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' i l2. Psicología institucional psicoanalítica Ricardo f¡folfé " .•. TOÜ AórovSEóvToS ~vvoú, rWov9't.V ~? 1íoA/..oi ~r; 1ó?O:v exoVTE( i.ppÓVf](JLV .. ," " ... Siendo el logos común (a todos), la mayoría de la gente vive como si tuviese entendimiento individual." Heráclito. F'ra¡(m. 2 de Diels, 92 de Burnet. 1. Denominación: La forma tradicional de designar 2n la Argentina esta práctica todavía "'al delimitada -la "psicología institu- cional" - ha tenido sns ventajas, derivadas precisamente de su am- bigüedad. ''Institucional'\ sa dice, y no "organizacional": con ello se abarca un territorio donde pueden quedar incluidos discursos, prácticas y objetos instituidos que atraviesan el límite -muchas veces arbitrario- de la organización. Ya se ha hecho habitual, por otra parte, que sean "psicólogos" quienes lleven a cabo intervenciones de esta índOle: el psicólogo es hoy en Occidente el rhetor sacro o el manipulador profesional llamado a intervenir allí donde se ha roto,. o falseado, la trama discursiva que da coherencia al mundo cotidiano de Ja gente. Una quiebra o trastorno semejantes, ¿qué los produce? Nadie discrepará con esta respuesta tan general como vaga: el polémico 1 movimiento de la historia; la disensión comienza cuando se intenta preósar alguna jerarquía entre las múltiples fuerzas que engendran dicho movimiento (ni digamos establecer leyes o prever). El punto de vista que al respecto se le impone a quien practica el psicoanálisis, aunque muchas veces él se.; resista a enunciarlo, ubica a la sexualidad, en un sentido lato, en el papel de motor de la(s) historia(s). Es dable percibir que ese punto de vista se ha convertido en pieza capital de una concepción novísima del mundo (cuya génesis no habremos de rastrear aquí), que ha terminado por impregnar la opinión colectiva, aunque de modo ciertamente difuso y contra· dicterio. En parte consecuencia de ello, quizás, es que se haya Uistituido, en caso de conflicto, el recurso a la Psicología;conside· * {N. del A.} Las notas al ¡:.ie de página serán de dos tipos: aquéllas qtÍe constituyen mero comentario, referencia o cita figuran en la tipografíll babi· tual; aquéllas que constituyen un complemento conceptual del texto van en bastardilla. · · 27. 1 rada ala vez ciencia más o menos estahlecida (con todo lo que esto puede significar) y disciplina o práctica oscuramente emparentada con el psicoanálisis'. Psicología que puede ser denominada, CO· mo aquí en ciertos casos que detallaremos, "institucional" y que, en verdad, corresponde que sea psicoanaJítíca si quiere ha· cer honor a la profundidad de la interrogación que se Je propo· ne. 2. Definición: La práctica de la psicología institucional psicoana· lítica consiste en una intervención esencialmente discursiva (ver- bal) en ámbitos psicosociales de la vida cotidiana. Procura instau· raí en dichos ámbitos una situación en la que se haga posible Ja escucha analítica y, a partir de ella, un trabajo interpretativo y-· · (re) constructivo que ayude a hacer consciente y elaborar aque- llo inconsciente (reprimido) cuyo retorno estuviere determinando las fallas y rupturas de la racionalidad (coherencia discursiva) allí instituida; en esa situación también se hace necesario señalar (o significar; ( a~µ<>ÍvEw ) aquello inconsciente (nodular, constituti· vo) que preside formalmente toda institución. 3. Modalidades de la práctica:· Los requerimientos típicos de tra· bajo en este campo provienen de: 1) organizaciones complejas; , . 2) organizaciones pequeñas, de estructura más o menos sim· 1 ple;' · 3) grupos en alguna etapa de un proceso de ínstitucionalí· zación o de disolución de una forma institucional; y ~ ···• 4) individuos- o grupos que pertenecen a una organización o que intervienen en función directiva o profesionalmente a su vez -como psicólogos, sociólogos, etc.- sobre ella (o sobre Ja comu· nidad). . ,. .. .. En respuesta a dichos requerimientos, las modalidades más frecuentes de la práctica de la psicología institucional psicoana· lítica siguen los lineamientos de uno u otro de los siguientes rno· delos: a) el modelo tradicional de la consulta psicoanalítica, que tu· vo como prototipo, a su vez, el de la consulta médica. El cliente recurre a un profesional al que encuentra en su ¡(consultorio pri· vadoª (típica profesión "liberal" la suya, entonces), señalizado en general de modo poco ostensible. (El trabajo institucional puede llevarse a cabo en el mismo consultorio. al modo tradi· cional también en eso, o en los ámbitos cotidianos de donde p·rovienen las consultas). b).e1··modelo de Ja consultoría de servicios profesionales a empresas. El cliente recurre a Jo· que s.uele presentarse, a su vez, 28 __ :-..... ::/...;i..._ como empresa o institución (mmque puede tratarse de un "con- sultor" individual) señalizadas en forma ostensible y pública. Allí el psicólogo institucional psicoanalítico puede ser uno entre va- rios especialistas en distintos aspectos del asesoramiento organi- zacioilal. e) una organización-cliente puede illc!uir al psicólogo, en for- ma permanente o provisoria,. como parte de su personal, para la realización de un trabajo institucional. Ésta modalidad de inclu- sión desemboca a menudo en el "gabinete", es decir, un sector u oficina segregado para la consulta en el interior de Ja organiza- ción, como réplica del consultorio privado de fuera (modelo a)). (Sin embargo, en este modelo, el comienzo de la relación psicó- ' lago-cliente puede plantearse en términos inversos a lo que es ! típico del modelo a), ya que aquí suele ocurrir que sea el psi- cólogo quien acuda o se postule para el trabajo). , La realidad, como siempre, tiene lugar para complicaciones, mezclas, excepciones y casos no previstos en los modelos. Entre estos últimos casos, citaré dos tipos de intervención cuyas posi- bilidades tuve ocasión de explorar en mi propia práctica: d) la intervención del· psicólogo institucional se efectúa desde el contexto de una organización (que puede ser un organismo oficial., o una institución internacional; docente: científica, pro~ fesional, gremial, etc.) prestigiosa por algún motivo para el clien- te, para el que constituye una "organización de, _referencia'~, -a· - condición de que éste no se encuentre directamente subordinado a ella. ··- é) el psicólogo institucional procede de una comunidad o na- ción distinta de aquélla en la que lleva a cabo una breve inter- vención. Este carácter de "visitante" implica·un fructífero efecto de ajenidad en relación con las cosas que se hace preciso contar, le3 • La desorientación del ~·extranjero", por otra parte, puede ser mitigada si se constituye un "equipo de intervención" del que participen psicólogos "locales". Esto sirve, además para dejar inaugurada una instancia que facilitará uria continuación eventual del trabajo. (Queda así introducida, entonces, una referencia al equipo de intervención psicológico-institucional. A través de él puede lo- grarse -mediante laboriosa regulación- una polifonía de estilos y elocuencias y 1 antes que nada, un enriquecimiento de la escu- cha que, no ya la novedad, sí la complejidad de estos ámbitos exige). 4. Discurrit '1libremente n: Hay una objeción que aparenta tener solidez contra la viabilidad de una práctica que pretenda exten-; der la escucha• analítica a un material discursivo (-y-práctico)' 29c -Z, .