Logo Studenta

T P 4 Kindgard, A La industria jujeña entre la crisis del 30 y los años de Perón

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Kindgard, Adriana: “La industria jujeña entre la crisis del ’30 y los años de Perón. Realidades, actores y 
políticas públicas”, en Liliana Bergesio y Laura Golovanevsky (comps.): Industria y Sociedad. El sector 
manufacturero en Jujuy y Argentina. Jujuy, EdiUNJu, 2012. 
 
 
LA INDUSTRIA JUJEÑA ENTRE LA CRISIS DE 1930 Y LOS AÑOS DE PERÓN. 
REALIDADES, ACTORES Y POLÍTICAS PÚBLICAS 
 
Adriana Kindgard 
 
“Dentro de nuestra incipiente vida económica social, no estamos preparados para atenuar 
el avance de la crisis, y acaso tardíamente, los poderes públicos se afanan por una completa 
renovación de su engranaje económico”1, decía en 1932 el Ministro de Hacienda de la Provincia 
de Jujuy, Pedro Campos, aludiendo a aquella verdadera “obra de ingeniería institucional” 
(Sidicaro, 1995, p. 305) orientada a regular la economía, que se consolidó durante la presidencia 
del general Agustín P. Justo para profundizarse luego, tras la llegada del peronismo al poder. En 
qué medida y en qué aspectos la realidad del sector manufacturero jujeño cambió –coadyuvando 
a dejar atrás el carácter “incipiente” de la economía provincial- a partir de gobiernos que hicieron 
del proceso de sustitución de importaciones un eje central de la estrategia destinada a superar los 
efectos de la crisis mundial, en un caso, y de una política de desarrollo nacional, en el otro, es lo 
que se pretende tematizar en el presente trabajo, indagando en torno a las complejas formas que 
suele asumir la conjunción de contextos nacionales y locales. 
 
El sector manufacturero jujeño en tiempos de crisis e intervencionismo estatal 
 
 En 1935, el gobierno nacional dispuso el levantamiento de un Censo Industrial. Como es 
sabido, la política económica de esos años estuvo fuertemente condicionada por las presiones 
derivadas del posicionamiento del país en la escena internacional, signada por la gran crisis que 
puso de manifiesto -en toda su crudeza- el agotamiento del modelo agroexportador. El sector 
industrial pasaría a ocupar pronto un lugar de privilegio en la agenda oficial, dándose un 
importante impulso a la llamada sustitución de importaciones. 
1 Archivo Histórico de la Legislatura Provincial (AHLP), Sesión del 22 de setiembre de 1932. 
 
El relevamiento censal mostró que en Jujuy funcionaban 194 establecimientos 
industriales.2 Prácticamente la mitad de ellos -96- se dedicaban a la elaboración de “substancias 
alimenticias, bebidas y tabaco”, proporcionando trabajo a 1.011 obreros y a 196 empleados. En 
este rubro se incluían desde los tres grandes ingenios azucareros del oriente provincial, hasta la 
única usina láctea -de Pablo Tramontini- en la ciudad capital y la “Manufactura Tabacalera La 
Jujeña” de Luis Canetti en San Pedro de Jujuy,3 además de las 58 bodegas carmeneses y las 15 
panaderías distribuidas por la provincia. El rubro “productos forestales y sus manufacturas” –que 
incluía aserraderos, curtiembres, fabricación de valijas y baúles, escobas, cepillos, etc.- 
movilizaba un total de 312 obreros, existiendo 21 centros productivos. En los 4 establecimientos 
que elaboraban productos químicos y farmacéuticos, aceites y pinturas, trabajaban 118 personas. 
Las empresas dedicadas a la explotación de yacimientos y minas en los departamentos norteños 
ocupaban a más de 500 obreros y a unos 70 empleados. También se consideraban parte del 
sector industrial los 18 talleres para reparación de maquinaria y vehículos con sus 133 
trabajadores. Completaban el cuadro las 12 imprentas que empleaban a 74 obreros, las 6 usinas 
eléctricas que daban empleo a otros 40, los 18 obreros ocupados en la elaboración de cerámicas, 
y una docena de personas dedicadas a la manufactura textil. 
He aquí el panorama industrial jujeño en tiempos en que la situación económica general 
de la provincia se revelaba crítica. El Ministro de Hacienda, Pedro Campos, señalaba en 1932 
que “Jujuy, no obstante sus riquezas naturales, no ha podido escapar a los efectos alarmantes de 
una crisis sin precedentes […] la limitación de las actividades agropecuarias e industriales han 
derivado en una crisis que adquiere cada día caracteres más pronunciados de un verdadero 
desastre”.4 
Necesitado de recursos financieros, el Estado central había dispuesto la unificación de los 
impuestos internos al consumo y a la producción. El gobierno jujeño adhirió a la respectiva ley 
nacional, que comenzó a regir en 1935. No obstante el inmediato alivio que pareció reportar a las 
arcas estatales, esta reforma tributaria impactaría negativamente en algunos sectores económicos 
2 De acuerdo a los criterios que regían los censos industriales oficiales, se incluyeron sólo las industrias netamente 
extractivas o manufactureras. Atendiendo a requerimientos del cálculo estadístico, el Censo agrupaba bajo un mismo 
rubro a establecimientos dedicados a ramos de industrias que, si bien semejantes, presentaban a veces diferencias 
considerables en cuanto a la gama de productos elaborados, efectuando de este modo una operación de 
homogeneización que inevitablemente ocultaba la diversidad de situaciones reales (Censo Industrial de 1935). 
3 Los cigarrillos “Chañi” se fabricaban en el establecimiento ubicado en las calles Alberdi y Aristóbulo del Valle, 
donde trabajaban 19 obreros (diez eran mujeres encargadas de empaquetar el producto, cuyas edades oscilaban entre 
los 18 y los 30 años). Entre enero y julio de 1934 se fabricaron 24.150 paquetes de cigarrillos: 17.769 se colocaron 
en el mercado jujeño, 4109 en el salteño y 2272 en el tucumano. El precio mayorista del paquete era de $0,10 
(Ministerio de Gobierno, 29 de agosto de 1934). 
4 AHLP, Sesión del 22 de septiembre de 1932. 
 
de la provincia, resaltando el caso de la producción vitivinícola. Sólo la consolidación financiera 
alcanzada por la industria azucarera en la etapa previa le permitiría, por su parte, sortear con 
mayor fortuna los efectos negativos de la nueva coyuntura. 
 
 
Una mirada por sectores: las agroindustrias y la explotación minera 
La región llamada de los Pericos, en el departamento de El Carmen, era la zona viñatera 
por excelencia. Allí se producía el “vino monterrico” –de consumo local- protegido hasta la 
víspera por un impuesto provincial de quince centavos aplicado a los vinos de otras provincias. 
En el nuevo contexto abierto los viñateros carmenses “por imperio de la unificación de los 
impuestos, se han visto de golpe en una situación desesperante y, casi diría, de verdadera 
bancarrota. Es por demás sabida la crisis que hoy reina. La unificación de impuestos no ha sido 
una solución”.5 La situación había llevado en lo inmediato a los agricultores de El Carmen a 
reorientar esfuerzos hacia la plantación en gran escala de naranjas, con la perspectiva de hallar 
salida en los principales centros de consumo del país. Tales expectativas se habían visto al cabo 
frustradas por los tratados firmados con países extranjeros, que otorgaban a éstos facilidades y 
privilegios para la introducción del cítrico.6 En tales circunstancias –y mediando gestiones de la 
representación parlamentaria jujeña- el Ministerio de Agricultura de la Nación designaba un 
técnico para realizar en el distrito de Monte Rico la primera experimentación de cultivo de 
tabacos finos, del tipo virginia. Los buenos resultados obtenidos decidieron al gobierno 
nacional a instalar en la zona una Estación Experimental y a las autoridades provinciales a 
emprender una campaña de fomento. Del éxito de la misma, dan cuenta las siguientes cifras: 
en la temporada 1938/39 se obtuvieron 7.770 kilos de tabaco; en 1939/40 se cosecharon 
18.500 kilos y en 1940/41 la cantidad (28.800 kg.) casi cuadruplicaba los resultados iniciales.7 
De todos modos, todavía a principios de la década del ‘40 se dejaban oír las voces de 
reclamo a los poderes centrales en arasde una solución al problema vitivinícola: “Todo un 
departamento de la Provincia ha vivido hasta la unificación de los impuestos internos de la 
producción vitivinícola. El error de concepto de equiparar el vino “Monterrico” a los demás 
vinos, ha matado esa industria y colocado en situación desesperante a todos los pobladores y 
terratenientes”; enmendar el desacierto –se decía- “es cosa sencilla a la vez que la salvación 
5 AHLP, Sesión del 18 de julio de 1939, Diputado Emilio Navea (Partido Popular). Para un análisis detallado de 
esta cuestión remitimos a López Rita (2000). 
6 Diario “Zapla”, 15 de junio de 1943. 
7 Ibíd. 
 
