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Revista trimestral publicada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura con la colaboración de la Comisión Española de Cooperación con la Unesco, del Centre Unesco de Catalunya y Hogar del Libro, S.A. Vol. X L . num. 1, 1988 Condiciones de abono en contraportada interior. Redactor jefe: Ali Kazancigil Maquetista: Jacques Carrasco Ilustraciones: Florence Bonjean Realización: Mônica Vergés Corresponsales Bangkok: Yogcsh Atal Beijing: Li Xuekun Belgrado: Balsa Spadijer Berlín: Oscar Vogel Budapest: György Enyedi Buenos Aires: Norberto Rodríguez Bustamante Canberra: Geoffroy Caldwell Caracas: Gonzalo Abad-Ortiz Colonia: Alphons Silbermann Dakar: T . Ngakoutou Delhi: André Béteille Estados Unidos de América: Gene M . Lyons Florencia: Francesco Margiotla Broglio Harare: Chen Chimutcngwende Hong Kong: Peter Chen Londres: Alan Marsh Mexico: Pablo Gonzalez Casanova Moscú: Marien Gapotchka Nigeria: Akinsola Akiwowo Ottawa: Paul L a m y Singapur: S. H . Alatas Tokyo: Hiroshi Ohta Túnez: A . Bouhdiba Viena: Christiane Villain-Gandossi Temas de los próximos números Tendencias de la antropología Las conexiones macro-micro en las relaciones internacionales. Ilustraciones Portada: El secreto de la historia natural con las maravillas \ cosas memorables del mundo , detalle de un manuscrito francés del siglo X V . Snark/Edenna A la derecha: Sliaman o brujo montando un oso \ evocando a los espíritus, ix-rcchos resmados REVISTA INTERNACIONAL DE CIENCIAS SOCIALES Marzo 1988 Las ciencias cognoscitivas 115 Eckart Scheerer Robert Glaser Phil N . Johnson-Laird Géry d'Ydewalle y Patrick Delhaye Michel Imbert Boris F. L o m o v M . A . de Mattos Pimenta Parente y A . Roch Lecours Shobini L . Rao Jacques Mehler y Josiane Bertoncini Editorial: Cuatro décadas al servicio de las ciencias sociales globales 3 Contribución a la historia de las ciencias cognoscitivas 7 Las ciencias cognoscitivas y la educación 23 La representación mental del significado 49 La inteligencia artificial, la obtención del conocimiento y el estudio de la inteligencia humana 67 Las neurociencias cognoscitivas 77 Las ciencias cognoscitivas y el problema de las relaciones mente-cuerpo 89 La influencia de los factores culturales en la neuropsicología y la neurolingüística 101 Las ciencias cognoscitivas y la psicolingüística 115 El desarrollo: ¿una cuestión de propiedades o de evolución? 129 Tatyana I. Zaslavskaya El ámbito de las ciencias sociales Las ciencias sociales y los cambios económicos, políticos y culturales de la U R S S 145 Aleksandr N . Yakovlev Svein Kyvik Akinsola Ak iwowo El papel de las ciencias sociales en la conquista de un nivel cualitativamente nuevo de la sociedad soviética 157 El carácter internacional de las ciencias sociales: El caso de Noruega 171 Dialéctica y sociología: opiniones de un sociólogo del Tercer M u n d o 183 RICS 115/1988 Servicios profesionales y documentales Calendario de reuniones internacionales 191 Libros recibidos 193 Publicaciones recientes de la Unesco 196 Números aparecidos 197 Editorial: cuatro décadas al servicio de las ciencias sociales globales Nuestra primera publicación, en 1949 C o n este número1 , la Revista Internacional de Ciencias Sociales llega a su cuadragésimo año. Fundada en 1949, para servir a la cooperación multilateral de las ciencias sociales, su historia está estrechamente vinculada a esta idea. Cuatro décadas son un largo período para una publicación. Lo suficientemente largo c o m o para poder evaluar si su realización ha satisfecho su objetivo que, en nuestro caso, es ser un vehículo de comunicación entre los centros de investiga- ción, y un reflejo del estado de las ciencias socia- les en el m u n d o en toda su diversidad. Las restricciones económicas han puesto a las ciencias sociales en una situación difícil, las publicaciones son ahora m á s vulnerables que nunca y las expectativas de vida de aquellas que no son capaces de adaptarse a las variaciones de los ámbitos intelectual, profesional y económico son breves. Este aniversario es una ocasión para evaluar si la RICS sigue cumpliendo sus funcio- nes y evita la obsolencia. Tres cambios han tenido lugar en las ciencias sociales desde la fundación de la RICS y todos ellos la afectan m u y directamente. Estos cambios pueden ser considerados c o m o criterios para tal valoración. El primero hace referencia a la institucionali- zación de la cooperación internacional de las ciencias sociales y a la divulgación mundial de estas disciplinas. La internacionalización a gran escala comen- zó después de la Segunda Guerra Mundial, y la red cooperativa trascendió fronteras por iniciati- va de los centros de investigación de Europa y Norteamérica, incluyendo algunas asociaciones profesionales internacionales que se fundaron bajo el auspicio de la Unesco y que siguen reci- biendo su apoyo, además de las pocas que ya existían antes de la guerra. La segunda fase de es- te proceso se desplegó en 1960 con la promoción de las ciencias sociales en numerosos países de América latina, Asia y Africa. La cooperación en- tre estas nuevas comunidades profesionales na- cionales llevó al establecimiento, a menudo con el apoyo de la Unesco, de multitud de cuerpos y redes regionales e interregionales. A este nivel las ciencias sociales se han convertido en un sistema transacional2. La expansión científica mundial de las cien- cias sociales, naturalmente, ha-sido reflejada en la RICS. Publicada por la Unesco y situada en la confluencia de orientaciones transacionales, la Revista facilita la comunicación de estos grupos de trabajo. En los años sesenta, la R I C S publica- ba regularmente esa información, y desde 1986, el Boletín del Consejo Internacional de Ciencias Sociales, que reúne a unas quince asociaciones profesionales internacionales, lo hace en cada nú- mero. Los hallazgos científicos de estos grupos de trabajo también aparecen esporádicamente en la Revista. Finalmente, se han tenido en cuenta los más recientes debates relacionados con las cuestiones epistemológicas, organizativas y profesionales, y también las relaciones entre los centros científi- cos y la periferia. Continuaremos prestando aten- ción a todos estos temas. El segundo cambio es la globalización de los procesos económico, social, político y cultural. Esta globalización, m á s patente que nunca a cau- sa de la crisis económica, la deuda del Tercer M u n d o y la caída del sistema financiero, plantea grandes desafíos a las ciencias sociales. Parece que ahora están m á s desconectadas de los acon- tecimientos y que son menos capaces de resolver sus problemas Mientras la explicación y la inter- RICS 115/Mar. 1988 4 Editorial cepción de fenómenos globales exige teorías ade- cuadas, estrategias de investigación y técnicas, las ciencias sociales están afectadas por el gran paradigma de la fragmentación. Los «expertos» se contradicen unos a otros y, la mayoría de las veces, se confunden en sus diagnósticos y pronós- ticos. Si bien esta imagen es exagerada y no tiene en cuenta los progresos que realmente se han rea- lizado3, no obstante, está m u y extendida. E n este ámbito, dada la naturaleza internacio- nal y multidisciplinaria de las ciencias sociales, la política editorial de la Revista ha dado prioridad a dos aspectos: primero, realizar números m o n o - gráficos, en los que participan especialistas de todo el m u n d o ; y segundo, poner particular aten- ción en aquellas cuestiones relacionadas con la producción y difusión, de forma adecuada, de aquellos datos socioeconómicos, esenciales y se- rios, indispensables para la recepción, explica- ción y predicción de los procesos globales. Se ne- cesitan estrategias apropiadas de investigación, datos fiables, modelos idóneos y también una es- trecha correspondenciaentre todos ellos. La Re- vista internacional de ciencias sociales aumenta- rá, sin duda alguna, el c a m p o de trabajo de estas cuestiones. El tercer cambio producido en las ciencias so- ciales es que mientras dan la impresión, justifica- ble o no, de no ser capaces de explicar y predecir acontecimientos y se limitan a interpretaciones ex post, han roto la atmósfera académica para in- troducirse en los medios políticos y analíticos, y así convertirse en un elemento integrante de la cultura de masas. La integración en el discurso político es, cier- tamente, una ventaja en ella misma. L o que crea problemas a las ciencias sociales es la utilización que se hace de sus hallazgos, de acuerdo con las modas y novedades ideológicas, en ausencia de mecanismos profesionales que intercepten tales usos y abusos. U n a parte de la profesión es res- ponsable, en cierto m o d o , de esta situación, ya que no dudan en participar en el equívoco cami- no de reclutar las ciencias sociales. Por el contra- rio, la mayoría de los profesionales se mantienen alejados de los acontecimientos actuales y de las demandas sociales, lo cual no contribuye a la m e - jora del estado de las ciencias sociales, y provoca también un