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Sobre la teoría especial de la relatividad Juan Manuel Tejeiro Sarmiento Profesor Titular Observatorio Astronómico Nacional Facultad de Ciencias Universidad Nacional de Colombia 2004 ii Índice general Introducción VII I Cinemática relativista 1 1. Modelo mecánico del mundo 3 1.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 1.2. Leyes de Newton y principio de relatividad . . . . . . . . . . 4 1.3. Luz y éter: El retorno al espacio absoluto . . . . . . . . . . . 9 1.3.1. Un experimento crucial . . . . . . . . . . . . . . . . . 14 2. Fundamentos de la relatividad especial 19 2.1. Postulados de la relatividad especial . . . . . . . . . . . . . . 19 2.2. Transformaciones de Lorentz . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24 2.3. Propiedades de las TL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31 2.4. Consecuencias de las TL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 3. La estructura causal del espacio-tiempo 47 3.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 3.2. Rotaciones en el plano euclideano . . . . . . . . . . . . . . . . 47 3.3. Cuadri-vectores y el grupo de Lorentz . . . . . . . . . . . . . 51 3.4. Conos de luz y relaciones de causalidad . . . . . . . . . . . . 55 3.5. Algebra de cuadri-vectores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59 4. Cinemática relativista 65 4.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 4.2. Cuadri-vector velocidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 4.3. Cuadri-vector aceleración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 4.3.1. Viaje interestelar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70 4.4. Cuadri-vector de onda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 iii iv ÍNDICE GENERAL II Dinámica relativista 79 5. Dinámica relativista 81 5.1. Ecuaciones de movimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 5.2. Leyes de conservación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84 5.3. Propiedades del c-momentun . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87 5.4. Sistema centro de masa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90 5.5. Energía umbral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93 5.6. Fotones y partículas de masa en reposo cero . . . . . . . . . . 96 6. Aplicaciones de la dinámica relativista 101 6.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101 6.2. Colisiones elásticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101 6.2.1. Efecto Compton . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102 6.2.2. Efecto Compton inverso . . . . . . . . . . . . . . . . . 105 6.3. Colisiones inelásticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107 6.3.1. Absorción de un fotón por un átomo . . . . . . . . . . 108 6.3.2. Emisión de un fotón por un átomo exitado . . . . . . 111 6.4. Sistemas de masa variable . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113 6.5. Creación y aniquilación de partículas . . . . . . . . . . . . . . 115 III Electrodinámica relativista 117 7. Tensores 119 7.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119 7.2. Definiciones fundamentales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120 7.2.1. Componentes covariantes . . . . . . . . . . . . . . . . 122 7.2.2. Algebra tensorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125 7.2.3. Propiedades de simetría de tensores . . . . . . . . . . 130 7.3. Transformación general de coordenadas . . . . . . . . . . . . 136 7.4. Operadores vectoriales . . . . . . . . . . . 138 8. Electrodinámica 143 8.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143 8.2. Ecuaciones de Maxwell . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 144 8.3. Campo magnético como un efecto relativista . . . . . . . . . . 146 8.4. Ecuaciones de Maxwell covariantes . . . . . . . . . . . . . . . 154 8.5. Transformaciones Gauge . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163 9. Bibliografía 169 Prefacio Segunda edición de las notas de clase sobre relatividad especial. v vi PREFACE Introducción La teoría de la relatividad (especial y general) es considerada como uno de los más grandes logros de la mente humana y forma parte, de lo que podemos llamar la cultura del hombre del siglo XX. A pesar del estigma de incomprensibilidad que siempre ha rodeado a la teoría de la relatividad, en el sentido que su comprensión está al alcance solamente de unos pocos especialistas, esta teoría científica ha sido la de mayor impacto y difusión a nivel de divulgación y ha tenido influencia definitiva sobre nuestra imagen del mundo. El desarrollo de la teoría de la relatividad ha estado marcado por cir- cunstancias particulares que la diferencian de otros desarrollos de la física contemporánea, a las cuales me referiré en esta introducción, con el fin de mostrar, por una parte el estado actual de la teoría y por otra, el papel fundamental que ha jugado y juega esta teoría en el desarrollo de la física actual. La formulación de la Teoría Especial de la Relatividad dada por Einstein en 1905 es completa, es decir, a parte de ejemplos y aplicaciones de la teoría, o de su reformulación en términos de modelos matemáticos más sofisticados, todo los elementos básicos que hoy conocemos de la teoría especial de la rel- atividad están contenidos en los trabajos originales de Einstein. Además, el estilo del primer trabajo publicado por Einstein sobre el tema, a diferencia de otros trabajos en física teórica, se caracterizó por su sencillez en la ex- posición, con muy poco contenido matemático y la ausencia de referencias a artículos y trabajos anteriores. Su conclusión fundamental, la necesidad de reformular el concepto absoluto de simultaneidad y con él, el concepto de tiempo en física, muestra la genialidad de Einstein, no por la complejidad de sus razonamientos ni la complejidad en los cálculos, sino por la profundidad de sus conclusiones, las cuales modificaron de manera radical e irreversible nuestros conceptos básicos de espacio y tiempo. No es cierto, como sostienen varios historiadores de la física, que el trabajo de Einstein no fue compren- dido en su tiempo, pues pocos meses después de su publicación físicos de vii viii INTRODUCCIÓN Cracovia afirmaban que había nacido un nuevo Copernico y ya para 1909, los principales físicos de esa época tales como Planck, von Laue y otros, reconocieron la genialidad de Einstein y la importancia de sus trabajos. Es importante resaltar en este punto que de hecho todas las ecuaciones básicas de la teoría especial de la relatividad, tales como la contracción de longitudes, aumento de la masa con la velocidad, la equivalencia masa- energía, etc., ya eran conocidas en la literatura y por lo tanto, la física si estaba preparada para entender y asimilar las ideas de Einstein. Para com- prender esto, basta con recordar que la teoría electromagnética de Maxwell es una teoría relativista y por lo tanto era de esperar que un estudio minu- cioso de las ecuaciones de Maxwell (recordemos el excelente trabajo realiza- do por Lorentz sobre el electrón, el cual fue publicado en 1904) condujera a todas estas ecuaciones relativistas, aun cuando su interpretación estuviera fuertemente influenciada por el concepto del éter. Claramente, el impacto de la teoría especial de la relatividad de Einstein no se podía esperar que fuera muy grande a nivel experimental y tecnológi- co, pues de hecho la posibilidad de probar experimentalmente la teoría en forma directa era muy difícil y más significativo aún, era su escasa o prác- ticamente nula aplicabilidad. Esto, debido a que los fenómenos relativistas son relevantes en situaciones que involucren velocidades comparables a la velocidad de la luz en el vacío (aproximadamente 300,000km/s), lo cual solo vino a ser posible con el desarrollo de los grandes aceleradores de partículas a mediados del siglo XX. En 1916 Einstein publica la Teoría General de la Relatividad, la cual corresponde a la formulación relativista de la ley de gravitación universal de Newton. Estos trabajos, a diferencia de sus primeraspublicaciones sobre la teoría especial de la relatividad, si requirieron de una estructura matemática muy compleja: la geometría diferencial y el cálculo tensorial. Dos predic- ciones fundamentales surgen de estos trabajos, el corrimiento del perihelio de Mercurio, efecto que ya había sido observado, más no explicado por los astrónomos y la desviación de la luz por el sol, cuya corroboración se da en 1919, aprovechando un eclipse total de sol que tuvo lugar el 29 de Mayo. Más significativo aún para el desarrollo de la teoría general de la relativi- dad, puede ser el descubrimiento de Hubble de la expansión del universo en 1929, si bien Einstein no había predicho este efecto, si estaba contenido en sus ecuaciones de la relatividad general. Este punto de la historia marca el comienzo de la cosmología actual, la cual es una de las áreas de investigación más activas que tenemos hoy día. Retomando de nuevo el desarrollo de la teoría especial de la relatividad, el papel fundamental que ella juega en la física se comienza a reconocer ix y a explotar tan solo con el desarrollo de la mecánica cuántica relativista formulada por Dirac en 1925. En efecto, hasta 1925 se conocían solamente dos partículas elementales: el electrón y el protón. Como una consecuencia fundamental de su recién desarrollada teoría relativista del electrón, Dirac predice la existencia del positrón, que es una partícula fundamental de la misma masa del electrón pero de carga opuesta. Este hecho es posterior- mente generalizado y se establece un resultado general de la naturaleza y es que a toda partícula fundamental le corresponde una antipartícula. Estos desarrollos condujeron entonces a la teoría cuántica de campos, que consti- tuye el marco teórico para entender las interacciones fundamentales de la naturaleza (electromagnética, fuerte y débil), que rigen el comportamiento de la materia a escala