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Revista trimestral publicada 
por la Organización de las Naciones Unidas 
para la Educación, la Ciencia y la Cultura 
con la colaboración de la Comisión Española 
de Cooperación con la Unesco, 
del Centre Unesco de Catalunya 
y Hogar del Libro, S.A. 
Vol. X L . num. 1, 1988 
Condiciones de abono 
en contraportada interior. 
Redactor jefe: Ali Kazancigil 
Maquetista: Jacques Carrasco 
Ilustraciones: Florence Bonjean 
Realización: Mônica Vergés 
Corresponsales 
Bangkok: Yogcsh Atal 
Beijing: Li Xuekun 
Belgrado: Balsa Spadijer 
Berlín: Oscar Vogel 
Budapest: György Enyedi 
Buenos Aires: Norberto Rodríguez 
Bustamante 
Canberra: Geoffroy Caldwell 
Caracas: Gonzalo Abad-Ortiz 
Colonia: Alphons Silbermann 
Dakar: T . Ngakoutou 
Delhi: André Béteille 
Estados Unidos de América: Gene M . 
Lyons 
Florencia: Francesco Margiotla Broglio 
Harare: Chen Chimutcngwende 
Hong Kong: Peter Chen 
Londres: Alan Marsh 
Mexico: Pablo Gonzalez Casanova 
Moscú: Marien Gapotchka 
Nigeria: Akinsola Akiwowo 
Ottawa: Paul L a m y 
Singapur: S. H . Alatas 
Tokyo: Hiroshi Ohta 
Túnez: A . Bouhdiba 
Viena: Christiane Villain-Gandossi 
Temas de los próximos números 
Tendencias de la antropología 
Las conexiones macro-micro 
en las relaciones internacionales. 
Ilustraciones 
Portada: El secreto de la historia natural 
con las maravillas \ cosas memorables 
del mundo , detalle de un manuscrito 
francés del siglo X V . Snark/Edenna 
A la derecha: Sliaman o brujo montando 
un oso \ evocando a los espíritus, ix-rcchos resmados 
REVISTA INTERNACIONAL DE CIENCIAS SOCIALES 
Marzo 1988 
Las ciencias cognoscitivas 115 
Eckart Scheerer 
Robert Glaser 
Phil N . Johnson-Laird 
Géry d'Ydewalle 
y Patrick Delhaye 
Michel Imbert 
Boris F. L o m o v 
M . A . de Mattos Pimenta 
Parente y A . Roch Lecours 
Shobini L . Rao 
Jacques Mehler 
y Josiane Bertoncini 
Editorial: Cuatro décadas al servicio de las ciencias 
sociales globales 3 
Contribución a la historia de las ciencias 
cognoscitivas 7 
Las ciencias cognoscitivas y la educación 23 
La representación mental del significado 49 
La inteligencia artificial, la obtención del 
conocimiento y el estudio de la inteligencia humana 67 
Las neurociencias cognoscitivas 77 
Las ciencias cognoscitivas y el problema 
de las relaciones mente-cuerpo 89 
La influencia de los factores culturales 
en la neuropsicología y la neurolingüística 101 
Las ciencias cognoscitivas y la psicolingüística 115 
El desarrollo: 
¿una cuestión de propiedades o de evolución? 129 
Tatyana I. Zaslavskaya 
El ámbito de las ciencias sociales 
Las ciencias sociales y los cambios económicos, 
políticos y culturales de la U R S S 145 
Aleksandr N . Yakovlev 
Svein Kyvik 
Akinsola Ak iwowo 
El papel de las ciencias sociales en la conquista 
de un nivel cualitativamente nuevo 
de la sociedad soviética 157 
El carácter internacional de las ciencias sociales: 
El caso de Noruega 171 
Dialéctica y sociología: 
opiniones de un sociólogo del Tercer M u n d o 183 
RICS 115/1988 
Servicios profesionales y documentales 
Calendario de reuniones internacionales 191 
Libros recibidos 193 
Publicaciones recientes de la Unesco 196 
Números aparecidos 197 
Editorial: 
cuatro décadas al servicio 
de las ciencias sociales 
globales 
Nuestra primera publicación, en 1949 
C o n este número1 , la Revista Internacional de 
Ciencias Sociales llega a su cuadragésimo año. 
Fundada en 1949, para servir a la cooperación 
multilateral de las ciencias sociales, su historia 
está estrechamente vinculada a esta idea. 
Cuatro décadas son un largo período para una 
publicación. Lo suficientemente largo c o m o para 
poder evaluar si su realización ha satisfecho su 
objetivo que, en nuestro caso, es ser un vehículo 
de comunicación entre los centros de investiga-
ción, y un reflejo del estado de las ciencias socia-
les en el m u n d o en toda su diversidad. 
Las restricciones económicas han puesto a 
las ciencias sociales en una situación difícil, las 
publicaciones son ahora m á s vulnerables que 
nunca y las expectativas de vida de aquellas que 
no son capaces de adaptarse a las variaciones de 
los ámbitos intelectual, profesional y económico 
son breves. Este aniversario es una ocasión para 
evaluar si la RICS sigue cumpliendo sus funcio-
nes y evita la obsolencia. 
Tres cambios han tenido lugar en las ciencias 
sociales desde la fundación de la RICS y todos 
ellos la afectan m u y directamente. Estos cambios 
pueden ser considerados c o m o criterios para tal 
valoración. 
El primero hace referencia a la institucionali-
zación de la cooperación internacional de las 
ciencias sociales y a la divulgación mundial de 
estas disciplinas. 
La internacionalización a gran escala comen-
zó después de la Segunda Guerra Mundial, y la 
red cooperativa trascendió fronteras por iniciati-
va de los centros de investigación de Europa y 
Norteamérica, incluyendo algunas asociaciones 
profesionales internacionales que se fundaron 
bajo el auspicio de la Unesco y que siguen reci-
biendo su apoyo, además de las pocas que ya 
existían antes de la guerra. La segunda fase de es-
te proceso se desplegó en 1960 con la promoción 
de las ciencias sociales en numerosos países de 
América latina, Asia y Africa. La cooperación en-
tre estas nuevas comunidades profesionales na-
cionales llevó al establecimiento, a menudo con 
el apoyo de la Unesco, de multitud de cuerpos y 
redes regionales e interregionales. A este nivel las 
ciencias sociales se han convertido en un sistema 
transacional2. 
La expansión científica mundial de las cien-
cias sociales, naturalmente, ha-sido reflejada en 
la RICS. Publicada por la Unesco y situada en la 
confluencia de orientaciones transacionales, la 
Revista facilita la comunicación de estos grupos 
de trabajo. En los años sesenta, la R I C S publica-
ba regularmente esa información, y desde 1986, 
el Boletín del Consejo Internacional de Ciencias 
Sociales, que reúne a unas quince asociaciones 
profesionales internacionales, lo hace en cada nú-
mero. Los hallazgos científicos de estos grupos de 
trabajo también aparecen esporádicamente en la 
Revista. 
Finalmente, se han tenido en cuenta los más 
recientes debates relacionados con las cuestiones 
epistemológicas, organizativas y profesionales, y 
también las relaciones entre los centros científi-
cos y la periferia. Continuaremos prestando aten-
ción a todos estos temas. 
El segundo cambio es la globalización de los 
procesos económico, social, político y cultural. 
Esta globalización, m á s patente que nunca a cau-
sa de la crisis económica, la deuda del Tercer 
M u n d o y la caída del sistema financiero, plantea 
grandes desafíos a las ciencias sociales. Parece 
que ahora están m á s desconectadas de los acon-
tecimientos y que son menos capaces de resolver 
sus problemas Mientras la explicación y la inter-
RICS 115/Mar. 1988 
4 Editorial 
cepción de fenómenos globales exige teorías ade-
cuadas, estrategias de investigación y técnicas, 
las ciencias sociales están afectadas por el gran 
paradigma de la fragmentación. Los «expertos» 
se contradicen unos a otros y, la mayoría de las 
veces, se confunden en sus diagnósticos y pronós-
ticos. Si bien esta imagen es exagerada y no tiene 
en cuenta los progresos que realmente se han rea-
lizado3, no obstante, está m u y extendida. 
E n este ámbito, dada la naturaleza internacio-
nal y multidisciplinaria de las ciencias sociales, la 
política editorial de la Revista ha dado prioridad 
a dos aspectos: primero, realizar números m o n o -
gráficos, en los que participan especialistas de 
todo el m u n d o ; y segundo, poner particular aten-
ción en aquellas cuestiones relacionadas con la 
producción y difusión, de forma adecuada, de 
aquellos datos socioeconómicos, esenciales y se-
rios, indispensables para la recepción, explica-
ción y predicción de los procesos globales. Se ne-
cesitan estrategias apropiadas de investigación, 
datos fiables, modelos idóneos y también una es-
trecha correspondenciaentre todos ellos. La Re-
vista internacional de ciencias sociales aumenta-
rá, sin duda alguna, el c a m p o de trabajo de estas 
cuestiones. 
El tercer cambio producido en las ciencias so-
ciales es que mientras dan la impresión, justifica-
ble o no, de no ser capaces de explicar y predecir 
acontecimientos y se limitan a interpretaciones 
ex post, han roto la atmósfera académica para in-
troducirse en los medios políticos y analíticos, y 
así convertirse en un elemento integrante de la 
cultura de masas. 