gran retraso en los mass-media y en sus analistas, interfiriendo entre la Academia y la escena pública. Ahora la atención pública co- mienza a hablar de forma popular, lo cual, a veces, distorsiona los conceptos y hallazgos cien- tíficosociales, para sostener demostraciones ideo- lógicas. H a y otro factor relacionado con la epistemo- logía y que, probablemente, ofrecerá una profun- da explicación de la confusión entre las ciencias sociales propiamente dichas y las versiones que dan de ellas los mass-media. Ernest Gellner iden- tificaba esto c o m o la inhabilidad que tienen las ciencias sociales para demostrar «...una activi- dad cognoscitiva consensual y generalizada, radi- calmente discontinua respecto de las percepcio- nes y técnicas del pensamiento ordinario...»4. Los profesionales deben poner mayor aten- ción en la confusión existente entre la ciencia y la lógica inexperta, que además desdibuja la ima- gen de las ciencias sociales. Deberían resolver e iluminar sistemáticamente la frágil frontera que separa a los dos tipos de lógica, la de los científi- cos y la de la cultura de masas, y estar m á s aten- tos a los cambios entre ambas. E n este sentido, la RICS ha jugado un papel pionero5. C o n profundas raíces en el c a m p o cien- tífico social, nuestra editorial ha perseguido au- mentar la audiencia entre círculos académicos y establecer lazos con otros ámbitos. E m p e z a m o s en 1970 a introducir ilustraciones relacionadas con los temas y en 1982 adoptamos una presenta- ción nueva, integrando textos, ilustraciones y ele- mentos gráficos, que concuerdan con el énfasis visual de nuestra era. El diálogo existente entre la expresión escrita y la oral corresponde a las as- piraciones de nuestros contemporáneos. A lo largo de estos cuarenta años, la Revista ha demostrado dinamismo y capacidad para adaptar su contenido y presentación a los cam- bios del medio ambiente. También ha sabido có- m o ajustarse a un mercado cada vez m á s difícil y competitivo, y superar la escasez financiera, re- sultado de la crisis de la Unesco, que amenazó la existencia de la Revista, en 1985. Los acuerdos de coedición con los editores comerciales, adop- tados en 1986, ofrecen una producción m á s eco- nómica, una aparición oportuna y una mejora en la distribución. Sin embargo, estos cambios graduales no han modificado el propósito básico de la RICS: per- manecer c o m o una publicación profesional glo- bal. Desde su fundación, han escrito en nuestras páginas cerca de 2.000 autores de m á s de un cen- tenar de países y la Revista se distribuye en m u - chos lugares del m u n d o , en sus ediciones inglesa, francesa, china, española (esta última interrum- pida en 1985 por falta de fondos, ha vuelto a apa- Editorial 5 recer en Barcelona, con el número 114, gracias a un acuerdo de coedición con el Centre Unesco de Catalunya, la Comisión Española de Coopera- ción con la Unesco y Hogar del Libro), y árabe (la última edición, interrumpida en 1981, co- mienza de nuevo con este número en el Cairo, con la colaboración del Centro de Publicaciones de la Comisión Egipcia de Cooperación con la Unesco), con una circulación total de 1 3.000 a 14.000 ejemplares por número. Ahora tenemos buenas razones para creer que la edición rusa aparecerá en un próximo futuro. Si es así, la RICS se publicaría, por primera vez desde su aparición, en las seis lenguas oficiales de la Orga- nización. U n a prueba de la madurez y calidad de la RICS es, sin duda alguna, la continuidad que ca- racteriza a la política y dirección de su editorial, así c o m o la acumulación de una gran experien- cia y habilidad, que empezó con su primer edi- tor, S a m y Friedman, quien la dirigió desde sus inicios en 1949 hasta 1963, consolidada por su sucesor, Peter Lengyel, que fue responsable de la redacción de 1964 a 1983, dándole un mayor es- tatus de publicación internacional, y que el ac- tual redactor jefe, miembro del equipo editorial desde 1972, ha intentado continuar. Son muchas las personas que colaboran en es- ta empresa colectiva, en particular nuestras dos secretarias, el maquetista y el ilustrador en la ofi- cina editorial, en París, y también los traductores y todos los responsables de la producción, pro- moción y ventas en Oxford, Toulouse, Beijing, Barcelona y, ahora, el Cairo. Junto con ellos, te- nemos confianza en el futuro y esperamos con ilusión celebrar el cincuenta aniversario de la RICS. A. K. Notas 1. La numeración actual de la Revista Internacional de Ciencias Sociales empezó en 1959, cuando en el título se cambió la palabra Bulletin por Revista. Si comenzáramos la numeración en 1949, a este ejemplar le correspondería el número 154. 2. Chadwick F. Alger y Gene M . Lvons, «Social Science as a transnational System», ISSJ, Vol. X X V I , núm. 1, pp. 137-149. 1974, 3. Ver Karl W . Deutsch, Andrei S. Markovits y John Platt (eds.) Advances in the Social Sciences, 1960-1980: Why, Who, Where, How? Lanham, University Press of America and Cambridge, Mass. Abt. Books, 1986. 4. Ernest Gellner, «El rangvj científico de las ciencias sociales», Revista Internacional de Ciencias Sociales, núm. 102, 1984, p. 620. 5. Ver «Communicating and Diffusing Social Science», International Social Science Journal. Vol. X X V I , núm. 3, 1974, pp. 373-516. Contribución a la historia de las ciencias cognoscitivas Eckart Scheerer ¿Qué son las ciencias cognoscitivas? Escribir una historia de la ciencia de la cognición no es tarea fácil. La expresión misma es de origen reciente, y hay quien considera que lo que existe no es una ciencia de la cognición única c o m o tal, sino un conglomerado de ciencias cognoscitivas. Añádase a esto que dista de haber unanimidad, entre los que creen en la existencia de una ciencia de la cognición, por lo que respecta a lo que puedan ser su definición y su alcance. D e ahí que la historia de las ciencias cognoscitivas sea, de hecho, la historia de va- rias disciplinas, escrita desde el punto de vista de la contri- bución de cada una de éstas a la disciplina naciente. Es más, la ciencia de la cogni- ción es un movimiento que ha surgido en Estados Uni- dos de América, y puede de- cirse que sólo hoy en día está en vías de convertirse en m o - vimiento internacional. A esto se debe el que la historia del movimiento suela presentarse, por re- gla general, desde un punto de vista estadouni- dense. Y , a decir verdad, el informe que aquí pre- sentamos no constituye una excepción al respec- to, aun cuando se haya intentado conseguir de algún m o d o una presentación m á s equilibrada. El lector interesado por una introducción más c o m - pleta a la «revolución cognoscitiva» puede con- sultar laobra de Gardner (1985). La expresión «ciencias de la cognición» fue in- troducida por Longuet-Higgins en 1973 (Lighthill Eckart Scheerer es profesor de psicología cog- noscitiva y director del Instituto de Ciencias Cognoscitivas en la Universidad de Olden- burg, P . O . Box 2503. D-2900 Oldenburg, R e - pública Federal de Alemania. Director de coordinación de la publicación Psychological Research. Investiga la transformación del lenguaje escrito y ha realizado numerosos trabajos sobre historia y teoría de la psicolo- gía y temas relacionados con ella. et al., 1973), pero sólo alcanzó una amplia acepta- ción al final de los años setenta. E n 1975, la Alfred P . Sloan Foundation - u n organismo privado de financiación de investigaciones de Nueva York- empezó a estudiar la posibilidad de apoyar un programa multidisciplinario, proyecto éste que desempeñó un papel importante en la institucio- nalización de la nueva disciplina (Gardner, 1985, p. 35 ss.). En 1977 empezó a publicarse una revis- ta titulada Cognitive Science. Diez años antes, se había utilizado ya el califica- tivo «cognoscitivo» para re- ferirse a un planteamiento, nuevo por aquel entonces, en el c a m p o de la psicología (Neisser, 1967). En otras dis- ciplinas científicas se siguió el m i s m o camino. Es pues evidente que lo que se ha reunido bajo la rúbrica «ciencias de la cognición» son una serie de disciplinas científicas que ya eran de al- gún m o d o ciencias «cognos- citivas». Es verdad que la intro- ducción de la expresión «ciencias cognoscitivas» no es, en sí mismo, un acontecimiento suficiente- mente importante como para justificar que se e m - piece por ahí la historia de dicho tema. N o hay que creer, sin embargo, que dicho acontecimiento esté desprovisto de interés histórico; ha desempe- ñado un papel importante en la institucionaliza- ción de la nueva disciplina, activando la publica- ción de nuevas revistas, la creación de una asocia- ción profesional, la introducción de programas de estudios superiores en muchas universidades, así c o m o la publicación del primer libro de texto para RICS 115/Mar. 1988 8 Eckart Scheerer estudiantes sobre el tema (Stillings et al., 1987). Puede servir, además, c o m o punto de referencia en una exposición de la historia del movimiento «cognoscitivo» hasta que llegue a cristalizar c o m o una disciplina particular. Es interesante consultar al respecto el Informe del Estado del Comité del Arte sobre las Ciencias Cognoscitivas, informe presentado a la Sloan Foundation el 1.