microscópica. Hoy día la teoría especial de la relatividad es reconocida como una teoría fundamental de la física, cuyo alcance va más allá de sus posibles aplica- ciones experimentales o tecnológicas, pues ella se enmarca en el contexto de las propiedades fundamentales del espacio-tiempo, independientemente de cualquier modelo físico utilizado para describir los fenómenos. En general, las leyes físicas que rigen el comportamiento de los sistemas se formulan en términos de relaciones (ecuaciones diferenciales) entre las variables físicas necesarias para describir un sistema. Estas variables físicas se describen por funciones del espacio y el tiempo (posición, momentun, energía, etc.), cuyo comportamiento está regido por los principios de la teoría especial de la relatividad. El objetivo fundamental de este libro es presentar los principios bási- cos y los resultados fundamentales de la teoría especial de la relatividad, con énfasis en una formulación covariante, es decir una formulación que nos permite desde un principio, exhibir en forma explícita el carácter relativista de una teoría. Para este fin se han organizado los temas en tres grupos: El primer grupo lo conforman los tres primeros capítulos, la presente introduc- ción, un capítulo sobre los fundamentos de la mecánica Newtoniana, con una breve discusión sobre el problema del éter, esto con el fin de motivar los postulados básicos de la teoría especial de la relatividad y sus principales consecuencias, desarolladas en el tercer capítulo. El segundo grupo lo consti- tuye el cuerpo central del libro, comenzando con una formulación exhaustiva del concepto de cuadri-vector y la estructura causal del espacio-tiempo para formular los principios y leyes de la dinámica relativista, dedicando un capí- tulo a sus principales aplicaciones. El último tema está destinado a formular la teoría electromagnética (ecuaciones de Maxwell) en forma explícita rel- ativista, para lo cual se dedica un capítulo a la formulación y álgebra de tensores sobre el espacio de Minkowski en forma sencilla, es decir sin re- x INTRODUCCIÓN currir a todo el formalismo matemático de las variedades y la geometría diferencial, pero manteniendo la validéz general, tanto en la notación como en los resultados fundamentales. Parte I Cinemática relativista 1 Capítulo 1 Modelo mecánico del mundo 1.1. Introducción En este capítulo presentaremos en forma resumida la situación de la física a comienzos del siglo XX, destacando los hechos más relevantes, que nos permitan motivar y entender mejor los conceptos y postulados funda- mentales, sobre los cuales está basada la teoría especial de la relatividad, formulada en 1905 por el físico alemán Albert Einstein. En la primera sección revisaremos las leyes y conceptos fundamentales de la mecánica Newtoniana, dedicando el resto del capítulo a presentar una breve descripción de algunas de las teorías del éter, con el fín de entender el problema central que se debatía en la física en la segunda mitad del sigloXIX, en cuanto a la aparente inconsistencia entre la mecánica Newtoniana y la recién desarrollada teoría electromagnética. La teoría de la mecánica formulada por Newton en el siglo XVI y en- riquecida por la contribución de muchos físicos y matemáticos a lo largo de los dos siglos siguientes, se constituyó en la teoría fundamental que permitía entender, explicar y predecir todos los fenómenos físicos conocidos. Fue en la primera mitad del siglo XIX que aparecieron fenómenos relacionados con el electromagnetismo y con la luz que comenzaron a complicar la imágen (explicación) mecánica del mundo. Esta situación se tornó más crítica en la segunda mitad del siglo con el desarrollo de la teoría de la electrodinámica de Maxwell, pues su aparente incompatibilidad con la mecánica newtoni- ana, reflejada no sólo en consideraciones teóricas sino también en resultados experimentales, hacían pensar que alguna de las dos teorías, la mecánica o la electrodinámica, debería ser abandonada o revisada, lo cual no era un prob- lema fácil, pues ambas teorías presentaban una enorme cantidad de pruebas 3 4 CAPÍTULO 1. MODELO MECÁNICO DEL MUNDO experimentales y desarrollos tecnológicos que sustentaban su validez. 1.2. Leyes de Newton y principio de relatividad Para comprender mejor los problemas que se le planteaban a la física en el siglo XIX y preparar el terreno para entender los cambios de inter- pretación necesarios que se dieron con el desarrollo de la teoría especial de la relatividad, en esta sección revisaremos brevemente algunos conceptos fundamentales de la mecánica newtoniana, cuyo punto de partida son las tres leyes de Newton: Ley de la inercia- Toda partícula permanece en estado de reposo o movimiento rectilíneo uniforme respecto a cualquier sistema de referencia inercial, mientras no actúen fuerzas externas sobre él, o equivalentemente el momentum de una partícula libre de fuerzas permanece constante, en donde la cantidad dinámica de momentum se define como p̄ = mv̄ (1.1) siendo m la masa inercial de la partícula y v̄ su velocidad. Ecuación de movimiento- La fuerza aplicada sobre la partícula es igual a la rata de cambio de su momentum F̄ = dp̄ dt = m dv̄ dt (1.2) en donde la última igualdad se deduce del hecho que la masa inercial de una partícula puntual es constante e independiente de su estado de movimiento. Interacción entre partículas- La fuerza que una partícula A ejerce sobre otra partícula B es igual en magnitud y en sentido opuesto a la fuerza que la partícula B ejerce sobre A. Para la formulación de estas leyes hay toda una serie de supuestos básicos necesarios, tales como la estructura geométrica del espacio, el concepto de tiempo, observador y sistema de referencia, magnitudes físicas y el concepto de medida. Sin embargo, no es objeto del presente libro entrar a discutir exhaustivamente estos conceptos, sino nos centraremos únicamente en aque- llos aspectos que son relevantes para plantear y motivar la formulación de la teoría especial de la relatividad. Definamos, en primer lugar, el concepto de observador como un sistema físico (reglaso patrón de medida espacial y relojes o patrón de medida tem- poral), que permite determinar la posición y el instante de tiempo respecto a un origen arbitrario, de un fenómeno físico (que en lo sucesivo llamaremos 1.2. LEYES DE NEWTON Y PRINCIPIO DE RELATIVIDAD 5 evento). A este conjunto de reglas y relojes lo denominaremos sistema de referencia, cuya representación matemática se puede realizar por el espacio R × R3, con R los números reales que representa el tiempo y R3 el espacio euclidiano tridimensional que representa el espacio físico. Dotar al espacio y al tiempo con esta estructura matemática supone (como lo asumió ex- plícitamente Newton) que el espacio es absoluto, homogéneo e isotrópico y obedece la geometría euclideana y el tiempo es absoluto y homogéneo y por lo tanto son conceptos independientes del observador. En segundo lugar, Newton asumió que sus leyes se cumplen en el espacio absoluto, es decir que sus leyes son válidas para un observador, cuyo sistema de coordenadas esté fijo respecto al espacio absoluto. A este observador par- ticular se le llama ”sistema de referencia inercial” y lo denotaremos por Σ. Elegir un sistema de referencia inercial es, en principio, escoger una coor- denada temporal t y un sistema de coordenadas cartesianas (x, y, z) para determinar el instante y la posición de un evento. Que el origen de la coor- denada temporal es arbitrario, refleja el hecho que el tiempo es homogéneo, mientras que el origen y la orientación arbitrarias de las coordenadas es- paciales ponen de manifiesto la homogeneidad e isotropía del espacio. Si la primera ley de Newton es válida en Σ, entonces una partícula P , sobre la cual no actúan fuerzas, debe viajar en una línea recta respecto al sistema Σ. Así por ejemplo, si elegimos el origen del tiempo y los ejes espaciales de tal manera, que la partícula pase por el origen espacial en el instante t = 0 y se mueva en la dirección del eje x positivo, entonces su posición, en un instante de tiempo cualquiera t,está dada por x = uxt ; y = 0 ; z = 0 (1.3) con ū = (ux, uy, uz) = (ux, 0, 0) (1.4) la velocidad de la partícula. Consideremos otro sistema de referencia Σ0, con respecto al cual la partícula P permanece en reposo en su origen de coordenadas espaciales, y elijamos los ejes espaciales de Σ0 paralelos a los del sistema de referen- cia inercial Σ y el origen del tiempo de tal manera los relojes comiencen a contar el tiempo, t = t0 = 0, cuando los orígenes de los dos sistemas se cruzan. Entonces, podemos determinar las coordenadas espaciales y el tiem- po de cualquier evento físico, bien sea con respecto al sistema inercial Σ o con respecto al sistema de referencia Σ0. Si llamamos (t, x, y, z) las coorde- nadas de un evento físico cualquiera, medidas respecto a Σ y (t0, x0, y0, z0) las correspondientes coordenadas, medidas respecto a Σ0, podemos encontrar la 6 CAPÍTULO 1. MODELO MECÁNICO DEL MUNDO Figura 1.1: Transformaciones de Galileo relación entre las coordenadas del evento, medidas por los dos sistemas de referencia Σ0 y Σ. Estas relaciones son llamadas ecuaciones de transforma- ción de Galileo. Es fácil encontrar las ecuaciones de transformación de Galileo (Figura 1.1), pues teniendo encuenta que las ecuaciones (1.3) nos dan la posición, respecto al sistema inercial Σ, del origen de coordenadas del sistema Σ0, entonces, las coordenadas (t0, x0, y0, z0) de cualquier evento medidas por Σ0, están relacionadas con las coordenadas (t, x, y, z) del mismo evento medidas por Σ, por las ecuaciones: t0 = t x0 = x− vt y0 = y z0 = z (1.5) en donde se ha hecho el cambio ux = v, para rescatar la notación usual utilizada en la literatura. Así, en lo sucesivo v denotará la velocidad del sistema de referencia Σ0 respecto a Σ. La elección de los dos sistemas coordenados de Σ y Σ0 con los ejes coordenados paralelos y la misma orientación, así como la velocidad relativa de los dos sistemas a lo largo de los ejes x, x0 no representa pérdi- da alguna de generalidad y su justificación se encuentra en la hipótesis de isotropía del espacio, la cual implica que la física no depende de la orientación de los ejes coordenados, o equivalentemente, que el espacio es isotrópico. 