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MALFORMACIONES CONGÉNITAS DEL RIÑÓN Aproximadamente entre el 3% y el 16% de la población nace con malfor- maciones del sistema urinario. Entre ellas, las formas esporádicas son más frecuentes que las hereditarias (cuadro 110-1). Actualmente, la ecografía prenatal detecta la mayoría de las anomalías del riñón y de la vía urinaria, que constituyen el 20%-30% de las anomalías detectadas en el período prenatal. Las malformaciones congénitas renales son la causa del 40% de los casos de insuficiencia renal crónica terminal en las tres primeras déca- das de la vida. En inglés se asocian bajo el nombre de CAKUT (congenital abnormalities of the kidney and urinary tract). Puede ocurrir con afección exclusiva renal o con manifestaciones extrarrenales, formando parte de un cuadro sindrómico. Se han descrito más de 200 síndromes que cursan con CAKUT y más de 180 genes identificados que dan lugar a CAKUT. Sólo se ha identificado una causa monogénica en un 18% de los casos de CAKUT. Probablemente el porcentaje sea mayor, pero la gran variabilidad fenotípica causada por mutaciones en un mismo gen dificulta el diagnós- tico. Los casos no monogénicos o bien tienen un patrón de herencia com- plejo o bien no son hereditarios. Bajo el calificativo de CAKUT se hallan diferentes alteraciones estructurales que se comentan a continuación. Cabe destacar que un mismo individuo puede presentar más de una anomalía urológica. PAX2 y HNF1b son los genes más frecuentemente implicados en CAKUT. Las mutaciones en HNF1b, además de CAKUT, pueden dar lugar a diabetes tipo MODY (maturity onset diabetes of the young), nefropatía intersticial, hipomagnesemia, hipopotasemia y enfermedad glomeruloquística, entre otras manifestaciones. Anomalías del parénquima renal Agenesia renal La agenesia renal es la ausencia de riñón, que puede ser unilateral o bilateral y es debida a una anomalía en el desarrollo del mesénquima metanéfrico. La forma más frecuente es la unilateral, con una incidencia aproximada de 1 caso por cada 500-1.000 recién nacidos vivos. El uréter y el hemitrígono faltan en el 90% de los casos; en el resto se encuentra un uréter que acaba en fondo de saco ciego. En los varones, es bastante frecuente hallar un testículo no descendido en el mismo lado de la agenesia. El riñón contralateral suele estar hipertrofiado y presenta una incidencia aumentada de litiasis e infecciones por su asociación a ectopia y obstrucción. El diagnóstico suele ser casual. La agenesia bilateral es menos frecuente y presenta una incidencia de 1 caso por cada 3.000 a 10.000 nacimientos. La gestación cur- sa con grave oligohidramnios por ausencia de orina. Es incompatible con la vida, por lo que suele producir muerte fetal o poco después del nacimiento. Hipoplasia renal Es la disminución congénita del tamaño del riñón, que contiene un número reducido de nefronas. La hipoplasia renal unilateral suele ser asintomática, aunque a veces los sujetos afectos presentan dolor lumbar persistente y recurrente. No presenta signos displásicos. Da lugar a un 2,5% de los casos de riñones pequeños. Existe una incidencia aumentada de infecciones urinarias, litiasis y HTA, y es al explorar estos cuadros cuando suele detectarse el riñón disminuido de tamaño. En la pielo- grafía se observa que el riñón y la pelvis son pequeños, con reducción del número de cálices, y que el uréter está uniformemente estrechado sin evidencia de obstrucción o estenosis. La arteriografía muestra arterias con un calibre reducido de forma uniforme. La disminución uniforme de los vasos sanguíneos y del uréter permite el diagnóstico diferencial con las enfermedades adquiridas, en especial con la pielonefritis, en la cual la disminución del calibre vascular no es uniforme. El riñón contralateral se halla hipertrofiado para conservar el funcionalismo renal. Si no existe evidencia de que el riñón hipoplásico produce sintomatología clínica, no está indicada la nefrectomía. La hipoplasia renal puede ser bilateral, en cuyo caso provoca insuficiencia renal en la infancia o segmentaria, que tiene escasa repercusión. La oligomeganefronia es más común en los varones que en las muje- res, con una relación de 3:1. Los riñones son muy pequeños y contienen un reducido número de nefronas, que suele equivaler al 20% de las habituales. Estas presentan una hipertrofia acusada, con un tamaño glomerular que llega hasta 12 veces el tamaño normal. La hipertrofia de las nefronas se interpreta como el resultado de la sobrecarga funcional a que están expuestas. La oligomeganefronia puede producirse como parte de un síndrome multisistémico, como el síndrome del coloboma renal a consecuencia de mutaciones en el gen PAX2 (10q24.31), o puede estar causado por alteraciones cromosómicas, incluido el sín- drome de la deleción 22q11 o el síndrome de Wolf-Hirschhorn. El cuadro clínico cursa con poliuria y polidipsia llamativas que comienzan durante los primeros 2 años de vida. Son frecuentes los episodios de deshidratación con fiebre no explicada. El filtrado glomerular dis- minuye de forma progresiva y cursa con normotensión y retraso de crecimiento, así como necesidad de tratamiento renal sustitutivo hacia los 10-12 años. El tratamiento es sintomático e incluye la diálisis y el trasplante renal en la fase terminal. La hipoplasia renal segmentaria, o riñón de Ask-Upmark, se caracteriza por una o varias muescas en la superficie renal que marcan el plano de separación entre una porción hipoplásica y otra relativamente normal. Casi siempre es unilateral. El riñón contiene una o más zonas de hipoplasia medular y cortical, casi siempre aglomerulares, con túbulos atróficos y vasos engrosados. Se puede asociar a litiasis y, sobre todo, a hipertensión