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1 TECNOLOGÍA, AMBIENTE Y SOCIEDAD MATERIAL DE CÁTEDRA Unidad 1 – Tema 1: Imágenes y representaciones. Definiciones, características y problemas En agosto de 2019 incendios forestales de enormes proporciones azotaron al Amazonas, la selva tropical más grande del mundo. Las consecuencias fueron devastadoras para el ecosistema y para las poblaciones originarias que allí residen. Durante los días que duró el incendio se multiplicaron en la televisión, internet y la prensa escrita una infinidad de imágenes que daban cuenta de los incendios y también llamaban a tomar conciencia del desastre ambiental que estábamos presenciando. Windy, una aplicación meteorológica, nos permitía seguir en tiempo real el incendio del Amazonas y otros que en simultáneo se desarrollaban en el mundo. Todas estas imágenes, incluso aquellas que correspondían a otros siniestros, pero fueron adjudicadas al Amazonas, nos hicieron reflexionar, emocionar, enojar, entristecer, preocupar. Era difícil no manifestar algún sentimiento frente a las fotografías de animales escapando del fuego, llamas devorando todo a su paso, rescatistas y bomberos exhaustos, pobladores luchando contra la voracidad del fuego. Con los incendios de Australia en enero de 2020 volvimos a presenciar imágenes de similar tenor. Seguramente recordamos la enternecedora fotografía de un koala llevado en brazos por un bombero luego de ser rescatado del fuego. Algo similar ocurre desde los primeros días de marzo de 2020 con el avance mundial de la pandemia COVID-19. Mientras asistimos a una crisis sanitaria global que afecta casi por igual a toda la humanidad, nuevamente un sinfín de imágenes (verdaderas y falsas) circulan por la web, las redes sociales, los diarios y los noticieros: ciudades desoladas; delfines nadando Imagen de la NAS. Incendios en el Amazonas y otros puntos de América del Sur (Agosto de 2019) Incendios forestales en el Amazonas Koala rescatado en Australia (Enero de 2020) 2 en los canales de Venecia; personal de salud exhausto; famosos, casi famosos y anónimos pidiendo quedarse en casa; imágenes satelitales que muestran mejoras en la atmósfera y los mares; miles de videos y memes sobre la cuarentena, entre otros. Como ocurrió con los incendios, existen mapas que siguen en tiempo real lo que ocurre con el COVID-19 a escala planetaria, indicándonos país por país el número de infectados, muertos y recuperados. Todas estas imágenes constituyen una densa red que nos lleva a reafirmar que, con total seguridad, vivimos en un mundo de imágenes, de circulación permanente y global, para bien y para mal. Para bien, porque esto permite una alta visibilización de los graves problemas sociales, sanitarios y ambientales que atraviesa el planeta hoy. Para mal, porque estamos expuestos a que la sobreabundancia y la sobreexposición a las imágenes nos tornen insensibles frente a ellas y a la realidad que pretenden mostrar e incluso denunciar. El presente texto de cátedra fue pensado y elaborado bajo una premisa que recorre todo el programa de Tecnología, Ambiente y Sociedad: contribuir al desarrollo de la reflexión crítica y la sensibilidad de cada estudiante para analizar – y por qué no intentar resolver desde su lugar – los problemas de un mundo cada vez más complejo como el actual. Para ello, y teniendo en cuenta que vivimos en un tiempo en donde prevalecen las imágenes, resulta esencial abordarlas en tanto producto de la tecnología que atraviesa a la sociedad y al ambiente, conocer su naturaleza, sus características, sus funciones, sus problemas y también sus trampas. 1. La representación En su texto “Meditaciones sobre un caballo de juguete”, Ernst Gombrich (1968) reflexiona, entre otras cuestiones, sobre el Arte y la representación. Desde su mirada, el Arte no busca imitar al objeto, sino representarlo, es decir, no importa tanto si el objeto resultante de una intervención artística se parece al objeto de la realidad, dado que para interpretarlo apelamos a la imaginación o a la evocación de algo que ya está anclado en nuestra memoria. Para entender mejor esta idea, Gombrich señala que un caballo de madera de juguete (un palo con una cabeza equina) no es la réplica de un caballo de verdad, no obstante, sirve para montar y gracias a la imaginación evoca a uno de la realidad. Es por ello que cuando un niño se sube a un caballo de madera dice “arre-arre”, ya que asocia las Coronavirus en Argentina Mapa de coronavirus (18/03/2020) Imagen histórica: las tapas de los diarios argentinos (18/03/2020) #Quedateencasa Memes sobre la cuarentena 3 características de un caballo de verdad a su juguete. Para que eso ocurra es necesario que haya un significante, o sea, un detalle aunque sea mínimo que aluda al objeto de la realidad. Si bien Gombrich escribe sobre la relación del Arte con la representación, estas ideas nos sirven para pensar (y repensar) al concepto representación en relación a otras esferas del conocimiento y la Ciencia, e incluso, en nuestra vida diaria. ¿Por qué es importante la representación? Toda la teoría moderna del conocimiento está sustentada en esta noción que – como casi la totalidad de los conceptos de las Ciencias Sociales y la Historia – es cambiante, dinámica y construida social e históricamente. Para Ceballos y Alba (2003) la representación “es una forma de conocimiento que presenta estímulos sensoriales no como absolutos para el conocer, sino como posibilitadores de una operación más compleja.” Roger Chartier (1990) advierte que la representación es un “instrumento de conocimiento mediato que deja ver un objeto ausente sustituyéndolo por una imagen capaz de traerlo a la memoria.” En un texto posterior agrega que la representación tiene una doble sentido: “hacer presente una ausencia, pero también exhibir su propia presencia como imagen, y constituir con ello a quien la mira como sujeto mirando” (Chartier, 1994). En este sentido, la representación opera como una evocación de lo ausente: el caballo de madera de Gombrich que evoca al caballo real. Veamos en qué otros aspectos de nuestra vida diaria opera la representación. Si hablamos de representación política aludimos al acto de “actuar en nombre de… para tomar decisiones en su nombre”, en otras palabras, “el pueblo gobierna a través de sus representantes”, fórmula que materializa la relación entre gobernantes y gobernados (democracia representativa). De El Paleoarte representa temas relacionados a la paleontología, principalmente la representación de criaturas extintas, retratadas como debieron ser en sus vidas y en sus ecosistemas. Es una manifestación artística basada en el conocimiento y evidencias científicas. “Duria Antiquior” – Acuarela pintada en 1830 por el geólogo Henry De la Beche. Fue la primera representación pictórica de una escena del pasado basada en evidencia fósil. “Tyrannosaurus y Edmontosaurus” – Ely Kish (1976) El dinosaurio Barney es una adaptación infantil surgida de las representaciones del paleoarte 4 esta manera, la representación política se aborda a partir de cómo hacer presente, de algún modo, algo que de hecho no lo está. La esencia de la representación política es, entonces, la delegación o concesión de la autoridad, y un representante (gobernante) deberá responder frente a otros (gobernado) sobre todo aquello que realice (Alba y Ceballos, 2003). Esta noción, como señalan los autores, surgió en los siglos XIII y XIV, pero con las revoluciones del siglo XVIII (la Revolución Francesa y la independencia de Estados Unidos) esta idea comenzó a vincularse con la noción de representación popular hasta entrar, ya en el siglo XIX, en las instituciones democráticas (veremos estos temas con más detenimiento en la Unidad 3: Democracia y Ciudadanía).Otra forma de representación que abordaremos a lo largo de la Unidad 1 es la social. Las representaciones sociales implican formas de conocimiento o pensamientos colectivos que tienen como características ser dinámicos, flexibles y cambiantes. Se trata de maneras específicas de entender y comunicar la realidad (mitos, creencias, ideas, sentidos comunes) e influyen en la vida diaria porque son determinadas por las personas a través de sus interacciones. Estas representaciones sociales (a menudo asociadas a la noción de “imaginarios sociales”) surgen tanto desde el ámbito de la Ciencia, como de los medios de comunicación, las redes sociales, la religión, entre otras. En este texto nos interesa abordar un tipo especial de representación. Nos referimos a las representaciones visuales, específicamente las imágenes, ya que consideramos que tienen especial injerencia en nuestra cotidianidad y requieren, por ello, miradas más críticas y reflexivas sobre su papel tanto en nuestra vida personal como en la vida social. En vinculación a los contenidos de la materia, la imagen resulta esencial ya que se trata de un producto que se encuentra en la intersección de la Tecnología (como facilitadora de la operación de producción y reproducción de las imágenes), la Sociedad (como el ámbito de creación y circulación de imágenes) y el Ambiente (como uno de los espacios más favorecidos en el desarrollo de estrategias visuales para conocerlo y preservarlo). Estamos lejos de poder dar todas las respuestas sobre las imágenes y los problemas que ataña la visualidad, pero lo importante es poder comenzar a realizar ejercicios reflexivos sobre lo que vemos a diario. Representación política Un hombre vota luego de la sanción de la Ley Sáenz Peña (1912) que amplió los términos de la representación política. Representaciones sociales Representaciones sociales en torno al rol de la mujer en la sociedad (c. 1950) Representaciones visuales “La noche estrellada” – Vincent Van Gogh (1889) Tapa de Abbey Road – The Beatles (1969) La pintura y la fotografía son dos tipos de representaciones visuales. 