Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Lógica del significante – teoría del sujeto. Nueva cátedra Psicopatología 1. Prof. Andrea Berger. 29 de abril de 2013. Teórico 9. Hoy vamos a dar la clase cuyo título es: lógica del significante - teoría del sujeto. Nos apoyamos en unas páginas que hemos recortado del libro de los Paradigmas de la Psiquiatría de Lanteri-Laura1, donde encontramos muy sucintamente las huellas que llevan a Lacan a la lógica del significante y la teoría del sujeto. La lógica implica una ciencia formal que estudia los principios de la demostración e inferencia válida. La inferencia, es un proceso por el cual se derivan conclusiones a partir de determinadas premisas. Una inferencia es válida si tiene una estructura lógica. La teoría implica sistemas lógicos. Es decir que, para llegar al sujeto que propone Lacan, lo hacemos entendiendo la lógica del significante que produce al sujeto. Y para entender la lógica del significante, tenemos que saber de dónde viene, cuál es su raíz. Encontramos esa raíz en la propuesta innovadora, respecto de su época, que propone Ferdinand de Saussure2 acerca de la lingüística. Saussure (1857-1913) rompe con la lingüística de su tiempo. Introduce una novedad al definirnos a la lingüística de una manera distinta a cómo se la estaba pensando. Se la pensaba alrededor de la tensión entre teorías nominalistas - realistas que ponían el acento en la relación: nombre-objeto. Es interesante subrayar que él nunca mencionó el término estructura, término que viene a acoplarse luego a partir del trabajo de sus discípulos: Jakobson (de Praga) y Hjelmslev (de Copenhague). Son ellos los que van, influenciados por la teoría de la Gestalt, a empezar a proponer una lingüística estructural. ¿Quién lee los aportes de la lingüística estructural? Lévi-Strauss, a través de los trabajos de Jakobson. A Lacan le llega la propuesta de Saussure, a través de Lévi-Strauss, que lee y aplica al campo de la antropología lo que Jakobson trabajó en el campo de la lingüística. Ese es el camino que nos permite llegar de Saussure a Lacan. ¿Qué propone Saussure? Propone a la lingüística definida como una ciencia que estudia un sistema de signos. Para Saussure la lingüística estudia un sistema de signos en el seno de un lazo social. Lo social respecto del sistema de signos despeja lo natural, objetivo, en sí. La lingüística estudia los signos lingüísticos que conforman una lengua. La lengua es el conjunto de signos lingüísticos de un lenguaje. Se trata de un producto social, resultado de una convención social. Su enseñanza nos invita a: - Entender que el lenguaje está compuesto por: la lengua (conjunto de signos lingüísticos) y el habla (acto individual de uso de la lengua). - Entender qué son los signos, qué es un signo lingüístico, - y qué leyes determinan las combinatorias de esos signos. 2- De Saussure, F. Curso de Lingüística General. Barcelona: Planeta, 1985. 1- Lanteri-Laura, G.Ensayo sobre los paradigmas de la psiquiatría moderna. Madrid: Tricastela, 2000 p. 195-202. Saussure va a proponer a la lingüística como un sistema de signos. Entonces, ¿qué es un signo para él? Un signo es la relación entre un concepto y una imagen acústica. Esa relación, una vez producida, hace que esos dos elementos (del signo) se relacionen recíprocamente. Envuelve al signo alrededor de una elipsis y dos flechas que señalan que los elementos están íntimamente unidos. Para Saussure, la barra entre los dos elementos indica que hay una relación (veremos que arbitraria) entre ellos. Una vez que se relacionan el concepto y la imagen acústica, se produce la reciprocidad entre los elementos que hace que se reclamen mutuamente. Al concepto lo llama significado y a la imagen acústica la llama significante. ¿Cuál es la diferencia con las teorías nominalistas-realistas? Que para ellas hay un nombre para un objeto; para Saussure hay un concepto y una imagen acústica de ese concepto. Estamos en un plano totalmente distinto, ya no se trata de los objetos de la realidad. Para él se trata de un concepto y de una imagen acústica. Para Saussure hay un concepto que se articula a una huella mnémica. Propone un salto conceptual al desprenderse de los objetos de la realidad, de la relación entre objetos y nombres, y llevar el interés de la lingüística al plano del signo. Al dejar caer los objetos, lo que importan son conceptos, significados, ideas e imágenes acústicas. El concepto