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1259 44-1 Histerectomía radical abdominal (tipo III) La histerectomía radical difi ere de la histe- rectomía simple en que se extirpan tejidos blandos circundantes adicionales para obtener bordes sin tumor. El procedimiento implica la ablación radical amplia de los tejidos de los parametrios y paravaginales, además de los gan- glios linfáticos pélvicos. Los cinco tipos de histerectomía ampliada se revisan en el capítulo 30 (pág. 783). De ellos, la histerectomía tipo III (radical) está indicada para el cáncer cervicouterino en eta- pas IB1 a IIA o para el cáncer endometrial de etapa clínica II cuando el tumor se ha exten- dido al cuello uterino (Greer, 2011a,b). Cada vez se utiliza más a menudo el acceso laparoscópico para la histerectomía radical tipo III (Secciones 44-3 y 44-4, págs. 1267 y 1272). En estas técnicas, se aplican los princi- pios de la intervención quirúrgica abdominal. La histerectomía radical es un método diná- mico que siempre requiere toma de decisiones sustanciales durante el procedimiento. Cada paso necesita una valoración quirúrgica enfo- cada y congruente. De muchas maneras, la histerectomía abdominal radical defi nió en un principio el campo de la oncología ginecoló- gica. La familiaridad con sus conceptos todavía es crucial para generar la pericia en la interven- ción quirúrgica pélvica compleja. PREOPERATORIO ■ Valoración de la paciente La histerectomía radical no es apropiada para las mujeres con cáncer en etapa avanzada. Por consiguiente, la estadifi cación clínica precisa es crucial antes de elegir este procedimiento. No es obligatoria la exploración pélvica con anestesia mediante cistoscopia y proctoscopia para los cánceres cervicouterinos pequeños, pero debe 44-1: Histerectomía radical abdominal (tipo III) . . . . . . . . . . . 1259 44-2: Histerectomía radical modificada abdominal (tipo II) . . . . 1265 44-3: Histerectomía radical laparoscópica . . . . . . . . . . . . . . . . 1267 44-4: Histerectomía radical robótica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1272 44-5: Exenteración pélvica total . . . 1276 44-6: Exenteración pélvica anterior . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1282 44-7: Exenteración pélvica posterior . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1283 44-8: Conducto urinario incontinente . . . . . . . . . . . . . . . . 1284 44-9: Conducto urinario continente . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1288 44-10: Reconstrucción vaginal . . . . 1292 44-11: Linfadenectomía pélvica . . . 1296 44-12: Linfadenectomía paraaórtica . . . . . . . . . . . . . . . . . 1299 44-13: Estadificación quirúrgica laparoscópica para tumores ginecológicos malignos . . . . . . . . . 1302 44-14: Estadificación quirúrgica robótica para tumores ginecológicos malignos . . . . . . . . . 1306 44-15: Resección pélvica en bloque . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1309 44-16: Omentectomía . . . . . . . . . . 1313 44-17: Esplenectomía . . . . . . . . . . 1315 44-18: Cirugía diafragmática . . . . . 1317 44-19: Colostomía . . . . . . . . . . . . 1319 44-20: Resección de colon . . . . . . . 1322 44-21: Ileostomía . . . . . . . . . . . . . 1324 44-22: Resección de intestino delgado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1325 44-23: Resección anterior baja . . . . 1327 44-24: Derivación intestinal . . . . . . 1331 44-25: Apendicectomía . . . . . . . . . 1333 44-26: Vulvectomía subcutánea . . . 1335 44-27: Vulvectomía radical parcial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1337 44-28: Vulvectomía radical completa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1340 44-29: Linfadenectomía inguinofemoral . . . . . . . . . . . . . . 1343 44-30: Injertos y colgajos para reconstrucción . . . . . . . . . . . . 1346 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . 1348 CAPÍTULO 44 Cirugía para cánceres ginecológicos 44_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 125944_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 1259 06/09/13 22:2806/09/13 22:28 1260 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 ventajas posquirúrgicas de las incisiones trans- versas y permite el acceso a la región lateral de la pelvis (Secciones 41-3, pág. 1024 y 41-4, pág. 1025). Sin embargo, tal vez los ganglios paraaórticos superiores no sean accesibles por esta incisión. Las incisiones de Pfannenstiel ofrecen exposición limitada y deben utilizarse sólo en pacientes selectas (Orr, 1995). ➌ Exploración. Después del acceso a la cavidad abdominal, el cirujano debe explorar primero el abdomen de forma exhaustiva en busca de enfermedad metastásica obvia. Deben extirparse los ganglios linfáticos sospecho- sos y cualquier otra lesión o efectuar biopsia. La confi rmación de enfermedad metastásica o extensión del tumor pélvico debe llevar al cirujano a decidir si proceder con la interven- ción quirúrgica o interrumpirla con base en los datos transoperatorios globales y las circuns- tancias clínicas (Leath, 2004). ❹ Acceso al espacio retroperitoneal. Se coloca el útero bajo tracción con unas pin- zas de Kelly en los cuernos de las trompas de Falopio. Se sutura el ligamento redondo con material de absorción tardía de calibre 0 en dirección tan externa como sea posible, se refi ere el material de sutura y se aplica tensión para facilitar el acceso al espacio retroperito- neal. El corte del ligamento redondo en un punto más lateral de su extensión ayuda a la escisión ulterior del parametrio para separarlo de la pared lateral pélvica. Se corta el liga- mento redondo de forma transversa y se separa el ligamento ancho entre sus hojas anterior y posterior, junto con el tejido areolar laxo inter- puesto. Se coloca la hoja anterior del ligamento ancho bajo tracción y se diseca de forma cor- tante hasta el pliegue vesicouterino. La hoja posterior del ligamento ancho se coloca bajo tracción y se realiza disección cortante de la pared pélvica lateral, en dirección paralela al ligamento infundibulopélvico (IP). ❺ Aislamiento del uréter. Se realiza disección roma del tejido conjuntivo areo- lar laxo del espacio retroperitoneal en el área lateral del ligamento IP hasta palpar la arteria iliaca externa apenas por dentro del músculo psoas mayor. Se colocan los dedos índice y medio a cada lado de la arteria y se realiza disección roma del tejido areolar con un movi- miento “de avance y retroceso” hacia la cabeza de la paciente. La hoja interna del ligamento ancho se eleva y se coloca bajo tracción para permitir la identifi cación directa de la bifurcación de la arteria iliaca primitiva y los orígenes de las arterias iliacas interna y externa (fig. 44-1.1). La disección roma con un dedo o la punta de la sonda de aspiración se hace a manera de barrido de arriba hacia abajo sobre la hoja peritoneal medial para identifi car y efectuar la col. La lesión intestinal inadvertida debe ser rara, a menos que se identifi quen circunstan- cias atenuantes. Sin embargo, tal vez sea útil vaciar el colon para limitar el derrame fecal si se anticipan adherencias pélvicas extensas por infección previa, endometriosis o radioterapia. Se administran dos dosis perioperatorias de antibiótico profi láctico de una cefalosporina de tercera generación a intervalos espaciados. Esto es sufi ciente para prevenir la mayoría de las infecciones en el sitio quirúrgico. La pérdida de un volumen grande de sangre es la causa principal de la eliminación rápida de los antibióticos del sitio quirúrgico durante la histerectomía radical, a diferencia de la histe- rectomía extrafascial, por lo cual requiere dosis adicionales (Bouma, 1993; Sevin, 1991). ■ Cirugía concurrente El cáncer cervicouterino en etapa temprana a menudo se disemina por vía linfática. Por consi- guiente, es preciso extirpar los ganglios linfáticos para evitar esta posibilidad. La linfadenectomía pélvica suele concluirse poco antes o inmedia- tamente después de la histerectomía radical. También puede estar indicada la linfadenec- tomía paraaórtica en algunos casos (Secciones 44-11, pág. 1296 y 44-12,pág. 1299) (Angioli, 1999). Puesto que la extensión a los anexos es mucho menos frecuente que a través de los linfáticos, su ablación dependerá de la edad de la mujer y la posibilidad de sufrir metástasis (Shimada, 2006). En las jóvenes susceptibles de conservación de los ovarios, puede conside- rarse la transposición de las gónadas fuera de la pelvis cuando se prevé la radiación posope- ratoria. Sin embargo, los quistes perianexiales sintomáticos son frecuentes en los ovarios con transposición y tal vez no haya una función sostenida de esas gónadas (Buekers, 2001). TRANSOPERATORIO ETAPAS QUIRÚRGICAS ❶ Anestesia y posición de la pacien- te. Es indispensable la anestesia general, pero el bloqueo epidural puede ayudar al control efi caz del dolor posoperatorio y a disminuir la duración del íleo posoperatorio (Leon- Casasola, 1996). Se debe hacer exploración bimanual en el quirófano antes del lavado quirúrgico de manos para reorientar al ciru- jano en cuanto a la anatomía de la paciente. El decúbito dorsal es apropiado en la mayor parte de los casos. ❷ Acceso abdominal. El acceso más fre- cuente es a través de una incisión media vertical en el abdomen, el cual provee exposición exce- lente, pero por lo general prolonga la estancia hospitalaria y aumenta el dolor posoperatorio. Una incisión de Cherney o Maylard ofrece las completarse la estadifi cación clínica descrita en el capítulo 30 (pág. 777) antes de proceder a la intervención quirúrgica. Para la mayoría de las pacientes con tumores macroscópicos, están indicadas una tomografía computarizada (CT, computed tomography) abdominopélvica, imagen por resonancia magnética (MR, mag- netic resonance) o tomografía por emisión de positrones (PET, positron emission tomogra- phy) para identifi car las metástasis evidentes o la extensión tumoral local no detectada hasta entonces (Greer, 2011a). Por desgra- cia, hay