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psicología ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA EDUARDO KEEGAN Eudeba Universidad de Buenos Aires 1ª edición: agosto de 2007 1ª edición, 1ª reimpresión: noviembre de 2008 © 2007 Editorial Universitaria de Buenos Aires Sociedad de Economía Mixta Av. Rivadavia 1571/73 (1033) Ciudad de Buenos Aires Tel: 383-8025 / Fax: 383-2202 Diseño de tapa: Silvina Simondet Corrección y composición general: Eudeba Impreso en Argentina. Hecho el depósito que establece la ley 11.723 No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico, mecánico, fotocopia u otros métodos, sin el permiso previo del editor. Keegan, Eduardo Escritos de Psicoterapia Cognitiva - 1a ed. 1a. reimp. - Buenos Aires : Eudeba, 2008. 200 p. ; 21x14 cm. - (Psicología) ISBN 978-950-23-1597-3 1. Psicología Cognitiva. I. Título CDD 153 A Eugenia, Patricio y Marcelo que aún escriben conmigo ÍNDICE PRÓLOGO ........................................................................................ 11 Cory F. Newman PARTE I INTRODUCCIÓN 1. LA PSICOTERAPIA CONTEMPORÁNEA ............................................... 19 2. LAS APLICACIONES DE LA PSICOTERAPIA .......................................... 21 3. MEDICACIÓN Y PSICOTERAPIA ........................................................ 41 4. AUTONOMÍA Y PSICOTERAPIA ........................................................ 43 5. JUSTO Y NECESARIO. EL CONSENTIMIENTO INFORMADO EN PSICOTERAPIA ......................................................................... 49 en colaboración con Guillermina Rutsztein PARTE II INTRODUCCIÓN A LA TERAPIA COGNITIVA 1. INTRODUCCIÓN A LA TERAPIA COGNITIVA ....................................... 59 2. LA TERAPIA COGNITIVA. FUNDAMENTO TEÓRICO, APLICACIONES Y PERSPECTIVAS FUTURAS .............................................................. 61 3. LA TÉCNICA COGNITIVA ................................................................ 75 4. PSICOLOGÍA POSITIVA ................................................................... 81 5. EL PAPEL DE LAS CREENCIAS EN LA TEORÍA Y TERAPIA COGNITIVAS ...... 85 en colaboración con Guido Korman 6. EMOCIÓN Y COGNICIÓN EN TERAPIA COGNITIVA ............................... 99 PARTE III TERAPIA COGNITIVA DE LOS TRASTORNOS MENTALES 1. APLICACIONES DE LA TERAPIA COGNITIVA ....................................105 2. ATAQUE DE PÁNICO, TRASTORNO DE PÁNICO .................................107 3. EL ABORDAJE COGNITIVO DE LOS TRASTORNOS DEL ESTADO DE ÁNIMO, EL INICIO DE UNA NUEVA ERA EN LA PSICOTERAPIA .........115 4. PERDER LA ESPERANZA ................................................................131 5. ABORDAJE COGNITIVO DEL TRASTORNO LÍMITE DE LA PERSONALIDAD ..................................................................137 6. CONTRIBUCIONES DEL MODELO COGNITIVO AL TRATAMIENTO DE LOS TRASTORNOS POR ABUSO DE SUSTANCIAS ............................161 7. EL INSOMNIO .............................................................................173 EPÍLOGO EL PRESENTE Y EL FUTURO DE LAS TERAPIAS COGNITIVAS ......................183 PRÓLOGO Cory F. Newman* La terapia cognitiva fue fundada a partir de un hallazgo empírico inesperado que llevó a la investigación de nuevas hipótesis. Aaron T. Beck, un psiquiatra con formación psicoanalítica, inició a partir de ello una nueva línea de investigación clínica, que derivó en el desa- rrollo de un sistema de psicoterapia –la terapia cognitiva– que siemp.re habría de respetar la interacción entre arte clínico y ciencia. Así, la terapia cognitiva ha seguido a los datos empíricos, creciendo de forma significativa y dramática desde su concepción en los 60 como un conjunto de premisas y herramientas clínicas para tratar la depresión y los pacientes suicidas. Hoy, la terapia cognitiva se ha expandido basándose en la fortaleza de generaciones sucesivas de * El Dr. Cory Newman es director del Centro de Terapia Cognitiva de Filadelfia y Profesor Asociado de Psicología del Departamento de Psiquiatría en la Facul- tad de Medicina de la Universidad de Pennsylvania. Discípulo de Aaron T. Beck, ha publicado docenas de artículos y capítulos de libros sobre terapia cognitiva aplicada a diversos trastornos. Coautor de cuatro libros –entre los que se destaca Trastorno Bipolar. Un Enfoque Cognitivo–, ha participado como terapeuta y supervisor en varios estudios de eficacia de psicoterapia. 12 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA pensadores clínicos, terapeutas e investigadores (muchos de los cua- les se han visto favorecidos directa o indirectamente por el trabajo continuo del Dr. Beck), que han puesto a prueba y refinado la teoría y los métodos cognitivos para responder a las necesidades clínicas de un variedad de poblaciones en continuo crecimiento. Uno de los desarrollos más importantes en el campo de terapia cognitiva ha sido su aplicación en diversas culturas. La práctica y la investigación en terapia cognitiva tienen lugar hoy en seis continen- tes (y uno se pregunta cuándo se abrirá el primer Centro de Terapia Cognitiva en la Antártida para científicos solitarios y ambientalistas desilusionados y enojados). La terapia cognitiva se practica con un lenguaje universal com- puesto por esperanza, búsqueda de la objetividad, respeto por los pacientes y por su contexto social, y crecimiento personal. Pero los “acentos” y los “giros idiomáticos” varían según la terapia cognitiva tenga lugar en Filadelfia, Toronto, Buenos Aires, San Pablo, Londres, Gotenburgo, Catania, Tokio, Hong Kong, Sydney, Tel-Aviv, Johannesburgo o cualquier otro lugar del globo. Entre los teóricos y los investigadores, conceptos tales como mindfulness, aceptación y compromiso, centrado en el esquema, narrativa, psicología positiva y proceso interpersonal han enriquecido el campo de la terapia cognitiva. El respeto por el dato empírico permite que estos enfoques aparentemente dispares se influyan el uno al otro bajo el amplio paraguas de la terapia cognitiva, dando lugar a un avance del campo como un todo, en vez de convertirse en campamentos que com- piten en forma dogmática. Es alentador saber que un número siempre creciente de gente dedicada y talentosa en todo el mundo se entrena para aplicar y estudiar la terapia cognitiva en todas sus formas. Esta forma de psicoterapia puede parecer engañosamente senci- lla cuando es conducida en forma competente por un terapeuta. Se requiere, sin embargo, mucha práctica y atención al detalle para con- vertirse en un buen terapeuta cognitivo, de un modo análogo al de un músico, que debe estudiar duro y parejo para poder ejecutar una fuga de Bach o una sonata de Mozart. Hay “estructuras” que deben observarse, pero sin el agregado de mucha creatividad, sensibilidad y timing, esas estructuras quedarían reducidas a una mera mecánica. 13 PRÓLOGO De modo recíproco, la falta de estructura produce una sensación de falta de dirección y resolución en el tratamiento, no importa cuán atractivo pueda el arte parecer en la superficie. Tomados en forma conjunta, la estructura empírica y el arte personal en el trabajo de los terapeutas cognitivos generan un ambiente que impulsa al cambio a la vez que provee sostén para que el paciente pueda aprender, sanar y avanzar con optimismo. Dado que la “imaginería” es reconocida como un parte particu- larmente importante de la cognición, adoptemos la siguiente imagen para comprender mejor por qué la terapia cognitiva es mucho más que un conjunto de técnicas. Veamos a la terapia cognitiva como un commodity –un conjunto de bienes que los terapeutas queremos brin- dar a nuestros pacientes a fin de mejorar su calidad de vida–. Los productos que queremos transportar son las habilidades técnicas que los pacientes tienen que obtener y aprender, tales como el automonitoreo, responder en forma racional, realizar experimentos conductuales. La conceptualización del caso es el mapa que terapeu-ta y paciente utilizan en colaboración para saber adónde deben ser enviados esos productos. Dado que todos los mapas tienen que ser actualizados al cabo de algún tiempo, terapeuta y paciente deben estar atentos y revisar el mapa en la medida en que aparezca nueva información (por ejemplo, encontrar un ruta alternativa que permita sortear un obstáculo o hacer uso de una nueva autopista). Por último, la relación terapéutica representa la condición de las rutas y las vías marítimas a través de las cuales los productos son transportados hasta su destino. Es extremadamente importante para los terapeutas mante- ner estas rutas en buenas condiciones, así como elegir aguas calmas pero fluyentes, de modo que el viaje resulte suave y a la vez se pueda avanzar tan rápido como sea posible. Al reunir estos tres componen- tes –las técnicas, la conceptualización del caso y la relación terapéu- tica– los terapeutas cognitivos logran que los pacientes reciban a tiempo los materiales que necesitan. La buena terapia cognitiva provee al paciente algún grado de educación. Los pacientes no sólo se sienten bien como resultado de una sesión de terapia cognitiva, también aprenden algo útil, y luego lo practican como tarea entre sesiones. El paciente recuerda los nuevos 14 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA conceptos y habilidades adquiridos en la terapia y esto le permite maximizar sus chances de mantener los logros terapéuticos en el largo plazo. En efecto, el mantenimiento de la mejoría clínica es la marca en el orillo de la buena terapia cognitiva. Así, los que practican esta forma de terapia pueden ayudarse a sí mismos con los mismos méto- dos que enseñan a sus pacientes. El cuidado de sí mismo es una consi- deración importante para un terapeuta. Queremos ser buenos mode- los de afrontamiento para nuestros pacientes, y también maestros más efectivos. Es importante que los terapeutas cognitivos apliquen los métodos de la terapia cognitiva a sí mismos, a fin de empatizar de modo más preciso con sus pacientes en lo que hace a las dificultades que pueden enfrentar para encontrar tiempo, energía