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Con el término esclerodermia, que en sentido literal significa piel dura, se designa un grupo de enfermedades y síndromes que tienen como característica común la induración y el engrosamiento cutáneos (cua- dro 131-1). ESCLEROSIS SISTÉMICA ESCLERODERMIA Concepto Es una enfermedad generalizada que se caracteriza por la presencia de un depósito excesivo de los componentes del tejido conectivo, expresado en forma de fibrosis hística, y por alteraciones estructurales del lecho vascular. Afecta fundamentalmente a la piel y ciertos órganos internos, como tubo digestivo, pulmón, corazón y riñón. Etiopatogenia Se desconoce. Existen tres elementos básicos que, al parecer, inter- vendrían en el mecanismo patogénico: el trastorno en la síntesis de colágeno, las alteraciones vasculares y las anomalías inmunológicas. La propuesta patogénica más aceptada sostiene que, en el seno de una actividad inmunológica «cooperadora» aumentada que facilita la formación de anticuerpos y la expansión de linfocitos T específicos de antígeno, la alteración vascular, más concretamente la lesión endotelial, precede y es fundamental en la aparición de la fibrosis. En efecto, después de la acción de un agente lesivo (citocinas, factor citotóxico [granzima 1], anticuerpos específicos, infección) para el endotelio se produciría la activación de diferentes tipos celulares (plaquetas, mas- tocitos, linfocitos, monocitos y la propia célula endotelial), con la consiguiente síntesis, por parte de estos, de diferentes factores (TNF-α, IFN-γ, TGF-β, IL-1, IL-2, PDGF) que, a su vez, actuarían sobre el endotelio y los fibroblastos y, en definitiva, motivarían la presencia de la alteración vascular y de la fibrosis intersticial. Algunos factores genéticos pueden contribuir al desarrollo de la enfermedad. En la población española, el HLA-DRB1*11 confiere predisposición para el desarrollo de la esclerosis sistémica. Asimismo, se ha podido establecer Esclerodermia • CUADRO 131-1 Esclerodermia sistémica Forma difusa Forma limitada Esclerodermia localizada Morfea Morfea lineal Morfea generalizada Morfea panesclerótica Alteraciones esclerodermiformes inducidas por sustancias químicas Cloruro de polivinilo Pentazocina Bleomicina Tricloroetileno Aceite tóxico Sílice Gadolinio (fibrosis nefrogénica sistémica) L-triptófano (síndrome mialgia-eosinofilia) Síndromes seudoesclerodermiformes Fascitis eosinofílica Escleromixedema Escleredema de Buschke Porfiria cutánea tarda Síndrome POEMS (polineuropatía, organomegalia, endocrinopatía, banda monoclonal y alteraciones cutáneas) Acrodermatitis crónica atrófica Enfermedad del injerto contra el receptor https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V II 1049 CAPÍTULO 131 Esclerodermia © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. una relación entre el contacto con diversas sustancias (cloruro de poli- vinilo, sílice, disolventes orgánicos, silicona, bleomicina, pentazocina o la ingestión de aceite tóxico) y la aparición de manifestaciones clínicas parecidas a las de la esclerodermia. Anatomía patológica Entre las múltiples afecciones de la esclerosis sistémica, la cutánea es la más peculiar. Histológicamente se caracteriza por la presencia de un gran aumento del colágeno dérmico de tipos I y III, así como de gluco- saminoglucanos y fibronectina. Hay también pérdida de los apéndices dérmicos y adelgazamiento de la epidermis. En más de la mitad de las biopsias cutáneas se comprueba la presencia de un infiltrado mononu- clear perivascular e intersticial, a expensas sobre todo de linfocitos T. La alteración vascular puede demostrarse en cualquiera de los órganos afectados. Las lesiones se localizan tanto en las arteriolas como en la microcirculación (capilares). El examen arterial demuestra la presencia de hiperplasia en la íntima, a expensas del colágeno, y de fibrosis de la adventicia, con infiltrados aislados de células mononucleadas. En el tejido sinovial puede hallarse un infiltrado perivascular, difuso o local, constituido por células plasmáticas y linfocitos. La fibrosis es también patente alrededor de las células sinoviales y pueden demostrarse extensos depósitos de fibrina en la superficie sinovial. En el examen histológico del