limitaciones en lo que puede detec- tarse antes del procedimiento (Chou, 2006). ■ Consentimiento informado La histerectomía radical puede causar morbi- lidad importante y complicaciones no previs- tas a corto y largo plazos. Éstas ocurren más a menudo en mujeres con obesidad, antece- dente de infecciones pélvicas e intervenciones quirúrgicas abdominales que puedan añadir difi cultad a la realización de la histerectomía radical (Cohn, 2000). Además, hay diferen- cias en las tasas de morbilidad de las pacientes entre los cirujanos y pueden ser de magnitud notable (Covens, 1993). De las complicaciones transoperatorias potenciales, la más frecuente es hemorragia aguda. La hemorragia es en promedio de 500 a 1 000 ml y las tasas de transfusión son varia- bles pero elevadas (Estape, 2009; Naik, 2010). Las complicaciones posoperatorias subagu- das pueden incluir fístulas ureterovaginales o vesicovaginales (1 a 2%), formación del lin- foquiste (3 a 5%) y disfunción posoperatoria importante de la vejiga o el intestino (20%) (Franchi, 2007; Hazewinkel, 2010; Likic, 2008). Además, se deben revisar de manera franca los efectos a largo plazo sobre la función sexual, la pérdida de fecundidad y otras fun- ciones corporales (Jensen, 2004; Serati, 2009). El proceso de consentimiento informado debe refl ejar la extensión de la operación requerida para tener la esperanza de curar o al menos iniciar el tratamiento del cáncer. Es importante informar a la paciente que el pro- cedimiento puede interrumpirse si se encuen- tra enfermedad metastásica o extensión pélvica del tumor (Leath, 2004). ■ Preparación de la paciente Se llevan a cabo tipifi cación y pruebas cruza- das de una muestra sanguínea para una posible transfusión. Los dispositivos de compresión neumática, la administración subcutánea de heparina o ambos son de particular importan- cia por la duración prolongada prevista de la intervención quirúrgica así como la recupera- ción posoperatoria, también prolongada (cua- dro 39-9, pág. 962) (Martino, 2006). Casi no se utiliza la preparación intestinal con una solución electrolítica de polietilengli- 44_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 126044_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 1260 06/09/13 22:2906/09/13 22:29 1261Cirugía para cánceres ginecológicos CA P ÍTU LO 4 4 arteria uterina, el cirujano diseca de forma cor- tante sus inserciones parametriales y el tejido conjuntivo areolar interpuesto a partir de la arteria iliaca interna y con continuación caudal hasta la arteria vesical superior. El origen de las arterias uterinas yace entre esos dos vasos. Se lleva a cabo disección roma de los teji- dos inmediatamente proximales y distales a la arteria uterina y se coloca una pinza de ángulo recto debajo para hacer avanzar una hebra de seda calibre 2-0. Se coloca la ligadura de la arteria uterina tan cerca como sea posible de su origen respecto de la arteria iliaca interna. El proceso se repite para colocar una sutura de seda sufi cientemente separada en dirección interna para permitir el corte transversal del vaso (fi g. 44-1.3). Las suturas de seda ayudan a identifi car las porciones proximal y distal de la arteria uterina durante el resto del procedi- miento. También puede colocarse una grapa vascular pequeña en ubicación lateral respecto de la ligadura con seda en la porción proximal de la arteria uterina para seguridad adicional de la hemostasia. Se corta la arteria uterina. La vena uterina subyacente puede también ais- larse, engraparse o ligarse y cortarse. ❽ Unión de los espacios paravesical y pararrectal. Los tejidos parametriales se desplazan para la disección de los espacios paravesical y pararrectal. Se puede hacer la resección parametrial para unir estos espacios por varios métodos: 1) pinzamiento, corte y sutura (fig. 44-1.4); 2) empleo de una engra- padora para anastomosis gastrointestinal; 3) disección de la porción alta de la pared pélvica lateral con bisturí electroquirúrgico, utilizando una pinza de ángulo recto para ele- var y aislar los tejidos parametriales, y 4) uso de un coagulador bipolar electrotérmico. La se sujeta después con una pinza de Babcock y se aplica tracción. Se introduce una pinza de ángulo recto por debajo para crear un espa- cio sufi cientemente grande para dar cabida a un separador de Deaver curvo estrecho (fig. 44-1.3). Esta maniobra coloca a la arteria vesi- cal superior bajo tracción, impide su ligadura inadvertida y ayuda a la localización de la arte- ria uterina. El cirujano inserta la mano izquierda en la pelvis con el dedo medio colocado en el espa- cio vesical, el índice en el espacio pararrectal y el útero con las pinzas de Kelly colocadas en la palma. Sujeta el útero con tracción fi rme para exponer la pared pélvica lateral. Para ver la movilización sufi ciente de la superfi cie lateral del uréter en ese punto. En ese sitio, el uréter cruza por arriba de la bifurcación de la iliaca primitiva. Se usa una pinza Babcock para sujetar el uréter y una pinza Mixter en ángulo recto para “pasar” por el espacio avascular subyacente, donde el uréter todavía se encuentra unido en la parte medial con el peritoneo. Se hace pasar un tubo de Penrose de 6 mm a través de ese espacio para aislar el uréter y facilitar su iden- tifi cación durante el resto de la intervención quirúrgica. ❻ Creación de espacios. El parametrio que se extraerá con las piezas de la histerecto- mía se encuentra entre el espacio paravesical y el pararrectal (fi g. 38-18, pág. 934). Por tanto, es necesario crear estos espacios para aislar el parametrio y poder realizar la disección. Se crea el espacio pararrectal por colocación del dedo índice derecho entre la arteria iliaca interna y el uréter y su desplazamiento de forma suave en un ángulo de 45 grados hacia abajo, por la línea media en dirección del cóc- cix (fig. 44-1.2). Más tarde, se forma el espacio paravesical, al sujetar el material de sutura lateral del liga- mento redondo y al realizar disección roma de la arteria iliaca externa hasta los huesos de la pelvis. Elcirujano desliza los dedos índice, medio y anular de la mano derecha horizontal- mente hacia la línea media. ❼ Ligadura de la arteria uterina. La refl exión del pliegue peritoneal externo de la hoja anterior del ligamento ancho apenas dis- tal al ligamento redondo debe revelar la arteria vesical superior. Se realiza disección roma de este vaso para defi nir mejor su localización, FIGURA 44-1.1 Localización del uréter. FIGURA 44-1.2 Obtención del espacio pararrectal. 44_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 126144_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 1261 06/09/13 22:2906/09/13 22:29 1262 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 ⓫ Eliminación del techo del conducto ureteral. Se pone el útero en tracción late- ral y se sujeta el uréter proximal por tracción mediante estiramiento suave del tubo de Penrose. Debe palparse de manera concu- rrente la abertura del conducto e insertar una pinza de ángulo recto con las puntas dirigidas hacia arriba mientras se observa de manera directa el uréter subyacente. Las puntas se dirigen hacia la línea media y el cuello uterino y se hacen avanzar a través del tejido paracervi- cal por disección roma. Se coloca una segunda pinza a través de la abertura. Se puede realizar disección roma del uréter y se rechaza hacia atrás, en dirección al piso del conducto. Debe ser visible antes de cortar el tejido paracervical suprayacente (fig. 44-1.6). Se usan ligaduras media conforme el uréter entra en ese tejido (fig. 44-1.5). A menudo se requiere disección parame- trial adicional para asegurar que la arteria uterina y los tejidos blandos circundantes se hayan elevado en la línea media sobre el uréter. ❿ Disección vesical. Se hace disección electroquirúrgica para liberar la vejiga en direc- ción distal al cuello uterino y a la parte alta de la vagina. Quizá sea necesario repetir la manio- bra en varias ocasiones, ya que el conducto se abre de forma progresiva en la parte alta y el uréter es visible de manera más directa. La vejiga en un momento dado necesitará disec- ción varios centímetros distales al cuello ute- rino hacia la porción alta de la vagina. disección se continúa hasta que se desplaza el parametrio que se encuentra cubriendo al uréter. ❾ Disección del uréter. En esta misma área de la pelvis, se colocan las puntas de una pinza de ángulo recto perpendiculares y ape- nas arriba respecto del uréter para separarlo de la hoja medial del peritoneo. La abertura de las pinzas paralela al uréter crea un plano que permite su disección roma que lo aleja del peritoneo. El uréter se coloca bajo tracción suave con un dren de Penrose colocado antes con la mano izquierda. El dedo índice derecho recorre cuidadosamente el uréter hacia abajo y afuera hasta que se puede palpar un conducto a través del tejido paracervical hacia la línea FIGURA 44-1.3 Ligadura de la arteria uterina. FIGURA 44-1.4 Unión de los espacios de resección parametrial. FIGURA 44-1.5 Disección del uréter. FIGURA 44-1.6 Descubrimiento del conducto ureteral. 