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46 6 Prevención en enfermedades alérgicas FACTORES MEDIO AMBIENTALES Los efectos que ejerce el medio ambiente en los indi- viduos para desencadenar la alergia dependen de su genotipo. Por ejemplo, el genotipo CD14 puede deter- minar el efecto de la exposición de diversos estímulos ante endotoxinas como la leche no pasteurizada o la exposición a mascotas. Y aunque actualmente existe mucha información respecto de la genética, aún no hay medidas aplicables en la práctica diaria para preven- ción mediante consejo genético. El estilo de vida en las sociedades creó un medio ambiente sin agentes bacterianos, desencadenó un desequilibrio en la microbiota del humano en la vida temprana, que es decisivo para una respuesta immu- nitaria regulatoria apropiada frente a los antígenos. La exposición a endotoxinas durante la edad pediátrica se asocia con menor sensibilización alérgica y menos asma. Es la exposición microbiana en la vida temprana y no las conductas de limpieza las que influirán en la aparición o no de alergias. Se observó que los padres que limpiaban el chupón que se caía al suelo metiéndo- lo a su boca antes de darlo al lactante tuvieron menos sensibilización alérgica, dermatitis atópica y asma, y concluyeron que la trasmisión microbioma de padre a hijos es protectora. Aún no se ha dilucidado cómo estas acciones podrían ser protectoras de atopia o mar- cadores de otros factores protectores, pero proveen una noción en donde la prevención del asma podría ser consecuencia de exposición oral microbiana temprana. Mantener un ambiente libre de ácaros u otros alerge- nos no se considera un factor protector porque los resultados reportados aún no son contundentes en la reducción de alergias, asma o ambas. El papel de los virus, como rinovirus y virus sincitial res- piratorio como factor de riesgo en el inicio del asma e incluso en el inicio de la sensibilización alérgica, demos- tró que el asma es la consecuencia de una agresión viral temprana en la vida por interacciones que debilitan la respuesta de defensa local contra patógenos bacteria- nos benignos que se convierten en oportunistas. Esto incrementa el daño de las barreras mucosas con una respuesta inmunoinflamatoria amplificada con la con- siguiente respuesta de daño tisular y la sensibilización a aeroalergenos, pero solo en sujetos genéticamente susceptibles y no en todas las personas. Mucha controversia ocasionó la administración de tratamientos durante la lactancia con antibióticos, ace- taminofén o antihistamínicos, asociándolos, también, Prevención en enfermedades alérgicas 47 con un incremento de las enfermedades alérgicas. En la actualidad no está claro si los efectos se consideran causales o coincidentes con otras enfermedades. Está comprobado que contar con mayor número de hermanos, sobre todo de mayor edad, es un factor protector para rinitis alérgica y dermatitis atópica. El microbioma intestinal del lactante con hermanos mayo- res, en una cohorte seguida desde el nacimiento, tuvo mayor cantidad de bifidobacterias, lactobacilos, Esche- richia y bacteroides y menos Clostridia y se consideró un factor benéfico. La convivencia temprana con her- manos mayores, mascotas y otros animales domésticos puede tener un efecto protector en contra del asma y la alergia. Si bien los helmintos inducen una respuesta inmunitaria Th2, paradójicamente están inversamente asociados con alergia y asma por inducción de respuesta regulatoria. En la actualidad no existe evidencia de la inmunotera- pia temprana como efectiva en prevención. La sensibilización transcutánea a alergenos y la der- matitis atópica ausente al nacimiento, pero que puede aparecer en los primeros meses de vida, ha llevado a la prevención a través de una barrera artificial de hu- medad con lubricación intensiva desde el nacimiento (antes del inicio de la dermatitis atópica). En la prevención de alergia es necesario fomentar el desarrollo de mecanismos de tolerancia y promover el desarrollo de una respuesta inmunitaria equilibrada y, aunque conceptualmente suene sencillo, las inter- venciones tendrán que ser siempre vigilar y evaluar consecuencias. VÍA Y PESO AL NACIMIENTO Existe un metanálisis que demuestra que los niños naci- dos por cesárea se asocian con incremento en el riesgo de asma y dermatitis atópica. El retraso o la alteración en la colonización del microbioma gastrointestinal se ha sugerido como un factor etiológico. Sin embargo, también está demostrado que la presencia de un her- mano puede modificar el microbioma. Los niños