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GIBSON: The populist road to market reform – Policy and Electoral Coalitions in Mexico and Argentina 
INTRODUCCIÓN 
El artículo se enfoca en cómo lograron hacia los 90 los líderes del PRI, en México, y del Peronismo, en Argentina, llevar a cabo reformas económicas y políticas en pos del libre mercado a la vez que se mantenían electoralmente viables, dadas las coaliciones históricas de apoyo que habían construido (que no eran justamente muy pro-free market que digamos). 
También habla sobre qué tipo de características compartidas tenían las coaliciones que los apoyaban. El ensayo concibe a estos partidos como uniones de dos subcoaliciones regionales distintivas y aporta una diferenciación entre los reinos del policy-making y de política electoral. 
Las dos subcoaliciones son la coalición “metropolitana” y la coalición “periférica”. La primera funcionó como una coalición de apoyo a las estrategias de desarrollo (desarrollismo) de los partidos, mientras que la segunda como una base electoral sobre la cual estos construyeron mayorías para llegar y mantenerse en el poder. 
COALICIONES METROPOLITANA Y PERIFÉRICA EN LA EVOLUCIÓN DEL POPULISMO 
El peronismo y el PRI fueron históricamente concebidos y analizados como movimientos basados en la fuerza trabajadora cuya influencia/fortaleza política y electoral residía primordialmente en las regiones más modernas y urbanizadas de los respectivos países. 
Sin embargo, esta imagen está incompleta si no se tiene también en cuenta a la otra coalición que le aportó fuerza electoral a ambos partidos y les dio una proyección nacional. Ésta es la coalición periférica, rural o no-metropolitana. 
Esta última sin dudas se mantuvo marginada de las estrategias de desarrollo diseñadas e implementadas en el centro, pero en términos de organización y mantenimiento del poder populista no fueron una mera coalición residual. La tradición y la modernidad coexistieron en el peronismo y el PRI por la indispensabilidad de la coalición periférica para manterse en el poder. 
ORIGEN DE LAS COALICIONES POPULISTAS 
Formación del Partido peronista 
Se remonta a la asunción de Juan Perón al poder, específicamente al puesto de Secretario de Trabajo, tras el golpe de Estado en 1943. Fue a través de ese cargo que se convirtió en el campeón de los derechos laborales y se dedicó a fortalecer el vínculo entre los trabajadores y el Estado. 
En 1946 Perón se postula a la presidencia con el apoyo del recientemente formado Partido Laborista, que seguía el ejemplo de los partidos socialdemócratas europeos, vinculando a las fuerzas trabajadoras con el líder. 
En las regiones con un proletariado insignificante, sin embargo, Perón también se las ingenió para conseguir apoyo electoral. Esto lo hizo a través de la cooptación/reclutamiento de los caudillos conservadores del interior en su alianza. 
En este sentido, Perón combinó la movilización de un sector no incorporado (trabajadores) en la metrópoli con el apoyo de los caudillos en el interior, para forjar los pilares del nuevo Partido Justicialista tras su victoria en las elecciones. 
Luego de su victoria buscó en simultáneo movilizar y modernizar a las masas trabajadoras urbanas mientras daba rienda suelta a la reproducción del orden tradicional y conservador en el interior, en manos de los caudillos. Si bien otorgó algunos nuevos derechos a los trabajadores rurales, jamás amenazó seriamente con sus políticas la estructura de clases y de relaciones de subordinación características del interior no industrializado. 
Lo que observa y destaca el autor es la relación negativa entre votos al peronismo y desarrollo y modernización económica, a medida que la coalición peronista se consolida. En este sentido, aporta una tabla donde se observa que en su primer mandato efectivamente logró desarrollar y modernizar al país. Sin embargo, hacia el segundo mandato y con la consolidación de su coalición, los indicadores se invierten llevando al país hacia una peor situación. 
Origen del PRI en México 
La formación de lo que hoy conocemos como Partido Revolucionario Institucional pasó por varias fases. La primera de ella fue la creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR) por Elías Calles, que buscaba unificar bajo un único proyecto nacional a las dispares élites regionales, así como también establecer procedimientos de negociación y sucesión hacia el interior de las elites partidarias nacionales. Incorporación de elites regionales para acrecentar mayoría electoral, a cambio de autonomía local para éstas. 
Fue posteriormente, durante la presidencia de Cárdenas, que el partido comenzó a enfocarse puntualmente en la incorporación de obreros y trabajadores agrarios. El presidente realizó las reformas del trabajo y de la tierra más grandes en la historia del país, lo cual le valió el apoyo de la coalición metropolitana y de la periférica, aunque era la primera su core constituency. Además, le cambió el nombre a Partido de la Revolución Mexicana (PRM). 
