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4 - Naparstek, F - Conferencia _Inconscientes_ Jornadas 2019

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Inconscientes… 
Conferencia Fabián Naparstek 
24 de agosto 2019 
 
 
Como suele suceder, llega la fecha en que hay que concretar un momento del año 
para hacer las Jornadas y, además, pasar un título, cuando aún uno no tiene idea de 
lo que exactamente va a trabajar. Más allá de cierta orientación que tenemos, suelo 
pensar en voz alta. Finalmente, largué un título en una conversación, aunque no 
tenía toda la idea de lo que eso podía a implicar. Me sonaba que “Inconscientes” 
podía evocar múltiples sentidos, lo cual ya de movida me gustaba, pero, a partir de 
ahí, y mientras más se acercaba la fecha, empecé a encontrarle algunos de esos 
sentidos, y, más que sentidos, perspectivas. Así que no sé si se trata de varios 
sentidos, como de varias perspectivas. Voy a tomar, en particular, tres. 
 
La primera, es pensar al inconsciente -al menos dentro de cierto psicoanálisis- en 
dos momentos bien claros en la obra de Freud y en la enseñanza de Lacan. Dos 
momentos que remiten a dos inconscientes diferentes. Cuando hablamos de 
Inconscientes…, tal vez ahora valga la pena hablar de inconscientes en plural e 
instalar esta forma de nombrar al inconsciente, en plural; porque al menos nos 
referimos a dos formas de lo inconsciente. Esta es una perspectiva, estos dos 
inconscientes. 
 
La otra perspectiva es casi de sentido común, pero vale la pena señalarla. Es que 
hay tantos inconscientes como sujetos que creen en el inconsciente. Cada cual tiene 
su inconsciente. Hay que decirlo, el inconsciente no es un universal, es totalmente 
singular. Y, además, hay que agregar que este inconsciente singular se pone en 
acción cuando uno cree en el inconsciente. Quiero decir que cada encuentro entre 
un analista y un analizante tiene como premisa poner en funcionamiento el 
inconsciente, hacer existir ese inconsciente. Ustedes me dirán que es como cuando 
una persona en análisis habla de su infancia e interpreta su infancia; en ese 
momento está haciendo existir al inconsciente que determinaba aquellas 
cuestiones de su infancia. En efecto, a partir de hacer existir el inconsciente, da 
razones de aquello que pasó en su infancia desde la perspectiva del inconsciente. 
En cada ocasión hay que hacer existir el inconsciente, y cada quien da razón de su 
inconsciente. Es decir, que hay tantos inconscientes como sujetos que creen en el 
mismo y que es a partir de aquello que extraen de ese inconsciente, que se da la 
posibilidad de un análisis. 
 
La otra vertiente de Inconscientes… es, como quien dice, “¡Qué inconscientes!” Y 
en ese sentido hay algo que Andrea Berger hoy señalaba y lo hemos charlado la 
 1 
semana pasada en el programa Sintonía Psi de Radio UBA. Yo lo mencioné 
hablando de esa gente inconsciente, o aquellos que tienen un momento de 
inconsciencia. En el discurso médico es alguien que no responde. Es lo que se llama 
la pérdida de conocimiento. Pero también es un modo o una figura que entra 
dentro del discurso jurídico y que tiene que ver con no ser responsable. Apelo al 
discurso jurídico, en especial, porque a veces hay que medir en éste, si el sujeto 
estaba en sus cabales, es decir que hay que ver si era responsable de sus actos. 
Solemos hablar de gente inconsciente que comete actos de los cuales no se podría 
responsabilizar. Y el discurso jurídico contempla esa posibilidad de alguien que 
podría realizar un acto del cual no podría responsabilizarse. De hecho, en algunos 
casos, acuden al mundo psi para que diga si verdaderamente estaba en condiciones 
de hacerse responsable de sus actos, en sus cabales, con emoción violenta, etc. 
También lo planteo en un sentido más amplio cuando alguien se hace responsable 
en el límite de su propia vida. Es decir, en el límite de sus actos, pero también de su 
propia vida. Y en ese sentido, acuerdo con lo que planteaba Andrea Berger, que la 
inconsciencia cuando uno no es responsable es lo contrario de hacer existir el 
inconsciente. Creer en el inconsciente, hacer existir el inconsciente, es una manera 
de responsabilizarse de sí mismo. 
Son las tres perspectivas. Casi les digo que estoy pensando en voz alta porque la 
vorágine de las cosas no me ha permitido armar un texto como me hubiese 
gustado, pero quizás tiene su beneficio pensar en voz alta. 
 