arterial. Displasia renal Con este término se designan las anomalías del desarrollo causadas por una alteración de la nefrogénesis normal. La displasia renal multiquística unilateral es la anomalía congénita más frecuente del desarrollo renal. Su incidencia se estima en 1 de cada 4.300 recién nacidos vivos. La histología se caracteriza por la existencia de túbulos y glomérulos de aspecto primitivo rodeados de estroma mesenquimatoso con islotes de cartílago; también es común la presencia de quistes. La displasia renal se asocia, en el 90% de los casos, a anomalías obstructivas del • CUADRO 110-1 Clasificación de las malformaciones congénitas del riñón Anomalías del parénquima renal Agenesia renal Hipoplasia renal Displasia renal Anomalías de posición y forma Ectopia y fusión renales Duplicidad pieloureteral Riñón supernumerario Anomalías del desarrollo de la vía urinaria Hidronefrosis congénita Malformaciones congénitas y enfermedades quísticas del riñón Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 917 CAPÍTULO 110 Malformaciones congénitas y enfermedades quísticas del riñón © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. tracto urinario, cuya importancia determina, por lo general, el grado de la displasia. El riñón displásico es hipofuncionante y, cuando la displasia es bilateral, conduce a la insuficiencia renal crónica terminal. Cuando hay una displasia unilateral, lo habitual es que el riñón con- tralateral aumente de tamaño debido a la presencia de una hipertrofia compensadora. La displasia puede ser segmentaria y afectar sólo a parte de un riñón. El riñón multiquístico es una forma extrema de displasia quística, caracte- rizada por que la mayor parte del parénquima está reemplazado por quistes unidos por tejido fibroso. Constituye una masa de tejido no funcionante de tamaño variable, que en ocasiones adquiere un gran volumen intraab- dominal. Suele asociarse a oclusiónureteropiélica o a ausencia ureteral. La displasia multiquística es el tipo más común de enfermedad quística en la infancia. La forma bilateral es rara y mortal en el recién nacido. La afección unilateral es la presentación más común, y habitual- mente ocurre como una anomalía aislada. Clínicamente puede manifes- tarse como una masa abdominal en el recién nacido. Es más frecuente en varones (relación 1:1,48). El diagnóstico diferencial incluye la hidronefrosis, el neuroblastoma y el tumor de Wilms. La ecografía abdominal demostrará la presencia de la masa quística. La evolución natural es hacia la involución total o parcial entre el mes de vida y los 20 años; el período de máxima involución es los primeros 2 años. Sólo en un 15%-28% de los casos no se produce involución. A pesar de que 5,4 de cada 1.000 pacientes pueden presentar HTA (especialmente si el riñón contralateral no es normal) y que las infecciones del tracto urinario son más frecuentes que en la población normal (especialmente si hay anomalías del tracto urinario), actualmente no se recomienda la nefrectomía profiláctica. No está aumentado el riesgo de malignización, salvo en casos sindrómicos como el síndrome de Beckwith-Wiedemann. Aunque la displasia suele considerarse una lesión esporádica, se ha des- crito una incidencia familiar como componente de diversos síndromes de malformaciones múltiples. Anomalías de posición y forma Ectopia y fusión renales La ectopia renal es el desplazamiento congénito del riñón junto con arterias renales de origen anómalo (en la ptosis renal las arterias tienen un origen normal), unilateral o bilateral. La ectopia renal puede ser simple o cruzada. La ectopia simple se caracteriza porque el riñón, el uréter y el orificio ureteral están en el mismo lado; el uréter es relativamente corto y presenta a menudo un orificio ureteral ectópico en la vagina, la uretra, la vesícula seminal o el recto. En la ectopia cruzada, el uréter atraviesa la línea media. La ectopia renal se ha descrito en la población infantil con una incidencia de 1/5.000 niños y de 1/1.000 autopsias. En el 10%-20% de los casos, es un proceso bilateral y, en ocasiones, el riñón ectópico es el único presente. La ectopia renal se debe a un fallo en el proceso embriológico de ascenso desde su posición originariamente pélvica. Si no asciende, aparecerá el riñón ectópico pelviano; si asciende demasiado, puede dar lugar a riñón torácico. La ectopia se asocia con frecuencia a malformaciones de otros órganos (mielomeningocele y malformaciones cardiocirculatorias). Los riñones ectópicos son a menudo pequeños y los pélvicos suelen ser displásicos. Hay malrotación, con el hilio en posición anterior y, en general, una de las ramas arteriales mayores cruza por delante de la unión pieloureteral y puede causar obstrucción e hidrone- frosis. El síntoma más común es el dolor abdominal o en el ángulo cos- tovertebral, seguido de las infecciones. El riñón ectópico pélvico puede palparse como una masa infraumbilical. La fusión renal es la unión de los dos riñones. La forma más común es el riñón en herradura, en el cual la unión se produce por delante de los grandes vasos abdominales mediante un istmo que puede ser una banda fibrosa o tejido renal funcionante; lo más frecuente es la fusión de los polos inferiores. Otras formas de fusión son la ectopia cruzada con fusión, el riñón «en torta» y el denominado «riñón en S» o sigmoide. Todas las variantes de fusión se caracterizan por la presencia de malrotación (pelvis en dirección ventral) y de anomalías de la vas- cularización. Los pacientes pueden estar asintomáticos o presentar complicaciones como obstrucción ureteral, cálculos e infecciones de repetición. En los casos con manifestaciones clínicas importantes, se puede practicar una pieloplastia o una división del istmo. Duplicidad pieloureteral Con este