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S E C C IÓ N I V Enfermedades arteriales de las extremidades ISQUEMIA CRÓNICA Concepto El término isquemia crónica o enfermedad arterial obstructiva crónica de las extremidades hace referencia a un grupo de trastornos que conducen a una estenosis progresiva u obstrucción de la aorta distal y las arterias ilíacas e infrainguinales, que condiciona una disminución del flujo vascular a sus tejidos estructurales, especialmente muscular, nervioso y cutáneo. A pesar de tratarse de un trastorno progresivo desde el punto de vista anatomopatológico, suele cursar de forma asintomática hasta alcanzar grados avanzados de lesión vascular. La isquemia crónica puede presentarse clínicamente como claudicación intermitente, dolor mus- cular a la deambulación o isquemia crítica, isquemia cutánea con dolor en reposo o necrosis, que puede conducir a la pérdida de viabilidad de la extremidad y a su amputación. En ocasiones, se prefieren términos alternativos, como enfermedad vascular periférica, enfermedad arterial periférica o enfermedad arterial obstructiva periférica. La enfermedad vascular periférica alude a una multitud de síndromes que afectan al sistema arterial, venoso y linfático. La enfermedad arterial periférica incluye los trastornos que conducen a la estenosis progresiva, u obstrucción, o a la dilatación aneurismática de la aorta y sus ramas no coronarias, incluidas las carótidas y las arterias de las extremidades superiores. El término enfermedad obstructiva arterial periférica excluye, con respecto a la anterior, los trastornos vasorreactivos o aneurismáticos. Etiología Aunque existen muchas causas posibles de isquemia crónica de las extremidades (cuadro 67-1), la más frecuente es la arteriosclerosis, proceso que afecta a distintos lechos arteriales a la vez, aunque clíni- camente suele manifestarse sólo en uno de ellos. Los pacientes con isquemia crónica presentan una elevada prevalencia de enfermedad coronaria y cerebrovascular. Se estima que entre un 6% y un 8% de los individuos mayores de 65 años presentan la enfermedad y que esta es entre una y ocho veces más frecuente en varones que en mujeres. Los factores de riesgo arteriosclerótico, entre los que destacan los tradicionales (tabaquismo, hipertensión arterial, diabetes mellitus, dislipemia e hiperhomocis- teinemia) y los no tradicionales (inflamación, enfermedad renal cró- nica, factores genéticos, hipercoagulabilidad y síndrome metabólico), incrementan la posibilidad de desarrollar isquemia crónica, así como otras manifestaciones de arteriosclerosis. Anatomía patológica La arteriosclerosis es un proceso degenerativo de la pared arterial en el que se forma una placa de ateroma mediante un complejo proceso que implica disfunción endotelial, alteraciones lipídicas, activación plaquetaria, activación de fibras musculares lisas, alteración de la matriz endotelial y remodelación arterial, para provocar estenosis arteriales. En su evolución se distinguen varios estadios, incluidas la estría grasa, la placa fibrolipídica y la placa de ateroma, constituida por un centro lipí- dico y una cubierta de células endoteliales y musculares lisas proliferadas desde la capa media. La estabilidad, o integridad, de la cubierta puede romperse por la acción de diversas enzimas como las metaloproteasas • CUADRO 67-1 Arteriosclerosis Arteritis Coartación de aorta congénita o adquirida Endofibrosis de la arteria ilíaca externa Displasia fibromuscular Embolias periféricas Aneurisma poplíteo (con tromboembolia secundaria) Quiste adventicial de la arteria poplítea Atrapamiento poplíteo Tumores vasculares primarios Seudoxantoma elástico Traumatismo antiguo Irradiación (arteritis actínica) Enfermedad de Takayasu Tromboangitis obliterante (enfermedad de Buerger) https://booksmedicos.org 586 SECCIÓN IV Angiología de la matriz (MMP), con las subsiguientes liberación y embolización de componentes de la placa. Por otra parte, la exposición de las capas subendoteliales y de las moléculas de factor von Willebrand presentes en ellas puede desencadenar la adhesión inicial de plaquetas y la activación de la cascada de la coagulación que, en última instancia, provocarán la formación local del trombo capaz de ocluir la luz del vaso. La arteriopatía o macroangiopatía diabética es una de las causas principales de formación de placas de ateroma. No obstante, presenta características anatomopatológicas diferenciales, como la tendencia a la calcificación de la capa media arterial, similar a la que se observa en la insuficiencia renal avanzada. Asimismo, suele asociar un componente microangiopático, principalmente por acción de la glicosilación no enzimática de proteínas de las láminas basales y peroxidación lipídica de las membranas celulares características de la enfermedad. Fisiopatología Aunque la fisiopatología general de la isquemia crónica es similar en los tres cuadros clínicos (asintomático, claudicación intermitente, isquemia crítica), en general, el deterioro del flujo vascular no es detectable hasta que las lesiones (localizadas o difusas) ocupan, al menos, la mitad de la luz del vaso. Hasta superar dicho umbral, los pacientes asintomáticos y con claudicación intermitente presentan un flujo sanguíneo normal en reposo. Con el ejercicio, las lesiones obstructivas de los vasos arteriales de los músculos de la pierna limitan la capacidad de aumento del flujo sanguíneo, lo que conlleva un desequilibrio entre el aporte de oxígeno y la demanda metabólica