• que sea producido en lllla .situación que no se aparte drástica- mente de la vida cotidiana: es la de que en tal situación no sería posible aspirar a que tenga vigencia Ja llamada regk fundamental del análisis, la que conduce a "asociar libremente» .. Es innegable que no resulta fácil, en un grupo -por ejem- plo- de gente que trabaja junta, dejar de lado inicialmente las consideraciones exigidas por .esa' imagen, del otro y nuestra pro- pia, que custodia el mantenimiento de la represión. Podría aducirse que tampoco resulta fácil hacerloenla situa- ción en la que tiene lugar tradicionalmente el análisis, pero quizá sea más fructífero aprovechar la ocasión· para poner a examen ...... . ·-aunque se tenga por sabido-' qué Significa "asociar librec mente'.,. , Por supuesto que no quiere decir qne exista .contingencia ninguna en lo que hace a los puntos [representaciones-meta (Zielvorstellungen)J adonde se encamina el curso de las ocurren- ciás cuando se hace primar la consigna [llamada "regla fundamen- tal" ( Grundregel)J de desatender los reparps de la moral, ei deco<0,' el respeto, el sentido común; La teoiía analítica se enfrenta en este aspecto con el asociacionismo vigente en Psicología en la época .de. ! Freu.d y del que éste tomó, precisamente, la expresión que estamos discutiendq. Los únicos principios que detenJ?inaban pa- ra esta escuela el enlace entre representaciones eran.:.;contigüidad y semejanza". No había otra apertura conceptual hac.ia.la ver- tiente histórica subjetiva que la representada rudimentariamente i por la simultaneidad o secuencia (siempre contigüidad) con que los elementos perceptuales o intelectivos llegan a integrar el acer- vo mnémico. En cierto sentido, pues, induce a confusión el tér- mino incorporado por Freud,- o sea, esta palabra: "-asociación'",. ' ya que el análisis insiSte en subrayar la incidencia de la historia, no del acaso, sobre los vínculos que ligan a las representaciones en el psiquismo, .vínculos que se extienden, claro está, a la se- cuencia de lo que se dice -o se podría decir, si no lo impidiesen los obstáculos ya mencionados. En contra del supuesto de una indiferenciación mecánica con la que se yuxtapondrían palabras , (o recuerdos) cualesquiera descubre el análisis conexiones signifi ! cativas en el discurso menos ordenado, tributarias en último tér- ' mino de la importancia libidinal que atesoran en el recuerdo determinados acontecimientos o fantasías. Quedó dicho, casi' al pasar, una vez más: "discurso". Este término, de tan larga tradición filosófica, aparece últimamente en los trabajos escritos por psicoanalistas con una fretuencia- comparable a aquélla con que la usan_ ahora tambiéll: los semiólo~ gos, preocupados unos y otros por este último avatar de la· "'"º'"' [noción que oudo vertirse al latín discursi:S (intellectus)]. .<; :·1t:-·>,; _ .. _ /::"-""" '"' 30_. _ ¿Qué· nos impide, entonces, reconocer ya que lo que hacen quienes procuran atenerse a la regla analítica fundamental, más que "asociar libremente", es DISCURRIR' ... más o menos libres ' de ataduras convencionales? (De otras ataduras, las que provie- nen de las constricciones impuestas por un "paradigma" discursivo que podría identificarse con lo inconsciente primero 7 , no podrá ningÚn discurso evadirse). Discurren "Iibrem'ente" quienes, a la deriva de una conversa- ción excepcionalmente distendida' , pueden hilar recuerdos y conjeturas, relatar lo sucedido o lo imaginado o argumentar sin un objetivo práctico preciso. (No siempre esto equivale a diva- gar). Muchas veces, quienes discurren de este modo dan en recla- mar algo -no exactamente de sus interlocutores- o procuran conmover o excitar: evocan con todo esto a otros no presentes. He ahí una descripción del complejo material que· debe de- - sentrañar la escucha analítica. ·Pero, ¿a dónde se llega con este discurso más o menos libre de ataduras convencionales? En este punto se establece la dife- rencia más neta entre el psicoanálisis y las psicologías del siglo XIX, incluyendo las formas de introspección propuestas por . Wílliam James y Brentano. En efecto, allí donde la psicología r pre-freudiana se abstenía, o dejaba preparado el salto metafísico, : el psicoanálisis, por haber nacido al hilo de una práctica no kespecuiatíva, pudo eludir el efecto de unidad de una con(s)cien- ' cia producido por Ja superficie del discurso abierta a la percata- ción (superficie que puede hacer las veces -inevitable compara- ción:_ de espejo)9 • Rota, como sucede en la neurosis, la tersa continuidad de Ja trama que el discurrir va urdiendo (trama tan ceñida -insistamos-- que puede hacer de espejo). descubrió el analista10 formas más consistentes que aquélla er la que ~B r~i~ ; tera una apariencia humana. 1 : ·Formas consistentes, de gran amplitud, soportanu, en efec· to} el --discurso, eqt~iparables a diversas variantes de la forma 1 argumental narrativa, cuyo modelo es el relato, o de la forma argumentativa, cuyo modelo es el "entímema '"'. Se trata de las formas de la fantasía." Fonnas no menos complejas, pero desprovistas de la co- . nexión que da sentido, asoman a través de cualquier articulación que pueden establecer con el despliegue del discurso oficial: tor- pezas, incoherencias, despropósitos1 equivocaciones~ ocurrencias inesperadas, aiusiones chistosas, interrupciones~ olvidos, intermi· J tencias y reiteraciones, lo ttcasual" o no deliberadamente dicho, · xnostrado u omitido, en fin, y !o dlcho ex abrupto. Esta última expresion, usual en nuestra lengua,- puede arrojar lui sobre 'nuestro objeto. El diccionario Ja define como un "mo- 31 do adverbial que explica la viveza y calor con que uno prorrum- pe a hablar cuando o como no se esperaba; et¡;_" (R. Academia). En latín se constituyó como expresión cristalizada (cuyo signifi- cado es: "de improviso") por omisión de un nombre o sustanti- vo, del cualabrupto es atributo. ¿Cuál corresponde que sea ese nombre? ¿campus? ¿locus (lugar)?, _¿tractus (extensión, trecho, en el espacio o en el tiempo)? Cualquiera de ellos, sin duda, pero solo como metáforas del discurso.14 A lo dicho en forma inesperada,· aun para quien lo dice, puede convenirle la imagen de algo que cae desde lo alto de un terreno quebrado (como . podría traducirse abruptus)15 • Pero lo quebrado o roto (ab-rup, tus) por la aparición· de la in-solencia será siempre un discurso que iba siguiendo hasta allí la forma de una fantasía instituida: ex abrupto discursu aparece) entonces~ otra cosa. A esa otra cosa se allega el arte propiamente (psico) analíti- co, consistente en lo fundamental en la aplicación de un método de des-coniposición y re·composición de discursos cualesquiera, con el fin de discernir en ellos, y seguir} las pistas de versiones de Ja sexualidad diferentes de aquélla que se pretende enunciar. Para ello, esas formas huidizas que brotan ex abrupto (discursu) [portadoras de mayor o menor valor poético (o de condensación Verdichtung), valor con cuyo máximo exponente nos encontra- mos en el sueño j deben ser sagazmente rastreadas hasta hallar los lugares -que tendrán también la forma argumentum,- de donde han sido alguna vez desencajadas (obra de la represión). (El análisís, por último, llegara a desmontar en sus unidades o elementos --representantes pulsionales-- los esquemas argumen~ tales des-cubiertos). Esta no puede ser tarea sencilla, ni mucho 1nenos cómoda,· porque la versión de la sexualidad que subtiende normalmente un discurso, aportándole siempre-renovada coherencia, para lo que cuenta con cautivantes puntos de apoyo en Ja intersubjeti· vidad16 , es heredera para la ocasión del mandato que provocó Ja represión en cada uno [común a todos la imagen imperiosa (lchi- deal) de lo que "debe ser" humano. Lo que en esa versión se cristaliza, pues, es Un designio de excesiva importancia para la especie 17 como para que se haga fácil la transacción que permi· tiría conciliar al cabo -fruto del trabajo analítico- los poderes relativos de cada una de las versiones (o argumentos) primero discordantes]. E! camino se ve un tanto allanado, sin embargo, por la admi~ sión (en la "formación colectivaq 1.