44_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 126244_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 1262 06/09/13 22:2906/09/13 22:29 1263Cirugía para cánceres ginecológicos CA P ÍTU LO 4 4 vejiga se sujeta fi rmemente y, en la parte ante- rior, en una localización extraperitoneal distal. Se lleva a cabo una incisión transversa de 5 mm a través de la cúpula de la mucosa vesical con un bisturí eléctrico ajustada en modo de corte. Se observa directamente el globo de la sonda de Foley y se sujetan los bordes de la mucosa vesical con dos pinzas de Allis. Se inserta la punta de la segunda sonda de Foley en la vejiga y se infl a el globo. Se coloca una sutura en jareta ajustada, pero no demasiado, con sutura crómica 3-0 alrededor del defecto vesi- cal y se anuda. Se utiliza sutura de absorción tardía con técnica corrediza para “enterrar” la sonda de Foley visible en un túnel del perito- neo suprayacente hasta su salida en la pared abdominal anterolateral. Debe fi jarse la sonda de Foley en la piel con sutura permanente que no la obstruya. Dicha sonda uretral se puede retirar en el posoperatorio cuando se observa drenaje de orina desde la sonda suprapúbica. Se puede colocar una sola sonda de Foley con drenaje continuo hasta que los volúme- nes residuales posmiccionales sean menores de 100 ml. ⓯ Transposición ovárica. De manera opcional, en quienes se desea la conservación de la porción ovárica, se puede efectuar trans- posición de los anexos. Se sujeta una porción distal del anexo con una pinza de Babcock y se hace tracción. Se diseca para liberar el ligamento IP, de manera que se pueda llevar el anexo hacia la parte alta del abdomen. Se coloca una grapa vascular grande en el ovario, en el muñón residual del ligamento uteroová- rico, lo cual permite la ubicación posoperato- ria del ovario por radiografía o CT. Además, para exponer por completo el espacio rectova- ginal. Los ligamentos uterosacros expuestos se pueden ver, palpar y pinzar en el sacro cercano a nivel de recto. Se cortan y ligan con material de absorción tardía de calibre 0 (fig. 44-1.7). Tal vez sea necesario repetir este procedi- miento para concluir el corte transversal de los ligamentos uterosacros y los tejidos de sostén adyacentes. ⓭ Resección vaginal. En este punto del procedimiento, la pieza quirúrgica de la his- terectomía radical permanece fi ja sólo por el paracolpio y la vagina. Se continúa la disec- ción roma y cortante de vejiga y uréteres hasta que se incluyen al menos 3 cm de la porción alta de la vagina en la resección. Se colocan pinzas curvas en el paracolpio lateral con el uréter a un lado, bajo visión directa. Se corta el paracolpio y se liga con material de sutura de absorción tardía calibre 0. La porción alta de la vagina puede ser: 1) pinzada, cortada y ligada con sutura; 2) engrapada o 3) seccionada con un bisturí electroquirúrgico y ligada con sutura (fig. 44-1.8). Debe revisarse de forma cuidadosa la pieza quirúrgica para asegurar que se obtuvo un segmento adecuado de la porción alta de la vagina y sin evidencia macroscópica de afectación de los bordes quirúrgicos. ⓮ Colocación de sonda suprapúbica. La colocación de una sonda suprapúbica puede ayudar a los intentos de micción posoperato- ria en pacientes elegidas y motivadas (Pikaart, 2007). A través de una incisión cortante en la pared abdominal lateral, se dirige la punta de una segunda sonda de Foley hacia el interior del abdomen. La que ya estaba colocada en la de sutura con absorción tardía calibre 3-0 para asegurar los pedículos de tejido paracervical que se mantienen con las pinzas de ángulo recto, pero es frecuente la hemorragia consi- derable durante estos pasos. Se puede repetir el mismo procedimiento varias veces para des- cubrir por completo el conducto y exponer de manera total el uréter. La disección debe proceder en dirección proximal a distal con visión directa del uréter en todo momento para prevenir su lesión. El uso de los nuevos recursos tecnológicos, como el bisturí armó- nico, disminuye cada vez más el tiempo qui- rúrgico y la hemorragia. Después de descubrir el uréter, se le separa hacia arriba y se cortan las adherencias delgadas entre el uréter y el lecho del conducto. ⓬ Resección de los ligamentos utero- sacros. La disección radical posterior suele hacerse de la mejor forma cerca del fi nal de la intervención quirúrgica, porque los tejidos retroperitoneales expuestos por lo general san- gran en capa hasta que se cierra la cúpula va- ginal. Se palpa el orifi cio cervical externo y se usa un bisturí electroquirúrgico para “marcar” el peritoneo entre los ligamentos uterosacros. Se obtiene un plano por compresión suave con un dedo a través de la pared vaginal sin atravesar la cúpula. Este plano rectovaginal debe obtenerse por compresión suave en direc- ción del sacro y ampliación a los lados hasta que se puedan insertar fácilmente tres dedos. Esta maniobra libera el recto sigmoideo de losligamentos uterosacros e impide una lesión intestinal inadvertida. Se realiza disección cor- tante de las inserciones peritoneales restantes FIGURA 44-1.7 Resección del ligamento uterosacro. FIGURA 44-1.8 Resección vaginal. 44_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 126344_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 1263 06/09/13 22:2906/09/13 22:29 1264 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 ria (Raspagliesi, 2006). Sin embargo, muchas pacientes tienen resultados anormales en estu- dios urodinámicos previos, que simplemente se exacerban con la histerectomía radical (Lin, 1998, 2004). En 3% de las mujeres que pre- sentan hipotonía o atonía vesical a largo plazo, se prefi ere el sondeo intermitente en lugar del permanente (Chamberlain, 1991; Naik, 2005). Aunque las pacientes supervivientes de cáncer cervicouterino tratadas por histerecto- mía radical tienen un funcionamiento sexual mucho mejor que quienes reciben radiotera- pia, más de 50% de las pacientes quirúrgicas señala una peor vida sexual en el posoperatorio (Butler-Manuel, 1999). Pueden aparecer pro- blemas graves de tipo orgásmico y molestias durante el coito por disminución del tamaño de la vagina y dispareunia grave, pero estas alte- raciones suelen desaparecer en seis a 12 meses. Sin embargo, la falta de interés y la lubrica- ción sexual pueden persistir a largo plazo o tornarse permanentes (Jensen, 2004). Los trastornos del riego sanguíneo vaginal durante la respuesta de estimulación sexual pueden contribuir a gran parte de los múltiples sínto- mas señalados (Maas, 2004). En un momento dado, las pacientes que reciben sólo trata- miento quirúrgico pueden esperar una calidad de vida y una función sexual global semejante a las de mujeres de edad similar sin antece- dente de cáncer (Frumovitz, 2005). de la laparotomía. La ambulación temprana después de la histerectomía radical es en espe- cial importante para prevenir complicaciones tromboembólicas (Stentella, 1997). La ali- mentación temprana, incluido el inicio rápido de una dieta de líquidos claros, también puede abreviar la estancia hospitalaria (Kraus, 2000). El tenesmo, el estreñimiento y la incontinencia son síntomas inmediatos frecuentes que deben mejorar de manera notable meses o años des- pués (Butler-Manuel, 1999; Sood, 2002). El tono vesical se restablece con lentitud y se cree que su causa principal es la desnerva- ción simpática y parasimpática parcial durante la disección radical (Chen, 2002). Por tanto, suele continuarse el drenaje con sonda de Foley hasta que la paciente empieza a expulsar fl atos porque la mejoría de la porción intesti- nal por lo general acompaña a la resolución de la hipotonía vesical. El retiro de la sonda o el pinzado de la sonda suprapúbica deben ser seguidos por un intento de micción exi- tosa (cap. 39, pág. 966). Se puede hacer un intento de micción antes del alta hospitalaria o en la primera consulta posoperatoria. Ha de instruirse a las pacientes con micción adecuada para presionar con suavidad la región supra- púbica durante varios días después a fi n de ayudar al vaciamiento completo de la vejiga y para prevenir la retención urinaria. Quizá transcurran varias semanas para que se logre una micción exitosa. La histerectomía radical con conservación de nervios es un nuevo método que demues- tra mejoría de la función vesical posoperato- se coloca un punto de seda de calibre 0 en el muñón y se anuda. Su aguja se deja en el sitio. Se usa un separador abdominal manual para exponer la región del peritoneo lateral posterior tan alto como sea posible en el abdo- men. Luego se hace pasar la aguja del material de sutura de seda a través del peritoneo, se eleva el anexo por este “punto de polea” y se anuda. Ese defecto se cierra con surgete continuo con material de sutura de absorción tardía calibre 0 para prevenir una hernia interna. Se revisan los ovarios antes del cierre abdominal para des- cartar afectación vascular por la transposición. ⓰ Etapas finales. Debe controlarse la hemorragia activa de inmediato, cuando se ha retirado la pieza quirúrgica de la histerecto- mía radical. Puede sujetarse una compresa de laparotomía seca fi rmemente en la profundi- dad de la pelvis durante varios minutos para el taponamiento de superfi cies cruentas. Con la hemorragia controlada, el cirujano debe valorar la irrigación del uréter y otras estruc- turas de la pared lateral. Para las estructuras que parecen en particular desvascularizadas, un colgajo de epiplón en J puede proveer riego sanguíneo adicional (Sección 44-16, pág. 1314) (Fujiwara, 2003; Patsner, 1997). No se requiere la colocación sistemática de drenes pélvicos por aspiración o cierre del peritoneo (Charoenkwan, 2010; Franchi, 2007). POSOPERATORIO Los cuidados posoperatorios inmediatos de la histerectomía radical en general simulan los 44_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 126444_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 1264 06/09/13 22:2906/09/13 22:29 1265Cirugía para cánceres ginecológicos CA P ÍTU LO 4 4 ❸ Disección retroperitoneal. Los pasos iniciales de una histerectomía radical modifi - cada (tipo II) son semejantes a los del procedi- miento tipo III. Se abre el retroperitoneo para identifi car estructuras, se diseca el uréter y se obtienen los espacios paravesical y pararrec- tal para descartar la posibilidad de extensión parametrial del tumor antes de proceder con la cirugía menos radical (Sección 44-1, etapas 3 a 6, págs. 1260-1261) (Scambia, 2001). ❹ Ligadura de las arterias uterinas. En este punto, la histerectomía de tipo II empieza a diferir del procedimiento radical de tipo III. No es necesario identifi car la arteria vesical superior y tampoco se requiere dise- car la totalidad de la arteria iliaca interna del tejido areolar laxo que la rodea. Debe palparse la abertura del conducto ureteral y cortar los vasos uterinos en esa localización (fig. 44-2.1). La ligadura de la arteria uterina en el punto donde cruza el uréter permite la conservación del riego sanguíneo ureteral distal. ❺ Resección del ligamento cardinal. La vejiga se diseca en sentido distal al cuello uterino y la porción alta de la vagina. No es necesario disecar el tejido parametrial en la pared lateral sobre el uréter (como en la his- terectomía de tipo III). Las inserciones poste- riores del uréter se mantienen intactas y sólo se extirpa la mitad interna de los ligamentos cardinales por pinzamiento, corte y ligadura con puntos de sutura sucesivos en el tejido paracervical medial al uréter. A diferencia de la histerectomía tipo III, no se diseca el uréter fuera del lecho del conducto, sino que se rota en sentido lateral para exponer la parte medial del ligamento cardinal (fig. 44-2.2). se puede hacer una variante de esta técnica cuando se requiere disección más extensa por una enfermedad benigna conocida. Los puntos de referencia anatómicos que distinguen a una histerectomía de tipo II son algo vagos y, por tanto, permiten al cirujano adaptar el procedi- miento a la situación específi ca de la paciente (Fedele, 2005). Como sucede con el procedi- miento radical tipo III, la histerectomía radical modifi cada se realiza cada vez más a menudo con una técnica de mínima invasión. PREOPERATORIO La preparación para la intervención quirúrgica debe proceder con el mismo cuidado y discre- ción esenciales para el éxito de la histerectomía radical (tipo III). TRANSOPERATORIO ETAPAS QUIRÚRGICAS ❶ Anestesia y posición de la pacien- te. Se lleva a cabo histerectomía radical modi- fi cada con anestesia general con la paciente en decúbito dorsal. Siempre debe efectuarse exploración bimanual en el quirófano antes del lavado quirúrgico de manos para orientar al cirujano con respecto a la anatomía de la paciente. Se lleva a cabo la preparación qui- rúrgica del abdomen y se introduce una sonda de Foley. ❷ Acceso abdominal. Se puede hacer la histerectomía radical modifi cada con seguri- dad a través de una incisión media vertical ouna transversa (Fagotti, 2004). 44-2 Histerectomía radical modificada abdominal (tipo II) Cuatro diferencias del procedimiento distin- guen una histerectomía radical modifi cada (tipo II) de la intervención quirúrgica tipo III, más radical (Sección 44-1, pág. 1259). Primero, la arteria uterina se corta donde cruza el uréter (en lugar de hacerlo en su origen de la arteria iliaca interna). Segundo, se extirpa sólo la mitad medial del ligamento cardinal (en lugar de cortarlo en la pared lateral). Además, el ligamento uterosacro se corta a la mitad de su trayectoria entre el útero y el sacro (en lugar de hacerlo en el sacro cerca del nivel del recto) y, por último, se retira un borde más pequeño de la porción alta de la vagina. Esas modifi caciones sirven para disminuir el tiempo quirúrgico y la morbilidad vinculada, en tanto aún permiten la resección completa de tumo- res cervicouterinos más pequeños (Cai, 2009; Landoni, 2001). Las indicaciones claras de la histerectomía radical modifi cada son pocas y controverti- das (Rose, 2001). El cáncer cervicouterino en etapa IA2 es el diagnóstico de presentación más frecuente (Orlandi, 1995). En ocasiones tam- bién se lleva a cabo histerectomía tipo II por: 1) enfermedad preinvasora o microinvasora, cuando es imposible descartar lesiones con mayor invasión; 2) enfermedad en etapa IB1 con lesiones <2 cm, y 3) pequeñas recurren- cias centrales después de radiación (Cai, 2009; Coleman, 1994; Eisenkop, 2005). Además, FIGURA 44-2.1 Ligadura de la arteria uterina. FIGURA 44-2.2 Resección del ligamento cardinal. 44_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 126544_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 1265 06/09/13 22:2906/09/13 22:29 1266 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 ❼ Resección vaginal. En este punto del procedimiento, la pieza quirúrgica de la histe- rectomía radical modifi cada debe mantenerse en su sitio sólo por el paracolpio y la vagina. Se realiza disección roma y cortante de la vejiga y uréteres hasta que se incluyen al menos 2 cm de la parte alta de la vagina en la pieza quirúr- gica (en lugar de 3 a 4 cm). Se colocan pinzas curvas en el paracolpio lateral, se corta y se liga con sutura. La porción alta de la vagina puede cerrarse con surgete continuo con material de absorción tardía de calibre 0. La pieza quirúr- gica debe revisarse de manera cuidadosa para asegurar un segmento vaginal superior ade- cuado y bordes macroscópicamente negativos. POSOPERATORIO En general, los cuidados posoperatorios son similares a los de la histerectomía radical, pero con una menor incidencia de complicacio- nes (Cai, 2009). La desnervación simpática y parasimpática parcial debe ser mucho menos extensa en una histerectomía radical modifi - cada. Así, se reduce en gran medida la probabi- lidad de disfunción vesical que después de una histerectomía radical tipo III y la micción exi- tosa se presenta mucho más pronto (Landoni, 2001; Yang, 1999). Puede retirarse la sonda de Foley en el segundo día posoperatorio, después de un intento de micción (cap. 39, pág. 966). Además, la disfunción intestinal y sexual tam- bién es menos pronunciada. sacro, cerca del recto) y se cortan (fig. 44-2.3). Pueden elevarse el útero y el parametrio adya- cente fuera de la pelvis y cualquier tejido adi- cional también se pinza, corta y liga. ❻ Resección uterosacra. La disección posterior también se modifi ca. Los ligamentos uterosacros sólo se pinzan a la mitad de la dis- tancia del sacro (en lugar de efectuarlo “en” el FIGURA 44-2.3 Resección de los ligamentos uterosacros. 44_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 126644_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 1266 06/09/13 22:2906/09/13 22:29 1267Cirugía para cánceres ginecológicos CA P ÍTU LO 4 4 dimiento abierto. Chi et al. (2004) revisaron más de 1 400 procedimientos laparoscópicos realizados en un servicio de oncología gineco- lógica durante un periodo de 10 años y publi- caron una tasa general de complicaciones del 9%. Los factores de riesgo que contribuyeron a todas las complicaciones incluyeron edad avanzada, procedimiento abdominal previo y radiación anterior. Las complicaciones específi cas de la lapa- roscopia se describen en el capítulo 42 (pág. 1097) e incluyen lesión por perforación de vasos grandes, vejiga, uréteres e intestino. Además, debe discutirse el riesgo de conver- sión al procedimiento abierto. En general, la conversión a laparotomía es necesaria cuando están limitadas la exposición y la manipulación de los órganos. La metástasis o recurrencia en el sitio del puerto es otra complicación potencial descrita para los procedimientos de penetración cor- poral mínima. Los posibles orígenes incluyen diseminación intraperitoneal de células tumo- rales por el neumoperitoneo o contaminación de la incisión durante la extracción de la pieza (Wang, 1999). La incidencia general infor- mada en la bibliografía varía, pero es baja. Además, también hay informes de casos de recurrencia en incisiones de laparotomía. Por tanto, el riesgo de recurrencia en la incisión quirúrgica no es exclusivo de la laparoscopia o los procedimientos robóticos. ■ Preparación de la paciente Deben realizarse pruebas de tipo sanguíneo y compatibilidad cruzada como anticipación a una posible transfusión. Los dispositivos de compresión neumática, la heparina subcutá- nea o ambos son muy importantes para pre- venir un episodio trombótico venoso, debido a la prolongada duración anticipada del pro- cedimiento y la estasis venosa producida por el aumento de la presión intraabdominal con- secutivo al neumoperitoneo y la posición. La profi laxis antibiótica es la misma que para la histerectomía simple; las opciones antimicro- bianas adecuadas se listan en el cuadro 39-6 (pág. 959). Los benefi cios de la preparación intestinal mecánica sistemática son causa de debate, por lo cual la preparación intestinal casi siempre se lleva a cabo de forma indivi- dualizada (cap. 39, pág. 958). Si se considera, la preparación intestinal previa a la laparosco- pia puede evacuar el recto y colon sigmoide para hacer posible una mejor manipulación del colon y la observación de la anatomía pélvica. ■ Cirugía concurrente La linfadenectomía pélvica casi siempre se realiza inmediatamente antes o después de la histerectomía radical y, en algunas circunstan- cias, también está indicada la linfadenectomía paraaórtica. En la Sección 44-13 (pág. 1302), determinarse la extensión de la enfermedad y la diseminación del cáncer a otros órganos antes de proceder con la laparoscopia. Por último, como se describe en el capí- tulo 42 (pág. 1095), la laparoscopia produce cambios fi siológicos cardiopulmonares únicos derivados de la hipercarbia y cambios en la dis- tensibilidad pulmonar. Por tanto, es probable que las pacientes con cardiopatía o neumopa- tía sustancial no toleren una técnica laparos- cópica. En suma, estos factores pueden hacer que la laparoscopia sea una mala elección para algunas pacientes. Sin embargo, en las que son elegi- bles, los benefi cios incluyen estancia más corta en el hospital, menor tiempo de recuperación, dolor posoperatorio menos intenso y tasas reducidas de infección en el sitio quirúrgico. En la Sección 44-1 (pág. 1259), se des- criben las etapas de la histerectomía radical abierta (tipo III) y los principios quirúrgicos de la histerectomía radical laparoscópica son los mismos. Aunque las etapas son muy pare- cidas a las de la histerectomía laparoscópica simple (tipo I), la disección es más extensa e incluye abertura de los espacios paravesical y pararrectal, descubrimiento y disección com- pleta del uréter y corte lateral de la arteria uterina para permitir la extirpación de todo el tejido parametrial, que se extiende hasta la pared lateral de la pelvis (Ramirez, 2006). PREOPERATORIO ■ Valoración de la paciente Como se describió antes, la anamnesis y la