económica de muchos hogares, hoy al borde de la ruina”.8 Pero el rumbo de los procesos de 
transformación desatados en la región era ya irreversible. En 1941/42 se obtenían 52.107 kilos de 
tabaco, triplicándose casi la cifra en la siguiente cosecha (136 mil kilos) alcanzándose, por 
añadidura, una cotización “jamás obtenida en ninguna otra zona tabacalera argentina”.9 
Mención aparte merece, al evaluar la coyuntura crítica que atravesó la economía jujeña 
en los años previos al advenimiento del peronismo, el sector azucarero. Un rasgo característico 
de la estructura económico-social de la provincia lo constituía la gran concentración de la riqueza 
en torno a la actividad de los ingenios, cuya producción había proporcionado la base de la 
integración de Jujuy al mercado nacional capitalista. La década de 1920 significó para las 
provincias del norte el afianzamiento definitivo de la producción de la agroindustria en gran 
escala, habiéndose conformado complejos industriales con gran integración vertical. En 1930, sin 
embargo, los beneficios no habían llegado a cubrir los costos de producción, agravándose la 
situación al año siguiente. A fines de 1931 los industriales de las provincias azucareras llegaban a 
un acuerdo sobre el establecimiento de límites a la producción de cada ingenio y la adjudicación 
de cuotas de venta para impedir que se volcara al mercado un volumen mayor al consumo 
nacional. El paso decisivo en la regulación del sector fue dado a fines de 1938, con la creación de 
la Junta Reguladora de la Industria Azucarera. De cualquier modo, en vísperas de los grandes 
cambios que la etapa abierta a mediados de 1943 traería aparejados, los establecimientos 
azucareros jujeños gozaban de una sólida situación. El ingenio Ledesma era el complejo 
agroindustrial más importante de la provincia y uno de los principales del país. Junto a éste, los 
ingenios La Esperanza, Río Grande y –a partir de principios de la década de 1940- el ingenio San 
Andrés, completaban el cuadro del sector azucarero jujeño. En general, las inversiones de capital 
no vinculadas directamente a la actividad azucarera que estas Compañías realizaban en las 
regiones donde se emplazaban sus ingenios, estaban enmarcadas en un sistema productivo que 
tendía a la autosuficiencia. Este era particularmente el caso de la explotación ganadera, destinada 
a abastecer de carne a las proveedurías, y de la explotación de bosques que proporcionaba la 
madera a los aserraderos locales. 
La tercera de las agroindustrias que es menester aquí mencionar es, justamente, la 
vinculada con la explotación forestal, cuya importancia relativa no era desdeñable de cara al 
panorama económico provincial. Hacia 1943, 31 firmas dedicadas a este rubro figuraban en los 
8 Periódico “El Comercio de Jujuy”, 15 de junio de 1941. Discurso del Dr. Héctor María González Llamazares, 
asesor letrado del Centro Comercial e Industrial de Jujuy, en la cena ofrecida por la institución al Dr. Carlos Alberto 
Erro, Subsecretario del Ministerio de Agricultura de la Nación. 
9 Diario “Zapla”, 15 de junio de 1943. Mientras en otras áreas se habían obtenido precios máximos de $15 los diez 
kilos, por los de Perico del Carmen –se informaba- se habían pagado en 1043 entre $16,50 y $24,50.0 
 
registros del Banco Hipotecario Nacional, por haber tramitado créditos en la entidad, estando la 
mayoría de las explotaciones (18) ubicadas en el departamento de El Carmen, con superficies 
que variaban desde las 78 hectáreas de “Dermidio Arancibia e Hijos” en el distrito de Chucupal 
hasta las 10.511 hectáreas de Hortensia y Julio Campero.10 Los Valles Subtropicales –zona de 
ricas y variadas especies maderables- llevaban la delantera en cuanto a la dimensión de las 
propiedades, sobresaliendo el caso de la empresa de “Cornejo Isasmendi, Cornejo Arias y 
Figueroa” en el departamento de San Pedro (31.077 hectáreas). En 1942 se constituyó la firma 
“Luis Zannier e Hijos”, razón social con aserradero y asiento administrativo en Yuto, que 
tenía en arriendo 30.000 hectáreas cubiertas con bosques forestales muy ricos en maderas 
típicas del norte argentino: cedro, lapacho, quina, roble, palo blanco y otras variedades 
regionales, especializándose en su manufacturación.11 En la finca “Vinalito” (56.000 
hectáreas en el departamento de Santa Bárbara) “La Jujeña S. A. Industrial, Forestal y 
Ganadera” explotaba desde 1936 el quebracho para la producción de tanino. Como 
señaláramos, las Compañías azucareras incluían la explotación de bosques entre sus 
actividades. El Ingenio Río Grande S.A. poseía 14.688 hectáreas en La Mendieta, abonando 
en 1943 al fisco provincial la suma de $490,55 sobre 353.089 toneladas en concepto de 
impuesto a las maderas.12 Había, por lo demás, fincas dedicadas a la explotación forestal en 
los distritos de Río Blanco, Palpalá, Zapla. En 1932, Pablo Tramontini adquirió la Estancia 
“El Brete” de 6.000 hectáreas para explotar sus bosques, instalando un aserradero en la ciudad 
de Jujuy. También en zonas aledañas a ésta había fincas orientadas a la explotación maderera. 
Según los registros oficiales, la explotación forestal global en la provincia había alcanzado en 
el año 1943 la cifra de 30.352,544 toneladas de madera.13 Parte importante de esta producción 
se destinaba a mercados extra provinciales, pero otra daba vida a una cantidad de aserraderos 
y fábricas de muebles instalados en los principales centros de población. 
En cuanto a la industria extractiva, durante la década de 1930 se producirían importantes 
cambios en la estructura productiva de las tierras altas jujeñas, con la irrupción de la gran 
minería. Hasta entonces las explotaciones más importantes habían estado en manos de la 
empresa norteamericana National Lead Company, productora de plomo en los yacimientos de 
10 Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy (AHPJ), Expediente Nº 83, 2 de diciembre de 1943. Los créditos 
hipotecarios eran los únicos que en la época podían otorgarse a largos plazos. 
11 Diario “El Intransigente”, 10 de septiembre de 1946. 
12 Ibíd. 
13 Se trataba de 11.812,918 toneladas (ton.) de cedro; 447,149 ton. de roble; 348,61 ton. de curupay, 2.916,257 
ton. de palo blanco; 469,679 ton. de nogal; 952,973 ton. de tipa, 6.029,662 ton. de quina y 7.375,296 ton. de 
otras maderas. AHPJ, Expediente Nº 83, 2 de diciembre de 1943. 
 
Pumahuasi, Sol de Mayo, La Bélgica, La Pulpera y Cangrejillos. En 1933 se constituyó la firma 
Pirquitas, Picchetti y Cía, para explotar estaño en los yacimientos aluvionales y de veta en el 
lugar denominado “Puerta de Pircas”, en el distrito de Coyaguaima (departamento de 
Rinconada), distante a 120 km. de la Estación Abra Pampa del ferrocarril.14 El grupo Pirquitas 
levantaría hacia finales de la década una importante planta de concentración por gravedad y 
flotación para el tratamiento del estaño y la plata, llegando a ser por sus dimensiones una de las 
principales del país. 
Por su parte, El Aguilar –rico yacimiento, de plomo, zinc y plata en la sierra del mismo 
nombre (departamento de Humahuaca casi al límite con Cochinoca)- comenzó a ser explotado en 
1936 por la National Lead's.15Con la incorporación de moderna tecnología, se instaló por 
primera vez en la provincia la técnica de flotación para separar los minerales de zinc y plomo, 
obteniendo concentrados de alto rendimiento. La concentración del mineral se hacía en el mismo 
yacimiento, distante unos 50 km. de la Estación de Tres Cruces del ferrocarril, que era el punto 
de embarque. 
 En 1939 se descubría en las serranías de Zapla un yacimiento de hierro, hallazgo que se 
denunciaba en marzo de 1941 ante el Ministerio de Ejército. Ese año un decreto del Ejecutivo 
nacional prohibía la exportación de minerales, creando una difícil situación al sector en Jujuy, 
particularmente a la Compañía Pirquitas cuya producción acusaba por entonces un rinde medio 
de 120 a 150 toneladas mensuales de estaño puro, alcanzando el consumo nacional a absorber 
sólo un 20% o un 30% de la misma.16 El Centro Comercial e Industrial de Jujuy dedicaba el 
primer número de su periódico quincenal a denunciar esta realidad que “agudiza el problema de 
la desocupación”.17 
 
14 Los socios propietarios de Mina Pirquitas eran Alberto Picchetti, Andrés Galinsky, Arturo Pérez Alisedo y los 
hermanos Walter y Stephen Leach. 
15 Los trabajos de exploración en la sierra Aguilar, a cargo de los socios de la firma “La Plomífera”, habían 
comenzado en enero de 1926, extrayéndose en mayo de ese año 60 toneladas de mineral. Debido a la falta de la 
tecnología adecuada para separar el plomo del zinc, los derechos sobre el yacimiento fueron finalmente vendidos 
a la firma St. Joseph Lead Co. de Nueva Cork (Periódico “La Cumbre”, N° 3, El Aguilar, noviembre de 1965). 
16 Periódico “El Comercio de Jujuy”, Jujuy, 15 de marzo de 1941. Los poderes públicos provinciales bregaban 
ante el Ministerio de Agricultura de la Nación por una medida de excepción que posibilitara la salida del 
mineral. En la nota elevada por el gobernador Raúl Bertrés, se aducía que “de los 5.000 obreros que 
habitualmente trabajaban en los yacimientos de Pirquitas y Aguilar, apenas quedan hoy en actividad 1.500, a 
causa de que estas empresas se han visto obligadas a paralizar parcialmente sus actividades por efecto de los 
inconvenientes de exportación” (Ibíd.). 
17 Medio año más tarde, el mismo periódico advertía: “Por efecto de un decreto del Ejecutivo Nacional el plomo 
que se extrae en la provincia se mantiene estancado, sin poder exportárselo […] las compañías mineras han 
disminuido sus labores, viéndose obligadas a prescindir de cientos y cientos de obreros” (Ibíd., 15 de octubre de 
1941). 
 