~ i!lStaurada para producir eI análisis concreto, ya sea que incluya a dos o a miz personas) de· . que un trayecto entero ~e .discurso y la figura prosopopoética19 en ºque éste· encuentra allí lliis1no ~como ya se· aPUntó- apoyo 32 renovado son pasables, o provisorlas;enearnaci6n y cristalizaciór1 Contradictorio efectotiene} en la práctica1 la inten~ de instaurar el dispositivo analítico sin dialogar con el ethos 1 vigente: el discurrir no fluye, resistirá (más en aquellos puntos, precisamente, en los que 110 se pretende sino su!Hertir el apo· yo). fu. de reconocerse que lo ya-instituido da la medida [como hernchende Zielbesetzung (investidura de meta dominante); cf. "Interpretación de los sueños", O.O. I, 569; G. W., Il/III, 600] ; .-en tanto rija como efecto de algo más que la amenaza, directa i y continua, de una fuerza exterior- de la comente principal de los deseos compartidos en un ámbito dado, aunque, cuando se necesita de una intervención del tipo· de la que estamos discu· tiendo, sín duda habrá contradicción y lucha. La vigencia de un deseo compartido, puede verificarse, en resumidas cuentas, de distinta manera: a) en tanto es savia, insatisfecho (Zie/gehemmt), de una "es· tructura libidinosa''20 en una "formación colectiva"; b) como líder, excepcionalmente, de una masa o de una "form.ación colectiva" (deseo preciso, singular1 quiere decirse en este caso, como el de venganza, el de exhibírse, el de beber, etc.);21 e) en tanto -y esto es lo que nos interesa más ahora- ha quedado incoroorado a la estructura fantasmátiea que sustenta el discursÓ, claro que solidariamente -importa repetirlo- con la función que se señala en a). Aquí haría falta operar en la empre- sa de extensión y enriquecimiento de los conceptos del psicoaná· lisis un giro argumentativo que se apoye -salvando las distancias históricas y teóricas-- en el que tiene lugar ·hacia el final de la Traumdeutung (más precisamente) en Ja última sección, '~Lo in~ consciente y la conciencia. La realidad", del último capítulo, "Psicología de los procesos oníricos"), donde Freud, habiendo demostrado ya en forma exhaustiva el carácter mteligíble del fenómeno onírico, y postulada, consiguientemente, la necesidad de entender como sistema psíquico lo que el saber de la época consideraba apenas socavón, ni sistema ni (salvo excepciones) psique,"' puede pasar a esta atrevida pro-moción: si no el todo, lo principal de los procesos (regulados) de la vida animica es inconsciente. El postulado que se hace indispensable sustentar ahora es el de que las distintas formas de manifestación discursi· va concreta están montadas en su integridad sobre varia::tcs retó~ ricas y anecdóticas de los esquemas que Freud denorn.inó Phan~ tasiebildungen (formaciones fantasmáticas)", vástagos o retoños (Abkiimmlingen) del sistema Inc., que -"presentan un alto grado d_e organización, se hallan exentos de contradicciones, han utili· •V 4 z.ado todas las adquisiciones del sistema Ce. y apenas se difere¿. eian de los productos de este sisteman2~ (&y· que wásta~ gos tales a la actividad productiva de las "escena' tes"" que -como lo reprimido propiamente dicha- habrán si· do a su vez objeto de la atracción moldeadora que ejercen requi· sitos argumentales desde el núcleo (Kem) del sistema Inc. -o sea, lo reprimido prímordial.26 ] Y, por último para completar la descripción de la vertiente pulsional de la psicología colectiva" suelen ser compartidos también, en un ámbito y en un momento dados: d) deseos no compatibles con la integridad de una forma fantasmática dominante, vale decir, deseos específicos reprlmi·· dos; de la índole de aquello que retoma· para manifestarse; como dijimos, ex abrupto, aunque también puede hacerlo por vía indi- recta, de manera continua o discontinua, sutil o no. Todo depen· de de la modalidad de transacción que se haya establecido entre los dos sistemas psíquicos que delimita la primera tópica psico· analíticaz8 ; de eso depende que se constituya -en definitiva-- una u otra Ersatzbildung (fonnación sustitutiva)" , o alguna for· ma de sublimación) o una puesta~en-ese:ena ... Frente a la vastedad del tema, es necesario que nos detenga- mos momentáneamente aquí. Pero habrá que señalar antes en qué difiere el discurrir que puede producirse de modo típico en un grupo, durante un trabajo de psicología ínstitucional, del cur· so que suele transitar en el caso de la práctica psicoanalítica tradidonaL Ya se dijo, al principio de esta sección, que una objeción que puede hacerse contra la legitimidad o coherencia de este tipo de prácticas, pretendidamente psicoanalíticas, parece atendible. Corresponde ahora, pues, centrar la discusión en lo que ocurre cuando se instaura el dispositivo analítico en un gru- po (para decirlo con sencillez) de la vida real. · . 5. Los escenarios _colectivos para la puesta~e~-escena o. puesta-en-acción de la fantasía: Se ha escrito en abundancia, en años recientes, sobre la llamada uilusión grupaP'3º , subrayando quizás en demasía el elemento de fascinación a ella ligado. Pero no siempre se señala la pertinencia de un ámbito colectivo para que en él asome, se instaure y legitime el deseo de análisis (que i;iodrá luego seguir distintos cursos). Puede argumentarse que en el -como ámbito histórico-cultural concreto- adquirió forma y se hizo practicable primero ese deseo (aunque ligado a un con- texto de privacidad) y de él siempre depende. Ahora bien, la discutible novedad -relativa, ye:- consiste en instaurar efectiva- mente en ámbitos colectivos (organizaciones, grupos,. comunida~ des) un dispositivo analitico.. ·· ! A pesar de que F'reud ya había nrevisfo esa. nosibilidad en ' . . 34 .