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117 © E di to ri al E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. INTRODUCCIÓN Existe la idea de que el uso de analgésicos, sedantes y anestésicos durante el trabajo de parto en sus diferentes etapas, entraña riesgos para la madre y el feto por su efecto depresor sobre el sistema nervioso central y respi- ratorio del producto y de la embarazada, los cuales pue- den contribuir a incrementar la mortalidad y morbilidad materna y neonatal. Durante los decenios de 1930-39 y 1940-49, los obstetras conservadores se negaron a emplear estos fármacos en analgesia obstétrica, apoyados en el criterio de que no debían usarse durante el parto analgésicos opioides, porque ocasionan en el feto asfixia intrauterina debido a depresión respiratoria, la cual per- dura durante el nacimiento, y sólo aceptaban su empleo en situaciones de “alto riesgo”.1 Este concepto en la actualidad sigue vigente entre algunos ginecoobstetras. Al respecto existen interrogantes: ¿alto riesgo de la madre o del feto?, ¿acaso sólo en situaciones de alto ries- go está más comprometida la vida materna y fetal?, ¿su empleo no es más deletéreo? Sin embargo, en estas cir- cunstancias el empleo de estos fármacos es inevitable y resulta en muchas ocasiones benéfico. ¿Acaso en situa- ciones sin riesgo no habrá beneficios? ¿Qué hay de la contribución del estrés materno causado por el dolor en el aumento de la morbi-mortalidad? El estrés está pre- sente en un parto normal y por supuesto, debe ser más severo en casos de embarazos de alto riesgo. DEFINICIÓN Se entenderá con el término de analgesia obstétrica sis- témica, la aplicación de uno o varios fármacos, por una vía de acceso rápido a la circulación sistémica como es la endovenosa, con la finalidad de suprimir el dolor duran- te el trabajo de parto. ANTECEDENTES No habían transcurrido dos años después de que Morton, en 1846, demostró la utilidad del éter para suprimir el dolor de la cirugía, cuando este anestésico general y el cloroformo ya se usaban en obstetricia para aliviar el dolor del parto. En 1902 (56 años después), von Steinbuckel comenzó a emplear el “sueño crepuscular” para aliviar el dolor del parto, mediante una inyección endovenosa (IV) de morfina combinada con escopolami- na, para producir alivio del dolor y amnesia durante la expulsión del feto. Cleisz, en 1924, introduce los barbi- túricos como sedantes durante el parto; sin embargo, su abuso y empleo en dosis elevadas, así como su combina- ción con varios fármacos sin considerar sus posibles inte- racciones, dieron origen a situaciones de riesgo para el binomio maternofetal. Los obstetras cuestionaron cada vez más el uso de sedantes, analgésicos y anestésicos, ya que contribuían a la “asfixia del neonato”, considerada entonces como sinónimo de apnea del recién nacido, que producía daño permanente al sistema nervioso central. Algunos estudios en 1938, como el de Gales y el neuro- cirujano Schreiber, condenaban en sus conclusiones el uso de analgésicos, ya que “dañaban el cerebro del neo- nato”, situación que concordaba con la opinión de los obstetras. Sin embargo, estudios estadísticos recientes no han corroborado tales afirmaciones. En la búsqueda de procedimientos más seguros se diseñaron técnicas que empezaron a considerar las inte- racciones farmacológicas producidas por combinaciones de fármacos, por lo que éstas resultaron cada vez más inocuas para la madre y el producto; todos estos antece- dentes culminaron con el desarrollo y empleo del proce- dimiento conocido como cóctel lítico de Laborit y Huguenard (Francia, 1954), predecesor de la neurolep- toanalgesia, en donde la asociación de fármacos provoca- ba un incremento de los efectos individuales de cada uno, produciendo un estado llamado de “hibernación artificial”. Se recomendaba administrar este cóctel hasta Capítulo Analgesia obstétrica sistémica que el trabajo de parto se encontrara regularizado, es decir, que ocurrieran tres contracciones en 10 min, y que existieran condiciones cervicales apropiadas y una dilata- ción de 3 a 4 cm. El cóctel se componía de solución glu- cosada 250 mL al 5%, en donde se mezclaban 50 mg de promacina, 50 mg de prometacina, 100 mg de meperidi- na, y 0.04 mg de escopolamina. La dosis inicial consistía en una infusión endovenosa de 30 a 40 gotas/min hasta lograr sedación en la embarazada, de manera posterior decrecía el goteo a 15 a 20 gotas/min; la velocidad de la infusión se ajustaba después según la respuesta. Los efec- tos logrados eran: analgesia, amnesia, antihistamínico, antiespasmódico, gangliopléjico, bloqueo del simpático y parasimpático. Sus efectos indeseables estaban