1.2. LEYES DE NEWTON Y PRINCIPIO DE RELATIVIDAD 7 Además, en las ecuaciones de tranformación de Galileo está implícita, tam- bién, la hipótesis de homogeneidad del espacio y el tiempo, pues la elección del origen del tiempo para los dos sistemas, en el instante en que los orí- genes espaciales coinciden, es arbitraria, indicando que cualquier instante de tiempo y todos los puntos del espacio son equivalentes para describir los fenómenos físicos. La primera ecuación de transformación, t0 = t, representa el carácter absoluto del tiempo, y significa que (salvo la elección arbitraria del origen) el instante en el cual ocurre un evento físico es independiente del observador y además, esta ecuación lleva también la hipótesis implícita, que existe algún mecanismo físico apropiado que permite transmitir información instantáneamente. Otra forma de expresar este carácter absoluto del tiempo, es a través del concepto de simultaneidad: Si dos eventos, que ocurren en puntos diferentes del espacio para un observador, son simultáneos, entonces estos dos eventos son también simultáneos para cualquier otro observador, sin importar su estado de movimiento relativo respecto al primer observador. Como veremos más adelante, la simultaneidad es uno de los conceptos fun- damentales que debe ser cuestionado y se torna en un punto muy importante para la formulación de la teoría de la relatividad. Una primera consecuencia de las transformaciones de Galileo, es que las leyes de la mecánica son válidas en todos los sistemas de referencia que se muevan con respecto al sistema de referencia inercial, el cual se encuentra en reposo con respecto al espacio absoluto. La demostración de este resultado es directa, pues, si una partícula libre posee una velocidad ū = (ux, uy, uz) = ( dx dt , dy dt , dz dt ) (1.6) respecto al sistema de referencia inercial Σ, entonces, se obtiene de las ecua- ciones de transformación de Galileo (1.5), que las componentes de la ve- locidad de la partícula, medidas en el sistema de referencia Σ0 están dadas por: ux0 = dx0 dt0 = ux − v uy0 = uy uz0 = uz (1.7) Este resultado se conoce con el nombre de teorema de adición de veloci- dades de Galileo. Así, puesto que la velocidad relativa v entre los sistemas de referencia Σ y Σ0es constante, entoces, la partícula libre también se mueve con velocidad constante ū0 = (u0x0 , uy0 , uz0) respecto al sistema Σ 0. De man- era similar, se deduce que la segunda ley de Newton también se satisface, pues, utilizando el resultado anterior (ecuación (1.7)), tenemos que F̄ 0 = dp̄0 dt0 = m dū0 dt = m du dt = dp̄ dt = F̄ (1.8) 8 CAPÍTULO 1. MODELO MECÁNICO DEL MUNDO con el resultado adicional, que no sólo la forma de la segunda ley de Newton F̄ = dp̄dt es la misma, como queríamos probar, sino que tanto la fuerza que actúa sobre la partícula, como su aceleración, toman el mismo valor en los dos sistemas de referencia. Que la tercera ley de Newton también se cumple para el sistema de referencia Σ, se obtiene de este resultado y del carácter absoluto de la simultaneidad, pues, la igualdad de las fuerzas de acción y reacción es instantánea, independiente de la posición relativa de los puntos de aplicación de las fuerzas. Esta invarianza de las leyes de la mecánica bajo transformaciones de Galileo, constituye el Principio de Relatividad Galileano. En la formulación inicial de las leyes de Newton, se postuló que ellas eran válidas para un observador en reposo con respecto al espacio absoluto, que lo llamamos ob- servador inercial o sistema de referencia inercial, y mostramos, que si este postulado se cumplía, entonces las leyes de Newton también eran válidas en cualquier sistema de referencia que se moviera con velocidad constante respecto al observador inercial. Esto justifica extender el nombre de sistema de referenciainercial, para todos los observadores con movimiento relativo constante, respecto al observador inercial inicialmente en reposo relativo al espacio absoluto. Así, podemos dar otras formas equivalentes de enunciar el principio de relatividad galileano: Las leyes de la mecánica son las mismas en todos los sistemas de referencia inerciales, o también, no es posible, a través de experimentos mecánicos, determinar la velocidad del sistema de referencia inercial con respecto al espacio absoluto. Esta última forma equivalente de enunciar el principio de relatividad Galileano, le quita todo el sentido físico al espacio absoluto, pues elimina su estatus privilegiado de ser el único sistema de referencia con respecto al cual se cumplen las leyes de la mecánica y por lo tanto, el espacio ab- soluto queda como un concepto empíricamente vacío, por lo menos en lo que a fenómenos mecánicos se refiere. Esta situación, reconocida desde un principio por Newton, lo condujo a buscar experimentos alternativos que le permitieran determinar el movimiento con respecto al espacio absoluto. El ejemplo más conocido en la literatura lo constituye su experimento del balde rotante, en el cual, la curvatura que toma la superficie del agua del balde, cuando éste se encuentra en rotación, se la atribuye a su movimiento de rotación respecto al espacio absoluto, pues este fenómeno, sostenía Newton, tenía lugar aún en el caso que el balde se encontrara solo en el universo. Críticas a este análisis son igualmente abundantes en la literatura, siendo la de Mach la más conocida, pues parte del análisis que llevó a Einstein a formular los principios de la Teoría General de la Relatividad está basado sobre los trabajos de Mach. 1.3. LUZ Y ÉTER: EL RETORNO AL ESPACIO ABSOLUTO 9 No es objeto de la presente sección profundizar más sobre este tema, pues volveremos sobre el problema del espacio absoluto, cuando discutamos las teorias del eter y los fenómenos electromagnéticos. Sin embargo, es im- portante dejar claro un aspecto referente a este tema: Dada la imposibilidad de determinar el movimiento absoluto (a velocidad constante) a través de fenómenos mecánicos, Newton recurrió, entonces, a sistemas de referencia acelerados, para los cuales las leyes de la mecánica ya no permanecen invari- antes y claramente, los efectos de la aceleración si son detectables (las, no bien llamadas fuerzas ficticias, tales como la fuerza centrífuga o la fuerza de coriolis, que surgen en sistemas de referencia acelerados), pero aún, en este caso de sistemas de referencia no inerciales, cualquier referencia al espacio absoluto sigue siendo superflua. 1.3. Luz y éter: El retorno al espacio absoluto Hasta comienzos del siglo XIX todos los fenómenos físicos, incluidos los de la óptica, admitían una explicación mecánica. Esto nos permite compren- der, en gran parte, por qué esta imágen mecánica del mundo se extendió hasta finales del siglo XIX, tratando de explicar fenómenos tales como la propagación de las ondas de luz, y todos aquellos fenómenos relacionados con la teoría electromagnética de Maxwell. Un ejemplo, que ilustra muy bi- en esta concepción, lo podemos encontrar en la siguiente cita debida a Lord Kelvin: ”No estaré contento hasta que pueda construir un modelo mecáni- co del objeto que estoy estudiando. Si lo puedo lograr significa que lo he entendido, de lo contrario no.”. En este parágrafo describiremos brevemente dos desarrollos de la física del siglo XIX, el carácter ondulatorio de la luz descubierto por Young y Fresnel y la electrodinámica de Maxwell, que constituyen, en mi opinión, el punto de partida más directo para formular los principios y conceptos de la teoría especial de la relatividad. El sonido es la propagación de ondas longitudinales en un medio material, en donde la velocidad de propagación está dada por la ecuación debida a Newton: v = s Y ρ (1.9) en donde Y es el módulo de elasticidad del medio y ρ la densidad del medio. Además, la velocidad del sonido es independiente de la fuente, pero de- pende de la velocidad del medio en el cual se transmite. De manera similar, 10 CAPÍTULO 1. MODELO MECÁNICO DEL MUNDO se trabajaron modelos para explicar los fenómenos de la luz, como los desar- rollados por Hook y Huygens, en donde la luz se consideraba como alguna forma de onda longitudinal, que se propagaba a través del espacio. Newton trabajó este modelo por algún tiempo, pero dada la imposibilidad de ex- plicar la polarización de la luz, desarrolló el modelo corpuscular, capaz de explicar este efecto y de dar cuenta de otras propiedades conocidas de la luz, desplazando al modelo ondulatorio de Huygens. La teoría corpuscular de la luz permaneció vigente hasta comienzos del siglo XIX, cuando Young y Fresnel explicaron los nuevos fenómenos de in- terferencia y difracción, con base en la teoría ondulatoria, relegando a la teoría corpuscular Newtoniana, a un capítulo más de la historia de la físi- ca. Sin embargo, de la misma manera que el sonido necesita de un medio para propagarse, se vió la física avocada a postular un medio material para la propagación de las ondas de luz. Este medio material, que optaron por llamar éter, debería ser de naturaleza diferente a la materia conocida has- ta entonces. Es importante anotar, que el éter en la física no era una idea completamente original, pues ya había sido usado antes para ”explicar” mu- chos otros fenómenos. Por ejemplo, Newton, sugiere que el éter puede estar asociado con la gravitación, con los fenómenos eléctricos y magnéticos, con la propagación del calor etc.. A este respecto, Young aclara, que el éter a través del cual se propaga la luz no necesariamente es el mismo que el éter eléctrico, y por esta razón Young propone llamarlo éter lumínico. Una vez aceptado que la luz es un fenómeno ondulatorio, comenzaron a desarrollarse teorías y modelos mecánicos del éter, para explicar el mecan- ismo de propagación de