o una adecuada comprensión para trabajar en la construcción de esas habilidades. Por supuesto, también hay un valor inherente en el hecho de que los terapeutas cognitivos cuiden de sí. La vida es preciosa. Los que con- formamos el campo de la terapia cognitiva tenemos un lazo mundial con todos aquellos que practican esta ciencia y arte, y el bienestar de nuestros colegas nos es de suma importancia. ¿Cómo habrá de desarrollarse la terapia cognitiva en el futuro? Por supuesto, habrá más libros y artículos de investigación, más gra- bación de sesiones de terapia modelo, más entrenamiento y protoco- los de estudio, en más lenguas, en las manos de más terapeutas y pacientes en todo el mundo. Los investigadores continuarán inda- gando las áreas de estudio más difíciles, tales como el tratamiento de la enfermedad mental crónica y severa, las adicciones, el dolor, la lesión cerebral, así como aplicar la terapia cognitiva a niños, a los adultos mayores, a las familias, a grupos y, quizás, a sistemas más gran- des, como el aula. El respeto por la contrastación empírica que es inherente a la terapia cognitiva permitirá que el campo crezca, no sólo en términos de un mayor uso, sino también en términos del per- feccionamiento de métodos y resultados. Es un honor para mí escribir este prólogo como tributo a los terapeutas cognitivos de Argentina, a muchos de los cuales he tenido el placer de conocer en los últimos diez años. Tengo un respeto pro- fundo y perdurable por el Doctor Eduardo Keegan, tanto por la perso- na como por el profesional, que ha dedicado tanto de su tiempo, 15 PRÓLOGO esfuerzo y habilidad a que la terapia cognitiva florezca en Buenos Aires y en el resto de la Argentina. Espero con ansias mis futuros viajes a ese país, para ver caras familiares y forjar nuevas amistades, y así como para testimoniar el crecimiento continuo y el desarrollo de la terapia cognitiva en Argentina. PARTE I INTRODUCCIÓN 18 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA 19 CAPÍTULO 1. LA PSICOTERAPIA CONTEMPORÁNEA Los artículos que integran esta sección tratan cuestiones centrales de la psicoterapia contemporánea, “presentando el estado del arte” en el cual se inscriben los desarrollos de la segunda y tercera parte de este libro. El primero de estos escritos, “La psicoterapia y sus aplicaciones”, fue concebido como texto de introducción para estudiantes próxi- mos a graduarse en la licenciatura de Psicología, con el objetivo de introducir las líneas de debate más importante de la psicoterapia contemporánea. Así, presenta la cuestión de los objetivos de los tra- tamientos psicológicos. La psicoterapia tal como la conocemos nació hace algo más de un siglo, como tratamiento de la patología mental, pero pronto se convirtió en un recurso para intervenir sobre el sufri- miento propio de la condición humana. La importante cuestión de la evaluación de resultados no puede ser cabalmente comprendida sin atender en primer lugar a este hecho fundamental, el de la variedad de objetivos de lo que llamamos genéricamente psicoterapia. El estudio de los procesos por los cuales intentamos alcanzar esos objetivos ha revelado, en las últimas décadas, ciertos factores comu- nes a todas las intervenciones psicológicas. Habiéndose establecido 20 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA con creces la eficacia genérica de la psicoterapia, nuestra época se ha preguntado si existe una psicoterapia que sea superior a las otras, al menos para determinada patología o cierta población. “La psicoterapia contemporánea” provee, entonces, un marco de referencia para la lectura de los textos clínicos que integran este volumen. Nadie puede poner en duda que nuestra época es testigo de un debate importante acerca de los alcances, beneficios y riesgos del uso de medicamentos para el tratamiento de la patología mental. La re- ciente discusión acerca del uso de antidepresivos en el tratamiento de niños y adolescentes es una muestra de la intensidad de la polémi- ca, de alcance mundial. Cuándo y por qué combinar tratamientos farmacológicos y psicológicos es una pregunta central de la clínica contemporánea. El objetivo del segundo artículo, “Medicación y psicoterapia”, originalmente publicado en la revista de divulgación Inconciente Argentino, es presentar la cuestión desde una perspectiva no ideológica, sino clínica e de investigación. El texto trata de echar luz acerca de los datos y procedimientos empíricos sobre cuya base podemos fijar posición en este debate. El tercer artículo, “Autonomía y psicoterapia”, trata sobre uno de los pilares de lo que habitualmente consideramos salud mental en una persona adulta: la autonomía, entendida como la capacidad de valerse por sí mismo y de relacionarse eficazmente con otros. La psi- coterapia suele plantear una paradoja: aceptar la ayuda de otro para poder valerse por sí mismo. Esta paradoja no resulta tal si la conside- ramos desde una perspectiva dialéctica. El último artículo de esta sección, “Justo y necesario. El consen- timiento informado en psicoterapia”, presenta el debate ético-clíni- co acerca de qué, cuánto y cómo debe informarse a las personas que inician un tratamiento psicológico. Originariamente fue publicado en la revista científica Perspectivas Bioéticas, en un número consagra- do al tema del consentimiento informado en psicoterapia. El lector interesado hallará que la posición ética defendida en nuestro ensayo estaba muy alejada de las posiciones de los otros profesionales de la salud mental de la Argentina que escribieron en ese número, lo que muestra que el debate está lejos de estar zanjado en nuestro país. 21 CAPÍTULO 2. LAS APLICACIONES DE LA PSICOTERAPIA Definir qué es la psicoterapia no es una tarea sencilla. De hecho, hay casi tantas definiciones de ella como formas de practicarla.1 Sin embargo, hay consenso en que la psicoterapia, tal como la conocemos hoy, es una práctica originada a finesdel siglo XIX por un grupo de médicos, en su mayoría neurólogos o neuropatólogos, que buscaban algún tratamiento para ciertas enfermedades que consideraban propias de su campo. Estas alteraciones desafiaban ciertos aspectos básicos de sus paradigmas y parecían relativamente intratables para las herramien- tas físicas o químicas de la medicina convencional de la época. Sin embargo, basta ir levemente más allá de este consenso para encontrar que parte de los descubrimientos de esos médicos se remon- taban a las experiencias desarrolladas por personajes vistosos, com- pletamente ajenos al mundo de la medicina o la ciencia, pero que mostraban llamativos efectos que podían ser laxamente considerados terapéuticos. El paradigma de estos personajes fue Franz Anton 1. Algunas investigaciones recientes han identificado 400 modelos distintos de psicoterapia. 22 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA Mesmer, quien probablemente haya sido el primer gran charlatán de la Modernidad, ya que su discurso apelaba a varias ideas clave del discurso moderno. En primer lugar, Mesmer defendía vigorosamente la cientificidad de su teoría del magnetismo animal, al mismo tiempo que hacía todo lo posible para impedir que fuese sometida a un aná- lisis crítico por expertos independientes.2 El discurso de la Moderni- dad precluye la apelación a lo sobrenatural; a partir de esto, el adje- tivo científico es condición indispensable para que una práctica o una teoría logren credibilidad. En segundo lugar, había dado con un he- cho escasamente conocido, al menos en Occidente, siendo innegable que su práctica generaba efectos. En tercer lugar, Mesmer se rodeó de una clientela aristocrática y adinerada, logrando amasar una fortuna. Fue, sin duda, uno de los grandes pioneros del marketing de los servi- cios profesionales. Como vemos, muchos fenómenos que fueron mo- neda corriente durante gran parte del siglo XX han tenido su antece- dente claro en el siglo XVIII, en el apogeo de la Modernidad. El mérito de Mesmer fue haber llamado la atención sobre esos efectos, sobre esos fenómenos psíquicos. Ahora bien, como muchos de los discursos paracientíficos que se hicieron populares en los dos siglos posteriores, muchos consideraban ingenuamente que la teoría resultaba probada por la aparición de los efectos, sin tener en cuenta que esto es sólo un primer paso en el camino a demostrar la conexión entre cierta causa A y cierto efecto B. En la psicoterapia contemporánea esto ha dado lugar a la inves- tigación sobre los llamados ingredientes específicos del tratamiento. En otras palabras, supongamos que al inicio de cada sesión diéramos a nuestros pacientes un sándwich de mortadela. Luego de algún tiempo de tratamiento, todos ellos mejoran. ¿Nos da eso derecho a publicar un artículo anunciando el descubrimiento de las propiedades tera- péuticas del sándwich de mortadela? Más aun, ¿cuál es el ingrediente activo: el pan, la mortadela o la combinación de ambos? También 2. Cuando esto finalmente ocurrió, la teoría de Mesmer cayó en profundo descrédito en Francia, a punto tal que fue necesario que Charcot apelara a su gran prestigio científico para que en Francia pudiera volverse a estudiar el fenómeno hipnótico sin ser acusado de charlatanería. 