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747 CAPÍTULO © 2017. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Síndrome de apneas e hipopneas del sueño: diagnóstico, evolución y tratamiento Jaime Corral Peñafiel y Juan Fernando Masa Jiménez DIAGNÓSTICO El diagnóstico del síndrome de apneas e hipopneas del sueño (SAHS) se basa en la valoración de los datos clínicos referidos por el enfermo, tal y como se ha descrito en el capítulo anterior (diagnóstico de sospecha) y, además, en los estudios del sueño que permiten confirmar la existencia de un índice de apneas e hipopneas (IAH o número de apneas e hipopneas por hora de sueño) o de un índice de alteraciones (disturbances) respiratorias (RDI) anómalos. Este último resulta de añadir al número de apneas e hipopneas que apa- recen por hora de sueño el de esfuerzos respiratorios que se acompañan de un microdespertar o arousal (diagnóstico de certeza). Entre las diversas manifestaciones clínicas posibles del SAHS conviene destacar, por su trascendencia para indicar el tratamiento que debe seguirse, las que se relacionan con la comorbilidad cardio- y cerebrovascular y con la gravedad de la somnolencia diurna. Esta última puede graduarse mediante varios tipos de escalas: el cuestionario de Epworth (realmente significativo si se superan los 12 puntos) y la escala que se propone en la clasificación internacional de los trastornos de sueño. Esta clasificación señala que la somnolencia es leve cuando aparece en situaciones pasivas, es moderada cuando se observa en momentos que requieren cierta atención y es grave cuando altera de forma importante la vida diaria del individuo. Una vez establecida la sospecha clínica de un SAHS, la prueba de referencia o patrón oro para el diagnóstico es la polisomnografía realizada en un laboratorio de sueño, sin duda un procedimiento muy completo, pero que consume muchos recursos. Este hecho, que hay que tener en cuenta en relación con la elevada prevalencia del SAHS y de la obesidad (uno de sus principales factores de riesgo), así como con el incremento de la esperanza de vida actual, ha llevado a que haya aumentado de manera exponencial el número de indi- viduos que deben evaluarse por la posible existencia de un SAHS. La necesidad de disminuir los costes y las listas de espera ha obligado a la utilización, como alternativa, sobre todo cuando la probabilidad pretest de padecer un SAHS moderado o grave es alta, de la denominada poligrafía res- piratoria. Se trata de un estudio simplificado en el que solo se analizan las variables respiratorias y cardíacas, con la ventaja adicional de que puede realizarse en el domicilio del paciente. En la actualidad persiste en España, al igual que en otros países, una clara situación de infradiagnóstico del SAHS, a pesar de la simplificación técnica que se ha logrado en los estudios de sueño. Puede decirse que en nuestro país solo se han diagnosticado y tratado, hasta el momento actual, poco más de un 20% del total de los casos existentes. No cabe duda de que este infradiagnóstico y, por consiguiente, este infra- tratamiento favorecen la aparición de complicaciones, con el consiguiente consumo de recursos, que llega a ser dos o tres veces superior al que ocasiona la población española que no padece este trastorno. La gravedad del SAHS debe establecerse valorando las mani- festaciones clínicas y la comorbilidad cardio- y cerebrovascular de la enfermedad, así como los hallazgos que proporciona el estudio del sueño, fundamentalmente el RDI. Así, gracias a este RDI se han establecido, siempre que el contexto clínico sea el apropiado, unos niveles de gravedad muy determinados, que se han acordado por consenso entre varias sociedades cientí- ficas. De este modo, cuando los valores del RDI se encuentran entre 5 y 15 debe sugerirse que el SAHS es leve, si están entre 15 y 30 cabe pensar que el SAHS es moderado y si superan la cifra de 30 ha de establecerse que el SAHS es grave. Para- dójicamente llama la atención el que, aunque entre el IAH, el RDI, los ronquidos y las apneas observadas hay una clara relación, esta asociación no es tan evidente entre el IAH y la somnolencia diurna excesiva. Esto indica que en el origen de la hipersomnia diurna intervienen factores intermedios aún poco conocidos. Además, el SAHS no tiene manifestaciones clínicas patognomónicas y los tres síntomas guía mencionados (apneas, ronquidos y somnolencia diurna excesiva) son frecuentes tanto 89 Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN XIII Alteraciones de la regulación de la ventilación y síndrome de apneas e hipopneas del sueño 748 en la población general como en los individuos en los que se sospecha un SAHS. Por ello, las manifestaciones clínicas que refiere el enfermo no son datos definitivos ni siempre válidos para confirmar o descartar la existencia de un SAHS. No obs- tante, esos datos —con los que de manera habitual hay que aproximarse al diagnóstico, orientar el tratamiento y priorizar la urgencia con la que debe estudiarse el sueño de un individuo que está en la lista espera— siguen siendo de gran importancia en todos los casos. Métodos diagnósticos La American Academy of Sleep Medicine (AASM) clasificó, en 1994, los estudios de sueño que se efectúan con fines diagnós- ticos en cuatro categorías. Se basó para ello en el número y en los tipos de variables fisiológicas que se registran. Los de tipo 1 corresponden a la polisomnografía convencional o vigilada, efectuada en un laboratorio de sueño, a diferencia de los de tipo 2, que son las polisomnografías no vigiladas, que pueden llevarse a cabo fuera de una unidad de sueño. En los de tipo 3 se incluyen los dispositivos portátiles, como la poligrafía res- piratoria, que pueden realizarse de manera no vigilada, tanto en una unidad de sueño como en el domicilio del paciente. Finalmente, los de tipo 4, que son registros muy simplificados, con muy pocos canales de monitorización, y que se refieren, sobre todo, a la oximetría nocturna continua y a los registros obtenidos una cánula de presión situada en la vía aérea. POLISOMNOGRAFÍA Es una técnica que valora las variables neurofisiológicas y cardiorrespiratorias que se graban durante todas las horas de sueño en un laboratorio atendido todo el tiempo por un personal sanitario acreditado al respecto. Permite evaluar la cantidad y la calidad de sueño, los diferentes acontecimientos respiratorios apneicos y no apneicos que aparecen, así como la repercusión cardíaca, respiratoria y neurofisiológica que tienen estos acontecimientos. En la tabla 89.1 se reseñan los canales que de modo habitual se emplean al hacer una polisomno- grafía. Este procedimiento debe llevarse a cabo en horario nocturno o, como alternativa, en el que sea el de sueño normal del individuo. El tiempo total de registro no debe ser inferior a las 6,5 horas, de las que 180 minutos, al menos, tienen que ser de sueño efectivo para que el estudio se considere válido para su interpretación. El flujo respiratorio se ha medido, tradicionalmente, mediante un termistor. Este sistema permite una buena detección de las apneas, pero no así de las hipopneas, dado su carácter cualitativo, carente de linealidad, y como conse- cuencia del principio de superposición cuando se compara con un neumotacógrafo. Por este motivo, en los últimos años el termistor se ha sustituido por sistemas semicuantitativos, como las cánulas nasales conectadas a un transductor de presión. Estas cánulas también permiten el reconocimiento de los esfuerzos respiratorios asociados con los arousals o micro- despertares (RERA o ERAM), que hasta ahora solo podían identificarse si se registraba, mediante la correspondiente sonda, la presión en el esófago. No obstante, las cánulas tienen, asimismo,sus limitaciones, por ejemplo cuando el sujeto tiene una obstrucción nasal o cuando duerme con la boca abierta, ya que entonces el flujo se reduce de forma considerable y la situación se interpreta como una hipopnea (sobrestimación del episodio). Por ello, en el momento actual parece que el mejor sistema es el que combina una cánula nasal con un termistor bucal. Los RERA también pueden reconocerse si se registra el esfuerzo respiratorio con las bandas toracoabdominales, sin necesidad de recurrir al patrón de referencia que aporta la sonda de presión esofágica. La morfología característica que aparece en ese registro y la disminución que se aprecia en su amplitud o frecuencia —de duración superior a los 10 segundos e inferior a los 2 minutos—, asociadas luego con un microdes- pertar o con el retorno a la normalidad («liberación»), permiten detectar dicho RERA (fig. 89.1). No obstante, a pesar de todos los avances que se han producido en los últimos años en los programas que analizan los registros polisomnográficos, el análisis («lectura») manual de la prueba, en períodos de 30 segundos («épocas»), sigue siendo necesario. Y ello es así por- que ningún sistema automático de lectura proporciona datos ni resultados fiables de manera absoluta. La polisomnografía puede llevarse a cabo de otras dos formas, que pueden ser útiles en algunos casos. Además de la convencional ya descrita (registro continuado