término se designa una anomalía caracterizada por que el riñón contiene dos pelvis que forman dos uréteres. Puede ser unilateral o bilateral, y la duplicidad ureteral, completa o parcial. En la duplici- dad completa los uréteres entran por separado en la vejiga, mientras que en la incompleta, la forma más común, se unen antes y penetran por un solo punto. La prevalencia es del orden del 4% de la población y afecta con mayor frecuencia al lado izquierdo que al derecho. Uno de los orificios de entrada en la vejiga es a menudo ectópico y puede estar obstruido; asimismo, la porción intravesical puede estar dilatada y dar lugar a un quiste o un ureterocele. Casi siempre, el orificio ureteral ectópico corresponde al uréter que drena el polo renal superior y puede ser incontinente con reflujo. Las complicaciones clínicas que puede presentar corresponden a infecciones urinarias recidivantes. La duplicidad también puede descubrirse de forma casual. Si el paciente presenta una clínica acusada, el tratamiento de elección es la hemine- frectomía. Si todo el riñón se encuentra muy lesionado, se practica la nefrectomía. Riñón supernumerario El riñón supernumerario es una anomalía muy rara que se caracteriza por la existencia de una masa renal sin comunicación parenquimatosa con el otro riñón, que posee pelvis y uréter propios con irrigación vascular independiente. Por lo general, es más pequeño, se halla por debajo del riñón normal del mismo lado y habitualmente su uréter se une al del riñón superior. La conducta terapéutica cuando el riñón supernumerario ocasiona manifestaciones clínicas es la nefrectomía. Anomalías del desarrollo de la vía urinaria Hidronefrosis congénita La hidronefrosis congénita se produce por obstrucción de la vía uri- naria. Si la obstrucción es alta, suele ser una anomalía de la unión pieloureteral; es el trastorno congénito más importante y frecuente de la pelvis renal, con una incidencia de 1/500 nacidos vivos. La obstrucción pieloureteral se puede producir debido a vasos aberrantes, bandas fibrosas, anomalías de inserción del uréter en la pelvis o por causas no aclaradas que se interpretan como un defecto funcional que implica una dificultad en el vaciamiento normal de la pelvis renal. Puede ser unilateral o bilateral. La obstrucción de la unión pieloureteral suele asociarse a pelvis extrarrenal. La obstrucción baja suele ser causada por la presencia de válvulas de uretra posterior. Se trata de un defecto localizado en la uretra pros- tática. Da lugar a la uropatía obstructiva más grave en la infancia. En ausencia de una intervención precoz, incluso prenatal, conduce a insuficiencia renal crónica terminal precoz por la lesión parenquimatosa grave causada por la hidronefrosis. Se acompaña siempre de vejiga trabeculada y, frecuentemente, de reflujo vesicoureteral. La tercera causa de hidronefrosis congénita es el reflujo vesicoure- teral congénito causado por una anomalía madurativa del mecanismo valvular de la unión ureterovesical. Entre el 1% y 2% de la población tiene algún grado de reflujo. La nefropatía del reflujo se revisa en el capítulo 106, Nefropatía obstructiva y nefropatía del reflujo. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Nicolaou N, Renkema KY, Bongers EM, Giles RH, Knoers NV. Genetic, envi- ronmental, and epigenetic factors involved in CAKUT. Nat Rev Nephrol 2015;11(12):720-31. Nigam A, Knoers NVAM, Renkema KY. Impact of next generation sequencing on our understanding of CAKUT. Semin Cell Dev Biol 2019;91:104-10. van der Ven AT, Vivante A, Hildebrandt F. Novel Insights into the Pathogenesis of Monogenic Congenital Anomalies of the Kidney and Urinary Tract. J Am Soc Nephrol 2018;29(1):36-50. ENFERMEDADES QUÍSTICAS DEL RIÑÓN Existe un grupo heterogéneo de enfermedades, congénitas o adquiridas, con una causa genética o sin ella, que tienen en común la existencia de quistes renales. Generalmente, estos son de origen tubular y su causa Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. Nose permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 918 SECCIÓN VI Nefrología más frecuente es una alteración en los procesos de diferenciación y proliferación del epitelio tubular. Las enfermedades quísticas renales de origen genético se agrupan actualmente bajo el epígrafe de ciliopatías. En todas ellas se ha localizado la proteína para la que codifica el gen causante de la enfermedad, en el cilio primario. A continuación se des- criben las enfermedades más importantes de este grupo (cuadro 110-2), salvo las displasias quísticas, que ya han sido tratadas. Nefronoptisis La nefronoptisis (NPH) es una enfermedad autosómica recesiva y constituye la principal causa de pérdida de función renal de origen hereditario dentro de la infancia-adolescencia. Su incidencia se ha estimado en 1/50.000, y representaría alrededor del 5% de los casos de enfermedad renal crónica terminal (ERCT) en edad pediátrica. Los síntomas iniciales son anemia, poliuria, polidipsia y enuresis. La ecografía mostrará riñones de tamaño normal que, en relación con la insuficiencia renal, se irán haciendo pequeños, con o sin quistes corticomedulares. En la histología se pueden visualizar, además de los quistes, una nefropatía intersticial y la desestructuración de la membrana basal. Según la edad a la que tenga lugar la ERCT, puede hablarse de NPH infantil (dentro de los 3 primeros años de vida) y juvenil (dentro de las tres primeras décadas de la vida). Las manifestaciones extrarrenales se presentan en aproximadamente un 15% de los pacientes, y pueden afectar a órganos tan diversos como los ojos, el corazón, el sistema nervioso central, el hígado o los pulmones, para definir síndromes como los de Senior-Loken (retino- sis pigmentaria), Joubert (nistagmo, ataxia cerebelar-hipoplasia