relacionados de modo directo con la dosis y tiempo de administración y el manejo obstétrico. Dichos efectos eran: considerable inestabilidad del sistema cardiovascular y una profunda y prolongada depresión del estado de alerta en la embara- zada, y depresión respiratoria en el neonato,2 por lo que sólo podía aplicarse este procedimiento bajo vigilancia estricta por parte del obstetra o anestesiólogo; en la actualidad su empleo es limitado y en lugar de la mepe- ridina se utiliza nalbufina con o sin promacina, prometa- cina y escopolamina, administrado en la misma forma que el cóctel original. A pesar del negativismo para el empleo de estas téc- nicas, existieron opiniones encontradas de otros médicos, cuyas conclusiones eran que si estos fármacos se emplean de forma adecuada, los resultados serían exitosos; por ejemplo, Watts et al., en 1951, demostraron que los anal- gésicos no disminuían el contenido de oxígeno de la sangre del cordón umbilical del neonato al nacer, concluyendo que innumerables factores maternos y fetales diferentes de los fármacos usados durante el parto, como disminu- ción de la tensión arterial en la embarazada, prolongación de la segunda etapa del parto y compresión del cordón umbilical, son los que pueden originar asfixia fetal. Hershenson concluyó en 1955, que la sedación pro- funda no produce efectos deletéreos y persistentes en el lactante. Bowes, en 1970, en una revisión señaló: “la medicación usada en analgesia y anestesia (...) es bien tolerada por el feto y a pesar de que puede haber una narcosis transitoria, muy probablemente son pocos los efectos indeseables y persistentes”. Henderson, Foster y Eno (1941) identificaron otras causas de asfixia fetal, diferentes al empleo de fármacos. Varios estudios han demostrado que los analgésicos y anestésicos no se usa- ron con frecuencia en las madres de personas con paráli- sis cerebral, comparándolas con otras clasificadas como normales (Eastman y De León, 1955; Eastman y et al., 1962; Mayer y Wingate, 1978). El retraso para respirar por primera vez el neonato anestesiado (apnea del neonato), es resultado neto de los factores mencionados, que causan alteraciones del meta- bolismo cerebral y la generación de iones de hidrógeno en la sangre y en los centros respiratorios del tallo ence- fálico. La administración de barbitúricos retarda los movimientos, prolonga la aparición de la respiración e incrementa el número total de esfuerzos durante la asfi- xia. Sin embargo, se ha demostrado en el mono neonato que el tiopental protegió al recién nacido de la lesión asfíxica del cerebro.1 La asfixia grave del producto durante el parto depri- me su sistema nervioso y ocasiona la apnea del neonato. El exceso de dosis de fármacos también deprime el siste- ma nervioso, retrasa el comienzo de la respiración y dis- minuye la puntuación de Apgar; sin embargo, los mismos fármacos en dosis terapéuticas recomendadas no depri- men esta calificación. También se ha mencionado que el empleo de sedación durante el parto deprime la conduc- ta y comportamiento del neonato durante varios días, pues succionan el seno materno con menos vigor y en consecuencia requieren de mayor tiempo para la recupe- ración ponderal. El tiopental deprime en mayor grado las funciones neurológicas, en comparación con la ketamina y la analgesia epidural. Sin embargo,otros autores no observan estas diferencias, y existen datos contradicto- rios acerca de la pérdida ponderal de peso en el recién nacido atribuida a este barbitúrico. Algunos investigadores opinan que estos cambios se observan en la clínica sólo por unos días. Kraemer, Corner, Thoman y et al., (1972), señalan que los produ- cen por tiempo más prolongado; Yang y et al., (1976), opinan que la conducta del neonato puede ser alterada por varios factores como las actitudes, miedos y reaccio- nes de la madre frente al embarazo, y que además estos cambios tienen una correlación directa con las dosis de analgésicos y sedantes administrados incluso después del parto. Las mujeres angustiadas son aprensivas y hostiles incluso durante la crianza de sus hijos, quienes obtienen una puntuación menor en la escala mental y motora del lactante. Son las características de la mujer el factor más importante del que dependen las diferencias ulteriores de conducta en los hijos.1 En otros estudios Cannon (1929), demostró la acu- mulación de sustancias vasoactivas en la sangre circulan- te ante el miedo y la ira, que alteran la distribución del flujo sanguíneo en los diferentes órganos. Mathew y et al., (1980) observaron que en los individuos muy ansio- sos los niveles de catecolaminas son de 2.0 a 2.5 veces más elevados, y que al emplear métodos