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LA GENÓMICA DEVIENE PERSONAL En el invierno de 2003, nació una niña que se convirtió en un símbolo para el campo emergente de la genómica personaliza- da. Bea Rienhoff era, básicamente, una bebé sana, pero mos- tró una constelación de rasgos inusuales, que incluyeron ojos ampliamente separados, manos y pies curvados, y tono muscu- lar pobre. Su padre, Hugh Rienhoff, quien había sido entrenado como genetista, reconoció que estos eran marcadores poten- ciales para un trastorno genético. Después de dos años y nu- merosas visitas a especialistas médicos en busca de un diag- nóstico, los padres de Bea se quedaron sin ayuda. Frustrado, Rienhoff construyó un laboratorio genético improvisado en su casa y comenzó un proyecto personal, que eventualmente se llamaría “El Proyecto Bea”, para identificar la mutación que, es- taba seguro, existía en el genoma de su hija. Según los síntomas de Bea, algunos de los cuales pare- cían similares a otras enfermedades genéticas conocidas, Rienhoff sospechaba que la mutación existía en algún lugar de la vía TGF-beta. Envió el DNA de Bea para tener miembros clave de la vía secuenciados y comparó las secuencias de- vueltas con aquellas en el genoma humano recientemente pu- blicado. Al no hallar nada, amplió su búsqueda, reclutando la ayuda de expertos de la academia y la industria. En 2009, Rienhoff recurrió a una compañía llamada Illumina, la cual estaba probando nuevos métodos que permitirían la secuen- ciación de la parte del genoma que codifica las proteínas (llamada el exoma). Convenció a la compañía para secuenciar los exomas de Bea y de miembros de la familia inmediata, como un caso de C A P Í T U L O 10 B O S Q U E J O D E L C A P Í T U L O 10.1 Concepto de gen como una uni- dad de herencia 10.2 El descubrimiento de cromoso- mas 10.3 Cromosomas como portadores de información genética 10.4 Análisis genético en la Drosophila 10.5 Estructura del DNA 10.6 VÍAS EXPERIMENTALES: Naturaleza química del gen 10.7 DNA superenrollado 10.8 Complejidad del genoma 10.9 PERSPECTIVA HUMANA: Enfermedades que resultan de la expansión de las repeticiones de trinucleótidos 10.10 Estabilidad del genoma: duplica- ción 10.11 Naturaleza dinámica del geno- ma: “genes saltarines” 10.12 Secuenciación de genomas: huellas de la evolución biológica 10.13 Genómica comparada: “si se conserva, debe ser importante” 10.14 Base genética del “ser humano” 10.15 Variación genética dentro de la población de la especie humana 10.16 PERSPECTIVA HUMANA: Aplicación de análisis genómi- cos a la medicina La naturaleza del gen y el genoma FUENTE: Cortesía de Leah Fasten Photography (continúa) 10 .1 C o n c e p to d e g e n c o m o u n a u n id a d d e h e re n c ia 367prueba. Después de analizar los datos, se encontró un único punto mutante en un solo gen que codificaba la proteína TGF-beta3 en el exoma de Bea, pero no en el de ninguno de los otros miembros de la familia. A partir de experimentos en cultivo celular, los investiga- dores encontraron que la mutación puntual da como resultado una proteína no funcional que reduce la señalización global a través de la vía TGF-beta. Así que, hasta ahora, Bea Rienhoff es la única 10.1 Concepto de gen como una unidad de herencia El concepto del gen ha experimentado una evolución notable a medida que los biólogos han aprendido más y más sobre la natu- raleza de la herencia. Los primeros estudios revelaron que los genes son factores discretos que se retuvieron durante la vida de un organismo y luego se transmitieron a su progenie. Durante el siglo siguiente, se mostró que estos factores hereditarios residen en los cromosomas y están formados por DNA, una macromolé- cula con propiedades extraordinarias. En la FIGURA 10-1 se pro- porciona una panorámica general de algunos de los primeros acontecimientos fundamentales, a lo largo de este notable viaje de descubrimiento, que finaliza con la descripción de la estructu- ra doble helicoidal del DNA en 1953. En las décadas siguientes a este punto de inflexión, una rama importante de la biología molecular comenzó a centrarse en el genoma, que es el cuerpo colectivo de la información genética que está presente en una especie. Un genoma contiene todos los genes necesarios para “construir” un organismo en particular. Durante la última década más o menos, mediante colaboraciones entre los laboratorios de todo el mundo, se han descubierto las secuencias de nucleótidos completas de muchos genomas diferentes, incluidos el de nuestra propia especie y el del chimpancé, nuestro pariente vivo más cer- cano. Por primera vez en la historia de la humanidad, se tienen los medios para reconstruir la ruta genética de la evolución huma- na, comparando regiones correspondientes del genoma en orga- nismos relacionados. Se pueden aprender cuáles regiones de nuestro genoma se han duplicado y cuáles se han perdido desde nuestra división a partir de un ancestro común; se pueden obser- var cuáles nucleótidos en un gen particular o región reguladora han sufrido cambios y cuáles han permanecido constantes; lo más importante, se puede inferir qué partes de nuestro genoma han estado sujetas a la selección natural y cuáles han estado libres para desviarse de manera aleatoria, a medida que pasa el tiempo. También se comenzó a usar esta información para conocer más sobre nuestra historia como especie: cuándo y dónde surgimos, cómo nos relacionamos entre nosotros y cómo llegamos a ocupar las regiones de la Tierra que habitamos. La ciencia de la genética comenzó en la década de 1860 con el trabajo de Gregor Mendel, un fraile de la abadía de Santo Tomás, ubicada en la hoy República Checa. El laboratorio de Mendel era una pequeña parcela de jardín en los terrenos de la abadía. No se sabe exactamente qué motivó a Mendel a comenzar sus estudios, pero es evidente que tenía un claro plan experimen- tal en mente: su objetivo era aparear, o cruzar, plantas de guisan- tes que tenían diferentes características hereditarias y determinar el patrón por el cual estas características eran transmitidas a la descendencia. Mendel eligió el guisante de jardín por varias razo- persona en el mundo que tiene esta mutación y el síndrome acom- pañante, aún sin nombrar. En la actualidad, se están realizando es- tudios para crear modelos animales, con el objetivo de comprobar si la mutación puede tener algún impacto a largo plazo en la salud, y el padre de Bea tiene la esperanza de que, finalmente, encontra- rá a otras personas con la misma mutación, que han llevado vidas largas y saludables. Década de 1880 Descubrimiento de los cromosomas 1911-1913 Descubrimiento de que los genes pueden mapearse en orden a lo largo de la longitud de los cromosomas 1953 Descubrimiento de la estructura del DNA 1865 Descubrimiento de unidades discretas de herencia 1903 Descubrimiento de cromosomas homólogos 1909-1911 Descubrimiento del entrecruzamiento 1944-1952 Descubrimiento del DNA como material genético FIGURA 10-1 Descripción que muestra varios de los descubrimientos tempranos más importantes sobre la naturaleza del gen. Cada uno de estos descubrimientos se discute en el presente capítulo. C A P ÍT U L O 10 L a n a tu ra le z a d e l g e n y e l g e n o m a 368 nes prácticas, una de ellas era que podía comprar una variedad de semillas que daría lugar a plantas con características distintas. Mendel eligió enfocarse en siete rasgos visiblemente definibles, que incluyeron la altura de la planta y el color de la flor, cada uno de los cuales se produjo en dos formas alternativas e identifica- bles con claridad (tabla 10.1). Mendel cruzó plantas a través de varias generaciones y contó el número de individuos que tenían varias características. Después de varios años de investigación, Mendel extrajo las siguientes conclusiones, que se expresan en la terminología genéticamoderna. 1. Las características de las plantas se rigen por distintos factores (o unidades) de herencia, que más tarde se denominaron ge- nes. Una planta individual posee dos copias de un gen que controla el desarrollo de cada rasgo, uno derivado de cada padre. Las dos copias pueden ser idénticas entre sí o no. Las formas alternativas de un gen se llaman alelos. Para cada uno de los siete rasgos estudiados, uno de los dos alelos es domi- nante sobre el otro. Cuando ambos están presentes juntos en la misma planta, la existencia del alelo recesivo es enmascara- da por la del dominante. 2. Cada célula reproductiva (o gameto) producida por una planta contiene sólo una copia de un gen para cada rasgo. Un game- to particular puede tener el alelo recesivo o el dominante para un rasgo dado, pero no ambos. Cada planta surge por la unión de un gameto macho y uno hembra. En consecuencia, uno de los alelos que rigen cada rasgo en una planta fue here- dado de la progenitora y el otro alelo fue heredado del proge- nitor. 3. Aunque el par de alelos que gobierna un rasgo permanece junto a lo largo de la vida de una planta individual, se separan (o segregan) el uno del otro durante la formación de los game- tos. Este hallazgo formó la base de la ley de segregación de Mendel. 