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489 © E di to ri al E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. INTRODUCCIÓN La Organización Mundial de la Salud (OMS), reporta que existen en el mundo 529 000 muertes maternas al año, de las cuales 166 000 son causadas por hemorragia obstétrica, lo que representa 25% del total de las muer- tes maternas. Más de 50% de estas muertes se presentan en las primeras cuatro horas posparto. En EUA, la hemo- rragia obstétrica fue la primera causa de muerte obstétri- ca entre 1987 a 1990, causando 29% de la mortalidad en obstetricia.1 En México, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Infor- mática (INEGI), constituyó la tercera causa de mortali- dad materna de 1995 a 2003, sólo quedando por debajo de la enfermedad hipertensiva del embarazo. Se conside- ra hemorragia del embarazo, parto o puerperio a cual- quier pérdida de sangre que no pueda ser compensada a nivel fisiológico y que puede producir daño tisular.2 Por lo regular este fenómeno se presenta cuando hay un san- grado superior a los 500 mL en el parto vaginal y mayor a los 1 000 mL en la operación cesárea. La hemorragia puede provenir de los genitales internos o externos, por lo que dependiendo de su localización se le puede encontrar en la cavidad peritoneal o en el exterior a tra- vés de los genitales externos.3-10 Cuando ocurre en la primera mitad del embarazo la hemorragia puede ser causada por: - aborto, - embarazo ectópico, y - enfermedad trofoblástica gestacional. Si se presenta en la segunda mitad del embarazo es debi- da a: - desprendimiento prematuro de placenta normoin- serta, - placenta previa, y - ruptura uterina. Si es durante el trabajo de parto, y puerperio las causas más frecuentes son: - atonía uterina, - desgarros del canal del parto, - inversión uterina, - acretismo placentario, - ruptura uterina, y - retención de restos placentarios. Existen varios factores de riesgo que favorecen la presen- cia de hemorragia obstétrica; éstos son:11,12 edad menor de 16 años o mayor de 35, nuliparidad, anemia, desnu- trición, obesidad, embarazo no deseado, miomatosis ute- rina, infección uterina, embarazo múltiple, polihidram- nios, administración de uteroinhibidores o uterotónicos, complicaciones del parto (distócico, prolongado y preci- pitado), cirugías uterinas previas (cesárea, miomectomía, etc.), trastornos hipertensivos del embarazo. El anestesiólogo debe conocer a la perfección el cua- dro clínico de las entidades patológicas que producen sangrado en la segunda mitad del embarazo y en el pos- parto, ya que las causas y cuadro clínico de las hemorra- gias de la primera mitad del embarazo son mejor conoci- das. La etiología y sintomatología de la hemorragia en la segunda mitad del embarazo, trabajo de parto y puerpe- rio se muestra a continuación: • Placenta previa: - Hemorragia de color rojo brillante de inicio súbito. - No hay dolor abdominal. - En esta etapa del embarazo pueden presentarse varios episodios de sangrado, por lo general entre las semanas 28 y 34. • Desprendimiento prematuro de placenta normoin- serta: - Puede o no haber liquido amniótico sanguino- lento o hemorragia genital de color oscuro. Capítulo Manejo anestésico de la paciente obstétrica con hemorragia durante el periparto - Dolor abdominal súbito y constante localizado en el útero. - Hipertonía y polisistolia uterina. - Hipovolemia y choque hemorrágico. - Coagulopatía secundaria y progresiva mientras el útero esté ocupado. • Ruptura uterina: - Palpación de partes fetales en forma superficial o en zonas altas del abdomen. - Detención en el trabajo de parto. - Dolor suprapúbico súbito e intenso. - Hemorragia transvaginal. - Alteraciones en la frecuencia cardiaca fetal (ausencia de latido fetal). - Anillo de retracción patológico de Bandall pre- vio a la ruptura. - Taquicardia e hipertensión arterial inexplicables. - Hematuria. • Atonía uterina: - Ausencia de tono uterino. - Sangrado transvaginal abundante. - Hipertensión arterial. • Desgarros del canal cervical: - Evidencia de lesión del canal del parto. • Retención de restos placentarios: - Útero subinvolucionado. - Presencia de sangrado transvaginal. • Inversión uterina: - Puede o no haber signos de infección. - Sangrado. - Hipotensión. - Descenso y eversión del cuerpo uterino a través del cuello. - No se palpa fondo uterino a través de la pared abdominal. Una vez descritas las principales causas del sangrado obs- tétrico y su cuadro clínico, hay que recordar que el anes- tesiólogo forma parte de un equipo, el cual en conjunto con el ginecobstetra y el personal de enfermería, está involucrado en el tratamiento de este tipo de pacientes. Es el anestesiólogo el que se encargará de mantener la homeostasis en todas las áreas de la economía de la paciente (respiratoria, cardiovascular, neurológica, meta- bólica, hidroelectrolítica, acidobásica, etc.), mientras el médico ginecoobstétra trata de resolver la causa directa que produjo el sangrado; de acuerdo con la severidad del mismo la paciente puede presentar una hemorragia de cantidad mínima a moderada hasta un estado de choque severo, con todas las consecuencias que esto conlleva, por lo que es necesario que antes de pensar en el tipo de fármacos y técnicas anestésicas que con probabilidad se lleguen a utilizar, el anestesiólogo tiene la obligación de conocer la fisiopatología de la hemorragia y del choque hipovolémico, además de valorar la mejor forma de monitorizar a las pacientes, y ofrecerles un adecuado tra- tamiento para mejorar sus condiciones, y