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755 © E di to ri al E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. INTRODUCCIÓN La paciente embarazada cursa con cambios anatomofi- siológicos que el médico anestesiólogo siempre deberá tener presentes antes de iniciar un procedimiento anes- tésico, ya sea para aliviar el dolor obstétrico o para pro- porcionar anestesia para una operación cesárea u otro tipo de intervención quirúrgica. A partir del decenio de 1970-79, la frecuencia de los nacimientos por vía quirúr- gica se incrementó de manera importante. En México apenas hace unos años se enfatizó la importancia de revertir esta tendencia, sobre todo porque en todo el mundo se ha advertido que existe un riesgo entre 5 y 6 veces mayor de muerte materna, en directo atribuible a la cesárea en comparación al que tiene el nacimiento por vía vaginal.1 Flamm y et al., señalan que el riesgo corre- gido de muerte materna con claridad atribuible a la cesá- rea, es de 2 a 11 veces mayor que después del parto vagi- nal.2 Por ello, es importante considerar el alto costo eco- nómico y en riesgos, de manejar a un gran número de pacientes obstétricas mediante el método quirúrgico, el cual a veces se elige por conveniencia. Nadie está en realidad seguro de dónde proviene la palabra “cesárea”, aunque es muy probable de que no se originó a partir de la forma de nacimiento del emperador Julio César. En el pasado, casi toda mujer que se sometía a cesárea moría, y en muchos de los casos se practicaba para salvar al bebé, a expensas de la vida de la madre. La madre de Julio César vivió después de darlo a luz, lo que sugiere que tuvo un parto vaginal. Es probable que el nombre de cesárea evolucionó a partir del verbo latino caedere que significa cortar, o de caesones, que se refiere a los nacidos por cesárea posmor- tem. Uno de los primeros informes documentados de una cesárea exitosa, con supervivencia de madre e hijo, se comunicó unos 82 años después del suceso en 1500; James Miranda Stuart Barry realizó la primera cesárea exitosa en el imperio británico en algún año entre 1815 y 1821; antes de 1848, los médicos realizaban las cesá- reas sin anestesia. La introducción del éter por William TG Morton modificó la historia; otro hecho importante es el descubrimiento de los antibióticos al siglo siguiente. La probabilidad para una mujer, de morir por una cesárea, es cerca de 20 por 100 000. Aunque el número no es muy alto, es mayor que la oportunidad de morir por un parto vaginal. En EUA, una revisión de 10 años de la morbilidad por cesárea, mostró una tasa global de complicación transoperatoria de 14.8% en 2 647 casos; las complicaciones más frecuentes fueron: laceración el cuerpo uterino 10%, pérdida sanguínea mayor a 1 L 7.3%, laceraciones fetales 1.3%, vesicales 0.8%, de otros órganos o vasos 0.2%, y otras complicaciones 1.9%. Estas complicaciones transoperatorias fueron mucho más fre- cuentes en mujeres con cesárea repetida que en la pri- mera (234 en comparación con 7.4%; p < 0.001). La tasa global de complicaciones posoperatorias fue de 35.7%, de las cuales fueron mayores en 4.5% y meno- res en 31.2%. Las primeras incluyeron hemorragia pos- parto mayor a 1 500 mL, laparotomía repetida, infección pélvica, trombosis, neumonía, septicemia, coagulopatía y otras, las menores fueron: fiebre 24.6%, hemorragia entre 1 000 y 1 500 mL, hematomas, infección de la herida quirúrgica, íleo, endometritis y parálisis vesical.3 Las mujeres con cesárea previa parecen tener más riesgo de embarazo ectópico, desprendimiento prematu- ro de placenta normoinserta e inserción baja de placen- ta. Aquéllas con antecedentes de cesárea y paridad de 3 o más, tienen mayores posibilidades de presentar placen- ta previa (OR 1.7, CI de 95%, 0.7 a 4.2).4,5 Una incisión uterina producida por cualquier inter- vención ginecológica (corrección de útero tabicado, mio- mectomía etc.) o una cesárea anterior, pueden debilitar la pared del útero y predisponer a su ruptura, si se per- mite que esta mujer entre en trabajo de parto. El