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2020 SECCIÓN XVI Endocrinología hiperplasia macronodular bilateral primaria, aunque la mayoría son lesiones benignas no funcionantes. Además de evaluar la potencial naturaleza maligna de la(s) lesión(es), es preciso identificar las que son funcionantes. Según las series, aproximadamente el 80%-90% de las lesiones benignas corres- ponden a adenomas no funcionantes; el 6,4%-12,5%, a síndrome de Cushing subclínico; el 3%-5,2%, a feocromocitoma, y el 0,7%-2,3%, a hiperaldosteronismo primario. Aunque los antecedentes clínicos y de laboratorio y la exploración física pueden guiar las exploraciones complementarias, se recomienda el cribado de síndrome de Cushing y feocromocitoma en todos los casos, además del de hiperaldosteronis- mo primario cuando se asocia HTA o hipocalemia. Se han empleado diversas pruebas de cribado de síndrome de Cushing (test de frenación con 1 mg de dexametasona, la determinación de cortisol libre en la orina de 24 h y, más recientemente, el cortisol salival nocturno). Cualquier hallazgo patológico debería ser confirmado con al menos una segunda prueba de cribado. En el caso del feocromocitoma, son útiles tanto la determinación de metanefrinas y catecolaminas en la orina de 24 h como la de metane- frinas en el plasma. La mayor especificidad de las metanefrinas urinarias la hacen quizá preferible en los casos de incidentaloma, en especial, cuando la imagen es poco sugestiva de feocromocitoma. Sin embargo, es preferible la determinación de metanefrinas en el plasma cuando la imagen es sospechosa. Por último, debe evaluarse el cociente entre aldosterona y renina si existe HTA. Tratamiento y pronóstico Debe considerarse la extirpación quirúrgica de las lesiones mayores de 4 cm al existir en este grupo una mayor prevalencia de carcinoma suprarrenal, en especial si se observan características sospechosas en la TC/RM. Los pacientes afectados por síndrome de Cushing subclínico presentan una prevalencia mayor a la esperada de trastornos en el metabolismo óseo (incluidas osteopenia y fracturas) y un fenotipo de riesgo cardiometabólico análogo al síndrome metabólico, por lo que se recomienda su seguimiento. Existe controversia respecto a la repercusión del tratamiento quirúrgico sobre estas alteraciones. El tratamiento del carcinoma y del feocromocitoma es quirúrgico. En el hiperaldosteronismo primario, la cirugía es una opción que debe considerarse. En cuanto al adenoma no funcionante, no se aconseja su resección quirúrgica, excepto en los de mayor tamaño o que provoquen un síndrome compresivo. La frecuencia y el tiempo durante el cual debe seguirse a los pacien- tes con incidentaloma suprarrenal no están claramente definidos, debi- do al desconocimiento de su evolución natural. En lesiones menores de 4 cm se ha recomendado la realización de una a tres pruebas de imagen (TC o RM) a partir de los 6-12 meses del estudio basal. Sin embargo, la realización sólo de esta primera prueba de imagen puede ser suficiente. En lesiones sospechosas es recomendable repetir una TC/RM en los primeros 3-6 meses. El crecimiento en más de 1 cm de la lesión durante el seguimiento es criterio para indicar la extirpación quirúrgica. La progresión del adenoma suprarrenal podría ser no sólo morfológica, sino también funcional, con desarrollo de síndrome de Cushing, feocromocitoma o hiperaldosteronismo. Por este motivo, la recomendación actual es el seguimiento funcional anual mediante las pruebas de cribado mencionadas, durante los primeros 4 años, si bien esta postura no es unánime, y algunos autores han sugerido que el seguimiento en los incidentalomas de aspecto benigno por imagen, menores de 2 cm y no funcionantes, podría no ser necesario. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Araujo-Castro M, Sampedro Núñez MA, Marazuela M. Autonomous cortisol secretion in adrenal incidentalomas. Endocrine 2019;64(1):1-13. Fassnacht M, Arlt W, Bancos I, Dralle H, Newell-Price J, Sahdev A, et al. Man- agement of adrenal incidentalomas: European Society of Endocrinology Clinical Practice Guideline in collaboration with the European Network for the Study of Adrenal Tumors. Eur J Endocrinol 2016;175(2):G1-G34. Foo E, Turner R, Wang KC, Aniss A, Gill AJ, Sidhu S, et al. Predicting malig- nancy in adrenal incidentaloma and evaluation of a novel risk stratification algorithm. ANZ J Surg 2018;88(3):E173-7. Hong AR, Kim JH, Park KS, Kim KY, Lee JH, Kong SH, et al. Optimal follow-up strategies for adrenal incidentalomas: reappraisal of the 2016 ESE-ENSAT guidelines in real clinical practice. Eur J Endocrinol 2017; 177(6):475-83. Enfermedades de las gónadas ENFERMEDADES DEL OVARIO C. Castelo-Branco, C. Ros Cerro Fisiología de las gónadas y del ciclo menstrual Eje hipotálamo-hipofisario La regulación del ciclo menstrual se realiza por el eje hipotálamo- hipófisis-ovario, si bien el hipotálamo puede estar influenciado por centros cerebrales superiores. El hipotálamo produce una serie de hormonas que pasan a la hipó- fisis; entre ellas destaca la gonadotropin releasing hormone (GnRH) por su importante acción sobre la función gonadal. La GnRH es un decapéptido producido por el núcleo arcuato que sintetiza y libera hormona estimulante del folículo (FSH) y hormona luteinizante (LH), y cuya vida media en la circulación es muy breve (2-4 min). La producción de GnRH es pulsátil, la frecuencia de los pulsos varía alrededor de 90 min al comienzo de la fase folicular y cada 60-70 min en el período preovulatorio. En la fase lútea disminuye la frecuencia del pulso y aumenta su amplitud. Esta secreción pulsátil de la GnRH, con unos niveles determinados de amplitud y frecuencia, es necesaria para el normal desarrollo del ciclo menstrual. La regulación de la secreción hipotalámica de GnRH la realizan las siguientes hormonas: las hormonas sexuales (estrógenos y proges- terona) inhiben la secreción de GnRH, que constituye el «circuito largo de retroacción»; el estradiol parece aumentar la liberación de GnRH y se supone que puede ser el responsable del aumen- to que la LH experimenta hacia la mitad del ciclo menstrual; las gonadotropinas hipofisarias pueden ejercer un estímulo inhibidor sobre la producción de GnRH, que constituye el llamado «circuito corto de retroacción»; la propia GnRH puede ejercer también una acción inhibidora sobre su propia producción hipotalámica, que constituye el denominado «circuito ultracorto de retroacción»; el sistema catecolaminérgico, con una acción estimulante de la liberación pulsátil de la GnRH mediante la noradrenalina, y una acción inhibitoria mediante la serotonina; los opiáceos andrógenos inhiben la liberación de GnRH; los neuropéptidos, que incluyen el neuropéptido Y, estimulan la liberación pulsátil de GnRH cuando los niveles de estrógenos son normales, aunque la inhiben en ausen- cia de estrógenos; la hormona liberadora de corticotropina (CRH), al igual que los glucocorticoides, la prolactina (PRL) y el ácido Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N X V I CAPÍTULO 240 Enfermedades de las gónadas © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 2021 gammaaminobutírico (GABA), inhiben la secreción de GnRH, y la galanina incrementa la secreción de GnRH. La FSH y la LH, producidas en el lóbulo anterior de la hipófisis, son glucoproteínas formadas por dos subunidades, denominadas α y β, que se unen de forma covalente. La FSH estimula el crecimiento de los folículos durante la fase folicular del ciclo y la secreción de hormonas sexuales, particularmente el estradiol, de las células de la granulosa de los folículos maduros. La LH estimula la producción de hormo- nas sexuales, que, en combinación con la FSH, originanestradiol. Igualmente, la LH mantiene la diferenciación y la maduración de las células de la granulosa inducidas por la FSH. Desempeña igualmente un papel importante en la ovulación: el aumento de LH en la mitad del ciclo desencadena la rotura del folículo maduro y la expulsión del ovocito. Tras la ovulación, la LH estimula la producción de proges- terona en el cuerpo lúteo. El descenso de los niveles de estradiol y de progesterona procedentes de la regresión del cuerpo lúteo del ciclo precedente inicia el incremento de FSH, que estimula el crecimiento folicular y la secreción de estradiol. La producción de FSH es ligeramente más alta en la primera mitad de la fase folicular que en el resto de esta fase. Esta elevación de la secreción de FSH estimula el crecimiento del folículo en el ovario. Posteriormente se aprecia una caída de los niveles de FSH, y la produc- ción de esta hormona se mantiene constante hasta la mitad del ciclo, momento en el que tiene lugar una elevación brusca, que coincide también con un pico en la producción de LH. En el ovario existen tres tipos de células productoras de hormonas: a) células de la teca interna; b) células de la granulosa, y c) células inters- ticiales del estroma. Las hormonas hipofisarias FSH y LH estimulan la biosíntesis de las hormonas esteroides del ovario. Los esteroides sexuales se dividen en tres grupos principales según el número de átomos de carbono que poseen. La serie con 21 carbonos comprende los corticos- teroides y los progestágenos, y la estructura básica es el núcleo de pregnano. La serie con 19 carbonos engloba todos los andrógenos y se basa en el núcleo de androstano, en tanto que los estrógenos son esteroides con 18 carbonos basados en el núcleo de estrano. Hormonas producidas por el ovario Los estrógenos producidos en el ovario pasan rápidamente a la circula- ción, donde se unen en su