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600 CAPÍTULO © 2017. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Manifestaciones pleuropulmonares no infecciosas en el sida y en otras inmunodepresiones INTRODUCCIÓN La afectación pleuropulmonar ha sido y sigue siendo una de las principales causas de morbimortalidad en el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), a pesar de la disminución del número de infecciones oportunistas que se ha producido tras la introducción de los tratamientos antirretrovirales. Estos tratamientos también han conseguido que se reduzca la fre- cuencia de las complicaciones pulmonares de origen no infec- cioso, como el sarcoma de Kaposi y el linfoma no hodgkiniano. Sin embargo, algunos estudios realizados ya en la era antirre- troviral se han referido a la existencia de un incremento en la incidencia del cáncer de pulmón en los individuos infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Otras complicaciones, como el enfisema, la hipertensión pulmonar y la neumonitis intersticial linfocítica, también se asocian bas- tantes veces con la infección por el VIH. CÁNCER DE PULMÓN ASOCIADO CON EL SIDA En general, la aparición de un tumor maligno en el curso de una infección por el VIH puede observarse hasta en el 40% de las ocasiones. Diversos trabajos han encontrado que el cáncer broncogénico primario tiene una incidencia mayor en las personas infectadas por el VIH que tienen menos de 40 años de edad y son de sexo masculino. Estas personas suelen mostrar, además, formas más avanzadas de la enfermedad y supervivencias menores que las de los sujetos no infectados y todo ello a pesar del tratamiento antirretroviral que se instaure. El riesgo de desarrollar un cáncer de pulmón entre los indi- viduos infectados por el VIH es de dos a seis veces superior al de la población general. En un análisis que se llevó a cabo en 26.181 pacientes infectados se contabilizaron 76 neoplasias, de las cuales 36 (47%) fueron carcinomas pulmonares primarios (adenocarcinomas en su mayoría), lo que significaba la exis- tencia de un riesgo 6,5 veces superior al de la población general. En otros estudios referentes a los tumores que se asocian con la inmunodepresión producida por el VIH se habla de un riesgo de cáncer de pulmón 4,5 veces superior entre la población infectada. Eso no impide, obviamente, que el consumo de tabaco, al igual que ocurre en las personas seronegativas, sea el factor de riesgo más importante en todos los casos. El carcino- ma broncogénico puede aparecer en todos los grupos de riesgo para la infección por el VIH, pero su incidencia es mayor en los enfermos seropositivos adictos a drogas por vía parenteral. Se desconoce el mecanismo que relaciona la infección por el VIH con el cáncer de pulmón, aunque se ha sugerido la posibilidad de la activación de oncogenes por la acción de distintos virus, algo similar a lo que se ha descrito para el virus de Epstein-Barr, el linfoma y el VIH. Conviene recordar que la incidencia de las neoplasias pulmonares no es mayor en los sujetos que tienen una inmunodepresión de otro origen. El adenocarcinoma es el tipo histopatológico más frecuente, con una incidencia que se sitúa entre el 40 y el 100% en las series publicadas hasta la fecha. Este predominio pudiera tener su explicación en la mayor tendencia a padecer infecciones pulmonares (p. ej., una tuberculosis) que se encuentra en la población seropositiva. La expresión clínica del cáncer de pulmón que se asocia con una infección por el VIH no se diferencia de la que se observa en otros pacientes (tos, dolor torácico, hemoptisis, etc.), aunque cabe destacar la aparición de un síndrome general más acentuado en los infectados por el VIH. Por otra parte, el curso de la enfermedad es rápido y la supervivencia es menor que la que se aprecia en los individuos con un cáncer de pul- món no infectados por el VIH (cuadro 72.1). Distintos autores sitúan el tiempo de supervivencia entre 1 y 10 meses tras el diagnóstico del cáncer, aunque hay que señalar que los