4. La segregación del par de alelos para un rasgo no tiene nin- gún efecto sobre la segregación de alelos para otro rasgo. Un gameto particular, por ejemplo, puede recibir un gen paterno que rige el color de la semilla y un gen materno que rige la forma de la semilla. Este hallazgo formó la base de la ley de la distribución independiente de Mendel. Mendel presentó los resultados de su trabajo a los miembros de la Sociedad de Historia Natural de Brünn; el acta de la reunión no registra la discusión de su presentación. Los experimentos de Mendel se publicaron en el diario de la sociedad Brünn en 1866, pero no generaron interés en absoluto hasta 1900, 16 años des- pués de su muerte. En ese año, tres botánicos europeos llegaron a las mismas conclusiones de forma independiente, y los tres redes- cubrieron el artículo de Mendel, que había estado en los estantes de numerosas bibliotecas de toda Europa por 35 años. 10.2 El descubrimiento de cromosomas Aunque Mendel proporcionó evidencia convincente de que los rasgos hereditarios son gobernados por factores discretos, o ge- nes, sus estudios no tuvieron en cuenta en lo absoluto la natura- leza física de estos elementos o su ubicación dentro del organis- mo. Durante el tiempo transcurrido entre el trabajo de Mendel y su redescubrimiento, varios biólogos se preocuparon de este otro aspecto de la herencia, su base física dentro de la célula. En la década de 1880, varios biólogos europeos estaban si- guiendo de cerca las actividades de las células y utilizando la rápida evolución de los microscopios ópticos para observar es- tructuras celulares recientemente discernibles. Ninguno de esos científicos conocía el trabajo de Mendel, sin embargo, entendie- ron que lo que fuera que gobernaba las características heredita- rias, tendría que pasar de una célula a otra y de generación en generación. Esto, en sí mismo, fue una conclusión crucial; toda la información genética necesaria para construir y mantener una planta o animal complejo tenía que caber dentro de los límites de una sola célula. Las observaciones de la división celular realiza- das por el biólogo alemán Walther Flemming, a principios de la década de 1880, revelaron que los contenidos citoplasmáticos eran enviados a una célula hija u otra por una cuestión de suerte, según el plano a través del cual el surco casualmente dividió la célula. Por el contrario, la célula parecía hacer todo lo posible para dividir los contenidos nucleares de manera equitativa entre las hijas. Durante la división celular, el material del núcleo se or- ganizó en “filamentos” visibles, que fueron denominados cromo- somas, lo que significa “cuerpo que se tiñe”. Alrededor de esa época, se observó el proceso de fertilización y se describieron las funciones de los dos gametos —el esperma y el óvulo— (FIGURA 10-2). Aunque el esperma es una célula peque- ña, se supo que era tan importante genéticamente como el óvulo, mucho más grande. ¿Qué era lo que dos células muy diferentes tenían en común? La característica más visible fue el núcleo y sus cromosomas. La importancia de los cromosomas aportados por el macho se hizo evidente en un estudio realizado por el biólogo alemán Theodore Boveri en huevos de erizo de mar que habían sido fertilizados por dos espermatozoides en lugar de sólo uno, como suele ser el caso. Esta condición, conocida como polisper- mia, se caracteriza por divisiones celulares disruptivas y la muerte temprana del embrión. ¿Por qué debería la presencia de un nú- cleo de esperma extremadamente pequeño dentro de un óvulo muy grande, tener drásticas consecuencias? El segundo esperma dona un conjunto adicional de cromosomas y un centriolo extra (sección 9.5). Estos componentes adicionales conducen a divisio- nes celulares anormales en el embrión, durante las cuales las células hijas reciben números variables de cromosomas. Boveri concluyó que el proceso ordenado de desarrollo normal es “de- pendiente de una particular combinación de cromosomas; y esto sólo puede significar que los cromosomas individuales deben po- seer cualidades diferentes.” Esta fue la primera evidencia de una diferencia cualitativa entre los cromosomas. Los eventos que ocurrieron después de la fertilización fueron seguidos más de cerca en la lombriz Ascaris, cuyos pocos cromo- somas son grandes, y fueron observados tan fácilmente en el si- glo XIX Como en los laboratorios introductorios de biología de hoy. En 1883, el biólogo belga Edouard van Beneden notó que las cé- lulas del cuerpo del gusano tenían cuatro grandes cromosomas, pero que los núcleos masculinos y femeninos presentes en el óvu- lo, justo después de la fertilización (antes de que los dos núcleos TABLA 10-1 Siete rasgos de las plantas de guisantes de Mendel Rasgo Alelo dominante Alelo recesivo Altura Alto Enano Color de semilla Amarillo Verde Forma de la semilla Redonda Angular (arrugada) Color de la flor Púrpura Blanco Posición de la flor A lo largo del tallo En las puntas del tallo Color de la vaina Verde Amarillo Forma de la vaina Inflada Restringida (Consúltese www.mendelweb.org para una discusión sobre el trabajo de Mendel.) REPASO 1. ¿Qué es un alelo y cuál es su relación con un gen? 2. Describa la ley de la distribución independiente de Mendel. 369 10 .3 C ro m o s o m a s c o m o p o rta d o re s d e in fo rm a c ió n g e n é tic a se fusionaran entre sí), sólo tenían dos cromosomas cada uno (figura 10-2). Por este mismo tiempo, se describió el proceso de la meiosis, y en 1887 el biólogo alemán August Weismann propuso que la meiosis incluye una “división de reducción”, durante la cual el número de cromosomas se reduce a la mitad, antes de la formación de los gametos. Si no ocurriera una división de reduc- ción, y cada gameto contuviera el mismo número de cromosomas como una célula adulta, entonces la unión de dos gametos dupli- caría el número de cromosomas en las células de la progenie. La cantidad de cromosomas se duplicaría con todas y cada una de las generaciones, lo que obviamente no ocurre y no puede ocurrir.1 publicó un artículo que señaló directamente a los cromosomas como los portadores físicos de los factores genéticos de Mendel. Sutton siguió el desarrollo de las células de espermatozoides en el saltamontes, que como Ascaris, tiene cromosomas grandes, ob- servables con facilidad. Las células que dan lugar a los esperma- tozoides se denominan espermatogonias, y pueden sufrir dos ti- pos muy diferentes de división celular. Una espermatogonia puede dividirse por mitosis para producir más espermatogonias, o bien dividirse por meiosis para producir células que se diferen- cian en esperma (véase figura14-41a). En el examen de las etapas mitóticas de las espermatogonias de los saltamontes, Sutton con- tó 23 cromosomas. Un cuidadoso examen de las formas y tama- ños de los 23 cromosomas sugirió que estaban presentes en pares “parecidos”. Once pares de cromosomas se pueden distinguir junto con un cromosoma adicional denominado cromosoma acce- sorio (que luego se mostró que era un cromosoma X determinan- te del sexo) que no era parte de un par obvio. Sutton se dio cuen- ta de que la presencia en cada célula de pares de cromosomas, o cromosomas homólogos, como fueron pronto denominados, se correlaciona perfectamente con los pares de factores heredita- rios descubiertos por Mendel. Cuando Sutton examinó los cromosomas en las células recién comenzada la meiosis, descubrió que los miembros de cada par de cromosomas estaban asociados entre sí, formando un comple- jo denominado bivalente. Once bivalentes eran visibles, cada uno mostrando una hendidura a lo largo de su longitud, donde los dos cromosomas homólogos se asociaron (FIGURA 10-3). La primera división meiótica subsiguiente separó los dos cromosomas homó- logos en células separadas. Esta fue la división de reducción pro- puesta 15 años antes por Weismann sobre bases teóricas. Aquí también estaba la base física para van la propuesta de Mendel, de que existen factores hereditarios en pares que permanecen juntos a lo largo de la vida de un individuo y luego se separan unos de otros al formarse los gametos. La división de reducción observada 1 Cuerpo polar 2 4 65 Pronúcleo femenino Pronúcleo masculino Pronúcleo femenino Pronúcleo masculino Pronúcleo femenino Pronúcleo masculino Pronúcleo derretido Comienza la división del núcleo División celular (comienza la división celular) 3 FIGURA 10-2 Eventos que ocurren en la lombriz Ascaris después de la fertilización, como se infor- maron en una investigación clásica del siglo XIX. Se observa que tanto el gameto masculino como el femenino contienen dos cromosomas. La fusión de los núcleos de espermatozoides y de óvulos (lla- mados pronúcleos) en el citoplasma del óvulo (en- tre e y f) produce un cigoto que contiene cuatro cromosomas. El segundo cuerpo polar que se muestra en a es un producto de la meiosis previa, como se describe en la sección 14.13. FUENTE: De T. Boveri, Jenaische Zeit 1888;22:685. REPASO 1. ¿Qué evidencia llevó a los primeros microscopistas a creer que los cromosomas contenían la información genética de la célula? 1 Los lectores que han olvidado los eventos que ocurren durante la meiosis pudieran leer la sección 14.12, en la que se analiza este evento fundamental en el ciclo de vida de los organismos eucariotas. 