las ondas de luz en este medio. Young y Fresnel fueron los primeros en encontrar que las ondas de luz deben ser transver- sales, para poder explicar el fenómeno de polarización. Este hecho exigía, entonces, un esfuerzo teórico muy grande para comprender el mecanismo de transmisión de ondas transversales en un medio elástico, dado que és- to requería que el medio de transmisión, el éter, tuviera un coeficiente de rigidez muy grande, pues, como lo demostró Poisson, ondas longitudinales y transversales se podían propagar en un sólido, con v⊥ = (η/ρ) 1/2 (1.10) la velocidad de las ondas transversales y v k = ([k + 4η/3]/ρ)1/2 (1.11) la velocidad de las ondas longitudinales, siendo η el módulo de rigidez, k el módulo de elasticidad volumétrico y ρ la densidad del sólido. Una dificultad, 1.3. LUZ Y ÉTER: EL RETORNO AL ESPACIO ABSOLUTO 11 de este modelo mecánico del éter, era la ausencia de componente longitudi- nal de las ondas de luz, lo que llevó a Cauchy a sugerir, que el eter debía tener una compresibilidad negativa, de tal manera que el factor k + 4η/3, en la ecuación (1.11), se anulara. Estas teorías estaban basadas sobre las propiedades conocidas de los medios elásticos, pero la combinación tan inusu- al de las propiedades que debería tener el éter, condujeron a MacCullagh a postular, que este medio era un nuevo tipo de sustancia elástica, diferente a las conocidas y asociándole otras propiedades desarrolló una teoría más sofisticada, con un sistema de ecuaciones, muy parecido a las ecuaciones de Maxwell, que fue intensamente trabajado en la segunda mitad del siglo XIX. A diferencia de las propiedades mecánicas del éter, anteriormente dis- cutidas, para las cuales era difícil proponer experimentos directos que las verificaran, el teorema de adición de velocidades de Galileo, que se cumple también para las ondas en un medio mecánico, permitió proponer y realizar toda una serie de experimentos para medir la velocidad de la luz, desde un sistema de referencia móvil respecto al éter. La situación se plantea de la siguiente forma: De la teoría de propagación de lasondas en un medio elástico, sabemos que: ū0 = ū− v̄ (1.12) en donde ū es la velocidad de propagación de las ondas, medida en sistema de referencia inercial Σ, el cual está en reposo con respecto al medio de propagación (el éter para el caso de ondas de luz), ū0 es la velocidad de las ondas, medida por un observador en un sistema de referencia inercial Σ0, que se mueve con velocidad v̄ respecto a Σ. En 1728 Bradley descubrió el fenómeno de aberración de la luz, que con- siste en el cambio aparente de posición de las estrellas en diferentes épocas del año (Figura 1.2). Este efecto se explica fácilmente, si se supone que el éter está en reposo respecto al sol, pues, dado que la tierra se mueve con una velocidad aproximada de 30km/s en su órbita alrededor del sol y, por lo tanto, si tomamos una estrella colocada perpendicularmente al plano de translación de la tierra, el telescopio debe inclinarse un ángulo adicional da- do por vc sin θ, en donde v es la velocidad orbital de la tierra, c la velocidad de la luz respecto al éter y θ mide la posición angular instántanea de la estrella respecto a la tierra. Esta interpretación fue capaz de dar el valor correcto de la aberración observada, a primer orden en v/c. Es de anotar, que los experimentos de aberración de la luz estelar no eran capaces de dar el valor de la velocidad absoluta de la tierra respecto al éter, sino solamente cambios de la velocidad relativa de la tierra respecto al éter. Arago en 1810 propuso una modificación al experimento de aberración, 12 CAPÍTULO 1. MODELO MECÁNICO DEL MUNDO Figura 1.2: Aberración de la luz estelar que sí permitiría medir la velocidad absoluta de la tierra respecto al éter, pues de acuerdo con la teoría clásica, si la luz atravesaba un medio refractivo (como el agua o un vidrio), el cual estuviera moviéndose respecto al éter, entonces la velocidad de la luz respecto a este medio variaba, dependiendo de la dirección relativa de movimiento del medio y el éter, es decir, el índice de refración del medio dependería de la dirección relativa de movimiento. Arago colocó un prisma en el telescopio y observó diferentes estrellas, esperando encontrar variaciones del ángulo de aberración. El resultado negativo de su experimento, condujo a Fresnel a proponer la teoría del arrastre parcial del éter por los medios materiales en movimiento y mostró que este arrastre parcial del éter hacía inobservable el efecto del viento de éter en medios materiales, en órdenes de magnitud de v/c. Basados sobre este mismo principio, se realizaron toda una serie de exper- imentos como los de Hoek, de Mascart y Jamin, Airy, Fizeau, etc, obtenién- dose también resultados negativos. Sin embargo, no se podía estar seguro que las condiciones experimentales fueran lo suficientemente adecuadas para medir los pequeños efectos que se estaban buscando. Además se agregaba la dificultad que al utilizar luz blanca, el índice de refración de la luz en un medio dependía de la frecuencia y por tanto cada color (frecuencia) sufría un arrastre diferente. Los problemas de la teoría del éter no se centraban úni- 1.3. LUZ Y ÉTER: EL RETORNO AL ESPACIO ABSOLUTO 13 camente en la determinación de la velocidad absoluta de la tierra respecto al éter, sino también tenían que dar cuenta de los demás efectos conocidos, tales como las leyes de reflexión, refracción, polarización, cristales ópticos, etc, lo cual conducía a complicar cada vez más el modelo mecánico del éter. Un elemento adicional que se sumaba a esta historia del éter, lo cons- tituye el desarrollo de las teorías de la electricidad y el magnetismo, que culminan hacia mediados del siglo XIX con las ecuaciones de Maxwell y con el descubrimiento, tal vez el más importante de ese siglo, que la luz son ondas electromagnéticas. A partir de este momento el éter se asoció como el medio de propagación de los campos eléctricos y magnéticos. Pero un punto más importante para nuestra discusión de los orígenes de la teoría especial de la relatividad, lo constituye el hecho de que las leyes del electromagnetismo de Maxwell no satisfacen el principio de relatividad de Galileo. Lo que resta de esta sección lo dedicaremos a explicar el significado de este hecho y sus implicaciones. Que las leyes del electromagnetismo de Maxwell no satisfacen el prin- cipio de relatividad de Galileo significa que las ecuaciones de Maxwell no permanecen invariantes, cuando se realiza una transformación de Galileo entre dos sistemas de referencia inerciales, o en otros términos equivalentes, si suponemos que las ecuaciones de Maxwell son válidas en un sistema de ref- erencia inercial Σ, entonces ellas cambiarán para cualquier otro observador inercial Σ0, que se mueva con respecto a Σ. Este cambio se refleja en que a las ecuaciones de Maxwell le aparecen nuevos términos, que van a depender de la velocidad relativa de los sistemas. Estos nuevos términos dependientes de la velocidad en las leyes de la electrodinámica deben producir efectos ob- servables y por tanto, deben permitir determinar la velocidad del sistema de referencia Σ0 del observador, respecto al único sistema de referencia inercial para el cual las ecuaciones de Maxwell toman su forma más simple. Esta situación de las leyes del electromagnetismo rescataba entonces el concepto de espacio absoluto, identificado a su vez con el sistema de reposo del éter, pero ahora y a diferencia del caso de la mecánica de Newton, dándole un significado físico: Las leyes de la electrodinámica son válidas solamente en el sistema de referencia en reposo con respecto al espacio absoluto. Para ilustrar esta situación, consideremos dos cargas +q y −q, unidas por una varilla rígida aislante (Figura 1.3). Si este sistema está en reposo respecto al espacio absoluto Σ, la única fuerza entre las cargas es la eléctrica, dada por la ley de Coulomb. Pero si estas cargas se encuentran en reposo en otro sistema de referencia inercial Σ0que se mueva respecto Σ a una veloci- dad v, entonces aparecerá un campo magnético y así, una fuerza, adicional a la fuerza eléctrica, debida al movimiento de las cargas, que producirá, por 14 CAPÍTULO 1. MODELO MECÁNICO DEL MUNDO Figura 1.3: Experimento de Truton-Noble lo tanto, un par de fuerzas que tenderá a hacer girar el sistema. Este ex- perimento, con resultado negativo, fue llevado a cabo por Trouton y Noble, esperando encontrar una fuerza magnética que dependía de la relación v 2 c2 , siendo v la velocidad de la tierra. Es de anotar, que el diseño experimen- tal utilizado para realizar este experimento, permitía medir cantidades del orden de magnitud de v2/c2 ∼ 10−8. 