5 2. ¿Qué es una imagen? Philippe Dubois (1994) recuerda en su texto “El acto fotográfico” que en e l mito de origen de la imagen se encuentra la ausencia, la nostalgia, la separación de dos que se aman. Allí se relata la historia de la hija de un alfarero enamorada de un joven. Un día, el joven tuvo que partir en un largo viaje. En la escena del adiós, los dos amantes están en una habitación iluminada por una lámpara que proyecta sus sombras en un muro. Para conjurar la futura ausencia de su amante y conservar una huella física de su presencia, la muchacha con un carbón bordea el contorno, pinta la silueta del otro que allí se proyecta. En ese instante último y resplandeciente, y con el fin de abolir el tiempo, la muchacha “procura fijar la sombra de aquel que aún está allí pero que pronto estará ausente.” Este mito nos recuerda la característica definitoria de la representación, es decir, hacer presente una ausencia y, en paralelo, nos permite tratar de entender qué es una imagen. Una imagen es la representación visual de un objeto, de una persona, de un paisaje, de un hecho o acontecimiento en cualquier soporte físico (fotografías, pinturas, mapas, dibujos, grabados, cine, video, gráficos estadísticos, memes, señales viales, esculturas, etc.). Cabe destacar que todos estos soportes tienen características técnicas, estéticas y artísticas particulares que los diferencian entre sí, cuyo análisis excede el presente trabajo. El académico español Roman Gubern (2004) ha señalado que toda imagen es un artificio, una construcción simbólica, bidimensional o tridimensional, que representa algo (percepciones visuales o ideas) mediante procedimientos técnicos diversos. Desde el campo de los estudios visuales, el historiador del arte W. J. T. Mitchell (2009) destaca que la imagen puede ser: - Óptica (proyecciones, espejos) - Perceptiva (apariencias, información sensorial) - Mental (Memorias, ideas, sueños) - Verbal (metáforas, descripciones) - Gráfica (diseño, pintura, escultura, fotografía, cine, señales de tránsito, etc.) El mito de origen de la imagen El cuadro de Joseph-Benoît Suvée “Butades o el origen de la pintura” (1791) representa a la joven mujer de Corinto, hija de un artesano llamado Butades, que, con una carbonilla y siguiendo la sombra proyectada a la luz de una vela, traza en una pared la silueta de la cabeza de su amante, que está a punto de partir, para de ese modo conservar su imagen o como dicta la tradición primitiva, también su alma. Joseph Wright, “La doncella corintia” (1782-1784). En este lienzo se representa el mito de Butades. 6 Las imágenes gráficas implican representaciones en sentido material y son producidas por el ser humano con la ayuda de algún tipo de tecnología. No importa si esa tecnología es un celular, un pincel, un lápiz, una filmadora o una computadora. De hecho, hasta la imagen más arcaica necesitó de una tecnología de producción o de recepción, ya que está implicado un acto de fabricación de artefactos. Como veremos a lo largo del texto, las imágenes son vehículos de transmisión de ideas, valores, emociones y sentimientos, y cumplen diversas funciones: aportan información y conocimientos, generan adhesión o rechazo, movilizan afectos, proporcionan sensaciones, generan placer o disfrute (Abramovski, 2010). Por ello, constituyen un universo visual muy amplio y heterogéneo, resultado de diversos usos y prácticas. Por ejemplo, como destaca Dotta Ambrosini (2015), las diferencias entre una pintura artística y una señal de tránsito son bien entendidas y, aunque ambas formen parte de la misma familia, sus fundamentos son opuestos: en la primera se expone un mensaje subjetivo que apela al carácter emocional del observador, en tanto que la segunda es netamente funcional para la circulación vial y no ofrece mayores alternativas en su lectura. Es importante comprender que ninguna imagen representa “la realidad” (ni la sustituye completamente), sino que constituye una forma subjetiva de vivir o entender esa realidad o un recorte de ella. Se trata, entonces, de la representación visual de algo o alguien que está en un espacio, en un tiempo y en un momento determinado. Por eso, las imágenes no son transparentes ni objetivas: porque constituyen una perspectiva. Y hay tantas imágenes como perspectivas. Gubern (1987) también ha abordado las dimensiones de las imágenes artificiales y ha llevado a cabo una clasificación más específica de ellas. Si bien coincide con Mitchell en identificar a la imagen como una categoría proveniente de productos culturales (es decir, manifestaciones artificiales desarrolladas por el ser humano), agrega una subdivisión muy útil para entenderlas. En este sentido, para Gubern los fenónemos visuales artificiales pueden diferenciarse en: - Escrituras (ideográficas, fonéticas) - Imágenes icónicas (fijas o móviles, resultados de dibujos, fotografías, pinturas y cine) Señales de tránsito Imagen del SMN donde se emite un alerta por tormentas Representación microscópica del coronavirus Fotograma de la película “Los Puentes de Madison” – Clint Eastwood (1995). Inodoro Pereyra - Fontanarrosa 7 - Señalizaciones (no corresponden a las otras categorías, pero comparten su naturaleza: las banderas, las señales de tránsito, el código de señales navales por bandera). 3. Imágenes, cultura visual y giro pictórico La enorme cantidad de imágenes gráficas o artificiales a las cuales nos vemos expuestos diariamente define un medio ambiente visual singular y diferente al de cualquier otro momento histórico. Desde las publicidades callejeras hasta la fotografía que recibimos en el teléfonocelular, el uso de las imágenes se presenta como una constante en nuestras prácticas cotidianas. Esto forma parte de un proceso histórico en el cual las imágenes cobraron paulatinamente mayor centralidad. En efecto, la masificación de la imagen y la conformación de una cultura visual es un fenómeno surgido en las primeras décadas del siglo XX, momento en el cual las imágenes eran reproducidas en cine, diarios, revistas, afiches publicitarios y políticos, y otros formatos impresos (Malossetti Costa y Gené, 2013). Nuestro tiempo se define, en cambio, por el acceso a una visualidad extendida e intensiva capaz de superar los límites naturales de la visión humana. Esto se ha acentuado como consecuencia de un acelerado desarrollo tecnológico, que nos permite observar desde el comportamiento de un microorganismo hasta un planeta ubicado a miles de años luz de distancia. Este actual escenario fue definido por Gubern hace ya varios años como iconósfera contemporána, es decir, un ecosistema cultural formado por los mensajes icónicos y audiovisuales que envuelven al ser humano y en el cual nos vemos inmersos (Gubern, 1987). En una reciente entrevista, Gubern ha señalado que la iconósfera actual es tan densa y abundante que hace invisibles a las imágenes. Como señalábamos en la introducción, esto nos enfrenta al riesgo de perder sensibilidad frente a la sobreabundancia de imágenes y, por ende, a transformarnos en personas indiferentes a ellas: están allí, pero no las vemos o las vemos sin mirarlas. Volveremos sobre esto más adelante. La experiencia visual de hoy, dijimos, está definida por el acceso a un escenario sensorial amplio y denso, que puede observarse en cualquier momento y en cualquier lugar. Este universo visual se ha denominado cultura visual y se ha erigido como una característica sociohistórica del Escritura ideográfica Escritura fonética o alfabética Imagen del espacio exterior tomada por el telescopio Hubble. La masificación de las imágenes en la posmodernidad. Times Square, Imágenes de cámaras de seguridad 8 tiempo presente. Para Nicholas Mirzoeff (1999) la cultura visual se origina en el ocularcentrismo posmoderno, donde de manera creciente se interactúa con experiencias construidas visualmente, lo que incluye artefactos diseñados para ver o ser vistos (cine, internet, redes sociales, etc.): “la cultura visual no depende de las imágenes en sí mismas, sino de la tendencia moderna a plasmar en imágenes o visualizar la existencia.” Si bien la modernidad ha sido el momento histórico en el que la imagen ha ganado su lugar de prevalencia y las ciudades han sido sus escenarios privilegiados de producción y reproducción, es en la sociedad posmoderna donde ella se ha vuelto un fenómeno obligado de la condición social (Mirzoeff, 1999). La visualización y la espectacularización atraviesan diversas actividades sociales, pero también demuestran lo poco que sabemos sobre el vínculo entre los fenómenos visuales y el individuo. El llamado giro pictórico o giro visual da cuenta de esta intersección y del nutrido campo que queda por descubrir para comprender las dinámicas que dan sentido a nuestra visualidad (entendida como la construcción visual de lo social, y no solo como la construcción social de la visión) (Mitchell, 2003). En palabras de Mitchell, el giro pictórico es “el descubrimiento de que la actividad del espectador (la visión, la mirada, el vistazo, las prácticas de observación, la vigilancia y el placer visual) puede constituir un problema tan profundo como las varias formas de lectura (desciframiento, decodificación, interpretación, etcétera)” (Mitchell, 2009). Lo que da sentido al giro pictórico es la idea que sugiere que actualmente las imágenes (pictures) atraviesan transversalmente una gran variedad de campos de investigación intelectual, cuando antes eran objeto casi exclusivo de la Historia del Arte o de la teoría cultural. Y aunque el problema de la representación pictórica estuvo siempre, ahora resulta ineludible en todos los niveles de la cultura “desde las más refinadas especulaciones filosóficas, a las más vulgares producciones de los medios de masa” (Mitchell, 2009). En este punto es interesante trazar un cruce con otro gran tema que atraviesa al programa de Tecnología, Ambiente y Sociedad: la necesidad de abordar problemas complejos desde la transdisciplinariedad. Es posible, entonces, que las representaciones visuales también puedan ofrecer respuestas a un conjunto amplio y variado de formas de conocimiento y disciplinas científicas. Instagram permite subir fotos y vídeos. Fue creada en 2010. Netflix distribuye contenidos audiovisuales. Pinterest permite crear y administrar colecciones de imágenes como eventos, intereses, aficiones y mucho más. YouTube dedica a compartir videos. Presenta una variedad de clips de películas, programas de televisión y vídeos musicales, así como contenidos amateur como videoblogs y YouTube Gaming. Fue creado en 2005. 