Voy a ir directamente al grano. Freud descubre el inconsciente. Acá hay que 
ponerlo en singular. Es por ese descubrimiento, que se da la posibilidad de la 
existencia del inconsciente. Del inconsciente para todo el mundo, aunque, cada uno 
tiene su propio inconsciente. A su vez, hay que decir que desde que Freud descubre 
el inconsciente no nos podemos hacer más los tontos. Es decir, o lo tomamos o lo 
dejamos. Pero está allí. Por supuesto que el término inconsciente no lo inventa 
Freud. Lo que Freud descubre es el inconsciente como instancia psíquica con sus 
propias leyes. El inconsciente deja de ser lo no consciente, para ser una instancia 
que tiene sus leyes. 
Efectivamente, Freud decía que uno es responsable hasta de lo que sueña. Es decir, 
que enseguida liga el inconsciente con la responsabilidad. 
 
Ahora bien, cabe agregar que el inconsciente está entramado con la época. Es 
propio de cada época. Pues bien, Freud descubre el inconsciente. Pero el 
inconsciente que Freud descubre era el de su propia época. Obviamente, no podría 
haber sido de otra manera. Esto nos permite afirmar que el inconsciente de esta 
época no es el inconsciente de la época de Freud. 
 
Lo voy a decir con todas las letras y con los términos que se usan hoy: El 
inconsciente que descubre Freud es el inconsciente del patriarcado. Ese es el 
inconsciente que él nos pone sobre la mesa. Es decir, que todo lo que Freud 
 2 
describe del inconsciente está entramado con lo que hoy se puso tan en boga y tan 
en discusión que es lo que se suele llamar el patriarcado. 
 
Ustedes se preguntarán, ¿qué es el patriarcado? Eso tendremos que discutirlo, 
porque todo el mundo piensa algo diferente. Pero en todo caso, en nuestros 
términos y tal como lo venimos trabajando, el patriarcado implica que ese 
inconsciente está tomado por el Nombre del Padre; lo cual no quiere decir que hoy 
en día y para todo el mundo el inconsciente esté tomado por el Nombre del Padre. 
En efecto, eso es algo en lo que avanza Lacan. Si hay un paso que da Lacan respecto 
de Freud, es poder pensar un inconsciente más allá del Nombre del Padre. 
 
Por lo tanto, efectivamente cuando tenemos que transmitir el inconsciente tal cual 
lo descubrió Freud, nos servimos del patriarcado para describirlo, lo cual no quiere 
decir, de nuevo, que ese inconsciente sea el inconsciente de hoy para todo el 
mundo. 
 
Como lo decía ayer -voy a dar el nombre verdadero, María Paz Ferreira- Miss 
Bolivia, “somos hijos de eso”1. “Entonces todo el asunto es qué vamos a hacer con 
eso”2. Ahora bien, no para todo el mundo – y como lo trabajamos en los casos 
clínicos de hoy – y no todo el mundo tiene un inconsciente estructurado bajo la 
égida del patriarcado. 
 
Por lo tanto, hay que poder medir qué inconsciente tiene cada quien, cómo cada 
quién hace existir el inconsciente y cómo está entramado ese inconsciente para 
cada sujeto. 
 
