Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
2192 SECCIÓN XVII Enfermedades infecciosas frecuentes en los pacientes con ictericia grave, aunque también pueden verse en las formas anictéricas. El trastorno renal se expresa por pro- teinuria, piuria, cilindruria, hematuria con elevación de las cifras de nitrógeno ureico y creatinina. Excepcionalmente puede desarrollarse un síndrome hemolítico-urémico. Las manifestaciones hemorrágicas aparecen como lesiones purpúricas o como epistaxis, hemoptisis, hemo- rragia gastrointestinal y, con menos frecuencia, como hemorragia subaracnoidea, pulmonar y suprarrenal. La cifra de leucocitos suele ser inferior a 15 × 109/L, aunque en ocasiones, sobre todo en las formas ictéricas, puede llegar a 50× 109/L. Cuando la evolución se prolonga son frecuentes la anemia y la trom- bocitopenia. Asimismo, la VSG está aumentada. Las alteraciones hepáticas se traducen por el patrón de colestasis intrahepática ya des- crito. Es importante cuantificar la elevación de la creatín-fosfocinasa de origen muscular estriado, ya que su aumento es un argumento a favor de la leptospirosis como causa de la ictericia. Las alteraciones renales se hallan siempre presentes. Varían desde alteraciones mínimas del sedimento (leucocituria, hematuria, cilindruria), proteinuria (en general inferior a 1 g/24 h) hasta insuficiencia renal. DIAGNÓSTICO La presentación clínica de la leptospirosis, frecuentemente inespecífica, hace que en un gran número de casos no se alcance el diagnóstico etioló- gico. El factor más importante que se debe tener en cuenta en el diagnós- tico diferencial es la existencia de factores epidemiológicos de riesgo. Durante el período febril o de leptospiremia puede demostrarse la presencia de leptospiras en la sangre y LCR. Durante la fase inmune o de leptospiruria el diagnóstico se basa en la demostración de anticuer- pos en el suero del enfermo (5.°-7.° día de enfermedad). El aislamiento en medios líquidos enriquecidos con ácidos grasos de cadena larga (medio de Ellinghausen-McCullough-Johnson-Harris [EMJH]) y la observación directa en microscopio de campo oscuro son dos métodos clásicos en el diagnóstico de la leptospirosis. Sin embargo, la sensibili- dad de estas técnicas no suele superar el 30%. Si bien la utilidad clínica del aislamiento es cuestionable, su valor epidemiológico es indiscutible, al ser el único método que permitirá conocer los serovares de leptos- pira circulantes en una determinada área geográfica. En la actualidad el diagnóstico de laboratorio se basa en la serología y la amplificación de ácidos nucleicos. La técnica de referencia es la aglutinación micros- cópica con lectura en campo oscuro (MAT), técnica específica de serogrupo que por su complejidad de realización se halla limitada a los centros de referencia. La hemaglutinación indirecta es una buena alternativa a la MAT, con niveles de especificidad y sensibilidad del 94% y 100%, respectivamente. En los últimos años se han desarrollado técnicas específicas de género de enzimoinmunoanálisis de detección de IgM anti-leptospira que posibilitan llegar al diagnóstico en una única muestra de suero. Las técnicas de biología molecular específicas de género, a pesar de no estar estandarizadas, constituyen actualmente el único método precoz de diagnóstico. TRATAMIENTO La mayoría de los autores, a pesar de no existir una clara evidencia, considera útiles los antibióticos si se emplean precozmente; son preferi- bles la penicilina y la doxiciclina. La penicilina G, a la dosis de 6-8 millones de unidades diarias durante 7 días, se ha mostrado útil, incluso en las formas graves y con administración tardía, si bien este hecho aún debe comprobarse. Puede ocurrir una reacción de Jarisch-Herxheimer, que se controla con glucocorticoides. En caso de hipersensibilidad a la penicilina la alternativa es la doxiciclina, a la dosis de 200 mg/día, durante 7 días. El resto de las medidas son sintomáticas. PROFILAXIS Las medidas de lucha contra el reservorio han dado resultados variables. Por el contrario, el cambio en las condiciones ecológicas (drenaje de los terrenos, sustitución de los cultivos, medidas de protección individual, mecanización de la siega y control sanitario de los animales importados), junto con la construcción de establos y edificios a prueba de roedores, han sido más positivos. En los animales domésticos, la vacunación se halla ampliamente extendida. Sin embargo, las vacunas inactivadas utilizadas en la actualidad protegen de la infección pero no evitan el estado de portador. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Adler B, De la Peña Moctezuma A. Leptospira and leptospirosis. Vet Microbiol 2010;140:287-96. Cinco M. New insights into the pathogenicity of leptospires: evasion of host defences. New Microbiol 2010;33:283-92. Vincent AT, Schiettekatte O, Goarant C, Neela VK, Bernet E, Thibaux R, et al. Revisiting the taxonomy and evolution of pathogenicity of the genus Leptospira through the prism of genomics. PLoS Negl Trop Dis 2019;13(5):e007270. Xue F, Yan J, Picardeau M. Evolution and pathogenesis of Leptospira spp: les- sons learned from the genomes. Microbes Infect 2009;11:328-33. Enfermedad de Lyme y otras borreliosis Borrelia spp. son bacterias helicoidales que se tiñen mediante tinciones argénticas y pertenecen al orden de los Spirochaetales. Son causantes de la fiebre recurrente endémica, la fiebre recurrente epidémica y la enfermedad de Lyme. Todas ellas se transmiten por artrópodos vectores (piojos, garrapatas blandas y garrapatas duras). Se han descrito prácticamente en todos los continentes. ENFERMEDAD DE LYME J. C. García-Moncó Concepto La enfermedad, o borreliosis, de Lyme es una zoonosis causada por la espiroqueta Borrelia burgdorferi, y la transmiten las garrapatas del género Ixodes. Su denominación proviene del lugar donde se describió por primera vez en EE. UU. (la población de Lyme, en el estado de Connecticut) a raíz de una epidemia de artritis juvenil. Etiología La enfermedad de Lyme está causada por varias especies de B. burg- dorferi sensu lato (su actual denominación), entre las cuales figuran B. burgdorferi sensu stricto, B. garinii y B. afzelii, las tres especies endémicas en Europa. Con menor frecuencia se encuentran otras especies, que incluyen a B. valaisiana y B. lusitaniae. En Norteamérica, la única especie patogénica para el ser humano es B. burgdorferi sensu stricto, aunque recientemente se ha descrito la presencia de B. bissettii, cuya patogenicidad para el ser humano no está clara. Aunque todas las especies pueden causar cualquiera de los síntomas, se tiende a asociar las manifestaciones neurológicas y dermatológicas Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N X V II CAPÍTULO 267 Enfermedad de Lyme y otras borreliosis © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 2193 con las especies europeas (B. afzelii y B. garinii), mientras que B. burgdorferi sensu stricto, la predominante en EE. UU., tiende a causar artritis, una manifestación menos frecuente en Europa. Estas asociaciones, sin embargo, son objeto de debate y pueden no ser acer- tadas. En España, la primera cepa fue aislada y caracterizada en 1992 por García-Moncó et al. B. burgdorferi es una espiroqueta y presenta, por tanto, una forma helicoidal, alargada, con unas dimensiones de 12-25 µm de largo y 0,2 µm de ancho (fig. 267-1). Su cultivo es difícil y requiere medios especiales, como el de Kelly modificado (medio Barbour-Stoenner- Kelly [BSK]), en el cual se divide cada 12 h o más en condiciones microaerófilas con temperaturas de 33 °C. Las borrelias tienen un cilindro protoplasmático rodeado de una capa de peptidoglucano. El espacio periplásmico, en dondese ubican 10-16 flagelos (endoflagelos o flagelos periplásmicos) que le proporcionan una motilidad en forma de látigo, está, a su vez, envuelto por la membrana externa. La membrana externa contiene lipoproteínas que son antigénicas y proinflamatorias. También tienen glucolípidos dispuestos en vesículas discretas cuya morfología recuerda estas estructuras eucariotas. El genoma de B. burgdorferi es de pequeño tamaño (∼1,5 megabases), y consiste en un único cromosoma lineal y entre 12 y 20 plásmidos. Gran parte de las proteínas de la membrana externa están codificadas por plásmidos, un hecho característico de las borrelias en general. Epidemiología Su distribución es mundial, paralela a la de la garrapata vector, y se ha descrito en todos los continentes excepto en la Antártida, aunque con una mayor distribución en el hemisferio norte. En Europa es particularmente frecuente en Centroeuropa y los países escandinavos, aunque se han registrado casos en la mayoría de los países. Presenta una marcada tendencia a la distribución focal, de