Panorama al doblar la década 
Al comparar la información del Censo Industrial de 1935 con los datos estadísticos de 
los organismos oficiales nacionales correspondientes a los años 1937 y 1939, se observa que 
en la provincia de Jujuy los establecimientos industriales existentes pasaron de los 194 
registrados en el Censo de 1935 a 227 en 1937 y a 244 en 1939, y el contingente de obreros 
más que se duplicó en cuatro años, pasando de los 2.955 trabajadores de 1935, a 4.964 en 
1937, y a 6.059 en 1939.18 Sin embargo la evolución de estas cifras que, a un nivel macro, 
parecieran referir a un proceso de crecimiento económico, ocultan la realidad que emerge de 
una lectura más matizada del contexto histórico. 
Las buenas perspectivas abiertas a partir del hallazgo del gran yacimiento de hierro en 
territorio provincial contrastaban con la difícil realidad económica y social que enfrentaban 
los jujeños: desocupación, carestía y “la angustia ambiente que detiene la evolución comercial 
de la provincia”.19 Y es que: “Sin población local que asegure el consumo o la 
industrialización de sus productos, Jujuy sólo tiene un medio para trasladar su producción a 
los centros de consumo o industrialización: los Ferrocarriles del Estado”. Lejos de constituir 
una obra de fomento para la región, éstos aplicaban “tarifas inconsultas, tan elevadas y 
desproporcionadas con los beneficios que brinda al productor que hace imposible obtener la 
retribución mínima que corresponde al esfuerzo de proporcionar al país la materia prima 
propia, que en el Sud, se ve desalojada por la competencia extranjera”.20 Un año y medio más 
tarde continuaban los reclamos en el mismo sentido: “Y así se da el caso de los obrajeros 
norteños que deberían tener hoy grandes ventas de maderas, deben suspender sus actividades 
porque no hay vagones o porque aún llega más barata de Buenos Aires –por ejemplo- la 
madera paraguaya que la nuestra”.21 
A principios de 1941, el gobernador radical Raúl Bertrés aludía al pasado “año de 
innegable angustia económica” y explicaba que “no fue posible a mi gobierno encarar 
problemas de orden financiero y social, tales como la lucha contra la desocupación […] y 
otros problemas tendientes a la despauperización de las clases trabajadoras”.22 A mediados de 
18 Anuario Geográfico Argentino (1942). No se dispone, en estos casos, de cifras discriminadas por 
departamento, pero vale una observación sobre la representatividad de estos números en relación a los 
trabajadores azucareros ya que la fecha de realización de ambos relevamientos censales (31de diciembre) no 
coincide con épocas de zafra. 
19 Periódico “El Comercio de Jujuy”, 15 de junio de 1941. 
20 Ibíd. 
21 “El estancamiento del Norte” (Periódico “El Comercio de Jujuy”, 31 de diciembre de 1942). 
22 AHLP, Mensaje del Gobernador Raúl Bertrés (1941: 4). Meses después, una delegación del Sindicato Único 
de la Construcción visitaba al primer mandatario demandándole la ejecución de obras públicas “para amortiguar 
 
1942 los conservadores –de nuevo en el poder- daban cuenta de las “duras circunstancias de 
las horas que vivimos […] Las condiciones anormales en que se desarrollan las industrias y el 
comercio, la carestía de los artículos imprescindibles para la subsistencia”.23 
Desde el Centro Comercial e Industrial se clamaba por el restablecimiento de la 
libertad de exportación de minerales: los precios internos para el estaño, el plomo, el zinc, el 
antinomio, los caolines, la baritina, entre otros, no alcanzaban –se decía- al 50% de las 
cotizaciones en el extranjero. La política aduanera del país ahogaba el desarrollo minero del 
Norte al tiempo que facilitaba -con tratamientos especiales como el del plomo- la introducción 
de la producción extranjera en condiciones de privilegio. “No olvidemos el hierro, cuyos 
yacimientos ya descubiertos afloran en el cerro de Zapla, sólo distante 30 km. de esta mesa, 
cuya necesidad de explotación para asegurar la independencia económica y política de la 
nación nadie discute”.24 Se pedía que el Estado nacional “tome a su cargo la explotación, ya 
que los capitales jujeños son insuficientes para una obra de aliento, y los capitales argentinos 
se retraen y no vienen a buscar su inversión estableciendo los altos hornos necesarios para que 
podamos independizarnos del capitalista extranjero”.25 Dos meses después, la misma entidad 
elogiaba, a través de su órgano de difusión, al gobierno nacional puesto que “Dentro de poco 
tiempo será una realidad la instalación de altos hornos para la explotación de minas de hierro 
en el Norte Argentino bajo el control del Ministerio de Guerra”.26 El 9 de octubre se creaba 
(ley 21.079) la Dirección General de Fabricaciones Militares.27 El 23 de enero de 1943, el 
presidente Castillo disponía la creación del Establecimiento “Altos Hornos Zapla” (AHZ), en 
la localidad de Palpalá.28 
Uno de los últimos actos de la Restauración Conservadora sería el levantamiento, en 
toda la Nación, del “IV Censo Escolar, del Analfabetismo y de la Vivienda”, que abarcó 
alrededor del 70% de la población de cada jurisdicción del país.29 Además de brindar un 
panorama de importantes aspectos de la cuestión social en la época (Kindgard y López Rita 
el grave problema de la desocupación que aflige a la Provincia […] El puebloexige obras públicas, máxime en 
estos momentos en que la actividad en las minas y en los ingenios azucareros ha sido disminuida por efecto de la 
conflagración europea” (Periódico “El Comercio de Jujuy”, 30 de junio de 1941). 
23 AHLP, Mensaje del Gobernador Dr. Fenelón Quintana, Sesión del 20 de junio de 1942, pp. 20-21. 
24 Discurso de Héctor M. González Llamazares (Periódico “El Comercio de Jujuy”, 15 de junio de 1941). 
25 Ibíd. 
26 “El Gobierno Nacional presidido por el Dr. Castillo merece los elogios” (Periódico “El Comercio de Jujuy”, 
15 de agosto de 1941). 
27 En febrero de 1942, sendos decretos de los poderes ejecutivos de la Nación y la provincia de Jujuy, declaraban 
“zona de reserva” al yacimiento de Zapla. En noviembre de ese año, el Centro Comercial e Industrial de Jujuy 
reproducía entusiasta el discurso del Coronel Manuel Savio ante la Unión Industrial Argentina, al presentar los 
lineamientos de su plan siderúrgico nacional (Periódico “El Comercio de Jujuy”, 14 de noviembre de 1942). 
28 Para el caso específico de AHZ se sugiere ver el capítulo que sigue, dedicado íntegramente a su estudio. 
29 IV Censo Escolar del Analfabetismo y la Vivienda, Año 1943 (1948). 
 
1999), proporcionaba un cuadro general del peso relativo y la distribución de las actividades 
productivas en la provincia. Las cifras obtenidas eran elocuentes en cuanto a la gravitación del 
sector agrícola-ganadero (47,4%) en la estructura productiva provincial, cuya importancia 
aumentaba notoriamente en los departamentos de El Carmen (75%) y San Antonio (85%) en 
los Valles Centrales, siendo igualmente, con mucho, la actividad predominante en las regiones 
de Quebrada y Puna, sobresaliendo en esta última el caso de Santa Catalina (91%). Sólo un 
22,5% de la actividad económica provincial correspondía a la industria, estando el 50 % de la 
misma concentrada en los Valles Subtropicales, zona de emplazamiento de los ingenios 
azucareros y de los más grandes aserraderos de la provincia.30 
 
Los años peronistas: efectos y realidades de la Planificación Quinquenal en Jujuy 
El 4 de junio de 1943 un golpe militar ponía fin a lo largo del país a la hegemonía 
conservadora, dando inicio a una etapa de profundos cambios en el equilibrio de fuerzas políticas 
y sociales que hundía raíces en las transformaciones de la estructura económico-social producida 
durante la década anterior. Desde la asunción del gobierno de facto, una serie de decretos 
reglamentaron aspectos ligados a la realidad laboral, al tiempo que se ponían en marcha diversas 
obras de asistencia social. Las medidas directas en tal sentido habían sido emprendidas por Perón 
en octubre de 1943, cuyo triunfo en los comicios del 24 de febrero de 1946 llevaría a consolidar 
y expandir los alcances de la nueva política socio-laboral. 
Son varios los aportes que han mostrado las persistencias que podían rastrearse en la 
sociedad en medio de las rupturas que implicó la irrupción del peronismo en la escena nacional. 
Pero recién entonces el Estado demostraría una clara voluntad por industrializar el país, 
orientando esfuerzos para convertir al sector en el eje dinámico de la economía (Belini 2009). 
Así lo entendieron los miembros del Centro Comercial e Industrial de Jujuy, que en setiembre de 
1943 –a tres meses de inaugurarse la nueva coyuntura- celebraban el decreto del gobierno de 
facto de creación del Sistema de Crédito Industrial, “destinado a impulsar la industrialización 
nacional”.31 En Jujuy, las sucursales del Banco de la Nación que funcionaban en los principales 
centros urbanos provinciales canalizarían el otorgamiento de estos créditos, convertidos más 
30 El Censo reveló, además, la siguiente distribución de los habitantes de la provincia según área de residencia: 
28.560 (28%) en zonas urbanas; 15.583 (15,3%) en zonas cuasi-urbanas y 57.634 (56,7%) en áreas rurales 
(Ibíd.). Para un análisis exhaustivo referido a la provincia de los censos productivos y de población, y su 
evolución en la larga duración, puede verse Teruel (2006). 
31 Periódico “El Comercio de Jujuy”, 15 septiembre de 1943. Se trataba del decreto 6825/43 que disponía la 
creación por el Estado de un Fondo de Crédito Industrial administrado por el Banco Central al que se sumarían 
los aportes de los Bancos privados adheridos. Los créditos no podían sobrepasar el lapso de diez años a un 
interés anual igual o menor al 4%. 
 
adelante en uno de los principales instrumentos de promoción previstos en el Primer Plan 
Quinquenal del gobierno peronista. 
En un mensaje al Congreso Nacional el 19 de octubre de 1946, Perón expuso los 
lineamientos centrales de su acción de gobierno para los siguientes cinco años (1947-1951). Se 
trataba de un “Plan de Realizaciones e Inversiones" expresado a través de 27 proyectos de ley 
referidos a una variedad de cuestiones. Los objetivos definidos eran –como ha resaltado Belini- 
amplios y genéricos sin fijarse, por lo demás, algún tipo de jerarquización. Con todo, era clara la 
prioridad otorgada a la industria en la orientación económica global del gobierno de Perón.32 El 
horizonte era el desarrollo industrial basado en el consumo interno de bienes de producción 
masiva, profundizando así el proceso de sustitución de importaciones. Dentro de estas 
perspectivas, las expectativas del gobierno en torno a Jujuy se centraban fundamentalmente en 
los Altos Hornos de Zapla, convertidos ya entonces en símbolo de la siderurgia nacional. 
A dos meses de producido el golpe de facto de 1943, la Dirección General de 
Fabricaciones Militares llamaba a licitación para “la preparación de la mina de hierro y 
extracción del mineral, adquisición de piedra caliza y carbón de leña […] con destino a los 
altos hornos a instalarse en Palpalá”.33 Las fuerzas vivas locales veían en los Altos Hornos una 
posibilidad concreta de reactivar la deprimida económica provincial: “Nuestra provincia, que se 
halla bajo las argucias del problema de la desocupación, debe ser favorecida con la fábrica 
industrializadora. Año a año, cuando cesan las labores de la zafra, millares de obreros quedan sin 
trabajo, creando situaciones harto afligentes al ochenta por ciento de las familias obreras de la 
provincia”.34 El 11 de octubre de 1945 se obtenía la primera colada de arrabio en suelo 
argentino.35 El Primer Plan Quinquenal del gobierno peronista incorporó los lineamientos del 
plan siderúrgico trazado por el general Savio, sancionándose en 1947 el Plan Siderúrgico 
Nacional, con la perspectiva de suministrar el acero requerido por la industria del país.36 El 
funcionamiento de los Altos Hornos reestructuró el espacio económico regional movilizando 
32 El 28 de mayo de 1946 -una semana antes de la asunción a la presidencia de Perón- el gobierno de facto había 
creado el Instituto Argentino para la promoción del Intercambio (IAPI) con la función de adquirir cosechas y 
otros productos agropecuarios a los productores para colocarlos en el mercado internacional. El fin perseguido 
era transferir al sector industrial el plus obtenido por estas ventas. 
33 Revista “Reflejos”, 31 de julio de 1943. 
34 Revista “Reflejos”, 22 de julio de 1944. 
35 Como ha destacado Boto (2010) esta primera colada tuvo escasa dimensión, incrementándose a lo largo de los 
años siguientes. La gran importancia del emprendimiento residía en constituir la única planta integral en el país 
(extracción del mineral-producción de arrabio) que industrializaba sólo materias primas nacionales. 
36 En realidad, en lo inmediato el Plan se había fijado la meta de producir localmente un tercio del consumo 
anual de acero (Belini 2009). 
 