\ ' .1, El malestar en la cultura (1930)31 , sólo hacia 1945 se intentó poner en práctica algo parecido, aunque bajo malos auspicios teóricos." En nuestro país, esta forma de aplicación del psico- análisis debió esperar una década más, habiendo sido. su iniciador Enrique Pichon-Riviere, y José Bleger" y Fernando Ulloa" sus más destacados propulsores en los años siguientes]. Es interesante observar que, para que un recurso semejante se hiciese productivo, han sido de ayuda los mismos fenómenos y cristalizaciones (fonnación colectiva, estructura libidinosa) que habitualmente obturan la posibilidad del análisis." El empleo de los conceptos psicoanalíticos apropiados a esos fenómenos nos eximirá de tener que recurrir a la indigente .noción de "facilita- ción social"" para dar cuenta de la fluencia, riqueza, pluralidad de registros y resonancias con que puede a veces llegar a discu- rrir para el análisis un grupo.37 F,s más adecuado conjeturar que en la formación colectiva sui generfa que se instituye a los fines del análisis, el psicólogo institucional ocupa un lugar que le permite operar el reemplazo provisorio del ideal que sujeta a los miembros del grupo, por otro, >"gerente de una concilíación mejor lograda entre las fuer- zas en pugna: los deseos no compatibles con la figura (fantasía) dominante tendrán mayores posibilidades de ser tomados . en cuenta. Este aspecto de la "ilusión gnipal" favorece el análisis. Pue- den producirse así momentos privilegiados~ en los que las-ocurren- cias reverberan y provocan otras nuevas hasta cristalizar en un de:;cubrimiento colectivo. Pero ese discur_so upolifónicoª se enca- mina {con raras excepciones3ª) 1 hacia 10' que importa a todos los aBi reunidos, vale decir--por ejemplo- hacia la dilucidación de las fantasías (con su modulación individual) ligadas a ia elección de una profesión, a la ejecución de un trabajo, a un conflicto colecti- vo concreto, etc. No da más que las pistas (sin seguirlas de manera exhaustiva) de las determinaciones postuladas en la infancia de cada uno. Pero para dar cuenta del trayecto que hay que recorrer a lo largo de un trabajo institucional 1 a partir del momento en que se ha podido montar el dispositivo para el análisis -y la esperanza que lo acon1paña y sostienE;"- ha::;ta la relativa des~ilusión que pre- ludía el final, tendremos que retomar el hilo princípal de nuestra argumentación teórica. F'reud ha 'señalado en varios trabajos suyos que versan sobte la naturaleza de la fantasía" que las Phantasiebildungen (formas o formaciones· fantasmáticas), alas que antes aludirn.os, representan un estadio preliminar que es necesario postular en el proceso de for1nación de sin tomas. También ha destacado' su partícipaclón en la creación artística, literaria o plástica. Igualmente:..;,,omo puede colegirse de la lectura de fa Psicopatologia de fo uida cotídiano:- las descubre detrás de fas incongruencias de conducta más habituales. En otro Jugar dice: .... Las fantasías de los perversos, claramente conscientes, y que, en circunstancias favorables, pueden transfor~ marse en actos (Veranstaltungen: comportamientos reglados); los temores obsesivos de los paranoicos, proyectados en sentido hostil sobre otras personas, y las fantasías inconscientes de los histéricos, descubiertas detrás de sus síntomas por el psicoanálisis, coinciden en su contenido hasta en los detalles aislados".'º (Estos esquemas se definen, pues, podemos concluir, por representar 1111 sustrato argumental, .explícito o elidido, para el síntoma, la conducta, el delirio y la realización ·sublimada). . En los ámbitos colectivos hallamos otra forma de manifesta- cjón de la .fantasía, emparentada con la que ca...racte·riza a esos comportamientos reglados~ o Hpuesta....._en-escena~' típi~ cos de los perversos: en ambos casos se proces.a un material de acción.· Sobre el escenario que se abre en cuan.to un ámbito colecti~ va se constituye, sobre la "escena pública" de. una comunidad~ un: grupo o una organización cualquiera, se van articulando con minu~ ciosa (aunque sea ciega) precisión los pasos de alguna de aquella.~ mismas secuencias argumentales que descubrió el análisis en otros contextos. _. La literatura dramática, a tra;és de su sistema tradicional de notación, nos muestra que para que una materia sem.ejante se de:;.. pliegue es necesario el discurrir1 pero el autor debe --a veces con detalle-~ formas de de conducirse. La relación entre ambas series sémicas es tan sería rozar tan solo el tema en el contexto de este No se pretender otra cosa acá más que reiterar -desde el ángulo de visión . ·que permite esta práctica psicológica- lo todo analista <Je'sc11· hre en su trabajo: si bien el análisis tiene en un medio verbal [la psicología institucional psicoanalítica -recuérdese-- se define por ser una intervención discursiva (verbal)], sólo se lo puéde prac- ticar si lo está respaldando una continua aplicación del t~ntendi micnto a la tarea de discernir córao se cualifican los discursos en el interior de los intrincados contrapuntos que establecen con lo no (plenamente) disc-ursivo4 ' 1 y en primer térrnino con las acciones o conductas42 de los mismos sujetos que producen esos dlscu.rsos en análisis. * * * El trayecto a tecorrer durante la ps!cológico-ins- tituclo'nal queda car.a.eterizado por las b:ansforrnaciones que· sufren "'-.". '>'·.m:a u ~e t:i.::.n.cn e:n el donde se lleva a cabo el tendremos que tnmsóta.r, en sentldo inverso al aue nara su cons- las sendas que les estii; marcadas por leyes de funcio- namiento del psíquico" Hay que prever que primero se presentarán las formas de que controlan o "dominan ~a¡1nque sea de manera imperfecta-- a todas las otras; vale decir que en una organización determinada, ·ejemplo; se allegará primero -es lo normal-· a nuestra y a nuestra ecuanimiM dad aquella fantasía que oficial o legítimamente ha convocado y mantiene unidos, en tomo de cierto ideal, a los distintos miem· bros. A su tiempo; por los caminos que ya hemos indicado, ven· drii:n a ser oídas, e interpretadas -con toda la dificultad que ello puede implicar- también las que están condenadas allL Muchas veces, se trata de la contradicción puntual de la fantasía dominan· te" Puede set, para profundizar el ejemplo, que en dicha organiza. rija el mito, o fantasía: (aquí) ''se salva a un niño')43 • Debe facilitarse su rnanífestación para que pueda también poco a poco aparecer su antagonista: {aquí) i'se mata (destroza) a un niño".44 (La gravedad de ia cuestión que estaría en juego entonces explica de por sí la necesidad de instaurar -en un caso como éste- un estilo de intervención que permita que la contradicción "8 vaya presentando del modo descripto, el único compatible -por otra parte--, con las exigencias de un proceso que se desarrolla bajo el signo del análisis)" El recorrido del análisis obliga por fin a .Jos argumentos fan- . tasrnáticos a una curiosa inflexión. El modelo de ese tránsito nos lo proporciona Freud con máximo detalle en su historial del "Wolfsmann" ("hombre del lobo")." A través de ese texto capi- tal podemos acceder a una concepción de la racionalidad del pio· ceso analítico. De él se desprende que el analista, en un momento crucial de su labor, debe llenar un requisito discursivo: debe hacer pasar todos los hilos argumentales que fue desentrañando por un hito fijado en el horizonte primordial ( Ur). En ese pasaje, los argumentos de la fantasía terminan de desar· marse en sus elementos -representantes de pulsiones aislada;;-- para soldarse de otra manerai se Corrigen, refuerzan o atemperan y pueden ser señalados-en última instancia- como parte integrante de distintas "teorías" (sexuales) concretas del origen.46 En un 8xr1bito colectivo, hay que atender a la complicación de tale.s historias con las instituciones. Allí, el destejer la trama discur· siva hasta llegar a. esa ¡irofumlídad en la que pueden vislurn brarse la 37 '6 y _i'=.ol ~·n,o::o-i;r:d rte tozto r .. rzt:Jt: ... ·:i.%': tc;:tr :ix_·\e.:;'c. ;-;:.v~;,1..:3 L\ü s-ó ü a trn.H.sfcrtfrB!: 1oB ua¡;12'!Yi,'"' !¡}, :ncnre:· un de lo .Ex1 de masas, interpretó como ~'ficció;n ·(o ilusión) , llidism pensable para que la "fomiación colectiva" subsista, la fnntasfa de que existe aigui.cn que tiene la capacidad de dar, a todos.los miem, bros de la masa por. igual, un amor inagotable. Esta es Ja que co-ínstiruye (conjuntamente con lo que imponen otras; dimen· siones de dete.