modo que coexisten zonas hiperendémicas con otras próximas de baja prevalencia. Se transmite por garrapatas del género Ixodes: I. ricinus en Eurasia, I. persulcatus en Asia, I. scapularis e I. pacificus en Norteamérica. Estas garrapatas, que abundan en zonas templadas y húmedas (humedad relativa superior al 70%), pasan en su ciclo vital por tres estadios: larva y ninfa (fase subadulta) y adulto. En cada uno de los estadios necesitan ingerir sangre (son hematófagas) de un hospedador para mudar a la siguiente fase y continuar su desarrollo. En las fases subadultas se alimentan de pequeños mamíferos (roedores), mientras que en la fase adulta prefieren animales de gran tamaño (ciervos, ovejas, bóvidos y otros). Aunque la hembra adulta puede transmitir la enfermedad, la forma más infecciosa es la ninfa. Las ninfas predominan en primavera y verano, lo que, unido al aumento de las actividades al aire libre, hace que esta sea la época en que la enfermedad se contraiga con más frecuencia. El ser humano es un hospedador casual que se infecta cuando transita por una zona donde hay garrapatas infectadas, pero no actúa como reservorio. Se estima que la garrapata debe estar adherida al menos 24 h para transmitir de forma eficaz la infección, por lo que es importante retirarlas de la piel cuanto antes. Patogenia La espiroqueta es inoculada en la piel tras la picadura, con la que se inicia la enfermedad. Desde ahí puede diseminarse por vía hematógena a órganos distantes y causa daños por mecanismos directos, indirectos o ambos. Como en la sífilis, otra enfermedad causada por una espiro- queta, se ha demostrado una invasión precoz del sistema nervioso que puede ser determinante en el curso posterior de la infección. La capacidad de adherencia poco específica de esta bacteria a diferentes tejidos puede explicar un cierto tropismo por la piel, el sistema nervioso y las articulaciones, en los cuales se puede detectar B. burgdorferi por cultivo (aunque con un bajo rendimiento) o por reacción en cadena de la polimerasa. Por otro lado, en algunos pacientes parece existir una predisposición genética, como la observada en los portadores de diversos haplotipos del HLA, quienes son más sensibles a la artritis crónica y presentan una peor respuesta al tratamiento de la artritis. La artritis recurrente es la norma en pacientes con manifes- taciones tardías, aunque recientemente se ha descrito un síndrome de artritis crónica en un subgrupo de pacientes después de un tratamiento antibiótico adecuado. Cuadro clínico Las manifestaciones clínicas son muy variadas; las más frecuentes son las cutáneas, seguidas de las neurológicas, las articulares y las cardíacas. La enfermedad cursa en diferentes fases o estadios (cuadro 267-1), aunque hay que tener en cuenta que no todos los estadios aparecen siempre y se pueden entremezclar. Aunque la clasificación por estadios es clásica y didáctica, patogénicamente tiene más relevancia considerar una fase de infección localizada en la piel y una diseminada, temprana Imagen de Borrelia burgdorferi en cultivo (microscopia de campo oscuro). • CUADRO 267-1 Infección no diseminada Estadio I (primer mes de infección) Eritema migratorio Cuadro seudogripal Infección diseminada Estadio II (1-4 meses tras el inicio) Afección neurológica Meningitis Neuritis craneal Meningorradiculitis (síndrome de Garin-Bujadoux y Bannwarth) Afección cardíaca Bloqueo auriculoventricular, carditis Otras Iritis, panoftalmitis Artralgias y mialgias Linfocitoma cutis Miositis Estadio III (meses-años tras el inicio) Afección articular Oligoartritis Poliartritis Afección neurológica crónica Polineuropatía axonal Encefalomielitis Encefalopatía crónica Afección cutánea Acrodermatitis crónica atroficans Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 2194 SECCIÓN XVII Enfermedades infecciosas o tardía. La detección y el empleo de antibióticos cada más precoces ha dado lugar a una disminución en la frecuencia de las fases diseminadas de la infección. Así, por ejemplo, la artritis, que inicialmente constituía el cuadro tardío típico en EE. UU., es ahora mucho menos frecuente. Fase localizada aguda (estadio I o cutáneo) Entre 1 y 2 semanas después de la picadura de la garrapata aparece (en un 60%-80% de los casos aproximadamente), en el lugar de la inoculación, una lesión cutánea característica, el eritema migratorio, una lesión