del músculo y deriva en una isquemia muscular, con la consiguiente activación del metabolismo anaerobio y la generación de ácido láctico. La combinación de hipoxia y acidosis láctica es la res- ponsable del estímulo de los receptores nociceptivos y la sintomatología clínica de claudicación. En la isquemia crónica crítica, las lesiones arte- riales deterioran el flujo sanguíneo hasta un punto en que no pueden satisfacerse las necesidades basales de nutrición tisular. En ocasiones, las consecuencias hemodinámicas de las lesiones arteriales pueden verse complicadas por una disminución del gasto cardíaco. Se considera que la isquemia crónica crítica es el resultado de una enfermedad arterial obs- tructiva multisegmentaria y se manifiesta como necrosis o dolor en reposo. Cuadro clínico La clasificación clínica clásica es la de Fontaine, que diferencia cua- tro estadios: I, asintomático; II, claudicación intermitente, donde se diferencia el subestadio IIa (claudicación no invalidante, leve) y el subestadio IIb (invalidante, moderada o grave); III, dolor en reposo, y IV, lesión isquémica (úlcera o gangrena). En la actualidad, se diferencian tres estadios clínicos, no obligatoria- mente secuenciales en su evolución: enfermedad arterial asintomática, que sin presentar síntomas se detecta mediante exploración física o pruebas hemodinámicas o morfológicas; claudicación intermitente e isquemia crítica. Claudicación intermitente Se caracteriza por la obligación de detener la marcha ante la aparición de dolor en las piernas, típicamente en la zona gemelar, tras deambular una cierta distancia (distancia de claudicación); a los pocos minutos del reposo, dicho dolor cede, y reaparece al andar una distancia parecida a la anterior. En las pendientes, la distancia de claudicación es más corta. Popularmente se la conoce como enfermedad de los escaparates. El síndrome de Leriche es un cuadro clínico clásico que combina los síntomas de claudicación glútea, impotencia coeundi y ausencia de pulsos femorales. Aparece habitualmente como consecuencia de una obliteración aortoilíaca bilateral más o menos extensa, con afección de las arterias hipogástricas. Isquemia crítica La denominación isquemia crónica crítica debe utilizarse para todos los pacientes con dolor en reposo isquémico crónico, úlceras o gan- grena atribuibles a una enfermedad arterial obstructiva demostrada de forma objetiva. Implica cronicidad y debe diferenciarse de la isquemia aguda delas extremidades. Corresponde a los estadios III y IV de Fontaine. El dolor isquémico puede llegar a ser extraordinariamente intenso y aparece habitualmente por la noche, aunque en casos graves puede ser continuo. Se localiza en la parte distal del pie o cercano a una úlcera. Suele despertar al paciente por la noche. El frío y la elevación de la pierna aumentan la intensidad del dolor, mientras que la posición en declive provoca un alivio parcial. Algunos pacientes pueden presentar pérdida tisular. La gangrena suele afectar a los dedos o, en el paciente encamado, al talón. En los casos graves, puede afectar a la parte distal del antepié. Diagnóstico El diagnóstico se basa en la clínica, la anamnesis y la exploración, y se confirma mediante métodos hemodinámicos y de imagen. Diagnóstico clínico Debe analizarse la existencia de factores de riesgo de arteriosclerosis y antecedentes de clínica isquémica en otras localizaciones, presentes en un tercio de los casos, como cardiopatía isquémica o isquemia cerebrovascular; hasta un 25% de los casos presentan las dos simul- táneamente. La exploración física requiere la evaluación del sistema arterial en su conjunto. Se deben examinar los pulsos femorales, poplíteos, tibial posterior y pedio. La ausencia de pulso femoral orienta hacia una obs- trucción en el sector aortoilíaco; la presencia de pulso femoral, con ausencia de poplíteo y distales, en el sector femoropoplíteo, y la presencia de pulso poplíteo y ausencia de distales sugiere una obstrucción en el sector infrapoplíteo. La presencia de pulsos no descarta necesariamente la arteriopatía. Adicionalmente, se deben auscultar las regiones inguinales y laterocervicales en busca de soplos, y palparse el abdomen para detectar posibles masas pulsátiles que sugieran la presencia de aneurismas. Métodos hemodinámicos El método hemodinámico de mayor utilidad en el diagnóstico de isquemia crónica es el índice tobillo-brazo (ITB), llamado también índice Doppler o índice de Yao, en honor a James ST Yao, quien lo introdujo en la práctica clínica en los años setenta. Se define como la relación entre la presión arterial sistólica medida en el tobillo (arteria tibial anterior y pedia) y la presión arterial sistólica en el brazo. Se determina mediante un equipo Doppler que permite detectar flujos sanguíneos mínimos, a través de su representación acústica o gráfica en la pantalla de un osciloscopio, y un esfigmomanómetro. La colocación del manguito a distintos niveles de la extremidad permite detectar la localización proximal, femoropoplítea o distal de las lesiones. Un ITB menor de 0,9 permite detectar la enfermedad con una precisión (sensibilidad y especificidad) del 95% al 100%. Cuanto menor es el ITB, peor pronóstico tiene la enfermedad. La claudicación se asocia a ITB entre 0,5 y 0,9. El dolor en reposo y las lesiones tróficas se asocian con valores de ITB inferiores a 0,5 y a 0,3, respectivamente. La calcificación de la pared arterial de los vasos distales, como puede ocurrir en la diabetes o en la