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Solitario George Libro GC 2017

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La Historia del Solitario George
¿Hacia dónde nos dirigimos ahora?
La historia del 
Solitario George
¿Hacia dónde nos dirigimos ahora?
Por Linda J. Cayot
Publicado en Español en 2017 por: 
Galapagos Conservancy y 
la Dirección del Parque Nacional Galápagos
Traducción: Andrés Valdivieso
Diseño: Lori A. Ulrich
Galapagos Conservancy se enfoca exclusivamente en la preservación de Galápagos, trabajando 
para proteger estas islas especiales, sus paisajes intemporales y los raros y maravillosos animales que 
los habitan. Para aprender más o para apoyar nuestros esfuerzos, por favor visítenos en línea en:
www.galapagos.org
o en español
espanol.galapagos.org
Este libro fue creado y financiado por Galapagos Conservancy para honrar a Solitario George y para recordar e inspirar 
a la gente quien lo leyó para tomar medidas para preservar, 
proteger y restaurar nuestro planeta.
Técnicos y científicos abrigaron la posibilidad de salvar 
su especie, sabían de la urgencia de trabajar, investigar 
y encontrar una vía que garantice su reproducción. 
Muchas décadas de trabajo y múltiples esfuerzos se 
vieron truncados cuando la mañana del 24 de junio del 
año 2012, “Don Fausto” encontró sin vida a su amigo de 
toda la vida. Recuerdo su rostro en aquella mañana, su 
expresión daba cuenta del día al que nadie quería llegar, 
sucedió lo inevitable, se había extinguido una especie 
para siempre. 
El Solitario George murió producto del desgaste 
propio de la edad, si bien su rol biológico había 
terminado, una nueva etapa de su existencia empezó 
el mismo día de su muerte. Ahora George nos permite 
demostrar que hay acciones de los seres humanos que 
aún cuando son involuntarias, inevitablemente pueden 
conducir a la extinción, su legado es un recordatorio 
de que el propio ser humano es el único que tiene la 
capacidad de desarrollar todas las acciones posibles para 
que otras especies no corran con la misma suerte.
En las siguientes páginas, la Dra. Linda Cayot entrega 
al lector la oportunidad de conocer los aspectos más 
relevantes de la vida de la tortuga Solitario George, en 
cuyo entorno han girado las relaciones de una sociedad 
insular y de sus instituciones. Me atrevería a decir que 
su existencia determinó el curso que tomarían las Islas 
Galápagos como uno de los espacios en donde se vive la 
conservación día tras día.
A través de esta historia muy bien concebida por la 
autora, conoceremos detalles nunca antes contados 
sobre la historia del Solitario George, pero sobretodo 
nos brinda la oportunidad de reflexionar acerca de lo 
importante que es contribuir a la conservación de la 
naturaleza como el único camino para garantizar el 
bienestar del ser humano.
Walter Bustos
Director del Parque Nacional Galápagos
PRÓLOGO
Las tortugas gigantes son probablemente las especies 
más emblemáticas de Galápagos, pero lamentablemente 
están entre las más afectadas directa e indirectamente 
por la presencia del ser humano en el archipiélago. De 
acuerdo a registros históricos, a pesar de más de 50 años 
de esfuerzos desplegados por el Gobierno del Ecuador y 
una serie de organizaciones internacionales para lograr 
la recuperación de sus poblaciones, hoy en día tenemos 
solo 11 especies sobrevivientes y solo entre 10-20% del 
número de tortugas que habitaron en las islas hasta hace 
unos 300 años atrás.
Sin duda la historia más triste ha sido la de la especie 
de tortugas de la isla Pinta (Chelonoidis abingdonii), 
cuyo último sobreviviente fue el Solitario George. Su 
desaparición conmocionó a muchos seres humanos 
alrededor del mundo entero que lo visitaron y conocieron 
su historia. Desde su descubrimiento en Pinta y los 
posteriores 40 años en el Centro de Crianza en Santa 
Cruz, el Solitario George se convirtió en un ícono de la 
conservación, llegó a ser el referente de la lucha por la 
supervivencia de las especies en un planeta que necesita 
de una consciencia colectiva que mire con mayor respeto 
a la naturaleza.
Cuando el Solitario George murió el 24 de junio de 2012, el mundo perdió a la última tortuga de una 
especie. Muchos que conocían bien a George, perdieron 
a un amigo. Mientras muchas especies desaparecen sin 
ni siquiera un susurro, antes que alguien sepa que su 
extinción es inminente, la situación difícil del Solitario 
George y la inevitable extinción de la tortuga de la isla 
Pinta, fue considerada, discutida, y lamentada por todo el 
mundo durante 40 años antes de su muerte. 
Yo conocí al Solitario George en marzo de 1981, cuando 
llegué a Galápagos para estudiar la ecología de las Tortugas 
Gigantes para mi tesis doctoral. Siete años después regresé 
a trabajar para la Estación Científica Charles Darwin, 
como Jefe del Departamento de Herpetología y supervisé 
tanto el Centro de Reproducción y Crianza de Tortugas 
Gigantes, como el de Iguanas Terrestres, durante los 
siguientes nueve años. A lo largo de esos años, el Solitario 
George fue un recordatorio diario del por qué nos 
teníamos que esforzar tanto para conservar Galápagos. 
La extinción es para siempre y por eso laborábamos para 
evitarla. 
Hasta el momento en que fue descubierto el Solitario 
George en 1971, los científicos creían que la especie de 
tortuga de la isla Pinta se había extinguido, tal como 
ocurrió con sus especies hermanas de las islas Santa Fe, 
Floreana, y Fernandina. A excepción de los informes 
Prometemos contar tu historia y 
transmitir tu mensaje de conservación.
Inscrito en la placa del corral del Solitario George en Galápagos
INTRODUCCIÓN
3
ocasionales no confirmados de pescadores, ninguna 
tortuga se había visto en Pinta por décadas. En 1906, 
los hombres aventureros de la Academia de Ciencias 
de California habían extraído las últimas tres tortugas 
documentadas (todos machos) y un carapacho viejo. 
Después de que los especímenes se preservaron en 
arsénico, fueron añadidos a la prestigiosa y cada vez 
más expansiva colección de la Academia. Nadie hubiese 
podido imaginar que la muerte y preservación de esas 
últimas tortugas vivientes de Pinta (actos que hoy en día 
serían impensables) permitiría que la genética molecular 
moderna descubriera tortugas para repoblar a la isla 
Pinta más de un siglo después. 
Después de las colecciones realizadas por la Academia 
de Ciencias de California, Pinta permaneció sin tortugas, 
o por lo menos eso pensábamos. Sin embargo, un día en 
1971, un biólogo Húngaro de la Universidad de Harvard 
de nombre Dr. Joseph Vagvolgyi, viajó a Pinta con su 
esposa María para estudiar caracoles terrestres. Muy 
poco informado sobre las tortugas, Joseph poco o nada 
reaccionó cuando vio una andando por la isla. No fue 
sino hasta cuando regresó a Santa Cruz y casualmente 
una noche durante la cena les mencionó su observación 
a otros biólogos, que el entusiasmo empezó a crecer. ¡Una 
tortuga se había visto en Pinta … la especie no estaba 
extinta! 
“Dr. Craig MacFarland, Director de la Estación Científica 
Charles Darwin en las Islas Galápagos, está buscando una 
tortuga hembra de Galápagos, de la subespecie de la isla 
Pinta, para que se aparee con la única tortuga macho de la 
subespecie, la cual fue encontrada en 1971.” 1 
Algunos meses después, un grupo de guardaparques 
y un joven estudiante de la Estación Científica Charles 
Darwin viajaron a Pinta a cazar cabras, como parte de 
un esfuerzo corriente para deshacer de Pinta esta especie 
destructiva e invasora. Durante un viaje de cacería 
anterior, habían encontrado una gran tortuga macho que 
alguien había matado con un machete; esto evidenció 
que sí cualquier tortuga permanecía en la isla, corría 
peligro por parte de los ocasionales visitantes humanos. 
Cuando dos hombres se encontraron con una saludable 
tortuga macho, el mismo animal que Vagvolgyi había 
visto, la trasladaron al Centro de Crianza en la isla Santa 
Cruz, para mantenerla segura. El Centro, co-manejado 
por la Estación Científica Charles Darwin y el Servicio 
Parque Nacional Galápagos, fue establecido en 1965 
paraincrementar las poblaciones de tortugas gigantes 
en las islas donde estuvieron en peligro de extinción. 
Autoridades del Servicio Parque y los científicos 
esperaban encontrar una pareja para esta tortuga rara. 
