corto plazo más allá de la que brinda el tratamiento médico máximo, aunque esta medida rara vez se utiliza en la actualidad. Si el paciente no se encuentra clínicamente inestable, la identificación de EAC o de factores de riesgo de EAC estable conocida o sintomática puede fomentar la implementación de tratamientos de reducción de riesgos basados en directrices. En la determinación del alcance de la valoración preoperatoria, es importante no realizar pruebas a menos que los resultados afecten al tratamiento perioperatorio. Además, el uso de fármacos o intervenciones debe reproducir aquellos que se implementa- rían en ausencia de intervención quirúrgica. Con escasa frecuencia, estos cambios en el tratamiento pueden incluir la suspensión de la intervención quirúrgica (si la relación riesgo-beneficio es exorbitante) y en la consi- deración de tratamiento paliativo, demora de la intervención quirúrgica para un tratamiento médico adicional, intervenciones coronarias previas a la intervención quirúrgica, uso de una unidad de cuidados intensivos (UCI) y cambios en la vigilancia. Como se estudiará más adelante, están disponibles pocos tratamientos basados en pruebas independientemente del tratamiento del riesgo ateroesclerótico subyacente y, excepto en el caso de estenosis del tronco coronario izquierdo, los datos actuales cuestionan el beneficio de la revascularización coronaria preoperatoria. Por tanto, la razón principal para realizar la valoración de los riesgos es la determinación de la inestabilidad cardiovascular sintomática. En las últimas dos décadas, ha habido una disminución en las tasas de mortalidad y de IM de tipo 1 perioperatorio. Finks et al.3 Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 103 A n estesia y ciru g ía n o card íaca en p acien tes co n en ferm ed ad es card íacas 11 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . informaron de una disminución del 36% en la mortalidad después de la cirugía abierta de aneurisma de aorta abdominal, desde el año 2000 hasta el año 2008, hasta una mortalidad ajustada al riesgodel 2,8%. Los datos más recientes corroboran una frecuencia decreciente de IM de tipo 1 y una tasa creciente de IM de tipo 2, lo que indica un predominio de episodios isquémicos subendocárdicos como resultado de problemas hemodinámicos.4 Aunque estos episodios, caracterizados por aumentos de la troponina, están fuertemente asociados con el fallecimiento, el intervalo entre la elevación de la troponina y los episodios adversos y la mayor tasa de mortalidad no cardiovascular que la cardiovascular indican que este es un marcador de enfermedad más que un mecanismo de mortalidad. Tradicionalmente, la valoración del riesgo coronario asociado con intervenciones quirúrgicas no cardíacas en pacientes con IM previo estaba basada en el período de tiempo entre el IM y la intervención quirúrgica. Múltiples estudios han demostrado una mayor incidencia de reinfarto después de cirugía no cardíaca si el IM previo había ocurrido dentro de los 6 meses anteriores a la intervención quirúrgica. Las mejoras en el tratamiento del IM y la atención perioperatoria han acortado este intervalo. Aunque en algunos pacientes después de un IM reciente el miocardio aún puede estar en riesgo de isquemia e infarto posteriores, en la mayoría de los pacientes en EE. UU. se habrán identificado y revascularizado las estenosis coronarias críticas en el momento adecuado y deberían recibir el tratamiento médico máximo. La AHA/ACC Task Force on Perioperative Evaluation of the Cardiac Patient Undergoing Noncardiac Surgery ha indicado que los pacientes con mayor riesgo son aquellos dentro de los 30 días del IM, tiempo durante el cual se produce y la cicatrización de la placa y del miocardio. Después de este período, la estratificación del riesgo se basa en las características de la enfermedad (es decir, aquellos con isquemia activa tienen el mayor riesgo). Sin embargo, un estudio que utilizó datos administrativos de California demostró que las tasas de morbilidad y mortalidad cardíacas perioperatorias permanecieron elevadas durante al menos 60 días después de un IM, y la reiteración actual de las directrices apoya dicho período de tiempo.5 Hipertensión En los años setenta, una serie de estudios de casos aislados cambió la idea predominante de que el uso de fármacos antihipertensivos debería suspenderse antes de la intervención quirúrgica. Los informes indicaron que la hipertensión mal controlada se asociaba con respuestas hemodinámicas adversas y que los antihipertensivos deben continuarse durante el período perioperatorio. Sin embargo, varios estudios pros- pectivos extensos no pudieron establecer que la hipertensión leve a moderada fuese un factor predictivo independiente de complicaciones cardíacas postoperatorias, como fallecimiento por causa cardíaca, IM postoperatorio, insuficiencia cardíaca o arritmias. El abordaje de los pacientes con hipertensión, por tanto, se basa principalmente en estrategias de tratamiento de la bibliografía médica no quirúrgica. Las variaciones de la presión arterial (PA) en el período intraoperatorio y postoperatorio predicen un empeoramiento del desenlace. Una crisis hipertensiva durante el período postoperatorio –definida como una PA diastólica superior a 120 mmHg y pruebas clínicas de daño inminente o real de los órganos terminales– presenta un riesgo definido de IM y accidente cerebrovascular (ACV, ictus). Entre los factores precipitantes yatrógenos de las crisis hipertensivas están la retirada brusca del tratamiento con clonidina o β-bloqueantes antes de la intervención quirúrgica, el uso crónico de inhibidores de la monoaminooxidasa con o sin fármacos simpaticomiméticos y la interrupción inadvertida del tratamiento antihi- pertensivo. De manera similar, la hipotensión intraoperatoria se asocia tanto con IM de tipo 2 como con aumento de la mortalidad postoperatoria.6 Aunque se supuso que predecía un aumento de la tasa de isquemia miocárdica, ninguno de los ensayos clínicos recientes extensos ha demos- trado que la hipertensión crónica predisponga a los pacientes a episodios cardiovasculares perioperatorios.4 Este hallazgo probablemente refleja el excelente tratamiento perioperatorio de la hipertensión en la era actual. El tratamiento farmacológico de los pacientes con hipertensión debe continuarse durante el período perioperatorio, y la PA debe mantenerse cerca de los valores preoperatorios para reducir el riesgo de isquemia miocárdica. En pacientes con hipertensión más grave, como una PA dias- tólica superior a 110 mmHg, existen pocos datos que indiquen un beneficio de la demora de la intervención quirúrgica para optimizar la medicación antihipertensiva en ausencia de urgencia o emergencia hipertensiva. Actual- mente, el debate rodea la decisión óptima de suspender los inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina (ECA) y los antagonistas del receptor de angiotensina (ARA) el día de la intervención quirúrgica. Los estudios apoyan tanto la continuación como la suspensión, aunque la continuación puede necesitar tratamiento con vasopresina por hipotensión no tratable. Es importante reiniciar estos fármacos tan pronto como sea posible después de la intervención quirúrgica. Insuficiencia cardíaca La insuficiencia cardíaca (IC) se asocia con morbilidad cardíaca perioperatoria después de intervenciones quirúrgicas no cardíacas en prácticamente todos los estudios. Desde el trabajo inicial de Goldman et al., que identificaron los signos de IC como un riesgo importante de episodios adversos en el perioperatorio, la IC se ha convertido en un problema más frecuente con formas de presentación más variadas, como la presencia o ausencia de isquemia y de reducción de la fracción de eyección del ventrículo izquierdo. Es necesaria la tipificación de las causas subyacentes en pacientes con signos o síntomas de IC programados para intervenciones quirúrgicas no cardíacas. La IC puede ocultar la EAC como causa de episodios adversos postoperatorios. La tasa de mortalidad postoperatoria a los 30 días fue notablemente mayor en pacientes con IC no isquémica (9,3%) e isquémica (9,2%) comparados con aquellos con EAC (2,9%) en un análisis de datos poblacionales de 38.047 pacientes sucesivos.7 La valoración preoperatoria debe tener como objetivo la identificación de la enfermedad coronaria, miocárdica y valvular subyacente y la valoración de la gravedad de la disfunción sistólica y diastólica. Hammill et al. utilizaron los datos de reclamaciones de Medicare para evaluar los resultados a corto plazo en pacientes con IC, EAC o ninguna de ellas que se sometieron a intervenciones quirúrgicas mayores no cardíacas. Los pacientes de edad avanzada con IC sometidos a intervenciones quirúrgicas mayores tenían un riesgo notablemente mayor de mortalidad operatoria y de reingreso en el hos- pital que otros