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© E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. CONCEPTOS Se denomina gerontología al estudio del proceso de envejecimiento en cualquiera de sus facetas, desde investigaciones en temas relacionados con la genética o la biología molecular hasta estudios socioeconómicos sobre las consecuencias de la jubilación. El término fue utilizado por primera vez por Metchnikoff en 1901 en su libro La naturaleza del hombre: estudios de una filosofía optimista. Los estudios gerontológi- cos abarcan diferentes ciencias y son, por ello, multidisciplinares. La gerontología incluye tres grandes áreas. Cada una incorpora aspectos relacionados tanto con la investigación como con la aplicación práctica de sus diferentes contenidos. Estas áreas son: a) la biogerontología que se ocupa de los mecanismos implicados en el proceso de envejecer de los individuos y en las posibilidades de actuar sobre ellos; b) la geriatría (gerontología clínica) que cubre cuestiones directamente relacionadas con la salud, y c) los temas relacionadas con las ciencias sociales y del comportamiento (gerontología social). La edad moderna de la biogerontología comienza en EE. UU. en 1941 con los primeros programas de estudio sobre el envejecimiento, de los que fue pionero Nathan Shock. En los años cincuenta se inician los estudios longitudinales, de los que el de Baltimore fue el primero y uno de los más completos. En 1975 se creó en EE. UU. el National Ins- titute of Aging. La investigación gerontológica es considerada prioritaria por los organismos oficiales de ayuda a la investigación de numerosos países, incluidos los programas marco de la Unión Europea. La geriatría se define como la rama de la medicina que estudia los aspectos clínicos, preventivos, terapéuticos y sociales del anciano, en situación de salud o de enfermedad. Incluye cuestiones relacionadas con la mayor parte de las disciplinas médicas. En 1909, Nascher utilizó por primera vez el término geriatría para referirse a la parte de la medicina relativa a la vejez y sus enfermedades. A finales de los años treinta Majorie Warren, en el West Middlesex de Londres, demostró que incorporar el factor edad a la asistencia específica a determinados ancianos mejoraba la morbilidad y la mortalidad. En los años cuarenta se establecieron en Inglaterra las bases doctrinales de la moderna medicina geriátrica. La especialidad nacía para luchar contra el fatalismo y la resignación, concentrar esfuerzos en la recuperación funcional, encontrar y combatir situaciones desconocidas previamente, integrar soluciones a problemas médicos y sociales, y prevenir en los posibles procesos patológicos de alta incidencia y prevalencia en le edad avanzada. En España se reconoce de forma oficial la Geriatría como especiali- dad médica en 1978. Desde esa fecha se forman especialistas según el sistema MIR. Las razones más importantes para entender el auge de la geriatría son las siguientes: Demografía. El número de personas mayores crece en todos los países y los ancianos cada vez alcanzan edades más elevadas, con mejor nivel cultural y mayor consciencia de sus derechos. Además, forman el colectivo que presenta más enfermedades, con mayor grado de complejidad y más relacionadas con su situación social. Razones socioeconómicas. Derivadas de la trascendencia que las decisiones médicas tienen en la política, la economía y los aspectos sociales. Baste recordar los costes en pensiones, los derivados del consumo de fármacos o la necesidad de aportar recursos sanitarios y sociales a los ancianos incapacitados o con problemas de depen- dencia. En España, la llamada Ley de Dependencia, que entró en vigor en 2007, afecta en más del 80% de los casos a personas con edad superior a 65 años. Razones científicas. La doctrina geriátrica, generada en la segunda mitad del siglo XX, cubre desde el conocimiento de los cambios incluidos en el proceso de envejecer con sus implicaciones espe- cíficas diagnósticas y terapéuticas hasta una sistemática de trabajo basada en los principios de la valoración geriátrica integral y el res- peto a la bioética, obviando cualquier forma de discriminación por edad. Además, la actitud diagnóstica y terapéutica ante la patología del anciano implica diferencias importantes con respecto a las de pacientes de menor edad por las modificaciones que se producen en el organismo al envejecer. El máximo beneficio de la geriatría se centra en torno al grupo de los llamados ancianos frágiles, aquellos cuyas pérdidas en lo que se conoce como reserva funcional van más allá de lo que cabría esperar para su edad y, por ello, resultan especialmente vulnerables ante la enfermedad y los problemas psicosociales. Numerosas aportaciones médicas nacidas de la geriatría han sido exportadas a otras especialidades. Entre ellas: a) la lucha contra la inmovilidad (el lema «Bed is bad» fue introducido por L. Cosin en 1947); b) el trabajo multi- e interdisciplinar abierto a profesionales no médicos, puesto en marcha por esas mismas fechas; c) el desarrollo de la ortogeriatría; d) los hospitales de día desarrollados por la geriatría británica a partir de 1950 y extendidos después a otras especialidades médicas y quirúrgicas; e) la planificación de los cuidados progresivos y de los programas de atención domiciliaria; f ) la creación de las unidades de memoria por Exton-Smith en 1953, y g) las unidades de ictus, introducidas por Bernard Isaacs en 1972. Otros principios médicos importantes incorporados desde la geria- tría han sido: a) el reconocimiento del papel del entorno del anciano en la práctica médica (M. Warren, 1935-1948); b) el valor de la calidad de vida («Dar vida a los años»; Lord Amulree, 1951); c) la necesi- dad de indagar sobre los problemas no reportados (teoría del iceberg; J. Sheldon, 1952), y d) la incorporación a la medicina de los «gigantes de la geriatría» (los llamados síndromes geriátricos; B. Isaacs, años setenta). No existe un punto de corte para hablar de paciente geriátrico. El factor edad no es el único ni el principal determinante. Cuestiones como la pluripatología, los problemas funcionales