1.3.1. Un experimento crucial El experimento más notable, y de referencia obligada en todo tratado de relatividad, lo constituye el realizado por Michelson y Morley en 1887. Es interesante notar, que Einstein no hace referencia alguna a este experimento en sus primeros artículos, en donde desarrolla la teoría especial de la rela- tividad, y de hecho, varios historiadores de la ciencia afirman que ni siquiera lo conocía. La importancia histórica de este experimento y su obligatoria referencia, la podemos entender por dos aspectos: primero, el diseño del experimento permitía medir, con una precisión suficiente (corrimientos del patrón de interferencia menores a 1/100 de franja), evitando así, el problema que se presentaba en todos los otros experimentos realizados hasta entonces, en cuanto a que, el orden de magnitud de los efectos esperados, eran siempre menores o del mismo orden que el error experimental, dejando siempre un 1.3. LUZ Y ÉTER: EL RETORNO AL ESPACIO ABSOLUTO 15 velo de duda sobre los resultados obtenidos. Segundo, el resultado negativo del experimento de Michelson y Morley generó toda una serie de trabajos teóricos, que impulsaron el desarrollo de la física y abrieron el camino para la formulación de la teoría de la relatividad. Tal vez, el más importante de estos trabajos fue el realizado por Lorentz, que culminó con su libro sobre la teoría del electrón publicadoen 1905. Es interesante, más no sorprendente, anotar como, en este libro, se encuentran todas las ecuaciones que describen los fenómenos más significativos que predice la relatividad, como por ejemp- lo, las transformaciones entre sistemas de referencia inerciales (llamadas hoy transformaciones de Lorentz), las ecuaciones de contracción de longitudes y dilatación del tiempo, la equivalencia masa-energía, la variación de la masa inercial con la velocidad, etc, solamente que su interpretación, en términos de las propiedades del éter, era incorrecta, en cuanto a que, estos efectos esperados, siempre se compensaban con otros debidos al éter, de tal man- era que ninguno de ellos resultaba ser observable. Este trabajo teórico de Lorentz resolvía, así, la aparente inconsistencia entre los dos grandes pilares de la física conocidos hasta entoces, la mecánica de Newton y la electrod- inámica de Maxwell, pero dejaba el problema fundamental sin resolver: el espacio absoluto y la indetectabilidad del éter. Anotábamos en el parágrafo anterior, que no es una sorpresa que el tra- bajo de Lorentz contenga todas las ecuaciones relativistas, pues está basa- do sobre la electrodinámica de Maxwell, que como veremos en un capítulo posterior, es una teoría relativista. Igualmente, esta anotación nos permite también entender, por qué no era necesario que Einstein conociera el exper- imento de Michelson y Morley para desarrollar la teoría de la relatividad. En efecto, basta con recordar el título del primer artículo publicado por Einstein sobre el tema:“Zur Elektrodinamik der bewegten Körper” (Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento). El experimento de Michelson-Morley fue realizado en 1887, utilizando como principio físico el fenómeno de interferencia de la luz. El diseño ex- perimental es bosquejado en la (Figura 1.4). De la fuente S sale un haz de luz que incide sobre un espejo semitransparente A, el cual divide al haz en dos rayos mutuamente perpendiculares, los cuales se reflejan en los espejos planos B y C, retornando al espejo A, en donde, el rayo proveniente del espejo C es desviado hacia el objetivo O, mientras que el rayo reflejado en B atraviesa el espejo A y llega al objetivo O, donde se observan franjas de interferencia, las cuales dependen de la diferencia de caminos ópticos entre los dos rayos de luz. Supongamos, sin pérdida de generalidad y para simplicar el análisis, que 16 CAPÍTULO 1. MODELO MECÁNICO DEL MUNDO Figura 1.4: Experimento de Michelson y Morley los caminos AB y AC de los dos haces de luz son iguales. Sea v̄ la velocidad de la tierra respecto al éter y paralela al brazo AC del interferómetro. Así, la velocidad del viento del éter respecto al interferómetro, fijo a la tierra, está en la dirección de CA (ver Figura 1.4), suponiendo que no hay arrastre parcial del éter. De acuerdo con las teorías del éter, la velocidad de la luz relativa al laboratorio es c−v, cuando va de A hacia C y c+v cuando regresa de C hacia A, mientras que la velocidad del otro rayo de luz es (c2 − v2) 12 en la dirección de A hacia B y de B hacia A. Entonces, si la longitud de cada uno de los brazos del interferómetro es L, la diferencia de tiempos de llegada de los dos rayos está dada por: ∆t = tACA − tABA = 2Lc c2 − v2 − 2L√ c2 − v2 = 2L c ( 1 1− v2/c2 − 1 p 1− v2/c2 ) (1.13) Utilizando la expansión en serie (1 + x)r = 1 + rx+ 1 2! r(r − 1)x2 + · · · (1.14) la cual es convergente para |x| < 1, se desarrolla cada fracción hasta términos 1.3. LUZ Y ÉTER: EL RETORNO AL ESPACIO ABSOLUTO 17 del orden de v2/c2, obteniendo: ∆t ' L v2 c2 (1.15) Si rotamos el interferómetro 90◦, el tiempo para recorrer el camino ABA será ahora mayor que el tiempo para el camino ACA, y la diferencia de tiempos ∆t estará dada por ∆t ' −Lv2c2 . Por lo tanto, el cambio total en la diferencia de tiempos al rotar el interferómetro es igual a 2Lv 2 c2 . Si λ es la longitud de onda de la luz utilizada, entonces la rotación del interferómetro da lugar a un corrimiento de n franjas, dado por: n = 2L λ v2 c2 (1.16) Michelson y Morley utilizaron en su experimento luz de longitud de onda de 5,9× 10−7m y un camino de L = 11m, logrado por múltiples reflexiones. Tomando para la velocidad de la tierra alrededor del sol 30km/s, se esperaba un corrimiento de aproximadamente 0,37 franjas, el cual, como ya se ha dicho no fue observado. 18 CAPÍTULO 1. MODELO MECÁNICO DEL MUNDO Capítulo 2 Fundamentos de la relatividad especial En este capítulo formularemos los postulados fundamentales sobre los cuales está basada la teoría especial de la relatividad y obtendremos las ecua- ciones de transformación entre sistemas de referencia inerciales (transforma- ciones de Lorentz). Concluiremos el capítulo estudiando las propiedades de las transformaciones de Lorentz y sus consecuencias sobre la medida de in- tervalos temporales y espaciales. 2.1. Postulados de la relatividad especial Como fue anotado en el capítulo anterior, la teoría desarrollada por Lorentz solucionaba la aparente inconsistencia de la mecánica Newtoniana y la electrodinámica de Maxwell, manteniendo inmodificados los principios y postulados físicos sobre los cuales se basaban estas teorias. La aproximación de Einstein a este problema es diferente, pues está basada sobre dos postula- dos de carácter fundamental, en el sentido de que estos postulados deben ser satisfechos por cualquier teoría física que se proponga, independientemente de las leyes y principios que se postulen para describir esta teoría. Postulado 1: Las leyes físicas son independientes del sistema de refe- rencia inercial, con respecto al cual se midan las variables que describen al sistema físico considerado. Postulado 2: La velocidad de la luz en el vacío es la misma para todos los observadores inerciales, independiente de la dirección de propagación y de la velocidad de la fuente emisora. El primer postulado propuesto por Einstein es conocido también como 19 20 CAPÍTULO 2. FUNDAMENTOS DE LA RELATIVIDAD ESPECIAL el Principio de Relatividad, el cual generaliza el principio de relatividad Galileano a todas las leyes de la física. El costo de aceptar este postulado es el de abandonar las transformaciones de Galileo, que relacionan las coor- denadas de los eventos medidas por diferentes observadores inerciales, y de paso, se hace necesario revisar las leyes de la mecánica Newtoniana. Pues, como vimos en la parte final del capítulo anterior, las ecuaciones de Maxwell no eran invariantes bajo transformaciones de Galileo, indicando que las leyes del electromagnetismo no obedecían el principio de relatividad de Galileo. Sin embargo, los experimentos realizados para demostrar este hecho daban todos resultados negativos, y no es aventurado pensar que fue esta situación la que llevó a Einstein a postular, que las leyes de la electrodinámica sí sat- isfacían el principio de relatividad, pero entonces ésto exigía abandonar las ecuaciones de transformación de Galileo, como la forma correcta de expresar las transformaciones entre sistemas de referencia inerciales. Esto implicaba también que deberían ser modificadas las leyes de la mecánica de Newton, las cuales sí permanecen invariantes bajo transformaciones de Galileo. El segundo postulado de la Teoría de la Relatividad establece que la velocidad de la luz en el vacío es constante, independiente del sistema de referencia inercial desde el cual ésta sea medida. Cómo llegó Einstein a este resultado, es un problema que ha sido objeto permanente de debate en la historia de la ciencia. Ninguno de los experimentos realizados en el siglo XIX se puede considerar como evidencia directa de la constancia de la velocidad de la luz en el vacío. Es claro a la luz de este postulado, el resultado negativo del experimento de Michelson y Morley y podría pensarse, como lo afirma Grünbaum, que Einstein incorpora este resultado nulo como un axióma, a través del principio de la constancia de la velocidad de la luz. Aun cuando en una entrevista realizada por Shanklanda Einstein en 1950, le afirma que él no estaba familiarizado con el experimento de Michelson y Morley cuando escribió su artículo en 1905, Shankland hace notar que en este artículo Ein- stein hace referencia a ”intentos fallidos para detectar cualquier movimiento de la tierra respecto al éter lumínico”, lo que indica según Shankland, que Einstein tenía referencia de los diferentes experimentos ópticos realizados, pero no de los detalles própios de cada experimento. Una aproximación alternativa para buscar los orígenes de este segun- do postulado, la podemos encontrar en la teoría de la electrodinámica de Maxwell, pues, si aceptamos su validez y el principio de relatividad, podemos encontrar el principio de la constancia de la velocidad de la luz, así como también el postulado de la constancia de la carga eléctrica, el cual juega un papel igualmente importante en física. Las ecuaciones de Maxwell, en el sistema M.K.S. racionalizado, para un 2.1. POSTULADOS DE LA RELATIVIDAD ESPECIAL 21 observador inercial Σ toman la forma ∇̄ · Ē = ρ/ε0 (2.1) ∇̄ · B̄ = 0 (2.2) ∇̄× B̄ = µ0J̄ + µ0ε0 ∂Ē ∂t (2.3) ∇̄× Ē = −∂B̄ ∂t (2.4) con µ0 = 4π × 10 −7Nw/(amp)2 la permeabilidad magnética del vacío y ε0 = 8, 854× 10 −12coulomb2/Nw ·m2 la constante dieléctrica del vacío. La primera ecuación corresponde a la ley de Gauss, y establece que las cargas son fuente del campo eléctrico, siendo ρ la densidad de carga. La segunda ecuación afirma que no existen cargas magnéticas aisladas. El primer término de la tercera ecuación corresponde a la ley de Ampère y significa que las corrientes eléctricas son fuente del campo magnético, con J̄ la densidad de corriente, mientras que el último término, conocido como corriente de desplazamiento de Maxwell, establece que variaciones temporales del campo eléctrico son también fuente del campo magnético. La última ecuación es la ley de inducción de Faraday, en la cual variaciones