>minación operantes "en el ámbito histórico concre- to) la "estructura libidinosa" y el modelo de organización sofülarío con ella. En el texto citado; Freud se ocupó también de construir (véase el capitulo 10, "La masa y la horda primitiva") !a relación entre la fantasía que así cristaliza y un esquema argumental pri, mordial perfectamente designado con una expresión que figura en el historial antes citado: Urgeschichte (historia primordial). bo, importante, en la práctica, es que la organización (Iglesia, ejército, en el análisis de Freud) dura Jo que la fantasía en la cuai se sustenta, Si el colapso de ese soporte es brusco, sobreviene el pánico, interpretable como sobresalto de castración colectivo.47 Y a no forzados a limitarnos al examen -puramente teórico- de esas grE!f\des instituciones que toma Freud en su texto funda· , mental sobre el tema, la práctica de la psicología institucional [psicoanalítica nos pe~íte acc. ".d':r ·~ la obse. rvación m.inucio':"" del ! proceso de ·mstauraCJon, mantenmnento;" cambio y disoluc1on de ; 1 lo _instituido en un campo social. Una ·norma·,4ª un sisterna 1 una , determinad.a convención o acuerdo,49 un método, un recurso, ·un ' producto aceptados, un estilo que se difunde, proyectos,'º jerar- quías, cualquier objeto de consenso, en fin (y el contexto de su ' instauración): esto puede ser estudiado en su lugar de surgimiento, ' despliegue y extinción con la precisión que se deriva, además, del poder de controlar algunas de las principales variables psicosociaies , implicadas. 6. La transferencia: Un aspecto esencial del dispositivo psicoanalí- tico lo constituye la regla que prescribe la dirección en Ja que ha de operarse con respecto a esa "Vjcaria "estructura libidinosa" que se produce como infaltable efecto del acto de instaurar la situación de análisis. Sobre cuál sea la dirección prescripta, tendría que ha· ber pocas dudas: se trata de avanzar hacia lo que más cerca esté de la disolución completa de esa.,uficcíón o ilusión"~ que sin embargo es tenaz. Los medios paralograrlo se habrán de perfeccionar cuando se ton1e en cuenta con más rigor el carácter argumental qtl:e esa tic· ,, ción entr:lña. El drruna trailsferenciai no puede ser ceñido a través i de la lectura o de figuras aisladas. Su relación con [ss ···"· la Urgeschichte debe hacerse patente, con lo que surge allí una historia concreta. Por este lado, precisamente, queda abierto un camino hacia la disolución de la "estructw:a libidinosa", a condi· ción de que el analista (el psicólogo institucional) se vaya trasla- dando con pericia· hasta ubicarse Conde corresponde, en el papel que -aunque no le guste- le toca. No el del héroe, por cierto, en definitiva, no el de la víctima tampoco. Sólo el de quien conoce y puede dar testimonio de aquella forma general de las historias. Esa es, por otra parte, la única garantía de que se halla en condicjones de entender Jo que escucha" y de que no . .será múy propenlio lt caer en las celadas de la puesta·en·escena. · NOTAS I En el sentido originario. Pólemos: guerra, conflicto, lucha. 2 En un trabajo reciente, el autor ha expuestó su propio purlto de vista en relación eon este parentesco. Cf. R, Malfé, "Tres prop0siciones para cerrrir el objeto de La psicología (psicoanalítica) en horizontes del psicoanálisis apli· cado", Revista Argentina de Psicología, Nº 26, Buenos Aires, 1980. (Cf. también "fe de erratas" en el Nº 28, pág. 160, de la misma Revista). 3 Desde este punto de vista, precllrsores ínvohmtarios de esta modalidad d.e intervención serian los famosos "canibale.'>" de Mont:aigr.ie, que pusieron e1 dedo en las en las Hagas y absurdos de la Francia monárquica, con sus despre· ven.idos comentarios. Léa.se, en los Essais de Miguel d~ Mo-ntaigne, ei titulado Des cann íbalf:s. 4 Hay que recalcar: la escucha; Ja posibilidad de una lectura psicoanalíti· ::a fuera de un contexto el ínico, nadie la pone ya en duda, El material textual, literario y te&timonial, ha sido utilizado para el análisis, de Freud .en más, sin q'.'-~ subsista polémica im;portante al re!pecto. 5 En lo que sigue de este trabajo se aclarará el por qué de esta notación,· que podría desplegarse asi: un material fundamentalmente discursivo, pero articulado en forma íntima y esencial con determinadas prácticas, de las que no se deja, en consecuencia, autonomizar por entero. 6 Este verbo invalorable con el que cuentan las lenguas romances se originó en d latín dis~urrere, "correr de un lado a otro''. • 7 "'SÍ en el hombre existe un acervo de formaciones ps(quicas heredadas, o sea algo an.álogo o.! instinto animal, ello será lo que corutituya el nódulo del sistema lnc." (.$, Freu.d, "Lo Inconsciente", Obras completas(O.C.), Madrid. Biblioteca Nueua, 1948, t. l, pág. 1056; Gesammelte Werke (G.W.), X, 293) " ... Los esquemas {ilogén.icos congénitos, , . cuidan, como "categorías" filo· sóficas, de la distribución de. las inlpresiones de la uida:· .. All{ donde las vivencias no se adaptan al esquema hereditario .<;e inicia una elaboración de las mismas por la fantasía .. . No podemos rPchazar la hipótesis de la actuación de una especie de conocimiento previo, dif{cilmente determinable, semeJante a una preparación c la comprensipp., Es totalrnente imposible imaginar en qué puede consistir· este factor, y lo único que podemos hacer eto compararlo al extenso cónocimiento instintivo· de los animales: Sl en el hornbre existiera .. ,- -, .. _._ ~Q i 1 1 también un tal patrimonio instintivo, no tendrianu» por qué asombrarnos de que Ge refiero especialmente a los proce$(JJS de la ukla sexual, aunque claro está que no habri.a de lin1it11J":Se a ellos. Este elemento insti.n.tiuo seria el nódulo .de lo incomcien:te.. ; . "' (S. Freud, "Historia de una neurosis infantil". O.C., JI, 749; G.W., Xll, 155). Véase más adelante, en conexión con e.'>to, lo asentado en la pág. 34 de este trabajo: "(Hay que asignarvást:µgos tales, etc.)". 8 Discurrían (o conversaban) de este modo, seguramente, Sigmund Freud y un abogado berlinés, Freyhau ..su apellido, que la causalidad quiso que fueran compaiiero.o; de viaje .en una excur.sión por los cercanfas de la costa adriática durante el verano de 1898, cuando al pn'mero le sobrevino un olvido después celebre: no pudo recordar el nombre de quien pintó los frescos de la catedral de Oroieto. (Cf. S .. J<'reud, "Psicop11.tologia de la vida cotidiana" O.C., 1, 627; G.W., JV, 9). De e'Sf! olvido, de las razones de ese olvido, extrajo Freud abundante enseñanza sobre si mismo ¿Qué mejor sonda, entonces,·- que esa que podemos imaginar distendida atención, cordial sin compromisos, del cas· ual compañero de viaje?~ ideal de analista (si además, por obro de alguna raro circunstancia, eJ fatal personaje, con su sola dUposición, ·.hiciera admisibles todas las referencias uerbale.s a la sexualidad -aun lai; mtU directas-). Hay que admitir que este ideal de interlocución. an.aliticapocC1$ ueces se da. Lo habitual es que la relación implique algo más de violencia. Hay ocasiones en que la "regla fundamental" debe ser enérgicamente recordada, defendida, impuesta, con uariable resultado. 9 .Esta c·apacidad del discurso es correlativa de la de aquellas funciones: blológicas·que contribuyen a producir el efecto de un.idsd e integridad del esquema corporal. lO Definible su lugar como el de la: alteridad a. la que tia dirigido el discurio ~'libre'". 11 Siguiendo con la tmnsitada alegoría. he aquí el roporte del espejo. 