antiguo dicho de que “una vez cesárea siempre cesárea” imperó en el ámbito obstétrico por muchos años. Sin embargo, cuando empezaron a aparecer muchas publicaciones defendiendo y documentando la seguridad de un parto vaginal después de una cesárea anterior en cierto tipo de Capítulo. Anestesia para cesárea anterior y trabajo de parto pacientes, muchos obstetras reconsideraron su conducta terapéutica para la resolución del embarazo. En el año 2000 se instaló como meta nacional en EUA reducir en 3% la frecuencia de cesáreas, y aumentar en 35% la fre- cuencia de partos vaginales después de cesárea anterior. 3 Los incentivos que llevaron a proponer este cambio fueron: - menos riesgo para la mujer cuando el parto es vaginal, - menor necesidad de una anestesia mayor, - morbilidad posparto reducida, - estancia hospitalaria menor, - bajos costos y un mejor, y - más temprano apego del binomio madre-hijo. Al irse permitiendo más partos vaginales después de una cesárea en condiciones menos que óptimas surgieron muchas complicaciones, a las que se unieron el pensa- miento de que no existe escenario más catastrófico en medicina obstétrica, que la muerte materna, del feto o ambas. Estudios recientes citan una frecuencia de muer- te materna de 1% y muerte fetal de 50%, relacionada con ruptura uterina, por lo que es necesario insistir en la necesidad de contar con todos los elementos técnicos y el personal apropiado para enfrentar esta eventualidad, que puede presentarse ante un mal manejo de una paciente con cesárea anterior sometida a prueba de tra- bajo de parto.6 De ahí que algunos obstetras tratan de revivir el afo- rismo “una vez cesárea siempre cesárea”, sobre todo ante la probabilidad cada vez más alta de ser sujetos a una demanda legal cuando los resultados no son satisfactorios para la familia. Quien esto escribe se contentará con decir que “una vez cesárea, siempre controversia”. El desarrollo embrionario, la implantación de la pla- centa, el tipo de incisión de la cesárea anterior, la presen- cia o no de complicaciones propias del embarazo, las enfermedades agregadas como hipertensión, diabetes mellitus, cardiopatías, tiroiditis, además del número de cesáreas anteriores, gestación múltiple, presentación podálica, y producto macrosómico, hacen de la paciente embarazada con cesárea anterior (CA) en trabajo de parto (TDP), candidata a una vigilancia estrecha por parte del equipo médico, sobre todo del obstetra y anes- tesiólogo.7-18 En general, las pacientes que son las mejores candi- datas para una prueba de trabajo de parto después de cesárea son aquéllas con: a) cesárea anterior segmentaria; b) que presentan trabajo de parto; c) que no tengan complicaciones obstétricas (presen- taciones anómalas, sufrimiento fetal), y d) que han tenido otro parto vaginal.3 Las pacientes que no se consideran buenas candidatas para esta prueba de trabajo de parto incluyen las mujeres con una incisión uterina vertical o miomectomía previa. Las incisiones uterinas pueden ser: a) clásicas (vertical, en el fondo uterino); b) transversal baja, y c) baja (vertical en el segmento uterino). La mayoría de los estudios relacionan la ruptura uterina con la incisión clásica, de tal manera que la incidencia de ruptura y dehiscencia uterinas es similar entre las pacien- tes que no han tenido una cesárea anterior y las que han sufrido una o más cesáreas con incisiones bajas.18 Bien se sabe que el tipo de incisión en la piel no corresponde con la dirección de la incisión uterina. En México, todavía un gran porcentaje de partos son atendidos fuera del hospital, en porcentajes que varía según el estado de la República de que se trate. En un estudio reciente, se demostró que en Chiapas 60% de los partos ocurrieron en el domicilio de la mujer, y sólo 32% sucedió en una institución de Salud.19 En muchos de estos casos no se pudo diagnosticar los riesgos de un tra- bajo de parto en una paciente que hubiera sufrido una cesárea anterior.Existen numerosos estudios que han evaluado la seguridad de someter a trabajo de parto a una