pacientes, como aquellos con EAC ingresados para las mismas intervenciones. En ausencia de una urgencia quirúrgica, los pacientes con IC descompensada deben recibir tratamiento para lograr un estado euvolémico estable antes de la intervención. La miocardiopatía isquémica es uno de los principales problemas porque el paciente corre un riesgo considerable de desarrollo de isquemia adicional, lo que puede conducir a una necrosis del miocardio y, posiblemente, a una espiral descendente. El tratamiento de la miocardiopatía hipertrófica descompensada se diferencia del de la miocardiopatía dilatada, por lo que la valoración preoperatoria puede influir en el tratamiento perioperatorio. En con- creto, esta valoración puede influir en el tratamiento perioperatorio con líquidos y vasopresores. La miocardiopatía hipertrófica obstructiva se consideraba previamente como una enfermedad de alto riesgo asociada con una alta morbilidad perioperatoria. Sin embargo, una revisión retros- pectiva sobre la atención perioperatoria en 35 pacientes indicó un bajo riesgo relacionado con la anestesia general e intervenciones quirúrgicas mayores no cardíacasen estos pacientes. Este estudio también indicó que la anestesia espinal estaba contraindicada de forma relativa a la vista de la sensibilidad del gasto cardíaco a la precarga en esta enfermedad. Haering et al. estudiaron a 77 pacientes con hipertrofia septal asimé- trica identificados de forma retrospectiva a partir de una extensa base de datos; el 40% tuvo uno o más episodios adversos cardíacos en el perioperatorio, entre los que se encontraba un paciente con IM y taquicardia ventricular que necesitó cardioversión urgente. La mayoría de los episodios consistieron en IC congestiva perioperatoria y no se produjeron fallecimientos perioperatorios. A diferencia del hallazgo en la cohorte original de pacientes, el tipo de anestesia no fue un factor de riesgo independiente. Los factores de riesgo independientes importantes para un desenlace adverso (como se observa generalmente) fueron la cirugía mayor y el aumento de la duración de la intervención quirúrgica. ENFERMEDAD VALVULAR CARDÍACA (v. también parte VIII) La estenosis aórtica constituye un mayor riesgo para los pacientes. La estenosis crítica se asocia con el mayor riesgo de descompensación car- díaca en pacientes sometidos a intervenciones quirúrgicas no cardíacas programadas. Por tanto, la presencia de cualquiera de la tríada clásica de angina, síncope e IC en un paciente con estenosis aórtica debería Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 104 Ev a lu a ci ó n d El p a ci En tE III dar lugar a una mayor valoración y posible intervención (generalmente, reemplazo valvular). En los pacientes con soplos sistólicos aórticos en el preoperatorio están justificadas la anamnesis y exploración física detalladas –y, a menudo, una valoración posterior–. Varias series de casos aislados recientes de pacientes con estenosis aórtica crítica han demostrado que, cuando es necesario, la intervención quirúrgica no cardíaca se puede realizar con un riesgo aceptable. En un estudio de muestra combinada que utilizó el Danish Health Care System, Andersson et al. demostraron que los pacientes con estenosis aórtica asintomática no experimentaban una mayor tasa de episodios cardiovasculares adversos mayores (ECAM) o de mortalidad en intervenciones quirúrgicas programadas. La intervención quirúrgica de tipo urgente y la estenosis aórtica sintomática aumentaron tanto los ECAM como la mortalidad. La valvuloplastia aórtica es una opción puente para algunos pacientes que no pueden someterse al reemplazo valvular o a intervención percutánea a corto plazo. El riesgo importante de morbilidad y mortalidad relacionadas con la intervención y la escasez de pruebas que demuestren una reducción del riesgo perioperatorio hacen necesaria una consideración cuidadosa antes de recomendar esta estrategia. La valvulopatía mitral se relaciona con un menor riesgo de com- plicaciones perioperatorias que la estenosis aórtica, aunque la estenosis mitral reumática desapercibida a veces puede provocar IC izquierda grave en pacientes con taquicardia (p. ej., fibrilación auricular no con- trolada) y sobrecarga de volumen. A diferencia de la valvuloplastia aórtica, la valvuloplastia con balón de la válvula mitral a menudo produce beneficios tanto a corto como a largo plazo, especialmente en los pacientes más jóvenes con estenosis predominantemente mitral, pero sin engrosamiento grave de las valvas mitrales ni con fibrosis o calcificación subvalvulares importantes. En el perioperatorio de pacientes con válvula cardíaca protésica funcional, la profilaxis con antibióticos y la anticoagulación son los principales objetivos. Todos los pacientes con válvulas protésicas que se someten a intervenciones que pueden causar bacteriemia transitoria deben recibir profilaxis. En pacientes con válvulas protésicas, el riesgo de un aumento de la hemorragia durante una intervención mientras reciben tratamiento antitrombótico debe sopesarse frente al mayor riesgo de tromboembolia causado por la suspensión del tratamiento. La práctica común en pacientes sometidos a intervenciones quirúrgicas no cardíacas con una válvula protésica mecánica es la suspensión de la warfarina los 3 días previos a la intervención quirúrgica. Esto permite que el cociente normalizado internacional (INR) caiga hasta menos de 1,5 veces de la normal; los anticoagulantes orales pueden reanudarse en el primer día de postoperatorio. Un enfoque alternativo en pacientes con elevado riesgo de tromboembolia es el paso a heparina durante el período periope- ratorio, que luego puede suspenderse 4 a 6 h antes de la intervención quirúr- gica y reanudarse poco después. Un estudio de cohortes multicéntrico y de brazo único de 224 pacientes de alto riesgo (válvulas protésicas, fibrilación auricular y un factor de riesgo mayor) investigó el uso de heparina de bajo peso molecular (HBPM) como puente preoperatorio de la anticoagulación con warfarina en el que esta se suspendió durante 5 días y se administró HBPM 3 días antes de la intervención quirúrgica y al menos 4 días después de ella. La tasa global de tromboembolias fue del 3,6% y la de embolia cardíaca del 0,9%. Se observó hemorragia grave en el 6,7% de los pacientes, aunque solo 8 de 15 episodios ocurrieron durante la administración de HBPM. La HBPM es coste-efectiva porque ayuda a reducir la duración de la estancia hospitalaria, pero dos estudios han demostrado un efecto de anticoagulación residual en hasta dos tercios de los pacientes. Muchas válvulas protésicas actuales presentan menor riesgo de trombosis valvular que las diseñadas anteriormente, por lo que el riesgo asociado con la heparina puede superar su beneficio en el contexto perioperatorio. De acuerdo con las directrices de la AHA/ACC, la heparina, generalmente, se puede reservar para pacientes de riesgo elevado. El riesgo elevado se define por la presencia de una válvula mitral o tricúspide mecánica o una válvula aórtica mecánica y de determinados factores de riesgo, como fibrilación auricular, tromboembolia previa, estados de hipercoagulabilidad, válvulas mecánicas de generaciones antiguas, fracción de eyección inferior al 30% o más de una válvula mecánica. La HBPM subcutánea o la heparina no fraccionada ofrecen un abordaje ambulatorio alternativo pero solo han recibido una recomen- dación provisional. Los comentarios entre el cirujano y el cardiólogo con respecto al tratamiento perioperatorio óptimo son cruciales. Se están revisando las directrices del ACC/AHA sobre la enfermedad cardíaca valvular y se están incorporando datos más recientes que cuestionan el valor del tratamiento puente en el contexto de la fibrilación auricular.8 ENFERMEDAD CARDÍACA CONGÉNITA EN EL ADULTO (v. también capítulo 75) Las enfermedades cardíacas congénitas afectan a entre 500.000 y 1 millón de adultos en EE. UU. La naturaleza de la anatomía subyacente y de cualquier corrección anatómica afecta al plan perioperatorio y a la incidencia de complicaciones, como infección, hemorragia, hipoxemia, hipotensión y embolia paradójica. En un estudio que utilizó la base de datos del National Surgical Quality Improvement Program (NSQIP), la intervención quirúrgica cardíaca previa en una población de 19 a 39 años de edad aumentó nota- blemente el riesgo de fallecimiento, IM, ACV, reintervención y duración del ingreso hospitalario.9 La hipertensión pulmonar y síndrome de Eisenmenger constituyen un gran problema en pacientes con cardiopatía congénita. La anestesia regional se ha evitado tradicionalmente en estos pacientes debido a la posibilidad de bloqueo simpático y de empeoramiento del cortocircuito de derecha a izquierda. Sin embargo, una revisión de 103 casos descubrió que la mortalidadperioperatoria global fue del 14%; los pacientes que recibieron anestesia