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1006 Capítulo 46 sale de la disolución, las burbujas producidas pueden dañar los tejidos y bloquear los capilares, interfi riendo con la circulación de la sangre. Los efectos clínicos de la enfermedad por descompresión son dolor, somno- lencia, parálisis, inconsciencia e inclusive muerte. La enfermedad por descompresión es más común en el buceo en aguas profundas que en vuelos a gran altura. A medida que un buzo desciende, la presión circundante aumenta enormemente: 1 atmósfera (la presión at- mosférica a nivel del mar, que es igual a 760 mm Hg) por cada 10 m. Para evitar el colapso de pulmón, es necesario suministrar al buzo aire presuri- zado, exponiendo los pulmones a presiones alveolares muy altas. A nivel del mar, un adulto humano tiene alrededor de 1 L de nitrógeno disuelto en el cuerpo, distribuido aproximadamente la mitad en la grasa y la mitad en los fl uidos corporales. Después de que el cuerpo de un buzo ha sido saturado con nitrógeno a una profundidad de 100 m, los fl uidos del cuerpo contienen alrededor de 10 L de nitrógeno. Para evitar que este nitrógeno salga rápidamente de la solución en forma de burbujas y oca- sione enfermedad por descompresión, el buzo debe subir a la superfi cie de manera gradual, deteniéndose a ciertos niveles en su ascenso. Estas pausas permiten que el nitrógeno sea expulsado lentamente a través de los pulmones. Algunos mamíferos están adaptados para bucear Algunos mamíferos que respiran oxígeno pueden pasar largos períodos bajo el agua sin salir por aire. Los delfi nes, las ballenas, las focas y los castores tienen adaptaciones estructurales y fi siológicas que les permi- ten bucear en busca de alimentos o para evadir a sus enemigos. Con sus cuerpos aerodinámicos y sus extremidades anteriores modifi cados como aletas, los mamíferos que bucean realizan impresionantes proezas acuá- ticas. La foca de Weddell puede nadar bajo el hielo a una profundidad de 596 m durante más de una hora sin salir a tomar aire. El enorme elefante marino, que mide alrededor de 5 m de longitud y pesa de 2 a 4 toneladas, puede sumergirse todavía más (FIGURA 46-12). Un elefante marino hem- bra puede bucear hasta profundidades mayores a 1500 m en menos de 20 minutos y permanecer bajo la superfi cie por más de una hora. Las adaptaciones fi siológicas, incluidas las maneras de distribuir y almacenar oxígeno, permiten que algunos mamíferos buceen profunda- mente y permanezcan bajo el agua durante largos períodos. Las tortugas y las aves que bucean dependen del oxígeno almacenado en sus pulmones. No obstante, los mamíferos que bucean no toman ni almacenan aire adicio- nal antes de zambullirse. De hecho, las focas exhalan antes de introducirse al agua. Con menos aire en los pulmones fl otan menos. Sus pulmones se colapsan aproximadamente de 50 a 70 m de profundidad y luego vuel- ven a infl arse cuando ascienden, de modo que no funcionan durante casi toda la inmersión. Se cree que estas adaptaciones reducen la posibilidad de enfermedad por descompresión porque con menos aire en los pulmo- nes hay menos nitrógeno en la sangre para disolverse durante la inmersión. Las focas tienen alrededor del doble de volumen de sangre, con res- pecto a su peso corporal, que los mamíferos que no bucean. Los mamí- feros que bucean también tienen altas concentraciones de mioglobina, que almacena el oxígeno en los músculos. Estos animales tienen hasta 10 veces más mioglobina que los mamíferos terrestres. El muy grande bazo típico de muchos mamíferos que bucean almacena glóbulos rojos ricos en oxígeno. Durante una inmersión, el aumento de presión aprieta el bazo, liberando hacia la circulación los glóbulos rojos almacenados. Los mamíferos que bucean reducen notablemente la energía gastada en el buceo profundo (más de 200 m) al deslizarse. Secuencias fi lmadas de focas y ballenas buceando muestran que se deslizan la mayor parte del tiempo. El deslizamiento es posible porque la fuerza de fl otación del animal disminuye a medida que los pulmones se colapsan gradualmente Aunque