mantener una adecuada estabilidad hemodinámica que les permita continuar con todas sus funciones vitales. FISIOPATOLOGÍA DE LA HEMORRAGIA Las respuestas circulatorias en forma temprana a las pér- didas sanguíneas son compensatorias, tales como la vaso- constricción progresiva de la circulación cutánea, muscular y visceral, esto para conservar el flujo sanguíneo al cere- bro, corazón y riñones .La respuesta al déficit de volu- men en forma aguda es un aumento de la frecuencia car- diaca en un intento por preservar el gasto cardiaco. En la mayoría de los casos la taquicardia es el primer signo del estado de choque. La liberación de endorfinas endógenas aumenta las resistencias periféricas, lo que incrementa la presión diastólica y reduce la presión de pulso, aunque tiene poca influencia en la perfusión orgánica. Algunas otras hormonas con propiedades vasoactivas y que son liberadas durante el estado de choque son: histamina, bradicinina, β-endorfinas y una cascada de prostanoides y citosinas. Estas sustancias tienen efecto muy importan- te en la circulación y en la permeabilidad vascular. Estos mecanismos compensatorios preservan el retorno venoso en cierto grado en el choque hemorrági- co en su forma temprana, contrayendo el volumen en el sistema venoso, lo cual no afecta a la presión venosa pro- medio; sin embargo este mecanismo es limitado. El método más efectivo para restaurar un adecuado gasto cardiaco y una adecuada perfusión orgánica, es el de res- taurar el retorno venoso a lo normal con la administra- ción de volumen. A nivel celular, las células que no son bien oxigena- das y perfundidas se privan de los substratos esenciales, para efectuar un metabolismo aeróbico y la consecuente producción de energía. Al inicio la compensación ocurre cambiando a metabolismo anaeróbico, lo cual da como resultado la formación de ácido láctico y el desarrollo de acidosis metabólica. Si el estado de choque es prolonga- do y el aporte de substratos para la generación de adeno- sintrifosfato (ATP) es inadecuado, la membrana celular pierde la habilidad de mantener su integridad y por con- secuencia perderá su gradiente eléctrico. El edema del retículo endoplásmico es la primera evidencia ultraestructural de hipoxia celular, seguido por el daño mitocondrial. Existe también ruptura de los liso- somas y liberación de enzimas que digieren otros ele- mentos intracelulares, así también se deposita calciointracelular. Si este proceso no se revierte, el daño celu- lar aumenta, se produce edema celular adicional y la muerte celular ocurre. Este proceso corresponde al impacto que produce la hemorragia y la hipoperfu- sión.13,14 DIAGNÓSTICO DE CHOQUE Sólo basarse en la presión sistólica como indicador de choque, da como resultado un retardo en el diagnóstico de un estado de choque. Los mecanismos compensato- rios pueden compensar hasta 30% de pérdida sanguínea, sin que exista una caída considerable en la presión sistó- lica. Se deberá tener especial atención en la frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria, circulación de la piel y 490 • Anestesia obstétrica (Capítulo 44) en la presión de pulso (la diferencia en la presión sistóli- ca y diastólica). La taquicardia y la vasoconstricción cutánea son la primera respuesta entre los mecanismos de compensación fisiológica a la pérdida sanguínea en los adultos. De forma ocasional una frecuencia cardiaca nor- mal o aun bradicardia, pueden estar asociadas a una reducción aguda del volumen circulante. La frecuencia cardiaca varía con la edad: se conside- ra taquicardia cuando la frecuencia cardiaca es mayor de 160 en un recién nacido, 140 en preescolares ,120 en escolares hasta la pubertad. El paciente anciano con fre- cuencia no presenta taquicardia, debido a una limitada respuesta cardiaca a la estimulación de catecolaminas, o en su defecto al empleo de fármacos, como serian los β- bloqueadores, o al uso de marcapasos. Una presión de pulso muy corta sugiere pérdida sanguínea con mecanis- mos compensatorios presentes. Valorar el hematócrito o la concentración de hemo- globina no es confiable para estimar una pérdida sanguí- nea aguda; la medición de estos factores es inapropiada en el diagnóstico de choque. Una pérdida sanguínea masiva pudiera producir sólo una mínima disminución en estos parámetros. De aquí que un hematocrito muy bajo obtenido de modo posterior, inmediato a una lesión, sugiere una pérdida sanguínea masiva o una anemia pre- existente, mientras que un hematocrito normal no exclu- ye una pérdida sanguínea importante.15,16 CLASIFICACIÓN DE LA HEMORRAGIA Clase I Pérdida sanguínea de más de 15% del volumen sanguí- neo circulante (VSC), que equivaldría a 750 mL. Los síntomas son mínimos; en situaciones no complicadas pudiera ocurrir una mínima taquicardia. No existen cambios en la presión arterial (PA), presión de pulso o frecuencia respiratoria (FR). En pacientes sanos esta pér- dida no necesita tratamiento. El llenado capilar y otros mecanismos se restauran dentro de las primeras 24 horas. Sin embargo, la presencia de otros factores como son los que se presentan en la segunda mitad del emba- razo, en donde aunque hay un incremento del volumen sanguíneo circulante hasta de 45%, y del gasto cardiaco hasta en 50%, los efectos mecánicos del útero grávido disminuyen el retorno venoso, lo cual podría comprome- ter la hemodinamia de la paciente obstétrica y del pro- ducto. Clase II Pérdida sanguínea de entre 15 y 30% del VSC (750 a 1 500 mL). La sintomatología incluye taquicardia, taquip- nea y disminución de la presión de