físicos o mentales, la labilidad social y el potencial rehabilitador físico, social y psicológico deben ser tenidos en cuenta. En la práctica van a requerir una atención geriátrica específica no más del 10%-15% de los pacientes atendidos por el sistema sanitario por encima de los 65 años, con proporciones más altas cuanto mayor es la edad. Después de los 85 años, la mayoría de las personas que sufren un proceso agudo intercurrente suelen cumplir criterios de paciente geriátrico y deben ser evaluadas como tal. ASPECTOS DEMOGRÁFICOS Conviene aclarar varios conceptos que no siempre se emplean con propiedad. El primero, el de extensión de vida o expectativa de vida máxima. Sería el máximo período de tiempo que puede alcanzar la vida de un individuo. Es diferente para cada especie animal y común para los individuos de una misma especie. Se ha mantenido con mínimas modificaciones a lo largo de la historia. En todas las épocas y en todas las especies han existido individuos excepcionales que han alcanzado ese límite. En la especie humana, la esperanza de vida máxima se sitúa en torno a 120 años. La persona más longeva, Jeanne Calment, falleció en Francia, en 1997, a los 122 años. Parte de la investigación biogerontológica se encamina a modificar —alargar— esta constante. El segundo concepto es el de esperanza o expectativa de vida media. Alude al período de tiempo que, con criterios estadísticos, alcanzaría a vivir el 50% de la población enmarcada en un tiempo (nacimiento o cualquier otro punto de corte) y en un lugar determinado. Es un valor cambiante que ha sufrido modificaciones importantes a lo lar- go de la historia y según el referente geográfico. En los 19 primeros siglos de nuestra era se ha mantenido entre los 30 y 40 años. Desde el inicio del siglo XX la esperanzade vida media se ha ido elevando de manera continuada tanto al nacer como en cualquier otro punto de Introducción Gerontología S E C C IÓ N X Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1238 SECCIÓN X Geriatría corte que se establezca. En 2019 en España, con mínimas variaciones regionales, estos valores giran sobre los 80-82 años para los varones y los 85-86 para las mujeres, similares a los de otros países desarrollados (tabla 159-1). Lo mismo ocurre cuando las referencias se establecen en otras edades (figs. 159-1 y 159-2). A este cambio han contribuido sobre todo la reducción de la mortalidad infantil, las mejoras higiénicas y de alimentación, la lucha contra los factores de riesgo y, en menor medida, los avances médicos directos: control de infecciones, anestesia, cirugía, fármacos, etc. Otros dos conceptos importantes son los de esperanza de vida independiente y esperanza de vida dependiente, según el individuo sea o no capaz de valerse por sí mismo o requiera la ayuda de terceros. En 1998, el Consejo de Europa definió como dependientes a «quienes por razones ligadas a la falta o a la pérdida de capacidad física, psíquica o intelectual, tienen necesidad de una asistencia y/o ayuda importante para la realización de las actividades de la vida diaria». Luchar contra «la dependencia» y conseguir una buena «capacidad funcional» cons- tituye el objetivo fundamental de la geriatría. Por índice de envejecimiento se entiende la proporción de individuos mayores de 65 años en relación con el total de la población. Se trata de un índice en crecimiento continuo, que en España ha pasado del 7,2% en 1950 al 8,2% en 1960, hasta llegar al 17% a principios del siglo XXI, momento en el que, por primera vez en la historia, los mayores de 65 años superaban en número a los menores de 16. Según el Ins- tituto Nacional de Estadística a 1 de enero de 2018 la población total española era de 46.659.302 personas y la de mayores de 65 años de 8.971.928 (19,2%). Los mayores de 80 eran 2.900.007. Son propor- ciones similares a las de otros países desarrollados. Al incremento del índice de envejecimiento contribuye no sólo el hecho de que la vida se haya alargado, sino también la disminución en la natalidad que, en España, ha pasado de 2,8 hijos por mujer en 1970 a 1,4 en 2015, de los más bajos del mundo. El índice de envejecimiento se ha utilizado como parámetro de desarrollo, considerándose como valor frontera el 10%. Se denomina índice de dependencia de la población anciana el que se establece entre el segmento de población de 65 años o más, laboral- TABLA 159-1 Esperanza de vida al nacer en los países de la Unión Europea Mujeres Varones Alemania 82,03 76,71 Austria 82,27 76,79 Bélgica 81,85 76,18 Bulgaria 76,24 68,99 Chipre 81,09 76,82 Dinamarca 80,50 75,96 Eslovaquia 78,06 70,17 Eslovenia 80,86 73,94 España 83,66 76,98 Estonia 78,15 67,33 Finlandia 82,51 75,59 Francia (2004) 83,82 76,74 Gran Bretaña 81,12 77,08 Grecia 81,63 76,82 Holanda 81,72 77,25 Hungría 77,17 68,69 Irlanda 81,72 77,29 Italia (2003) 87,77 77,12 Letonia 76,50 65,37 Lituania 77,34 65,30 Luxemburgo 82,24 76,63 Malta 81,39 77,25 Polonia 79,33 70,70 Portugal 81,33 74,90 República Checa 79,25 72,92 Rumanía 75,70 68,68 Suecia 82,90 78,49 Datos de Eurostat, 2005. Figura - Evolución de la esperanza de vida al nacer en España. (Datos tomados de las tablas de mortalidad del Instituto Nacional de Estadística. 20 de mayo de 2015.) Figura - Esperanza de vida en España a los 65 años. Realidad y proyecciones. (Datos tomados de las proyecciones de población del Instituto Nacional de Estadística.