insuficiencia renal, impide su compresión por el manguito de presión, lo que da lugar a valores falsamente elevados. En estos casos, puede realizarse con otros métodos, como el índice dedo-brazo, el análisis de curvas de flujo Doppler, la pletis- mografía segmentaria o la cuantificación del flujo con láser Doppler. El test de esfuerzo en tapiz rodante, o claudicometría, permite confirmar la causa isquémica de la claudicación y cuantificarla a través de la distancia de claudicación y la caída de la presión en la extremidad. En casos de perfusión tisular límite, por debajo del umbral de sensibilidad de los métodos anteriores, se ha sugerido la utilidad de la presión transcutánea de oxígeno (TcO2), especialmente para determinar el nivel de amputación. Métodos de imagen Las técnicas de imagen se utilizan para localizar y cuantificar el grado de obstrucción arterial. Arteriografía La arteriografía era clásicamente la técnica de elección en la mayoría de los casos, y se consideraba el patrón de referencia del diagnóstico morfológico. Hoy por hoy se suele reservar para la realización de técnicas quirúrgicas endovasculares, como parte del procedimiento. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 587 CAPÍTULO 67 Enfermedades arteriales de las extremidades S E C C IÓ N I V Ecografía y ecografía Doppler No emplean radiaciones ionizantes y su coste es menor. Aportan información muy útil sobre la anatomía de las lesiones (características y extensión), así como información funcional del flujo (eco-Doppler). La desventaja es que se trata de una técnica dependiente del explorador y de su experiencia. Angiorresonancia magnética La angio-RM es muy útil a la hora de identificar lesiones obstructivas, por la detección de la disminución del flujo vascular e, incluso, por su cuantificación con software adecuado. Su principal desventaja es su menor resolución espacial en comparación con las técnicas de ecografía o con radiaciones ionizantes, así como la tendencia a sobrevalorar el grado de estenosis y los artefactos potenciales por prótesis endovas- culares (stents) y flujo turbulento. Angiotomografía computarizada Por su precisión, la angio-TC debe considerarse la principal alternativa a la angiografía convencional para el diagnóstico de estenosis y obs- trucciones arteriales de extremidades inferiores. Tanto la angio-RM como la angio-TC permiten adentrarse en el análisis y el mapeo de los componentes de la placa de ate- roma (fibrolipídico, hemorragia/necrosis y calcificación). Más recientemente, la ecografía endovascular (IVUS; resolución espa- cial < 0,1 mm) y la tomografía de coherencia óptica (TCO; reso- lución espacial < 0,005 mm), aunque invasivas, han demostrado su potencial diagnóstico al proporcionar imágenes cada vez más similares a las de la histología convencional (resolución espacial 0,001 mm). Diagnóstico topográfico En función de la localización y la extensión de las lesiones, se distinguen cuatro grados de afectación para las lesiones tanto aortoilíacas como femoropoplíteas y distales (clasificación TASC II) (fig. 67-1). Diagnóstico diferencial Desde el punto de vista clínico, debe plantearse el diagnóstico dife- rencial de la claudicación intermitente, el dolor en reposo isquémico y las lesiones tróficas. Diagnóstico diferencial de la claudicación intermitente La claudicación intermitente debe diferenciarse de otros cuadros clínicos. La relación del dolor con el mismo grado de ejercicio, de forma reproducible, y su mejoría con el descanso hacen el diagnóstico diferencial relativamente sencillo. Claudicación venosa Aparece en los pacientes con insuficiencia venosa, ya sea esencial o por síndrome postrombótico. La hipertensión venosa basal empeora con el ejercicio y provoca sensación de ardor, pesadez, presión y tensión en el miembro. Se suele asociar con edema en la pierna. Mejora con el reposo y puede requerir la elevación de la extremidad. Compresión nerviosa Es un dolor radicular por herniación discal u osteófitos. Se distribuye por el dermatomo de la raíz afectada. Suele referirse desde el inicio de la marcha, generalmente en la pantorrilla o la cara posterior del muslo. No se alivia de inmediato al dejar de caminar y puede persistir en reposo. La compresión por estrechamiento del canal medular puede provocar dolor a la deambulación, aunque también en reposo en bipedestación, que mejora en sedestación o con la flexión de la columna lumbar. Artrosis de cadera y rodilla El dolor puede variar de un día a otro. Suele ser peor por la mañana y al inicio de la marcha, localizado en la articulación e irradiado a la ingle o el hueco poplíteo, respectivamente. No cesa trasel reposo o en bipedestación. Suele mejorar al sentarse, acostarse o reclinarse aliviando la carga sobre la articulación. Otras causas Desde el punto de vista etiológico, la claudicación intermitente arte- riosclerótica debe diferenciarse de otras causas de obstrucción arterial (v. cuadro 67-1). Diagnóstico diferencial del dolor en reposo de tipo isquémico La neuropatía periférica generalmente es secundaria a diabetes, suele ser mixta y asociarse a alteraciones de la sensibilidad, y puede producir un Clasificación topográfica de las lesiones aortoilíacas (A) y femoropoplíteas (B) según la clasificación TASC II. (Modificado de Norgren L, Hiatt WR, Dormandy JA, Nehler MR, Harris KA, Fowkes FGR, on behalf of the TASC II Working Group. Inter-Society Consensus for the Management of Peripheral Arterial Disease (TASCII). J Vasc Surg 2007; 45(1):S5A-S67A. © 2007 The Society for Vascular Surgery.