es una idea, un significado. La imagen acústica, ¿qué es? Es muy interesante lo que nos dice. La imagen acústica no es el sonido, es una huella, una marca, una representación del sonido. No es el sonido, es la imagen que queda inscripta como huella de este sonido. Por ejemplo, se puede recordar un poema entero sin pronunciar ningún sonido, incluso a veces vienen a nuestra cabeza sin que podamos evitarlo. Estén atentos porque Lacan va a aprovecharse de este aporte de Saussure para trasmitir en el campo del psicoanálisis como la imagen acústica (o el significante) es distinta de lo fónico. Como no requiere del carácter fónico necesariamente. El significante es la imagen del sonido aun sin sonido. Es el peso del sonido sin ser necesariamente fónico. Con las imágenes acústicas (o significantes) de Saussure reconocemos el carácter áfono de la voz. “Voz” que, más allá de lo fónico, se hace oír (iremos viendo la particularidad que toma este carácter del significante en algunas entidades clínicas como, por ejemplo, en las psicosis). Entonces, el signo lingüístico está compuesto por dos elementos: el concepto y la imagen acústica. Saussure nos invita a partir de esta idea. Es como si hubiera en un principio una masa amorfa de conceptos y una masa amorfa de imágenes acústicas, o sea de significados y significantes. Cuando esta masa amorfa se constituye como tal, lo que tenemos es (en la línea del significado) un pensamiento confuso que no nos dice nada y, cuando esta masa amorfa de imágenes acústicas se constituye como tal (en la línea de los significantes), tenemos un ruido indiscriminado. Hace falta, para Saussure, que sobre esas masas amorfas haya cortes que constituyan los distintos signos lingüísticos. Cada signo lingüístico es un corte diferenciado en la masa amorfa que quedó perdida como tal. Entonces, la masa amorfa se transforma en una fragmentada por cortes: sucesión de signos lingüísticos. Cada corte abrocha un concepto con una imagen acústica. Al cortarse en unidades, estas unidades o elementos diferenciales se pueden combinar unos con otros. Esa combinación posible responde a determinadas leyes, que llamamos de un orden cerrado. Saussure les decía a sus alumnos: piensen en el juego del ajedrez, ahí encontramos: - Distintas fichas, unas diferenciadas de otras, - con distintos movimientos, con reglas que determinan los movimientos de cada ficha. Y agrega algo más… están las fichas (cantidad finita) diferentes, están los movimientos y las reglas de sus movimientos, pero también está la jugada de cada jugador (singular, única, infinita en sus posibilidades). Tenemos las fichas, como elementos diferenciales, los movimientos o reglas de la combinación, y tenemos la jugada de cada jugador. Empiecen a sentir cómo nos acercamos a lo que pasa en un análisis, a lo que pasa en la clínica. Es en la clínica donde iremos escuchando las jugadas que cada jugador hace con el uso de sus signos lingüísticos. Para Saussure el lenguaje, entonces, está compuesto por dos elementos: la lengua, que es el conjunto de los signos, es decir, de elementos diferenciales (uno se diferencia del otro en tanto hay un corte que los diferenció como tales); conjunto de elementos diferenciales últimos (porque no pueden ser subdivididos, es la mínima forma que pueden tomar). La lengua es ese conjunto de signos (las fichas de ajedrez en el juego). Pero solo nos vamos a enterar de esas fichas, de esos signos de la lengua, en tanto haya alguien que la hable. El habla es el acto individual del uso de la lengua. El habla es el acto individual del uso de la lengua. Es interesante que ese uso dela lengua está al servicio de lo que Saussure llama “el lazo social”. La lengua que se pone en juego en el acto del habla implica un lazo social. Para que haya un lazo social entre nosotros, que ustedes me puedan entender debemos compartir una convención social. Vamos a ver qué pasa con el psicótico y el lazo social, la psicosis va a ser un modo distinto de poner en juego ese lazo social. El acto individual de hablar pone en juego un lazo social, y ese lazo social es el producto, el resultado, de un acuerdo implícito para poder comunicarnos. Y agrega: ese producto social es paradójico, tiene dos caras; es un producto social que deja a cada individuo que habla en una posición pasiva respecto de la lengua. ¿Por qué? Por lo que él va nombrar como la primera propiedad del signo lingüístico (hay tres propiedades