la respiración es involuntaria, la acción de los centros res- piratorios puede ser infl uida conscientemente durante un lapso breve al estimularlos o inhibirlos. Por ejemplo, una persona puede inhibir su respiración al contener el aliento. Sin embargo, no es posible hacerlo de manera indefi nida porque al fi nal se experimenta una necesidad apre- miante de respirar. Incluso si se ignora este apremio es muy probable ya no resistir y tener que reanudar la respiración Las personas que han dejado de respirar a causa de somnolencia, inhalación de humo, choque eléctrico o paro cardiaco algunas veces pue- den reanimarse con respiración de boca a boca hasta que vuelven sus propios refl ejos respiratorios. La resucitación o reanimación cardio- pulmonar (RCP) es un método para ayudar a quienes han sufrido paro respiratorio y cardiaco. La reanimación cardiopulmonar debe iniciar- se de inmediato porque en menos de 4 minutos de falta de oxígeno ocurre daño cerebral irremediable. Varias instituciones ofrecen entrena- miento en reanimación cardiopulmonar al público en general. La hiperventilación reduce la concentración de bióxido de carbono Los nadadores submarinos y algunos buzos asiáticos buscadores de per- las experimentan hiperventilación voluntaria antes de sumergirse en el agua. Al realizar una serie de inhalaciones y exhalaciones profundas, “eliminan” CO2, reduciendo de manera signifi cativa el contenido de este gas en el aire alveolar y en la sangre. Este hecho les permite permanecer bajo el agua durante más tiempo antes de que el apremio por respirar se vuelva irresistible. Cuando la hiperventilación continúa durante un largo período, puede haber mareo e inconsciencia. Estas respuestas ocurren porque para mantener la presión sanguínea normal es necesaria cierta concen- tración de bióxido de carbono en la sangre. (Este mecanismo opera por medio del centro vasoconstrictor en el cerebro, que mantiene el tono muscular de las paredes de los vasos sanguíneos). Además, si los buzos reprimen la respiración durante mucho tiempo, la baja concentración de oxígeno puede resultar en inconsciencia y ahogo. Volar muy alto o bucear muy profundo puede interrumpir la homeostasis La presión barométrica disminuye a altitudes progresivamente mayores. Debido a que la concentración de oxígeno en el aire permanece en 21%, la presión parcial del oxígeno decrece junto con la presión barométrica. Cuando una persona se mueve hacia una gran altura, su cuerpo se ajusta con el tiempo al producir un mayor número de glóbulos rojos. Obtener sufi ciente oxígeno del aire se vuelve un problema siempre creciente a medida que se asciende a altitudes mayores. Todos los jets de alto vuelo tienen cabinas herméticas presurizadas al equivalente de la presión barométrica a una altitud aproximada de 2000 m. Si un jet que vuela a 11,700 m de altura se despresuriza repentinamente, el piloto po- dría perder la conciencia en alrededor de 30 segundos y entrar en estado de coma en aproximadamente 1 minuto. Además del problema de hipoxia, un descenso rápido en la presión barométrica provoca enfermedad por descompresión (comúnmente conocida como “parálisis de los buzos”). Cuando la presión barométrica desciende por debajo de la presión total de todos los gases disueltos en la sangre y otros fl uidos del cuerpo, los gases tienden a salir de la disolu- ción y formar burbujas. Un ejemplo conocido ocurre cuando se destapa una botella de soda, reduciendo la presión en ella. De la solución se libera bióxido de carbono que sale al aire en forma de burbujas. En el cuerpo, el nitrógeno tiene poca solubilidad en la sangre y los tejidos. Cuando 46_Cap_46_SOLOMON.indd 100646_Cap_46_SOLOMON.indd 1006 13/12/12 16:2313/12/12 16:23 Parte 7 Estructura y procesos vitales en animales 46 Intercambio de gases 46.3 El sistema respiratorio de los mamíferos La hiperventilación reduce la concentración de bióxido decarbono Volar muy alto o bucear muy profundo puede interrumpir la homeostasis Algunos mamíferos están adaptados para bucear
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