mayoría (98%-99%) a proteínas portado- ras. La principal proteína portadora es una β-globulina, denominada SHBG (sex-hormone binding globulin). Una porción pequeña se une a una seroalbúmina de forma laxa. La porción de estrógenos libre (1%- 2%) puede penetrar en la célula diana, unirse al receptor específico y ejercer su acción biológica. La secreción de estrógenos en los primeros días del ciclo es del orden de 50 a 80 µg diarios, se eleva hasta alcanzar cifras en la ovulación comprendidas entre 260 y 350 µg, desciende paulatinamente y vuelve a aumentar de nuevo hacia la mitad de la segunda fase del ciclo para descender después con cierta rapidez hasta la menstruación, cuando alcanza niveles mínimos. Las cifras de estradiol en el plasma suelen variar entre 50 y 500 pg/mL, alcanzan los niveles máximos en el día antes del pico de LH, y en la segunda fase del ciclo el máximo de estradiol se sitúa entre el quinto y el séptimo día tras la ovulación. Los estrógenos cumplen una función vital en la fisiología reproduc- tiva femenina estimulando el crecimiento y la diferenciación celular en el tejido mamario, el útero, la vagina, la vulva y el ovario. Asimismo, los estrógenos se han demostrado de gran importancia en la fisiología cardiovascular. Los estrógenos son requeridos para el crecimiento y la diferenciación neuronal, y se sabe que están relacionados con funciones cognitivas y del estado de ánimo. Desempeñan, además, un papel importante en el funcionamiento y el mantenimiento del esqueleto, al actuar sobre la inducción de las células osteoblásticas del estroma e inhibiendo la reabsorción ósea. Sobre la vulva, los estrógenos tienen una acción trófica, y sobre la vagina, producen una intensa acción proliferativa. Sobre el cue- llo uterino, los estrógenos producen un aumento de la anchura del conducto endocervical. El epitelio endocervical es estimulado por los estrógenos, y provoca una secreción cervical abundante, acuosa, transparente, de baja viscosidad, clara, alcalina, de gran elasticidad y favorable a la penetración de los espermatozoides. Sobre el endometrio, los estrógenos inducen en la primera mitad del ciclo el crecimiento y la proliferación de glándulas, epitelio y estroma. Sobre el miometrio, inducen el crecimiento del útero y estimulan o potencian la dinámica uterina a la oxitocina. Sobre las trompas, parecen ejercer una función estimulante de sus contracciones. Sobre las mamas, aumentan el volu- men de las mismas en la pubertad y producen modificaciones en sus elementos constituyentes durante el ciclo menstrual. Los estrógenos actúan también sobre el metabolismo de los lípidos, pueden provocar vasodilatación al estimular la producción de prosta- glandina E o prostaciclina dentro de las células endoteliales de la pared arterial, aumentan la síntesis de proteínas en el hígado, y estimulan el desarrollo de la piel y las mucosas aumentando la pigmentación de la areola. Actúan sobre el cuadro hemático activando la eritropoyesis, tienen una acción antibacteriana y estimulan el tono parasimpático. Los gestágenos o progestágenos producidos en el ovario son la preg- nenolona, la progesterona y la 17-α-hidroxiprogesterona. Ejercen su acción principal a través del receptor de progesterona intracelular, aunque también son antagonistas muy potentes del receptor minera- locorticoide, como la aldosterona. La progesterona produce una discreta disminución del espesor vaginal y un aumento de la descamación de las células de las capas superficiales. Contrariamente a los estrógenos, la progesterona induce una secreción cervical escasa, espesa, opaca, ligeramente alcalina o ácida, con algunos leucocitos y poco favorable a la penetración de los espermatozoides. El orificio cervical externo disminuye de diámetro. La progesterona induce los cambios secretores del epitelio y de las glándulas endometriales, y los cambios vasculares de la segunda fase del ciclo endometrial. Tiene una acción sedante sobre la musculatura uterina y disminuye la respuesta a la oxitocina. En la fase secretora, los ductos mamarios están dilatados y aparece actividad secretora en el epitelio de los alveolos mamarios; en esta fase secretora, el estroma es laxo y edematoso, y los lóbulos están aumentados de volumen. Incrementa la temperatura central (función termogénica) durante la ovulación. Reduce espasmos y relaja los músculos lisos, los bronquios se amplían, actúa como agente antiinflamatorio y regula la respuesta inmune. Reduce la actividad de la vesícula biliar y puede afectar a la salud de las encías, aumentando el riesgo de gingivitis y caries dentales. Parece disminuir el cáncer de endometrio al regular los efectos del estrógeno. Los andrógenos se producen principalmente en los ovarios y las suprarrenales bajo la influencia de la LH y la ACTH. Entre los andró- genos se incluyen la deshidroepiandrosterona (DHEA), el sulfato de DHEA (DHEA-S), la androstenodiona y la testosterona. La DHEA y el DHEA-S son precursores de la testosterona, el andrógeno más potente. La testosterona se convierte en dihidrotestosterona (DHT) mediante la α-5-reductasa y en estradiol. La mujer sana joven produce aproximadamente 100-400 µg/día de testosterona, 3-4 veces más que de estrógenos. La testosterona modula el deseo sexual, la excitación y el orgasmo. Los niveles de testosterona también afectan a otros aspectos de la fisiología femenina. La producción periférica de andrógenos en la mujer joven a partir de la androstenodiona se realiza en el tejido graso, la piel, el hígado, el músculo esquelético, las glándulas mamarias, la próstata, los huesos, el sistema nervioso central y la unidad pilosebácea. Además de las hormonas esteroideas, el ovario produce otras sus- tancias no esteroideas, como la inhibina. La inhibina es una glico- proteína formada por dos subunidades llamadas α y β. Existen dos formas de subunidad β, la βA y la βB, las cuales se asocian con una única subunidad α y dan lugar a la formación de los dímeros inhibina A e inhibina B. Su acción biológica consiste en regular la secreción de FSH medianteun mecanismo de retroalimentación negativo. Menopausia normal Con los términos menopausia, perimenopausia o climaterio se hace referencia a una etapa de la vida de la mujer que viene marcada por el cese de las menstruaciones periódicas que la han acompañado des- de la menarquia, hecho que viene determinado por la disminución de la producción hormonal de los ovarios como consecuencia del ago- tamiento folicular. Este momento supone un cambio drástico en el equilibrio hormonal de la mujer, que deriva en una serie de cambios físicos y psíquicos, a la vez que se le unen otras situaciones ligadas al envejecimiento y a la aparición potencial de enfermedades. Además, Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 2022 SECCIÓN XVI Endocrinología estos cambios pueden derivar en la aparición de síntomas que pueden tener un impacto negativo en la calidad de vida de la mujer y pue- den motivar adaptaciones en su estilo de vida que afecten a esferas tan determinantes como la de la autoimagen, las relaciones de pareja y familiares o las expectativas laborales. La mediana de edad de aparición de la menopausia varía entre los 48,5 y 52,3 años, aunque, como dato práctico y fácil de recordar, se puede establecer la edad media de la menopausia en 50 años. Fisiología de la menopausia La menopausia es la consecuencia final de un proceso progresivo de envejecimiento ovárico. El descenso del número de folículos asociado a la edad dictamina el inicio de los ciclos irregulares y, posteriormente, el cese de los mismos. Los cambios endocrinos más importantes vienen determinados por el declive del feedback negativo ejercido por los productos hormonales ováricos sobre el eje hipotálamo-hipófisis. La reducción de los folículos no es un fenómeno brusco; se trata de una reducción progresiva que determinará los cambios clínicos y endocrinológicos. En la fase más inicial de la transición menopáusica, los ciclos menstruales son normales o ligeramente acortados mientras se están produciendo ligeras alteraciones en el sistema de control ovulato- rio, clínicamente imperceptibles. Unos años después, el ciclo se acorta como resultado de un acortamiento de la fase folicular, con existencia de ovulación, fase lútea normal y ascensos leves de la concentración basal de FSH los primeros días del ciclo. Cabe destacar que los ciclos son aún normales. En una fase posterior, los ciclos se alargan debido a un retraso en la selección y el crecimiento del folículo dominante o a ciclos anovulatorios después de sangrado por deprivación sin evidencia de función del cuerpo lúteo. Como resultado, la duración del ciclo puede variar muchísimo entre ciclos en una misma mujer. Algunos de estos ciclos pueden ser ovulatorios (caracterizados por una producción de estrógenos creciente hasta la ovulación y posteriormente una fase lútea con producción de progesterona), mientras que otros son clara- mente anovulatorios (se produce un aumento y una caída de estrógenos sin producción de progesterona). En este período se observan unos niveles de FSH > 25 mUI/mL y progesterona disminuida en la fase lútea respecto a mujeres en edad reproductiva. Algunos ciclos pueden caracterizarse por niveles de estrógenos relativamente altos, mientras que otros son relativamente bajos. La clínica asociada a estos fenómenos incluye sofocos, ingurgitación mamaria, hiperplasia endometrial e hipermenorrea-menorragia. Este aumento de FSH se produce en presencia de concentraciones de estradiol normales o elevadas, lo que ha sugerido la presencia de otras