recursos en torno a la planta industrial, la explotación minera y la forestaciónde eucaliptus 
integrada a la empresa estatal (Boto 2010). 
Con respecto al resto del sector minero jujeño, hacia ese año de inicio del Primer Plan 
Quinquenal se hallaban en explotación diversos yacimientos. El Censo Industrial de 1946 
registró seis establecimientos dedicados a la extracción de minerales metalíferos y otros tres que 
extraían minerales de otro tipo, empleando en conjunto a unos 2.360 obreros y a 182 
empleados.37 La Compañía Minera Aguilar S. A., que ocupaba alrededor de mil hombres entre 
empleados y obreros, producía el 96% del plomo en la provincia rendimiento que –sumado a sus 
instalaciones y a la capacidad de sus depósitos- la convertía en la principal del país.38 Además de 
El Aguilar, la National Lead Company tenía todavía en explotación en Yavi las minas de 
Pumahuasi y La Pulpera las que, junto a otras tres minas pertenecientes respectivamente a José 
Giulianotti (Yavi), “José Bach Hnos. y Cía.” (Yavi) y José María Romero Escobar (Rinconada) 
producían el 4% restante de plomo en la provincia. La Cía. Aguilar tenía en sus manos, además, 
la totalidad de la extracción de zinc en Jujuy, produciendo en 1947 unas 31.000 toneladas.39 
 La Compañía Minera Pirquitas, por su parte, no había logrado remontar con éxito la 
difícil situación en la que se había visto sumida al comenzar la década (ver supra). En 1940 su 
producción de estaño había alcanzado las 1.643 toneladas. En 1947 la misma era de tan sólo 
174,1 ton., significando esto una merma del 89,40%.40 Toda la producción de plata de la 
provincia provenía también de la explotación de la Cía. Pirquitas, en las vetas laderas del río 
Pircas, habiéndose igualmente registrado una notoria disminución en la producción (1.297 ton. 
en 1945; 963,4 ton. en 1947).41 Tampoco la producción de oro en la provincia atravesaba una 
buena coyuntura. La Compañía Bach Hnos., dedicada en sus orígenes a la importación de coca, 
había diversificado inversiones incursionando en los tempranos ’40 en la explotación de un 
yacimiento de cuarzo aurífero –la Mina Pabellón en Rinconada- que, tras haber logrado 
incrementar la producción intensificando esfuerzos, no ofrecía perspectivas halagüeñas de cara a 
37 Censo Industrial de 1946. 
38 En 1947 la planta concentraba alrededor de 600 toneladas de plomo por día, teniendo capacidad para 
concentrar hasta un máximo de 900. El mineral extraído de la mina era de tipo mixto (una ley media de 10,4% de 
plomo; 15,05% de zinc y 280 gramos de plata, por tonelada). Una vez realizada la concentración en la planta, se 
obtenía 77,5% de plomo; 5,4% de zinc y 1.500 gramos de plata por tonelada. En los años 1945 y 1946 El Aguilar 
produjo alrededor de 21.000 toneladas de plomo, llegando casi a las 26.000 en 1947 (Dirección General de 
Minas de la Provincia de Jujuy, Padrón de Minas Año 1947). 
39 Ibíd. En 1945 la producción había sido de 26 mil toneladas, y en 1946 de 30 mil toneladas. El material, cuya 
concentración –como la del plomo- se realizaba en el mismo lugar del yacimiento, se embarcaba también en la 
Estación de Tres Cruces. 
40 AHPJ, Expediente Nº 1025, 19 de noviembre de 1947. 
41 La Compañía extraía también minerales mixtos de estaño y plata, cuya producción había experimentado, 
asimismo, una merma gradual: 1.380,9 toneladas en 1945; 1.049,9 toneladas en 1946, y 905,4 toneladas en 1947 
(Ibíd.). 
 
1948, al punto de considerarse la posibilidad de su cierre.42 Existían en Jujuy dos firmas 
dedicadas a la producción de borato, siendo la más importante la Compañía Internacional de 
Bórax que explotaba las minas “Tres Morros” en el departamento de Tumbaya y “Cauchari” en 
el de Susques; la Compañía Argentina de Borato, por su parte, tenía en explotación en Susques la 
mina “Salar de Olaroz”. En 1945 la producción de borato había sido de 1.083,7 toneladas y de 
2.316 toneladas en 1946, dando un notable salto en 1947 en que alcanzó las 7.318,5 toneladas.43 
 En cuanto al sector azucarero jujeño hacia la época del lanzamiento del Plan Quinquenal, 
a pesar de verse envuelto en las pujas políticas del momento (Kindgard 2001), éste se mantenía 
claramente como principal renglón productivo provincial. De acuerdo al Censo Industrial de 
1946, unos 866 obreros y 317 empleados trabajaban de forma permanente en las plantas fabriles 
de las cuatro Compañías azucareras.44 Como es sabido, los ingenios movilizaban, además, en 
torno suyo a importantes contingentes de braceros que hallaban ocupación temporalmente en el 
cultivo de la caña y en la zafra. En 1947 Leach's Argentine Estates festejaba con un banquete 
ofrecido a su personal la terminación de una cosecha azucarera "que será el récord en los anales 
de esta Sociedad".45 Por su parte, el ingenio Ledesma obtenía de la zafra de ese año un 
rendimiento fabril de 12,14%, dos puntos superior al promedio que correspondería en 1948 al 
conjunto de los ingenios de la región Norte.46 En la memoria anual elevada por el directorio de la 
empresa a sus accionistas se hacía referencia a la cosecha de 1947 como la máxima registrada 
por el ingenio Ledesma, alcanzándose a producir 50.872 toneladas de azúcar.47 Sin embargo, en 
1948 la Comisión Interministerial de Estudios Azucareros informaba que la producción de 
azúcar apenas alcanzaba para satisfacer las necesidades del consumo interno, haciéndose 
imposible la formación de un stock de reserva. Se preveía que el aumento regular del consumo 
42 Su producción había sido de 2,56 kilogramos en 1945; 33,74 kilogramos en 1946; 39,34 kilogramos en 1947 
(Dirección General de Minas de la Provincia de Jujuy, Padrón de Minas Año 1947). El oro de la Mina Pabellón 
era amalgamado y fundido por sus propietarios y vendido en lingotes con una ley media de 976,8 milésimos. 
43 El alza se debía a la intensificación de la extracción de la Compañía Internacional de Bórax, que ese año 
produjo 6.493 toneladas de borato. Las estaciones de carga de estos minerales se emplazaban en Olacapatos y 
San Antonio de los Cobres -distritos salteños- sobre la línea ferroviaria Salta-Socompa del ferrocarril (Ibíd.). 
44 Censo Industrial de 1946. En términos generales el número de trabajadores estacionales duplicaba 
ampliamente al de los obreros permanentes en los ingenios. Hacia 1948, la cantidad de obreros permanentes que 
habitaban el lote "Siberia" del ingenio Ledesma era mayor a 700 (ascendiendo a unas 2000 personas al 
contabilizar sus respectivas familias) y se calculaba que, en promedio, el número de trabajadores transitorios 
tendía a duplicar -e incluso triplicar- estas cifras (Kindgard 2001). 
45 AHPJ, Expediente Nº 474, 25 de septiembre de 1947. 
46 En 1948, los 6 ingenios norteños produjeron 163.800 toneladas de azúcar (un 29% del total) con un promedio 
de rendimiento industrial del 10,26%; los 28 ingenios de Tucumán produjeron 372.672 toneladas (66% del total) 
con un promedio de rendimiento del 7,32%; los ingenios de la región Litoral -3 de Santa Fe y uno del Chaco- 
produjeron 27.725 toneladas (5% del total) con un promedio de rendimiento industrial del 7,88%. Estas cifras 
daban prueba elocuente de la superior capacidad productiva de los ingenios de Salta y Jujuy (Comisión 
Interministerial de Estudios Azucareros 1949: 11). 
47 Memoria de Ledesma Sugar Estates and Refining Company (1948). 
 
