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ensayo de don quijote prologo

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El prologo de don quijote de la mancha
Considero que el autor quiere presentar el libro al lector como el más hermoso, pero piensa que él no es lo suficientemente bueno como para haber creado un buen libro. Nos dice que la mayor dificultad de la obra es el prólogo en el que no sabe qué poner.
Lo compara con un padre que tiene un hijo feo y no le ve sus faltas, de ahí que él lo exalte pero dejando una posibilidad de crítica del lector, aunque él se considera “padrastro”, por eso le pide al lector que diga lo que piensa sobre él.
También dice que no debería escribir el prólogo y se lo hace saber a un amigo suyo, que entró en su casa cuando él estaba escribiéndolo. Le dice que tiene miedo de cómo va a reaccionar el público ante su obra, y que en el prólogo no aparecen sentencias de los clásicos ni sonetos de autores importantes de la época, ni alusiones a la Divina Providencia, ni anotaciones al final del libro, ya que se sentía satisfecho con lo que había realizado.
El amigo se sorprende, ya que considera a Cervantes como una persona discreta en sus actuaciones y muy prudente, y posteriormente, también se asombra de que halle en esto una dificultad teniendo fácil solución. Le aconseja que él mismo escriba los sonetos y los firme con un pseudónimo, que escriba sentencias en latín en los márgenes y que nombre a Horacio, que acuda al Evangelio y a las Sagradas Escrituras. Y al final del libro, hacer anotaciones referentes al gigante Goliat, a nombres de ríos como el Tajo, a historias de ladrones, a temas amorosos como Fonseca “Del amor de Dios”, etc. En fin, el amigo se ofrece a hacer todas estas cosas en el libro.
Después de decir todo esto cae en la cuenta que este libro no necesita de todo esto porque va en contra de los libros de caballerías, es diferente a todos los demás libros de la época. Sólo tiene que procurar que con sus palabras, el libro entretenga, divierta, produzca admiración y alabanza. 
Al terminar su amigo de hablar, Cervantes reflexiona y le convencen sus razones. Termina presentando al lector a Don Quijote de la Mancha y a su escudero Sancho Panza, alegrándose, y realizándolo de forma clara y concisa, quitándose de todo el artificio estilístico y lingüístico de los demás prólogos de libros, porque, al fin y al cabo, este no era un libro como los demás.

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