durante todas las horas de sueño nocturno de un individuo), es posible hacer, por un lado, «estudios de noche partida» (split night), que sirven para establecer el diagnóstico del SAHS en la primera mitad de la noche y para titular la presión positiva continua en la vía aérea (CPAP), aconsejable para decidir el tratamiento, en la segunda mitad de esa misma noche. Sin embargo, ya que en una misma noche debe lograrse que el diagnóstico y el tratamiento alcancen una cierta seguridad, este sistema suele emplearse cuando la probabilidad de un SAHS es alta. La otra forma es la polisomnografía de la siesta, que apenas se usa ya en los laboratorios de sueño. Como norma se reserva para enfermos en los que se sospecha un SAHS grave, puesto que el registro dura solo unas 3 horas. En ese corto período de tiempo, en el que debe establecerse el diagnóstico, siempre se subes- tima el IAH. POLIGRAFÍA RESPIRATORIA La alta prevalencia del SAHS hace que no sea coste-eficaz realizar una polisomnografía en todos los individuos en los que se sospecha la existencia de la enfermedad. Los sistemas simplificados de diagnóstico, útiles en muchos casos, abaratan los costes del estudio del SAHS, reducen las listas de espera y aumentan, con un buen rendimiento, la tasa de diagnóstico de la enfermedad, aún infradiagnosticada (hasta el 75% de los individuos permanece sin diagnosticar). De hecho, estos sistemas cada vez se emplean más como métodos capaces de proporcionar un diagnóstico equivalente al que se obtiene mediante una polisomnografía. En este sentido, la poligrafía respiratoria, que registra las variables cardíacas y respirato- rias sin recoger las neurofisiológicas, es un procedimiento ya aceptado en el diagnóstico del SAHS (tabla 89.2). Su principal desventaja se encuentra en que no analiza el sueño. Como consecuencia, tampoco permite saber cuál es su calidad o cantidad, ni aporta información sobre sus diferentes fases. Por ello, el número de acontecimientos que aparece no puede dividirse por el número de horas de sueño, sino por el de Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 89 Síndrome de apneas e hipopneas del sueño: diagnóstico, evolución y tratamiento 749 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. horas de registro, lo que hace que se subestime la gravedad del SAHS. La poligrafía respiratoria es una técnica adecuada para el estudio de los sujetos en los que la probabilidad clínica de un SAHS es media o alta, ya que en estos casos puede establecerse el diagnóstico y el tratamiento con un nivel de concordancia suficiente con la prueba estándar, que es la polisomnografía. Solo cuando la probabilidad clínica pretest es media o alta y el resultado de la poligrafía es negativo debe indicarse una polisomnografía (fig. 89.2). La posibilidad de realizar poligrafías respiratorias en el domicilio del paciente ha hecho que se avance mucho en la optimización de los recursos disponibles. Cuando se efectúa un registro domiciliario el enfermo debe anotar algunos datos referentes a cómo ha transcurrido el sueño en su casa, lo que luego ayuda mucho en la interpretación del estudio. Los más importantes son la hora a la que se acostó y a la que, aproxi- madamente, se quedó dormido, las veces que se desveló por la noche y cuánto tiempo cada una de esas veces, la hora a la TABLA 89.1 Canales necesarios para la realización de una polisomnografía Tipo de variables Tipo de canal Número de canales Recomendación Observaciones Variables neurofisiológicas Electroencefalograma 3 (6) Esencial Electrodos derechos e izquierdos: frontales F3-F4*, centrales C3-C4 y occipitales O1-O2 Electrooculograma 2 Esencial Electrodos derecho e izquierdo: esenciales para reconocer las fases del sueño Electromiograma mentoniano 1 Esencial Tres electrodos: uno en la línea media, encima del borde mandibular, y otros dos debajo del borde mandibular, a 2 cm a derecha e izquierda de la línea media (estos dos van referidos al anterior) Variables respiratorias Flujo nasal y oral o señales respiratorias (termistor o cánula nasal o neumotacógrafo) 1 Esencial Recomendables las dos posibilidades Micrófono para el ronquido 1 Recomendable Esfuerzos torácicos (banda torácica) 1 Esencial Esfuerzos abdominales (banda abdominal) 1 Esencial Sumatorio de los esfuerzos torácicos y abdominales 1 Recomendable Saturación de oxígeno de la hemoglobina 1 Esencial Capnograma 1 Recomendable Recomendable en el estudio de niños Registro con una sonda de la presión esofágica 1 Opcional Variables cardiocirculatorias Electrocardiograma 1 Esencial Dos electrodos: uno debajo de la clavícula derecha y el otro debajo de la mama izquierda (séptima costilla) Medición de la tensión arterial 1 Opcional Otras variables Registro de la posición corporal 1 Esencial Electromiograma de los músculos tibiales anteriores 1 Esencial Recomendables las dos piernas (con dos electrodos en cada pierna) Vídeo simultáneo 1 Opcional Registro actimétrico 1 Opcional Medida de la presión y del flujo para titular la CPAP 2 Necesaria En el caso de que deba realizarse una titulación de la CPAP CPAP, presión positiva continua en la vía aérea. *Canales frontales propuestos por las últimas recomendaciones de la American Academy for Sleep Medicine. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN XIII Alteraciones de la regulación de la ventilación y síndrome de apneas e hipopneas del sueño 750 que se despertó y se levantó de la cama, así como cualquier otra información que pudiera ser interesante a este respecto (medicación, bebidas o alimentos no habituales ingeridos durante la tarde o la noche, etc.). La poligrafía respiratoria domiciliaria aplicada al diagnóstico del SAHS se ha compara- do con la polisomnografía en varios ensayos planteados con el diseño de «no inferioridad». En estos trabajos se han conseguido resultados positivos, al menos en los indivi- duos con una alta probabilidad pretest de tener un SAHS mode- rado o grave, lo que sugiere que dicha técnica es una opción posible yequivalente, desde un punto de vista diagnóstico, a la polisomnografía, con una concordancia superior al 80%. En general, puede afirmarse que un IAH que supera el valor de 10 o 15 mediante una poligrafía respiratoria puede servir como un punto de corte específico para confirmar el diagnóstico de un SAHS. Sin embargo, cuando se trata de tomar una decisión terapéutica, el acuerdo de la poligrafía con la polisomnografía es bueno cuando el valor del IAH está por encima de 30. Una de las ventajas de la poligrafía respiratoria es el ahorro económico que ofrece cuando se compara con la polisom- nografía, ya que la realización del estudio no precisa de la supervisión directa por un técnico durante las horas de sueño. FIGURA 89.1 Representación gráfica de apneas, hipopneas (marcos rectangulares) y «esfuerzos respiratorios relacionados con microdespertares» durante un registro polisomnográfico de 2 minutos de duración. Obsérvese la disminución de la amplitud o de la frecuencia del registro de las bandas toracoabdominales y del flujo oronasal, con aumento progresivo de la negatividad de la presión esofágica, con un arousal o microdespertar posterior (marcos circulares). Obsérvese también la «liberación» de esta morfología en las bandas toracoabdominales, con un incremento en ellas de la frecuencia o de la amplitud, sin que se produzca una desaturación de oxígeno. Los canales del registro, ordenados de arriba hacia abajo, son los siguientes: 1 y 2, electroencefalograma; 3 y 4, electrooculograma; 5 y 6, electroencefalograma; 7, electromiograma; 8, electrocardiograma; 9, flujo oronasal; 10, banda torácica; 11, banda abdominal; 12, presión esofágica, y 13, saturación de oxígeno. TABLA 89.2 Canales necesarios para la realización de una poligrafía respiratoria Tipo de canal Número de canales Recomendación Flujo nasal-oral o señales respiratorias (termistor o cánula nasal o neumotacógrafo) 1 Esencial (recomendables los dos) Esfuerzos torácicos (banda torácica) 1 Esencial Esfuerzos abdominales (banda abdominal) 1 Esencial Sumatorio de los esfuerzos torácicos y abdominales 1 Recomendable Saturación de oxígeno de la hemoglobina 1 Esencial Frecuencia cardíaca 1 Esencial Posición corporal 1 Esencial Registro del ronquido (micrófono) 1 Recomendable Registro actimétrico* 1 Recomendable *La actimetría registra, mediante un sensor colocado en la muñeca o en el antebrazo del paciente, los movimientos de este; estima, asimismo y de modo muy aproximado, el tiempo de sueño. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org C A P ÍTU LO 8 9 S ín d ro m e d e a p n e a s e h ip o p n e a s d e l su e ñ o : d ia gn ó stico , evo lu ció n y tra ta m ie n to7 5 1 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. FIGURA 89.2 Algoritmo diagnóstico y terapéutico ante la sospecha de un síndrome de apneas e hipopneas del sueño (SAHS). 1Baja probabilidad pretest de un SAHS: roncador + apneas + test de Epworth menor de 12 (sin somnolencia diurna excesiva), sin otros síntomas de SAHS, sin obesidad, sin comorbilidad vascular y sin una profesión de riesgo. 2Media probabilidad pretest de un SAHS: roncador + apneas + test de Epworth 12-15 o índice de masa corporal (IMC) mayor de 30, sin comorbilidad vascular. 