temporales del campo magnético producen campos eléctricos. Las ecuaciones de campo de Maxwell se completan con una ecuación de movimiento, la cual establece que la fuerza sobre una partícula de carga q en presencia de un campo electromagnético está dada por : F̄ = qĒ + qū× B̄ (2.5) conocida como la fuerza de Lorentz. Si tomamos la divergencia de la tercera ecuación de Maxwell, haciendo uso de la ley de Gauss (primera ecuación) y del hecho que la divergencia del rotacional siempre es cero, obtenemos la ecuación de continuidad para la carga eléctrica ∂ρ ∂t + ∇̄ · J̄ = 0 (2.6) Integrando en todo el espacio y aplicando el teorema de Gauss, se llega al principio de conservación de la carga: d dt Z ρdV = dQ dt = 0 (2.7) Este resultado es independiente del estado de movimienento de la carga y existe muchísima evidencia experimental que lo corrobora. Por ejemplo, 22 CAPÍTULO 2. FUNDAMENTOS DE LA RELATIVIDAD ESPECIAL si la carga dependiera de la velocidad, el átomo de hidrógeno podría no ser eléctricamente neutro, ya que en promedio, la velocidad del electrón en el átomo es mayor que la velocidad del protón. Considerando otro sistema de referencia inercial Σ0 y asumiendo el prin- cipio de relatividad, las ecuaciones de Maxwell en este nuevo sistema están dadas por: ∇̄0 · Ē0 = ρ0/ε0 (2.8) ∇̄0 · B̄0 = 0 (2.9) ∇̄0 × B̄0 = µ0J̄ 0 + µ0ε0 ∂Ē0 ∂t0 (2.10) ∇̄0 × Ē0 = −∂B̄ 0 ∂t0 (2.11) en donde las cantidades primadas se refieren a sus valores medidos por el observador Σ0. Siguiendo los mismos pasos anteriores, obtenemos la ecuación de continuidad en el sistema de referencia Σ0 ∂ρ0 ∂t0 + ∇̄0 · J̄ 0 = 0 (2.12) y el principio de la invarianza de la carga, que para el caso de una partícula elemental su valor invariante corresponde al valor medido de la carga, cuan- do ésta se encuentra en reposo respecto al sistema de referencia inercial Σ0. Una suposición fundamental que está implícita en el principio de relatividad, es que parámetros tales como la carga , la masa, etc., de una partícula fun- damental, cuando son medidos respecto a un sistema de referencia Σ para el cual la partícula está en reposo, toman el mismo valor numérico cuando se miden con respecto a otro sistema de referencia inercial Σ0 cuando la partícu- la se encuentra en reposo relativo respecto a este sistema Σ0. Si aceptamos esta suposición, entonces el principio de la constacia de la carga eléctrica, se obtiene de las ecuaciones de Maxwell y del principio de relatividad. Consideremos, ahora, las ecuaciones de Maxwell en el vacío (ρ = 0, J̄ = 0̄), en un sistema de referencia inercial Σ y tomemos el rotacional de la última ecuación de Maxwell (la ley de inducción de Faraday), entonces, teniendo en cuenta la identidad vectorial ∇̄× ∇̄× Ē = ∇̄(∇̄ · Ē)−∇2Ē (2.13) y la primera ecuación de Maxwell en el vacío ∇̄ · Ē = 0, obtenemos ∇2Ē − µ0ε0 ∂2Ē ∂t2 = 0 (2.14) 2.1. POSTULADOS DE LA RELATIVIDAD ESPECIAL 23 Esta relación corresponde a la ecuación de ondas electromagnéticas (con una ecuación similar para el vector campo magnético), y describe la ra- diación electromagnética producida por algún sistema de cargas aceleradas, y cuya velocidad de propagación en el vacío, viene dada por: c = 1/ √ µ0ε0 (2.15) siendo esta velocidad de propagación, independiente de la velocidad de la fuente (sistema de cargas aceleradas). Si ahora asumimos de nuevo la validez del principio de relatividad y consideramos otro sistema de referencia inercial Σ0, obtenemos, siguiendo un razonamiento similar, la ecuación de ondas en el sistema de referencia Σ0 : ∇02Ē0 − µ00ε00 ∂2Ē0 ∂t02 = 0 (2.16) Esta ecuación describe la propagación de las ondas electromanéticas con una velocidad (µ00ε 0 0) −1/2 en el vacío, la cual, como para el caso del sistema de referencia Σ, es también independiente del movimiento de las cargas fuente. Si definimos el amperio a través de la ley de Biot-Savart, como la corri- ente que circula por dos hilos paralelos infinitos, separados por una distancia de un metro en el vacío, para que sobre cada hilo se experimente una fuerza por unidad de longitud de 2 × 10−7Nw, entonces el valor de la constante permeabilidad magnética del vacío es: µ00 = µ0 = 4π × 10 −7Nw/m (2.17) Por otra parte, si suponemos que la ley de Coulomb es válida en los dos sistemas de referencia inerciales Σ y Σ0, y que la fuerza de Coulomb, entre dos partículas iguales en reposo relativo, por ejemplo dos electrones o protones, es la misma en ambos sistemas de referencia inerciales, entonces ε00 = ε0 y por lo tanto la velocidad de la luz es independiente del sistema de referencia inercial desde el cual ésta sea medida e independiente del movimiento de las fuentes. Si aceptamos ahora, que el postulado de la constancia de la velocidad de la luz es válido, y las ecuaciones de Maxwell son correctas, entonces ε00 = ε0 y también µ00 = µ0. Esto implica que las unidades fundamentales de longitud, tiempo, masa y carga eléctrica deben ser definidas en la misma forma en todos los sistemas de referencia inerciales, así como también las constantes fundamentales de la física: la constante de Planck h = 6, 626× 10−34J · s, la constante de gravitación universal de Newton G = 6, 670× 10−11Nw ·m2 · kg−2 y la velocidad de la luz en el vacío c = 2, 998× 108m · s−1. 24 CAPÍTULO 2. FUNDAMENTOS DE LA RELATIVIDAD ESPECIAL Como fue originalmente propuesto por Planck, estas constantes funda- mentales c, G y ~ = h/2π, pueden ser conbinadas para dar las unidades fundamentales de longitud, tiempo y masa: Lp := (G~/c 3)1/2 = 1, 616× 10−35m (2.18) Tp := (G~/c 5)1/2 = 5, 39× 10−44s (2.19) Mp := (~c/G) 1/2 = 2, 18× 10−8kg (2.20) llamadas longitud, tiempo y masa de Planck respectivamente. Actualmente es práctica usual en la física trabajar con unidades de c = ~ = G = 1, las cuales son llamadas unidades fundamentales o naturales. 2.2. Transformaciones de Lorentz De lo discutido en la sección anterior, las leyes de la electrodinámica son físicamente compatibles con el principio de la constancia de la veloci- dad de la luz, pero a diferencia de las leyes de Newton, lasecuaciones de Maxwell no permanecen invariantes bajo las transformaciones de Gelileo. Esta situación nos conduce al problema de encontrar un conjunto de trans- formaciones de coordenadas compatibles con los postulados de la relativi- dad especial. Lorentz a finales del sigloXIX, encontró las transformaciones de coordenadas que dejaban invariante a las ecuaciones de Maxwell, pero en ningún momento las consideró como las ecuaciones de transformación entre sistemas de referencia inerciales, pues ellas claramente, no eran compatibles con las leyes de la mecánica Newtoniana. Estas transformaciones se conocen hoy día como las transformaciones de Lorentz. En esta sección mostraremos, que las transformaciones de Lorentz, con- stituyen el conjunto de ecuaciones de transformación de coordenadas entre sistemas de referencia inerciales, deduciéndolas a partir de los postulados fundamentales de la relatividad especial, junto con algunas suposiciones gen- erales sobre homogeneidad e isotropía del espacio y del tiempo. Antes de abordar el problema de obtener las ecuaciones de transforma- ción de coordenadas, es importante aclarar algunos conceptos sobre la forma como se definen y miden las coordenadas del espacio y del tiempo, y sobre los postulados de homogeneidad e isotropía. Al igual que en la mecánica Newtoniana, asumiremos que el espacio físi- co es homogéneo e isotrópico, lo cual implica que todos los puntos y todas las direcciones espaciales son equivalentes para describir los fenómenos físi- cos. Esto significa, en términos más precisos, que las leyes fundamentales 2.2. TRANSFORMACIONES DE LORENTZ 25 de la física no deben depender de la posición y de la dirección espacial, lo cual energía se traduce en la arbitrariedad para elegir el origen y la direc- ción de los ejes espaciales. Adicionalmente se postula que el espacio físico es tridimensional y obedece los postulados de la geometría euclideana. La homogeneidad e isotropía del tiempo, significan que las leyes de la física no deben depender de un instante particular ni de la dirección del tiempo elegida, es decir, la elección del origen y la escala para medir el tiempo es arbitraria (homogeneidad) y que las leyes de la física son invariantes bajo una transformación de la forma t → −t (isotropía). Estas propiedades del espacio y el tiempo deben quedar reflejadas en el sistema de coordenadas espacio-temporales elegido, así como la forma en que se miden las distancias espaciales y el intervalo temporal entre eventos físicos. Un evento es un fenómeno físico independiente del observador (tal como la colisión entre dos partículas, o la emisión de un fotón por un átomo), el cual ocurre en un punto del espacio y en un instante de tiempo y puede ser medido por instrumentos físicos adecuados. Adicional a los postulados anteriores sobre la estructura del espacio y el tiempo, suponemos que se puede definir una escala de medida de longitudes, igual para todos los observadores inerciales, la cual nos permite medir inter- valos espaciales utilizando un sistema de reglas rígidas. Este procedimiento define una métrica para el espacio, que cumple con las propiedades de ho- mogeneidad e isotropía y que obedece la geometría euclideana. El sistema de coordenadas cartesianas espaciales R3 con la métrica usual, esto es la métrica euclideana x̄ ∈ R3 ⇒ |x̄|2 = x21 + x22 + x23 (2.21) nos ofrece el modelo matemático natural para describir el espacio físico. Uno de los aspectos cruciales de la teoría de la relatividad lo constituye el problema de la medida del tiempo. En efecto, Einstein en su primer artículo, dedica una buena parte de él a definir la forma como se miden los intervalos temporales entre eventos físicos. Definida ya la estructura métrica del espacio y el proceso de medida de intervalos espaciales, podemos utilizar el postulado de la constancia de la velocidad de la luz para definir el concepto de tiempo físico, es decir, el método operacional para la medida del tiempo que