Con esto quiero decir, que es Lacan quien avanza hablando del inconsciente real. Y 
es un inconsciente que pone mucho más el énfasis en el cada quien, en lo singular, 
que lo que ha hecho Freud. Porque un inconsciente entramado en el nombre del 
padre hace pensar en grandes universales, quiero decir, en formas semejantes y 
típicas que podemos, dentro del campo de la psicopatología, clasificar. Sin 
embargo, la época actual muestra que cada vez más nos tenemos que referir a lo 
singular para diagnosticar un sujeto. No hay vuelta que darle. Quizás, y en esto yo 
sí rescato algo de los DSM que han sabido pescar esta pluralidad en los 
diagnósticos. Porque los DSM han hecho explotar las grandes clasificaciones de la 
psiquiatría clásica. Por supuesto que no estoy de acuerdo con la posición ética de 
los DSM, pero han pescado algo propio dela época, y que el psicoanálisis de 
orientación lacaniana también lo ha hecho. En los DSM encontramos un intento de 
gran dispersión en los diagnósticos y con la posibilidad de que una misma persona 
vaya pasando de uno en otro a lo largo del tiempo. En cambio, desde la orientación 
1 - Paz Ferreira, María (Mis Bolivia): Alocución en el Foro Zadig: “Los feminismos y su incidencia en la 
época”. 23 de Agosto de 2019, Palais Rouge, Buenos Aires, inédito. 
2 - Ibid. 1. 
 3 
 
lacaniana, cada vez más el diagnóstico hay que pensarlo desde la perspectiva 
singular, cada vez más le tenemos que poner un nombre singular a cada caso, que 
más allá de decir neurosis, psicosis, con todas las salvedades que introducen los 
inclasificables, implica un nombre singular. 
 
De hecho, Freud también lo hacía. No solo le cambiaba el nombre al sujeto del caso 
llamándolo de otra manera y tratando de preservar a la persona de la que se 
trataba, sino que lo llamaba por su nombre de goce o por su síntoma: “El hombre 
de las Ratas” o “El hombre de los Lobos”. 
 
Ahora bien, Lacan en un momento de su enseñanza lo plantea con todas las letras. 
El problema fundamental de las neurosis -lo plantea así en el Seminario 11 y de 
diversas maneras más adelante- es estar alienado al significante. Cuando decimos 
alienado al significante suponemos en el horizonte al significante del Nombre del 
Padre. Pues, el problema central, es que uno está alienado al significante y el 
psicoanálisis empuja a una separación. Son los dos movimientos que Lacan 
describe en el Seminario 113: la alienación y la separación. El problema del 
neurótico es estar alienado al Otro, al Otro del lenguaje y todo el asunto es cómo 
separarse de ese Otro. En este punto ubico un problema clínico: si yo para resolver 
el problema de un neurótico que está alienado al significante, lo interpreto con más 
significantes, lo que hago es redoblar esa alienación, y termino haciendo de ese 
análisis, un análisis interminable. En psicoanálisis no tenemos una preferencia de 
si es mejor que se aliene a un significante que a otro. El punto es que está alienado 
al significante, y todo el problema para Lacan pasa a ser cómo separarse de ese 
Otro. Lo cual no quiere decir que uno va a vivir separado de ese Otro toda la vida, 
pero al menos en un momento puntual, separarse. 
 
Es decir, y vuelvo a citar a Miss Bolivia, ella decía que hay que “destotemizar”4, o 
decía en un momento, que también me gustó, “desmantelar el patriarcado”5. Podría 
ser una fórmula lacaniana. Quizás nosotros, como un psicoanálisis más entre otros, 
no dudamos, además de citar a Lacan, en citar a Miss Bolivia. No veo ningún 
problema en eso. Es un psicoanálisis que intenta estar a la altura de la época. Por 
supuesto que lo que dice Miss Bolivia tiene que ver en cómo ella lo interpreta. Sirve 
para plantear que, efectivamente, el psicoanálisis lacaniano apunta a desmantelar 
ese patriarcado, pero no para todo el mundo, sino para cada uno. Con la prudencia 
que implica aceptar un analizante y tener el cuidado de a dónde orientar esa cura. 
No es que hay que desmantelar a todo el mundo, sino que se verá en cada caso qué 
es lo conveniente. Y efectivamente, lo que plantea Lacan es que uno está atrapado 
en esa alienación al significante y ese estar atrapado también implica lo que 
3 - Lacan, J.: El seminario, libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964), 
Buenos Aires, Paidós, 1975. 
4 - Paz Ferreira, María (Miss Bolivia): Ibid 1 
5 - Ibid. 1 
 4 
 
mencionaba hoy al comienzo cuando me refería a qué es lo que hace cada uno con 
su cuerpo y con los cuerpos de los otros. 
 