esófago distal se distingue una mus- cular atrófica, parcialmente reemplazada por tejido fibroso; en la lámina propia y la submucosa hay un aumento en la cantidad de colágeno, mientras que la mucosa presenta signos de esofagitis. La segunda y la tercera porción del duodeno y el yeyuno son las regiones del intestino delgado más afectadas por la enfermedad. Con respecto al intestino grueso, las alteraciones no difieren de las descritas en los otros tramos del tubo digestivo, aunque el adelgazamiento de la capa muscular favore- ce el desarrollo de los característicos divertículos de «boca ancha». En la infrecuente afección pancreática se puede observar fibrosis de la glándula. Las alteraciones histopatológicas pulmonares son de dos tipos y ambas pueden estar presentes en un mismo enfermo. Consisten en una fibrosis difusa intersticial, alveolar y peribronquial, predominantemente basal, con un grado variable de infiltración inflamatoria (patrón de NINE), y, cuando afecta a los vasos (pequeñas arterias y arteriolas), en un engrosamiento de la íntima con hipertrofia de la capa muscular y fragmentación de la elástica. La fibrosis miocárdica es una alteración frecuente en las autopsias (80%) y se caracteriza por ser focal y biventricular y extenderse desde el epicardio hasta el endocardio. En un considerable número de casos, las coronarias son normales; sin embargo, se identifican alteraciones de los pequeños vasos intramurales en forma de proliferación de la íntima, hiperplasia de la media y, en ocasiones, necrosis fibrinoide y trombosis. Casi un tercio de los enfermos presenta necrosis miocár- dica en banda, originada por un mecanismo de isquemia/reperfusión. Estas alteraciones sugieren que la lesión miocárdica es el resultado de un trastorno fundamentalmente vasomotor (fenómeno de Raynaud coronario) y de la microcirculación. El pericardio puede presentar pericarditis fibrinosa o fibrosa crónica. En el tejido de conducción puede observarse también la presencia de lesiones fibróticas. La lesión característica del riñón esclerodérmico es la prolifera- ción concéntrica de las células de la íntima de las pequeñas arterias arciformes e interlobulillares. Esta lesión es indistinguible de la que se observa en la hipertensión maligna, aunque en esta última la necrosis fibrinoide es más frecuente. Cuadro clínico La incidencia se sitúa entre 4 y 12 nuevos casos por millón de habitan- tes y año. Predomina en mujeres, de 3 a 5 veces más que en varones. La edad media de comienzo es 40 años. No hay preferencias étnicas y su distribución es universal. Con cierta frecuencia el comienzo es insidioso, en forma de dolores generalizados, rigidez, fatigabilidad y pérdida de peso. En algunos casos, incluso, la enfermedad se presenta sólo como una manifestación visceral, sin alteraciones cutáneas. Lo habitual, sin embargo, es que durante un número variable de años el enfermo presente fenómeno de Raynaud, a la vez que un progresivo endurecimiento cutáneo, sobre todo de las manos (fig. 131-1). La afección cutánea es la manifestación clínica más característica de la enfermedad. Su patocronía pasa por tres fases sucesivas: en la primera, o edematosa, se afectan principalmente los dedos de las manos, que adoptan la morfología de una «salchicha»; le sigue la fase indurativa, en la que la piel aparece engrosada y a la vez tirante, y, por último, una fase de atrofia y adelgazamiento cutáneo. En la mayoría de los casos, cuando el enfermo recibe atención por primera vez se halla ya en la fase de indu- ración cutánea y pueden comprobarse los rasgos más peculiares, como son: textura dura, más o menos extensa, de la piel, con imposibilidad de pellizcarla; pérdida de las arrugasy de los pliegues cutáneos; dedos de las manos indurados (esclerodactilia) con poca movilidad, y rostro carente de expresividad, con la abertura bucal limitada (microstomía) y la aparición de abundantes surcos peribucales. La extensión, al igual que la progresión de la afección cutánea, es variable y tiene implicaciones en el pronóstico. Con algunas excepciones, pueden considerarse dos formas clínicas: la limitada, en la que la alteración cutánea comprende manos, cara, pies, cuello o zonas distales a los codos y rodillas, con una progresión apenas imperceptible a lo