moléculas de control dentro del feedback negativo, como la inhibina. Es difícil predecir cuándo será el último período menstrual, aun- que existen datos que sugieren que las mujeres que experimentan un período de amenorrea de mínimo 3 meses en la perimenopausia pueden esperar el cese definitivo de sus ciclos en los siguientes 4 años. Cuando tiene lugar la última menstruación, el número de folículos ováricos es inferior a 1.000, y pocos años después de la menopausia, puede afirmarse que ya no quedan folículos ováricos. En último tér- mino, se aprecia un incremento de la FSH de 10-20 veces y de la LH de unas 3 veces. Alcanzan una cifra máxima al cabo de 1-3 años de la menopausia, después de lo cual se produce un descenso gradual, pero ligero, de ambas gonadotropinas. Estas concentraciones tan elevadas son pruebas concluyentes de la insuficiencia ovárica. En la posmenopausia, el ovario es de menor tamaño como consecuencia de la depleción folicular y los cambios involutivos, aunque no es ni mucho menos un órgano inactivo. Por un lado, se ha demostrado que, a pesar de la drástica disminución de ovocitos, se pueden encontrar diversos folículos en distintas fases de evolución, y se han descrito fenómenos de «luteinización» de células del estroma, lo que implica que pueden mantener una capacidad de secreción hormonal. Ello explica la aparición esporádica de pérdidas en los primeros años de la menopausia y las sensibles diferencias a nivel clínico entre la meno- pausia quirúrgica y la menopausia natural. Por último, no debemos olvidar el papel ovárico en la producción de hormonas esteroideas a partir de la posmenopausia. En la posmenopausia, el ovario produce fundamentalmente testosterona. También produce androstenodiona, estrona y estradiol, pero en cantidad muy inferior al ovario en edad fértil. Manifestaciones clínicas durante la menopausia La sintomatología varía según el tiempo desde el inicio de la meno- pausia, y existen síntomas de instauración temprana, a medio plazo y a largo plazo. La sintomatología de instauración temprana empieza en la peri- menopausia, tiene su intensidad máxima en torno a la menopausia y, posteriormente, disminuye progresivamente. Afecta con variable intensidad a la gran mayoría de las mujeres: - torios y alteraciones hormonales son responsables del cambio de patrón habitual del ciclo menstrual en estas mujeres. duración y el grado de intensidad son muy variables y dependen de la raza, son influidos por múltiples factores personales, ambientales o sociales, y son más frecuentes e intensos en casos de mujeres con menopausia yatrogénica. La obesidad, el tabaquismo, el sedentaris- mo, el nivel socioeconómico bajo, la raza afroamericana y algunas variantes genéticas se consideran factores de riesgo para experi- mentar sofocos. No se conocen bien los mecanismos subyacentes a los sofocos, pero se hipotetiza una alteración de la función termo- rreguladora a nivel central, inducida por la deprivación estrogénica. Probablemente se inicia en el hipotálamo y evoluciona causando el incremento de la temperatura central, de la piel y de la tasa del metabolismo. - do en muchas mujeres posmenopáusicas, debido al descenso de los niveles hormonales. Además, dos tercios de las mujeres sexualmente activas tras la menopausia refieren dispareunia, debido a la atrofia vaginal, que dificulta las relaciones. - crito un aumento de la prevalencia de cambios de ánimo de las mujeres pre- y perimenopáusicas. La cefalea también es frecuente. Sin embargo, no se ha podido relacionar con el déficit estrogénico. relacionados con el trastorno en el metabolismo de las catecolami- nas, que se produce por la deficiencia estrogénica. La sintomatología de instauración a medio plazo más común incluye las siguientes entidades: hay desarrollo completo de todas las capas celulares del epitelio vaginal. También hay pérdida de colágeno, tejido adiposo, dis- minución de la vascularización y de la secreción. Todo ello implica adelgazamiento y fragilidad de la mucosa vaginal, peor lubricación y alcalinización del pH vaginal. También la mucosa uretral y el trígo- no, aparte de sufrir cambios inducidos por envejecimiento,pierden sus características, debido al déficit estrogénico. Todos estos cambios conducen a la atrofia urogenital, que provoca sequedad y prurito vaginal, dispareunia, disuria, urgencia miccional e incontinencia urinaria. La dispareunia, que en ocasiones cursa con hemorragia poscoital, es consecuencia inevitable de la atrofia vaginal intensa y la escasa lubricación. Se ha demostrado la presencia de receptores de estrógenos en el tracto urinario inferior, en el epitelio escamoso de la uretra y en el trígono. Los estrógenos tienen un papel importante en los mecanismos de continencia. Así pues, con la menopausia, los cambios por la atrofia pueden hacer que la función uretral y vesical pueda verse alterada y, por tanto, aparezcan o se agraven síntomas urinarios, como la urgencia, el aumento de frecuencia miccional y la incontinencia. causa de muerte en mujeres mayores de 55 años, y parece que el hipoestrogenismo tiene un papel. El nivel de estrógenos se ha relacionado tanto con la concentración de lípidos plasmáticos como con la producción endotelial de óxido nítrico, que mejoraba la vasodilatación coronaria. Finalmente, la sintomatología de instauración tardía incluye diversas entidades relacionadas con el hipoestrogenismo prolongado, como: de forma que su déficit se asocia a pérdida de hueso en época de posmenopausia y la predispone a sufrir fracturas por fragilidad. Se Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N X V I CAPÍTULO 240 Enfermedades de las gónadas © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 2023 calcula que alrededor del 55% de las mujeres mayores de 50 años padecen osteoporosis. Las fracturas más habituales en las mujeres posmenopáusicas se localizan en la columna vertebral, la cabeza del fémur, la porción distal del radio y el cúbito (fractura de Colles). menopausia es hasta del 50%, y en ocasiones es incapacitante, afectando a la calidad de vida. de tipo 2 en la población de mujeres posmenopáusicas. Proba- blemente, la pérdida del control intrínseco sobre la glucemia tras la menopausia se debe a la coexistencia del conjunto de varios factores que modifican el nivel de glucosa en la sangre y no sólo al déficit estrogénico: cambio de hábitos dietéticos, estilo de vida que acompaña al envejecimiento y alteración del perfil lipídico, dis- minución de la masa muscular o redistribución de la grasa corporal tras la menopausia. Evaluación y tratamiento de la menopausia El diagnóstico de menopausia en mujeres de más de 45 años se basa en criterios clínicos: cese de ciclos menstruales, sofocos, cambios de humor, insomnio… No es necesaria la medición de los niveles de la FSH en la sangre, pues no ofrece ninguna información adicional. En casos de sospechar un hipertiroidismo, la medición de la TSH sí estaría indicada. En mujeres entre 40 y 45 años con irregularidades menstruales y síntomas climatéricos, se recomienda la valoración endo- crinológica, que estaría indicada en mujeres con oligo/amenorrea secundaria con determinaciones de gonadotropina coriónica (hCG), prolactina, TSH y FSH. Por último, en mujeres menores de 40 años, el cese de las menstruaciones con síntomas sugestivos de menopausia precisa un estudio completo de insuficiencia ovárica precoz. La transición menopáusica es un proceso natural, no una enfer- medad, y, por lo tanto, no todas las mujeres precisarán tratamiento. No obstante, la promoción del estilo de vida saludable y la abstención de hábitos tóxicos deberían ser difundidas entre todas las mujeres menopáusicas que busquen atención médica. Además, se debería reco- mendar, de modo universal, una dieta equilibrada con aporte suficiente de calcio y vitamina D, ejercicio físico regular y, al mismo tiempo, desaconsejar el tabaquismo o el consumo excesivo de alcohol o café. Entre las mujeres con síntomas vasomotores, una parte experimenta molestias leves, que se pueden aliviar con medidas sencillas, como utilización de ropa adecuada, adaptación de la temperatura ambiental, reducción de peso, dejar de fumar y evitar los picantes, entre otras recomendaciones. En caso de no poder controlar los síntomas con estas medidas, existen opciones farmacológicas. El tratamiento hor- monal (TH) es actualmente el método más efectivo para los síntomas vasomotores y las alteraciones del sueño asociadas. La decisión de iniciar un tratamiento para el alivio sintomático debe basarse en la frecuencia, la intensidad y la tolerancia a los sofocos, además de una valoración de riesgo-beneficio y la actitud personal de la paciente ante la menopausia. Por regla general, se recomienda iniciar el tratamiento tempranamente tras la menopausia (o la aparición de los síntomas si es en la perimenopausia) y utilizar la menor dosis que sea eficaz y durante el mínimo tiempo necesario. La clonidina, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y noradrenalina, la gabapentina y los fitoestrógenos son alternativas no hormonales. En pacientes con síndrome genitourinario de la menopausia se suele indicar como primera línea de tratamiento los hidratantes, lubricantes o regeneradores no hormonales del trofismo vaginal. Sin embargo, el manejo etiológico se basa en la aplicación de estrógenos locales. Su uso es seguro en mujeres sanas con útero conservado, ya que la absorción hormonal sistémica es mínima, y todas las presentaciones (geles, tabletas, óvulos, anillos vaginales) han demostrado ser igual de efectivas. Otras opciones incluyen