23 2. LAS APLICACIONES DE LA PSICOTERAPIA existe la posibilidad de que ni el pan ni la mortadela cumplan fun- ción terapéutica alguna y debamos buscar la explicación de los efec- tos en otras variables, por ejemplo, en el efecto placebo o en la rela- ción que se establece entre terapeuta y paciente. Un ejemplo históri- co de esto lo hallamos en el momento en que Freud deja de presionar la frente de sus pacientes para precipitar la aparición de cierta imagen o asociación. Freud descubre que la mera insistencia es suficiente para lograr el mismo propósito, esto es, determina que la presión en la frente no era un ingrediente específico de su tratamiento. Este breve rodeo se debe a que desde hace cientos de años el hom- bre ha recurrido a toda suerte de prácticas mágicas, chamánicas o espiri- tuales que efectivamente generan efectos en muchos casos. La diferencia entre la psicoterapia científica y las demás prácticas es que la primera intenta explicar los efectos logrados apelando a diseñar teorías y técnicas que cumplan con ciertas condiciones básicas del conocimiento científi- co. Deben ser comunicables, poder ser replicadas y someterse al veredic- to de la investigación empírica adecuadamente diseñada y controlada. Las hipótesis no deben ser simplemente plausibles, deben mostrar solidez en la contrastación empírica, sean o no plausibles.3 Esta enorme diversidad de prácticas que reclaman resultados tera- péuticos hace evidente la necesidad de progresar en la investigación empírica del campo. En el terreno institucional, el recientemente con- formado World Council for Psychotherapy, con sede en Viena, ha sostenido intensos debates en torno de qué prácticas pueden ser legítimamente incluidas dentro de la institución, prevaleciendo un criterio inclusivo.4 Creemos que gran parte de la diversidad –y la confusión– resul- tantes derivan del hecho de que la psicoterapia, por usar la palabra 3. La teoría freudiana del suicidio, que es muy plausible, nos lleva a suponer que el riesgo de suicidio disminuye en los momentos en los que el hombre puede dar rienda suelta a sus impulsos homicidas (por ejemplo, durante la guerra). Esto llevó a que algunos investigadores indagaran sobre la tasa de suicidio durante los períodos de guerra, a fin de encontrar una confirmación indirecta de la hipótesis de Freud. Encontraron que la tasa de suicidio efectivamente descen- día, pero que también lo hacía en los países no beligerantes. La hipótesis no resultaba confirmada pese a ser muy plausible. 4. Alfred Pritz, presidente del World Council for Psychotherapy. Comunicación personal. 24 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA más genérica, tiene varios objetivos distintos. Nuestra intención en el presente artículo es examinar esos objetivos, clasificarlos genérica- mente, y considerar las especificidades del trabajo en pos de cada uno de ellos. Los objetivos de la psicoterapia Podría decirse que el objetivo genérico de la psicoterapia es promover y restablecer el bienestar anímico de la persona. Esta defi- nición suena simple porque en definitiva esconde la compleja cues- tión de definir qué es el bienestar anímico de una persona. Más aun, si hemos de seguir la filosofía de la Organización Mundial de la Salud –definir al ser humano como una entidad biopsicosocial y a la salud como algo más que la mera ausencia de enfermedad– entonces nos encontramos con una cuestión filosófica tremendamente compleja. En este artículo trataremos de mantenernos en un determinado nivel de análisis, que no será el del fundamento, porque no pretendemos hacer filosofía. Más bien trataremos de esclarecer algunas cuestiones de la práctica de la psicoterapia vinculadas con estas cuestiones más profundas. Presentaremos tres viñetas clínicas que nos orientarán en la cuestión.5 Viñeta 1Viñeta 1Viñeta 1Viñeta 1Viñeta 1 José es un joven de 19 años que llega a la consulta luego de ser derivado por su médico clínico, quien no ha logrado darle un diag- nóstico. Lo mismo le ha ocurrido con otros dos médicos que lo vieron anteriormente. Quiere encontrar una explicación a sus síntomas y 5. Los nombres de los pacientes han sido modificados para proteger su identi- dad. El presente material está reservado a los fines de la enseñanza y de la comunicación científica y no puede ser utilizado para otro fin ni divulgado en otro contexto que el de estas actividades. 25 2. LAS APLICACIONES DE LA PSICOTERAPIA espera que yo haga algo que lo cure o al menos lo alivie. Tiene palpitaciones, sensación de ahogo, sudoración marcada (especial- mente en las palmas de las manos), temblores, mareos, chuchos de frío y de calor, no duerme bien (se despierta sobresaltado luego de haber dormido un par de horas), está tenso todo el tiempo y hay momentos en los que apareceun intenso miedo a morir. Todo esto comenzó hace un par de meses. Nunca le había pasado anteriormente. Viñeta 2Viñeta 2Viñeta 2Viñeta 2Viñeta 2 Gladys es una mujer de casi 70 años que consulta porque re- cientemente se ha enterado de que su hermana menor, a la que quiere muchísimo, tiene un cáncer probablemente terminal. Se la ve muy preocupada, triste y tensa. Dice que no duerme muy bien. Está sumamente irritada con un médico psiquiatra con el que tuvo sólo una entrevista y con el que decidió no atenderse. Me comenta que mientras ella le contaba su triste historia a ese médico, éste la interrumpía para preguntarle su domicilio y demás datos personales para completar una ficha. Espera que la consulta la ayude a sobre- llevar la situación. También quiere algún consejo profesional sobre qué puede hacer para que su hermana se sienta mejor; por ejemplo, si pudiese ser útil que fuese a un grupo de autoayuda para familiares de pacientes con cáncer. Viñeta 3Viñeta 3Viñeta 3Viñeta 3Viñeta 3 Pedro ha concluido una terapia breve en la que se ha sobrepues- to a un trastorno psíquico con intensa sintomatología. Hace varias semanas que está libre de síntomas. Luego de algunas sesiones de seguimiento ponemos punto final a ese tratamiento. Sin embargo, Pedro dice que hay algunas cosas que le gustaría conversar en psico- terapia, que tienen que ver con la forma en que él se relaciona con la gente. No cree tener problemas allí, sólo que ambiciona tener rela- ciones más profundas y plenas de sentido. También quiere discutir su proyecto profesional y cómo habrá de relacionarse éste con su pro- yecto de vida. 26 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA Las tres personas me han consultado como psicoterapeuta. He visto a las tres en mi consultorio. Sin embargo, la naturaleza de los pedidos y la del trabajo que habría de llevar a cabo son sustancial- mente diferentes. En la viñeta 1, José espera que lo libere de una serie de síntomas “misteriosos” que lo tienen a maltraer desde hace dos meses. En la viñeta 2, Gladys espera que yo encuentre alguna manera de paliar o al menos acompañar su sufrimiento; también espera que le haga algunas sugerencias desde mi conocimiento profesional sobre cómo ayudar a su hermana, que parece estar muy decaída anímicamente. En la viñeta 3, Pedro, contento con los resultados alcanzados, me pregunta si yo podré ayudarlo a avanzar en un terreno donde él siente que no ha alcanzado una plenitud. Ninguno de ellos está vinculado con el llamado mundo psi. La única que ha hecho anteriormente alguna consulta a un psicólogo es Gladys, pero se ocupa de aclarar que esta vez el motivo y sus expecta- tivas son muy distintos. Sin embargo, los tres recurren a un psicólogo- psicoterapeuta en busca de una solución a sus dificultades. Estas tres viñetas nos permiten ejemplificar los diferentes objetivos que puede tener la labor psicoterapéutica. A fin de establecer una prime- ra –y un tanto rudimentaria– distinción, hablaremos de la psicoterapia como tratamiento de los trastornos mentales, como recurso para el mane- jo de las crisis vitales y como herramienta para el desarrollo personal. La psicoterapia como tratamiento de los trastornos mentales La creencia en el poder curativo de la palabra se remonta a los orígenes de la civilización. Sin embargo, el reconocimiento científi- co de este hecho y su aplicación –la psicoterapia– son recientes, y han enfrentado no pocas resistencias. El discurso positivista del siglo XIX no podía menos que des- confiar de la palabra como agente terapéutico, en la medida en que este hecho parecía sospechosamente cercano a la superchería, la magia o la credulidad religiosa. Los neurólogos del siglo XIX inten- taron explicar los curiosos fenómenos de la hipnosis y los síntomas 27 2. LAS APLICACIONES DE LA PSICOTERAPIA histéricos apelando a hipótesis que –al menos superficialmente– respetaran los principios generales del paradigma positivista. Los somatistas como John Braid y Martin Charcot sostenían que la hip- nosis era eficaz debido a que producía alteraciones en la fisiología del sistema nervioso del hipnotizado. Buscaban una causa natural, sin achacar el fenómeno a la malevolencia, a la simulación o a la intervención de fuerzas sobrenaturales. La investigación contemporánea se ha hecho planteos simila- res: conocemos el ejemplo de la investigación que analizó las con- diciones de la neurotrasmisión en un grupo de pacientes con tras- torno obsesivo-compulsivo que habían sido tratados con psicofármacos y en otro que había recibido tratamiento de exposi- ción y prevención de la respuesta. El hallazgo fue que las condicio- nes resultantes eran muy similares en ambos grupos. En otras pala- bras, podía aducirse con fundamento que los mismos cambios en la neurotrasmisión habían sido alcanzados tanto por medios químicos como por medios psicológicos. En suma, sabemos que la palabra puede ser eficaz, y hemos logra- do perfeccionar algunos métodos para dirigir esa eficacia en cierta dirección. Eso no significa que tengamos una idea clara de cómo es que se producen los cambios. Sin embargo, es enormemente impor- tante a los fines prácticos –de aplicación– el saber producirlos en forma regular y predecible. En este sentido, estamos en una posición similar a la de la medicina, que sabe tratar muchísimas enfermedades a pesar de ignorar su etiología o el mecanismo por el cual se producen los cambios deseados. El mérito de los neurólogos del siglo XIX es el de haber inten- tado transformar a la psicoterapia en una intervención basada en una teoría científica, destinada a producir ciertos cambios previsi- bles y deseables en relación con determinada conceptualización de la enfermedad mental. Esto implicar aceptar algunos puntos de par- tida básicos; fundamentalmente, aceptar que existe algo que llama- mos trastorno mental, que es un estado distinto del de la salud o de la normalidad, que produce sufrimiento, que no es voluntario sino padecido, que debe ser cambiado para beneficio del paciente y de su comunidad. 