La Estación Científica y el Servicio del Parque 
empezaron a divulgar la noticia del descubrimiento 
de la tortuga de Pinta internacionalmente en círculos 
científicos y a través de la prensa. Cuando la noticia llegó 
a oídos de la Associated Press (una agencia de noticias 
multinacional), el siguiente texto empezó a aparecer en 
los periódicos por todo Norte América y Europa:
Una de las pocas fotos 
tomadas del Solitario 
George en la Isla Pinta en 
1972. © Ole Hamann
Una copia de uno de 
los muchos “anuncios 
personales” publicados en 
periódicos alrededor del 
mundo, anunciando que 
unos científicos buscaban 
pareja para el Solitario 
George. © FCD
1 En 1971, biólogos que estudiaban tortugas consideraron que las 
diferentes poblaciones de tortugas en las varias islas eran subespecies 
de una especie. Hoy, están todas consideradas especies separadas.
2
Debido al aislamiento de Galápagos en esa época (no se 
contaba con teléfonos y el correo llegaba semanalmente 
con suerte), oficiales del World Wildlife Fund (Fondo 
para la Defensa de la Naturaleza) en Washington, DC, 
ayudaron a trasmitir la noticia y se tomaron la libertad 
de colocarle a la tortuga el nombre de Solitario George, 
apodo de George Gobel, un personaje popular de la 
televisión en los EEUU durante esa época. El nombre 
pegó y Solitario George la tortuga de Pinta se volvió 
una celebridad al instante. Los turistas en Galápagos 
empezaron a solicitar verlo. En Febrero de 1976, Johnny 
Carson (otra personaje popular de la televisión) usó la 
historia del Solitario George en su monólogo al empezar 
un episodio del programa The Tonight Show.
 
Otra foto rara del Solitario George en la Isla Pinta en 1972, mostrando el grupo de guardaparques y científicos que lo 
cargaron desde la parte alta hasta la costa y por bote a Santa Cruz, donde permaneció por el resto de su vida. © Ole Hamann
Pinta: La Isla del Solitario George
Ubicada en el extremo norte del archipiélago de 
Galápagos, la isla Pinta abarca solamente 60 km2, la 
mayoría cubiertos de lava inhóspita, y llega a subir a un 
poco más de 600 msnm. La isla es casi toda árida, con 
abundancia de árboles de cactus Opuntia, una fuente 
importante de comida, agua, y sombra para las tortugas 
gigantes. Además, existe una pequeña pero importante 
zona húmeda cerca la cumbre de la isla, con vegetación 
abundante durante todo el año. 
Aunque las tortugas de Pinta son de carapacho 
montura, la tortuga ancestral que primero llegó a 
Galápagos probablemente era un animal grande de 
carapacho cúpula que se alimentaba principalmente 
de pastos y otras plantas herbáceas. Debido a que las 
tortugas de carapacho cúpula estaban bien adaptadas 
a las islas grandes con alta diversidad de vegetación y 
hábitat, debido a la mayor precipitación y desarrollo 
de suelo a alturas aún más elevadas, ellas no estaban 
bien adaptadas a las islas más pequeñas y secas del 
archipiélago. Por lo tanto, cuando las tortugas de 
carapacho cúpula finalmente se dispersaron a las islas 
áridas de menor elevación como Pinta, eventualmente 
evolucionaron hacia tortugas de carapacho montura, 
con patas y cuellos más largos y un carapacho que 
Mi primera reacción cuando conocí al Solitario George la primera vez antes de 
que se llamara así fue: esa tortuga está gorda. A 
su cuidador en los años 1970s le encantaba darle 
bananos. Y aunque le gustaba comer bananos, 
poco le interesaban las otras tortugas y siempre 
les huía. Traté de ver las tortugas hembras con 
ojos de tortuga y me parecía que se veían bien. 
Aunque nuestra búsqueda interminable por una 
pareja para el Solitario George nunca dio fruto, 
se obtuvo otro gran logro para la conservación 
de las Galápagos. Mientras buscábamos una 
hembra de Pinta, descubrimos una tortuga 
macho de Española en el Zoológico de San 
Diego. Fue devuelta a Galápagos y se volvió 
el macho principal en el grupo de crianza de 
Española, convirtiéndose en el padre de muchas 
de las tortugas que viven hoy en día en la isla 
Española. 
El Dr. Craig McFarland viajó a Galápagos por 
primera vez en los años 1960s para estudiar las 
tortugas, luego asumió la posición de Director 
de la Estación Científica Charles Darwin de 
1974 a 1978, y finalmente la de Presidente de la 
Fundación Charles Darwin en los años 1990s. 54
sube en la parte delantera como una montura española 
antigua, permitiéndoles alcanzar los cladodios de 
cactus, prácticamente la única comida disponible 
durante las largas épocas de sequía. 
Históricamente existían decenas de miles de tortugas 
en Pinta. Sin embargo, en el resto del archipiélago la 
población de estas tortugas se había diezmado en el 
Siglo XIX, principalmente por balleneros. Durante la 
época de los piratas y bucaneros en los años 1700s, se 
había descubierto que las tortugas podían sobrevivir en 
la bodega de un barco por muchos meses, sin comida o 
agua. En la medida que esta noticia fue de conocimiento 
común, navegantes, especialmente balleneros que 
frecuentaban las aguas de Galápagos llenas de ballenas 
durante la primera parte de los años 1800s, empezaron 
a extraer grandes cantidades de tortugas vivas y 
almacenarlas en el fondo de sus barcos como una 
fuente de carne fresca durante sus largos viajes. Una 
revisión de los registros de barcos balleneros muestra 
un estimado de hasta 200.000 tortugas que fueron 
extraídas por balleneros en menos de 50 años. 
De las tres islas principales del norte, Pinta era la 
única con una población de tortugas, por lo cual era 
siempre visitada por cualquier barco que cazara ballenas 
en aguas norteñas. Su ubicación y tamaño pequeño la 
hizo vulnerable a la extracción excesiva de tortugas y 
no tardó mucho, antes de que estuviesen a punto de 
ser extinguidas. Después de que los guardaparques 
extrajeron al Solitario George en 1972, la isla quedó 
verdaderamente sin tortugas. 
Esta misma situación ocurrió en varias de las islas 
más pequeñas, áridas y accesibles. Las cuatro especies 
extintas de Tortugas Gigantes de Galápagos fueron todas 
de carapacho montura (Santa Fe, Floreana, Fernandina, 
y ahora Pinta). Fuera de Pinta, las poblaciones de 
tortugas carapacho montura en las islas Española 
y Pinzón, eran las que estaban en mayor peligro de 
extinción cuando comenzó el Programa de Crianza en 
1965. El mundo se acercó peligrosamente a perder estas 
increíbles especies, tan bien adaptadas a las islas áridas 
de Galápagos y su inusual clima de extremos. 
A principios de los años 1960s, Miguel Castro, un 
oficial de conservación con la Estación Científica 
Charles Darwin, realizó una revisión del estatus de todas 
las poblaciones de tortugas en Galápagos. Durante una 
semana en mayo de 1964 buscó tortugas en Pinta, pero 
solo logró encontrarse con los restos de 28 de ellas que 
Derecha: Mapa de Pinta, del informe de campo de Miguel 
Castro, en el cual detalló su viaje a Pinta en mayo del 1964; 
indica cómo ha crecido la población de cabras, dónde 
encontró restos de tortugas en grietas, y dónde encontró 
tortugas muertas por cazadores. © FCD 
Inserción: Imagen satélite de Pinta © NASA
Dos fotos de la isla Pinta, tomadas en una expedición en 
2010 para devolver por primera vez las tortugas gigantes a 
la isla, desde que el Solitario George fue extraído en 1972. 
© James Gibbs
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habían caído en unas grietas o que murieron a manos 
de los humanos, pero ninguna evidencia de tortugas 
vivas. Miguel creía que las grietas servían como trampas 
para tortugas durante las épocas lluviosas, cuando la 
vegetación estaba especialmente tupida, haciendo que 
las entradas a las grietas fuesen difíciles de observar. 
Otro problema grave para las tortugas fue la 
introducción a Galápagos de plantas y animales 
invasores. Pinta permaneció relativamente libre 
de todas las especiesintroducidas, hasta que en 
1959 pescadores locales liberaron allí tres cabras, 
irónicamente esto ocurrió el mismo año en el que 
el Parque Nacional Galápagos fue establecido. Con 
las tortugas desaparecidas, los pescadores querían 
una fuente segura de carne para los futuros viajes de 
pesca. En solo diez años, la pequeña población tuvo 
una explosión demográfica hasta llegar a unos 40.000 
animales. Si bien tres cabras posiblemente no hubiesen 
impactado sobre la vegetación, 40.000 crearon una 
podadora de pasto gigantesca que se comía todo lo que 
estuviera en su camino. Para cuando el Solitario George 
fue descubierto en 1972, la isla se había convertido en 
un desastre ecológico. 
Con la ausencia total de tortugas en Pinta, el 
personal del Servicio del Parque y la Estación Científica 
enfocaron sus esfuerzos en otras islas y prioridades. 