paciente que ya fue operada de cesárea en un embarazo anterior, el éxito de esta conducta varía entre 60 y 90%.20- 22 Aunque sorprenda, aún las pacientes que se sometieron a cesárea por desproporción cefalopélvica pueden parir en forma vaginal en casi 70% de las ocasiones en que se les permite una prueba de trabajo departo;23 si esta alter- nativa se elige, se deberá brindar seguridad tanto a la madre como al hijo. Lavin,24 revisó 32 años de literatura obstétrica en inglés e identificó 5 200 pruebas de trabajo de parto des- pués de cesárea, en las cuales ocurrió ruptura uterina en 0.7%, y una mortalidad perinatal de 0.9%. Es muy importante señalar que no hubo muerte materna a causa de esas rupturas del útero.24,25 Las cesáreas de verdade- ra urgencia fueron similares en número a las del grupo de pacientes sin trabajo de parto menos de 2%, y la frecuen- cia de dehiscencia de la cicatriz uterina se encontró que fue igual en número, con independencia de si la mujer tuvo parto o cesárea en forma anterior.24,26 Al ir transcurriendo el tiempo y adquirir experien- cia, los obstetras han flexibilizado un poco los criterios para permitir a una mujer la prueba de TDP después de una CA. Algunas situaciones que antes se consideraban como contraindicaciones absolutas para la prueba de tra- bajo de parto se han reexaminado y en la actualidad lo permiten, tal como lo señalan las recomendaciones del Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos, publica- das en 1995, entre las indicaciones se encuentran: - gestaciones múltiples, - mujeres que han sido sometidas a más de una ce- sárea,27 - productos grandes (más de 4 kg) y otros,28,29 aunque se especifica que estos productos grandes pueden nacer a nivel vaginal si la madre ya había parido a ese nivel con anterioridad.30,32 Si se va indicar una prueba de trabajo de parto (PTDP), después de una cesárea anterior, la paciente debe ser 756 • Anestesia obstétrica (Capítulo 65) sujeta a monitoreo continuo y cuidadoso de la frecuen- cia cardiaca fetal y de la actividad uterina, deben existir además un obstetra y anestesiólogo entrenados y dispo- nibles de inmediato, para que intervengan en caso de que se sospeche ruptura uterina; está por demás insistir en que debe contarse con sangre en reserva. Se deberán evi- tar las prostaglandinas para madurar el cérvix, la oxitoci- na si se utiliza será de manera juiciosa y conservadora, pues el uso de fármacos que aumentan el número y la intensidad de las contracciones uterinas, como la oxitoci- na y las prostaglandinas, colocan a la paciente con cesá- rea y prueba de trabajo de parto en un riesgo inminente de ruptura uterina, según algunos autores.7-12,25,32 La dehiscencia uterina se ha definido como una dis- rupción atraumática de la incisión de la cesárea anterior; es una separación de los tejidos de la cicatriz uterina, por lo común sin sangrado ni extrusión del feto, y diagnosti- cada al momento de la laparotomía o por examen digital del útero después del nacimiento vaginal.10 La ruptura uterina, por el contrario, es la separación traumática de la cicatriz uterina y de los tejidos del útero intacto que se acompaña de sangrado, formación de hematoma y extru- sión potencial del feto a través del defecto. Aunque la incidencia de ruptura uterina no es alta, puede compli- carse con muerte materna y fetal; debe recordarse que una muerte materna es de gran impacto familiar y social.7,8,10 El diagnóstico correcto y oportuno de esta complica- ción es vital para el pronóstico, tanto de la madre como del niño. El riesgo de muerte materna varía en forma directa con el intervalo entre el diagnóstico y el control de la hemorragia. 32 En EUA ocurre una ruptura uterina en cada 1 250 nacimientos, y es responsable de 5% de las muertes maternas. No se cuenta con estadísticas acucio- sas en México, pero se sabe que más o menos el porcen- taje de cesáreas a escala nacional en 1999 fue apenas superior a 35%. Los valores más altos correspondieron al sector privado, llegando estos hasta 53%. Las institucio- nes de seguridad social presentan un porcentaje de cesá- reas de 38.2%. Las variables con valores de asociación más intensa con el porcentaje de cesáreas fueron el por- centaje de médicos que son especialistas en la región y el producto interno bruto per capita. 