° de octu- bre de 1978 y recogido ulteriormente en la obra de Pylyshyn(1983). Los autores del informe definen las ciencias cognoscitivas c o m o «el estudio de los principios que rigen la interacción entre los seres inteligentes y sus respectivos ambientes». Después amplían esta definición de dos maneras. En primer lugar, por lo que respecta a su extensión: establecen una lista de las diversas disciplinas que forman las ciencias cognoscitivas y determinan sus relacio- nes multidisciplinarias. Dichas disciplinas son la informática, la psicología, la filosofía, la lingüísti- ca, la antropología y las neurociencias. Hasta la fecha aún no se han admitido todos los campos de investigación multidisciplinarios c o m o especiali- dades independientes; son además demasiado nu- merosos c o m o para que podamos dar aquí una lista completa. Baste con decir que entre ellos fi- guran la neuropsicología, la psicolingüística, la fi- losofía de la psicología y la cibernética. La segun- da ampliación de la definición de las ciencias de la cognición hace referencia a la intención, y consis- te en definir un objetivo c o m ú n de investigación: «descubrir cuáles son las capacidades de represen- tación y cálculo de la mente, y c ó m o están repre- sentadas estructural y funcionalmente en el cere- bro». Para alcanzar este objetivo de índole gene- ral, las ciencias cognoscitivas se han impuesto algunas metas de índole m á s específica. Intentan llegar a descripciones abstractas de las capacida- des mentales desde el punto de vista de su estruc- tura, su función y su contenido; estudian la m a n e - ra en que algunos sistemas físicos desempeñan funciones cognoscitivas; intentan describir los procesos mentales que se producen en los siste- mas biológicos; y estudian, por último, los meca- nismos neurológicos que intervienen en la cogni- ción. La teoría computacional de la mente, esquema de las ciencias cognoscitivas El enunciado de los objetivos de las ciencias cog- noscitivas parece a primera vista imparcial, pero si nos fijamos en la terminología utilizada, vere- m o s que se caracteriza por una cierta postura teó- rica. Examinemos, por ejemplo, los términos «re- presentación» y «cálculo». Las representaciones mentales son estados internos de sistemas defini- dos por su referencia semántica a objetos o acon- tecimientos externos. Si queremos explicar la con- ducta de un sistema, hemos de recurrir a represen- taciones mentales; ni la estructura interna del sistema, ni la estructura del medio externo, bastan para ello. H e aquí el «metapostulado de la repre- sentación» (Pylyshyn, 1983) que comparten la mayoría de los partidarios de las ciencias cognos- citivas. El concepto de cálculo o computación es más específico y expresa dos ideas. En primer lu- gar, las representaciones mentales se describen de m o d o puramente formal - y a la vez fisicalista-, esto es, c o m o «expresiones simbólicas» o combi- naciones de determinados estados elementales, discretos, que corresponden a estados físicos del sistema. E n segundo lugar, todas las distinciones semánticas relacionadas con el sistema quedan determinadas específicamente en función de la es- tructura formal y sintáctica de las expresiones simbólicas fundamentales y de sus transformacio- nes (Pylyshyn, 1984, p. 74). E n resumen: la cogni- ción es el manejo de símbolos físicos interpreta- dos semánticamente. En esto consiste, en resumi- das cuentas, la esencia de lo que se ha llamado la «teoría computacional de la mente», expresión que empieza a substituir a otras que aparecieron anteriormente c o m o «teoría de los sistemas de símbolos físicos» o «método del tratamiento de la información». Según la teoría computacional de la mente, hay un nivel de abstracción significativo en el que las mismas generalizaciones científicas pueden aplicarse a sistemas físicos de m u y diversa c o m - posición material, c o m o las computadoras n u m é - ricas y el cerebro de los seres vivos. Se trata del nivel de programas o «software». Todo programa tiene dos aspectos. En primer lugar, tiene una es- tructura algorítmica, un orden puramente formal de transformaciones de símbolos que sirve para la resolución de una tarea determinada. En segundo lugar, presupone una determinada arquitectura funcional del sistema: las actividades elementales de su funcionamiento, su tipo de regulación, su memoria y los tipos de acceso a ésta. La arquitec- tura funcional se establece mediante algún tipo de lenguaje de programación y puede tomar formas m u y diferentes en el m i s m o sistema físico; a la inversa, sistemas físicos diferentes pueden llegar a Contribución a la historia de las ciencias cognoscitivas 9 la misma arquitectura funcional. Por consiguien- te, podemos hacer caso omiso de las propiedades físicas concretas del sistema, su «hardware», y de- cidir que el «software» de sistemas simbólicos es el verdadero objeto del que han de ocuparse las ciencias cognoscitivas. A u n cuando no sea unánimemente aceptada por todos los que están llevando a cabo investiga- ciones en el campo de las ciencias cognoscitivas, la teoría computacional de la mente puede ser considerada hoy en día como la postura «ortodo- xa» respecto al tema, y no faltan buenos motivos para ello: permite unificar de m o d o adecuado va- rias disciplinas anteriormente separadas y reduce su anterior diversidad a una simple división del trabajo.La inteligencia artificial y la «psicología cognoscitiva», por ejemplo, tienen así un objeto común, aun cuando son diferentes por lo que res- pecta a sus metodologías o a los sistemas físicos particulares de que se ocupan. Nacimiento de la psicología cognoscitiva Entre las diversas disciplinas que componen las ciencias cognoscitivas, la psicología ocupa una posición especial, pero un tanto ambigua. Tráta- se, por un lado, de una disciplina en la que la «re- volución cognoscitiva» ha ejercido una profunda influencia, en gran medida, gracias a la aporta- ción de disciplinas vecinas. Pero la psicología cog- noscitiva es, por otro lado, el único elemento que no podría ser separado de la disciplina madre sin destruir a un tiempo la identidad de ésta: «Parece imposible que pueda existir una psicología sin psicología cognoscitiva; ¿en qué consistiría?» (Newell, 1983 a, p. 107). Quiere esto decir que las ciencias de la cognición se organiza en torno a la psicología c o m o disciplina central, o están conde- nadas a seguir siendo para siempre un «mosaico» de especialidades fundamentalmente indepen- dientes caracterizadas por un cierto grado de «compenetración» en el plano teórico. Pero inclu- so en este último caso, la psicología seguiría sien- do indispensable para comprender lo que es la cognición. ¿Puede haber una psicología sin psicología cognoscitiva? H u b o una, desde luego: el conduc- tismo o «behaviorismo», que fue la psicología do- minante en América entre 1930 y 1950. Y al con- ductismo se debe que se haya producido una «re- volución cognoscitiva» en Estados Unidos, pero no en otras partes; la psicología cognoscitiva sur- gió c o m o protesta al conductismo. El objetivo teórico del conductismo era «la predicción y el control de la conducta» (Watson, 1913). El con- ductismo, por lo demás, nunca estuvo m u y unifi- cado, y en la década de los años cuarenta ya estaba definitivamente dividido en varias «escuelas» o «sistemas». Se observó una tendencia general a «completar» la fórmula estímulo-respuesta, pos- tulándose para ello (en particular, entre los llama- dos «neoconductistas») el desarrollo de diversos procesos hipotéticos en el organismo, pero no se trataba de procesos de índole cognoscitiva. En la obra de Hull (1952), Behavior System, por ejem- plo, no hay lugar para la percepción. Se presentan, desde luego, algunos mecanismos, c o m o la antici- pación, que están al servicio de las funciones cog- noscitivas, pero sólo como simples reproduccio- nes internas de respuestas manifiestas o de cone- xiones entre estímulos y respuestas. C a b e mencionar también aquí el conductismo «inten- cionalista» o «cognoscitivo» de Tolman, una es- pecie de mezcla, a decir verdad, de conductismo (en su orientación metodológica) y de psicología de la Gestalt (al menos en lo referente a los su- puestos fundamentales). Pero Tolman nunca con- siguió reunir a un número m u y considerable de partidarios en la corriente neoconductista, y las numerosas controversias con otros conductistas contribuyeron a la ruina del paradigma. Puede decirse que, hacia 1950 aproximada- mente, el neoconductismo había dejado ya de ser un paradigma científico fecundo. La principal ac- tividad de dicha corriente consistía, en aquella época, en controversias interminables sobre pro- blemas mal definidos. Se multiplicaron los proce- sos internos, aun cuando la predicción y el control de la conducta manifiesta siguiera siendo aparen- temente el principal objeto de estudio de todo el movimiento. Había llegado pues, el momento de plantear de m o d o enteramente nuevo los proble- mas. El cambio ocurrió en el seno del propio m o - vimiento, cuando Skinner (1953) pidió, en su aná- lisis de la conducta, que se volviera al estudio ex- clusivo de la conducta manifiesta: Skinner sigue siendo, hoy en día, uno de los principales adversa- rios de las ciencias cognoscitivas (Scheerer, 1983). Pero entonces se descubrió también que los proce- sos internos podrían ser estudiados en sí mismos, y no sólo con miras a perfeccionar la previsión y la regulación de la conducta. Quería esto decir que las categorías psicológicas tradicionales de la cog- nición podían ser utilizadas de nuevo para estruc- 10 Eckart Scheerer '' ": Cm P*i ?»"