en el próximo lustro ocasionaría un déficit estimado de unas 30.000 toneladas anuales. Desde 
principios de la década había vuelto a estar latente "la cuestión azucarera" en el país, 
registrándose desde 1944 un gran incremento en la importación del producto. Ante esta situación 
el Estado nacional -ya desde principios de 1945- había implementado una política de 
compensaciones, subsidiando a los ingenios que registraban menores niveles de productividad y 
beneficiando, así, a los industriales tucumanos, despertando resquemor en sus colegas del Norte. 
Con respecto a la explotación forestal–contemplada ciertamente en el Plan Quinquenal- 
de entre las 14 empresas que registró el Censo Industrial de 1946, sobresalían unas cuatro firmas 
liderando el sector, empleando cada una a más de un centenar de obreros de forma permanente, 
además de los trabajadores contratados por temporada.48 Caso aparte lo constituía la forestación 
de eucaliptus en el departamento Capital integrada al complejo AHZ. A las ya mencionadas La 
Jujeña S. A. Industrial, Forestal y Ganadera y Luis Zannier e Hijos, se sumaban la 
Compañía Industrias Forestales S.R.L. y Alfredo O. Lambrisca & Cía, esta última con un 
moderno aserradero (modelo) en la finca “El Palmar”, posesión de 10.700 hectáreas de 
bosques maderables en el departamento Santa Bárbara. La capacidad de producción de la 
planta –donde trabajaban unos 120 obreros permanentes- era considerable, llegando en la 
época a extraer de sus bosques unos 3.000 m3 anuales de maderas de especies típicas de la 
región (cedro, quina, tipa blanca, quebracho, etc.) a las que se agregaban las compras hechas a 
fincas vecinas. Las maderas industrializadas encontraban un importante mercado en la ciudad 
de Rosario, donde la firma tenía instalado un corralón.49 Aunque de menores dimensiones, 
mencionemos también el conocido aserradero de “Pedetti Hermanos” ubicado en la Villa 
Gorriti de San Salvador de Jujuy. Un aviso comercial anunciaba: “Maderas estacionadas en 
general de todas las variedades argentinas; maquinaria moderna de la que pueden hacer uso 
gratuitamente los compradores de madera; explotación de bosques propios”.50 Por aquellos 
años, La Jujeña S. A. requería del gobierno la construcción de un puente sobre el río San 
48 Según el mencionado Censo, las 14 firmas que explotaban bosques y tenían instalados obrajes daban trabajo a 
615 obreros y a 42 empleados. Se contabilizaron, además, 13 aserraderos, que en conjunto empleaban a unos 400 
trabajadores. La actividad maderera daba vida, por su parte, a unas 12 carpinterías dedicadas a la fabricación de 
muebles y a otras 7 especializadas en aberturas (puertas, marcos, ventanas, etc.) (Censo Industrial de 1946). 
49 La importancia de la inversión realizada por Alfredo Lambrisca y sus socios –los hermanos José Alejandro y 
José Arnoldo Calderari- se evidenciaba, además, en la usina eléctrica, las viviendas para el personal, los seis 
camiones para el transporte de vigas y rollizos hasta la planta industrial y de maderas aserradas hasta los puntos 
de embarque. Diario “El Intransigente”, 10 de septiembre de 1946. Por su parte, en su obraje “Puesto Viejo” –
finca de 7.030 hectáreas también en Santa Bárbara- la “Compañía Industrias Forestales S.R.L.” tenía instalado 
un aserradero y fábrica de maderas terciadas y placas, donde trabajaban un centenar de obreros. En el obraje “La 
Porotita” que impulsaba Zannier en Yuto hallaban empleo 150 obreros, estando otros 100 ocupados 
permanentemente en tareas de desmonte, rodeos y transportes (Ibíd.). 
50 Revista “Jujuy Guía Cultural”, 1946. 
 
Francisco cuyo caudal interrumpía la producción durante el verano, “obra que beneficiaría 
además a una rica región agraria de Palma Sola y el Valle de Loma de Olmedo”.51 
Pero la agroindustria que el gobierno peronista provincial procuró –hasta donde pudo- 
amparar, fue la vitivinicultura, que continuaba en pie a fuerza del voluntarismo de algunos 
bodegueros carmenses. Hacia la época en que se produjo el golpe militar del 4 de junio, 
existían en El Carmen alrededor de 866 hectáreas con plantaciones de vid en plena 
producción. La Antigua Cooperativa Vitivinícola, ubicada en Santo Domingo, funcionaba aún 
-subarrendada por un particular- produciendo alrededor de 7 mil cascos de vino por año 
(sobre una producción departamental total de 11 mil cascos). El “Establecimiento vitivinícola 
con destilería de alcoholes y usina” iba a ser rematado el 28 de setiembre de 1943, y el Banco 
de la Provincia ofrecía “un nuevo crédito especial” a los interesados en adquirirla para 
continuar con su explotación.52 El típico vino “Monterrico” obtenía mercados en los ingenios 
azucareros de La Mendieta (Río Grande), La Esperanza, Ledesma, San Andrés y el salteño 
San Martín del Tabacal -en Orán-, y en todos los pueblos del Ramal ferroviario de Perico a 
Yacuiba. También, a través del ferrocarril, se abastecía a los obrajes de la línea Joaquín V. 
González a Pichanal y, hacia el Norte, a todos los pueblos quebradeños y puneños por donde 
pasaba el tendido ferroviario, hasta La Quiaca. 
En agosto de 1943, desde el Departamento de Fomento Agrícola Ganadero, se 
informaba al interventor federal Manuel Sueiro que los pequeños viñateros de El Carmen -
cuya superficie dedicada al cultivo de la vid oscilaba entre 2 y 10 has.- se veían en la 
necesidad de vender sus cosechas a la antigua Sociedad Cooperativa, ya que la capacidad de 
elaboración de los bodegueros particulares prácticamente no exigía a éstos la compra de uva 
ajena. “En el caso de que esta bodega dejara de trabajar, se crearía el grave problema 
económico del exceso de producción […] lo que traería aparejado una disminución 
considerable en el precio de la uva, estando éste supeditado al que ofrezcan los escasos 
bodegueros particulares”.53 Los funcionarios sugerían al gobierno de la provincia la 
adquisición de la bodega de la Sociedad Cooperativa y el interventor Sueiro consideró la 
posibilidad, encargando la inspección del establecimiento a una Comisión presidida por el 
Ing. Alberto J. Iturbe, futuro gobernador peronista de Jujuy. 
51 Ibíd. 
52 La bodega tenía capacidad para almacenar 2 millones de litros de vino, elaborando 10 mil bordalesas 
anualmente. La destilería tenía un rendimiento de hasta 70 litros de alcohol de 95° a 97° por hora de trabajo 
continuo (AHPJ, Expediente Nº 190, agosto de 1943). 
53 Ibíd. 
 
De las 58 bodegas registradas por el Censo Industrial de la Nación en 1935, sólo 17 
seguían operando según lo que mostró el Censo de 1946 (Teruel 2007). Entre ellas –que en 
conjunto daban trabajo a unos cuarenta obreros- sobresalían la Bodega y Destilería “El Norte” 
de Manuel Quintar, en Estación Perico, y la bodega “Nélida” de Juan Antonio Abraham, en el 
paraje La Isla, con una capacidad para almacenar unos 650.000 litros de vino.54 Tenía en 
propiedad 40 hectáreas y arrendaba otras 110 donde, además de viñedos y tabaco (en cuyas 
cosechas empleaba a unas 50 familias), cultivaba también frutales y cereales. En octubre de 
1947, desde la Asociación Agrícola de El Carmen que los nucleaba, un grupo de productores 
viñateros elevaba una petición al gobernador Iturbe, bregando por ayuda oficial para sostener 
el precio de la uva que vendían a los bodegueros de la zona, “Teniendo en cuenta que en la 
cosecha del año último los industriales que elaboran el vino pagaron por la uva de vinificar 
precios que no compensaban el esfuerzo y sacrificio hechos por el productor”.55 Cuatro meses 
después –en época de vendimia- el Delegado de Industria y Comercio de la Nación, Héctor 
Curros Saccone, se hacía presente en Jujuy para asistir a la firma de un Convenio entre 
viñateros y gobierno provincial, por el cual éste se comprometía a adquirir la cosecha de uva 
de todos los productores carmenses y a venderla a los bodegueros al bajo precio de 0,17 el 
kg., garantizando además a éstos el otorgamiento de créditos especiales del Banco de la 
Provincia para afrontar la operación.56 Los bodegueros tenían stock de vino sin vender –en 
parte debido a la carencia de envases- no disponiendo por lo tanto de capitales para adquirir la 
uva. En los considerandos del decreto emitido una semana después por el gobernador, se 
advertía que “de no comprar los bodegueros la cosecha, esta se perdería con grave perjuicio 
para los productores y la economía general de la provincia y en especial del Departamento de 
El Carmen, en elcual la industria vitivinícola constituye una de sus principales fuentes de 
producción y de trabajo”.57 A la vez que apuntalaba la industria vitivinícola, el gobierno 
peronista continuó la política de fomento a la producción tabacalera iniciada en la década 
54 Allí se elaboraban los vinos “El Jujeño”, que hallaban mercado en todo el Norte, hasta La Quiaca, y en la 
provincia de Salta (Orán, Tartagal, Embarcación, Metán, Rosario de la Frontera) (Diario “El Intransigente”, 10 
de septiembre de 1946). 
55 AHPJ, Expediente Nº 861, 5 de noviembre de 1947. Lo que los productores solicitaban era un mínimo de dos 
centavos por grado para la uva de vinificar. La nota fue girada a la Comisión Especial para la Fijación de 
Precios, que presidía el vicegobernador Juan José Castro. 
56 El Banco se comprometía a prestar hasta un total de $300 mil en conjunto, a un interés del 5% anual, 
independientemente de la calificación otorgada a cada bodeguero por el directorio de la entidad. Manuel Quintar 
recibió un crédito por el monto de $136.127,81 y Juan Antonio Abraham por $55.543,50. Con este capital, los 
bodegueros debían abonar al contado el 75% de la cosecha de uva. El 25% restante debía ser pagado en 
documentos comerciales sin recargo de interés y en el plazo de 180 días. Un año después –en enero de 1949- 
Quintar y Abraham solicitarían al gobernador Iturbe la garantía para renovar íntegramente los documentos 
firmados a la orden del banco de la Provincia, por 180 días más. 
57 AHPJ, Expediente Nº 861, 5 de noviembre de 1947. 
 