En marzo de 1972 estábamos de camino hacia Pinta, en un pequeño bote 
pesquero, cuando unas personas del Parque 
Nacional Galápagos, que ya estaban en 
la isla, nos contactaron por radio y nos 
dijeron que acababan de encontrar una 
gran tortuga viva. Cuando llegamos la 
habían traído a la playa y amarrado con 
cuerda y allí estaba. Su muerte señala el fin 
de una época. Se convirtió en un símbolo 
para la conservación en Galápagos. Todo 
el mundo sabía de la historia del 
Solitario George. 
El Dr. Ole Hamann, Profesor Emérito de 
Botánica en la Universidad de Copenhague en 
Dinamarca, fue una de las pocas personas que 
pudo ver al Solitario George en Pinta en 1972.
Vista desde Cabo Ibbetson, el sitio principal de 
desembarque en Pinta, en Marzo de 1981. El hábitat en la 
región montura entre la cumbre y las colinas a la izquierda, 
es la tierra principal para las tortugas. El Solitario George 
fue encontrado allí en 1972. © Linda J. Cayot
Los guardaparques siguieron visitando regularmente 
Pinta para cazar cabras y mantener baja su población. 
Botánicos también la visitaban para monitorear las 
especies de plantas en una serie de cuadrantes abiertos, 
el mayor de los cuales medía 10 x 25 m y se delimitaba 
por postes en las esquinas. Estos cuadrantes permitían 
el re-estudio del mismo terreno durante los años, para 
documentar el impacto de las cabras. Luego se usaron 
los mismos cuadrantes para medir la recuperación de 
la vegetación en la medida en que se sacaron las cabras. 
En marzo de 1981, solamente semanas después de 
que había conocido al Solitario George en su corral en 
la isla Santa Cruz, donde lo cuidaban y protegían, tuve 
la oportunidad de visitar Pinta con el Dr. Ole Hamann, 
un botánico Danés, quien había estado en la isla hacía 
10 años, cuando el Solitario George fue recuperado. 
Mientras íbamos caminando por la “zona montura,” la 
tierra principal de tortugas en el lado occidental de la 
cumbre del volcán, seguía mirando hacia mis pies para 
asegurarme que no iba a caer sobre los matorrales o 
el terreno volcánico y agreste. Allí, acomodado sobre 
unos pastos secos, estaba un pequeño residuo de 
heces de tortuga. Durante el resto del viaje, nuestras 
conversaciones seguían regresando a ese residuo de 
heces secas. ¿Podría ser del Solitario George? ¿Será que 
sí tenía más de nueve años? ¿Había otra tortuga viviendo 
en Pinta de la que nadie sabía? Me traje el residuo de 
9
heces para la Estación Científica Charles Darwin, pero 
nunca descubrimos las respuestas a nuestras preguntas. 
Cuando volví a Galápagos como la herpetóloga 
de la Estación en 1988, participé en un taller de una 
semana sobre La Herpetología de las Islas Galápagos, 
con unos 70 participantes de alrededor del mundo. 
Sin importar el tema, cada discusión terminaba en 
un debate sobre Pinta y el futuro del Solitario George. 
Algunos pensábamos que la isla necesitaba tortugas para 
asegurar la salud del ecosistema. Las Tortugas Gigantes 
no solo son curiosidades; juegan un rol importante en 
el ecosistema, dispersando semillas y creando entradas 
y senderos en la vegetación tupida. Aun siendo así, otros 
creían que si no teníamos tortugas de Pinta, no debemos 
poner ninguna tortuga allí. Para ellos, la extinción y la 
ausencia de tortugas eran preferibles, que hacer un acto 
de “impureza biológica” restaurando Pinta con tortugas 
de otra isla. Estas posiciones se discutieron sin fin y sin 
llegar a ningún acuerdo. Por lo tanto, las decisiones sobre 
la conservación de la isla Pinta continuaron en suspenso. 
Todo esto cambió en 1997 con el comienzo del 
Proyecto Isabela, un proyecto multimillonario y de varios 
años para eliminar las más de 100.000 cabras que estaban 
destruyendo la parte norte de la isla Isabela. La isla Pinta, 
mucho más pequeña que Isabela, se la utilizó como una 
práctica para los cazadores con la meta complementaria 
de eliminar las pocas cabras que quedaban. Para el 2003, 
Pinta se declaró libre de cabras. La ausencia tanto de 
cabras como de tortugas, favorecía la recuperación de 
la vegetación tupida y leñosa, tal como había pasado en 
la isla Española. Pero para restaurar la isla a su antiguo 
estado se requeriría el retorno de las tortugas gigantes. 
Todos quienes estábamos involucrados, teníamos 
la esperanza que el Solitario George podría producir 
tortuguitas o que podríamos encontrar otras tortugas 
con, por lo menos, algunos genes de las tortugas de Pinta 
para restablecer una población reproductiva en la isla. 
Pero eso podría tardar décadas. Las plantas y los animales 
de Pinta no podían esperar ese tiempo. El ecosistema de 
la isla se había degradado fuertemente por las cabras y 
su recuperación requería de las tortugas y de todos los 
impactos positivos que ellas tienen sobre los ecosistemas. 
Buscamos una solución temporal y la descubrimos al 
frente de nuestros ojos, viviendo en el Centro de Crianza 
de Santa Cruz. 
Cuando el Parque Nacional se formó en 1959, mucha 
gente en Galápagos y en el continente, que tenían Tortugas 
Gigantes como mascotas, las devolvieron al Parque. 
Alojadas juntas durante los primeros años, estas tortugas 
de diferentes poblaciones se reprodujeron, resultando en 
un grupo de tortugas híbridas. Dado el compromiso de 
la Dirección del Parque de asegurar la pureza genética 
de las poblaciones de tortugas silvestres, se decidió que 
las tortugas híbridas permanecerían en cautiverio por el 
resto de sus vidas — quizás hasta por 200 años o más. 
Luego a mitad de los años 1990, un grupo de 
científicos de la Universidad de Yale, inicialmente 
dirigido por el Dr. Jeffrey Powell y después por la Dra. 
Gisella Caccone, empezó a estudiar la genética de las 
tortugas de Galápagos. Cuando analizaron las que 
estaban en cautiverio, descubrieron que el linaje de casi 
todos los híbridos, no incluía ninguna especie en peligro. 
Entonces, como no se requerían para la recuperación de 
alguna población en específico, se fueron incorporando 
al plan para la restauración del ecosistema de Pinta. Al 
esterilizar estas tortugas híbridas, se podrían liberar 
en Pinta para que sirvieran como ingenieras del 
ecosistema, sin tener que comprometer la genética de 
cualquier población en el futuro. Además de ayudar a la 
recuperación de la isla, estas tortugas que de otro modo 
permanecerían en cautiverio de por vida, lograrían vivir 
libres. En mayo del 2010, un grupo de guardaparques 
trasladó 39 tortugas híbridas esterilizadas a la parte 
alta de Pinta. Pasado un año, todas habían subido un 
promedio de 10 kg. Continúan prosperando allí hoy en 
día, dispersando semillas y abriendo la vegetación, todo 
como el paso inicial para la recuperación natural del 
ecosistema en Pinta.
Arriba: Los guardaparques 
que cargaron las 39 Tortugas 
Gigantes hasta la parte alta de 
Pinta en Mayo de 2010. 
© Joe Flanagan
Varias de las 39 tortugas 
descansan en el bote, rumbo a 
su nuevo hogar en la isla Pinta. 
© Francisco Laso
1110
La Vida en el Centro de Crianza 
Por décadas habíamos creído que para la restauración 
total de la población de tortugas de la isla Pinta, 
necesitábamos que el Solitario George sereprodujera. 
En 1992, trajimos dos tortugas hembras desde el 
Volcán Wolf en el norte de la isla Isabela, para que lo 
acompañasen. Le construimos un corral nuevo en el 
Centro de Crianza con zonas de anidación para las 
hembras y donde los visitantes por fin lo podrían ver. 
El trabajo con la genética de las tortugas, no empezaría 
hasta dos años después y serian muchos años más, antes 
de que supiéramos cuál especie era la mejor pareja para 
George. Entonces elegimos tortugas hembras parecidas 
a las tortugas de Pinta. Desafortunadamente, quizás por 
haber vivido tantos años solo, el Solitario George no 
demostraba interés en sus nuevas compañeras. 
En la primavera de 1993, la Dra. Gila von Hegel, 
una veterinaria del Zoológico de Múnich, pasó por 
las Galápagos y me enseñó una técnica para estimular 
a las tortugas machos para que produjeran semen. Sí 
lográbamos que el Solitario George produjera semen, 
podríamos examinar la viabilidad de su esperma y 
posiblemente usar la inseminación artificial como 
una manera de superar su renuencia a copular. La 
estimulación sexual también podría tener el beneficio de 
aumentar su interés por las tortugas hembras. A pesar 
de esto, después de haberse sentado con George por más 
de una hora, Gila solo pudo tocar su carapacho y sus 
patas; no le dejó tocar su cola. Aparentemente cuando 
trabajó con tortugas de Aldabra en zoológicos, logró 
exitosamente hacerlas producir semen después de una 
semana de visitas diarias. 