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 588 SECCIÓN IV Angiología dolor grave, incapacitante, urente, que empeora por la noche. A diferen- cia del dolor isquémico, el de la neuropatía suele ser simétrico en ambos pies, se asocia a hipersensibilidad cutánea y no mejora al colgar el pie. La distrofia simpática refleja (o causalgia), la gota, la artritis reu- matoide, el neuroma digital, el síndrome del túnel tarsiano o la fascitis plantar pueden provocar dolor incapacitante en reposo de caracterís- ticas similares al dolor isquémico, aunque con mayor componente inflamatorio. Diagnóstico diferencial de las lesiones tróficas El 95% de las lesiones tróficas de las extremidades inferiores son isqué- micas, neuropáticas o venosas. Úlceras venosas Se localizan en la pierna, generalmente en el maléolo interno. Se acompañan de pigmentación ocre de la piel y esclerosis del tejido celular subcutáneo, además de signos y síntomas de insuficiencia venosa crónica, y son, con frecuencia, indoloras. La clínica es de insuficiencia venosa, y el dolor, cuando aparece, se debe a complicaciones de la misma como eccema, celulitis o varicoflebitis. Úlceras neuropáticas del diabético (pie diabético) Si no se asocian a isquemia y no hay una infección, son indoloras. Aparecen en los puntos de presión, fundamentalmente en la cabeza de los metatarsianos o en el dorso de los dedos. Los pulsos están presentes, y suelen rodearse de tejido hiperqueratósico. La asociación de arteriopatía (macro- y microangiopatía), neuropa- tía y lesiones tróficas sobreinfectadas se conoce como «pie diabético» y es objeto de estudio en la sección XVI, Endocrinología. Otras Pueden aparecer asociadas a enfermedades autoinmunes o del colágeno, enfermedades hematológicas o neoplásicas, pioderma gangrenoso, necrobiosis lipoidea o en arteriolosclerosis hipertensiva (úlcera de Martorell). Pronóstico Pronóstico del paciente Enfermedad arterial asintomática y claudicación intermitente Presentan un riesgo muy elevado de complicaciones vasculares sis- témicas, relacionado directamente con la gravedad de la enfermedad en la pierna; es decir, mayor cuanto menor es el ITB. La tasa de episodios vasculares mayores (infarto de miocardio, accidente vascular cerebral y muerte vascular) es del 5%-7% anual. La tasa de morbimortalidad por todas las causas se sitúa en torno al 30%, el 50% y el 70% a los 5, 10 y 15 años, respectivamente. Isquemia crítica Es el estadio terminal de la enfermedad arterial. Al año, el 20%-25% de los pacientes habrá muerto; a los 2 años, el 30%-35%, y el 50% a los 5 años. En los pacientes que requieren una amputación por isquemia crítica e imposibilidad de revascularización, lo que implica mayor extensión de las lesiones, a los 2 años la mortalidad es del 40% al 45%. Pronóstico de la extremidad Al igual que el pronóstico del paciente, el de la extremidad depende de la extensión de las lesiones arteriales. Claudicación intermitente A los 5 años, el 75% mejorarán de la claudicación o esta se estabilizará, y el 25% empeorará. El 5% del total requerirá una intervención y el 2% una amputación. Isquemia crítica El pronóstico de la extremidad de los pacientes con isquemia crítica es malo. Al año, el 45% de los que permanecen vivos han requerido una amputación de la extremidad. La clasificación WIfI permite estimar el riesgo inicial de amputación de pacientes con dolor en reposo o lesiones tróficas en función de tres factores: la herida (W, wound), la isquemia (I, ischemia) y la infección del pie (fI, foot infection). Su valoración a partir de criterios hemodi- námicos (ITB, TcO2, presión digital), extensión y evolución de las lesiones se clasifica individualmente en cuatro categorías (0 = ausente, 1 = leve, 2 = moderado y 3 = grave). Una calificación mayor de 4 implica elevado riesgo de amputación. Tratamiento El tratamiento de los pacientes con isquemia crónica de las extremida- des se basa en el control de los factores de riesgo vascular (v. Prevención secundaria), el más importante de los cuales es el abandono del tabaco; programas de ejercicio físico supervisado, fármacos y procedimientos de revascularización endovascular o con cirugía convencional. El ejercicio físico supervisado ha demostrado su eficacia en la prolongación de la distancia de claudicación y mejoría de la calidad de vida. El cilostazol, un inhibidor de la fosfodiesterasa 3, ha demostrado su capacidad para prolongar la distancia de claudicación en un 40%-60%. La pentoxifilina puede constituir una alternativa de segunda elección, aunque su eficacia no ha quedado demostrada en diversos estudios com- parativos y metaanálisis. La revascularización mediante procedimientos endovasculares está indicada cuando existe una limitación en el estilo de vida del paciente y después de un período de prueba, tras corregir los fac- tores de riesgo vascular y establecer un programa de ejercicio adecuado. Actualmente, sólo existe unanimidad en la corrección de lesiones aortoilíacas y femoropoplíteas de tipo A de la clasificación Transatlantic Intersociety Consensus II (TASC II) mediante angioplastia simple, con balones impregnados en paclitaxel u otros fármacos antimitóticos o apoyada con la utilización de stents. La cirugía de revascularización como primera opción suele reservarse para aquellos casos con lesiones extensas (tipo D) y grados graves de isquemia (dolor en reposo o lesiones tróficas) con aceptable riesgo quirúrgico. En los casos inter- medios (tipos B y C), suele indicarse inicialmente la opción endovas- cular o quirúrgica en función de la gravedad de la sintomatología y la estimación individualizada del riesgo quirúrgico. El fracaso del tratamiento farmacológico o endovascular puede hacer aconsejable la revascularización quirúrgica de la extremidad en pacientes con limitación grave de su actividad física. Las técnicas empleadas con mayor frecuencia son la endarterectomía y la derivación, o bypass, aortoilíaca o aortofemoral (uni- o bilateral). Las revascularizaciones infrainguinales mediante derivación femoropo- plítea y de troncos distales suelen reservarse para situaciones de isquemia crítica de la extremidad y, excepcionalmente, de claudicación invalidante. En general, se prefiere el material autólogo (venas safenas de la misma extremidad o de la contralateral, así como venas del brazo). Sólo ante la imposibilidad de utilizar un autoinjerto puede considerarse el material sinté- tico (principalmente derivados del polietileno, como politetrafluoroetileno, PTFE) o el injerto de material homólogo (arterial criopreservado de cadáver). La revascularización extraanatómica (bypass axilofemoral o cruzado femorofemoral) no está, en general, indicada en pacientes con claudicación intermitente, y se reserva como método de segunda elección en situacionesde isquemia crítica y elevado riesgo quirúrgico por morbilidad asociada. Los resultados de permeabilidad estimada a los 5 años de los principales métodos de revascularización aparecen reflejados en la figura 67-2. En casos de isquemia crítica, al ser el pronóstico de la extremidad malo, con altas tasas de amputación al año, en principio se recomienda el intento de revascula- rización mediante técnica endovascular, salvo en lesiones extensas (tipo D). Más recientemente, la terapia con células precursoras endoteliales (CPE) o mediante transferencia génica ha demostrado, en estudios en animales, la posibilidad de reactivar la formación de capilares (neoan- giogénesis) o vasos (vasculogénesis). Sin embargo, aunque algunos estudios clínicos son sugestivos de un efecto positivo, al disminuir la tasa de amputaciones, el metaanálisis de estos estudios no ha permitido la generalización de su uso. Prevención secundaria La mejor profilaxis de la isquemia crónica de las extremidades es la prevención de los factores de riesgo vascular. La arteriopatía de las Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 589 CAPÍTULO 67 Enfermedades arteriales de las extremidades S E C C IÓ N I V extremidades es uno de los principales marcadores de cardiopatía isquémica y mortalidad de origen cardiovascular. Por este motivo, tal como aparece en las principales guías de consenso, en estos pacientes deben utilizarse criterios similares a los de la prevención secundaria aplicados a pacientes con cardiopatía isquémica, a fin de prevenir la aparición de accidentes cardiovasculares mayores. El tratamiento antiagregante está indicado, como prevención secun- daria, para reducir el riesgo de accidentes cardiovasculares mayores (infarto de miocardio, accidente vascular cerebral y muerte de origen vascular). Diversos estudios aleatorizados y controlados, y metaanálisis (Antithrombotic Trialists’ Collaboration) sugieren que el AAS reduce dicho riesgo un 25%, y el clopidogrel un 8,3% más (estudio CAPRIE). En general, se recomienda el uso de AAS en dosis de 75-325 mg/día o clopidogrel (75 mg/día). El tratamiento consiste en administrar estatinas a todos los pacien- tes con arteriopatía de las extremidades, a fin de alcanzar unas concen- traciones de colesterol asociado a lipoproteínas de baja densidad (LDL) inferiores a 100 mg/dL (especialmente en personas con diabetes o antecedentes de cardiopatía isquémica). El tratamiento antihipertensivo en pacientes con isquemia crónica de las extremidades inferiores tiene como objetivo conseguir unos valores de presión sistólica inferiores a 140 mm Hg y diastólicas menores de 90 mm Hg, y en diabéticos o pacientes con nefropatía crónica, inferiores a 130 mm Hg de presión sistólica y 80 mm Hg de presión diastólica. Los β-bloqueantes son antihipertensivos eficaces y no están contraindicados en los pacientes con arteriopatía de las extremidades. Los inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina (IECA) disminuyen el riesgo de muerte y de episodios cardiovasculares no mortales en pacientes con enfermedad coronaria y disfunción ventricular izquierda. El tratamiento de la diabetes no tiene una relación tan directa con la evolución de la macroangiopatía y, por tanto, de la isquemia crónica de las extremidades como en la microangiopatía. Sin embargo, se recomienda el control de la glucemia y disminuir la hemoglobina A1C por debajo del 7%, para reducir las complicaciones microvasculares, principalmente la nefropatía y la retinopatía diabéticas, y mejorar potencialmente los resultados cardiovasculares. La inspección frecuente de los pies por parte del paciente y del médico facilitará la identificación precoz de las lesiones ulcerosas y la rápida instauración del tratamiento apropiado. Aunque la hiperhomocisteinemia es un factor de riesgo independiente de arteriopatía de las extremidades y se ha aconsejado el uso terapéutico de suplementos de ácido fólico y vitamina B12 en pacientes con cifras de homocisteína superiores a 14 µmol, por el momento su uso no parece justificado. ISQUEMIA AGUDA Concepto La isquemia aguda de una extremidad consiste en una disminución brusca de la perfusión arterial. Su incidencia