regional tuvieron una mortalidad del 5%, mientras que los que recibieron anestesia general presentaron una mortalidad del 18%. Los autores concluyeron que la mayoría de los fallecimientos probablemente se debieran a la intervención quirúrgica y a la enfermedad más que a la anestesia. Aunque la mortalidad perioperatoria y periparto fue elevada, se han utilizado con éxito muchos fármacos y técnicas anestésicas. Los pacientes con cardiopatía congénita presentan riesgo de endocarditis infecciosa y deben recibir profilaxis antibiótica. ARRITMIAS (v. parte V) Las arritmias cardíacas ocurren con frecuencia en el período perio- peratorio, especialmente en adultos de edad avanzada y en pacientes sometidos a cirugía torácica. Entre los factores predisponentes se encuen- tran arritmias previas, enfermedad cardíaca subyacente, hipertensión, dolor perioperatorio (p. ej., fracturas de cadera), ansiedad grave y otras situaciones que aumentan el tono adrenérgico. En un estudio prospectivo de 4.181 pacientes de 50 años o mayores, se produjo arritmia supraven- tricular en el 2% durante la intervención quirúrgica y en el 6,1% después de la intervención. La fibrilación auricular (FA) perioperatoria plantea varios problemas, como la incidencia de ACV (v. capítulos 38 y 65). Winkel et al. evaluaron a 317 pacientes sin FA sometidos a una intervención quirúrgica vascular mayor para determinar la incidencia de FA de nueva aparición y su asociación con desenlaces cardiovasculares adversos. Informaron de una incidencia del 4,7% y de un aumento de más de seis veces de los fallecimientos de causa cardiovascular, IM, angina inestable y ACV en los primeros 30 días, y un aumento de cuatro veces durante los siguientes 12 meses. Por tanto, se recomienda un tratamiento precoz para restaurar el ritmo sinusal o para el control de la respuesta ventricular e inicio de anticoagulación. El uso profiláctico de diltiacem intravenoso (i.v.) en ensayos aleatorizados, controlados con placebo, en pacientes sometidos a cirugía torácica de alto riesgo redujo la incidencia de arritmias auriculares clínicamente relevantes. Balser et al. estudiaron 64 casos de taquicardia supraventricular postoperatoria. Después de la adminis- tración de adenosina, los pacientes que permanecieron en taquicardia supraventricular fueron asignados al azar para recibir diltiacem i.v. o esmolol i.v. para el control de la frecuencia ventricular; esmolol produjo una conversión más rápida (2 h) a ritmo sinusal que diltiacem. Aunque los estudios más antiguos identificaron las arritmias ventriculares como un factor de riesgo de morbilidad perioperatoria, estudios recientes no han confirmado este hallazgo. O’Kelly, como se cita en las directrices, estudió una muestra consecutiva de 230 pacientes de sexo masculino con EAC conocida o con elevado riesgo de EAC que fueron sometidos a inter- venciones quirúrgicas mayores no cardíacas. Las arritmias preoperatorias se asociaron con arritmias intraoperatorias y postoperatorias, pero el IM no mortal y el fallecimiento por causa cardíaca no fueron sustancialmente más frecuentes en los pacientes con arritmias perioperatorias previas. Datos recientes indican lo contrario. En un estudio poblacional en Alberta, Canadá, el riesgo de fallecimiento a los 30 días fue del 6,4% en pacientes con FA preoperatoria en comparación con el 2,9% en pacientes con EAC.7 Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 105 A n estesia y ciru g ía n o card íaca en p acien tes co n en ferm ed ad es card íacas 11 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . A pesar de este hallazgo, una arritmia preoperatoria debería dar lugar a la búsqueda de enfermedad cardiopulmonar subyacente, isquemia o IM en curso, toxicidad farmacológica o alteraciones electrolíticas o metabólicas. Las anomalías de la conducción pueden aumentar el riesgo periope- ratorio y pueden necesitar la colocación de un marcapasos temporal o permanente. Por otro lado, los pacientes con retraso de la conducción intraventricular, incluso en presencia de bloqueo de rama izquierda o derecha, pero sin antecedentes de bloqueo cardíaco o de síntomas avanzados, rara vez progresan a bloqueo cardíaco completo en el perio- peratorio. La disponibilidad de unidades de marcapasos transtorácico ha disminuido la necesidad de marcapasos transvenosos temporales. DECISIÓN DE REALIZACIÓN DE PRUEBAS DIAGNÓSTICAS El ACC/AHA y la ESC propusieron algoritmos para la evaluación de la EAC basados en las pruebas disponibles e incorporaron la clase de recomendaciones y el nivel de evidencia en cada paso (figs. 11-1 y 11-2). Los algoritmos actuales utilizan una estrategia bayesiana paso a paso que depende de la valoración de marcadores clínicos, evaluación y tratamiento coronario previo, capacidad funcional y riesgo quirúrgico específico. El uso con éxito del algoritmo del ACC/AHA requiere una apreciación de los diferentes grados de riesgo atribuibles FIGURA 11-1 Algoritmo de las directrices del ACC/AHA de 2014 que representa el abordaje por pasos para la evaluación cardíaca perioperatoria en la EAC. ECAM, episodio cardíaco adverso mayor; EAC, enfermedad arterial coronaria; GPC, guía de práctica clínica; ICP, intervención coronaria percutánea; MET, equivalente metabólico; NB, ningún beneficio; SCA, síndrome coronario agudo; TMOD, tratamiento médico orientado por directrices. (Tomado de Fleisher LA, Fleischmann KE, Auerbach AD, et al. 2014 ACC/AHA guideline on perioperative cardiovascular evaluation and management of patients undergoing noncardiac surgery: a report of the American College of Cardiology/American Heart Association Task Force on Practice Guidelines. J Am Coll Cardiol 2014;64:e77-137.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 106 Ev a lu a ci ó n d El p a ci En tE III FIGURA 11-2 Resumen de la evaluación del riesgo cardíaco y del tratamiento perioperatorio. AAS, ácido acetilsalicílico; IECA, inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina; IDAC, injerto de derivación arterial coronaria; EPLF, endoprótesis liberadora de fármacos; CI, cardiopatía isquémica; VI, ventrículo izquierdo; MET, equivalentes metabólicos. (Tomado de Kristensen SD, Knuuti J, Saraste A, et al. 2014 ESC/ESA guidelines on non-cardiac surgery: cardiovascular assessment and management: The Joint Task Force on Non-Cardiac Surgery: Cardiovascular Assessment and Management of the European Society of Cardiology (ESC) and the European Society of Anaesthesiology (ESA). Eur Heart J 2014;35:2383-431.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 107 A n estesia y ciru g ía n o card íaca en p acien tes co n en ferm ed ad es card íacas 11 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . a la combinación de circunstancias clínicas y tipo de intervención quirúrgica, de los grados de capacidad funcional y del modo en que la información de cualquier prueba de diagnóstico influirá sobre el tratamiento perioperatorio. Múltiples estudios han intentado identificarmarcadores de riesgo clínico de morbilidad y mortalidad cardiovascular perioperatoria. Como se describió anteriormente, los pacientes con síndromes coronarios inestables y enfermedad valvular grave tienen enfermedades cardíacas activas. El riesgo se puede dividir en riesgo clínico bajo (< 1%) y elevado. Las directrices del ACC/AHA de 2014 recomiendan utilizar un índice de riesgo. Este incluye la calculadora de riesgos NSQIP del American College of Surgeons (ACS) o la calculadora de riesgo de IM y parada cardíaca (IMPC), que incluye tanto el riesgo quirúrgico como el clínico. Alternativamente, el facultativo puede utilizar el índice de riesgo cardíaco revisado con el riesgo quirúrgico calculado para diferenciar el riesgo bajo del elevado (tabla 11-1). Las enfermedades cardiovas- culares también tienen marcadores de riesgo clínico clasificados como «factores de bajo riesgo», cada uno de los cuales se asocia con grados variables de riesgo perioperatorio. La clasificación previa de marcadores perioperatorios de riesgo clínico activos para la valoración de la necesidad de más pruebas incluye situaciones que van más allá de la cardiopatía isquémica (tabla 11-2). Como se describió para el patrón de la angina, la tolerancia al ejercicio es uno de los principales factores determinantes del riesgo perioperatorio y la necesidad de monitorización invasiva. En un estudio de pacientes ambulatorios remitidos para evaluación antes de intervenciones quirúrgicas mayores no cardíacas, se les pidió a los pacientes que calcularan el número de manzanas que podían caminar y los tramos de escaleras que podían subir sin experimentar síntomas cardíacos. Se consideró que los pacientes que no podían caminar cuatro manzanas y no podían subir dos tramos de escaleras tenían poca tolerancia al ejercicio y tuvieron el doble de complicaciones cardiovasculares perioperatorias que aquellos con un mejor