trabajos publicados al respecto no han tenido en cuenta la presencia de comorbilidades o de infecciones oportunistas. El carcinoma broncogénico que se diagnostica en los sujetos VIH positivos suele estar ya en estadios avanzados (estadios IIIB o superiores). Esta circunstancia pudiera deberse a que en 72 Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 72 Manifestaciones pleuropulmonares no infecciosas en el sida y en otras inmunodepresiones 601 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. estos casos el índice de sospecha es menor, al ser personas de menor edad o, quizá también, al ser en ellos más habituales las infecciones oportunistas, cuyas manifestaciones radiológi- cas son similares a las del carcinoma broncogénico. Por todo ello, el cáncer de pulmón debe incluirse en el diagnóstico diferencial de las lesiones radiográficas que se detectan en los individuos infectados por el VIH, sobre todo si se trata de enfermos fumadores, consumidores de marihuana o adictos a drogas por vía parenteral. El pronóstico que surge de la coincidencia de la neoplasia pulmonar y de la infección por el VIH es desfavorable. Sin embargo, no hay evidencia científica que ponga en duda la utilidad del tratamiento quirúrgico cuando el tumor es rese- cable y operable. En su caso, la quimioterapia debe valorarse muy detenidamente por el riesgo de inducir la aparición de infecciones oportunistas. El papel de la radioterapia se limita a la paliación de los síntomas, sobre todo del dolor. SARCOMA DE KAPOSI PLEUROPULMONAR EN EL SIDA El sarcoma de Kaposi que aparece en las personas infectadas por el VIH es un tumor de bajo grado de malignidad, que puede ser la primera manifestación del sida. En el 80-90% de las ocasiones afecta al pulmón al mismo tiempo que a la piel. Su diagnóstico se basa en la identificación de las lesiones muco- cutáneas, bastante características, que surgen coincidiendo con el agravamiento de la inmunodeficiencia, y en la exclusión de otros procesos o alteraciones. El tratamiento antirretroviral de alta eficacia (TARGA) del sida ha conseguido que disminuya la incidencia del sarcoma de Kaposi (desde 30 casos/1.000 pacientes/año en la era pre- TARGA hasta 0,03 casos/1.000 pacientes/año en la actualidad). Sin embargo, este tumor sigue siendo la neoplasia más común en los sujetos infectados por el VIH y en los pacientes que padecen un sida. Este hecho se debe, en primer lugar, a que el TARGA no se encuentra disponible en todos los países y, en segundo lugar, a que las mejoras introducidas en las estrate- gias de prevención y tratamiento de las infecciones oportunis- tas han incrementado la supervivencia de los enfermos y, por ello, han proporcionado más tiempo para que, en cada caso, se desarrollen enfermedades malignas. El TARGA y la consiguiente mejoría de la respuesta inmune que se observa en estos casos han hecho que puedan conseguirse regresiones parciales o completas de las lesiones del sarcoma de Kaposi, que se haya disminuido la incidencia de este tumor en el sida y que se logre una mayor supervivencia individual. El TARGA basado en los inhibidores no nucleósidos de la transcriptasa inversa es igual de efectivo en la protección frente al sarcoma de Kaposi que el que emplea inhibidores de las proteasas. Distintos estudios han sugerido que existe una relación entre el Herpesvirus humano tipo 8 (HH-8), también llamado Herpesvirus asociado con el sarcoma de Kaposi, y el propio sar- coma de Kaposi. La infección de las células endoteliales por el HH-8 hace que se expresen proteínas que propician un estado inflamatorio angiogénico. Además, el VIH también podría relacionarse directamente con el desarrollode este sarcoma. De hecho, en los pacientes que se someten a un TARGA la regresión de las lesiones del sarcoma se correlaciona bien con el descenso de la carga viral y con la mejoría de la respuesta inmune, lo que parece sugerir que el VIH, por sí solo o en combinación con la inmunodepresión inducida por el virus, desempeña un importante papel en el desarrollo de este