exploración pélvica minuciosas revelan fac- tores que ayudan a determinar la vía quirúr- gica óptimapara una paciente. El tamaño y la movilidad del útero son importantes. No existe acuerdo sobre el tamaño que impide la histerectomía laparoscópica total (TLH, total laparoscopic hysterectomy). Sin embargo, un útero ancho y voluminoso (anchura >8 cm) con movilidad mínima es difícil de extraer por vía vaginal. Una vez que se decide que la paciente es elegible para una técnica laparoscó- pica, se aplica la misma valoración preoperato- ria que para un procedimiento abierto (Sección 44-1, pág. 1260). ■ Consentimiento informado Como sucede con la técnica abierta, los posi- bles riesgos de este procedimiento incluyen mayor hemorragia, necesidad de transfusión y disfunción vesical e intestinal. La fístula vesi- covaginal o ureterovaginal es una complica- ción conocida de la histerectomía radical y las tasas posoperatorias parecen comparables entre las técnicas abierta y laparoscópica (Likic, 2008; Pikaart, 2007; Uccella, 2007; Xu, 2007; Yan, 2009). La tasa de complicaciones con la laparoscopia no es mayor que para el proce- 44-3 Histerectomía radical laparoscópica Nezhat et al. describieron la primera histerec- tomía radical laparoscópica en 1992. Desde entonces, múltiples series han publicado datos quirúrgicos favorables y resultados que no afectan el pronóstico oncológico (Abu- Rustum, 2003; Ramirez, 2006; Spirtos, 1996; Yan, 2011). Además, las series de casos señalan ventajas distintivas con la histerectomía radical laparoscópica con respecto al procedimiento abierto que incluyen menor hemorragia trans- operatoria y estancia breve en el hospital. Sin embargo, el tiempo quirúrgico casi siempre se prolonga (Frumovitz, 2007a; Malzoni, 2009). Ya sea que se realice por técnica lapa- roscópica o abierta, las indicaciones para la histerectomía radical con linfadenectomía pélvica son las mismas. Por tanto, son pros- pectos adecuados las pacientes con cáncer cer- vicouterino etapa IB1 a IIA, con recurrencias centrales pequeñas después de la radioterapia o con cáncer endometrial en etapa clínica II cuando el tumor se extendió al cuello uterino. De igual manera, las mujeres que son elegibles para histerectomía radical modifi cada (tipo II) también pueden benefi ciarse de una técnica de mínima invasión. La elección de las pacientes adecuadas es crucial para el éxito de la técnica laparoscópica. Los factores negativos incluyen un índice de masa corporal (BMI, body mass index) elevado, antecedente de intervención quirúrgica previa, enfermedad extensa o voluminosa y trastorno cardiopulmonar concomitante. De estos facto- res, la obesidad puede difi cultar la ventilación adecuada y limita el movimiento de los ins- trumentos. Sin embargo, la laparoscopia quizá sea una opción exitosa para muchas pacientes obesas, con tasas más bajas de infección pos- operatoria, que a menudo es una complica- ción mayor después de la laparotomía en estas mujeres (Eltabbakh, 2000; Obermair, 2005). Asimismo, el antecedente de procedimien- tos abdominales extensos, con la formación de adherencias densas que limitan la exposición y la observación, a veces obliga la conversión a laparotomía. En tales casos, la lisis inadecuada de adherencias limita el acceso a los espacios necesarios para la histerectomía radical y la lisis extensa de adherencias puede prolongar mucho el tiempo quirúrgico. El tamaño del útero y del tumor de igual modo infl uye en la técnica quirúrgica. En par- ticular, el útero voluminoso difi culta la mani- pulación, puede obstruir la visión y a veces es demasiado grande para extraerlo por vía vaginal. Es importante señalar que debe evi- tarse la morcelación cuando se trata un tumor ginecológico maligno. Al mismo tiempo, debe 44_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 126744_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 1267 06/09/13 22:2906/09/13 22:29 1268 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 abdominal mientras hace las incisiones. Una vez que se penetra la aponeurosis, se sujeta el peritoneo con pinzas de hemostasia y se corta. Los márgenes de la aponeurosis se marcan con suturas calibre 0 de absorción lenta. Después se coloca un trócar de 10 o 12 mm con obtura- dor romo en la cavidad abdominal y se fi ja en su sitio con las suturas aponeuróticas. La insufl ación abdominal puede iniciarse a través de este puerto umbilical si se conecta la manguera de dióxido de carbono (CO2) con el trócar. Es adecuado el fl ujo elevado para la insufl ación, la presión intraabdominal debe mantenerse a 15 mmHg. Luego se coloca el laparoscopio de 10 mm a través del trócar. Se realiza una inspección minuciosa del abdomen y la pelvis para valorar la extensión de la enfer- medad y las adherencias. En este momento, la confi rmación de metástasis o de extensión tumoral pélvica obliga al cirujano a decidir si procede o suspende el procedimiento con base en los datos transquirúrgicos generales y la situación clínica. Además se toma la decisión de continuar por vía laparoscópica o convertir el procedimiento a laparotomía abierta. Los demás trócares se sitúan bajo visión laparoscópica directa. En caso de procedi- mientos ginecológicos laparoscópicos comple- jos, es preferible usar cuatro accesos. El trócar inicial se coloca en la cicatriz umbilical o por arriba de ésta y es en éste donde casi siempre se coloca el laparoscopio. Se usan dos accesos laterales de 5 mm y uno suprapúbico de 12 mm para introducir instrumentos quirúrgicos (fig. 44-3.1). El cirujano puede colocar tróca- res adicionales si así lo prefi ere. ❸ Acceso al retroperitoneo y aber- tura de espacios. El ingreso al retroperi- toneo es el paso inicial para abrir los espacios Se realiza una exploración bimanual en el quirófano antes del lavado para que el cirujano pueda delinear de nuevo los rasgos anatómicos individuales de la paciente. Luego se procede a la preparación quirúrgica del abdomen, el peri- neo y la vagina y se aplica la sonda de Foley. Por lo general, la manipulación uterina efi caz es crucial durante la histerectomía lapa- roscópica radical debido a la disección delicada que se requiere. Además, debe tenerse cuidado de colocar un dispositivo que facilite la obten- ción de un margen vaginal adecuado. Un método muy efi caz es dilatar primero el cue- llo uterino y conectar la punta de 10 mm del manipulador RUMI. Se coloca el anillo KOH más grande, seguido de la instalación del KOH mediano en la punta y dentro del anillo grande. Los dos anillos KOH se atan juntos y la punta se introduce en el útero. Con esta téc- nica, se logra la manipulación uterina adecuada y es posible obtener un margen vaginal ancho. Como alternativa, puede usarse un dispositivo VCare como se describe en la Sección 42-12, paso 2 (pág. 1152). Sin embargo, en casos con cáncer cervicouterino, si la lesión es volu- minosa, a veces sólo puede introducirse una sonda vaginal roma en el fondo de saco vaginal. Para procedimientos pélvicos, el cirujano principal se ubica de pie a la izquierda de la paciente; el primer ayudante, a la derecha y, el segundo ayudante, entre las piernas de la paciente. Lo ideal es que cada cirujano tenga una pantalla de video enfrente (fi g. 42-1, pág. 1098). Se valoran las referencias anatómicas que ayudan a guiar la colocación del puerto lapa- roscópico. Como se describe en el capítulo 42 (pág. 1108), el conocimiento de la relación entre las referencias anatómicas y los vasos sanguíneos grandes ayuda a prevenir lesio- nes por punción vascular durante el acceso al abdomen. ❷ Colocación de accesos para lapa- roscopia. Hay varios métodos para lograr el acceso a la cavidad abdominal, los cuales inclu- yen técnica abierta, inserción directa del trócar o inserción transumbilical de una aguja de Veress (cap. 42, pág. 1110). Es preferible un sitio umbilical o supraumbilical para el acceso primario. En procedimientos de oncología ginecológica, a menudo se utiliza la técnica abierta, ya que conlleva menos complicaciones vasculares e intestinales. Se efectúa una incisiónde 1 a 2 cm arriba del ombligo. La incisión también puede lle- varse a cabo dentro del ombligo. Si se opta por la situación supraumbilical, pueden usarse separadores en forma de S para realizar disec- ción roma a través del tejido subcutáneo hasta la aponeurosis. Ésta se sujeta con pinzas de Allis, se eleva y se ingresa con técnica cortante mediante bisturí o tijeras. Para mantener el intestino lejos de la zona donde se corta, el cirujano debe conservar la elevación de la pared se describe una técnica laparoscópica para la linfadenectomía en estas zonas. La diseminación a los anexos es mucho menos frecuente que la diseminación linfática. Por tanto, la extirpación de los anexos depende de la edad de la paciente y la posibilidad de metástasis (Shimada, 2006). Si se opta por la conservación de los ovarios, es posible efectuar la transposición laparoscópica de los anexos, según las características del cuadro clínico. TRANSOPERATORIO ■ Instrumentos La laparoscopia exitosa comienza con la posi- ción adecuada de los monitores de video. A continuación se posicionan el carrito o la torre que contiene la fuente de luz laparoscópica y el dispositivo de insufl ación de manera que per- mita ver con facilidad los monitores de estos instrumentos y se evite la obstrucción de las pantallas de video. Los instrumentos laparoscópicos impor- tantes incluyen trócares de 5 y 12 mm, un instrumento electroquirúrgico monopolar, un dispositivo para coagulación o sellado vascu- lar, una sonda vaginal, dispositivos para sutura laparoscópica y un instrumento para irriga- ción y aspiración. Existen varios dispositivos adecuados para sellado vascular electroquirúr- gico o activados por energía ultrasónica; éstos incluyen el coagulador con haz de argón (ABC, argon beam coagulator), el bisturí armónico y el dispositivo coagulador bipolar electrotérmico (Frumovitz, 2007b). ETAPAS QUIRÚRGICAS ❶ Anestesia y posición de la pacien- te. En un principio, la paciente se coloca en decúbito dorsal para inducir la anestesia. Antes de la inducción, se colocan dispositivos para compresión de las extremidades inferiores con el propósito de prevenir la trombosis venosa. Se administra anestesia endotraqueal general. Para evitar la punción gástrica con el trócar durante el primer ingreso al abdomen, se coloca una sonda bucogástrica o nasogástrica para descomprimir el estómago. Con objeto de evitar una lesión similar en la vejiga, se coloca una sonda de Foley. A continuación, las extremidades inferio- res se colocan en posición de litotomía baja en estribos de Allen para permitir el acceso perineal adecuado. La paciente se coloca en la mesa de manera que, de ser necesario, un manipulador uterino transvaginal pueda moverse en todas direcciones. Como se des- cribe en el capítulo 42 (pág. 1100), la posición apropiada de las piernas en los estribos y de las extremidades superiores a los lados es cru- cial para disminuir el riesgo de lesión nerviosa, debido a la posibilidad de que el tiempo qui- rúrgico sea prolongado. P1 P2 P2 P2 FIGURA 44-3.1 Un ejemplo de colocación de trócares para histerectomía radical lapa- roscópica. 