largo de los años, y la difusa, en la que la afección cutánea se extiende además al tronco y, aunque la progresión es más evidente durante los primeros 3 años, después tiende a estacionarse e incluso a regresar en algunas de las zonas afectadas. En la piel esclerodérmica también se pueden observar áreas de hipopigmentación e hiperpigmentación, telangiectasias en manos, cara, tórax y mucosas y úlceras con cicatrices puntiformes, sobre todo en las puntas de los dedos («en mordedura de rata»). El fenómeno de Raynaud es la manifestación inicial en más del 90% de los casos y su presencia durante la evolución de la esclerodermia ocurre prácticamente en todos los pacientes. En la forma limitada, la presencia de este fenómeno precede de forma característica en varios años a la aparición de alteraciones cutáneas, mientras que en la forma difusa ambas manifestaciones suelen observarse sin mucha separación temporal. Si un paciente con fenómeno de Raynaud presenta, además, alteraciones capilaroscópicas y/o anticuerpos antinucleares positivos, tiene un gran riesgo de evolucionar a una esclerodermia definitiva. La afección articular puede estar presente en el comienzo de la enfer- medad en forma de rigidez y dolor articular, así como de poliartritis. En la enfermedad evolucionada se observa una marcada limitación de la movilidad articular, sobre todo en los dedos de las manos, al aparecer contracturas en flexión. Se palpan roces tendinosos, característicos de la forma difusa. En general, la artropatía no es erosiva. Algunos enfermos presentan calcinosis subcutánea, habitualmente circunscrita, en zonas periarticulares de las manos y olecranianas. Es característica la resorción ósea de las falanges distales. La asociación a miopatía inflamatoria configura el cuadro clínico de la escleromiositis. La afección gastrointestinal es la manifestación visceral más fre- cuente en todas las formas clínicas de la enfermedad. La mayor parte de la sintomatología puede atribuirse a la alteración esofágica, pero cualquier región del tubo digestivo puede estar afectada. En estudios manométricos se ha demostrado que más del 80% de los enfermos presenta una disfunción esofágica, pero sólo el 50% tiene síntomas en forma de disfagia, pirosis, dolor retroesternal o plenitud epigástrica posprandial. Los exámenes radiológicos con papilla de bario revelan una peristalsis casi nula en la porción distal, con dilatación y reflujo gastroesofágico, que favorece el desarrollo de esofagitis, estenosis y metaplasia de Barrett. En alrededor del 50% de los enfermos se puede Esclerodactilia. https://booksmedicos.org 1050 SECCIÓN VII Reumatología y enfermedades sistémicas demostrar un retraso en el vaciamiento gástrico. El intestino delgado se halla afectado, según estudios autópsicos, en la mitad de los casos y la sintomatología clínica que presentan, en forma de náuseas, vómitos, dolor, distensión abdominal y obstrucción intestinal, puede atribuirse a la atonía intestinal que, además, sería la responsable indirecta de la aparición de malabsorción por sobrecrecimiento bacteriano. Los estudios radiológicos pueden demostrar dilatación de asas, floculación y espiculación. La neumatosis cistoide es una rara complicación que se traduce radiológicamente en forma de quistes radiotransparentes o imágenes lineales en la pared del intestino delgado. La rotura de alguno de los quistes puede ocasionar un neumoperitoneo. La afección del colon tiene poca expresividad clínica: variaciones en el volumen de las heces, estreñimiento y, raras veces, abscesos o hemorragia de los divertículos de boca ancha. No es infrecuente la incontinencia fecal. La afección del hígado es rara, pero se ha observado una asociación entre la forma limitada de la enfermedad y la colangitis biliar primaria. La afección pulmonar ocupa, en frecuencia, el segundo lugar de las manifestaciones viscerales después del tubo digestivo. Entraña un mal pronóstico y es, en la actualidad, la principal causa de muerte. Tiene dos expresiones clínicas: neumopatía intersticial e hipertensión pulmonar. En la primera, la disnea de esfuerzo es el síntoma más común y se acompaña de tos no productiva. Son característicos los estertores basales a modo de crujidos. La TCAR nos informa del tipo y extensión de