del vermis, discapacidad intelectual) y Cogan (apraxia oculomotora). El gen mutado en cada paciente es el principal determinante del tipo de NPH y sus manifestaciones extrarrenales. Se trata de una enfermedad genéticamente muy heterogénea, pues se han identificado más de 20 genes causantes de la enfermedad en la actualidad. Entre los genes descritos, destaca NPHP1 como causante de la mayoría de los casos de NPH juvenil. Nefropatía tubulointersticial autosómica dominante Bajo este epígrafe se incluyen una serie de enfermedades antes llamadas enfermedad medular quística o nefropatía hiperuricémica familiar. La nefropatía tubulointersticial autosómica dominante (NTAD) se presenta en la cuarta o la quinta décadas de la vida y su prevalencia es desconocida, aunque es infradiagnosticada. Su forma de presenta- ción es parecida a la NPH, excepto en el retraso de crecimiento y las manifestaciones extrarrenales. Se conocen, hasta el momento, cinco genes causantes de la enfermedad: MUC1, UMOD, HNF1b, REN y SEC61A1, por este orden de frecuencia. La ERCT aparece entre los 40 y los 70 años, y existe una gran variabilidad intra- e interfamiliar. Son frecuentes la hiperuricemia y la gota en caso de mutaciones en MUC1 y, sobre todo, en UMOD. Las mutaciones en HNF1b pue- den asociarse a alteraciones tipo CAKUT, diabetes, hiperuricemia, hipomagnesemia e hipopotasemia. En la NTAD, los riñones son pequeños y, ocasionalmente, tienen quistes de pequeño tamaño en la unión corticomedular. Suele tener una progresión muy lenta a ERCT y ausencia de hematuria y proteinuria significativas. La incapacidad para concentrar correctamente la orina es una constante en esta enfermedad. El grado de anemia suele superar al esperado por el deterioro de la función renal, especialmente en casos de mutación del gen REN. Puede haber hipertensión, aunque no es una característica de la enfermedad. En la ecografía se aprecian unos riñones disminuidos de tamaño con ecogenicidad aumentada (similar a la del hígado). Pueden observarse quistes en la unión corticomedular, que son más fáciles de ver en la TC. No existe tratamiento específico para la enfermedad. Debido al defecto de concentración, deben evitarse los diuréticos y la restricción de sodio. Quistes renales simples Los quistes renales simples, solitarios o múltiples, suelen ser intras- cendentes. Su frecuencia aumenta con la edad: son raros en niños o adultos jóvenes y muy frecuentes en individuos de edad avanzada. No son hereditarios, pero se sabe poco de la contribución de factores genéticos y ambientales a su formación. Pueden medir unos pocos milímetros o varios centímetros de diámetro. Su pared consiste en tejido fibroso reves- tido interiormente por células epiteliales de origen tubular. Su contenido es un líquido seroso cuya composición química es la de un trasudado de plasma. Pueden contener uno o varios tabiques incompletos. Generalmente son asintomáticos, aunque los de gran tamaño pue- den causar molestias en el abdomen y en la región lumbar. Raras veces una hemorragia intraquística o la rotura espontánea pueden causar dolor agudo de mayor gravedad. Excepcionalmente, un quiste simple puede causar hematuria micro- o macroscópica, pero casi siempre existe otra causa de estos signos. Los quistes localizados en el hilio renal pueden producir la apariencia urográfica de obstrucción calicial o hidronefrosis, por lo común sin trascendencia funcional (renograma antes y después de furosemida). Se han descrito casos de hipertensión nefrogénica por un quiste intrarrenal que causa compresión arterial e isquemia. Otra rara complicación, generalmente en mujeres, es la infección de un quiste, casi siempre por Escherichia coli. El cuadro clínico consiste en fiebre alta, dolor localizado y, a menudo, derrame pleural asociado. El diagnóstico se realiza mediante ecografía o TC. La punción y la aspiración para exámenes citológicos o bacteriológicos están indicadas en la evaluación de quistes que no satisfacen completamente los cri- terios de quiste simple. El tratamiento quirúrgico está indicado sólo cuando hay sospecha de malignidad o en caso de quistes complicados que no pueden tratarse percutáneamente de forma adecuada. Riñón en esponja Llamado también enfermedad de Cacchi-Ricci, ectasia ductal precalici- liar o espongiosis renal. Es un trastorno frecuente caracterizado por la dilatación de la porción terminal de los túbulos colectores con quistes limitados a las pirámides medulares y, especialmente, las papilas renales. Se considera un proceso no hereditario, pero en algunas familias se ha observado una herencia autosómica dominante. El riñón en esponja puede asociarse al síndrome de Ehlers-Danlos y a hemihipertrofia congénita. El tamaño renal es normal o ligeramente aumentado. La escasa frecuencia con que este trastorno se diagnostica durante la infancia sugiere que es un proceso adquirido y no una anomalía con- génita, aunque la explicación más lógica es que esta enfermedad sólo se diagnóstica por urografía intravenosa, exploración que ha caído bastante en desuso, especialmente en la población pediátrica. Por lo general, es un trastorno benigno y, a menudo, asintomático. Puede acompañarse de trastornos de la función tubular. La complicación más frecuente es la formación de cálculos en las dilataciones quísticas de los conductos papilares, responsable de episodios de hematuria micros- cópica o macroscópica y cólicos renales. La frecuencia de hipertensión • CUADRO 110-2 Clasificación de las enfermedades quísticas del riñón Hereditarias Autosómicas dominantes Poliquistosis renal autosómica dominante Esclerosis tuberosa Enfermedad de Von Hippel-Lindau Nefropatía tubulointersticial autosómica dominante Autosómicas recesivas Poliquistosis renal autosómica recesiva