9 4. Algunas características, usos y problemas de las imágenes 4.1. La dicotomía Palabra/Imagen Seguramente han escuchado en numerosas ocasiones el refrán que afirma que “una imagen vale más que mil palabras.” Esta es una premisa que entiende a la imagen en términos de un absoluto innegable, universal, objetivo, transparente, unívoco e incapaz de confundirnos: la imagen es lo que es, lo que está allí, lo que veo y no puede ser otra cosa. Esto de ningún modo es así. Para desentrañar y desmontar este mito sobre la imagen vayamos al origen de la antinomia Palabra/Imagen. Una larga tradición en el pensamiento occidental (por lo menos desde las reflexiones de los griegos), se apoya en una idea básica que sostiene que la palabra encarna las formas de racionalidad y argumentación, en tanto que la imagen hace alusión más que nada a la emoción y a la sensibilidad (Lois, 2016). Esta idea fue la dominante hasta la crisis de la racionalidad de la era posmoderna que favoreció la revalorización del pensamiento analógico – razonar por medio de analogías o similitudes – y, en ese marco, la imagen “conoce una suerte de rehabilitación” (Wunenburger, 1995) que la saca de ese espacio secundario e ilustrativo en el que se encontraba. Es innegable que las imágenes tienen la capacidad de parecer que son más accesibles y transparentes, pero no pueden hablar por sí mismas, ya que nosotros somos los que hablamos por ellas. No obstante, si pudieran hacerlo, no nos dirían a todos lo mismo, ya que cada individuo tiene percepciones distintas sobre una imagen. En algunas situaciones las palabras nos ayudan a comprender, explicar y “hacer hablar” a aquellas imágenes que parecen “ofrecer resistencia al entendimiento y la comprensión” (Abramovski, 2010). Así, en términos del historiador del arte Georges Didi-Huberman (2003), lenguaje e imagen “son absolutamente solidarios y no dejan de intercambiar sus carencias recíprocas: una imagen acude allí donde parece fallar la palabra; a menudo una palabra acude allí donde parece fallar la imaginación.” En efecto, si bien las palabras y las imágenes son irreductibles unas a otras, en paralelo, están absolutamente intrincadas: se cruzan, se vinculan, se responden, se desafían, pero nunca se confunden. Ahí radica la riqueza de su vínculo (Malossetti Costa, 2005). En términos de Mitchell (2014) las imágenes “quieren igualdad de derechos Ponerle palabras a las imágenes: 10 con el lenguaje, no ser reducidas al lenguaje, al signo o al discurso.” Gubern (2004) sintetiza esta idea en una bella frase: “es tan difícil describir con palabras el rostro de Greta Garbo como explicar con imágenes La crítica de la razón pura de Kant.” Centrémonos en un ejemplo que expresa la solidaridad entre la imagen y la palabra, y que seguramente todos conocemos:el segundo gol de Maradona a los ingleses en el Mundial México 1986 relatado por Víctor Hugo Morales. ¿Es posible pensar en la imagen de Maradona evadiendo a los jugadores ingleses disociada del eufórico relato de Morales?, ¿es posible pensar en frases memorables como “barrilete cósmico de qué planeta viniste” sin traer a la memoria la épica de l gol? Para respondernos, hagamos el ejercicio observando la imagen en silencio, luego escuchando el audio sin la imagen y, finalmente, viendo el video con voz e imagen (https://www.youtube.com/watch?v=O8G9ytZg-bM). En este caso, aunque no siempre ocurra así, palabra e imagen forman una armoniosa e indisociable dupla. Es importante advertir que si las imágenes fijas o en movimiento necesitan palabras es porque nuestras emociones y sentimientos se expresan, sobre todo, a través del lenguaje. De hecho, hay una correlación entre el surgimiento del lenguaje y las imágenes. En efecto, las primeras imágenes aparecen hace unos 45.000 años durante el Paleolítico Superior, mismo período en donde se desarrolla el lenguaje estructurado que permite la comunicación entre individuos y la interacción social. El desarrollo mental y la aparición de la lengua fueron factores centrales para entender el surgimiento de las imágenes rupestres y sus significados, y una diferencia esencial entre el Homo Sapiens (propio de este período) con respecto al hombre de Neanderthal y otros homínidos pre-Sapiens del Paleolítico Medio. Las imágenes mentales de los Homo Sapiens están íntimamente relacionadas al desarrollo del cerebro, fundamentalmente de la parte superior llamada corteza, y a la capacidad de soñar que se adquiere en paralelo. La socialización por medio del lenguaje promovió la práctica de relatar e interpretar los sueños, que fueron plasmados en lo que se conoce como arte rupestre. Allí también se representaban imágenes filtradas por las relaciones sociales, como animales (no otros objetos Figuras de Niaux, Francia Bisonte Magdaleniense polícromo – Fuente: Museo de Altamira y D. Rodríguez. Cueva de las manos. Río Pinturas, Santa Cruz, Argentina. 7350 A.C. Pintura del neolítico donde se observan figuras humanas. https://www.youtube.com/watch?v=O8G9ytZg-bM 11 naturales, ni árboles ni plantas ni paisajes) que tenían más relevancia para el grupo humano: bisontes, mamuts, caballos, ciervos (Lewis-Williams, 2012). Durante el Neolítico (8000 AC - 3000 AC) aparecen figuras humanas, huellas de manos y otras representaciones del entorno que ganan importancia. Es decir que, desde ese entonces, la especie humana ha producido imágenes figurativas como instrumento mágico o religioso, como medio de información y como fuente de placer (Gubern, 2004). Ahora bien, ya sabemos que las palabras ayudan a la comprensión de determinadas imágenes: un epígrafe, datos sobre el autor, el desarrollo del contexto histórico de producción de la imagen o del contexto de reproducción de la misma pueden transformar los sentidos de la imagen y modificar la percepción del espectador. Hagamos un ejercicio de reflexión. Observemos con detenimiento la siguiente fotografía de la Plaza de Mayo, tomada de espaldas a la Casa Rosada y mirando hacia el Cabildo, ¿qué elementos podríamos destacar?, ¿qué inquietudes nos surgen?, ¿qué rasgos distintivos de la Plaza están y cuáles no están? La fotografía de Plaza de Mayo fue tomada por el fotoperiodista Héctor O. Vázquez y corresponde a la noche del 24 de marzo de 1976, mientras esperaba que la Junta Militar diera notas a la prensa. Con este dato miremos nuevamente a la imagen. Al conocer el significado histórico de la fecha de la fotografía, ¿tenemos la misma percepción de la imagen?, ¿qué vemos ahora qué no veíamos antes? La imagen de Plaza de Mayo nos permite entender lo importante que resulta la palabra para la imagen y viceversa, y la necesidad de emplear las palabras adecuadas (no importa si son diez palabras o mil), ya que esta operación implica ponerle sentido y Palabras e imágenes La mítica foto “Muerte de un miliciano” de Robert Capa (tomada en la guerra civil española) provocó una gran polémica en torno a su veracidad. En 1975, el periodista Phillip Knightley decidió cambiar el pie de foto original que había sido publicado en la revista Life en 1936 por el siguiente: “Un miliciano resbala y cae mientras se entrena para la acción”. El sentido de la fotografía cambiaba solo con el texto. Desde entonces, la fotografía de Capa ha enfrentado a expertos de todo el mundo: unos, tratan de defenderla; otros, de desmontarla. Recorte de “Muerte de un miliciano” – Robert Capa (1936) Fotografía completa 12 contenido a nuestras propias opiniones y emociones. En esta dirección, Malosetti Costa (2005) afirma que “sin palabras que la atraviesen, que la expliquen, que la ubiquen en el tiempo y el espacio, a menudo la imagen permanece muda.” Y siempre es preferible hacer hablar a las imágenes. 