anterior. Los diputados y senadores nacionales por Jujuy gestionaban en 1946 la creación en 
la provincia de un organismo oficial para clasificar el tabaco y supervisar los precios, 
defendiendo los intereses de los plantadores frente a las grandes empresas manufactureras.58 
Minería, agroindustria azucarera, explotación forestal y –todavía- la elaboración de 
vinos, conformaban, entonces, lo principal del cuadro que presentaba el sector industrial 
jujeño en tiempos de la aplicación del Primer Plan Quinquenal en el país.59 Estas actividades 
representaban claramente el grueso de los factores implicados y movilizados en torno a los 
procesos productivos secundarios en la provincia. El resto del sector lo componía una serie de 
actividades manufactureras de muy pequeña escala, que convocaban entre dos y –a lo sumo- 
una decena de trabajadores.60 El Censo de 1946 contabilizó unos 327 establecimientos de este 
tipo en la provincia.61 La mayoría de estas manufacturas se emplazaba en el departamento 
Capital, seguido por los de San Pedro y Ledesma. El siguiente Cuadro nos permite 
aproximarnos a su distribución en los principales centros de población.62 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
58 Diario “Crónica”, 13 de noviembre de 1946. 
59 Incluimos la vitivinicultura entre los principales rubros del sector en tanto parte importante de la actividad 
agraria carmense seguía orientándose en torno a su funcionamiento. De ahí, en definitiva, el calificativo aún 
vigente de “industria madre del departamento”. 
60 Ya Claudio Belini llamó la atención sobre el hecho de que la primera planificación quinquenal se basaba en la 
estadística industrial de la última etapa de la Restauración Conservadora y el Estado peronista computó talleres 
de menos de diez obreros como parte integral de la industrialización en marcha (Belini 2009). 
61 Censo Industrial de 1946. 
62 El relevamiento de datos para el Censo Industrial se había realizado entre el 25 y el 27 de marzo de 1947. Tres 
meses después, la Oficina de Estadísticas del Distrito Militar Jujuy solicitaba a la Dirección de Tesorería y 
Rentas de la Provincia una nómina de los establecimientos industriales existentes. La información a que dio 
lugar viene a completar el panorama del espectro y el emplazamiento geográfico del sector manufacturero jujeño 
por aquellos años (AHPJ, Expediente Nº 4469, 22 de septiembre de 1948). 
 
CUADRO 1 
Establecimientos Manufactureros en principales centros de población de Jujuy 
(1947) 
 
Rubro 
N° ESTABLECIMIENTOS 
S. S. Jujuy San Pedro J. Ledesma 
(P. Nuevo) 
La Quiaca El Carmen/ 
Perico 
Panadería 7 4 2 2 3 
Fca. de Masas 1 1 1 - - 
Fca. de Pastas - 1 - - - 
Molino Harinero 1 - - 2 1 
Fca. de Helados 2 1 1 1 - 
Fca. de Hielo 1 1 1 - - 
F. Soda y/o Gaseosas 2 4 3 2 3 
Torrefac. de Cafés 2 - - - - 
Fca. de Lácteos 1 - - - - 
Fca. de Embutidos 1 1 - - - 
Peletería 1 - - 1 - 
Curtiembre - - - 1 - 
Talabartería 2 1 3 2 - 
Fca. de Colchones 4 2 - - - 
Aserradero 3 4 - - - 
Carpintería Mecánica 9 3 1 5 1 
Fca. de Carrocerías 1 - - - - 
Mimbrería 1 - - - - 
Platería 1 - - 2 - 
Herrería 2 1 - - - 
Fca. de Ladrillos 4 - - 1 - 
Fca. de Mosaicos 3 2 - 1 - 
Taller Mecánico 1 1 - - - 
TOTAL 50 27 12 20 8 
Fuente: AHPJ, Expediente Nº 4469, 22 de septiembre de 1948 (elaboración propia) 
 
En el Censo Industrial de 1946 –como en el de 1935- se incluían también como 
industrias manufactureras a la publicación de diarios, periódicos y revistas. Sin especificar sus 
emplazamientos, el Censo de 1946 constataba el funcionamiento en la provincia de una 
fábrica de artículos de cemento (tanques, piletas, etc.), una fábrica de velas, tres 
establecimientos dedicados a la elaboración de escobas y cepillos con dos a tres obreros, otro 
dedicado a la conserva de alimentos, y uno más al hilado o tejido de algunas fibras.63 
Finalmente, otras fuentes permiten “traducir” en realidades concretas los indicadores 
numéricos y obtener una idea más vívida de la situación. Así por ejemplo podemos saber que, 
de entre todos los mencionados centros manufactureros en donde –ateniéndonos a los datos 
censales- los que mayor cantidad de trabajadores convocaban (10 en promedio) eran los que 
elaboraban panes y masas, destacaba la Panadería y Pastelería “La Estrella” de los hermanos 
63 Censo Industrial de 1946. 
 
José y Nicolás Cortés, en el centro de San Pedro de Jujuy. Este establecimiento, que había 
abierto sus puertas en 1944 contando con modernas instalaciones que cubrían todo el proceso 
de elaboración en forma completamente mecánica, “enaltece la capacidad industrial de aquel 
centro de población”.64 Allí trabajaban 22 operarios en forma permanente, elaborando pan, 
facturas y masas en razón de 20 bolsas promedio de harina por día en tiempos de zafra, y 15 
el resto del año.65 El Censo constató la existencia de 13 talleres que fabricaban carros y 
carruajes, si bien la nómina elevada desde la Dirección de Rentas provincial daba cuenta 
solamente de la famosa carrocería de Manuel Ruiz, en San Martín 266 de la ciudad capital.66 
 He ahí esbozada la realidad del estado de la industria en Jujuy al promediar el siglo 
XX. Punto de arranque, en el rincón norte del país, para las optimistas perspectivas previstas 
para el sector en el Primer Plan Quinquenal. 
 
Política pública provincial: coyunturas y prioridades 
El año 1949 representa un punto intermedio -de transición- entre las bondades de los 
primeros años peronistas y las dificultades económicas que sobrevendrían al final. El país, 
como Latinoamérica en general, debió afrontar la caída de los precios internacionales de sus 
productos primarios en momentos en que se hacía evidente el estancamiento en que estaba 
sumido el sector agrario, situación que llevaría al gobierno de Perón a replantear políticas y 
prioridades. Entre éstas, sabido es que la apertura a la inversión extranjera directa en el sector 
industrial fue una de las más notorias y de mayor impacto en la opinión pública nacional. 
Apenas iniciado 1949 podía leerse en un diario local: “Numerosas empresas extranjeras, de 
acuerdo con la autorización del Superior Gobierno de la Nación se están instalando o 
preparando los planes de su instalación en el interior del país”.67 
La falta de divisas había empezado a hacerse sentiry el gobierno exhortaba a los 
dirigentes gremiales a redoblar esfuerzos “a fin de que los trabajadores produzcan más y 
mejor, pues los problemas económicos no serán solucionados con palabras”.68 Si el ahorro 
interno canalizado a través de las instituciones de alcance nacional llegó a ser importante 
64 Diario “El Intransigente”, 10 de septiembre de 1946. Los hermanos Cortés habían llegado desde España en 
1928, trabajando hasta 1937 en la conocida panadería “Labarta Hnos.” de San Salvador de Jujuy. 
65 Téngase en cuenta que en las fábricas de soda o en las de colchones trabajaban en promedio dos obreros; en 
las de helado de uno a dos e igual cantidad en las herrerías; de dos a tres operarios en peleterías, orfebrerías y 
fábricas de muebles de madera o mimbre; alrededor de cinco obreros en las fábricas de mosaico; y de cuatro a 
cinco en los 34 talleres mecánicos de reparación de automóviles, ómnibus, etc. (Censo Industrial de 1946). 
66 Un anuncio de 1946 aludía a “La Confianza” de Antonio Argüello en Fraile Pintado, taller de fabricación de 
“carros, jardineras y cajas para camiones” (Revista “Jujuy Guía Cultural”, 1946). 
67 Diario “Jujuy”, 6 de enero de 1949. 
68 Diario “La Opinión”, 11 de enero de 1949. 
 
(Gerchunoff y Antúnez, 2002), en Jujuy los graves problemas de liquidez del Banco 
Provincial de Préstamos y Caja de Ahorros ya eran patentes hacia mediados de 1949, como lo 
informaba el presidente de la entidad, Román Aldana Baca: “la falta de recursos para afrontar 
y dar cumplimiento a las numerosas operaciones de crédito pendiente, ha creado una situación 
de estancamiento que afecta en forma directa los intereses y prestigio de la Repartición.69 
Reelecto presidente en noviembre de 1951, a principios de 1952 Perón daba a conocer 
un Plan Económico, concebido por el Ministro Alfredo Gómez Morales para hacer frente a la 
crítica situación, pero especialmente orientado a poner freno a una inflación desenfrenada.70 
Salarios, precios y tarifas quedaban congelados por dos años, tras los cuales la negociación 
salarial estaría supeditada a los niveles de productividad alcanzados. El gobierno jujeño 
impartió a intendentes y comisionados municipales las instrucciones del caso para la difusión 
del Plan en las comunas, al tiempo que la Central General de Trabajadores (CGT) local 
organizaba actos de divulgación “destinado a los afiliados pero también a todos los habitantes 
de la provincia”.71 Este era el contexto económico en el que se lanzaba, a fines de diciembre 
de 1952, el Segundo Plan Quinquenal, del que se esperaba la profundización del proceso de 
sustitución de importaciones, orientándolo a sectores básicos (siderurgia, metalmecánica, 
química). 
El otorgamiento de créditos había sido, desde un principio, el instrumento central de 
las políticas de promoción industrial del gobierno nacional.72 En Jujuy el crédito orientado a 
la producción venía siendo un importante déficit de las políticas públicas. Creado en 1932, el 
Banco de la Provincia había hallado dificultades para sostener créditos a largo e incluso 
mediano plazo. En 1941, desde el Centro Comercial e Industrial se instaba al Banco Central 
de la República a permitir la creación de bancos locales con autorización para emitir bonos 
hipotecarios “a fin de que desaparezca del mercado monetario el préstamo particular, que no 
obstante estar asegurado con la garantía real sobre la tierra, reditúa el uno, dos hasta tres por 
ciento de interés mensual”.73 Ya en la era peronista, el Banco Industrial y el Banco Nación –
vía redescuentos de un Banco Central nacionalizado- participaron activamente del 
69 Nota al Ministro de Hacienda Jorge Villafañe. AHPJ, Expediente Nº 408, 24 de junio de 1949. 
70 Desde 1949 el índice inflacionario se dispararía manteniéndose hasta la aplicación del Plan por encima del 
30% (Gerchunoff y Antúnez, 2002). 
71 Diario “Noticias”, 3 de abril de 1952. 
72 El Banco de Crédito Industrial había sido creado por el gobierno de facto en 1944 para otorgar créditos de 
mediano y largo plazo al sector fabril. Entre fines de 1945 y fines de 1948 los créditos prácticamente se 
quintuplicaron, con tasas de interés siempre menores a los índices de inflación (Gerchunoff y Antúnez, 2002). 
73 Periódico “El Comercio de Jujuy”, 15 de junio de 1941. Los créditos hipotecarios eran, en la época, los únicos 
que se otorgaban a largo plazo, lo que tenía que ver con el marco legal existente. 
 