10.3 Cromosomas como portadores de información genética El redescubrimiento del trabajo de Mendel y su confirmación tu- vo una influencia inmediata en la investigación sobre biología celular. Cualquiera que sea su naturaleza física, los portadores de las unidades hereditarias tendrían que comportarse de manera consistente con los principios mendelianos. En 1903, Walter Sutton, un estudiante graduado en la Universidad de Columbia, C A P ÍT U L O 10 L a n a tu ra le z a d e l g e n y e l g e n o m a 370 por Sutton explicó varios de los otros hallazgos de Mendel: los gametos sólo podían contener una versión (alelo) de cada gen; la cantidad de gametos que contenía un alelo era igual al número que contenía el otro alelo; y la unión de dos gametos en la fertili- zación produciría un individuo con dos alelos para cada rasgo. Pero muchas preguntas quedaron sin respuesta. Por ejemplo, ¿có- mo fueron organizados los genes dentro de los cromosomas?, ¿podía determinarse la ubicación de los genes específicos? Con la misma claridad con que Sutton vio la relación entre el comportamiento de los cromosomas y los alelos de Mendel, notó un problema evidente. Mendel había examinado la herencia de siete rasgos y había encontrado que cada uno fue heredado inde- pendientemente de los demás. Esta observación formó la base de la ley de distribución independiente de Mendel. Pero, si los genes son empacados juntos en los cromosomas, como cuentas en una cadena, entonces los genes deben pasar de los padres a sus des- cendientes en paquetes, al igual que los cromosomas intactos pa- san a la próxima generación. Los genes en el mismo cromosoma deberían actuar como si estuvieran relacionados entre sí; es decir, deben ser parte del mismo grupo de relación. ¿Cómo es que los siete rasgos de Mendel están distribuidos de forma independiente? ¿Estaban todos en diferentes grupos de relación, es decir, diferentes cromosomas? Como sucede, el gui- sante de jardín tiene siete pares de cromosomas homólogos. Los genes que gobiernan cada uno de los rasgos de Mendel se produ- cen en cromosomas diferentes o están tan separados entre sí en el mismo cromosoma que actúan de forma independiente. La profecía de Sutton sobre los grupos de relación pronto fue confir- mada. En un par de años, los genes para dos rasgos en los guisan- tes dulces (color de la flor y forma del polen) se mostraron liga- dos; otra evidencia rápidamente acumulada de la relación de los cromosomas. 10.4 Análisis genético en la Drosophila La investigación en genética pronto se enfocó en un organismo en particular, la mosca de la fruta, Drosophila (FIGURA 10-4). Las moscas de la fruta tienen un tiempo de generación (desde el hue- vo hasta el adulto sexualmente maduro) de alrededor de 10 días y pueden producir hasta 1 000 huevos durante su vida. Además, las moscas de la fruta son muy pequeñas, por lo que se podría disponer de un gran número, son fáciles de albergar y criar, y muy económicas de mantener. En 1909, la mosca de la fruta pa- recía el organismo ideal para Thomas Hunt Morgan de la Universidad de Columbia. Así comenzó lo que iba a ser el inicio de una nueva era en la investigación genética. Hubo una gran desventaja en comenzar a trabajar con este insecto, sólo había una “cepa” de mosca disponible, el tipo salvaje. Mientras que Mendel simplemente había comprado variedades de semillas de guisantes, Morgan tuvo que generar sus propias variedades de moscas de la fruta. Morgan esperaba que apareciesen variantes del tipo salvaje si criaba suficientes moscas. En un año —después de observar miles de moscas— encontró su primer mutante, es decir, un individuo con una característica heredable que lo distin- guía del tipo salvaje. El mutante tenía ojos blancos en lugar de los normales de color rojo (figura 10-4). En 1915, Morgan y sus alumnos habían encontrado 85 dife- rentes mutantes con una amplia variedad de estructuras afecta- das. Era evidente que, en raras ocasiones, se produce un cambio espontáneo o mutación dentro de un gen, alterándolo perma- nentemente, de forma que el rasgo alterado se transmite de gene- ración en generación. La demostración de una alteración heredi- taria de forma espontánea en un gen tuvo consecuencias mucho más allá del estudio de la genética de la Drosophila. Sugirió un mecanismo para el origen de la variación que existe dentro de las poblaciones, evidencia de un enlace vital en la teoría de la evolu- ción. Si pudieran surgir variantes de genes de modo espontáneo, las poblaciones aisladas podrían volverse genéticamente diferen- tes entre sí y, en última instancia, dar lugar a nuevas especies. Mientras que las mutaciones son una ocurrencia necesaria para la evolución, para los genetistas constituyen una herramien- ta, porque proporcionan una diferencia a la condición de tipo salvaje. Al estar aislados, los mutantes de Drosophila se criaron, cruzaron y mantuvieron como reservas dentro del laboratorio. Como se esperaba, las 85 mutaciones no se agruparon todas in- dependientemente; en cambio, Morgan encontró que pertene- cían a cuatro grupos de relación diferentes, uno de los cuales a b c d e f g h i j k x FIGURA 10-3 Cromosomas homólogos. Dibujo de Sutton de los cromo- somas homólogos del saltamontesmacho que se han asociado durante la profase meiótica para formar bivalentes. Se observaron once pares de cromosomas (a-k) homólogos y un cromosoma X no apareado. FUENTE: WS Sutton. Biol Bulletin 1902;4:24. Biological Bulletin by Marine Biological Laboratory (Woods Hole, Mass.) Copyright 1902. Reproducido con permiso de Marine Biological Laboratory en el formato Textbook a tra- vés de Copyright Clearance Center. FIGURA 10-4 La mosca de la fruta Drosophila melanogaster. Fotografía de una mosca de la fruta femenina de tipo salvaje y un macho mutante que tiene una mutación que causa los ojos blancos. FUENTE: Cortesía de Stanley JP Iyadurai. REPASO 1. ¿Qué es un grupo de relación? ¿Cuál es su relación con un cromosoma? ¿Cómo se puede determinar el número de grupos de relación en una especie? 371 10 .4 A n á lis is g e n é tic o e n la D rosophila contenía muy pocos genes mutantes (sólo dos en 1915). Este ha- llazgo se correlacionó de manera adecuada con la observación de que las células de Drosophila tienen cuatro pares de cromosomas homólogos, uno de los cuales es muy pequeño (FIGURA 10-5). Quedó poca duda de que los genes residen en cromosomas. Entrecruzamiento y recombinación A pesar de que se confirmó la asociación de genes en los grupos de relación, se encontró que la relación entre los alelos en el mis- mo cromosoma era incompleta. En otras palabras, los alelos de dos genes diferentes, como alas cortas y cuerpo negro (como en la fi- gura 10-7), que originalmente estaban presentes juntos en un cro- mosoma dado, no siempre permanecieron juntos durante la pro- ducción de gametos. Por tanto, las características mateRNA y pateRNA que fueron heredadas por un individuo en cromosomas homólogos separados podrían reorganizarse de modo que termi- nen en el mismo cromosoma de un gameto. Por el contrario, dos características que se heredaron juntas en el mismo cromosoma podrían separarse una de la otra y terminar en gametos separados. En 1911, Morgan ofreció una explicación para la “ruptura” en el ligamiento. Dos años antes, F. A. Janssens había observado que los cromosomas homólogos de bivalentes se envolvieron uno alrededor del otro durante la meiosis (FIGURA 10-6). Janssens ha- bía propuesto que esta interacción entre los cromosomas mater- nos y paternos dio lugar a la ruptura e intercambio de piezas. Aprovechando esta propuesta, Morgan sugirió que este fenóme- no, que denominó entrecruzamiento (o recombinación genéti- ca), podría explicar la apariencia de descendientes (recombinantes) que tienen combinaciones inesperadas de rasgos genéticos. Un ejemplo del entrecruzamiento se muestra en la FIGURA 10-7. El análisis de la descendencia de un gran número de cruza- mientos entre adultos portadores de una variedad de alelos en el mismo cromosoma indicó que 1) el porcentaje de recombinación entre un par de genes dado en un cromosoma, como el color de los ojos y la longitud del ala, era esencialmente constante de un experimento a otro; y 2) los porcentajes de recombinación entre diferentes pares de genes, tales como entre el color de los ojos y la longitud del ala versus el color de los ojos y el color del cuerpo, podría ser muy diferente. El hecho de que un par dado de genes proporcionara la mis- ma frecuencia aproximada de recombinación en cada cruce sugi- rió de manera marcada que las posiciones de los genes a lo largo del cromosoma (sus loci) eran fijas y no variaban de una mosca a otra. Si el locus de cada gen es fijo, entonces la frecuencia de re- combinación entre dos genes provee una medida de la distancia que separa a los dos genes. Cuanto más espacio exista entre dos sitios en un cromosoma para que ocurra la rotura, más probable es que se produzca una rotura entre esos dos sitios y, por tanto, mayor será la frecuencia de recombinación. En 1911, un estudian- te universitario no graduado de la Universidad de Columbia, Alfred Sturtevant, quien estaba trabajando en el laboratorio de Morgan, concibió la idea de que las frecuencias de recombinación podrían utilizarse para mapear las posiciones relativas de genes individuales a lo largo de un determinado cromosoma. Un ejem- plo de los principios subyacentes de este procedimiento de ma- peo se ilustra en la figura 10-7. En dicho ejemplo, los genes para la longitud del ala y el color del cuerpo de la Drosophila están si- tuados a una distancia considerable unos de otros en el cromoso- ma y, por consiguiente, es probable que queden desligados por una ruptura y un cruce intermedios. Por el contrario, los genes para el color de los ojos y el color del cuerpo se encuentran muy cerca unos de otros en el cromosoma y, como consecuencia, son menos propensos a desligarse. Con el uso de frecuencias de re- combinación, Sturtevant, quien se convirtió en uno de los gene- tistas más prominentes del siglo, comenzó a construir mapas detallados del orden seriado de los genes a lo largo de cada uno de los cuatro cromosomas de la mosca de la fruta. Desde enton- ces, las frecuencias de recombinación se han utilizado para pre- parar mapas cromosómicos a partir de virus y bacterias, así como de una gran variedad de especies eucariotas. Mutagénesis y cromosomas gigantes Durante el periodo inicial de la genética, la búsqueda de mutan- tes fue un procedimiento lento y tedioso, dependiente de la apa- rición espontánea de genes alterados. En 1927, se utilizó una varie- dad especial de moscas de la fruta diseñada para revelar la presencia de alelos recesivos. H. J. Muller descubrió que las mos- cas sometidas a una dosis subletal de rayos X mostraron más de 100 veces la tasa de