4.2. Las imágenes dependen de las variables Tiempo y Espacio Como sugiere Mitchell, la imagen gráfica – sea una pintura o sea una señal vial – es resultado de un momento sociohistórico particular. Por ello, sus características se establecen de acuerdo a las consideraciones y valoraciones que operan en el momento de su creación y son, por lo tanto, productos “culturalmente densos” (Dotta Ambrosini, 2015). En otros términos, al tener relación con su contexto histórico de producción, las imágenes reproducen convenciones sociales, artísticas y culturales que el espectador puede o no conocer. Por eso se dice que el sentido de las imágenes se construye social y epocalmente, y no emana directamente de la imagen: una imagen tomada hoy acá puede tener un significado muy distinto en unos años en otro lugar del mundo o, incluso, no tener significado alguno (ver ejemplos en el margen izquierdo). El historiador del arte Michael Baxandall (1978) ha llamado “el ojo de la época” (Period Eye) al enfoque globalizador que revisa el conjunto de condiciones económicas, sociales, religiosas, políticas y, sobre todo, culturales, que conforman el modo de ver las cosas en un momento determinado. En su obra “Pintura y vida cotidiana en el Renacimiento”, Baxandall propone que, para comprender el fenómeno del Renacimiento, – como cualquier otro período artístico – es necesario centrarse no solo en las cuestiones estéticas y técnicas de una obra, sino también en por qué las cosas son entendidas de cierto modo en un momento y lugar determinado. Recordemos que, como señalamos con anterioridad, las imágenes no son universales y no solo por las capacidades diferenciales de grupos sociales definidos por género, religión, raza o algún otro criterio político (los niños, por ejemplo, perciben cosas que los adultos no captan). También la época direcciona ciertos cánones interpretativos (Lois, 2016). Por ejemplo, hasta entrado el siglo XXI, fumar equivalía a “ser moderno” y las publicidades de cigarrillos explotaban esta asociación. Basta recordar los spots publicitarios que se emitían por TV o las gráficas que inundaban los diarios y revistas hasta la década de 1990, en donde distintas personas – en general, Tiempo y espacio Progreso económico vs. Sustentabilidad Deporte vs. Derecho de los animales Fumigación Vs. Agrotóxicos Publicidad argentina de cigarrillos Jockey Club (1971) 13 jóvenes, bellas e incluso famosas – compartían sus cigarrillos al ritmo de cortinas musicales de moda (en muchos casos, en medio de paisajes naturales). Este tipo de publicidades desaparecieron de los medios de comunicación y la vía pública en los últimos quince años, en gran medida por las limitaciones y las prohibiciones de fumar en espaciospúblicos, pero también por cambios culturales, entre ellos una mayor conciencia sobre los efectos nocivos del cigarrillo en la salud. También es posible reproducir convenciones sociales contemporáneas para representar o imaginar cómo creemos que será el futuro (de allí la obsesión por la vida en Marte). Así, a mediados del siglo XX, artistas, ingenieros y científicos desarrollaron un conjunto de ideas y fantasías sobre cómo serían las viviendas, indumentaria, automóviles y las formas de vida en general (hoy a esto se lo llama paleo-futuro el equivalente a “el futuro que imaginaron en el pasado”). 4.3. Las imágenes son polisémicas Otro rasgo importante de las imágenes es su polisemia, su ambigüedad, la capacidad que tienen para asumir diversos significados que nunca están dados anticipadamente. Esto se vincula, por un lado, a la inexistencia de una universalidad en la interpretación de las imágenes ya que, como advertíamos en el punto anterior, estas no son ni transparentes ni unívocas: "No existe un significado único ni privilegiado frente a una imagen sino que esta renueva sus poderes y sentidos completándose en la mirada de cada nuevo espectador" (Malosetti Costa, 2005). Por el otro, se relaciona con las interpretaciones, sentidos, significaciones y significados que la imagen tiene tanto para un individuo como para un colectivo de personas o grupo social, ya que en la mayor parte de las imágenes se superponen distintos estratos de sentido (Gubern, 2004). Gracias a la polisemia de las imágenes las interpretaciones pueden ser complementarias u opuestas, ya que hay alguien que representa (pintor, fotógrafo, director de cine, diseñador) y alguien que observa esa representación (el espectador). Entre ambos existen múltiples mediaciones (como las variables tiempo y espacio, por ejemplo, pero también saberes, prejuicios, preconceptos, entre otros). Examinemos un ejemplo histórico. En junio de 1989 el Ejército Popular de China recibió la orden de terminar con una multitudinaria protesta que ocupaba la emblemática Plaza de Tiananmen en Pekín. Los manifestantes Los robots en la vida cotidiana (1959) Colonias lunares (1969) “Cada moneda tiene dos caras. Metáfora visual de Ramón Montesinos.” El artista, geólogo y paleontólogo gallego Ramón Montesinos apela a la polisemia de las imágenes en su muestra fotográfica: “La capacidad de cada observador y sus vivencias harán que surjan interpretaciones dispares: la mente humana compone un caleidoscopio a partir de una sola imagen,” destaca el artista. 14 pedían, entre otras cuestiones, mayores libertades, acabar con la corrupción y mayor transparencia de las autoridades. Tras una violenta represión, el 5 de junio se tomó una imagen mundialmente famosa. Un manifestante solitario se colocó frente a un tanque que encabezaba la línea de vehículos militares. Cada vez que el vehículo intentaba pasar, el hombre se movía hacia los lados para volverse a poner frente al blindado. La escena duró algo menos de dos minutos. El hombre llegó a escalar por el tanque y dos personas terminan llevándoselo (la secuencia completa puede verse en: https://www.youtube.com/watch?v=A-MTgEpcI-Q&t=87s). La imagen fue captada y preservada por un puñado de fotógrafos y camarógrafos, casi todos ubicados en un hotel frente a la avenida donde se desarrollan los hechos. Algunos fotógrafos – probablemente por limitaciones físicas o técnicas –, priorizaron encuadres centrados en el hombre, en tanto que otros tomaron planos más amplio que permiten observar el marco de la acción. Cuando las imágenes fueron publicadas en los principales medios de prensa del mundo se transformaron en símbolo de la lucha por la democracia en China. No obstante, las mismas imágenes fueron utilizadas por el gobierno chino como una “muestra del respeto” que los soldados del Ejército Popular de Liberación tenían por sus ciudadanos y como “testimonio” que negaba la violenta represión: si los tanques eran incapaces de lastimar a un solo hombre, incluso a uno que podría ser considerado un agitador social, ¿cómo podrían dañar a cientos de miles? Las imágenes polisémicas también suelen ser muy empleadas en la publicidad, dado el efecto evocador que provocan. Por ejemplo, la imagen del margen izquierdo remite a un globo terráqueo derritiéndose como un helado de cucurucho producto de los cambios climáticos. 4.4. Las imágenes tienen funciones sociales Actualmente, es posible dividir los tipos de imágenes de acuerdo a sus funciones: - Imágenes artísticas o estéticas - Imágenes publicitarias - Imágenes informativas o periodísticas - Imágenes científicas “El hombre del tanque o el rebelde desconocido”, Jeff Widener, AP (1989) Stuart Franklin, Magnum para Time Charlie Cole para Newsweek. Con esta foto ganó el premio World Press Photo Imagen polisémica: un planeta derritiéndose como un helado https://www.youtube.com/watch?v=A-MTgEpcI-Q&t=87s 15 Las sociedades crean y emplean objetos visuales que han cumplido diferentes funciones a lo largo de la historia. En efecto, cada época se ha caracterizado por la utilización de la imagen para expresar valores culturales, es decir, para representar sus ideas y creencias. En el Occidente cristiano la imagen sirvió primero a los intereses (no siempre armoniosos o unánimes) de la Iglesia Católica. Por ejemplo, en la Baja Edad Media, las imágenes religiosas desempeñaron un importante papel tanto en la labor evangelizadora de la iglesia como en la finalidad propagandística y publicitaria del poder político. Luego, como recuerda Gubern (2004), las imágenes fueron instrumento del poder político de las monarquías absolutas y la aristocracia; para acabar sirviendo a los intereses de la burguesía, antes de transformar profundamente sus funciones en el siglo XIX, gracias a los nuevos medios de reproducción seriada (litografía y fotografía) y a las transformaciones sociales que configuraron un mercado para la cultura de masas entrado el siglo XX. En el plano político, sobre todo desde el siglo XX, los símbolos emblemáticos (el crucifijo, la media luna islámica, la estrella de David, la hoz y el martillo, el águila imperial, la esvástica, entre otras) han contribuido a propulsar las pasiones ideológicas de las masas, salvando las distancias de lo que históricamente significa cada una de ellas. Es importante advertir la importancia de las imágenes en el proceso de evangelización de poblaciones autóctonas y la difusión de costumbres cristianas y comportamientos civilizados. En América la mayoría de la población estaba más familiarizada con el lenguaje visual que con la escritura, por lo que la imagen fue el método más empleado para difundir la fe. En las culturas indígenas el ícono era un medio de comunicación entre la divinidad y la humanidad, por ello fue más fácil expresar realidades abstractas como el dogma cristiano a través del signo (Martínez, 2006) y resultó más simple reinterpretar los cultos ancestrales basados en la naturaleza con el culto cristiano (Gallegos, 1994). Ejemplo de ello son los cultos sincréticos que relacionan Viracocha con Jesús, la Pacha Mama con la Virgen María o las apachitas con diferentes santos. De hecho, la imagen de la Virgen de Guadalupe asume rasgos mestizos y se la ha vinculado a otras deidades prehispánicas como Tonantzin Coatlicue (la madre de todos los dioses y los hombres). Con la creación de la cámara fotográfica a mediados del siglo XIX, se Pintura de la Baja Edad Media “Retrato de Napoleón en su gabinete de trabajo” – Jacques Louis David (1812) El 12 de diciembre de 1531 se creó la imagen de la Virgen. Su supuesto autor fue el indígena Marcos Cipac de Aquino. Desde entonces la imagen es considerada un ícono de la idiosincrasia mexicana. 