prematuros y con peso bajo se han asociado con alto riesgo de padecer asma. Un metanálisis de 17 estudios reportó 1.46 de riesgo de asma, o sibilancias en niños prematuros. En el estudio de Penders y cola- boradores la prematurez y el nacimiento por cesárea se asociaron con la posibilidad de padecer alergia ali- mentaria, que fue también mencionado en los datos de microbiota en factores ambientales. FACTORES DIETÉTICOS DIETA PRENATAL El periodo prenatal es crítico para el desarrollo del sistema inmunitario. La dieta de la madre durante el embarazo ha sido propuesta como un factor de riesgo de enfermedades alérgicas en la infancia: asma, alergia alimentaria, dermatitis atópica y rinitis alérgica. Porque la evidencia actual disponible es inconsistente e incon- clusa, las guías actuales no recomiendan una dieta de exclusión hipoalergénica materna. La dieta de la madre debería considerarse con nutrientes específicos, y con patrones específicos en la misma. Durante el embarazo se llevan a cabo diferentes esta- dios inmunológicos con mecanismos específicos en cada trimestre. El primer trimestre se caracteriza por inflamación en el sitio de implantación y adhesión; en el segundo trimestre predomina la respuesta antiinfla- matoria y un patrón Th2. En el tercer trimestre se inicia un periodo antiinflamatorio y una respuesta tipo Th1. Las exposiciones ambientales a la dieta y toxinas pue- den alterar el epigenoma, interactuando con el riesgo genético heredable, y ejerciendo influencia en la pro- gramación y desarrollo inmunológico. Las guías generales de la dieta recomiendan consumir alimentos que cumplan las necesidades nutricionales sin exceder los límites en azúcares, grasas saturadas y calorías totales. Las necesidades nutricionales deben cumplirse tomando los nutrientes de los alimentos con concentraciones altas en vitaminas esenciales, minera- les y fibra. LECHE HUMANA Y SUSTITUTOS La alimentación con leche humana es ampliamente recomendada aún durante la alimentación complemen- taria debido al perfil de nutrientes, los efectos benéficos en el microbioma intestinal, la protección que confiere frente a infecciones y las ventajas a largo plazo en la salud materna, entre otros. Los sustitutos de la leche humana no han podido repli- car sus constituyentes completos y adaptativos y sus ventajas para la madre y el lactante. Para la prevención de alergias existe evidencia insu- ficiente para recomendar las fórmulas de soya, con ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga o con prebióticos o probióticos comparados con las fórmu- las estándares basadas en la leche de vaca. Hasta hace poco los lineamientos de Europa, Estados Uni- 48 dos y Australia sugerían la alimentación con fórmulas hidrolizadas para los niños no alimentados con leche humana en sustitución de las fórmulas habituales, para el caso de niños con antecedentes de alergia. Una revisión reciente de Boyle y colaboradores in- vestigó si las fórmulas hidrolizadas podrían prevenir enfermedades alérgicas o autoinmunitarias y reportó que “no existe evidencia consistente que las fórmulas parciales o extensamente hidrolizadas reduzcan el riesgo de alergia o enfermedades autoinmunitarias”. Los estudios de las fórmulas en base a aminoácidos para prevenir el riesgo de alergia se consideran aún inconsistentes, incluso la utilización de fórmulas hi- drolizadas como se mencionó antes, sinembargo, la AAAAI sí recomienda las fórmulas hidrolizadas para prevenir dermatitis atópica. ABLACTACIÓN La ablactación o alimentación complementaria se refiere a la introducción de alimentos distintos a la leche huma- na o fórmulas infantiles en la dieta del lactante. La recomendación de evitar alimentos alergénicos, como el cacahuate, huevo y leche de vaca, surgió como recomendación en 1990, pero a partir de 2005 se hicie- ron modificaciones considerando que la introducción retardada de los alimentos no se asocia con reducción en la prevalencia de alergias alimentarias. Hace poco, el estudio Learning Early about Peanut Allergy (LEPA) reportó que el retraso en la introducción del cacahuate (5 años vs 4-11meses) incrementó significativamente el riesgo de alergia al cacahuate en los lactantes con ec- cema de aparición temprana, alergia al huevo, o ambos. Por tanto, el retraso en la introducción del cacahuate, posterior a los 11 meses en los niños con alto riesgo de alergia (con eccema o alergia al huevo) se asoció con incremento en el riesgo de alergia al cacahuate. En 2015, ese estudio reportó una reducción de 11 a 25% en el riesgo de alergia al cacahuate en