de relajación por biorretroalimentación éstos descendían. La adrenali- na y la noradrenalina influyen con intensidad en la acti- vidad del útero; concentraciones plasmáticas mínimas disminuyen la intensidad e incrementan los intervalos de presentación y duración de las contracciones uterinas. La noradrenalina incrementa la actividad del útero y origina incoordinación en las contracciones uterinas.1 Algunos autores pensaron que el estado psíquico de la embarazada, los factores sociales y psicológicos altera- ban la evolución del parto, en tanto que otros eran de opinión contraria. Los estudios más recientes al respecto concuerdan en su totalidad en que los estados psíquicos de la mujer, en particular la angustia, intervienen en forma definitiva en la terminación del embarazo.1-3 Lederman, McCann y Work (1977), demostraron que las mujeres angustiadas mostraban incremento considerable en el plasma de concentraciones de adrenalina y noradre- nalina, y que los niveles en esencia altos de estas cateco- 118 • Anestesia obstétrica (Capítulo 10) laminas, en especial la adrenalina, tiene correlación con el parto prolongado. Además, la angustia intensa de la mujer en los comienzos del parto, en combinación con las concentraciones altas de adrenalina plasmática, se acompaña de alteraciones de la frecuencia cardiaca fetal, que podrán interpretarse como asfixia; estos trastornos generan puntuaciones bajas de Apgar. Crandon (1979), concluyó que las mujeres angustiadas presentan un índi- ce mayor de: preeclampsia, extracción del producto con fórceps, prolongación del parto, parto precipitado, hemo- rragia puerperal primaria, extracción manual de placen- ta y sufrimiento clínico del feto. Laukaran y Van den Berg (1980), determinaron que la actitud negativa de la mujer ante el embarazo, se rela- ciona con índices más elevados de muerte perinatal, anormalidades congénitas, hemorragia, infecciones y empleo frecuente de anestésicos durante el parto. Incluso factores socioeconómicos y culturales pueden influir en la magnitud del estrés y alterar la culminación del parto.1 Se han efectuado determinaciones de los niveles séricos de catecolaminas y sus modificaciones relacionadas con la administración de diferentes técnicas para suprimir el dolor durante el parto con el empleo de analgésicos, concluyendo que se reducen con estos méto- dos. Por ejemplo: se aplicó analgesia epidural en 13 casos, mientras que el resto de las pacientes recibieron analge- sia parenteral clásica. Se tomaron muestras de sangre venosa antes de la analgesia, y durante el pinzamiento del cordón umbilical después del nacimiento del produc- to. Los resultados fueron una disminución a nivel estadís- tico significativa de los niveles de catecolaminas en el grupo epidural respecto del grupo parenteral, sin existir diferencias clínicas significativas en el estado de los recién nacidos.3 Hess (1957), Rushmer y et al., (1961), Forsyth (1971), Mancia, Baccelli y Zanchetti (1972 a 1974), en los resultados de sus estudios no dejan duda alguna de que los estados psíquicos alteran de modo notable la corriente sanguínea en muchos órganos, en particular en grado importante en el flujo sanguíneo de vísceras abdo- minales, esto como respuesta a la presencia de adrenali- na y noradrenalina causada por el estrés, que estimula al sistema nervioso simpático, el cual libera catecolaminas en terminaciones nerviosas hacia el torrente sanguíneo, alterando la actividad del útero y los vasos sanguíneos que lo irrigan. Estas situaciones producen periodos cor- tos de hipoxia fetal y aumentos del dióxido de carbono por lapsos breves en la sangre arterial del feto, mismos que se acompañan de bradicardia e hipotensión que pue- den influir sobre la culminación del embarazo, el desa- rrollo fetal y la frecuencia de muerte fetal. Por otra parte, el incremento en la duración del trabajo de parto provo- cado por el estrés, interrumpe la dilatación del cérvix y descenso del producto, e incrementa el uso de fórceps y cesárea. Cabe señalar que los estudios con animales de Myers (1975), y Caldeyro, con el empleo de anestesia aplicada para aliviar el dolor y la tensión psíquica, demostraron que se mejoró la oxigenación fetal y disminuyó el CO2. Barcia y et al., (1977), lograron la aparición de estrés sólo con el empleo de oxitocina, y los mismos efectos benéfi- cos descritos con anterioridad en el feto con el empleo de analgésicos. Asimismo, existen datos que indican que el apoyo psicológico produce varios beneficios en la embarazada como la disminución de la frecuencia de aborto habitual, duración del parto, incidencia de cesá- rea, mortinatos y la aparición de meconio. OTROS FACTORES QUE LIMITAN