16 sumaronnuevos usos sociales a las imágenes. Entre ellos, el retrato, las postales de paisajes, las fotografías de viajes, las fotos artísticas, y las fotos políticas y de crítica social, a la vez que se asociaron a la fotografía nuevos usos científicos y de vigilancia y control sobre la población (Gamarnik, 2011). Entrado el siglo XX, las imágenes cobraron novedosos sentidos asociados a temas y problemas contemporáneos, como así también a nuevas tecnologías que permitieron una rápida difusión y reproducción. La prensa escrita incorporó gradualmente fotografías con el fin de proporcionar atractivos visuales a periódicos y revistas, lo que permitió expandir su audiencia e incorporar nuevos lectores (Gamarnik, 2018). Durante el período de entreguerras (1919-1938) la fotografía se erigió como el método más transparente y más directo de acceso a lo real. Se trató del momento más libre de la fotografía en los países capitalistas ya que podía ser utilizada democráticamente (Berger, 2000). La invención de la cámara ligera permitió el desarrolló el fotoperiodismo que dio a las revistas y periódicos más reconocidos una gran reputación gracias al uso de material fotográfico de la mano de célebres reporteros gráficos como Robert Capa, Alfred Eisenstaedt, Margaret Bourke-White (la primera mujer corresponsal de guerra acreditada como tal), entre otros. Muchos de ellos tuvieron una actuación destacada en los conflictos bélicos como la Guerra Civil Española o la Segunda Guerra Mundial. También en ese período tuvieron amplia difusión las fotografías propagandísticas y las películas de difusión de regímenes como el nazismo, el fascismo y el estanilismo (algunas de ellas de maestros del cine, como Sergei Eisenstein), pero también del New Deal estadounidense. Las imágenes (la fotografía, las ilustraciones y el video) también son importantes medios de visibilización de conflictos sociales y de denuncias por daños ambientales, violencia estatal, violencia sexual, injusticias sociales, discriminación, xenofobia, violación de derechos civiles, sociales y políticos, entre otros. Esto guarda relación con lo que Hans Belting (2015) ha señalado: las imágenes fijas y en movimiento toman posición, no están solo en la pared, en una pantalla o en nuestra cabeza. No existen por sí mismas, sino que suceden a través de la transmisión y la percepción. En una reciente entrevista, Didi-Huberman señaló que todo análisis de una imagen tiene una dimensión política porque toda imagen tiene una dimensión política. Esto no refiere al ejercicio del poder o de lo Retrato de Abraham Lincoln – Alexander Gardner (1863). Se trata de uno de los retratos políticos más famosos del siglo XIX. Veraneantes en Mar del Plata (1890) Afiche del “El triunfo de la voluntad”, película de propaganda nazi – Leni Riefenstahl (1935) 17 gubernamental, aspectos con los que usualmente se vincula a la política, sino en el sentido de las acciones, las prácticas sociales y los discursos que orienta. Un ejemplo son las historietas de Quino. Seguramente recordamos al entrañable personaje de Mafalda, la niña inconformista y encantadora que cuestionaba el status quo desde una mirada que aún hoy tiene vigencia. No obstante, la crítica social a la posmodernidad, al consumo desmedido, a la superficialidad, a los abusos, a las injusticias del sistema y a los riesgos ecológicos, constituían tópicos frecuentes de las historietas y dibujos de Quino, que en paralelo llamaban a la risa y a la reflexión. Podemos señalar que la intersección entre la tecnología, el ambiente y la sociedad también tiene una dimensión política (en el sentido antes advertido) que es posible entrever o iluminar a partir de las imágenes. En un reciente libro del historiador y artista visual argentino Martín Crespi (intitulado “Naturaleza humana: el arte como expresión”) ese punto de encuentro cobra forma, se materializa, ya que aborda los pormenores en las leyes territoriales, la mercantilización de la vida, el impacto socio- ambiental del calentamiento global y del cambio climático, el desenfreno del modelo extractivista, las nuevas tecnologías del “capitalismo algorítmico”, el problema de la alimentación y lo que generan los monocultivos y las fumigaciones. Crespi señala que la intención de su obra es concientizar, sensibilizar y problematizar sobre algunos conflictos ambientales y socio- Frutilla fumigada intervenida con agujas 18 ambientales de nuestro tiempo y nuestra región. Para ello, el autor se pregunta “¿Todo tiene que pasar por la lógica de la ganancia? ¿Por qué la Ciencia termina siendo funcional al mercado?”. El libro recopila una serie de imágenes y objetos artísticos creados por Crespi que abordan diversas problemáticas argentinas y latinoamericanas, y son acompañadas por textos de distintos especialistas en modelos productivos, alimentación, fumigaciones, entre otros. La obra (imagen y texto) conforma una fuerte denuncia al sistema de producción capitalista y, en tanto, marca el posicionamiento político e ideológico de los autores. Mapa con billetes de dólares / porotos de soja / plaquetas - Martín Crespi (2019) Un tercer ejemplo nos permite reflexionar sobre otro conjunto de imágenes de naturaleza política, en este caso, se trata del pasaje de una imagen del ámbito privado al espacio público. En la búsqueda de personas extraviadas o en pedidos de justicia lo habitual es exhibir la imagen de la persona perdida o de la víctima, para reconocerla y para ponerle un rostro al pedido. Generalmente, estas fotografías son extraídas de un álbum familiar o de la galería de imágenes del celular de algún allegado y corresponden a momentos de la vida privada y cotidiana de la persona en cuestión (vacaciones, cumpleaños, etc.) En otros casos, se toman imágenes que luego se transforman en símbolos de lucha social. Se trata, como advertimos de un pasaje fundamentalmente político, ya que la imagen traspasa el espacio de la domesticidad para ser reproducida en el espacio público, que es el de las prácticas sociales y de la acción política: pancartas y carteles en manifestaciones, medios masivos de comunicación, libros, muestras artísticas y redes sociales, donde esos rostros son replicados una y otra vez (y en cierta medida, son inmortalizados, por lo menos en la Martín Crespi. Delia Polijo, de 13 años, desapareció en septiembre de 2018 en la localidad de La Paz (Córdoba). Su familia sigue buscándola. Imágenes de detenidos- desaparecidos en la última dictadura militar. 19 memoria). Recordemos las imágenes de Fabián Tomasi, emblema de los estragos que provocan las fumigaciones en la salud. Las imágenes de su cuerpo enflaquecido y desgarbado por las afecciones que le provocaron los agroquímicos recorrieron el mundo de la mano del fotógrafo Pablo Piovano, que lo retrató para su muestra “El costo humano de los agrotóxicos” (2014) e ilustraron las tapas del libro de Patricio Eleisegui “Envenenados. Una bomba química nos extermina en silencio.” En una de sus últimas notas a un medio alternativo – la Garganta Poderosa – Tomasi señaló “no hay enfermedad sin veneno y no hay veneno sin esa connivencia criminal entre las empresas multinacionales, la industria de la salud, los gobiernos y la Justicia. Hoy más que nunca, necesitamos que paren y para eso debemos luchar, aun en el peor de los escenarios, porque nuestro enemigo se volvió demasiado fuerte. No son empresarios, son operarios de la muerte.” Sus palabras y la imagen de su propio cuerpo deteriorado se transformaron en un verdadero manifiesto político. Un último ejemplo refiere a las representaciones cartográficas, producto que usualmente no vinculamos a una dimensión política (e incluso estatal), pero que está fuertemente asociado a ella. Lois(2015) señala que la potencia metafórica del mapa radica en su capacidad de visualización: el mapa es un dispositivo visivo ya que sirve para ver, para visualizar, “para representarse mediante imágenes ópticas fenómenos de otro carácter, para imaginarse con rasgos visibles algo que no se tiene a la vista.” Debemos recordar que un mapa cartográfico es un tipo de imagen que alude a la una representación del territorio. ¿Por qué son tan importantes para el Estado, encargado de producirlos y reproducirlos? Esta pregunta nos lleva a abordar un concepto central en las Ciencias Sociales (que ahondaremos en la Unidad 3): el Estado. Una de las definiciones más conocidas sobre el Estado es la de Max Weber: Estado es toda comunidad humana que reclama para sí (con éxito) el monopolio de la violencia legítima sobre un determinado territorio. Este último es el elemento distintivo de los Estados modernos y de allí su importancia para la representación cartográfica: el territorio sobre el cual se asientan la sociedad, los recursos naturales, las instituciones y toda forma de organización humana debe estar debidamente definida porque solo dentro de esas fronteras se ejercerá la autoridad política. Por ello, es el Estado – por medio de cartógrafos contratados, del Fabián Tomasi junto a su madre – Pablo Piovano (2014) Imágenes de radares y satélites del SMN, 14/03/2020 extraídas de https://www.smn.gob.ar/ https://www.smn.gob.ar/ https://www.smn.gob.ar/ 20 Instituto Geográfico Militar o del Instituto Geográfico Nacional – el encargado de confeccionar los mapas de acuerdo a los modos de visualizar, pensar y concebir el territorio nacional de cada gobierno. Observemos con atención las imágenes cartográficas que se encuentran en el margen izquiedo. En el mapa de 1941 observamos que la Antártida Argentina no está representada, aunque si se encuentran las Islas Malvinas. En contraste, en los mapas elaborados por el peronismo (los de 1947 y 1954, aunque con sus evidentes diferencias de tamaño) el