la afección inters- ticial. Predomina en las bases y se observan opacidades borrosas («en vidrio esmerilado»), opacidades lineales, bronquiectasias de tracción y, en casos avanzados, zonas de panalización. En las pruebas funcionales res- piratorias se demuestra un patrón restrictivo y un descenso en la DLCO, que es el indicador más sensible de la afección pulmonar. El curso es variable y, aunque en algunos enfermos la evolución es rápidamente pro- gresiva, la mayoría presenta un deterioro gradual de la función pulmonar. La frecuencia de hipertensión arterial pulmonar, que se manifiesta casi siempre en forma de disnea progresiva, se detecta entre un 10% y un 15% de los pacientes mediante exploraciones hemodinámicas o eco- cardiográficas. Puede ser secundaria a la fibrosis intersticial, pero es más habitual que se presente de forma aislada. En la mayoría de las ocasiones, progresa en varios años hacia la insuficiencia cardiorrespiratoria, con una mala evolución. Es recomendable la realización anual de unas pruebas funcionales respiratorias y una ecocardiografía Doppler, con objeto de poder diagnosticar la afección pulmonar en fases tempranas. Las manifestaciones cardíacas consisten en disnea de intensidad variable, edemas, dolor torácico de tipo anginoso, arritmias y trastornos de la conducción. No son demasiado aparentes; sin embargo, cuando están presentes se acompañan de un mal pronóstico. Los signos de miocardiopatía congestiva sólo se observan en el 10% de los enfer- mos y, casi exclusivamente, en la forma difusa. En estudios mediante ecografía Doppler, gammagrafía cardíaca y RM, se ha podido demostrar que el 75% de los individuos con esclerodermia difusa y el 60% con la forma limitada tienen alteraciones de la perfusión y funcionalis- mo cardíacos. En su mayoría, sin embargo, se hallan clínicamente asintomáticos y sólo se detectan alteraciones en el ECG en forma de trastornos en la conducción o signos de necrosis. La aparición de manifestaciones renales entraña un mal pronóstico. Habitualmente, la sintomatología se manifiesta durante los primeros años de evolución de la enfermedad y su expresión varía desde una proteinuria o un sedimento patológico hasta el desarrollo de la grave crisis renal esclerodérmica (4%), caracterizada por una insuficiencia renal rápidamente progresiva, hipertensión maligna con encefalopatía y retinopatía hipertensiva, acompañada a veces de una anemia hemolítica microangiopática. Es más frecuente en la forma difusa y en los primeros años de evolución. Algunos pacientes presentan crisis renal sin hiper- tensión y tienen un peor pronóstico. Las dosis altas de glucocorticoides pueden favorecer el desarrollo de una crisis renal esclerodérmica. Otras manifestaciones que se han reseñado son: síndrome seco, en el 30%; neuropatía periférica y neuralgia del trigémino; endocrinopa- tías, como hipogonadismo; tiroiditis de Hashimoto, hipotiroidismo e hipertiroidismo. Exploraciones complementarias Junto a datos inespecíficos —VSG acelerada, anemia multifactorial, FR positivo (25%), hipergammaglobulinemia—, los ANA constituyenel dato inmunológico de mayor interés. Su frecuencia es aproximada- mente del 90% y el patrón de inmunofluorescencia más habitual es el moteado, aunque el nucleolar es el más específico. Las identidades antigénicas de mayor relevancia son aquellas a las que se ha podido atri- buir la distinción de marcador específico. Así, los anti-Scl 70, reactivos frente al antígeno DNA-topoisomerasa I, se detectan globalmente en el 20%-25% de los casos, y la mayoría de los pacientes pertenece a la forma difusa. Los anticuerpos anticentrómero, que se encuentran en el 50% del conjunto, son característicos de la forma limitada, donde se hallan presentes en el 70%-80% de los casos. También son propios de la enfermedad varios tipos de ANA que se han relacionado con diversas manifestaciones clínicas. Así, los anti-RNA polimerasa III se asocian con la crisis renal esclerodérmica, los antifibrilarina o U3-RNP (ribonu- cleoproteína) con la afección pulmonar tanto intersticial como vascular y los anti-PM-Scl se detectan en los casos de solapamiento con miositis. Diagnóstico y formas clínicas Cuando la esclerodermia se halla desarrollada y puede objetivarse la presencia de las