tipo de neoplasia en el sida. En la mitad, al menos, de los enfermos que tienen un sarcoma de Kaposi se demuestra la participación pulmonar en el estudio necrópsico (47-75% de los casos). Sin embargo, solo un tercio de los individuos refieren manifestaciones clínicas respiratorias. Los principales síntomas del sarcoma de Kaposi pulmonar son la tos, la disnea, la hemoptisis y el dolor torácico. Los hallazgos en la radiografía simple de tórax no son específicos. Pueden encontrarse infiltrados de predominio intersticial de distribución bilateral (60%), nódulos mal defi- nidos (25%), un derrame pleural o varios de estos hallazgos a la vez. La tomografía computarizada (TC) torácica tiene mayor sensibilidad y puede mostrar opacidades reticulonodulares o intersticiales difusas, zonas de consolidación, una atelectasia con un derrame pleural unilateral o bilateral concomitan- te (50%) o adenopatías hiliomediastínicas (10-20%). En realidad, el sarcoma de Kaposi puede dañar el parénquima pulmonar, las vías aéreas, la pleura o los ganglios linfáticos (fig. 72.1). La afectación parenquimatosa suele presentarse como un patrón intersticial o nodular y cursar con tos seca y disnea, además de con hipoxemia. En la radiografía de tórax pueden aparecer infiltrados parcheados de distribución perihiliar (60%), nódulos mal definidos (25%) o ambas cosas simul- táneamente. Cuando los hallazgos clínicos y radiológicos no son definitorios, a veces se hace necesaria la realización de una biopsia pulmonar a cielo abierto. El sarcoma de Kaposi endobronquial ocurre en el 50% de los sujetos que tienen un sarcoma de Kaposi cutáneo. Desde un punto de vista endoscópico, este sarcoma se caracteriza por originar unas lesiones violáceas o rojizas brillantes muy vas- cularizadas, que se sitúan sobre todo en la mucosa de las vías aéreas inferiores, aunque también pueden hallarse, con menos frecuencia, en las superiores. Estas lesiones generalmente son asintomáticas, si bien pueden dar lugar a tos, obstrucción de la vía aérea o hemoptisis. Su visualización a través del broncos- copio puede bastar para establecer el diagnóstico. La escasa rentabilidad de la biopsia y el elevado riesgo de sangrado (hasta en el 30% de los casos) suelen ser motivos suficientes para evitar, en lo posible, la toma de muestras endoscópicas. Cuadro 72.1 COMPLICACIONES PULMONARES NO INFECCIOSAS MÁS FRECUENTES EN EL SIDA Y EN LA INFECCIÓN POR EL VIRUS DE LA INMUNODEFICIENCIA HUMANA Cáncer de pulmón Sarcoma de Kaposi pulmonar Linfoma no hodgkiniano Enfisema pulmonar Hipertensión pulmonar Neumonitis intersticial no específica Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN VIII Afectación respiratoria en las enfermedades de otros órganos y de otros sistemas 602 En el 66% de los pacientes en los que existe una afectación parenquimatosa puede aparecer un derrame pleural. En el 80% de las ocasiones es posible atribuir este derrame, si hay lesiones cutáneas simultáneas, al propio sarcoma de Kaposi. Menos habitual es la forma pleural aislada, que puede ser unilateral o bilateral y tener una cuantía variable. El TARGA ha disminuido la incidencia de los derrames pleurales masivos que cursan con una insuficiencia respiratoria y que son, entonces, de tratamien- to bastante difícil. En el momento actual, los derrames que se encuentran suelen ser asintomáticos y ofrecer, desde un punto de vista macroscópico, un aspecto seroso o serosanguinolento, con las características bioquímicas propias de un exudado. El examen citológico del líquido y de la biopsia pleural no sirve para efectuar el diagnóstico. La toracocentesis es útil, sobre todo, para excluir la presencia de una infección concomitante o de una invasión maligna, o para paliar, a veces, la disnea debida a un derrame masivo o submasivo. El diagnóstico diferencial debe hacerse con algunos procesos neoplásicos (linfomas, cáncer de pulmón) e infecciosos (hongos, micobacterias, bac- terias atípicas). En el 15-46% de los casos pueden observarse adenopatías intratorácicas. Sin embargo, rara vez se