crecimiento industrial que registró el país. A nivel provincial, dijimos ya que parte importante 
de la política crediticia se orientó al sostenimiento de una agroindustria tradicional en crisis 
como la vitivinicultura a la par que se fomentaba la expansión del cultivo tabacalero, no así su 
industrialización. De hecho, la referida manufactura de cigarros “La Jujeña” de Luis Canetti 
en San Pedro, registrada en el Censo Industrial de 1935, no figuraba ya en el de 1946.74 
 En el caso de la agroindustria azucarera jujeña, el balance tras atravesar aquella década 
peronista debe sin duda matizarse con respecto a visiones generales sobre el desenvolvimiento 
del sector, obtenidas a partir de la realidad tucumana, que enfatizan la falta de voluntad 
inversora de los industriales, privilegiados por lo demás por la política crediticia del gobierno 
(Schvarzer, 1996). En su Memoria del año 1947, Ledesma Sugar Estates planteaba la 
necesidad de realizar inversiones tendientes a aumentar la producción, a fin de contrarrestar 
los elevados recargos experimentados por continuas mejoras de salarios y condiciones de 
trabajo, así como los nuevos y crecientes tributos fiscales de la provincia de Jujuy. Si, como 
han señalado varios investigadores, a partir de 1948 las liquidaciones, quiebras y cierres de 
plantas azucareras se hicieron frecuentes (Schvarzer 1996) recordemos que en Jujuy Leach’s 
Argentine Estates había festejado el año anterior la obtención de una cosecha récord mientras 
el rendimiento fabril del ingenio Ledesma superaba la más optimista de las previsiones (ver 
supra). En fin, a pesar de la disconformidad respecto de las formas en que el Estado nacional 
encaraba la regulación del sector, lo cierto es que los ingenios de Jujuy gozaban de una sólida 
situación, siendo la excepción, en realidad, el ingenio “San Andrés”.75 En cuanto a la 
participación de las Compañías jujeñas en los beneficios de la política crediticia peronista, 
digamos que “Ledesma” no se hallaba entre los principales ingenios receptores de préstamos 
de más de un millón de pesos con tasas de entre 4,5 y 5%, entre 1946 y 1955 -que eran en su 
mayoría las firmas tucumanas- aunque sí figuraba entre ellos “La Esperanza” de los Leach 
(Girbal-Blacha, 2003, p. 313). 
74 A partir de 1950 el ritmo de crecimiento de la producción tabacalera en la provincia en contraste con el 
estancamiento del cultivo de la uva de vinificar puede apreciarse en las siguientes cifras: 1951/52: 2.632.590 
toneladas de tabaco y 2.100 toneladas de vid; 1952/53: 3.600.760 toneladas de tabaco y 1.999 de vid; 1953/54; 
4.331.082 toneladas de tabaco y 1.999 de vid; 1954/55: 4.480.381 toneladas de tabaco y 1.999 de vid; 1955/56: 
7.245.737 toneladas de tabaco y 2.845 de vid (Anuario Estadístico de la Provincia de Jujuy, 1956, p. 63-64). 
75 A partir de los resultados de la zafra 1947 este ingenio aparecía clasificado en el grupo “C” (ingenios anti-
económicos) por la Comisión Interministerial de Estudios Azucareros (véase el Informe Gral. de la Comisión, 
Tomo I. Buenos Aires, Banco Central de la República Argentina, 1949, Mapa N° 5). A principios de la década 
de 1940, en medio de la difícil coyuntura que atravesaba la minería jujeña, dos de los propietarios de la Cía. 
Pirquitas -Alberto Picchetti y Andrés Galinski- incursionarían en el sector azucarero, conformando la firma “La 
Merced S. A.” y fundando el ingenio San Andrésen la localidad de El Piquete de San Bernardo, departamento 
de Santa Bárbara (Kindgard, 2001). 
 
 La otra importante actividad agroindustrial jujeña –la explotación de especies 
maderables- recibió durante los primeros años de gobierno peronista un importante impulso a 
través del crédito oficial dispensado por el Banco Nación, viéndose al promediar el siglo 
afectados por la nueva coyuntura económico-financiera que enfrentó el país. A principios de 
1952 los madereros de San Pedro de Jujuy elevaban sus quejas a los poderes públicos por la 
restricción de los créditos industriales y el cierre de la sucursal local del Banco Nación. “Por 
todos es conocida la situación de los madereros, que es la industria madre de esa zona; por los 
grandes gastos y la mala situación de los caminos debido a las lluvias, que sumado a los 
plazos de sus ventas, atenta muchas veces contra la estabilidad de sus capitales, para que se 
agrave más con esta medida”.76 Nadie mejor que el gerente de la sucursal sampedreña –se 
decía- “conoce del enorme desarrollo obtenido por la industria y que merced a esa 
colaboración puede alcanzar grandes proporciones”.77 En 1955, el conjunto del sector en la 
provincia había producido 41.936 m3 de rollos; 7.141 m3 de vigas; 345 m3 de postes cortos; 
103,5 m3 de postes largos; 267 m3 de varas, varejones y estacones; 58.174 m3 de leña y 
astilla, y unas 1.060 toneladas de carbón vegetal probablemente destinadas a AHZ.78 Del resto 
de la producción, alrededor de un 12% hallaba mercados fuera de la provincia. 
 La reorientación de la política crediticia del gobierno nacional a partir de 1949 -cuyo 
aspecto central fue la inclinación de la balanza a favor del crédito agrario- se reflejó 
ciertamente en las operaciones del Banco de la Provincia de Jujuy. En 1951, de los 
$23.116.000 que la entidad financiera jujeña dispuso -vía redescuentos del Banco Central- el 
26% se asignó a la industria, el 35% al comercio y el 17% a la producción agropecuaria, 
distribuyéndose el 22% restante entre servicios, construcción y otros rubros.79 Para ese 
entonces -1950- los registros oficiales provinciales consignaban la existencia de 339 
establecimientos industriales y una estructura productiva al interior del sector sin mayores 
variaciones en cuanto a su diversificación.80 Una novedad era la elaboración de vidrios, que 
no figuraba en el relevamiento censal de 1946. En 1952 el crédito agropecuario superó 
levemente al industrial (26% y 25%, respectivamente). Desde 1953 las diferencias se harían 
notables, llegándose a 1955 con los siguientes valores: de los $42.807.000 disponibles, el 
14% fue para la industria; 30% para el comercio y 42% para la producción agropecuaria.81 
76 Diario “Noticias”, 14 de marzo de 1952. 
77 Ibíd. 
78 Anuario Estadístico de la Provincia de Jujuy Año 1956., pág. 52. 
79 Ibíd.: 90. 
80 Ibíd.: 47. 
81 Ibíd.: 90-93. 
 
La obra pública ocupó desde un principio un lugar de privilegio entre las prioridades 
de inversión del gobierno peronista jujeño, lo que en realidad no iba a contramano de lo 
previsto en el Primer Plan Quinquenal Nacional. Al promediar el cuarto año del gobierno de 
Alberto Iturbe, se pedía en la Legislatura local un voto de aplauso al mandatario por estar “a 
la vista de todo el pueblo y es de conocimiento de todos los señores diputados la realización 
de un amplio plan de obras públicas, jamás ni siquiera soñado en nuestra provincia”.82 De los 
58 millones fijados en el Presupuesto provincial para 1950, se preveía destinar un 79% a la 
obra pública y el 21% restante para los gastos corrientes de administración.83 Además de las 
obras de promoción social -salud, educación, vivienda- fue importante la inversión en 
infraestructura económica (Quintana, 2009), siendo especialmente notable la consolidación de 
la red vial provincial. 
El fomento de la minería ocupaba en el Segundo Plan Quinquenal un lugar de 
privilegio, siendo esto un punto central de cara a las perspectivas de desarrollo de la provincia 
norteña, dadas sus potencialidades en el sector. En 1949, ya en momentos de reorientación de 
la política crediticia oficial en respuesta al cambiante escenario económico, el Banco de 
Crédito Industrial había puesto en vigencia los préstamos de fomento dirigidos especialmente 
a los pequeños mineros. En abril de 1951 una Agencia de Rescate de Minerales de dicho 
banco se inauguraba en Abra Pampa. Las dificultades financieras de aquellos años se 
reflejaron, por ejemplo, en el creciente ahogo presupuestario en que se vio sumido el Instituto 
de Geología y Minería dependiente de la Universidad Nacional de Tucumán, que había 
venido emprendiendo estudios geológicos en yacimientos minerales de la provincia.84 De 
todos modos, la producción minera jujeña logró –especialmente en los casos de El Aguilar y 
la Compañía Internacional de Bórax- una importante expansión. Así, comparando las cifras de 
1947 (ver supra) con las de 1955, la producción de plomo se incrementó en el lapso de ocho 
años en un 42%; la de zinc en un 35% y la de boratos en un 50%.85 Notable siguió siendo, por 
su parte, la caída en la producción de Mina Pirquitas.86 Por razones obvias cabe mencionar 
aparte el proceso de crecimiento de la producción de AHZ, ligado directamente a políticas 
82 AHLP, Discurso del diputado Carlos Snopek, Sesión del 30 de setiembre de 1949. 
83 AHLP, Sesión del 10 de octubre de 1949. 
84 Creado a mediados de la década de 1940, de los 13 investigadores con que contaba el Instituto en 1950 –
algunos de ellos contratados en el exterior- sólo quedaban tres en 1953 ante la falta de recursos para continuar 
los trabajos de campo. 
85 Anuario Estadístico de la Provincia de Jujuy Año 1956, pág. 51. Digamos que también la producción de arcilla 
blanca pasó de las 270 toneladas de 1947 a unas 814 en 1955. 
86 El ya pobre resultado de 174 toneladas de estaño y 963 toneladas de plata de 1947 bajó a 90 toneladas de 
estaño y otras 90 de plata en 1955 (Ibíd.). 
 