lactantes con alto riesgo (una reducción del riesgo relativo a más de 80%) si el cacahuate se introducía entre los 4 y 11 me- ses. Se ha considerado dicha recomendación en países donde el cacahuate no es rutinariamente consumido en la etapa adulta, porque la introducción temprana pue- de incrementar la sensibilización y las enfermedades alérgicas. En función de estos hallazgos, un consenso internacional recomienda la introducción temprana del cacahuate en la dieta de niños con alto riesgo en países con prevalencia de alergia al cacahuate. La pregunta si- gue siendo si este mismo efecto preventivo aplica para otros alimentos alergénicos. Otros estudios observacionales han encontrado que la introducción temprana del huevo, entre 4 y 6 meses, se ha asociado con menor riesgo de alergia al huevo de gallina comparado con la introducción tardía posterior a los 10 meses de edad. El estudio australiano STAR, con asignación al azar, controlado, efectuado en niños de alto riesgo con eccema, trató de investigar si la ex- posición temprana y regular al huevo podía reducir la alergia al huevo mediada por IgE. Desafortunadamen- te, el estudio tuvo que suspenderse tempranamente debido a que se observó gran cantidad de niños con reacción, incluso en la primera exposición, con una di- ferencia no estadísticamente significativa entre el grupo de introducción temprana versus el de introducción tar- día. El estudio HEAP tuvo asignación al azar, controlado con placebo, que incluyó niños de 4 a 6 meses no sen- sibilizados contra el huevo, y no encontró evidencia de que el consumo del huevo de gallina desde los 4-6 me- ses previniera la sensibilización o la alergia al huevo, e incluso se consideró una práctica no segura. En contraste, la AAAAI actualmente sugiere la introducción de alimentos entre los 4 y 6 meses, inclu- yendo frutas (manzana, pera, plátano, etc.), vegetales (vegetales verdes, chayote, zanahoria, camotes, etc.) y cereales (arroz o avena inicialmente). El huevo, la leche, el cacahuate, las nueces, pescados y maris- cos sugieren que deben introducirse gradualmente durante la ventana de 4-11 meses, posteriormente a que los demás alimentos sean tolerados. El retraso en su administración podría incrementar el riesgo de padecer alergias. Sugieren, además, que no exis- te necesidad de retrasar las frutas ácidas (fresas, moras, cerezas, arándanos, zarzamoras, cerezas, jito- mate o frutas cítricas) y vegetales que puedan causar eritema perioral o irritación porque lo común es que no generan reacciones sistémicas. La leche entera de vaca, como leche única, debe postergarse a partir del año, debido a su gran carga de solutos y su bajo contenido de hierro. La proteína de la leche en forma de fórmula infantil, yogurt y queso pueden introducir- se antes del año. Las nueces enteras se evitan por el riesgo de aspiración, sin embargo, los cacahuates y nueces en forma de mantequilla pueden introducirse a la dieta del niño. Estudios más recientes, como el EAT (Enquiring About Tolerance study), fue el primero controlado y con asig- nación al azar que demostró el efecto en la aparición subsecuente de alergia con la introducción temprana de alimentos sólidos (desde los 3 meses) y se compa- ró con las guías de Reino Unido que sugerían leche Prevención en enfermedades alérgicas 49 humana exclusiva hasta la introducción de alimentos sólidos alrededor de los seis meses. En 2016, el estudio reportó una diferencia no significativa en la existencia de alergia alimentaria entre la introducción temprana y la estándar. Además, no hubo diferencia entre la in- troducción temprana de alimentos alergénicos en los niños alimentados con leche humana durante 12 me- ses comparados con los niños alimentados solo con leche humana en el mismo lapso. El estudio PETIT, en Japón, sugiere que la introduc- ción del huevo de gallina a los seis meses puede ayudar a prevenir alergia al huevo en niños con ec- cema, si se dan pequeñas cantidades de la proteína de huevo en formas poco alergénicas, lo que inte- resantemente podría considerarse una forma de desensibilización. Tanto el estudio EAT, como el estudio HEAP indi- caron que debería existir precaución con respecto al síndrome de enterocolitis inducida por proteínas alimentarias (FPIES), entre los niños expuestos tem- pranamente a altas cantidades de proteína de huevo de gallina. En el estudio EAT hubo reporte de 6 casos comparado con ausencia de casos en el grupo de in- troducción convencional y en el estudio HEAP hubo un caso confirmado y 3 niños con síntomas sugeren- tes según el reporte de los