estado funcional. La probabilidad de una complicación grave está inversamente relacionada con la cantidad de manzanas que podían caminar o subir por tramos de escaleras. Se han propuesto varias escalas basadas en las actividades de la vida diaria para valorar la tolerancia al ejercicio; las directrices actuales defienden el Duke Activity Scale Index (tabla 11-3). El tipo de intervención quirúrgica afecta de forma relevante al riesgo perioperatorio y al grado de preparación necesario para realizar la anestesia de forma segura. Para intervenciones quirúrgicas que no se asocian con un estrés importante ni con una alta incidencia de isquemia o morbilidad miocárdica perioperatoria, el coste de la valoración a menudo excede cualquier beneficio de la información obtenida por la evaluación preoperatoria. Las intervenciones ambulatorias, por ejemplo, causan una morbilidad y mortalidad mínimas; en estos pacientes, el estado cardiovascular rara vez cambia el tratamiento perioperatorio a menos TABLA 11-1 Estratificación del riesgo cardíaco* en intervenciones de cirugía no cardíaca EStRatiFicación dEl RiESGO EJEMplOS dE intERvEnciOnES Elevado (riesgo cardíaco publicado a menudo > 5%) Intervenciones de cirugía aórtica y otras de cirugía vascular mayor Cirugía vascular periférica Intermedio (riesgo cardíaco publicado generalmente del 1-5%) Cirugía intraperitoneal e intratorácica Endoarterectomía carotídea Cirugía de cabeza y cuello Cirugía ortopédica Cirugía de próstata Bajo† (riesgo cardíaco publicado generalmente < 1%) Procedimientos endoscópicos Procedimientos superficiales Cirugía de cataratas Cirugía de mama Cirugía ambulatoria *Incidencia combinada de muerte por causa cardíaca e infarto de miocardio no fatal. †Estas intervenciones no necesitan habitualmente más pruebas cardíacas preope- ratorias. Tomado de Fleisher LA, Beckman JA, Brown KA, et al. 2009 ACCF/AHA focused update on perioperative beta blockade incorporated into the ACC/AHA 2007 guidelines on perioperative cardiovascular evaluation and care for noncardiac surgery: a report of the American College of Cardiology Foundation/American Heart Association Task Force on Practice Guidelines. J Am Coll Cardiol 2009;54(22):e13. TABLA 11-2 Enfermedades cardíacas activas para las cuales los pacientes deben someterse a valoración y tratamiento antes de la intervención quirúrgica no cardíaca (clase I; nivel de evidencia B) EnFERMEdad EJEMplOS Síndromes coronarios inestables Angina grave o inestable* (clase III o IV de la CCS)† Infarto de miocardio reciente (IM)‡ IC descompensada (clase funcional IV de la NYHA; empeoramiento o IC de reciente aparición) Arritmias importantes Bloqueo auriculoventricular de alto grado Bloqueo auriculoventricular de Mobitz de tipo II Bloqueo auriculoventricular de tercer grado Arritmias ventriculares sintomáticas Arritmias supraventriculares (incluida la fibrilación auricular) con una frecuencia ventricular incontrolada (frecuencia cardíaca > 100 latidos/min en reposo) Bradicardia sintomática Taquicardia ventricular conocida recientemente Enfermedad valvular grave Estenosis aórtica severa (gradiente de presión medio > 40 mmHg, área valvular aórtica < 1 cm2, o síntomas presentes) Estenosis mitral sintomática (disnea progresiva con el ejercicio, presíncope con el ejercicio, o IC) CCS, Canadian Cardiovascular Society; IC, insuficiencia cardíaca; NYHA, New York Heart Association. *Según Campeau L, Enjalbert M, Lesperance J, et al. Atherosclerosis and late closure of aortocoronary saphenous vein grafts: sequential angiographic studies at 2 weeks, 1 year, 5 to 7 years, and 10 to 12 years after surgery. Circulation 1983; 68(Suppl II):1. †Puede incluir angina «estable» en pacientes extraordinariamente sedentarios. ‡La National Database Library del American College of Cardiology define IM «reciente» como el de más de 7 días pero igual o menor a 1 mes (dentro de los 30 días) aunque las directrices de 2014 indican 60 días. Tomado de Fleisher LA, Beckman JA, Brown KA, et al. 2009 ACCF/AHA focused update on perioperative beta blockade incorporated into the ACC/AHA 2007 guidelines on perioperative cardiovascular evaluation and care for noncardiac surgery: a report of the American College of Cardiology Foundation/American Heart Association Task Force on Practice Guidelines. J Am Coll Cardiol 2009;54(22):e13. TABLA 11-3 Necesidades energéticas calculadas para varias actividades ¿puEdE uStEd… 1 MET … cuidar de sí mismo? … comer, vestirse o utilizar el baño? … caminar dentro de su casa? … caminar una o dos manzanas en terreno llano a 3,2-4,8 km/h? 4 MET … realizar trabajos ligeros en casa como quitar el polvo o lavar los platos? … subir un tramo de escaleras o subir a una colina? … caminar en terreno llano a 6,4 km/h? … correr una distancia corta? … realizar trabajos pesados en la casa como limpiar el suelo o levantar o mover muebles pesados? … participar en actividades recreativas moderadas como golf, bolos, baile, dobles de tenis? > 10 MET … participar en deportes extenuantes como natación, tenis entre dos jugadores, fútbol, baloncesto o esquí? km/h, kilómetros por hora; MET, equivalente metabólico. Modificado de Hlatky MA, Boineau RE, Higgenbotham MB, et al. A brief selfadminis- tered questionnaire to determine functional capacity (the Duke Activity Status Index). Am J Cardiol 1989;64:65; y Fleisher LA, Beckman JA, Brown KA, et al. 2009 ACCF/ AHA focused update on perioperative beta blockade incorporated into the ACC/AHA 2007 guidelines on perioperative cardiovascular evaluation and care for noncardiac surgery: a report of the American College of Cardiology Foundation/American Heart Association Task Force on Practice Guidelines. J Am Coll Cardiol 2009;54(22):e13. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.orghttps://booksmedicos.org 108 Ev a lu a ci ó n d El p a ci En tE III que el paciente tenga angina inestable o IC congestiva manifiesta. De hecho, la mortalidad a los 30 días después de una intervención quirúrgica ambulatoria puede ser menor que la esperada si el paciente no se hubiese sometido a la intervención. Por el contrario, la cirugía abierta por enferme- dades vasculares conlleva un alto riesgo de morbilidad y la posibilidad de isquemia. Las intervenciones intraabdominales, torácicas y ortopédicas están asociadas con un riesgo elevado, que luego puede combinarse con factores de riesgo clínicos para determinar el riesgo perioperatorio global. Las intervenciones endovasculares se incluyen en esta categoría de riesgo intermedio debido a su asociación con la morbilidad y mortalidad perioperatorias, aunque la supervivencia a largo plazo parece ser similar a la de los pacientes sometidos a intervenciones abiertas. Además del riesgo relacionado con el procedimiento quirúrgico en sí, el riesgo también se correlaciona con el volumen quirúrgico en un centro determinado. Varios estudios han demostrado tasas de mortalidad diferencial en intervenciones de tumores y cirugía vas- cular, con una mayor mortalidad en centros con bajo volumen, aunque estudios recientes han demostrado que los centros con bajo volumen también pueden tener bajas tasas de mortalidad si los sistemas de asis- tencia adecuados están funcionales. Las tasas de mortalidad quirúrgica pueden, por tanto, ser específicas del centro, lo que puede influir en la decisión de realizar más valoraciones e intervenciones perioperatorias. Calculadoras del riesgo Gran parte del estudio contemporáneo del riesgo cardíaco perioperato- rio se ha centrado en el desarrollo de índices de riesgo clínico. El índice más utilizado se desarrolló en un estudio de 4.315 pacientes de 50 años o mayores sometidos a intervenciones quirúrgicas no cardíacas mayores programadas en un hospital docente de atención terciaria. El índice incluye seis factores predictivos independientes de complicaciones en un índice de riesgo cardíaco revisado (IRCR): cirugía de alto riesgo, antecedentes de cardiopatía isquémica, antecedentes de IC con- gestiva, antecedentes de enfermedad cerebrovascular, tratamiento preo- peratorio con insulina y concentración preoperatoria de creatinina sérica mayor de 2 mg/dl. Las tasas de complicaciones cardíacas aumentan con el número creciente de estos factores de riesgo. Los pacientes se estratifican en riesgo cardiovascular bajo, intermedio o alto en función de si tienen 0, 1 o 2, o 3 o más factores incluidos en el IRCR, respectivamente. El IRCR se ha convertido en la herramienta estándar para la valoración de la probabilidad de riesgo cardíaco perioperatorio en un individuo determinado y sirve para orientar la decisión de la realización de pruebas cardiovasculares y para la implementación de protocolos de tratamiento perioperatorio. El IRCR ha sido validado en poblaciones de cirugía vascular y sirve para predecir el resultado a largo plazo y la calidad de vida, aunque un grupo ha defendido la inclusión