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INTENTOS SUICIDAS Y AUTOAGRESIONES EN ADOLESCENTES DE LA 
CIUDAD DE SANTIAGO 
 
Martínez-Conde, Begoña (2);Bustamante, Francisco (1,2); Zúñiga, Paula (1); 
Larraín, María de los Ángeles (1); Lagos, Ximena (3); Salinas, Mauricio (4); Cox, 
Bárbara (2); Berguecio, Macarena (2); Serani, Inés (2); Pérez-Barros, Ignacia (2); 
Ruiz, Cecilia (2) 
 
(1) Facultad de Medicina, Universidad de los Andes 
(2) Escuela de Psicología, Universidad de los Andes 
(3) Escuela de Enfermería, Universidad de los Andes 
(4) Fundación Científica y Tecnológica ACHS 
Proyecto financiado por el Fondo de Ayuda a la Investigación de la Universidad de 
los Andes (PSI-003-06) 
 
 
INTRODUCCIÓN 
 
 La adolescencia es definida por la OMS como “el período del ciclo vital 
comprendido desde los 14 hasta los 19 años”. Este, puede verse entorpecido por 
una serie de conductas de riesgo como son el consumo de alcohol y drogas, 
relaciones sexuales, embarazo adolescente, autoagresiones e intentos de suicidio, 
entre otras. 
 Diversos estudios señalan que desde 1986 a 1996 los índices de suicidio 
aumentaron gradualmente en comparación a años anteriores. En el año 1996 la 
tasa de suicidio en la población adolescente fue de un 2,87%. Ante estos datos, el 
género y la edad aparecen como factores de riesgo relevantes. Así mismo, los 
suicidios consumados son más frecuentes entre los hombres, y las mujeres 
presentan mayor riesgo de conductas suicidas. Por otro lado, el riesgo de estas 
conductas pareciera ser inusual antes de los 15 años. 
 La mayoría de los niños y adolescentes con conducta suicida presentan 
algún tipo de psicopatología, y las más frecuentemente asociadas son los 
trastornos del ánimo, abuso de sustancias, conductas antisociales y problemas en 
el ambiente familiar. 
El objetivo de este estudio es visualizar el porcentaje de adolescentes que 
se encuentra en alto y constante riesgo vital debido a conductas suicidas y 
parasuicidas, además de registrar la metodología empleada y las consecuencias 
que le siguen a este tipo de conductas. 
 
MATERIAL Y MÉTODO 
 
 Se decidió estudiar las conductas autoagresivas e intentos suicidas de una 
muestra compuesta por 363 adolescentes de edades entre 13 y 16 años. La 
muestra consta de un total de 33 hombres (9.1%) y 330 mujeres (90.9%), todos 
dentro de una edad media de 14.7 años (12.9 – 16.9) .El estudio se realizó 
mediante la entrevista semiestructurada Lifetime Parasuicide Count (LPC) a la 
muestra mencionada anteriormente, la cual pertenece a las comunas de La 
Pintana, La Florida y Renca, en la ciudad de Santiago. 
 La entrevista LPC debió ser traducida y adaptada al español. Se aplica a 
modo de encuesta anónima e individual por un monitor capacitado, el cual va 
anotando los datos arrojados por los adolescentes, de los cuales se tiene registro 
sólo de su fecha de nacimiento e iniciales del nombre, además de las respuestas 
entregadas. 
 El objetivo de la entrevista en cuestión es obtener historia de vida de la 
conducta parasuicida y suicida del adolescente lo más detallada posible, 
intentando lograr para ello un ambiente de contención y confianza donde el 
adolescente se sienta seguro y pueda expresarse libremente. 
 El instrumento averigua sobre la primera ocasión de conducta autoagresiva, 
la última vez y la más severa, dando espacio para que el adolescente se explique 
sólo si encuentra necesario hacerlo. Además, indaga sobre los métodos utilizados 
y las consecuencias de ello. Se lleva a cabo a través de 4 preguntas explícitas. La 
primera de ellas corresponde a si acaso alguna vez en su vida a realizado 
conductas autoagresivas, para lo cual puede responder sólo “sí” o “no”. En caso 
de que la respuesta sea negativa se da por finalizada la entrevista; de lo contrario, 
se avanza a la segunda pregunta, la cual indaga acerca de la primera vez en que 
se llevó a cabo esta situación, el método utilizado, si acaso tenía en ese momento 
la intención de acabar con su vida y las consecuencias que le significaron, es 
decir, si recibió o no algún tipo de tratamiento médico. Luego, se sigue con la 
tercera pregunta, la que pretende averiguar sobre la fecha del último episodio de 
autoagresión, considerando también el método, intención y consecuencias. Lo 
mismo ocurre con la cuarta pregunta, en la cual se indaga sobre la ocasión en que 
tuvo consecuencias de mayor riesgo vital. En caso de que la primera vez haya 
sido la única, se da por asumido que las preguntas tres y cuatro corresponden al 
mismo episodio. 
Para finalizar la entrevista, el monitor pregunta si acaso ha existido en su 
vida algún otro episodio además de los tres por los cuales se ha preguntado, 
registrándolo (s) en una tabla final que resume todos los sucesos. 
 