conoce su causa, por lo que lo importante es distinguirlas de las que se deben a agentes infecciosos —sobre todo a micobacterias— o a la existencia de un linfoma. En ocasiones, el sarcoma de Kaposi se muestra en la reso- nancia magnética con un patrón característico, que se debe a las señales atípicas que originan los componentes angiomatosos y fibrosos del tumor. La ausencia de captación del galio marcado por las células tumorales también se ha empleado para estable- cer el diagnóstico diferencial con la neumonía por Pneumocystis jiroveci, en la que esta captación, por el contrario, suele ser muy alta. Las pruebas funcionales respiratorias son inespecíficas. La supervivencia media del sarcoma de Kaposi pulmonar extenso no sometido a un TARGA oscila entre los 2 y los 10 meses. En los enfermos que responden a la quimioterapia la supervivencia suele alcanzar los 10 meses, frente a los 6 meses de los que no responden. Son indicadores de mal pronóstico la aparición de un derrame pleural, la disnea, un recuento de linfocitos CD4 positivos inferior a 100 células/mm3, la ausencia de un sarcoma de Kaposi cutáneo, la presencia de una infección oportunista previa, una tasa de hemoglobina inferior a 10 g/dL y la falta de respuesta radiológica a la quimioterapia (cuadro 72.2). El tratamiento del síndrome de Kaposi pulmonar es palia- tivo en casi todas las ocasiones. El empleo del TARGA ha conseguido que sea menor el número de pacientes afectos y que a veces se logre una regresión de las lesiones. A veces, el tratamiento puede agravar las manifestaciones clínicas res- piratorias al producir una respuesta inflamatoria exagerada, como consecuencia de la disminución de la carga viral y el incremento del número de linfocitos CD4 positivos (es el de- nominado síndrome inflamatorio de reconstitución inmune). Esta reacción puede ocurrir en los 2 meses siguientes a la ins- tauración del tratamiento. La doxorrubicina y la daunorrubicina liposomales son los fármacos de primera línea en el sarcoma de Kaposi. La combinación basada en dos antraciclinas liposomales y en el paclitaxel obtiene una tasa de respuesta más alta. En general, el tratamiento consigue aliviar los síntomas respiratorios, FIGURA 72.1 Tomografía computarizada torácica de un varón de 37 años de edad con una infección por el virus de la inmunodeficiencia humana y un sarcoma de Kaposi. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 72 Manifestaciones pleuropulmonares no infecciosas en el sida y en otras inmunodepresiones 603 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. pero apenas mejora las imágenes radiológicas. Las infecciones concomitantes y la toxicidad hematológica son habituales. La neutropenia puede aliviarse si se administran factores de crecimiento, si bien no se ha demostrado que con esta medida disminuyan las infecciones. La radioterapia se ha utilizado en el tratamiento de la obs- trucción de las vías aéreas. El manejo del derrame pleural es difícil en muchos casos y puede obligar a la realización de una esclerosis porlas constantes recidivas que se producen. El uso combinado de la quimioterapia y del TARGA puede reducir la incidencia de la enfermedad pleural y la magnitud del derrame. Sin embargo, cuando el derrame es grande, el tratamiento solo puede ser paliativo, entre otros motivos por el mal pronóstico que conlleva esta situación. LINFOMA ASOCIADO CON EL SIDA Los linfomas asociados con el sida son casi siempre no hodgki- nianos (LNH) de alto grado de malignidad (80-90% de los casos). Estos linfomas son la segunda causa de malignidad más frecuente en las personas que padecen un sida. En el 3-6% de estos pacientes, el LNH es la forma inicial de expresión de la enfermedad. Por otra parte, el 10% de los afectados por un sida padecen un linfoma de este tipo en el transcurso de su inmunodeficiencia. La participación pulmonar en el linfoma asociado con el sida se observa en el 5-20% de los casos, según las series, y llega a alcanzar incluso el 71% en los estudios necrópsicos. Aunque el LNH es muy habitual