esté de acuerdo con los postulados fundamentales de la física y que refleje las propiedades de homogeneidad e isotropía del tiempo. En primer lugar se asume, que si dos eventos físicos ocurren en el mismo punto del espacio y simultáneamente (en el mismo instante de tiempo) para un observador inercial, entonces estos dos eventos físicos serán simultáneos 26 CAPÍTULO 2. FUNDAMENTOS DE LA RELATIVIDAD ESPECIAL Figura 2.1: Sincronización de relojes para todos los observadores inerciales y ocurrirán también en el mismo pun- to del espacio. En otras palabras, la simultáneidad de eventos en un mismo punto del espacio es un hecho físico absoluto, i.e., independiente del obser- vador. Supongamos además, que se dispone de un conjunto de relojes ideales e idénticos, es decir, algún dispositivo o fenómeno físico reproducible, que nos permita determinar una escala de tiempo y situemos uno de estos relojes en el origen de coordenadas espaciales escogido por un observador inercial. De acuerdo con la suposición sobre el caracter absoluto de la simultáneidad para eventos que tienen lugar en el mismo punto del espacio, el observador determinará un tiempo, el marcado por el reloj situado en su origen, para cada evento que ocurra en el origen de coordenadas. Este tiempo marcado por el reloj supone haber elegido un instante inicial, t = 0, el cual es ar- bitrario, de acuerdo con la hipótesis de homogeneidad del tiempo. Ahora, coloquemos en cada punto del espacio y en reposo relativo al reloj del origen, uno de estos relojes idénticos, y determinemos que el instante de tiempo en que un evento físico sucede, es el marcado por el reloj situado en el punto del espacio donde el evento tiene lugar. Hasta este momento se ha definido la medida del tiempo local y falta entonces “sincronizar” todos los relojes del observador inercial, para que este 2.2. TRANSFORMACIONES DE LORENTZ 27 observador asigne un único tiempo y así, una única coordenada temporal a cada evento físico, independiente de la posición espacial en la cual suceda dicho evento. Para sincronizar los relojes seguiremos el método expuesto por Einstein en su primer artículo. Para el reloj situado en el origen de coordenadas, elijamos un instante cualquiera como el tiempo t = 0. Consideremos un segundo reloj situado a una distancia d del origen y enviemos, desde el origen y en la dirección de este segundo reloj, un rayo de luz en en el instante en que el reloj del origen marca t1 (Figura 2.1). Este segundo reloj marcará un tiempo t2 cuando el rayo de luz lo alcanza, y se define entonces que los dos relojes están sincronizados, si se cumple que t2 = t1 + d c (2.22) Con estas definiciones de medida de la distancia y del intervalo tem- poral, un observador inercial construye su sistema de coordenadas espacio- temporal. Este procedimiento es consistente y válido para todos los obser- vadores inerciales, puesto que la distancia d para puntos en reposo relativo está bien definida y es por su definición independiente del observador, así co- mo la velocidad de la luz en el vacío c es una constante universal, de acuerdo con el segundo postulado. La coordenada temporal para un evento, se le define, entonces, como la lectura del reloj que está situado en el punto del espacio donde el evento ocurre, y de acuerdo con la hipótesis del caracter absoluto de la simultánei- dad, para eventos que suceden en el mismo punto del espacio, este proced- imiento es independiente del observador. Habiendo definido la forma como un observador inercial construye su sistema de coordenadas espacio-temporales, abordemos, ahora, el problema de encontrar las ecuaciones que relacionan las coordenadas de un evento, asignadas por dos observadores inerciales. Sea p un evento físico, y séan (t, x, y, z) y (t0, x0, y0, z0) las coordenadas del evento, medidas por los dos observadores inerciales Σ y Σ0. De acuerdo con la homogéneidad e isotropía del espacio y el tiempo, supongamos, sin pérdida de generalidad, que los dos observadores eligen los ejes coordenados espaciales paralelos,con v, la velocidad del sistema Σ0 respecto a Σ, en la dirección positiva de los ejes x, x0, y además, define cada observador, el origen de la coordenada temporal t = t0 = 0, en el instante en que los orígenes espaciales de los sistemas coinciden (Figura 2.2). El conjunto de transformaciones de coordenadas, que estamos buscando, 28 CAPÍTULO 2. FUNDAMENTOS DE LA RELATIVIDAD ESPECIAL Figura 2.2: Transformaciones de Lorentz lo podemos escribir en la forma general como: t0 = f1(t, x, y, z) (2.23) x0 = f2(t, x, y, z) (2.24) y0 = f3(t, x, y, z) (2.25) z0 = f4(t, x, y, z) (2.26) con la condición que las funciones fi séan invertibles, es decir, que se puedan despejar las coordenadas (t, x, y, z) en función de las coordenadas primadas (t0, x0, y0, z0). Otra condición general sobre las funciones fi la impone la primera ley de Newton la cual implica que una partícula libre debe moverse con velocidad constante para todos los observadores inerciales. Esta exigencia implica que las ecuaciones de transformación deben ser lineales en las coordenadas. Así, el sistema de ecuaciones de transformación (2.23), (2.24), (2.25) y (2.26) lo podemos escribir como: t0 = a00t+ a01x+ a02y + a03z (2.27) x0 = a10t+ a11x+ a12y + a13z (2.28) 2.2. TRANSFORMACIONES DE LORENTZ 29 y0 = a20t+ a21x+ a22y + a23z (2.29) z0 = a30t+ a31x+ a32y + a33z (2.30) en donde los coeficientes ai,j son constantes independientes de las coorde- nadas. Estos coeficientes ai,j son funciones, a lo sumo, de la velocidad del sistema de referencia Σ0 respecto a Σ, pues se supone que todos los ob- servadores eligen las mismas escalas para medir distancias y tiempos. La linealidad implica también que los ejes espaciales de Σ0 permanecen siempre paralelos a si mismos y así a los ejes espaciales de Σ. Además, la velocidad del sistema Σ respecto a Σ0 es igual a −v (igual en magnitud y opuesta a la velocidad de Σ0 respecto a Σ), y por lo tanto la transformación inversa debe tener la misma forma cambiando v por −v. Para el caso cuando v = 0, la transformación se reduce a la identidad. La condición de existencia de la transformación inversa, por otra parte, queda garantizada exigiendo que el determinante de los coeficientes aij sea diferente de cero. De la escogencia de los ejes espaciales se obtiene que los planos y = 0 y y0 = 0 coinciden permanentemente (todos los ejes espaciales de los dos sistemas de referencia permanecen paralelos) y por lo tanto la ecuación de transformación para la coordenada y0 debe reducirse a: y0 = a22y (2.31) Si invertimos las direcciones de los ejes x y z de Σ no se debe afectar la relación anterior, y por lo tanto la transformación inversa de Σ0 a Σ, para la coordenada y, toma la forma y = a022y 0 = a22y 0 (2.32) Esto implica, por lo tanto que se debe cumplir que a22 = ±1. Por otra parte, dado que para v → 0 se cumple que y0 → y, entonces a22 = 1 (2.33) Un argumento similar vale para la coordenada z, entonces y0 = y ; z0 = z (2.34) Puesto que la transformación de coordenadas es lineal y las coordenadas del origen del sistema de referencia Σ0, medidas por el observador Σ, están dadas por x = vt, entonces x0 debe ser de la forma x0 = γ(x− vt) (2.35) 30 CAPÍTULO 2. FUNDAMENTOS DE LA RELATIVIDAD ESPECIAL donde γ es un parámetro que, en general, depende de la velocidad. Por simetría, la transformación inversa para la coordenada x tendrá la misma forma (con v cambiada por −v), entonces x = γ0(x0 + vt0) (2.36) siendo γ0 otra constante dependiente de v. Si invertimos las direcciones de los ejex x y z en Σ y Σ0, entonces las relaciones (2.35) y (2.36) se siguen cumpliendo, es decir si cambiando x→ −x y x0 → −x0 tenemos que −x0 = γ(−x− vt) =⇒ x0 = γ(x+ vt) (2.37) y −x = γ0(−x0 + vt0) =⇒ x = γ0(x0 − vt0) (2.38) de donde se obtiene que γ = γ0, pues, del principio de relatividad la física no debe depender de la dirección elegida para los ejes espaciales. Además, el parámetro γ debe ser positivo dado que para t = 0, x0 > 0 si x > 0. Para encontrar una expresión explícita para γ y la forma como la coorde- nada temporal se transforma, apliquemos ahora el segundo postulado de la constancia de la velocidad de la luz en el vacío. Si en el instante t = 0 = t0, cuando los orígenes coinciden, se emite un pulso de luz en la dirección del eje x positivo, entonces se debe satisfacer que al cabo de un tiempo t, medido en Σ, el pulso de luz esté en un punto del espacio cuya coordenada x, medida en Σ, cumpla x = ct. De acuerdo con el postulado de la constancia de la velocidad de la luz en el vacío, para el observador Σ0 se debe cumplir que el pulso de luz llega al punto del espacio de coordenada x0, en un instante t0, tal que x0 = ct0. Substituyendo estas dos relaciones, x = ct y x0 = ct0, en las ecuaciones (2.35) y (2.36), multiplicando las ecuaciones resultantes y eliminando el término tt0, obtenemos γ = γ(v) = 1 p 1− v2/c2 (2.39) conocido como el factor gamma de Lorentz. A partir de esta expresión y eliminando la coordenada x0 entre las ecuaciones (2.35) y (2.36), obtenemos la ecuación de transformación para la coordenada temporal: t0 = γ(t− vx/c2) (2.40) 2.3. PROPIEDADES DE LAS TL 31 Resumiendo, el conjunto de transformaciones de coordenadas, llamadas transformaciones de Lorentz (TL), que relacionan las coordenadas espacio- temporales de un evento físico medidas por dos observadores inerciales, están dadas por: t0 = γ(t− vx/c2) x0 = γ(x− vt) y0 = y z0 = z (2.41) Así, el principio de relatividad exige que las leyes de la física deben ser tales que ellas permanezcan invariantes bajo las tranformaciones de Lorentz (ecuaciones (2.41)), pues, como veremos en la siguiente sección donde se discutirán algunas propiedades de las TL, éllas contienen implícitamente al postulado de la constancia de la velocidad de la luz. Para encontrar las transfomaciones de Lorentz inversas, es decir, las transformaciones de co- ordenadas para pasar del sistema Σ0 al sistema Σ, basta con invertir las ecuaciones (2.41), o en forma equivalente, cambiando