se estima que oscila en torno a 140 casos por millón de habitantes y año. La importancia de dicha enfermedad no sólo depende del pronóstico de la extremidad afectada, con una tasa de amputación a los 30 días del 10%-30%, sino que también presenta una elevada tasa de mortalidad al mes (5%-20%). Por ello, es fundamental un enfoque diagnóstico y tera- péutico adecuado para evitar complicaciones tanto locales como sistémicas. Etiología La isquemia aguda puede ser originada por causas extrínsecas al vaso sanguíneo (traumatismos, atrapamientos musculares y síndromes compartimentales) o por mecanismos intrínsecos que involucran a la luz vascular (embolia y trombosis), según se enumeran en el cuadro 67-2. Entre las causas extravasculares, los traumatismos arteriales representan el grupo más frecuente. En cuanto a los mecanis- mos intrínsecos, los casos se reparten en similar proporción entre la embolia y la trombosis arterial. Entre los casos de embolia arterial, el origen cardíaco del émbolo supone el 90% de los casos; en primer lugar, figura la cardiopatía isquémica, seguida de las alteraciones valvulares. En cuanto a la trombosis arterial aguda, el fracaso de los injertos de derivación vascular o de las técnicas endovasculares representa el 50%-70% de los casos, mientras que el porcentaje restante corres- ponde a oclusiones sobre arterias nativas cuya principal causa es la arteriosclerosis. La localización más frecuente es la bifurcación de la arteria femoral común en la embolia arterial, y el tercio distal de la femoral superficial en los casos de trombosis de arteria nativa. Fisiopatología Las fases iniciales son similares a las mencionadas para la isquemia crítica, con predominio de la hipoxia y la acidosis láctica por activación del metabolismo anaerobio. Permeabilidad acumulada a los 5 años (%) Aortobifemoral Femoropoplíteo infragenicular (prótesis) 0 20 40 50 60 80 Femorofemoral Femoropoplíteo infragenicular (vena) Axilobifemoral Angioplastia ilíaca Angioplastia femoropoplítea (estenosis) Axilounifemoral Angioplastia femoropoplítea (oclusión) Femoroplantar Resultados de los principales métodos de revascularización quirúrgica y endovascular. (Modificado de Norgren L, Hiatt WR, Dormandy JA, Nehler MR, Harris KA, Fowkes FGR, on behalf of the TASC II Working Group. Inter-Society Consensus for the Management of Peripheral Arterial Disease (TASCII). J Vasc Surg 2007; 45(1): S5A-S67A. © 2007 The Society for Vascular Surgery.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 590 SECCIÓN IV Angiología En una segunda fase, se produce la paralización completa de la generación de energía por depleción de ATP que, a su vez, conlleva la inactivación de la bomba sodio-potasio y de la recaptación de Ca2+ por el retículo sarcoplásmico. El efecto de estos fenómenos se traduce en un aumento de los niveles citoplásmicos de Ca2+, fosfato inorgánico y Na+. La concentración intracelular de solutos desencadena el edema osmótico de la célula, junto con la activación de proteasas y lipasas Ca2+-dependientes. Si la situación de isquemia se prolonga en el tiempo (aproxima- damente más de 6 h en la extremidad inferior y 12 h en la superior), se alcanza el umbral de irreversibilidad del proceso, con necrosis o muertecelular por lisis de sus componentes y estallido de sus mem- branas, que da salida a los componentes intracelulares, especialmente H+, K+ y mioglobina. No obstante, la restauración del flujo arterial en esta fase puede dar lugar a un aumento paradójico de la necrosis por efecto del síndrome de reperfusión descrito en las complicaciones del tratamiento. Cuadro clínico El síndrome isquémico agudo se caracteriza por dolor, frialdad, palidez, ausencia de pulsos, parestesias, parálisis y entumecimiento muscular. El dolor es la manifestación más común y se caracteriza por su gran intensidad y constancia; el inicio es brusco (oclusiones embólicas) o más larvado (trombosis arteriales), con una localización en el miem- bro que dependerá de la arteria afectada. La palidez cutánea, con enlentecimiento del relleno capilar y venoso, es un signo constante, aunque dicha coloración puede evolucionar hacia la cianosis en los casos muy graves. La ausencia de pulsos sugiere una isquemia aguda pero no la diag- nostica; aporta información topográfica, ya que la abolición de pulsos se produce distalmente a la oclusión. Las parestesias afectan al 50% de los pacientes, y las alteraciones de la sensibilidad y la motilidad (paresia y parálisis) son signos de mal pronóstico que indican que el tratamiento revascularizador debe realizarse lo antes posible. La palpación de los compartimentos musculares es una maniobra que orienta acerca del pronóstico para la extremidad, ya que la aparición de empastamiento y rigidez sugieren la irreversibilidad del cuadro por infarto y necrosis muscular. La gravedad del cuadro permite clasificar la isquemia aguda en cuatro tipos (clasificación de Rutherford), con diferente tratamiento y pronóstico (tabla 67-1). Las isquemias más leves (grados 1 y 2a) se caracterizan por no presentar alteración de la motilidad, aunque pueden cursar con disminución de la sensibilidad digital (grado 2a). Las isquemias graves pero reversibles (grado 2b) producen una disminución de la motilidad parcial, y en las isquemias irreversibles (grado 3) la parálisis es total y aparecen signos de infarto muscular. Diagnóstico El diagnóstico de la isquemia aguda es esencialmente clínico y puede confirmarse con la exploración del flujo arterial y venoso