33 La ruptura uterina se presenta con dolor persistente en región suprapúbica (a veces a pesar de que exista analgesia regional para el trabajo de parto), hemorragia con hemoperitoneo con signos de choque, variaciones en la frecuencia cardiaca fetal con bradicardia. En ocasiones el diagnóstico es difícil, puesto que éste puede confun- dirse con facilidad con otras patologías que producen dolor abdominal intenso, una vez confirmado el diagnós- tico deberá procederse a la laparotomía de urgencia. Por lo tanto, debe mantenerse siempre un alto nivel de sos- pecha, sobre todo en pacientes en prueba de trabajo de parto. En las multíparas es más frecuente la ruptura ute- rina, y sus consecuencias son más desastrosas.26 Los fac- tores con más frecuencia asociados con esta complica- ción son la desproporción cefalopélvica y una presenta- ción transversa no reconocida. La ruptura uterina sin cicatriz previa es la que causa más sangrado, la mortali- dad materna relacionada con ella va desde 26 hasta 66% en caso de ruptura por traumatismo; estas muertes son en general secundarias a dilación en la laparotomía, en la transfusión o en establecer el diagnóstico correcto. 26 Aunque no se han reportado en la literatura inglesa muertes maternas resultantes de ruptura uterina secun- daria a una cicatriz previa, la mortalidad fetal por esta complicación puede alcanzar 30%.34 De hecho, el signo más común de ruptura uterina lo constituye el sufri- miento fetal manifestado por bradicardia, que ocurre en 78% de los casos y precede al dolor y a la hemorragia.26 El Colegio Americano de Ginecología y Obstetricia hace algunas indicaciones y contraindicaciones para dar oportunidad de trabajo de parto a mujeres con cesárea anterior; éstas son:35 Indicaciones: 1. Que el antecedente sea de una o dos cesárea pre- vias transversas y bajas. 2. Pelvis adecuada a nivel clínico. 3. No tener cirugía uterina o ruptura previa de la cica- triz uterina. 4. Médicos disponibles en el área de tococirugía. 5. Paciente bajo un monitoreo constante y personal capacitado para un cesárea de urgencia. 6. Anestesiólogos capacitados para una cesárea de urgencia. Contraindicaciones: 1. Cesárea previa con incisión clásica u otras cirugía uterinas del fundus. 2. Pelvis inadecuada. 3. Complicaciones médicas u obstétricas que con- traindiquen el nacimiento vaginal. 4. Inhabilidad de realizar una cirugía de urgencia por falta de instalaciones, cirujano anestesiólogo o de ambos. MANEJO ANESTÉSICO Las opciones anestésicas para este tipo de pacientes son similares a las de pacientes sin cicatriz uterina; se les puede permitir intentar un parto natural o psicoprofilác- tico, siempre y cuando estén conscientes de la necesidad de realizarlo en un hospital y en el área de tococirugía, con todo preparado para una cirugía de urgencia. El feto debe monitorearse en forma continua, pues como ya se ha mencionado, el primer signo de ruptura uterina puede ser el sufrimiento fetal manifestado como bradicardia del feto, aun antes de que aparezca el dolor y síntomas de sangrado. Las guías para la práctica de la anestesia publicadas por la American Society of Anesthesiologists (ASA) en 2007,36 establecen que los resultados de estudios no ale- atorios y comparativos, sugieren que la analgesia epidu- ral puede utilizarse en la prueba de trabajo de parto para pacientes con cesárea anterior sin afectar de modo adver-© E di to ri al E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o Anestesia para cesárea anterior y. . . • 757 so la incidencia de parto vaginal; no se reportaron estu- dios aleatorioscomparativos entre la analgesia epidural con otras técnicas anestésicas. Los consultantes y miem- bros de este grupo de trabajo de ASA coinciden en esta- blecer que las técnicas de analgesia neuroaxial mejoran la posibilidad