Nefronoptisis Ligadas al sexo Síndrome orofaciodigital No hereditarias Quistes simples Enfermedad quística adquirida Espongiosis renal (enfermedad de Cacchi-Ricci o ectasia ductal precaliciliar) Neoplasias quísticas Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.espor Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 919 CAPÍTULO 110 Malformaciones congénitas y enfermedades quísticas del riñón © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. e infección urinaria parece similar a la observada en otros enfermos con nefrolitiasis. Excepcionalmente, enfermos con numerosos episodios de obstrucción, pielonefritis y múltiples intervenciones quirúrgicas pueden desarrollar insuficiencia renal. El diagnóstico se establece por la demostración mediante urografía de la dilatación de los conductos papilares (estriaciones lineales y formas quísticas «en ramo de flores o racimo de uvas»). El grado de dilatación tubular es muy variable. La presencia de cálculos renales en las papilas del riñón da lugar a la llamada nefrocalcinosis. No existe un tratamiento específico. Poliquistosis renal de tipo autosómico recesivo Concepto Se caracteriza por la asociación de dilataciones quísticas de los túbulos colectores renales, fibrosis hepática congénita y, en ocasiones, dilatación no obstructiva de los conductos biliares intrahepáticos (enfermedad de Caroli). Etiología La prevalencia neonatal del estado homocigoto se estima entre 1:10.000 y 1:40.000. El gen de la poliquistosis renal de tipo autosómico rece- sivo, PKDH1, se ha localizado en el cromosoma 6p21 y codifica una proteína conocida como fibroquistina o poliductina. Cuadro clínico La mayor parte de los niños presentan al nacimiento riñones ecográfica- mente grandes y con aumento de ecogenicidad. En los casos más graves, los neonatos afectos presentan la «secuencia de Potter», con oligohidram- nios grave e hipoplasia pulmonar. La mortalidad neonatal se relaciona con la afección pulmonar (hipoplasia, atelectasia, neumotórax, neumomedias- tino) y no suele relacionarse con la disfunción renal. Las manifestaciones clínicas en los pacientes que sobreviven al período neonatal son: ERC, retraso de crecimiento, dificultad para la alimentación, HTA, infección urinaria, hiponatremia, trastornos de acidificación urinaria y, finalmente (secundaria a la fibrosis hepática), hipertensión portal. Si hay enfermedad de Caroli, pueden presentar también colangitis de repetición. Diagnóstico Las características ecográficas de los riñones incluyen el aumento de tamaño y de ecogenicidad (especialmente en la médula) y, a menudo, la presencia de pequeños quistes (de 2 cm o menos) alargados, orientados radialmente de la médula a la corteza. La asociación constante de fibrosis hepática congénita determina que las características ecográficas del hígado (aumento de tamaño y de ecogenicidad), el FibroScan® (mediante ecografía) e, incluso, la RM del hígado, así como la biopsia hepática, sean de utilidad en casos dudosos. La diferencia respecto a la poliquistosis renal autosómica dominante a nivel ecográfico radica en que, en presencia de insuficiencia renal, en la forma dominante los riñones están aumentados de tamaño, mientras que en la forma recesiva son de tamaño normal o disminuido. Actualmente es posible realizar el diagnóstico genético de la enfermedad, lo cual abre la posibilidad de realizar diagnóstico genético prenatal y preimplantacional. Tratamiento Consiste en un control estricto de la HTA, tratamiento de las com- plicaciones metabólicas de la ERC y, en caso necesario, diálisis y tras- plante renal. Los enfermos con hipertensión portal sintomática serían excelentes candidatos para una derivación portosistémica, pero dada la elevada comorbilidad, suele practicarse doble trasplante renal y hepático. Es aconsejable evitar la manipulación de la vía biliar en casos de enfermedad de Caroli por el elevado riesgo de colangitis. Poliquistosis renal de tipo autosómico dominante Concepto Es una enfermedad multisistémica de muy alta penetrancia y de expresión variable, que se caracteriza por la presencia de quistes renales bilaterales, quistes en otros órganos (hígado, páncreas, bazo, vesículas seminales) y anomalías extrarrenales que afectan a los sistemas cardiovascular (aneuris- mas intracraneales, enfermedad valvular cardíaca) y musculoesquelético (hernias abdominales). Es la enfermedad renal hereditaria más frecuente, con una prevalencia estimada de 1:1.000 nacidos vivos; es la cuarta causa de insuficiencia renal terminal y representa cerca del 10% de los pacientes que requieren tratamiento renal sustitutivo en España. Etiología Es una enfermedad genéticamente heterogénea, ya que puede estar causa- da por dos genes distintos. Mutaciones del gen PKD1 (en el cromosoma 16p13) y del gen PKD2 (en el cromosoma 4q21-23) son responsables del 85% y del 15% de los casos, respectivamente. Se han descrito otros dos genes que dan lugar a una enfermedad quística parecida de muy baja prevalencia: mutaciones en GANAB dan lugar a una forma leve de enfermedad quística que no progresa a ERCT, y las mutaciones en DNAJB11 causan enfermedad quística, en el contexto de la cual puede alcanzarse la ERCT en ausencia de aumento de volumen renal. Anatomía patológica Cuando la insuficiencia renal es avanzada, los riñones suelen ser de gran tamaño, no conservan su silueta típica y contienen numero- sos quistes de dimensiones variables en la corteza y en la médula. Histológicamente, el epitelio que reviste los quistes presenta áreas hiperplásicas de tipo papilar o polipoide, y una frecuencia elevada de apoptosis. Las membranas basales pueden ser normales o estar muy engrosadas o laminadas. Son frecuentes las lesiones vasculares (esclerosis arteriolar) e intersticiales (inflamación