La integración en el discurso político es, cier-
tamente, una ventaja en ella misma. L o que crea 
problemas a las ciencias sociales es la utilización 
que se hace de sus hallazgos, de acuerdo con las 
modas y novedades ideológicas, en ausencia de 
mecanismos profesionales que intercepten tales 
usos y abusos. U n a parte de la profesión es res-
ponsable, en cierto m o d o , de esta situación, ya 
que no dudan en participar en el equívoco cami-
no de reclutar las ciencias sociales. Por el contra-
rio, la mayoría de los profesionales se mantienen 
alejados de los acontecimientos actuales y de las 
demandas sociales, lo cual no contribuye a la m e -
jora del estado de las ciencias sociales, y provoca 
también un gran retraso en los mass-media y en 
sus analistas, interfiriendo entre la Academia y la 
escena pública. Ahora la atención pública co-
mienza a hablar de forma popular, lo cual, a 
veces, distorsiona los conceptos y hallazgos cien-
tíficosociales, para sostener demostraciones ideo-
lógicas. 
H a y otro factor relacionado con la epistemo-
logía y que, probablemente, ofrecerá una profun-
da explicación de la confusión entre las ciencias 
sociales propiamente dichas y las versiones que 
dan de ellas los mass-media. Ernest Gellner iden-
tificaba esto c o m o la inhabilidad que tienen las 
ciencias sociales para demostrar «...una activi-
dad cognoscitiva consensual y generalizada, radi-
calmente discontinua respecto de las percepcio-
nes y técnicas del pensamiento ordinario...»4. 
Los profesionales deben poner mayor aten-
ción en la confusión existente entre la ciencia y 
la lógica inexperta, que además desdibuja la ima-
gen de las ciencias sociales. Deberían resolver e 
iluminar sistemáticamente la frágil frontera que 
separa a los dos tipos de lógica, la de los científi-
cos y la de la cultura de masas, y estar m á s aten-
tos a los cambios entre ambas. 
E n este sentido, la RICS ha jugado un papel 
pionero5. C o n profundas raíces en el c a m p o cien-
tífico social, nuestra editorial ha perseguido au-
mentar la audiencia entre círculos académicos y 
establecer lazos con otros ámbitos. E m p e z a m o s 
en 1970 a introducir ilustraciones relacionadas 
con los temas y en 1982 adoptamos una presenta-
ción nueva, integrando textos, ilustraciones y ele-
mentos gráficos, que concuerdan con el énfasis 
visual de nuestra era. El diálogo existente entre 
la expresión escrita y la oral corresponde a las as-
piraciones de nuestros contemporáneos. 
A lo largo de estos cuarenta años, la Revista 
ha demostrado dinamismo y capacidad para 
adaptar su contenido y presentación a los cam-
bios del medio ambiente. También ha sabido có-
m o ajustarse a un mercado cada vez m á s difícil 
y competitivo, y superar la escasez financiera, re-
sultado de la crisis de la Unesco, que amenazó la 
existencia de la Revista, en 1985. Los acuerdos 
de coedición con los editores comerciales, adop-
tados en 1986, ofrecen una producción m á s eco-
nómica, una aparición oportuna y una mejora en 
la distribución. 
Sin embargo, estos cambios graduales no han 
modificado el propósito básico de la RICS: per-
manecer c o m o una publicación profesional glo-
bal. Desde su fundación, han escrito en nuestras 
páginas cerca de 2.000 autores de m á s de un cen-
tenar de países y la Revista se distribuye en m u -
chos lugares del m u n d o , en sus ediciones inglesa, 
francesa, china, española (esta última interrum-
pida en 1985 por falta de fondos, ha vuelto a apa-
Editorial 5 
recer en Barcelona, con el número 114, gracias a 
un acuerdo de coedición con el Centre Unesco de 
Catalunya, la Comisión Española de Coopera-
ción con la Unesco y Hogar del Libro), y árabe 
(la última edición, interrumpida en 1981, co-
mienza de nuevo con este número en el Cairo, 
con la colaboración del Centro de Publicaciones 
de la Comisión Egipcia de Cooperación con la 
Unesco), con una circulación total de 1 3.000 a 
14.000 ejemplares por número. Ahora tenemos 
buenas razones para creer que la edición rusa 
aparecerá en un próximo futuro. Si es así, la 
RICS se publicaría, por primera vez desde su 
aparición, en las seis lenguas oficiales de la Orga-
nización. 
U n a prueba de la madurez y calidad de la 
RICS es, sin duda alguna, la continuidad que ca-
racteriza a la política y dirección de su editorial, 
así c o m o la acumulación de una gran experien-
cia y habilidad, que empezó con su primer edi-
tor, S a m y Friedman, quien la dirigió desde sus 
inicios en 1949 hasta 1963, consolidada por su 
sucesor, Peter Lengyel, que fue responsable de la 
redacción de 1964 a 1983, dándole un mayor es-
tatus de publicación internacional, y que el ac-
tual redactor jefe, miembro del equipo editorial 
desde 1972, ha intentado continuar. 
Son muchas las personas que colaboran en es-
ta empresa colectiva, en particular nuestras dos 
secretarias, el maquetista y el ilustrador en la ofi-
cina editorial, en París, y también los traductores 
y todos los responsables de la producción, pro-
moción y ventas en Oxford, Toulouse, Beijing, 
Barcelona y, ahora, el Cairo. Junto con ellos, te-
nemos confianza en el futuro y esperamos con 
ilusión celebrar el cincuenta aniversario de la 
RICS. 
A. K. 
Notas 
1. La numeración actual de la 
Revista Internacional de Ciencias 
Sociales empezó en 1959, cuando 
en el título se cambió la palabra 
Bulletin por Revista. Si 
comenzáramos la numeración en 
1949, a este ejemplar le 
correspondería el número 154. 
2. Chadwick F. Alger y Gene M . 
Lvons, «Social Science as a 
transnational System», 
ISSJ, Vol. X X V I , núm. 1, 
pp. 137-149. 
1974, 
3. Ver Karl W . Deutsch, Andrei S. 
Markovits y John Platt (eds.) 
Advances in the Social Sciences, 
1960-1980: Why, Who, Where, 
How? Lanham, University Press of 
America and Cambridge, Mass. 
Abt. Books, 1986. 
4. Ernest Gellner, «El rangvj 
científico de las ciencias 
sociales», Revista Internacional 
de Ciencias Sociales, núm. 102, 
1984, p. 620. 
5. Ver «Communicating and 
Diffusing Social Science», 
International Social Science 
Journal. Vol. X X V I , núm. 3, 1974, 
pp. 373-516. 
Contribución a la historia 
de las ciencias cognoscitivas 
Eckart Scheerer 
¿Qué son las ciencias 
cognoscitivas? 
Escribir una historia de la ciencia de la cognición 
no es tarea fácil. La expresión misma es de origen 
reciente, y hay quien considera que lo que existe 
no es una ciencia de la cognición única c o m o tal, 
sino un conglomerado de ciencias cognoscitivas. 
Añádase a esto que dista de haber unanimidad, 
entre los que creen en la existencia de una ciencia 
de la cognición, por lo que 
respecta a lo que puedan ser 
su definición y su alcance. 
D e ahí que la historia de las 
ciencias cognoscitivas sea, 
de hecho, la historia de va-
rias disciplinas, escrita desde 
el punto de vista de la contri-
bución de cada una de éstas 
a la disciplina naciente. Es 
más, la ciencia de la cogni-
ción es un movimiento que 
ha surgido en Estados Uni-
dos de América, y puede de-
cirse que sólo hoy en día está 
en vías de convertirse en m o -
vimiento internacional. A esto se debe el que la 
historia del movimiento suela presentarse, por re-
gla general, desde un punto de vista estadouni-
dense. Y , a decir verdad, el informe que aquí pre-
sentamos no constituye una excepción al respec-
to, aun cuando se haya intentado conseguir de 
algún m o d o una presentación m á s equilibrada. El 
lector interesado por una introducción más c o m -
pleta a la «revolución cognoscitiva» puede con-
sultar laobra de Gardner (1985). 
La expresión «ciencias de la cognición» fue in-
troducida por Longuet-Higgins en 1973 (Lighthill 
Eckart Scheerer es profesor de psicología cog-
noscitiva y director del Instituto de Ciencias 
Cognoscitivas en la Universidad de Olden-
burg, P . O . Box 2503. D-2900 Oldenburg, R e -
pública Federal de Alemania. Director de 
coordinación de la publicación Psychological 
Research. Investiga la transformación del 
lenguaje escrito y ha realizado numerosos 
trabajos sobre historia y teoría de la psicolo-
gía y temas relacionados con ella. 
et al., 1973), pero sólo alcanzó una amplia acepta-
ción al final de los años setenta. E n 1975, la Alfred 
P . Sloan Foundation - u n organismo privado de 
financiación de investigaciones de Nueva York-
empezó a estudiar la posibilidad de apoyar un 
programa multidisciplinario, proyecto éste que 
desempeñó un papel importante en la institucio-
nalización de la nueva disciplina (Gardner, 1985, 
p. 35 ss.). En 1977 empezó a publicarse una revis-
ta titulada Cognitive Science. Diez años antes, se 
había utilizado ya el califica-
tivo «cognoscitivo» para re-
ferirse a un planteamiento, 
nuevo por aquel entonces, en 
el c a m p o de la psicología 
(Neisser, 1967). En otras dis-
ciplinas científicas se siguió 
el m i s m o camino. Es pues 
evidente que lo que se ha 
reunido bajo la rúbrica 
«ciencias de la cognición» 
son una serie de disciplinas 
científicas que ya eran de al-
gún m o d o ciencias «cognos-
citivas». 