mutación espontánea exhibida por controles no irradiados. Este hallazgo tuvo consecuencias importantes. Desde el punto de vista práctico, el uso de agentes mutagénicos, como rayos X y radiación ultravioleta, aumentó en gran medida la cantidad de mutantes disponibles para la investigación genéti- ca. El hallazgo también señaló el peligro del creciente uso de la X #3 #4 #2 Y FIGURA 10-5 Las moscas de la fruta tienen cuatro pares de cromosomas homólogos, uno de los cuales es muy pequeño. Los dos homólogos disí- miles son los cromosomas que determinan el sexo. Al igual que en los se- res humanos, las moscas de la fruta macho son XY y las hembras son XX. FIGURA 10-6 Visualización de los sitios de entrecruzamiento. Cromosomas homólogos se envuelven mutuamente durante la meiosis, como se observa en esta micrografía de una célula meiótica de un lirio. Los puntos en los que se cruzan los homólogos se denominan quiasma (flechas) y (como se discute en el capítulo 14) son sitios en los cuales el entrecruzamiento se había producido en una etapa anterior. FUENTE: De AH Sparrow. Annals of the Nueva York Academy de Sciences, 1508, 1951. Este material se usa con el permiso de John Wiley & Sons. C A P ÍT U L O 10 L a n a tu ra le z a d e l g e n y e l g e n o m a 372 radiación en el campo de la industria y la medicina. En la actua- lidad, las mutaciones en la Drosophila se generan con mayor fre- cuencia al agregar un mutágeno químico (metanosulfonato de etilo) al alimento de los insectos. El redescubrimiento en 1933 de cromosomas gigantes en cier- tas células de insectos por Theophilus Painter, de la Universidad de Texas, ilustra un principio básico en biología. Existe una varia- bilidad tan notable entre organismos, no sólo en los niveles ma- croscópicos obvios, sino también en los niveles celulares y subce- lulares, que a menudo un tipo particular de célula puede ser mucho más adecuado para un tipo particular de investigación que otro. Las células de la glándula salival larval de la Drosophila contienen cromosomas que son, aproximadamente, 100 veces más gruesos que los cromosomas encontrados en la mayoría de las otras células del organismo (FIGURA 10-8a). Durante el desa- Par de cromosomas homólogos (BbWw) (antes de la meiosis) Cuerpo gris Cuerpo negro Alas largas Alas cortas Replicación yentrecruzamiento Gameto parental (bw) Gameto parental (BW) Pareja de moscas con moscas recesivas homocigóticas (bbww) BbWw bbWw bbww Bbww Par de cromosomas homólogos en formación de tétrada Gameto cruzado (Bw) Gameto cruzado (bW) b) a) B b b b B B W w B wb wb WWB w w W W FIGURA 10-7 El entrecruzamiento proporciona el mecanismo para reor- ganizar a los alelos entre cromosomas maternos y paternos. a) Repre- sentación simplificada de un solo cruce en un heterocigoto de Drosophila (BbWw) en el cromosoma número 2 y los gametos resultantes. Si cualquie- ra de los gametos que se cruzan participa en la fertilización, la descenden- cia tendrá un cromosoma con una combinación de alelos que no estaba presente en un solo cromosoma en las células de cualquiera de los pa- dres. b) Formación bivalente (tétrada) durante la meiosis, que muestra tres intersecciones cruzadas (quiasma, indicado por las flechas negras). FIGURA 10-8 Cromosomas politénicos gigantes de insectos larvarios. a) Estos cromosomas politénicos gigantes de la glándula salival de una larva de una mosca de la fruta muestran varios miles de bandas distintas y os- curas. Las bandas han sido identificadas como los loci de genes particula- res. En el recuadro se detalla cómo los cromosomas politénicos consisten en varias moléculas de DNA individuales. Las bandas teñidas en los cro- mosomas corresponden a los sitios donde el DNA está más compacto. b) Microfotografía electrónica de barrido de un cromosoma politénico gigan- te de una larva de Chironomus que muestra cómo los sitios específicos se expanden para formar una “protuberancia”. Las protuberancias cromosó- micas son sitios donde el DNA se transcribe activamente. FUENTE: a) Andrew Syred/Photo Researchers, Inc. Reproducido con permi- so de Company of Biologists, Ltd.; b) Tomada de Terry Allen y Claus Pelling, J Cell Science, cubierta del vol. 93, parte 4, 1989. Reproducida con el permiso de Company of Biologists, Ltd. b) Molécula de DNA individual Bandaa) 10 .5 E s tru c tu ra d e l D N A 373rrollo larval, estas células dejan de dividirse, pero se mantienen creciendo. La replicación de DNA continúa proporcionando el material genético adicional necesario para soportar el alto nivel de actividad secretora de estas enormes células. Las cadenas de DNA duplicadas permanecen unidas entre sí, en perfecta alinea- ción lado a lado (recuadro de figura 10-8a), produciendo cromo- somas gigantes con hasta 1 024 veces el número de cadenas de DNA de cromosomas normales. Estos inusuales cromosomas politénicos, como se les deno- mina, son ricos en detalles visuales, mostrando alrededor de 5 000 bandas cuando se tiñen y se examinan de forma microscó- pica. El patrón de bandas es en esencia constante de un individuo a otro, pero se observan diferencias considerables entre los cro- mosomas de las moscas de diferentes especies del género Dro- sophila. Painter pronto encontró que las bandas individuales podrían correlacionarse con genes específicos. Las posiciones re- lativas de estos genes en los cromosomas gigantes concuerdan con aquellas predichas sobre la base de mapas genéticos prepara- dos a partir de las frecuencias de recombinación, lo que propor- ciona una confirmación visual de la validez de todo el procedi- miento de mapeo. Los cromosomas de insectos gigantes han sido útiles de otras maneras. Las comparaciones de patrones de bandas entre cromo- somas politénicos de diferentes especies han proporcionado una oportunidad sin precedentes para la investigación de cambios evolutivos a nivel cromosómico. Además, estos cromosomas no son objetos celulares inertes, sino estructuras dinámicas en las que ciertas regiones se “hinchan” en etapas particulares de desa- rrollo (figura 10-8b). Estas protuberancias de los cromosomas son sitios donde el DNA se transcribe a un nivel muy alto, brindando uno de los mejores sistemas disponibles para la visualización di- recta de la expresión génica. DNA, vamos a reflexionar sobre los hechos disponibles en ese momento. Se conocía que el bloque de construcción básico del DNA era un nucleótido (FIGURA 10-10a,b), que consiste en el azúcar desoxirribosa de cinco carbonos, para la cual un fosfato se esterifi- ca en la posición 5’ del anillo de azúcar y una base nitrogenada se une en el sitio 1’.2 Dos tipos de bases nitrogenadas están presen- tes en un ácido nucleico: las pirimidinas, que contienen un solo anillo, y las purinas, que contienen dos anillos (figura 10-10c). El DNA contiene dos pirimidinas diferentes, la timina (T) y la citosi- na (C), así como dos purinas diferentes, la guanina (G) y la adenina (A). Los nucleótidos están unidos de manera covalente entre sí para formar un polímero lineal, o cadena, con un esqueleto com- puesto de grupos alternados de azúcar y fosfato unidos por enla- ces fosfodiéster 3’- 5’ (figura 10-10c). Se pensó que las bases unidas a cada azúcar se proyectaban desde el esqueleto como una colum- na de estantes apilados. REPASO 1. ¿Cómo ayudan las mutaciones genéticas a mapear la ubica- ción de los genes en un cromosoma? 2. ¿Qué se entiende por ligamiento incompleto? ¿Qué tiene que ver esto con el emparejamiento de cromosomas homólogos durante la meiosis? 3. ¿Cómo difieren los cromosomas politénicos de un insecto de los cromosomas normales? 10.5 Estructura del DNA Los genetistas clásicos descubrieron las reglas que rigen la trans- misión de las características genéticas y la relación entre los ge- nes y los cromosomas. En su discurso de aceptación del Premio Nobel en 1934, T. H. Morgan declaró: “en el nivel en que se en- cuentran los experimentos genéticos, no hace la más mínima diferencia si el gen es una unidad hipotética o si el gen es una partícula material.” Sin embargo, en la década de 1940, se tomó en consideración un nuevo conjunto de preguntas, de las cuales la principal fue: “¿cuál es la naturaleza química del gen?” Los experimentos que responden a esta pregunta se describen en “Vías Experimentales” (sección 10.6). Una vez que se hizo evi- dente que los genes están hechos de DNA, los biólogos se en- frentaron a una serie de nuevas interrogantes. Estas se aborda- rán en el resto del capítulo. Para comprender el funcionamiento de una macromolécula compleja —ya sea una proteína, un polisacárido, un lípido o un ácido nucleico— es esencial conocer cómo se construye esa molé- cula. El misterio de la estructura del DNA fue objeto de investiga- ción en varios laboratorios en Estados Unidos e Inglaterra a prin- cipios de la década de 1950, y fue resuelto por James Watson y Francis Crick en la Universidad de Cambridge en 1953 (FIGU- RA 10-9). Antes de describir su propuesta de la estructura del FIGURA 10-9 Modelo de DNA construido por James Watson y Francis Crick en la Universidad de Cambridge, 1953. FUENTE: Ciencia y Sociedad/SuperStock. 