** * - El espíritu de nuestro tiempo de Raoul Haussmann (1886-1971), artista austríaco y uno de los iniciadores del movimiento dada (19 15-1922) en ZÚric. Musée d'An Moderne, 1919. Derechos reservados. ( 'onlnhución a la historia de las ciencias cognoscitivas 11 turar temáticamente las investigaciones; aun cuando siguiera manteniéndose, durante algún t iempo, una cierta tendencia a mantener u n vínculo entre dichas categorías y las teorías del estímulo-respuesta heredadas de la era conductis- ta. H u b o varios jalones, de todos conocidos, en ese camino. El movimiento « n e w look» puso de relieve el papel que desempeña la motivación en la percepción y dio particular importancia al « m o d o de interacción entre el proceso percepti- vo... y otros tipos de funcionamiento psíquico» (Bruner y Postman, 1949, p . 15). E n su célebre artículo «The Magic N u m b e r Seven», G . A . Mil- ler (1956), hizo resaltar la importancia de la for- mación de unidades superiores y de la elabora- ción activa en la m e m o r i a . E n la obra A Study of Thinking, Bruner, G o o d n o w y Austin (1956), des- cribieron la formación de conceptos c o m o un pro- ceso que depende de diversas estrategias activas del educando. Estos tres resultados se consiguie- ron en Estados Unidos en el marco de actividades de investigación fundamental. Pero la labor pio- nera que realizó Broadbent ( 1958) en el c a m p o de la atención selectiva y de la m e m o r i a a corto plazo se llevó a cabo en el Reino Unido, en el marco de las investigaciones sobre el factor h u m a n o . Suele considerarse que los años transcurridos a mediados de la década de los cincuenta consti- tuyeron el m o m e n t o decisivo en la formación del movimiento de la psicología cognoscitiva. Pero esto sólo es cierto, si se toman en cuenta varios avances efectuados fuera del c a m p o de la psico- logía propiamente dicha; ya que, si bien había en este último, hacia 1956, algunos planteamientos nuevos y prometedores, lo que pudiéramos lla- m a r un paradigma nuevo sólo surgió unos diez años m á s tarde. Recibió entonces el nombre de «psicología cognoscitiva» (Neisser, 1967) o « m o - delo del tratamiento de la información» (Haber, 1969). C o n este nuevo modelo se intentaba se- guir el trayecto y las «vicisitudes» de la informa- ción proporcionada por el estímulo, al ser ésta sometida a diversos tipos de tratamiento. Este nuevo método supo utilizar determinadas activi- dades experimentales, c o m o la fragmentación de los tiempos de respuesta (Sternberg, 1966) o el «enmascaramiento ulterior» (background m a s - king) (Sperling, 1963), que permitían definir eta- pas de ese tratamiento c o m o la codificación o el reconocimiento del estímulo. Considerar los pro- cesos psicológicos c o m o sucesiones de fases de tratamiento fue, y en cierto m o d o sigue siendo, la concepción predominante entre los partidarios del modelo del tratamiento de la información. Puede decirse que el modelo conserva, a este respecto, algunas de las características del neo- conductismo. Pero utiliza un vocabulario teórico distinto, tomado , en parte, de las nuevas discipli- nas que surgieren durante la Segunda Guerra Mundial o inmediatamente después. La primera de esas disciplinas es la teoría m a - temática de la comunicación de Shannon (1948). Esta proporcionó a la psicología u n nuevo tipo de dato numérico (el bit o unidad m í n i m a de la in- formación, uno de los ocho componentes que forman un byte), del que se esperaba m u c h o al principio, ya que gracias a él parecía posible re- solver el viejo problema de c ó m o medir la estruc- tura y el orden. Se descubrió después, sin embar- go, que la utilizaciónde ese tipo de dato en los estudios psicológicos tenía sus límites, sobre todo porque la unidad de medida no podía ser defini- da con independencia del estado del sistema de tratamiento de la información h u m a n a ; los gru- pos sintéticos («chunks») de distintos tamaños sustituyeron entonces a los bits de información (Miller, 1956). A la influencia de la teoría de la información, influencia en este caso m á s durade- ra, se debe también la tendencia de los psicólogos a interpretar teóricamente el sistema cognosciti- vo suponiendo la existencia de «canales de infor- mación» de capacidad limitada, tendencia que se manifestó de m o d o particularmente activo en el c a m p o de la psicología de la atención. Los « m o - delos de capacidad» de la atención que fueron así elaborados están siendo sometidos actualmente a un e x a m e n crítico ( N e u m a n n , 1987). N o hay que olvidar, por último, que la conti- nua utilización del término «información», no en su sentido técnico, sino c o m o concepto central en la psicología cognoscitiva, proviene de esa asi- milación de la teoría de la información por la psi- cología durante la década de los años cincuenta. La influencia de la cibernética en la psicología cognoscitiva es m á s difícil de evaluar. La nueva disciplina, tal y c o m o fue presentada por Wiener (1948). era ya en sí m i s m a una mezcla de ideas heterogéneas; su influencia fue considerable, pe- ro un tanto difusa. U n manual que tuvo bastante éxito, y en el que se presentaba la psicología de acuerdo con el modelo del «tratamiento de la in- formación» (Lindsay y N o r m a n , 1972), utiliza «la terminología de la cibernética en el sentido que Wiener le dio... casi en cada página», pero «sin que se hable para nada de Wiener , ni de la 12 Eckart Scheerer cibernética» (Eden, 1983, p. 425). Cabe señalar, empero, una influencia algo más concreta: la asi- milación de conceptos tomados de la teoría de la regulación, como el de regulación jerárquica y el de circuito de retroalimentación. En el ámbito de la psicología estadounidense, la contribución más seria al respecto fue la de Miller, Galanter y Pribram (1960), que propusieron que se sustitu- yera la interpretación tradicional (que utiliza se- ries de estímulos y respuestas) por una nueva unidad funcional o T O T E (test-operate-test-exit). La unidad T O T E no representaba únicamente una protesta contra el conductismo; podía ser vista además c o m o una crítica (profética en aquella época) del tratamiento de la información entendido como sucesión lineal de fases. Desde un punto de vista teórico distinto, Neisser (1976) volvió a hacer el m i s m o tipo de crítica, sin que pueda decirse que el problema haya quedado de- finitivamente resuelto hoy en día. Hay que mencionar, por último, la influencia de una disciplina en gestación: la de la inteligen- cia artificial. La evolución d e la inteligencia artificial La inteligencia artificial, c o m o disciplina, forma desde luego parte de la informática; pero no se trata de simples sinónimos. El concepto apareció en 1956, durante una «reunión de trabajo de dos meses, en la que participaron diez investigado- res, dedicada al estudio de la inteligencia artifi- cial», reunión que se celebró en el Darmouth C o - llege (New Hampshire, Estados Unidos) y en la que se partió de la hipótesis de que «todo aspecto del aprendizaje, o cualquier otra característica de la inteligencia, puede ser descrito de m o d o sufi- cientemente preciso c o m o para que una máquina sea capaz de simularlo» (McCorduck, 1979, p. 93). Las primeras computadoras con programa fueron construidas durante la Segunda Guerra Mundial. La prioridad al respecto le corresponde al ingeniero alemán Konrad Zuse. En 1941, Zuse fabricó su primera «calculadora dirigida con arreglo a un plan». En 1945 elaboró un lenguaje de programación evolucionado (el «cálculo de planificación»; Zuse, 1949); y m u c h o antes ya había llegado a una concepción clara de lo que se llamó ulteriormente la «inteligencia artificial», que es lo que él m i s m o llamó «lógica matemática aplicada» (Zuse, 1984). Su labor se vio, sin e m - bargo, interrumpida a causa de la situación que imperó en su país al final de la guerra y durante el período de la postguerra y puede pues decirse que, por lo que respecta al progreso del estudio de la inteligencia artificial en el plano internacio- nal, el impulso decisivo vino del Reino Unido y de Estados Unidos. La informática y la inteligencia artificial de- ben dos conceptos importantes al matemático in- glés Alan Turing. En primer lugar, la prueba (Tu- ring, 1936) de