Es verdad que la intro-
ducción de la expresión «ciencias cognoscitivas» 
no es, en sí mismo, un acontecimiento suficiente-
mente importante como para justificar que se e m -
piece por ahí la historia de dicho tema. N o hay 
que creer, sin embargo, que dicho acontecimiento 
esté desprovisto de interés histórico; ha desempe-
ñado un papel importante en la institucionaliza-
ción de la nueva disciplina, activando la publica-
ción de nuevas revistas, la creación de una asocia-
ción profesional, la introducción de programas de 
estudios superiores en muchas universidades, así 
c o m o la publicación del primer libro de texto para 
RICS 115/Mar. 1988 
8 Eckart Scheerer 
estudiantes sobre el tema (Stillings et al., 1987). 
Puede servir, además, c o m o punto de referencia 
en una exposición de la historia del movimiento 
«cognoscitivo» hasta que llegue a cristalizar c o m o 
una disciplina particular. Es interesante consultar 
al respecto el Informe del Estado del Comité del 
Arte sobre las Ciencias Cognoscitivas, informe 
presentado a la Sloan Foundation el 1.° de octu-
bre de 1978 y recogido ulteriormente en la obra de 
Pylyshyn(1983). 
Los autores del informe definen las ciencias 
cognoscitivas c o m o «el estudio de los principios 
que rigen la interacción entre los seres inteligentes 
y sus respectivos ambientes». Después amplían 
esta definición de dos maneras. En primer lugar, 
por lo que respecta a su extensión: establecen una 
lista de las diversas disciplinas que forman las 
ciencias cognoscitivas y determinan sus relacio-
nes multidisciplinarias. Dichas disciplinas son la 
informática, la psicología, la filosofía, la lingüísti-
ca, la antropología y las neurociencias. Hasta la 
fecha aún no se han admitido todos los campos de 
investigación multidisciplinarios c o m o especiali-
dades independientes; son además demasiado nu-
merosos c o m o para que podamos dar aquí una 
lista completa. Baste con decir que entre ellos fi-
guran la neuropsicología, la psicolingüística, la fi-
losofía de la psicología y la cibernética. La segun-
da ampliación de la definición de las ciencias de la 
cognición hace referencia a la intención, y consis-
te en definir un objetivo c o m ú n de investigación: 
«descubrir cuáles son las capacidades de represen-
tación y cálculo de la mente, y c ó m o están repre-
sentadas estructural y funcionalmente en el cere-
bro». Para alcanzar este objetivo de índole gene-
ral, las ciencias cognoscitivas se han impuesto 
algunas metas de índole m á s específica. Intentan 
llegar a descripciones abstractas de las capacida-
des mentales desde el punto de vista de su estruc-
tura, su función y su contenido; estudian la m a n e -
ra en que algunos sistemas físicos desempeñan 
funciones cognoscitivas; intentan describir los 
procesos mentales que se producen en los siste-
mas biológicos; y estudian, por último, los meca-
nismos neurológicos que intervienen en la cogni-
ción. 
La teoría computacional de 
la mente, esquema de 
las ciencias cognoscitivas 
El enunciado de los objetivos de las ciencias cog-
noscitivas parece a primera vista imparcial, pero 
si nos fijamos en la terminología utilizada, vere-
m o s que se caracteriza por una cierta postura teó-
rica. Examinemos, por ejemplo, los términos «re-
presentación» y «cálculo». Las representaciones 
mentales son estados internos de sistemas defini-
dos por su referencia semántica a objetos o acon-
tecimientos externos. Si queremos explicar la con-
ducta de un sistema, hemos de recurrir a represen-
taciones mentales; ni la estructura interna del 
sistema, ni la estructura del medio externo, bastan 
para ello. H e aquí el «metapostulado de la repre-
sentación» (Pylyshyn, 1983) que comparten la 
mayoría de los partidarios de las ciencias cognos-
citivas. El concepto de cálculo o computación es 
más específico y expresa dos ideas. En primer lu-
gar, las representaciones mentales se describen de 
m o d o puramente formal - y a la vez fisicalista-, 
esto es, c o m o «expresiones simbólicas» o combi-
naciones de determinados estados elementales, 
discretos, que corresponden a estados físicos del 
sistema. E n segundo lugar, todas las distinciones 
semánticas relacionadas con el sistema quedan 
determinadas específicamente en función de la es-
tructura formal y sintáctica de las expresiones 
simbólicas fundamentales y de sus transformacio-
nes (Pylyshyn, 1984, p. 74). E n resumen: la cogni-
ción es el manejo de símbolos físicos interpreta-
dos semánticamente. En esto consiste, en resumi-
das cuentas, la esencia de lo que se ha llamado la 
«teoría computacional de la mente», expresión 
que empieza a substituir a otras que aparecieron 
anteriormente c o m o «teoría de los sistemas de 
símbolos físicos» o «método del tratamiento de la 
información». 
Según la teoría computacional de la mente, 
hay un nivel de abstracción significativo en el que 
las mismas generalizaciones científicas pueden 
aplicarse a sistemas físicos de m u y diversa c o m -
posición material, c o m o las computadoras n u m é -
ricas y el cerebro de los seres vivos. Se trata del 
nivel de programas o «software». Todo programa 
tiene dos aspectos. En primer lugar, tiene una es-
tructura algorítmica, un orden puramente formal 
de transformaciones de símbolos que sirve para la 
resolución de una tarea determinada. En segundo 
lugar, presupone una determinada arquitectura 
funcional del sistema: las actividades elementales 
de su funcionamiento, su tipo de regulación, su 
memoria y los tipos de acceso a ésta. La arquitec-
tura funcional se establece mediante algún tipo de 
lenguaje de programación y puede tomar formas 
m u y diferentes en el m i s m o sistema físico; a la 
inversa, sistemas físicos diferentes pueden llegar a 
Contribución a la historia de las ciencias cognoscitivas 9 
la misma arquitectura funcional. Por consiguien-
te, podemos hacer caso omiso de las propiedades 
físicas concretas del sistema, su «hardware», y de-
cidir que el «software» de sistemas simbólicos es 
el verdadero objeto del que han de ocuparse las 
ciencias cognoscitivas. 
A u n cuando no sea unánimemente aceptada 
por todos los que están llevando a cabo investiga-
ciones en el campo de las ciencias cognoscitivas, 
la teoría computacional de la mente puede ser 
considerada hoy en día como la postura «ortodo-
xa» respecto al tema, y no faltan buenos motivos 
para ello: permite unificar de m o d o adecuado va-
rias disciplinas anteriormente separadas y reduce 
su anterior diversidad a una simple división del 
trabajo.La inteligencia artificial y la «psicología 
cognoscitiva», por ejemplo, tienen así un objeto 
común, aun cuando son diferentes por lo que res-
pecta a sus metodologías o a los sistemas físicos 
particulares de que se ocupan. 
Nacimiento de la psicología 
cognoscitiva 
Entre las diversas disciplinas que componen las 
ciencias cognoscitivas, la psicología ocupa una 
posición especial, pero un tanto ambigua. Tráta-
se, por un lado, de una disciplina en la que la «re-
volución cognoscitiva» ha ejercido una profunda 
influencia, en gran medida, gracias a la aporta-
ción de disciplinas vecinas. Pero la psicología cog-
noscitiva es, por otro lado, el único elemento que 
no podría ser separado de la disciplina madre sin 
destruir a un tiempo la identidad de ésta: «Parece 
imposible que pueda existir una psicología sin 
psicología cognoscitiva; ¿en qué consistiría?» 
(Newell, 1983 a, p. 107). Quiere esto decir que las 
ciencias de la cognición se organiza en torno a la 
psicología c o m o disciplina central, o están conde-
nadas a seguir siendo para siempre un «mosaico» 
de especialidades fundamentalmente indepen-
dientes caracterizadas por un cierto grado de 
«compenetración» en el plano teórico. Pero inclu-
so en este último caso, la psicología seguiría sien-
do indispensable para comprender lo que es la 
cognición. 
¿Puede haber una psicología sin psicología 
cognoscitiva? H u b o una, desde luego: el conduc-
tismo o «behaviorismo», que fue la psicología do-
minante en América entre 1930 y 1950. Y al con-
ductismo se debe que se haya producido una «re-
volución cognoscitiva» en Estados Unidos, pero 
no en otras partes; la psicología cognoscitiva sur-
gió c o m o protesta al conductismo. El objetivo 
teórico del conductismo era «la predicción y el 
control de la conducta» (Watson, 1913). El con-
ductismo, por lo demás, nunca estuvo m u y unifi-
cado, y en la década de los años cuarenta ya estaba 
definitivamente dividido en varias «escuelas» o 
«sistemas». Se observó una tendencia general a 
«completar» la fórmula estímulo-respuesta, pos-
tulándose para ello (en particular, entre los llama-
dos «neoconductistas») el desarrollo de diversos 
procesos hipotéticos en el organismo, pero no se 
trataba de procesos de índole cognoscitiva. En la 
obra de Hull (1952), Behavior System, por ejem-
plo, no hay lugar para la percepción. Se presentan, 
desde luego, algunos mecanismos, c o m o la antici-
pación, que están al servicio de las funciones cog-
noscitivas, pero sólo como simples reproduccio-
nes internas de respuestas manifiestas o de cone-
xiones entre estímulos y respuestas. C a b e 
mencionar también aquí el conductismo «inten-
cionalista» o «cognoscitivo» de Tolman, una es-
pecie de mezcla, a decir verdad, de conductismo 
(en su orientación metodológica) y de psicología 
de la Gestalt (al menos en lo referente a los su-
puestos fundamentales). Pero Tolman nunca con-
siguió reunir a un número m u y considerable de 
partidarios en la corriente neoconductista, y las 
numerosas controversias con otros conductistas 
contribuyeron a la ruina del paradigma. 