44_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 126844_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 1268 06/09/13 22:2906/09/13 22:29 1269Cirugía para cánceres ginecológicos CA P ÍTU LO 4 4 etapas hasta el punto donde se insertan en la vejiga. Esto permite elevar el tejido parame- trial y separarlo del uréter, lo cual es necesa- rio para hacer la escisión parametrial amplia característica de la histerectomía radical. Los uréteres se aíslan mediante disección roma del tejido que los rodea y coagulación bipolar, de preferencia. La movilización de la vejiga, que se describe a continuación, también ayuda a desplazar los uréteres en sentido lateral, lejos de los parametrios. ❺ Movilización vesical. La vejiga se diseca y desplaza hacia abajo para separarla de la parte anterior de la vagina con objeto de exponer la vagina y permitir el corte. Al prin- cipio se crea un colgajo vesical, para lo cual se sujeta y eleva el pliegue vesicouterino con un sujetador romo. Este peritoneo se corta, lo que permite ingresar al espacio vesicouterino. Se continúa la disección, cortante y roma, en este plano entre la parte posterior de la vejiga y el útero y la vagina. Conforme la vejiga se empuja hacia abajo, queda expuesta la parte anterior de la vagina. Es indispensable hacer la movilización adecuada de la vejiga porque puede cortarse un margen vaginal de hasta 3 cm con la pieza, según el tipo de histerectomía radical que se realice. ❻ Anexectomía o conservación ová- rica. Se cortan el ligamento IP o el ligamento uteroovárico, según vayan a conservarse o extirparse los anexos. Para esto se elabora una ventana en la parte posterior del ligamento ancho, debajo del ligamento IP. El uréter debe identifi carse con certeza para evitar lesionarlo. La ventana puede crearse con técnica roma o con un instrumento electroquirúrgico y luego se amplía. En este momento, se cortan el liga- mento IP o el ligamento uterosacro con un coagulador bipolar electrotérmico, un bisturí armónico o una engrapadora endoscópica. Los ovarios pueden trasponerse por vía laparoscópica si se elige conservarlos. Para esto, se amplía la disección del ligamento IP en sentido cefálico mediante la extensión de la incisión peritoneal a ambos lados, medial y lateral, del ligamento IP. Esto moviliza los ane- xos, cuyo muñón del ligamento uteroovárico se sutura al peritoneo lateral en la parte supe- rior del abdomen. Un elemento importante es que después de la trasposición, la trompa de Falopio y el ovario deben inspeccionarse para confi rmar que el riego sanguíneo sea ade- cuado. Puede colocarse una grapa en el nuevo sitio del ovario para señalarlo en los estudios de imagen futuros. ❼ Ligadura de la arteria uterina y disección parametrial. Después de crear los espacios paravesical y pararrectal, se expo- nen los vasos pélvicos. Si el cirujano avanza sobre la arteria iliaca primitiva, identifi cará la arteria iliaca interna y su relación espacial extiende hacia abajo de forma paralela al liga- mento umbilical medial. Esto permite ingresar al espacio paravesical. El espacio se abre con disección roma mediante dos instrumentos (dispositivo de coagulación y sujetador romo) (fi g. 44-3.2, superior derecha). Esta disección moviliza la vejiga y expone más los vasos iliacos externos. Con la disección apropiada de este espacio avascular también se expone la rama del pubis. Los límites del espacio paravesical son los siguientes: la vejiga y el ligamento umbilical obliterado hacia la parte medial; los vasos iliacos externos en sentido lateral; la sínfi sis del pubis hacia adelante y el ligamento cardinal en sentido posterior. A continuación, se abre el espacio pararrec- tal mediante disección roma debajo del liga- mento IP y se ingresa al plano avascular entre el uréter y los vasos iliacos internos. Los límites del espacio pararrectal son: el recto y el uré- ter en la parte medial; la arteria iliaca interna hacia la parte lateral; el ligamento cardinal en sentido anterior y el sacro en sentido posterior. Una vez que se abren los espacios paravesical y pararrectal, se aísla el parametrio entre estos dos espacios y así puede valorarse en busca de enfermedad. ❹ Aislamiento ureteral. Los uréteres se encuentran en la parte medial del ligamento ancho en ambos lados. Durante un procedi- miento radical, los uréteres se descubren por paravesical y pararrectal de ambos lados. La abertura y la creación de estos espacios permiten aislar el tejido parametrial y, por consiguiente, facilitan su resección (fi g. 38-18, pág. 934). Primero, el útero se moviliza a un lado mediante el desplazamiento del manipulador uterino o de un sujetador romo intraperito- neal para inmovilizar uno de los cuernos, o de ambos instrumentos. Como se muestra en el lado izquierdo de la figura 44-3.2, el perito- neopélvico sobre el músculo psoas mayor se eleva y se corta para abrir el espacio retrope- ritoneal. La incisión peritoneal se hace para- lela al ligamento infundibulopélvico (IP) y luego se extiende en sentido superior, hacia el borde pélvico y, en sentido inferior, hacia el ligamento redondo. Cuando se muestra en la parte inferior derecha con el ABC, esto expone los vasos iliacos y brinda acceso al uréter. El ligamento redondo se divide cerca de la pared lateral de la pelvis. Este ligamento puede cortarse con el ABC, el bisturí armónico, las tijeras monopolares, el dispositivo para coagu- lación bipolar o las grapas y las tijeras. Cuando se usa el ABC, se ajusta a 70 W de energía, con un fl ujo de gas de 2 a 4 L/min y debe introducirse por el puerto de 12 mm. Aunque el ABC sirve como coagulador, debido a su punta roma también puede usarse para la di- sección roma suave y para separar. El peritoneo lateral al ligamento umbi- lical medial también se corta y la incisión se FIGURA 44-3.2 Incisión peritoneal para el acceso retroperitoneal (izquierda) y espacios para- vesical y pararrectal abiertos (derecha). 44_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 126944_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 1269 06/09/13 22:2906/09/13 22:29 1270 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 fáciles de identifi car las partes anterior y poste- rior de la vagina. La pieza de la histerectomía radical se mantiene en su sitio sólo unida por el paracolpio y la vagina. Se corta la parte supe- rior de la pared vaginal en la parte distal para permitir la resección de la parte proximal de 44-3.5). También puede usarse una engrapa- dora endoscópica o un bisturí armónico para cortar estos ligamentos. ❾ Resección vaginal. Con la moviliza- ción completa de la vejiga y el recto, deben ser con el uréter. La arteria uterina se ramifi ca en un punto medial a la arteria iliaca interna y cruza sobre el uréter. La arteria uterina se aísla mediante disección roma y se liga lo más cerca posible de su origen en la arteria iliaca interna con un coagulador bipolar electrotérmico (fig. 44-3.3). Como alternativa, también pueden colocarse grapas vasculares sobre la arteria uterina, que luego se corta entre dos grapas. Una vez que esta arteria está ligada, es posible llevar a cabo la disección adicional y el descu- brimiento completo del uréter. Por lo general, el uréter se mantiene a tracción mientras se usa un sujetador para abrir el túnel (fig. 44-3.4). El tejido se desplaza en sentido anterior para separarlo del útero subyacente y se divide en segmentos cortos. Se tira de la arteria uterina y el tejido parametrial en sentido medial, mien- tras se disecan de la pared lateral para refl e- jarse sobre el uréter. Al fi nal, se identifi ca la inserción del uréter en la vejiga. Los pilares de la vejiga se aíslan y cortan con un coagulador bipolar electrotérmico para completar la resec- ción del tejido parametrial. ❽ Sección del ligamento uterosacro. Después de disecar el uréter y desplazarlo en sentido lateral y de crear el espacio para- rectal, pueden aislarse los ligamentos utero- sacros. Primero, el útero se retrae en sentido anterior y se corta el peritoneo entre los liga- mentos uterosacros aislados con un coagulador bipolar electrotérmico a la altura del orifi cio externo. Se crea el espacio rectovaginal con un disector romo para aislar mejor los ligamentos uterosacros y movilizar el recto hacia abajo. El uréter debe separarse en sentido lateral antes de cortar el ligamento uterosacro. Los ligamentos uterosacros, que ya quedaron aislados, pueden ligarse cerca del sacro con un coagulador bipo- lar electrotérmico, casi al nivel del recto (fig. FIGURA 44-3.3 Coagulación y corte de la arteria uterina. FIGURA 44.3.4 Descubrimiento del uréter. FIGURA 44.3.5 Coagulación y corte del ligamento uterosacro. 