de la edad como factor de riesgo. Se desarrollaron índices de riesgo adicionales a partir de la base de datos SCA-NSQIP. Gupta et al.10 desarrollaron una calculadora de riesgo para predecir IM perioperatorio y parada cardíaca (IMPC). En un estudio de 211.410 pacientes, el IM perioperatorio o la parada cardíaca se desarrollaron en 1.371 (0,65%). El análisis de regresión logística mul- tivariante identificó cinco factores predictivos de IM o parada cardíaca en el perioperatorio: tipo de cirugía, estado funcional dependiente, concentración anómala de creatinina, clase de la American Society of Anesthesiologists y edad avanzada. Una calculadora de riesgo universal desarrollada recientemente para predecir resultados múltiples se basó en 1.414.006 pacientes que incluye- ron 1.557 códigos de intervenciones quirúrgicas aisladas, que tuvieron una excelente representación de la mortalidad (estadístico C = 0,944) y la morbilidad (estadístico C = 0,816) (cualquiera de los siguientes episodios intra- o postoperatorios: infección del sitio quirúrgico [ISQ], dehiscencia de la herida, neumonía, intubación no prevista, embolia pulmonar, ventilación mecánica > 48 h, insuficiencia renal progresiva, insuficiencia renal aguda, infección del tracto urinario [ITU], ictus/ ACV, parada cardíaca, IM, trombosis venosa profunda [tromboembolia venosa, TEV], sepsis sistémica), neumonía, episodio cardíaco (parada cardíaca o IM), ISQ, ITU, TEV e insuficiencia renal (insuficiencia renal progresiva o insuficiencia renal aguda) (http://riskcalculator.facs.org). La calculadora de riesgos incluye 21 factores de riesgo preoperatorios y, por tanto, tiene una capacidad más discriminativa que la calculadora de riesgos específica de IMPC. Aproximación a las directrices El grupo de trabajo del ACC/AHA para las directrices de evaluación y tratamiento cardiovascular en el perioperatorio de cirugía no cardíaca presentó sus recomendaciones en forma algorítmica como un marco para determinar los pacientes candidatos a pruebas cardíacas (v. fig. 11-1). Dada la disponibilidad de las pruebas, el comité de redacción incluyó el nivel de recomendaciones y la fuerza de la evidencia para cada una de las vías. El algoritmo actual se centra exclusivamente en la evaluación de la EAC. La enfermedad valvular u otras formas de enfermedad cardíaca no están incluidas en el algoritmo actual. Paso 1: el consultor debe determinar la urgencia de la realización de la intervención quirúrgica no cardíaca. En muchos casos, factores específicos del paciente o de la intervención quirúrgica dictan una estrategia obvia (p. ej., intervención quirúrgica urgente) que puede que no permita una valoración o tratamiento cardíaco adicional. Paso 2: ¿tiene el paciente un síndrome coronario agudo? Los síndromes coronarios agudos incluyen el IM previo con pruebas de riesgo isquémico relevante determinado por síntomas clínicos o estudios no invasivos, la angina inestable o grave y la IC debida a isquemia nueva o mal controlada. En función de los resultados de las pruebas o intervenciones y del riesgo inherente del retraso de la cirugía, puede ser adecuado proceder a la intervención quirúrgica programada con el tratamiento médico máximo. Paso 3: ¿cuál es el riesgo perioperatorio calculado de un episodio cardíaco adverso mayor (ECAM) en función del riesgo clínico y quirúrgico combinado? Se recomienda el uso de un índice de riesgo validado, ya sea uno de los índices de riesgo SCA-NSQIP o la combinación del IRCR con el riesgo quirúrgico calculado. Paso 4: ¿el paciente tiene un riesgo perioperatorio bajo (< 1%)? En estos casos, no se necesitan más pruebas. Paso 5: ¿el paciente tiene un riesgo elevado? Estas circunstancias jus- tifican la valoración de la capacidad funcional. Si el paciente tiene al menos una capacidad de ejercicio moderada (≥ 4 equivalentes metabólicos [MET]), el tratamiento rara vez cambia en función de los resultados de cualquier otra prueba cardiovascular, por lo que es adecuado proceder con la intervención quirúrgica programada. La fuerza de las pruebas y la recomendación dependen del grado de capacidad de ejercicio, y una capacidad excelente conlleva un nivel de evidencia y recomendación más sólido. Paso 6: en pacientes con capacidad funcional mala (< 4 MET) o desconocida, los facultativos y el paciente deben determinar conjuntamente si las pruebas adicionales afectarán a la toma de decisiones o a la atención perioperatoria. De lo contrario, proceder con la intervención quirúrgica junto con tratamiento dirigido por objetivos es lo adecuado. En las directrices actuales, la identificación de un riesgo elevado con capacidad funcional deficiente también puede llevar a la decisión de proceder con estrategias alternativas, como tratamiento no invasivo o paliativo. PRUEBAS PARA MEJORAR LA IDENTIFICACIÓNY DEFINICIÓN DE LA ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR Varios métodos de diagnóstico no invasivos pueden valorar el grado de EAC antes de la intervención quirúrgica no cardíaca. Tradicionalmente, el electrocardiograma (ECG) de esfuerzo ha servido para valorar la presencia de EAC en las personas, pero, como se describió anterior- mente, los pacientes con una excelente tolerancia al ejercicio en la vida diaria rara vez se beneficiarán de más pruebas. Los pacientes con poca capacidad de ejercicio, por el contrario, pueden no alcanzar una FC y una PA adecuadas para los fines de diagnóstico en las pruebas electrocardiográficas de estrés. Estos pacientes a menudo necesitan técnicas de imagen concomitantes. Muchos pacientes de alto riesgo puede que no hagan ejercicio o tengan limitaciones para hacerlo (p. ej., pacientes con claudicación o con un aneurisma aórtico abdominal sometidos a cirugía vascular, ambos con una tasa alta de morbilidad cardíaca perioperatoria). Por tanto, las pruebas farmacológicas de estrés se han vuelto generalizadas, especialmente como prueba preoperatoria en pacientes sometidos a cirugía vascular. Varios estudios han demostrado que la presencia de Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 109 A n estesia y ciru g ía n o card íaca en p acien tes co n en ferm ed ad es card íacas 11 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . un defecto de redistribución en técnicas de imagen de dipiridamol o adenosina con talio o sestamibi en pacientes sometidos a cirugía vascular periférica predice episodios cardíacos postoperatorios. La técnica de imagen de estrés farmacológico se utiliza mejor en pacientes con riesgo clínico moderado. Varias estrategias pueden aumentar el valor predictivo de estas pruebas. El defecto de redistribución se puede cuantificar, y áreas de defecto mayores se asocian con un mayor riesgo. Además, el aumento de la captación pulmonar o la dilatación de la cavidad ventricular izquierda indican una disfunción ventricular con isquemia. Varios grupos de investigación han demostrado que la clara diferenciación de las exploraciones de perfusión miocárdica de bajo riesgo y alto riesgo (mayor área de defecto, aumento de la captación pulmonar y dilatación de la cavidad ventricular izquierda) mejora en gran medida el valor predictivo de la prueba. Los pacientes con gammagrafías de alto riesgo tienen un riesgo especialmente mayor de morbilidad perioperatoria y mortalidad a largo plazo. La ecocardiografía de estrés también se ha utilizado ampliamente como prueba preoperatoria. Una ventaja de esta prueba es que evalúa de forma dinámica la isquemia miocárdica en respuesta a un aumento del inotropismo y de la FC, estímulos relevantes para el período perioperatorio. La presencia de nuevas anomalías del movimiento de la pared que ocurren con una FC baja es el mejor factor predictivo del aumento del riesgo perioperatorio, y las grandes áreas de disfunción contráctil tienen una importancia secundaria. Como parte de los estudios DECREASE, Boersma et al. (como está indicado en las directrices) evaluaron el valor de la ecocardiografía de estrés con dobutamina con respecto a la extensión de las anomalías del movimiento de la pared y la capacidad del tratamiento preoperatorio con β -bloqueantes para atenuar el riesgo en pacientes sometidos a cirugía mayor de la aorta. Asignaron 1 punto a cada una de las siguientes características: edad mayor de 70 años, angina actual, IM, IC congestiva, enfermedad cerebrovascular previa, diabetes mellitus e insuficiencia renal. A medida que aumenta el número total de factores clínicos de riesgo, las tasas de episodios cardíacos perioperatorios también aumentan. Además, con una puntuación de alto riesgo, los hallazgos anómalos del ecocardiograma predicen un mayor riesgo. Varios grupos han publicado metaanálisis que estudian varias pruebas preoperatorias de diagnóstico. Dichos estudios informan de buenos valores predictivos para la monitorización electrocardiográfica ambulatoria, la angiografía con radioisótopos, la