Puede decirse que, hacia 1950 aproximada-
mente, el neoconductismo había dejado ya de ser 
un paradigma científico fecundo. La principal ac-
tividad de dicha corriente consistía, en aquella 
época, en controversias interminables sobre pro-
blemas mal definidos. Se multiplicaron los proce-
sos internos, aun cuando la predicción y el control 
de la conducta manifiesta siguiera siendo aparen-
temente el principal objeto de estudio de todo el 
movimiento. Había llegado pues, el momento de 
plantear de m o d o enteramente nuevo los proble-
mas. El cambio ocurrió en el seno del propio m o -
vimiento, cuando Skinner (1953) pidió, en su aná-
lisis de la conducta, que se volviera al estudio ex-
clusivo de la conducta manifiesta: Skinner sigue 
siendo, hoy en día, uno de los principales adversa-
rios de las ciencias cognoscitivas (Scheerer, 1983). 
Pero entonces se descubrió también que los proce-
sos internos podrían ser estudiados en sí mismos, 
y no sólo con miras a perfeccionar la previsión y la 
regulación de la conducta. Quería esto decir que 
las categorías psicológicas tradicionales de la cog-
nición podían ser utilizadas de nuevo para estruc-
10 Eckart Scheerer 
'' ": Cm 
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?»"** 
* -
El espíritu de nuestro tiempo de Raoul Haussmann (1886-1971), artista austríaco y uno de los iniciadores del 
movimiento dada (19 15-1922) en ZÚric. Musée d'An Moderne, 1919. Derechos reservados. 
( 'onlnhución a la historia de las ciencias cognoscitivas 11 
turar temáticamente las investigaciones; aun 
cuando siguiera manteniéndose, durante algún 
t iempo, una cierta tendencia a mantener u n 
vínculo entre dichas categorías y las teorías del 
estímulo-respuesta heredadas de la era conductis-
ta. 
H u b o varios jalones, de todos conocidos, en 
ese camino. El movimiento « n e w look» puso de 
relieve el papel que desempeña la motivación en 
la percepción y dio particular importancia al 
« m o d o de interacción entre el proceso percepti-
vo... y otros tipos de funcionamiento psíquico» 
(Bruner y Postman, 1949, p . 15). E n su célebre 
artículo «The Magic N u m b e r Seven», G . A . Mil-
ler (1956), hizo resaltar la importancia de la for-
mación de unidades superiores y de la elabora-
ción activa en la m e m o r i a . E n la obra A Study of 
Thinking, Bruner, G o o d n o w y Austin (1956), des-
cribieron la formación de conceptos c o m o un pro-
ceso que depende de diversas estrategias activas 
del educando. Estos tres resultados se consiguie-
ron en Estados Unidos en el marco de actividades 
de investigación fundamental. Pero la labor pio-
nera que realizó Broadbent ( 1958) en el c a m p o de 
la atención selectiva y de la m e m o r i a a corto plazo 
se llevó a cabo en el Reino Unido, en el marco de 
las investigaciones sobre el factor h u m a n o . 
Suele considerarse que los años transcurridos 
a mediados de la década de los cincuenta consti-
tuyeron el m o m e n t o decisivo en la formación del 
movimiento de la psicología cognoscitiva. Pero 
esto sólo es cierto, si se toman en cuenta varios 
avances efectuados fuera del c a m p o de la psico-
logía propiamente dicha; ya que, si bien había en 
este último, hacia 1956, algunos planteamientos 
nuevos y prometedores, lo que pudiéramos lla-
m a r un paradigma nuevo sólo surgió unos diez 
años m á s tarde. Recibió entonces el nombre de 
«psicología cognoscitiva» (Neisser, 1967) o « m o -
delo del tratamiento de la información» (Haber, 
1969). C o n este nuevo modelo se intentaba se-
guir el trayecto y las «vicisitudes» de la informa-
ción proporcionada por el estímulo, al ser ésta 
sometida a diversos tipos de tratamiento. Este 
nuevo método supo utilizar determinadas activi-
dades experimentales, c o m o la fragmentación de 
los tiempos de respuesta (Sternberg, 1966) o el 
«enmascaramiento ulterior» (background m a s -
king) (Sperling, 1963), que permitían definir eta-
pas de ese tratamiento c o m o la codificación o el 
reconocimiento del estímulo. Considerar los pro-
cesos psicológicos c o m o sucesiones de fases de 
tratamiento fue, y en cierto m o d o sigue siendo, 
la concepción predominante entre los partidarios 
del modelo del tratamiento de la información. 
Puede decirse que el modelo conserva, a este 
respecto, algunas de las características del neo-
conductismo. Pero utiliza un vocabulario teórico 
distinto, tomado , en parte, de las nuevas discipli-
nas que surgieren durante la Segunda Guerra 
Mundial o inmediatamente después. 
La primera de esas disciplinas es la teoría m a -
temática de la comunicación de Shannon (1948). 
Esta proporcionó a la psicología u n nuevo tipo de 
dato numérico (el bit o unidad m í n i m a de la in-
formación, uno de los ocho componentes que 
forman un byte), del que se esperaba m u c h o al 
principio, ya que gracias a él parecía posible re-
solver el viejo problema de c ó m o medir la estruc-
tura y el orden. Se descubrió después, sin embar-
go, que la utilizaciónde ese tipo de dato en los 
estudios psicológicos tenía sus límites, sobre todo 
porque la unidad de medida no podía ser defini-
da con independencia del estado del sistema de 
tratamiento de la información h u m a n a ; los gru-
pos sintéticos («chunks») de distintos tamaños 
sustituyeron entonces a los bits de información 
(Miller, 1956). A la influencia de la teoría de la 
información, influencia en este caso m á s durade-
ra, se debe también la tendencia de los psicólogos 
a interpretar teóricamente el sistema cognosciti-
vo suponiendo la existencia de «canales de infor-
mación» de capacidad limitada, tendencia que se 
manifestó de m o d o particularmente activo en el 
c a m p o de la psicología de la atención. Los « m o -
delos de capacidad» de la atención que fueron así 
elaborados están siendo sometidos actualmente a 
un e x a m e n crítico ( N e u m a n n , 1987). 
N o hay que olvidar, por último, que la conti-
nua utilización del término «información», no en 
su sentido técnico, sino c o m o concepto central 
en la psicología cognoscitiva, proviene de esa asi-
milación de la teoría de la información por la psi-
cología durante la década de los años cincuenta. 
La influencia de la cibernética en la psicología 
cognoscitiva es m á s difícil de evaluar. La nueva 
disciplina, tal y c o m o fue presentada por Wiener 
(1948). era ya en sí m i s m a una mezcla de ideas 
heterogéneas; su influencia fue considerable, pe-
ro un tanto difusa. U n manual que tuvo bastante 
éxito, y en el que se presentaba la psicología de 
acuerdo con el modelo del «tratamiento de la in-
formación» (Lindsay y N o r m a n , 1972), utiliza 
«la terminología de la cibernética en el sentido 
que Wiener le dio... casi en cada página», pero 
«sin que se hable para nada de Wiener , ni de la 
12 Eckart Scheerer 
cibernética» (Eden, 1983, p. 425). Cabe señalar, 
empero, una influencia algo más concreta: la asi-
milación de conceptos tomados de la teoría de la 
regulación, como el de regulación jerárquica y el 
de circuito de retroalimentación. En el ámbito de 
la psicología estadounidense, la contribución 
más seria al respecto fue la de Miller, Galanter y 
Pribram (1960), que propusieron que se sustitu-
yera la interpretación tradicional (que utiliza se-
ries de estímulos y respuestas) por una nueva 
unidad funcional o T O T E (test-operate-test-exit). 
La unidad T O T E no representaba únicamente 
una protesta contra el conductismo; podía ser 
vista además c o m o una crítica (profética en 
aquella época) del tratamiento de la información 
entendido como sucesión lineal de fases. Desde 
un punto de vista teórico distinto, Neisser (1976) 
volvió a hacer el m i s m o tipo de crítica, sin que 
pueda decirse que el problema haya quedado de-
finitivamente resuelto hoy en día. 
Hay que mencionar, por último, la influencia 
de una disciplina en gestación: la de la inteligen-
cia artificial. 
La evolución d e la inteligencia 
artificial 
La inteligencia artificial, c o m o disciplina, forma 
desde luego parte de la informática; pero no se 
trata de simples sinónimos. El concepto apareció 
en 1956, durante una «reunión de trabajo de dos 
meses, en la que participaron diez investigado-
res, dedicada al estudio de la inteligencia artifi-
cial», reunión que se celebró en el Darmouth C o -
llege (New Hampshire, Estados Unidos) y en la 
que se partió de la hipótesis de que «todo aspecto 
del aprendizaje, o cualquier otra característica de 
la inteligencia, puede ser descrito de m o d o sufi-
cientemente preciso c o m o para que una máquina 
sea capaz de simularlo» (McCorduck, 1979, p. 
93). 