44_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 127044_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 1270 06/09/13 22:2906/09/13 22:29 1271Cirugía para cánceres ginecológicos CA P ÍTU LO 4 4 pág. 1054). Después de cerrar el manguito, se inicia la linfadenectomía, descrita en la Sección 44-13 (pág. 1302). ⓫ Retiro del puerto y cierre de apo- neurosis. Una vez que se completan los pro- cedimientos, se realiza una inspección para confi rmar la hemostasia. Se retiran los trócares bajo visión directa. Todos los defectos apo- neuróticos mayores de 10 mm deben cerrarse con sutura calibre 0 de absorción tardía para evitar la formación de una hernia en ese sitio. Hay varios métodos para cerrar la piel, como la sutura subdérmica, el adhesivo cutáneo y las tiras de cinta quirúrgica más tintura de benjuí. POSOPERATORIO En general, la atención posoperatoria inme- diata luego de la histerectomía radical laparos- cópica es igual a la de otros procedimientos de penetración corporal mínima. El progreso de la dieta puede conseguirse con más rapidez que después de intervenciones quirúrgicas abiertas; la mayoría de las pacientes tolera una dieta regular el primer día luego de la intervención quirúrgica; a menudo, ellas salen del hospital uno o dos días después del procedimiento, ya que el dolor está bien controlado. Se aplican los mismos principios para la permanencia de la sonda de Foley que para los procedimientos radicales abiertos. Por tanto, muchas pacientes regresan a casa con la sonda de Foley y retor- nan a la clínica para una prueba de micción. Después de la histerectomía radical, se eleva el riesgo de dehiscencia del manguito vaginal. En una serie de 417 pacientes, la tasa fue del 1.7%, similar a la del procedimiento laparoscópico y a la de la técnica robótica (Nick, 2011). Esta tasa es más alta que con el método abierto; el daño térmico durante la colpotomía y la técnica de cierre vaginal se sugieren como causas de este incremento en dicha tasa (Kho, 2009). 42-12.1, pág. 1153). A continuación se libe- ran el útero, el cuello uterino, el margen vagi- nal y el tejido parametrial. Esta pieza se sujeta con un instrumento y se retira intacto por la vagina. La pieza fi nal se etiqueta “pieza de his- terectomía radical” e incluye cuello uterino, útero, margen vaginal y tejido parametrial. ❿ Cierre del manguito vaginal. El cie- rre laparoscópico del manguito vaginal puede elaborarse por varios métodos que se describen con detalle en la Sección 42-12 (pág. 1155). Otra opción a considerar es el cierre del man- guito desde la vagina, como se hace durante la histerectomía vaginal simple (Sección 41-13, la vagina (fig. 44-3.6). El objetivo de la resec- ción en la histerectomía radical es eliminar unos 3 cm de la parte superior de la vagina. Se realiza una colpotomía anterior y la incisión se extiende a toda la circunferencia del cue- llo uterino hasta su parte posterior. Un paso alternativo es hacer una incisión en el fondo de saco posterior, antes de la colpotomía anterior, para ayudar a crear el tabique rectovaginal. Es conveniente tener un delineador en la vagina para ayudar a dirigir la colpotomía. Como se describió antes, puede usarse un manipulador vaginal con una copa cervical, como el VCare Uterine Manipulator o KOH Colpotomizer, si el tumor cervicouterino es pequeño (fi g. FIGURA 44-3.6 Colpotomía anterior. 44_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 127144_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 1271 06/09/13 22:3006/09/13 22:30 1272 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 mejor manipulación del colon y visualización de la anatomía pélvica. ■ Cirugía concurrente Por lo general, la linfadenectomía pélvica se realiza justo antes o después de la histerec- tomía radical y, en algunas circunstancias, también está indicada la linfadenectomía para- aórtica. La técnica robótica para la linfadenec- tomía en estas zonas se describe en la Sección 44-14 (pág. 1306). La extensión a los anexos es mucho menos frecuente que la diseminación linfática. Por tanto, la extirpación de los anexos depende de la edad de la paciente y la posibilidad de metástasis (Shimada, 2006). Como sucede conla laparoscopia, mediante la técnica robótica es posible llevar a cabo la transposición ovárica. TRANSOPERATORIO ■ Instrumentos Hay algunas diferencias fundamentales entre el procedimiento con asistencia robótica y la laparoscopia. Hoy día, el único sistema robó- tico disponible en el mercado es el daVinci Surgical. Los aspectos específi cos de este sis- tema y las bases de la cirugía robótica se descri- ben con detalle en el capítulo 42 (pág. 1107). Los instrumentos robóticos importantes para la histerectomía radical incluyen las tije- ras monopolares EndoWrist y el sujetador Maryland bipolar EndoWrist. Las pinzas para disección PK son un cauterio bipolar alterna- tivo para el robot. Existen distintos sujetado- res y separadores más que pueden usarse en el cuarto brazo robótico, según amerite el pro- cedimiento. El asistente quirúrgico utiliza ins- trumentos laparoscópicos usuales a través del puerto de 12 mm para el asistente. Se instala un sistema de irrigación y aspiración al prin- cipio del procedimiento y el asistente puede usarlo en caso necesario. ETAPAS QUIRÚRGICAS ❶ Anestesia y posición de la pa- ciente. En un principio, la paciente se coloca en decúbito dorsal para inducir la anestesia general. Antes de la inducción, se colocan dis- positivos para compresión de las extremidades inferiores con objeto de prevenir la trombosis venosa. Para evitar la punción gástrica con el trócar durante el primer ingreso al abdomen, se coloca una sonda orogástrica o nasogástrica para descomprimir el estómago. Con el propó- sito de evitar una lesión similar en la vejiga, se coloca una sonda de Foley. Las extremidades inferiores deben colocarse en posición de litotomía baja en los estribos de Alles para permitir el acceso perineal adecuado. La paciente se coloca en la mesa de manera Es importante señalar que la morcelación debe evitarse cuando se trate de neoplasias malignas uterinas o en los anexos. Por estas razones, la exploración pélvica y la anamnesis minuciosas descubren factores que ayudan a determinar la vía quirúrgica óptima para una paciente particular. Una vez que la mujer se considere elegible para la técnica robótica, se aplica la misma valoración preoperatoria que para la histerectomía radical abierta (Sección 44-1, pág. 1267). ■ Consentimiento informado Cualquiera que sea la técnica, los riesgos inhe- rentes al procedimiento incluyen hemorragia abundante, necesidad de transfusión, disfun- ción vesical e intestinal y formación de fístula. Como se describe en la Sección 44-3, después de una histerectomía radical de mínima inva- sión, las pacientes tienen un riesgo más alto de dehiscencia del manguito vaginal. Esta tasa es mayor que con la técnica abierta y las cau- sas sugeridas son el daño térmico quirúrgico durante la colpotomía y la técnica de cierre vaginal (Kho, 2009; Nick, 2011). Las complicaciones relacionadas con la cirugía robótica se describen en el capítulo 42 (pág. 1097) e incluyen lesión por penetración a vasos grandes, vejiga, uréteres e intestino. Además, debe discutirse el riesgo de conver- sión a un procedimiento abierto. El cambio a laparotomía es necesario cuando la exposición y la manipulación de los órganos son limita- das. Por último, la metástasis en el sitio del puerto es una complicación infrecuente, pero posible, como se describe en la Sección 42-1 (pág. 1099). ■ Preparación de la paciente Debe obtenerse una muestra sanguínea para tipifi cación y pruebas de compatibilidad cru- zada, por la posibilidad de transfusión. Son muy importantes los dispositivos de com- presión neumática, la heparina subcutánea o ambos para prevenir fenómenos trombóticos debido a la prolongada duración del proce- dimiento y la estasis venosa causada por el aumento de la presión intraabdominal conse- cutivo al neumoperitoneo (cap. 39, pág. 962). Debido a la menor hemorragia durante la histerectomía radical robótica, se usa una sola dosis de antibiótico profi láctico, igual al utili- zado en la histerectomía simple. Las opciones antibióticas apropiadas se listan en el cuadro 39-6 (pág. 959). Los benefi cios de la prepara- ción intestinal sistemática son tema de debate, por lo cual los planes para la preparación intes- tinal casi siempre son individualizados (cap. 39, pág 958). Si se considera, la preparación intestinal previa al procedimiento genera el vaciamiento efi caz del recto sigmoides para permitir una 44-4 Histerectomía radical robótica Las técnicas de mínima invasión para la ciru- gía radical ofrecen ventajas específi cas para la recuperación. Sin embargo, la histerectomía radical laparoscópica, descrita en la Sección 44-3 (pág. 1267), requiere un tiempo quirúr- gico más prolongado y una curva de aprendi- zaje más pronunciada, ya que se requiere una disección meticulosa. En contraste, la histe- rectomía radical robótica casi siempre permite una adquisición más rápida de habilidades en comparación con la laparoscopia. Además, en comparación con una técnica abierta para histerectomía radical, un método robótico ofrece una hospitalización más corta y un número igual o mayor de ganglios linfáticos obtenidos durante la linfadenectomía (Estape, 2009; Ko, 2008; Lowe, 2009). Además, un estudio reciente mostró tasas de superviven- cia sin progresión y general similares a los tres años luego de la histerectomía radical robótica y de la histerectomía radical abierta (Cantrell, 2010). Sin embargo, se necesitan más datos de largo plazo sobre los resultados oncológicos. Por tanto, esta técnica se ha convertido en una alternativa para muchos cirujanos oncólogos ginecológicos y el uso de la cirugía robótica se ha tornado frecuente, sobre todo para el trata- miento quirúrgico de los cánceres endometrial y cervicouterino. Las indicaciones para la técnica robótica en la histerectomía radical son iguales a las de los procedimientos laparoscópico y abierto. La histerectomía radical (tipo III) está indicada sobre todo para cáncer cervicouterino IB1 y IIA o para pequeñas recurrencias centrales después de la radioterapia o para cáncer endo- metrial en etapa clínica II, cuando el tumor se extendió al cuello uterino. De igual manera, en las mujeres que son elegibles para la histerec- tomía radical modifi cada (tipo II), la interven- ción quirúrgica también puede llevarse a cabo con una técnica robótica. PREOPERATORIO ■ Valoración de la paciente Se aplican los mismos principios para elegir a una paciente apta para cirugía robótica que para laparoscopia. Como se explicó en la Sec- ción 44-3 (pág. 1267), las mujeres con enfer- medad cardiopulmonar importante, aquellas con sospecha de adherencias extensas o las que tienen un útero voluminoso no son bue- nos prospectos para una cirugía de mínima invasión. En particular, el útero voluminoso (mayor de 8 cm) con movilidad mínima puede ser difícil de extirpar por vía vaginal. 