Luego apareció Sveva Grigioni, una joven mujer 
de Suiza quien llegó a realizar un voluntariado en 
herpetología. Cuando llegó Sveva, le di la opción 
de trabajar con el Solitario George o estudiar las 
salamanquesas introducidas. Eligió a George y durante 
los siguientes tres meses se sentó con él por lo menos 30 
veces por una o dos horas cada vez, con la meta de hacerlo 
producir semen. Sveva llegó a ser conocida localmente 
como “la novia del Solitario George.” Podía lograr que los 
otros machos en cautiverio produjeran semen dentro de 
30 minutos, y aunque el Solitario George eventualmente 
gustó de ella y parecía estar esperando sus visitas, su 
esfuerzo para obtener semen durante esos tres meses no 
tuvo éxito. No obstante, el trabajo de Sveva al parecer 
estimuló el interés de George por las dos hembras con 
las que compartía corral, pero de lo que conocemos él 
nunca logró copular exitosamente con ellas. Cuando las 
dos hembras por fin pusieron huevos en 2008 y 2009, 
hubo mucha felicidad respecto al posible futuro para las 
Sveva Grigioni trabaja para estimular sexualmente a 
George en julio de 1993, en un esfuerzo para hacerlo 
producir semen. © Linda J. Cayot
En 1992, el Solitario George y las dos tortugas hembras de 
Volcán Wolf se dirigen hacia su nuevo corral en el Centro de 
Crianza, el que compartirían por casi dos décadas. 
© Linda J. Cayot
1312
tortugas de la isla Pinta. Durante los siguientes meses, 
esa felicidad se convirtió en frustración y finalmente 
en decepción, cuando fue obvio que todos los huevos 
eran infértiles. Las tortugas, como las gallinas, también 
pueden poner huevos sin nunca haber copulado. 
A principios de los años 2000, el equipo genético 
de la Universidad de Yale afirmó que las tortugas de la 
isla Española eran, más que cualquier otra, la población 
genéticamente más cercana al Solitario George. Llegaron 
a esta conclusión después de tomar no solo muestras 
de sangre del Solitario George y sino de tejido de los 
especímenes de tortugas de Pinta, que se habían recogido 
en la expedición del 1905-06 realizada por la Academia 
de Ciencias de California. Las hembras de Wolf, que 
habían sido compañeras de George por casi dos décadas, 
resultaron ser de una de las poblaciones que menos se 
parecía genéticamente a la tortuga de Pinta. Por lo tanto 
esas dos hembras de Wolf fueron sacadas del corral de 
George y en su reemplazo fueron colocadas dos de las 
hembras que habían sido repatriadas a la isla Española 
en los años 1970s, las que previamente fueron capturadas 
y traídas de nuevo a la isla Santa Cruz para vivir con 
el Solitario George. Desafortunadamente él nunca 
demostró interés por ellas tampoco. 
Más allá de sus problemas reproductivos, el 
Solitario George nunca se adaptó completamente a la 
Arriba: El Solitario George sigue a una de las tortugas hembras 
de Española que fueron trasladadas a su corral en 2009, 
cuando el análisis genético demostró que las tortugas de 
Española estaban más relacionadas con las tortugas de Pinta, 
que con las del Volcán Wolf. © Barbara Kirschner
Abajo: Fausto Llerena (izquierda), el guardaparque responsable 
del cuidado del Solitario George, y el Director Científico del 
Parque, Wacho Tapia, extraen los huevos de un nido en el 
corral del Solitario George; luego confirmaron que todos eran 
infértiles. © DPNG
Cuando tenía 17 años, fui voluntario en el Centro de Crianza, donde ayudaba a 
darle de comer al Solitario George y estudiaba 
su comportamiento. Muchos años después, 
luego de haber terminado la Universidad y 
estudiado las Tortugas Gigantes en el sur de 
Isabela, empecé a trabajar para el Parque 
Nacional Galápagos, donde me convertí en la 
persona a quien recurrían cuando el Solitario 
George tenía cualquier problema. Por ejemplo, 
un fin de semana un árbol de cactus se cayó 
en su corral y el lunes por la mañana, ya 
había comido tanto del tronco fibroso que 
tenía problemas digestivos. También ayudé 
a excavar los nidos de las hembras de Wolf, 
solo para luego tener una gran desilusión 
cuando nos dimos cuenta que los huevos eran 
infértiles. Cuando Don Fausto vino a buscarme 
el día que murió el Solitario George y fuimos a 
confirmar su muerte, me sentí como si hubiese 
perdido un amigo cercano. Inmediatamente 
le di un abrazo a Don Fausto mientras 
llorábamos nuestra pérdida.
Washington (Wacho) Tapia (su foto a la 
derecha) ha trabajado en la conservación de 
Galápagos por décadas y actualmente es el 
Director de la Giant Tortoise Restoration Initiative 
en Galapagos Conservancy.
vida en cautiverio. A veces sufría de complicaciones 
dermatológicas, bocios, y a diferencia de las otras 
tortugas en el Centro de Crianza, George se engordó. 
El Dr. Olav Oftedal, un nutriólogo de animales del 
Zoológico Nacional de Washington, DC, fue invitado 
para ayudarnos a mejorar la condición de nuestras 
iguanas terrestres en cautiverio. Luego de examinar 
también al Solitario George, nos recomendó una dieta 
especial. Con el monitoreo regular de su peso y el ajuste 
de su dieta cuando fue necesario, se logró mantener un 
peso saludable por el resto de su vida. Estudiábamos su 
comportamiento, ajustábamos su dieta, hacíamos análisis 
de sus heces y su tiroides, y trabajábamos para asegurar 
la buena salud de George. Pero continuaba teniendo 
temporadas en las que su salud no era muy buena. 
Intentamos muchas cosas durante los años que el 
Solitario George permaneció en cautiverio. Le dimos 
la oportunidad de tener tortugas hembras, mejoramos 
su dieta, cuidamos de su salud, y hasta tratamos de 
estimularlo sexualmente, pero al parecer nada funcionó 
como esperábamos. Unos cuantos herpetólogos 
sugirieron que lo pusiéramos con otros machos por un 
tiempo, para observar si ellos lo estimulaban para ser 
más activo sexualmente. Circunstancias en las Galápagos 
en los años 1990s nos proveyeron esta oportunidad (o 
más bien la necesidad) de hacerlo. El creciente conflicto 
entre los pescadores y el sector de conservación sobre 
los pepinos de mar, se intensificó al punto que unos 
pescadores realizaron frecuentemente protestas durante 
varios días, haciendo que se cerraran la Estación 
Científica y la sede del Parque Nacional. Algunas hasta 
amenazaban con matar al Solitario George. Aunque no 
se pensaba que lo fueran a hacer, se tenía que responder 
a esta amenaza y por eso trasladamos a George a uno 
de los corrales con machos y hembras mezclados, sobre 
quienes no se conocía el origen, y lo reemplazamos con 
una hembra grande quese parecía a él. Yo creía que si 
los pescadores intentaban llevar a cabo su amenaza, no 
sabrían la diferencia. 
Un ataque al Solitario George nunca sucedió, pero su 
tiempo en el corral con los machos y las hembras nos dio 
la oportunidad de observar su comportamiento. Nunca 
muy social con tortugas o humanos, George se ubicó en 
un cuarto del corral grande en donde las otras tortugas 
quedaban lejos de él y lo dejaban andar por su lado. 
Hasta entre un grupo de varias tortugas, le hacía honor 
a su nombre; se confirmó entonces que él era un soltero 
empedernido.
A medida que los años pasaban, la fama del Solitario 
George continuaba creciendo. Cartas seguían llegando a 
la sede del Parque y a la Estación, expresando interés y 
preocupación en su destino y el de su especie. Fotos de 
otras tortugas de Galápagos en cautiverio en otras partes 
del mundo, llegaban con palabras de esperanza que de 
pronto entre ellas había una hembra de Pinta. Algunos 
recomendaban clonar a George. Cartas de niños, jóvenes, 
y grupos enteros de colegios daban sugerencias para 
su futuro, algunos pidiendo su regreso a Pinta, donde 
podría vivir el resto de su vida y morir con dignidad en la 
naturaleza. Otros pensaban que debía de ser reproducido 
con tortugas hembras de otras islas. Después de dos años 
de su muerte, estas cartas todavía llegan. 
Búsquedas adicionales se llevaron a cabo en Pinta 
para asegurar que ninguna tortuga viva se nos había 
pasado. Durante el Proyecto Isabela, cazadores de 
cabras recorrieron toda la isla, incluyendo las áreas 
que seguro nunca fueron visitadas antes. En 2008, la 
Dirección del Parque llevó a cabo la última búsqueda 
grande para evidenciar tortugas sobrevivientes en Pinta. 