y fibrosis), incluso en estadios poco avanzados de la enfermedad. Patogenia Mediante microdisección de riñones poliquísticos, se ha demostrado la presencia de numerosos divertículos en todos los segmentos del túbulo renal. El mecanismo responsable de la formación de estas dilataciones focales podría ser una alteración de la membrana basal tubular o una proliferación primaria excesiva del epitelio tubular. Sea cual fuere el mecanismo inicial, al aumentar de tamaño, estos divertículos se des- conectan de su origen tubular y crecen de forma autónoma. Se ha demostrado el origen clonal de los quistes renales y hepáticos. Diversos hallazgos sugieren que el primer paso es la expansión clonal de una célula epitelial, de manera que un quiste aparece cuando el alelo no afecto por la mutación germinal sufre una mutación somática y, por consiguiente, tiene lugar la inactivación de los dos alelos del gen PKD. Actualmente, se aduce también la dosis de proteína como factor determinante de la gravedad y la base patogénica de la enfermedad. Cuadro clínico Los primeros síntomas pueden presentarse a cualquier edad, aunque son muy infrecuentes en la infancia y, generalmente, aparecen entre la tercera y la quinta década de la vida. Consisten en dolor abdominal o lumbar, hematuria, HTA y, con menor frecuencia, infección urinaria, litiasis, insuficiencia renal descubierta de forma incidental o presencia de una masa abdominal palpable. Las causas de dolor abdominal son muy diversas, e incluyen distensión producida por los quistes, hemo- rragia intraquística, hematuria macroscópica con coágulos, hematoma perinéfrico o nefrolitiasis. También puede originarse por quistes hepáticos complicados, diverticulitis y aneurismas aórticos. La hipertensión arterial es muy frecuente y, a menudo, se desarrolla cuando la función renal es todavía normal, aunque el tamaño renal suele estar aumentado. Parece probable que en la poliquistosis renal exista un defecto intrínseco renal responsable de retención de sodio, expansión de volumen e hipertensión. Los niveles de aldosterona y la actividad de la renina plasmática son normales o ligeramente elevados. La mayoría de los pacientes con poli- quistosis renal autosómica dominante desarrollan insuficienciarenal, y esta alcanza el estadio terminal si sobreviven el número suficiente de años. El volumen renal es el factor pronóstico predictivo más importante de cara a la aparición de insuficiencia renal. Una vez que aparece la insuficiencia renal, el filtrado glomerular disminuye a razón de unos 5 mL/min cada año. Aproximadamente el 50% de los pacientes desarro- lla ERCT alrededor de los 60 años. Los pacientes con mutaciones en el gen PKD2 suelen tener un curso clínico más benigno que aquellos con mutaciones en PKD1, con una mayor supervivencia y una progresión Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 920 SECCIÓN VI Nefrología más lenta de su insuficiencia renal. La edad media de entrada en diálisis es de 56 años para PKD1 y de 74 para PKD2. Las mutaciones truncantes de PKD1 dan lugar a las formas más graves de la enfermedad, con inicio de diálisis más precoz, frecuentemente antes de los 50 años. La infección de un quiste renal es más frecuente en mujeres y suele estar causada por microorganismos entéricos. Si no existe comunicación del quiste con la vía urinaria, los cultivos de orina pueden ser negativos. Si mediante ecografía o TC no se identifica el quiste infectado y es perentoria su identificación, dada la mala respuesta al tratamiento antibiótico y la necesidad de drenaje, se recomienda realizar una PET-TC. Uno de cada cinco pacientes con poliquistosis desarrolla nefrolitiasis. La composición química de los cálculos (generalmente, oxalato cálcico o ácido úrico) y la frecuencia de valores subnormales de citrato en la orina y de valores de pH urinario bajos indican la importancia de factores metabólicos, además de factores mecánicos, en la patogenia de esta complicación. No está aumentada la prevalencia de cáncer renal en esta enfermedad, aunque, si este existe, puede retrasarse el diagnóstico debido a la alteración de la arquitectura renal. La presencia de quistes hepáticos generalmente es asintomática; se desarrolla más tarde que la poliquistosis renal y tiende a ser más grave en las mujeres que en los varones, pero incluso los hígados más afectados contienen suficiente parénquima residual para mantener una función hepática normal. El desarrollo de ascitis en un enfermo con poliquistosis hepática se debe, generalmente, a la compresión por quistes de las venas hepáticas en su confluencia con la cava inferior. Es más frecuente la descompensación ascítica grave en pacientes con poliquistosis hepática masiva que son sometidos a nefrectomía bilateral. Estudios angiográficos con RM detectan aneurismas intracraneales en el 5%-10% de los pacientes con poliquistosis renal. La mayoría de estos aneurismas son de tamaño muy pequeño, con un diámetro inferior a 6 mm, y el riesgo de rotura es muy bajo. No obstante, la incidencia de hemorragia subaracnoidea por rotura de un aneurisma intracraneal en la poliquistosis renal es de 5 a 10 veces superior a la observada en la población general. Existe un acuerdo general en no hacer el despistaje sis- temático de aneurismas intracraneales a todos los pacientes con poliquis- tosis. Se aconseja realizar una angiorresonancia nuclear magnética cuando hay antecedentes familiares de hemorragia cerebral o accidente vascular cerebral no filiado, cuando hay síntomas neurológicos atribuibles a un posible aneurisma y cuando el paciente desarrolla un trabajo de riesgo en el que una pérdida de conocimiento brusca podría tener consecuencias funestas. Otros trastornos asociados a la poliquistosis renal autosómica dominante son anomalías