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1239 CAPÍTULO 159 Introducción © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. mente inactivo (pensionistas), y el comprendido entre 15 y 64 años, población laboralmente activa. Objetivos fundamentales de la medicina geriátrica, mientras no se consiga extender la esperanza máxima de vida, son: prolongar la esperanza de vida media hasta acercarla a la máxima (rectangularización de la curva de supervivencia) y «comprimir» la morbilidad para ceñirla a la que, de forma inevitable, va a preceder en días o semanas a la muerte, es decir, mejorar la funcionalidad del individuo hasta el final de su vida. ASISTENCIA GERIÁTRICA Se entiende por asistencia geriátrica un conjunto de niveles asistenciales que, desde una óptica sanitaria y social, deben garantizar la calidad de vida de las personas mayores habitantes de un área sectorizada, para proporcionar respuestas adecuadas a las diferentes situaciones de enfermedad o de dificultad social que aquellos presenten. Su objetivo prioritario es conseguir que el anciano permanezca, o se reintegre, en su domicilio habitual en condiciones suficientes de bienestar y seguridad. En España en los años noventa se publicaron el «Plan Geronto- lógico Nacional» (Ministerio de Asuntos Sociales, 1993), las «Bases para la ordenación de servicios para la atención sanitaria a las personas mayores» (Insalud, 1993) y los «Criterios de ordenación de servicios para la atención sanitaria a las personas mayores» (Ministerio de Sanidad y Consumo, 1996). Posteriormente, apenas han aparecido documentos específicos orientados a la persona mayor. Quizá los más importantes sean la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en situación de dependencia (BOE 299, 15 de diciembre de 2006), y «La estrategia para el abordaje de la cronicidad», aprobada en el Consejo Interterritorial (27 de junio de 2012). Algunas comunidades autónomas disponen de normas de carácter local. Los documentos oficiales de los años noventa que, en teoría, siguen en vigor ofrecen un modelo de asistencia geriátrica, con base hos- pitalaria, muy integrado en la comunidad. Se señala que el «sistema de servicios ha de ser integral, interdisciplinar y rehabilitador». Entre los objetivos aplicables a la salud de los mayores se habla de «potenciar las actuaciones de prevención del deterioro funcional y de promoción de la salud», de «garantizar la continuidad de los cuidados a los diferentes niveles». El último de estos documentos dedica un capítulo a la «aten- ción primaria de salud a las personas mayores», donde como objetivo principal del médico de atención primaria se establece la colaboración «en el mantenimiento de la persona mayor en la comunidad durante el mayor tiempo posible y en adecuadas condiciones de salud». Otros documentos importantes son las recomendaciones del Consejo de Europa (1985), de las Asambleas Mundiales sobre el Envejecimiento (Viena, 1982 y Madrid, 2002), el «Silver Paper» de la Comisión Europea correspondiente (2009), las recomendaciones de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (1986, 2000 y 2005) y las del Defensor del Pueblo (2000). Todos coinciden en que la organización debe ser inte- gral, con objetivos preventivos, asistenciales, rehabilitadores y sociales. Además, debe ser sectorizada con áreas que abarquen idealmente entre 150.000 y 300.000 habitantes (40.000-50.000 ancianos). En cada sector cabe considerar atención ambulatoria o primaria, atención hos- pitalaria y atención posthospitalaria (cuidados intermedios). Asistencia geriátrica en atención primaria Más de la mitad del tiempo de consulta del médico de atención pri- maria se dedica a pacientes mayores de 65 años. Lo mismo ocurrecon las dos terceras partes de los avisos urgentes. En este nivel asistencial, el cuidado del anciano recae en el médico de familia y su punto inicial de referencia será el centro de salud. Esto obliga al médico de familia a recibir una formación geriátrica específica, algo que debería adquirir durante su período de residencia. La atención domiciliaria al anciano corresponde básicamente al médico y al enfermero de atención primaria, tanto en los casos de enfermedad aguda como en los que han recibido asistencia previa en el hospital, o en los procesos crónicos que requieren controles periódicos. En esta atención pueden desempeñar un papel decisivo los servicios de ayuda a domicilio en su doble vertiente sanitaria y social, tanto si el punto de referencia inicial de estos servicios se sitúa en el centro de atención primaria como si lo hace en el hospital. También pueden ser de ayuda las organizaciones de voluntariado. Los centros de atención primaria, en coordinación con el hospital de referencia, deben desempeñar una labor preventiva, educativa y de seguimiento que cubra al menos los siguientes aspectos: a) control del cumplimiento terapéutico (adherencia), lo que incluye, además, labores de farmacovigilancia; b) programación de campañas educativas para ancianos, familiares y cuidadores sobre las enfermedades más comunes en geriatría, así como autocuidado y autocontrol; c) campañas de cribado ante procesos frecuentes como la hipertensión arterial, la diabetes mellitus de tipo 2, el hipotiroidismo o determinados tipos de cáncer, así como revisiones de vista, boca, piel y oído; d) campañas de vacunación y, de forma específica, de vacunación antigripal en otoño, y e) en su caso, programas de preparación para la jubilación y, en general, de educación sanitaria para la vejez (alimentación, actividad física, etc.). La atención sanitaria de los ancianos en el marco de la atención primaria ha de garantizar tres aspectos básicos: a) detección precoz y valoración de situaciones de riesgo y enfermedad; b) ser la «puerta de entrada» al sistema de salud por la función de agencia que este nivel cumple con respecto al usuario, y c) mayor coordinación con los recursos sociales a la luz de las necesidades que se detecten. Asistencia geriátrica en el hospital El servicio de geriatría de un hospital debe estar integrado y coordi- nado con el resto de los niveles asistenciales. Su principal objetivo es mejorar la atención al anciano con criterios de paciente geriátrico. Paralelamente, colaborará estrechamente con aquellos otros servicios que atienden pacientes frágiles de edad avanzada y, de manera espe- cífica, con los servicios de urgencias y de cuidados paliativos, ofrecerá posibilidades docentes al personal en formación, médico y paramédico, contribuirá a la educación sanitaria de enfermos y familiares y, según sus posibilidades, realizará una labor investigadora en gerontogeriatría. Debe tener una concepción «centrífuga». Todo lo que pueda ser atendido fuera del hospital no tiene por qué serlo dentro. Con ello se reducen ingresos y se fuerza la relación con los centros de atención primaria, los hospitales de apoyo, los centros