Si hay algo, para bien o para mal, que ordenaba el Nombre del Padre, era qué hacer 
con el cuerpo. Cuando decimos qué hacer con el cuerpo, nos referimos a la 
definición misma del goce. Lacan definía al goce como “hacer algo con un cuerpo, el 
propio o el de otro”6. El patriarcado tenía una idea muy clara de qué hacer con el 
cuerpo, lo cual está puesto en cuestión, y en un sentido bienvenido sea que se 
ponga en cuestión. Y si ustedes quieren podríamos decir que está cuestionado por 
el psicoanálisis mismo, ese cuestionamientro también es consecuencia de la 
existencia del psicoanálisis de orientación lacaniana. 
 
El psicoanálisis ha tenido una incidencia tal en Occidente que ha puesto en 
cuestión lo que se hace con los cuerpos, y esto lo digo con toda la fuerza, porque no 
es lo mismo Occidente que Oriente. De hecho, Lacan hablaba utilizando un 
neologismo, cuando nombraba al occidentado7. El occidentado lo pienso como 
aquel que ha interpretado el accidente desde Occidente. ¿Qué quiere decir esto? 
Aquel que ha interpretado el accidente del trauma de manera judeo-cristiana. Eso 
es lo que ha dominado a Occidente durante muchísimos años. Ha dominado una 
manera judeo-cristiana de interpretar el trauma. Interpretar el trauma es 
interpretar el cuerpo. Es una manera de interpretar el cuerpo y hacer algo con ese 
cuerpo. 
 
Pero a Lacan no se le escapa que en Oriente se interpretaba de otra manera. Y 
quizás habrá una orientación que tiene que ver con eso, con mirar un poco hacia 
Oriente también. Ustedes saben, no me voy a detener en esto, pero podemos hacer 
un curso de todo el año, que la sabiduría oriental tiene mucho que ver con hacer 
algo con el cuerpo desde otra perspectiva que no es la judeo-cristiana. La 
perspectiva judeo-cristiana decía lo que hay que hacer con el cuerpo propio y 
también lo que hay que hacer con los otros cuerpos. Esto ya lo planteé aquí, en otra 
conferencia de la cátedra en unas jornadas anteriores8. 
 
Esa perspectiva del occidentado ponía a la mujer en un lugar preciso, en un espacio 
preciso, muy determinado, que la dejaba encerrada, y a partir de un momento – 
obviamete no creo que sea solo el psicoanálisis quien ha incidido, por supuesto 
también otros movimientos – se le quitan las cadenas a lo femenino, a la 
interpretación patriarcal de cómo hacer con el cuerpo. Aún estamos en eso !!! 
 
6 - Lacan, J: El seminario, libro 19,… o peor (1971-1972), Buenos Aires, Paidós, 2012, pag. 31. 
7 - Lacan, J.: “Lituraterre”, en Autres Écrits, París, Seuil, 2001, pag. 16. 
8 - Naparstek, F. VI Jornadas Anuales de Psicopatología y Toxicomanía y Alcoholismo: “Nuevas formas 
del padre”, Buenos Aires, 12 de Mayo de 2018, Facultad de Psicología. UBA 
 5 
 
Con respecto al inconsciente de Lacan -si se puede decir así: el inconsciente 
lacaniano-, pasamos del inconsciente del patriarcado al inconsciente real9. Es el 
inconsciente que implica a cada sujeto frente a la responsabilidad de qué va a 
hacer con su cuerpo y qué va a ser con el cuerpo de los otros. Podríamos también 
hacer un seminario anual sobre esto. 
 