padres. Por consiguiente, es importante valorar los riesgos potenciales en neo- natos sanos. En el caso de la leche también se ha sugerido que la in- troducción tardía puede incrementar el riesgo de alergia alimentaria. Los hallazgos de un estudio observacional israelí publicado por Katz y sus coautores sugieren un efecto protector en la introducción temprana de la leche durante las dos primeras semanas de vida. En contraste, un estudio finlandés indica que la introduc- ción temprana inmediata después del nacimiento en el hospital de maternidad incrementa el riesgo de alergia a la proteína de la leche. De acuerdo con el concepto de “una ventana de opor- tunidad” y asumiendo que esto sea cierto, esta ventana parece diferir en su duración y terminación, dependien- do de cada alimento específico y, en gran parte, de la exposición ambiental a los alergenos alimentarios. De la misma forma, los alimentos también pueden influir en el microbioma gastrointestinal a través de diversos mecanismos y, a su vez, los microorganismos de los alimentos pueden afectar directamente la microbioma intestinal. Por tanto, los riesgos y beneficios de la exposición tem- prana a alimentos alergénicos y la evitación de estos a edades tempranas aún deben ser cuidadosamente estudiados. PROBIÓTICOS-PREBIÓTICOS EN PREVENCIÓN DE ALERGIA Los efectos de las bacterias benéficas (probióticos) o almidones resistentes (prebióticos) que de forma se- lectiva tienen un efecto positivo en el crecimiento de bacterias benéficas se han estudiado en una gran can- tidad de ensayos enfocados a la prevención de alergia. Estos efectos son a través de mecanismos sistémicos, como aumento de IgA en enterocitos y vías respiratorias y en monocitos. Los efectos locales se dan por el au- mento de la actividad de las células T reguladoras con incremento en la producción de IL-10 y TGF-beta (mejo- ra la tolerancia oral), inhibición competitiva de bacterias patógenas que reparan y mantienen la barrera intestinal y las uniones intraepiteliales y promueven la existencia de células dendríticas tolerogénicas. Además, ayudan a mantener un adecuado equilibrio del microbioma in- testinal. La dermatitisatópica es la enfermedad con mayor evi- dencia. Un metanálisis de 16 estudios demostró que la administración de probióticos tiene un efecto protector en contra de la dermatitis atópica. El efecto es mayor cuando se administran secuencialmente durante el embarazo y al recién nacido después del nacimiento, tanto para niños con alto riesgo como para los de riego normal de alergia. A pesar de la diversidad de cepas y presentaciones de probióticos, no todos los estudios describen qué tipo de probióticos se usaron, existe evidencia favorable para lactobacilos (Lactobacillus rhamnosus, Lactobacillus reuteri, Lactobacillus acido- philus) solos y en combinación con bifidobacterias. Otro metanálisis también demostró que los lactantes tratados con probióticos tienen, significativamente, menor riesgo relativo de padecer dermatitis atópica, comparados con controles sanos. En cuanto al consumo de prebióticos y prevención de alergia, no se encontró estadística significativa y homo- génea, incluso hay evidencia contraria. En una revisión sistemática reciente se concluyó que no hay beneficio con su consumo en dermatitis atópica. Sin embargo, otros estudios reportan ventajas en el consumo de ga- lacto y fructo oligosacáridos en prevención de asma y dermatitis. No todos los estudios muestran evidencia positiva en cuanto a la prevención de alergia con los probióticos y existen más estudios de probióticos que de prebióticos. 50 En cuanto a alergia respiratoria y alergia alimentaria res- pecta, los estudios no han mostrado ningún efecto de los probióticos o prebióticos en la prevención de estas enfermedades., A pesar de que los estudios son heterogéneos y la ca- lidad de la evidencia es baja, la OMS recomienda el consumo de probióticos en las mujeres embarazadas y en los lactantes cuando hay riesgo alto de padecer alergia. Omega- 3, 6 ácidos grasos poliinsaturados (PUFAS) La nutrición ha sido un factor de exposición importante que puede ejercer influencia en la salud y enfermedad en las etapas tardías de la vida. Los estudios epidemio- lógicos sugieren, ampliamente, que el ambiente al cual está expuesto el individuo durante la edad temprana es un determinante importante en la salud y la enfermedad en etapas tardías de la vida. El consumo de aceite de pescado durante el embarazo, lactancia e infancia se ha asociado con disminución de enfermedades alérgicas en la infancia. Se piensa que