r.z \ufffd··· .;¡ .··· · : > i ; . \ufffd ; cuatroediciones.\ufffdom ó , \ufffd : t \u2022 \u2022 . i \ ' · \ufffd'. · 1\ufffd . . : ISBN: 84-934176-2-9 . L.t.,. Fernando Colina Deseo sobre deseo \u2022 1 ·\ufffd\ufffd 'j \ufffd · : ·\ufffd (\ufffd ' 1 i ·\ufffd .· l l [ ; í: 1 :=·: :ª:\ufffd ! .: ... ; \u2022 1 ' ! cuatro \ Es fácil pensar en el deseo como prota gonista principal de la vida. En su discu rrir, unos deseos cabalgan sobre otros envolviendo al hombre en un tejido que se entretela con el discurso, con el cuerpo y con las cosas. Este ensayo trata de desme nuzar ese remolino confuso para conocer su geometría, perfilar sus límites y explo rar los tiempos que Jo acotan. El deseo, concebido como un flujo curvo que discurre entre el placer, las ilu siones y la moral, se deja querer a lo largo del libro para mostrar los juegos dialécti cos que establece entre la igualdad y la diferencia, la vida y la muerte, la pulsión y el placer. Bajo estas tensiones se pavonea o se ensombrece, se agiliza o se demora. Tras Ja invitación inicial, el autor narra las polémica\ufffd clásicas en torno al control de las pasiones y el dominio de los deseos. Los esfuerzos del estoico, las complacen cias epicúreas, la ascesis cristiana o la ambición libertina, brindan sus ventajas y justifican su razón de ser. Poco después, el curso del texto se detiene en la observación de las respuestas subjetivas que, desde un punto de vista más freudiano, forjan los individuos para dar salida a Ja insurrección del deseo y a sus satisfacciones más ocultas. Los méto dos histéricos, obsesivos o transgresores muestran en ese momento su sabiduría y sus aristas. El estudio se cierra revisando el auge del deseo de poder. Pues el poder se cierne sobre el deseo revelando el anta gonismo que acompaña a toda\ufffd las cosas humanas. Femando Colina es autor de Cinismo, discreción y desconfianza (1991 ), Escritos psicóticos (1996), y El saber delirante (2001). Aunque fiel a sus preocupaciones, con Deseo sobre deseo abre un territorio personal, entre la literatura y el ensayo. Deseo sobre deseo 1 ' : Fernando Colina ( f. .. -¡ Deseo sobre deseo 1 1 cuatro. ediciones j !\ufffd e Femando Colina, 2006 () CWlll'O, 2006 Dcsect.o.: cuatro. ediciones M. Jalón, ed. cuatroediciones.oom Imágenes intcriorei: Lconank1 da Vinci, cabo/la y jinet\ufffd Cabe¡p d\ufffd &mingo Distribución: LATORRE LITERARIA. Camino Boca Alta, 3-9. Polígono El Malvar. 28500 Arganda del Rey (Madrid) Imprime: Gráficas Andrés MWn, S. L. Paraíso, 8. 47003 Valladolid ISBN: 84-934176-2-9 Depósito Legal: VA. 174.-2006 lmprcoo en &polla, lhlión Europea Despacio I NATURALEZA DEL DESEO «Es extraño que, a medida que el deseo va abandonando su cuerpo, vea de fonna cada vez. más clara un universo regi do por el deseo». Coetzee, Eliwheth Coste/lo. Escenarios iniciales El deseo es un flujo psíquico vigilado por prohibiciones, sometido a impulsos energéticos, tasado por la realidad, invo cado por la fantasía, regulado por el placer y modulado por la respuesta de los demás. Censura, fuerza, realidad, imagina ción, goce y amistad son, por lo tanto, los seis dueños del deseo cuyo difícil acuerdo nos exige compromisos que pue den ajustar o enrarecer el equilibrio personal. El deseo, entendido como dispositivo mental, síntoma de la vida y dolencia del tiempo, alimenta los procesos psíquicos y se ofrece de centinela principal de la salud. Su cordial des pliegue, que cursa por los corazones con saludable naturali dad, está expuesto, sin embargo, a distintas interrupciones que alteran nuestra robustez y sacuden de cuando en cuando la lozanía que nos es dado esperar. Cuando falla el discurrir natural del deseo, siempre ame nazado y vacilante, aludimos a distintos tipos de perturbacio nes que irrumpen intempestivas. En unos casos, la mala dis tribución de los deseos se debe a conflictos internos, a una dinámica perturbada por fuerzas que se contraponen y que se avienen mal con la realidad, con la moral y