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Espondiloartritis CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN R. Sanmartí Sala El término espondiloartritis incluye un grupo de enfermedades interre- lacionadas de etiología desconocida que comparten una serie de carac- terísticas clínicas y genéticas comunes como inflamación crónica del esqueleto axial (columna vertebral y articulaciones sacroilíacas), artritis periférica con una distribución de la afectación articular característica (asimetría, patrón oligoarticular y predominio en miembros inferiores), entesitis, dactilitis, uveítis, psoriasis, enfermedad inflamatoria del intes- tino y asociación con el antígeno de histocompatibilidad HLA-B27. Es característica de estas enfermedades la ausencia de factor reumatoide y otros autoanticuerpos, así como la tendencia a la agregación familiar. Su prevalencia estimada en Europa es del 1,2%. Las distintas enfermedades o síndromes que se incluyen en este grupo de artritis son la espondilitis anquilosante, la artritis psoriásica, la artritis reactiva, las artritis enteropáticas (asociadas a colitis ulcerosa y a enfermedad de Crohn), una forma de inicio tardío de la artritis idiopática juvenil y las espondiloartritis indiferenciadas. Algunas de las enfermedades incluidas dentro del grupo de las espondiloartritis afectan de forma predominante al esqueleto axial, mientras que en otras la afectación axial es mínima o ausente, predominando claramente la afectación periférica con sinovitis, entesitis o dactilitis. Esta circuns- tancia motivó la búsqueda de nuevos criterios diagnósticos o de clasi- ficación de este grupo de enfermedades que pongan mayor énfasis en las manifestaciones clínicas más importantes (axiales o periféricas) más que en intentar definir un tipo específico de enfermedad. La necesidad de realizar el diagnóstico en las fases precoces de la enfermedad, con la aplicación de técnicas de imagen como la RM, capaz de detectar la pre- sencia de inflamación en sacroilíacas de forma muy precoz en ausencia de cambios radiológicos, ha llevado a redefinir algunos conceptos en estos últimos años. Así, el grupo ASAS (Ankylosing Spondylitis Assessment Study) ha desarrollado nuevos criterios de clasificación, subdividiendo a los pacientes afectos de espondiloartritis en dos subtipos en función de la manifestación clínica articular predominante: 1. Espondiloartritis predominantemente axiales (cuadro 118-1), don- de se incluirían la espondilitis anquilosante clásica y otras formas de espondiloartritis axial que no cumplirían criterios de espondilitis anquilosante al no evidenciarse sacroilitis radiológica (espondiloar- tritis axial no radiográfica). Estas dos formas de espondiloartritis axial serían clínicamente indistinguibles, se beneficiarían por igual del tratamiento antirreumático incluyendo los fármacos biológicos y probablemente representarían una única entidad en distintos estadios evolutivos. 2. Espondiloartritis predominantemente periféricas (cuadro 118-2), que incluirían la artritis psoriásica, la artritis reactiva, la artri- tis asociada a la enfermedad inflamatoria del intestino y las espondiloartritis indiferenciadas. El concepto actual del espectro global de las espondiloartritis puede observarse en la figura 118-1. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 964 SECCIÓN VII Reumatología y enfermedades sistémicas Las principales ventajas de estos criterios es que permiten realizar el diagnóstico en fases más precoces de la enfermedad y dan relevancia tanto a técnicas de imagen (RM de sacroilíacas) como al HLA-B27. Asimismo, permiten diagnosticar a pacientes que anteriormente no se incluían en una enfermedad específica (caso de las espondiloartritis no radiográficas o indiferenciadas) y que por su actividad o gravedad pre- cisarían terapia biológica. La utilidad de estos criterios para un correcto diagnóstico y clasificación ha sido corroborada en estudios recientes, confirmándose su buen balance entre sensibilidad y especificidad. Estas dos formas de espondiloartritis no son excluyentes entre sí, ya que en el curso evolutivo de la enfermedad muchos pacientes pueden pasar de uno a otro subtipo. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Rudwaleit M, van der Heijde D, Landewé R, Akkoc N, Brandt J, Chou CT, et al. The Assessment of SpondyloArthritis International Society clas- sification criteria for peripheral spondyloarthritis and for spondyloarthritis in general. Ann Rheum Dis 2011;70:25-31. Sepriano A, Rubio R, Ramiro S, Landewé R, van der Heijde D. Performance of the ASAS classification criteria for axial and peripheral spondyloarthri- tis: a systematic literature review and meta-analysis. Ann Rheum Dis 2017;76:886-90. ESPONDILITIS ANQUILOSANTE X. Juanola Roura Introducción La espondilitis anquilosante (EA) es una enfermedad inflamatoria crónica caracterizada por la afectación de las articulaciones sacroilíacas y del esqueleto axial. Se desconoce su etiología y está claramente asociada con el antígeno leucocitario humano HLA-B27. La afectación de las articulaciones periféricas, de predominio en extremidades inferiores, constituye en algunos casos un componente importante de la enferme- dad. La espondilitis anquilosante puede acompañarse de manifestaciones clínicas extraesqueléticas, como la uveítis anterior aguda, la insuficiencia valvular aórtica, los defectos de la conducción cardíaca o la fibrosis de los lóbulos pulmonares superiores, entre otros. En algunos pacientes puede asociarse a psoriasis y a enfermedad inflamatoria intestinal. Su prevalencia en nuestro entorno se sitúa alrededor del 0,5%. Es más frecuente en hombres que en mujeres, con una proporción estimada de 2-3:1 Durante muchos años los criterios diagnósticos se han basado en la constatación de la presencia de una sacroilitis radiográfica junto con dolor axial inflamatorio, rigidez matutina y limitación de la movilidad de la columna vertebral. Sin embargo, en muchos casos la presentación clínica de la espondilitis anquilosante es poco específica y los signos radiográficos no aparecen en los primeros años de la enfermedad, circunstancias que conllevan un retraso diagnóstico superior a los 8 años en la mayoría de las series publicadas. Por ello, con el fin de dis- minuir la demora diagnóstica, en los últimos años se han desarrollado diversas propuestas de nuevos criterios de clasificación que incluyen los síntomas extravertebrales, los antecedentes familiares, las imágenes por RM o la positividad del HLA-B27. Todo ello ha confluido en la publicación por parte del Assessment of SpondyloAr- thritis International Society (ASAS) de los criterios de clasificación de espondiloartritis axial (v. cuadro 118-1) que posibilitan un diagnóstico más precoz de los pacientes y que ha comportado la introducción de este nuevo término. Tras la clasificación de espondiloartritis axial, el paciente puede tener afectación radiográfica característica de las articulaciones sacroilíacas y, en este caso, se puede seguir manteniendo el término espondilitis anquilosante o puede que no presente cambios definitivos en las articulaciones sacroilíacas, en tal caso el término a utilizar sería el de espondiloartritis axial no radiográfica. Etiopatogenia Se desconocen la etiología y la patogenia de la enfermedad, aunque existe una marcada predisposición genética relacionada fundamen- • CUADRO 118-2 Criterios de clasificación de espondiloartritis periféricas del grupo ASAS Criterio obligado: presencia de artritis, entesitis o dactilitis y ≥ 1 de los siguientes criterios: Psoriasis Enfermedad inflamatoria del intestino Infección previa HLA-B27 Uveítis Sacroilitis por imagen (radiográfica o por RM) O, alternativamente, ≥ 2 de los siguientes criterios: Artritis Dactilitis Entesitis Enfermedad inflamatoria del intestinoen el pasado Historia familiar positiva de espondiloartritis Figura - Concepto actual del espectro global de las espondiloar- tritis (EA). APs: artritis psoriásica; AR: artritis reactiva; EANR: espon- diloartritis axial no radiográfica; EI: espondiloartritis indiferenciada; Esp. EII: espondiloartritis asociada a enfermedad inflamatoria del intestino. • CUADRO 118-1 Criterios de clasificación de espondiloartritis axiales del grupo ASAS Criterio obligado: dolor lumbar > 3 meses y edad < 45 años Criterio necesario: sacroilitis por imagen* + ≥ 1 manifestación de espondiloartritis** o HLA-B27 positivo + ≥ 2 manifestaciones de espondiloartritis** Dolor lumbar inflamatorio Artritis Entesitis (talón) Uveítis Dactilitis Psoriasis Enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa Buena respuesta a AINE Historia familiar de espondiloartritis HLA-B27 Proteína C reactiva elevada ASAS: véase el texto. *Sacroilitis por imagen: inflamación activa (aguda) por RM altamente sugestiva de sacroilitis asociada a espondiloartritis o sacroilitis radiológica definida de acuerdo con los criterios de Nueva York modificados de espondilitis anquilosante. **Manifestación de espondiloartritis: Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V II 965 CAPÍTULO 118 Espondiloartritis © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. talmente con la presencia del HLA-B27, que es positivo en el 80%- 90% de los pacientes. La base para la asociación entre HLA-B27 y la espondilitis anquilosante sigue sin explicarse completamente, aunque la principal hipótesis aboga por que determinados subtipos de HLA-B27 podrían relacionarse con un mal plegamiento de su estructura. Esta circunstancia