que una máquina hipotética podría calcular todas las funciones que sea con- cebible calcular. La máquina de Turing (como fue llamada más tarde) consiste en una unidad de control capaz de adoptar un número finito de es- tados, una cinta (cuya longitud es en principio in- finita) dividida en casillas que llevan cada una un símbolo tomado de un conjunto finito de sím- bolos, y una unidad de lectura y escritura. E n se- gundo lugar, Turing (1950) propuso que la res- puesta a la pregunta: «¿Pueden pensar las máquinas?» fuera afirmativa cuando el interro- gador, al comunicar con una máquina y con un ser h u m a n o por medio de un teletipo, fuera inca- paz de determinar cuándo estaba comunicando con el ser humano y cuándo estaba comunicando con la máquina. El «test de Turing» ha servido durante mucho tiempo de principio rector en la simulación de procesos mentales mediante computadora, aun cuando hoy se considere ina- decuado. John von N e u m a n n , hacia 1945 (Goldstine, 1972), hizo una contribución importante en el di- seño lógico de las computadoras. La «máquina de N e u m a n n » funciona con arreglo a dos princi- pios. En primer lugar, la noción de programa al- macenado: instrucciones y datos se almacenan juntos en un solo medio. En segundo lugar, la eje- cución secuencial de las instrucciones, realizada por un contador de programa con capacidad de aumento automático. Con la construcción de computadoras con arreglo al modelo de von N e u - m a n n , quedó preparado el terreno para la apari- ción de la inteligencia artificial. Quedaba, sin embargo, un obstáculo: los pro- gramas de computadora tenían que estar escritos en «código de máquina», esto es, en forma de nú- meros directamente relacionados con el «hard- ware» de la máquina. La misma idea que permi- tió la elaboración de lenguajes de programación evolucionados iba a permitir la elaboración del concepto de inteligencia artificial: las computa- Contribución a la historia de las ciencias cognoscitivas 13 Grabado de Jean-Jacques Boissard (1533-1598). coi. Vioiiei. doras no han de limitarse forzosamente al m a n e - jo de cifras, pueden también efectuar tareas no numéricas; y pueden ser concebidas de tal m o d o que comprendan, por lo m e n o s , u n subconjunto de un lenguaje natural (Hooper, 1981, p. 16; véanse también las entrevistas con Newell y Si- m o n en M c C o r d u c k , 1979). A m b a s innovaciones coincidieron también desde el punto de vista cro- nológico: hacia 1955, en I B M , el equipo de inves- tigadores que estaba elaborando F O R T R A N y un investigador que se ocupaba de un programa que permitiera a la computadora jugar al ajedrez te- nían que repartirse el tiempo de utilización de la m i s m a computadora... (McCordyck, 1979, p . 158). Puede decirse que la inteligencia artificial es- taba ya en gestación a partir del m o m e n t o en que se comprendió que «puede verse una computa- dora c o m o un dispositivo para el tratamiento de información, y no sólo de cifras» (Simon, en M c C o r d u c k , 1979, p. 127). Pero si resumir el na- cimiento de la inteligencia artificial es tarea fácil, su evolución ulterior es tan enormemente c o m - pleja, que es prácticamente imposible presentarla de m o d o sucinto. Newell (1983b), por ejemplo, ha señalado no m e n o s de 30 problemassujetos a controversias en la historia intelectual de la inte- ligencia artificial, m u c h o s de los cuales todavía no han sido resueltos. La historia de la inteligencia artificial puede abordarse de dos m o d o s : ya sea insistiendo en la continuidad, ya sea haciendo hincapié en las rup- turas. E n la primera versión, tal y c o m o ha sido presentada por de M e y ( 1982) a partir de una cla- sificación anterior de Michie (1974), se divide la historia de la inteligencia artificial en cuatro fa- ses: monádica, estructural, contextual y cognosci- tiva. El mejor ejemplo para comprender el signi- ficado de cada una de estas fases, nos lo dará la labor efectuada sobre la traducción automática y 14 Eckart Scheerer la comprensión de las lenguas naturales. La fase monádica corresponde a la traducción literal, pa- labra por palabra: se ve en cada palabra una uni- dad completa. En la fase estructural se introdujo el análisis sintáctico, pero se seguía considerando cada oración como una unidad independiente. Se entró en la fase contextual cuando empezaron a utilizarse los contextos lingüísticos, semánticos o pragmáticos de las oraciones para eliminar la ambigüedad de las palabras contenidas en dichas oraciones. En esta fase, sin embargo, el contexto está todavía estrechamente vinculado con la si- tuación y ha de ser percibido por el sistema al mismo tiempo que la señal. En la fase cognosciti- va «el contexto pasa a ser algo que suministra el receptor», es esencialmente un «conocimiento mundial» que permite al sistema descubrir cuáles son los elementos contextúales congruentes con los conocimientos del sistema (de M e y , 1982, p. 15). Las formas típicas de conocimiento del m u n d o son las estructuras (frames) (Minsky, 1975) y los guiones (scripts) (Schank y Abelson, 1977). A m b o s conceptos se refieren a un conoci- miento de situaciones estereotipadas, pero la es- tructura se refiere más específicamente a los ele- mentos objetivos de una situación (como la disposición espacial de un consultorio médico), mientras que el guión se refiere sobre todo a sus aspectos sociales y a su organización cronológica (ir, por ejemplo, a visitar a un médico). Cabe, sin embargo, preguntarse si la fase cog- noscitiva es efectivamente la conclusión o remate de un desenvolvimiento continuo en el campo de la inteligencia artificial, o si no es, m á s bien, la manifestación de un cambio de paradigna que se produjo entre 1965 y 1980 aproximadamente e introdujo una ruptura en la historia de la disci- plina. Este cambio de paradigma tiene muchas dimensiones; sólo vamos a mencionar aquí las más importantes. U n o de los cambios se produjo en la dimensión de las relaciones entre lo general y lo específico. Los primeros programas de inteli- gencia artificial fueron concebidos c o m o m o d e - los generales de las aptitudes cognoscitivas hu- manas superiores (el General Problem Solver de Newell, Shaw y Simon, 1958, por ejemplo); los autores consideraron c o m o prototipos al respecto la capacidad de jugar al ajedrez y de probar un teorema. Los programas, hoy en día, suelen estar íntimamente vinculados con el contenido: son «sistemas expertos». En segundo lugar, hubo un cambio en la dimensión de las relaciones entre indagación y conocimiento. Habida cuenta de las limitaciones tanto de la velocidad de tratamiento c o m o de lo que podía ser almacenado en la m e - moria, los primeros programas estaban encami- nados a descubrir procedimientos eficaces, en muchos casos de índole heurística. Hoy en día se da más importancia a las estructuras de datos y a su utilización en la representación del conoci- miento. Por último, la inteligencia artificial ha oscilado siempre entre definirse como investiga- ción pura o como ciencia aplicada, hoy en día tiende a prevalecer el aspecto técnico; se ha pasa- do de los «juegos» a los trabajos reales. Si bien es verdad que la actividad acabará tal vez por lla- marse en el futuro «ingeniería del conocimiento» en vez de «inteligencia artificial», todavía no se ha abandonado enteramente la aspiración a lo general. Elucidar la «arquitectura de la cogni- ción» (Anderson, 1983) sigue siendo un objetivo de investigación perfectamente legítimo, c o m o lo era el estudio de la «resolución de problemas hu- manos» (Newell y Simon, 1972) hace diez años. La inteligencia artificial c o m o elemento d e una red multidisciplinaria J. R . Anderson, el autor de The Architecture of Cognition, es psicólogo experimental que, en su labor de investigación, combina el trabajo de psi- cólogo con el de especialista de la inteligencia arti- ficial. Esto no es extraño, ya que las relaciones entre la psicología y la inteligencia artificial fue- ron m u y estrechas desde el primer momen to . U n o de los primeros artículos de los iniciadores de la inteligencia artificial fue publicado en una de las más importantes revistas de psicología (Newell, Shaw y Simon, 1958). Pero si ha habido intercam- bio de ideas entre ambos campos, justo es recono- cer que la influencia m á s considerable ha sido la ejercida por la inteligencia artificial en la psicolo- gía. Influencia que no ha sido, empero, unilateral o continua; y conviene distinguir entre los diver- sos senderos que ha seguido la metáfora de la computadora como modelo de los procesos m e n - tales. Al principio se dio especial importancia al hardware, y se insistió en sus semejanzas con el cerebro. D e hecho, la realización y el perfecciona- miento de las computadoras numéricas partió de analogías con el sistema nervioso, y John von N e u m a n n solía hablar de «órganos» para referirse a los componentes de las computadoras (Goldsti- Contribución a la historia de las ciencias cognoscitivas 15 Estallido de una cabeza