12 Cf Afistóteles, Ef arte de la retórica, Buenos Aires, Eudeb.a, 1966. t3 Este con.cepto fundamental del psicoanOtisis he tr;ido objeto de tanta aparente consideroci/;n cuanto efectiuoe descuido y deformación. Quien quie· ra. intentar su redescubrimiento debe por recorrer los siguientes tex· tos de Freud: "La eillboracibn , en La interpretación de los su.e· fios, o.e.,·!, 496 ~ G. H'-, !I/ill. 492; "Las fantasías histkric:as y su relación con la bisexualidad", 0.C., I, 947; G. J.V., V11, 31; '~Gener1didades sobre el ataque hist€rico~'. 0.C., I, 953; G. W., VII, 235; "Teorías sexuales de los niños" O.C., I, 116:1; G.W., VII, 171; .. Pegan a un niñoii,o.c., 1, 1173; G.W., 195; ,. .. "El poet_a y la fantasía". O.C., .'U, 965; G.W., VTI,211; "La novela familiar del neurótico'', O.C .. III, ·Madrid, Biblioteca Nueva, 19&8, pág. 465; Q.W., VII, 225; "Un tipo especial de elección de objeto en el hombre", en Aportaciones a la psicología de la vida er.ática, O.C., I, 955;G.W., VIII, 65; "E1 delirio y los sueñ.os en la 'Graclin' de W. Jensen ", O.C., I, 583 y esp. pags. 601-609; G.W., VII, 29 y (~Sp. págs. 71-85; d UltitrHJ de los ~ns.ayos ha:_ia una teoría metamorfosis de la pubertad", O.C., I, 801, esp. pag, 810, con una í.mporta ... '1.te nota aJ píe; G.W., V, lüB,esp. 127-28; § 6, "Relaciones entre ambos sfa:;temas'', de L-0 in{'.On.tcierttl?., l, 1054: G. U'., X, 289; Conferencia 23 de "Introducción 1'1.Psieoa.náiisis", O.C., J, 24:1, esp. págs.'248-254; G. W., Xl, 382-391; todo el hii,,ioritú del Wolfsrnan.n ("hon1bre- del loboº), publicado como .. liistoria de una neurosis infantil" O. C., n:, 693¡ G.W .. XII, 27; "Observaciones sobte un ca$(\- de neurosis , O.C., II, nota al ple de las págs .. 645-646; 427; para un li:b:ro de J. Varendonck", O.C .• III, 307; G;W., "Los de:i pslcoanáli· i· sis" 1 O. C., III, 630--882 (pas:s-im ); G, W., No ser éi-ta una 40 x;:,1.'t:1't:' :~;0 <?.:rl1na:;tlW:1 cl$ }oi;¡ h1gm"es ~n qu1S F;-eud :se cc1.::p2 ·del. ii::rn.:a de la '~>iH;~c ';:,., ''?, f:Jl:li':' >0! ~oncepte ~ Bi.e~dü :r--ro~::'>.cid'\'.i, i,;~")hf:."<:t2cln L't'.l:n otros ·v ·;-,'«\. ;v, j,(; ;;,;u·go rle tod;;;,_ ;;;u t>bYE .• Í''{ ., {· "~~X->l.ti.,J-· · t"\L{~ ;:;k,¡;,;,· f.,fü: ·tods i.ü ·)s:i_·a R'&!i;'Xe~sr..,.,¿ A la {':<:J1nprm::"<;¿11 á· ;_o c;i ~-) [ fant.asfas ( d~ :r~~:seion) d-e ltshnis" El análisis de las fantasías en ámbitos colectivos, :resulta ix:uJiapensa~ bh: cl estudio de Psicologt'c; de las masa,~ y análisis del yo, Tótem )1 tabú, lirfoisésy la religión monoteísta, El porvenir de una ilusión, etc. 1 ' j 14 Por ejemplo, Plinio el joven usa la ex:pr·esión "'troctus orationis", que · podría tradueine -ya que oratio es: t:i...'lónimo de discursus- como "encade- namiento del discurso". lS Compárese ~on el modismo argentino actual "descolgarse con algo". 16 Estm puntos de apoyo, por otra parte, u refuerzan momentáneamente corno efecto de la intervención misma, efecto -para ser.breves- "transferen~ cial", __ , 17 Seria interesante, Sin. duda, reto-mar algunas de las argumentaciones de Darwin acerca de la "selección sexual" (Cf. Charles Da.."Win, The descent of man, and selection in relation to sex, 2 vol&.1 Lon.dr.es 1 Muna y, 1871) con ayuda del concepto de "narcisismo". is Cf. S. Freud, "Psicología de las masas y análisis del yo ... O.C .. 1, 1119; G.Vl.,-XIII. 71. !9 ' Prosopopeya" significa literalmente "creación de una personan ("imaginaria .. , habria que agregar}. Esto es lo que sucede en la "formación colectiva,., cuando se constituye lo que Freud denomina (véase la referencia en. la nota siguiente) "estructuro libidinosa". ?h CL S. Freud, "Psicología de las masas y análisis del yo'\ loe. cit. ::i.; "'Así investigaríamos si ... en las (masas que carecen de líder) no puede hallarse sustítuido el director por una idea o- abstracción. , , , y también si una tendencia o un. deseo susceptibles de ser compartidos por un gran número de personas no podrían constituir asimismo tal sustitución ... El director o la idea directora podrían también revestir un carácter negativo; esto es, el odio hacia una persona o una institución determinadas podría actuar análogamente al afecto positivo y provocar lazos afectivos semejantes". S. j Freud, "Psicología de las masas y análisis del yo", O. C., J., 1134·5; G. W., XIII, 109. 2:< La excepción principal la constituyen los exponentes del romanticismo literario y filosófico. 23 Ct. S. Freud, "Lo inconsciente", O.C .• 1, 1043; G·. W., X, 263; esp. §6, "Relaciones entre ambos sistemas". La oposición allí establecida entre Phantasiebildungen. y Ersatzbildungen (formaciones sustitutiua.s) es capital pa· ra la teoría metapsicológico. A mi juicio, guJJrda relación con la diferencía que señala Michef Tort ("La psycha.nalyse dam le matériali.'ime historique ", Nou· v6le Revue Franyaise de Psychanalyse, Nº 1, lncidences de la psychanalyse, 1970, págs. 146·166; hay traducción al castellano: Ed. Noé, Buenos Aires, 1972) entre "formaciones del lnc." representables como efectos puntuales Y algo así como un "zócalo general., (sic) al que habría que referir dichos efectos puntuales, el que también constituiría ºla base material de los pensa· mientos y de loo actos de los individuos (incluso en sus actividades teóricas}, base sobre la cual se apoyan las otras prácticas". En relación con todo esto 1 me permito remitir :nuevamente al lector al trabajo citado en la nota 2. 24 S, Fr:eud, lbid .. 25 "La prhnem parte del (proceso 011írico) se desarrolló progresivamente 41, g. d~e .las ;t'-.E-Ce::.e: e: ·famtasi:as ir.conscientes hasta lo p:reconr.-eiente .•• •• {S. .Y''::r,~~':.ii .. "'L-7 f-Yi·.,':''.>t·.c:!:~'-'·''··f<;:, ,:,;:-i;'J.; ;y •• ,,~;f,.c>: ·~ ,,.,.C. X; f/ ,,... -:v '"' -~:., S?f: ;;;.f. Z)e iodf> lo dicho te que ei Yf'i.t;;do ide (O;n.pú:tición dii: la son.· lj el horizo¡¡_tc primordiál; 2) lo reprimido pr'()piamente dicho; 3) eueni'w:il~ rnente disponible (no $in dificultad muchas veces} Para la conciencia; y 4) lo prepm·ado ¡x."ro i:a comurúcoción z1 Aunque e.ste atributo, "colectiva", ciertamente sobra, valga como indicación del punto de partida. de una práctica y de un proceso correlativo de apropi.ación de la teoría. · 231 Hay que remitir nuevamente a la sección 6, ya citada, de "'Lo inconscientet•. (V. nota 23 ). 29 Cf. !bid. 3C Véase, por ejemplo: J. B. Pontalis;·••EJ pequeño grupo Como objeto~.~;'-·~ Después de Freud, Buenos Aires, Sudamericana, 1974; D. Anzieu, "L'illusion groupale .. , Effets et formes de l"illu.<:ion, NouveUe Revue de Psyc:hanalyse, Nº 4, Par.ís, Gallimard, 1971; René Kae&, .. L'a:rchigroupe'\ Pow.ioirs, Nouvelle Revue de Psychanalyse1 Nº 8, París, Gallimard, 1973. · 31 " •• En modo alguno rne atrevería a sostener que semejante tentativa de transferir el psicoanálisis a la comunidad cultural sea insensata o esté condenada a la esterilidad. No obstante, habría. que proceder con gran pru· dencia, sin olvidru- que ... tanto para los hombres como para los conceptos es peligrosd·Ci_Ue sean arrancados del sue!o·en que se han originado y desarrolla~ do." {S. Freud, "El malestar en la cultura", O.C., III, 63; G. W., XIV, 505.} l".l: Se trata de la intervención de EUiott Jaques en la fábrica Glacier. Cf. E. Jaques, The changing culture of a fcu:tory, Londres, Tavistock, 1951, .liiás adelante. -en la nota 44. se -a:po-nen .algunas de las razones que- motivan esta refetencia crítica.