para Saussure). Propiedades del signo lingüístico para Saussure: Carácter mutable e inmutable de la lengua. Por eso dije paradójico, dos caras. Porque, por un lado, la lengua cambia. Lo vemos con los adolescentes, la lengua va cambiando según las épocas y cada época produce signos particulares acordes a esa época (nerd, heavy, cheto, fumarse al otro, etc.). Entonces, por un lado, dice Saussure: la lengua es mutable, cambia. Pero cada uno en forma particular no puede decidir sobre el cambio. El carácter mutable de la lengua según la producción social, al mismo tiempo se combina con el carácter inmutable que toma la lengua para cada uno. Ninguno de nosotros, por su propia originalidad, puede cambiar el lenguaje. Si lo intenta, queda fuera del lazo social. Esa es la primera propiedad del signo: mutabilidad e inmutabilidad. Esta primera propiedad se articula con la segunda propiedad. Carácter arbitrario del signo lingüístico. Si un signo lingüístico puede mutarse a lo largo del tiempo es porque se ha relacionado algo que no necesariamente, no naturalmente, tiene que estar junto. Para Saussure la segunda propiedad es la arbitrariedad del signo lingüístico. No hay nada natural que haya unido un significado y un significante, pero una vez que se han unido es difícil producir el divorcio. La arbitrariedad entre significado y significante es la segunda propiedad de las que nos habla Saussure. Ahora bien, es justamente este carácter arbitrario del signo lo que lo lleva a la pregunta de cómo toma valor un signo, ¿cómo vale algo y no otra cosa? Un signo toma su valor por la combinación con otros signos lingüísticos. Ningún signo vale en sí mismo sino por su combinación con otro signo. A la masa amorfa se la corta, se la fragmenta, constituyendo en este corte signos lingüísticos que entran a valer porque se combinan entre ellos. El valor que toma un signo para Saussure está dado por la combinatoria de los signos lingüísticos entre sí. La tercera propiedad se llama el carácter lineal del signo lingüístico. Su temporalidad, la sucesión, la serie que ordena que uno esté antes y otro después en una línea temporal, en una combinatoria particular. Siempre orientados en que, si hay uno y hay otro, el otro -por ser otro- ya no es uno. Cada uno toma un valor por su diferencia, que se produce en la combinatoria misma. Y para pensar en la combinatoria, tengo que pensar el carácter lineal, es decir la temporalidad, la noción de secuencia. Entonces repetimos, tres propiedades del signo lingüístico: - Carácter inmutable y mutable al mismo tiempo del signo lingüístico. - Carácter arbitrario de la relación entre el significado y el significante. - Carácter lineal o temporal. Lanteri-Laura3 nos ofrece cuatro antagonismos que resumen lo más importante de la propuesta de Saussure: - Lengua - habla (los dos componentes del lenguaje). - Significado – significante (los dos componentes del signo lingüístico). - Sincronía - diacronía: la lengua implica el corte sincrónico, conjunto de elementos. Mientras que el habla, corte diacrónico, pone en juego como de ese conjunto de elementos se produce en una secuencia particular, en una temporalidad particular, la combinatoria de cada cual. - Sintagma – Paradigma: son las dos leyes de la combinación. El sintagma es el eje de la contigüidad, lo que hace que un signo suceda o anteceda al otro, es la relación que hay entre cada signo con el antecedente y el consecuente. Subraya la dimensión del desplazamiento entre los signos. Pero hay otra posibilidad de combinarse, que llama paradigmática, que responde al eje de la asociación, donde lo que importa es que un signo ocupa un lugar que no ocupa otro. Propone que, donde esta uno, podría haber otro. Modo de combinación que subraya la dimensión de la sustitución (hay uno por otro que no está). Jakobson dará un paso al relacionar estas dos combinaciones del signo con las figuras retóricas llamadas metáfora y metonimia. Un valor, un sentido producido en el eje sintagmático (por contigüidad), queda relacionado a la dimensión de la metonimia. Y ahí donde se produce un valor, un sentido en el eje paradigmático (por sustitución), ahí tenemos la dimensión de una metáfora, la sustitución de un elemento por otro. Agregamos una consideración más: la metáfora implica creación de sentido (ténganlo presente para lo que vendrá en las próximas clases). 