pulso. Esta disminu- ción en la presión del pulso es debida a un aumento en la diástole por la acción de catecolaminas, que causa un aumento en el tono y resistencias vasculares periféricas. A nivel del sistema nervioso central (SNC) se presenta ansiedad, hostilidad y pánico. El gasto cardiaco sólo se afecta en forma mediana, y el flujo urinario es de alrede- dor de 20 a 30 mL/h. Algunos pacientes de manera espo- rádica requerirán de una transfusión, ya que por lo regu- lar, como se verá más adelante, pueden estabilizarse con cristaloides. Clase III Pérdida sanguínea entre 30 y 40% del VSC (1 500 a 2 000 mL). Puede ser devastadora. Se presentan mues- tras de una inadecuada perfusión como son taquicardia más acentuada, taquipnea, alteraciones en el SNC y una caída en la presión sistólica. Siempre requerirán de una transfusión. Clase IV Pérdida sanguínea de más de 40% del VSC (> 2 000 mL). Pone en peligro la vida si no es tratada en forma enérgica. Se presenta taquicardia marcada, disminución en la presión sistólica y presión del pulso muy angosta, o muchas veces no se obtiene la presión diastólica, el gasto urinario está ausente y existe una gran depresión del SNC. La piel se encuentra fría y pálida. Pérdidas de más de 50% del VSC se manifiestan con pérdida de la con- ciencia, pulso y de la presión arterial. En el cuadro 44–1 se muestra la clasificación en cua- tro estadios de la hemorragia, propuesta por el American © E di to ri al E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o Manejo anestésico de la paciente obstétrica con. . . • 491 Cuadro 44–1. Clasificación de la hemorragia Clase I Clase II Clase III Clase IV Pérdida sanguínea (mL) Hasta 750 750 a 1 500 1 500 a 2 000 > 200mL Pérdida sanguínea (%) Hasta 15% 15 a 30% 30 a 40% >40% Frecuencia del pulso <100 >100 >120 >140 Presión arterial Normal Normal Baja Baja Presión del pulso (mm Hg) Normal aumentada Bajo Bajo Bajo Frecuencia respiratoria 14 a 20 20 a 30 30 a 40 > 35 Gasto urinario (mL/h) >30 20 a 30 5 a 15 Insignificante SNC/estado mental Ligera ansiedad Mediana ansiedad Ansioso confundido Confundido letárgico Reemplazo de líquidos Cristaloides Cristaloides Cristaloides y sangre Cristaloides y sangre Collage of Surgeon, y aunque ya tiene más de tres dece- nios que se estableció,17 es la que se sigue utilizando en forma universal. Como se ha mencionado con anterioridad es el médico anestesiólogo el que se encargará de mantener la estabilidad hemodinámica de la paciente, mientras el ginecobstetra repara el daño que produjo la pérdida san- guínea. Hay que tener presente que no todas las pérdidas sanguíneas se manejan con la administración de sangre; esto va a depender de la cantidad de sangre perdida, con qué velocidad sucede y las condiciones preexistentes de la paciente; es importante que se tengan presentes los siguientes fundamentos: Los principios de la reanimación volumétrica se basan en la respuesta normal del organismo a la hemo- rragia. Esta respuesta se ha examinado en la hemorragia leve (pérdida de volumen inferior a 15%), cuando no es necesario proceder a la reanimación volumétrica; ésta se describe en tres estadios.18 • Estadio 1: las primeras horas tras el comienzo de la pérdida de sangre se caracterizan por el desplaza- miento de líquido intersticial hacia el interior de los capilares. Este llenado transcapilar ayuda a mante- ner el volumen de sangre, pero deja un déficit de líquido del intersticio • Estadio 2: la pérdida de líquidos corporales condu- ce a la activación del sistema renina-angiotensina- aldosterona, con la consiguiente conservación renal de sodio. Dado que el sodio se distribuye de modo principal en el espacio intersticial, el sodio retenido repone el déficit de líquido intersticial • Estadio 3: unas horas después del comienzo de la hemorragia, la médula ósea empieza a incrementar la producción de eritrocitos. Esta respuesta se pro- duce de forma gradual, ya que para la reposición completa de los eritrocitos pueden transcurrir hasta dos meses.18,19 MANEJO HEMODINÁMICO DE LA PACIENTE CON SANGRADO Aún hoy en día existe controversia, en el manejo de este tipo de pacientes. La disyuntiva se centra en el tipo de líquidos que hay que utilizar para la reanimación. Algunos clínicos prefieren los cristaloides y otros los coloides. Este dilema en la actualidad ya no debe de exis- tir, si se recuerda el movimiento de liquido del intersti- cio al espacio vascular cuando hay sangrado,20 por lo que al inicio se deben utilizar cristaloides, que son líquidos muy similares en composición al liquido intersticial (los cristaloides al igual que el intersticio contienen sodio y cloro),el protocolo del American College of Surgeons para apoyo vital avanzado en traumatismos, recomienda reemplazar cada mililitro de perdida de sangre con 3 mL de líquidos cristaloides, loque permite restituir el volu- men plasmático perdido en los espacios intersticial e intracelular. Esto se conoce como la regla “3 por 1”. Es probable que pueda existir duda en el tipo de cristaloi- des a elegir; algunos anestesiólogos prefieren las solucio- nes Hartmann o Ringer con lactato (las cuales son simi- lares), argumentando que contienen otros elementos como serían: calcio, potasio y lactato; las cantidades de estos iones que se encuentran en estas soluciones son tan mínimas que se necesitaría administrar grandes volúme- nes de solución para compensar algún déficit de éstos, por lo que este aforismo no es valido. La solución Hartmann contiene 130 miliequivalen- tes (mEq) de sodio (NA) por litro (L), 109 mEq de cloro (CL) por L, 4.1 mEq de potasio (K) por L, 1.5 mEq de calcio por L, 28 mEq de lactato por L, con una osmola- ridad de 275 miliosmoles (mOsm). La solución fisiológi- ca contiene 154 mEq/L de NA y 154 mEq/L de cloro y una osmolaridad de 310 mOsm. Tal vez el argumento más sólido para usar soluciones Hartmann, es de que tiene menor cantidad de sodio y cloro, y si se administran grandes volúmenes se evitaría la acidosis hiperclorémica que pudiese aparecer con soluciones fisiológicas, aunque el autor no ha observado acidosis hiperclorémica, cuan- do ha manejado a las pacientes con estas soluciones lla- madas “fisiológicas”, encontrándoles la ventaja de que al ser isotónicas permanecerán un poco más tiempo en el espacio intravascular que la solución Hartmann (30 a 40 min).21 Si se administra cualquier tipo de coloide, por ejem- plo albúmina a 25% en un volumen de 100 (mL), se expande el plasma de 375 a 400 mL; cada gramo de albúmina atrae un total de 14 a 15 mL del líquido inters- ticial al volumen plasmático, no obstante, si este líquido intersticial se encuentra agotado, previo a la administra- ción del coloide, no existirá tal movimiento de líquido. De ahí la importancia de administrar soluciones cristaloi- des en forma previa o de manera conjunta con coloi- des.21-24 Se debe de recordar además de lo ya referido antes, que con independencia del coloide que se use, su margen de dosis terapéutica es muy estrecho, ya que casi todos los coloides se manejan a razón de 20 a 25 mL/kg/día, y si se sobrepasa esa dosis los efectos secun- darios pueden aparecer; por lo que en una paciente que presenta sangrado no se puede ser tan tajante en el manejo de líquidos y optar por la utilización en exclusi- va de coloides, ya que hay que considerar que la pacien- te en quirófano es de modo total diferente a la que se encuentra en otras áreas, porque durante la cirugía no sólo se repondrá el volumen sanguíneo perdido, se ten- drá que reponer el ayuno si es que existiera (la gran mayoría son urgencias quirúrgicas), exposición quirúrgi- ca, pérdidas insensibles, diuresis, circuitos anestésicos, y esto se tendrá que hacer con soluciones electrolíti- cas.21,22 Además no se puede en exclusiva utilizar crista- loides, porque va a existir fuga de este líquido hacia un tercer espacio con alteraciones, como serían inestabilidad hemodinámica tardía, por fuga extravascular, disminu- ción del aporte de oxigeno a nivel celular y retraso en la cicatrización, por lo cual se deben de utilizar combina- dos cristaloides y coloides. 492 • Anestesia obstétrica (Capítulo 44) ¿CUÁL ES EL MEJOR COLOIDE EN ESTAS PACIENTES? A diferencia de los cristaloides, los coloides son costosos, por lo que el acceso a los mejores muchas veces no es posible. El poder oncótico y de permanencia en el espa- cio intravascular va a depender de su peso molecular dado en daltons, pero esto lleva a otro problema, entre más peso molecular tenga un coloide, el organismo no va a poderlo excretar con facilidad, además de que se pro- ducen mayores alteraciones como predisposición a hemorragias.25,27 Los coloides que se utilizan con mayor frecuencia son: – Albúmina: la albúmina es una proteína plasmática humana, es el único coloide natural ya que los demás son sintéticos. Es el parámetro de compara- ción para los demás coloides, tiene un peso mole- cular de 69 000 daltons y cada gramo de albúmina atrae del espacio intersticial al intravascular entre 15 y 18 mL de agua, es una proteína de total uni- formidad en tamaño, característica que los coloides sintéticos no tienen en 100%, está en constante recambio por medio del sistema linfático; no está indicada para uso exclusivo en el choque hemorrá- gico, tiene la desventaja que es el coloide más caro y debe mantenerse en refrigeración. – Dextranos: fueron los primeros coloides, que sur- gieron en el decenio de 1940-49; de todos los coloi- des que existen en el mercado son los que produ- cen mayores alteraciones en el sistema de coagula- ción, porque: aumentan el tiempo de sangría, dis- minuyen el factor VIII von Willebrand plasmático, actúan como agente antiagregante plaquetario, alteran el sistema fibrinolítico, ya que aceleran la conversión de fibrinógeno en fibrina y la degrada- ción de ésta por la plasmina, por lo que disminuye el fibrinógeno plasmático y la fibrina. Por todas estas alteraciones los dextranos están contraindica- dos en este tipo de pacientes. – Gelatinas: derivan del procesamiento del colágeno animal, tienen un peso molecular de 35 000 dal- tons y una osmolaridad de 300 mOsm, característi- cas que les confieren poca permanencia en el espa- cio intravascular; de todos los coloides en el merca- do es el que más reacciones anafilácticas produce, sobre todo si se administra con rapidez; en EUA se han dejado de administrar; su única ventaja es que son económicos y en apariencia no producen alte- raciones de la coagulación, características que los han mantenido en el mercado de Latinoamérica. – Almidones: al inicio se utilizaron en Europa y de modo posterior en el continente americano; pro- vienen de manera principal de los almidones de las plantas, en esencia de la amilopectina, que es una estructura ramificada de moléculas de glucosa. Los primeros almidones en el mercado tenían una es- tructura muy grande (450 000, 350 000, 280 000, 264 000, 200 000 daltons), lo cual interfería con el sistema de coagulación y les hacía permanecer mucho tiempo en el organismo; en la actualidad ha surgido un almidón con un peso molecular de 130 000 daltons con una estructura más uniforme en su