EL EMPLEO DE ANALGESIA SISTÉMICA Uno de los aspectos que limita el empleo de analgesia sistémica e incluso analgesia epidural, es la creencia empírica de que disminuyen la actividad uterina duran- te el trabajo de parto o incrementan la incidencia de dis- tocias inducida por estas técnicas. Se han realizado estudios para comparar la frecuen- cia de distocia que requiere resolverse mediante cesárea, en un grupo de embarazadas manejada con técnica de analgesia obstétrica combinada epidural espinal (CSE), con sufentanil más xilocaína, en comparación con otro grupo en donde se administraron 50 mg de meperidina y 25 mg de prometacina por vía intravenosa, seguidos de 50 mg de meperidina a requerimiento cada hora con un máximo de 200 mg en 4 horas. En los resultados del estudio no se observaron diferencias en la incidencia de cesárea (CSE 6% contra meperidina intravenosa 5.5%), con un intervalo de confianza para la diferencia en fre- cuencia (1.92 a 3.38; p = 0.34). La incidencia de cesárea por distocia fue similar entre los grupos CSE 3.5% meperidina IV (4% IC 95% -2.56 a 1.79 p = 0.42). Los productos tuvieron condiciones similares en términos de gases arteriales y calificación de Apgar. En el grupo de pacientes con CSE después de una hora de la administración intratecal de sufentanil, se efectuaron nueve cesáreas de urgencia por bradicardia fetal; en estos productos el pH sanguíneo arterial fue mayor a 7.20 en dos recién nacidos, menor a 7.10 en cinco y menor de 7 en el resto; el número de cesáreas por bradicardia fetal no fue significativo. La analgesia fue calificada como excelente en el grupo de analgesia com- binada espinal epidural y pobre o buena en las embara- zadas que recibieron meperidina. Las conclusiones de este estudio fueron: que la analgesia CSE durante el tra- bajo de parto no tiene efecto sobre la frecuencia de cesá- rea o de distocia, comparado con la meperidina intrave- nosa. Sin embargo, se observó un inesperado número de cesáreas por profunda bradicardiafetal después de una hora de la dosis de sufentanil intratecal; esta bradicardia fetal no se resolvió con el empleo de medidas conserva- doras como suplemento de oxígeno, posición materna lateral, epinefrina intravenosa (en ausencia de hipoten- sión materna), y estimulación de la cabellera fetal. Otra asociación significativa apreciada con analgesia epidura- lespinal fue la prolongación del primero y segundo perio- dos del trabajo de parto y la más frecuente administra- ción de oxitocina.4 Otros factores que preconizan evitar el empleo de la analgesia sistémica, es la creación de organizaciones no© E di to ri al E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o Analgesia obstétrica sistémica • 119 médicas dedicadas a impulsar el “parto natural”. Read (1944), publicó que las tensiones emocionales durante el parto explicaban el dolor de las contracciones uterinas durante éste, por lo que sugirió el empleo de técnicas de relajación y ejercicios de respiración para controlarlo, y además de una explicación sobre el proceso fisiológico del parto, además señaló, que las mujeres preparadas de manera adecuada con este método, requieren de analgé- sicos y sedantes en contadas ocasiones. Lamaze (1970), introdujo el método psicoprofiláctico, sugiriendo que la concentración de la mente de la embarazada en dichos ejercicios produce disminución del dolor durante el parto. Zax, Sameroff y Fornum (1975), concluyeron que las mujeres que acudían a estas clases no disminuían su angustia durante el parto y la expulsión, pero que las que participaban, necesitaban menos analgésicos y sedantes, sobre todo cuando el cónyuge estaba presente. Tal influencia en combinación con la opinión de que el con- sumo de fármacos entraña riesgos para el producto, ha creado un clima que resulta en que pocos partos vagina- les se hagan bajo anestesia general, sedantes y analgésicos sistémicos. El consenso general es que los riesgos de aspi- ración pulmonar de contenido gástrico es mayor con estos métodos, y que el bloqueo epidural o paracervical son más inocuos. Estos criterios no toman en considera- ción que la causa más frecuente de asfixia fetal es el estrés psíquico de la madre, que actúa a través del siste- ma nervioso simpático (Meyers y Meyers 1979), y que los anestésicos generales y en especial los barbitúricos, con una indicación exacta, administrados en el momen- to preciso, representan un método que evita e interrum- pe la asfixia fetal y la lesión cerebral que pudiera ser con- secuencia de esta.3 Otro factor limitante lo constituyen las indicaciones señaladas en la Norma Oficial Mexicana (NOM 007 SSA2 1993), acerca de la atención de la mujer durante el