3Alta probabilidad pretest de un SAHS: roncador + apneas + test de Epworth mayor de 15 o IMC mayor de 30 o comorbilidad vascular o con una profesión de riesgo. 4Considerar solo una cánula de presión nasal y una oximetría (estudio tipo 4 de la American Academy of Sleep Medicine) y una auto-CPAP. 5No hay acuerdo en el punto de corte del índice de apneas e hipopneas del sueño (IAH) con el que, en una poligrafía respiratoria, pueda establecerse el diagnóstico de un SAHS; no obstante, puede considerarse como adecuado, en este sentido, un valor de 10. CPAP, presión positiva continua en la vía aérea; TLMS, test de latencias múltiples de sueño. D escargado de C linicalK ey.es desde U niversidad N acional A utonom a de M exico diciem bre 14, 2016. Para uso personal exclusivam ente. N o se perm iten otros usos sin autorización. C opyright © 2016. E lsevier Inc. T odos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN XIII Alteraciones de la regulación de la ventilación y síndrome de apneas e hipopneas del sueño 752 Por otro lado, los registros de sueño domiciliarios pueden ser más cómodos para los enfermos y simular mejor el sueño real de cada noche, ya que se efectúan en el entorno propio y habitual del individuo. El análisis de los resultados de una poligrafía respiratoria —como el de los obtenidos mediante una polisomnografía— debe hacerse, de manera tanto automática como manual, valorando en ambos casos los aspectos que se describen a continuación: ● El tiempo total del registro, como denominador común de todos los índices que deben calcularse. ● Los acontecimientos respiratorios (eventos, si se hace una traducción tipo calco del inglés events) como el número de apneas, hipopneas y limitaciones al flujo aéreo, lo cual per- mite el cálculo del índice de apneas, el índice de hipopneas, el índice de apneas-hipopneas (IAH) y el índice de altera- ciones respiratorias por hora de registro (IAR), que en la terminología anglosajona se corresponde con el acrónimo RDI (respiratory disturbance index). ● La clasificación de los acontecimientos respiratorios, que se logra con el análisis del patrón de movimiento de las bandas toracoabdominales, cuando desaparece o se redu- ce el flujo oronasal. De este modo es posible distinguir entre «eventos» obstructivos —cuando se mantienen los movimientos toracoabdominales—, «eventos» centrales —cuando no existen o disminuyen tales movimientos— y «eventos» mixtos —cuando cesan esos movimientos al principio del «evento» respiratorio y se reanudan luego al finalizar el mismo—. En realidad, cuando más de un 50% de los «eventos» es de naturaleza obstructiva o mixta y existen síntomas concordantes, puede clasificarse el SAHS como obstructivo. Por el contrario, cuando más del 50% de los «eventos» son de tipo central, el SAHS se cataloga como central. ● Los datos derivados o procedentes de la oximetría nocturna son esencialmente los siguientes: saturación de oxígeno basal, saturación de oxígeno promedio del estudio de sueño, saturación de oxígeno mínima alcanzada durante el estudio, porcentaje de tiempo del estudio en el que la saturación de oxígeno ha sido menor del 90% (CT90%) e índice de desaturaciones por hora (ODI) o índice de hipoxia intermitente (número de caídas de la saturación de oxígeno, en un porcentaje previamente establecido dividido por el número de horas del registro). En general, el ODI que más se utiliza es el que considera las caídas de la saturación que son del 3% o superiores, aunque también puede definirse un ODI referido al 4%, al 5% o a cualquier otro porcentaje según cuál sea el descenso de la saturación que se desea tener en cuenta. En un contexto clínico adecuado se estima que las desaturaciones son leves cuando el CT90% es menor del 5% y graves cuando supera el 25%. ● Los acontecimientos cardíacos, entre los que cabe recoger la frecuencia cardíaca máxima y mínima, y las bradi- o taquiarritmias (cambios en la frecuencia de, como mínimo, 10 sístoles/minuto con respecto a la situación anterior). ● Los datos procedentes de otros registros, como los ronqui- dos (número de ronquidos por hora de registro e intensidad media de los mismos) y la posición corporal del paciente durante el sueño (aspecto que sirve de ayuda para ver el efecto postural sobre los «eventos» respiratorios). OTROS MÉTODOS DIAGNÓSTICOS ÚTILES La oximetría nocturna o registro oximétrico continuo se ha empleado como método para establecer la prioridad para llevar a cabo una poligrafíarespiratoria de los individuos que están en las listas de espera, así como para orientar el diagnóstico (escrutinio). Sin embargo, aunque puede detectar la existencia de apneas e hipopneas, no distingue entre acon- tecimientos centrales u obstructivos ni identifica los «eventos» que cursan sin desaturación alguna. Por tanto, su utilización como procedimiento diagnóstico único no se recomienda en ningún caso. En los últimos años han aparecido dispositivos, que se denominan supersimplificados (tipo 4), que se basan en la medición del flujo aéreo con una cánula de presión y además, a veces, en el registro de una oximetría percutánea (sistemas monocanal o bicanal, respectivamente). Son sistemas sencillos, que tratan de aportar una vía diagnóstica que pueda emplearse en el domicilio del enfermo y manejarse incluso por personal no experto. No obstante, aún no se dispone de un cuerpo de evidencia y validación suficiente como para garantizar en qué circunstancias y en qué tipo de sujetos pueden aplicarse estos dispositivos. Es probable que el estudio de los pacientes que padecen un SAHS se mejore con la integración de unidades de sueño de referencia y trabajando de manera coordinada con equipos de atención primaria o con laboratorios de sueño que no sean de referencia. En el momento actual es posible establecer redes basadas en sistemas simplificados (tipo 3 y 4) y en polisomno- grafías, con lo que se facilita que el flujo de enfermos sea correc- to y que cada nivel asistencial tenga una adecuada implicación en la sospecha, el diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento del SAHS, y todo ello con una buena relación entre el coste y la efectividad. Algoritmo diagnóstico El médico de familia tiene un papel fundamental en el esta- blecimiento del diagnóstico de sospecha de un SAHS y en la valoración de la evolución de la enfermedad y del cum- plimiento terapéutico de los enfermos. Debe pensarse en la existencia de un SAHS ante una historia de ronquidos, somno- lencia diurna excesiva y pausas de apnea nocturnas observadas por el compañero de cama. Muchas veces se trata de un varón obeso, que refiere estos síntomas desde años atrás. En los casos graves es habitual que se asocie alguna enfermedad cardio- o cerebrovascular, o que se observen factores predisponentes, como una hipertrofia adenoamigdalar, una retrognatia, una micrognatia u otras causas de estrechez de la vía aérea superior. Ante estos hallazgos, la derivación del individuo a una unidad respiratoria del sueño puede ser dos tipos: ● Preferente, si la somnolencia diurna excesiva se asocia con enfermedades cardio- y cerebrovasculares, como una hiper- tensión arterial no controlada, una cardiopatía isquémica, un accidente cerebrovascular reciente o una profesión de riesgo (conductores profesionales, trabajadores con maquinaria peligrosa o que actúan a grandes alturas). En el caso de las Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 89 Síndrome de apneas e hipopneas del sueño: diagnóstico, evolución y tratamiento 753 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. profesiones de riesgo debe procederse a dar de baja al sujeto hasta que pueda completarse su diagnóstico y tratamiento. ● Normal, si la sospecha del SAHS no se acompaña de nin- guna de las circunstancias referidas en el apartado anterior. Conviene recordar que no deben remitirse para su estudio, por sistema, los roncadores, obesos o hipertensos que no refieren otras manifestaciones clínicas que sugieran un SAHS. En la unidad respiratoria del sueño puede plantearse una estrategia diagnóstica como la que se indica a continuación (v. fig. 89.2). Si se sospecha la existencia de otro trastorno respiratorio del sueño distinto al SAHS o bien están presentes enfermedades concomitantes significativas, como una insuficiencia cardíaca, un ictus cerebrovascular, un síndrome de hipoventilación alveolar, un trastorno neuropsiquiátrico o una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), debe iniciarse el estudio mediante una polisomnografía. Tras llevarla a cabo pueden hacerse otros registros de sueño complementarios o, si fuera el caso, poner en marcha la actitud terapéutica más oportuna. Si, por el contrario, se sospecha que solo existe un SAHS, sin enfermedades concomitantes como las descritas, debe tenerse en cuenta la probabilidad clínica pretest de padecerlo. Si esta probabilidad es baja en un individuo roncador que tiene pau- sas nocturnas de apnea, pero que no tiene una somnolencia diurna excesiva (test de Epworth inferior a 12), ni comorbilidad cardio- o cerebrovascular alguna, ni tampoco una profesión de riesgo o una obesidad, debe