técnica de imagen de dipiridamol-talio y la ecocardiografía de estrés con dobutamina. Shaw et al. también demostraron excelentes valores predictivos de las técnicas de imagen de dipiridamol con talio y de la ecocardiografía de estrés con dobutamina.2 Beattie et al. realizaron un metaanálisis de 25 estudios de ecocardiografía de estrés y 50 estudios de técnicas de imagen con talio.2 La razón de verosimilitud para la ecocardiografía de estrés fue más indicativa de un episodio cardíaco postoperatorio que las técnicas de imagen con talio (cociente de probabilidades [LR, likelihood ratio], 4,09; intervalo de confianza [IC] al 95%, 3,21-6,56; frente a LR, 1,83; IC al 95%, 1,59-2,1; P < 0,001). La diferencia fue atribuible a un menor número de ecocardio- gramas de estrés que fueron falsos negativos. Una anomalía de moderada a grande que encontrada en cualquier prueba predijo IM y fallecimiento. La experiencia de cada centro debe guiar la elección de las pruebas preoperatorias. Las preguntas clínicas relevantes también influyen en la elección de la prueba. Por ejemplo, si tienen interés la función valvular o el grosor del miocardio, la ecocardiografía tiene ventajas sobre las técnicas de imagen de perfusión. Las gammagrafías de estrés pueden tener una sensibilidad ligeramente mayor, pero la ecocardiografía de estrés puede tener menos resultados falsos positivos. La función de las modalidades de imagen más recientes como la resonancia magnética, la tomografía computarizada multicorte, las puntuaciones de calcio coronario y la tomografía por emisión de positrones en la evaluación del riesgo preoperatorio está evolucionando rápidamente. Durante la última década, la prueba de esfuerzo cardiopulmonar (PECP) se ha utilizado como prueba preoperatoria, especialmente en Gran Bretaña. Un hallazgo constante en los estudios fue que un umbral anaeróbico bajo era un factor predictivo de complicaciones cardiovas- culares perioperatorias, fallecimiento postoperatorio o fallecimiento a medio plazo y tardío después de la intervención quirúrgica. Se propuso un umbral anaeróbico de aproximadamente 10 ml de O2/kg/min como el punto de discriminación óptimo, con un rango en estos estudios de 9,9 a 11 ml de O2/kg/min. La PECP se está evaluando como medio para la determinación de la necesidad de «prehabilitación», en la que se recomienda una estrategia de ejercicio para aumentar la capacidad aeróbica antes de la intervención quirúrgica.12 La investigación actual determina si estas estrategias mejoran el resultado. Además, varios grupos están estudiando el valor de la PECP para la determinación de la idoneidad de la intervención quirúrgica dado el resultado a medio y largo plazo en pacientes de alto riesgo y como ayuda para la información de la toma de decisiones compartida. PERSPECTIVA GENERAL DE LA ANESTESIA PARA PACIENTES CARDÍACOS SOMETIDOS A CIRUGÍA NO CARDÍACA Existen tres clases de anestesia: general, regional y local/sedación o vigilancia anestésica monitorizada (VAM). La anestesia general se puede definir mejor como un estado que incluye inconsciencia, amne- sia, analgesia, inmovilidad y atenuación de respuestas autonómicas a los estímulos nocivos, y puede lograrse con fármacos inhalatorios, intravenosos o una combinación de estos (a menudo llamada «técnica balanceada»). La anestesia general actual no siempre necesita un tubo endotraqueal. La laringoscopia y la intubación se consideraban tradicionalmente el momento de mayor estrés y riesgo de isquemia miocárdica, pero la extubación en realidad puede conllevar mayor ries- go. Los métodosalternativos de administración de la anestesia general utilizan una mascarilla o una mascarilla laríngea –un dispositivo que se ajusta sobre la epiglotis sin necesidad de laringoscopia o intubación–. Cinco anestésicos inhalatorios (además del óxido nitroso) están actualmente aprobados en EE. UU., aunque el enflurano y el halotano se utilizan de forma infrecuente en la actualidad. Todos los anestésicos inhalatorios tienen efectos depresores miocárdicos reversibles y dan lugar a disminuciones de la demanda miocárdica de oxígeno. El grado de depresión del gasto cardíaco depende de su concentración, de sus efectos sobre la resistencia vascular sistémica y de sus efectos sobre la capacidad de respuesta de los barorreceptores; por tanto, los fármacos difieren en sus efectos específicos sobre la FC y la PA. El isoflurano causa efectos inotrópicos negativos y una potente relajación del músculo liso vascular y tiene efectos mínimos sobre la función del barorreceptor. El desflurano tiene el inicio más rápido y se usa comúnmente en el entorno ambulatorio. El inicio y la compensación de la acción del sevoflurano son intermedios entre los del isoflurano y los del desflurano; la principal ventaja del sevoflurano es un olor extremadamente agradable, que lo convierte en el fármaco de elección en niños. Han surgido problemas con respecto a la seguridad de los anestésicos inhalatorios en pacientes con EAC. Varios estudios extensos con y sin asignación al azar de los pacientes sometidos a injerto de derivación arterial coronaria (IDAC); sin embargo, no demostraron una mayor incidencia de isquemia o infarto en pacientes que recibieron anestésicos inhalatorios frente a técnicas basadas en opiáceos. El uso de anestésicos inhalatorios en pacientes con EAC también tiene ventajas teóricas. Varios grupos de inves- tigación demostraron in vitro y en animales que los anestésicos inhalatorios tienen efectos protectores sobre el miocardio similares a la prehabilitación isquémica, aunque la relevancia clínica de esto se desconoce.13 Las técnicas de altas dosis de opiáceos ofrecen ventajas en la estabilidad hemodinámica y la ausencia de depresión miocárdica. Las anestesias basadas en opiáceos se consideraban con frecuencia como la «anestesia cardíaca» y se recomendaba su uso para todos los pacientes de alto riesgo, incluso los sometidos a cirugía no cardíaca. La desventaja de estas técnicas tradicionales de altas dosis de opiáceos es la necesidad de ventilación mecánica postoperatoria. El opiáceo de acción ultracorta remifentanilo evita la necesidad de una ventilación mecánica prolongada y proporciona estabilidad hemodinámica. Este fármaco puede ayudar en la extubación precoz de pacientes sometidos a cirugía cardíaca y al tratamiento de períodos cortos de estrés intraoperatorio intenso en pacientes de alto riesgo. A pesar de las ventajas teóricas de una técnica con opiáceos en dosis altas, los ensayos clínicos extensos en pacientes sometidos a IDAC no mostraron diferencias en la supervivencia o en mayor morbilidad en comparación con la técnica basada en anestésicos inhalatorios. Esta observación ha contribuido al abandono de las dosis altas de opiáceos en gran parte de la cirugía cardíaca y al énfasis en la extubación temprana. La mayoría de los anes- tesiólogos utilizan una técnica balanceada que conlleva la administración de dosis más bajas de opiáceos con un fármaco inhalatorio. Este abordaje permite que el anestesiólogo obtenga los beneficios de cada uno de estos fármacos a la vez que minimiza los efectos secundarios. El fármaco i.v. propofol es un modo alternativo de administración de la anestesia general. El propofol, un alquilfenol que puede usarse tanto para la inducción como para el mantenimiento de la anestesia general, puede causar hipotensión profunda debido a la disminución del tono arterial sin Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 110 Ev a lu a ci ó n d El p a ci En tE III cambios de la FC. Su mayor ventaja es su rápida eliminación con pocos efectos residuales sobre el despertar, pero, debido a que es caro, su uso actual tiende a limitarse a intervenciones de corta duración. A pesar de sus efectos hemodinámicos, el propofol se ha utilizado ampliamente para ayudar en la extubación precoz después del IDAC. Las pruebas actuales indican que no existe la «mejor» técnica de anes- tesia general para pacientes con EAC sometidos a cirugía no cardíaca, lo que ha llevado al abandono del concepto de una anestesia cardíaca. Anestesia regional La anestesia regional abarca los bloqueos nerviosos intradural, epidu- ral y periférico, y cada técnica tiene ventajas y riesgos. Las técnicas periféricas, como el bloqueo del plexo braquial o el de Bier, ofrecen la ventaja de causar efectos hemodinámicos mínimos o ausentes. Por el contrario, las técnicas intradurales o epidurales pueden producir bloqueo simpático, que puede reducir la PA y disminuir la FC. La anes- tesia intradural y la anestesia epidural torácica baja o lumbar también pueden provocar activación simpática refleja mediada por encima de la altura del bloqueo, lo que puede conducir a isquemia miocárdica. La principal diferencia clínica entre la anestesia epidural y la intradural es la capacidad de proporcionar anestesia o analgesia continua con la colocación de