embarazo, parto, puerperio y del recién nacido, en donde se señala en su parte introductoria: “De esta manera, los procedimientos usados con más frecuencia para afrontar el parto, por señalar sólo algunos ejemplos, la inducción del mismo con oxitocina o la ruptura artifi- cial de las membranas amnióticas, han sido revalorizados en vista de que no aportan beneficios y sí contribuyen a aumentar la morbilidad y mortalidad materno-infantil, por lo que su uso debe quedar limitado a ciertos casos muy seleccionados. Otros, como la anestesia utilizada de manera indiscriminada en la atención del parto normal, efectuar altas proporciones de cesáreas en una misma unidad de salud o el realizar de forma sistemática la revi- sión de la cavidad uterina posparto, implican riesgos adi- cionales y su uso debe efectuarse en casos cuidadosa- mente seleccionados. Algunos de estos procedimientos aún persisten como parte de las rutinas en la atención del parto, por lo que deben modificarse en las instituciones. No se trata de limitar el quehacer de los profesionales, sino que a partir del establecimiento de lineamientos básicos se contribuya a reducir los riesgos que pudieran asociarse a las intervenciones de salud. En la medida que se cuente con tecnología de mayor complejidad y por ende con el personal idóneo para su manejo e indicación precisa, este tipo de avances en la medicina debe ser uti- lizado.”5 No debe llevarse a cabo el empleo rutinario de anal- gésicos, sedantes y anestesia durante el trabajo de parto normal; en casos excepcionales se aplicará, según el cri- terio médico, previa información y autorización de la parturienta.”5 ESTADO ACTUAL El empleo de narcóticos para la analgesia del trabajo de parto ha disminuido de 38.7 a 18.3%. La analgesia epi- dural durante nacimientos vaginales espontáneos se ha incrementado en EUA de 6.0 a 24%. La analgesia inha- latoria disminuyó su empleo de 53.7 a 3.2% y la no administración de anestésicos, analgésicos o ambos, aumentó de 40 a 72.8%, según un estudio realizado en el Winnipeg Women’s Hospital entre 1975 y 1983. La apli- cación de anestesia epidural se incrementó en la cesárea de 58.7 a 82.6% respecto a la anestesia general.6 En la actualidad se reconoce que las técnicas anti- cuadas, como la de sueño crepuscular y anestesia con mascarilla, son ineficaces e inseguras. La mortalidad materna relacionada con la anestesia se ha reducido 10 veces desde el decenio de 1950-59, en gran parte debido a mayor conocimiento de los riesgos maternos asociados con estas técnicas,7 y de las características farmacociné- ticas, farmacodinámicas, transporte placentario de los opiáceos, fármacos utilizados en analgesia obstétrica y sus efectos en la madre y el feto. Hay que considerar que en muchas ocasiones los fármacos no fueron la causa de las complicaciones, fue la falta de tecnología para reco- nocer alteraciones fetales o maternas en forma temprana, lo que también ha evolucionado a la par de nuevos fár- macos, disminuyendo estos problemas. Por otra parte, los decenios previos se caracterizaron por la utilización de estas técnicas en forma excesiva, sin individualización del caso, siendo administradas por personal sin prepara- ción especializada en anestesia obstétrica. Debe reconocerse que la respuesta al dolor es una respuesta individual de la personalidad del paciente y que no puede analizarse de manera sistemática ni científica. Los médicos tienen la obligación de proporcionar a la embarazada las condiciones adecuadas para un trabajo de parto y expulsión cómoda del feto o cuando menos tolerables. Muchas pacientes se encuentran tensas y aprensivas al inicio del trabajo de parto; aunque en apa- riencia pueden tener pocas molestias o ninguna, éstas se asocian en la primera etapa del trabajo de parto con isquemia del útero durante la contracción, la dilatación y el borramiento del cuello uterino; en la segunda etapa con la distensión de la vagina y el periné. El anestesió- logo debe conocer las opciones disponibles para aliviar el dolor y responder a las necesidades y deseos de la pa- ciente. En los últimos tres decenios se han logrado avances sustanciales en la calidad y seguridad de la analgesia obs- tétrica;7 a pesar de ello existen opiniones encontradas como las señaladas con anterioridad que demeritan y 120 • Anestesia obstétrica (Capítulo 10) limitan la utilidad de los procedimientos anestésicos o analgésicos durante el trabajo de parto. Para señalar algunas consideraciones acerca del esta- do actual de la analgesia sistémica, se analizaron algunas investigaciones, entre las que destaca un estudio que compara el año 1981 con 1992 en 2 265 hospitales de EUA; éste reportó una reducción