en el sida, su aparición es tardía y suele diagnosticarse en los estadios más avanzados de la enfermedad, en los que la inmunodepresión es importante y el recuento de los linfocitos CD4 positivos se halla entre 100 y 200 células/mm3. El linfoma de Burkitt y el linfoma de Hodgkin son menos comunes en el sida, aunque pueden surgir coincidiendo con una inmunodepresión menos intensa. La forma de manifestación más habitual del linfoma asocia- do con el sida es la diseminada con compromiso pulmonar. No obstante, también son posibles los linfomas pulmonares prima- rios, cuya incidencia se ha establecido en 0,3 casos/100 enfer- mos/año en los infectados por el VIH que tienen un recuento de linfocitos CD4 positivos inferior a 50 células/mm3. Otra forma de aparición posible es el linfoma primario cavitado, que da cuenta del 2% de todos los LNH que se asocian con una infección por el VIH. Esta modalidad se relaciona con la infección por el HH-8 y se caracteriza por implicar a las serosas y producir derrames cuantiosos, además de por su alto grado de malignidad y su pobre respuesta al tratamiento. Los hallazgos radiológicos más frecuentes en el linfoma aso- ciado con el sida son las masas pleurales y las intrapulmonares, de predominio periférico y a veces cavitadas. También se han descrito la afectación pleural unilateral o bilateral, que acompa- ña a lesiones parenquimatosas hasta en el 70% de las ocasiones, y las linfadenopatías. Menos habituales son los nódulos pulmo- nares solitarios. La punción-biopsia guiada por una TC torácica es el procedimiento más adecuado para diferenciar el linfoma de las otras enfermedades pulmonares que pueden aparecer en el sida, sobre todo el carcinoma broncogénico. Sin embargo, el correcto diagnóstico de la participación parenquimatosa puede requerir una biopsia pulmonar a cielo abierto, que tiene un rendimiento que oscila entre el 58 y el 75%. La supervivencia de los individuos que padecen un LNH asociado con un sida se ha incrementado de manera notable tras la introducción del TARGA y se cifra en el 41% a los 2 años. Sin embargo, parece ser que el grado de inmunode- presión existente en el momento de aparición del linfoma tiene, junto con otros factores, una clara importancia pronós- tica (v. cuadro 72.2). ENFISEMA PULMONAR ASOCIADO CON LA INFECCIÓN POR EL VIRUS DE LA INMUNODEFICIENCIA HUMANA Las personas VIH positivas, con o sin un sida, tienen una ten- dencia mayor al desarrollo de un enfisema que la que se obser- va en la población general. Tanto es así que el enfisema es la neumopatía no infecciosa más frecuente en estos enfermos. El porqué de esta tendencia no se conoce, aunque se han barajado distintas posibilidades al respecto, como el consumo de drogas por vía parenteral, las infecciones pulmonares recurrentes o la acción del propio VIH. En el cuadro 72.3 se indican los posibles mecanismos implicados en el origen de un enfisema en los pacientes infectados por el VIH. En los sujetos adictos a drogas parenterales se ha postulado la posibilidad de que la lesión enfisematosa pudiera deberse a sustancias como las fibras de algodón, el talco, la celulosa o el almidón, que dañarían el lecho capilar al filtrarse por el pulmón. Esto parece confirmarse al haberse encontrado lesiones bullosas en individuos seronegativos adictos a drogas parentera- les. Además, la metadona y el metilfenidato, administrados por vía intravenosa, son capaces de originar un enfisema, que simula Cuadro 72.2 INDICADORES DE MAL PRONÓSTICO EN LAS ENFERMEDADES PULMONARES ASOCIADAS CON EL SIDA Y LA INFECCIÓN POR EL VIRUS DE LA INMUNODEFICIENCIA HUMANA Cáncer de pulmón: ● Sexo masculino ● Edad temprana en el momento del diagnóstico ● Enfermedad avanzada Sarcoma de Kaposi: ● Derrame pleural ● Disnea ● Recuento de linfocitos CD4 positivos inferior a 100 células/mm3 ● Ausencia de sarcoma de Kaposi cutáneo ● Existencia de una infección oportunista previa ● Tasa de hemoglobina inferior a 10 g/dL ● Falta de respuesta radiográfica a la quimioterapia Linfoma no hodgkiniano: ● Antecedentes