mediante Doppler (v. tabla 67-1) y a través de la determinación del ITB. El diagnóstico diferencial comprende, en primer lugar, la exclusión de otros trastornos que pueden simular una isquemia aguda, como el shock sistémico, la flegmasia cerulea dolens y la neuropatía compresiva aguda. Posteriormente, se determinará si la isquemia aguda se relaciona con un agente desencadenante (traumatismo, disección aórtica, etc.). Para terminar, se diferenciará entre trombosis y embolia arterial, mediante una anamnesis adecuada y con la realización de pruebas complemen- tarias. La presencia de una embolia arterial se sospecha en pacientes con antecedentes de embolia, foco embolígeno conocido, ausencia de antecedentes de claudicación intermitente, comienzo agudo de la clíni- ca y presencia de pulsos normales en la extremidad contralateral. Debe • CUADRO 67-2 Causas extrínsecas Traumatismos Síndromes compartimentales Atrapamientos musculares Causas intrínsecas Embolia arterial Cardíacas Cardiopatía isquémica Valvulopatía mitral (FA) Valvulopatía aórtica Prótesis valvulares Miocardiopatía Endocarditis Tumores cardíacos Trombosis arterial aguda Trombosis sobre arteria nativa Degenerativa Arteriosclerosis Aneurisma poplíteo Disección arterial Enfermedad quística adventicial Inflamatoria Tromboangitis obliterante Enfermedad de Takayasu Estados de hipercoagulabilidad Arteriopatía del HIV Ergotismo Arterial Aneurisma aórtico (trombo) Aterosclerosis (ateroma) Yatrogenia (guías, catéteres) Venosa Embolia paradójica (CIA) Fracaso de injertos de derivación o de técnicas endovasculares Otros Carcinoma pulmonar primario o metastásico CIA: comunicación interauricular; FA: fibrilación auricular; HIV: virus de la inmunodeficiencia humana. TABLA 67-1 Grado Descripción Pérdida sensitiva Debilidad muscular Señales de Doppler arterial Señales de Doppler venoso 1 (viable) No necesita tratamiento inmediato No No Audible Audible 2a (tratable) Salvable si tratamiento diferido Mínima (en dedos) o no No Inaudible (a menudo) Audible 2b (tratable) Salvable si tratamiento inmediato Sí Moderada Inaudible (generalmente) Audible 3 (irreversible) Pérdida de tejido mayor o daño nervioso inevitable Anestesia profunda Parálisis rígida Inaudible Inaudible Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 591 CAPÍTULO 67 Enfermedades arteriales de las extremidades S E C C IÓ N I V sospecharse una trombosis arterial cuando los pacientes son portadores de injertos de derivación o poseen antecedentes de técnicas endovas- culares en dicho miembro, en pacientes con neoplasias o estados de hipercoagulabilidad, y aquellos con antecedentes de claudicación y ausencia de pulsos en la extremidad contralateral. Entre las pruebas complementarias disponibles, la arteriografía es la que permite una aproximación diagnóstica más exacta; sin embargo, es una técnica invasiva, por lo que su uso se deberá limitar a pacientes que precisan una revascularización quirúrgica o percutánea. La imagen característica de embolia arterial consiste en una interrupción brus- ca de una arteria, en forma de menisco o «pata de cangrejo», que afecta frecuentemente a bifurcaciones con un lecho arterial restante sano, mientras que las imágenes típicas de las trombosis consisten en el hallazgo de lesiones ateroscleróticas difusas, con desarrollo de importante circulación colateral. La angio-RM y la angio-TC presentan una menor sensibilidad que la arteriografía por los motivos de resolución de imagen ya expuestos, pero aportan una valiosa información en el diagnóstico diferencial entre ambos procesos en función de las claves mencionadas. Asimismo, permiten identificar otras causas menos frecuentes, como el atrapa- miento de la arteria poplítea, la trombosis aneurismática o el quiste adventicial, entre otras. Además de las pruebas de imagen, deben realizarse las siguientes determinaciones: electrocardiograma para descartar arritmias, bioquí- mica (incluyendo glucemia, fracciones de colesterol y triglicéridos, parámetros de función renal y necrosis muscular [CPK]), hemograma y pruebas de hemostasia (incluyendo tasa de protrombina y tiempo de tromboplastina parcial activado). Si se sospecha un estado de hipercoa- gulabilidad, se realizará un estudio completo de trombofilia, diferido unas semanas tras el episodio trombótico. Tratamiento La actitud terapéutica ante un cuadro de isquemia aguda de las extremi- dades está condicionada por la gravedad de la isquemia y por su origen trombótico o embólico. En los pacientes con isquemia leve (grados 1 y 2a), se indica el tratamiento conservador mediante anticoagulación sis- témica con heparina sódica, cuyo objetivo es prevenir la propagación del trombo y el agravamiento de la isquemia. Posteriormente, se realizará la valoración angiográfica y el tratamiento revascularizador si es necesario, ya que la isquemia menos grave (grado 1) puede compensarse con un tratamiento médico adecuado. Los pacientes con una isquemia más grave (grado 2b) necesitarán un estudio angiográfico precoz para decidir cuál es el tratamiento revascularizador apropiado, y la administración de heparina debe posponerse hasta después de dicho tratamiento. Por último, los pacientes con una isquemia irreversible (grado 3) no necesitan pruebas complementarias y el único tratamiento aplicable es una amputación mayor. Las dos opciones terapéuticas disponibles para conseguir la revas- cularización deun miembro son la cirugía convencional y las técnicas endovasculares. La revascularización quirúrgica