Después de una semana de peinar cada centímetro de la 
isla, los guardaparques y sus colaboradores solamente 
encontraron algunos carapachos en el fondo de unas 
grietas, similar a lo que Miguel Castro había encontrado 
más de 40 años atrás. Un proyecto aparte realizado por 
el equipo genético de la Universidad de Yale, buscó en 
los zoológicos y en colecciones alrededor del mundo, 
otra tortuga de Pinta, pero nunca se encontró alguna, 
ni hembra, ni macho. El Solitario George estaba 
verdaderamente solo.
Conocí al Solitario George cuando fui a Galápagos por primera vez en 1994. 
Fue un momento muy emocionante. Con 
mi interés en genética, me pareció obvio 
usar métodos genéticos para tratar de 
encontrarle una pareja al Solitario George. 
Busqué en zoológicos, en colecciones 
privadas y entre los animales de origen 
desconocido en la Estación Científica 
Charles Darwin, pero sin éxito. Cuando 
murió George, fue muy duro. Era como 
un miembro de la familia. Como cuando 
lamentas la muerte de alguien cercano a ti, 
yo lamenté su muerte y pensé en todas las 
cosas que podía haber hecho, pero que no 
hice. Pensé que tendría más tiempo.
La Dra. Gisella Caccone, genetista de la 
Facultad de Ecología y Biología Evolutiva en 
la Universidad de Yale, es una experta en la 
genética evolutiva de las Tortugas Gigantes 
de Galápagos
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El Solitario George en 1992, con una de las tortugas 
hembras de Volcán Wolf. © Linda J. Cayot 
El Solitario George en 1995. © Godfrey Merlen
El Cuidador y Amigo del 
Solitario George: Fausto Llerena
En 1954, Fausto Llerena, un joven de catorce años, 
llegó a Galápagos desde el Ecuador continental junto con 
sus padres y cinco hermanos. Después de una noche en 
Puerto Ayora se trasladaron a la parte alta de la isla Santa 
Cruz, a una finca que le pertenecía a un amigo del tío de 
Fausto. Aunque no conocían a nadie en las Galápagos, 
habían venido a quedarse. 
En 1971, después de haber trabajado como asistente de 
campo para científicos de la Estación Científica Charles 
Darwin, Fausto se unió al Servicio Parque Nacional 
Galápagos como guardaparque. No estando seguro que 
le iba a gustar el trabajo, solo estuvo de acuerdo en firmar 
un contrato por un año. Sin embargo, para el fin de ese 
año, había encontrado allí su pasión y permaneció como 
guardaparque hasta jubilarse, 43 años después. 
Yo conocí a Fausto por primera vez en 1981, cuando 
era estudiante de postgrado. Luego tuve la oportunidad 
de trabajar con él muy de cerca desde fines de los años 
1980s hasta el final de la década de los 1990s, cuando 
yo supervisaba el trabajo desarrollado en el Centro de 
Crianza. Durante esa década hicimos viajes regulares a 
otras islas para monitorear las poblaciones de tortugas, 
buscar nidos, y repatriar juveniles crecidos en el Centro. 
Derecha: Fausto Llerena 
comparte un tranquilo 
momento con su amigo de 
mucho tiempo, el Solitario 
George. Foto tomada en el 
2010. 
© DPNG
Un Fausto más joven trabaja 
con tortugas juveniles en el 
Centro de Crianza, donde 
laboró por décadas y el cual 
ahora lleva su nombre en su 
honor. © DPNG (izquierda) 
© David Sutherland (abajo)
18
Fausto conocía al Solitario George desde el inicio. 
Participó en el viaje de cacería de cabras a Pinta en marzo 
de 1972, cuando George fue traído a Santa Cruz. Aunque 
a los guardaparques no se les había dicho que una tortuga 
había sido vista el año anterior por el Dr. Vagvolgyi y su 
esposa, se les indicó que tenían que traer de vuelta al 
Centro de Crianza cualquier tortuga que encontraran, 
para mantenerla protegida. En el viaje anterior de cacería 
de cabras, Fausto fue quien había encontrado una tortuga 
macho asesinada con un machete. 
En 1972, con la vegetación destruida por las cabras, 
el terreno de Pinta era abierto y las caminatas eran 
relativamente fáciles. Si había algunas tortugas, seguro 
que se hubiesen visto. Después de varios días, Manuel 
Cruz, un estudiante investigando los hábitos alimenticios 
de las cabras introducidas, se encontró con el Solitario 
George cerca de donde yo encontraría las heces de 
tortuga nueve años después. Con mucha dificultad, los 
guardaparques cargaron la gran tortuga macho hasta la 
playa y luego fue llevado en un bote hasta el Centro de 
Crianza en Santa Cruz. 
Cinco años después, Fausto empezó a trabajar en 
el Centro de Crianza para Iguanas Terrestres, junto al 
Centro de Crianza para Tortugas Gigantes. En 1983, 
comenzó a trabajar directamente con las tortugas en 
cautiverio, incluyendo al Solitario George. Tres años 
después, asumió la posición de encargado del Parque 
Nacional para el manejo de ambos Centros, continuando 
su trabajo en colaboración con el personal de la Estación 
Científica. 
Junto a su trabajo en los Centros de Crianza, lo que 
Fausto más disfrutaba era los viajes largos a las islas 
con tortugas, primero para identificar áreas de vida de 
las tortugas y luego para monitorear tortugas y buscar 
nidos. Su conocimiento de la historia natural de las 
tortugas de Galápagos excede, por mucho, el de todos 
nosotros, quienes hemos estudiado las tortugas durante 
varios años. Una vez, cuando Fausto y yo estábamos en 
Pinzón en búsqueda de nidos, nos dirigimos a la zona de 
anidación sur. Mucho antes de llegar a la zona principal 
de anidación, Fausto señaló un árbol de muyuyo (Cordia 
lutea) situado a unos 2,5 metros del sendero. No había 
estado allí por muchos años, pero recordaba que una 
tortuga anidaba bajo ese árbol. Nos fuimos al muyuyo 
y justo allí encontramos un nido aproximadamente a un 
metro de donde había dicho. 
Por más de 25 años Fausto trabajó cercanamente 
con George, dándole de comer, monitoreando su peso, 
cuidando sus problemas médicos, y participando 
en nuestros esfuerzos para hacer que la tortuga se 
reprodujera. Eventualmente los dos desarrollaron una 
relación especial. Cada mañana cuando Fausto llegaba 
a la verja del corral, el Solitario George estaba allí 
esperándolo y cuando llegaba la hora en que Fausto se 
marchaba, George lo seguía hasta la verja. La tortuga 
nunca hacía esto con ningún otro. 
Fausto es uno de los empleados que más se ha 
dedicado y ha servido al Servicio del Parque. En 1999, 
el Director del Parque Nacional Galápagos para honrar 
a Fausto nombró al Centro deCrianza como “Centro de 
Crianza Fausto Llerena”. Fausto se jubiló en noviembre 
de 2014 a la edad de 75 años.
Él nunca fue agresivo, siempre amigable. Siempre venía a saludarme. Se 
acercaba a la verja, alzaba su cabeza, y me 
miraba a los ojos. Era como si me estuviese 
preguntando, “¿Cuál es el menú de hoy?” 
a lo que le respondía “Bueno, es el mismo 
menú de todos los días.” Mientras hacía 
mi trabajo, se quedaba conmigo y luego 
me seguía hasta la verja. Tenemos 1.160 
tortuguitas y 58 adultos en el Centro de 
Crianza y entre todas ellas – más de 1.200 
tortugas – él era mi mejor amigo.
Fausto Llerena, uno de los empleados que 
más se dedicó y duró trabajando para el 
Parque Nacional Galápagos, fue el cuidador 
del Solitario George por muchos años y su 
mejor amigo.
Fausto Llerena y el Solitario George bajo el refugio de 
sombra que está en su corral. © DPNG
21
La Muerte del Solitario George 
La mañana del domingo 24 de junio de 2012, Fausto 
llegó al corral del Solitario George. La vieja tortuga no 
lo estaba esperando en la verja. Cuando Fausto entró al 
corral y se acercó a la tortuga que estaba aparentemente 
durmiendo, George no se movía. Entonces Fausto se 
acercó a tocarlo e inmediatamente se sintió aturdido. 
No quería creer lo que él sabía era verdad. Se dirigió 
apresuradamente a la casa de Wacho Tapia, quien en ese 
tiempo era el Director de Investigación de la Dirección 
del Parque, y timbró. Los dos regresaron inmediatamente 
a confirmar lo que Fausto ya sabía en su corazón: el 
Solitario George estaba muerto. 