podría asociarse con la producción de proteínas de cadenas pesadas anómalas que en el retículo endoplas- mático promueven la producción de IL-23 desencadenando con ello la respuesta inflamatoria. Además del HLA-B27, otros dos loci genéticos se han asociado con la espondilitis anquilosante: el ERAP1 (endoplas- mic reticulum aminopeptidase), relacionado con la presentación de antígenos por el MHC de clase 1 y el receptor de la interleucina-23 (rIL-23) relacionado con la posterior secreción de la interleucina-17 (IL-17). El papel de la mucosa intestinal y de la piel como factores clave en la patogénesis de la espondiloartritis axial ha recobrado importancia con la aparición de nuevas evidencias. Parece fuera de duda la existencia de una inflamación intestinal subclínica en un alto porcentaje de pacientes con espondiloartritis y se ha evidenciado un solapamiento de susceptibilidad genética entre la espondilitis anquilosante y la enfermedad inflamatoria intestinal. Además, en pacientes con estas dos enfermedades se han descrito alteraciones de la microbiota intestinal que pueden tener una importante significación en su desarrollo. Anatomía patológica La espondilitis anquilosante se caracteriza por la presencia de entesitis y el posterior desarrollo de sinovitis y osteítis. Los principales estu- dios definen la entesis con un concepto de órgano que comprende la inserción del ligamento o tendón junto con el tendón adyacente, el fibrocartílago, la grasa, la bursa y la sinovial. La causa de la inflama- ción inicial no se conoce, aunque parece clara la implicación del eje IL-23/IL-17 y también del estrés mecánico en el desarrollo inicial de la entesitis. El proceso inflamatorio en la entesis provoca la erosión del fibrocartílago, el cartílago hialino y el hueso provocando osteítis con posterior osificación endocondral y anquilosis fibrosa, que conduce, en estadios avanzados de la enfermedad, a la anquilosis raquídea en algunos pacientes. En las articulaciones sacroilíacas las lesiones más precoces se caracterizan por hipertrofia sinovial, infiltración de la subsi- novial por macrófagos, linfocitos y células plasmáticas. Posteriormente, aparecerían las erosiones óseas en el margen del cartílago con presencia de células mononucleares e inflamación subcondral de la médula ósea; a continuación, el tejido inflamatorio iría reemplazándose lentamente por tejido granulomatoso sobre el que se produciría el fenómeno de fibrosis y, finalmente, la osificación. Cuadro clínico Manifestaciones esqueléticas La espondilitis anquilosante aparece por lo general en la tercera década de la vida, con un pico máximo alrededor de los 25 años; el inicio es muy poco frecuente después de los 40 años. La lumbalgia es el síntoma habitual de presentación, aunque al ser un síntoma muy frecuente (se observa en más del 80% de la población general) es importante tener en cuenta la existencia de características inflamato- rias (dolor nocturno, inicio insidioso, no mejoría con el reposo) que son típicas en estos pacientes y que las diferencian del dolor lumbar de tipo mecánico. Es frecuente también la limitación progresiva de la movilidad y la rigidez lumbar matutina que puede durar hasta 3 h. En muchos casos el dolor progresa, comprometiéndose la columna dorsal y cervical. La exploración física suele mostrar una limitación de la movilidad axial en todos los planos que se pondrá de manifiesto tanto para la flexión anterior (prueba de Schöber) como para la flexión lateral. En fases avanzadas puede producirse una deformidad característica con aplanamiento de la lordosis fisiológica lumbar, marcada cifosis dorsal y limitación de la movilidad cervical en flexión que provoca una actitud en flexo de caderas para intentar corregir la visión hacia el suelo. Esta deformidad se pone de manifiesto en la exploración con la distancia occipucio-pared o trago-pared. En algunos pacientes el dolor se localiza, ya en fases iniciales, en el tercio superior de la nalga, que es referido por la cara posterior del muslo hasta la rodilla, simulando una ciática (síndrome sacroilíaco). Con frecuencia el dolor es alternante a la derecha o a la izquierda. Este dolor tiene también características inflamatorias y en la mayoría de los pacientes suele observarse una mejoría significativa con la administración de AINE. En estas fases iniciales, en la explo- ración clínica, se suele evidenciar un aumento del dolor con la presión directa de las articulaciones sacroilíacas y al practi- car las maniobras características (prueba de Fabere). Algunos pacientes localizan el dolor hacia la cresta ilíaca o en el trocánter mayor. La afectación de las articulaciones costovertebrales, costoesterna- les o manubrioesternales puede causar dolor torácico. En ocasiones, puede confundirse con dolor de tipo pleurítico y puede estar asociado con aumento del dolor a la palpación de dichas articulaciones. En la exploración puede detectarse una reducción, de leve a moderada, de la expansión torácica. Alrededor de la mitad de los pacientes presentan de inicio, o a lo largo de su evolución, artritis periférica, fundamentalmente de miem- bros inferiores (cadera, rodilla, tobillo y articulaciones metatarsofa- lángicas), generalmente asimétrica y oligoarticular. Es una forma de inicio frecuente en las formas juveniles y se observa en el 30% de las formas adultas. La artritis de cadera es la más frecuente y grave de las afectaciones articulares periféricas y constituye un factor de mal pro- nóstico para la evolución de la enfermedad. La afectación del tobillo o de la rodilla es frecuente también en pacientes con espondiloartritis axial y la artrocentesis suele mostrar un líquido sinovial de características claramente inflamatorias. El denominado síndrome entesítico se debe a la inflamación de las inserciones tendinosas: talalgia crónica, dolor perirrotuliano y/o epicondilitis, que puede constituir la forma de inicio o ser en algunos casos la principal expresiónclínica de la enfermedad. El dolor suele ser muy persistente con poca respuesta a los AINE. Las infiltraciones locales de corticoides, las medidas físicas y ortopédicas y, en casos refractarios, la terapia biológica pueden ser necesarios para conseguir el control de los síntomas. La ecografía es la exploración complementaria de elección para su valoración; en fases evolucionadas pueden aparecer erosiones u osificaciones en el estudio radiográfico. El curso clínico de la enfermedad es muy variable. En los casos más graves la limitación y la deformidad vertebral aumentan, la mus- culatura paravertebral se atrofia y la lordosis lumbar desaparece. El dolor de ritmo inflamatorio puede ser persistente, aunque es frecuente que curse con brotes. En las mujeres el diagnóstico suele realizarse con mayor demora, ya que el índice de sospecha es menor y presentan una menor progresión radiográfica; sin embargo, los índices de actividad y de calidad de vida no son diferentes de los de los varones. En las formas juveniles suelen predominar las manifestaciones periféricas en forma de artritis y entesitis. Los síntomas axiales y la afectación de articulaciones sacroilíacas aparecen más tardíamente. Manifestaciones extraesqueléticas En fases de actividad importante pueden observarse síntomas cons- titucionales, como fatiga, pérdida de peso o febrícula. Otras manifes- taciones clínicas extraesqueléticas pueden constituir también la forma de inicio de la enfermedad o aparecer a lo largo de su evolución. La más frecuente es la uveítis anterior aguda, que está presente en el 25% de los pacientes; suele ser unilateral y en muchos casos es recidivante. Se observa enrojecimiento del ojo y dolor con reducción de la visión y puede haber fotofobia y aumento del lagrimeo. Mediante un tratamiento adecuado, cede en 3-4 semanas sin secuelas en la mayoría de los pacientes. Si no se trata o se retrasa el tratamiento, pueden aparecer sinequias y glaucoma, pudiendo constituir un grave pro- blema con complicaciones graves que pongan en riesgo la visión del paciente. La uveítis anterior aguda puede constituir el síntoma inicial de la espondiloartritis axial, sobre todo en pacientes con HLA-B27. La enfermedad inflamatoria del intestino (enfermedad de Crohn o colitis ulcerosa), que aparece en un 10%-20% de los pacientes con espondiloartritis axial, y la psoriasis (5%-10%) son manifestacio- nes ligadas claramente con las espondiloartritis. Al igual que ocurre con la uveítis, es muy importante una estrecha colaboración con las Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 966 SECCIÓN VII Reumatología y enfermedades sistémicas especialidades relacionadas con estas patologías para un diagnóstico más precoz y un tratamiento más adecuado en el contexto de un abor- daje multidisciplinar. En las formas asociadas a psoriasis o a enfermedad inflamatoria del intestino, la frecuencia de la positividad del HLA-B27 es menor que en las formas no asociadas. Otras manifestaciones sistémicas relacionadas con la espondilitis anquilosante son la insuficiencia aórtica, por inflamación de la raíz de la aorta (2%), los bloqueos cardíacos (1%), la fibrosis lobular apical bullosa pulmonar (< 1%) y la alteración restrictiva pulmonar debido a la disminución de la movilidad de la caja torácica. Se han descrito, sobre todo en pacientes de larga evolución, síndrome de cola de caballo por aracnoiditis y casos de subluxación atloaxoidea. En pacientes con actividad persistente puede desarrollarse amiloidosis que puede mani- festarse en forma de