sector antártico ya se encuentra representado. Esto no fue solo una estrategia gráfica. Contrariamente, esta nueva imagen se inscribió en el marco de un conjunto diverso de políticas públicas (creación de instituciones tales como el Instituto Antártico Argentino, la instalación de bases científicas, la organización de expediciones polares, la incorporación de este temario a la currícula escolar y la legislación sobre la imagen cartográfica propiamente dicha) (Lois, 2012). Actualmente en Argentina es obligatorio el uso del denominado “mapa bicontinental” producto confeccionado por el Instituto Geográfico Nacional, el cual muestra a la Antártida Argentina en su real proporción con relación al sector continental e insular. La Ley 26.651 de 2010 establece su uso obligatorio en todos los niveles y modalidades del sistema educativo, como así también en su exhibición pública. Con esta ley se reemplazó el mapa más conocido y utilizado de la Argentina que dedica casi toda la superficie gráfica disponible para la representación del territorio continental e insular e incluye el sector antártico reclamado por el Estado argentino en un recuadro lateral, representado a una escala más grande (figura de la izquierda) (Lois, 2012). Boero (1941) Anesi (1947) IGM (1954) 21 4.5. Las imágenes y las emociones En su texto “El poder de las imágenes” David Freedberg se pregunta qué tienen en común las máscaras africanas, los cuadros dieciochescos, las imágenes medievales y ciertas fotografías contemporáneas. La respuesta: su capacidad para despertar emociones intensas y suscitar respuestas vehementes: “toda imagen despierta emociones profundas. No solo por lo que simboliza o a quién, sino por el grado en el que involucra al cuerpo y a los sentimientos del espectador” (Freedberg, 1992). Años después, el historiador del Arte James Elkins indagó en la relación entre cómo se ven las imágenes y las respuestas que estas provocan en los individuos. De esta manera, logró establecer diferencias entre las pinturas y las esculturas en el modo de producir emociones y respuestas (Elkins, 1999 cit. en Gutiérrez De Angelis, 2019). Las imágenes nos provocan, despiertan reacciones, nos golpean, es decir, tienen poder: nos pueden hacer llorar, estremecer, enternecer, asombrar, gritar o reír. Incluso pueden hacer que corramos la vista frente a algo que nos resulta indiferente o insoportable. Basta recordar la anécdota que narra Roland Barthes en “La cámara lúcida”. Un día dio con una foto de Jerónimo, el último hermano de Napoléon: “me dije, entonces, con un asombro que después nunca he podido despejar: Veo los ojos que han visto al Emperador” (Barthes, 2009). No todas las representaciones visuales despiertan las mismas reacciones y emociones y eso depende, entre otras cuestiones, del tipo de imagen que enfrentemos y los sentimientos que movilizan. En efecto, no reaccionamos de igual manera frente a una pintura de Piet Mondrian, ante una fotografía de un incendio en nuestras sierras, ante una película de terror, al ver un meme reproducido en Twitter o frente a una imagen de un ser querido o de nuestra infancia. Tampoco las emociones son iguales a través de la historia, y eso es independiente de las preferencias personales (podemos ser fanáticos del vanguardismo de Mondrian o asustarnos con películas de terror). De hecho, hay emociones que los seres humanos sentían en el pasado que no existen en la actualidad. Esto es así porque las emociones no son sentimientos estáticos, sino por el contrario, son dinámicos y cambiantes, y se construyen cultural, biológica e históricamente. Una Las imágenes y las emociones La ardilla y la flor - Dick Van Duijn (2019). Una tierna imagen del comportamiento del mundo animal. Cementerio de Darwin (Islas Malvinas). Se trata de una imagen capaz de despertar sentimientos colectivos, dada su gran significación histórica para la memoria colectiva de Argentina. “Un episodio de fiebre amarilla en Buenos Aires” – Juan M. Blanes (c. 1871). Este óleo representa con dramatismo la epidemia que hizo estragos en la población porteña 22 muestra de ello son los cambios en los emojis y la incorporación de nuevos en las redes sociales. En este sentido, Didi-Huberman (2016) señala que en las imágenes se concentran “expresiones colectivas de las emociones que atraviesan la historia” lo que nos lleva a preguntarnos si es posible hablar, en un sentido muy laxo, de una suerte de “emociones colectivas”. Hay hechos condensados en imágenes que marcan emocionalmente a una época o a una generación: la llegada del hombre a la luna, la caída del Muro de Berlín, el atentado a las Torres Gemelas, la guerra de Malvinas e incluso el ya mencionado gol de Maradona a los ingleses. Contrariamente, nos resultan extrañas, inquietantes y hasta escalofriantes ciertas imágenes que en el pasado eran entendidas como expresión de la vida diaria. Por ejemplo, las “danzas de la muerte” constituían un género artístico significativo a finales de la Edad Media y operaban como alegoría de la fugacidad de la vida en una época signada por los continuos brotes de la peste negra y otras epidemias que diezmaban poblaciones enteras y transformaban a la muerte en un espectáculo cotidiano. Además, representaban las creencias religiosas de la época que, por un lado, recordaba que los placeres terrenales eran pasajeros y, por el otro, evocaban el poder igualador de la muerte frente al Juicio Final (en muchas de esas imágenes los esqueletos que representan a la muerte aparecen tocando instrumentos musicales y llevándose a clérigos o nobles). Esta relación con la muerte nos resulta lejana y ajena, pero basta recordar que hasta principios del siglo XX era una práctica habitual fotografiar personas agonizantes o amuertos de todas las edades, incluso con su familia alrededor, como ha demostrado Luis Príamo (2000). Recordemos la célebre imagen de Sarmiento ya fallecido que fue “armada” por el fotógrafo en colaboración con otras personas. Hoy en día circula un video (y decenas de memes derivados de este) en donde se observan personas bailando mientras portan un féretro. Nos puede resultar inquietante, sobre todo por el contexto global de la pandemia que atravesamos, pero solo hay que recordar que diversas culturas tienen otra relación con la muerte. Si las “danzas de la muerte” medievales, “los bailarines con el ataúd” de Ghana o las fotografías de familiares muertos del siglo XIX nos resultan extrañas y hasta escalofriantes es porque, por distancia cultural e histórica, no somos capaces de comprender la praxis visual que las motivaba. Atentato a las Torres Gemelas (2001) Danzas de la muerte del Medioevo Sarmiento fallecido – Manuel San Martín (1888) Print del video de los bailarines de Ghana 23 4.6. La importancia de saber mirar El campo de los estudios visuales además de examinar qué son las imágenes, cómo se producen y circulan, y las implicancias sociales, culturales, políticas, subjetivas e identitarias de nuestro vínculo con ellas, se centra en la cuestión de la mirada, en las prácticas de ver, en cómo se producen visibilidades e invisibilidades. Por eso nos piden que prestemos atención al poder y los efectos de las imágenes en los espectadores (o "sujetos visuales"). Para ello debemos tener presente algunas cuestiones: por qué las personas buscan información, pero también placer; qué los incita a mirar; por qué a veces los individuos no pueden rehusarse a ver; cómo se reacciona ante las imágenes; cuáles son los procesos que les permiten a las personas encontrar sentido en lo que ven. En estos procesos se involucra lo racional, lo visual, lo auditivo, lo sensitivo, lo estético, lo emocional (Schneider, Abramovski y Laguzzi, 2007). La percepción visual humana, nos dice Gubern, está condicionada por tres factores: el fisiológico (el cerebro decodifica la imagen), el cultural o sociocultural (el contexto) y el factor individual (la historia personal del sujeto). Sin embargo, aunque muchas personas comparten las mismas facultades que les permiten ver una imagen, no todos comparten aquellas competencias para codificarla e interpretarla. Así como en la literatura no hay texto sin contexto, la lectura de una imagen también dependerá de varios factores: su productor, el mismo texto icónico y su lector. Recordemos que el ojo humano es el que permite captar diferentes longitudes de onda que reflectan los objetos de nuestro alrededor. El ojo solo capta nuestro mundo, es el cerebro el que se encarga de decodificar esa información transmitida por el nervio óptico y transformarla en una imagen. En otras palabras, es el cerebro el que mira. Es importante trazar una diferencia entre “mirar” y “ver.” Como advierte Lois “mirar”, a diferencia de “ver”, es una acción voluntaria que exige un esfuerzo, casi como leer. Y no leemos todo de la misma manera y con la misma atención. Mirar implica hacerse preguntas sobre las imágenes y reflexionar críticamente: ¿quién tomó esta foto?, ¿quién hizo esa pintura?, ¿cuándo y para qué?, ¿cuáles son las convenciones de su época que pueden reconocerse?, ¿estaba dirigida a alguien?, ¿qué me provoca?, etc. “Estas preguntas nos obligan no sólo a desacreditar la transparencia de la La importancia de aprender a mirar (y de hacerse preguntas) 24 imagen fotográfica sino a darle visibilidad al acto que la concibe y produce, lejos de toda esa pretendida neutralidad” (Lois, 2016). El director de cine, fotógrafo y crítico argentino Raúl Beceyro (2005) nos recuerda que miramos y enfrentamos una imagen con el “saber” que tenemos, con nuestras ideas, nuestros prejuicios y nuestros valores. En un texto examina una célebre imagen de Robert Capa llamada “La colaboracionista de Chartres” (1944). La imagen retrata a una mujer acusada de colaborar con los nazis que habían ocupado Francia. Lleva en sus brazos a un bebé probablemente fruto de esa relación. Luego de la liberación de Francia esta mujer, junto a otras, fue rapada y obligada a desfilar por las calles del pueblo a modo de castigo por la traición. Una turba irritada – que probablemente durante los años de la ocupación permaneció impávida y sin resistir – expía esa culpa acompañando su paso con burlas y gestos. Beceyro analiza la fotografía desde distintas miradas y lecturas: la de los contemporáneos (los que estaban allí cuando estaba sucediendo), la del propio fotógrafo (que enfrenta con su cámara a la multitud y retrata ese preciso instante) y la nuestra, los espectadores de la fotografía (todos en distintos momentos históricos y en distintos lugares del mundo). Eso produce, como señala el autor del texto, un desfasaje temporal: “es posible que un espectador actual de la fotografía de Capa, sobre todo si a ese espectador no le gustan las acciones multitudinarias, los triunfalismos y los nacionalismos, sea más sensible al sufrimiento de la colaboracionista, que a la alegría de los habitantes de Chartres” (Beceyro, 2005) Es cierto que nuestros saberes configuran nuestras miradas (el ejemplo más claro es que, frente a una misma imagen no todos vemos lo mismo, como vimos en el punto sobre la polisemia de las imágenes). Pero también Aprender a mirar La realidad está repleta de imágenes que hay que abordar de manera crítica, alejada de “narrativas oficiales.” Como decíamos, la visualidad dominante es resultado de una realidad política, por eso puede concebirse a la mirada como una “mirada política.” No obstante, hay una saturación y sobreexposición de imágenes que nos impide ver y mirar. Por ello, para saber, hay que saber mirar. Aprender a mirar implica “leer” las imágenes: “las imágenes no nos dicen nada, nos mienten o son oscuras como jeroglíficos [...] leerlas es analizarlas, descomponerlas, remontarlas, interpretarlas, distanciarlas” (Didi- Huberman, 2010) 25 es posible que, frente a una experiencia visual, nos encontremos "viendo" más allá de lo que sabemos o de lo que esperábamos ver: una imagen puede cuestionar nuestros saberes y desestabilizarlos (Abramovski, 2010). Esto puede ocurrir con la foto de la colaboracionista de Chartres: podemos llegar a cuestionar el trato dispensado a la mujer, incluso teniendo conocimiento de los horrores del nazimo y de los sentimientos de los habitantes locales que soportaron la ocupación ilegal de su territorio. También puede interpelar nuestras convicciones y llevarnos a hacer muchas preguntas. Para Didi-Huberman hay que trabajar más allá de la pura visión y el cliché, porque miramos también con palabras, y a veces miramos muy mal. En tal sentido, si un viejo y conocido refrán dice que “somos lo que comemos” podemos pensar que también “somos lo que miramos.” 4.7. ¿Podemos creerle todo a las imágenes? En el Mundial de fútbol de España 1982, el fotógrafo Steve Powell de la revista Sports Illustrated tomó una imagen épica: Diego Maradona, de espaldas a la lente, enfrentaba a seis defensores belgas. Si bien la imagen tiene una fuerte carga simbólica y estética que la acerca a la perfección artística, en realidad es un tanto engañosa. Maradona no desafiaba realmente a los rivales, sino que se trataba de una barrera que acaba de desarmarse luego de un tiro libre que había pegado en la cabeza de un defensor (para ver la jugada completa, ingresar al link de YouTube: https://www.youtube.com/watch?time_continue=25&v=- Mentira la verdad (o la era de la posverdad) El monstruo del Lago Ness. La imagen, tomada en 1934 por el cirujano británico Robert Wilson, fue considerada como verdaderadurante mucho tiempo. Al final se demostró que tal animal prehistórico era, en realidad, un submarino de juguete con una falsa cabeza de monstruo. Almuerzo en lo alto de un rascacielo. Con los años se demostró que era un montaje (1932) La leyenda del chupacabras santafesino era un montaje (2018) Esta foto fue adjudicada a la pandemia de coronavirus en Italia, pero en realidad corresponde a migrantes muertos en un naufragio en el Mediterráneo (2013). https://www.youtube.com/watch?time_continue=25&v=-sXnkklt1k0&feature=emb_title 26 sXnkklt1k0&feature=emb_title). Si bien la jugada no tuvo mayor trascendencia – de hecho Argentina perdió con Bélgica – la foto pasó a la historia. Esto abre un interrogante: ¿importa lo que ocurrió de verdad? El propio autor de la imagen lo niega, advirtiendo que ya no se trata ni de arte, ni de fútbol, sino que la fotografía trascendió a todo eso. Una imagen, digamos, que está más allá de todo. Cora Gamarnik (2019) advierte que hay imágenes que pueden hacernos decir diferentes cosas, incluso suponer situaciones que nunca ocurrieron (como un aguerrido Maradona enfrentando a seis defensores belgas), otras que nos presentan problemas y dificultades para poder pensarlas. Gamarnik se pregunta, entonces, “¿cómo anclamos los sentidos de la imagen?, ¿qué es lo que nos permite entender una imagen en su efecto más verosímil?” ¿Las imágenes representan, imitan, se acercan, se parecen a la realidad?, ¿deben proponerse reproducir el mundo lo más fielmente posible?, ¿la proximidad con la realidad les garantiza legitimidad o credibilidad? A esta altura sabemos que una pintura no puede ser un calco de la realidad, ya que sabemos que la subjetividad del artista está siempre de manifiesto tanto en el proceso producción de su obra, como en su interpretación, su recorte y su mirada del mundo. No obstante, la fotografía – uno de los grandes inventos del siglo XIX – asumió enseguida la “función imitativa” que hasta ese momento detentaban las artes plásticas, gracias a las tecnologías que permitían “mostrar la realidad tal cual era.” De este modo, la fotografía promovió fenómenos de credibilidad nunca antes vistos, que luego se transfirieron al cine (imagen en movimiento) y a la televisión (imagen transmitida en directo, en tiempo real) (Schneider, Abramovski y Laguzzi, 2007). En este sentido, la escritora y filósofa Susan Sontag (2006) asegura que la fotografía, al enseñarnos un nuevo código visual, altera y amplía nuestras nociones de lo que merece la pena mirar y de lo que tenemos derecho a observar: “el resultado más imponente del empeño fotográfico es darnos la impresión de que podemos contener el mundo entero en la cabeza, como una antología de imágenes.” La credibilidad de la imagen, especialmente de las fotografías entendidas como “testimonio” o “huella” de algo que realmente ocurrió, también tiene una contracara que descansa en la posibilidad de transformarnos en víctimas de imágenes falsas (las famosas fakes), de imágenes construidas para modificar la opinión pública frente a algún conflicto social o incluso del Mentira la verdad Algunas fotografías que circularon en internet para ilustrar o dar cuenta de los incendios del Amazonas del 2019 no correspondían a ese siniestro o correspondían al Amazonas pero eran de otras fechas. Cibernautas denunciaron que la revista Hola! México, en un acto de racismo, blanqueó la piel y modificó la estatura de la actriz Yalitza Aparicio. Instagram permite el uso de filtros que pueden añadirse a fotografías y videos cambiando el aspecto de estos. https://www.youtube.com/watch?time_continue=25&v=-sXnkklt1k0&feature=emb_title 27 uso de fotografías para difundir noticias falsas (fakes news). En muchos casos olvidamos que las imágenes son productos creados por sujetos que intervienen y deciden qué capturar, filmar, pintar, grabar, recortar, editar, etc. Es por ello que, como señala el cineasta alemán Harun Farocki (2013), hay que “desconfiar de las imágenes” y también de la mirada, que a veces conduce a malas interpretaciones. En el prólogo del citado texto de Farocki, Didi-Huberman destaca que no existe una sola imagen que no implique, simultáneamente, miradas, gestos y pensamientos y que “no existe tal cosa como una imagen que sea pura visión, absoluto pensamiento o simple manipulación.” Para él, es absurdo intentar descalificar algunas imágenes bajo el argumento de que aparentemente han sido manipuladas porque “todas las imágenes del mundo son el resultado de una manipulación, de un esfuerzo voluntario en el que interviene la mano del hombre (incluso cuando esta sea un artefacto mecánico).” La cuestión, entonces, es cómo determinar en cada imagen qué es lo que la mano ha hecho exactamente, cómo lo ha hecho y para qué, con qué propósito tuvo lugar la manipulación: “frente a cada imagen, lo que deberíamos preguntarnos es cómo (nos) mira, cómo (nos) piensa y (cómo) nos toca a la vez” (Didi-Huberman, 2013). La manipulación de imágenes y los montajes fotográficos no son fenómenos recientes. Por el contrario, son posibles desde fines del siglo XIX gracias a la aparición de técnicas novedosas y del avance de la fotografía, abarcando un campo diverso de experiencias. Desde la purga estalinista en las fotos de la Unión Soviética (donde los opositores y disidentes eran eliminados de las imágenes antes de ser eliminados de la faz de la tierra) hasta la psicofotografía o fotografía de espíritus, frecuente entre fines del siglo XIX y principios del XX donde, a través de sesiones de espiritismo, una familia se “retrataba” con el supuesto espectro de algún pariente muerto (el caso de William Hope es famoso, dado que se comprobó que los rostros que aparecían en las fotos procedían de otras fotografías que los mismos familiares le prestaban). No obstante, entre la manipulación de imágenes y el fotomontaje del pasado y las técnicas