A pocas horas de este descubrimiento, la noticia 
se empezó a divulgar. Muchos de nosotros dedicados 
a la conservación de tortugas gigantes en Galápagos 
estábamos en Puerto Ayora preparando dos talleres 
internacionales. El propósito del segundo taller era, 
precisamente, desarrollar planes para los siguientes 
10-20 años de acciones de conservación e investigación 
de las tortugas gigantes. Wacho Tapia, de la Dirección 
del Parque, Dr. James Gibbs de la Universidad Estatal de 
Nueva York, y yo, estábamos dirigiendo ambos talleres. 
Y, la suerte quiso que la Dra. Eleanor Sterling, del Museo 
Americano de Historia Natural estuviera ahí para ayudar. 
Mientras nos preparábamos para el primer taller ese 
domingo por la mañana, Wacho llamó a informarme 
sobre la muerte del Solitario George. La noticia nos 
sorprendió a todos profundamente. En poco tiempo, 
empecé a oír chismes en el pueblo sobre la muerte de 
George. No pasó mucho tiempo antes de que el Director 
del Parque tuiteó la noticia al mundo y el frenesí de la 
prensa empezó. 
El lunes, la Dra. Marilyn Cruz, una veterinaria local 
que a menudo colaboraba con la Dirección del Parque, 
llevó a cabo la necropsia del Solitario George, con 
un segundo veterinario que tenía mucha experiencia 
con tortugas, el Dr. Joe Flanagan, participando por 
teléfono desde el Zoológico de Houston. Su conclusión: 
El Solitario George murió por vejez o sea por causas 
naturales. La mayoría de sus órganos parecían saludables 
menos el hígado, que demostraba señales de edad 
avanzada. Muestras de tejidos frescos fueron tomadas 
debido a un esfuerzo valiente de muchos, incluyendo 
al Dr. Oliver Ryder del Zoológico de San Diego quien 
dirige su “Zoológico Congelado.” Mandó dos miembros 
de su personal desde San Diego para asegurar que el 
proceso se llevara a cabo de acuerdo con su protocolo. 
El esfuerzo incluyó el traslado de tanques de nitrógeno 
El corral vacío del Solitario George en el día de su muerte. © Charles Shelby
23
líquido del continente a las islas, varios botes dañándose, 
muchísimos correos electrónicos y llamadas telefónicas, 
y una inmensa coordinación entre varias personas y 
organizaciones durante muy poco tiempo. Esas muestras 
se encuentran actualmente en el Ecuador, esperando un 
futuro incierto. Clonar al Solitario George podría ser una 
posibilidad algún día. Una sorpresa fue que al parecer el 
ducto espermático de la tortuga no estaba completamente 
formado, terminando unos cuatro centímetros antes 
de lo que debiera. Al parecer el Solitario George estaba 
físicamente imposibilitado para reproducirse, lo que 
también podría explicar un poco el por qué mostraba un 
comportamiento tan solitario. 
Durante la siguiente semana, personal de la 
Dirección del Parque y quienes habíamos trabajado con 
el Solitario George, empezamos el reto de responder los 
requerimientos para entrevistas de la prensa nacional e 
internacional. Después de haber recibido varios correos 
ofreciendo servicios de taxidermia o de deshidratación 
por congelación para George, la Dirección del Parque 
decidió seguir los consejos de la Dra. Sterling y trabajar 
a través del Museo Americano de Historia Natural en 
la Ciudad de Nueva York, para asegurar que el trabajo 
de taxidermia se hiciera por un profesional reconocido 
mundialmente. Con la necropsia terminada y el Solitario 
George congelado, lo empaquetamos a la espera de los 
papeles requeridos para su traslado a Nueva York. 
Aproximadamente uno o dos días después de su 
deceso, miles de noticias aparecieron en el Internet 
anunciando su muerte. Cientos de correos electrónicos, 
muchos con fotos o dibujos del Solitario George, 
llegaban a los buzones de la Dirección del Parque, la 
Estación Científica Charles Darwin, y a los de varios de 
nosotros quienes conocíamos y habíamos trabajado con 
el Solitario George. El mensaje más sincero que recibí fue 
el de Sveva Grigioni, la novia de George:
 
Estimada Linda,
¡Hoy escuché por la prensa Suiza que el Solitario 
George murió el domingo! Siempre pensé que 
podría volver a Galápagos para permitir que 
mi esposo e hija conocieran a mi antiguo novio. 
¡Tristemente ahora eso ya es imposible! Ahora 
estoy viviendo en Lausanne con mi familia y soy 
una maestra en un colegio de secundaria y en un 
instituto para la formación de profesores. Muchas, 
muchas cosas han pasado en mi vida desde mi 
experiencia en Galápagos, pero George siempre 
tenía un gran sitio en mis pensamientos. 
 
Saludos cordiales desde Suiza, 
Sveva
Pero de los varios homenajes al Solitario George, 
quizás el más adecuado ocurrió un par de semanas 
después. La reunión de expertos en tortugas, científicos, 
guardaparques y otros, en el taller sobre tortugas, 
coordinado por Galapagos Conservancy y la Dirección 
del Parque Nacional Galápagos, tomó un nuevo y 
poderoso significado a la sombra de la muerte del 
Solitario George. La pérdida de la tortuga de Pinta 
reforzó nuestras discusiones y nuestros planes sobre un 
programa a largo plazo, para asegurar la conservación 
indefinida de todas las tortugas de Galápagos a 
perpetuidad. El pensar que existe 
la amenaza de futuras extinciones, 
nos hizo agrandar nuestros sueños, 
ampliar nuestro alcance, e incrementar 
nuestra creatividad.
Un grupo internacional de expertos 
sobre tortugas se reunió para un 
taller, Recuperación de las Tortugas 
Gigantes a través de Investigación y 
Manejo Integrados, en julio de 2012, 
dos semanas después de la muerte 
del Solitario George. 
Ambas fotos © Ole Hamann
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Tuve el privilegio de ser el transportador del Solitario George en su largo viaje de Galápagos a la Ciudad 
de Nueva York. En las horas húmedas y cálidas, antes del 
alba en Puerto Ayora, empacamos a la tortuga congelada, 
envuelta en aislante rosado, en una elegante caja de 
madera, construida especialmente para su viaje. Varias 
de las personas con las que nos encontramos mientras que 
nos dirigíamos al aeropuerto, empezaron a llorar cuando 
tocaban su caja. Esa noche, los Agentes de Aduana en 
Guayaquil colaboraron profesional y eficientemente para 
apurar el paso de la tortuga por la gran bodega de frutas 
frescas, pescado congelado, y flores. Después de aterrizar en 
Nueva York, temprano en un día frio y lluvioso, viajamos 
por las calles congestionadas hacia el Museo Americano 
de Historia Natural, donde abrimos la caja y lo colocamos 
sobre la mesa para empezar el largo proceso de preservar 
estaextraordinaria tortuga. Si aprendí algo en esta travesía, 
fue sobre la magnitud de la afinidad que el mundo siente 
por el Solitario George. Me puedo imaginar el júbilo que se 
sentirá cuando regrese al Ecuador.
El Dr. James Gibbs de la Universidad Estatal de Nueva 
York, ha trabajado muy de cerca con el Parque Nacional 
Galápagos durante muchos años sobre la conservación de 
las tortugas y fue el escolta personal de George durante su 
viaje desde Galápagos hasta Nueva York.
James Gibbs toma un descanso en el sitio de 
liberación de tortugas en la Isla Pinta, donde 39 
tortugas adultas fueron liberadas en mayo del 2010. 
© Linda J. Cayot
Abajo: Niños Galapagueños acompañan la caja 
que contiene al Solitario George, rumbo hacia el 
aeropuerto. © James Gibbs
Preservando un Símbolo 
El Solitario George permaneció en un congelador 
en la sede del Parque Nacional Galápagos por casi 
ocho meses antes de que él y su transportador, Dr. 
James Gibbs, hicieran el complejo viaje hasta la 
Ciudad de Nueva York. Luego el Solitario George 
se sometió por más de un año a detallado proceso 
de taxidermia, realizado por George Dante, un 
profesional reconocido mundialmente, en su 
laboratorio Wildlife Preservations en Nueva Jersey. 
Después de una exhibición de tres meses en el 
Museo Americano de Historia Natural en la Ciudad 
de Nueva York, Solitario George volverá al Ecuador 
donde será exhibido para futuros visitantes. 
George Dante, arriba, posa en su 
estudio en Nueva Jersey con el cuerpo 
artísticamente preservado del Solitario 
George. © Robert Clark Photography LLC
Derecha: Niños miran fijamente 
asombrados. © JargaPix Photography
Más hacia la izquierda: El pie del 
Solitario George, todavía cubierto con 
cristales de hielo de su viaje desde 
Galápagos a la Ciudad de Nueva York, 
minutos después de haber sido extraído 
de su caja en el Museo Americano de 
Historia Natural en marzo de 2013. 