alteraciones más genuinas —fenómeno de Raynaud, induración cutánea (esclerodactilia) o trastorno esofágico—, el diagnós- tico no plantea demasiadas dificultades. En casos dudosos puede ser orientadora la presencia de marcadores inmunológicos específicos y, tal vez, de mayor utilidad la presencia de alteraciones en la morfología de la microcirculación mediante la capilaroscopia del lecho ungueal en forma de dilataciones capilares (megacapilares), hemorragias, rami- ficaciones y áreas con ausencia de capilares (figs. 131-2 y 131-3). En 2013, el American College of Rheumatology y la European League Against Rheumatism establecen, de forma conjunta, unos nuevos criterios de clasificación que incluyen datos específicos de laboratorio, la mayoría de manifestaciones clínicas y las alteraciones capilaroscópicas propias de la enfermedad (tabla 131-1). Su sensibilidad y especificidad alcan- zan el 91% y el 92%, respectivamente, y con su aplicación se puede clasificar, como afectos de esclerodermia, un considerable porcentaje de pacientes —sobre todo con formas limitadas y aquellos sin afección cutánea— que quedaban excluidos con los criterios de 1980. Desde un punto de vista práctico tiene gran utilidad clasificar la enfermedad en dos formas clínicas, según la magnitud de la lesión cutánea, la difusa y la limitada, con sus correspondientes rasgos diferenciales, y con- siderar paralelamente la posibilidad de la forma preesclerodérmica y esclerosis sistémica sine esclerodermia (cuadro 131-2). Pronóstico La evolución natural de la enfermedad es variable. La mayoría de los enfermos, sin embargo, tiene un curso prolongado y no es infrecuente una supervivencia superior a los 20 años, después del diagnóstico. Un porcentaje reducido de enfermos desarrolla un curso rápidamente pro- gresivo hacia el deterioro orgánico y la muerte. Las formas difusas tienen peor pronóstico que las limitadas, porque presentan con mayor frecuen- Capilaroscopia normal. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V II 1051 CAPÍTULO 131 Esclerodermia © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. cia afección renal, pulmonar o cardíaca. En general, la aparición de alguna afección grave suele suceder durante los primeros años de evolución. Tratamiento En la actualidad no se dispone de un tratamiento satisfactorio. La terapéutica comprende dos tipos de medidas: unas de carácter general (o tratamiento de fondo) y otras específicas. Se puede indicar como tratamiento de fondo, en los pacientes con la forma difusa, y con menos de 3 años de evolución, micofenolato sódico, o de mofetilo, o metotrexato y dosis de glucocorticoides inferiores a 10 mg/día. El tratamiento específico depende de las manifestaciones presentes. En el fenómeno de Raynaud, aparte de aconsejar protección frente al frío, deben considerarse de cierta utilidad los bloqueadores de los canales del calcio, como el nifedipino (20-30 mg/día) o el diltiazem (180 mg/día) y, en casos de úlceras necróticas, la perfusión con prostaci- clina (o sus análogos como el alprostadil) y el bosentán, un antagonista dual de los receptores de la endotelina, a dosis de 125 mg/12 h p.o., cuya eficacia se ha demostrado en el tratamiento de las úlceras digitales; los antiagregantes plaquetarios (tipo AAS) pueden tener utilidad como terapia complementaria. Es recomendable el uso de cre- mas hidratantes para la piel. Los inhibidores de la bomba de protones están indicados en los pacientes con manifestaciones esofágicas. Puede recomendarse antibioticoterapia cíclica de amplio espectro si se com- prueba sobrecrecimiento bacteriano intestinal. La rigidez y las artralgias responden de forma variable a los AINE, y pueden recomendarse hidroxi- cloroquina y/o metotrexato. En cuanto a la afección pulmonar intersticial, las medidas terapéuticas son muchas veces sintomáticas (oxigenoterapia, broncodilatadores, antibioticoterapia), aunque se ha observado mejoría, o estabilidad funcional, con la administración de ciclofosfamida —en pulsos— o micofenolato y glucocorticoides. La indicación de tratar la neumopatía intersticial se establece según una estratificación basada en dos parámetros: la extensión de la afección pulmonar, medida mediante TCAR, y el valor de la capacidad vital forzada. Puede indicarse