v por −v en las TL (2.41) y las coordenadas primadas por las no primadas (por la simetría entre los sistemas Σ y Σ0): t = γ(t0 + vx0/c2) x = γ(x0 + vt0) y = y0 z = z0 (2.42) 2.3. Propiedades de las TL Las ecuaciones de transformación de Lorentz encontradas en la sección anterior, corresponden a un caso particular de un conjunto de transforma- ciones más general, que constituyen la expresión matemática del principio de relatividad y de las propiedades de homogeneidad e isotropía del espacio y el tiempo. En efecto, el conjunto de transformaciones de coordenadas más general se puede escribir en la forma: x0µ = 3X ν=0 Λ µν x ν + aµ ; µ, ν = 0, 1, 2, 3 (2.43) con Λ µν y aµ constantes independientes de las coordenadas. Para simplificar las expresiones hemos introducido la notación ct ≡ x0 ; x ≡ x1 ; y ≡ x2 ; z ≡ x3 (2.44) 32 CAPÍTULO 2. FUNDAMENTOS DE LA RELATIVIDAD ESPECIAL de tal manera que la coordenada temporal la medimos en unidades de longi- tud, dado el carácter de constante universal de la velocidad de la luz c. Esta redefinición de la coordenada temporal nos permite, como veremos más ade- lante, escribir las transformaciones de Lorentz en una forma más simétrica y resaltar en forma explícita el papel de la coordenada temporal en la teoría de la relatividad. En lo sucesivo utilizaremos índices griegos, que recorren de 0 a 3, para describir las coordenadas de un evento y dejaremos los índices latinos para describir solamente las coordenadas espaciales. Las ecuaciones de transformación (2.43) constituyen un conjunto de transformaciones lineales no homogéneas, en donde las cuatro constantes aµ corresponden a la arbitrariedad para elegir el origen de las coordenadas espaciales (µ = 1, 2, 3) y de la coordenada temporal (µ = 0), y así represen- tan la homogeneidad del espacio-tiempo. Esta propiedad de homogeneidad del espacio y el tiempo, en términos más formales, se traduce en el princi- pio de invarianza de la física bajo translaciones espaciales (ai; i = 1, 2, 3) y translacionestemporales (a0). De sta forma, la invarianza de las leyes de la física bajo translaciones espacio-temporales, nos permiten elegir las coordenadas de los dos sistemas de referencia inerciales de tal manera que coincidan sus orígenes espaciales para t = t0 = 0, haciendo que el término inhomogéneo del sistema de ecua- ciones (2.43) se anula, y en este caso las ecuaciones de transformación se reducen al sistema lineal homogéneo x0µ = 3X ν=0 Λµνx ν ; µ, ν = 0, 1, 2, 3 (2.45) Este conjunto de transformaciones, contiene dos casos especiales: Por una parte están las rotaciones de los ejes espaciales, las cuales reflejan la isotropía del espacio, es decir, que la leyes físicas no deben depender de la orientación de los ejes espaciales. Una rotación de los ejes espaciales queda determinada por tres parámetros, por ejemplo, los tres ángulos de Euler. Por otra parte, están las llamadas transformaciones de Lorentz puras, caracterizadas por las tres componentes de la velocidad relativa de los sistemas de referencia inerciales. Así, las transformaciones de Lorentz deducidas en la sección anterior, constituyen un caso particular del conjunto de transformaciones (2.43), en donde el movimiento relativo entre los sistemas de referencia es a lo largo de un eje coordenado, con ejes espaciales paralelos (no hay rotación de ejes) y sin translación de los orígenes espacial y temporal (Figura 2.3). En este caso basta con un solo parámetro, la magnitud de la velocidad relativa, para 2.3. PROPIEDADES DE LAS TL 33 Figura 2.3: Transformación general de coordenadas determinar completamente la transformación. En el caso de general de una transformación de coordenadas que in- volucre movimiento relativo, cambio de orientación de los ejes espaciales y translación del origen de coordenadas espacial y temporal, se requieren entonces 10 parámetros para determinar completamente la transformación: Los tres parámetros ai, i = 1, 2, 3 que determinan el cambio del origen es- pacial, un parámetro a0 para el desplazamiento del origen temporal, tres parámetros (e.g. los ángulos de Euler) para determinar una rotación de los ejes espaciales y tres parámetros (e.g. las tres componentes de la veloci- dad relativa) para determinar una transformación pura de Lorentz. Para los objetivos del presente libro, salvo se especifique lo contrario, es suficiente considerar solamente transformaciones de Lorentz puras con los ejes xx0 en la dirección de la velocidad relativa de los sistemas de referencia y supon- dremos además, que los orígenes de los sistemas coinciden para el tiempo cero en ambos sistemas. Antes de continuar con la discusión de algunas propiedades de las trans- formaciones de Lorentz, reescribamos las ecuaciones de transformación (2.41) 34 CAPÍTULO 2. FUNDAMENTOS DE LA RELATIVIDAD ESPECIAL Figura 2.4: Composición de transformaciones de Lorentz en la notación introducida en la ecuación (2.44): x00 = γ(x0 − βx1) x01 = γ(x1 − βx0) x02 = x2 x03 = x3 (2.46) en donde se ha definido el parámetro adimensional β = v/c y así γ(v) = (1−β2)−1/2. Como se mencionó al comienzo de esta sección, las ecuaciones de transformación de Lorentz adquieren una forma simétrica en las coordenadas espaciales y la temporal. Así, los coeficientes de la transformación de Lorentz Λ µν , llamados también elementos de la matriz de transformación de Lorentz, en la ecuación (2.45) están dados por: Λ00 = Λ 1 1 = γ Λ01 = Λ 1 0 = −βγ Λ22 = Λ 3 3 = 1 (2.47) siendo los demás coeficientes cero. Consideremos ahora tres sistemas de referencia inerciales Σ, Σ0 y Σ00, con ejes paralelos, movimiento relativo a lo largo del eje espacial x1, y orígenes 2.3. PROPIEDADES DE LAS TL 35 espaciales coincidentes para t = t0 = t00 = 0 (Figura 2.4). Sea v la velocidad del sistema de referencia Σ0 respecto a Σ y w la velocidad del sistema Σ00 respecto a Σ0, y sean (x0, x1, x2, x3), (x00, x01, x02, x03) y (x000, x001, x002, x003) las coordenadas de un evento físico medidas por los tres observadores Σ, Σ0 y Σ00, respectivamente. La relación entre las coordenadas del evento medidas por Σ y Σ0 están dadas por la ecuación (2.46) y la relación entre las coordenadas medidas por Σ0 y Σ00 están dadas por las ecuaciones: x000 = γ(w)(x00 − β0x01) x001 = γ(w)(x01 − β0x00) x002 = x02 x003 = x03 (2.48) en donde β0 = w/c. Las ecuaciones de transformación que relacionan las coordenadas medidas por Σ y Σ00 se obtienen entonces, componiendo las dos transformaciones, es decir, remplazando las coordenadas del sistema Σ0 de la ecuación (2.46), en esta última ecuación (2.48). Despues de reagrupar términos, las ecuaciones de transformación finales, como era de esperarse, toman la misma forma: x000 = γ(u)(x0 − β00x1) x001 = γ(u)(x1 − β00x0) x002 = x2 x003 = x3 (2.49) en donde β00 = u/c y u es la velocidad relativa del sistema de referencia Σ00 respecto a Σ, la cual está dada por la ecuación u = w + v 1 + wv/c2 (2.50) Esta ecuación corresponde a la versión relativista del teorema de adición de velocidades de Galileo. Notemos si v < c y w < c entonces u < c. Notemos que las ecuaciones de transformación de Lorentz y el teorema de adición de velocidades se reducen a las ecuaciones de transformación de Galileo y al teorema de adición de velocidades Galileano cuando c → ∞. Este límite formal, sin embargo, carece de significado físico en la medida que la velocidad de la luz en el vacío es una constante universal y por lo tanto este límite debe entenderse mejor en el siguiente sentido. Para velocidades pequeñas comparadas con la velocidad de la luz v ¿ c, tanto las ecuaciones de transformación de Lorentz, como el teorema de adi- ción de velociades, se reducen a las ecuaciones de transformación de Galileo 36 CAPÍTULO 2. FUNDAMENTOS DE LA RELATIVIDAD ESPECIAL y al teorema de adición de velocidades galileano, respectivamente. Para ver esto, es suficiente recordar la expansión en serie de Taylor de la función (1 + xr) = 1 + rx+ r (r − 1) 2! x2 + · · · (2.51) la cual converge para |x| < 1. Si aplicamos esta expansión al factor γ (v) tenemos γ (v) = µ 1− v 2 c2 ¶−1/2 = 1 + 1 2 v2 c2 + · · · (2.52) Remplazando esta expansión en las ecuaciones de transformación de Lorentz 2.41 obtenemos x́ = µ 1 + 1 2 v2 c2 + · · · ¶ (x− vt) = x− vt+O µ v2 c2 ¶ (2.53) t́ = µ 1 + 1 2 v2 c2 + · · · ¶³ t− v c2 x ´ = t+O µ v2 c2 ¶ (2.54) en donde O ¡ v2/c2 ¢ representa términos del orden de v2/c2, los cuales son muy pequeños si v/c << 1 y por lo tanto las ecuaciones de transforma- ción de Galileo corresponden a una aproximación a vajas velocidades de las ecuaciones de Lorentz. Un resultado similar se obtiene pata el teorema de adición de velociades. Este límite de bajas velocidades juega el papel de un principio de corre- spondencia, en el sentido de que la “física Newtoniana es una teoría válida” para describir los fenómenos, cuando las velocidades típicas involucradas en los procesos bajo consideración son bajas comparadas con la velocidad de la luz y por lo tanto, las ecuaciones de la relatividad deben reducirse a las correspondientes relaciones clásicas, en este límite de velocidades bajas. Es importante aclarar el significado de la frase “validez de la física Newtonianas para velocidades v << c”. Dado que toda medida experimental de una can- tidad física, lleva consigo un error experimental, entonces las predicciones 2.3. PROPIEDADES DE LAS TL 37 de la mecánica clásica para los diferentes observables de un sistema dado, están en concordancia con los resultados experimentales, dentro del rango de error experimental. Así, el límite clásico, o el rango de velocidades para el cual la mecánica clásica es aplicable, depende de la precisión experimental. El límite formal c→∞ se puede entender fícamente en el sentido que c representa la vélocidad máxima de propagación de señales físicas, indepen- dientemente que esta constante corresponda a la velocidad de la luz en el vacío, y por lo tanto si c → ∞ esto significaría que podemos enviar infor- mación a velocidad
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