llevarse a cabo una polisomno- grafía, que ha de servir para descartar o confirmar, de manera definitiva, la presencia o la ausencia de un SAHS. Si la poli- somnografía es negativa, ha de evaluarse la situación clínica del sujeto y, en este sentido, recomendarle medidas generales, como dormir en decúbito lateral, perder peso, mantener una buena higiene del sueño, controlar los factores de riesgo exis- tentes (hipertensión arterial, diabetes mellitus, tabaquismo, etc.) y no tomar fármacos sedantes del sistema nervioso central ni bebidas alcohólicas desde horas antes de acostarse. Por el contrario, si la polisomnografía es positiva y el contexto clínico es el apropiado, puede hacerse bien una evaluación terapéutica con una CPAP de forma individualizada o bien otros tratamientos que pudieran estar indicados. Si la probabilidad pretest de tener un SAHS es media puede valorarse, en función de los medios disponibles y la magnitud de la lista de espera, la indicación de una polisomnografía o de una poligrafía respiratoria. Si esta última es negativa, debe efectuarse una polisomnografía para descartar o confirmar, de modo definitivo, la existencia de un SAHS subsidiario de tratamiento. Por último, si la probabilidad pretest es alta y el enfermo refiere unas manifestaciones clínicas floridas, con o sin una comorbilidad cardio- o cerebrovascular o una obesidad acompañantes, el estudio puede iniciarse con una poligrafía respiratoria, de preferencia domiciliaria y, si resulta negativa, debe realizarse una polisomnografía. En el momento actual no se ha llegado aún a un acuerdo sobre cuál es el punto de corte del IAH, en un registro poli- gráfico respiratorio, que permite establecer el diagnóstico de un SAHS. No obstante, debe considerarse que se padece cuando el IAH alcanza o supera la cifra de 10. Exploraciones complementarias y diagnóstico diferencial Algunas exploraciones complementarias ayudan a descartar enfermedades que cursan con síntomas o signos similares a los del SAHS. Estas pruebas pueden servir, asimismo, para valorar el estado general del paciente y las posibles repercusiones del SAHS sobre su salud (fig. 89.3; tabla 89.3). El diagnóstico diferencial del SAHS debe establecerse con todas las enfermedades y trastornos que producen una FIGURA 89.3 Amplitud de la luz orofaríngea según la escala de Mallampati. Durante la exploración, el enfermo debe estar sentado, sin hablar ni emitir sonidos y con máxima apertura oral. Clase I: se ven el paladar blando, las fauces, la úvula y los pilares amigdalinos; clase II: se ven el paladar blando, las fauces y la úvula parcialmente, que contacta con la base lingual; clase III: se ven el paladar blando y la base de la úvula; y clase IV: se ve el paladar duro (el resto queda fuera de visión). Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓNXIII Alteraciones de la regulación de la ventilación y síndrome de apneas e hipopneas del sueño 754 somnolencia diurna excesiva, uno de los síntomas fundamen- tales de este trastorno respiratorio del sueño (cuadro 89.1). COMPLICACIONES El SAHS es una enfermedad de especial relevancia no solo por su alta prevalencia, sino también por las complicaciones que pueden producirse si no se trata de modo adecuado (tabla 89.4). Se ha demostrado que en los pacientes no diag- nosticados se duplica, en comparación con los diagnostica- dos y tratados, el consumo de recursos sanitarios, por lo que esta enfermedad es un problema de salud pública de primer orden. El SAHS se asocia con un importante deterioro en la calidad de vida y con un mayor riesgo de tener accidentes de tráfico (entre 7 y 10 veces más), laborales y domésticos. No obstante, el impacto concreto que la somnolencia diurna excesiva tiene sobre la accidentalidad no se conoce con certe- za, por lo que al respecto puede influir algún otro factor aún no bien valorado. Por el contrario, la existencia de un IAH por encima de 15 sí se ha relacionado con la posibilidad de sufrir accidentes, de tal forma que el tratamiento del SAHS disminuye claramente la siniestralidad de los sujetos que padecen la enfermedad. Diversos estudios poblacionales y clínicos efectuados con grandes muestras de población han demostrado, de manera inequívoca, que existe una asociación directa entre el IAH y la hipertensión arterial. Algo similar ocurre con otras alteraciones, como la cardiopatía isquémica, la mortalidad coronaria, las arritmias cardíacas (p. ej., la fibrilación auricular), la insuficien- cia cardíaca, la hipertensión pulmonar y los accidentes cere- brovasculares. Además, los sujetos que tienen un SAHS sufren una diabetes mellitus o tienen una resistencia a la insulina con mayor frecuencia que la que se observa en la población general, lo que se ha puesto en relación con la privación del sueño y la hiperactividad simpaticomimética que son propias del SAHS. Del mismo modo, también se ha observado una mayor prevalencia del reflujo gastroesofágico, que se detecta hasta en un 70% de los casos. Las elevadas presiones intratorá- cicas que se dan durante las apneas favorecen los episodios de reflujo nocturno, que a su vez llevan a la aparición de arousals o microdespertares. Debe tenerse en cuenta, además, que las personas que pade- cen un SAHS y que se someten a una intervención quirúrgica con anestesia general tienen un riesgo de complicaciones perio- peratorias mayor que el de los sujetos que no padecen dicho trastorno. En este sentido, la aplicación de una CPAP nasal tras la extubación y la colocación del individuo en una posición semisentada son recomendaciones que siempre han de hacerse, en estos casos, en el período postoperatorio inmediato. EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO Las publicaciones sobre la historia natural del SAHS son escasas. Parece que a medida que evoluciona la enfermedad TABLA 89.3 Pruebas complementarias que deben realizarse, con mención a su utilidad clínica en el diagnóstico del síndrome de apneas e hipopneas del sueño Prueba Utilidad Recomendación Hematocrito, hemoglobina Para detectar una poliglobulia, como complicación de la hipoxemia nocturna Siempre Bioquímica sérica básica Para detectar hiperglucemias y trastornos del perfil lipídico, como factores de riesgo cardiovascular Siempre Hormonas tiroideas Ante la sospecha de un hipotiroidismo o como control en los enfermos en tratamiento Opcional (ante la sospecha o en los pacientes en tratamiento) Radiografía posteroanterior y lateral de tórax Ante la sospecha de una enfermedad cardíaca o respiratoria Opcional Espirometría forzada Si hay antecedentes respiratorios, obesidad mórbida o tabaquismo Opcional Gasometría arterial basal Si hay una desaturación marcada (inferior al 93%) y en la obesidad mórbida o extrema (IMC > 40 kg/m2) Opcional (permite detectar hipercapnias, hipoxemias y acidosis en fases avanzadas) Exploración otorrinolaringológica o maxilofacial Ante la sospecha de una alteración de la vía aérea superior. Debe valorarse la amplitud de la luz faríngea según los grados de Mallampati y la distancia del hioides a la mandíbula (cuello corto). Debe hacerse en los casos en los que se plantee una alternativa quirúrgica a la CPAP Opcional Valoración psiquiátrica En caso de sospecha Opcional Electrocardiograma o ecocardiograma Si existe una hipertensión arterial o se sospecha una cardiopatía Opcional (dada la prevalencia de la hipertensión arterial, las miocardiopatías, la hipertensión pulmonar y la cardiopatía isquémica) CPAP, presión positiva continua en la vía aérea; IMC, índice de masa corporal. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 89 Síndrome de apneas e hipopneas del sueño: diagnóstico, evolución y tratamiento 755 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. aumenta el IAH, sobre todo en los individuos obesos y en los que son roncadores habituales. Se ha sugerido que el ronquido y los colapsos repetidos de la vía aérea contribuyen a edemati- zar los tejidos blandos de la faringe, lo que favorecería aún más el cierre de la luz del tracto respiratorio superior. Asimismo, parece que el traumatismo vibratorio que ocasiona el ronquido empeora la enfermedad, ya que provoca una miopatía, modifi- caciones estructurales en las fibras de la musculatura dilatadora de la faringe y alteraciones en la pared de los vasos del cuello (p. ej., la carótida). La tasa de mortalidad del SAHS, con independencia de las enfermedades a las que pueda asociarse, es mayor que la de la población general, sobre todo por la aparición de com- plicaciones cardiovasculares. Muchas de estas muertes ocurren durante el sueño (55% de los casos). Este exceso de mortalidad se reduce de manera significativa cuando se instaura el trata- miento adecuado con una CPAP. Los trastornos respiratorios de sueño incrementan su fre- cuencia, de forma lineal, con la edad, lo que puede deberse tanto a que el envejecimiento facilita la colapsabilidad de la vía aérea como a que la prevalencia del SAHS se eleva a medida que se cumplen años. Sin embargo, es probable que en los individuos de edad avanzada esta enfermedad no sea igual que la que aparece en los adultos de edad media. Tanto es así que en las personas mayores no