© James Gibbs
27
Derecha: Tortugas en 
la cumbre del Volcán 
Wolf en Diciembre de 
2008. © DPNG
Arriba hacia la 
izquierda: Vista del 
Volcán Wolf desde 
Bahía Banks, cerca del 
extremo noroeste de 
isla Isabela. © DPNG
Izquierda: Scott 
Glaberman y Gisella 
Caccone le toman 
muestras de sangre a 
una tortuga en Volcán 
Wolf en el 2008. 
© Yale University
Abajo hacia la 
izquierda: Uno de 
los híbridos juveniles 
encontrado en Volcán 
Wolf en el 2008 con 
linaje de Pinta. 
© Yale University
¿Un Futuro para la Tortuga de 
la Isla Pinta? 
Durante los últimos años de vida del Solitario 
George, mientras continuaba la búsqueda de otras 
tortugas de Pinta en zoológicos y en la propia isla, de 
manera silenciosa estaba sucediendo en un laboratorio 
de la Universidad de Yale, algo que cambiaría el curso 
de la conservación en su isla (Pinta) y también para 
otras tortugas de Galápagos. Basado en la identificación 
genética de las tortugas de Pinta a través del análisis de 
especímenes en museos y del mismo Solitario George, el 
equipo genético logró determinar que una tortuga, a la 
que se le habían tomado una muestra durante un trabajo 
de campo en el remoto volcán Wolf al extremo norte de 
la isla Isabela, era una híbrida. La tortuga joven tenía un 
progenitor con sangre pura de las tortugas de Pinta que 
todavía podría estar vivo. La búsqueda comenzó. 
En diciembre de 2008, una expedición ambiciosa 
organizada por la Dirección del Parque, se llevó a cabo 
en el Volcán Wolf para buscar más tortugas híbridas de 
la isla Pinta o quizás la escurridiza tortuga pura de Pinta. 
Después de colectar muestras de sangre de más de 1.600 
tortugas, el equipo de Yale empezó el proceso lento de 
análisis genético de las muestras. No solo encontraron 
17 tortugas híbridas con linaje parcial de Pinta, sino 84 
tortugas con linaje parcial de Floreana. La tortuga de 
Este ha sido el proyecto más emocionante en el que me he comprometido, dado la 
tristeza de lo que significaba su muerte para 
la comunidad científica, y para la gente que 
cuidaba y trabajaba directamente con él 
por tantos años. Mientras empezábamos a 
planear nuestra estrategia, inmediatamente 
nos fue muy claro que este iba a ser el trabajo 
de taxidermia más importante de nuestros 
tiempos, era el honor más alto que se le podía 
hacer a un taxidermista y absolutamente 
no había espacio para cometer errores. 
Mis objetivos no eran solamente crear la 
representación científica más precisa de una 
tortuga de carapacho montura para la ciencia, 
sino fundamentalmente resucitar a “George” 
para la gente que lo conocía y amaba. 
Finalmente, crear una obra de arte que no solo 
nos permitiera celebrar la vida de George, sino 
que también nos llevara en alguna manera a 
ser más conscientes sobre los retos a los cuales 
la vida del planeta se enfrenta.
George Dante fue el taxidermista reconocido 
mundialmente y que meticulosamente trabajó en 
la preservación del Solitario George por más de 
un año en 2013-14.
tres barcos balleneros de Inglaterra hasta la Bahía Banks. 
Para aligerar su carga, los balleneros tiraron al agua todas 
sus tortugas que aún permanecían a bordo. Aunque las 
Tortugas Gigantes no pueden nadar, pueden flotar bien. 
Un par de días después, la tripulación del Essex descubrió 
alrededor de cincuenta tortugas aun flotando en la Bahía 
Banks y recogieron aquellas que pudieron alcanzar del 
agua. Seguro que algunas de esas tortugas, quizás de 
diferentes islas de Galápagos, eventualmente flotaron a 
la costa rocosa al pie del volcán Wolf y subieron a tierra. 
Estos acontecimientos ocurridos en el norte de isla 
Isabela hace 200 años, se convirtieron en un tesoro valioso 
para los conservacionistas. Cuando combinándolos 
con el punto de referencia genético que se obtuvo de 
especímenes de tortugas extraídas por científicos hace 
más de 100 años, teníamos los ingredientes para un plan 
ambicioso de restauración de tortugas tanto en Pinta 
como en Floreana. El plan incluyó la recuperación de 
tortugas híbridas del Volcán Wolf con linaje de tortugas 
de Pinta y Floreana para diseñar programas de crianza 
en cautiverio. ¡Sus crías luego serían liberadas en Pinta, 
donde las tortugas han estado ausentes por más de 40 
años, y en Floreana donde no ha habido tortugas por más 
de 150 años! Aunque el plan requiere de un trabajo duro 
y de muchos recursos, la posibilidad de repoblar Pinta 
y Floreana con tortugas es demasiado emocionante e 
importante, para no hacer el esfuerzo de lograrlo.
El Legado del Solitario George 
Por 40 años el Solitario George fue un símbolo vivo 
de la extinción — el último de su especie. En menos 
de 200 años los humanos redujeron las cantidades de 
tortugas en la isla Pinta, pasando de decenas de miles 
a un solo individuo. Aunque esperábamos salvar su 
especie al encontrarle una pareja de Pinta, permaneció 
solo, un ícono para todos a quienes les preocupaba la 
conservación del mundo natural. 
En las humildes pero profundas palabras de Fausto 
Llerena, quien era el que mejor conocía al Solitario 
George, “Tenemos que cuidar a Galápagos para 
garantizar que ninguna otra especie se extinga.” La 
muerte del Solitario George y la pérdida de su especie 
nos llevan a todos a realizar más esfuerzos para 
conservar la biodiversidad en todas partes. 
Seguiremos contando la historia del Solitario 
George. Nos motiva a seguir ampliando la frontera de la 
ciencia aplicada a la conservación, para buscar nuevas 
soluciones a retos que antes no tenían solución, y así 
asegurar que no solo su legado sino el nuestro, sea un 
mundo natural colmado de ecosistemas diversos y de 
criaturas maravillosas.
Floreana se había extinguido en la isla a mediados de 
los años 1800s. Estos emocionantes descubrimientos 
ofrecieron una oportunidad no esperada para restaurar 
las poblaciones de tortugas en ambas islas. 
¿Pero por qué se había convertido el volcán Wolf en 
un hogar de una variedad tan sorprendente de tortugas? 
Por décadas, a los científicos se les hacía difícil describir 
la población de tortugas en Wolf. Tantas tortugascon 
carapacho montura, como con carapacho cúpula, 
compartían la montaña y la variación que existía era 
mucho mayor que cualquier otra población de tortugas 
en Galápagos. No es de extrañar, pues según los genéticos 
de Yale, un proceso de hibridación empezó en el volcán 
Wolf hace unos 200 años que incluía no solo tortugas de 
Wolf, Floreana, y Pinta, sino tortugas de Española, San 
Cristóbal, y el sur de Isabela. 
Era evidente que Bahía Banks, en el lado occidental 
del Volcán Wolf, representaba un buen ancladero, que 
probablemente fue usado por muchos barcos balleneros. 
Es probable que los balleneros abandonaran tortugas allí 
para hacer espacio y poder cargar más aceite de ballena, 
o que habían determinado que les ofrecían suficiente 
carne fresca para el viaje de regreso y así sacaban las 
tortugas que estaban de más en sus bodegas. En un 
caso durante la Guerra de 1812, entre los EEUU y Gran 
Bretaña, un capitán de la Armada Estadounidense a 
bordo del USS Essex, documentó cuando persiguieron 
Un aviso exhibido frente a una tienda en Puerto Ayora, Santa 
Cruz, el día que murió Solitario George: Hoy hemos sido 
testigos de extinción. Esperemos que aprendamos de él. 
Fotógrafo no conocido. 3130
INICIATIVA PARA LA RESTAURACIÓN 
DE LAS TORTUGAS GIGANTES 
Las Tortugas Gigantes han tomado un rol esencial en 
las islas Galápagos desde su arribo hace más de un millón 
de años, cambiándole la forma al paisaje biológico en 
beneficio de las criaturas y plantas extraordinarias del 
archipiélago. De las más de 200.000 tortugas que se 
encontraban viviendo en las islas, solo queda alrededor 
del 10%. 
La sobreexplotación por parte de los balleneros y piratas 
durante los siglos pasados, seguida de la depredación y 
destrucción del hábitat por especies invasoras como las 
ratas, los chanchos y los chivos, causó la extinción de 
las tortugas en algunas islas y disminuyó enormemente 
sus cantidades en otras. Cincuenta años de esfuerzos de 
investigación y conservación exitosa que ha incluido el 
refinamiento de los métodos de crianza de las tortugas, 
el control y/o erradicación de algunas de las especies 
introducidas más agresivas, y el análisis genético tanto 
de animales silvestres como especímenes de museo, han 
logrado el regreso exitoso de varias poblaciones de tortugas 
que estuvieron a punto de extinguirse. 