sociosanitarios y las residencias, así como con los servicios sociales. Este principio es válido antes de que el paciente acuda al centro y, sobre todo, tras el alta. El anciano no debe organizar su vida en torno al hospital, sino buscar su inserción en áreas más próximas y menos agresivas. Asistencia geriátrica posthospitalaria El principal objetivo en geriatría es mantener al anciano en su domicilio en las mejores condiciones de bienestar. El problema puede residir en la imposibilidad de lograrlo por razones médicas o sociales (demencia, enfermedad crónica e invalidante, ausencia de personal cui- dador, falta de vivienda o de condiciones en la misma, etc.). En España viven solas entre el 20% y el 30% de las personas mayores de 65 años. Una alternativa al domicilio son las residencias de ancianos o cen- tros sociosanitarios que buscan acoger a la parte de la población anciana más desprotegida, con problemas crónicos de salud y limitaciones múltiples, en las mejores condiciones posibles y a un coste razonable. Alrededor del 5% de la población española mayor de 65 años vive en el medio residencial. El desarrollo de otras alternativas sociales complementarias, como centros de día, sistemas de teleasistencia, programas de ayuda a domi- cilio, etc., se encuentra bastante por debajo de la media europea y muy lejos de lo que se admite como ideal. La Ley de Dependencia de 2006, de aplicación irregular, con bastantes desviaciones según la geografía, prevé potenciar este tipo de medidas, incrementar las prestaciones sociales y favorecer la preparación profesional del personal cuidador. ENVEJECIMIENTO El proceso del envejecimiento es un continuo que se inicia al nacer y se acentúa en torno a los 30 años, edad en la que los procesos cata- bólicos empiezan a dominar sobre los anabólicos. Es de naturaleza multifactorial. Se caracteriza por una pérdida de vitalidad que, en último término, conduce a la muerte. La vitalidad se puede definir S E C C IÓ N X Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1240 SECCIÓN X Geriatría como la capacidad que tiene el organismo para realizar sus distintas funciones biológicas. A medida que el ser humano envejece, pierde vitalidad y se produce un deterioro progresivo de todas sus funciones fisiológicas, incluso en ausencia de enfermedad. En los últimos años se ha acuñado el término inflammaging para definir un estado inflamatorio crónico, de bajo grado de actividad, común en la vejez, que juega un papel crítico en la aparición de la fragi- lidad y de enfermedades frecuentes en el anciano. Se considera un factor biológico común a todos aquellos procesos que favorecen el declinar asociado al envejecimiento. Un argumento a favor de este hecho lo constituye la elevación universal asociada a la edad de los diferentes marcadores inflamatorios. Actuar sobre ello tendría consecuencias positivas para la salud y contribuiría a aumentar la esperanza de vida. La característica fundamental del envejecimiento es la pérdida de los mecanismos de reserva del organismo a todos los niveles, lo que aumenta la vulnerabilidad ante cualquier estímulo nocivo. Ello supone una incidencia negativa sobre la salud, incrementa el riesgo de enfermar y empeora las posibilidades de recuperación. Los cambios asociados al envejecimiento facilitan el aumento del número de pro- cesos dependientes de la edad. Los agudos cursan con peor pronóstico que cuando aparecen en pacientes más jóvenes. La patología crónica aumenta de manera continua debido a las posibilidades que ofrece la medicina para superar, amortiguar o retrasar las complicaciones de muchos de esos procesos agudos que resultaban mortales en épocas pretéritas. Otra consecuencia de la cronicidad es el aumento progresivo de las situaciones de dependencia y la necesidad de prever, por tanto, un mayor uso de recursos sociales. Las pérdidas asociadas al envejecimiento se producen por diferentes vías. En primer término, por lo que llamamos envejecimiento primario, condicionado por nuestra carga genética y por el paso del tiempo. Los cambios derivados del envejecimiento primario se integran en el acróni- mo CUPID. Son: a) cumulativos, se acumulan e incrementan a lo largo de la vida; b) universales, afectan a todos y a cada uno de los componentes del organismo y a todas y a cada una de las personas; la única variedad viene dada por la cadencia en la que aparecen, distinta de unos individuos a otros y diferente también entre los propios componentes orgánicos del propio individuo; c) progresivos,graduales en su tiempo de aparición; d) intrínsecos, se manifiestan haya o no influencias externas vinculadas al envejecimiento secundario, y e) deletéreos, pues generan daño y reducen de forma progresiva la capacidad funcional del individuo. Las pérdidas debidas al envejecimiento secundario corresponden al 75% del total del deterioro asociado a la edad. Se derivan de los proce- sos patológicos previos (enfermedades, cirugía, accidentes, etc.) y estilos de vida y factores de riesgo a que ha estado sometido el individuo, lo que incluye factores ambientales médicos y sociales. Importa desta- car que no es lo mismo envejecer que enfermar, equiparación equivocada, pero muy extendida en la sociedad, por más que, como es lógico, la vejez se acompañe de un mayor número de enfermedades. Durante el proceso de envejecer se producen cambios muy impor- tantes en los planos morfológico, fisiológico, funcional, psicológico y social. Son cambios con repercusión directa en la valoración semiológica (los síntomas y los signos físicos no se manifiestan de la misma forma ni por las mismas causas que en el adulto joven), la fisiopatología de sus enfermedades, la actitud diagnóstica y el tipo de decisiones terapéuticas, sean estas farmacológicas o no, que deben ser tomadas. La geriatría obliga, además, al conocimiento de algunos procesos inhabituales en otras edades, como los llamados síndromes geriátricos, con un énfasis especial en todo lo relativo a la «función» en sus vertientes física y men- tal. Aporta, así, una visión integral del conjunto de la persona que con- templa aspectos sociales, de capacidad y de comportamiento. La