eritematosa y creciente que puede adquirir un carácter anular al aclararse en su centro (fig. 267-2). Sus bordes pueden estar algo elevados y no es dolorosa, aunque puede originar prurito local. Aparte de esta descripción clásica, el eritema migratorio puede adoptar diversas formas menos características. Se debe diferenciar de la lesión cutánea propia de la picadura, que es rojiza, de pequeño tamaño y que desaparece en pocos días. Suele tener un diámetro mayor de 5 cm y puede alcanzar gran tamaño; su rápida expansión es una caracterís- tica distintiva y se debe a la diseminación cutánea de las espiroquetas. En los adultos es más frecuente por debajo de la cintura. Debido a que es indolora y al pequeño tamaño de la garrapata (la ninfa es más pequeña que la cabeza de un alfiler), muchos pacientes no recuerdan una picadura previa. El eritema migratorio suele desaparecer en 3-4 semanas, incluso sin tratamiento. En compañía de la lesión cutánea, o unos días más tarde, puede aparecer un cuadro seudogripal, con malestar general, mialgias, cefalea, adenopatías, cansancio, elevación de las transaminasas y febrícula. Puede haber incluso meningismo, aunque en esta fase el LCR suele ser normal. En algunos pacientes aparecen lesiones secundarias similares al eritema migratorio (un hecho más frecuente en EE. UU. que en Europa). Todos estos datos indican ya una diseminación hematógena de la bacteria. Fase diseminada precoz: afectación neurológica y cardiovascular (estadio II) Unas semanas o meses más tarde de la picadura pueden aparecer mani- festaciones neurológicas variadas, sobre todo meningitis, radiculitis y afección de los pares craneales, aisladas o en combinación, y a menudo de curso fluctuante. Aparentemente, las manifestaciones neurológicas son más frecuentes en Europa que en EE. UU. La meningitis cursa con cefalea y un síndrome meníngeo de variable intensidad, y aparece en el LCR una pleocitosis linfocítica (habitual- mente 100-200 células/µL) con aumento moderado de proteínas y normoglucorraquia, así como síntesis intratecal y bandas oligoclonales de IgG. Puede acompañarse, sobre todo en los niños, de papiledema. En ocasiones se asocia a un cierto grado de encefalitis. La radiculitis, que normalmente se acompaña de meningitis(meningorradiculitis o síndrome de Garin-Bujadoux y Bannwarth), es muy característica de esta infección y consiste en un cuadro muy doloroso en las extremidades, habitualmente unilateral y con anomalías en el LCR similares a las descritas previamente. No es raro que los síntomas se confundan al principio con una hernia de disco, por lo doloroso del cuadro. Los síntomas suelen ser fluctuantes y tienden a desaparecer, incluso espontáneamente, en varios meses. La afección de los pares craneales es frecuente, con la parálisis facial como signo más característico (≤ 50% de los casos neurológicos), ya sea unilateral o bilateral. Se acompaña con frecuencia de cambios en el LCR y puede ser la única manifestación de la enfermedad. El resto de los pares se afectan con menor frecuencia. La manifestación cardiológica más frecuente es el bloqueo auricu- loventricular de grado variable. Su pronóstico es bueno, aunque puede requerir un marcapasos transitorio si es completo, por lo que su identi- ficación es importante. En algunos casos puede haber miopericarditis acompañante. En raras ocasiones, en Europa aparece el linfocitoma o linfadenosis benigna cutis, un nódulo violáceo o rojizo indoloro, más frecuente en los niños, y que se localiza en el lóbulo de la oreja o el pezón. También se ha descrito afección ocular, fundamentalmente queratitis, conjuntivitis y uveítis, aunque en estos casos es importante descartar otras causas, como la sífilis. Pueden ocurrir también en fases más avanzadas. Fase diseminada tardía (estadio III) Esta fase aparece meses o incluso años después del inicio de la enferme- dad y en ella aparecen artritis, manifestaciones neurológicas o cutáneas. La artritis es mono- u oligoarticular (el 80% de los pacientes) y afecta a grandes articulaciones, sobre todo a la rodilla. Suele cursar en forma de episodios recurrentes de inflamación que ceden a lo largo de semanas o meses, aunque en el 10%-20% de los casos la evolución es crónica (> 1 año de duración). El líquido sinovial es inflamatorio, con predominio de polinucleares (promedio: 25.000 células/µL), incremento moderado de las