 Esta entrevista tiene la cualidad de no tener índices de inducción de 
respuestas, es decir, la información obtenida es proveniente del sujeto sin 
influencias del monitor. 
Una vez que fueron recopilados los datos, se realizó un análisis descriptivo 
mediante promedio y desviación estándar o mediana para las variables continuas, 
y frecuencias absolutas. El análisis se realizó en el software SAS JMP 5.1. 
 
RESULTADOS 
 De un total de 369 alumnos, 120 de ellos (33.1%) reconoció haberse 
autoagredido de manera intencional al menos una vez en su vida. Al registrar la 
cantidad de episodios, un 54.7% refirió como mecanismo más utilizado el cortarse 
a propósito, lo que significa un promedio de 2.9 intentos por persona. Tan 
frecuente fue que se llegó a un máximo de hasta 20 veces en un adolescente en 
un período de casi dos años. Seguido a este método de conducta suicida está la 
sobredosis por drogas, con un 15.4 %. 
 Alrededor de la mitad de los adolescentes (56.7%) refirieron que el objetivo 
de la autoagresión no era la muerte, v/s el 35.8% que refiere haber tenido la 
intención real de morir al realizar la conducta. De aquellos que respondieron no 
haberse autoagredido jamás, cerca de un 10% reconoció, sin embargo, haberlo 
pensado. 
 La gran mayoría de los adolescentes que sí se autoinflingieron no recibió 
tratamiento u ayuda médica, guardando esta experiencia como algo netamente 
personal y a lo cual tienen acceso muy pocas personas. Sólo 2 de los 
adolescentes, habiendo intentado suicidarse mediante una sobredosis intencional 
por drogas, ingresaron de urgencia a servicios médicos y recibieron tratamientos 
de terapia intensiva. 
 
 
CONCLUSIONES 
 
 Llama bastante la atención la cantidad de adolescentes que afirmaron 
haber realizado en su vida al menos una conducta de autoagresión pues hasta el 
año 1996, poco más de una década, era bastante inusual que se llevaran a cabo 
antes de los 15 años de edad. Hoy, sin embargo, en una muestra de 363 jóvenes 
con una edad promedio de 14.7 años, el 33.1% reconoció haberse autoagredido 
por lo menos una vez en su vida, y a través de autoreportes durante la aplicación 
de la entrevista, cerca de un 10% reconoció haberlo pensado. Esto significa que 
es muy probable que el rango de la edad de inicio de estas conductas haya 
bajado, arrojando estadísticas de jóvenes de menor edad en riesgo vital. 
 Las mujeres fueron las que, en proporción, más afirmaron haberse 
autoagredido alguna vez en su vida. Esto tendría mucho que ver con su modo de 
ser menos agresivo y, por lo tanto, menos avasallador, con el cual liberan menos 
tensiones que se irána cumulando poco a poco, a diferencia de los hombres, 
quienes la mayoría golpea cosas para liberar tensiones, lo cual es también 
considerado como un modo de autoagresión. Junto a lo anterior, se observó que 
las conductas autoagresivas de los hombres eran más agresivas y determinantes, 
encontrándose dentro de este rango incluso dos intentos de ahorcamiento 
frustrados en menos de seis meses en uno de los adolescentes. 
 Para finalizar, se puede decir que estamos ante una generación 
desesperada por tener a alguien con quien compartir sus penas, sus alegrías, sus 
miedos, alguien con quien contar, tanto así que prácticamente sabe que estosjóvenes se autoagreden, puesto que además de ocultar la conducta, esconden 
muy las heridas autoinflingidas. Podemos estar ante una generación muy insegura 
que busca modelos más allá de su realidad próxima. Es por ello que hoy surgen 
las distintas tribus urbanas, muchas de las cuales viven según conceptos que 
apenas entienden y con lo cual van perdiendo ese camino que les señala quienes 
son en realidad.

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