28 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA El psicoanálisis, la primera gran forma de psicoterapia, surgió sin duda como una metodología para la curación de ciertos trastornos que hoy llamaríamos mentales, aunque en los orígenes Sigmund Freud vacilaba entre asignarles un estatuto neurológico o psicológico. De hecho, los síntomas que muestra José en la viñeta 1 fueron aislados por Freud, su descubridor, en 1895. En la viñeta 1, José dice que nunca antes se ha sentido así y que no quiere que esto continúe pasando. Espera que yo sepa qué es lo que le pasa y que, en virtud de ese conocimiento, pueda aplicar alguna técnica psicológica para lograr que no le suceda más. Los síntomas son claros y, por ende, fácilmente identificables. Espera que yo dé un nombre a lo que le ocurre –esto es, que haga el diagnóstico que no pudieron hacer los médicos que consultó antes de verme– y que lo trate en consecuencia. No es fácil definir o distinguir lo normal y lo patológico, parti- cularmente en el terreno de la salud mental, en el que están en juego valores culturales, de género, y de clase social. Durante el siglo XX, hemos aprendido a ser muy cuidadosos en rotular como patológico aquello que es simplemente diferente, en virtud de la diversidad cultural o de género. El paradigma en el que se sustenta la psicoterapia contempo- ránea anglosajona supone que los trastornos mentales existen, que pueden ser tratados e identificados esencialmente –pero no nece- sariamente–6 a partir del malestar que generan en el sujeto que los padece. La psicología clínica y la psiquiatría anglosajonas parten de la premisa de que los trastornos mentales son esencialmente distintos entre sí y no meras manifestaciones de una enfermedad única. Esto tiene por consecuencia la búsqueda de tratamientos específicos. El psicoanálisis, en los inicios, mostró una inclinación similar. Sin embargo, con el paso del tiempo y particularmente luego de la 6. Las personas que sufren trastornos de personalidad pueden padeceruna serie de dificultades sin necesariamente atribuirlas a algún tipo de dificultad personal. Con frecuencia las niegan, las desconocen o las atribuyen a los otros. Éste es uno de los puntos que hace tan conflictiva la conceptualización de estos trastornos. 29 2. LAS APLICACIONES DE LA PSICOTERAPIA muerte de Freud, el psicoanálisis se fue convirtiendo en un largo proceso de autoindagación de objetivos muy ambiciosos, orientado a cambios muy profundos. De hecho, la enorme difusión que alcanzó el psicoanálisis a escala mundial se debió más a los grupos de intelec- tuales que a los institutos de formación de psicoanalistas. Un ejemplo característico de esto fue el papel del grupo de Bloomsbury, integra- do por la crema de la intelectualidad británica en las primeras déca- das del siglo XX.7 Esta concepción del psicoanálisis halla su máxima expresión en el aforismo “la cura vendrá por añadidura”. La cura, de acuerdo con el aforismo, es un objetivo que no ha sido abandonado, es importante subrayarlo, pero que ya no sería nuestro blanco primor- dial ni central, se trata de algo que advendrá como correlato de otros objetivos más trascendentes. Sin embargo, y como lo revelan las viñetas que hemos menciona- do, las personas que nos consultan frecuentemente nos plantean dificul- tades que no pueden ser consideradas trastornos mentales, sino más bien problemas o situaciones propias de la vida o de la condición humana. Nos interesa señalar que gran parte de los desacuerdos sobre los objetivos, los métodos y la eficacia de la psicoterapia se originan en ignorar la diferencia esencial entre un proceso orientado a restablecer ciertas condiciones “saludables” y otro dirigido a lograr un crecimiento personal, una percepción nueva de la realidad y de nuestro lugar en ella. El primer objetivo también podría ser alcanzado, en muchos casos, mediante la ingesta regular de cierto psicofármaco. Sin embargo, no existe psicofármaco que pueda permitirnos alcanzar el segundo objeti- vo. Por otra parte, se puede lograr un crecimiento personal por medios totalmente ajenos a la psicoterapia, tales como la meditación en sole- dad, el culto religioso, una vida cultural intensa, etc. Durante la primera mitad del siglo el psicoanálisis tuvo gran éxito en instalar la idea de que los trastornos mentales pueden tener 7. Entre sus integrantes se encontraban Virginia Woolf, Carrington, Lytton Strachey, James y Alix Strachey. James Strachey, como se sabe, fue el res- ponsable de la Standard Edition de las obras de Freud. Sus notas a la obra de Freud están incluidas en la edición castellana de las obras que hiciera la editorial Amorrortu. 30 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA una génesis psicológica y que pueden ser tratados exitosamente me- diante un instrumento que reposa esencialmente en el uso de la pala- bra. Los críticos del psicoanálisis nunca escasearon, sin embargo. En- tre ellos se destacó Hans Eysenck, quien en su célebre artículo de 19528 cuestionó la eficacia del psicoanálisis a partir de los resultados obtenidos por una investigación empírica realizada en el Maudsley Hospital y el Instituto de Psiquiatría del University College London. De allí en más, el movimiento de investigación en psicoterapia no cesó de crecer en Gran Bretaña y Estados Unidos. En la década del 80, factores de diversa índole aumentaron las presiones para demostrar la eficacia de la psicoterapia como medio de restablecer la salud mental. Si bien se ha logrado probar que hay tratamientos psicológicos eficaces para un gran número de trastornos mentales, la psicoterapia aún carga con el estigma de ser un procedimiento caro, prolongado y de resultados dudosos. Esto se debe en parte al hecho de que existen tratamientos que efectivamente son prolongados, caros y de resulta- dos dudosos. No obstante, con frecuencia el error resulta de suponer que la psicoterapia es el mismo procedimiento cuando apunta a curar un trastorno mental que cuando aspira a ser una herramienta para alcanzar el desarrollo personal. La pregunta por la eficacia, por ejemplo, es casi ridícula cuando se la aplica al logro del crecimiento personal. Lo mismo puede decir- se de la pregunta por la duración del tratamiento. Podemos decirle a un paciente que atraviesa un episodio depresivo mayor que conta- mos con tratamientos psicológicos con una duración de alrededor de 20 sesiones que tienen una gran eficacia. Sin embargo, sería difícil creer en la oferta de un tratamiento que nos convierta en personas maduras, reflexivas y profundas en 20 semanas. Si quiero aplicar psicoterapia a un trastorno que suele responder bien al tratamiento farmacológico, entonces tengo la obligación de evaluar si hay fundamento empírico para pensar que ésta habrá de ser al menos tan eficaz como el psicofármaco o bien tener otros beneficios 8. Probablemente, el artículo psicológico más citado de la historia. 31 2. LAS APLICACIONES DE LA PSICOTERAPIA que el tratamiento químico no pueda garantizar. En cambio, no sabe- mos si tiene el mismo sentido plantearse si la psicoterapia es un medio tan eficaz como la orientación religiosa o la reflexión filosófica para alcanzar el desarrollo personal pleno. Es muy probable que la elección dependa de los valores de la persona que elige el camino, y que esos valores determinen en forma casi absoluta la eficacia de esa empresa. Sabemos, porque hay investigaciones que así lo han mostrado, que la terapia cognitiva tiene una eficacia similar en pacientes muy religiosos y en pacientes con un estilo de vida completamente secular o sin intereses religiosos. Ahora bien, si esos mismos pacientes recu- rriesen a los mismos terapeutas para lograr alguna meta de su desarro- llo personal, es probable que los resultados fuesen mucho menos uni- formes, mostrando mucha mayor correlación con el grado de acuerdo axiológico entre paciente y terapeuta. Más aun, ¿cuán lícito es utilizar el término paciente cuando ha- blamos de desarrollo personal? La utilización de la palabra tratamien- to es igualmente inadecuada, ya que da un tinte médico a un proceso que en realidad no es correctivo ni biológico, sino espiritual. La psicoterapia como forma de promover el desarrolloLa psicoterapia como forma de promover el desarrolloLa psicoterapia como forma de promover el desarrolloLa psicoterapia como forma de promover el desarrolloLa psicoterapia como forma de promover el desarrollo personalpersonalpersonalpersonalpersonal Como se advierte, existe una marcada diferencia entre utilizar la psicoterapia para tratar un trastorno mental y utilizarla para promo- ver el desarrollo personal. Esta diferencia fue advertida, hace ya va- rias décadas, por los propulsores de la psicología fenomenológica, la psicología existencial, el Daseinanalyse, la psicoterapia centrada en el cliente y la psicología humanística. La psicología fenomenológica emerge en las primeras décadas del siglo XX como crítica a la psico- logía de la Modernidad, tanto intelectualista como empirista (más específicamente, introspeccionista o conductista). En el campo tera- péutico, los fenomenólogos, entre ellos el brillante Maurice Merleau- Ponty, hicieron una lúcida crítica de algunos aspectos del psicoaná- lisis. La psicología existencial es contemporánea a la fenomenológica y acompaña el desarrollo del pensamiento 32 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA existencialista. Su exponente más relevante fue Jean Paul Sartre. El Daseinanalyse (análisis del ser-ahí, del sujeto eyectado al mundo) fue propulsado por un discípulo de Freud, Ludwig Binswanger, ins- pirado en la filosofía de Martin Heidegger. La psicoterapia centra- da en el cliente fue un desarrollo de Carl Rogers, quien fue el pri- mero en abogar por abandonar el uso de la palabra paciente, que remitía a un modelo médico y a la idea que el consultante necesa- riamente padecía una enfermedad, y cambiarlo por el de cliente. Se enfatizaba, así, que quien consulta a un psicoterapeuta no lo hace necesariamente motivado por una dolencia mental. Rogers tam- bién acuñó el conceptode counseling (orientación psicológica) para definir intervenciones