configuración, y un poder oncótico muy simi- lar a la albúmina, características que le confieren que hoy en día sea el coloide de primera elección.28 – Soluciones hipertónicas: estas soluciones no son coloides, pero funcionan como tal ya que restauran el volumen sanguíneo al conservar contraído el espacio intersticial.29 La ventaja teórica de usar lí- quidos hipertónicos, se relaciona con el volumen de administración total requerido para la reanimación adecuada, que es muy bajo (4 mL/Kg de NACL a 7.5%). En animales de experimentación30 estas soluciones tienen un efecto inotrópico positivo en el miocardio, y vasodilatador en mesenterio y a nivel renal,31 sin embargo, también se ha visto que el incremento de la presión arterial y vasodilatación pueden aumentar el sangrado;30 en México la experiencia con estas soluciones es mínima. – Factor VII activado recombinante: en muchas oca- siones la hemorragia obstétrica no ha podido ser controlada, a pesar del tratamiento tradicional con cristaloides, coloides, plasma fresco congelado y crioprecipitados, o con la administración de con- centrados plaquetarios; esto último trae como con- secuencia riesgo de isoinmunización e incompati- bilidad, y por lo general se requieren grandes canti- dades para mejorar el conteo plaquetario. A partir del decenio de 1990-99, se descubre el factor VII activado recombinante, que activa la coagulación, a partir de la formación de trombina, aplicándose de modo inicial en los pacientes hemofílicos que te- nían en común deficiencia de trombina. El factor VII activado recombinante es una glucoproteína de 406 aminoácidos con peso molecular de 50 000 daltons; es un análogo sintético del factor VII plas- mático con una estructura yactividad similar. Fue aprobado para su uso clínico en Europa en 1996 y la FDA (del inglés Food and Drugs Administration) lo autorizó en 1999; es procesado del riñón del hámster, tiene efecto a los 10 min de haberse admi- nistrado.32 El factor VII activado recombinante se ha llegado a utilizar con éxito en pacientes con hemorragia obstétrica persistente a pesar de todas las maniobras médicas y quirúrgicas convencio- nales.33 El principio básico en el tratamiento de este tipo de pacientes es detener la hemorragia con la intervención del ginecoobstétra, y reemplazar el volumen perdido en el menor tiempo posible por parte del anestesiólogo. El problema principal ante la pérdida de sangre, dependien- do de la cantidad, es el inadecuado aporte de oxígeno a nivel tisular, lo que lleva al mal funcionamiento celular, y aunque se logre restaurar el aporte tisular de oxígeno, si no se hace en un tiempo corto sobrevienen la forma- ción de radicales libres por el llamado síndrome de reperfusión, además de la liberación de otras sustancias (cininas), formándose un circulo vicioso con más daño© E di to ri al E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o Manejo anestésico de la paciente obstétrica con. . . • 493 celular y disfunción celular, lo que se conoce como sín- drome de isquemia-reperfusión (I-R).34,35,36 Una alteración que es clave en la disfunción gas- trointestinal, causada por la I-R es la pérdida de la barre- ra intestinal, que protege en caso normal al cuerpo de agresiones por microorganismos y sus productos. De este modo, además de una motilidad intestinal alterada, así como de la absorción, el daño de I-R del intestino está asociado a un incremento en la permeabilidad y tras locación bacteriana al sistema circulatorio, a la que se le atribuye ser el disparador de la falla orgánica múltiple.36 Esto se observa en aquellas pacientes que han sangrado hasta llegar a un grado IV; en apariencia se les reanima y con posterioridad se comportan como pacientes en cho- que séptico, sin presencia de un proceso infeccioso.37 MONITORIZACIÓN La valoración clínica de la pérdida sanguínea está lejos de ser precisa, aunque se empleen métodos invasivos para la monitorización hemodinámica. A continuación se expo- nen algunos puntos importantes en relación con los pará- metros clínicos empleados para valorar a las pacientes en quienes se sospecha una perdida sanguínea o ante una perdida demostrada. Presión arterial: la presión arterial sistémica no es ningún parámetro sensible de la pérdida sanguínea. Sin embargo cuando la pérdida de sangre, es muy importan- te como para producir hipotensión, la presión arterial puede ser una guía valiosa para las tareas de reanimación. Los métodos no invasivos para medir la presión arterial ofrecen a menudo resultados bajos falsos en las pacientes con hipovolemia, debido a la respuesta vasoconstrictora frente a la perdida de volumen, sobre todo cuando la perdida es de leve a moderada,38 por lo que cuando la hipovolemia empieza a provocar cambios de las medi- ciones no invasivas de la presión arterial, debe monitori- zarse ésta mediante registro directo intraarterial. Presiones de llenado cardiaco: aunque las presiones de llenado cardiaco como la presión venosa central (PVC) y presión de enclavamiento o presión de oclusión pulmonar (PO), se monitorizan en forma sistemática cuando hay pérdida aguda de sangre (sobre todo PVC), las cifras que se obtienen muestran escasa correlación con la presencia y el grado de la perdida de volu- men.39,40 En particular estas presiones muestran a menudo pocos cambios hasta que la perdida sanguínea es importante (>30% de la volemia). Esta falta de sensi- bilidad puede explicarse por dos causas: primero la PVC y PO tienen valores bajos normales (sobre todo la PVC inferior a 5 mm Hg), por lo que existe poco margen para