un catéter epidural, en oposición a una dosis única en la anestesia intradural, aunque algunos facultativos colocan un catéter en el espacio intratecal. Aunque la velocidad de inicio depende del fármaco anestésico local utilizado, la anestesia intradural y sus efectos autonómicos asociados ocurren antes que cuando el mismo fármaco se administra por vía epidural. Un catéter, generalmente colocado para la anestesia epidural, permite la valoración de la dosis del fármaco. Los catéteres epidurales también se pueden usar para proporcionar analgesia en el postoperatorio. Una amplia investigación ha comparado la anestesia regional con la anestesia general para pacientes con EAC, especialmente en aquellos sometidos a cirugía de revascularización infrainguinal. En un metaa- nálisis, la mortalidad global se redujo en aproximadamente un tercio en los pacientes asignados al bloqueo neuroaxial, aunque los hallazgos fueron controvertidos porque la mayoría del beneficio se observó en estudios más antiguos. También se produjeron reducciones de IM e insuficiencia renal. Un estudio extenso sobre anestesia regional frente a anestesia general en pacientes de cirugía no cardíaca no demostró diferencias en los resultados. La anestesia regional se ha vuelto muy frecuente con los avances recientes en la administración guiada por ecografía y el desarrollo de protocolos de recuperación intensificada después de la cirugía (RIDC). La anestesia regional ofrece la oportunidad de proporcionar un excelente alivio del dolor después de la intervención quirúrgica, lo que ha demos- trado tener beneficios y reduce el estrés cardíaco perioperatorio.14 Vigilancia anestésica monitorizada La VAM abarca la anestesia local administrada por el cirujano, con o sin sedación. En un estudio extenso de cohortes, la VAM se asoció con un aumento de la mortalidad a los 30 días en comparación con la anestesia general en un análisis de una sola variable, aunque no tuvo significado estadístico en el análisis multivariante una vez que se tuvo en cuenta la comorbilidad de los pacientes. El principal problema de la VAM es la capacidad de bloqueo de la respuesta al estrés de manera adecuada, ya que la taquicardia asociada con una analgesia inadecuada puede ser peor que los posibles efectos hemodinámicos de la anestesia general o regional. Desde la introducción de los fármacos i.v.nuevos y de acción más corta, la anestesia general ahora puede administrarse prácticamente sin un tubo endotraqueal. Este abordaje permite al anestesiólogo pro- porcionar una anestesia intensa para intervenciones cortas o periféricas sin los posibles efectos de la intubación y la extubación endotraqueales y, por tanto, desdibuja la diferencia entre anestesia general y VAM. Un análisis de las reclamaciones cerradas de aseguradoras demostró una alta incidencia de complicaciones respiratorias con la VAM. Hemodinámica intraoperatoria e isquemia miocárdica En las últimas dos décadas, numerosos estudios han explorado la relación entre la hemodinámica y la isquemia perioperatorias y el IM. La taquicardia es el factor de pronóstico más fuerte de isquemia perioperatoria. Aunque, tradicionalmente, una FC mayor de 100 latidos/ min define la taquicardia, una FC más lenta puede provocar isquemia miocárdica. Como se describe más adelante, el control de la FC con β -bloqueantes disminuye la incidencia de isquemia e infarto. En los estudios DECREASE, el control de la FC redujo la incidencia de IM perioperatorio, con el mayor beneficio logrado si la FC se mantenía por debajo de 70 latidos/min. Aunque surge la inquietud de que los β -bloqueantes causan hipotensión intraoperatoria en pacientes con EAC, ninguna prueba respalda esta afirmación. Sin embargo, el ensayo clínico Perioperative Ischemic Evaluation (POISE) demostró que un protocolo de β -bloqueantes agudo se asociaba con hipotensión y una mayor tasa de ictus en el brazo de metoprolol. Durante el IDAC, la gran mayoría de los episodios de isquemia intraoperatoria no se corre- lacionan con cambios hemodinámicos. En ausencia de taquicardia, la hipotensión no se asocia con isquemia miocárdica. TRATAMIENTO POSTOPERATORIO Respuesta postoperatoria a la cirugía El conocimiento de la fisiopatología de los episodios cardíacos periope- ratorios ayuda en la determinación del mejor abordaje para las pruebas preoperatorias. Se ha publicado un estudio completo sobre la fisiopatolo- gía del IM perioperatorio.15 Todas las intervenciones quirúrgicas provocan una respuesta al estrés, aunque la amplitud de la respuesta depende de la extensión de la intervención quirúrgica y del uso de anestésicos y analgésicos para reducir la respuesta. La respuesta al estrés puede aumentar la FC y la PA, lo que puede precipitar episodios de isquemia miocárdica en áreas distales a las estenosis de la arteria coronaria. La isquemia miocárdica prolongada (episodios aislados prolongados o una duración acumulada prolongada de episodios más breves) puede causar necrosis miocárdica e IM perioperatorio y la muerte. La identificación de los pacientes con alto riesgo de estenosis coronaria, ya sea a través de los antecedentes o de pruebas cardiovasculares, puede conducir a la implementación de estrategias para reducir la morbilidad como resultado de los desajustes entre la oferta y la demanda. El trabajo reciente con marcadores muy sensibles de daño miocárdico ha demostrado una alta incidencia de lesión cardíaca incluso en ausencia de un infarto franco. En el ensayo clínico POISE, el 8,3% de los pacientes tenían un biomarcador cardíaco elevado sin otras pruebas de infarto, mientras que el 5% también tenían un segundo marcador de confirmación de IM. Un mecanismo importante de IM en el ámbito no quirúrgico es la rotura de la placa con trombosis coronaria posterior (v. capítulos 44 y 58). Dado que el período perioperatorio se caracteriza por taquicardia y estado de hipercoagulabilidad, la alteración de la placa y la trombosis pueden ocurrir con bastante frecuencia. Debido a que la estenosis no crítica puede proporcionar un nido de trombosis de la arteria coronaria, la evaluación cardíaca preoperatoria puede que no identifique a los pacientes con riesgo antes de la intervención quirúrgica. Es posible que las áreas distales a la estenosis no crítica hayan desarrollado un flujo coronario colateral y, por tanto, cualquier trombosis aguda puede tener un efecto perjudicial mayor que el que tendría sobre un vaso previamente estenosado. Si un aumento prolongado de la demanda miocárdica de oxígeno en un paciente con una o más estenosis fijas críticas provocase un IM postoperatorio, las pruebas preoperatorias probablemente identificarían a dicho paciente. Las pruebas de varios estudios de autopsia y de angiografía postinfar- to después de intervenciones quirúrgicas apoyan ambos mecanismos. Ellis et al. demostraron que un tercio de todos los pacientes sufrieron episodios en áreas distales a estenosis no críticas. Dawood et al., citados en las directrices, demostraron que el IM perioperatorio fatal se produce predominantemente en pacientes con enfermedad coronaria multivaso, especialmente en la enfermedad del tronco común izquierdo y de tres vasos, pero la gravedad de la estenosis previa no predijo el territorio del infarto. Este análisis señaló que los episodios fatales ocurrieron principalmente en pacientes con estenosis fijas avanzadas, pero que el infarto puede ser el resultado de la rotura de la placa en un segmento con estenosis ligera o moderada del vaso enfermo. Duvall et al. revisaron las historias clínicas hospitalarias y las angiografías coronarias de pacientes sometidos a cirugía no cardíaca complicada IM perioperatorio entre los años 1998 y 2006. La distribución de IM por demanda, trombóticos y no obstructivos fue del 55, el 26 y el 19%, respectivamente. En contraste, Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 111 A n estesia y ciru g ía n o card íaca en p acien tes co n en ferm ed ad es card íacas 11 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n d el ito . Gualandro et al. encontraron que casi el 50% de los pacientes con síndromes coronarios agudos en el perioperatorio presentan pruebas de rotura de la placa coronaria. Las pruebas demuestran que varios mecanismos pueden causar IM perioperatorio. Cuidados intensivos postoperatorios La prestación de cuidados intensivos por parte de los intensivistas se ha convertido en un objetivo de seguridad del paciente. Pronovost et al. realizaron una revisión sistemática de la bibliografía médica sobre los patrones de dotación de personal facultativo y los resultados clínicos en pacientes críticamente enfermos. Agruparon el personal facultativo de la UCI en grupos de baja intensidad (sin consulta al intensivista o con consulta programada al intensivista) y de alta intensidad (consulta al intensivista obligatoria o UCI cerrada [todos los cuidados