los ácidos grados poliinsaturados tienen efectos antiinflamatorios que pueden disminuir la res- puesta Th2 e incrementar la respuesta Th1 y también la respuesta de las células T reguladoras. El aceite de pescado modifica, epigenéticamente, la acetilación de histonas, que juegan un papel importante en el desarro- llo de fenotipos Th1. Se ha investigado el efecto en la suplementación de omega-3 durante el embarazo y los resultados son in- consistentes hasta la fecha.37 Pero se sugiere que dicha ingesta puede reducir la sensibilización a los alergenos alimentarios más comunes; también reduce la inci- dencia y gravedad de la dermatitis atópica durante el primer año de vida, con una posible protección hasta la adolescencia. Asimismo, su consumo ha reportado la reducción de sibilancias a la edad de 3 a 5 años. La ingesta de pescado o aceite de pescado puede ser una estrategia de prevención de alergias en la lactancia y en la infancia. Estudios epidemiológicos, ecológicos y casos y con- troles se han asociado con diferentes patrones de exposición a PUFAs con diferencias en la incidencia y prevalencia de la sensibilización atópica y sus mani- festaciones clínicas (dermatitis atópica, rinitis alérgica, asma). Los ácidos grasos poliinsaturados, su relación metabó- lica, recursos dietéticos y la ingesta común en la dieta son las dos familias principales de los PUFAs, la familia n-6 y la n-3. Los miembros de estas familias son: ácido linoleico y acido alfa-linoleico, respectivamente. Ambos son sintetizados por plantas, se encuentran en hojas, nueces, semillas y aceites de semillas. El ácido linoleico (LA) se encuentra en aceites vegetales, como el maíz, girasol y soya. El ácido alfalinoléico (ALA) se encuentra en las hojas verdes, y algunos aceites vegetales como soya y canola, algunas nueces y semillas. Ambos ácidos constituyen 95% de los PUFAs. Los PUFAs son los com- ponentes principales de los fosfolípidos encontrados en las membranas celulares. Regulan la señalización celular, expresión de los genes, función inmunológica celular; in- cluyendo el componente inflamatorio, ejercen influencia en el inicio y manifestación de las enfermedades alér- gicas. El ácido gamma linoléicoy los ácidos grasos de cadena larga de la familia omega-6 no han sido exitosos en la prevención o tratamiento de la dermatitis atópica. Sin embargo, el metanálisis de Cochrane muestra que la suplementación con PUFA muestra una reducción en el desenlace de cualquier alergia mediada por IgE en niños de 12 a 36 meses de edad, pero no en los ma- yores a 36 meses. Se observó una clara reducción del eccema mediado por IgE con suplemento de LCPUFA para niños de 12 a 36 meses de edad, pero no otra edad. No se encontraron diferencias para rinitis, asma o sibilancias en alguna edad. Hubo una reducción clara en niños con sensibilización al huevo y sensibilización a cualquier alergeno entre los 12 a 36 meses de edad cuando las madres recibieron PUFAs. VITAMINA D EN PREVENCIÓN En cultivos celulares y modelos experimentales en ani- males se encontró que la forma activa de la vitamina D, el calcitriol, es un modulador de la respuesta inna- ta y adaptativa. Algunos estudios adicionales sugieren un papel inmunomodulador en sensibilización y alergia en dosis suficiente. Las guías del panel de la WAO no apoyan la hipótesis que el suplemento con vitamina D reduzca el riesgo de padecer enfermedades alérgicas en niños. La evidencia disponible es de baja a muy baja calidad lo que produce imprecisiones, riesgo de sesgos y resultados indirectos. Ese panel sugirió no consumir vitamina D a las embarazadas, a las madres que están amamantando o a los recién nacidos de término para prevenir enfermedades alérgicas. Existe una probable reducción en el riesgo de padecer alergia alimentaria en lactantes durante el primer año de vida (RR: 0.49, IC95%: 0.27-0.88). Pero no hay evi- dencia para reducir el riesgo de otras enfermedades alérgicas. Prevención en enfermedades alérgicas 51 Al día de hoy no está claro el beneficio de la vitamina D en lactantes respecto al momento de su inicio, cuán- to tiempo debe consumirse y tampoco certezas de las dosis a prescribir. Estas recomendaciones son para prevención primaria de alergia y no para otras especifi- caciones en que su consumo está recomendado como en prematuros. REFERENCIAS 1. Bieli C, et al. A polymorphism in CD14 modifies the effect of farm milk consumption on allergic diseases and CD14 gene expression. J Allergy Clin Immunol 2007; 120:1308-15. 2. Ferreira MA, et al. 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