detectar su descenso en la hipovolemia, segundo, la hipo- volemia puede acompañarse de menor distensibilidad ventricular (de modo presumible a causa de la activación simpática), 41 y cuando esto ocurre la PVC y la PO ten- drán cifras más altas de las esperadas, sea cual fuere el volumen ventricular. Los cambios posicionales de las presiones de llenado cardiaco son un marcador más sensible de la hipovole- mia. En una publicación, los resultados señalaron que la hipovolemia no ocasionó cambios de la PVC cuando se midió estando el paciente en posición supina; en cambio, al colocar a los pacientes en posición erguida, disminuyó de 4 a 5 mm Hg.42 Así pues la realización de maniobras ortostáticas contribuye a mejorar el llenado cardiaco en la hipovolemia. Extracción de oxígeno: la respuesta normal al des- censo del gasto cardiaco y por consiguiente en el trans- porte de oxígeno (DO2), es un aumento de la extracción de oxígeno en la microcirculación sistémica. Es esta una respuesta compensadora, dirigida a mantener normal el consumo de oxígeno (VO2) cuando la DO2 está deterio- rada. Sin embargo existe un límite para la extracción de oxígeno; cuando éste se alcanza, los descensos del gasto cardiaco se acompañan de disminuciones proporcionales del VO2 hístico. Por lo tanto el aumento de la extracción de oxígeno puede ser un marcador de la hipoperfusión sistémica; un aumento máximo de dicha extracción puede ser un marcador del choque hipovolémico. Es posible monitorizar la extracción de oxígeno sin un catéter en la arteria pulmonar, si se combina la pulso- ximetría para la saturación arterial de O2 (SaO2), con mediciones de la saturación de oxígeno en muestras de sangre obtenidas de un catéter de PVC (la saturación de O2 en la vena cava superior suele ser cercana a la satura- ción de O2 de la sangre venosa mixta). A continuación se muestran los cambios esperados de la extracción de oxí- geno y de la saturación de O2 en la sangre venosa mixta (SvO2) cuando existe una hipovolemia progresiva: SaO2 (%) SvO2 SaO2 (%) SvO2 (%) Normal > 95 > 65 20 a 30 Hipovolemia > 95 50 a 65 30 a 50 Choque hipovolémico > 95 50 > 50 La transición desde la hipovolemia compensada hasta el choque hipovolémico, tiene lugar cuando la extracción de oxígeno alcanza 50 a 60%, y la saturación de O2 en sangre venosa mixta desciende hasta 50%. Por tanto una extracción de oxígeno superior a 30% es un marcador de la hipovolemia de forma clínica significativa; una cifra superior a 50% indica un posible choque hipovolémico. Cuando la extracción de O2 supera 50%, el nivel del lac- tato sérico ayudará a identificar el choque hipovolémico (un nivel de lactato serico > 4 mmol/L indica un estado de choque). La extracción de oxígeno puede aumentar también por hipermetabolismo o en respuesta a la anemia, por lo que deben tenerse en cuenta estas posibilidades al interpretar un aumento en la extracción de oxígeno. CO2 al final de la espiración: al descender el gasto cardiaco, también desciende el CO2 al final de la espira- ción (CO2 teleespiratorio), y cuando mejora el gasto car- díaco mejora el CO2 teleespiratorio; esto puede medirse a través de la capnografía, y no es necesario que esté intubado el paciente, ya que este parámetro se puede monitorizar con las cánulas nasales Standard.43 Hematócrito: los médicos están acostumbrados a utilizar el hematócrito para estimar las pérdidas agudas 494 • Anestesia obstétrica (Capítulo 44) de sangre. Para mala fortuna lo que se hace costumbre aunque sea erróneo se hace ley: “El uso del hematócrito para estimar la pérdida aguda de sangre carece de confia- bilidad y es inapropiado” según el Advanced Trauma Life Support Course of The American College of Surgeons.44 Los cambios del hematócrito muestran una mala correlación con los déficits de volumen de sangre y eritrocitario en la hemorragia aguda.40 De hecho, no es de esperar que la pérdida de volumen modifique el hematócrito, ya que no cambian las proporciones relativas entre los volúmenes del plasma y de los hematíes. El descenso del hematócri- to se produce cuando el riñón comienza a retener sodio, lo que tarda de 8 a 12h en manifestarse. Otro factor por el que desciende el hematócrito es por la administración de líquidos intravenosos, hay que recordar que la pacien- te embarazada se encuentra ya de por si con anemia dilu- cional, por lo que este parámetro aislado carece de valor. La perfusión de suero salino aumenta en forma selectiva el volumen plasmático, y por tanto, disminuye el hema- tócrito. La administración de sangre total expande de modo proporcional las fracciones de plasma y de eritro- citos, por lo que no modifica el hematócrito. Así pues, en las primeras horas después del comienzo del sangrado, el hematócrito es un reflejo de los esfuerzos de reanima- ción, no de la importancia de la pérdida de sangre. Cabe esperar que la administración de líquidos intravenosos (no hemáticos) produzca una disminución dilucional del hematócrito, incluso en ausencia de pérdida sanguínea,45 por lo que el descenso del hematócrito durante la reani- mación volumétrica es un efecto dilucional, sin que indi- que una pérdida continuada de sangre. Déficit de base: se ha observado que el déficit de base se correlaciona con el déficit de volumen y con la mortalidad de las victimas de traumatismos.46 A conse- cuencia de ello, se ha recomendado utilizar este paráme- tro como una guía valiosa para el aporte de volumen. Las elevaciones del déficit de base pueden calificarse como leves (de 2 a 5 mmol/L), moderadas (de 6 a 14 mmol/L) o graves (> 