Las primeras computadoras con programa 
fueron construidas durante la Segunda Guerra 
Mundial. La prioridad al respecto le corresponde 
al ingeniero alemán Konrad Zuse. En 1941, Zuse 
fabricó su primera «calculadora dirigida con 
arreglo a un plan». En 1945 elaboró un lenguaje 
de programación evolucionado (el «cálculo de 
planificación»; Zuse, 1949); y m u c h o antes ya 
había llegado a una concepción clara de lo que se 
llamó ulteriormente la «inteligencia artificial», 
que es lo que él m i s m o llamó «lógica matemática 
aplicada» (Zuse, 1984). Su labor se vio, sin e m -
bargo, interrumpida a causa de la situación que 
imperó en su país al final de la guerra y durante 
el período de la postguerra y puede pues decirse 
que, por lo que respecta al progreso del estudio 
de la inteligencia artificial en el plano internacio-
nal, el impulso decisivo vino del Reino Unido y 
de Estados Unidos. 
La informática y la inteligencia artificial de-
ben dos conceptos importantes al matemático in-
glés Alan Turing. En primer lugar, la prueba (Tu-
ring, 1936) de que una máquina hipotética 
podría calcular todas las funciones que sea con-
cebible calcular. La máquina de Turing (como 
fue llamada más tarde) consiste en una unidad de 
control capaz de adoptar un número finito de es-
tados, una cinta (cuya longitud es en principio in-
finita) dividida en casillas que llevan cada una 
un símbolo tomado de un conjunto finito de sím-
bolos, y una unidad de lectura y escritura. E n se-
gundo lugar, Turing (1950) propuso que la res-
puesta a la pregunta: «¿Pueden pensar las 
máquinas?» fuera afirmativa cuando el interro-
gador, al comunicar con una máquina y con un 
ser h u m a n o por medio de un teletipo, fuera inca-
paz de determinar cuándo estaba comunicando 
con el ser humano y cuándo estaba comunicando 
con la máquina. El «test de Turing» ha servido 
durante mucho tiempo de principio rector en la 
simulación de procesos mentales mediante 
computadora, aun cuando hoy se considere ina-
decuado. 
John von N e u m a n n , hacia 1945 (Goldstine, 
1972), hizo una contribución importante en el di-
seño lógico de las computadoras. La «máquina 
de N e u m a n n » funciona con arreglo a dos princi-
pios. En primer lugar, la noción de programa al-
macenado: instrucciones y datos se almacenan 
juntos en un solo medio. En segundo lugar, la eje-
cución secuencial de las instrucciones, realizada 
por un contador de programa con capacidad de 
aumento automático. Con la construcción de 
computadoras con arreglo al modelo de von N e u -
m a n n , quedó preparado el terreno para la apari-
ción de la inteligencia artificial. 
Quedaba, sin embargo, un obstáculo: los pro-
gramas de computadora tenían que estar escritos 
en «código de máquina», esto es, en forma de nú-
meros directamente relacionados con el «hard-
ware» de la máquina. La misma idea que permi-
tió la elaboración de lenguajes de programación 
evolucionados iba a permitir la elaboración del 
concepto de inteligencia artificial: las computa-
Contribución a la historia de las ciencias cognoscitivas 13 
Grabado de Jean-Jacques Boissard (1533-1598). coi. Vioiiei. 
doras no han de limitarse forzosamente al m a n e -
jo de cifras, pueden también efectuar tareas no 
numéricas; y pueden ser concebidas de tal m o d o 
que comprendan, por lo m e n o s , u n subconjunto 
de un lenguaje natural (Hooper, 1981, p. 16; 
véanse también las entrevistas con Newell y Si-
m o n en M c C o r d u c k , 1979). A m b a s innovaciones 
coincidieron también desde el punto de vista cro-
nológico: hacia 1955, en I B M , el equipo de inves-
tigadores que estaba elaborando F O R T R A N y un 
investigador que se ocupaba de un programa que 
permitiera a la computadora jugar al ajedrez te-
nían que repartirse el tiempo de utilización de la 
m i s m a computadora... (McCordyck, 1979, p . 
158). 
Puede decirse que la inteligencia artificial es-
taba ya en gestación a partir del m o m e n t o en que 
se comprendió que «puede verse una computa-
dora c o m o un dispositivo para el tratamiento de 
información, y no sólo de cifras» (Simon, en 
M c C o r d u c k , 1979, p. 127). Pero si resumir el na-
cimiento de la inteligencia artificial es tarea fácil, 
su evolución ulterior es tan enormemente c o m -
pleja, que es prácticamente imposible presentarla 
de m o d o sucinto. Newell (1983b), por ejemplo, 
ha señalado no m e n o s de 30 problemassujetos a 
controversias en la historia intelectual de la inte-
ligencia artificial, m u c h o s de los cuales todavía 
no han sido resueltos. 
La historia de la inteligencia artificial puede 
abordarse de dos m o d o s : ya sea insistiendo en la 
continuidad, ya sea haciendo hincapié en las rup-
turas. E n la primera versión, tal y c o m o ha sido 
presentada por de M e y ( 1982) a partir de una cla-
sificación anterior de Michie (1974), se divide la 
historia de la inteligencia artificial en cuatro fa-
ses: monádica, estructural, contextual y cognosci-
tiva. El mejor ejemplo para comprender el signi-
ficado de cada una de estas fases, nos lo dará la 
labor efectuada sobre la traducción automática y 
14 Eckart Scheerer 
la comprensión de las lenguas naturales. La fase 
monádica corresponde a la traducción literal, pa-
labra por palabra: se ve en cada palabra una uni-
dad completa. En la fase estructural se introdujo 
el análisis sintáctico, pero se seguía considerando 
cada oración como una unidad independiente. Se 
entró en la fase contextual cuando empezaron a 
utilizarse los contextos lingüísticos, semánticos o 
pragmáticos de las oraciones para eliminar la 
ambigüedad de las palabras contenidas en dichas 
oraciones. En esta fase, sin embargo, el contexto 
está todavía estrechamente vinculado con la si-
tuación y ha de ser percibido por el sistema al 
mismo tiempo que la señal. En la fase cognosciti-
va «el contexto pasa a ser algo que suministra el 
receptor», es esencialmente un «conocimiento 
mundial» que permite al sistema descubrir cuáles 
son los elementos contextúales congruentes con 
los conocimientos del sistema (de M e y , 1982, 
p. 15). Las formas típicas de conocimiento del 
m u n d o son las estructuras (frames) (Minsky, 
1975) y los guiones (scripts) (Schank y Abelson, 
1977). A m b o s conceptos se refieren a un conoci-
miento de situaciones estereotipadas, pero la es-
tructura se refiere más específicamente a los ele-
mentos objetivos de una situación (como la 
disposición espacial de un consultorio médico), 
mientras que el guión se refiere sobre todo a sus 
aspectos sociales y a su organización cronológica 
(ir, por ejemplo, a visitar a un médico). 
Cabe, sin embargo, preguntarse si la fase cog-
noscitiva es efectivamente la conclusión o remate 
de un desenvolvimiento continuo en el campo de 
la inteligencia artificial, o si no es, m á s bien, la 
manifestación de un cambio de paradigna que se 
produjo entre 1965 y 1980 aproximadamente e 
introdujo una ruptura en la historia de la disci-
plina. Este cambio de paradigma tiene muchas 
dimensiones; sólo vamos a mencionar aquí las 
más importantes. U n o de los cambios se produjo 
en la dimensión de las relaciones entre lo general 
y lo específico. Los primeros programas de inteli-
gencia artificial fueron concebidos c o m o m o d e -
los generales de las aptitudes cognoscitivas hu-
manas superiores (el General Problem Solver de 
Newell, Shaw y Simon, 1958, por ejemplo); los 
autores consideraron c o m o prototipos al respecto 
la capacidad de jugar al ajedrez y de probar un 
teorema. Los programas, hoy en día, suelen estar 
íntimamente vinculados con el contenido: son 
«sistemas expertos». En segundo lugar, hubo un 
cambio en la dimensión de las relaciones entre 
indagación y conocimiento. Habida cuenta de las 
limitaciones tanto de la velocidad de tratamiento 
c o m o de lo que podía ser almacenado en la m e -
moria, los primeros programas estaban encami-
nados a descubrir procedimientos eficaces, en 
muchos casos de índole heurística. Hoy en día se 
da más importancia a las estructuras de datos y 
a su utilización en la representación del conoci-
miento. Por último, la inteligencia artificial ha 
oscilado siempre entre definirse como investiga-
ción pura o como ciencia aplicada, hoy en día 
tiende a prevalecer el aspecto técnico; se ha pasa-
do de los «juegos» a los trabajos reales. Si bien es 
verdad que la actividad acabará tal vez por lla-
marse en el futuro «ingeniería del conocimiento» 
en vez de «inteligencia artificial», todavía no se 
ha abandonado enteramente la aspiración a lo 
general. Elucidar la «arquitectura de la cogni-
ción» (Anderson, 1983) sigue siendo un objetivo 
de investigación perfectamente legítimo, c o m o lo 
era el estudio de la «resolución de problemas hu-
manos» (Newell y Simon, 1972) hace diez años. 