considerable en el uso de analgesia sistémica, y un incremento en el empleo del bloqueo peridural; en la actualidad pocas son las pacien- tes que no reciben analgesia durante el parto. En 1992 lo más frecuente era administrar fármacos parenterales; de manera posterior el uso de analgesia regional se incre- mentó más del doble y las más o menos nuevas técnicas de opioides espinales para analgesia fueron usadas en las pacientes. La participación del anestesiólogo se ha incre- mentado en la aplicación de analgesia epidural, la que fue administrada por obstetras en 30% de las embaraza- das en 1981, peroen el momento presente sólo el anes- tesiólogo está autorizado para aplicarla. Las enfermeras certificadas, sobre todo en pequeñas unidades (menos de 500 nacimientos al año), aplican bloqueos epidurales sin dirección del anestesiólogo en 55% de las embarazadas.8 El mantenimiento del bloqueo epidural fue realiza- do bajo la supervisión de un anestesiólogo en 73% de las embarazadas, por enfermera anestesista certificada en 24%, y por obstetra en 2%. Cuando se preguntó con qué frecuencia se empleaba analgesia epidural durante el parto, la respuesta fue de 60% siempre, en 38% de modo ocasional y 2% nunca. Los hospitales grandes tienen hasta 97% de cobertura del servicio por anestesiólogos, mientras que en los pequeños sólo hay un anestesiólogo y dos enfermeras certificadas;8 desgraciadamente, no se cuenta con este tipo de estudios en países latinoamerica- nos. CARACTERÍSTICAS BÁSICAS DE LA ANALGESIA SISTÉMICA Existen en forma básica seis puntos alrededor de los cua- les gira la decisión y selección de fármacos para producir la analgesia obstétrica sistémica: 1. Embarazada con ansiedad y temor a la administra- ción de fármacos. 2. Un mínimo de 3 a 4 h de analgesia y en consecuen- cia de exposición al fármaco. 3. Si la actividad uterina puede verse afectada por la acción de los fármacos empleados. 4. Si el producto puede resultar afectado por la apli- cación de estos fármacos. 5. Tener en cuenta que la farmacodinámica y farma- cocinética de los medicamentos se afecta por los cambios fisiológicos de la paciente embarazada (estómago lleno, hipoproteinemia, etc.), así como por los eventos del parto (sangrado, infección). 6. Valorar la posibilidad de aplicar otro método de analgesia obstétrica que ofrezca mayores beneficios y menor riesgo. De tal forma que cuando se decida administrar analgesia sistémica para el control del dolor obstétrico, la paciente debe ser preparada de forma adecuada en un lugar con la infraestructura suficiente para poder aplicar este proce- dimiento; además, se debe pensar en las características deseables de la analgesia sistémica, como son: el empleo de fármacos seguros, de fácil manejo, que ofrezcan con- trol preciso sobre la profundidad de su respuesta, con poco efecto acumulativo y rápida eliminación, que no interfieran con la evolución del trabajo de parto, ni afec- ten al producto, que ofrezcan un efecto óptimo en la madre y efecto depresor mínimo en el producto, de administración intravenosa para eliminar las tasas varia- bles de absorción por circulación deficiente en tejido graso y muscular, lo que favorece un efecto inmediato, que permitan emplear dosis pequeñas y titulación ade- cuada de las mismas de acuerdo a la respuesta en la embarazada, feto, y que sus ventajas superen sus posibles desventajas. Esta técnica es la última opción para el con- trol del dolor obstétrico, ya que existen otras más segu- ras para los integrantes del binomio materno-fetal, como es la analgesia neuroaxial; cuando ésta no pueda utilizar- se por existir contraindicaciones absolutas, es preferible recurrir a esta analgesia sistémica que dejar a la paciente con dolor, ya que este signo cuando no se controla pro- duce efectos indeseables importantes en el binomio y flujo uterino; nunca debe permitirse en una embarazada la falta de control de un dolor obstétrico.7 La administración de dosis excesivas de fármacos en la analgesia sistémica obstétrica causa depresión cardio- vascular y respiratoria materna, que origina acidosis e hipoxia fetal con depresión directa del producto; la con- centración de fármaco libre no unido a proteínas es resultado de la cantidad y el sitio de administración, así como de la distribución en tejidos maternos, del metabo- lismo y excreción renal, sus metabolitos, liposolubilidad, configuración espacial y peso molecular. La concentra- ción sanguínea del opiáceo es determinante en el paso placentario, en particular éste se concentra en el feto cuando presenta acidosis fetal. La diabetes, hipertensión del embarazo, compresión aortocava, hipotensión y hemorragia, disminuyen el riego uteroplacentario