La inconsciencia, si lo puedo decir así, ha tenido consecuencias horrorosas y fatales 
en este mundo, por ejemplo, el Holocausto; los campos de concentración; las 
guerras mundiales, que no frenó y ha continuado. Entiendo a esa inconsciencia 
como quien queda identificado a un solo significante y lo sigue como una voz 
inequívoca que lo hace avanzar por la vida sin preguntarse por la responsabilidad. 
Que haya existido en este mundo una voz que indique que había que matar a tales 
y tales personas sean los que sean, judíos, gitanos, homosexuales, y que la gente lo 
siga, es una pregunta que Lacan se hacía, ¿por qué seguían esa voz? ¿Por qué la 
gente iba a los campos de concentración, sin protestar en algunos casos? Salvo 
casos puntuales. Y les hago también la pregunta contraria, ¿por qué había otros, del 
lado de las armas, que empujaban a terceros al campo de concentración? Es 
verdaderamente impactante eso, cómo se armó una maquinaria que respondía al 
significante de una manera unilateral. Sin cuestionarse nada. Hace poco tuve la 
experiencia de visitar lo que queda de un campode concentración y es impactante, 
además del lugar y lo que eso representa, esa gente iba caminando por una calle y 
del otro lado de la calle otros les iban tirando piedras como si fuesen la escoria. Es 
desconcertante que se haya logrado que tanta gente se movilice, tanto para matar 
como para dejarse matar a la vez. 
 
En el medio de todo eso, hago referencia ahora sí a un texto que comenté el otro 
día: Sueños y despertares de Carolina Koretzky10, que habla sobre los sueños, pero a 
mi gusto habla del inconsciente también. La autora hace una investigación de los 
sueños en el campo de concentración. Es interesante porque ella pone en 
contraposición los sueños que se soñaban en el campo de concentración, 
obviamente de los que estaban detenidos, y los sueños de aquellos que tuvieron la 
suerte de seguir soñando, de cómo soñaban después del campo de concentración. 
En el campo de concentración tenían sueños que estaban en otro lugar, que 
estaban en el lugar que habían estado antes de ser llevados allí y todos los 
testimonios demuestran que gracias a esos sueños pudieron mantenerse vivos 
(por supuesto, gracias a eso y a otras alternativas). Había que, además de no ser 
llevado a la cámara de gas, resistir. Había que poder seguir vivo a pesar de los 
maltratos, la desnutrición, etc. Y ese sueño lo llevaba a otro mundo, a un mundo 
que, quienes testimonian, lo dicen con todas las letras: es un mundo singular e 
íntimo. Un mundo donde los que comandaban en esa situación no podían entrar. 
9 - Nota: J.-A. Miller trabaja la diferencia entre inconsciente transferencia e inconsciente Real. 
Especialmente lo encontraran en: Miller, J.-A.: Ultimísimo Lacan, Buenos Aires, Paidós, 2013. 
10 - Koretzky, C.: Sueños y despertares, Buenos Aires, Grama, 2019. 
 6 
 
Volvían a ser ellos otra vez en esos sueños. Es realmente impactante esto, porque 
gran parte de lo que muchos testimonios dan cuenta en esta experiencia es del 
problema de perder la identidad. De que uno entraba ahí y, a pesar de todo lo que 
sufrían en el cuerpo – torturas, hambre, frío, etc.-, estaban apenados por ser nada 
más que un número. Un número que, además, lo llevaban tatuado en el cuerpo para 
toda la vida. Y soñaban que nuevamente eran quienes eran. Es decir, que el sueño 
le restituía algo de lo más singular y lo más íntimo. En el sueño eran cada uno 
quien era. Es un tema para nosotros: que esa singularidad tiene algo, si ustedes 
quieren, curativo. 
 
Lo pongo en relación con lo que hablaba antes de lo singular. Que, finalmente, un 
análisis quizás termina cuando alguien se puede diagnosticar a sí mismo de un 
modo singular. Es la idea de Lacan respecto del fin de análisis. Que uno se 
diagnostica a sí mismo, a partir de un recorrido analítico, de una manera singular. 
No lo dice textualmente así Lacan, pero todo lleva hacia allí. Efectivamente, estos 
testimonios de los que vivieron aquella experiencia horrorosa, dan cuenta de eso, 
que en los sueños, es decir, la vía regia del inconsciente, se le restituye algo de lo 
singular. 
 