rafaelesca ( 1951 ) de Salvador Dalí. © A D A G P París, 16 Eckart Scheerer ne, 1972). La idea popular de la computadora co- m o «cerebro electrónico» viene, claro está, de ese tipo de enfoque. Con la llegada de los lenguajes de programación evolucionados y de la inteligencia artificial, las comparaciones con el hardware e m - pezaron a tener m e n o s aceptación. Neisser (1967), por ejemplo, dejó bien sentado que cuan- do se refería a la simulación por computadora de los procesos mentales, lo que le interesaba no era la computadora c o m o sistema físico, sino los pro- gramas de computadora. D e un estudio m á s aten- to de los textos de le época se desprende, empero, que muchas consideraciones teóricas seguían efectuándose en función de las limitaciones im- puestas por el hardware. M á s concretamente, se reprodujo en modelos (en forma de histogramas) del tratamiento de la información humana la ar- quitectura característica de una máquina de von N e u m a n n (unidades de control, almacenamiento, entrada y salida), su m o d o de funcionamiento en orden consecutivo y sus limitaciones de capaci- dad. Las innovaciones en el campo de la dotación lógica de computadoras contribuyeron poderosa- mente a que se pasara, en el «modelo modal» del tratamiento de la información humana , de con- ceptos de capacidad limitada y tratamiento con arreglo a un orden consecutivo a conceptos de tra- tamiento paralelo y de capacidad ilimitada. Y así se llegó a la conclusión de que convenía que se hicieran comparaciones no ya con la estructura física de la computadora, sino con su arquitectura funcional, tal y c o m o quedaba determinada por condiciones del software, c o m o el sistema de fun- cionamiento y el lenguaje de programación. M á s recientemente, la idea de una organización « m o - dular» de la mente (Fodor, 1983) ha sido acogida con gran interés. Los módulos poseen componen- tes del funcionamiento automático del sistema y poseen, aunque no tengan necesidad, una correla- ción física real en el cerebro. A la postre, la analo- gía del hardware nunca fue enteramente abando- nada, y su grado de validez continúa siendo un tema de discusión importante. La mayorparte de los investigadores que tra- bajan en el campo de las ciencias de la cognición prefieren estudiar, sin embargo, las analogías del software entre las computadoras y la mente hu- mana . Esto se hace, a veces, en un plano que po- dríamos llamar «molecular»; es el plano relacio- nado con las operaciones elementales que se efec- túan en un lenguaje de programación evo- lucionado determinado y con su m o d o de organi- zación en los programas. Se suele considerar, por ejemplo, que los programas de tratamiento por lis- tas (como LISP) son los más apropiados para los programas de inteligencia artificial con aplicacio- nes en el campo de la psicología, ya que permiten la definición de reglas de producción compuestas de condición y acción, y su disposición en sistemas de producción organizados jerárquicamente. La idea básica en este caso es que «la organización efectiva de los programas humanos es sumamente parecida a la organización del sistema de produc- ciones» (Newell y Simon, 1972, p. 804; véase tam- bién Anderson, 1983). En el plano molecular, el lenguaje de progra- mación ya no es pertinente y la comparación entre la computadora y la mente se centra en determi- nadas características abstractas de ambas. Duran- te la primera fase de la inteligencia artificial, se dio especial atención a los procedimientos o m é - todos c o m o el análisis de medios y fines en la solu- ción de problemas. H o y en día se ha producido un cambio al respecto, y se da particular importancia a las estructuras de representación y conocimien- to, en muchos casos con una cierta orientación «holística» c o m o en el caso de los conceptos de «estructura» y «guión» anteriormente menciona- dos. C o m o es imposible separar totalmente repre- sentación y tratamiento, la introducción de esque- mas de representación holísticos ha favorecido la idea, que tiene gran aceptación actualmente, de un tratamiento de arriba abajo (top-down proces- sing) opuesto al tratamiento de abajo arriba (bot- tom-up) o inducido por los datos mismos. El que algunos de los conceptos fundamentales de las teorías antimecanicistas en el campo de la psico- logía, c o m o la psicología de la Gestalt, hayan ga- nado de nuevo una especie de respetabilidad cien- tífica gracias a la inteligencia artificial -empresa cuyo fundamento es por fuerza mecanicista- es una de las mayores ironías de la historia de la ciencia. La inteligencia artificial y la psicología han es- tablecido una alianza sin ocuparse demasiado de problemas filosóficos, pero es evidente que los problemas relacionados con la «mecanización de los procesos del pensamiento» tienen una dimen- sión filosófica. Son, pues, uno de los temas impor- tantes -aunque no sea desde luego el único- de que se ocupa la filosofía de la mente actual, que es una de las disciplinas fundamentales de las cien- cias cognoscitivas. En Estados Unidos, la historia de la filosofía ha seguido una evolución semejante a la de la psicología. La influencia predominante del conductismo se ha ejercido en uno y otro cam- Contribución a la historia de las ciencias cognoscitivas 17 po. Filósofos c o m o Pu tnam (1960) y Fodor (1965), acabaron con el reino del conductismo y propusieron un método llamado «funcionalis- m o » ; según dicho enfoque, los estados mentales son funcionales, esto es, quedan definidos por la función que desempeñan en el sistema cognosciti- vo. A u n cuando los estados mentales se obtienen por algunos sistemas físicos, no es posible reducir- los a estados fisiológicos, porque a cada estado mental, si se define éste en términos funcionales, corresponde una gran variedad de estados fisioló- gicos. Por otro lado, toda descripción de la con- ducta de un sistema cognoscitivo que introduzca relaciones de causalidad debe forzosamente refe- rirse a estados mentales, ya que la conducta es en principio independiente del estímulo; esto es, no es posible expresar, en términos puramente físi- cos, cuales son los parámetros pertinentes que de- terminan la conducta en una situación dada. El funcionalismo es la plataforma filosófica de los partidarios de la teoría de la mente c o m o computadora: estos suelen escoger favorablemen- te, por regla general, la idea de una inteligencia artificial «fuerte», o sea la afirmación según la cual una computadora programada tiene efectiva- mente estados mentales. Esta idea ha sido critica- da por Searle (1980), que considera que los esta- dos mentales sólo pueden ser producidos por un sistema vivo y son una función de las propiedades bioquímicas del cerebro. Anteriormente Dreyfus (1972). había sostenido, desde un punto de vista filosófico fenomenológico. que las características esenciales de la experiencia humana no pueden ser captadas por modelos formales del tipo de la inteligencia artificial, porque se arraigan en la ex- periencia corporal y en tradiciones sociales sin ex- presión verbal. La crítica no fue tomada m u y en serio por los especialistas de la inteligencia artifi- cial, tal vez porque se rechazaba totalmente ese tipo de orientación filosófica. Pero los problemas planteados por la inteligencia artificial no dejarán de interesar a los filósofos. Difícilmente podría concebirse el nacimiento de un movimiento c o m o el de las ciencias cognos- citivas sin la contribución de la lingüística genera- tiva. Cabe distinguir tres fases al respecto. La pri- mera fue la reseña que hizo Chomsky (1959) de una obra de Skinner. I 'erbal Behavior, reseña que representó un hito en la refutación del conductis- m o , tanto en el campo de la lingüística c o m o en el de la psicología. En segundo lugar, en su obra so- bre la teoría sintáctica (Chomsky, 1965), este au- tor adoptó un punto de vista en el que se hacía claramente hincapié en la computación, y en par- ticular en las operaciones formales definidas en las representaciones; su teoría proporcionó a los investigadores de la fase «contextual» de la inteli- gencia artificial modelos eficaces para la solución de sus problemas. E n la década de los años seten- ta, sin embargo, la lingüística chomskyana y la in- teligencia artificial tomaron caminos distintos por motivos de diversa índole. U n o de ellos fue la distinción entre dos aspectos del lenguaje: la c o m - petencia y la ejecución (performance). Los espe- cialistas de la inteligencia artificial se ocupan de la ejecución, y los lingüistas de la competencia. Añádase a esto la tendencia, entre los lingüistas, a separar la sintaxis de la semántica y a dar m á s importancia a la sintaxis que a la semántica, mientras que en las investigaciones sobre la simu- lación del tratamiento de los lenguajes naturales resultaba imposible mantener la dicotomía sinta- xis/semántica. H u b o también, por último, una evolución de Chomsky que le llevó a una concep- ción biológica, m á s bien relacionada con el hard- ware de la «facultad del