A través de esto Cárdenas buscó (y logró) darle un nuevo clivaje al partido que antes se basaba simplemente en una estructura territorial, en otras palabras, buscó hacerse del apoyo directo de las masas tanto urbanas como rurales, en lugar de tener que canalizar dicho apoyo a través de elites locales otorgándoles concesiones. 
Las reformas de la tierra le dieron una enorme importancia a la coalición periférica que estaba ahora “empoderada”, ya que pasaría a ser uno de los principales sustentos de las victorias del PRI en el futuro. 
El apoyo electoral al PRI ha estado desde sus inicios correlacionado con indicadores de ruralidad, producción primaria y analfabetismo; y negativamente correlacionado con indicadores de urbanización, educación y ocupación (característicos de una economía metropolitana). 
En resumen y hablando de los dos casos, los líderes populistas tanto en Argentina como en México solucionaron los problemas de gobernabilidad juntando/combinando dos subcoaliciones distintivas bajo un único movimiento nacional. 
CAUSAS DOMÉSTICAS E INTERNACIONALES DE LAS TRANSFORMACIONES 
Así como en 1930 la crisis mundial de la economía llevó a la adopción de políticas económicas desarrollistas, la reorganización global de la producción y la crisis de la deuda y capital de los 80 señalaron el inicio del fin del desarrollismo y sus coaliciones de apoyo tanto en México como Argentina. La reorientación hacia el libre mercado sería entonces liderada en ambos países por los dos partidos históricamente populistas. 
Pero no fue solo el cambio económico internacional lo que impulsó en cada país las reformas hacia el libre mercado, sino que hubieron también cambios en la estructura demográfica y ocupacional que hicieron lo suyo en cada caso. 
El aumento de la urbanización no solo produjo una contracción del sector agrario sino también el desarrollo en las áreas metropolitanas de otros sectores no necesariamente vinculados a la industria (trabajadores) que eran el otro pilar de los dos partidos. Estos nuevos sectores abarcaban servicios, sectores informales y trabajo de oficina o profesional independiente. Consecuencia de esto: declive de la performance electoral del PRI y estancamiento de la misma para el peronismo. Mientras tanto, comenzaba a producirse un aumento en las bases electorales de los partidos opositores, compuestas en su mayoría por las clases medias y altas de áreas metropolitanas. 
La necesidad de establecer nuevas bases sociales que apoyaran el desarrollo del libre mercado converge entonces con la necesidad de construir nuevas coaliciones electorales para los partidos populistas en declive. 
El blanco principal de la transformación sería la coalición metropolitana. Ésta debía ser ahora relevante en el campo del policy-making y viable en el campo de las elecciones. 
CAPITAL Y TRABAJO EN LA RECONSTRUCCIÓN DE LAS COALICIONES POPULISTAS 
La tarea de la reconstrucción o reorganización implicó el uso del poder estatal para premiara los ganadores y neutralizar a los perdedores, para forjar alianzas con el nuevo electorado, y para reconfigurar las relaciones con el viejo electorado.
Tanto en México como Argentina la política hacia el sector negocios involucró construir una nueva relación estratégica con los sectores más diversificados, concentrados e internacionalmente orientados de los negocios. La colaboración entre las elites estatales y privadas en el diseño de la política económica se volvió más fuerte, fluida y pública que nunca antes. De esta forma, comenzaron a verse por primera vez en la historia del peronismo, CEO’s y empresarios a cargo de ministerios durante el gobierno de Menem; este fue uno de los aspectos que marcó uno de los cambios coalicionales hacia la incorporación de sectores que históricamente fueron opuestos o no aliados del peronismo. 
La cooptación del sector negocios fue acompañada además por la división del trabajo y el debilitamiento de su poder económico e institucional. En el campo económico, las reformas de los gobiernos buscaron reducir los costes laborales y neutralizar los obstáculos de la mercantilización. En ambos países, leyes y decretos fueron sancionados en pos de la restricción de la huelga, de la descentralización de la negociación colectiva, de la limitación de los aumentos salariales y de la flexibilización de las prácticas de incorporación y despido en el sector privado. Debilitamiento político del sector trabajo, cuyas organizaciones sindicales perdieron poder junto con sus respectivos líderes. 
Sin embargo, la estrategia de los partidos populistas fue la de dividir al sector trabajador para evitar una unión del mismo que se les opusiera. De esta manera, buscaron beneficiar a líderes sindicales y sectores enteros orientados a la exportación y a la industria competitiva. 
TECNÓCRATAS Y POLÍTICOS DE LA COALICIÓN PERIFÉRICA EN LA RECONSTRUCCIÓN DE LA COALICIÓN METROPOLITANA 
La reestructuración en el área metropolitana pudo alcanzarse con el apoyo de los sectores fuera de la coalición metropolitana. Tanto en México como Argentina, los políticos de la coalición periférica y tecnócratas independientes jugaron roles claves en los tiempos de la reforma. 