proteinuria o de insuficiencia renal; sin embargo, en la mayor parte de los pacientes que presentan alteraciones de la función renal esta suele relacionarse con la administración de AINE. La osteoporosis constituye una complicación frecuente de la espon- dilitis anquilosante que está claramente relacionada con la actividad axial. La aparición de fracturas vertebrales es un hallazgo frecuente en el estudio radiográfico dorsal y lumbar, aunque en muchas ocasiones pueden pasar desapercibidas clínicamente al atribuirse el dolor axial a actividad de la propia enfermedad. Deberán sospecharse en pacientes con dolor raquídeo de aparición brusca y de difícil control y sin otros signos de actividad. Exploraciones complementarias Pruebas de laboratorio Para el diagnóstico de espondiloartritis axial es importante la determi- nación del antígeno HLA-B27, que constituye uno de los parámetros esenciales de los criterios de clasificación ASAS. En relación con la determinación de la actividad, en algunos pacientes puede observarse elevación de los reactantes de fase agu- da, con mayor frecuencia la proteína C reactiva (PCR) y en menor grado la velocidad de sedimentación globular (VSG); sin embargo, los resultados normales de ambos marcadores no sirven para des- cartar enfermedad activa. Característicamente, los pacientes presentan negatividad para el factor reumatoide. Pruebas de imagen La radiografía convencional muestra los signos más característicos en columna vertebral y articulaciones sacroilíacas. Las alteraciones evolu- cionan a lo largo de los años con un patrón poco regular. Los hallazgos radiográficos suelen ser simétricos y consisten en un borramiento de la cortical del ilíaco (imagen de «seudoensanchamiento»), seguido de la aparición de erosiones, esclerosis y finalmente la formación de puentes óseos hasta la fusión total de las articulaciones sacroilíacas en fases avanzadas (fig. 118-2). Las lesiones suelen ser más evidentes en el lado ilíaco y son más significativas cuando se observan en la parte inferior de la articulación. Las lesiones radiográficas de la columna vertebral son el resultado de la entesitis que caracteriza a la espondiloartritis axial. Esta infla- mación se produce en las inserciones entre el anillo fibroso del disco intervertebral y la vértebra. En las fases iniciales, la inflamación de dichas inserciones puede manifestarse como lesiones erosivas en las esquinas vertebrales, seguidas de una fase de reparación con formación de tejido óseo. La observación en la radiografía lateral de columna de erosiones rodeadas de esclerosis de los rebordes vertebrales anteriores se denomina signo de Romanus. La progresión de la osificación puede evolucionar y mostrarse en forma de cuadramiento o squaring de los cuerpos vertebrales, o bien en forma de sindesmofitos, que son prolongaciones óseas verticales desde la esquina del cuerpo verte- bral; en su evolución pueden unirse al sindesmofito de la vértebra adyacente formando los puentes óseos que caracterizan la espondilitis anquilosante (fig. 118-3). La fusión completa de la columna vertebral por estos sindesmofitos dará lugar, en la radiografía anteroposterior de columna dorsal y lumbar, a la imagen de columna en caña de bambú. Algunos pacientes presentan rigidez muy marcada de la columna sin imágenes de sindesmofito y suele deberse a la presencia de anquilosis de las articulaciones interapofisarias posteriores. El disco intervertebral también puede afectarse dando lugar a una espondilodiscitis aséptica o lesión de Anderson, que se observa como esclerosis y erosiones en la porción central del margen superior o inferior de las plataformas vertebrales. Pueden observarse también signos radiográficos relacionados con entesitis en otras localizaciones con aparición de erosiones óseas y osteí- tis en las inserciones de los tendones y ligamentos, especialmente en el calcáneo, tuberosidades isquiáticas, cresta ilíaca, trocánteres femorales y apófisis espinosas de las vértebras. En articulaciones periféricas, esencialmente en hombros y caderas, los cambios radiográficos pueden combinar lesiones erosivas y des- tructivas con lesionesde neoformación ósea en forma de osteófitos o incluso de anquilosis articular completa. La RM puede ser de gran ayuda, ya que la radiografía simple con- vencional de la pelvis no permite observar cambios inflamatorios, sino sólo imágenes de lesiones estructurales, por lo que tiene poca sensibili- dad en las primeras fases de la inflamación sacroilíaca. En estos casos, Figura - Radiografía de pelvis. Sacroilitis bilateral de grado IV (anquilosis de articulaciones sacroilíacas, con desaparición de la línea articular). Figura - Radiografía de columna lumbar en perfil. Imágenes de sindesmofitos formando puentes entre L2-L3 y L3-L4 (flechas). Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V II 967 CAPÍTULO 118 Espondiloartritis © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. la RM en secuencias combinadas de T1 y STIR será de utilidad para evidenciar la presencia de sacroilitis en fases iniciales (fig. 118-4). La inflamación de la columna vertebral en fase inicial tampoco puede ser valorada mediante radiografía convencional, por lo que puede ser de utilidad la realización de RM en las mismas secuencias citadas anteriormente. La TC es la técnica de imagen que ofrece mayor calidad para la detección de las alteraciones óseas, como erosiones y anquilosis, pero no permite valorar la presencia de inflamación. Por otro lado, al ser una técnica con rayos X no permite una repetición reiterada de la misma, por lo que sólo se aconseja su realización en casos muy determinados. La ecografía es muy sensible y resulta muy útil para la detección de cambios inflamatorios en las entesis (entesitis plantar o tendinitis aquiliana). Valoración de la enfermedad Existen pocos datos objetivos que nos ayuden a conocer la actividad de la enfermedad. Las determinaciones de reactantes de fase aguda como la VSG o, sobre todo, la PCR pueden indicar la presencia de actividad, pero son datos que no tienen buena correlación con la clínica o con hallazgos objetivos en el estudio por RM. Los síntomas clínicos sub- jetivos, como el dolor axial o periférico, la fatiga o la rigidez matutina son características que se modifican en los brotes de la enfermedad y, por ello, se han desarrollado y validado cuestionarios que nos ayudan a valorar la actividad de la enfermedad. El Bath Ankylosing Spondylitis Disease Activity Disease (BASDAI) y el Ankylosing Spondylitis Disease Activity (ASDAS) se han mostrado útiles para la valoración de la acti- vidad, y el Bath Ankylosing Spondylitis Functional Index (BASFI), para la valoración de la funcionalidad de la EA. Diagnóstico El diagnóstico es fundamentalmente clínico, aunque son muy importantes también las técnicas de imagen. Los criterios clásicos de espondilitis anquilosante, los criterios de Nueva York modificados (cuadro 118-3), comportan la necesidad de síntomas axiales junto con la demostración de una sacroilitis radiográfica, generalmente bilateral y simétrica. Estos criterios son causa de importante demora diagnóstica y no incluyen signos clínicos también característicos de la espondiloar- tritis axial. Los nuevos criterios de clasificación de espondiloartritis axial, que incluirían a todos los pacientes con espondilitis anquilosante más un grupo importante de pacientes con espondiloartritis axial no radiográfica, permiten que el diagnóstico pueda realizarse en sujetos jóvenes con dolor vertebral crónico, pero sin sacroilitis radiográfica siempre y cuando tuvieran sacroilitis por RM o un B27 positivo, más otros datos clínicos de espondiloartritis. El HLA-B27 no tiene valor diagnóstico por sí mismo, aunque su papel se ha visto reforzado con los nuevos criterios de espondiloartritis axial. Una parte de los pacientes así identificados como espondiloartritis axial no radiográfica evolucionará a espondilitis anquilosante pasados unos años. Diagnóstico diferencial El dolor lumbar es una causa muy frecuente de consulta, pero sólo el 5% de los pacientes con dolor lumbar crónico estarán afectados de espondiloartritis axial. Si el tipo de dolor es de características inflama- torias el porcentaje asciende al 14%. Debe sospecharse la enfermedad ante todo individuo con dolor vertebral crónico de carácter inflama- torio, definido como: a) edad de inicio menor de 40 años; b) inicio insidioso; c) presencia de dolor nocturno (con mejoría progresiva al levantarse); d) mejoría con el ejercicio, y e) no mejoría con el reposo. En los pacientes con dolor axial inflamatorio el diagnóstico dife- rencial debería incluir otras opciones como la enfermedad degenerativa discovertebral, la espondilodiscitis infecciosa, las metástasis, los tumores óseos primarios, la enfermedad de Scheuermann o los linfomas con afectación ósea. El síndrome sacroilíaco puede confundirse con una ciática radicular y en los casos de sacroilitis aguda, unilateral y febril se deberá descartar un origen infeccioso. En cuanto a la imagen, la sacroilitis deberá diferenciarse de la osteí- tis condensante del ilíaco, frecuente en mujeres multíparas y que no suele ocasionar síntomas ni asociarse al HLA-B27. Los sindesmofitos no deben confundirse con los osteófitos artrósicos o las osificaciones paravertebrales de la hiperostosis anquilosante vertebral. Pronóstico El curso evolutivo de la espondilitis anquilosante es muy variable y en muchos casos se caracteriza por remisiones y exacerbaciones espon- táneas. En