está tan claro qué cifra de IAH es patológica, en qué ocasiones debe indicarse el tra- tamiento con una CPAP o si esta evita las complicaciones o disminuye la mortalidad. TRATAMIENTO El tratamiento del SAHS tiene como objetivos los siguientes: resolver las manifestaciones clínicas, normalizar la calidad del sueño y el IAH, corregir las desaturaciones nocturnas de oxígeno, disminuir al máximo las complicaciones cardio- y cerebrovasculares, y evitar los accidentes laborales y de tráfico. La enfermedad debe tener un abordaje terapéutico multidis- ciplinario, por lo que resulta necesaria la intervención de diferentes especialistas en algún momento de su evolución natural. Cuadro 89.1 DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DEL SÍNDROME DE APNEAS E HIPOPNEAS DEL SUEÑO Y CLASIFICACIÓN DE LA SOMNOLENCIA DIURNA EXCESIVA SEGÚN LA AMERICAN ACADEMY FOR SLEEP MEDICINE Hipersomnia fisiológica: relacionada con la edad o un estado concreto (período premenstrual, embarazo, ejercicio físico intenso, período posprandial): no es patológica Hipersomnia patológica Primaria: ● Narcolepsia. Inicio a los 20 años, aunque suele diagnosticarse más tarde. Ataques de sueño irresistible, con pérdida del tono muscular (cataplejía), por desencadenantes emocionales (risa, sorpresa, estrés); además, parálisis del sueño (despertarse y no poder moverse), alucinaciones hipnagógicas(al inicio del sueño) o hipnopómpicas (al final de sueño), percepción de imágenes y sonidos muy vivos, sensación de presencias «reales» amenazantes. Habitualmente la cataplejía puede aparecer más tarde, por lo que la narcolepsia suele diagnosticarse cuando existe una somnolencia diurna excesiva y alteraciones del sueño REM (rapid eye movement) medidos con el test de la latencia múltiple del sueño. ● Hipersomnia diurna idiopática. Inicio en la adolescencia y se observa en personas con una historia de muchos años de evolución. Se caracteriza por una somnolencia diurna excesiva permanente, a pesar de que se duerman muchas horas. Además, los enfermos refieren una «borrachera del sueño», con desorientación temporoespacial al despertarse. El diagnóstico es de exclusión. ● Síndrome de las piernas inquietas. Necesidad imperiosa de mover las piernas en reposo, habitualmente por la tarde, y que mejora con el movimiento. Se asocia con disestesias en ambas piernas. El diagnóstico es clínico y por el estudio de sueño, ya que en el 80% de los casos existen movimientos periódicos de las piernas durante el sueño, lo que produce fragmentación de este último. ● Hipersomnias recurrentes. Más frecuentes en los adolescentes varones. Se caracterizan por períodos recurrentes de hipersomnia, que alternan con períodos normales, y que se asocian con trastornos alimentarios y de la conducta sexual. Secundaria: ● Trastornos respiratorios del sueño. Síndrome de apneas e hipopneas del sueño, síndrome de obesidad e hipoventilación, síndrome de la hipoventilación alveolar central, enfermedades neuromusculares, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, asma bronquial. ● Hipersomnias secundarias a trastornos diversos. Enfermedades psiquiátricas (depresión, etc.), enfermedades neurológicas (vasculares, tumorales, postraumáticas craneales, degenerativas, etc.), enfer medades endocrinas (hipotiroidismo, etc.), enfermedades infecciosas, consumo de fármacos (hipnóticos, ansiolíticos, etc.), alcoholismo. ● Trastornos del ritmo circadiano. Retraso de fase (retraso en el inicio del sueño con somnolencia diurna excesiva por la mañana), avance de fase (somnolencia diurna excesiva por la tarde y con despertar temprano), síndrome hipernictameral (no existe ciclo sueño-vigilia de 24 horas, sino que es más largo, por lo que se va retrasando el inicio del sueño en 1 hora de forma progresiva. Puede afectar hasta a un 30% de las personas ciegas). ● Mala higiene del sueño. Sueño insuficiente, vuelos transmeridianos, cambios frecuentes del horario de sueño (trabajo a turnos). Modificado de Berry et al., 2012. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN XIII Alteraciones de la regulación de la ventilación y síndrome de apneas e hipopneas del sueño 756 El primer paso en la terapia del SAHS son las medidas gene- rales higiénico-dietéticas, que han de recomendarse a todos los pacientes. Sin embargo, el pilar terapéutico fundamental es la CPAP, que es el tratamiento de elección en la mayoría de los casos. En una segunda línea terapéutica están los dispositivos de avance mandibular, la cirugía otorrinolaringológica y, en ocasiones, algunos fármacos. Medidas generales higiénico-dietéticas Deben recomendarse a todos los pacientes para intentar corre- gir los factores de riesgo que pueden favorecer o agravar el SAHS. En concreto, conviene insistir en los aspectos que se enumeran a continuación. La obesidad (índice de masa corporal o IMC superior a 30 kg/m2) es el factor de riesgo que con más frecuencia se asocia con el SAHS. La pérdida de peso disminuye la grasa existente en el cuello, con lo que aumenta el calibre de la vía aérea superior y se colapsa menos la luz faríngea. Se reducen así el IAH y el número de desaturaciones nocturnas de oxígeno, con lo que mejoran las manifestaciones clínicas. La reducción de solo un 5-10% en el peso disminuye el IAH y alivia los síntomas. Sin embargo, son pocas las personas que realmente consiguen rebajar su peso. En el SAHS grave asociado con una obesidad mórbida (IMC mayor de 40 kg/m2) y en la obesidad extrema (IMC mayor de 50 kg/m2) debe hacerse un tratamiento multi- disciplinar y contemplar la posibilidad de la cirugía bariátrica. El tabaquismo hace que se incremente el riesgo de tener una roncopatía y un SAHS, dada la inflamación que el tabaco ocasiona en la vía aérea superior. El abandono del tabaco dis- minuye el ronquido y los síntomas del SAHS, aunque hay que vigilar la ganancia de peso que puede producirse tras este abandono. El alcohol debe eliminarse en todos los sujetos que padecen un SAHS, ya que aumenta el riesgo de accidentes, altera la función de la musculatura faríngea y deprime la respuesta ventilatoria del sistema nervioso central a estímulos como la hipoxia o la hipercapnia. TABLA 89.4 Complicaciones asociadas con el síndrome de apneas e hipopneas del sueño Complicaciones Referencias bibliográficas Empeoramiento de la calidad de vida Sanner et al. Eur Respir J 2000;16:118-22 Baldwin et al. Sleep 2001;24:96-105 Lacasseet al. Eur Respir J 2002;19:499-503 Lacasse et al. Thorax 2004;59:494-99 Diaferia et al. Sleep Med 2013;14 Accidentes de tráfico, laborales y domésticos Findley et al. Chest 1995;108:619-24 Young et al. Sleep 1997;20:608-63 Barbé et al. Am J Respir Crit Care Med 1998;158:18-22 Terán Santos et al. N Engl J Med 1999;340:847-51 Masa et al. Am J Respir Crit Care Med 2000;162:1407-12 Lindberg et al. Am J Respir Crit Care Med 2001;164:2031-5 Hipertensión arterial Young et al. Arch Intern Med 1997;157:1746-52 Lavie et al. Br Med J 2000;320:479-82 Peppard et al. N Engl J Med 2000;342:1378-84 Nieto et al. JAMA 2000;283:1829-36 Durán et al. Am J Respir Crit Care Med 2001;163:685-9 Durán Cantolla et al. Br Med J 2010;341:c5991 Barbé et al. JAMA 2012;307:2161-8 Marín et al. JAMA 2012;307:2169-76 Enfermedad coronaria y cardiovascular Hung et al. Lancet 1990;336:261-4 Mooe et al. Am J Med 1996;101;251-6 Sahahar et al. Am J Respir Crit Care Med 2001;163:19-25 Mehra et al. Am J Respir Crit Care Med 2006;173:910-6 Aumento de la mortalidad He et al. Chest 1988;94:9-14 Pecker et al. Am J Respir Crit Care Med 2000;162:81-6 Marin et al. Lancet 2005;365:1046-53 Young et al. Sleep 2008;31:1071-8 Campos Rodríguez et al. Ann Intern Med 2012;156:115-22 Enfermedad cerebrovascular Baseti et al. Sleep 1999;22:217-23 Parra et al. Am J Respir Crit Care Med 2000;161:375-80 Yaggi et al. N Engl J Med 2005;353:2034-41 Artz et al. Am J Respir Crit Care Med 2005; 172: 1447-51 Muñoz et al. Stroke 2006;37:2317-21 Resistencia a la insulina y diabetes mellitus Resnick et al. Diabetes Care 2003;26:702-9 Enfermedad por reflujo gastroesofágico Green et al. Arch Intern Med 2003;163:41-5 Berg et al. Chest 2004;125:2101-6 Tawk et al. Chest 2006;130:1003-8 Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 89 Síndrome de apneas e hipopneas del sueño: diagnóstico, evolución y tratamiento 757 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Algunos fármacos, como las benzodiacepinas, los barbitúri- cos, los bloqueantes β-adrenérgicos y cualquier otro con efectos sobre el sistema nervioso central, pueden agravar el SAHS. Las benzodiacepinas disminuyen la respuesta ventilatoria a la hipoxia y a la hipercapnia, por lo que han de evitarse en estos pacientes. Si fuera imprescindible la toma de inductores del sue- ño, deben recetarse agentes hipnóticos no benzodiacepínicos, como el zolpidem o la zoplicona, siempre mejor en dosis bajas. La buena higienedel sueño es fundamental. Mantener unos buenos hábitos de sueño y una adecuada agenda, que lleve a un sueño regular en su horario, es un aspecto crítico. La privación de sueño —principal causa de la somnolencia diurna— reduce el tono muscular de la vía aérea superior y predispone a la colapsabilidad faríngea, estableciéndose