de naturaleza psicoterapéutica en las que no se trataba de reparar una afección de la salud mental, sino en acom- pañar y orientar a alguna persona que atravesaba por una instancia difícil. Marital counseling (orientación de parejas) es todavía una expresión muy frecuente en la psicología americana, que designa las sesiones de orientación que pueden ayudar a una pareja a reencauzar su relación, sin presuponer que sus dificultades se origi- nan en o representan una enfermedad mental. La psicología humanística, por último, es una corriente de pensamiento originada en los Estados Unidos en la década de los 60, cuyo representante más conocido es Abraham Maslow. El pensamiento humanista se diferenció del psicoanálisis y la terapia comportamental en el he- cho de quitar énfasis a la idea de curar, resaltando, en cambio, la idea de crecimiento espiritual del consultante. Todas estas corrientes coincidieron en señalar que hay una di- mensión espiritual en la psicoterapia que resulta del encuentro entre dos seres humanos que buscan generar una nueva significación para una serie de hechos que preocupan a uno de ellos. El otro cuenta con algún tipo de experiencia –no sólo con saber académico– que le permite guiar al consultante en un camino de descubrimiento. En este sentido, ha sido frecuente la comparación de la función del psicoterapeuta con la del gurú o del maestro zen. Estas cuestiones fueron centrales en la década de los 60, que se caracterizó por una intensa búsqueda espiritual que apeló a diversos instrumentos. Basta recordar las experimentaciones con drogas en la 33 2. LAS APLICACIONES DE LA PSICOTERAPIA cultura hippie originada en California, o en el libro Las enseñanzas de Don Juan, un best-seller de la época. La misma búsqueda llevó a los jóvenes de Occidente a interesarse por la meditación oriental. Otros emprendieron psicoanálisis de una década de duración a razón de cuatro o cinco sesiones semanales. Por esa misma época Jacques Lacan sorprendía a su público comparando al psicoanalista con un maestro zen. Otros experimentaron con la combinación de drogas y de psicoa- nálisis, dando lugar al llamado narcoanálisis. Durante ese período se desarrollaron muchísimas formas nuevas de psicoterapia, algunas bas- tante curiosas, como la terapia del grito primordial. Es indudable que el auge de la psicoterapia vivido en los años 60 se debe en gran parte a este fenómeno. Como legado de este proceso, podemos encontrar el desarrollo de una serie de técnicas orientadas a poner al consultante en situaciones que representaran una nueva experiencia, posibilitando el desarrollo de una nueva significación. Entre estas técnicas encontramos el uso de almohado- nes, juego de roles, relajación sistemática, etc., que son de uso fre- cuente en distintos modelos contemporáneos de psicoterapia. Se las suele llamar genéricamente técnicas experienciales. La investigación ha mostrado que el grado de entrenamiento en terapias bien definidas y el conocimiento científico del tera- peuta son más importantes que la mera experiencia cuando se aplica la psicoterapia al tratamiento de los trastornos mentales. El buen entrenamiento supone el conocer la teoría y dominar la téc- nica necesaria para aprovechar al máximo las posibilidades de un determinado tratamiento. Las dimensiones personales del terapeuta, tales como su capacidad de empatía, su inteligencia, su intuición, son muy importantes pero no cruciales. Lo más importante es que no sean un obstáculo. En el terreno del desarrollo personal, las cosas son mucho más complejas. En primer lugar, las dimensiones personales del terapeuta son mucho más importantes que su entrenamiento técnico. La expe- riencia, en su más amplia acepción, es crucial. La naturaleza de la experiencia puede ser múltiple: como psicoterapeuta, como pacien- te en psicoterapia, como miembro de una comunidad religiosa, como padre, como deportista, etc. La lista sería larga y su relevancia se mide 34 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA en función del tipo de intereses y área en la que el consultante busca crecer como persona. Por otra parte, la psicoterapia no puede reclamar la exclusivi- dad en este campo. La secularización de la cultura en el siglo XX hizo que la psicoterapia comenzara a ocupar parte del terreno que tradi- cionalmente estaba reservado a la vida religiosa. Los hombres consa- grados a la fe siempre habían sido los referentes casi excluyentes en materia de problemáticas existenciales. Los maestros y profesores cum- plían esas funciones de cuando en cuando, convirtiéndose en mentores. Esto es así y seguramente seguirá siendo así. ¿Qué pasa cuando un psicoterapeuta es convocado a esta fun- ción? En principio, cabe decir que muchas de las injustas críticas que recibió el psicoanálisis se deben a que mucha gente considera que un terapeuta estafa o engaña a su paciente si discute cuestiones que ha- cen a la existencia y no a la enfermedad. Algunos consideran que éste es un modelo médico de la psicoterapia, pero esto es un error. Esto ni siquiera es cierto en el campo de la medicina. De hecho, no hay acto médico genuino que no involucre alguna relación intersubjetiva; un viejo principio establece que el médico cura a veces, alivia con fre- cuencia y consuela siempre. De lo contrario, el fenómeno del placebo sería inexplicable. Para emprender este tipo de tarea, el terapeuta deberá estar segu- ro de que su paciente solicita incursionar en este campo. Esa solicitud debe ser explícita, no puede ser leída en supuestas demandas cifradas o en un código revelado únicamente al terapeuta: esta posición pos- tula una ética sospechosamente cómoda. En la viñeta 3, Pedro sugiere trabajar sobre una temática que es distinta de la que lo trajo a la consulta. El planteo podría haber sido hecho a su padre, a algún mentor, a algún guía espiritual. Pedro me lo formula, según sus palabras, porque está satisfecho con los resultados alcanzados con sus síntomas. La conversación con él es fluida y hay una empatía genuina. Debemos establecer un nuevo contrato que establezca los nuevos objetivos y las nuevas obligaciones para ambos. La fijación de plazos en estos terrenos es mucho más indefinida, pero siempre conviene estimar un tiempo de trabajo, al cabo del cual se evaluará el resultado alcanzado. 35 2. LAS APLICACIONES DE LA PSICOTERAPIA La neutralidad del terapeuta es tremendamente importante en este terreno pero, paradójicamente, uno nunca está tan implicado valorativa y éticamente como cuando debe ayudar a una persona a lograr un crecimiento personal. El enorme interés por la autoindagación, que vivió su apogeo en los años 60, declinó lentamente hasta ser reemplazado por otro espíritu de época. Esto se ve reflejado en la experiencia clínica cotidiana, don- de cada vez es más frecuente recibir pacientes que demandan el trata- miento de algún trastorno o de algún síntoma –la inmensa mayoría– y cada vez más infrecuente encontrar a alguna persona que se proponga como meta el crecimiento personal. Esto no significa forzosamente que haya decaído el interés en el tema: es probable que las búsquedas se orienten a otros lugares que no son la consulta psicoterapéutica. La psicoterapia y el manejo de las crisis vitales Al usar esta expresión, dejamos en claro que hablamos de crisis vitales, esto es, esperables en tanto parte inseparable de la condición humana. No nos referimos a la intervención en crisis, que es un tipo distinto de trabajo, referido a un uso distinto del concepto de crisis. Gladys, la persona a la que se refiere la viñeta 2, consulta por un hecho doloroso pero habitual en la experiencia humana: la muerte de un ser querido. Siente que, en cierto modo, se ha vulnerado la ley de la vida por la cual ella debería morir primero, ya que es mayor que su hermana. Le señalo que esta ley se cumple para la especie, no para el individuo. Por otra parte, ninguna de las dos ha muerto todavía y aún no sabemos qué pasará. Esta intervención,bastante trivial por cierto, parece aliviarla un poco y ofrecerle una nueva perspectiva del asunto. Cuenta, con bastante bronca, lo sucedido con el médico psiquia- tra que consultó anteriormente: dice que se sintió tratada como un número, fríamente. Es evidente que el médico estaba ocupándose de un registro importante –los datos del paciente– pero perdiéndose lo esencial, el pedido del paciente. Gladys no está enferma: no hay sínto- mas depresivos ni de ansiedad. Está preocupada, pero lo raro sería que no lo estuviera. ¿Cuál podría ser la naturaleza de la intervención? 