con las ambicio nes. Se habla, entonces, de neurosis. Otras veces, en cambio, el deseo se muestra desbocado, sin control, desvirtuado por el exceso o mala distribución de su energía, ajeno por su propia desmesura al marco de los compromisos. Decimos entonces, 11', para ilustrar este desorden, que hay un trastorno pasional o una patología impulsiva. También llega a mostrarse, en senti do contrario, disminuido y hasta agotado, bien sea por escasa 10 DESEO SOBRE DESEO fortaleza o por mala economía, empalidecido, entonces, por el mal que genéricamente se ha llamado melancolía. Por últi mo, puede verse excluido de la escena\ufffd psíquica porque ha perdido parcialmente la protección del lenguaje con el que obligadamente convive, quedando sustituido por manifesta ciones pulsionales y circunscrito por el delirio. Si así sucede, desembocamos en el campo de la locura, en el territorio de la psicosis. En unos casos, por lo tanto, se altera la vida íntima del deseo. En otros, la fuerza que lo impulsa o el tamiz que lo refrena y filtra. En los últimos, finalmente, fracasa su aso ciación con el lenguaje que lo humaniza en compañía. Vecindades Impulso, afecto, pasión, voluntad, libido, pulsión y tantos vocablos más son nociones donde participan la fuerza y el significado del deseo. Y se amplía aún más la imprecisión si nos referimos al placer, La amistad o el amor, con los que tantas veces se superpone, se enmascara o se confunde. El deseo responde a unos límites difíciles de definir. Desde su borde externo comunica con la pulsión, que es una fuerza ciega, vital y destructiva a la vez, que brota aún sin nombre del seno de lo biológico. La pulsión es el testimonio más pró ximo a lo instintivo de que dispone el hombre. Una energía que se transfonna en deseo por obra y gracia de la función civilizadora de la palabra y el cuidado de los padres. El deseo necesita de esa elevación ajena para su inicial puesta en mar cha. Sin la participación del otro, el deseo no supera el esta tuto de pulsión, y agoniza. Visto en cambio desde el borde interno, el menos material del asunto, el deseo mana del amor del otro en tanto nos cuida afectuosamente y nos llama con sus brazos llenos de lo más sin gular del hombre: Las palabras. Aquel que nos salvó con sus atenciones del trawna inicial, de la desprotección absoluta en que nacemos, ese que conserva un poder indeleble sobre noS<> tros --0bedezcámosle o no-, se convierte en el paradigma del afecto en tanto se ofrece de modelo ideal y se prohíbe a sí mis mo al renunciar al incesto e incitarnos así a la cultura. NATURALEZA DEL DESEO 11 En ese remolino, mitad pulsional mitad espiritual, el deseo nos articula con la sociedad y da sentido genuino al ser humano. El deseo, por consiguiente, se apoya en el cuerpo y en el otro, en el sustrato orgánico que lo soporta y presta ener gía, y en el trato amoroso cuya protección y sentimientos necesita. En esos dominios encuentra su perfección pero tam bién su infierno, que no es otro que el deseo de destrucción y el odio. esas hijuelas que acompañan a la pulsión descamada y a la suspensión del deseo que se produce en la melancolía, en Ja Locura o en la ingravidez del amor pasional. El deseo remolca la vida entre dos muertes que lo circunscriben y aís lan, una material y otra anímica. La pulsión y el amor, por lo tanto, son las escotas del deseo que le permiten navegar con soltura. La pulsión es garantía del deseo en tanto lo alimenta con su empuje y lo nutre de continuo con su fuerza oscura. Pero, por su cuenta, el amor recoge la pulsión y la moldea en deseo desde un pri mer momento, esencialmente materno, para seguir después la tarea con sustitutos y vicarios de la relación inicial, demos trando en todo momento que el amor se alza como una de las artimañas más inteligentes de que disponemos para poner a salvo la supervivencia del deseo. Esta querencia se convierte más o menos pronto, por el anhelo
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