2 Es útil introducir un poco de terminología en este punto. Una molécula que consiste simplemente en una de las cuatro bases nitrogenadas de la figura 10-10 unida a un resto de azúcar pentosa, se conoce como nucleósido. Si el azúcar es desoxirribosa, el nucleósido es un desoxirribonucleósido. Existen cuatro desoxirribonucleósidos principales que se distinguen por su base unida: desoxiadenosina, desoxiguanosina, desoxitimidina y desoxicitidina. Si el nucleósido tiene uno o más grupos fosfato unidos (generalmente en la posición 5, pero de forma alternativa en la posición 3), la molécula es un nucleótido. Hay nucleósidos 5�-monofosfatos, nucleósidos 5�-difosfatos y nucleósidos 5�-trifosfatos, en dependencia del número de fosfatos en la molécula. Los ejemplos de cada uno son 5�-monofosfato de desoxiadenosina (dAMP, deoxyadenosine 5monophosphate), 5�-difosfato de desoxiguanosina (dGDP, deoxyguanosine 5diphosphate) y 5�-trifosfato de desoxicitidina (dCTP, deoxycytidine 5triphosphate). Un conjunto similar de nucleósidos y nucleótidos involucrados en el metabolismo de RNA contiene el azúcar ribosa en lugarde la desoxirribosa. Los nucleótidos empleados en el metabolismo energético, como el trifosfato de adenosina (ATP, adenosine triphosphate), son moléculas que contienen ribosa. C A P ÍT U L O 10 L a n a tu ra le z a d e l g e n y e l g e n o m a 374 Un nucleótido tiene una estructura polarizada: un extremo, donde se encuentra el fosfato, se llama 5’ terminal (pronunciado “cinco prima terminal”), mientras que el otro extremo es el 3’ terminal (figura 10-10b). Debido a que los nucleótidos apilados en una cadena miran en la misma dirección, la cadena entera tiene una dirección (figura 10-10c). El análisis de la difracción de rayos X indicó que la distancia entre los nucleótidos de la pila era 3.4 Å (0.34 nm), lo que sugirió la presencia de una gran repeti- ción estructural cada 3.4 nm. Como se discutió en la sección 10.6, durante muchos años se pensó que el DNA consistía en una simple repetición de tetranu- cleótidos (p. ej. —ATGCATGCATGC—), lo que hacía poco proba- ble que sirviera como macromolécula informativa. En 1950, Erwin Chargaff, de la Universidad de Columbia, informó un ha- llazgo importante que dio el golpe final a la teoría de los tetranu- cleótidos y proporcionó información vital sobre la estructura del DNA. Chargaff, creyendo que la secuencia de nucleótidos de la molécula de DNA tenía la clave de su importancia, determinó las cantidades relativas de cada base en varias muestras de DNA, es decir, la composición de base de las muestras. El análisis de la composición de base de una muestra de DNA se realizó median- te la hidrolización de las bases de sus azúcares unidos, la separa- ción de las bases en el hidrolizado mediante cromatografía en papel, y la determinación de la cantidad de material en cada uno de los cuatro puntos a los que migraron las bases. Si la teoría de los tetranucleótidos fuera correcta, cada una de las cuatro bases en una muestra de DNA estaría presente como en un 25% del número total. Chargaff descubrió que las relacio- nes de las cuatro bases componentes eran bastante variables de un tipo de organismo a otro, siendo a menudo muy diferente de la relación 1:1:1:1 predicha por la teoría del tetranucleótido. Por ejemplo, la relación A:G del DNA de un bacilo tuberculoso fue de 0.4, mientras que la relación A:G del DNA humano fue de 1.56. No hizo ninguna diferencia qué tejido vegetal o animal se utilizó como fuente de DNA; la composición de base se mantuvo cons- tante para esa especie. En medio de esta gran variabilidad en la composición de base de DNA de diferentes especies, se descubrió una relación numérica importante. Los números de purinas siem- pre igualaron el número de pirimidinas en una muestra dada de DNA. Más específicamente, la cantidad de adeninas siempre igualó a la de timinas, y el número de guaninas siempre equiparó a la cantidad de citosinas. En otras palabras, Chargaff descubrió las siguientes reglas de composición de base de DNA: [A] = [T],[G] = [C],[A] + [T] ≠ [G] + [C] Los hallazgos de Chargaff ponen a la molécula de DNA bajo una nueva luz, dándole especificidad e individualidad de un organis- mo a otro. Sin embargo, el significado de las equivalencias de base permaneció oscuro. La propuesta de Watson-Crick Cuando se discutió la estructura de la proteína en el capítulo 2, se enfatizó en la importancia de las estructuras secundaria y tercia- ria como determinantes de la actividad de la proteína. De manera FIGURA 10-10 Estructura química del DNA. a) Modelo de nucleótido de DNA que contiene la base timina; la molécula es 5�-monofosfato de desoxitimidina (dTMP, deoxythymidine 5�-monophosphate). La jaula de red representa la densidad electrónica de los átomos que componen la molé- cula. b) Estructura química de nucleótido de DNA que contiene la base adenosina; la molécula es 5�-monofosfato de desoxiadenosina (dAMP, deoxyadenosine 5-monophosphate). Un nucleótido se compone de un nucleósido unido a un fosfato; la porción de nucleósido de la molécula (es decir, desoxiadenosina) está encerrada por la línea de puntos. c) Estructura química de un pequeño segmento de una cadena única de DNA que muestra los cuatro nucleótidos. FUENTE: a) Tomada de Arnon Lavie, et al. Nature Str Biol 1997;4:604, Fig. 2a. Reproducido con permiso de Macmillan Publishers Limited. O H O H O H O H O O CH2 1'4' 5' 6 1 23 4 5 7 8 9 2'3' H H H H H N N N HH H H N N OH Fosfato Nucleósido (desoxiadenosina) Azúcar Esqueleto de fosfato de azúcar 5' terminal 3' terminal Base A P O O– O– O O CH 2 H H H H H N N N H H H H N N A P O O O– O O CH 2 H H H H H N N H N N N G P O O O– H O HH O O CH 2 H H H H H N H H O H H N N C P O O O– O O CH 2 CH 3 H H H H H O OH N N H T P O O O– b) c) a) Timina Desoxi- rribosa Fosfato 10 .5 E s tru c tu ra d e l D N A 375similar, se necesitaba información sobre la organización tridi- mensional del DNA, si se quería entender su actividad biológica. Con el uso de datos de difracción de rayos X (obtenidos por Rosalind Franklin y Maurice Wilkins en el King’s College de Londres) y modelos construidos a partir de cortes de los cuatro tipos de nucleótidos, Watson y Crick propusieron una estructura de DNA que incluía los siguientes elementos (figura 10-10): 1. La molécula está compuesta de dos cadenas de nucleótidos. Esta conclusión pisó los talones de una propuesta errónea de Linus Pauling, quien había sugerido que el DNA estaba com- puesto por tres cadenas de nucleótidos. 2. Las dos cadenas giran una alrededor de la otra para formar un par de hélices a la derecha. En una hélice a la derecha, un observador que mira por el eje central de la molécula vería que cada cadena sigue un camino en el sentido de las agujas del reloj, a medida que se aleja del observador. La naturaleza helicoidal del DNA se reveló en el patrón de manchas pro- ducido por la imagen de difracción de rayos X de Franklin, que se mostró a Watson durante una visita al King’s College. 3. Las dos cadenas que comprenden una doble hélice corren en direcciones opuestas; es decir, son antiparalelas. Por tanto, si una cadena está alineada en la dirección 5�y 3�, su compa- ñera debe estar alineada en la dirección 3� y 5�. 4. El esqueleto de azúcar-fosfato-azúcar-fosfato de cada cadena se encuentra en el exterior de la molécula con los dos con- juntos de bases que se proyectan hacia el centro. Los grupos de fosfato proporcionan a la molécula una gran carga nega- tiva (FIGURA 10-11a). 5. Las bases ocupan planos que son aproximadamente perpen- diculares al largo eje de la molécula y, por tanto, están apila- dos uno encima de otro como un montón de platos. Las interacciones hidrofóbicas y las fuerzas de van der Waals (página 36) entre las bases apiladas y planas proporcionan estabilidad para toda la molécula del DNA. Juntos, los giros helicoidales y los pares de bases planas causan que la molé- cula se parezca a una escalera de caracol. Esta forma de cons- trucción es evidente en la fotografía de la figura 10-9, que muestra el modelo original de Watson-Crick. 6. Las dos cadenas se mantienen juntas por enlaces de hidró- geno entre cada base de una cadena y una base asociada en la otra cadena. Debido a que los enlaces de hidrógeno indi- viduales son débiles y se rompen con facilidad, las cadenas de DNA pueden separarse durante varias actividades. Pero se añade la fortaleza de las uniones de los enlaces de hidró- geno, y la gran cantidad de enlaces de hidrógeno que tienen las cadenas juntas hacen que la doble hélice sea una estruc- tura estable. 7. La distancia desde el átomo de fósforo del esqueleto al cen- tro del eje es de 1 nm (por tanto, el ancho de la doble hélice es de 2 nm). 8. Una pirimidina en una cadena siempre se combina con una purina en la otra cadena. Esta disposición produce una mo- lécula que tiene 2 nm de ancho en toda su longitud. 9. Los átomos de nitrógeno unidosal carbono 4 de la citosina y al carbono 6 de la adenina se encuentran de forma predomi- nante en la configuración amino (NH2) (figura 10-10c), en lugar de en la forma imino (NH). Del mismo modo, los áto- mos de oxígeno unidos al carbono 6 de guanina y al carbono 4 de timina tienen preponderancia en una configuración ceto (C“O), en vez de en la forma enol (C¬OH). Estas res- tricciones estructurales en las configuraciones de las bases sugirieron que la adenina era la única purina estructural- mente capaz de unirse a la timina, y que la guanina era la única purina capaz de unirse a la citosina. Por tanto, los úni- cos pares posibles fueron A-T y G-C (figura 11-11c). Esto se ajusta de manera perfecta con el análisis de la composición de base llevado a cabo por Chargaff, cuyos resultados fueron comunicados a Watson y Crick durante una reunión de los tres científicos en Cambridge en 1952. Debido a que un par de bases A-T y G-C tenía la misma geometría (figura 10-11c), no hubo restricciones en la secuencia de bases; una molécu- la de DNA podría tener cualquiera de una variedad ilimitada de secuencias de nucleótidos. 10. Los espacios entre giros adyacentes de la hélice forman dos surcos de diferente ancho —un surco mayor más ancho y un surco menor más estrecho— esa espiral alrededor de la super- ficie externa de la doble hélice (figura 10-11a,b). Las proteí- nas que se unen al DNA a menudo contienen dominios que encajan en estos surcos. En muchos casos, una proteína uni- da en un surco es capaz de leer la secuencia de nucleótidos a lo largo del DNA sin tener que separar las cadenas. 