- 33 Véase: J. Bleger, Psicohigiene y psicología institucion.aL Buenos Aires, Paidós, l 96-6. ~ Vé~e; F, Ulloa, "Psicología de las instituciones. Una aproximación psicoanalítica.,, Revista Argentina de Psicoanálisis, t. XXVI, 1969. 35 Claro está que eso misma estrategia es la que el a.noll$ta ha uenido emplean.do en los ámbitos bi·personales en los que comenzó la práctica. Allí· dichos fenómenos y .estructuras han sido conceptualizodos en timiinos de "transferencia". 36 Floyd, H. Allport, "The influence of the group upan association and thought", J. Experimental Psychology, 3, 1920, 159-182. 3'1 V e ase al respecto la exposición de u11 caso de intervención psicológi· co--institucional donde algunas de esas cualidades del discurso grupal pudieron m:anif€3tarse en la etapa final del trabajo: R. Malfé, R. Mazzuca, G. Canessa, G, Autino, l. Reich y J. Rodríguez Marino, "Psicoa..'1álisis aplicado: un caso institucional", Revista Argentina de Psicologia, VII, Nº 21, Buenos Aires, A.P.B.A., 1976, 29-63, esp. § VI. "Los efectos del cambio de estructura líbidinal en la :relación con la tarea'', págs. 53 y sigs. DE: be tenerse en cuenta, sin embargo, que el hecho de que un grupo pueda llegar a discurrir de manera productiua para el ·análisis no quiere decir que la interpretación tenga que tener lugar obligatoriamente en la misma situación grupal donde es producido el rna.terial. P,_or diversas razones, que hacen ü la (.<rt.:sania de esta práctícu y a una ética .. -hay que admitirlo- todo11ia impreci· so, puede ser necesario llevada a cabo en un contexto más privado. En reali· dad, a medida que un trabajo institucional se oproxima a su desenlace, se ua 42 haciendo cada uez más apropiado el abordaje individual de las fanWsias liga· das a In actividad o a la pertenencia institucionales. 38 Estas excepciones las constituyen aquellos ·Casos en los que la patolo- gía individual determina un apartamiento de lo que se oo configurando corno campó. común (en acorde con O 'A.ér¡ai::;. tvvói;.- del epígrafe de este trabajo), apartamiento que obligaría q explorar más exhaustivamente una historia indi· vidual, en busca de las causas de esa incompetencia discursiva. ~9 Véase la extensa bibliografí'a incluida en la nota 13. 40 S. Freud, u'I'res ensayos para UnÍI. teoría Sexual", Q.C., !, nota al piE de la pág. 781; G. W., V, 65. 41 Quede para una segunda parte, o continuación, de eSte artículo la cuestión retórica de cómo explorar la coherencia discursiva, exploración que en estos ámbitos debe extenderse con alguna minuciosidad hasta los puntos - : de articulación de los discursos con las 'práctiCQ.S y'cOn los objetos instituidos.' ' 42 ¿Es discursivo el encadenamiento de laS conductas? ¿Puede hablarse con propiedad de una .retórica de la acción? Después de todo es, saludable que se tenga que reabrir una cuesti6n que durante mucho tiempo se dio por sentada en el psicoanálisis; esto nos obliga, entre otras cosas, a volver a la Pskopatología de la vida cotidiana, a examinar Jos historiales(recuérdese, por ejemplo, el episodio del bolsito en el análisis de "Dora'', las miradas de terror que el "honibre del lobo" dirigía en secUencia a un reloj de pie y a Freud en sus primeras sesiones, etc.), en procura renovada de las bases freudianas de la interpretación del material de acción. Puede conjeturarse que toda materia ·(fónica, comportamental, plás.tica, 1 etc.) que se organiza en el mundo humano recibe en parte su /.arma de las ! exigenc-ias de aquel 4 'paradigma.~'.argumentoJ del que antes habla.mos~- Seria ésta una ·manera de ir¡. tentar resolver el siguiente diiema: para Freud, en 1901, era .legítilno postular que, así como en el habla:, en·el obra,r también podía producirse el equivalente de un lapsus, puesto que tanto hablar como obrar SQn rendimientos motores (véase la Psicopatología de la vida cotidiana, al comienzo del capítulo sobre "Actos de ténnino erróneo" (Fellhandlun- gen/. Para algunos semió!ogos actuales, inversamente, sólo puede concebirse un "sistema de las cor.duct0$" en tanto su organizaC.ión se acerque a la del discurso verbal. 4~ Véaie, en relación con la fantasía de "salvación 1' (Rettungsphant(JSie ), el ensayo de Freud: "Sobre un tipo especial de elección de objeto en el hombreu, de "Aportaciones a la psicología de la vida erótica", op. cit. 44 Esta fantasía, de un modo u otro puesta-en-acción, aparece con regularidad en el curso del análisis en un ámbito colectiuo, al reverso de los bellos propósitos. Bajo formas de manifestación diversas, bajo distintos ropajes ideológicos, este antagonismo extremo magnetiza los campos psir:osociales. De aquí no se deduce una postura que reduzca las instituciones, desde una pertpectiva J?sicológica, a construcciones de "defensa", como lo hace Elliott Jaques, Y mucho menos en los términos abstractos en que él lo hoce. (Baste señalar que Jaques ignora, al ocuparse de manera central de las instituciones como "'defensa contra las ansiedades", nada menos que la ansiedad de castra· ción). ~ 45 S. Freud, "Historia de una neurosis infantil", op. cit. _ 4ti Una equiparación errónea y simplista con· .el análisis de un. sujeto in:Cividú'a1 llevó a algunos a.pensar q'üe en un'trabajo institucional-erá preciso remitirse a la "infancia•• del gr-upo o de la organización. ;;:~¡-, 43 a 1 '4i Véase: R •. Malfé. ºSobresalto, pánico, •angustia .colectiva' n RevisD talmago, Nº 7, Buenos_./µre&, 1979 •. 48 En ·una etapa de un trabajo institucional realizado en un hospital pediátrico, se llevó a cabo una reelaboración grupal de las normas médicas y de enfermería que pautaban la atención de algunas enfermedades, con resultaD dos muy satisfactorios, medidos por la disminución de los índices de morta· lidad. 49 El prototipo de todo pacto, áC·üerdo o convención lo constituye lo que Freud denomina, en Tótem y tabú, "alianza fraterna ... Véase un ejemplo nítido de lo que puede ser una resurrección de ese pacto en el trabajo antes citado, de varios autores1 "Psicpanálísis aplicado. Un caso institucional", R. Arg. Ps. 21 pág. 49 y sjgs. so_ El proyecto en Cuestión puede ser inclusÓ un proyectO"tir1j'uiteCf61i'iCO;--- como pudimos comprobarlo hace.años. los integrantes de un equipo de psic(r logia ,institucional que· ue~)amOS a .cabo un trabajo de colaboración con Un grupo de arquitectos a lós fines de discernir los nivel€$ de organización fantw- 1nática de la vida de una comunidad implícitos en el 'pedido (complicado pedido) de un proyecto paro la nueva sede de un club social y deportivo de una ciudad provinciana. · 51 A esta capacidad se la podría denominar compe.tencia 'discursiÜa. En el 1 analista debe estar muy bien asentada para permitirle un desempeño retóriCo de tanta .. eom.plejidad como es aquél al que se ve obligado, especialmente cuando trabaja desde una perspectiva institucional. ~- --- --·-·-··- ,-~-------··--·----·-----.----,----~-- ·----- ------ ---·-- -- ----------.