el tratamiento (ciclofosfamida en pulsos o micofenolato) si la extensión de la afección pulmonar es superior al 20% o la capacidad vital forzada es inferior al 70%. En la hipertensión pulmonar se ha observado una mejoría de los paráme- tros clínicos, funcionales y hemodinámicas, así como de la supervivencia, con el uso de los antagonistas de los receptores de la endotelina (bosentán, ambrisentán), sildenafilo y prostaciclinas, tanto en monoterapia como en terapia combinada, que en la mayoría de ocasiones es la pauta más utilizada. Se han demostrado algunos beneficios con el autotrasplante de progenitores hematopoyéticos en pacientes con esclerodermia rápidamente progresiva. No obstante, la selección de los pacientes todavía no está bien establecida. La cardiopatía debe tratarse en función del tipo de manifestaciones presentes. Tanto en la hipertensión arterial moderada como, sobre todo, • CUADRO 131-2 Preesclerodermia Fenómeno de Raynaud Alteraciones capilaroscópicas ANA positivos Forma limitada Fenómeno de Raynaud de varios años de evolución Afección cutánea limitada a manos, cara y/o antebrazos Presencia tardía de afección visceral Anticuerpos anticentrómero (70%-80%) Capilaroscopia: megacapilares, asas dilatadas, sin pérdida capilar Forma difusa Fenómeno de Raynaud de aparición reciente Afección cutánea de tronco y partes acras Presencia temprana de afección visceral Anticuerpos antitopoisomerasa I (30%) Capilaroscopia: asas dilatadas y pérdida capilar Esclerosis sistémica sine esclerodermia Fenómeno de Raynaud +/– Ausencia de afección cutánea Afección visceral (pulmonar, cardíaca, renal y/o digestiva) ANA positivos Capilaroscopia: dilataciones (megacapilares) y hemo- rragias (patrón esclerodérmico). TABLA 131-1 Ítem Subítem Puntos* Esclerosis de los dedos de ambas manos y proximal a MCF (criterio suficiente) — 9 Endurecimiento de la piel de los dedos (sólo se cuenta la puntuación más alta) Dedos en salchicha 2 Esclerodactilia (distal a MCF pero proximal a IFP) 4 Lesiones en los pulpejos de los dedos (sólo se cuenta la puntuación más alta) Úlceras digitales (distal a IFP) 2 Lesiones en «mordedura de rata» 3 Telangiectasias (no arañas vasculares) — 3 Alteraciones capilaroscópicas (dilataciones y/o pérdida capilar) — 2 HAP y/o EPI (puntuación máxima 2) HAP (CCD) 2 EPI (TCAR o Rx o crepitantes tipo «velcro» sin otra causa) 2 Fenómeno de Raynaud — 3 Autoanticuerpos relacionados con ES (ACA; ATA; RNA polimerasaIII) (puntuación máxima 3) ACA o ANA con patrón centromérico 3 ATA 3 RNA polimerasa III 3 *La puntuación total se establece por la suma de la puntuación más alta de cada ítem. Pacientes con un total de ≥ 9 puntos se clasifican como afectos de esclerosis sistémica definida. ACA: anticuerpos anticentrómero; ACR: American College of Rheumatology; ATA: anticuerpos antitopoisomerasa I; CCD: cateterismo cardíaco derecho; EPI: enfermedad pulmonar intersticial; ES: esclerosis sistémica; EULAR: European League Against Rheumatism; HAP: hipertensión arterial pulmonar; IFP: interfalángicas proximales; MCF: metacarpofalángicas; TCAR: tomografía computarizada de alta resolución. https://booksmedicos.org 1052 SECCIÓN VII Reumatología y enfermedades sistémicas en la grave crisis renal esclerodérmica, los fármacos de elección son los IECA, ya que su uso ha mejorado el pronóstico de estos enfermos. La serositis y la miositis deben tratarse con glucocorticoides. FASCITIS EOSINOFÍLICA Descrita en 1975 por Shulman, se han comunicado varios cente- nares de casos. Consiste en la inflamación y el engrosamiento de la fascia que pueden extenderse hacia el músculo, el tejido celular subcutáneo y la dermis. Al comienzo, la fascia y el tejido subcutáneo están edematosos e infiltrados por linfocitos, células plasmáti- cas, histiocitos, mastocitos y eosinófilos. Con la progresión de la enfermedad, dichos tejidos aparecen engrosados y fibróticos. El comienzo de la enfermedad se puede relacionar con un ejercicio físi- co intenso o con un traumatismo y el paciente presenta dolor y edema de las extremidades, seguidos rápidamente de induración de la piel y del tejido subcutáneo. La piel adquiere un aspecto eritematoso brillante que se ha comparado a la piel de naranja. La RM es característica. Puede afectar el tronco y la