14 mmol/L). La persistencia de un déficit de base elevado duran- te el aporte de volumen indica que hay una isquemia en curso a nivel hístico. Esta medición, que es probable que constituya una determinación rudimentaria del lactato, ofrece un aspecto prometedor como índice sencillo y asequible para conocer la producción isquémica de ácido en los tejidos. Lugar de acceso vascular: aún existe una tendencia a cateterizar las grandes venas centrales para la reanima- ción volumétrica, pero es preferible recurrir a las venas periféricas. El mayor calibre de las venas centrales no constituye un factor importante en la reanimación volu- métrica ya que el ritmo de la perfusión de volumen lo determinan las dimensiones del catéter vascular, no el calibre de la vena. La canulación de las grandes venas centrales requiere emplear catéteres al menos de 13 cm de longitud, mientras que en las venas periféricas puede lograrse con catéteres de 5 cm. Los catéteres más cortos permiten prefundir a un ritmo más elevado. La canula- ción venosa central se reserva para monitorizar las pre- siones de llenado cardiaco y la saturación venosa de O2. El objetivo universal de la reanimación es el de man- tener el consumo de oxígeno (VO2) a nivel tisular, y por lo tanto sostener el metabolismo aerobio;43 los determi- nantes del VO2 son: gasto cardiaco (Q), contenidos arte- riales y venosos de oxígeno, la hemoglobina es sólo una parte determinante de los contenidos arteriales y venoso de oxígeno, de tal manera que no serviría de nada tener una buena hemoglobina, si no existe un buen transporte y saturación de oxigeno de esta hemoglobina, por lo que es más importante tener una buena volemia (flujo), lo que de modo inicial se obtiene con administración de cristaloides y coloides, buen funcionamiento cardiorres- piratorio, siendo la corrección del déficit de hematíes un objetivo secundario, por lo que el número mágico de 10 g de hemoglobina, que se usó por primera vez en el dece- nio de 1940-49, no tiene ningún valor científico y debe de ser abandonado Cuando el anestesiólogo inicia la reanimación, el objetivo es mantener una presión arterial media (PAM) de 60 mm Hg; se ha documentado que con esta PAM, el lactato se mantiene por debajo de 4 mmol/L, y permite al ginecoobstétra realizar de forma adecuada la repara- ción quirúrgica que dio origen al sangrado .Si se mantie- ne una PAM de 80 mm Hg, aunque el lactato se encuen- tra normal, la posibilidad que aumente el sangrado es mayor y existe más dificultad para el ginecoobstétra; por otro lado si se mantiene una PAM de 40 mm Hg, aunque el ginecoobstétra puede reparar la lesión, existe hipoper- fusión tisular manifestada por incremento del lactato sérico ¿CUÁL ES EL MEJOR MÉTODO ANESTÉSICO EN ESTAS PACIENTES? Hay que recordar que estas pacientes han estado san- grando y en muchas de ellas, aunque el parámetro con- vencional que es la presión arterial pudiese estar normal, esto no quiere decir que se encuentran en buen estado de salud, por lo que en potencia se pueden descompen- sar conforme se incremente la pérdida sanguínea, siendo la anestesia regional (bloqueo peridural, subaracnoideo o mixto), un método no confiable ni seguro. En relación a la anestesia general, la forma balancea- da pudiese ser la mejor opción. Dependiendo de la causa que dio origen al sangrado, la paciente obstétrica puede estar a inicios, a la mitad, o en su etapa final del embara- zo, además que casi siempre este tipo de eventos se con- sideran como una urgencia absoluta, por lo que siempre hay considerar a la paciente como no preparada para el evento quirúrgico, esto sobre todo en lo que se refiere al ayuno; hay que considerar a este tipo de enfermas con estómago lleno. Siempre que las condiciones de tiempo lo permitan se debe administrar 10 mg de metoclopra- mida en forma intravenosa (IV), de 20 a 30 min antes del inicio de la anestesia, además para incrementar el vacia- miento gástrico, un inhibidor de los receptores H2 como seria la famotidina (20 mg IV) o la ranitidina (50 mg IV) de 30 a 45 min antes de la anestesia; también se ha reco-© E di to ri al E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o Manejo anestésico de la paciente obstétrica con. . . • 495 mendado la ingesta de citrato de sodio diluido en 30 mL de agua antes del inicio de la anestesia. En la intubación endotraqueal debe considerarse la posibilidad de que pudiese ser de secuencia rápida, por lo que se necesitará un inductor y un relajante muscular que actúen con velocidad, pero que no tengan efectos indeseables. El etomidato es quizá el inductor más cardioestable, además de que no requiere ninguna disminución en la dosis como los demás inductores. Una importante des- ventaja con su uso es la depresión suprarrenal, que dura hasta 8 h después de una dosis de inducción estándar, y más tiempo cuando se usa en infusión.47,48 Aun así es el inductor de elección cuando la paciente está a nivel hemodinámico comprometida. Propofol: en el caso de propofol en las pacientes con importante sangrado se disminuye su aclaramiento inter- compartimental, elevándose las concentraciones plasmá- ticas de este fármaco, incrementando como resultado su potencia, fenómeno debido a la pérdida de albúmina sérica que acompaña a la hemorragia, en especial segui- da por la resucitación con cristaloides, lo que produce cambios en su característica de unión a proteínas, lo cual altera su potencia farmacológica y farmacocinética,49 por lo cual se debe disminuir su dosis en 80 a 90% en pacientes con choque hemorrágico, ya que a