proteínas y cifras normales de glucosa. La biopsia sinovial no es específica, y se observa hipertrofia vellosa, depósitos de fibrina e infiltración celular de predominio linfocitario. Ocasionalmente se observan espiroquetas mediante tinción de plata, pero esta técnica no se emplea de rutina. Los pacientes con un HLA DR-4 parecen tener una peor respuesta al tratamiento antibiótico y una mayor tendencia a la cronicidad. Es más frecuente en EE. UU. que en Europa. La lesión cutánea de esta fase, la acrodermatitis crónica atroficans, es infrecuente y prácticamente exclusiva de Europa. Afecta más a las zonas distales de las extremidades y consiste en una infiltración violácea y a menudo edematosa de la piel en forma de placas o nódulos con posterior pérdida de anejos cutáneos, para dejar una piel fina y atrófica con una trama vascular prominente. Las manifestaciones neurológicas tardías son menos frecuentes que las recientes y pueden involucrar al sistema nervioso central (encefalomielitis) o al periférico (neuropatía). La encefalomielitis por Borrelia se describe con más frecuencia en Europa que en EE. UU. y cursa con signos y síntomas de dis- función cerebral y cerebelosa o de la médula espinal en diferentes combinaciones. Su evolución suele ser crónica y progresiva, con una respuesta variable al tratamiento antibiótico. El LCR suele mostrar una pleocitosis linfocitaria moderada y producción intratecal de anticuerpos frente a B. burgdorferi. La RM craneal muestra a menudo lesiones de la sustancia blanca (leucoencefalopatía) inespecíficas en diferentes áreas del sistema nervioso central que a veces desaparecen tras la antibiotico- terapia. La neuropatía puede ser focal, en compañía de la acrodermatitis crónica atroficans, o, más frecuentemente, difusa (polineuropatía). Los síntomas más frecuentes son parestesias distales con escasas anomalías en la exploración física. Los estudios neurofisiológicos (electromio- grafía, conducción nerviosa) revelan datos de daño axonal que pueden mejorar tras el tratamiento. Una cuarta parte de estos pacientes pue- den presentar un síndrome del túnel carpiano asociado. Algunos pacientes desarrollan, incluso tras un tratamiento adecua- do, una fatiga crónica habitualmente asociada a un cuadro depresivo con dificultad de memoria y concentración. Estos síntomas suelen desaparecer a lo largo de meses o años y no hay evidencia de que Eritema migratorio en la pierna. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N X V II CAPÍTULO 267 Enfermedad de Lyme y otras borreliosis © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 2195 formen parte de la enfermedad activa, por lo que no se aconseja un tratamiento antibiótico prolongado, que en algunos casos ha llevado a efectos adversos muy graves e incluso al fallecimiento del paciente. El descubrimiento de otros patógenos en Ixodes spp. en ambos lados del Atlántico ha complicado el cuadro de las enfermedades transmitidas por estas garrapatas. Específicamente, Babesia microti y Anaplasma phagocytophilum son dos patógenos de la sangre transmitidos por estos vectores. El primero es un protozoo que invade los eritrocitos, como también sucede en la malaria, y causa anemia hemolítica. Anaplasma es una bacteria (Rickettsiales) que invade los neutrófilos y causa una infección febril, a veces grave. Ambos patógenos causan enfermedad a pacientes mayores, particularmente inmunodeprimidos. Diagnóstico El cultivo del organismo es complicado y de bajo rendimiento, por lo que carece de utilidad diagnóstica. El diagnóstico ha de basarse en los datos clínicos apoyados por determinadas pruebas serológicas. El ante- cedente de picadura de garrapata o eritema migratorio, patognomónico de esta infección, es de gran utilidad, pero no siempre está presente, como se mencionó previamente. El estudio serológico se basa en la detección de anticuerpos frente a B. burgdorferi, bien mediante inmunofluorescencia o, mejor, mediante enzimoinmunoanálisis (ELISA). A las 3-6 semanas del inicio de la infección aparecen anticuerpos de tipo IgM en la sangre y, posteriormente (entre la cuarta y la octava semanas de la enfer- medad), de clase IgG. Por tanto, es frecuente que en las primeras semanas de la enfermedad, o si ha habido un tratamiento antibiótico precoz, los pacientes sean seronegativos. Por otro lado, el estudio serológico no permite distinguir entre enfermedad