prevalencia de muchas enfermedades aumenta con la edad, como es el caso de infecciones, cáncer, enfermedades cardiovasculares (insuficiencia cardíaca, enfermedad coronaria e hipertensión arterial), enfermedades neurodegenerativas, vasculares, osteoarticulares, diabetes mellitus, enfermedad respiratoria obstructiva crónica, etc. Aparecen los llamados síndromes geriátricos (caídas, incontinencia urinaria, inmo- vilidad, desnutrición, trastornos del sueño, el propio síndrome de fragilidad, etc.), cuyas peculiaridades específicas semiológicas, diagnós- ticas y terapéuticas es necesario conocer. Con mayor frecuencia que en el joven se ven comprometidos de manera simultánea o en cadena órganos y sistemas. Es habitual que concurra en el tiempo más de un proceso mórbido, sobre todo, crónicos. Todas estas situaciones aparecen moduladas por problemas sociales (económicos, soledad, incapacidades, etc.), psicológicos y de comportamiento (actitud ante la vida, deterioro mental, etc.), y aumenta la necesidad de tener en cuenta factores como la rehabilitación, la reinserción social, etc. Tipos de cambios con el envejecimiento Pérdida total de determinadas funciones. El ejemplo más claro es la pérdida de la capacidad reproductora en la mujer después de la meno- pausia. En menor medida y de forma más tardía e irregular, esta pérdida también ocurre en el varón. Cambios funcionales secundarios a otros estructurales. Son los más comunes y, en menor o mayor grado, afectan a todos los órganos y sis- temas. Como norma, las alteraciones funcionales siguen a las pérdidas anatómicas, aunque no siempre está claro que este sea el orden y no el inverso. Muchas de estas pérdidas pueden suplirse parcialmente durante un tiempo a través de los mecanismos de reserva fisiológica del organis- mo. Un ejemplo podría ser la pérdida progresiva en el funcionalismo renal secundaria a la disminución de la población de nefronas que se debe probablemente (al menos en gran medida, como en el caso de otros parénquimas nobles) a la reducción del flujo vascular del riñón. Pérdidas o limitaciones funcionales sin alteraciones estructurales demos- trables. Muy raras. Un ejemplo es el de la reducción en la velocidad de conducción de la fibra nerviosa periférica sin acompañamiento de cambios morfológicos detectables en el nervio. Cambios secundarios a fallos o interrupción de los mecanismos de con- trol. Como ejemplo, cabe citar el aumento en los niveles de gonadotro- pinas en la mujer debido al sistema de contrarregulación cuando, tras la menopausia, hay una caída en la producción de hormonas sexuales. Otro sería la peor respuesta de los barorreceptores, lo que contribuye a explicar la facilidad para la hipotensión ortostática en los ancianos. Lo mismo sucede con los quimiorreceptores o con los receptores cutáneos. Otros sistemas reguladores, como los de la termorregulación, la neuro- transmisión, la sed y los sistemas superiores de regulación endocrina y metabólica, también sufren pérdidas con el envejecimiento. Respuestas por exceso con aumento de la función. Se producen en raras ocasiones. Se observan algunos ejemplos en el sistema endocrino, como el aumento de secreción de hormona antidiurética como respuesta a las modificaciones con la osmolaridad. Cambios que sólo trascienden en circunstancias no basales, cuando se produce un aumento de la demanda. Son muy típicos en los órganos de los sentidos. La presbicia es la limitación para la visión de cerca, que se manifiesta en la lectura cuando la letra es muy pequeña o hay mala iluminación; algo similar sucede con la presbiacusia, que sólo se manifiesta cuando la intensidad del sonido se reduce considera- blemente. Otro cambio comparable se da en la frecuencia cardíaca, que se mantiene prácticamente inalterada en reposo, pero que, con el ejercicio, es incapaz de alcanzar las altas frecuencias que pueden lograrse en los individuos de menor edad. Todas las circunstancias señaladas favorecen la aparición de fragili- dad, concepto que se define como una reserva orgánica escasa asociada a un elevado riesgo de vulnerabilidad (v. cap. 160, Fragilidad y valoración geriátrica integral). La configuración general del cuerpo durante el envejecimiento mues- tra una pérdida de estatura (1 cm por década aproximadamente, a partir de los 40-50 años), que se atribuye a la pérdida de masa ósea y la consi- guiente reducción en la altura de los cuerpos vertebrales. Hay una redis- tribución del tejido adiposo con tendencia a fijarse de forma centrípeta en el tronco. La pérdida de masa muscular (sarcopenia) altera el índice grasa/masa noble. Se pierde agua, sobre todo intracelular. En los cua- dros 159-1 y 159-2 se muestran de forma muy esquemática las principales consecuencias morfológicas y funcionales derivadas del envejecimiento. Teorías del envejecimiento El estudio de la razón última de todos estos cambios constituye la biogerontología. Para estudiar el envejecimiento humano se recurre a diferentes modelos —entre ellos, al animal (biogerontología experi- mental)—, a estudios en humanos, morfológicos o funcionales, trans- versales o longitudinales, a observaciones clínicas, a estudios sobre el Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1241 CAPÍTULO 159 Introducción © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. envejecimiento celular (citogerontología), etc. Este asunto ha apasionado a la ciencia desde hace más de un siglo. En 1881, Augusto Weismann ligaba la muerte de las células a su incapacidad para reduplicarse de forma indefinida. El propio Weismann o Alexis Carrel, en el primer tercio del siglo XX, con su teoría de la inmortalidad celular, aparecen vinculados inevitablemente a cualquier estudio en este terreno. Desde 1961, merced en parte a Hayflick, existe evidencia de que ninguna población celular humana o animal es inmortal. Es decir, es incapaz de autorreproducirse en cultivos seriados continuos in vivo o in vitro hasta un mínimo de 100 duplicaciones durante un mínimo de 2 años. El fundamento de la modernacitogerontología estriba en el principio de que el origen de los cambios en el proceso de envejecer en los organis- mos multicelulares