los moduladores selectivos de receptores estrogénicos (SERM) con acción sobre el trofismo vaginal administrados aislados, como el ospemifeno y el lasofoxifeno, o en combinación con conjugados equinos, como el bazedoxifeno, el uso de deshidroepiandrosterona vaginal (prasterona) o tratamientos con láser. También el TH sistémico (THS) mejora el trofismo vaginal. En caso de presentar trastorno del deseo sexual y la excitación, el tratamiento con testosterona exógena o con tibolona mejora muchos aspectos de su disfunción sexual. Para alcanzar el correcto desarrollo de la densidad mineral ósea (DMO) y mantenerlo posteriormente, evitando la osteoporosis, la alimentación debe incluir cantidades adecuadas de calcio, proteínas y vitaminas, evitando una dieta hiperproteica o excesiva en fosfatos. También son importantes el ejercicio físico, la exposición moderada al sol, eliminar el alcohol y el tabaco y reducir la cafeína. En los casos en que la osteoporosis precise tratamiento farmacoló- gico, el TH aumenta la DMO en todas las localizaciones estudiadas y disminuye el riesgo de cualquier fractura incluso en situaciones de masa ósea normal u osteopenia. A pesar de su potencial beneficio en el man- tenimiento de la salud ósea en la mujer menopáusica, el THS presenta una relación riesgo-beneficio desfavorable en edades avanzadas, por lo que no se recomienda en la prevención y/o el tratamiento de primera línea de la osteoporosis, salvo en pacientes más jóvenes con menopau- sia inicial que presenten, además de la osteoporosis, sintomatología climatérica. Como alternativa, existen los SERM, como el raloxifeno o el bazedoxifeno, que modulan la función del receptor estrogénico, induciendo un efecto como agonista en el tejido óseo, cardiovascular y antagonista en el endometrio o el tejido mamario. Los bisfosfonatos están indicados en mujeres con osteoporosis densitométrica (<–2,5 DE) y/o fracturas previas, aunque pueden presentar efectos adversos de intolerancia gastrointestinal y, cuando se usan a largo plazo, de aparición de fracturas atípicas. Cabe considerar el uso de teriparatida (fragmento biológicamente activo de la PTH) y denosumab. Trastornos de la función ováricaAmenorrea La amenorrea no es un síndrome ni un diagnóstico, es la manifestación de múltiples causas. En algunos períodos de la mujer es fisiológica, como en la infancia, el embarazo, el puerperio, la lactancia y la meno- pausia. Sin embargo, si se presenta en otras circunstancias durante el período reproductivo, se considera patológica. Entendemos por amenorrea primaria la ausencia de menstruación a los 14 años con retraso del crecimiento puberal o de desarrollo de los caracteres sexuales secundarios; o bien la ausencia de esta a los 16 años, con independencia del desarrollo y de la aparición de las características sexuales; finalmente, también recibe este nombre cuando transcurren más de 5 años entre la telarquia y la menarquia. Cuando en una mujer que ya ha menstruado se produce la falta de menstruación por un período equivalente a por lo menos tres intervalos del ciclo anterior, o 6 meses de falta del ciclo, se considera una amenorrea secundaria. La fisiología del ciclo menstrual permite identificar varios compar- timentos bien definidos de cuyo funcionamiento adecuado depende la menstruación regular. Lo primero ante una amenorrea será identificar si el trastorno se sitúa en: el aparato genital (primer compartimiento), el ovario (segundo compartimiento), la hipófisis anterior (tercer compartimiento) o el hipotálamo y el sistema nervioso central (cuarto compartimiento). Las principales entidades de cada uno de ellos se desarrollan a continuación. Basados en esta clasificación por compartimentos y en función del momento de aparición de la amenorrea, podemos desa- rrollar un algoritmo diagnóstico (fig. 240-1). Cabe considerar en el diagnóstico diferencial otras causas endo- crinológicas no ováricas de amenorrea: anomalías de la función supra- rrenal (hipofunción o hiperfunción) y anomalías de la función tiroidea (hipo- e hipertiroidismo). Trastornos del aparato genital femenino En el síndrome de Asherman, la amenorrea es fruto de la destrucción del endometrio, generalmente provocada por una cirugía a nivel uterino que provoca la creación de múltiples sinequias intrauterinas (legrado demasiado agresivo, cesárea, miomectomía, metroplastia), que pueden obstruir total o parcialmente la cavidad endometrial, el orificio cervical interno o el canal cervical. La histeroscopia es la prueba diagnóstica de elección, y permite la lisis directa de las adhesiones. Después de la adhesiólisis, se debe utilizar algún método (DIU, sonda de Foley pediátrica intrauterina) para impedir que la cavidad vuelva a sinequiarse. Las alteraciones en la integridad de los conductos müllerianos cursan con amenorrea primaria. Por medio de la exploración se puede descartar la presencia de un himen imperforado, la obliteración del Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 2024 SECCIÓN XVI Endocrinología orificio vaginal y la falta de continuidad de la vagina. Es posible que cérvix o útero estén ausentes o bien que el útero esté presente, pero no la cavidad, o incluso que exista cavidad, pero no endometrio. El problema clínico de la amenorrea por obstrucción es la aparición de un hematocolpos, hematómetra o hemoperitoneo. En estos casos, se debe intentar drenar la colección de sangre desde la parte inferior. La insensibilidad a los andrógenos es otra de las causas, así como déficits enzimáticos de la esteroidogénesis (v. Desarrollo sexual diferente). El síndrome de Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser se caracteriza por la ausencia congénita de útero y vagina, aunque los ovarios están presentes. Puede estar asociado con anomalías urinarias mayores en Algoritmo diagnóstico de las amenorreas. E2: estradiol; FSH: hormona estimulante del folículo; HSG: histerosalpingografía; IOP: insuficiencia ovárica precoz; LH: hormona luteinizante; RM: resonancia magnética nuclear; SOP: síndrome de ovario poliquístico; TC: tomografía computarizada; Test E-G: test estrógenos-gestágenos. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N X V I CAPÍTULO 240 Enfermedades de las gónadas © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 2025 un 15% (ausencia de riñón) y menores en un 40% (sistema colector doble). También puede haber anomalías óseas hasta en un 5% (la fusión de vértebras cervicales es la más frecuente) o anomalías cardíacas. En el agonadismo (síndrome del testículo fantasma o evanescente), los pacientes no presentan órganos sexuales internos y no tienen tras- torno de la esteroidogénesis. Los genitales externos suelen ser ambiguos, pues el embrión tuvo impregnación androgénica antes de la desapari- ción de los testículos. El síndrome de Frasier se caracteriza por neuropatía progresiva, infantilismo sexual, fallo renal y gónadas rudimentarias, en las cuales se puede desarrollar gonadoblastoma. Lo causa una mutación en el gen WT1.11. Trastornos ováricos Los trastornos ováricos pueden deberse a alteraciones en el desarrollo de los mismos o bien a disfunciones de unas gónadas correctamente desarrolladas aparentemente. En el 30%-40% de los casos de ameno- rrea primaria debidos a problemas en el desarrollo de las gónadas se observan unas cintillas anormales; cuando ello ocurre, hablamos de disgenesias gonadales. Con frecuencia, la alteración en la formación gonadal es secundaria a un defecto cromosómico, por lo que habrá que realizar un cariotipo a estas pacientes. Así, podremos agruparlas de acuerdo con los siguientes cariotipos: 45,X (50%), mosaicos (25%) o 46,XX (25%). El síndrome de Turner es la causa de hipogonadismo hipergonadotropo congénito más frecuente. Esta y otras formas de disgenesia gonadal se desarrollan más adelante (v. Desarrollo sexual diferente). El síndrome de Noonan es un desorden autonómico dominante con cariotipo 46,XX, con una incidencia de 1-2.500 nacidos vivos. Está caracterizado por talla baja, enfermedades cardíacas congénitas, genitales externos hipoplásicos y facies distintivas, incluyendo hiper- telorismo, fisuras palpebrales, epicanto y orejas de implantación baja. Se han reportado casos de leucemia mielomonocítica crónica asociada con este síndrome. El síndrome de Vancouver Devriendt es autonómico recesivo y se caracteriza por talla baja, discapacidad intelectual, dismorfismo facial, alopecia, ataxia, extrapiramidalismo y disartria de aparición en la adolescencia con amenorrea primaria. El síndrome del ovario resistente son casos de hipogonadismo que cursan con valores sanguíneos de gonadotropinas elevados y presencia de folículos ováricos aparentemente normales. La biopsia del ovario es el único medio diagnóstico, si bien su utilidad es más que discutible. El estudio histológico demuestra la existencia de folículos y la ausencia de infiltraciones linfocíticas, observadas en las enfermedades autoinmunes. El fallo ovárico precoz (FOP) primario es una entidad que afecta aproximadamente al 1% de las mujeres antes de los 40 años, aunque en mujeres con amenorrea primaria, la prevalencia oscila entre el 10% y el 28%. En la mayoría de los casos, la etiología no se conoce, si bien probablemente se trate de un trastorno genético, con desaparición acelerada de folículos. En estos casos, no es raro detectar anomalías en los cromosomas sexuales. Un fallo ovárico precoz, además, puede ser secundario a un proceso autoinmune o infeccioso, o a irradia- ción o quimioterapia. El 50% de las mujeres con FOP presentan funcionamiento ovárico intermitente, y aproximadamente