y el paso del fármaco al feto; asimismo las contracciones ute- rinas disminuyen en forma intermitente la perfusión pla- centaria; la aplicación de un fármaco durante una con- tracción reduce en consecuencia el paso placentario. En el feto, el hígado inmaduro tiene pocos recursos para el metabolismo del fármaco y la barrera hematoen- cefálica es muy permeable; la prematurez, asfixia y aci- dosis lo hacen más lábil. En el caso de la meperidina y su metabolito activo normeperidina, el horario y la dosis administrada tienen gran importancia; su aplicación 2 a 3 h antes del parto hace más frecuente la depresión respiratoria y neurocon- ductual del producto. Las concentraciones de estos pro- ductos aumentan con las dosis repetidas, si las dosis son múltiples, la captación fetal es más notoria. La normepe- ridina aparece en la sangre fetal a los 10 min de adminis- trada la meperidina. La administración crónica de feno- barbital induce actividad enzimática microsomal hepática que incrementa los niveles de metabolitos activos.3© E di to ri al E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o Analgesia obstétrica sistémica • 121 Entre los fármacos benzodiazepínicos actuales, el mi- dazolam ofrece ventajas para reducir la ansiedad del tra- bajo de parto, manteniendo las dosis por debajo de 0.075 mg/kg. Sus cualidades de amnesia anterógrada resultan benéficas en este sentido, aunque no siempre es deseable este efecto, sobre todo en pacientes que desean conser- var memoria del nacimiento de su hijo; carece de los efec- tos neonatales que se observan con el diacepam y se de- pura con mayor rapidez. El diacepam produce hipotonía fetal, hipotermia y alteraciones en la frecuencia cardiaca fe- tal, cruza con facilidad la placenta, y tiene en el feto una vida media mucho mayor que en la madre; sus amorti- guadores, benzoato de sodio y ácido benzoico, desaco- plan los complejos albuminabilirrubina e incrementan los niveles de bilirrubina libre, que en el recién nacido prematuro aumentan la incidencia de kernicterus.7 Los fármacos neurolépticos de que se dispone en la actualidad son más específicos en sus efectos sobre el sis- tema nervioso central, producen una acción neurolépti- ca con estabilidad hemodinámica y sin alteración de la conciencia.2 La escopolamina fue muy usada en el siglo XIX, no produce analgesia, pero tiene un efecto sedante leve y amnésico excesivo y prolongado, aunque en con- tadas ocasiones produce excitación en la embarazada. La hidroxicina es un antihistamínico con efecto sedante leve. Los opioides por lo común se usan en la primera etapa del trabajo de parto por la producción de analgesia y mejoría del estado de ánimo. Los más usados son la codeína, 60 mg intramuscular o meperidina de 25 a 50 mg intravenoso, la aplicación de 50 a 100 intramuscular tiene un efecto impredecible. La combinación de morfi- na-escopolamina se utilizó mucho en el pasado, debido a su efecto de sueño crepuscular, pero rara vez se adminis- tra en la actualidad por sus efectos indeseables, náusea, vómito, supresión de tos, disminución de la peristalsis intestinal, y de la frecuencia, intensidad y duración de las contracciones uterinas al principio de la primera etapa del trabajo de parto. La morfina no se usa en trabajo de parto debido a la excesiva depresión respiratoria que ocasiona en el neonato, a diferencia de dosis equipoten- tes de otros narcóticos. La edad gestacional, peso bajo, traumatismo y parto prolongado, aumentan en relación indirecta la sensibilidad del feto a los opiodes.8,2 La ketamina se ha convertido en un agente adyuvan- te útil y de amplio uso en obstetricia, porque el estado cardiovascular materno y el flujo de sangre uterina se conservan. A dosis bajas de 0.25 a 0.5 mg/kg por vía intravenosa, se obtiene analgesia materna eficaz sin pér- dida del estado de alerta, ni de los reflejos protectores. Sin embargo,su margen de seguridad es restringido por sus efectos secundarios en el aparato cardiovascular (hipertensión y taquicardia); los alucinógenos y estimu- lantes se relacionan de forma directa con la dosis que se administra; en obstetricia éstas son mínimas, y permiten administrar concentraciones mayores de fracción inspira- da de oxígeno antes de la expulsión del producto, sin riesgo de recordar la paciente el procedimiento; dosis mayores incrementan el tono uterino, por lo que no son recomendables.7,2 Un reporte señala el empleo de analgesia parenteral obstétrica con Tramadol en 23 nacimientos normales. Los resultados se compararon con un grupo en el cual la analgesia se produjo con petidina. Ambos medicamentos presentaron una eficacia analgésica idéntica y causaron efectos adversos relacionados