Pero lo interesante del caso es que estando en el campo de concentración soñaban 
con su singularidad y cuando salieron soñaban con el campo de concentración. No 
se podían librar del campo de concentración. Pues bien, el inconsciente es así. Para 
ligarlo también con la clínica de las toxicomanías, el inconsciente es un pharmakon. 
El inconsciente contiene tanto lo que cura como lo que enferma. En el inconsciente 
anidan ambas cuestiones. Se ve que es tan singular lo que lo curaba, lo que lo 
aliviaba en esos sueños del campo de concentración, como lo singular de soñar 
todas las noches el trauma. Un trauma que es sinsentido, sin ley, porque el sueño 
traumático no tiene ninguna ley más que repetir un real sin ningún sentido. En 
algunos casos, era, simplemente, una palabra en polaco que escuchaban todas las 
mañanas cuando se tenían que despertar. 
Pero un dato más, que es sumamente interesante. Estando en el campo de 
concentración, hay un sueño que se repite para muchos, que es que quien está 
encerrado en ese lugar, le quiere contar a alguien muy querido, la madre, el padre, 
un partenaire, un hijo, etc., le quiere contar lo que fue y lo que es el campo de 
concentración. Y el otro se da media vuelta y se va. No lo escucha. En este caso creo 
que lo llamaban, no es exacto, el otro que abandona, lo llama así Carolina Koretzky. 
A mi gusto es un dato central, porque para esta gente como para todos nosotros, 
todo el asunto es cómo inscribir en el campo del Otro esa singularidad. Esa 
singularidad del trauma que tiene todo el mundo haya estado o no haya estado en 
un campo de concentración. Lo cual, por supuesto, no quiere decir lo mismo. 
 
Este dato me parece crucial, que hasta en ese extremo alguien puede tener un lazo 
con el inconsciente, alguien puede hacer existir casi como una salvación su propio 
 7 
inconsciente. Todos estos testimonios muestran el sueño, pero que es un sueño 
singular para cada quien. Y todo el asunto era cómo inscribir ese horror en el 
campo del Otro. El psicoanálisis o, como decía antes, hay algún psicoanálisis que 
está dispuesto a escuchar el horror que el mundo no ha querido escuchar. Que es el 
horror de lo real. Que hay un psicoanálisis que está dispuesto, a través de escuchar 
ese horror, a dar una inscripción a ese real singular de cada quien, y que eso tiene 
un valor para cada sujeto. Que no es lo mismo que uno se haga responsable de su 
inconsciente e intente inscribirlo en el campo del Otro. 
 
Pero también, hay que decir, que hace falta un Otro que escuche. Que le dé lugar a 
ese horror que nadie quería escuchar. Es interesante, porque es la madre, el 
hermano, no son los nazis, sino que es su propio familiar que se daba vuelta y no 
quería saber nada. Y bien, puede haber un psicoanalista en cada caso que esté 
dispuesto a escuchar ese horror. Di un ejemplo11 hace poco en otro lugar, donde 
hablando también de los sueños, - que es un tema que me ocupa por el Congreso de 
la AMP12 del año que viene, y que no me deja dormir- transmití allí, el lazo de los 
sueños respecto de las nuevas tecnologías y la ciencia. El mundo ha avanzado a un 
punto casi impensado, no digo 100 años atrás, sino 15 años atrás. Sin embargo, 
respecto de los sueños, que para Freud eran la vía regia al inconsciente, no se ha 
podido inventar un aparato que pueda mostrar los sueños en vivo y en directo. No 
hay la tomografía del sueño, el electro del sueño que nos cuente el sueño. Tampoco 
se puede tomar la selfie del sueño. Todas las investigaciones “científicas”, que se 
hacen sobre el sueño, necesitan que el sujeto relate el sueño. El electro no dice más 
que la cantidad de energía que se encontró en esa cabeza. Finalmente, para saber 
del sueño hay que contar el sueño. Como se hacía desde tiempos muy antiguos. En 
algunos casos, en esos estudios del sueño, lo despiertan al paciente en el momento 
que está soñando así cuentan el sueño casi al borde de haberlo soñado. 
 