11. La doble hélice hace un giro completo cada 10 residuos (3.4 nm) o 150 vueltas por millón de daltons de masa molecular. 12. Debido a que una A en una cadena siempre está unida a una T en la otra cadena, y una G siempre está unida a una C, las secuencias de nucleótidos de las dos cadenas siempre están fijas en relación unas con otras. Debido a esta relación, se dice que las dos cadenas de doble hélice son complementa- rias entre sí. Por ejemplo, A es complementaria a T, 5�-AGC- 3� es complementaria a 3�-TCG-5�, y una cadena completa es complementaria a la otra. Como se observará, la comple- mentariedad es de primordial importancia en casi todas las actividades y mecanismos en los que están involucrados los ácidos nucleicos. Importancia de la propuesta de Watson-Crick Desde el momento en que los biólogos consideraron por primera vez el DNA como el material genético, se esperó que cumpliera tres funciones principales (FIGURA 10-12): 1. Almacenamiento de información genética. Como material ge- nético, el DNA debe contener un registro almacenado de ins- trucciones que determinen todas las características heredita- rias que exhibe un organismo. En términos moleculares, el DNA debe contener la información necesaria para ensamblar todas las proteínas que se sintetizan en un organismo (figura 10-12a). 2. Replicación y herencia. El DNA debe contener la información para la síntesis de nuevas cadenas de DNA (replicación). La replicación del DNA permite que las instrucciones genéticas se transmitan de una célula a sus células hijas y de un indivi- duo a su descendencia (figura 10-12b). 3. Expresión del mensaje genético. El DNA es más que un centro de almacenamiento, también es un director de la actividad celular. En consecuencia, la información codificada en el DNA debe expresarse de alguna forma que pueda tomar par- te en los eventos que tienen lugar dentro de la célula. De for- ma más específica, la información en el DNA debe usarse para dirigir el orden por el cual los aminoácidos específicos se incorporan a la cadena del polipéptido (figura 10-12c). El modelo de estructura del DNA de Watson-Crick sugirió una forma en la cual las dos primeras de estas tres funciones genéticas podrían lograrse. El modelo apoyó firmemente la sospecha de que el contenido de información del DNA residía en la secuencia li- neal de sus bases. Un segmento dado de DNA correspondería a cada gen. La secuencia específica de nucleótidos en ese segmento dictaría la secuencia de aminoácidos en un polipéptido correspon- diente. Un cambio en la secuencia lineal de nucleótidos dentro de ese segmento equivaldría a una mutación hereditaria en ese gen. Se supuso que las diferencias en la secuencia del nucleótido for- man la base de la variación genética, ya sea entre individuos de una especie o entre especies. Como se estudiará en el próximo C A P ÍT U L O 10 L a n a tu ra le z a d e l g e n y e l g e n o m a 376 d) C G A T T G G A A C C C C C T T G G G G G G G A C C C P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P P S S S S S S S S S S S S S S S S S S S S S S S S S S S S S S S S S S 20 A 34 A Surco menor Surco mayor 3.4 A G G G T A Fosfato Base Azúcar C C a) C 51.5° 51.5° A T CG 10.85 Å 10.85 Å Surco mayor Surco menor 65 4 3 2 1 7 8 9 4 5 6 3 2 1 7 8 9 6 5 4 3 2 1 4 5 6 3 2 1 Surco menor Surco mayor 51.5° 51.5° CH3 c) b) FIGURA 10-11 La doble hélice. a) Representación esquemática de la doble hélice del DNA. b) Modelo de relleno de espacio de la forma B del DNA. c) Pares de bases Watson-Crick. El modelo original mostró pares A-T y G-C con dos enlaces de hidrógeno; el tercer enlace de hidrógeno en el par G-C fue identificado posteriormente por Linus Pauling. d) Micrografía electrónica de DNA que se libera de la cabeza de un bacteriófago T2. Esta molécula de DNA lineal (nótese los dos extremos libres) mide 68 μm de longitud, cerca de 60 veces más que la cabeza del fago en la que está contenida. FUENTE: b) Cortesía de Nelson Max, Laboratorio Nacional Lawrence Livermore y el Departamento de Energía; c) Figura 28-6 en la página 854 de Voet y Voet, Biochemistry 2e; copyright 1995, John Wiley & Sons, Inc. Este material se reproduce con el permiso de John Wiley & Sons, Inc.; d) tomada de AK Kleinschmidt, et al. Biochim Biophys Acta 1962;61:861, con el permiso de Elsevier. 377 10 .6 V ía s e x p e rim e n ta le s capítulo, pasaría otra década antes de que los biólogos pudieran aprender el mecanismo por el cual una secuencia de aminoácidos está codificada por una secuencia de nucleótidos de DNA. En cuanto a la segunda función, la publicación inicial de Watson y Crick de la estructura del DNA incluía una propuesta sobre cómo dicha molécula podría replicarse. Esta pudo haber sido la primera vez que un estudio de estructura molecular con- dujo de forma directa a una hipótesis sobre un mecanismo mole- cular básico. Watson y Crick plantearon que durante la replica- ción, los enlaces de hidrógeno que contienen las dos cadenas de la hélice de DNA se rompen de manera secuencial, causando la separación gradual de las cadenas, de forma parecida a la separa- ción de dos mitades de una cremallera. Cada una de las cadenas separadas, con sus bases nitrogenadas expuestas, servirían en- tonces como una plantilla que dirige el orden, en el cual los nu- cleótidos complementarios se ensamblan para formar la cadena complementaria. Una vez completo, el proceso generaría dos mo- léculas de DNA de cadena doble que son 1) idénticas entre sí, y 2) idénticas a la molécula del DNA original. De acuerdo con la propuesta de Watson-Crick, cada doble hélice del DNA conten- dría una cadena de la molécula de DNA original y una recién sintetizada (véase figura 13-1). Como se analizará en el capítulo 13, la propuesta de Watson-Crick fue bastante buena para prede- cir el mecanismo de replicación del DNA. De las tres funciones principales enumeradas con anterioridad, sólo el mecanismo por el cual el DNA rige el ensamblaje de una proteína específica se mantuvo en un misterio total. No sólo fue importante la elucidación de la estructura del DNA por derecho propio, también lo fue el que se estimulara la investigaciónde todas las actividades en las que debía participar el material genético. Una vez que el modelo para su estructura fue aceptado, cualquier teoría acerca de un código genético, síntesis de DNA o transferencia de información tenía que ser coherente con esa estructura. DNA Núcleo Núcleo Citoplasma Gen para el color de los ojos Gen para la enzima fosforilasa Gen para el colágeno Polipéptido siendo sintetizado a) b) c) FIGURA 10-12 Tres funciones requeridas del material genético. a) El DNA debe contener la información que codifica los rasgos hereditarios. b) El DNA debe contener la información que dirige su propia duplicación. c) El DNA debe contener la información que dirige el ensamblaje de proteí- nas específicas. REPASO 1. ¿Qué se entiende al decir que una cadena de DNA tiene pola- ridad, que las dos cadenas son antiparalelas, que la molécula tiene un surco mayor y un surco menor, que las cadenas son complementarias unas con otras? 2. ¿Cuál es la relación entre el análisis de Chargaff de la compo- sición de base del DNA y la estructura de la doble hélice? 10.6 VÍAS EXPERIMENTALES Naturaleza química del gen Tres años después de que Gregor Mendel presentara los resulta- dos de su trabajo sobre la herencia en las plantas de guisantes, Friedrich Miescher se graduó de una escuela de medicina suiza y viajó a Tübingen, Alemania, a pasar un año estudiando con Ernst Hoppe-Seyler, quien fuera uno de los mejores químicos (y posiblemente el primer bioquímico) del periodo. Miescher estaba interesado en el contenido químico del núcleo celular. Para aislar el material de los núcleos celulares con un mínimo de contamina- ción de los componentes citoplasmáticos, Miescher necesitaba células que tuvieran núcleos grandes y fueran fáciles de obtener en cantidad. Eligió a los glóbulos blancos, que obtuvo del pus de vendas quirúrgicas tiradas por una clínica local. Miescher trató las células con ácido clorhídrico diluido, al que agregó un extracto del estómago de cerdo que eliminó las proteínas (el extracto de estómago contenía la enzima proteolítica pepsina). El residuo de este tratamiento estaba compuesto, principalmente, de núcleos de células aisladas que se depositaron en el fondo del vaso. Miescher luego extrajo los núcleos con álcali diluido. El material soluble en álcali se purificó aún más por precipitación con ácido diluido y reextracción con álcali diluido. Miescher descubrió que el extracto alcalino contenía una sustancia que tenía propieda- des diferentes a las descubiertas previamente: la molécula era muy grande, ácida y rica en fósforo. Denominaron al material “nu- cleína”. Un año después, Miescher regresó a su casa en Suiza, mientras que Hoppe-Seyler, quien era cauteloso sobre los hallaz- gos, repitió el trabajo. Con los resultados confirmados, Miescher publicó el descubrimiento en 1871. 1 De vuelta en Suiza, Miescher continuó sus estudios sobre la química del núcleo celular. Como vivía cerca del río Rin, Miescher tenía acceso fácil al salmón que había nadado aguas arriba y (continúa) C A P ÍT U L O 10 L a n a tu ra le z a d e l g e n y e l g e n o m a 378 C A P ÍT U L O 10 L a n a tu ra le z a d e l g e n y e l g e n o m a 378 que estaba maduro con huevos o esperma. Los espermatozoi- des fueron las células ideales para estudiar los núcleos. Al igual que los glóbulos blancos, podrían obtenerse en grandes canti- dades y 90% de su volumen estaba ocupado por núcleos. Las preparaciones de nucleína de Miescher a partir de células de esperma contenían un mayor porcentaje de fósforo (casi 10% por peso) que las de los glóbulos blancos, lo que indicaba que tenían menos proteínas contaminantes. De hecho, fueron las primeras preparaciones de DNA relativamente puras. El término ácido nu- cleico fue acuñado en 1889 por Richard Altmann, uno de los estu- diantes de Miescher, que resolvió los métodos de purificación de DNA libre de proteínas de varios tejidos de animales y levadura. 