dosis están- dar causa hipotensión como resultado de vasodilatación y depresión miocárdica directa.50 En la paciente que ha presentado un sangrado de mínimo a moderado con ade- cuada estabilidad hemodinámica, se puede utilizar ya que debido a sus características farmacocinéticas se eli- mina con facilidad y su acción es breve; cruza la barrera placentaria pero su efecto en el neonato es mínimo, se observa una relación directa en éste con la dosis que se aplica en la embarazada.51,52 Tiopental: se ha demostrado a nivel experimental que los barbitúricos deprimen el corazón y el músculo liso vascular. Una dosis normal de tiopental es una sobre- dosis relativa en una paciente con volemia restringida, produciéndose niveles sanguíneos tóxicos. El bloqueo ganglionar autónomo y la liberación de histamina pue- den contribuir a la hipotensión.53 De los relajantes musculares, el que más rápido actúa es la succinilcolina, pero de manera desafortunada por sus efectos colaterales comoson presencia de fasci- culaciones, trastornos del ritmo cardiaco, incremento de la presión intragástrica e intraocular, liberación de pota- sio, han motivado que este fármaco cada vez se use menos y esté menos disponible en las instituciones. Rocuronio: relajante no despolarizante con mínimo efecto cardiovascular, no produce fasciculaciones ni tam- poco incrementa la presión intragástrica ni intraocular, no libera potasio, ofrece un inicio de acción muy seme- jante a la succinilcolina a dosis de 0.5 a 0.9 mg/kg peso.54 Ketamina: la ketamina produce un aumento típico de la frecuencia cardiaca, gasto cardíaco y la tensión arte- rial, sin modificar de forma significativa las resistencias periféricas totales. Tiene efectos antiinflamatorios, obser- vándose una disminución de interleucinas (IL-6, IL-8), óxido nítrico y factor de necrosis tumoral (TNF), y en algunos casos disminución de la mortalidad por sepsis.55 La ketamina es el fármaco indicado en los estados de choque hemorrágico por sus efectos cardiovasculares estimulantes, debidos a la liberación de catecolaminas, sin embargo, hay referencias que citan que a dosis bajas no tiene efecto sobre el gasto cardiaco, y a dosis altas es un depresor miocárdico porque inhibe la función del retículo sarcoplásmico.56 En algunos modelos se constata el mantenimiento o no de la perfusión a órganos nobles. La cuestión consiste en saber si la ketamina se acompaña o no de aumento de las catecolaminas circulantes en el paciente hipovolémi- co a nivel grave, y si este aumento es beneficioso en tér- minos de hemodinamia y de equilibrio acidobásico. De todas formas sigue siendo el anestésico más utilizado en caso de choque hemorrágico; su dosis debe reducirse en esta situación (0.5 a 1.5 mg/kg ).57 Aun así, la ketamina se asocia a una menor evidencia histológica de hipoxia tisular, de necrosis intestinal y a un menor aumento de la concentración de lactato en animales con hemorra- gia.50,55 Fentanil: se caracteriza por una notable estabilidad hemodinámica. No produce depresión importante de la contractilidad miocárdica incluso a dosis altas, es el opioide de elección sobre morfina y meperidina.56 El fentanil se utiliza para el inicio de la anestesia en obste- tricia en dosis de 3 a 5 µg/kg/peso; posterior a la extrac- ción del producto se puede continuar con dosis subse- cuentes.58, 59 Agentes anestésicos inhalados: el isofluorano causa una depresión miocárdica relativa mínima, y dilata en forma moderada la vasculatura periférica, por lo que podría utilizarse, al igual que desfluorano y sevofluorano; aunque ambos producen hipotensión por depresión de la contractilidad miocárdica, su efecto es preservar el gasto cardíaco.60 La piedra angular en el manejo de estas pacientes es mantener una adecuada estabilidad hemodinámica en el menor tiempo posible, para que no haya una merma del aporte de oxígeno a nivel de células, y éstas continúen funcionando en forma adecuada, además de que con la intervención prioritaria se tratarán de evitar los fenóme- nos de reflujo y traslocación bacteriana, lo cual seria deletéreo para la paciente; la forma como se logra esto es administrar en forma rápida, cristaloides; la velocidad de su infusión no tiene efectos secundarios en la paciente; de modo posterior coloides, cuidando la dosis y velocidad de infusión; si se sobrepasa la dosis, pueden presentarse efectos secundarios como alteraciones de la coagulación, si se infunden muy rápido la posibilidad de que se libere histamina es mayor, produciéndose vaso dilatación e hipotensión. De acuerdo a las condiciones de la paciente y en etapas III y IV de choque hemorrágico, contemplar la posibilidad de administrar paquete eritrocitario, plasma fresco congelado, concentrados plaquetarios y en ultima instancia, como se refería con anterioridad, hasta factor VII activado recombinante; esto se realizará de acuerdo 496 • Anestesia obstétrica (Capítulo 44) 1. Hawkins JL: Maternal morbility and mortality: anesthetic causes. Can J Anaesth 2002; 49:1-5. 2. Fujitani Shigeki: Hemodynamic assessment in pregnant and peripartum patient. Critical Care 2005;33:354-361. 3. Whitney BY: Postpartum hemorrhage: Abnormally adher- ent placenta, uterine inversion, and puerperal hematomas. Clinical Obstetrics and Gynecology 2006;49:184-197. 4. Aaron B: Maternal and obstetric complications of pregnan- cy are associated with increasing gestational age at term. American Journal of Obstetrics Gynecology 2007;196: 155. 5. Pantea P: Hemorrhage in Obstetrics and Gynecology. 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