así un círculo vicioso. La posición corporal que se adopta durante el sueño tam- bién es importante. A veces, los acontecimientos respiratorios predominan en decúbito supino (efecto posicional). En reali- dad, así es mayor la colapsabilidad de la vía aérea superior, ya que las estructuras blandas del cuello tienden a caer hacia atrás por efecto de la gravedad y, con ello, se reduce la luz de la orofaringe. Si este fenómeno se observa o se constata, debe recomendarse elevar la cabecera de la cama unos 30° o dormir en decúbito lateral. Algunas alteraciones endocrinas (hipotiroidismo, acrome- galia o síndrome de Cushing) favorecen la aparición de un SAHS. En estas enfermedades aumentan los tejidos blandos en la faringe, existen anomalías en la estructura facial ósea y se modifica la distribución de la grasa en el cuello y la vía aérea superior (grasa redundante). Por ello, la posible exis- tencia de estas alteraciones debe descartarse en todos los casos para, si se precisa, poner en marcha el tratamiento específico necesario. La obstrucción nasal está presente hasta en un 60% de los individuos que padecen un SAHS. Esta obstrucción se asocia con una peor calidad del sueño y con un mal cumplimiento en cuanto al uso de la CPAP. Por ello, en estos casos debe valorarse la utilidad de los antihistamínicos y de los esteroides tópicos, así como la de la intervención quirúrgica cuando esté indicada por las deformidades existentes. Presión positiva continua en la vía aérea La CPAP, introducida por Sullivan en 1981, sigue siendo hoy en día el tratamiento de elección del SAHS. Su eficacia y su efectividad superan a las ofrecidas por cualquier otra medida terapéutica. Solo si falla o no se tolera debe optarse por otras posibilidades, ya de segunda línea, como son los dispositivos de avance mandibular o las intervenciones quirúrgicas, siempre junto con las medidas generales higiénico-dietéticas antes enunciadas. El aparato de CPAP consta de una turbina, que genera un chorro de aire a presión (presión positiva) que se transmite al tracto respiratorio mediante una mascarilla nasal fijada a la cara con unos arneses (fig. 89.4). De este modo la CPAP, al crear una «cuña» o «férula» neumática, aumenta el diámetro frontal (izquierda a derecha) de la vía aérea superior e impide el colapso de la faringe durante el sueño. El sistema tiene una válvula espiratoria que impide la reinhalación del anhídrido carbónico. Desde un punto de vista fisiopatológico la CPAP evita las apneas, las hipopneas, los RERA, los ronquidos y las desatura- ciones de oxígeno, y restablece la ventilación y la oxigenación nocturnas del enfermo. Además, hace que desaparezcan los microdespertares o arousals y que disminuya la activación sim- pática, por lo que se recuperan la arquitectura y la calidad del sueño normal. En resumen, los principales efectos de la CPAP son los siguientes: ● Alivio sintomático (somnolencia, trastornos cognitivos, cansancio matutino, etc.). ● Mejoría de la calidad de vida. FIGURA 89.4 Representación esquemática de cómo la presión positiva continua transmitida a la vía aérea superior (CPAP) aumenta el diámetro orofaríngeo, evita el colapso estático de dicha vía y permite la recuperación de la arquitectura y la calidad del sueño. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN XIII Alteraciones de la regulación de la ventilación y síndrome de apneas e hipopneas del sueño 758 ● Reducción del riesgo de accidentes de tráfico, laborales y domésticos. ● Disminución de las complicaciones sistémicas. ● Descenso o normalización de la presión arterial en un por- centaje importante de pacientes hipertensos, lo que es más evidente cuantas más horas se use la CPAP. ● Corrección de los trastornos gasométricos en el SAHS que cursa con hipercapnia y en los enfermos que tienen un sín- drome de solapamiento (SAHS y EPOC simultáneamente). ● Normalización, en bastantes casos, de la secreción de hor- monas, como la del crecimiento (GH o STH), la natriuréti- ca, la antidiurética o la testosterona. ● Minoración de los costes que acarrea la enfermedad cuando no se trata. En el momento actual hay acuerdo en que hay que aplicar una CPAP en los individuos que padecen un SAHS moderado o grave, que cursa con manifestaciones clínicas floridas o que tiene enfermedades significativas asociadas. Sin embargo, este acuerdo es menos unánime cuando se trata de los sujetos que no tienen síntomas, con independencia de cuál sea su IAH. En realidad, la decisión terapéutica debe basarse, para ser correcta, en los datos clínicos, la comorbilidad existente y los resultados del estudio del sueño que se ha realizado (IAH, desaturaciones de oxígeno, etc.). El grupo español de sueño, en su conocida normativa sobre el diagnóstico y tratamiento del SAHS, propuso un algorit- mo terapéutico basado en los hallazgos antes comentados (fig. 89.5). Las medidas generales deben recomendarse a todos los enfermos que padecen un SAHS. Si el IAH es igual o mayor de 30 (SAHS grave) o el IAH es igual o superior a 5 y menor de 30 (SAHS leve o moderado) y cursa con síntomas floridos o con comorbilidades significativas, existe evidencia suficiente como para indicar, como tratamiento de elección, la CPAP. En los pacientes no sintomáticos o sin comorbilidad cardio- o cerebrovascular, y con un IAH igual o superior a 5 y menor de 30, deben considerarse otras opciones terapéuticas, además de ser obligado el seguimiento clínico. La CPAP no está exenta de efectos secundarios. Es un tra- tamiento que hay que usar a diario y que muchas veces es incómodo para la persona. Por ello siempre es necesario ex- FIGURA 89.5 Algoritmo terapéutico del síndrome de apneas e hipopneas del sueño (SAHS). Si el índice de apneas e hipopneas (IAH) tiene un valor de 5 o superior deben contemplarse, en todos los casos, las medidas higiénico-dietéticas oportunas. Si, además, el IAH se sitúa entre 5 y 30 y el paciente no tiene síntomas floridos de la enfermedad, hipersomnia ni comorbilidades cardiovasculares importantes, pueden tenerse en cuenta otras opciones terapéuticas, como los dispositivos de avance mandibular o la cirugía otorrinolaringológica, siempre y cuando estos tratamientos estén indicados. Posteriormente debe realizarse un seguimiento clínico del paciente. Si el IAH está entre 5 y 30 y, por el contrario, se refieren síntomas floridos o de hipersomnia diurna o el test de Epworth tiene un valor de 12 o superior, o existen comorbilidades cardiovasculares importantes, o también si se tratase de pacientes con un IAH mayor de 30, con independencia de cuáles sean las manifestaciones clínicas o la comorbilidad cardiovascular que se observe, debe considerarse la prescripción de una presión positiva continua en la vía aérea (CPAP) como tratamiento de elección. También en este caso ha de llevarse a cabo, con posterioridad, un seguimiento clínico. Si existiera un rechazo o una intolerancia manifiesta a la CPAP se recomienda valorar la posibilidad, de forma individualizada, de otras opciones terapéuticas, como los dispositivos de avance mandibular o la cirugía otorrinolaringológica, entre otras. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 89 Síndromede apneas e hipopneas del sueño: diagnóstico, evolución y tratamiento 759 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. plicar bien en qué consiste la enfermedad y qué se pretende con la CPAP. Además, debe instruirse correctamente acerca de la forma en la que ha de manejarse el equipo. Solo así puede conseguirse que el cumplimiento terapéutico sea el adecuado (recomendable más de 4 horas, como media, cada noche), minimizando el rechazo y la intolerancia a la CPAP. La primera vez que se aplica el tratamiento debe probarse in situ el dis- positivo, la mascarilla, las tubuladuras, el sistema y la rampa de presión. Estas explicaciones no evitan los efectos secunda- rios, pero ayudan a afrontarlos y a disminuir la ansiedad del individuo. Los efectos secundarios de la CPAP son bastante habituales, ya que aparecen hasta en un 60% de los casos. Sin embargo, casi siempre son leves y subsanables. La mayoría de las veces se observan en las primeras semanas del tratamiento. Los más frecuentes son los que se enumeran a continuación: ● Congestión u obstrucción nasal. Es con mucho el más común. Se debe a la inflamación y la sequedad que produ- ce el aire a presión lanzado por el equipo de CPAP contra la mucosa nasal. Suele responder a los corticoesteroides tópicos, los antihistamínicos y los vasoconstrictores locales. ● Epistaxis. Se produce por la sequedad nasal ocasionada por la CPAP. La prescripción de un humidificador interpuesto en las tubuladuras del sistema y las instilaciones de suero salino suelen ser suficientes. En caso contrario conviene que el enfermo sea valorado por un otorrinolaringólogo. ● Sequedad faríngea. Si no cede espontáneamente cabe inter- calar, como en el caso anterior, un humidificador frío o caliente en el sistema. ● Dermatitis por la mascarilla. Suele ser pasajera y remite al endurecerse la piel en los puntos de apoyo de la mascarilla (p. ej., en la región interciliar). No obstante, en ocasiones requiere la utilización de geles, pomadas, almohadillados, cambios