se indica en pacientes con isquemia más grave, puesto que se necesita una revascularización rápida en casos de embolias arteriales, oclusiones trombóticas largas y trombosis del injerto precoz. La técnica empleada dependerá de la causa, y su complejidad varía desde una embolectomía simple hasta la realización de un nuevo injerto. Por su sencillez y eficacia, la técnica de embolectomía con balón hinchable descrita por T. Fogarty y patentada en 1969 sigue siendo el método de elección para el tratamiento precoz de la embolia arterial. Las técnicas endovasculares son la trombólisis mecánica y el tratamien- to trombolítico local. La trombólisis mecánica consiste en la disolución de un trombo mediante su aspiración, y sus resultados clínicos no están todavía demostrados. El tratamiento trombolítico consiste en la infusión local (en el lugar de la trombosis) de activadores de la fibrinólisis (urocinasa o activador tisular del plasminógeno) mediante un abordaje endovascular. Dicha técnica posee aparentemente unos resultados de salvamento de extremidad y supervivencia comparables a los obtenidos con la cirugía, pero con mayor riesgo de hemorragia grave y accidente cerebrovascular, aunque existen estudios que sugieren una disminución del riesgo cardiovascular. Complicaciones. Síndrome de reperfusión Independientemente del método de revascularización elegido, es necesario conocer y prevenir las posibles complicaciones derivadas de la reperfusión de los tejidos isquémicos. Desde el punto de vista local, la más frecuente es el síndrome compartimental debido a aumento de la permeabilidad capilar y edema local capaz de bloquear el flujo capilar. Su tratamiento consiste en la fasciotomía o apertura longitudinal de los compartimentos musculares, especialmente del tibial anterior; la medición de una presión intracompartimental mayor de 30 mm Hg puede ayudar a establecer su indicación. En cuanto a las manifes- taciones sistémicas, la primera consecuencia de la restauración del flujo en el tejido isquémico es una acidosis metabólica por la liberación de ácido láctico y otros componentes del metabolismo anaerobio, así como una hiperpotasemia como consecuencia de la liberación de iones intracelulares de las células necrosadas. Estos dos factores pueden desencadenar arritmias o, incluso, paro cardíaco si no se toman las medidas adecuadas, como la perfusión de bicarbonato, glucosa e insulina. Por otra parte, la reentrada brusca de oxígeno en el tejido isquémico puede desencadenar un aumento paradójico de la necrosis muscular. Este efecto está motivado, al menos en parte, por la activación de vías metabólicas y enzimas como la superóxido dismutasa (SOD), capaces de generar sustancias con gran capacidad de oxidación (radicales libres del oxígeno, RLO). La reacción oxidativa en cadena provocada por los RLO conlleva la oxidación lipídica y la rotura de las membranas celulares de las fibras musculares, con la subsiguiente liberación masiva de mioglobina que, a su vez, puede desencadenar la necrosis tubular aguda por depósito de mioglobina en los túbulos renales. La prevención y el tratamiento suelen consistir en la hidratación, la alcalinización de la orina y la diálisis en aquellos casos con compromiso del filtrado glomerular. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Aboyans V, Ricco JB, Bartelink MEL, Björck M, Brodmann M, Cohnert T, et al. 2017 ESC Guidelines on the Diagnosis and Treatment of Peripheral Arterial Diseases, in collaboration with the European Society for Vascular Surgery (ESVS): Document covering atherosclerotic disease of extracranial carotid and vertebral, mesenteric, renal, upper and lower extremity arteries. Endorsed by: the European Stroke Organization (ESO) The Task Force for the Diagnosis and Treatment of Peripheral Arterial Diseases of the European Society of Cardiology (ESC) and of the European Society for Vascular Surgery (ESVS). Eur Heart J 2018;39:763-816. Falluji N, Mukherjee D. Critical and acute limb ischemia: an overview. Angio- logy 2014;65:137-46. Gerhard-Herman MD, Gornik HL, Barrett C, Barshes NR, Corriere MA, Drachman DE, et al. 2016 AHA/ACC Guideline on the Management of Patients With Lower Extremity Peripheral Artery Disease: A Report of the American College of Cardiology/American Heart Association Task Force on Clinical Practice Guidelines. J Am Coll Cardiol 2017;69:e71-e126. Norgren L, Hiatt WR, Dormandy JA, Nehler MR, Harris KA, Fowkes FGR. on behalf of the TASC II Working Group. Inter-Society Consensus for the Management of Peripheral Arterial Disease (TASCII). J Vasc Surg 2007;45:S5A-S67A. Rooke TW, Hirsch AT, Misra S, Sidawy AN, Beckman JA, Findeiss LK, American College of Cardiology Foundation/American Heart Association Task Force on Practice Guidelines, Society for Cardiovascular Angiography and Interventions, Society of Interventional Radiology, Society for Vascular Medicine, Society for Vascular Surgery. et al. 2011 ACCF/AHA focused update of the guideline for the management of patients with peripheral artery disease (updating the 2005 guideline): a report of the American College of Cardiology Foundation/American Heart Association Task Force on Practice Guidelines: developed in collaboration with the Society for Cardiovascular Angiography and Interventions, Society of Interventional Radiology, Society for Vascular Medicine, and Society for Vascular Surgery. J Vasc Surg 2011;54:e32-58. https://booksmedicos.org Push Button0:
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