La inteligencia artificial 
c o m o elemento d e una red 
multidisciplinaria 
J. R . Anderson, el autor de The Architecture of 
Cognition, es psicólogo experimental que, en su 
labor de investigación, combina el trabajo de psi-
cólogo con el de especialista de la inteligencia arti-
ficial. Esto no es extraño, ya que las relaciones 
entre la psicología y la inteligencia artificial fue-
ron m u y estrechas desde el primer momen to . U n o 
de los primeros artículos de los iniciadores de la 
inteligencia artificial fue publicado en una de las 
más importantes revistas de psicología (Newell, 
Shaw y Simon, 1958). Pero si ha habido intercam-
bio de ideas entre ambos campos, justo es recono-
cer que la influencia m á s considerable ha sido la 
ejercida por la inteligencia artificial en la psicolo-
gía. Influencia que no ha sido, empero, unilateral 
o continua; y conviene distinguir entre los diver-
sos senderos que ha seguido la metáfora de la 
computadora como modelo de los procesos m e n -
tales. 
Al principio se dio especial importancia al 
hardware, y se insistió en sus semejanzas con el 
cerebro. D e hecho, la realización y el perfecciona-
miento de las computadoras numéricas partió de 
analogías con el sistema nervioso, y John von 
N e u m a n n solía hablar de «órganos» para referirse 
a los componentes de las computadoras (Goldsti-
Contribución a la historia de las ciencias cognoscitivas 15 
Estallido de una cabeza rafaelesca ( 1951 ) de Salvador Dalí. © A D A G P París, 
16 Eckart Scheerer 
ne, 1972). La idea popular de la computadora co-
m o «cerebro electrónico» viene, claro está, de ese 
tipo de enfoque. Con la llegada de los lenguajes de 
programación evolucionados y de la inteligencia 
artificial, las comparaciones con el hardware e m -
pezaron a tener m e n o s aceptación. Neisser 
(1967), por ejemplo, dejó bien sentado que cuan-
do se refería a la simulación por computadora de 
los procesos mentales, lo que le interesaba no era 
la computadora c o m o sistema físico, sino los pro-
gramas de computadora. D e un estudio m á s aten-
to de los textos de le época se desprende, empero, 
que muchas consideraciones teóricas seguían 
efectuándose en función de las limitaciones im-
puestas por el hardware. M á s concretamente, se 
reprodujo en modelos (en forma de histogramas) 
del tratamiento de la información humana la ar-
quitectura característica de una máquina de von 
N e u m a n n (unidades de control, almacenamiento, 
entrada y salida), su m o d o de funcionamiento en 
orden consecutivo y sus limitaciones de capaci-
dad. Las innovaciones en el campo de la dotación 
lógica de computadoras contribuyeron poderosa-
mente a que se pasara, en el «modelo modal» del 
tratamiento de la información humana , de con-
ceptos de capacidad limitada y tratamiento con 
arreglo a un orden consecutivo a conceptos de tra-
tamiento paralelo y de capacidad ilimitada. Y así 
se llegó a la conclusión de que convenía que se 
hicieran comparaciones no ya con la estructura 
física de la computadora, sino con su arquitectura 
funcional, tal y c o m o quedaba determinada por 
condiciones del software, c o m o el sistema de fun-
cionamiento y el lenguaje de programación. M á s 
recientemente, la idea de una organización « m o -
dular» de la mente (Fodor, 1983) ha sido acogida 
con gran interés. Los módulos poseen componen-
tes del funcionamiento automático del sistema y 
poseen, aunque no tengan necesidad, una correla-
ción física real en el cerebro. A la postre, la analo-
gía del hardware nunca fue enteramente abando-
nada, y su grado de validez continúa siendo un 
tema de discusión importante. 
La mayorparte de los investigadores que tra-
bajan en el campo de las ciencias de la cognición 
prefieren estudiar, sin embargo, las analogías del 
software entre las computadoras y la mente hu-
mana . Esto se hace, a veces, en un plano que po-
dríamos llamar «molecular»; es el plano relacio-
nado con las operaciones elementales que se efec-
túan en un lenguaje de programación evo-
lucionado determinado y con su m o d o de organi-
zación en los programas. Se suele considerar, por 
ejemplo, que los programas de tratamiento por lis-
tas (como LISP) son los más apropiados para los 
programas de inteligencia artificial con aplicacio-
nes en el campo de la psicología, ya que permiten 
la definición de reglas de producción compuestas 
de condición y acción, y su disposición en sistemas 
de producción organizados jerárquicamente. La 
idea básica en este caso es que «la organización 
efectiva de los programas humanos es sumamente 
parecida a la organización del sistema de produc-
ciones» (Newell y Simon, 1972, p. 804; véase tam-
bién Anderson, 1983). 
En el plano molecular, el lenguaje de progra-
mación ya no es pertinente y la comparación entre 
la computadora y la mente se centra en determi-
nadas características abstractas de ambas. Duran-
te la primera fase de la inteligencia artificial, se 
dio especial atención a los procedimientos o m é -
todos c o m o el análisis de medios y fines en la solu-
ción de problemas. H o y en día se ha producido un 
cambio al respecto, y se da particular importancia 
a las estructuras de representación y conocimien-
to, en muchos casos con una cierta orientación 
«holística» c o m o en el caso de los conceptos de 
«estructura» y «guión» anteriormente menciona-
dos. C o m o es imposible separar totalmente repre-
sentación y tratamiento, la introducción de esque-
mas de representación holísticos ha favorecido la 
idea, que tiene gran aceptación actualmente, de 
un tratamiento de arriba abajo (top-down proces-
sing) opuesto al tratamiento de abajo arriba (bot-
tom-up) o inducido por los datos mismos. El que 
algunos de los conceptos fundamentales de las 
teorías antimecanicistas en el campo de la psico-
logía, c o m o la psicología de la Gestalt, hayan ga-
nado de nuevo una especie de respetabilidad cien-
tífica gracias a la inteligencia artificial -empresa 
cuyo fundamento es por fuerza mecanicista- es 
una de las mayores ironías de la historia de la 
ciencia. 
La inteligencia artificial y la psicología han es-
tablecido una alianza sin ocuparse demasiado de 
problemas filosóficos, pero es evidente que los 
problemas relacionados con la «mecanización de 
los procesos del pensamiento» tienen una dimen-
sión filosófica. Son, pues, uno de los temas impor-
tantes -aunque no sea desde luego el único- de 
que se ocupa la filosofía de la mente actual, que es 
una de las disciplinas fundamentales de las cien-
cias cognoscitivas. En Estados Unidos, la historia 
de la filosofía ha seguido una evolución semejante 
a la de la psicología. La influencia predominante 
del conductismo se ha ejercido en uno y otro cam-
Contribución a la historia de las ciencias cognoscitivas 17 
po. Filósofos c o m o Pu tnam (1960) y Fodor 
(1965), acabaron con el reino del conductismo y 
propusieron un método llamado «funcionalis-
m o » ; según dicho enfoque, los estados mentales 
son funcionales, esto es, quedan definidos por la 
función que desempeñan en el sistema cognosciti-
vo. A u n cuando los estados mentales se obtienen 
por algunos sistemas físicos, no es posible reducir-
los a estados fisiológicos, porque a cada estado 
mental, si se define éste en términos funcionales, 
corresponde una gran variedad de estados fisioló-
gicos. Por otro lado, toda descripción de la con-
ducta de un sistema cognoscitivo que introduzca 
relaciones de causalidad debe forzosamente refe-
rirse a estados mentales, ya que la conducta es en 
principio independiente del estímulo; esto es, no 
es posible expresar, en términos puramente físi-
cos, cuales son los parámetros pertinentes que de-
terminan la conducta en una situación dada. 
El funcionalismo es la plataforma filosófica de 
los partidarios de la teoría de la mente c o m o 
computadora: estos suelen escoger favorablemen-
te, por regla general, la idea de una inteligencia 
artificial «fuerte», o sea la afirmación según la 
cual una computadora programada tiene efectiva-
mente estados mentales. Esta idea ha sido critica-
da por Searle (1980), que considera que los esta-
dos mentales sólo pueden ser producidos por un 
sistema vivo y son una función de las propiedades 
bioquímicas del cerebro. Anteriormente Dreyfus 
(1972). había sostenido, desde un punto de vista 
filosófico fenomenológico. que las características 
esenciales de la experiencia humana no pueden 
ser captadas por modelos formales del tipo de la 
inteligencia artificial, porque se arraigan en la ex-
periencia corporal y en tradiciones sociales sin ex-
presión verbal. La crítica no fue tomada m u y en 
serio por los especialistas de la inteligencia artifi-
cial, tal vez porque se rechazaba totalmente ese 
tipo de orientación filosófica. Pero los problemas 
planteados por la inteligencia artificial no dejarán 
de interesar a los filósofos. 
Difícilmente podría concebirse el nacimiento 
de un movimiento c o m o el de las ciencias cognos-
citivas sin la contribución de la lingüística genera-
tiva. Cabe distinguir tres fases al respecto. La pri-
mera fue la reseña que hizo Chomsky (1959) de 
una obra de Skinner. I 'erbal Behavior, reseña que 
representó un hito en la refutación del conductis-
m o , tanto en el campo de la lingüística c o m o en el 
de la psicología. En segundo lugar, en su obra so-
bre la teoría sintáctica (Chomsky, 1965), este au-
tor adoptó un punto de vista en el que se hacía 
claramente hincapié en la computación, y en par-
ticular en las operaciones formales definidas en 
las representaciones; su teoría proporcionó a los 
investigadores de la fase «contextual» de la inteli-
gencia artificial modelos eficaces para la solución 
de sus problemas. E n la década de los años seten-
ta, sin embargo, la lingüística chomskyana y la in-
teligencia artificial tomaron caminos distintos 
por motivos de diversa índole. U n o de ellos fue la 
distinción entre dos aspectos del lenguaje: la c o m -
petencia y la ejecución (performance). Los espe-
cialistas de la inteligencia artificial se ocupan de 
la ejecución, y los lingüistas de la competencia. 