activa e infección asintomática. Estudios recientes han descrito el uso de un péptido proveniente de una proteína inmunodominante de B. burgdorferi, denominado C6, que proporciona sensibilidad y especificidad a la serología por ELISA. El inmunoblot (Western blot) posibilita la detección de los anticuer- pos con una sensibilidad similar al ELISA, aunque permite definir hacia qué componentes o antígenos van dirigidos los anticuerpos. Así, se conoce que al principio se producen anticuerpos contra el flagelo y posteriormente contra diversos componentes de la envoltura externa. El flagelo de este microorganismo es compartido con otras bacterias, lo que origina falsos positivos, sobre todo con sífilis. A diferencia de esta, en la enfermedad de Lyme, el VDRL (del inglés Venereal Disease Research Laboratory) suele ser negativo, aunque las pruebas treponé- micas pueden ser positivas a un título bajo. Actualmente se recomienda practicar un inmunoblot como com- plemento del ELISA, así como realizar una serología en fase aguda y convaleciente. La mayor parte de los pacientes con enfermedad de más de 1 mes de evolución han de serseropositivos con presencia de IgG en el suero. Tratamiento Las fases iniciales de la enfermedad (estadios I y II) pueden tratarse ade- cuadamente por vía oral con doxiciclina en dosis de 100 mg dos veces al día durante 3-4 semanas. Se debe evitar en pacientes embarazadas y en niños. Como alternativas, aunque con evidencia más limitada, están la amoxicilina (50 mg/kg de peso al día sin pasar de 2 g/día), la cefuroxima (500 mg cada 12 h vía oral) o los macrólidos (eritromicina). En niños menores de 12 años, la elección es la amoxicilina, y en los pacientes alérgicos a las penicilinas, la doxiciclina, la eritromicina o la cefuroxima. Se recomiendan 3-4 semanas de tratamiento. En el 10%-20% de los casos se observa una reacción de Jarisch-Herxheimer. Para las manifestaciones neurológicas se ha recomendado durante largo tiempo el uso de ceftriaxona (2 g/día), cefotaxima (2 g/8 h) o penicilina G (20 millones U/día) por vía intravenosa, pero diversos estudios europeos apoyan el uso de doxiciclina oral para la meningitis, la parálisis facial o la radiculoneuritis. No existe experiencia suficiente para el tratamiento de la infección parenquimatosa, aunque se reco- mienda el uso de tratamiento intravenoso. Se recomiendan 4 semanas de tratamiento y rara vez está indicado prolongarlo (respuestas incom- pletas), lo cual puede ocasionar efectos adversos graves. La artritis requiere tratamiento prolongado (30-60 días) por vía oral, aunque algunos pacientes (sobre todo HLADR-4 positivos) no responden bien al mismo y pueden requerir una sinoviectomía. El uso de AINE ayuda a controlar el dolor y la inflamación. El papel de los glucocorticoides no está claro, aunque algunos autores recomiendan su uso inicialmente en los casos de bloqueo auriculoventricular completo con insuficiencia cardíaca secundaria. Las picaduras de garrapatas no deben tratarse con antibióticos de forma sistemática, pues el riesgo de adquirir la infección tras una picadura es muy bajo y no lo justifica. El tratamiento de la infección en niños sigue esquemas similares al del adulto, con el ajuste de dosis correspondiente. Profilaxis Se deben tomar medidas de precaución en áreas de alta prevalencia para evitar en lo posible las picaduras de garrapata. En las salidas al campo es aconsejable utilizar ropas de color claro (permiten detectar más fácilmente las garrapatas) y utilizar pantalones largos con el calcetín por fuera. Si se detecta una garrapata adherida a la piel, se debe retirar lo antes posible mediante unas pinzas, acercándose a la piel todo lo posible para extraer la mayor parte de garrapata posible. Se debe recordar que al reducir el tiempo de adhesión a la piel se disminuirá el riesgo de transmisión de la bacteria. Se deben evitar los medios populares, como quemarlas con un cigarrillo, ahogarlas con aceite, etc., pues con estas medidas la garrapata se despega de la piel, pero sus partes bucales permanecen adheridas, con lo que el riesgo de transmisión persiste. En la actualidad no se dispone de una vacuna comercial. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Benach JL, García-Moncó JC. The Worldwide Saga of Lyme Borreliosis. En: Samuels S, Radolf J, eds. Borrelia: Molecular Biology, Host Interaction and Pathogenesis. Norfolk: Caister Academic Press; 2010. p. 7-26. García-Moncó JC, Benach JL. Lyme neuroborreliosis-outcomes, controversy, and polymicrobial infections. Ann Neurol 2019;85:21-31. García-Moncó JC, Benach JL, Coleman JL, Galbe JL, Szczepanski A, Fernández Villar B, et al. Identificación y caracterización de una cepa española de Borrelia burgdorferi. Med Clin (Barc) 1992;98:89-93. Halperin JJ, García-Moncó JC. The human borreliosis: Lyme neuroborreliosis and relapsing fever. En: García-Moncó JC, ed. CNS Infections. A Clinical Approach, 2.ª ed. London: Springer-Verlag; 2018. Halperin JJ, Shapiro ED, Logigian E, Belman AL, Dotevall L, Wormser GP, et al. Practice parameter: treatment of nervous system Lyme disease (an evidence-based review): report of the Quality Standards Subcommittee of the American Academy of Neurology. Neurology 2007;69:91-102. FIEBRE RECURRENTE ENDÉMICA O TRANSMITIDA POR GARRAPATAS J. A. Oteo Revuelta Etiología Está causada por un número creciente (al menos 23) de especies de Borrelia. Estas bacterias tienen habilidad para presentar variaciones espontáneas en sus proteínas de superficie, lo que determina los dife- rentes serotipos. En España, la especie involucrada es Borrelia hispanica. Epidemiología Los vectores son garrapatas blandas (Argasidae), concretamente las del género Ornithodoros. Ocasionalmente se han producido casos de transmisión vertical, transfusional y ocupacional (laboratorio). La fiebre recurrente endémica está presente en Europa, África, América y Asia. En España, la mayoría de los casos se diagnostican en Andalucía, Extremadura y Castilla y León (O. erraticus). No es raro su diagnóstico en inmigrantes procedentes de África (B. crocidurae, B. duttoni), en los que se confunde con paludismo. Su reservorio principal son roedores, y el factor de riesgo para contraer la infección, habitar en casas viejas de madera o cabañas, donde habitan los vectores. Recientemente se ha comunicado la presencia en nuestro medio de B. miyamotoi, Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 2196 SECCIÓN XVII Enfermedades infecciosas perteneciente a las Borrelia spp. del grupo recurrente, pero transmitida por garrapatas duras (I. ricinus). Patogenia Se produce una invasión del torrente sanguíneo por espiroquetas con producción de anticuerpos específicos y liberación de mediadores de inflamación. Las recurrencias se deben a las variaciones antigénicas. Entre los episodios bacteriémicos, las espiroquetas pueden acantonarse en ciertos órganos, especialmente del SNC. Cuadro clínico Comienzo agudo a los 4-14 días de la picadura con fiebre alta, tiritona, cefalea, fotofobia (iritis) y artromialgias. Es frecuente el dolor abdomi- nal y la disminución de las funciones cognitivas. La gravedad del cuadro depende de la especie de Borrelia, del inóculo y del estado previo del paciente. Las manifestaciones neurológicas son frecuentes y abarcan desde coma hasta cuadros de meningitis/meningorradiculitis aséptica con afección de los pares craneales y otras focalidades. La fiebre en el primer episodio suele durar 3 días y, tras un intervalo libre de 7 días, reaparece en intervalos con episodios más cortos y menos intensos. Las hemorragias son frecuentes (epistaxis, hemoptisis, hematemesis, hematuria, petequias), pero casi nunca graves. Se ha descrito neumonía, bronquitis y otitis media. Se puede observar sufusión conjuntival y hepatoesplenomegalia. Puede observarse también exantema (macular, papular, petequial). Los análisis son inespecíficos (anemia, leucocitosis, aumento de las transaminasas, hiperazoemia). B. miyamotoi provoca cuadros febriles autolimitados y, en inmunodeprimidos, fiebre con afectación del SNC. B. miyamotoi provoca fiebre y malestar general con artromialgias. En inmunodeprimidos puede haber afectación del SNC. Esta infección puede coexistir con una enfermedad de Lyme y/o con anaplasmosis humana al compartir vector. Diagnóstico El diagnóstico de certeza requiere el cultivo o la visualización de espiroquetas en la sangre periférica teñida con Giemsa/Wright en un microscopio de campo oscuro o mediante PCR, que permite además identificar la especie. Diagnóstico diferencial Con otras fiebres intermitentes y fundamentalmente con paludismo en pacientes procedentes de zonas endémicas. Cuando existe afección neurológica con otras entidades causantes de meningitis aséptica (viriasis, e. de