entreun 10 y un 20% de los casos con cariotipos normales presentan recupe- ración espontánea de la función menstrual, por lo cual no podemos asegurar que estas mujeres permanecerán amenorreicas (y, por lo tanto, estériles) para siempre. La biopsia ovárica no está indicada, y una investigación mínima (estudio inmunitario y evaluación de la actividad ovárico-hipofisaria) es lo conveniente. Debido al riesgo incrementado que presentan estas pacientes de presentar trastornos endocrinos de origen autoinmune, está indicado en estas pacientes realizar controles periódicos de hormonas tiroideas, niveles de cortisol y glucemia en ayunas. Como en otros casos de amenorrea hipoes- trogénica, el tratamiento hormonal está indicado. Sin embargo, por la posibilidad de ovulaciones espontáneas, los anticonceptivos orales son de elección si no se desea un embarazo. El embarazo espontáneo, si bien no es imposible, es altamente improbable, por lo que, frente al deseo de embarazo, debe sugerirse como mejor opción la donación de ovocitos. Trastornos en la hipófisis anterior Los dos tumores hipofisarios más comunes son los adenomas secretores de prolactina y los tumores clínicamente no funcionales. En ocasiones, la sospecha de un tumor hipofisario surge por signos de acromegalia causados por la secreción anómala de GH, o enfermedad de Cushing por exceso de ACTH. La amenorrea y/o la galactorrea pueden preceder a la eventual manifestación clínica de alguno de estos tumores. La mayoría de los adenomas no funcionales segregan FSH (subunidad α), y la amenorrea tiene lugar por la compresión del tallo hipofisario por el tumor y freno al envío de GnRH. Por ello puede observarse un aumento de la prolactina en estas pacientes. La hipofisitis linfocítica es una infiltración autoinmune que puede remedar un tumor hipofisario, y que frecuentemente ocurre en el embarazo o en los 6 meses posteriores al parto. El uso de inmunoterapia del cáncer con inhibidores de los puntos de control o checkpoints ha aumentado la prevalencia de hipofisitis, hasta la fecha muy infrecuente. En el síndrome de la silla turca vacía, el diafragma selar está incom- pleto, lo que permite la extensión del espacio subaracnoideo hacia la fosa hipofisaria. En el 5% de las autopsias que se realizan por cualquier causa, se demuestra una silla vacía, y de estas, el 85% son mujeres. La RM en el estudio de una hiperprolactinemia ha demostrado una incidencia de silla turca vacía en el 4%-16% de las pacientes que presentan amenorrea-galactorrea. El síndrome de Sheehan es secundario a una hemorragia posparto que conduce a infarto y necrosis hipofisaria. Los síntomas de fallo hipofisario aparecen en el posparto inmediato, incluyendo la agalactia y la pérdida de vello en las áreas sexuales. Los déficits de hGH y gonado- trofinas son los más comunes, pero también puede cursar con déficits de ACTH y de TSH. Los déficits de ADH son poco frecuentes. Trastornos del sistema nervioso central Las amenorreas hipotalámicas pueden clasificarse en orgánicas, si las estructuras responsables de la síntesis, la vehiculación o la recepción de gonadotropinas están comprometidas; o funcionales, si son secundarias a un bloqueo del núcleo arcuato (que es el encargado de emitir los pulsos de GnRH) en respuesta a situaciones de estrés, ejercicio físico o alteración de los hábitos alimentarios. Las amenorreas hipotalámicas funcionales son las más frecuentes. Estas pacientes tienen un tras- torno en la secreción pulsátil de GnRH, y el diagnóstico se realiza por exclusión. Esta amenorrea se caracteriza por niveles de normales o bajos de gonadotropinas (FSH menor de 10 mUI/mL), niveles normales de prolactina, imagen normal de la silla turca y test de gestágenos negativo. La anorexia nerviosa provoca una pérdida de peso súbita que puede producir una amenorrea hipogonadotropa. Clínicamente, puede cursar desde un período limitado de amenorrea asociada a una dieta estricta, hasta una enfermedad grave con deterioro potencialmente mortal (la tasa de mortalidad asociada con esta entidad alcanza hasta un 15%). Además de la amenorrea, los signos más comunes que se asocian a la anorexia son estreñimiento agudo, hipotensión, hipotermia, seque- dad de la piel, vello suave en la espalda y los glúteos, bradicardia y edema. Además, el abuso de diuréticos y laxantes puede provocar hipopotasemia. La bulimia es un síndrome que se caracteriza por la ingesta compulsiva de gran cantidad de alimentos, seguida de vómitos autoinducidos. Episodios bulímicos se observan aproximadamente en la mitad de los pacientes con anorexia nerviosa. En las pruebas de laboratorio, hallaremos niveles de FSH y LH bajos, cortisol alto y prolactina normales. Con el aumento de peso, todos los cambios metabólicos se corrigen, y se normaliza el metabolismo. Si bien la secreción de gonadotropinas se puede recuperar con el aumento de peso, el 30% de las pacientes permanecen amenorreicas. Igualmente, el patrón de supresión hipotalámica y amenorrea es frecuente en las atletas, y también en las mujeres que realizan cualquier tipo de actividad que implica esfuerzo físico exagerado. Casi un ter- cio de las corredoras que conservan el ciclo tienen fases lúteas cortas o son anovuladoras. Cuando se inicia el entrenamiento antes de la aparición de la menarquia, esta puede tardar en aparecer hasta 3 años, y la posterior incidencia de trastornos del ciclo es superior. Entre las explicaciones posibles, las más plausibles son el nivel crítico de grasa corporal y el efecto del propio estrés. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 2026 SECCIÓN XVI Endocrinología Los defectos genéticos que cursan con hipogonadismo hipogonado- tropo son poco frecuentes. El síndrome de Kallmann se caracteriza por una secreción deficiente de GnRH que cursa con anosmia o hiposmia. En las mujeres, el tras- torno se caracteriza por amenorrea primaria, falta de desarrollo sexual, bajos niveles de gonadotropinas, cariotipo femenino normal y anosmia. Los ovarios conservan la capacidad de respuesta a las gonadotropinas, y es posible inducir la ovulación con gonadotropinas exógenas. La RM demuestra la hipoplasia o la ausencia de surco y bulbo olfatorio en el encéfalo anterior por un defecto en la migración de los axones olfatorios y las neuronas productoras de GnRH desde la placoda olfatoria de la nariz. Se conocen tres modos de transmisión hereditaria: ligada a X, autosómica dominante y autosómica recesiva. La hipoplasia suprarrenal congénita es un trastorno hereditario liga- do a X que cursa con insuficiencia suprarrenal y, en los sobrevivientes, hipogonadismo hipogonadotropo. El síndrome de Prader-Labhart- Willi se caracteriza por hipotonía prenatal, que causa disminución de movimientos, letargia y reflejos disminuidos en la vida infantil, mien- tras que en la vida adulta persiste la hipotonía con disminución en el tono y la masa muscular, baja estatura, discapacidad intelectual, manos y pies pequeños, y tendencia a la obesidad. El síndrome Laurence- Moon-Biedl se caracteriza por talla baja, retinitis pigmentosa, sordera, paraplejía espástica, polidactilia, sindactilia, obesidad, hipogonadismo y discapacidad intelectual. El síndrome de Fröhlich cursa con talla baja, obesidad y discapacidad intelectual leve, ocasionada por una alteración del área ventromedial del hipotálamo de carácter tumoral. Síndrome del ovario poliquístico Concepto El síndrome del ovario poliquístico (SOP) afecta al 4%-8% de las mujeres en edad reproductiva; sin embargo, en áreas del mediterráneo alcanza el 10%. Es un trastorno endocrino-metabólico, heterogéneo en su presentación clínica, de probable origen genético, influenciado por factores ambientales, como la nutricióny la actividad física. Actualmente, la definición más aceptada, aunque no por ello ajena a controversias, es la elaborada por la ESHRE/ASMR, que se conoce como los criterios de Rotterdam. En este consenso se estableció que el diagnóstico debe realizarse por la presencia de dos de los tres siguientes criterios: 1) oligo- o anovulación; 2) signos clínicos y/o bioquímicos de hiperandrogenismo, y 3) ovarios poliquísticos por ecografía, habiendo excluido previamente otras enfermedades con clínica o laboratorio similar, entre ellas: hiperplasia suprarrenal congénita, hiperprolacti- nemia, síndrome de Cushing y disfunción tiroidea. Cuadro clínico La clínica derivada del hiperandrogenismo en la mujer incluye manifes- taciones cutáneas como el hirsutismo, el acné, la alopecia y la acantosis nigricans, alteraciones del ciclo menstrual en forma de oligomenorrea o amenorrea y anovulación, alteraciones metabólicas, como aumento generalizado de la grasa, y distribución centrípeta de la misma, que se relaciona con la aparición de dislipemias, diabetes y enfermedades cardiovasculares (síndrome X). El hirsutismo se estudia en profundidad en otro capítulo (v. Hirsutis- mo). El acné se evalúa en forma independiente en la cara y la espalda usando la clasificación de leve, moderado y grave, según la cantidad de lesiones y su tipo. La dermatitis seborreica, otra manifestación cutánea hiperandrogénica, se presenta en la cara y en el cuero cabelludo. Final- mente, la hidradenitis supurativa es un absceso crónico que se produce en las zonas con glándulas sudoríparas, como las axilas y los pliegues inguinales. La acantosis nigricans es una lesión hiperpigmentada e hiperqueratósica de la piel, que le da un aspecto aterciopelado, y que aparece en la parte posterior del cuello y en zonas de flexuras, como las axilas. Se suele presentar en pacientes hiperandrogénicas muy obesas, y