sólo puede deberse a trastornos en el seno de una célula individual, cambios en los componentes de la matriz extracelular y/o modificaciones debidas a la influencia que células con un alto grado de organización jerárquica puedan ejercer sobre otros tejidos u órganos. La célula grasa se ha utilizado como modelo para el estudio del envejecimiento celular. Sobre esta base, se considera que se trata de un proceso en el que se produce sucesivamente una pérdida en la absorción de triglicéridos y en la actividad lipogénica, lipolítica y oxidativa de la propia célula. Todo ello guardaría una buena correlación con el pro- gresivo declive de la síntesis proteica y de su sensibilidad a hormonas, mediadores y otros factores. Numerosas teorías pretenden explicar el porqué del proceso de enveje- cer. Todas tienen cierta base, pero ninguna reúne la suficiente para ofrecer por sí sola una explicación unitaria y satisfactoria. De forma clásica las teorías se suelen agrupar en bloques. Una clasificación es la que las divide en estocásticas y no estocásticas. Según las primeras, los procesos que determinan el envejecimiento ocurren de modo aleatorio y se acumulan en el tiempo como consecuencia de las «agresiones» del medio ambiente hasta alcanzar un nivel incompatible con la vida. Para las segundas, el proceso de envejecer se establece de acuerdo con normas predeterminadas. Teoría de los radicales libres o de la peroxidación Enunciada en 1956 por Harman, propugna que los radicales libres que se forman durante el proceso oxidativo del metabolismo normal reaccionan con los componentes celulares para originar la muerte de células vitales y, finalmente, el envejecimiento y muerte del organismo. Los radicales libres son muy reactivos, lo que los convierte a su vez en fuente de nuevos radicales y da lugar a una cadena que conduce al consumo de muchas moléculas estables. Todas las células del organismo son susceptibles de sufrir este proceso. Las alteraciones que pueden producirse son resumidas por Hayflick en: a) oxidación acumulativa de colágeno, elastina y DNA; S E C C IÓ N X • CUADRO 159-1 Principales cambios morfológicos de los aparatos y sistemas en relación con el envejecimiento Aparato cardiovascular Reducción en el número de células marcapaso Mayor grosor de la pared posterior del ventrículo izquierdo Aumento de las áreas de fibrosis Menor número de miocitos, con modificación en las características del sarcolema y en la composición de las isoenzimas Calcificaciones valvulares y subvalvulares Degeneración mixoide de las valvas auriculoventriculares Engrosamiento de la pared arterial de los vasos grandes y medianos Aparato respiratorio Calcificación de los cartílagos traqueales Disminución del número y actividad de los cilios Aumento en número y tamaño de las glándulas mucosas de los bronquios Aumento del volumen residual y del «espacio muerto» Pérdida de la elasticidad pulmonar Reorganización de la arquitectura alveolar con aplanamiento de los alvéolos y pérdida de superficie interna del pulmón Pérdidas en el aparato de sostén (vértebras, discos, cartílagos costales y musculatura auxiliar) Aparato digestivo Menor producción de saliva Pérdidas frecuentes de piezas dentarias Tendencia a la atrofia y a la desdiferenciación funcional de toda la mucosa gastrointestinal Zonas de gastritis atrófica Reducción del número de glándulas mucosas Tendencia a la aparición de divertículos Modificación en la cuantía y en los componentes de la macrobiota intestinal Sistema nervioso Pérdida de peso del cerebro (10% entre los 20 y los 90 años) Aumento del tamaño de los surcos interhemisféricos y de los ventrículos cerebrales Fibrosis, calcificación y osificación de las meninges «Encogimiento neuronal» Fenómenos de neuroplasticidad (neoconexiones dendríticas) Cambios en la membrana citoplasmática de las neuronas Aumento progresivo de «hallazgos-problema»: cuerpos de Lewy, ovillos neurofibrilares, placas seniles, degeneración granulovacuolar, distrofia neuroaxonal Sistema nefrourológico Reducción en el volumen y peso del riñón Despoblación progresiva de nefronas, más acusada en la cortical Reducción progresiva de la superficie de filtración de la membrana basal del glomérulo Aumento de tejido mesangial Aparición de microdivertículos en la porción distal del túbulo Pérdidas en el tono muscular de la vejiga Trabeculación de la mucosa vesical y pérdida de su elasticidad Aumento progresivo del tamaño de la próstata, con pérdida del tejido noble e hiperplasia glandular Sistema endocrino Aumento de células cromófobas de la hipófisis Tendencia a la aparición de microadenomas en hipófisis, tiroides y suprarrenales Pérdida progresiva de tejido glandular y su sustitución por fibrosis (tiroides, suprarrenales, gónadas) Pérdida de islotes de Langerhans del páncreas, sustituidos por otros en número menor, pero de mayor tamaño Sistema hematológico Reducción a un tercio de la superficie medular activa entre los 20 y los 70 años Mayor segmentación nuclear y granulación citoplasmática de los leucocitos neutrófilos Sistema osteoarticular Pérdida de masa ósea, con tendencia a la osteopenia y a la osteoporosis Cartílago articular: menor elasticidad, con superficie más fina y friable; aparición de pequeñas fisuras Pérdida de viscosidad del líquido sinovial Aumento de la rigidez de los tendones Piel Mayor fragilidad de la epidermis Disminución del grosor de la dermis Tendencia a la atrofia con pérdida de elasticidad Aparición de manchas Sequedad progresiva Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1242 SECCIÓN X Geriatría b) rotura de las cadenas de mucopolisacáridos a través de una degradación oxidativa; c) acumulación de sustancias metabólicamente inertes; d) cambios en las características de la membrana, las mitocondrias y los lisosomas, y e) fibrosis de arteriolas y capilares secundaria a lesiones originadas por productos resultantes de la peroxidación del suero y de los componentes de la pared vascular. Estudios con agentes antio- xidantes (superóxido dismutasa, α-tocoferol, vitamina E, etc.) en modelos animales elementales han permitido en algún caso prolongar la extensión de vida