36 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA En principio, podemos decir que si bien Gladys no está enferma, sí está en una situación de cierto riesgo psíquico, esto es, se ha incrementado su vulnerabilidad. Una de las principales funciones de la psicoterapia en las crisis vitales es disminuir la vulnerabilidad del paciente al trastorno mental. En otras palabras, la psicoterapia puede ser un instrumento importante en prevención primaria. En segundo término, Gladys pide cierta orientación sobre los grupos de autoayuda para pacientes y para familiares de pacientes oncológicos. Puedo dar- le bastante información sobre ellos: dónde encontrarlos, cuál es su utilidad y sus limitaciones. También puedo alentarla o desalentarla a utilizarlos, según mi juicio profesional. En tercer lugar, puedo ayudar- la a imaginarse el peor escenario posible y el mejor escenario posible. Una vez que se ha imaginado ambos, puedo pedirle que se imagine cuál es el más probable. En ese momento, debo ver si Gladys es ecuá- nime: podría ser que su desaliento la lleve a una visión muy pesimista o bien que se refugiase en un optimismo infundado. Luego revisamos con cierto detenimiento la relación presente con su hermana. Allí acordamos que si ella efectivamente está en el tramo final de su vida, entonces Gladys debe aprovechar ese tiempo todo lo posible. En otras palabras, debe poner el énfasis en el presente y no en el futuro, ya que, en última instancia, ninguno de nosotros sabe a ciencia cierta qué es lo que va a pasar. Gladys decide ir al grupo de autoayuda y se siente bastante me- jor. Hace algún tiempo había pensado que no festejaría su cumplea- ños: mi comentario fue que si no festejaba su cumpleaños estando en vida su hermana tampoco encontraría motivos para festejarlo si ella moría. Decidió entonces festejarlo. A la sesión siguiente, de un total de cinco, me dice que la fiesta había sido muy linda y que hacía tiempo que no disfrutaba tanto tiempo de un momento compartido con su familia y con su hermana. Al cabo de estas pocas entrevistas Gladys se sentía más confortada. Decidimos suspender las entrevistas hasta que ella considerase que fue- ran necesarias. Su gratitud fue explícita. La realidad era, obviamente, la misma, pero la percepción que de ella tenía Gladys había cambiado. Éste es un ejemplo bastante típico de la intervención en crisis vitales. Un trabajo normalmente de corta duración, que puede 37 2. LAS APLICACIONES DE LA PSICOTERAPIA producir efectos importantes, especialmente profilácticos. Podría argumentarse que cualquiera podría haber dicho esto, lo que es cier- tamente probable. Pero las personas de nuestra cultura y época dan un valor especial a nuestra palabra como psicoterapeutas, dándonos la posibilidad de ayudarlos a rever su forma de percibir los hechos. Las crisis vitales son momentos en los que las creencias de todo ser humano están particularmente expuestas a revisión. Las situacio- nes límites, decía Adolfo Carpio, confrontan al ser humano con la inevitabilidad de la reflexión filosófica. Si logramos incidir a ese nivel quizás colaboremos con el crecimiento personal. Si logramos disminuir el riesgo de un futuro trastorno mental, entonces habre- mos cumplido un importante servicio para el paciente y para su comunidad. Si la crisis derivara en un trastorno mental que requi- riese tratamiento, entonces deberemos evaluar la situación y hacer la indicación clínica que corresponda. Estas intervenciones psicoterapéuticas pueden obedecer a dis- tintos marcos teóricos –la del ejemplo es genéricamente cognitiva– pero comparten la brevedad, el enfoque en la resolución de proble- mas, la preocupación por la preservación del consultante. Pueden ser formalizadas o manualizadas, ya que las crisis vitales que atraviesa el hombre son bastante características. De todos modos, el éxito depen- derá en gran parte de no confundir formalización con estandarización a ultranza: el modo en que el consultante atraviesa la crisis es singular. La relación terapéutica no gira en torno del eje salud-enfermedad; más bien es una cuestión de malestar-bienestar, donde no hay un ideal objetivo, prefijado o universal. El bienestar de una persona depende no sólo de la ausencia de enfermedad, sino de su relación con sus ideales y su sistema de valores. Conclusión Tenemos la sensación de que muchas de las disputas en torno del papel de la investigación y la formalización de los tratamientos psico- lógicos podrían ahorrarse si se aclarase a qué tipo de aplicación de la psicoterapia nos referimos. Creemos firmemente que la psicoterapia 38 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA como terapéutica de los trastornos mentales debe basarse en la inves- tigación, especialmente la empírica, estando sujeta a las mismas con- diciones que rigen para otras prácticas clínicas científicas. Esto es particularmente importante en lo referido a demostrar eficacia, efi- ciencia y utilidad clínica. Es importante que el tratamiento sea for- malizado y manualizado convenientemente, con una buena dosis de replicabilidad y confiabilidad. Estos criterios no pueden aplicarse del mismo modo al terreno del crecimiento personal, donde los objetivos son, de por sí, mucho más variables y difusos. Las discusiones en cuanto a la duración de la psicoterapia también se vinculan, en parte, con esta cuestión. La mayoría de los tratamientos cognitivos o interpersonales para diver- sos trastornos mentales tienen una duración inferior a las 20 o 25 sesiones, lo que convencionalmente se ha considerado tratamientos breves. La reflexión tendiente al crecimiento personal es casi invaria- blemente de largo plazo o al menos de plazo indefinido. El manejo de las crisis vitales es, por oposición, normalmente muy breve (menos de diez sesiones). Esto se debe, en parte, a la natu- raleza misma de las crisis, que son períodos cortos en los que hay cambios profundos. Estas diferencias son importantes a los fines de ubicar en su justo punto a aquellos que lanzan una crítica masiva y globalmente descalificadora a la psicoterapia en general. Donald Klein, uno de los pioneros de la moderna psicofarmacología y ex presidente de la American Psychiatric Association, ha sostenido reiteradamente que cualquier persona madura y sensata puede hacer psicoterapia sin nece- sidad de entrenamiento. Mientras que esto puede argumentarse para el terreno del crecimiento personal y aun hasta cierto punto para el cam- po de las crisis vitales, creemos que es decididamente falso para lo que se refiere al tratamiento de la enfermedad mental. La psicoterapia tiene allí mucho que ofrecer, y puede demostrarlo en el terreno empírico de la investigación y la clínica. Sería riesgoso ignorar el desafío. Por lo tanto, a los psicoterapeutas nos corresponde recoger el guante y demos- trar con hechos la validez de nuestros alegatos. 39 2. LAS APLICACIONES DE LA PSICOTERAPIA Referencias biliográficas Barlow, D. H. y Hoffmann, S. G. (1997): “Efficacy and dissemination of psychological Treatments”, en Clark, D. y Fairburn, C., Science and Practice of Cognitive Behaviour Therapy, pp. 95-117, Oxford, Oxford University Press. Bercherie, P. (1988): Génesis de los conceptos freudianos, Buenos Aires, Paidós. Carpio, A. (1971): Principios de filosofía, Buenos Aires, Tekné. Garfield, S. L. y Bergin, A. E. (1994): “Introduction and historical overview”, Handbook of Psychotherapy and Behavior Change, pp. 3-18, New York, Wiley. Merleau-Ponty, M.(1985): Fenomenología de la percepción, Madrid, Planeta-Agostini. Rachman, S. (1997): “Evolution of cognitive-behaviour therapy”, en Clark, D. y Fairburn, C., op .cit., pp. 3-26. Ellenberger, H. (1970): The discovery of the Unconscious. A History of Dynamic Psychiatry, New York, Basic Books. 40 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA 41 CAPÍTULO 3. MEDICACIÓN Y PSICOTERAPIA* El debate sobre la relación entre medicación psiquiátrica y trata- mientos psicológicos suele estar plagado de cuestiones ideológicas. Es común que se hable de medicación versus psicoterapia, como si se tratase de un enfrentamiento científico. La realidad es que detrás de esa forma de plantear el tema lo que hay es un enfrentamiento ideo- lógico y también de intereses. La psicopatología contemporánea se basa en una visión bio- psico-social de las enfermedades mentales. Esto quiere decir que toda patología mental está determinada por un conjunto de causas que son tanto biológicas como psíquicas y sociales. No podemos dar cuenta de una afección mental mediante una explicación basada en lo que ocurre en uno solo de esos niveles. Desde esta perspectiva es razonable pensar que podemos revertir un proceso patológico mediante intervenciones que afecten cual- quiera de estos niveles. La medicación puede lograrlo por un camino, mientras que los tratamientos psicológicos lo harán por otro. * Publicado originalmente en Inconciente Argentino, Nº 1, pp. 31-32. 42 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA La cuestión central es, entonces, qué grado de éxito terapéutico tiene cada una de estas intervenciones. El éxito terapéutico tiene que estar avalado por investigaciones metodológicamente correctas y adecuadamente controladas. De lo contrario, el debate se convierte en la puja de feriantes por prevale- cer en la venta de su producto. Para que una sustancia pueda venderse como medicación tiene que haber probado que es eficaz y que es segura. Un tratamiento es eficaz cuando logra revertir un proceso patológico de modo duradero en un porcentaje importante de las personas tratadas. Un tratamiento es seguro cuando el remedio no es peor que la enfermedad, esto es, cuando hay un equilibrio entre riesgo y beneficio. La medicación psiquiátrica es más eficaz en el tratamiento de las patologías con síntomas psicóticos, como la esquizofrenia o el trastor- no bipolar. Los tratamientos psicológicos no han demostrado aún ser superiores a la medicación en este terreno. Pero en el tratamiento de la depresión, el problema mental más frecuente, la psicoterapia cognitiva y la psicoterapia interpersonal obtienen la misma eficacia que los antidepresivos, con efectos que son bastante más duraderos en el mediano y largo plazo. En el trata- miento del trastorno de pánico y la agorafobia, la terapia cognitiva es tan eficaz como la medicación, pero este tratamiento psicológico es más corto, muchísimo más duradero en sus efectos y normalmente mucho más barato. En el tratamiento de la depresión crónica, en cambio, la combi- nación de una forma de terapia cognitiva con antidepresivos mostró ser mucho más eficaz que la aplicación de cada uno de estos trata- mientos por separado. Los profesionales de la salud mental tienen el deber ético de estar al tanto de los resultados obtenidos por los tratamientos psicoló- gicos y farmacológicos, para poder recomendar y eventualmente apli- car la terapéutica que haya demostrado fehacientemente ser mejor. En la Argentina esto no es, lamentablemente, todo lo frecuente que debería ser. 43 CAPÍTULO 4. AUTONOMÍA Y PSICOTERAPIA* Una de las piedras angulares de lo que llamamos adultez normal es el logro de un grado mínimo de autonomía personal. La autonomía humana es siempre relativa, ya que somos seres gregarios. Las sociedades complejas de hoy hacen que los seres huma- nos sean cada vez más interdependientes, a la vez que se incrementa la exigencia de autoabastecimiento. En Occidente, en especial, la auto- nomía de un adulto se define en particular por su capacidad de obte- ner por sí mismo todo lo necesario para su subsistencia. Ser autónomo está intrínsecamente ligado a la capacidad de encontrar un lugar en el sistema productivo. En la Edad Media la producción familiar generaba la inmensa mayoría de las cosas necesarias para la subsistencia de los integrantes de esa familia. Por eso las sociedades tradicionales valoraban mucho más los vínculos familiares y comunitarios. Con el advenimiento del capitalismo, eso cambió drásticamente. * Publicado originalmente en Inconciente Argentino, Nº 5. 