3- Lanteri-Laura, G.Ensayo sobre los paradigmas de la psiquiatría moderna. Madrid: Tricastela, 2000 p. 195-202. ¿Hasta ahí están? ¿Alguna pregunta? Entonces vamos a dar un paso más. Vamos a ver ahora las modificaciones que le hizo Lacan4 al signo lingüístico de Saussure para su uso en psicoanálisis. ¿Qué operaciones hace Lacan y que consecuencias tienen sobre el signo lingüístico? La primera operación que hace es decir que no necesariamente estos elementos (significado y significante) se relacionan recíprocamente. Es más, dice, voy a hacer un cambio en la jerarquización de estos elementos (significado y significante) mostrando -porque es lo que escucha en la clínica- que no sólo no se relacionan recíprocamente, sino que hay una determinación de uno sobre otro. La imagen acústica, es decir, el significante, tiene una función determinante en relación al significado. Para Lacan, serán los significantes combinándose entre sí (no los signos lingüísticos como creía Saussure) los que van a producir determinados sentidos. Si yo le digo a la compañera “te quiero”, posiblemente la compañera se ponga contenta y diga ¡qué bueno, la profe me quiere! Pero si le digo “te quiero-matar”, posiblemente se empiece a preocupar. El “te quiero” combinado con “matar” produce otro significado. El “te quiero” combinado con “matar” adquiere otro valor, otro significado. Pero si sumo una combinación más, y le digo “te quiero-matar-a besos”, esa combinación de significantes va a producir otro valor, otro significado; y nos deje como saldo, posiblemente, una compañera un poco desorientada de su profesora. En definitiva, lo que encuentra Lacan en la clínica, escuchando a sus pacientes, es que es la combinación de los significantes entre sí lo que produce el sentido en juego. El sentido, el significado, es el producto de la combinatoria de los significantes. Por eso la frase que les propuse “te quiero-matar-a besos”, es un ejemplo que recorta tres significantes que nos muestran como el sentido se produce como resultado de las combinaciones posibles. Paso vital en relación a un análisis: porque una cosa es estar atentos a los signos de un paciente y, otra cosa, es estar atentos a la cadena de los significantes que van produciendo los distintos sentidos. En una conferencia de Lacan “lo simbólico, lo imaginario y lo real”5, cuando quiere abordar lo que es un significante y un significado, lo intenta a través de dos ejemplos. Nos invita a pensar en la contraseña y en ciertas palabras amorosas. La contraseña es un significante que justamente en sí mismo no significa nada. Significa, en tanto uno lo hace entrar en combinación con otro significante ante el cual hacerse reconocer como sujeto. Tenemos muchos ejemplos de nuestra vida contemporánea. El mundo cibernético nos fuerza a usar permanentemente contraseñas parahacernos representar como sujetos ante Otro que nos reconoce como tales. También podemos pensar en alguna serie o película donde algún agente de espionaje nos muestra el funcionamiento de una contraseña como significante en sí mismo, vacío de sentido, que cobra valor de código en tanto el que lo recibe tiene que articular la otra parte (significante) para que la contraseña adquiera su valor. Ciertas palabras amorosas también nos permiten ejemplificar como el significante esta vaciado en sí mismo de sentido y lo produce a partir de su combinación con otros significantes. 5- Lacan, J. (1953). Lo simbólico, lo imaginario y lo real. Inédito. 4- Lacan, J. (1957). La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud. Escritos, Tomo I. Buenos Aires: Siglo XXI, 1971. Si no cómo entender, nos invita a pensar Lacan, que ciertas referencias al partenaire con nombres de legumbres vulgares o animalitos a veces desagradables pueden terminar siendo la manera amorosa de nombra al otro. Por ejemplo “mi ratita”. Un paciente introduce en una sesión el significante caballo y, es desde esta lógica que nos invita a pensar Lacan, que el analista se autoriza a no quedarse con el sentido supuesto (animal cuadrúpedo…) y puede escuchar, en el decir de ese analizante, la referencia al padre; abriendo así una cadena asociativa novedosa e inesperada respecto del padre. Entonces, el significado decanta de la combinatoria de un significante para otro significante. Para Lacan el significante tiene una posición jerárquica respecto del significado, que es su producto, su efecto. Si para Saussure la barra nos mostraba la relación entre los elementos que conforman el signo lingüístico (relación arbitraria entre significado y significante), esta barra para Lacan implica una barra de resistencia. ¿Qué significa? Que el significante quiere decir algo, pero nunca lo dice del todo. Hay siempre una diferencia entre la intención del significante y lo que logra. Por eso no para de combinarse con otros, tratando de apresar un significado que se le escapa. Busca la manera de combinarse para producir sentidos, que siempre se le escapan a su intención. Por eso el inconsciente interpreta, trabaja, en ese querer decir que siempre falla en su intención de decirlo todo. Repasemos hasta acá. Lacan: - Quita la elipsis y las flechas para mostrarnos que no hay reciprocidad ni unidad lingüística. -Que el significante tiene una posición jerárquica respecto del significado, por eso lo ubica arriba determinando el significado. - y que, para producir significados, cada significante que en sí mismo no significa nada, requiere de copularse, combinarse, con otros significantes. - Ahora bien, a esa combinación que se efectúa en el tiempo y que Saussure nombra como carácter lineal del signo lingüístico, Lacan le agrega la idea del pentagrama. No se trata de una sola línea, cadena, secuencia, sino que cada uno de nosotros está atravesado y determinado por un conjunto de líneas, cadenas, que hacen a la idea de una temporalidad apentagramada y que se observa, patognomónicamente, en la lógica del lapsus. - También Lacan entiende la temporalidad repartida en un doble movimiento o en dos direcciones: el movimiento progrediente; pero también nos recuerda el descubrimiento freudiano del movimiento regrediente, con su consecuente producción de sentido retroactivo o resignificación a posteriori. Teoría del sujeto La cadena de significantes no está por el aire, volando… está soportada por el que la enuncia, por el que las habla, ¡Por el sujeto! ¿Qué es el sujeto? El efecto de la cadena. Es el efecto de la combinación de los significantes de la cadena. Por eso, un análisis escucha el discurso del paciente y, es en ese discurso apentagramado, donde vamos a encontrar ese efecto sujeto, que se produce de la combinatoria misma. Paradójicamente el sujeto es el soporte de la cadena. El sujeto es el que soporta y es, al mismo tiempo, efecto de la cadena. El sujeto es el que soporta y el que se produce en la cadena misma. Cada significante no está relacionado a un sentido en particular. Sino que produce el sentido en la relación a otro significante. Por eso Lacan nos puede decir que un significante es lo que representa a un sujeto para otro significante. Cada significante es un corte respecto de una continuidad. Para Saussure el signo lingüístico era el corte producido en la masa amorfa. Para Lacan, el significante corta lo que podemos decir la masa amorfa del viviente. El lenguaje, a través del significante, como corte, fragmenta al viviente en zonas erógenas. Pero, al mismo tiempo que ese corte fragmenta al viviente, cada corte en sí mismo, es decir cada significante, funciona como uno distinto de otro. Entonces, en tanto tal, cada significante es una unidad diferente de otra, de otro corte, de otro significante. Estamos aludiendo a dos efectos del lenguaje sobre el viviente ser. El efecto de fragmentación pero al mismo tiempo de unificación, que próximamente trabajaremos alrededor de la temática de las pulsiones parciales versus el efecto de unidad del yo. Conclusión Lo que hemos presentado hoy como teoría del sujeto se sostiene de la lógica del significante. Por eso podemos decir que se trata de un sujeto del significante, que Lacan matematiza de una forma muy clara al escribirlo como S (barrado). Es decir, un sujeto sujetado a los significantes que lo producen. Pero a medida que Lacan avanza, en su clínica y en la transmisión de la clínica, se encuentra con que al sujeto del significante hay que pensarlo con la incidencia que el goce produce sobre él. Iremos construyendo a lo largo del año el concepto de goce. Hoy solamente lo articulamos a esa satisfacción paradójica de la que nos habló Freud y que encuentra como uno de los componentes del síntoma (la satisfacción paradójica + la representación o sentido). Entonces, para concluir, hoy podemos decir que a la altura de los años 50, la enseñanza clásica de Lacan, encontramos al sujeto definido por la lógica del significante, pero tenemos en el horizonte que acoplar a la definición de sujeto la dimensión del goce que lo habita.
Compartir