general, el pronóstico se considera más bien favorable. La enfermedad puede seguir un curso relativamente leve o autolimitado, pero en algunos pacientes permanece activa durante muchos años. Los primeros 10 años de evolución son claves para conocer su tendencia a la progresión clínica y radiográfica. En la espondilitis anquilosante reviste especial importancia la diversidad de expresiones clínicas y los grados de actividad observados en los pacientes. Se ha documentado que la afectación precoz de cadera, el mantenimiento de elevadas cifras de velocidad de sedi- mentación, la pobre eficacia de los AINE, la aparición de dactilitis, Figura - RM de articulaciones sacroilíacas. Secuencia STIR. Imagen hiperintensa en zona periarticular de sacroilía- ca izquierda característica de edema óseo en zona sacra e ilíaca (flechas). • CUADRO 118-3 Criterios diagnósticos de espondilitis anquilosante (Nueva York; modificados, 1984) Dolor lumbar y rigidez de más de 3 meses de duración que mejora con el ejercicio y no se alivia en reposo Limitación de la movilidad de la columna lumbar en ambos planos, frontal y sagital Limitación de la expansión torácica según valores normales corregidos en función de la edad y el sexo Sacroilitis bilateral de grado 2 o superior, o bien unilateral de grado 3-4 Nota: Se considera espondilitis anquilosante definida si el criterio radiológico se asocia como mínimo a uno de los criterios clínicos. Se considera espondilitis anquilosante probable cuando existen los tres criterios clínicos sin el criterio radiológico, o bien el criterio radiológico sin ningún signo o síntoma que satisfaga los criterios clínicos, amén de excluir otras causas de sacroilitis. La valoración de los cambios radiológicos en articulaciones sacroilíacas se realiza en función del grado de borrosidad de los márgenes articulares y la presencia de esclerosis, erosiones y pinzamiento. Por tanto, se distinguen los siguientes grados: 0, normal; 1, dudoso; 2, sacroilitis mínima; 3, sacroilitis moderada; 4, anquilosis. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020.Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 968 SECCIÓN VII Reumatología y enfermedades sistémicas la limitación precoz de la movilidad lumbar, la presencia de oligoar- tritis y la edad de comienzo antes de los 16 años son elementos de peor pronóstico. Para una peor progresión radiográfica son factores de mal pro- nóstico el sexo masculino, una elevación persistente de la PCR, una importante actividad objetivada por técnica de RM o la presencia pre- coz de sindesmofitos. Tratamiento El objetivo principal debe ser maximizar la calidad de vida a través del control de los síntomas, la prevención de la progresión del daño estructural, la preservación o normalización de la función y la parti- cipación social. La decisión terapéutica debería ser compartida con el paciente y requiere de una combinación de tratamiento farmacológico y no farmacológico. El tratamiento debe ser individualizado de acuerdo con las manifestaciones de la enfermedad (axial, periférica, entesitis y signos extraarticulares). La fisioterapia, la educación sanitaria y el control de las comor- bilidades deben ser considerados en cualquier pauta de tratamiento. Los AINE, incluyendo los coxibs (AINE inhibidores selectivos de la ciclooxigenasa-2), se recomiendan como primera línea de tratamiento farmacológico. En muchos casos se requerirá administrar dosis plenas para una respuesta adecuada. Es preferible el tratamiento continuo con AINE para los pacientes con enfermedad persistentemente activa y sintomática. Deberán considerarse los posibles riesgos cardiovasculares, gastrointestinales y renales en la prescripción de estos fármacos. En estos casos, los analgésicos tipo paracetamol o los opiáceos pueden ser de utilidad. Las infiltraciones con glucocorticoides suponen una buena elección cuando coexista afectación periférica con afectación mono- o pauciarticular y también en casos de entesopatía refractaria a otros tratamientos. La salazopirina, en dosis de 2-3 g/día, puede ser eficaz para algunos pacientes que no responden a los AINE y que presentan artritis periférica. La terapia biológica dirigida contra el factor de necrosis tumoral alfa (anti-TNF-α) y contra la interleuquina 17 (anti-IL-17) ha demos- trado una alta eficacia en la espondilitis anquilosante resistente a la terapia con AINE y ha constituido el principal avance terapéutico en esta enfermedad en los últimos años. Los fármacos anti-TNF-α con indicación para el tratamiento de la espondilitis anquilosante son: a) infliximab endovenoso (dosis de 5 mg/kg a las 0, 2 y 6 semanas y des- pués mantenimiento cada 6-8 semanas); b) adalimumab subcutáneo (40 mg cada 2 semanas); c) golimumab subcutáneo (50 mg cada 4 semanas); d) certolizumab subcutáneo (200 mg cada 2 semanas o 400 mg cada 4 semanas); y e) etanercept subcutáneo (50 mg cada semana o 25 mg 2 veces a la semana). El adalimumab, el golimumab, el certolizumab y el etanercept tienen indicación también para la espondiloartritis axial no radiográfica. El eje IL-23/IL-17 es clave en la patogenia de las espondiloartritis y ello ha llevado al desarrollo de moléculas anti-IL-17, que son muy eficaces en el tratamiento de la espondilitis anquilosante. Actualmente está comercializado el secukinumab, que es un anticuerpo mono- clonal de origen humano que se administra en dosis de 150 mg por vía subcutánea cada 4 semanas. Requiere una pauta de inducción de 150 mg en la semana inicial y a las 1, 2, 3 y 4 semanas y, después, seguir con una dosis mensual. La terapia biológica estará indicada en aquellos pacientes en que tras pauta de tratamiento con rehabilitación y AINE no se obtenga el objetivo terapéutico adecuado. Con la terapia biológica se consigue una mejoría rápida y significativa, tanto de los síntomas axiales como de los periféricos, en la gran mayoría de los pacientes; se ha constatado también mejoría en la calidad de vida relacionada con la salud, en los parámetros analíticos y en la progresión radiográfica de la enfermedad. Los inconvenientes de la terapia biológica radican en su elevado coste y en sus potenciales efectos adversos. En general, son fármacos bas- tante seguros, pero pueden ocasionar efectos secundarios graves como infecciones sistémicas, tuberculosis, insuficiencia cardíaca, aumento de enfermedad desmielinizante y reacciones de hipersensibilidad. Existen normas estrictas para su utilización que incluyen el despistaje de tuberculosis y algunas vacunaciones que deben realizarse previas a la utilización de estos fármacos. Las manifestaciones extraarticulares observadas, como psoriasis, uveítis o enfermedad inflamatoria intestinal, deben ser tratadas en colaboración con los respectivos especialistas. Las opciones quirúrgicas más frecuentes a considerar son la artro- plastia de cadera y la osteotomía vertebral. La afectación de la arti- culación de la cadera puede dar lugar a una discapacidad grave y, en estos casos, la artroplastia puede ser la única alternativa posible. La osteotomía se indica en pocos casos que deben ser cuidadosamente seleccionados. El tipo de intervención puede ser compleja, con apari- ción de complicaciones, por lo que es necesario realizarla en centros con experiencia contrastada. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Gratacós J, Díaz Del Campo P, Fernández-Carballido C, Juanola X, Linares LF, de Miguel E, et al. Recomendaciones de la Sociedad Española de Reumato- logía sobre el uso de terapias biológicas en espondiloartritis axial. Reumatol Clin 2018;14:320-33. Maksymowych WP. Imaging in Axial Spondyloarthritis: Evaluation of Inflam- matory and Structural Changes. Rheum Dis Clin North Am 2016;42: 645-62. Taurog JD, Chhabra A, Colbert RA. Ankylosing Spondylitis and Axial Spondy- loarthritis. N Engl J Med 2016;374:2563-74. van der Heijde D, Ramiro S, Landewé R, Baraliakos X, van den Bosch F, Sepriano A, et al. 2016 update of the ASAS-EULAR management recom- mendations for axial spondyloarthritis. Ann Rheum Dis 2017;75:978-91. ARTRITIS PSORIÁSICA R. Sanmartí Sala Concepto La artritis psoriásica es una forma de artritis seronegativa (ausencia de factor reumatoide) que se manifiesta en pacientes con psoriasis. Epidemiología La prevalencia de psoriasis en la población general es del 2%-3%, mientras que la frecuencia de artritis en pacientes con psoriasis es del 20%-30%. La incidencia de la enfermedad es de 3,4 a 8 casos por 100.000 personas/año. La artritis psoriásica afecta por igual a ambos sexos. Puede iniciarse en cualquier época de la vida, aunque su pico máximo de incidencia es la cuarta década. Etiopatogenia Más del 40% de los pacientes con artritis psoriásica tiene un familiar de primer grado con psoriasis o artritis psoriásica. Se ha observado una frecuencia aumentada de psoriasis y artritis psoriásica en gemelos mono- y dicigotos. La herencia de la psoriasis y artritis psoriásica es poligénica. Se han descrito en estudios de genoma completo hasta 36 genes asociados a una mayor predisposición de psoriasis. Se ha descrito asociación de diversos alelos HLA, tanto de clase I (B13, B17, B27, B38, B39, Cw6) como de clase II (DR7 y DR4), en ambas formas de la enfermedad, cutánea y articular. El antígeno HLA-Cw0602 es el principal alelo de predisposición a la psoriasis cutánea y está asociado a un mayor riesgo de artritis psoriásica en sujetos que inician la psoriasis más tempranamente (antes de los 40 años). El antígeno HLA-B27 predispone básicamente al desarrollo de artritis