44_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 127244_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 1272 06/09/13 22:3006/09/13 22:30 1273Cirugía para cánceres ginecológicos CA P ÍTU LO 4 4 el intestino fuera de la pelvis. El robot se ubica en posición entre las extremidades inferiores de la paciente y los brazos robóticos se conec- tan en los trócares. ❹ Colocación de instrumentos. El ciru- jano se lava para colocar los trócares y conec- tar los brazos robóticos a estos accesos. Puede usarse un laparoscopio de cero grados mientras se opera en la pelvis, aunque también existe un laparoscopio con sistema de lentes a 30 grados. Es importante señalar que la fuente de luz de la cámara robótica emite más calor que el laparoscopio habitual. Por consiguiente, la punta del laparoscopio no debe tener con- tacto con los órganos adyacentes, como el intestino. Pueden usarse varias combinaciones de ins- trumentos en el brazo robótico. Se recomienda colocar las tijeras monopolares en el brazo derecho y unas pinzas de sujeción Maryland bipolares en el izquierdo. Otra opción bipolar adecuadapara el robot es la pinza de disec- ción con radiofrecuencia PK. Puede colocarse un sujetador romo en el cuarto brazo para ayudar durante la retracción. Al fi nal de la intervención quirúrgica, estos instrumentos se cambiarán por portaagujas para cerrar el manguito vaginal. Una vez que el robot se fi ja y los instrumentos se colocan, el cirujano sale del campo estéril y se traslada a la consola del robot para iniciar el procedimiento. ❺ Acceso al peritoneo y abertura de espacios. Las etapas de la histerectomía radical robótica son los mismos que para los procedimientos abierto y laparoscópico. La técnica comienza con la abertura de los espa- cios paravesical y pararrectal para permitir el aislamiento y la valoración del tejido parame- trial. Al principio, el útero se manipula hacia un lado. Esto puede hacerse con la ayuda de un sujetador en el cuarto brazo robótico. El peri- toneo pélvico contralateral superior al músculo psoas mayor se sujeta y corta con tijeras mono- polares en modo combinado. Este peritoneo se abre hacia arriba, en dirección del borde pél- vico y hacia abajo, en dirección al ligamento redondo. Esto expone los vasos iliacos externos y brinda acceso al uréter. El ligamento redondo puede cortarse en ese momento con los suje- tadores bipolares para coagular el ligamento y con las tijeras monopolares para cortarlo. El peritoneo se abre aún más en sentido lateral, hacia el ligamento umbilical medial para abrir el espacio paravesical. Al desplazar el laparoscopio hacia adentro y usar los ins- trumentos de los brazos derecho e izquierdo, el cirujano abre con técnica roma el espacio paravesical hasta los músculos elevadores. A continuación, se abre el espacio pararrectal con disección roma del espacio avascular entre el uréter y los vasos iliacos internos hacia el sacro. sínfi sis del pubis, en la línea media o un poco fuera de la línea media, según el procedimiento planeado. Se coloca con la técnica de acceso abdominal abierta descrita en la Sección 44-3, etapa 2 (pág. 1268). Una vez que está ubicado el puerto supraumbilical, es posible situar otros accesos con visión laparoscópica directa. Los dos accesos robóticos principales de 8 mm se colocan 8 a 10 cm laterales al trócar don- de se sitúa el laparoscopio de la línea media y 15 grados hacia abajo (fig. 44-4.1). Es impor- tante señalar que todos los accesos robóticos deben situarse a 8 cm como mínimo unos de otros para permitir la amplitud de movimiento apropiada del brazo robótico y evitar colisiones entre los brazos. Si el sistema robótico tiene un cuarto brazo, casi siempre se sitúa en el cuadrante inferior, a unos 2 cm por arriba de la espina iliaca anterosuperior y al menos a 8 cm de los demás accesos. Puede colocarse en el cuadrante inferior derecho o izquierdo, según el sitio donde vaya a ubicarse el asistente. Un quinto sitio, el puerto del asistente, se coloca en la parte superior del abdomen y en el lado opuesto al cuarto brazo. Este puerto aloja ins- trumentos que manipula el cirujano asistente, no el robot. A menudo se usa un puerto de 12 mm como el puerto del asistente y se coloca entre el puerto del laparoscopio y uno de los brazos robóticos principales. Todos estos trócares se colocan bajo visión laparoscópica directa antes de ensamblar los brazos robóti- cos. Los trócares se introducen hasta el nivel de la línea negra gruesa de la cánula. Esta línea es el punto de apoyo de la cánula del trócar y permite la amplitud de movimiento óptima para el brazo robótico. Una vez que se colocan los trócares, la paciente se coloca en posición de Trendelen- burg muy inclinada para ayudar a desplazar que, de ser necesario, un manipulador uteri- no transvaginal pueda moverse en todas direc- ciones. Como se describe en la Sección 42-1 (pág. 1100), la posición apropiada de las extremidades inferiores en los estribos y de los brazos a los lados es crucial para disminuir el riesgo de lesión nerviosa. Las extremidades superiores de la paciente se juntan bien al cuerpo para brindar al cirujano más espacio para moverse y operar. Cuando se coloquen los brazos de la paciente, debe tenerse cuidado de no desprender los catéteres de acceso intra- venoso y los monitores digitales de saturación de oxígeno. La paciente debe estar segura sobre la mesa, ya que se colocará en posición de Trendelenburg muy inclinada. Los brazos robóticos no se mueven de manera indepen- diente y permanecen fi jos en su posición. Por tanto, si la paciente se desliza, los trócares pueden causar desgarros musculares y hemo- rragia indeseable. Además, el deslizamiento limita la movilidad del manipulador uterino y difi culta la extracción vaginal de la pieza. Por tanto, después de colocar en posición de litotomía dorsal y antes de preparar y vestir a la paciente es necesario colocarle en posición de Trendelenburg inclinada para confi rmar la colocación segura en la mesa. Un saco pesado en la mesa o el acojinamiento con adhesivo ayudan a mantener a la paciente en la posición adecuada. Se realiza la exploración bimanual en el quirófano antes del aseo para que el cirujano reconozca los rasgos anatómicos individuales de la paciente. Luego se procede a la prepara- ción quirúrgica del abdomen, el perineo y la vagina y se coloca la sonda de Foley. Es posible colocar un manipulador ute- rino, el mismo que se usa para la laparotomía, para el procedimiento robótico; éste ayuda a mover el útero (Sección 44-3, etapa 1, pág. 1268). Si existe una tumoración cervicoute- rina grande, puede usarse una sonda roma en la vagina como alternativa. ❷ Exploración abdominal. Se lleva a cabo una inspección minuciosa del abdo- men y la pelvis para valorar la extensión de la enfermedad y la presencia de adherencias. En este momento, la confi rmación de metástasis o extensión pélvica del tumor puede llevar al cirujano a proceder o suspender el procedi- miento, según los datos transoperatorios gene- rales y la situación clínica. Además, se toma la decisión de proceder con la técnica robótica o convertir en laparotomía. ❸ Colocación de accesos. La colocación de los accesos abdominales es distinta a la que se usa en la laparoscopia. En la cirugía robó- tica, el puerto inicial, que es el del laparosco- pio, se coloca por arriba del ombligo. El sitio deseado está a unos 20 o 25 cm por arriba de la R2 R4 R1 A1 R3 8-10 cm >8 cm 15° FIGURA 44-4.1 Colocación de trócares para histerectomía radical robótica. 44_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 127344_Chapter_44_Hoffman_4R.indd 1273 06/09/13 22:3006/09/13 22:30 1274 Atlas de cirugía ginecológica SECCIÓ N 6 vaginal. Se coloca un portaagujas y un segundo portaagujas en los brazos derecho e izquierdo. Se utilizan para reaproximar las paredes vagi- nales con sutura en el cuerpo y el anudado. Se pasa una sutura de absorción tardía calibre 0 a través del puerto de 12 mm del asistente y se coloca en uno de los portaagujas. El manguito puede cerrarse con técnica corrediza anclada o con puntadas separadas en ocho. Para iniciar el cierre, la aguja se introduce por la pared vaginal anterior y luego por la pared posterior. La articulación de los instrumentos robóticos facilita la sutura y la formación de los nudos con respecto a la laparoscopia habitual. Sin embargo, con el procedimiento robótico no se tiene la retroalimentación táctil, por lo que es preciso ser cauteloso para atar los nudos ajus- tados, pero sin romper la sutura. Cuando el manguito vaginal está cerrado, se retira la aguja por el puerto de 12 mm del asistente. Por lo general, se sujeta la sutura adyacente a la aguja y no la aguja misma con un portaagujas en el puerto del asistente. Esto permite extraer la aguja de manera segura sin perderla dentro de la cavidad peritoneal. En ese momento, se retiran los portaagujas de los brazos robóticos. El asistente coloca de nuevo los instrumentos originales en los brazos para completar la linfadenectomía y otros
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