cardiovasculares (prolapso de la válvula mitral, dilatación de la raíz aórtica, aneurismas o disecciones aórticas, válvula aórtica bicúspide y coartación de aorta) y hernias inguinales. Diagnóstico El método de elección para el diagnóstico de la enfermedad, por su rapidez, sensibilidad, seguridad y coste, es la ecografía. No obstante, antes de los 20 años de edad el número de falsos negativos es elevado. En los sujetos con un 50% de riesgo de padecer la enfermedad, los criterios ecográficos diagnósticos de poliquistosis renal son la presencia de al menos dos quistes, uno en cada riñón o dos en uno de ellos, antes de los 30 años; de dos quistes o más en cada riñón entre los 30 y los 59 años; y de cuatro quistes o más en cada riñón en sujetos de más de 60 años. La sensibilidad de estos criterios es casi del 100% para todos los pacientes mayores de 30 años e, incluso, para los pacientes más jóvenes si tienen mutaciones del gen PKD1, pero es sólo del 67% para pacientes con mutaciones en PKD2 si tienen menos de 30 años. El diagnóstico molecular suele hacerse mediante detección directa de mutaciones tanto en PKD1 como en PKD2. Actualmente se realiza mediante técnicas de secuenciación masiva, lo cual facilita mucho el diagnóstico comparado con la secuenciación clásica por Sanger. Aun así, dados su coste y su complejidad, no se realiza de rutina en todos los pacientes, sino en casos dudosos, en ciertos casos de forma presin- tomática, en casos infantiles graves, en donantes renales emparentados y para ofrecer opciones reproductivas seguras. Tratamiento Está dirigido a la prevención de complicaciones y, si es posible, a retrasar la progresión de la insuficiencia renal. El único fármaco modificador de la progresión aprobado para esta enfermedad es tolvaptán (antagonis- ta del receptor V2 de la vasopresina). Dicho fármaco ha demostrado su efecto reduciendo la velocidad de crecimiento del volumen renal y enlenteciendo el declive de la función renal. El efecto acuarético del fármaco conlleva una gran poliuria/polidipsia. Asimismo, un 4% de los pacientes presentan una elevación de transaminasas en los primeros 18 meses de toma del fármaco. Independientemente de la existencia de un tratamiento específico, debe prestarse especial atención a la detección pre- coz y al tratamiento estricto de la hipertensión, así como a la corrección de otros factores de riesgo cardiovasculares, ya que las complicaciones cardiovasculares constituyen la principal causa de mortalidad. Los IECA y los antagonistas de los receptores de la angiotensina II parecen tener algunas ventajas sobre otros hipotensores. El estudio CRISP demostró que mantener la PA baja (≤ 110/75 mm Hg) no modifica la progresión de la enfermedad, pero disminuye la lesión subclínica de órgano diana. Se recomienda evitar la participación en deportes de contacto y la utilización de cinturones apretados, el abuso de opiáceos o analgésicos, las manipu- laciones innecesarias del tracto urinario y el uso inadecuado de diuréticos o la restricción excesiva de sodio en enfermos con insuficiencia renal. Si existe una elevada sospecha de infección quística, se recomienda iniciar el tratamiento con quinolonas, endovenoso u oral, según la gravedad del cuadro. La descompresión quirúrgica o laparoscópica de riñones poliquísticos sólo está indicada en enfermos con dolor renal crónico incapacitante o infección refractaria al tratamiento antibiótico. Los aneurismas intracraneales con un diámetro superior a 10 mm deben tratarse quirúrgicamente; aquellos con un diámetro inferior a 6 mm tienen un bajo riesgo de rotura y deben evaluarse anualmente. No existe acuerdo general acerca del tratamiento de los aneurismas entre 6 y 9 mm de diámetro. Los enfermos con ERCT son candidatos para tratamiento con diálisis y trasplante renal. Síndrome orofaciodigital Es una enfermedad hereditaria ligada al sexo, letal en varones y que en mujeres cursa con: alteraciones dentales y palatinas, hipoplasia de las aletas nasales, braquidactilia, discapacidad intelectual variable en algunos casos y riñones con múltiples quistes. Los riñones son parecidos a los de la poliquistosis dominante, perode menor tamaño. A pesar de ser este el fenotipo clásico descrito, al igual que ocurre en la mayoría de las enfermedades genéticas en las que el acceso al diagnóstico genético es muy fácil, a medida que se diagnostican más casos se aprecia un amplio espectro fenotípico con pacientes con formas muy distintas a la referida. En las familias destaca la afección exclusiva de las mujeres. Su prevalencia estimada es de 1/250.000. Está causado principalmente por mutaciones en el gen CXORF5, localizado en Xp22, pero se han des- crito varios genes más que causan cuadros clínicos semejantes (C2CD3, TMEM107, INTU, KIAA0753, IFT57, entre otros). Esclerosis tuberosa Es una enfermedad autosómica dominante de alta penetrancia y expre- sión muy variable. Está causada por dos genes distintos, el primero en el brazo largo del cromosoma 9 (TSC1) y el segundo en el brazo corto del cromosoma 16 (TSC2), muy cerca del gen de la poliquistosis renal autosómica dominante (PKD1). Puede afectar al SNC (túberes cor- ticales, astrocitomas), la piel (manchas hipomelánicas, angiofibromas faciales, nódulos de Könen, lesiones rasposas), la retina, los riñones, el corazón y los pulmones. La afección renal se caracteriza por la presencia de angiomiolipo- mas, quistes y, muy raramente, carcinomas. Los angiomiolipomas son tumores benignos compuestos de tejido adiposo, músculo liso y vasos sanguíneos anormales. El componente muscular puede ser pleomór- fico, con células intensamente eosinófilas, núcleos hipercromáticos de gran tamaño y figuras mitóticas esporádicas, lo que puede inducir un diagnóstico erróneo de malignidad. Los angiomiolipomas pueden ser asintomáticos o causar hematuria macroscópica, dolor lumbar o abdominal, hemorragia retroperitoneal y fiebre. La distinción entre un angiomiolipoma y un carcinoma renal suele ser sencilla por TC, que demuestra claramente la presencia de grasa. En caso de dudas, se debe realizar biopsia de la lesión. La prevalencia de carcinomas renales no está aumentada, aunque aparecen en edades más precoces y son de estirpe histológica más variada que en la población general. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 921 CAPÍTULO 111 Litiasis renal El tratamiento de los angiomiolipomas era, hasta ahora, mediante embolización arterial, enucleación o nefrectomía parcial si el tamaño de las lesiones era grande. Actualmente, están aprobados los inhibidores de mTOR (everolimus) como tratamiento de primera línea para la enfermedad. La insuficiencia renal es poco frecuente en estos pacientes y suele ser por intervenciones quirúrgicas repetidas sobre los riñones. Existe una forma de esclerosis tuberosa peculiar que consiste en la presencia de grandes masas quísticas renales al nacer y el resto de las manifestaciones propias de la esclerosis tuberosa. Se trata de un sín- drome de genes contiguos, causado por la deleción de parte del gen TSC2 y del gen PKD1. En estos casos, la aparición de insuficiencia renal en la infancia-juventud suele ser la norma. Enfermedad de Von Hippel-Lindau Es una enfermedad cancerosa familiar autosómica dominante con alta penetrancia y expresión variable, cuyo gen (VHL) se ha localizado en el brazo corto del cromosoma 3. Su prevalencia aproximada es de 1:40.000. Puede afectar al cerebelo, el bulbo y la médula espinal (hemangioblastomas); la retina (angiomatosis y hemangioblastomas); el riñón (quistes, hemangiomas, adenomas y carcinomas); el pán- creas (quistes y, raras veces, neoplasias); el hígado (hemangiomas); el epidídimo (quistes y adenomas) y las glándulas suprarrenales (feo- cromocitoma). Los quistes renales, generalmente, están revestidos por un epitelio hiperplásico, a menudo con nódulos murales de carcinoma de células claras. Los carcinomas en esta enfermedad son con frecuencia multicéntricos y bilaterales. Los quistes suelen ser asintomáticos, pero los pacientes con riñones difusamente quísticos pueden desarrollar insuficiencia renal. Los carcinomas renales y los hemangioblastomas del SNC son las principales causas de morbimortalidad. La detección presintomática y el tratamiento precoz de las com- plicaciones revisten especial importancia. Cada año debe realizarse una TC o una RM del abdomen. Actualmente, se puede hacer un estudio genético de la enfermedad mediante la detección de mutaciones en el gen VHL. El tratamiento quirúrgico de un carcinoma renal debe pre- servar tanto tejido renal como sea posible debido a la alta probabilidad de que posteriormente se desarrollen nuevas lesiones. La nefrectomía bilateral está indicada en enfermos con insuficiencia renal terminal. Enfermedad renal quística adquirida Es la degeneración quística del parénquima renal que ocurre en riñones con ERCT, probablemente como consecuencia del estado de uremia prolongado. De alguna manera, el estado urémico proporciona una señal (trastorno metabólico, acumulación de un producto tóxico o factor de crecimiento) que, directa o indirectamente, estimula la proliferación del epitelio tubular. La regresión de la enfermedad quís- tica observada en algunos enfermos después de un trasplante renal es compatible con esta hipótesis. El epitelio que reviste los quistes es de tipo cuboidal, a menudo hiperplásico y, en más del 90% de los quistes, de origen proximal. Al igual que en la poliquistosis renal autosómica dominante, los quistes se originan como dilataciones focales del túbulo renal. Puede preceder al inicio de la diálisis y progresar independien- temente del tipo de diálisis utilizado. La frecuencia aumenta con el tiempo en diálisis, con mayor riesgo en pacientes varones, afectos de nefroangiosclerosis o de etnia negra. Afecta a más de la mitad de los enfermos en diálisis crónica durante más de 3 años. Suele ser asintomá- tica, pero dos complicaciones pueden causar manifestaciones clínicas: hemorragia y degeneración maligna. La hemorragia retroperitoneal, subcapsular, intraquística o en el sistema colector puede causar dolor o hipotensión grave. Los carcinomas de células renales son cuatro veces más frecuentes y ocurren a una edad más temprana en esta enfermedad que en la población general. Por razones de coste, no se puede justificar la evaluación indiscriminada de todos los pacientes en programas de diálisis. Obviamente, deben evaluarse aquellos que desarrollan hematuria, dolor abdominal o lumbar, fiebre o enfermedad sistémica sin explicación aparente, y aquellos que van a recibir un trasplante renal. La TC con contraste intravenoso es mejor que la ecografía para la detección de un carcinoma en un riñón con enfermedad quística. Las lesiones sólidas de más de 2 cm de diámetro requieren tratamiento quirúrgico, generalmente una nefrectomía bilateral, debido a que los carcinomas renales en esta enfermedad son a menudo multifocales y bilaterales. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Chebib FT, Torres VE. Recent Advances in the Management of Autosomal Dominant Polycystic Kidney Disease. Clin J Am Soc Nephrol 2018; 13:1765-76. König J, Kranz B, König S, Schlingmann KP, Titieni A, Tönshoff B, et al. Phenotypic Spectrum of Children with Nephronophthisis and Related Ciliopathies. Clin J Am Soc Nephrol 2017;12:1974-83. Lam HC, Siroky BJ, Henske EP. Renal disease in tuberous sclerosis complex: pathogenesis and therapy. Nat Rev Nephrol 2018;14:704-16. https://booksmedicos.org Push Button0:
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