de mascarilla, etc. ● Conjuntivitis o sequedad ocular. Se origina por el chorro de aire que escapa de la mascarilla por alguna fuga y choca contra el globo ocular. Suele mejorar si se ajustan de mane- ra adecuada los arneses de la mascarilla o se escoge otro modelo más apropiado a la morfología facial del sujeto. ● Presión de CPAP inadecuada, tanto por defecto como por exceso. Algunos individuos no pueden adaptarse a la presión de la CPAP que se ha fijado. Posibles soluciones son el llevar a cabo una titulación para saber cuál es la presión correcta o el establecer una rampa de presión en la CPAP, de modo que se proporcionen presiones más bajas durante los primeros minutos del tratamiento cada noche, que luego van aumen- tando, para conseguir así una acomodación progresiva. Otros efectos secundarios producidos por la CPAP, aunque aún menos habituales que los anteriores, son los que se refieren a continuación: ● Cefaleas. Suelen ser pasajeras, aunque a veces es necesario recurrir transitoriamente a algún analgésico. ● Intolerancia al ruido del aparato. En todos los casos debe procurarse que exista la máxima separación entre el aparato y la cabecera de la cama. A veces se tiene que recurrir a la utilización de tubuladuras especiales, que permitan aumen- tar esa distancia. ● Frío facial. La CPAP recoge el aire de la habitación, por lo que, si la temperatura ambiental es baja, el enfermo puede sentir frío. La solución puede estar en acondicionar la tem- peratura local o en intercalar un sistema de calentamiento y humidificación del aire que va a la CPAP. ● Insomnio. Suele ocurrir al inicio del tratamiento, hasta que el paciente se acomoda al equipo. Buscar una adaptación progresiva, con presiones más bajas, es mejor que usar, aun- que sea de modo esporádico, fármacos benzodiacepínicos. ● Aerofagia. Es muy poco común y desaparece con el tiempo, una vez que el paciente se adapta a la máquina. ● Claustrofobia. También es muy poco habitual y suele remi- tir con el tiempo. Efectos más graves, pero excepcionales, son el neumotórax, el neumomediastino, el enfisema subcutáneo y el neumoencé- falo, todos ellos provocados por el barotrauma, así como la insuficiencia cardíaca, la hipertensión ocular y el vértigo. La titulación de la CPAP es el procedimiento por el que se determina la presión a administrar que resulta óptima para cada paciente. En definitiva, se trata de saber cuál es la presión mínima necesaria para evitar que aparezcan acontecimientos respiratorios nocturnos, para que se normalice la arquitectura del sueño y para que se alivien las manifestaciones clínicas existentes, todo ello con los mínimos efectos secundarios. Para efectuar esta titulación, pueden utilizarse diferentes métodos: ● Titulación con una polisomnografía convencional. Es el procedimiento clásico. Su principal inconveniente se encuentra en el consumo de recursos que conlleva, lo que ha hecho que se haya recurrido a sistemas alternativos más sencillos. El procedimiento se basa en la realización de una polisomnografía con la CPAP en funcionamiento. Si en el registro aparecen apneas o hipopneas debe incrementarse progresivamente la presión (1 cm H2O cada 5 minutos) hasta que se normalice la respiración y la arquitectura del sueño, cualquiera que sea la postura y la fase del sueño del enfermo. Más tarde, ante trastornos más sutiles, como los RERA o los ronquidos, el aumento de la presión debe hacerse más len- tamente (1 cm H2O cada 10 minutos). Una vez encontrada la presión adecuada para el enfermo, ha de observarse su evolución durante 15-30 minutos para comprobar la validez de la presión que se ha fijado como óptima. Estabilizada la respiración durante unas horas debe reducirse la presión de manera progresiva, hasta que de nuevo aparezcan los trastor- nos del sueño («eventos»). En este descenso, la presión justo inmediatamente anterior al comienzo de tales «eventos» es la presión óptima que debe prescribirse. La histéresis propia de la vía aérea superior obliga a que la titulación deba fijarse una vez que se ha completado el descenso que se ha descrito. ● Titulación con una poligrafía respiratoria. El procedimien- to que ha de seguirse es similar al descrito en el apartado anterior. Los resultados que se consiguen son aceptables. Sin embargo, la introducción de las auto-CPAP y la utilización domiciliaria de estos equipos han hecho que este método haya caído en desuso, como se expone a continuación. ● Titulación polisomnográfica en una noche partida (split- night). Se lleva a cabo con una polisomnografía convencio- nal, de tal forma que la primera parte de la noche sirve para Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN XIII Alteraciones de la regulación de la ventilación y síndrome de apneas e hipopneas del sueño 760 establecer el diagnóstico y la segunda, si este se confirma, se emplea para titular la presión de la CPAP que es más adecuada para ese enfermo. La primera parte debe tener una duración de, al menos, 120 minutos de sueño. La segunda debe incluir fases de sueño REM (rapid eye movement) y no REM, y momentos en los que el individuo esté en decúbito supino. Este método de titulación apenas se usa por la limitación de tiempos a los que obliga, tanto en la fase de diagnóstico (primera mitad de la noche) como en la fase de titulación (segunda mitad de la noche). Por ello, ha quedado relegado para los casos en los que se requiere un diagnóstico y una titulación urgentes, dada la gravedad del cuadro clínico, o para aquellos otros en los que la proba- bilidad de tener un SAHS grave es alta. ● Titulación con una auto-CPAP. La eficacia de este proce- dimiento essimilar a la que ofrece la polisomnografía. La auto-CPAP ajusta constantemente el nivel de presión durante toda la noche (presión no fija), de acuerdo con el análisis que el aparato hace, en todo momento, del ronqui- do y de la morfología de la onda de flujo inspiratorio. Estos dispositivos pueden aplicarse en el domicilio del enfermo y emplearse con los dos siguientes objetivos: ● Titulación de la presión con una CPAP fija. Cuando se utiliza este método, el nivel óptimo de presión es el que resulta de analizar visualmente la gráfica y escoger así la presión mínima efectiva que cubre el 90% de toda la gráfica (presión visual al percentil 90). No debe elegirse el valor que proporciona la máquina de modo directo y automático. El tiempo que debe funcionar una auto-CPAP, para considerar válido un estudio con este propósito, es como mínimo de 5 horas y las fugas permitidas deben ser inferiores a 0,4 L/segundo (o a 24 L/minuto). ● Tratamiento directo de un SAHS sin necesidad de titu- lar la CPAP. Este procedimiento es más caro, pero es mucho más fisiológico. La presión es variable a lo largo de la noche según las necesidades del paciente en cada momento. Este sistema puede emplearse en los indivi- duos que tienen problemas, por las altas presiones, con una CPAP fija o incluso en los sujetos en los que las diferencias en el IAH entre las fases REM y no REM son importantes (SAHS de fase REM). ● Titulación mediante una ecuación empírica. Existen ecua- ciones matemáticas que combinan diferentes variables del enfermo, como el IAH, el IMC, el perímetro del cuello o la saturación de oxígeno, y estiman de esa manera la presión de la CPAP que es necesaria para el tratamiento de una persona determinada. Los niveles de presión así obtenidos son orientativos y pueden aplicarse siempre que el enfermo vaya bien y la evolución clínica sea la adecuada. No obstante, en caso contrario, debe realizarse una titulación con un método más fiable. Es habitual que para las presiones que, calculadas con la ecuación, superan los 9 cm H2O y para las que están por debajo de los 5 cm H2O, exista una cierta discordancia con el valor obtenido con el sistema de titulación estándar, por lo que entonces conviene efectuar una titulación más objetiva. La ecuación de Hoffstein, la que más se emplea, es la que se refleja a continuación: = × + × + × − Presión (0,16 IMC) (0,13 perímetro del cuello) (0,04 IAH) 5,12 La fiabilidad de los diferentes procedimientos utilizados para titular la presión de una CPAP ha sido motivo de varios trabajos en los últimos años. Los métodos que se basan en una auto-CPAP (autotitulación domiciliaria) o en una ecuación matemática predictiva se han propuesto como posibilidades alternativas a la polisomnografía convencional, ya que se aso- cian con un importante ahorro económico y un alivio en las listas de espera. La evaluación y el seguimiento de los efectos y los beneficios que la CPAP logra en un enfermo determinado también es un asunto importante. La CPAP no es un tratamiento etio- lógico ni curativo. De hecho, si se abandona, las apneas y las hipopneas reaparecen al cabo de unos días con la misma intensidad inicial. De ahí la importancia de emplear la CPAP todas las noches y durante el mayor número de horas posible. Se considera que una CPAP se utiliza de manera adecuada si se aplica, al menos, 4 horas o más cada noche. A pesar de que se trata de un tratamiento crónico, que a veces resulta incómodo, el cumplimiento por parte de los pacientes suele ser bastante aceptable. Más