Añádase a esto la tendencia, entre los lingüistas, a 
separar la sintaxis de la semántica y a dar m á s 
importancia a la sintaxis que a la semántica, 
mientras que en las investigaciones sobre la simu-
lación del tratamiento de los lenguajes naturales 
resultaba imposible mantener la dicotomía sinta-
xis/semántica. H u b o también, por último, una 
evolución de Chomsky que le llevó a una concep-
ción biológica, m á s bien relacionada con el hard-
ware de la «facultad del lenguaje», concepción 
que sólo pueden aceptar los que creen en la « m o -
dularidad de la mente». La aplicación de la infor-
mática al estudio de los lenguajes sigue dando 
pruebas de su vitalidad hoy en día, pero ya no es 
una simple consecuencia o aplicación de la lin-
güística generativa. 
Planteamientos biológicos 
en las ciencias de la cognición 
E n la teoría de la mente c o m o computadora se 
mantiene una posición un tanto paradójica en lo 
referente a las posibilidades de aplicación, de las 
neurociencias en la ciencia de la cognición, ya que 
se trata de una posición en la que se combinan 
el fisicalismo y el mentalismo. La teoría acepta el 
fisicalismo en la medida en que da por sentado 
que el manejo de símbolos se efectúa por medios 
puramente físicos. Es además mentalista en la 
medida en que da también por sentado que el m a -
nejo de símbolos no puede ser explicado desde un 
punto de vista puramente físico sino sólo si se le 
refiere a estados mentales definidos desde un 
punto de vista semántico. N o hay que olvidar, sin 
embargo, que las neurociencias y las cienciasde la 
cognición se sitúan en niveles de explicación dife-
rentes (físico en un caso, y simbólico y semántico 
en el otro), y que no es menester disponer de un 
conocimiento del sistema nervioso (ni de lo que 
18 Eckart Scheerer 
son las microplaquetas de semiconductores) para 
poder explicar las ciencias cognoscitivas, a menos 
que se dé especial atención a la «transduction», o 
sea a la transformación de magnitudes físicas en 
símbolos (Pylyshyn, 1984). 
Hay que señalar que, por lo que respecta a las 
relaciones con las neurociencias, no todos los es-
pecialistas de las ciencias de la cognición son de 
ese parecer. Son cada vez m á s numerosos los in-
vestigadores que intentan presentar los procesos 
mentales utilizando un vocabulario teórico en el 
que quedan plasmadas las propiedades esenciales 
del substrato neurónico de la mente. Dicha ten-
dencia no la encontramos sólo entre los neurofi-
siólogos, sino también entre especialistas de la in-
teligencia artificial, psicólogos y filósofos. Tene-
m o s pues una neurobiología cognoscitiva, una 
neuropsicología cognoscitiva, y hasta una neuro-
filosofía (Churchland, 1986). 
La evolución no ha sido exactamente la misma 
en el c a m p o de las neurociencias cognoscitivas y 
en el de la informática. H u b o desde luego elemen-
tos comunes en los primeros tiempos, c o m o el ar-
tículo de McCulloch y Pitts (1943) en el que se 
aplicó la lógica simbólica al análisis de las redes 
neurónicas, artículo que desempeñó un papel im-
portante en la historia de las computadoras n u m é -
ricas. Pero el sendero se bifurcó en la década de 
los años cincuenta. Cuando se estaba elaborando 
el modelo clásico de la inteligencia artificial, 
Frank Rosenblatt ideó los llamados «perceptro-
nes», que son redes de tipo neurónico autoorgani-
zadas, capaces en principio de actividades de re-
conocimiento de configuraciones y de abstracción 
(Rosenblatt, 1962). Las investigaciones sobre las 
posibilidades de los perceptrones cesaron cuando 
Minsky y Papert (1969) demostraron que no eran 
capaces de hacer todo lo que su inventor esperaba 
de ellos. Los perceptrones estaban compuestos de 
elementos semejantes a neuronas que funciona-
ban de forma paralela; tras la fase inicial, en la 
que la conexión entre los elementos se hacía al 
azar, eran capaces de autoorganizarse en redes es-
tables. Algunos adelantos en la concepción de 
computadoras (computación paralela, redes de 
computadora descentralizadas) han vuelto a sus-
citar interés, últimamente, por las ideas en que se 
basan los perceptrones, y han llevado a la elabora-
ción de un nuevo paradigma, el «nuevo conexio-
nismo» o método del «tratamiento de distribu-
ción paralela». H o y , el «tratamiento de distribu-
ción paralela» (Rumehalt et al., 1986) es una de 
las principales soluciones alternativas al paradig-
m a clásico de la inteligencia artificial, centrado en 
la utilización de los símbolos. Sus partidarios se 
ocupan actualmente de la exploración de la «mi-
croestructura de la cognición», de la estructura in-
terna de logros cognoscitivos c o m o el reconoci-
miento de las palabras. 
U n a perspectiva biológica de la cognición no 
implica necesariamente dar una importancia ex-
clusiva al estudio del cerebro. También significa 
que el organismo y el medio ambiente forman un 
sistema ecológico unitario, donde el organismo 
capta directamente la información ambiental per-
tinente para su conducta. Esta idea proviene de la 
obra de J.J. Gibson (1950; 1979). El realismo eco-
lógico, c o m o se llama hoy en día a ese enfoque, 
afirma que «las propiedades conexas del organis-
m o y del medio ambiente», en cuanto situaciones 
objetivas, son los únicos objetos de la percepción; 
rechaza toda explicación de la cognición en fun-
ción de estados neurónicos o mentales, así c o m o 
la metáfora de la mente computadora (Turvey y 
Carello, 1981). El realismo ecológico acepta el fi-
sicalismo, pero no en el sentido que da al término 
la teoría de la mente c o m o computadora; en su 
lugar intenta elaborar una «física ecológica» ca-
paz de describir el medio físico en función de in-
variantes que determinan actividades específicas 
potenciales del organismo. El estudio del organis-
m o tiende a efectuarse también con modelos físi-
cos, pero las teorías utilizadas en este caso son la 
mecánica estadística y la termodinámica de los 
fenómenos irreversibles, teorías por las que se han 
interesado también los partidarios del método del 
«tratamiento de distribución paralela». 
Conclusión 
¿Tienen las ciencias cognoscitivas una plataforma 
teórica unitaria? La respuesta es negativa, pese a 
lo que pretenden los partidarios de la metáfora de 
la computadora. Quizá no sea oportuno buscar la 
unificación teórica. Tal vez sea el campo de la 
cognición tan heterogéneo que se necesite en él un 
cierto grado de pluralismo teórico. El que esto es-
cribe es del parecer que los paradigmas existentes 
pueden m u y bien repartirse el campo de estudio. 
Los procesos sensoriomotores pueden dejarse al 
realismo ecológico, mientras que los procesos 
simbólicos en sentido estricto (el lenguaje articu-
lado sonoro y la palabra interior, y también por lo 
tanto una parte m u y considerable de los procesos 
del pensamiento) pueden seguir siendo el campo 
Contribución a la historia de las ciencias cognoscitivas 19 
de aplicación específico del modelo de la «mente 
c o m o computadora». El tratamiento de distribu-
ción paralela se ocuparía de la microestructura de 
la cognición, sin que se excluya con esto el manejo 
de símbolos c o m o nivel de análisis enteramente 
legítimo en las ciencias de la cognición. La defini-
ción de los pormenores de u n compromiso cientí-
fico de esa índole, junto con la eventual demostra-
ción de si es factible o no en la práctica, son dos 
tareas importantes para el futuro. 
N o hay que olvidar, sin embargo, que los para-
digmas actuales de las ciencias cognoscitivas no 
constituyen m u n d o s completos o «cerrados». La 
cognición es u n viejo tema en la historia del pen-
samiento, y el que haya tenido que ser descubierto 
de nuevo es un fenómeno típicamente estadouni-
dense, una consecuencia del nacimiento del con-
ductismo y del papel predominante que ha de-
sempeñado. L a psicología europea había creado 
toda una serie de modelos en el c a m p o de la cogni-
ción, c o m o la epistemología genética de Piaget, el 
método históricocultural de Vygotsky y de sus 
discípulos en la Unión Soviética, o la psicología 
de la Gestalt de Köhler, Wertheimer y Koffka. A 
decir verdad, la perspectiva cognoscitiva en psi-
cología fue propuesta por vez primera por Otto 
Selz (1922), en cuya obra puede encontrarse tam-
bién la anticipación de muchos principios del m o -
delo de la «mente c o m o computadora». H o y las 
ciencias de la cognición han asimilado algunas de 
las ideas de las corrientes y tradiciones no conduc-
tistas en el c a m p o de la psicología, pero quedan 
sin duda alguna muchas m á s que merecerían vol-
ver a ser examinadas de nuevo. E n términos gene-
rales, puede decirse que conviene que las diversas 
disciplinas que constituyen las ciencias de la cog-
nición se resistan a la dominación completa del 
movimiento de la inteligencia artificial. Al fin y al 
cabo, la inteligencia artificial sólo es inteligente 
en la medida en que efectúa una simulación de la 
inteligencia natural; los principios de la inteligen-
cia natural deben pues, ser estudiados en sí mis-
m o s : esto también beneficiaría a la inteligencia ar-
tificial. 