con el desarrollo del parto o en el estado del recién nacido.9 Otras opciones son el empleo de nalbufina o fenta- nil, analgésicos opioides agonista-antagonista y agonista puro, de modo respectivo, que mitigan el dolor obstétri- co, disminuyen el temor, la intranquilidad, pero produ- cen depresión respiratoria y alteraciones neuroconduc- tuales en el recién nacido, de acuerdo a la dosis adminis- trada en la madre. Hay que recordar que todos los fárma- cos que se administran en analgesia obstétrica atraviesan la barrera placentaria y su efecto sobre el recién nacido está relacionado con varios factores, los cuales han sido analizados en otro capitulo de este libro. La depresión producida en el producto se incrementa con la mezcla de fármacos analgésicos e hipnóticos, así como con la hipo- tensión arterial materna, parto prolongado, cesárea, y trauma obstétrico. Las complicaciones más graves que pueden producirse son: paro respiratorio, paro cardiaco, hipotensión grave, sedación profunda, síndrome de Mendelson y apnea neonatorum. Estas mezclas están con- traindicadas en pacientes cardiópatas, con edad gestacio- nal menor a 36 semanas, hipotensión, estado de choque, anemia aguda o crónica, desnutrición, sufrimiento fetal agudo y crónico y tratamiento psiquiátrico con depreso- res del sistema nervioso central.10 El óxido nitroso es el único anestésico por inhalación que es analgésico a concentraciones bajas. Se requiere experiencia para manejarlo en forma segura, ya que la embarazada es sensible a sus efectos anestésicos y puede tener pérdida de los reflejos de las vías respiratorias.8 El control del dolor durante el parto con opioides e inhalación de óxido nitroso fue utilizado por muchos decenios. La administración de óxido nitroso (50% en oxígeno) no alcanzó la misma popularidad en EUA como en el Reino Unido o Escandinavia; su administra- ción durante el parto se ha cuestionado, ya que la inha- lación de esta mezcla, tiene eficacia limitada para el ali- vio del dolor obstétrico; hay que considerar además el riesgo de la hipoxia por difusión en el recién nacido.11 Una nueva alternativa que empieza a utilizarse es la analgesia endovenosa con remifentanil opioide, que tiene como característica importante su corta vida media de eliminación, lo cual ofrece beneficios en analgesia obsté- trica como menor efecto sobre los componentes del binomio maternofetal; sin embargo, aún no se tienen estudios que valoren en forma definitiva su indicación como son aquellos que midan: paso transplacentario, concentraciones plasmáticas en la sangre de la vena ute- rina, vena umbilical, arteria uterina y posibilidad de efec- to sobre el recién nacido. 122 • Anestesia obstétrica (Capítulo 10) 1. Myers RE, Williams MV: Sedación, analgesia y anestesia general: métodos mal aprovechados para evitar la hipoxia fetal en ginecología y obstetricia. Clin Obstet Gynaecol 1982:359-402. 2. Dunde JW, Wyant GM: Técnicas neurolépticas en anestesia intravenosa. 1a Ed. México: Salvat, 1981. 3. Kriz M, Suehanek EU: Epiduralne analgezije un porodaju na razinu kateholamina u serum (The effect of epidural analgesia in labour upon serum catecholamine levels). Jugoslavenska Ginekologija I Opstetricija 1982;22:19-22. 4. Gambling DR, Sharma SK et al.: A Randomized study of combined spinal-epidural analgesia versus intravenous meperidine during labor impact on cesarean delivery rate. Anesthesiology 1998; 89:1336-1344. 5. Diario Oficial de la Federación: De la Norma Oficial Mexicana NOM-007-SSA2-1993, Atención de la mujer durante el embarazo, parto y puerperio y del recién nacido. Criterios y procedimientos para la prestación del servicio. 6. Obstetrical anaesthesia at Winnipeg Women’s Hospital 1975:83 anesthetic techniques and complications. Can J Anaesth 1987;34:294. 7. DeCherney HA, Pernos LM: Diagnóstico y tratamiento ginecoobstétricos. 8a ed, México, Editorial El Manual Moderno, 1997:653-681. 8. HawkinsJL, Gibbs Ch, OrleansM et al.: Obstetric Anes- thesia Work Force Survey, 1981 versus 1992. Anesthesio- logy 1997;87:135-143. 9. Kitsch M, Emmrich J, Lippach G, Rindt W: Geburtsilfliche Analgesie mit Tramadol (Obstetrical analgesia with trama- dol). Forlsechritte der Meddizin 1980;98:632-634. 10. Mondragón CH: Obstetricia básica ilustrada. 4a ed., Mé- xico: Ed. Trillas, 1995:188-192. 11. Olofsson C, Irestedt L: Traditional analgesic agents: are pa- renteral narcotics passe and do inhalational agents still have a place in labour? Caillieres Clin Obstet Gynaecol 1998;12:409-421 © E di to ri al E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o Analgesia obstétrica sistémica • 123 REFERENCIAS
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