2 Durante las últimas dos décadas del siglo XIX, numerosos biólogos se centraron en los cromosomas y describieron su comportamiento durante y entre la división celular (sección 10.2). Una forma de observar los cromosomas era manchar estas es- tructuras celulares con tintes. Un botánico llamado E. Zacharias descubrió que las mismas tinciones que hacían visibles a los cromosomas, también teñían una preparación de nucleína que se había extraído utilizando el procedimiento de Miescher de la digestión con pepsina en un medio de HCl. Además, cuando las células extraídas con pepsina-HCl se extrajeron posteriormente con álcali diluido, un procedimiento conocido por eliminar la nu- cleína, el residuo celular (que incluía los restos cromosómicos) ya no contenía material que se pudiera teñir. Estos y otros resulta- dos apuntaron con fuerza a la nucleína como un componente de los cromosomas. En una propuesta de una clarividencia notable, Otto Hertwig, quien había estado estudiando el comportamien- to de los cromosomas durante la fertilización, declaró en 1884: “Creo que con lo que he hecho, al menos es muy probable que la nucleína sea la sustancia responsable, no sólo de la fertiliza- ción, sino también de la transmisión de las características he- reditarias.” 3 Irónicamente, a medida que se aprendía más sobre las propiedades de la nucleína, menos se consideraba como un candidato para el material genético. Durante los 50 años que siguieron al descubrimiento de Miescher del DNA, se describieron la química de la molécula y la naturaleza de sus componentes. Algunas de las contribuciones más importantes en esta búsqueda fueron hechas por Phoebus Aaron Levene, quien emigró de Rusia a Estados Unidos en 1891, para establecerse eventualmente en un puesto en el Instituto Rockefeller de Nueva York. Fue Levene quien, finalmente, resol- vió uno de los problemas más resistentes de la química del DNA, cuando determinó en 1929 que el azúcar de los nucleótidos era 2-desoxirribosa. 4 Para aislar el azúcar, Levene y E. S. London co- locaron el DNA en el estómago de un perro a través de una aber- tura quirúrgica, y luego recogieron la muestra del intestino del animal. A medida que pasaba por el estómago e intestino, varias enzimas del tracto digestivo del animal actuaron sobre el DNA, separando los nucleótidos en sus partes componentes, las que pudieron ser aisladas y analizadas. Levene resumió el estado del conocimiento sobre los ácidos nucleicos en una monografía publicada en 1931. 5 Mientras Levene recibió el crédito por su trabajo en la deter- minación de la estructura de los componentes del DNA, también se le atribuyó haber sido el principal obstáculo en la búsqueda de la naturaleza química del gen. A lo largo de este periodo, se hizo cada vez más evidente que las proteínas eran muy comple- jas y exhibían una gran especificidad para catalizar una notable variedad de reacciones químicas. Por otro lado, se pensó que el DNA estaba compuesto por una repetición monótona de sus cuatro bloques de construcción de nucleótidos. El principal defensor de esta visión del DNA, que se llamó teoría tetranucleótido, fue Phoebus Levene. Debido a que los cromosomas consisten en sólo dos componentes, DNA y proteína, existía poca duda en ese momento acerca de que la proteína era material genético. Mientras se resolvía la estructura del DNA, una línea de in- vestigación aparentemente independiente se estaba llevando a cabo en el campo de la bacteriología. Durante la década de 1920, se descubrió que varias especies de bacterias patógenas podían cultivarse en laboratorio de dos formas diferentes. Las bacterias virulentas, es decir, células bacterianas capaces de causar enfermedades, crearon colonias lisas, con forma de domo y regulares. Por el contrario, las células bacterianas no virulentas crecieron en colonias rugosas, planase irregulares (FIGURA 1).6 El microbiólogo británico J. A. Arkwright presentó los términos suave (S, smooth) y rugoso (R, rough) para describir estos dos tipos. Bajo el microscopio, se observó que las células que for- maban colonias S estaban rodeadas por una cápsula gelatinosa, mientras que la cápsula estaba ausente de las células en las co- lonias R. La cápsula bacteriana ayuda a proteger una bacteria de las defensas de su anfitrión, lo que explica por qué las células R, que carecían de estas estructuras, no pudieron causar infeccio- nes en los animales de laboratorio. Debido a su impacto generalizado en la salud humana, la bacteria responsable de causar neumonía (Streptococcus pneu- moniae, o simplemente neumococo) ha sido durante mucho tiempo un foco de atención entre los microbiólogos. En 1923, Frederick Griffith, un funcionario médico del Ministerio de Salud británico, demostró que el neumococo también crecía como co- lonias S o R y, además, que las dos formas eran interconvertibles, es decir, en ocasiones una bacteria R podría volverse una forma S, o viceversa. 7 Griffith encontró, por ejemplo, que si inyectaba cantidades excepcionalmente grandes de bacterias R en un ra- tón, el animal desarrollaba con frecuencia neumonía y producía bacterias que formaron colonias de la forma S. Se había demostrado antes que el neumococo aparecía de varios tipos (tipos I, II y III) que podrían distinguirse el uno del otro inmunológicamente. En otras palabras, se podían obtener anticuerpos de animales infectados que reaccionarían con sólo uno de los tres tipos. Por otra parte, una bacteria de un tipo nun- ca dio lugar a células de otro tipo. Cada uno de los tres tipos de neumococos podrían aparecer como la forma R o S. En 1928, Griffith hizo un descubrimiento sorprendente mien- tras inyectaba varias preparaciones bacterianas en ratones. Las inyecciones de grandes cantidades de bacterias S muertas por calor o pequeñas cantidades de bacterias vivas R, por sí solas, eran inofensivas para el ratón. Sin embargo, al inyectar ambas preparaciones juntas en el mismo ratón, este contrajo neumo- nía y murió. Las bacterias virulentas podían aislarse del ratón y cultivarse. Para extender los descubrimientos, inyectó combina- ciones de bacterias de diferentes tipos (FIGURA 2). En un inicio, ocho ratones fueron inyectados con bacterias S tipo I muertas por calor, junto con una pequeña inoculación de una cepa R viva, tipo II. Dos de los ocho animales contrajeron neumonía, y Griffith FIGURA 1 Las grandes colonias brillantes a la derecha son neumoco- cos tipo S virulentos, mientras que las colonias más pequeñas de la izquierda son neumococos tipo R no virulentos. Como se analiza a continuación, las células en estas colonias S particulares son el resulta- do de la transformación de bacterias R por DNA a partir de neumococos S muertos por el calor. FUENTE: Tomada de OT Avery, CM Macleod y M Mccarty, J Exp Medicina 1944;79:153. Reproducida con permiso de The Rockefeller University Press. 379 10 .6 V ía s e x p e rim e n ta le s 379 10 .6 V ía s e x p e rim e n ta le s fue capaz de aislar y cultivar células bacterianas virulentas S tipo I, de los ratones infectados. Debido a que no había posibilidad de que las bacterias muertas hubiesen vuelto a vivir, Griffith con- cluyó que las células muertas de tipo I habían proporcionado algo a las células vivas de tipo II, no encapsuladas, que las trans- formaron en una forma encapsulada de tipo I. Las bacterias trans- formadas continuaron produciendo células tipo I mientras cre- cían en un cultivo, por tanto, el cambio fue estable y permanente. El descubrimiento de la transformación por parte de Griffith fue confirmado con rapidez por varios laboratorios en todo el mundo, incluido el de Oswald Avery, un inmunólogo del Instituto Rockefeller, la misma institución donde Levene estaba trabajan- do. Avery se había mostrado, inicialmente, escéptico ante la idea de que una sustancia liberada por una célula muerta pudiera al- terar la apariencia de una célula viva, pero se convenció cuando Martin Dawson, un joven asociado en su laboratorio, confirmó los resultados. Dawson pasó a demostrar que esa transformación no necesitaba ocurrir dentro de un animal vivo anfitrión. Un extracto crudo de las bacterias S muertas, mezclado en un cultivo bac- teriano con un pequeño número de células no virulentas (R) en presencia de suero anti-R, fue capaz de convertir las células R en la forma S virulenta. Las células transformadas siempre eran del tipo característico de las células S muertas (I, II o III). 10 El siguiente gran paso lo dio J. Lionel Alloway, otro miembro del laboratorio de Avery, quien fue capaz de solubilizar el agente transformante. Esto se logró congelando y descongelando rápi- damente células muertas del donante, luego se calentaron las células rotas, se centrifugó la suspensión y se forzó el sobrena- dante a través de un filtro de porcelana cuyos poros bloquearon el paso de bacterias. El extracto soluble filtrado tenía la misma capacidad de transformación que las células originales destrui- das por el calor. 11 Durante la próxima década, Avery y sus colegas centraron su atención en la purificación de la sustancia responsable de la transformación y la determinación de su identidad. Tan sor- prendente como puede parecer hoy, ningún otro laboratorio en el mundo estaba persiguiendo la identidad del “principio trans- formante”, como lo llamó Avery. El progreso en este problema fue lento. 