Los ministerios clave en las áreas de relaciones laborales, manejo de empresas públicas y de reforma institucional fueron asignados a tecnócratas y a líderes de las coaliciones periféricas (gobernadores o políticos del interior), que tenían muy pocos vínculos (y deudas) con el electorado urbano trabajador del partido. 
HACIENDO ELECTORALMENTE VIABLE A LA COALICIÓN METROPOLITANA 
Los reformistas neoliberales en ambos países eran elites estatales buscando gobernabilidad para implementar sus programas de reforma económica, pero también eran líderes partidarios preocupados por la viabilidad de largo plazo de sus partidos en el período post-reforma. 
Con el apoyo (bien ganado) del sector negocios, los partidos buscaron también una reconfiguración de sus relaciones con las masas. El término operativo de la estrategia de los reformistas fue “desectoralización”, que significaba deshacerse de la dependencia 
en las organizaciones sectoriales, particularmente del sector trabajador, y la movilización del voto urbano. También significaba acentuar la organización territorial del partido y las campañas mediáticas. Una estrategia para lograr un nuevo apoyo entre las clases medias y altas urbanas fue la de construir alianzas entre el partido populista y los líderes conservadores locales, a quienes se los incorporaba o realizaban concesiones a cambio de que canalizara el apoyo hacia el movimiento nacional populista. 
El autor muestra una tabla con los resultados de un estudio que mide el impacto de distintas variables sociodemográficas en la performance electoral del partido peronista. Los resultados arrojan algunas ideas acerca del cambio en la coalición metropolitana del partido. Manteniendo su tradición, los históricamente peronistas sectores bajos y medios-bajos tuvieron el mayor impacto positivo en la performance electoral del partido en 1995. Sin embargo, el crecimiento del partido entre 1989 y 1995 estuvo también positivamente influenciado por las variables de alto status social como “educación universitaria” y “management”. El apoyo al partido pareció sostenerse en la cima y en el fondo de la escalera social, con un débil sustento en el medio, sugiriendo una dislocación de la tradicional base electoral trabajadora como pilar del partido, que pasaría a ser un nuevo sector distintivo popular-conservador. 
CONCLUSIÓN 
Este artículo ha intentado proponer una nueva perspectiva acerca de la dinámica coalicional del peronismo en Argentina y del PRI en México. El análisis empezó por sugerir que la construcción de coaliciones está fuertemente moldeada por la interacción entre las estrategias de política pública y las estrategias electorales, y que los electorados de los partidos en mira pueden distinguirse en base a su importancia en la persecución de cualquiera de esas dos estrategias. 
La división entre el campo de políticas públicas y el electoral estuvo además moldeada en ambos países, por factores regionales. Esto hace a uno de los argumentos principales del ensayo: el énfasis en la dinámica de clases en la construcción de coaliciones populistas debería ser complementado con una importante atención a las dinámicas regionales de las coaliciones Peronista y del PRI. Ambos partidos eran más que una coalición de clases con fuertes vínculos con el sector trabajador, eran (y son) alianzas regionales que articulan dos subcoaliciones con marcadas características sociales diferentes y diferentes roles en la reproducción del poder populista. 
Las experiencias mas recientes en términos de reformas pro-libre mercado sugieren que la relación entre las coaliciones no obliga al partido a tener orientaciones políticas y sociales inmutables. Por el contrario, la coexistencia de dos coaliciones funcionalmente distintas bajo un único proyecto nacional le provee a los lideres recursos y flexibilidad coalicional para llevar a cabo significativos cambios políticos. 
Tanto en México como Argentina, el caudal de votos de la coalición periferica le dio a los líderes una notable autonomía de su vieja coalición trabajadora para implementar reformas pro-mercado. La disrupción causada por la reconfiguracion de la coalicion 
metropolitana fue posible por el contrapeso que significaba el apoyo electoral de la periferia. 
En cuanto a la evolución específica del PRI y del peronismo, hay ciertas tendencias en sus subcoaliciones históricas dignas de ser mencionadas. En la coalición metropolitana, cabe destacar la incorporación del sector negocios. Tanto en México como Argentina, la relación entre negocios y partidos políticos se ha vuelto más abierta, y los partidos populistas compiten efectivamente por el apoyo de este sector en las elecciones. 
Otro tema se vincula con las relaciones cambiantes entre subcoaliciones. Las tensiones entre los partidos regionales son tendientes a aumentar a medida que los procesos de reforma distribuyen recursos y poder entre cada región. Además, si bien este ensayo se enfocó en los conflictos entre los partidos y su electorado metropolitano, debería reconocerse que también existen tensiones por las reformas pro-mercado entre la coalición periférica y los partidos. En Argentina, las provincias del interior han sido históricamente dependientes de los subsidios del gobierno central y sufrieron los peores efectos de las reformas de Menem. En México, la coalición periférica es la que forma un poderoso bastión opositor a las reformas liberalizadoras.

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