de parto vaginal, en pacientes que intentan tener esta vía de resolución del embarazo después de una cesárea, por lo tanto recomiendan que este tipo de téc- nicas analgésicas se ofrezcan a las pacientes que quieren tener una prueba de trabajo de parto después de cesárea anterior. En estas embarazadas también es apropiado considerar una colocación temprana del catéter neuroa- xial epidural, el cual puede ser utilizado más tarde para analgesia trabajo de parto, o para anestesia en caso de una operación cesárea. EVALUACIÓN PREANESTÉSICA Es muy importante que ésta incluya: historia de salud materna, historia de otras anestesias obstétricas, examen de la vía aérea, presión arterial basal, examen de la espal- da cuando se intenta administrar un bloqueo neuroaxial; además debe establecerse un sistema de comunicación para asegurar un contacto rápido y efectivo entre enfer- meras, obstetra y anestesiólogo. Las indicaciones que se recomiendan en esta etapa de la preanestesia son: • Basados en los hallazgos de la historia clínica de la paciente, se solicitará un recuento de plaquetas. No es necesario hacer este examen en forma rutinaria en el trabajo de parto en la embarazada sana. • Se ordenará que se tipifique y cruce la sangre de la paciente. • Se monitoreará y registrará la frecuencia cardiaca fetal por un individuo calificado, a intervalos regu- lares y después de la administración de analgesia para el trabajo de parto. El monitoreo continuo puede que no sea necesario en todos los escenarios clínicos • La paciente podrá ingerir cantidades pequeñas de líquidos claros hasta 2 h antes de la inducción de la anestesia. El volumen de líquido ingerido es menos importante que la presencia de partículas sólidas en él. • Si existe una patología que complique el embara- zo, solicitar las pruebas de laboratorio pertinentes (pruebas de función hepática en preeclampsia, nivel de glucosa en diabetes, etc.). ANESTESIA EPIDURAL Los anestésicos locales deben ser utilizados en las con- centraciones más bajas efectivas en pacientes en prueba de trabajo de parto; se les puede añadir un opioide para no provocar bloqueo motor y aumentar la duración de la analgesia, aunque es conocida la desventaja de que esto puede ocasionar prurito. Hay poca diferencia en cuanto a la duración del bloqueo epidural, náuseas e hipotensión cuando se usan anestésicos locales solos o combinados con opiodes.37,38 Los temores de que la analgesia epidu- ral pueda enmascarar los signos y síntomas de ruptura uterina o de la simpatectomía causada por ella, atenúan la respuesta a la hemorragia derivada de ruptura uterina no se han comprobado. Aún más, las oportunidades de que una prueba de trabajo de parto sea exitosa después de cesárea anterior en mujeres que reciben bloqueo epi- dural son iguales a las de mujeres que reciben otro tipo de anestesia durante el trabajo de parto;17,38,39 además, la analgesia epidural permite al obstetra la opción de explorar con más facilidad la cicatriz después del parto, y cuando es necesario, pasar de inmediato a una explora- ción abdominal en casos de posible ruptura uterina. ESPINAL-EPIDURAL COMBINADA Esta técnica ha probado ser una excelente alternativa para manejar con seguridad la analgesia obstétrica, ya que proporciona excelente analgesia y gran bienestar a la paciente, con un grado mínimo o nulo de bloqueo motor, lo que permite la vigilancia estrecha sobre signos y sínto- mas de probable ruptura. Se administra en forma inicial por vía subaracnoidea una dosis baja de opioide (fentanil 15 µg o sufentanil, 10 µg simples); con estas dosis de opioides en el espacio subaracnoideo no se produce depresión respiratoria o bloqueo motor; dependiendo de la dilatación cervical otra alternativa es adicionar una mínima dosis de anestésico local (bupivacaína 3 mg más fentanil 15 µg o sufentanil 10 µg); el siguiente paso es colocar un catéter inerte en el espacio epidural;36,40 éste garantiza continuar con la analgesia o anestesia requeri- das de acuerdo con la evolución obstétrica. Cuando se utilizan dosis mayores