Lyme). Desde el punto de vista de laboratorio con otras infecciones provocadas con espiroquetascon las que existen reacciones serológicas cruzadas (enfermedad de Lyme, sífilis). Pronóstico Sin tratamiento específico, la mortalidad no supera el 5%. El cuadro se autolimita. Las causas más frecuentes de muerte son miocarditis, hemorragia cerebral y fallo hepático. La fiebre recurrente producida por B. duttoni es causa frecuente de complicaciones en el embarazo, y provoca abortos y muerte neonatal en el África subsahariana. Tratamiento y profilaxis El tratamiento de elección son las tetraciclinas. La administración de 100 mg/12 h p.o. de doxiciclina durante 1 día puede resultar suficiente. No obstante, se recomienda prolongar el tratamiento durante 5-10 días por ser frecuentes las recidivas. La alternativa es eritromicina 500 mg/6 h p.o. En el caso de afectación del SNC se recomienda ceftriaxona 1-2 g/24 h al menos durante 14 días. A las 2 h de ins- taurar el tratamiento es muy frecuente la aparición de una reacción de Jarisch-Herxheimer (fiebre, taquicardia, taquipnea e hipotensión), que no es prevenible mediante la administración de glucocorticoides y sí mediante anti-TNF-α. Para la profilaxis se recomienda higienizar las zonas en las que se convive con garrapatas blandas (tapar rendijas, cementar suelos, utilizar insecticidas). El uso de repelentes en la ropa durante la noche puede disminuir el riesgo. Si se constatan picaduras, se pueden administrar tetraciclinas como quimioprofilaxis. El tratamiento de la infección por B. miyamotoi es doxiciclina oral, o ceftriaxona en el caso de afección del SNC en la misma pauta que una enfermedad de Lyme. FIEBRE RECURRENTE EPIDÉMICA URBANA O TRANSMITIDA POR PIOJOS El agente causal es B. recurrentis, y su vector, el piojo corporal Pediculus humanus corporis. Epidemiología En épocas de penuria y guerra, en los que la población estaba altamente parasitada por piojos del cuerpo, se produjeron grandes epidemias en Eurasia y África. Actualmente, la enfermedad sólo se comunica en algunos países de África, y en la zona andina de Sudamérica. Existen casos en Europa asociados a vagabundos y en campos de refugiados. La infección se produce al aplastar el piojo (prurito y rascado) contra la piel penetrando la espiroqueta por las excoriaciones de la misma, ya que B. recurrentis no se encuentra en la saliva ni en las heces del piojo. Los humanos somos los únicos reservorios. Patogenia Es similar a la fiebre recurrente endémica. En los episodios bacteriémi- cos, las espiroquetas pueden acantonarse en ciertos órganos o sistemas, especialmente en el SNC. Cuadro clínico Es similar al provocado por las garrapatas blandas, si bien las manifes- taciones clínicas y las complicaciones suelen ser más graves. El período de incubación puede ser más prolongado, los períodos de fiebre e intervalos afebriles más largos, y se producen menos episodios de re- cidiva que en la transmitida por garrapatas. Diagnóstico y diagnóstico diferencial Un ambiente epidemiológico adecuado, incluidos desastres naturales, campos de refugiados, guerras, en el que exista alta parasitación por piojos y la clínica de brotes febriles son las claves de sospecha. El diagnóstico de laboratorio es similar al de la fiebre recurrente endémica. Pronóstico Sin tratamiento, la mortalidad puede llegar al 40%. La reacción de Jarisch-Herxheimer es más frecuente y más grave que en la fiebre recu- rrente transmitida por garrapatas, y puede ser causa de mortalidad. Tratamiento y profilaxis El tratamiento de elección es la doxiciclina en unidosis de 100 mg p.o. La alternativa es la eritromicina. El cambio de ropa interior con frecuencia y la higiene personal evitan la parasitación del piojo, ya que estos viven en los pliegues y costuras de las ropas y necesitan calor corporal para sobrevivir. En caso de afección neurológica se procederá igual que en la fiebre recurrente endémica. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Brouqui P, Raoult D. Arthropod-borne diseases in homeless. Ann N Y Acad Sci 2006;1078:223-35. Palamar AM, Portillo A, Santibáñez P, Santibáñez S, Oteo JA. Borrelia miyamo- toi: ¿un patógeno a tener en cuenta en el diagnóstico de las enfermedades transmitidas por garrapatas en España? Enferm Infecc Microbiol Clin 2018;36:568-71. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org Push Button0:
Compartir