de sida previos al diagnóstico ● Afectación de la médula ósea ● Índice de Karnofsky inferior al 70% Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN VIII Afectación respiratoria en las enfermedades de otros órganos y de otros sistemas 604 en todo al que se observa en el déficit grave de α1-antitripsina. En algunas publicaciones se ha señalado que los cambios bullosos se producen en el 42% de los enfermos con un sida y que en el 70% de ellos existen antecedentes de infecciones res- piratorias de repetición, especialmente por Pneumocystis jiroveci. Un porcentaje similar de lesiones bullosas, sobre todo apicales, es el que se detecta al realizar una TC torácica en estos enfermos, sin que se haya evidenciado relación alguna con su estado de inmunodepresión, el consumo el tabaco o la historia previa de drogadicción. En realidad, en ausencia de complicaciones pulmonares, la prevalencia del enfisema bien constituido en el sida se estima que alcanza un 15%, aunque puede aumentar hasta el 37% en las personas fumadoras activas. Desde un punto de vista patogénico, se ha sugerido que dis- tintos mecanismos pudieran estar implicados en el origen del enfisema que se asocia con la infección por el VIH. Entre ellos cabe citar una inadecuada regulación de la síntesis de las meta- loproteasas macrofágicas, la influencia de la malnutrición y el efecto citotóxico directo del VIH sobre los macrófagos, capaz de estimular la liberación de las elastasas pulmonares. Además, es posible que tengan cierta importancia las alteraciones del glutatión, en su función como elemento neutralizante del estrés oxidativo que se produce en el enfisema que se asocia con la infección por el VIH. La alveolitis causada por los linfocitos CD8, similar a la que se observa en la neumonitis intersticial inespecífica, también podría tener un papel importante en la génesis de las lesiones enfisematosas, al inducir la secreción del interferón γ y de diversas citocinas, como el factor de necrosis tumoral α (TNF-α) y el factor estimulador de colonias de gra- nulocitos y monocitos (GM-CSF). Desde un punto de vista diagnóstico, las pruebas funcio- nales respiratorias ponen de manifiesto la existencia de una disminución en la capacidad de difusión alveolocapilar del monóxido de carbono (DLCO) y de un aumento del volu- men residual y de la capacidad residual funcional, lo que es la expresión de la hiperinsuflación pulmonar y del atrapamiento aéreo que son característicos de la enfermedad enfisematosa. No obstante, conviene señalar que es habitual la discrepancia entre la intensidad de las imágenes de enfisema halladas en la radiografía de tórax y la escasaimportancia de la obstrucción al flujo aéreo que se encuentra en la espirometría (fig. 72.2). En los infectados por el VIH asintomáticos se ha señalado que la DLCO puede estar por debajo del 80% del valor teórico en el 9-50% de los casos. Este hallazgo pudiera inducir a confusión Cuadro 72.3 MECANISMOS PATOGÉNICOS POSTULADOS EN EL ORIGEN DE LA ENFERMEDAD ENFISEMATOSA ASOCIADA CON EL SIDA Y CON LA INFECCIÓN POR EL VIRUS DE LA INMUNODEFICIENCIA HUMANA Alteraciones en la regulación de las metaloproteasas de la matriz conectiva Alveolitis por linfocitos CD8 Malnutrición Citotoxicidad directa Desnutrición Alteración de los niveles de glutatión Liberación local de citocinas FIGURA 72.2 Tomografía computarizada torácica de un enfermo con sida en la que se observan los hallazgos característicos de un enfisema pulmonar. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 72 Manifestaciones pleuropulmonares no infecciosas en el sida y en otras inmunodepresiones 605 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. y a establecer, equivocadamente, el diagnóstico de neumonitis intersticial difusa no específica. En la tabla 72.1 se refieren las posibilidades etiológicas más importantes que se han de plantear ante una alteración pleuropulmonar detectada en una radiografía de tórax en un enfermo con un sida. HIPERTENSIÓN PULMONAR ASOCIADA CON EL SIDA La hipertensión pulmonar asociada con el sida es una com- plicación poco frecuente, que solo se detecta en un 0,5% de los sujetos infectados por el VIH. El riesgo de padecerla es de 6 a 12 veces superior al que tiene la población general. Su origen se atribuyó inicialmente a la trombofilia o al uso terapéutico del factor VII liofilizado. Sin embargo, al incrementarse la supervivencia de los pacientes, pudo comprobarse que esa explicación no era posible en muchos casos. Las alteraciones histopatológicas que se observan en esta forma de hiperten- sión pulmonar son similares a las que se encuentran en la enfermedad vascular pulmonar primaria. Así, la arteriopatía plexiforme es, como ocurre en la hipertensión pulmonar de la hipertensión portal y de las enfermedades del tejido conectivo, el patrón histopatológico más común. En realidad, el mecanismo por el que la infección por el VIH determina la aparición de una hipertensión pulmonar no se conoce. Todos los intentos realizados para localizar el VIH en el tejido pulmonar, tanto por microscopia electrónica o por técnicas inmunohistoquímicas como por hibridación in situ o mediante una reacción en cadena de la polimerasa, no han dado resultado. La inflamación perivascular existente en la hipertensión pulmonar plexiforme se debe a la acción de diferentes mediadores proinflamatorios y de distintos factores de crecimiento. Así, el factor A de los linfocitos T aumenta la permeabilidad capilar y es un potente inductor de las células endoteliales. También son importantes al respecto algunas sustancias derivadas de los macrófagos o de los linfocitos infectados. Además, la glucoproteína-120 de la cubierta del VIH estimula la producción de la endotelina-1 y del TNF-α. La proteína tat, transcriptora de la replicación del VIH, es sinérgica con el TNF-α en la activación de las células endoteliales. La alteración de la homeostasis de las células endoteliales pulmonares parece ser el mecanismo más importante en el desarrollo de la hipertensión pulmonar que se asocia con la infección por el VIH. Sin embargo, la predisposición genética también puede desempeñar un papel importante, ya que, por ejemplo, esa alteración no se correlaciona con el grado de inmunosupresión y, además, solo una minoría de las personas VIH positivas la presentan. Es interesante señalar que en esta forma de hipertensión pulmonar se ha hallado un aumento en la prevalencia de los alelos del complejo mayor de his- tocompatibilidad HLA-DR6 y HLA-DR52. Las manifestaciones clínicas de la hipertensión pulmonar asociada con la infección por el VIH no difieren de las que se observan en las formas primarias, si bien el intervalo de tiempo que transcurre entre la aparición de las primeras manifestacio- nes clínicas y el diagnóstico definitivo suele ser más corto en estos casos (6 meses frente a 2,5 años). Esta diferencia quizá puede explicarse por la mayor vigilancia clínica a la que se somete a los pacientes una vez que se ha establecido la exis- tencia de una infección por el VIH. La hipertensión pulmonar asociada con el VIH no tiene un tratamiento específico. Los agentes antirretrovirales y los vasodilatadores son los fármacos que se emplean con más frecuencia. El epoprostenol no parece tener mayor efecto vaso- dilatador en ningún subgrupo de enfermos, aunque sí se han encontrado diferencias si se asocia con sustancias bloqueantes de los canales del calcio. El iloprost inhalado disminuye las resistencias vasculares sistémicas más intensamente que el óxido nítrico o el oxígeno por separado. El bosentán consigue aumentar la distancia recorrida en la prueba de la marcha de 6 minutos y mejora la clase funcional de la clasificación de la New York Heart Association, la calidad de vida y algunas variables hemodinámicas en estudios de 16 semanas de duración. El sildenafilo oral reduce la presión de la arteria pulmonar y tam- bién alivia la disnea e incrementa la capacidad de ejercicio. Los anticoagulantes se han utilizado, asimismo, en el tratamiento de este tipo de hipertensión pulmonar, a pesar de que no existe