de opioides a las antes mencionadas, pueden aparecer efectos indeseables en la paciente, como hipertonía uterina (y bradicardia fetal subsiguiente), así como síntomas en pares craneales como el trigémino y glosofaríngeo con hormigueo labial, disfagia y depresión respiratoria,40 esto debido a la gran difusión rostral que tienen estos fármacos en el líquido cefalorraquídeo. Con esta técnica de bloqueo espinal con opiodes simples, se obtiene una duración de la analgesia hasta por cuatro horas, sin bloqueo motor, con probable acortamiento de la duración del trabajo de parto, y buena difusión y calidad de la analgesia. En algunos hospitales se puede permitir a la paciente que ha recibido esta téc- nica combinada espinal-epidural que deambule durante las primeras horas del trabajo de parto, siempre y cuan- do haya, disponibilidad de personal del equipo de salud que pueda acompañarla en todo momento mientras no se encuentra en su cama, y contar con un adecuado monitoreo fetal. TÉCNICA EPIDURAL EN INFUSIÓN CONTINUA Este método no se utiliza con frecuencia México, debido a la falta de disponibilidad de bombas de infusión ade- 758 • Anestesia obstétrica (Capítulo 65) cuadas; con este procedimiento se mantiene la analgesia constante con dosis pequeñas de anestésicos locales, adi- cionados o no de opioides (bupivacaína 0.0625%, más fentanil 0.0002%); esto inhibe o reduce la intensidad del bloqueo motor y proporciona excelente analgesia. ANESTESIA ESPINAL Proporciona analgesia adecuada con la inyección de anestésicos locales simples o mezclados con opioides (bupivacaína 3 a 5 mg más fentanil 15 µg). Con el adve- nimiento de las agujas de calibre pequeño y punta no cortante se ha reducido casi a cero la incidencia de cefa- lea pospunción de dura. No es una buena elección para las pacientes que están siendo sometidas a una prueba de trabajo de parto después de una cesárea anterior, porque en cualquier momento pudiera hacerse necesaria una laparotomía y cesárea de urgencia, y se perdería tiempo valioso en intentar colocar otra técnica de anestesia regional en ese momento. Las principales complicaciones de esta técnica son: la hipotensión materna, y duración insuficiente del efec- to analgésico para todo el trabajo de parto o en caso de necesitarse cesárea de urgencia, esto puede prevenirse o evitarse mediante la administración de una técnica com- binada espinal-epidural. OTRAS TÉCNICAS ANESTÉSICAS La práctica común es manejar a las pacientes en trabajo de parto con técnicas de analgesia neuroaxial. En la actualidad no se utilizan métodos de analgesia intra- venosa con narcóticos y mucho menos los anestésicos inhalados. CONCLUSIONES La anestesia regional en trabajo de parto en pacientes con antecedentes de cesárea anterior será seleccionada en forma individual de acuerdo al caso, titulando las dosis de los agentes farmacológicos de acuerdo a la evo- lución de la dilatación cervical 36. En especial los blo- queos neuroaxiales, son considerados de elección en las pacientes que no presenten factores que impidan su administración. La administración de una analgesia neuroaxial en pacientes sometidas a prueba de trabajo de parto des- pués de una cesárea anterior debe incluir las siguientes reflexiones: 1. Si se efectúa un cuidadoso monitoreo fetal estare- mos en condiciones de detectar signos de sufri- miento, que se presentan con anterioridad a los car- diovasculares, de descompensación materna causa- dos por ruptura uterina. 2. Puede ocurrir ruptura uterina indolora con o sin analgesia neuroaxial,30 por lo que el dolor no es un signo diagnóstico confiable, si se presenta deben implementarse todos los recursos para descartar o diagnosticar la ruptura uterina; de hecho, han ocu- rridorupturas uterinas con extrusión del feto a la cavidad abdominal sin dolor intenso, aún en pacientes sin analgesia. 