lenguaje», concepción que sólo pueden aceptar los que creen en la « m o - dularidad de la mente». La aplicación de la infor- mática al estudio de los lenguajes sigue dando pruebas de su vitalidad hoy en día, pero ya no es una simple consecuencia o aplicación de la lin- güística generativa. Planteamientos biológicos en las ciencias de la cognición E n la teoría de la mente c o m o computadora se mantiene una posición un tanto paradójica en lo referente a las posibilidades de aplicación, de las neurociencias en la ciencia de la cognición, ya que se trata de una posición en la que se combinan el fisicalismo y el mentalismo. La teoría acepta el fisicalismo en la medida en que da por sentado que el manejo de símbolos se efectúa por medios puramente físicos. Es además mentalista en la medida en que da también por sentado que el m a - nejo de símbolos no puede ser explicado desde un punto de vista puramente físico sino sólo si se le refiere a estados mentales definidos desde un punto de vista semántico. N o hay que olvidar, sin embargo, que las neurociencias y las cienciasde la cognición se sitúan en niveles de explicación dife- rentes (físico en un caso, y simbólico y semántico en el otro), y que no es menester disponer de un conocimiento del sistema nervioso (ni de lo que 18 Eckart Scheerer son las microplaquetas de semiconductores) para poder explicar las ciencias cognoscitivas, a menos que se dé especial atención a la «transduction», o sea a la transformación de magnitudes físicas en símbolos (Pylyshyn, 1984). Hay que señalar que, por lo que respecta a las relaciones con las neurociencias, no todos los es- pecialistas de las ciencias de la cognición son de ese parecer. Son cada vez m á s numerosos los in- vestigadores que intentan presentar los procesos mentales utilizando un vocabulario teórico en el que quedan plasmadas las propiedades esenciales del substrato neurónico de la mente. Dicha ten- dencia no la encontramos sólo entre los neurofi- siólogos, sino también entre especialistas de la in- teligencia artificial, psicólogos y filósofos. Tene- m o s pues una neurobiología cognoscitiva, una neuropsicología cognoscitiva, y hasta una neuro- filosofía (Churchland, 1986). La evolución no ha sido exactamente la misma en el c a m p o de las neurociencias cognoscitivas y en el de la informática. H u b o desde luego elemen- tos comunes en los primeros tiempos, c o m o el ar- tículo de McCulloch y Pitts (1943) en el que se aplicó la lógica simbólica al análisis de las redes neurónicas, artículo que desempeñó un papel im- portante en la historia de las computadoras n u m é - ricas. Pero el sendero se bifurcó en la década de los años cincuenta. Cuando se estaba elaborando el modelo clásico de la inteligencia artificial, Frank Rosenblatt ideó los llamados «perceptro- nes», que son redes de tipo neurónico autoorgani- zadas, capaces en principio de actividades de re- conocimiento de configuraciones y de abstracción (Rosenblatt, 1962). Las investigaciones sobre las posibilidades de los perceptrones cesaron cuando Minsky y Papert (1969) demostraron que no eran capaces de hacer todo lo que su inventor esperaba de ellos. Los perceptrones estaban compuestos de elementos semejantes a neuronas que funciona- ban de forma paralela; tras la fase inicial, en la que la conexión entre los elementos se hacía al azar, eran capaces de autoorganizarse en redes es- tables. Algunos adelantos en la concepción de computadoras (computación paralela, redes de computadora descentralizadas) han vuelto a sus- citar interés, últimamente, por las ideas en que se basan los perceptrones, y han llevado a la elabora- ción de un nuevo paradigma, el «nuevo conexio- nismo» o método del «tratamiento de distribu- ción paralela». H o y , el «tratamiento de distribu- ción paralela» (Rumehalt et al., 1986) es una de las principales soluciones alternativas al paradig- m a clásico de la inteligencia artificial, centrado en la utilización de los símbolos. Sus partidarios se ocupan actualmente de la exploración de la «mi- croestructura de la cognición», de la estructura in- terna de logros cognoscitivos c o m o el reconoci- miento de las palabras. U n a perspectiva biológica de la cognición no implica necesariamente dar una importancia ex- clusiva al estudio del cerebro. También significa que el organismo y el medio ambiente forman un sistema ecológico unitario, donde el organismo capta directamente la información ambiental per- tinente para su conducta. Esta idea proviene de la obra de J.J. Gibson (1950; 1979). El realismo eco- lógico, c o m o se llama hoy en día a ese enfoque, afirma que «las propiedades conexas del organis- m o y del medio ambiente», en cuanto situaciones objetivas, son los únicos objetos de la percepción; rechaza toda explicación de la cognición en fun- ción de estados neurónicos o mentales, así c o m o la metáfora de la mente computadora (Turvey y Carello, 1981). El realismo ecológico acepta el fi- sicalismo, pero no en el sentido que da al término la teoría de la mente c o m o computadora; en su lugar intenta elaborar una «física ecológica» ca- paz de describir el medio físico en función de in- variantes que determinan actividades específicas potenciales del organismo. El estudio del organis- m o tiende a efectuarse también con modelos físi- cos, pero las teorías utilizadas en este caso son la mecánica estadística y la termodinámica de los fenómenos irreversibles, teorías por las que se han interesado también los partidarios del método del «tratamiento de distribución paralela». Conclusión ¿Tienen las ciencias cognoscitivas una plataforma teórica unitaria? La respuesta es negativa, pese a lo que pretenden los partidarios de la metáfora de la computadora. Quizá no sea oportuno buscar la unificación teórica. Tal vez sea el campo de la cognición tan heterogéneo que se necesite en él un cierto grado de pluralismo teórico. El que esto es- cribe es del parecer que los paradigmas existentes pueden m u y bien repartirse el campo de estudio. Los procesos sensoriomotores pueden dejarse al realismo ecológico, mientras que los procesos simbólicos en sentido estricto (el lenguaje articu- lado sonoro y la palabra interior, y también por lo tanto una parte m u y considerable de los procesos del pensamiento) pueden seguir siendo el campo Contribución a la historia de las ciencias cognoscitivas 19 de aplicación específico del modelo de la «mente c o m o computadora». El tratamiento de distribu- ción paralela se ocuparía de la microestructura de la cognición, sin que se excluya con esto el manejo de símbolos c o m o nivel de análisis enteramente legítimo en las ciencias de la cognición. La defini- ción de los pormenores de u n compromiso cientí- fico de esa índole, junto con la eventual demostra- ción de si es factible o no en la práctica, son dos tareas importantes para el futuro. N o hay que olvidar, sin embargo, que los para- digmas actuales de las ciencias cognoscitivas no constituyen m u n d o s completos o «cerrados». La cognición es u n viejo tema en la historia del pen- samiento, y el que haya tenido que ser descubierto de nuevo es un fenómeno típicamente estadouni- dense, una consecuencia del nacimiento del con- ductismo y del papel predominante que ha de- sempeñado. L a psicología europea había creado toda una serie de modelos en el c a m p o de la cogni- ción, c o m o la epistemología genética de Piaget, el método históricocultural de Vygotsky y de sus discípulos en la Unión Soviética, o la psicología de la Gestalt de Köhler, Wertheimer y Koffka. A decir verdad, la perspectiva cognoscitiva en psi- cología fue propuesta por vez primera por Otto Selz (1922), en cuya obra puede encontrarse tam- bién la anticipación de muchos principios del m o - delo de la «mente c o m o computadora». H o y las ciencias de la cognición han asimilado algunas de las ideas de las corrientes y tradiciones no conduc- tistas en el c a m p o de la psicología, pero quedan sin duda alguna muchas m á s que merecerían vol- ver a ser examinadas de nuevo. E n términos gene- rales, puede decirse que conviene que las diversas disciplinas que constituyen las ciencias de la cog- nición se resistan a la dominación completa del movimiento de la inteligencia artificial. Al fin y al cabo, la inteligencia artificial sólo es inteligente en la medida en que efectúa una simulación de la inteligencia natural; los principios de la inteligen- cia natural deben pues, ser estudiados en sí mis- m o s : esto también beneficiaría a la inteligencia ar- tificial. U n a observación m á s a m o d o de conclusión. El análisis de este artículo se ha centrado en la historia intelectual, pero éste es sólo uno de los aspectos de la cuestión. Si se la compara con la psicología, con la lingüística, o con otras discipli- nas de las ciencias de la cognición, la inteligencia artificial es lo que se suele llamar una «ciencia fuerte»: pone en juego gastos e inversiones enor- m e s en calidad de material y personal utilizado. D e hecho, las investigacionesen el c a m p o de la inteligencia