Ahora tenemos la oportunidad de avanzar aún más: 
devolver tortugas a tres islas donde actualmente están 
extintas, mejorando los hábitats donde se han degradado 
por chivos y otros animales introducidos, y recuperando 
todas las poblaciones de tortugas hasta sus cantidades 
históricas. 
En el 2014, la Dirección del Parque Nacional Galápagos, 
en colaboración con Galapagos Conservancy (GC), 
lanzó la Iniciativa para la Restauración de las Tortugas 
Gigantes (GTRI por sus siglas en inglés). La iniciativa 
se basa en los planes desarrollados en el taller intensivo 
sobre la investigación y manejo de las tortugas gigantes en 
Galápagos, desarrollado en julio del 2012, convocado por la 
DPNG en coordinación con GC. Los líderes de la iniciativa 
incluyen a Danny Rueda y Jorge Carrión de la DPNG, 
Linda J. Cayot y Wacho Tapia de GC, y James Gibbs de la 
Universidad Estatal de Nueva York, Facultad de Ciencias 
Ambientales y Silvicultura. Además, colabora con la 
iniciativa un extenso grupo de científicos internacionales, 
incluyendo el equipo de genetistas liderado por la Dra. 
Gisella Caccone de la Universidad de Yale. El trabajo se 
enfoca en reestablecer todas las poblaciones de tortugas 
gigantes de Galápagos a sus números históricos, antes 
de la llegada del ser humano y así contribuir a mantener 
y/o restaurar la capacidad de los ecosistemas de generar 
servicios, que es uno de los objetivos principales del Plan 
de Manejo de las Áreas Protegidas de Galápagos para el 
Buen Vivir.
Tortuguitas eclosionan en el Centro de Crianza Fausto 
Llerena en Santa Cruz, como parte de un Programa de 
Crianza en curso. Las tortuguitas permanecen en el Centro 
por casi 5 años, hasta cuando son capaces de resistir a los 
ataques de depredadores y son repatriadas a su isla de 
origen. © Joe Flanagan, Zoológico de Houston
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¿CÓMO USTED PUEDE AYUDAR 
RECUPERAR LAS POBLACIONES 
DE TORTUGAS GIGANTES? 
Gracias al compromiso y a la visión de donantes, 
científicos, y manejadores de las áreas protegidas 
de Galápagos durante las últimas décadas, existe 
ahora la posibilidad de recuperar las poblaciones 
de Tortugas Gigantes por todo Galápagos. Su 
donación a la Giant Tortoise Restoration 
Initiative ayudará a asegurar una nueva época 
para las icónicas Tortugas Gigantes de Galápagos 
y dejará un legado duradero para la conservación 
del archipiélago.
Para hacer una donación, visite: 
www.galapagos.org
AGRADECIMIENTOS
De parte de la Dirección del Parque Nacional 
Galápagos (DPNG) y Galapagos Conservancy, 
expresamos nuestros agradecimientos a los funcionarios 
activos y antiguos de la DPNG y de la Estación 
Científica Charles Darwin; también a los científicos, 
estudiantes, y voluntarios, quienes trabajaron con el 
Solitario George y para el beneficio de la conservación 
de Galápagos durante las últimas seis décadas. Este libro 
se elaboró en base, en parte, de informes de viaje, cartas, 
conversaciones, y conocimiento compartido. Wacho 
Tapia entrevistó a Fausto Llerena para lograr una nueva 
percepción sobre la relación entre él y Solitario George. 
Gracias a todos los que compartieron sus 
experiencias personales con el Solitario George y a la 
DPNG y a muchas personas por aportar con fotos. Por 
su asistencia en la revisión, un reconocimiento especial 
para Richard Knab, James Gibbs, Wacho Tapia, Ros 
Cameron, Gisella Caccone, Judy Cayot, y el Quincy 
Writing Group bajo la dirección de Margaret Elysia 
Garcia. Y un gran agradecimiento a todos los donantes, 
quienes durante años nos han apoyado en el trabajo con 
las tortugas y la conservación de Galápagos en general.
LÍDERES DE LA GIANT TORTOISE 
RESTORATION INITIATIVE 
Danny Rueda Córdova es Director de 
Ecosistemas de la Dirección del Parque 
Nacional Galápagos. Un Galapagueño con 
un MSc en Planificación Estratégica, tiene 
13 años de experiencia en manejo de áreas 
protegidas, con énfasis en manejo de especies 
nativas y endémicas; control y/o erradicación 
de especies introducidas; monitoreo ecológico 
y aprovechamiento sustentable de servicios ambientales. Actualmente, 
dirige en la DPNG los proyectos relacionados con conservación, 
restauración y uso racional de los ecosistemas.
 
Jorge Carrión Tacuri es Director de Gestión 
Ambiental de la Dirección del Parque Nacional 
Galápagos. Un Galapagueño con un Doctorado 
en Biología de la Conservación, tiene seis años 
de experiencia en aspectos como ecofisiología 
vegetal, monitoreo de la vegetación, 
polinización, dispersión y depredación de 
semillas, así como en gestión de la calidad 
ambiental. Actualmente, dirige los programas de gestión ambiental y 
científico de la DPNG.
Dra. Linda J. Cayot, es Asesora Científica 
de Galapagos Conservancy, ha pasado varias 
décadas trabajando para la conservación de las 
Tortugas Gigantes de Galápagos; ella coordina 
la Iniciativa para la Restauración de Tortugas 
Gigantes (GTRI). Hizo su Doctorado sobre 
las Tortugas Gigantes, supervisó el Centro 
de Crianza (incluyendo el cuidado del Solitario George), y dirigió 
mucho del trabajo de campo sobre tortugas entre 1988 y 1997. Asumió 
un rol principal en el Proyecto Pinta y organizó el taller sobre tortugas 
gigantes en julio del 2012, cuando los planes iniciales para la GTRI 
se desarrollaron.
Washington (Wacho) Tapia trabaja con 
Galapagos Conservancy como el Director de la 
GTRI con base en Galápagos. Un Galapagueño 
con más de dos décadas de experiencia en 
el campo y experto en reptiles, Wacho ha 
trabajado para la conservación de Galápagos 
desde sus voluntariados en los Centros de 
Crianza para tortugas gigantes e iguanas 
terrestres en la Estación Darwin, después de terminarsu bachillerato. 
Hizo su tesis de grado sobre las Tortugas Gigantes de Cinco Cierros 
en el sur de Isabela, bajo la supervisión de la Dra. Cayot. Luego trabajó 
para la DPNG durante 15 años, dirigiendo su programa científico y su 
grupo técnico. 
Dr. James Gibbs, es colaborador de la GTRI 
y profesor en la Universidad Estatal de Nueva 
York, Facultad de Ciencias Ambientales 
y Silvicultura, ha trabajado con Tortugas 
Gigantes por más de una década y con 
ecosistemas de Galápagos por más de tres. 
Actualmente es el científico principal de 
las investigaciones sobre tortugas-cactus-
vegetación leñosa; participó en el retorno de tortugas a la isla Pinta. El 
Dr. Gibbs ha sido un socio científico del Galapagos Conservancy y de 
la DPNG por muchos años.
Galapagos Conservancy es una organización sin fines de 
lucro, con su casa matriz en los EEUU, que tiene como misión 
promover y apoyar a la conservación de la biodiversidad y los 
ecosistemas únicos del archipiélago de Galápagos, a través de la 
restauración de sus ecosistemas, el manejo del conocimiento, la 
educación, y el apoyo a la implementación de políticas públicas. 
Galapagos Conservancy conecta a gente alrededor del mundo 
con los esfuerzos para la conservación en las islas, mientras 
trabaja en conjunto con las comunidades locales para construir 
un futuro sostenible para este tesoro mundial. 
SOBRE LA AUTORA 
La Dra. Linda J. Cayot es Asesora Científica de Galapagos 
Conservancy. Estudió la ecología de las Tortugas Gigantes por 
primera vez para su Doctorado a principios de los años 1980s 
y luego siguió trabajando para la conservación de Galápagos, 
primero como Jefe de Herpetología en la Estación Científica 
Charles Darwin, donde trabajó por diez años, y después con 
Galapagos Conservancy. Ha dedicado más de treinta años a la 
conservación de Galápagos, con especial énfasis en las Tortugas 
Gigantes. 
La autora posa con el Solitario George. 
© JargaPix Photography
El Parque Nacional Galápagos como área protegida fue creado 
en 1959. Sin embargo, la entidad del Gobierno responsable 
de su administración y manejo con el propósito de garantizar 
la conservación de la integridad ecológica y biodiversidad de 
los ecosistemas terrestres y marinos de las áreas protegidas del 
Archipiélago, además del uso racional de los servicios que estos 
generan para la comunidad local, es la Dirección del Parque 
Nacional Galápagos, establecida en 1968.

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