3. Es posible que la analgesia neuroaxial no elimine el dolor de la ruptura; si éste se presenta, por lo habi- tual es de gran intensidad por lo que sobrepasa el efecto de la analgesia neuroaxial; esto mismo suce- de en el caso de la vejiga urinaria llena, o en la rup- tura vesical durante una resección transuretral de próstata. Se describe este dolor como de tipo “cor- tante” y continuo, que no tiene relación con las contracciones uterinas, y que en ocasiones se refie- re a los cuadrantes superiores del abdomen, hom- bros, brazos y cuello, y que no se controle con dosis suplementarias de anestésico local. 26 Algunos autores han implicado la posición sentada de la paciente al momento de aplicar el bloqueo neuroaxial como un factor de riesgo para ruptura uterina, por aumentar la presión del líquido amniótico dentro de la cavidad uterina debido a la flexión anterior forzada.34,41 Berkerbile, de la Universidad de Carolina del Norte, estudió la presión del líquido amniótico en pacientes anteflexionadas y sentadas, pero no pudo demostrar que esto ocurre.26 Se pueden señalar cuatro ventajas al administrar analgesia neuroaxial en pacientes que se someten a prue- ba de trabajo de parto después de cesárea anterior: 1. La comodidad que brinda este tipo de analgesia no puede ser igualada por ningún otro método. 2. En caso de ser necesario de aplicación de fórceps, se puede proporcionar excelente analgesia y relaja- ción pélvica. 3. Se puede practicar con facilidad el examen pospar- to del segmento, buscando dehiscencia o ruptura. 4. En caso de ser necesaria una cesárea de urgencia, se puede adaptar con facilidad el método a anestesia. El mayor número de muertes maternas a causa de rup- tura uterina reportadas en la literatura fueron en pacien- tes con anestesia general, en estado físico pobre, con hipoxia durante la intubación o broncoaspiración del contenido gástrico.33 No debe olvidarse que la paciente con una o más cesáreas anteriores tiene el riesgo de pre- sentar implantación de la placenta en la cicatriz uterina. Se reporta el uso de remifentanil en anestesia gene- ral para pacientes con toxemia severa y daño hepático, proporcionando excelente analgesia, estabilidad hemodi- námica y sin repercusiones maternas o fetales; ésta podría ser una alternativa en pacientes con prueba de trabajo de parto después de una cesárea anterior en quie- nes no se haya establecido un bloqueo neuroaxial y deban someterse a cesárea de urgencia.42 Además de las recomendaciones de ASA, se aconseja: • Realizar un procedimiento anestésico sólo donde existan recursos para la reanimación.© E di to ri al E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o Anestesia para cesárea anterior y. . . • 759 1. Hood DD, Dewan DM: Obstetric Anestesia. En: Brown DL (ed.): Anesthesia. Risk and outcome in anesthesia. 2a ed., USA, JB Lippincott 1992:356-413. 2. Flamm VL, Lim OW et al.: Vaginal birth after cesarean sec- tion. Results of a multicenter study. Am J Obstet Gynecol 1988;158:1079-1084. 3. 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Washington, DC October 1998. 760 • Anestesia obstétrica (Capítulo 65) • La anestesia será aplicada siempre por un aneste- siólogo. • No administrar ningún procedimiento anestésico hasta que la madre y el hijo sean evaluados a nivel clínico. • Aplicar líquidos endovenosos antes del procedi- miento anestésico. • Monitorizar a la madre en cuanto a ventilación, oxigenación, aparato circulatorio y dolor. • Monitoreo fetal acucioso. • En sala de partos o cesárea deberá encontrarse un pediatra parala atención al recién nacido. • Después de un procedimiento anestésico, toda paciente pasará a sala de recuperación que cuente de preferencia con un anestesiólogo y con equipo adecuado para monitoreo, soporte ventilatorio y reanimación cardiopulmonar.43 REFERENCIAS 36. ASA: Practice guidelines for obstetric anesthesia. Anesthesiology 2007;106:843-863. 37. Clar A: The influence of epidural analgesia on cesarean delivery rate. A randomized prospective clinical trial. 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NOM #170 1999. © E di to ri al E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o Anestesia para cesárea anterior y. . . • 761
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