suficiente evidencia sobre sus hipotéticas ventajas. Otras posibilidades terapéuticas a las que se ha recurrido en algunos casos, como el oxígeno, los diuréticos y la digoxina, han proporcionado resultados discordantes. No parece que los fármacos antirretrovirales tengan un claro efecto antihiper- tensivo, aunque en algunos trabajos se ha señalado que son capaces de hacer que descienda el gradiente de presión entre la aurícula y el ventrículo derechos (p. ej., 3,2 mm Hg en 6 sujetos tratados, un ascenso medio de 25 mm Hg en 9 individuos no tratados, con una disminución media de 3 mm Hg en los 12 tratados con inhibidores de la transcriptasa inversa o una caída TABLA 72.1 Orientación etiológica de las alteraciones pleuropulmonares según los hallazgos radiológicos torácicos encontrados en el sida Hallazgo radiológico Causas más comunes Causas menos frecuentes Condensación pulmonar Sarcoma de Kaposi, Cryptococcus, bacterias Nocardia, Mycobacterium tuberculosis, Mycobacterium kansasii, Legionella Infiltrado pulmonar reticulonodular Pneumocystis jiroveci, Mycobacterium tuberculosis, Coccidioides Sarcoma de Kaposi, Toxoplasma, Cytomegalovirus Nódulos pulmonares Sarcoma de Kaposi, linfoma, Mycobacterium tuberculosis, Cryptococcus, Coccidioides Nocardia Derrame pleural Sarcoma de Kaposi, Mycobacterium tuberculosis Microorganismos anaeróbicos, linfomas, Cryptococcus, Aspergillus, Histoplasma Las causas más frecuentes se destacan en negrita. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN VIII Afectación respiratoria en las enfermedades de otros órganos y de otros sistemas 606 media de 21 mm Hg en los enfermos infectados sometidos a un TARGA). Sin embargo, también se han referido pacientes VIH positivos con una carga viral baja en los que la hipertensión pulmonar aceleraba su evolución al recurrir al TARGA. Este hallazgo pone en entredicho la recomendación de iniciar este tipo de tratamiento en todos las personas que, infectadas por el VIH, sufren una hipertensión pulmonar, con independenciade cuál sea la carga viral o el recuento de linfocitos CD4 positivos circulantes. La ausencia de cualquier relación entre la hipertensión pulmonar y el estadio de la infección por el VIH hace que el pronóstico de la enfermedad sea incierto en estos casos. La exis- tencia de una hipertensión pulmonar reduce un 50% la supervi- vencia de los individuos seropositivos. El intervalo medio entre el diagnóstico y el fallecimiento se sitúa en torno a los 6 meses. Las dos terceras partes de las muertes se deben a consecuencias de la hipertensión pulmonar, como la insuficiencia ventricular derecha, el shock cardiogénico o la muerte súbita. NEUMONITIS INTERSTICIAL DIFUSA NO ESPECÍFICA E INFECCIÓN POR EL VIRUS DE LA INMUNODEFICIENCIA HUMANA La neumonitis intersticial difusa no específica es una entidad de origen desconocido en la que diversos agentes, incluidos el VIH, pueden ser protagonistas. Su prevalencia entre los enfer- mos que padecen un sida oscila entre el 4,6 y el 38%, según las diversas series publicadas en la literatura. Es más frecuente en África y entre los consumidores de drogas parenterales. El diagnóstico diferencial debe establecerse sobre todo con la neumonía por Pneumocystis jiroveci. La disminución de la DLCO puede ser el dato más importante a este respecto. La radiografía de tórax y la TC torácica evidencian la presencia de infiltrados alveolares o intersticiales, incluso de bronquiectasias. La ausen- cia de respuesta al tratamiento antibiótico y el curso indolente también pueden orientar hacia esta posibilidad diagnóstica. Bibliografía Boyton RJ. Infectious lung complications in patients with HIV-AIDS. Curr Opin Pulm Med 2005;11:203-7. Casper C. The increasing burden of HIV-associated malignancies in resource-limited regions. Annu Rev Med 2011;62:157-70. Engels EA, Biggar RJ, Hall HI. Cancer risk in people infected with human immunodeficiency virus in the United States. Int J Cancer 2008;123:187-94. Grubb JR, Moorman AC, Barker RK. 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