12 Eventualmente, Avery y sus compañeros de trabajo, Colin MacLeod y Maclyn McCarty, lograron aislar una sustancia del extracto soluble que de forma activa causó la transformación estando presente en sólo una parte por 600 millones. Toda la evidencia sugirió que la sustancia activa era el DNA: 1) exhibía una serie de propiedades químicas que eran características del DNA, 2) ningún otro tipo de material pudo ser detectado en la preparación, y 3) las pruebas con varias enzimas indicaron que sólo las enzimas que digirieron el DNA inactivaron el principio transformante. El artículo publicado en 1944 fue escrito con escrupulosa precaución, y en este no se hicieron afirmaciones grandilocuen- tes de que los genes estuvieran hechos de DNA en lugar de proteínas. 13 El documento atrajo notablemente poca atención. Maclyn McCarty, uno de los tres autores, describió un incidente en 1949, cuando se le pidió que hablara en la Universidad Johns Hopkins, junto con Leslie Gay, quien había estado probando los efectos del nuevo fármaco Dramamine para el tratamiento de la enfermedad del mar. El gran salón estaba lleno de perso- nas, y “después de un corto periodo de tiempo de preguntas y discusión luego de la disertación [de Gay], el presidente de la Sociedad se levantó para presentarme como el segundo orador. Muy poco de lo que dijo se pudo escuchar, debido al ruido crea- do por las personas al salir de la sala de conferencias. Cuando el éxodo se completó, después de haber dado los primeros minu- tos de mi charla, conté alrededor de treinta y cinco almas resis- tentes que habían permanecido en la audiencia, porque querían saber sobre la transformación del neumococo o porque sentían que tenían que permanecer por cortesía.” Pero la conciencia de Avery sobre el potencial de su descubrimiento se reveló en una carta que escribió en 1943 a su hermano Roy, quien fuera tam- bién bacteriólogo: Si tenemos razón, y por supuesto eso aún no está probado, entonces significa que los ácidos nucleicos no son mera- mente importantes desde el punto de vista estructural, sino sustancias activas funcionalmente en la determinación de las actividades bioquímicas y características específicas de las células, y eso a través de una sustancia química conocida, por la cual es posible inducir cambios predecibles y heredi- tarios en lascélulas. Esto es algo que ha sido durante mucho tiempo el sueño de los genetistas… Se asemeja a un virus, quizás es un gen. Pero con los mecanismos no estoy ahora preocupado, un paso a la vez… Por supuesto, el problema está plagado de implicaciones… Toca a la genética, a la quí- mica enzimática, al metabolismo celular y a la síntesis de carbohidratos, etc. Pero hoy se necesita mucha evidencia bien documentada para convencer a cualquier persona de que la sal de sodio del ácido desoxirribonucleico, libre de proteínas, posiblemente podría estar dotada con tales pro- piedades biológicamente activas y específicas, y esa eviden- cia estamos ahora tratando de obtenerla. Es muy divertido romper burbujas, pero es más prudente pincharlas usted mismo antes de que alguien más lo intente. Muchos artículos y pasajes en libros han tratado sobre ra- zones por las cuales los hallazgos de Avery no fueron recibidos con mayor aclamación. Parte de la razón puede deberse a la manera modesta en que el trabajo fue escrito y el hecho de que Avery era un bacteriólogo, no un genetista. Algunos biólogos se convencieron de que la preparación de Avery pudo haber si- do contaminada con cantidades minúsculas de proteína y que el contaminante, no el DNA, era el agente transformante activo. Otros cuestionaron si los estudios sobre la transformación en bacterias tenían alguna relevancia para el campo de la genética. Inyectar en el ratón Inyectar en el ratón Inyectar en el ratón Inyectar en el ratón El ratón muere El ratón sobrevive El ratón sobrevive El ratón muere Células (S) encapsuladas vivas, tipo I + Células sin cápsulas vivas (R), tipo II Células S muertas por calor, tipo I Células S muertas por calor, tipo I mezcladas con células R vivas, tipo II FIGURA 2 Esquema del experimento de Griffith sobre el descubrimiento de la transformación bacteriana. (continúa) C A P ÍT U L O 10 L a n a tu ra le z a d e l g e n y e l g e n o m a 380 C A P ÍT U L O 10 L a n a tu ra le z a d e l g e n y e l g e n o m a 380 Durante los años posteriores a la publicación del artículo de Avery, el clima en genética cambió de una manera importante. Se reconoció la existencia del cromosoma bacteriano, y una serie de prominentes genetistas dirigieron su atención a estos proca- riotas. Estos científicos creían que el conocimiento obtenido de los estudios de los organismos celulares más simples arrojaría luz sobre los mecanismos que operan en las plantas y animales más complejos. Además, el trabajo de Erwin Chargaff sobre la composición de base del DNA destrozó la idea de que el DNA era una molécula que consistía en una serie repetitiva simple de nucleótidos (discutido en la sección 10.6). 14 Este hallazgo desper- tó en los investigadores la posibilidad de que el DNA pudiera tener las propiedades necesarias para cumplir una función en el almacenamiento de la información. Siete años después de la publicación del artículo de Avery sobre la transformación de bacterias, Alfred Hershey y Martha Chase, de los Laboratorios Spring Harbor, en Nueva York, volvie- ron su atención a un sistema aún más simple: los bacteriófagos o virus que infectan a las células bacterianas. En 1950, los investi- gadores reconocieron que los virus también tenían un programa genético. Los virus inyectaban su material genético en la bacteria huésped, donde dirigían la formación de nuevas partículas de virus dentro de la célula infectada. En cuestión de minutos, la célula infectada se rompía, liberando nuevas partículas de bac- teriófago, que luego infectaban a las células huésped vecinas. Estaba claro que el material genético que dirige la forma- ción de la progenie viral tenía que ser DNA o proteína, porque estas eran las únicas dos moléculas contenidas en el virus. Las observaciones en el microscopio electrónico mostraron que, du- rante la infección, la mayor parte del bacteriófago permanece fuera de la célula, unido a la superficie de la célula por las fi- bras de la cola (FIGURA 3). Hershey y Chase razonaron que el material genético del virus debía poseer dos propiedades. La primera, si el material era para dirigir el desarrollo de nuevos bacteriófagos durante la infección, debe pasar a la célula infec- tada. La segunda, si el material lleva información heredada, debe transmitirse a la nueva generación de bacteriófagos. Hershey y Chase prepararon dos tandas de bacteriófagos que usar para la infección (FIGURA 4). Un lote contenía DNA marcado de forma radiactiva ([ 32 P]DNA); el otro lote contenía proteína marcada de manera radiactiva (proteína[ 35 S]). Debido a que el DNA carece de átomos de azufre (S, sulfur) y la proteína generalmente carece de átomos de fósforo (P, phosphorus), estos dos radioisótopos proporcionaron etiquetas distintivas para los dos tipos de macro- moléculas. Su plan experimental era permitirle a uno u otro tipo de bacteriófago infectar una población de células bacterianas, esperar unos minutos y luego quitar los virus vacíos de las su- perficies de las células. Después de probar varios métodos para separar las bacterias del fago unido a la cubierta, descubrieron que esto se lograba mejor sometiendo la suspensión infectada a las cuchillas giratorias de una licuadora Waring. Una vez que las partículas de virus se habían separado de la células, las bacterias podrían centrifugarse en el fondo del tubo, dejando las cubiertas virales vacías en suspensión. Al seguir este procedimiento, Hershey y Chase determina- ron la cantidad de radiactividad que ingresó a las células versus la cantidad que quedó atrás en las cubiertas vacías. Encontraron que, cuando las células se infectaron con bacteriófagos marca- dos con proteínas, la mayor parte de la radiactividad permane- ció en las cubiertas vacías. Por el contrario, cuando las células se infectaron con bacteriófagos marcados con el DNA, la mayor parte de la radiactividad pasó hacia dentro de la célula huésped. Cuando monitorearon la radiactividad que pasó a la siguiente generación, hallaron que menos de 1% de los etiquetados con la proteína podía detectarse en la progenie, mientras que apro- ximadamente 30% del DNA etiquetado podía encontrarse en la próxima generación. La publicación de los experimentos de Hershey-Chase en 1952, 15 junto con el abandono de la teoría de los tetranucleó- tidos, eliminó cualquier obstáculo restante a la aceptación del DNA como el material genético. De repente, se generó un gran nuevo interés en una molécula que había sido ignorada en gran medida. Se estableció el escenario para el descubrimiento de la doble hélice. Referencias 1. Miescher J. F. Hoppe-Seyler’s Med Chem Untersuchungen 1871;4:441. 2. Altmann R. Anat u Physiol, Physiol 1889;Abt. 524. 3. Tomado de Mirsky A. E. The discovery of DNA. Sci Am 1968 Jun;218:78-88. 4. Levene P. A., London E. S. The structure of thymonucleic acid. J Biol Chem 1929;83:793-802. 5. Levene PA, Bass LW. Nucleic Acids. The Chemical Catalog Co.; 1931. 6. Arkwright J. A. Variation in bacteria in relation to agglutination both by salts and by specific serum. J Path Bact 1921;24:36-60. 7. Griffith F. The influence of immune serum on the biological properties of pneumococci. Rep Public Health Med Subj 1923;18:1-13. 8. Griffith F. The significance of pneumococcal types. J Hygiene 1928;27:113-159. 9. Dawson M. H. The transformation of pneumoccal types. J Exp Med 1930;51:123-147. 10. Dawson M. 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