su presencia tiene relación directa con la resistencia a la insulina. La asociación en numerosos casos de hiperandrogenismo con hipe- rinsulinemia e insulinorresistencia, hiperlipoproteinemia (especial- mente hipertrigliceridemia, hipercolesterolemia, elevación de LDL y disminución de HDL), obesidad central e hipertensión arterial induce un importante incremento del riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares secundarias a la aparición frecuente y precoz de arte- riosclerosis en estas pacientes. Además, se sugiere que las mujeres con hiperandrogenismo presen- tan un incremento del riesgo de desarrollar enfermedad endometrial, incluido el adenocarcinoma de endometrio, lo que se explica fácilmente por la coexistencia de factores de riesgo de esta neoplasia, como la anovulación crónica, el hiperinsulinismo, la obesidad y la hipertensión. Finalmente, aunque sin evidencias consistentes, también se han relacionado los estados hiperandrogénicos con un incremento del riesgo de cáncer de mama. Diagnóstico De las diferentes determinaciones de andrógenos, los dos mejores predictores para el diagnóstico de hiperandrogenemia son el cálculo de Índice de Andrógenos Libres (FAI) y la determinación de la testosterona libre. El FAI se calcula mediante la fórmula: (testosterona total × 3,47/ SHBG) × 100. El valor de la testosterona total se expresa en ng/ml, mientras que el de la SHBG, en nmol/L, por lo que para convertir el valor de testosterona a la expresión en nmol/L debe multiplicarse su valor por la constante 3,47. Se utiliza como valor de corte un resultado ≥ 4,5, y resultados mayores son indicadores de hiperandrogenemia. El hiperandrogenismo secundario al SOP se caracteriza por la elevación de las concentraciones de andrógenos circulantes (testos- terona libre, testosterona total, androstenodiona, DHEA y DHEA-S). El hiperandrogenismo ovárico funcional debe diferenciarse del hiperan- drogenismo suprarrenal, el insulínico y el idiopático. La ecografía permite visualizar la imagen del ovario y es una de las principales pruebas diagnósticas. Sin embargo, imágenes que recuerdan al ovario poliquístico pueden observarse en mujeres asintomáticas e incluso en las que toman contraceptivos orales durante largos períodos de tiempo. El ovario poliquístico por ecografía se establece cuando al menos uno de los dos ovarios tiene un volumen ovárico mayor de 10 cc y/o presenta 12 o más folículos de 2-9 mm de diámetro. Tratamiento En líneas generales, en un hiperandrogenismo ovárico funcional como el SOP, la primera acción debe ser conductual (fig. 240-2). Potenciar el ejercicio, la dieta y la pérdida de peso es clave en el manejo del SOP. Entre un 30%-50% de las pacientes llegan a normalizar el ciclo mediante estas acciones. En segundo lugar, debemos considerar si la paciente tiene o no tiene relaciones sexuales, y si hay deseo gestacional. Igualmente, establecere- mos el tratamiento según presente o no anomalías del ciclo menstrual. En el caso de tratarse de una paciente sin relaciones sexuales y con tras- tornos del ciclo, podemos prescribir gestágenos cíclicos o directamente estroprogestágenos (anticonceptivos orales). En caso de presentar ciclos normales y manifestaciones en exceso de hiperandrogenismo, una opción eficaz son los antiandrógenos (flutamida, acetato de ciproterona, espironolactona…), con la posibilidad de que estos induzcan ataxia menstrual y tengamos que combinarlos o cambiarlos por los anteriores. En pacientes con actividad sexual, se instaurará el tratamiento de acuerdo con su deseo gestacional. Si la paciente desea un embarazo, realizaremos una inducción de la ovulación con citrato de clomifeno o inhibidores de la aromatasa (letrozol) como primera aproximación y gonadotrofinas según el caso (HMG o rFSH). En caso contrario, si la paciente presenta alteración del ciclo menstrual, se prescribirán anticonceptivos orales con acetato de ciproterona o de clormadinona o gestágenos de tercera generación. En caso de presentar ciclos normales, se tratará a la paciente de igual forma a las anteriores o bien se utilizará un antiandrógeno (flutamida, espironolactona) combinado con un anticonceptivo oral para evitar las alteraciones del ciclo y el embarazo. El tratamiento más adecuado para mujeres sin deseo gestacional, ten- gan o no relaciones sexuales y tengan o no trastornos del ciclo, serían los anticonceptivos orales. Su contenido en progestágenos origina anovulación, con la consiguiente supresión de la producción hormonal ovárica y, por tanto, del hiperandrogenismo ovárico; además, aumentan la SHBG, con lo que disminuyen los andrógenos libres, y ciertos gestágenos blo- quean el receptor de los andrógenos (ciproterona) o la 5-α-reductasa (clormadinona), con lo que el nivel de andrógenos activos queda reducido drásticamente y la clínica ligada a los mismos mejora de modo evidente. Además, su contenido en estrógenos estabiliza el ciclo, lo que permite menstruaciones regulares por deprivación. Finalmente, el uso de metformi- na parece recuperarse sobre todo en pacientes con resistencia a la insulina, Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N X V I CAPÍTULO 240 Enfermedades de las gónadas © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 2027 y el drilling ovárico sería un último y controvertido recurso cuando con el uso de gonadotropinas no haya permitido el logro de una gestación. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Baber RJ, Panay N, Fenton A; IMS Writing Group. 2016 IMS Recommen- dations on women’s midlife health and menopause hormone therapy. Climacteric 2016;19(2):109-50. Cano A. Menopause, A comprehensive approach. Cham (Suiza): Springer International Publishing; 2017. Castelo-Branco C. Management of Turner syndrome in adult life and beyond. Maturitas 2014;79(4):471-5.Castelo-Branco C; Cancelo M. Comprehensive clinical management of hirsu- tism. Gynecological Endocrinology 2010;26:484-93. Taylor HS, Pal L. Speroff’s Clinical Gynecologic Endocrinology and Inferti- lity, 9.ª ed. Philadelphia: Wolters Kluwer Health/Lippincott Williams & Wilkins; 2019. ENFERMEDADES DEL TESTÍCULO L. Bassas Arnau Hipogonadismo masculino Concepto La función del testículo debe considerarse en su doble vertiente endo- crina y exocrina en el varón adulto. Su función endocrina principal es la síntesis de testosterona, responsable de múltiples acciones durante la vida fetal, prepuberal y adulta, que condicionan los cambios mor- fológicos y funcionales propios del sexo masculino. A partir de la pubertad, el testículo inicia la producción de gametos masculinos, los espermatozoides. Ambos procesos se desarrollan en el testículo de forma coordinada en una unidad fisiológica e histológica denominada sistema tubulointersticial, formado básicamente por las células de Leydig y el túbulo seminífero. El hipogonadismo se define en el varón como el fracaso de los testículos para producir testosterona y espermatozoides, aunque también se usa el término hipogonadismo para referirse al déficit aislado de testosterona. Su prevalencia y causas varían a lo largo de la vida. En la tabla 240-1 se muestra la clasificación de las principales alteraciones del testículo. En el individuo adulto, el hipogonadismo tiene una prevalencia cercana al 2%, aunque aumenta hasta cerca del 10% en los varones de edad avanzada. El hipogonadismo hipogonado- tropo se presenta en un 0,5% de los varones con esterilidad conyugal (1:5.000 en la población general). Cuadro clínico Las manifestaciones de déficit androgénico condicionan cuadros clí- nicos distintos según aparezcan antes de la época puberal o después de la misma (tabla 240-2). El hipogonadismo se manifiesta, además, por esterilidad. Las alteraciones que afectan predominantemente al túbulo seminífero, sin modificar la producción de andrógenos, pueden manifestarse como esterilidad aislada por espermatogénesis deficiente. El tamaño del pene y la disposición del meato urinario, el desa- rrollo del escroto, la posición, el volumen y la consistencia de los Esquema de opciones terapéuticas para el tratamiento del síndrome de ovario poliquístico (SOP). ACO: anticonceptivos orales; FSH: hormona estimulante del folículo; IMC: índice de masa corporal; REC: recombinante; TRAs: técnicas de reproducción asistida; UP: ultrapura. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 2028 SECCIÓN XVI Endocrinología testículos indicarán el grado de maduración de los genitales externos. Si los testes están en el conducto inguinal, conviene averiguar si pue- den descender al escroto. El volumen testicular en el varón adulto es de 15-20 mL (4-5 cm de longitud). La disminución moderada del tamaño y de la consistencia sugiere reducción del epitelio germinal, mientras que volúmenes inferiores a 10 mL indican hipotrofia global. El examen escrotal debe incluir la palpación de los epidídimos, los conductos deferentes y el plexo venoso espermático. Mediante tacto rectal se explora la próstata, que suele ser pequeña en individuos con hipogonadismo. Diagnóstico Análisis hormonales El diagnóstico de hipogonadismo se realiza a partir de las mani- festaciones clínicas y del perfil de testosterona y gonadotropinas. Los pacientes con fallo testicular primario presentan testosterona baja (< 3,4 ng/mL) y concentraciones elevadas de LH y FSH. El hipogonadismo hipogonadotropo muestra concentraciones séricas bajas de testosterona, junto con LH y FSH también bajas o inapropiadamente normales. Pruebas funcionales endocrinas La prueba de estimulación con GnRH evalúa la reserva funcional hipo- fisaria ante la sospecha de hipogonadismo hipogonadotropo. Cuando existe lesión testicular primaria, suelen observarse marcadas hiperres- puestas a la GnRH. La estimulación con gonadotropina coriónica (HCG) indica la presencia de células de Leydig funcionales y es útil para distinguir la criptorquidia bilateral de la anorquia (o anorquidia) bilateral. Se administran 2.500 UI de HCG por vía intramuscular o s.c. durante 4 días consecutivos y se estudian las concentraciones de testosterona basal y en el día 5. La concentración de testosterona debe aumentar al menos 2,6 ng/mL por encima de la inicial. Clasificación Alteraciones testiculares congénitas Síndrome de Klinefelter Constituye la causa más frecuente de hipogonadismo congénito. Su prevalencia es aproximadamente 1:500 y está causado por una disomía del cromosoma X, que da lugar a un cariotipo 47,XXY en el 80% de los casos. En el resto se pueden observar mosaicos (46,XY/47,XXY) o aneuploidías de mayor grado (48,XXXY). En la mitad de los casos, el TABLA 240-1 Entidad clínica HORMONASa Claves para el diagnósticoLH FSH T Alteración testicular primaria Cromosomopatías (Klinefelter, otras) ↑ ↑ ↓ Cariotipo, hipotrofia testicular Déficits enzimáticos esteroidogénesisb ↑ ↑ ↓ Diferenciación sexual, perfil de los esteroides sexuales Anorquia congénita ↑ ↑ ↓ Prueba de HCG, ecografía, laparoscopia Criptorquidia N, ↑ ↑ N Ecografía, laparoscopia Adquirido (orquitis, torsión, castración, tumores) ↑ ↑ ↓ Antecedentes, exploración física Lesión aislada del túbulo seminífero N ↑ N Seminograma Congénita, idiopática Microdeleciones Yq (AZFa, b, c) Adquirida (irradiación, fármacos gonadotóxicos, varicocele) Antecedentes, Doppler del cordón espermático LH inactiva, resistencia a la LH ↑ N ↓ Bioactividad, unión al receptor, hipoplasia de células de Leydig Resistencia androgénica (formas leves)b ↑ ↑ ↑ Mutaciones del receptor de andrógenos Hipogonadismo secundario ↓ ↓ ↓ Panhipopituitarismo (hipoplasia, tumores) Estimulación de la GnRH, hormonas adenohipófisis, RM hipofisaria Déficit aislado de gonadotropinas Estimulación de la GnRH, RM del bulbo olfatorio, anosmia, gen KAL-1, otros genes candidatos Síndromes multisistémicos específicos Cuadro clínico característico Hiperprolactinemia, prolactinoma Prolactina, RM hipofisaria, fármacos Hipogonadismo mixto N, ↑ N, ↑ ↓ Inicio tardío (senectud) Síntomas sexuales, obesidad, diabetes Enfermedades crónicas, insuficiencia renal crónica, cirrosis hepática, sida Manifestaciones sistémicas, estudios específicos Defectos espermáticos específicos N N N Seminograma Astenozoospermia Función ciliar, microscopia electrónica Teratozoospermia monomórfica Morfología espermática, estudio de genes específicos Anticuerpos antiespermáticos Pruebas de detección (espermatozoides, suero), antecedentes Obstrucciones de la vía seminal N N N Congénitas (agenesia conductos deferentes) Mutaciones en el gen CFTR Adquiridas (postorquitis, epididimitis) Antecedentes, ecografía aConcentraciones en el suero: N: normal; ↑: elevado; ↓: disminuido. bVéase el apartado Desarrollo sexual diferente. FSH: hormona foliculoestimulante; GnRH: gonadorrelina; HCG: gonadotropina coriónica; LH: hormona luteoestimulante; T: testosterona. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N X V I CAPÍTULO 240 Enfermedades de las gónadas © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 2029 cromosoma X supernumerario es de origen paterno, a causa de una falta de disyunción en la primera división meiótica. La anatomía patológica testicular muestra ausencia de epitelio germinal, esclerohialinosis tubu- lar, que se instaura rápidamente en el inicio de la pubertad,e hipertrofia de las células de Leydig por la acción estimuladora de la LH. El cuadro clínico incluye hipotrofia testicular bilateral, ginecomastia, esterilidad y signos de hipoandrogenismo moderado. Las manifes- taciones son menos evidentes en los casos con mosaicismo. Antes de la pubertad, el único dato llamativo es un volumen testicular anormal- mente reducido (inferior a 2 mL). El pene es hipoplásico en la mitad de los pacientes, y se observa criptorquidia en una cuarta parte de ellos. El desarrollo puberal tiene lugar a una edad normal, pero las gonado- tropinas se elevan rápidamente al tiempo que se produce una depleción masiva del epitelio germinal. La testosterona es moderadamente baja o en valores inferiores de la normalidad. Contrariamente al eunucoidismo típico, la braza (envergadura) no suele ser mayor que la talla, pero hay crecimiento excesivo de las extremidades inferiores. Aparece ginecomas- tia bilateral, en parte por elevación del estradiol. La SHBG está elevada por efecto del estradiol, con lo que la testosterona biodisponible se reduce adicionalmente. Existe disminución de la fuerza muscular y tendencia a la osteopenia. Otros caracteres sexuales, como el vello facial o el desarrollo de la próstata, pueden ser variables. A partir de la edad adulta es frecuente la disminución de la libido y la disfunción eréctil. Los individuos con síndrome de Klinefelter suelen ser casi siempre estériles. El seminograma muestra azoospermia con volumen normal, aunque pueden observarse focos de espermatogénesis residual en el testículo que permiten recuperar, mediante biopsia microquirúrgica, algunos espermatozoides con fines reproductivos. Cuando hay mosai- cismo, puede observarse oligozoospermia. Los hombres con síndrome de Klinefelter presentan mayor predis- posición a desarrollar carcinoma mamario y tumores extragonadales mediastínicos de origen germinal. Es común observar un déficit mode- rado del desarrollo intelectual y frecuencia aumentada de trastornos de la personalidad. Estos pacientes pueden presentar otras enfermedades con incidencia más alta que la esperada, como disfunción tiroidea, diabetes mellitus, colelitiasis, úlcera péptica, ceguera para los colores, hernia ingui- nal, prolapso de la válvula mitral, varices y episodios tromboembólicos. El diagnóstico se sospecha por el cuadro clínico y el hallazgo de unos testículos pequeños y de consistencia firme, y se confirma median- te el cariotipo. Se cree que el 65%-75% de los pacientes no llegan a ser diagnosticados nunca. El tratamiento androgénico sustitutivo es recomendable cuando la testosterona es baja, lo que ocurre en la mitad de los afectos. La ginecomastia puede requerir corrección mediante mamoplastia reductora. Otras cromosomopatías gonosómicas La presencia de un fenotipo masculino con una constitución cromo- sómica 46,XX recibe el nombre de inversión sexual. Estos individuos (frecuencia de 1:20.000) presentan testes pequeños, azoospermia y ginecomastia, con testosterona baja o en el límite bajo de la norma- lidad. En el 80% de los casos se detecta una traslocación de la región terminal del cromosoma Yp, que contiene el gen SRY (responsable de la determinación testicular), al cromosoma X durante la meiosis. Otra alteración numérica de los cromosomas sexuales es el síndrome 47,XYY. La fertilidad suele estar conservada, y los gametos maduros tienen una constitución cromosómica normal, aunque en ocasiones hay hipotrofia testicular que afecta a la espermatogénesis. En ciertas revisiones clásicas se ha descrito que el cromosoma Y supernumerario se asocia a un carácter agresivo. Las disgenesias gonadales suelen manifestarse con fenotipo feme- nino o ambiguo, aunque pueden mostrar aspecto masculino (v. Desa- rrollo sexual diferente). Anorquia La anorquia bilateral congénita es una alteración poco común (1:20.000) en la que no se detectan testes escrotales ni intraabdomi- nales. El cariotipo es normal, y en más de la mitad de los casos no se encuentran anomalías de la diferenciación sexual. Las gonadotropi- nas son elevadas ya durante la infancia, y la testosterona es muy baja. A partir de la pubertad, se instaura un cuadro de eunucoidismo en la anorquia bilateral. La estimulación con HCG no produce aumento en la secreción de testosterona, a diferencia de lo que ocurre en la criptorquidia, y las concentraciones de inhibina B y hormona antimü- lleriana son muy bajas. La anorquia congénita se debe a destrucción testicular, probablemente por torsión, durante el período fetal que sigue a la diferenciación sexual, por lo que también recibe el nombre de síndrome de los testículos evanescentes. El diagnóstico diferencial con la criptorquidia debe realizarse mediante ecografía, TC o laparoscopia. Los pacientes con anorquia bilateral se pueden beneficiar de sustitución con testosterona a partir de la edad puberal. Criptorquidia La criptorquidia es una anomalía en la que se interrumpe el descenso nor- mal de los testículos a la bolsa escrotal. Puede presentarse aisladamente o formando parte de diversos síndromes malformativos. Se observa en el 5%-7% de los recién nacidos varones (en el 30% de los prematuros), aunque el descenso se completa al año de vida, de modo que la incidencia a esta edad se acerca al 1%. En contraste, algunos niños con testes intraes- crotales al nacer pueden desarrollar una criptorquidia adquirida durante los primeros años de vida. La ubicación anómala del testículo se acom- paña de lesiones funcionales y ultraestructurales que darán lugar a daño testicular permanente e infertilidad en la vida adulta. El diagnóstico se realiza por exploración física. Los testes se encuentran permanentemente en el canal inguinal, o bien encima del orificio inguinal interno, en el abdomen o el retroperitoneo, y no se pueden palpar. TABLA 240-2 Órgano/función Prepuberal Pospuberal Testículo Volumen < 5 mL Volumen = 15 mL Consistencia variable Consistencia blanda Pene No desarrollado (< 7 cm) Normal Escroto Hipoplásico, no