Efectivamente, el sueño y el relato del sueño en algún punto son uno. No hay sueño 
si no se relata. No hay inconsciente si no se pone a hablar al sujeto. No hay manera 
de hacer existir al inconsciente si no lo ponemos a hablar, y es más, todo depende 
de quién escucha, porque si escuchamos ese sueño para sacar consecuencias del 
tipo “a cada electro le corresponde tal tipo de sueño”, estamos matando al 
inconsciente, y estamos haciendo grandes estadísticas donde hacemos que la gente 
persiga un significante único. Eso lleva al fanatismo. Hay que decirlo con todas las 
letras. El fanatismo es una manera de perseguir un significante solo, sin hacerse 
responsable singularmente de lo que le toca a cada uno. 
 
11 Naparstek, F.: “Le rêve dans l´œil du cyclone”, en Mental 40, L´incponscient et le cerveau: rien en 
común. 2019, pag. 222-226: Presentado como “El sueño en el ojo de la tormenta”, Congreso PIPOL 9: 
“El incosnciente y el cerebro.Nada en común”, Bruselas, 13 y 14 de Julio de 2019. 
12 XII Congreso de la AMP: “El sueño. Su interpretación y su uso en la cura lacaniana”, Buenos Aires, 
del 13 al 17 de abril de 2020. 
 8 
 
Este psicoanálisis toma la vía contraria: Que es que cada quien pueda cuestionar 
esos significantes que los determinaron en la vida, y encontrar una salida singular, 
una salida que, como se ve en los sueños de los campos de concentración, tiene un 
valor curativo. Curativo en el sentido que es algo de la vida. Lo otro mortifica. El 
significante suelto que empuja a la gente a hacer cosas de manera inconsciente, 
mortifica. Allí somos máquinas que responden tanto para ser llevado a la cámara 
de gas, como llevar a otros a la cámara de gas. Y esto no tiene que ver con salvar a 
los que llevaron a la gente a la cámara de gas, no estoy diciendo que no tienen que 
ser enjuiciados, eso es del discurso jurídico y bienvenido sea. Lo que estoy diciendo 
es que unos y otros seguían un significante sin poder reflexionar mínimamente lo 
que estaba pasando. En algún sentido, el mundo actual empuja a la inconsciencia. A 
la inconsciencia de los fanatismos. Fanatismo del color que sea. Si hay algo que 
hace el psicoanálisis es ir en contra del fanatismo. 
 
Para concluir: Lacan habló del derecho al síntoma. El derecho de cada persona a su 
síntoma. Efectivamente, es el derecho al que empuja el psicoanálisis, a que cada 
quien pueda agarrase de su propio síntoma y hacer algo nuevo con él. Pero 
también él decía, que tenía derecho de contar sus sueños. Y este psicoanálisis hace 
que cada quien que nos venga a ver tenga derecho a contar sus sueños, tenga 
derecho a armarse su propio diagnóstico singular, y que no haya otro que 
diagnostique para clasificarlo y meterlo en el mismo lugar junto con los que 
supuestamente son iguales. 
 
Este psicoanálisis necesita un manicomio para cada uno. Cada uno, si ustedes 
quieren, va a tener su propio manicomio. Va a inventarse su propio manicomio. 
Por último, una indicación de Borges, en un mini relato, donde Borges dice uno 
puede seguir soñando hasta en una celda. Un cuento borgiano que se llama “El 
Sueño”13. Nadie nos puede impedir seguir soñando. Nadie va a impedir relatar un 
sueño. Hace falta encontrar a alguien que esté dispuesto escuchar ese sueño para 
que aquellos sueños que uno puede tener, hasta en un campo de concentración, 
encuentren un lugar en el campo del Otro. 
 
Muchas gracias. 
 
Desgrabación: Gabriela Scheinkestel. 
Establecimiento: Dolores Amdem. 
13 Borges, J.L.: “Un sueño”, en La cifra, Madrid, Alianza editorial, 1990. 
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