específicas de carácter nacional que trascendían la órbita de decisión de los poderes 
provinciales. Las 3.212 toneladas de arrabio de 1945 pasaron a ser 34.539 una década 
después.87 
 Un caso puntual de promoción industrial por parte del gobierno provincial fue la 
puesta en funcionamiento de la “Primera Hilandería Jujeña”, emplazada en el Barrio del Viejo 
Matadero, en los suburbios de San Salvador de Jujuy. La Hilandería había nacido de la 
iniciativa de un par de inmigrantes húngaros que hacia mediados de 1949 elevaron una 
propuesta al gobernador Iturbe para dar destino a la maquinaria textil que, adquirida por el 
Estado a finales de la década de 1920, se encontraba desde 1943 en desuso y progresivo 
deterioro en un derruido edificio próximo a la sede de la Misión de Estudios de Patología 
Regional (MEPRA).88 El profesor José Berzy y el ingeniero Pedro Micsinay –ambos llegados 
a la Argentina en marzo de 1949 con una nutrida experiencia en las implicancias técnicas y 
organizativas de las fábricas textiles en su país de origen- proponían la creación de una 
sociedad mixta, en la cual ellos participarían aportando como capital “su experiencia, su 
ciencia y su trabajo”.89 El 22 octubre 1949 un decreto del Ejecutivo Provincial autorizaba la 
operación. Y ese mismo día se firmaba el contrato por el cual el gobierno de la provincia 
destinaba la suma de $163.200 al emprendimiento y José Berzy se comprometía a tener 
montada y en funcionamiento la Hilandería antes del 1° de mayo de 1950. Finalmente, el 5 de 
marzo de 1951 la prensa local anunciaba la constitución de la “Primera Hilandería y Tejeduría 
Jujeña-Sociedad Mixta”.90 La fábrica, que tenía instalada maquinaria con motores a corriente 
eléctrica y a vapor y contaba con lavadero, secadero, tintorería de tejidos y depósitos, preveíala industrialización de la lana y demás materias textiles naturales y artificiales.91 A nivel 
nacional, el Primer Plan Quinquenal había contemplado el crecimiento de la industria textil –
87 A partir de la primera colada se registró un progresivo aumento año a año: 12.091 toneladas en 1946; 15.735 
en 1947; 17.348 en 1948; 18.551 en 1949; dándose un salto notable en 1952 en que se produjeron 31.748 
toneladas; 36.332 toneladas en 1953; 39.596 toneladas en 1954; y 34.539 toneladas en 1955) (Ibíd.). 
88 Se trataba de un par de cardadoras automáticas, maquinas de hilar, husos, etc., cuya instalación, promovida por 
el gobierno de facto en 1943, había quedado inconclusa. Algunos equipos habían sido luego destinados a otros 
fines (algunas máquinas-herramientas se hallaban en el Taller de Vialidad de la Provincia y un grupo electrógeno 
diesel dotaba de energía al Hotel Termas de Reyes). El valor real de la maquinaria disponible se estimaba en 
unos $400 mil, y el del edifico en $50 mil. AHPJ, Expediente Nº 507, 1949. 
89 Ibíd. 
90 Diario “Jujuy”, 5 de marzo de 1951. El contrato de conformación de la Sociedad se había firmado el 28 de 
febrero de 1951, fijándose su capital social en 5 millones de pesos, de los cuales $2.125.000 los aportaba el 
Gobierno Provincial en forma de maquinarias, instalaciones e inmueble; $2.500.000 en efectivo provenían de la 
Caja Provincial de Jubilaciones y Pensiones, y los restantes $375 mil los suscribían los señores Berzy y 
Micsinay, siendo provisionalmente aportados por el Gobierno de Jujuy (AHPJ, Expediente Nº 507, 1949). 
91 Hasta el momento, la confección de indumentaria calificada como “industrial” estaba a cargo de unos 45 
talleres con, a lo sumo, un par de obreros cada uno (Anuario Estadístico de la Provincia de Jujuy, 1956, p. 47). 
 
consolidada durante los años de la Segunda Guerra- entre sus principales metas siendo, de 
hecho, la rama más dinámica (liderada por el algodón) del sector secundario durante los 
primeros años peronistas (Belini, 2009). En 1955 la Hilandería Jujeña -que venía funcionando 
desde su apertura con unos 11 empleados y un promedio de 35 obreros- alcanzó una 
producción de 40 millones de kilos de hilo de lana de oveja; 346.162 kilos de hilos de lana de 
llama, y 1.820.966 kilos de lana de llamitas.92 
 La experiencia de la Hilandería fue el único ejemplo claro de promoción oficial por 
parte del gobierno jujeño a un emprendimiento industrial de nuevo tipo en la provincia, 
distinto a las tradicionales actividades agroindustriales y extractivas. Cuando en febrero de 
1949 el Presidente del Consejo Económico Nacional, Ramón Cereijo -buscando organizar el 
otorgamiento de permisos de cambio de las exiguas divisas disponibles- había requerido del 
gobernador Iturbe indicación de los materiales y elementos necesarios del exterior para 
continuar o poner en ejecución obras y emprendimientos económicos en la provincia, “ a fin 
de contemplar de manera orgánica y dentro de las disponibilidades previsibles, la atención de 
las mismas según su grado de esencialidad”, la respuesta refirió a una serie de máquinas 
pedidas en mayo de 1948 al IAPI, necesarias para habilitar la Escuela Industrial de Cerámica 
(molino para pasta de porcelana, amasadora, tornos y balancines), y a tres moto-niveladoras 
norteamericanas cuyo permiso de importación se había gestionado ante el Banco Central 
también un año atrás para proseguir el Plan Vial de la provincia.93 Aunque sin duda los 
procesos económicos y sociales desplegados en torno a la actividad de AHZ marcaron una 
diferencia sustancial, hacia el final de aquellos años peronistas los signos de transformación 
estructural que el sector industrial jujeño presentaba con respecto a la precedente etapa de 
gobiernos conservadores eran menos evidentes que sus rasgos de continuidad.94 
 
Reflexiones finales 
El Jujuy que en la década de 1930 iba a sufrir los embates de la crisis económica 
mundial era uno de esos espacios que, unos años después, los teóricos de la modernización –
atentos a posibilidades y obstáculos en el camino hacia la sociedad industrial- llamarían 
“tradicionales”. Más allá de los reparos que desde la historia se han hecho ya a 
92 Ibíd.: 50. 
93 AHPJ, Expediente Nº 195, 1949. 
94 En 1956, en el rubro “Industrias” figuran: ingenios azucareros (Ledesma, La Esperanza, Río Grande, El 
Piquete que sería La Merced); Aserraderos; Fábrica de aceites; establecimientos vitivinícolas, fábricas de madera 
terciada; fábricas de conservas y de dulces; fábricas de hilados y tejidos; Filigranas; Curtiembres, Alfarería, etc. 
(Jujuy Guía Cultural, 1956, p. 38). 
 
conceptualizaciones tales (Kindgard, 2002), lo que aquí interesa remarcar es la prevalencia en 
la provincia de los indicadores típicos que sustentaban estas calificaciones, a saber: fuerte 
predominio de las actividades agropecuarias en la estructura productiva general –con 
importante presencia de economías de subsistencia a nivel de la estructura agraria-; un sector 
industrial signado por la gravitación de agroindustrias que asumían las formas de verdaderos 
enclaves. A ello se sumaban altísimas tasas de mortalidad infantil y analfabetismo, de por sí 
reveladoras de niveles de pobreza incompatibles con un crecimiento económico sustentado 
exclusivamente en el mercado local. 
El Censo de 1935 mostró un sector manufacturero jujeño diversificado en una serie de 
actividades productivas urbanas, además de las agroindustriales y extractivas. A fin de 
obtener una imagen más vívida de las realidades abordadas, hemos procurado combinar, en la 
medida de la disponibilidad de fuentes, los datos de nivel macro –las cifras que nos devuelven 
los censos- con información más concreta, a “ras del suelo”, que nos permita entre otras cosas 
dimensionar la decisión de los encargados de las estadísticas oficiales de registrar como 
“industriales”, por caso, a la heladería de José Lacunza sobre la calle Alvear de la ciudad 
capital, a la fábrica de embutidos de Belisario Tabera en la siguiente cuadra o al taller donde 
don Mario Ramos hacía su filigrana.95 Para saber de la escasa significatividad de estas 
empresas en términos, por ejemplo, de la mano de obra que en conjunto eran capaces de 
movilizar, baste recordar las recurrentes alusiones –de gobierno, corporaciones y prensa- a la 
desocupación reinante aún cuando a nivel nacional empezaban a percibirse, ya al promediar la 
década, los frutos del proceso de sustitución de importaciones traducidos en un crecimiento 
del empleo industrial y una reactivación económica que se anticipó incluso a la de los países 
centrales. A pesar del afianzamiento de la agroindustria azucarera y de la irrupción de la gran 
minería en las tierras altas, la economía jujeña a las puertas del peronismo permaneció 
signada por el estancamiento y la recesión. No es el consabido carácter estructuralmente 
periférico de la provincia norteña lo que quisimos tematizar aquí sino, antes bien, el grado de 
conjunción entre políticas nacionales y provinciales partiendo de una perspectiva que, aun en 
medio de los condicionamientos contextuales, reconoce intersticios abiertos a la capacidad de 
maniobra de los actores políticos decididos a promover el cambio social. Un primer dato en 
tal sentido era, en aquellos tiempos conservadores, la falta de compromiso de los poderes 
centrales con las realidades y necesidades específicas de Jujuy, paradigmáticamente expresada 
95 Por cierto, distintos autores han llamado la atención sobre la distorsión implícita en calificar de industriales a 
talleres de reparación de vehículos, a panaderías, talabarterías, talleres gráficos, de costura, etc. (Belini, 2009; 
Schvarzer, 1996). 
 
en el derrotero de la vitivinicultura carmense o en los avatares de “Mina Pirquitas”. En la 
transición

Continuar navegando