de predominio axial. Algunos genes dentro (MICA-9) o fuera del sistema HLA (CAR15- NOD2 y otros) se han asociado a la artritis psoriásica. Estudios recientes ponen en evidencia la asociación de distintos genes de citocinas (IL-13, IL-23R), así como de PTPN22 y genes asociados al metabolismo de glucosaminoglicanos en la artritis psoriásica y no en la psoriasis cutánea. Existen también factores ambientales implicados. Se ha evidenciado la aparición de psoriasis guttata después de infecciones estreptocócicas o elinicio explosivo de psoriasis cutánea o artritis psoriásica en pacientes con infección por el HIV. Se cree que también los traumatismos pueden jugar un papel relevante. Se han descrito casos de psoriasis paradójica de predominio palmoplantar con fármacos biológicos especialmente Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V II 969 CAPÍTULO 118 Espondiloartritis © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. antagonistas del TNF. La obesidad se considera un factor de riesgo para la psoriasis y la artritis psoriásica, así como el tabaquismo. Anatomía patológica La artritis psoriásica se caracteriza por la presencia de sinovitis crónica y entesitis. La proliferación vascular (neoangiogénesis) cumple un papel relevante, con presencia de vasos tortuosos en la membrana sinovial y alta expresión de moléculas implicadas en la angiogénesis como el factor de crecimiento endotelial (VEGF). En el infiltrado inflamatorio se observa un predominio de linfocitos T CD4+ con un patrón de producción de citocinas Th1 (IFN-γ e IL-2) similar al observado en las placas psoriásicas. Los linfocitos T CD8+ predominarían, sin embargo, en el líquido sinovial y en el infiltrado de las entesis. Es característica de la sinovitis psoriásica, a diferencia de la artritis reumatoide, una mayor infiltración por polimorfonucleares, macrófagos CD163+ y mastocitos, que reflejarían una mayor relevancia de la participación del sistema inmunitario innato en esta enfermedad. La expresión génica en la sinovial difiere de la observada en las placas cutáneas, con predominancia de IL-17 en estas últimas. Cuadro clínico Cualquier variedad de psoriasis cutánea puede acompañarse de artritis. No obstante, los pacientes con afección ungueal están más predis- puestos a esta complicación. No existe una correlación estricta entre la extensión o la gravedad de la psoriasis con la presencia o no de artritis y de su gravedad. La psoriasis antecede cronológicamente a la artritis en el 80% de los pacientes, generalmente por más de una década, mientras que la artritis precede a la psoriasis en el 15% de los casos. La artritis periférica puede ser mono-, oligo- o poliarticular, y la afección es generalmente asimétrica. Es muy característica la afección de las articulaciones interfalángicas distales y un patrón de afección radial, es decir, la participación de diversas articulaciones de un mismo dedo (p. ej., metacarpofalángicas e interfalángicas) con frecuente preservación de otros dedos de manos o pies. Menos del 5% de los pacientes presen- tan una artritis grave y destructiva con osteólisis (artritis mutilante) que afecta principalmente a las pequeñas articulaciones de manos y pies. La dactilitis o dedo en salchicha, ocasionada por la tendosinovitis de los flexores y frecuente presencia de artritis interfalángica, es muy característica de la artritis psoriásica, aunque no patognomónica. La dactilitis puede ser la manifestación inicial y única de la enfermedad. La presencia de dactilitis y oligoartritis en un mismo paciente es altamente indicativa de artritis psoriásica y obliga a una búsqueda sistemática de las lesiones cutáneas que pueden ser poco expresivas clínicamente. La entesitis está presente en el 30%-50% de los casos. La entesitis calcánea, en la fascia plantar o en el tendón de Aquiles, es muy característica. Las manifestaciones axiales son el rasgo predominante en muchos pacientes con artritis psoriásica. El antígeno HLA-B27 es el marcador genético de este grupo de enfermos. La sacroilitis subclínica es muy fre- cuente, pero sólo un 5%-10% de los casos evoluciona a una espondilitis anquilosante definida. Posiblemente existen dos tipos de espondilitis pso- riásica, una indistinguible de la espondilitis anquilosante primaria y otra caracterizada por una edad de inicio más tardía, afección predomi- nante de la región cervical y aspecto radiológico característico (asimetría de las lesiones y sindesmofitos no marginales). En la mayoría de los pacientes, la espondilitis se asocia con sinovitis periférica, aunque en ocasiones puede constituir la única manifestación de la enfermedad. La manifestación extraarticular más habitual es la uveítis, en estre- cha asociación con HLA-B27. Con el resto de las espondiloartritis comparte las manifestaciones cardíacas y gastrointestinales, entre otras. Formas clínicas Hoy en día se discute la existencia y frecuencia de los patrones clínicos clásicos descritos por Moll y Wright en 1973 (oligoartritis asimétrica, poliartritis simétrica, espondilitis, artritis mutilante y artritis de interfa- lángicas distales), dado que muchas veces se observa más de un patrón en un mismo paciente y pueden cambiar en el curso de la evolución de la enfermedad. Sobre esta base, actualmente existe la tendencia a clasificar a los pacientes con artritis psoriásica en tres formas clínicas de presentación: oligoarticular, poliarticular y espondilítica. Exploraciones complementarias Los reactantes de fase aguda están elevados en fases de actividad de la enfermedad, aunque pueden ser normales en las formas axiales o en las oligoarticulares que afectan a pequeñas articulaciones. Típicamente no se observan autoanticuerpos. El líquido sinovial es de tipo inflamatorio. Las imágenes radiológicas tienen rasgos distintivos peculiares. La ausencia de osteoporosis periarticular, las erosiones asociadas a cambios proliferativos, la anquilosis y la asimetría son los rasgos más característicos. En formas graves la destrucción de los extremos óseos de una articulación, habitualmente de manos, pies o ambos, es muy llamativa y origina imágenes típicas como la deformidad «en lápiz y copa». La periostitis y la reabsorción de los penachos de las falanges distales son otros rasgos distintivos de la enfermedad. La sacroilitis radiológica se observa en el 20%-40% de los casos; suele ser bilateral, pero con tendencia a la asimetría o unilateral. Los sindesmofitos suelen ser de distribución asimétrica, de aspecto más exuberante que en la espondilitis primaria y localización paramarginal. Diagnóstico Es esencialmente clínico. En principio, en todo paciente con psoriasis y artritis seronegativa debe sospecharse artritis psoriásica, aunque en ocasio- nes el diagnóstico no es fácil por la coexistencia de otros tipos de artritis, la presencia aislada de entesitis/dactilitis o la ausencia de manifestaciones cutáneas. En los criterios vigentes actuales (CASPAR) el paciente debe tener artritis o entesitis y sumar al menos tres puntos de los siguientes: presencia de psoriasis (2 puntos), historia personal de psoriasis (1 punto), antecedentes familiares de psoriasis (1 punto), distrofia ungueal (1 punto), FR negativo (1 punto), presencia de dactilitis (1 punto) o historia de dactilitis (1 punto), radiografías de pies o manos con formación de nuevo hueso yuxtaarticular (1 punto). Con dichos criterios, un paciente puede no tener psoriasis cutánea y ser diagnosticado de artritis psoriásica. La diferenciación entre poliartritis psoriásica y artritis reumatoide se basa en la presencia de un patrón asimétrico y/o radial, la coexistencia de entesis y/o dactilitis y la afección de las articulaciones interfalángicas distales junto con la ausencia de autoanticuerpos (factor reumatoide, antiproteínas citrulinadas). La artrosis erosiva (inflamatoria) de manos puede confundirse con la artritis psoriásica. El diagnóstico diferencial de las formas raquídeas incluye el resto de las espondiloartritis, las espondilitis infecciosas y la hiperostosis anquilosante vertebral. Pronóstico La enfermedad tiene un curso crónico con repercusiones importan- tes sobre la discapacidady la calidad de vida. Más del 20% de los pacientes tendrán una artropatía deformante y destructiva con marcada dis- capacidad y más de las dos terceras partes de los pacientes tienen artritis erosiva. El patrón de inicio poliarticular tiene peor pronóstico. Los pacientes varones y con patrón oligoarticular tendrían mejor pronós- tico. La mortalidad está elevada en comparación con la población general. Se ha evidenciado un incremento de la morbilidad cardiovas- cular en estos pacientes. Tratamiento Pueden utilizarse analgésicos, AINE o glucocorticoides como medica- ción sintomática. En las formas axiales puras, los AINE pueden producir un gran beneficio sintomático. No obstante, la mayoría de los pacientes precisarán fármacos antirreumáticos modificadores de enfermedad (FAME) para controlar la artritis y evitar la destrucción articular y la progresión de la enfermedad. Dentro de dicha terapia antirreumática se incluyen los FAME sintéticos (químicos) y la terapia biológica. Los FAME sintéticos estarían indicados en todas las formas de artritis psoriásica con artritis periférica persistente, generalmente formas poliar- ticulares y oligoarticulares, que no se controlan con AINE y terapia local con glucocorticoides. No son útiles para las formas axiales. Los más utilizados son metotrexato, sulfasalazina, leflunomida y ciclosporina. El más