44 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA El desarrollo del capitalismo y la moral protestante, con su énfa- sis en la responsabilidad individual, han puesto un énfasis mucho mayor en la individualidad. El abandono de las sociedades tradicio- nales en favor de los valores más individuales es mucho más marcado en Occidente que en Oriente. Los orientales son más relacionales; la identidad y valía de una persona se define mucho más en términos de sus relaciones de pertenencia (familia, casta, empresa), aunque eso también está cambiando. Esto sugiere, en suma, que no hay una única forma de normalidad humana, sino que el grado de autonomía ideal de una persona depende- rá de los valores de autonomía-gregariedad que sostenga esa sociedad. Es evidente que la autonomía personal que caracteriza al adul- to normal es producto de un proceso de adquisición largo y comple- jo. Los seres humanos llegamos a este mundo con un alto grado de indefensión, lo que representa, a la vez, una ventaja y una desventa- ja. Es una desventaja en tanto quedamos librados a los cuidados de otros seres humanos. Nuestro destino y subsistencia dependen en gran medida de las características de esas personas y de su compe- tencia para la difícil tarea. Sin embargo, la inmadurez de la cría humana es el precio que se paga por la ventaja que supone el desarrollo de un psiquismo capaz de operaciones cognitivas muy complejas. Los animales traen mucho más software en el momento del nacimiento, pero ese software contiene también los límites del repertorio del que dispondrán en su vida futura. El proceso por el que adquirimos consciencia de nuestra propia identidad es bastante largo, en las primeras etapas del desarrollo men- tal somos uno indiferenciado del otro. Ésta es la primera condición de nuestra autonomía eventual. Pero hay un gran trecho entre reco- nocernos como distintos de los otros y el alcanzar la capacidad de garantizar la propia subsistencia. Nuestra inteligencia se va desarrollando como producto de la interacción entre capacidades cognitivas innatas y la influencia del ambiente. La preponderancia de la información visual, por ejemplo, no puede instalarse hasta que los músculos de los ojos funcionen adecuadamente. Luego uno tiene que aprender a ver, esto es, a dar sentido a los datos que entran por los ojos. 45 4. AUTONOMÍA Y PSICOTERAPIA Para ser autónomos tenemos que adquirir cierto conocimiento del ambiente y de nosotros mismos. Esto implica disponer de cierta información y poseer la capacidad de interpretarla. Tenemos que aprender a reconocer nuestros estados emocionales y los procesos cognitivos asociados, en otras palabras, qué sentimos, qué nos pasa, qué pensamos. Aprendemos a usar nuestros recursos en la interacción con otros seres humanos que nos van diciendo –definiendo con pala- bras– qué es lo que nos ocurre, qué es lo que está pasando. El logro de la autonomía demanda, pues, el desarrollo de una cantidad de habilidades. Se requiere en primer lugar un cierto grado de nivel cognitivo: para poder desempeñarse en una tarea productiva hace falta una capacidad mínima de comprensión del proceso, así como de las reglas de interacción con los otros seres humanos. Las personas con déficit intelectuales importantes no pueden lograr lo primero; las personas con trastornos generales del desarrollo (autismo, síndrome de Asperger) fracasan en lo segundo. También se requiere un grado de regulación emocional: la gen- te que no puede controlarla ira, por ejemplo, tiene enormes proble- mas para desempeñarse en forma continua en grupos de trabajo. Las personas afectadas por el trastorno límite de la personalidad suelen encontrarse con este problema. En el polo opuesto encontramos a las personas que padecen un trastorno obsesivo-compulsivo de la perso- nalidad: ejercen un gran control sobre la expresión emocional que los hace eficaces en el mundo del trabajo, pero que les causa muchos problemas en el campo interpersonal. Para lograr la autonomía se requiere también un grado de cono- cimiento, por ejemplo, completar una formación universitaria. Pero para eso se debe tener un desarrollo adecuado de la inteligencia y del manejo de las emociones. La educación es cada vez un proceso más prolongado, cuyo sostenimiento en el tiempo depende de poseer una inteligencia suficiente, pero también habilidades para interactuar con los otros (compañeros, docentes) y para comprender y manejar eficazmente nuestras emociones. Las personas con patologías mentales severas consultan, muchas veces, por las consecuencias que esto tiene sobre su autonomía perso- nal. Los padres de los chicos con trastornos generales del desarrollo, 46 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA por ejemplo, se angustian pensando cómo se las arreglarán cuando ellos ya no estén. Para estos pacientes, los tratamientos psicológicos tienen que apuntar a remediar, en la medida en que sea posible, el déficit cognitivo, a la vez que entrenar al paciente y a la familia en modos de afrontamiento del problema que sean más eficaces. La tera- pia cognitivo-conductual del síndrome de Asperger es un ejemplo; la terapia de reparación cognitiva para la esquizofrenia es otro. La situación es distinta en las personas con trastornos de la perso- nalidad. Los tratamientos psicológicos de estas afecciones tratan de flexibilizar los modos rígidos de relacionarse con los otros y desarro- llar habilidades que permitan un repertorio de conductas que sea más amplio y eficaz. Tomemos por caso del trastorno de personalidad por dependen- cia. En la infancia aprendemos que pedir ayuda a alguien competen- te puede ser un modo eficaz de resolver problemas. Pero si éste es el modo que usamos casi siempre para resolver problemas tendremos consecuencias negativas cuando no contemos con otra persona capaz –o dispuesta– a asistirnos. Estos pacientes repiten su estilo relacional en la terapia, espe- rando que sus terapeutas resuelvan por ellos, y de modo más o menos mágico, todos sus problemas. Atender a un paciente dependiente es todo un desafío: tenemos que ayudarlo a ayudarse. Si los empujamos demasiado rápido hacia la autonomía se angustiarán en exceso y saldrán corriendo a buscar la protección de alguien poderoso. Pero si no los exponemos nunca, el tratamiento reforzará la patología en vez de curarla: el paciente se reclina cómodamente en la relación y man- tiene la ilusión de que cambiará por el hecho de ir a charlar con alguien una hora a la semana. En una terapia cognitiva, por lo tanto, los pacientes aprenden recursos que les permiten convertirse en sus propios terapeutas, es decir, ayudarse a sí mismos. La tarea entre sesiones tiene un papel central en esto: el paciente tiene que aplicar y practicar en su vida cotidiana las habilidades que va a adquiriendo sesión a sesión. Otros pacientes presentan un estilo opuesto al del dependiente: estas perso- nas tienen dificultades para progresar en la terapia porque ven la intervención del terapeuta como una limitación o interferencia en su 47 4. AUTONOMÍA Y PSICOTERAPIA autonomía personal. Las personas oposicionistas muchas veces se com- portan como los chicos cuando se niegan a recibir nuestra ayuda como forma de reafirmar su autonomía, su independencia. Tienen una visión blanco-negro de la cuestión: o soy totalmente autosuficiente o me estoy sometiendo totalmente al otro. Por eso decíamos antes que la autonomía de la adultez es relativa: nadie es totalmente dependiente y nadie es totalmente autónomo. La dependencia se manifiesta también en el campo de las relacio- nes afectivas. La valoración personal es un fenómeno dialéctico: lo que yo pienso sobre mí tiene íntima relación con lo que los otros piensan sobre mí. Las personas muy narcisistas tienen una valoración muy positiva y constante de sí mismos, independiente de la opinión de los demás. Se consideran por encima del resto y esperan –o exigen– ser tratados de un modo especial. En el otro polo están las personas cuya opinión sobre sí mismos depende por entero de lo que piense su entor- no. Estas personas se preocupan permanentemente por agradar al otro, por ser amable a sus ojos. De aquí surge la famosa dialéctica de amar y/o ser amado, ya que estas polaridades resultan complementarias. El grado de autonomía óptimo a lograr en un tratamiento estará determinado por la situación y características del paciente, así como por su particular sistema de creencias. Las personas religiosas, por ejemplo, tienden a valorar más la interrelación con los otros; las per- sonas agnósticas y ateas normalmente tienden a valorar más la auto- nomía, la acción individual. Los terapeutas, como los padres, enfrentamos una tarea comple- ja. Por un lado, debemos ayudar a desarrollar habilidades, respetando los deseos e intereses de nuestros pacientes. Por el otro, debemos ayu- dar a afrontar y a aceptar aquello que no pueda cambiarse, que no pueda aprenderse. Esto implica ser capaz de reconocer qué puede cambiarse y qué no. Lo que es más difícil: debemos aceptar que nuestros pacientes, como nuestros hijos, se hagan expertos, autónomos, y ya no nos nece- siten como antes. 