máxima conocida de la especie correspondiente, algo que no se ha logrado en la especie humana. Teoría de los enlaces cruzados Tiene su fundamento en los cambios moleculares que se producen con la edad, en los espacios intra- y extracelular, y afectan a la información contenida en el DNA y en el RNA. Con la edad se produce una mayor frecuencia de «enlaces covalentes» o mediante bandas de hidrógeno entre macromoléculas, fenómenos que, si bien inicialmente pueden ser reversibles, a la larga determinan una secuencia de agregación e inmovi- lización, que convierten a estas moléculas en inertes o malfuncionantes. Según esta teoría, la alteración originada en el DNA daría lugar a una mutación en la célula y, posteriormente, a su muerte. Esta teoría tiene a su favor que parte de un fenómeno que ocurre realmente, que tiene una cierta base fisiológica y que es aplicable potencialmente a todos los tejidos. En su contra está el hecho de que buena parte de las moléculas a las que afecta corresponden a células que pueden ser renovadas. Además, no se ha demostrado que se trate de una situación cuya extensión sea suficiente como para producir el envejecimiento biológico universal que se le quiere atribuir. Teoría del error catastrófico Es un buen ejemplo de teoría estocástica. Plantea que, con el paso del tiempo, se producen diversos errores en la síntesis proteica que acaban por trastornarla función celular y determinan cambios en ella que facilitarían su envejecimiento y, finalmente, la muerte de la célula. • CUADRO 159-2 Principales cambios fisiológicos-funcionales de los distintos aparatos y sistemas en relación con el envejecimiento Aparato cardiovascular Incapacidad progresiva para alcanzar frecuencias muy elevadas con el ejercicio Peor respuesta β-adrenérgica Aumento de la poscarga Aumento de la duración de la sístole por un enlentecimiento en su fase de relajación muscular, con acortamiento paralelo en la duración de la diástole Peor llenado diastólico, sobre todo en situaciones de estrés Mayor compromiso auricular en el llenado ventricular Utilización del mecanismo de Frank-Starling para mantener el volumen minuto con el ejercicio Probable pérdida de la contractilidad durante el ejercicio Aparato respiratorio Disminución de la capacidad vital (VC) y del volumen de reserva espiratorio Disminución del volumen espiratorio máximo por segundo (FEV1) y de la relación FEV1/VC Descenso progresivo de la PaO2 arterial (0,42 mm Hg/año), más acusado en supino Disminución progresiva de la capacidad de difusión Aparato digestivo Pérdida progresiva en la función motora del estómago (vaciamiento más lento, tendencia al reflujo) Pérdidas en la función motora intestinal (tendencia al estreñimiento) Disminución de la secreción gástrica Limitaciones frecuentes y variables en la capacidad para la absorción de diversas sustancias Limitación funcional de la microbiota intestinal Sistema nervioso Pérdidas en los sistemas de neurotransmisión (dopaminérgico, neuroadrenérgico, serotoninérgico, acetilcolínico y aminérgico) Pérdida en la sensibilidad vibratoria, discriminativa y táctil Pérdida en la capacidad de coordinación y de control muscular Pérdida en la memoria reciente, en la capacidad de aprendizaje y en la «inteligencia fluida» Reducción en la cuantía e intensidad del sueño y aumento en los despertares nocturnos Pérdida en la adaptabilidad al medio Sistema nefrourológico Reducción del flujo renal (10% por década) Aumento de la fracción de filtración Disminución progresiva de la cuantía del filtrado y del aclaramiento de creatinina Disminución en la capacidad para concentrar y, posteriormente, diluir orina Aumento en el umbral de reabsorción de glucosa Disminución en la capacidad para reabsorber sodio Pérdida en la capacidad funcional de la vejiga Pérdida de la actividad secretora del epitelio prostático Aparato genital Pérdida de la capacidad reproductora (absoluta en la mujer tras la menopausia y progresiva en el varón) Limitación progresiva en el varón de la capacidad de erección y de eyaculación, con aumento del período refractario tras la actividad sexual Mantenimiento de la libido en ambos sexos, con modificaciones en su forma de expresión Sistema endocrino Cambios de comportamiento y respuesta de la ADH (la hiponatremia es frecuente en el anciano) Aumento en la producción de FSH y LH por reducción en la producción y secreción de hormonas sexuales Modificaciones en el comportamiento de GH y prolactina Menor producción y eliminación de T3 y T4, manteniéndose sus concentraciones séricas sin cambios Menor producción y eliminación de cortisol, manteniéndose sus valores séricos Menor producción de aldosterona y de renina Aumento de la resistencia periférica a la insulina Aumento de los niveles de los péptidos natriuréticos Menores niveles de vitamina D Menor producción de eritropoyetina Hormonas gastrointestinales: mayor actividad de glucagón, CCK y leptina. Menores niveles de gastrina y de grelina Sistema hematológico Discreto descenso en la actividad hematopoyética Menor capacidad bactericida de los neutrófilos Moderados cambios cualitativos en la función linfocitaria Pérdidas en la hemostasia primaria por aumento de la fragilidad capilar Sistema osteoarticular Disminución en las propiedades elásticas del cartílago articular Disminución de la capacidad del cartílago para soportar sobrepeso sin presentar fisuras y erosiones Limitación de la capacidad funcional de los tendones Piel Menor protección ante las agresiones (sol o microorganismos) Mayor facilidad para las heridas ante pequeños traumatismos Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1243 CAPÍTULO 160 Fragilidad y valoración geriátrica integral Tiene el inconveniente de que, tanto en modelos animales como en humanos, al menos en muchas ocasiones no se encuentra este tipo de errores en el anciano. Teoría inmunológica Con el envejecimiento se produce un declive importante del sistema inmunológico. Los cambios más conocidos son: a) pérdidas cualitativas de los linfocitos CD4 cooperadores, probable mayor actividad de los CD8 supresores y menor actividad de los CD8 citotóxicos; b) menor capacidad de los