utilizado es el metotrexato, aunque curiosamente los resultados de ensayos clínicos no han acabado de demostrar definitivamente su mayor eficacia. Se administra en dosis de 10-25 mg/semana y produciría una Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 970 SECCIÓN VII Reumatología y enfermedades sistémicas mejoría tanto de la artritis como de las lesiones cutáneas. Puede ocasionar diversos efectos secundarios; el más frecuente es la toxicidad hepática con elevación de transaminasas, un efecto algo más frecuente en los pacientes con artritis psoriásica que en los afectos de artritis reumatoide. La sulfasalazina (salazopirina) es el fármaco que ha sido objeto de mayor número de ensayos clínicos en la artritis psoriásica. Su eficacia se ha confirmado en la artritis, especialmente en las formas poliarti- culares, pero no en las lesiones cutáneas; se emplea en dosis de 2-3 g/día. La leflunomida ha demostrado también que es eficaz en la artritis psoriásica, tanto en el componente articular como en el cutáneo; la dosis recomendada es de 20 mg/día. Los agentes biológicos disponibles para el tratamiento de la artritis psoriásica son los antagonistas del TNF-α (etanercept, infliximab, adalimumab, golimumab y certolizumab) y los antagonistas de la vía IL-17/IL-23 (ustekinumab, secukinumab e ixekizumab). Los cinco antagonistas del TNF han demostrado en ensayos clínicos y estudios observacionales su eficacia en la artritis psoriásica resistente a FAME sintéticos. Dichos agentes mejoran la sintomatología articular (tanto axial como periférica, lo que incluye también la dactilitis y la entesitis) y cutánea de forma rápida. Además, se ha demostrado que frenan la progresión radiológica. Los efectos secundarios son los mismos que los observados en la artritis reumatoide. Se utilizan a las mismas dosis recomendadas en la espondilitis anquilosante. Los antagonistas del TNF pueden utilizarse en monoterapia o asociados a FAME sintéticos, como el metotrexato. Los cinco antagonistas del TNF tienen una eficacia similar sobre la artritis. Los antagonistas de la vía IL-17/IL-23 constituyen un grupo de fármacos biológicos que son muy eficaces en la psoriasis cutánea y tienen también la indicación en artritis psoriásica: el ustekinumab es un anticuerpo monoclonal dirigido contra la subunidad común p40 de las citocinas IL-12 e IL-23. Se utiliza en dosis de 45-90 mg en la semana 0 y la semana 4 y, posteriormente, cada 12 semanas por vía subcutánea. El secukinumab es un anticuerpo monoclonal dirigido contra la IL-17A. Se administra de forma subcutánea en dosis de 150 mg (300 mg en pacien- tes previamente refractarios a antagonistas del TNF) en las semanas 0, 1, 2, 3, 4 (fase de inducción) y después mensualmente. Recientemente se ha comercializado ixekizumab, un anticuerpo monoclonal también dirigido contra la IL-17A. Se administra por vía subcutánea de forma mensual en dosis de 80 mg cada 4 semanas (con una dosis inicial de 160 mg). Todos ellos tienen unos índices de respuesta en la artritis psoriásica parecidos entre sí y con los antagonistas del TNF frenando también la progresión radiológica. Pueden utilizarse en monoterapia o en combinación con metotrexato. Tienen un buen perfil de seguridad sin incrementar prácticamente el riesgo de infecciones. Tanto los antagonistas del TNF como de IL-17/IL-23 se utilizan tras fracaso de la terapia con FAME sintéticos como metotrexato. La decisión de utilizar unos u otros se hará en función del perfil de pacien- te, la comodidad de administración, la experiencia clínica y los costes. El apremilast es un fármaco de naturaleza química, que inhibe la fosfodiesterasa 4 y también tiene indicación en la artritis psoriásica. Se utiliza por vía oral en dosis de 30 mg dos veces al día. Su eficacia clínica es algo inferior a la de los fármacos biológicos. Todos los pacientes con artritis psoriásica se pueden beneficiar de un programa fisioterápico adaptado a las necesidades individuales de cada uno. Las indicaciones quirúrgicas en pacientes con artritis psoriásica son semejantes a las que presentan los pacientes con artritis reumatoide o espondilitis anquilosante. Cada vez más, se recomienda el enfoque de la atención al paciente con artritis psoriásica en unidades multidis- ciplinarias (reumatología-dermatología). BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Queiro-Silva R. Artritis psoriásica. En: Alperi M, Balsa A, Blanco R, Hernán- dez B, Medina J, Muñoz S, et al., eds. Manual SER de las enfermedades reumáticas, 6.ª ed. Barcelona: Elsevier; 2014. p. 271-7. Torre JC, Díaz Del Campo P, Almodóvar R, Cañete JD, Montilla C, Moreno M, et al. Recommendations of the Spanish Society of Rheumatology on treatment and use of systemic biological and non-biological therapies in psoriatic arthritis. Reumatol Clin 2018;14(5):254-68. Veale DJ, Fearon U. The pathogenesis of psoriatic arthritis. Lancet 2018; 391(10136):2273-84. ARTRITIS REACTIVA D. Á. Galarza Delgado Concepto La artritis reactiva es una inflamación estéril de la membrana sinovial, el tendón y la fascia, desencadenada por una infección en un sitio dis- tante, por lo general genital o gastrointestinal. Ocurre en individuos genéticamente susceptibles; el antígeno HLA-B27, presente en el 30%-50% de los pacientes, es el factor mejor conocido. Los principales patógenos asociados son Chlamydia trachomatis, Shigella, Salmonella, Yersinia y Campylobacter. Epidemiología El grupo de los 20 a 40 años de edad es el más afectado. La incidencia se estima en 30/100.000 sujetos. De 2 a 4 semanas después de una infección urinaria por Chlamydia trachomatis o una infección gas- trointestinal, entre el 1% y el 5% de los pacientes desarrollarán artritis reactiva (hombre:mujer 3:1). El riesgo es 50 veces mayor en personas que presentan el HLA-B27. El HLA-B27 es positivo en un 50%-80% de los pacientes con artritis reactiva. Etiología La infección involucra a microorganismos que afectan al sistema genitourinario, el gastrointestinal y, en menor medida, el pulmonar (tabla 118-1). En más el 40% de los casos no se logra identificar el agente infeccioso causal. Patogenia Los datos clínicos y epidemiológicos sustentan la noción de que una interacción entre los antígenos microbianos y la carga genética del huésped determina la predisposición a la enfermedad. Los mecanismos exactos por los que HLA-B27 causa la susceptibili-dad a desarrollar artritis reactiva aún no están claros. Resultados de estu- dios in vivo, in vitro y de modelos animales demuestran que la expresión de HLA-B27 puede modular la interacción huésped-microorganismo. Se piensa que funciona como presentador de antígenos bacterianos que fomentan la inflamación articular mediada por células T. Los lipopolisacáridos y los ácidos nucleicos de las bacterias se han aislado en las articulaciones afectadas, lo que sugiere que los antígenos bacterianos podrían jugar un rol importante en la patogenia de la artritis reactiva. Es probable que en los ganglios linfáticos o en la mucosa intes- tinal estas bacterias sobrevivan y que los monocitos se encarguen de transportarlas a la articulación. La respuesta inmune contra los distintos antígenos bacterianos es regulada por la acción de citocinas procedentes de células Th1 y Th2. El desenlace de la artritis reactiva puede depender del equilibrio de estas citocinas en el lugar de la inflamación. TABLA 118-1 Agentes infecciosos que ocasionan artritis reactiva Urinarios Gastrointestinales Otros Chlamydia trachomatis* Salmonella spp.* Chlamydia pneumoniae Mycoplasma genitalium Shigella spp.* Mycoplasma pneumoniae Ureaplasma urealyticum Yersinia spp.* Haemophilus influenzae Campylobacter spp.* Borrelia burgdorferi Clostridium difficile Brucella Streptococcus β-hemolítico *Patógenos más comúnmente involucrados. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V II 971 CAPÍTULO 118 Espondiloartritis © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Se ha implicado a los receptores tipo Toll, que son capaces de reco- nocer microorganismos extracelulares y producir una respuesta celular del sistema inmune innato. TLR-4 reconoce lipopolisacáridos que se encuentran en la membrana de las bacterias y podría tener un papel en la respuesta inflamatoria de la artritis reactiva. Cuadro clínico La presentación clínica es diversa. Típicamente los síntomas de la artritis reactiva se presentan entre 1 y 4 semanas después del inicio de la infección desencadenante, a menudo cuando los síntomas de la infección genitourinaria o gastrointestinal se han resuelto. Los síntomas constitucionales, como astenia, fatiga, anorexia o fiebre, son comunes en el inicio de la enfermedad, aunque habitual- mente leves. No existe una correlación directa entre la gravedad de la infección previa y los síntomas de la artritis reactiva. Manifestaciones musculoesqueléticas La artritis y la entesitis son las principales manifestaciones: - tructiva, de predominio en los miembros inferiores, principalmente rodillas, tobillos y pies. Un 30% de los pacientes puede presentar una raquialgia inflamatoria por la presencia de sacroilitis y de compromiso de la columna lumbar y, en menor medida, cervical y dorsal. reactiva. Las inserciones calcáneas son las más afectadas (tendón aquíleo y fascia plantar). el 15% de los pacientes. Manifestaciones extraarticulares No son específicas de la artritis reactiva y no se consideran impres- cindibles para el diagnóstico. Se observan en el 30% de los pacientes: en la tercera parte de los pacientes con artritis reactiva y