dirigidos por un intensivista]). El personal de alta intensidad se asoció con una menor mortalidad hospitalaria en 16 de los 17 estudios (94%) y con un cálculo agregado de riesgo relativo de mortalidad hospitalaria de 0,71 (IC al 95%, 0,62-0,82). El personal de alta intensidad se asoció con una menor mortalidad en la UCI en 14 de 15 estudios (93%) y con un cálculo agregado del riesgo relativo de mortalidad en la UCI de 0,61 (IC al 95%, 0,5-0,75). El personal de alta intensidad redujo la duración de la estancia hospitalaria (EH) en 10 de los 13 estudios y redujo la estancia en UCI en 14 de 18 estudios sin ajuste del índice de complejidad de casos. La dotación de personal de alta intensidad se asoció con la reducción de la EH en dos de cuatro estudios y se redujo la estancia en UCI en ambos estudios ajustados por índice de complejidad de los casos. Ningún estudio encontró un aumento de la EH con personal de alta intensidad después del ajuste por el índice de complejidad de los casos. El personal facultativo de alta intensidad frente al de baja intensidad de la UCI se asoció con una reducciónde la mortalidad y de la estancia en UCI y en el hospital. Tratamiento del dolor postoperatorio La analgesia postoperatoria puede reducir la morbilidad cardíaca perioperatoria. Debido a que la taquicardia postoperatoria y las oleadas de catecolaminas probablemente favorezcan la isquemia miocárdica y/o la rotura de la placa coronaria, y debido a que el dolor postoperatorio puede producir taquicardia y aumentar las catecolaminas, la analgesia postoperatoria eficaz puede que reduzca las complicaciones cardíacas. La analgesia postoperatoria también puede reducir el estado de hipercoagulabilidad. La anestesia epidural puede disminuir la agregación plaquetaria en comparación con la anestesia general. Se desconoce si esta disminución está relacionada con el tratamiento intraoperatorio o postoperatorio. En un análisis de datos de reclamaciones de Medicare, el uso de analgesia epidural (determinado por los códigos de facturación de la analgesia epidural en el tratamiento del dolor postoperatorio) se asoció con un menor riesgo de muerte a los 7 días. Como se indicó anteriormente, la anestesia regional puede ser beneficiosa para el alivio del dolor post- operatorio. Las investigaciones futuras se centrarán en la mejor forma de administración de analgesia postoperatoria para la elevación al máximo de los posibles beneficios y la reducción de las complicaciones.14 VIGILANCIA Y CONSECUENCIAS DE LAS COMPLICACIONES CARDÍACAS PERIOPERATORIAS Se desconoce la estrategia óptima y más rentable para la vigilancia de los pacientes de alto riesgo con respecto a la morbilidad mayor después de la cirugía no cardíaca. La isquemia y los infartos miocárdicos que ocurren después de intervenciones quirúrgicas generalmente son silentes, muy probablemente debido a los efectos de confusión de los analgésicos y el dolor quirúrgico postoperatorio. La hipoten sión intrao- peratoria confiere un aumento cuádruple del riesgo de elevación de troponina.6 La mayoría de los IM perioperatorios no causan elevación del segmento ST, y los cambios menos específicos de la onda ST-T son frecuentes después de las intervenciones quirúrgicas con o sin IM. Por tanto, estas consideraciones hacen que el diagnóstico de IM perioperatorio sea especialmente difícil de realizar. La marcada elevación de la mortalidad relacionada con IM post- operatorio proporciona un impulso continuo para mejorar los métodos de detección. Los biomarcadores pueden ayudar a identificar la necrosis miocárdica. Lee et al. encontraron que la troponina T tenía una eficacia similar a la creatina cinasa (CK) MB para el diagnóstico de IM periopera- torio, pero con una correlación notablemente mejor en complicaciones cardíacas mayores que se desarrollan después del IM agudo. Mohler et al. evaluaron la troponina I (cTnI) y la CK-MB en 784 pacientes con cirugía vascular de alto riesgo el día de la intervención y a las 24, 72 y 120 h des- pués de la misma. Publicaron una sensibilidad del 51% y una especificidad del 91% de episodios cardiovasculares establecidos mediante el uso de un punto de corte de la curva característica operativa del receptor (ROC, receiver operating characteristic) para la CK-MB de 3,1 ng/ml. En el estudio Vascular Events in Noncardiac Surgery Cohort Evaluation (VISION), se realizaron mediciones de troponina T entre 6 y 12 h des- pués de la intervención y en los días 1, 2 y 3,4 de postoperatorio en 15.133 participantes sometidos a cirugía no cardíaca. Los valores de troponina T por encima del nivel de base de 0,01 ng/ml o menores se relacionaron con mayores tasas de mortalidad a los 30 días. De hecho, una concentración de troponina T de 0,02 ng/ml se asoció con más del doble de riesgo de mortalidad. Con una concentración de troponina T de 0,3 ng/ml o superior, la razón de riesgo de mortalidad aumentó a más de 10 veces con relación a la de los pacientes sin elevación de la troponina. La mortalidad fue del 16,9% con una concentración de troponina T de 0,3 ng/ml o superior, frente al 1% en el grupo que no presentó elevación de la troponina. Aunque las concentraciones de troponina T estratificaron la tasa de mortalidad en un bajo espectro de concentraciones positivas, no pudieron predecir la causa de la muerte. Tanto la mortalidad vascular como la no vascular aumentaron de manera similar con el aumento de las concentraciones de troponina T, y más de la mitad de todos los fallecimientos se produjeron por causas no vasculares. Por tanto, una concentración elevada de troponina T proporciona un pronóstico adverso sin orientación sobre el tratamiento adecuado. De estos datos se pueden extraer tres puntos importantes: primero, las causas no cardiovasculares de mortalidad superan a las causas cardiovasculares, lo que señala nuevas áreas importantes para la inves- tigación. En segundo lugar, incluso si hay evidencia de elevación de la troponina, el fallecimiento está lejos del episodio, lo que indica que no es una causa inmediata sino un marcador de enfermedad. En tercer lugar, el IM verdadero de tipo 1 es infrecuente. En el ensayo POISE, 7.521 participantes se sometieron al cribado hasta encontrar 697 (9,2%) con elevaciones de troponina, pero solo dos individuos de la cohorte total fueron remitidos para revascularización coronaria.16 En nuestra opinión, la medición de la troponina debe evitarse en los pacientes asintomáticos sin alteraciones hemodinámicas o cambios isquémicos en el ECG. Las elevaciones de la troponina en este contexto no proporcionan una orientación para el diagnóstico ni un tratamiento específico que implementar. Si los ensayos clínicos en el futuro identifican estrategias de tratamiento para las elevaciones de la troponina, reconsideraríamos la medición habitual de la troponina en pacientes de alto riesgo. Varios estudios han evaluado el péptido natriurético cerebral (BNP) de tipo B en el período perioperatorio. En un metaanálisis de siete estudios prospectivos observacionales, el BNP o el N-terminal (NT)-pro-BNP por encima del umbral óptimo determinado por la curva ROC se asoció con aumentos marcados de la mortalidad cardíaca a los 30 días y de plazo intermedio, de IM no fatal y de episodios adversos cardíacos mayores. Un metaanálisis demostró que la medición preoperatoria de BNP predijo, de forma independiente, los episodios cardiovasculares perioperatorios en estudios que consideraron solo los resultados de fallecimiento, fallecimiento cardiovascular o IM (razón de posibilidades [OR, odds ratio], 44,2; IC al 95%, 7,6-257; I[2] = 51,6%), y en los estudios que incluyeron otros resultados, el OR fue 14,7 (IC al 95%, 5,7-38,2; I[2] = 62,2%). Un metaanálisis posterior demostró que la adición de mediciones de BNP postoperatorias a un modelo de predicción de riesgo de mortalidad e IM a los 30 días tenía un índice de reclasificación neto del 20%. Además, la elevación del BNP postoperatorio aumentó la tasa de mortalidad y de IM en 3,7 veces.17 Tradicionalmente, el IM perioperatorio se ha asociado con un 30 a 50% de mortalidad a corto plazo, pero series recientes han informado de una tasa de mortalidad del IM perioperatorio menor del 20%. Los estudios de los años ochenta indicaban una incidencia máxima en el segundo y tercer día del postoperatorio. Badner et al., que utilizaron la troponina I como marcador de IM, señalaron que la incidencia más elevada se produjo durante el primer día del postoperatorio inmediato, como se ha confirmado en otros estudios. El hallazgo de que la hipotensión en Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en enero 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 112 Ev a lu a ci ó n d El p a ci En tE III la unidad de recuperación postanestésica predecía mejor la liberación de troponina indica que es
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