U n a observación m á s a m o d o de conclusión. 
El análisis de este artículo se ha centrado en la 
historia intelectual, pero éste es sólo uno de los 
aspectos de la cuestión. Si se la compara con la 
psicología, con la lingüística, o con otras discipli-
nas de las ciencias de la cognición, la inteligencia 
artificial es lo que se suele llamar una «ciencia 
fuerte»: pone en juego gastos e inversiones enor-
m e s en calidad de material y personal utilizado. 
D e hecho, las investigacionesen el c a m p o de la 
inteligencia artificial han estado financiadas des-
de el primer m o m e n t o por el complejo militar-
industrial, y algunas discontinuidades en su desa-
rrollo sólo pueden explicarse si se recuerda que se 
han invertido fondos para la investigación en de-
terminados proyectos, y que ese financiamiento 
ha cesado cuando los resultados no estaban a la 
altura de lo que esperaban los patrocinadores. Las 
investigaciones en el c a m p o de la inteligencia arti-
ficial sólo se llevan a cabo en los países m á s desa-
rrollados. Si no se crean las condiciones que per-
mitan una ampliación de su base geográfica y po-
lítica, la inteligencia artificial sólo servirá para 
reforzar el dominio de unos cuantos países sobre 
el resto del m u n d o . Los especialistas de las cien-
cias de la cognición no deben perder nunca de vis-
ta el problema de las repercusiones de su trabajo. 
También puede decirse pues, que, en este sentido, 
la inteligencia artificial ha de llegar a ser domina-
da por la inteligencia natural. 
Traducido del inglés 
20 Eckart Scheerer 
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Las ciencias cognoscitivas 
y la educación1 
Robert Glaser 
Introducción 
La educación debe responder al desafío de ense-
ñar con éxito a todos los niños matriculados en los 
sistemas educativos. En la actualidad, debemos 
lograr que todos los alumnos alcancen unos nive-
les de rendimiento educativo que antes se consi-
deraban privativos de un grupo reducido de la po-
blación. Este nuevo desafío requiere una investi-
gación constante del proceso docente-discente 
porque las teorías y las prác-
ticas que hemos heredado no 
son adecuadas para las ta-
reas que hay que resolver. En 
efecto, nuestras teorías de la 
instrucción y nuestras prác-
ticas escolares, desarrolladas 
en una época en que el prin-
cipio organizador era la se-
lección más que la instruc-
ción, no se ajustan ya a los 
requisitos actuales. Necesi-
tamos una base teórica más 
sólida para educar a un nú-
mero mucho mayor de alum-
nos y llevarlos más lejos que 
nunca, con arreglo a las exigencias de la sociedad 
moderna. 
La base de los conocimientos que se aplica a la 
educación es heterogénea y tiene su origen en m u -
chas ciencias y disciplinas. Las ciencias cognosci-
tivas que efectúan progresos estimables en las es-
feras relativas a la educación, se pueden conside-
rar c o m o una amplia federación de antiguas 
disciplinas (psicología, lingüística, informática) 
relacionadas todas con aspectos del funciona-
miento mental humano . Las ciencias cognosciti-
vas proporcionan una reconceptualización de la 
Robert Glaser es catedrático de psicología y 
educación en la Universidad de Pittsburg, y 
Director del Learning Research and Deve-
lopment Centre ( L R D C ) , en la misma Uni-
versidad, Pittsburg, Pennsylvania 15260, 
0001, E E . U U . H a publicado algunos libros, 
entre ellos Cognitive Psychology and Instruc-
tion (1978) y muchos artículos. H a recibido 
numerosos premios y distinciones profesio-
nales, particularmente la de Doctor honoris 
causa por las Universidades de Indiana 
(1984) y Göteborg. Suecia (1985). 
naturaleza del proceso de aprendizaje y unos en-
foques nuevos de la investigación del mismo. Se 
dispone ahora de métodos complejos para inferir 
los procesos mentales a partir de datos empíricos; 
al mi smo tiempo, el desarrollo de la teoría del pro-
cesamiento de datos proporciona un instrumento 
nuevo e importante para la construcción de la teo-
ría en la esfera de unos procesos intelectuales 
complejos. Los progresos efectuados en estos á m -
bitos nos han permitido profundizar en la c o m -
prensión científica del rendi-
miento en tareas complejas 
de raciocinio y los procesos 
en virtud de los cuales se 
pueden comprender y adqui-
rir las calificaciones prácti-
cas, ya se trate de la lectura, 
de las matemáticas, de la es-
critura o de dominios técni-
cos especializados. 
En el último decenio, los 
especialistas de las ciencias 
de la cognición que se ocu-
pan de problemas docentes 
han adoptado una posición 
firme en materia de investi-
gación de los problemas de la complejidad del 
m u n d o real. El hecho de abordar científicamente 
los problemas reales del aprendizaje y la instruc-
ción ha borrado los límites entre investigación bá-
sica y aplicada, con ventajas para ambas. Muchos 
especialistas que se ocupan de estudiar el aprendi-
zaje y la instrucción esperan que se llegue, tam-
bién en materia de educación, a considerar que la 
investigación fundamental es indispensable para 
la práctica y la innovación. 
Por ejemplo, las investigaciones que se reali-
zan en materia de aprendizaje de la lectura, las 
RICS 115/Mar. 1988 
24 Roben Glaser 
matemáticas, la escritura y las ciencias exactas y 
naturales, ponen de manifiesto que, además de 
dominar los conocimientos y capacidades prácti-
cas de su materia, el maestro o el profesor deben 
poseer un amplio conocimiento del proceso de 
aprendizaje. Los estudiantes llegan al aprendizaje 
dotados de estrategias, creencias y formas inge-
nuas del conocimiento que influyen en la manera 
que tienen de incorporar el conocimiento impar-
tido en la instrucción. H a y que modificar las ac-
tuales estructuras del conocimiento, o cambiarlas, 
para que se produzca un nuevo aprendizaje. Las 
investigaciones modernas en materia de aprendi-
zaje temático han puesto de manifiesto la existen-
cia de numerosas fases intermedias del aprendiza-
je, esenciales y definibles desde el rendimiento 
inicial hasta alcanzar un rendimiento competente 
y experto en una materia determinada (Glaser, 
1982). Para que la instrucción logre unos resulta-
dos concretos, tiene que abarcar los bloqueos del 
aprendizaje que son inherentes a los conocimien-
tos actuales del alumno y las indicaciones apro-
piadas del desarrollo de las capacidades a lo largo 
del aprendizaje. 
Dos son los ámbitos de la investigación que 
mejor revelan los avances en curso de la interrela-
ción de las ciencias cognoscitivas con la educa-
ción. El primero, en el que se ha progresado de m a -
nera reconocida por todos, es el del análisis de las 
competencias (conocimientos y capacidades prác-
ticas) que se adquieren en los distintos sectores 
temáticos. El segundo procede de una investiga-
ción más reciente sobre la naturaleza de los enfo-
ques técnicos de las condiciones y actividades es-
pecíficas del aprendizaje y las intervenciones de 
instrucción. (También cabría citar el interés cada 
vez mayor que merecen los modelos cognosciti-
vos propios de la actuación del maestro en las au-
las.) C o n respecto a estos dos sectores, el análisis 
de las competencias y el estudio del aprendizaje, 
cabe señalar que los trabajos de psicología de la 
cognición se centraron primordialmente en el 
análisis del rendimiento h u m a n o y la competen-
cia en fases específicas m á s que en la manera de 
adquirir ese rendimiento y desarrollar esas fases. 
(Cabe señalar la diferencia con la teoría conduc-
tista que dominaba en las décadas de 1950 y 1960: 
en esa época, los psicólogos se interesaban sobre 
todo por los fenómenos vinculados con el apren-
dizaje y carecían de la capacidad teórica necesaria 
para analizar con detalle los problemas de rendi-
miento que implican la actividad mental h u m a n a 
y los logros cognoscitivos.) 
E n el libro de Alan Newell y Hubert Simon 
Human Problem Solving (1972) se puede ver con 
claridad la importancia que se atribuye al rendi-
miento. En el capítulo titulado «Emphasis on Per-
fomance» se lee (cita libre): «En cuanto a la di-
mensión rendimiento-aprendizaje-desarrollo, la 
importancia que atribuimos al rendimiento repre-
senta una cuestión científica de fondo... la índole 
del sistema de procesamiento de datos en que lle-
gue a convertirse un individuo determinado de-
penderá íntimamente de su manera de desarro-
llarse... Sin olvidar esto, debemos decir que tene-
m o s una visión m u y rudimentaria de la 
naturaleza final del sistema... El estudio del 
aprendizaje se subordina a la naturaleza del siste-
m a de rendimiento. Si no se comprende bien el 
rendimiento, resulta prematuro estudiar el apren-
dizaje... [y] pensamos que en el estadio actual hay 
que dar la prioridad al estudio del rendimiento, 
aunque sin descartar del todo la estrategia. El 
aprendizaje y el desarrollo deben ser incorpora-
dos más adelante, en formas integradas, en una 
teoría m á s completa y fiel a los métodos humanos 
de procesamiento de la información que surgirán 
en el desarrollo de nuestra ciencia» (pp. 7-8). Se 
trata de una caracterización fiel del desarrollo de 
las ciencias de la cognición y la psicología del co-
nocimiento en los

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