en la mayoría de los que padecen infecciones intestinales; suele ser bilateral, indo- lora, no purulenta, leve y transitoria, aunque tiende a recurrir. La uveítis anterior puede presentarse en el 5% de los pacientes y es más común en aquellos con HLA-B27 positivo; produce dolor ocular, enrojecimiento, fotofobia y lagrimeo unilateral. Pueden también, ocasionalmente, observarse queratitis y episcleritis. aun en casos posdisentéricos y en ocasiones se acompaña de des- carga mucoide estéril o mucopurulenta. Algunos pacientes pueden presentar lesiones genitales que, en el 20%-40%, corresponden a balanitis circinada, consistente en pequeñas úlceras superficiales del glande y el meato uretral con un borde serpenteante, indoloras y eritematosas. Aparece prostatitis hasta en el 80% de los casos; puede constatarse también salpingooforitis y cervicitis. queratodermia blenorrágica es una erupción cutá- nea hiperqueratósica, papuloescamosa e indolora que afecta a las plantas o las palmas; las lesiones son similares a las de la psoriasis pustulosa y están presentes en un 5%-30% de los pacientes. Tam- bién puede observarse afectación ungueal (queratosis subungueal, onicólisis, pitting). Otras manifestaciones menos frecuentes inclu- yen las úlceras orales superficiales e indoloras y el eritema nudoso. Excepcionalmente, pueden observarse manifestaciones cardíacas (insuficiencia aórtica, bloqueos, pericarditis, aortitis), pulmonares, renales y neurológicas. Clásicamente se ha denominado síndrome de Reiter a la artritis reactiva que se acompañaba de uretritis y conjuntivitis; hoy en día este síndrome se considera un subtipo de presentación de artritis reactiva. En 2007 se decidió retirar este epónimo médico debido al papel jugado por el autor en la experimentación médica nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Exploraciones complementarias En la etapa aguda de la enfermedad puede observarse leucocitosis con neutrofilia y elevación de la VSG y de la PCR. El FR, lo anticuerpos antipéptidos citrulinados y los ANA son negativos. Se puede objetivar leucocituria, hematuria y proteinuria leve; la glomerulonefritis y la insuficiencia renal son raras. El recuento de leucocitos de líquido sinovial se sitúa entre 2.000 y 64.000 mm3, y el cultivo es negativo. Se pueden observar cambios benignos en el ECG, que indica una carditis subclínica. La biopsia sinovial no tiene valor diagnóstico. No existe un patrón radiográfico que defina a la artritis reactiva. Es posible observar anormalidades como el aumento de volumen de partes blandas en las fases iniciales; posteriormente, tras episodios repetidos de artritis, puede observarse proliferación ósea reactiva asimétrica en los sitios de inflamación, así como reacción perióstica y erosiones en las zonas de inserción tendinosa y ligamentaria, como en el tendón de Aquiles y la fascia plantar. La ecografía constituye una herramienta diagnóstica de ayuda, en particular para la evaluación de las bursitis y la entesitis. La RM se utiliza cada vez más por su capacidad para iden- tificar anormalidades de la membrana sinovial, el cartílago, el tendón, la entesis y las sacroilíacas, aunque no hay información específica en artritis reactiva. Diagnóstico Se basa en las características clínicas y en demostrar la existencia de una infección: Identificar las características clínicas de artritis reactiva. Debe estar presente la típica artritis periférica, oligoarticular, asimétrica, con predominio de miembros inferiores; dolor en la nalga sugestivo de sacroilitis, entesitis, y lesiones extraarticulares asociadas, junto con el antecedente de infección intestinal o uretral en las semanas anteriores. Demostrar la existencia de infección. En la práctica no siempre es posible identificar el germen causal. Los cultivos de orina, exudado uretral, heces y faringe suelen ser negativos. La técnica de la PCR puede mostrar la presencia de Chlamydia en el tracto urogenital o en el líquido sinovial, pero su sensibilidad y su especificidad están lejos de lo deseable. También se recomienda la serología para Chlamydia, Yersinia, Salmonella y Campylobacter, aunque con limitaciones similares. Una historia clínica cuidadosamente realizada es aún la piedra angular para sentar el diagnóstico. El American College of Rheumatology propuso los criterios de cla- sificación que se muestran en la tabla 118-2. Tienen una sensibilidad del 84% y una especificidad del 98%; sin embargo, su aplicación en la práctica clínica puede generarproblemas, porque requieren de la TABLA 118-2 Criterios de clasificación para la artritis reactiva Criterios mayores Criterios menores Artritis con dos o tres de las siguientes características: Asimétrica Mono- u oligoarticular Compromiso de miembros inferiores Infección sintomática precedente con una o dos de las siguientes: Enteritis: diarrea durante al menos 1 día, de 3 días a 6 semanas antes de la aparición de la artritis Uretritis: disuria o exudado uretral durante al menos 1 día, de 3 días a 6 semanas antes de la aparición de la artritis Al menos uno de los siguientes: Evidencia de la infección desencadenante: Reacción de ligasa positiva en orina o uretral/ hisopado cervical para Chlamydia trachomatis Coprocultivo positivo para patógenos entéricos asociados con la artritis reactiva Evidencia de infección sinovial persistente (inmunohistoquímica positiva o PCR para Chlamydia) Diagnóstico definitivo: dos criterios mayores y uno menor. Diagnóstico probable: dos criterios mayores o uno mayor y uno o más menores. Por cortesía del Dr. C. Abud. Abud C. Artritis reactiva. En: Pérez R, Espinoza L, eds. Tratado de reumatología. San Luis Potosí, México: Editorial Universitaria Potosina; 1999. p. 142-9. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 972 SECCIÓN VII Reumatología y enfermedades sistémicas identificación del microorganismo desencadenante y de la obtención de tejido sinovial para documentar infección persistente por Chlamydia mediante inmunohistoquímica y PCR. Diagnóstico diferencial Especialmente debe establecerse con la artritis séptica, especialmente con la gonocócica. También deben considerarse la artritis psoriásica, la artritis reumatoide, la enfermedad de Still del adulto, la gota, la artritis vírica, la enfermedad de Behçet, la enfermedad de Whipple y la enfermedad celíaca. Pronóstico El curso articular puede seguir varios patrones: corto y autolimitado, recu- rrente o continuo. La duración promedio de la artritis es de 3 a 5 meses, aunque en un 70% de los pacientes dura más de 1 año. Un 15%-30% de los pacientes desarrollarán artritis crónica o recurrente, secuelas o una espondiloartritis. Alrededor del 75% de los pacientes están en remisión completa al final del segundo año. En términos generales, las infecciones de origen genitourinario tienen peor pronóstico que las de origen gastro- intestinal. La presencia del HLA-B27 se asocia con enfermedad más grave, así como con frecuencia superior de sacroilitis, manifestaciones extraarticulares y artropatía persistente. Otros factores pronósticos adver- sos incluyen sexo masculino, historia familiar de espondilitis anquilosante o espondiloartritis, presencia de coxitis e inflamación intestinal crónica. Tratamiento Los objetivos del tratamiento incluyen: aliviar el dolor, suprimir la inflamación, mantener la funcionalidad, proteger las articulaciones y, cuando sea posible, erradicar la infección. Se debe restringir la actividad física, realizar terapia física con el uso de almohadillas frías para aliviar el dolor articular y el edema, utilizar fisioterapia para evitar la atrofia muscular y mejorar el rango de movimiento en las articulaciones afectadas. La piedra angular en el tratamiento son los AINE, que se deben emplear lo más tempranamente posible, de forma regular y en dosis altas. La aplicación de glucocorticoides intraarticulares es útil para complementar el tratamiento. Administrados de forma sistémica son efectivos en la artritis periférica en dosis de 10-20 mg/día de pred- nisona, especialmente para casos de poliartritis (por 2 a 4 meses). El uso de fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad está justificado solamente en los pacientes que no responden a los AINE (20%-25%) durante los primeros 3 meses. El fármaco de elección es la sulfasalazina (2-3 g/día); si no existe respuesta en 6 meses, debe sus- penderse. El metotrexato o la azatioprina pueden utilizarse en algunos casos. Cuando no se observa respuesta con estos fármacos, se conside- rará el inicio de terapia biológica con anti-TNF. El uso de antibióticos en la artritis reactiva es controvertido; la mayoría de los estudios sugieren que son inefectivos. Se recomienda utilizarlos si la presencia de infección puede todavía ser identificada después del inicio de la artritis. En la artritis reactiva adquirida sexual- mente, el uso apropiado de antibióticos para tratar el evento inicial de uretritis puede reducir significativamente el riesgo de artritis reactiva tanto en el paciente como en su pareja. En pacientes con enfermedad de origen gastrointestinal no se recomienda el uso de antibioticoterapia, excepto que se trate de pacientes en edades extremas de la vida. Los antibióticos con evidencia de eficacia son azitromicina, doxici- clina, rifampicina y ciprofloxacino. La duración del tratamiento en los ensayos clínicos oscila entre 3 meses y 1 año. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Carter JD, Hudson AP. Recent advances and future directions in under- standing and treating Chlamydia-induced reactive arthritis. Expert Rev Clin Immunol 2017;13:197-206. Duba AS, Mathew SD. The Seronegative Spondyloarthropathies. Prim Care 2018;45:271-87. García-Kutzbach A, Chacón-Súchite J, García-Ferrer H, Iraheta I. Reactive arthritis: update 2018. Clin Rheumatol 2018;37:869-74. Schmitt SK. Reactive Arthritis. Infect Dis Clin North Am 2017;31:265-77. ARTRITIS ASOCIADA A LA ENFERMEDAD INFLAMATORIA DEL INTESTINO X. Juanola Roura La enfermedad inflamatoria intestinal incluye fundamentalmente a la colitis ulcerosa y a la enfermedad de Crohn. La afectación osteoarticular es la manifestación extraintestinal más frecuente de estas entidades y puede ser axial o periférica y cursar en forma de artritis, entesitis, periostitis o tendinitis. La artritis periférica ocurre en el 10%-20% de los casos y puede ser de dos tipos: a) tipo I, oligoartritis aguda, que suele evolucionar de forma paralela a los síntomas digestivos y asociarse a otras manifes- taciones extraintestinales como el eritema nudoso o la uveítis; la rodi- lla es la articulación que se afecta con mayor frecuencia, y b) tipo II, poliartritis crónica, que sigue un curso independiente de la enteropatía. Ninguno de los dos tipos suele causar erosiones. La afección axial (tipo III) ocurre en un 5%-10% de los casos y se manifiesta con un cuadro clínico superponible al de la espondiloar- tritis axial. Cursa de forma independiente a los síntomas digestivos y puede preceder en muchos años a su aparición. Se ha relacionado con la presencia del antígeno HLA-B27, aunque con menor frecuencia que en la espondilitis anquilosante. De hecho, en los casos de espondilitis anquilosante con HLA-B27 negativo debe considerarse la posibilidad de que exista asociación con la presencia de una enfermedad inflama- toria del intestino. Puede observarse entesitis, sobre todo en la fascia plantar o el ten- dón de Aquiles, y también artralgias (en un tercio de los pacientes). Los AINE mejoran parcialmente el proceso inflamatorio articular, aunque deben administrarse con cuidado (con la menor dosis y durante el menor tiempo posible) para evitar exacerbaciones de la enteropatía. Los glucocorticoides pueden controlar la inflamación intestinal y con ello algunas formas de artropatía asociada; en dosis bajas son útiles para la afección articular y pueden utilizarse de forma local (infiltraciones) en algunos casos. La sulfasalazina también puede mejorar los síntomas intestinales y articulares. En casos refractarios seleccionados puede ser necesario recurrir a la administración de fármacos biológicos anti-TNF (infliximab, adalimumab o golimumab) o anti-IL-23 (ustekinumab). BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Caplan L, KuhnKA. Gastrointestinal and Hepatic Disease in Spondyloarthritis. Rheum Dis Clin North Am 2018;44:153-64. Pouillon L, Bossuyt P, Vanderstukken J, Moulin D, Netter P, Danese S, et al. Management of patients with inflammatory bowel disease and spondy- loarthritis. Expert Rev Clin Pharmacol 2017;10:1363-74. ESPONDILOARTRITIS INDIFERENCIADA X. Juanola Roura Con el término espondiloartritis indiferenciada se hace referencia a los pacientes afectos de una espondiloartritis periférica que no cumplen criterios de artritis psoriásica, artritis reactiva o artritis asociada a la enfermedad inflamatoria del intestino. Son esencialmente varones de menos de 45 años (85%) que presen- tan artritis periférica de predominio en extremidades inferiores y, en menor medida, entesitis y/o dactilitis; la combinación más frecuente es la coexistencia de artritis y de entesitis. A pesar de que no presentan dolor axial en el inicio de los síntomas, la evaluación radiográfica de las articulaciones sacroilíacas puede revelar cambios en el 20% de los pacientes, y el estudio mediante RM, en el 40%. Los AINE en dosis plenas constituyen la primera línea de trata- miento. En casos de respuesta insuficiente debe valorarse la utilización de salazopirina; la dosis habitual será de 2 g/día durante al menos 3 meses. A pesar de la escasa evidencia científica disponible, se han utilizado también otros fármacos modificadores de la enfermedad como el metotrexato o la leflunomida. Las infiltraciones con glucocorticoides suponen una buena elección en casos de afectación mono- o pauciar- ticular y también en casos de entesopatía en los que no se evidencie respuesta a otros tratamientos. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V II 973 En casos muy activos y refractarios a tratamientos previos puede recurrirse a la terapia biológica (antagonistas del TNF). BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Juanola X. Espondiloartritis axial. Espondiloartritis periférica e indiferenciada. Síndrome SAPHO. En: Alperi M, ed. Manual SER de enfermedades reu- máticas. Barcelona: Elsevier; 2014. p. 289-94. Mease P, Sieper J, van den Bosch F, Rahman P, Karunaratne PM, Pangan AL. Randomized Controlled Trial of Adalimumab in Patients With Nonp- soriatic Peripheral Spondyloarthritis. Arthritis Rheum 2015;67:914-23. SÍNDROME SAPHO A. Olivé Marqués Concepto El acrónimo SAPHO (sinovitis, acné, pustulosis, hiperostosis, osteítis) designa un síndrome caracterizado por la afección osteoarticular y cutá- nea. Es una afección ósea hiperostosante e inflamatoria acompañada de sinovitis, que puede asociarse a la pustulosis palmoplantar o al acné. Etiología No se conoce, aunque el bacilo Propionibacterium acnes se ha aislado ocasionalmente en biopsias óseas. Otro punto de interés es una mayor prevalencia en estos pacientes del antígeno de histocompatibilidad HLA-B27, hecho que, aunado a la afección axial, la asociación con la enfermedad inflamatoria del intestino y la uveítis, aboga por su inclusión en las espondiloartritis. Otra teoría aboga por su inclusión dentro de los síndromes autoinflamatorios. Anatomía patológica En el comienzo de la enfermedad el cuadro morfológico sugiere una osteomielitis. Por el contrario, en casos avanzados, el infiltrado se compone de linfocitos y plasmocitos y puede observarse fibrosis. Cuadro clínico La mayoría de los pacientes acude por presentar dolor y tumefacción en la pared torácica anterior. Están afectadas las articulaciones esternocla- viculares, manubrioesternal, costoesternales y costocondrales. La explo- ración pone de manifiesto tumefacción y dolor con la presión. Pueden afectarse otros huesos en forma de lesiones esclerosantes (mandíbula, ilíaco, tibia, clavícula). La lumbalgia con un carácter inflamatorio o un síndrome sacroilíaco bilateral y alternante es semejante a la espondilitis anquilosante. La artritis periférica es poco frecuente. La afección cutánea puede anticipar, ser simultánea o aparecer después de la osteoarticular. Se caracteriza por pustulosis palmoplantar aislada o asociada a lesiones psoriásicas. Es un exantema que afecta palmas de manos y pies caracteri- zado por pústulas estériles. Su comienzo es agudo y puede ser transitorio. El acné es otra lesión cutánea que tiene protagonismo; puede ser de tipo conglobata o fulminans, o hidrosadenitis supurativa. Exploraciones complementarias No existe ninguna prueba de laboratorio específica. Los reactantes de fase aguda suelen estar aumentados. El HLA-B27 es positivo en un tercio de los casos. La gammagrafía ósea es muy útil. Es característica la captación del radioisótopo en las articulaciones torácicas anteriores. La radiografía convencional y principalmente la TC tienen utilidad diagnóstica, ya que ponen de manifiesto lesiones osteoscleróticas, osteolíticas e hiperos- tósicas. El espacio articular puede estar aumentado o disminuido, en ocasiones, fusionado. Una de las características del síndrome SAPHO es la afección del esqueleto axial y, por tanto, las vértebras y articulaciones sacroilíacas pueden estar involucradas. En las vértebras se evidencian lesiones osteosclerosas (vértebra de marfil) y discitis aséptica. La afección de las articulaciones sacroilíacas es similar a la de las espondiloartritis, aunque existen diferencias: la predominancia unilateral y la mayor esclerosis de las lesiones con una mayor participación ilíaca. Diagnóstico Es eminentemente clínico y se complementa con los estudios de ima- gen. La presencia de manifestaciones cutáneas ayuda en el diagnóstico. Es frecuente la sospecha diagnóstica de osteomielitis, enfermedad de Paget o tumor metastásico, a veces difícil de resolver si las manifes- taciones cutáneas no se hallan presentes en la fase de actividad osteítica. Pronóstico El curso de la enfermedad es variable y puede evolucionar en brotes o, a veces, presentar un curso monocíclico. Tratamiento El único tratamiento sintomático lo constituyen los AINE. Para los casos resistentes se han utilizado, de forma abierta y no controlada, la sulfasalazina o el metotrexato. Los antibióticos no han demostrado eficacia en el tratamiento sintomático de las lesiones osteoarticulares. El pami- dronato i.v. puede ser efectivo. Los fármacos antagonistas del TNF-α se han utilizado (estudios abiertos) con mejoría sintomática de los pacientes. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Daoussis D, Konstantopoulo G, Kranotis P, Sakkas L, Liossis SN. Biologics in the SAPHO syndrome: a systematic review. Semin Arthritis Rheum 2019;48:618-25. Sallés M, Olivé A, Pérez-Andrés R, Holgado S, Mateo L, Riera E, et al. The SAPHO syndrome: a clinical and imaging study. Clin Rheumatol 2011; 30:245-9. CAPÍTULO 118 Espondiloartritis https://booksmedicos.org Push Button0:
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