artificial han estado financiadas des- de el primer m o m e n t o por el complejo militar- industrial, y algunas discontinuidades en su desa- rrollo sólo pueden explicarse si se recuerda que se han invertido fondos para la investigación en de- terminados proyectos, y que ese financiamiento ha cesado cuando los resultados no estaban a la altura de lo que esperaban los patrocinadores. Las investigaciones en el c a m p o de la inteligencia arti- ficial sólo se llevan a cabo en los países m á s desa- rrollados. Si no se crean las condiciones que per- mitan una ampliación de su base geográfica y po- lítica, la inteligencia artificial sólo servirá para reforzar el dominio de unos cuantos países sobre el resto del m u n d o . Los especialistas de las cien- cias de la cognición no deben perder nunca de vis- ta el problema de las repercusiones de su trabajo. También puede decirse pues, que, en este sentido, la inteligencia artificial ha de llegar a ser domina- da por la inteligencia natural. Traducido del inglés 20 Eckart Scheerer Bibliografía A N D E R S O N , J.R. (1983). The architecture of cognition. Cambridge, Mass.: Harvard University Press. B R O A D B E N T , D.E. (1958). Perception and communication. Londres: Pergamon Press. BRUNER, J.S.; G O O D N O W , J.J.; AUSTIN, G . A . (1956). A estudy of thinking. Nueva York: Wiley. BRUNER, J.S.; POSTMAN, L. (1949). «Perception, cognition and behavior». Journal of Personality, 18, 49-31. C H O M S K Y , N . 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Las ciencias cognoscitivas y la educación1 Robert Glaser Introducción La educación debe responder al desafío de ense- ñar con éxito a todos los niños matriculados en los sistemas educativos. En la actualidad, debemos lograr que todos los alumnos alcancen unos nive- les de rendimiento educativo que antes se consi- deraban privativos de un grupo reducido de la po- blación. Este nuevo desafío requiere una investi- gación constante del proceso docente-discente porque las teorías y las prác- ticas que hemos heredado no son adecuadas para las ta- reas que hay que resolver. En efecto, nuestras teorías de la instrucción y nuestras prác- ticas escolares, desarrolladas en una época en que el prin- cipio organizador era la se- lección más que la instruc- ción, no se ajustan ya a los requisitos actuales. Necesi- tamos una base teórica más sólida para educar a un nú- mero mucho mayor de alum- nos y llevarlos más lejos que nunca, con arreglo a las exigencias de la sociedad moderna. La base de los conocimientos que se aplica a la educación es heterogénea y tiene su origen en m u - chas ciencias y disciplinas. Las ciencias cognosci- tivas que efectúan progresos estimables en las es- feras relativas a la educación, se pueden conside- rar c o m o una amplia federación de antiguas disciplinas (psicología, lingüística, informática) relacionadas todas con aspectos del funciona- miento mental humano . Las ciencias cognosciti- vas proporcionan una reconceptualización de la Robert Glaser es catedrático de psicología y educación en la Universidad de Pittsburg, y Director del Learning Research and Deve- lopment Centre ( L R D C ) , en la misma Uni- versidad, Pittsburg, Pennsylvania 15260, 0001, E E . U U . H a publicado algunos libros, entre ellos Cognitive Psychology and Instruc- tion (1978) y muchos artículos. H a recibido numerosos premios y distinciones profesio- nales, particularmente la de Doctor honoris causa por las Universidades de Indiana (1984) y Göteborg. Suecia (1985). naturaleza del proceso de aprendizaje y unos en- foques nuevos de la investigación del mismo. Se dispone ahora de métodos complejos para inferir los procesos mentales a partir de datos empíricos; al mi smo tiempo, el desarrollo de la teoría del pro- cesamiento de datos proporciona un instrumento nuevo e importante para la construcción de la teo- ría en la esfera de unos procesos intelectuales complejos. Los progresos efectuados en estos á m - bitos nos han permitido profundizar en la c o m - prensión científica del rendi- miento en tareas complejas de raciocinio y los procesos en virtud de los cuales se pueden comprender y adqui- rir las calificaciones prácti- cas, ya se trate de la lectura, de las matemáticas, de la es- critura o de dominios técni- cos especializados. En el último decenio, los especialistas de las ciencias de la cognición que se ocu- pan de problemas docentes han adoptado una posición firme en materia de investi- gación de los problemas de la complejidad del m u n d o real. El hecho de abordar científicamente los problemas reales del aprendizaje y la instruc- ción ha borrado los límites entre investigación bá- sica y aplicada, con ventajas para ambas. Muchos especialistas que se ocupan de estudiar el aprendi- zaje y la instrucción esperan que se llegue, tam- bién en materia de educación, a considerar que la investigación fundamental es indispensable para la práctica y la innovación. Por ejemplo, las investigaciones que se reali- zan en materia de aprendizaje de la lectura, las RICS 115/Mar. 1988 24 Roben Glaser matemáticas, la escritura y las ciencias exactas y naturales, ponen de manifiesto que, además de dominar los conocimientos y capacidades prácti- cas de su materia, el maestro o el profesor deben poseer un amplio conocimiento del proceso de aprendizaje. Los estudiantes llegan al aprendizaje dotados de estrategias, creencias y formas inge- nuas del conocimiento que influyen en la manera que tienen de incorporar el conocimiento impar- tido en la instrucción. H a y que modificar las ac- tuales estructuras del conocimiento, o cambiarlas, para que se produzca un nuevo aprendizaje. Las investigaciones modernas en materia de aprendi- zaje temático han puesto de manifiesto la existen- cia de numerosas fases intermedias del aprendiza- je, esenciales y definibles desde el rendimiento inicial hasta alcanzar un rendimiento competente y experto en una materia determinada (Glaser, 1982). Para que la instrucción logre unos resulta- dos concretos, tiene que abarcar los bloqueos del aprendizaje que son inherentes a los conocimien- tos actuales del alumno y las indicaciones apro- piadas del desarrollo de las capacidades a lo largo del aprendizaje. Dos son los ámbitos de la investigación que mejor revelan los avances en curso de la interrela- ción de las ciencias cognoscitivas con la educa- ción. El primero, en el que se ha progresado de m a - nera reconocida por todos, es el del análisis de las competencias (conocimientos y capacidades prác- ticas) que se adquieren en los distintos sectores temáticos. El segundo procede de una investiga- ción más reciente sobre la naturaleza de los enfo- ques técnicos de las condiciones y actividades es- pecíficas del aprendizaje y las intervenciones de instrucción. (También cabría citar el interés cada vez mayor que merecen los modelos cognosciti- vos propios de la actuación del maestro en las au- las.) C o n respecto a estos dos sectores, el análisis de las competencias y el estudio del aprendizaje, cabe señalar que los trabajos de psicología de la cognición se centraron primordialmente en el análisis del rendimiento h u m a n o y la competen- cia en fases específicas m á s que en la manera de adquirir ese rendimiento y desarrollar esas fases. (Cabe señalar la diferencia con la teoría conduc- tista que dominaba en las décadas de 1950 y 1960: en esa época, los psicólogos se interesaban sobre todo por los fenómenos vinculados con el apren- dizaje y carecían de la capacidad teórica necesaria para analizar con detalle los problemas de rendi- miento que implican la actividad mental h u m a n a y los logros cognoscitivos.) E n el libro de Alan Newell y Hubert Simon Human Problem Solving (1972) se puede ver con claridad la importancia que se atribuye al rendi- miento. En el capítulo titulado «Emphasis on Per- fomance» se lee (cita libre): «En cuanto a la di- mensión rendimiento-aprendizaje-desarrollo, la importancia que atribuimos al rendimiento repre- senta una cuestión científica de fondo... la índole del sistema de procesamiento de datos en que lle- gue a convertirse un individuo determinado de- penderá íntimamente de su manera de desarro- llarse... Sin olvidar esto, debemos decir que tene- m o s una visión m u y rudimentaria de la naturaleza final del sistema... El estudio del aprendizaje se subordina a la naturaleza del siste- m a de rendimiento. Si no se comprende bien el rendimiento, resulta prematuro estudiar el apren- dizaje... [y] pensamos que en el estadio actual hay que dar la prioridad al estudio del rendimiento, aunque sin descartar del todo la estrategia. El aprendizaje y el desarrollo deben ser incorpora- dos más adelante, en formas integradas, en una teoría m á s completa y fiel a los métodos humanos de procesamiento de la información que surgirán en el desarrollo de nuestra ciencia» (pp. 7-8). Se trata de una caracterización fiel del desarrollo de las ciencias de la cognición y la psicología del co- nocimiento en los
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