de un 70% de ellos lo emplea no menos de 4 horas cada noche. Los sujetos más sintomáticos y en los que la indicación de la CPAP es más clara son los más cumplidores. Para garantizar el correcto uso de la CPAP deben establecer- se sucesivas revisiones clínicas periódicas. La primera de ellas ha de hacerse al mes de instaurar el tratamiento. Luego cada 3 meses en el primer año, cada 6 meses en el segundo año y, por último, una vez al año. En el seguimiento del enfermo es esencial el establecimiento de una buena coordinación con los médicos de atención primaria, que deben ser copartícipes del cumplimiento terapéutico —incluido el de las medidas higié- nico-dietéticas—, y vigilar la aparición de nuevos síntomas, de efectos secundarios o de complicaciones. Los efectos secundarios que se han mencionado antes tam- bién determinan, en parte, el grado de cumplimiento que se consigue. Al respecto debe distinguirse entre rechazo e intole- rancia a la CPAP. El rechazo es la no aceptación de una CPAP tras intentar utilizarla durante un período de tiempo inferior a las 4 semanas. La intolerancia se refiere a los individuos que durante más de 4 semanas han querido adaptarse a ella, pero que por diversas razones no lo han logrado. En este último caso puede ser aconsejable buscar alternativas terapéuticas y suspen- der definitivamente la CPAP una vez que se ha intentado todo. La presión positiva continua en la vía aérea a dos niveles de presión (BIPAP) es a veces una posibilidad de tratamiento en los individuos en los que existe, además de un SAHS, una enfermedad respiratoria hipercápnica. También lo es en los que precisan una presión alta en la CPAP para que el tratamiento sea efectivo. En este último caso, la BIPAP suele tolerarse bas- tante mejor que la CPAP. En los pacientes que padecen una insuficiencia respiratoria, la CPAP y la BIPAP deben suplemen- tarse con oxígeno durante toda la noche. Otros tratamientos posibles La CPAP se ha convertido en el tratamiento de elección del SAHS. No solo mejora los síntomas de la enfermedad, sino Presión=(0,16×IMC)+(0,13×perí- metro del cuello)+(0,04×IAH)−5,12 Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 89 Síndrome de apneas e hipopneas del sueño: diagnóstico, evolución y tratamiento 761 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. que también normaliza el riesgo de accidentes de tráfico, domésticos y laborales, reduce la hiperactividad simpática y aminora la morbilidad cardiovascular, en especial la debida a la hipertensión arterial. Se ha demostrado incluso que la CPAP disminuye la mortalidad en las personas que padecen un SAHS grave. No obstante, a pesar de la contundencia de estos hallazgos, muchos enfermos tienen efectos secundarios o refieren molestias de diverso tipo como consecuencia del empleo de una CPAP. Por tal motivo, para algunos individuos hay que buscar posibles tratamientos alternativos. No cabe duda de que la pérdida de peso contribuye a mejorar el patrón respiratorio y la calidad del sueño, por lo que debe recomendarse en todos los casos. También han de aconsejarse las oportunas medidas posturales cuando el SAHS es de naturaleza posicional. En los pacientes que tienen una obesidad mórbida o extrema, que sufren alguna comorbilidad y un SAHS o un sín- drome de obesidad-hipoventilación, puede indicarse una inter- vención quirúrgica bariátrica, como tratamiento adyuvante de la CPAP, o un dispositivo tipo BIPAP. La estimulación magnética o eléctrica, externa o interna, de los músculos dilatadores de la faringe carece, a fecha de hoy, de suficiente respaldo científico, por lo que no puede recomendarse en el momento actual. El entrenamiento de la musculatura de la lengua, aunque mejora los ronquidos, no es eficaz en el tratamiento del SAHS. Los dispositivos de avance mandibular (DAM) son una alternativa terapéutica cuando la CPAP fracasa. Se introducen en la boca y desplazan la mandíbula, de forma fija o progresiva, en sentido anterior e inferior. Con esta maniobra se arrastra la lengua y se aumenta el espacio retrofaríngeo de la vía aérea superior. Antes de su implantación es aconsejable realizar un estudio deltracto respiratorio superior mediante una cefa- lometría, una tomografía computarizada o una resonancia magnética. Tras su colocación es necesario efectuar una poli- grafía respiratoria para comprobar su eficacia. Las principales indicaciones de estos dispositivos son la roncopatía simple, la intolerancia a la CPAP, el fracaso de la cirugía, el SAHS leve o moderado, el mal cumplimiento con la CPAP, la claustrofobia y la mala adaptación a la mascarilla. Estos dispositivos no deben indicarse en el SAHS grave, en los trastornos que cursan con hipersomnia, en los enfermos que tienen desaturacio- nes importantes ni en la obesidad mórbida. Tampoco deben recomendarse los dilatadores nasales encaminados a reducir el ronquido ni, en mera teoría, a mejorar la arquitectura y los trastornos respiratorios del sueño. El tratamiento quirúrgico del SAHS es controvertido, pues su eficacia solo se ha evaluado a corto plazo. Además, se requiere un alto grado de especialización técnica para poder llevarlo a cabo con éxito. Debe indicarse, sopesándolo mucho, cuando existe una alteración anatómica específica o como segunda línea terapéutica cuando han fallado todas las medidas generales y la CPAP. En la infancia, por el contrario, la cirugía —en concreto la adenoamigdalectomía— tiene mucha más importancia y es incluso el tratamiento que más se utiliza. En los adultos con un SAHS, las intervenciones quirúrgicas que pueden llevarse a cabo son de los tres tipos siguientes: ● Los procedimientos derivativos, que establecen un corto- circuito del tramo de la vía aérea que es patológico. Uno de estos procedimientos, la traqueotomía, en la actualidad solo tiene indicaciones excepcionales (SAHS muy grave en obesos mórbidos, en pacientes que tienen una hipoxemia intensa o en individuos con deformidades faciales que impiden el tratamiento con una CPAP). ● Los procedimientos reductores, que disminuyen el conte- nido de la zona patológica. Entre estos procedimientos se encuentran las tres técnicas quirúrgicas que se describen a continuación: ● La cirugía nasal, que es una intervención segura y con escasa morbilidad. Puede realizarse mediante una endos- copia o con radiofrecuencia y está indicada cuando exis- ten alteraciones anatómicas nasales (desviación septal, anomalías en los cornetes nasales, poliposis nasal, etc.). Los mejores resultados se obtienen, más que en el SAHS, en la roncopatía benigna. Debe valorarse esta posibilidad cuando existe una clara intolerancia a la CPAP. ● La cirugía palatofaríngea, que se basa en la reducción o eliminación de los tejidos blandos de la orofaringe, para lograr el ensanchamiento de la vía aérea, y que puede llevarse a cabo tanto mediante métodos quirúrgicos con- vencionales como con sistemas basados en el empleo del láser o de la radiofrecuencia. Los resultados son mejores en la roncopatía benigna que en el SAHS, sobre todo si este es grave. Los dos criterios de eficacia que se recono- cen en el momento actual son la obtención de un IAH inferior a 20 o a un 50% del previamente existente. No obstante, conviene recordar que las técnicas quirúrgicas, sean las que sean, no deben recomendarse para el trata- miento del SAHS salvo en casos muy seleccionados. ● La cirugía lingual, que consiste en una resección en cuña de la base de la lengua para aumentar el espacio retro- lingual. Es útil en el SAHS leve o moderado, pero precisa de cirujanos expertos. Es una técnica agresiva y tiene un postoperatorio muy incómodo para el individuo. ● Los procedimientos dilatadores, que buscan el ensancha- miento del continente de la vía aérea. Deben reservarse para los sujetos que tienen malformaciones faciales, como una hipoplasia mandibular o una micrognatia congénita. Una de las intervenciones que ofrece mejores resultados es la que preconiza el grupo de Stanford, que realiza un avance bima- xilar para incrementar el espacio lingual y retropalatal. Esta operación tiene dos fases. En la primera se hace una osteo- tomía mandibular inferior, una miotomía y una suspensión del hioides. En la segunda se efectúa un avance bimaxilar. El tratamiento farmacológico del SAHS es poco útil en general y no puede aconsejarse en casi ningún caso. En realidad, hasta la fecha ningún fármaco se ha mostrado tan eficaz como la CPAP. Las sustancias que más se han utilizado son la medroxiproges- terona, que se ha empleado en el síndrome de obesidad-hipoven- tilación, la acetazolamida, que se usa en el síndrome de las apneas centrales, los antidepresivos tricíclicos, como la protriptilina, que disminuye la fase REM del sueño y activa la musculatura faríngea, la melatonina, útil en el tratamiento del insomnio, y los inhibi- dores selectivos de la recaptación de la serotonina. Los corticoides intranasales tópicos mejoran el SAHS leve o moderado en los niños en los que coexiste una rinitis o una obstrucción de la vía aérea superior debida a una hipertrofia adenoamigdalar. En estos casos puede recomendarse su administración. 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