48 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA 49 CAPÍTULO 5. JUSTO Y NECESARIO. EL CONSENTIMIENTO INFORMADO EN PSICOTERAPIA* La consulta en salud mental entraña habitualmente una situación asimétrica, en la cual quien consulta presenta su malestar, signos o sínto- mas a un experto en la materia, del que usualmente espera sepa aliviarlos, controlarlos o suprimirlos. Es la asimetría de saber lo que genera la con- sulta, pero el profesional puede nivelar en parte esa diferencia de cono- cimiento informando al paciente sobre aspectos centrales de su padecer y de los modos posibles de intervención para tratarlo. Se llama consenti- miento informado al acto por el cual el paciente autoriza la realización de un tratamiento porque ha juzgado que se beneficiará razonablemente con la terapéutica en función de lo informado por el profesional tratante. Los profesionales de la salud mental han sido tradicionalmente un tanto reacios a informar a sus pacientes sobre la naturaleza de sus trastornos y de las terapéuticas aplicadas para paliarlos. Esto se ha debido en parte a cuestiones teóricas y en parte a la pervivencia del modelo médico paternalista del siglo XIX, que daba al paciente un * Publicado originalmente en Perspectivas Bioéticas, vol. 8 (15): 55-60. Escrito en colaboracion con Guillermina Rutsztein (Licenciada en Psicología, UBA. Doctoranda de la Facultad de Psicología, UBA. Prof. adjunta, docente de Posgrado e investigadora de la Facultad de Psicología, UBA. E-mail: schuster@mail.retina.ar). 50 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA lugar pasivo y sumiso frente a la indicación terapéutica experta, que no debía ser ni entendida ni consentida, pero sí cumplida. ¿Qué información debería darse a un paciente que consulta por un tema relativo a la salud mental? En primer lugar, es importante señalar que las consultas en salud mental no están necesariamente rela- cionadas con la presencia de patología. Los sistemas de clasificación, nomenclatura y diagnóstico han reconocido este hecho, dividiendo la clasificación en trastornos y problemas. La primera denominación se reserva para alteraciones de la conducta que generan malestar en el consultante; la segunda se utiliza para designar cuestiones que, sin en- trañar enfermedad, son dignas de consideración clínica. Así, entre los trastornos encontramos a la depresión mayor, la esquizofrenia o la fobia social. En lasegunda categoría se encuentran, por ejemplo, los proble- mas relacionales entre padres e hijos o entre cónyuges. La información es particularmente importante cuando la con- sulta está determinada por la presencia de un trastorno. Los proble- mas, en cambio, son dificultades propias de la condición humana que toda persona adulta puede comprender en medida razonable, sin necesidad de contar con conocimientos especializados (aunque es cierto que éstos pueden colaborar en su resolución). Los trastornos, en cambio, son clasificados y tratados de acuerdo con un saber com- plejo, fruto de la investigación y adquirido tras largos períodos de entrenamiento profesional y de experiencia clínica. Un paciente que consulta por un trastorno mental debería ser informado, en primer lugar, del diagnóstico. Esto supone que el pacien- te debe conocer el nombre del trastorno que presenta, así como los signos y síntomas por medio de los cuales el profesional ha alcanzado tal conclusión. Un modo sencillo de hacer esto es mostrarle al paciente la definición que ofrece el manual que el profesional haya utilizado para realizar el diagnóstico. Es frecuente que los pacientes se reconoz- can en esta descripción haciendo comentarios del tipo “éste soy yo” o “esto me describe perfectamente”. Es cierto que se ha criticado el uso de sistemas operativos de diagnóstico al sostener que es imposible agrupar pacientes porque cada caso es único o que el diagnóstico es deshumanizador y no se debe “etiquetar” al paciente. Sin embargo la comunidad científica acepta como necesario algún sistema que describa 51 5. JUSTO Y NECESARIO. EL CONSENTIMIENTO INFORMADO EN PSICOTERAPIA los signos y síntomas que presenta el paciente con el fin de poder organizar los datos y facilitar la comunicación. Fonagy & Target (cita- do por Chambless y Ollendick, 2001) señalaron que cualesquiera sean las limitaciones de los sistemas diagnósticos como el DSM, los críticos aún tienen que sugerir una alternativa factible que sea mejor. A renglón seguido, el profesional debería continuar explican- do, en un lenguaje adecuado, comprensible para el paciente, la seve- ridad del cuadro y su curso probable, con y sin tratamiento. Esto último es particularmente importante en cuadros crónicos o recidivantes de curso tórpido como el trastorno bipolar. Esto nunca debe transmitirse como una verdad inmutable, sino con la necesaria provisionalidad que acompaña todo conocimiento científico. Gerald Russell, tras haber identificado y dado nombre a la bulimia nerviosa a fines de la década de los 70, la consideraba un trastorno intratable. Dos después ya se contaba con un tratamiento promisorio, que daba respuestas muy satisfactorias en uno de cada dos casos. Los pacientes también deben ser informados sobre las alternati- vas terapéuticas disponibles. Por alternativa terapéutica se entiende todo tratamiento de acuerdo al estado del arte que haya demostrado su eficacia. Los tratamientos para los trastornos mentales, sean farmacológicos o psicológicos, deben haber demostrado su eficacia en estudios empíricos controlados. Se considera que un tratamiento es eficaz cuando ha mostrado ser superior a la ausencia de tratamiento en al menos dos estudios rigurosamente controlados, con diseños ex- perimentales intergrupales, realizados por grupos de investigadores diferentes. En caso de no existir tratamientos validados, deberán uti- lizarse tratamientos que hayan sido considerados probablemente efi- caces en virtud de haber mostrado ser superiores a la ausencia de tratamiento en más de un estudio controlado independiente. Los estudios empíricos de eficacia nos permiten estimar la pro- babilidad de que un paciente dado tiene de responder a una inter- vención específica. También nos permiten conocer los riesgos y ven- tajas de tales tratamientos. Cuando el paciente es informado de estas cuestiones está en condiciones de tomar una decisión más informada acerca de los riesgos que habrá de correr, así como de los beneficios que potencialmente podría obtener. 52 ESCRITOS DE PSICOTERAPIA COGNITIVA Por ejemplo, un paciente que sufre un trastorno depresivo ma- yor con síntomas moderados –quizás el más frecuente de los trastornos mentales– puede elegir entre realizar un tratamiento farmacológico con antidepresivos, una psicoterapia interpersonal o una psicotera- pia cognitiva. Los tres abordajes ofrecen resultados similares, con ligeras diferencias en términos de durabilidad de resultados. Si el paciente opta por los fármacos tendrá quizás un menor costo en el corto plazo, pero quizás también tenga que tolerar efectos adversos. Las psicoterapias no tendrán efectos adversos, pero serán más costosas en el corto plazo, aunque quizás sean un tanto superiores a los antidepresivos en la protección frente a episodios depresivos futuros. Consideramos legítimo que el paciente pueda ejercer su derecho a optar por el tipo de tratamiento que prefiera, siempre y cuando co- nozca los potenciales riesgos y beneficios. En la Argentina este proceder es aún una rareza en la salud mental y, en nuestra opinión, un verdadero problema ético en un país con una tradición psicoterapéutica tan importante. En efecto, uno bien puede preguntarse cuántos pacientes aceptarían realizar un tratamiento psicológico para un trastorno si supieran que la esti- mación de sus resultados se basa solamente en la tradición o en la anécdota clínica. Naturalmente, esta situación no se plantea por- que normalmente no se informa a los pacientes sobre los resultados que puede esperar del tratamiento. El consentimiento informado en la psicoterapia reconoce el derecho del paciente adulto, como un ser autónomo y libre, a decidir sobre su propia vida con la sola excepción de las situaciones de ur- gencia, en las que la demora del tratamiento pondría en riesgo la integridad física del paciente o de terceros, tal como lo consagra la legislación contemporánea sobre salud mental. En caso de no estar capacitado para tomar decisiones, el consentimiento informado de- berá ser solicitado a la persona que esté a cargo de la tutela de los derechos del paciente. ¿Cuáles son los beneficios de obtener el consentimiento infor- mado en psicoterapia? Como señalamos antes, el consentimiento informado se impone como mandamiento ético, por lo que correspondería lograrlo más 53 5. JUSTO Y NECESARIO. EL CONSENTIMIENTO INFORMADO EN PSICOTERAPIA allá del beneficio terapéutico que pudiese generar. Pero lo cierto es que dar información a los pacientes sobre su trastorno y sobre la tera- pia se traduce en un beneficio muy importante, a saber, un aumento de adhesión al tratamiento, lo que aumenta la efectividad terapéuti- ca a la vez que reduce la tasa de abandono. En una investigación local reciente (Triskier y Agrest, 1998) se mostró que casi 1 de cada 10 pacientes ambulatorios abandonaba su tratamiento tras la primera entrevista en servicios de Psicopatología de hospitales públicos de la Ciudad de Buenos Aires. La tasa de aban- dono se mantenía alta durante las sesiones siguientes. Frente a resulta- dos de esta naturaleza, resulta necesario examinar el modo en el que el consentimiento informado –o su ausencia– inciden en el abando- no o adhesión a los tratamientos en salud mental. Buscar el consentimiento del paciente también incrementa su participación en la terapia, lo hace agente del tratamiento, lo com- promete con él, a la vez que hace más simétrica la relación con su terapeuta. La información hace que el paciente puede controlar mejor el desempeño del profesional que lo trata, sin verse obligado a actos de fe más propios del oráculo de Delfos que de la sociedad civil contemporánea. Por último, la psicoeducación de los pacientes y de sus familiares y cónyuges ha demostrado ser sumamente útil en el plano sintomatológico y en el de relación. Los pacientes con esquizofrenia mejoran marcadamente cuando se reduce una alta emoción negativa expresada como resultado de una tarea psicoeducativa (Leff y Vaughn, 1985); los problemas relacionales de los
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