cara, pero el fenómeno de Raynaud y la afección visceral están ausentes de forma característica. La VSG está acelera- da y se detecta una eosinofilia en sangre periférica y en los tejidos afectados, sobre todo al comienzo, así como elevación de la aldolasa e hipergamma- globulinemia. Aunque algunos enfermos mejoran espontáneamente, la mayoría requiere tratamiento con glucocorticoides a dosis de 1 mg/kg de peso y día, con reducción progresiva después de las primeras 4 semanas. La hidroxicloroquina puede ser una alternativa terapéutica, al igual que el metotrexato, la ciclosporina o las inmunoglobulinas i.v. CUADROS CLÍNICOS ESCLERODÉRMICOS INDUCIDOS POR SUSTANCIAS QUÍMICAS La más conocida y singular es el cloruro de polivinilo, especialmente cuando se manipula en la fase industrial de polimerización. El cuadro clínico se caracteriza por acroosteólisis de las falanges distales, fenómeno de Raynaud y alteraciones cutáneas esclerodermiformes. Otras sustancias, como la bleomicina, pueden producir placas infiltrativas y nódulos, y la pentazocina provoca fibrosis localizada en el lugar de la administración. Entre los mineros expuestos a la sílice, la esclerodermia es casi unas 25 veces más frecuente. Con respecto a la epidemia registrada en España en 1981, debida al parecer a la ingestión de aceite tóxico, puede indicarse que en la fase crónica los enfermos presentaban neuromiopatía, lesiones cutáneas esclerodérmicas, fenómeno de Raynaud, disfagia, síndrome seco e hipertensión arterial. En 1989, y también con carácter epidémico, se describió en EE. UU. el síndrome mialgia-eosinofilia en relación con la ingestión de L-triptófano; entre sus manifestaciones destacaban mialgias, eosinofilia, alteraciones cutáneas esclerodermiformes, neuropatía central y periférica y neumonitis intersticial. Recientemente se ha descrito una fibrosis sistémica en pacientes con insuficiencia renal en relación con la administración de gadolinio, sustancia utilizada como contraste en la RM. SÍNDROMES SEUDOESCLERODERMIFORMES Existen múltiples enfermedades que producen lesiones cutáneas que pue- den parecerse a las de la esclerodermia, como el síndrome carcinoide, la porfiria cutánea tarda o la amiloidosis. Otra entidad de este apartado es el escleredema de Buschke, que se caracteriza por una induración cutánea de comienzo súbito, simétrica, localizada en las zonas posterior y lateral del cuello con extensión posterior a hombros, brazos y cara; en muchos casos existe una infección, generalmente estreptocócica o vírica, y, además, se ha comprobado que el 50% de los pacientes son diabéticos. La evolu- ción es hacia la resolución en un plazo de 3-5 años, excepto en las formas asociadas a diabetes. En algunos casos que no retrogradan puede uti lizarse la talidomida. Por último, el escleromixedema es una enti dad muy rara en la que hay una induración cutánea con erupción liquenoide generalizada, acompañada de una gammapatía monoclonal (IgG). BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Guillén del Castillo A, Simeón-Aznar CP, Callejas-Moraga EL, Tolosa-Vilella C, Alonso-Vila S, Fonollosa-Pla V, et al. Quantitative videocapillaroscopy correlates with functional respiratory parameters: a clue for vasculopathy as a pathogenic mechanism for lung injury in systemc sclerosis. Arthritis Res Ther 2018;20:281-91. Rubio-Rivas M, Royo C, Simeón CP, Corbella X, Fonollosa V. Mortality and survival in systemic sclerosis: systematic review and meta-analysis. Semin Arthritis Rheum 2014;44:208-19. Simeón-Aznar CP, Fonollosa-Plá V, Tolosa-Vilella C, Espinosa-Garriga G, Ramos-Casals M, Campillo-Grau M, et al. Registry of the Spanish network for systemic sclerosis: clinical pattern according to cutaneous subsets and immunological status. Semin Arthritis Rheum 2012;41:789-800. Van den Hoogen F, Khanna D, Fransen J, Johnson SR, Baron M, Tyndall A, et al. 2013 classification criteria for systemic sclerosis: an American College of Rheumatology/European League against Rheumatism collaborative initiative. Arthritis Rheum 2013;65:2737-47. Varga J. Raynaud phenomenon, scleroderma, overlap syndromes and other fibrosing syndromes. Curr Opin Rheumatol 2017;29:533-90. https://booksmedicos.org Push Button0:
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