actuales hay un avance tecnológico sin precedentes, que permite que cualquiera con una aplicación pueda ensayar una suerte de transformación de la imagen La historia comienza con la caída de una nave desconocida en Roswell (Nuevo México, Estados Unidos). Los diarios de la época -como también las emisoras de radio- reprodujeron la captura de un platillo volador, aunque a los pocos días desde la Fuerza Aérea informaron que se trataba de un avanzado globo atmosférico. En 1995 la autopsia de uno de los tripulantes de la nave llegó a todas las pantallas del planeta. Tras una década de silencio, Spyros Melaris, director del "mejor fraude fílmico jamás realizado", reveló cómo se construyó el engaño. Stalin ordenó ejecutar a su comisario de Asuntos Internos, Nikolai Yezhov, y más tarde fue eliminado de la foto (1940). William Hope (c. 1905) 28 (aunque más no sea colocar un filtro en Instagram para dar iluminar una foto). Como observa Gubern (2014) el montaje digital “permite que la imagen pueda mentir ocultando que está mintiendo”, en cambio la imagen analógica cuando miente se nota: “manipular una foto analógica deja cicatrices. La imagen digital tiene las ventajas de la pintura; puede mentir ocultando que está mintiendo. Y esto es un cambio de paradigma absoluto en el mundo del audiovisual.” Recordemos la película Forrest Gump (1994), cuyas imágenes virtuales y efectos visuales generados por computadora permitieron recrear escenas que nunca ocurrieron, como la reunión del personaje interpretado por Tom Hanks con los presidentes John F. Kennedy y Richard Nixon o John Lennon. Pese a la manipulación de las imágenes, los efectos logrados continúan generando en el espectador la sensación de que en realidad sí ocurrieron. Tomemos otro ejemplo de imagen manipulada, esta vez con otras intencionalidades: Albert Einsteinescapa sonriente y en bicicleta de una prueba nuclear en el desierto de Estados Unidos. ¿Cuál es el sentido de esta imagen falsa?, ¿qué imaginarios sociales condensa?, ¿a qué situación en particular alude? Uno de los sentidos posibles es tironear la relación entre la bomba atómica (que luego destruyó Hiroshima y Nagasaki) con la figura de Einstein. Para el imaginario colectivo, el físico alemán es el “padre de la bomba nuclear” (así lo bautizó la revista Time en 1946, cuando lo colocó en la portada junto a un hongo nuclear con el “e=mc2”, la fórmula de la Teoría de la Relatividad). Lo cierto es que Einstein no formó parte del Proyecto Manhattan que creó la bomba atómica. Su participación se redujo a una carta que en 1939 le escribió al presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt junto al físico húngaro Leó Szilárd, en donde le advierten que la Alemania nazi podría estar desarrollando un arma nuclear y le sugieren que Estados Unidos debía adelantarse. Diez días después de recibir la carta, nacía el llamado Comité Briggs, considerado el germen del proyecto Manhattan. En 1954, cinco meses antes de morir, Einstein le dijo a un amigo: “He cometido un gran error en mi vida: firmar esa carta”. Sin embargo, un espectador desprevenido o mal informado podría creer que la imagen es real solo con hacer algunas asociaciones falaces. La manipulación de imágenes también puede perseguir fines estéticos y Forrest Gump saluda al presidente Kennedy (1994) F. Gump junto a John Lennon (1994) 29 artísticos, tal es el caso de la obra del fotógrafo sueco Erik Johansson en donde suelen aparecer elementos de la naturaleza manipulados digitalmente, convirtiendo sus fotografías en verdaderas piezas de colección. También las imágenes manipuladas pueden servir para generar conciencia sobre diversos temas. Un ejemplo de ello es el proyecto creado por Shahak Shapira. El artista germano-israelí creó “Yolocaust”, un irónico juego de palabras entre Holocausto y el acrónimo "YOLO" (cuyas siglas en inglés indican "solo se vive una vez", usado por jóvenes para justificar acciones irreverentes). Shapira colocó las piruetas y selfies que algunos visitantes realizaron en el monumento al Holocausto de Berlín en medio de desgarradoras imágenes de cadáveres de los campos de concentración nazi. Con esto quiso exponer la frivolidad y la banalización de los sitios de memoria histórica. Actualmente, en la era de la posverdad, nos encontramos con miles de imágenes manipuladas digitalmente a través de programas como photoshop o los simples filtros que las aplicaciones nos proveen para mejorar nuestras capturas con el objetivo de tener una experiencia de divertimento más óptima. También nos encontramos con una infinidad de imágenes que sirven para difundir noticias falsas que son compartidas por miles de usuarios, pese a que en los comentarios de las mismas se suele advertir sobre su dudosa veracidad. Lo importante es recordar que nuestro acercamiento a ellas no debe ser ingenuo, por el contrario, debemos tener por lo menos un atisbo de desconfianza. 4.8. Imágenes polémicas e iconoclasia El académico norteamericano David Freedberg se pregunta en su reciente libro “Iconoclasia” “¿Por qué las personas destruyen las imágenes? ¿Qué Erik Johansson El photoshop en la vida diaria 30 motiva estos actos individuales y colectivos de violencia contra algo que –al fin y al cabo– es una mera representación en madera, piedra, lienzo o papel? ¿Cómo podemos pensar la iconoclasia en el mundo contemporáneo?” (Freedberg, 2017). El gesto de enojarse o atentar contra las imágenes, en el fondo, no hace sino mostrar el poder que éstas tienen. Desde la Antigüedad hasta las redes sociales, las imágenes son objeto de fervor y ataques y su eliminación termina siendo tan importante como su registro. Y si bien en tiempos digitales las imágenes pueden multiplicarse como nunca antes, también pueden eliminarse con gran facilidad (quién no ha borrado una foto en donde sale mal o el retrato de un viejo amor que pasó al olvido). Este proceso paradójico ejemplifica la sentencia de Freedberg acerca de que el amor y el odio hacia las imágenes “son las dos caras de una misma moneda”. Esto es así porque, como vimos en los puntos anteriores, las imágenes no son unívocas, nos proponen problemas, dilemas y visiones del mundo. Y esa visión puede ser compartida o aborrecida. Este punto de inflexión, esa fisura, es lo que origina su potencial conflictivo, problemático u ofensivo. Pero también porque en tanto soporte expresivo, la imagen se inscribe en relaciones de poder, que pueden ser religiosas o seculares. Comencemos por pensar la iconoclasia. La práctica de la destrucción sistemática de imágenes por motivos religiosos, culturales, políticos y, como agrega Freedberg, hasta psicológicos, ha atravesado a las distintas culturas. Imágenes, pinturas, esculturas y otras formas visuales han despertado hostilidad y han llevado a las personas a querer destruirlas y mutilarlas por ser consideradas blasfemas, polémicas, provocativas o libidinosas. Gubern (2004) recuerda que en un momento de la historia del cristianismo, los padres de la Iglesia decidieron prohibir que se dibujaran o grabaran cruces en el suelo, por el riesgo inadmisible de que fueran pisadas. Contemporáneamente, en la América aún desconocida para los cristianos, los mayas representaban los cuerpos de sus enemigos prisioneros en sus escalinatas, para que sus vencedores pudieran humillarlos pisándolos: “esta elocuente simetría dice mucho acerca de la naturaleza de las imágenes, de su carácter perturbador y fronterizo entre lo simbólico y lo real, lo conceptual y lo ontológico, lo mágico y lo existencial.” Algunas religiones – sobre todo las monoteístas y abrahámicas – tienen prohibida la veneración de imágenes, fundamentalmente para evitar la Miniatura de Salterio Chludov La adoración del becerro de oro – Nicolás Poussin (1633-1634). Representa la adoración del becerro de oro por los israelitas (Capítulo XXXII del Éxodo). Destrucción de una iglesia. Crónica de Constantino Manasés (S. VII). 31 idolatría. En efecto, este tabú icónico proviene del monoteísmo del judaísmo, opuesto a la idolatría pagana y a la cultura grecolatina, con su culto al cuerpo humano: "No harás escultura ni imagen alguna de lo que hay arriba en el cielo, o aquí abajo en la tierra o en el agua bajo tierra" (Éxodo, 20, 4). Gubern (1996) examina cómo el cristianismo pasó por una fase de prohibición, para luego pasar a una de aceptación de las imágenes como intermediarias de lo divino o con fines didácticos, como ocurre actualmente que despliega una enorme iconología. Si bien los cristianos heredaron la tradición judía anti-icónica, luego con el misterio de la Encarnación, Cristo se convirtió en la imagen viva de Dios, por lo tanto, representar a Dios bajo apariencia humana ya no era una blasfemia ni una desacralización. No obstante, hubo momentos en los cuales rigió la prohibición de la representación, que llevó a una gran crisis iconoclasta en el Imperio Bizantino durante el siglo VIII. Ya en la Edad Media, la Iglesia Católica Apostólica Romana aceptó las imágenes de Dios y de Cristo, y también de la Virgen y los Santos. Mientras, los colonizadores en América, de la mano de Hernán Cortés, destruían los ídolos aztecas y los reemplazaban por imágenes cristianas: “las imágenes del adversario son intolerables cuando son imágenes de culto” (Gruzinski, 1994). La Iglesia Ortodoxa, por su parte, se limitó a permitir los íconos pintados, manteniendo la prohibición de las estatuas. Con la Reforma del siglo XVI, los protestantes abandonaron las imágenes, aunque los luteranos mantuvieron la cruz sin Cristo crucificado para que no pueda ser venerado y el empleo de imágenes como medio
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