linfocitos B para producir anticuerpos y, en general, para responder a los antígenos externos; c) pérdida progresiva de respuesta en las pruebas de hipersensibilidad retardada; d) aumento en la producción de autoanticuerpos (microsómicos, antitiroglobulina, células parietales, músculo liso, etc.); e) aumento en la producción de inmunocomplejos circulantes; f ) pérdida de la capacidad de reduplicación ante la estimula- ción con mitógenos (fitohemaglutinina o concanavalina A), y g) menor capacidad de las células T para producir factor de crecimiento. Estos cambios determinan pérdidas en la capacidad de defensa del organismo y limitan su capacidad para discernir entre lo que le es propio y ajeno. Este aspecto facilita la aparición de un mayor número de enfermedades de tipo autoinmune, infeccioso y tumoral. Como aspecto crítico cabe señalar que esta teoría es incapaz de explicar todos los cambios asociados al proceso de envejecer. Además, el sistema inmunitario no es totalmente autónomo, sino que está sometido a otros tipos de regulación superior (genético, hormonal, etc.). Por último, la terapia sustitutiva no ha logrado, ni siquiera en los modelos animales más simples, una respuesta suficientemente satisfactoria en cuanto a enlentecer el proceso de envejecimiento. Teoría neuroendocrina Tiene una fundamentación análoga a la inmunológica. Contribuiría al envejecimiento a través del deterioro en los mecanismos superiores de regulación neuroendocrina. Su fundamento se basa en la pérdida objetiva de células nerviosas y, en algunos casos, en la pérdida de la capacidad funcional en el mecanismo endocrino regulador. El fallo principal reside en la falta de universalidad cuando se propone como una teoría unitaria. Teoría de la acumulación de productos de desecho Se basa en la observación de que la mayor parte de las células en animales de edad avanzada contienen un número elevado de cuerpos de inclusión. Son productos de degradación metabólica que actúan como agentes patógenos para la propia célula, alteran su metabolismo y aceleran su destrucción. Las más comunes de estas sustancias son la lipofuscina y la resultante de la degeneración basófila. No parece que ni ellas ni ningún otro cuerpo de inclusión desempeñen funciones activas en el proceso de envejecer. La presencia de lipofuscina se interpreta como resultado de reacciones oxidativas, incrementada en los casos de déficit de vitami- na E, y como un mero marcador indirecto de envejecimiento. Teoría del acortamiento del telómero Se basa en la pérdida progresiva de secuencias teloméricas en las partes distales del cromosoma que tiene lugar a lo largo del tiempo. Es un fenómeno que se ha observado en sujetos con progeria, una forma patológica de envejecimiento acelerado. Los intentos para impedir este acortamiento telomérico han tenido hasta ahora poco éxito. Teorías basadas en mecanismos genéticos Constituyen el prototipo delas teorías no estocásticas. Entre ellas cabe incluir las hipótesis de la programación genética, la mutación somática y el error genético. Todas parten del supuesto de que la longevidad de una determinada especie y de sus individuos está predeterminada en parte por mecanismos genéticos. A su favor juega una cierta correlación en cuanto a la longevidad que se observa entre individuos de la misma familia o la longevidad equivalente descrita en gemelos univitelinos. El individuo nacería con una secuencia de envejecimiento escrita (progra- mada) en su genoma que le adjudicaría una máxima extensión de vida. Las circunstancias ambientales y la patología acumulada limitarían en mayor o menor medida esa programación. Para otros autores, el acúmulo de un nivel significativo de mutacio- nes en las células es la responsable de las pérdidas fisiológicas caracterís- ticas del hecho de envejecer. Esta teoría tuvo un gran predicamento en los 20 años siguientes a la Segunda Guerra Mundial, siguiendo la idea de que las radiaciones ambientales podían originar alteraciones genéticas en la célula hasta el punto de alcanzar un nivel crítico que determinaría su muerte. Para los que hablan de «error genético», estas mutaciones se derivarían de la pérdida de una secuencia de DNA. La secuenciación del genoma humano ha abierto nuevas puertas a la investigación en este terreno y puede contribuir a encontrar futuras soluciones totales o parciales a algunas de las enfermedades vinculadas a alteraciones directamente relacionadas con algún cromosoma con- creto. En su conjunto, cabe considerar que ninguna de las teorías enuncia- das basta por sí sola para explicar el hecho de envejecer. Parece bastante probable que los mecanismos genéticos, las pérdidas inmunológicas, el acortamiento del telómero o la producción de radicales libres o de enlaces covalentes contribuyen en cierta manera a explicar los fenóme- nos que hoy se conocen e interpretan como constitutivos del proceso de envejecer. En todo caso, la cuestión sigue abierta y lo previsible es que se mantenga así durante mucho tiempo. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Cruz-Jentoft AJ, Franco A, Sommer P, Baeyens JP, Jankowska E, Maggi A, et al. Silver Paper: the future of health promotions and preventive actions, basic research, and clinical aspects of age-related disease. A report of the European Summit on age-related diseases. Aging ClinExp Res 2009;21:376-85. Foreman K, Márquez N, Dolgert A, Fukutaki K, Fullman N, McHaughey, et al. Forecasting life expectancy, years of life lost, and all cause and cause- specific mortality for 250 causes of death: reference and alternative scenarios for 2016-40 for 195 countries and territories. Lancet 2018;392:2052-90. Mathers CD, Stevens GA, Boerma T, White RA, Tobias M. Causes of inter- national increases in older age life expectancy. Lancet 2015;385:540-8. Ribera Casado JM. Investigación sobre envejecimiento: una agenda más allá de la biogerontología. An Real Acad Nal Med 2018;135:281-5. Ribera Casado JM. Los tiempos de la geriatría (cien años de compromiso con la salud del mayor). Madrid: Senda Editorial; 2012. https://booksmedicos.org Push Button0:
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