pigmentado Normal Próstata No desarrollada Normal Vello genital Escaso Normal Vello corporal Ausente, falta de entradas temporales Disminuido, crecimiento lento Espermatogénesis Ausente Bloqueo, hipoespermatogénesis Libido, erecciones Disminuidas Disminuidas Orgasmo Anorgasmia Anorgasmia, disorgasmia Eyaculación Aspermia Aspermia, hipospermia Piel Fina, pálida, seca Pálida, seca Sistema vascular — Sofocos, hipersudoración Grasa Distribución femenina Distribución central Hematopoyesis Anemia leve Anemia leve Hueso Proporciones eunucoides, osteoporosis Proporciones normales, osteoporosis Voz Atiplada Varonil Músculo Desarrollo escaso Hipotrofia Cerebro — Astenia, depresión, distimia, trastornos cognitivos y del sueño Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 2030 SECCIÓN XVI Endocrinología La gravedad de la lesión tubular es inversamente proporcional al grado de mal descenso, de forma que los testículos intraabdominales mostrarán esclerosis de los túbulos con aplasia germinal, mientras que los testes ubicados en la región inguinal o en la raíz del escroto pueden conservar cierto grado de espermatogénesis. Las criptorquidias bilate- rales (el 20% del total) tienen peor pronóstico que las unilaterales. Los mecanismos que generan la criptorquidia incluyen factores hormonales, mecánicos, neurológicos, genéticos y posiblemente medioambientales. El origen de las lesiones testiculares asociadas a criptorquidia es con- trovertido. El aumento relativo de temperatura que sufren los testículos criptorquídicos puede explicar la degeneración tubular. Sin embargo, el hallazgo frecuente de lesiones en testes escrotales de individuos con criptorquidia unilateralapoya la posibilidad de un síndrome de dis- genesia testicular, en el que ciertos disruptores endocrinos medioam- bientales actuarían en varones genéticamente predispuestos. El tratamiento de la criptorquidia debe ser precoz, a partir del segundo año de vida. Puede iniciarse con la administración de gona- dotropinas (500-1.000 UI por semana) durante un período de 6-8 semanas. Si este régimen terapéutico no es efectivo, es necesaria la orquidopexia (fijación quirúrgica del testículo) lo antes posible. Los testes criptorquídicos, incluso después de la reubicación escrotal, tienen un riesgo cuatro veces mayor de desarrollar tumores germinales que los testes normales. Si la orquidopexia no es posible, puede considerarse la orquiectomía en los casos unilaterales, con fines preventivos. Alteraciones testiculares adquiridas Orquitis Las inflamaciones del testículo pueden producir atrofia tubular en individuos jóvenes después de la pubertad. La afección testicular por el virus de la parotiditis —orquitis urliana— puede presentarse en el 25% de los casos de paperas pospuberales. En la exploración, uno o ambos testículos pueden aparecer hipotróficos y blandos. Se hallarán concentraciones elevadas de FSH. Las infecciones de la próstata pueden extenderse por vía canalicular y producir orquiepididimitis. La gono- rrea, la tuberculosis, la lepra, la brucelosis, la sífilis y también algunas parasitosis pueden provocar orquitis y lesiones testiculares permanentes. Lesiones del pedículo vascular Los traumatismos escrotales y las torsiones del pedículo vascular son causa de hipogonadismo adquirido. Para prevenir recidivas y afección contralateral debe realizarse la fijación testicular. El varicocele es una de las entidades que más frecuentemente se invocan como causa específica de subfertilidad masculina. La aparición de varices en el plexo espermático interno durante la pubertad se acompaña de hipotrofia testicular ipsilateral y elevación de la LH. La mayoría de los varicoceles clínicamente relevantes se presentan en el lado izquierdo. Además de la exploración física (en bipedestación y con maniobra de Valsalva), la ecografía Doppler bidireccional del plexo espermático interno es útil para detectar los varicoceles. El tratamiento quirúrgico consiste en la ligadura de las venas espermáticas varicosas, y puede prevenir la progresión de la hipotrofia y mejorar el seminograma. Lesiones por agentes tóxicos Las lesiones testiculares por quimioterapia o radioterapia son causa cada vez más frecuente de esterilidad o hipogonadismo. El linfoma de Hodgkin, los tumores testiculares y las leucemias son las enfermedades que con mayor frecuencia afectan a varones jóvenes. La recuperación a largo plazo de la función testicular es desigual según la enfermedad de base y el tipo de tratamiento realizado. Los hombres con tumor testicular sometidos a pautas citostáticas con cisplatino tienen un pronóstico relativamente bueno, con recuperación de la fertilidad a los pocos años, a pesar de haber sufrido orquiectomía unilateral. Los agentes alquilantes producen aplasia germinal en la mayoría de los casos. El efecto tóxico de la ciclofosfamida, el clorambucilo y otros alquilantes depende de la dosis total y de la duración del tratamiento. Las radiaciones ionizantes destruyen las células germinales, efecto que es dependiente de la dosis y parcialmente reversible. El ketoconazol inhibe la síntesis de testosterona y la esteroidogé- nesis suprarrenal. La espironolactona bloquea la esteroidogénesis, la ciproterona bloquea el receptor citoplasmático de los andrógenos, y ambas producen hipogonadismo. La flutamida inhibe la fijación nuclear de los andrógenos, y los inhibidores de la 5-α-reductasa blo- quean la formación de DHT y sus acciones. Las fenotiazinas y la metoclopramida aumentan la secreción de PRL e interfieren en la liberación de FSH y LH. La administración de esteroides anabolizantes puede provocar azoospermia transitoria. El alcohol produce toxicidad testicular directa, tanto sobre la pro- ducción de testosterona como sobre la función tubular. Las drogas opiáceas ocasionan una marcada depresión de la esteroidogénesis al inhibir la pulsatilidad de la LH y otros efectos sobre los mecanismos neuroendocrinos. Diversos agentes ambientales, como insecticidas y compuestos organoclorados, tienen efectos tóxicos para la esperma- togénesis, al igual que ciertos metales, como el cadmio y el boro. El plomo puede afectar crónicamente a la función de las células de Leydig. Enfermedades sistémicas La mayoría de las enfermedades sistémicas graves, así como los epi- sodios de estrés físico agudo, producen un estado de hipogonadismo hipogonadotropo de origen hipotalámico. Los cuadros de quemaduras graves, infarto de miocardio, traumatismos y cirugía mayor ocasionan alteración transitoria de la función gonadal. La duración y la intensidad de esta situación de hipogonadismo están en relación con el curso del proceso de base. La insuficiencia renal crónica, incluso durante el tratamiento con hemodiálisis, produce hipogonadismo por toxicidad directa testicular y por desequilibrio de la regulación neuroendocrina en la secreción de GnRH. La restitución de la función renal mediante trasplante renal normaliza la función testicular. Los pacientes con cirrosis hepática presentan disminución de las concentraciones de testosterona total y libre. La pulsatilidad de la LH suele estar disminuida, y sus concentraciones son proporcionalmente bajas en relación con el déficit androgénico. La esterilidad y la atrofia gonadal son frecuentes en estos enfermos. El síndrome de inmunodeficiencia adquirida se acompaña de hipo- gonadismo de origen variable, aunque predomina el hipogonadismo secundario. Entre las enfermedades endocrinas, el hipertiroidismo aumenta las concentraciones de SHBG y disminuye la testosterona libre. Los estados de tirotoxicosis pueden deprimir completamente la esperma- togénesis. El hipercortisolismo puede inhibir la función testicular a distintos niveles del eje gonadal, de forma reversible. La hiperplasia suprarrenal congénita puede comprometer la función testicular debi- do al exceso de esteroides adrenales en individuos mal controlados. Además, los restos adrenales intratesticulares pueden comprometer adicionalmente la función reproductiva, ocasionar obstrucciones y confundirse con tumores. El hipogonadismo autoinmunitario aparece asociado a otros tras- tornos endocrinos, en el contexto de los síndromes poliendocrinos. Ciertas enfermedades neurológicas pueden acompañarse de alte- raciones testiculares asociadas. Entre ellas cabe destacar la distrofia miotónica y la enfermedad de Kennedy. Déficit androgénico parcial tardío (climaterio masculino) A partir de la quinta década de vida se observa una tendencia al des- censo de la concentración de testosterona total de 1,5% por año. La tendencia es más acusada cuando se miden concentraciones de testosterona libre (un 2%-3% por año), debido a que al mismo tiem- po aumenta la SHBG. Se observa una disminución de la capacidad esteroidogénica de las células de Leydig, junto con una alteración de la regulación neuroendocrina de la LH. A causa de este déficit androgénico parcial mixto, una proporción creciente de hombres presentan al envejecer el denominado hipogonadismo de inicio tardío, caracterizado por testosterona baja y síntomas típicos (v. tabla 240-2). Diversas enfermedades crónicas (diabetes, obesidad, síndrome metabólico, hepatopatías, etc.) pueden contribuir al origen del cuadro o agravarlo. El diagnóstico requiere la presencia de síntomas compatibles y de concentraciones repetidamente bajas de testosterona. Ello entraña cierta dificultad, ya que algunos síntomas son poco específicos, y no está claramente definido qué umbral de testosterona debe considerarse Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para
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