-"---- ¡ 1 1 1 RICARDO MAi.FE ROBERTO MAZZUCA GRACIELA CANESSA GLORIA AUTINO · ISABEL REICH JORGE RODRIGUEZ MARINO 1 Psicoanálisis aplicado: un caso institucional l. LA INSTITUOION El trabajo de ''psicología institucional" del que nos ocuparemos en esta publicación fue realizado en un Centro Médico ·Psicopedagó- gíco dependiente de un organismo oficial Pese a que, por sus fun· clones dentro de la estructura institucional de la que formaba parte, este Centro debía cumplir toda clase de tareas de reeducación, al comenzar nuestro trabajo se ocupaba fundamentalmente de un tipo especial de pacientes <.niños con retardo n1ental ·severo)_ cuyas posi- · bilidades de evolución son muy Jimítadas. . ¡ ! • :· • El Centro estaba integrado· por alrededor cuarentá personas, entre profesionales y personal auxiliar. La jefatura estaba a cargo de un médico. Había, además de él, una media docena de otros médicos, la mayoría de ellos neurólogos. El resto de los especialistas eran psicopedagogos (que constituían el equipo profesional más nu- meroso), fonoaudiólogos, terapistas ocupacionales, psicólogos, kine- siólogos, asistentes sociales, enfermeras y un odontólogo. El personal administrativo y de maestranza sumaba una decena de personas. Si bien la actividad fundamental· era la reeducación, el Centro desarrollaba tareas de investigación y cumplía también funciónes docentes con alunmos de la Universidad local que cursaban las carre- ras de las que provenían algunos de los profesionales. Cabe aclarar aquí que esta institución gozaba de m.ucho prestigiO en su medio, siendo su actividad conocida en todo el país y aun a nivel ínter· nacional 1 Colaboraron con los autores, en distintas etapas del trabajo de campo o .en la elabon;i.ción posterior, las siguientes personas.: Osvaldo Devries, Carlos Campelo. A. Maria García Coll, Luis Stuhlman; Jorge Alisio, Silvia A vid, Alicia M.arcoff, Osear-·.-. Card6s y M. Thérese Ekiel. La conceptualización que aquí presentamos se benefició ta.mbién con los aportes que realiz.aron a lo largo de enriquecedoras discusiones, los: demás' dóC.t."!li:es y también los .slUI!'.nos: de .la ·.ex C!tedra. de _Psirologh'.·Institucional,,::' {ex Depa.rta.mento de, Psicologüí, Fac11lt2d de Fi1o$ofía y LetrD3. Universidad Nacio- nal de Buenos: Aires). ___ · . ;' -----~·-----~-··----- Nuestro contacto eon este grupo .se produjo a pattir de la gestlón de una psicóloga áei Centro que, con el consentimiento del jefe, recurrió a nosotrOs, como miembros de lo que entonces era la Cáte- dra de Psicología Institucional (Departamento ·de Psicología de la Facultad de Filosoíin y Letras, Universidad de Buenos Aires), pues snbía que desde alli se prestaba asistencia a las instituciones pú.blicas que lo solicitaran. Como motivo de consulta se adujeron dificultades surgidas en la relación de los miembros del grupo entre si y en el desempeño de la tarea cotidiana. Después de algunas entrevistas, se estableció un contrato de trabajo que se_ prolongó por dos años y· medio con la sol~. interrupción de dos· vacaciones de verano . ... Participaban de las.reuniones grupales que coordinábamos, las que se. realizaban con una· frecuencia' semanal, todos los 'miembros del Centro con excepción del persorial auxiliar, que rechazó la invi- tación a incluirse en el t~nbajo :institucional.' 2 Il. LA TEORIA . En la exposición que Sigue, nos referiremos a algunos de los as~ pectas más significativos del caso, partiremos del esquema propuesto por Freud en P~icoloqía de las masas y análisis del yo ( 1921). En esta obra Freud sostiene que lo decisivo para que un conjunto de indiYiduos constituya un grupo son los lazos libidinales que vinculan .a los miembros con la figura de- su líder. Formula asila "constitu~' ción libidinal" del grupo: _ ·tES :lmª, reuiúpn de individuos que han 'r~empla~do su_ideal dely0' pór~un mismOfobjeto1 a.consecuencla_de lo~ cual -se'·ha establecido entre ellos una\rnutua·- identificación en SU- )'O". 3 "'"' « :'.';<·~;-:-, ;_,__.,,,;,,,,.;;;, , 2 Poco tiempo después· de con1en:z.::ido el trabo.jo,. lilS enfermeras y el personal administrativo y de maestranza dejaron de asistir a bs :reuniones, de las que habían participado inicit'llmente. Ji1.is adelante, culltldo los distintos equipos profesionales se reorganizan, el grupo decide volver a invitar a esas personn.s a incluirse'_· en_ el proceso. Se suceden a.si algunas reuniones con ellas. las que, culminan Con -_Una negativa explícita que deja definitivamente fuem del , trabajo -psicológico a ese grupo. La razón principal quP opusier.on para' no ~participar. fue. h de· que, de hacerlo, temían -poner en,pellgro su trabajo, del que_dépen<lían pura .subsistir. No tratamos de convencerlos de cJo contrario. :i. pesar de: 'que el contmto :con-'"el' que habíamos iniciado nuestra intervención exduí:i. Ja posibilidad de que se lomaran "represalias". Basándonos en nuestra experiencia, colegimos: que allí actuaban. además de esas razones: explícit::i.s, otros motívos vinculados con comple¡as y acen<lntdas actitudes frente .::i. la autoridad y frente al poder de la palabra que nún sustentan (por lo meOO!I entre nosotros) algunos sectores de las clases explotadas. Como un ejemplo caracte- rístico del tipo, <le obsen-·aciones en las que nos basamos para decirlo. podemos citar t1n episodio ocurrido ul comienzo de este tr.i.b:ijo, cu:indo los que luego se excluirian ~odavía asi<;tfo.n a las reuniones generales. Poco antes de empez.ar una de esas reuniones, unu enfenner.i, vencida por la ansiedad que aquélla le provocaba, sufrió un Jesmayo, negándose luego, al volver en sí, a entrar a la sala donde los demás comen- 7.aban .)'3. a reunirse, uduciendo que lo que allí. se decía era "demasiado fuerte" para ella.. Ol,)inión que fue con1partida por los otros miembros del personal. :i.uxiliar. (Lo que allí. se decía implicaba un tímido esbozo de cuestionamiento dei "principio de autoridad .. ). 3 Freud, S., Obras Completes, h-1üdrid, Edit. Biblioteca. Nueva, 1948, VoL l, p:ig::'fl65._ ,{Todas las_ otros. citas de Freo.d_ que.hacemos en este orticulo se basan en la:- edición· mencion<ida. Pero l:t'."tmdncci&n h::t sido eorreg:idu por nosotros -en varios lugares, por h:iberb confrontado ~-on el origi:nd alerrún). 1, ! En las "masas artificiaJes" (hoy diríamos organizaciones o "ins- tituciones") la estructura organizativa, que prevé por lo general la convergencia de la red jerárquica en un jefe, puede superponerse. a esa estructura libidinal (la expresión es de Freud} 1 con lo que el jefe- Jíder, representante de un orden institucional, mantendrá así Jígados a Jos sujetos, a la vez como participantes en una actividad conjunta, con lugares y funciones asignados de acuerdo con las regulaciones portaimágenes recíprocos de uria ficción (o ilusión) 4 compartida, "la de Ja presencia de un jefe 1 , .. ) , que ama con igual amor a todos Jos miembros de Ja colectividad. De esta ilusión depende todo y su desvanecimiento traería consigo la disgregación ( ... ) 1 en la medida en que Ja coerción exterior lo pennitiese".5 Ha de tenerse en cuenta que el término ºideal--Oel-yo" abarca una multiplicidad de aspectos que hacen muy complejo su análisis dentro de la obra de Freud. En Psicología de, la& masas y análisis del yo él rePertoriza como funciones de la initancia ideal-del~yo 11la auto- observación, la conciencia moral, la censura onírica y la influencia principal en la represión", también la de "heredera del narcisismo sistemáticas de una organización más o menos racional, y como primitivo", y .más adelante 11 el principio de la prueba de realidad". Es decir que, en 1921, engloba en esta instancia los aspectos narci- , sistas, que ya figuraban en Introducción del narcisismo (1914) -in- cluidos con relevancia en Ja extensa noción del ' 1yo~idea1"- con otros que remiten decididamente al fm del complejo de Edipo, a Ja instalación del superyó. En El yo y el ello (192-'l) reubica al ideal- del-yo como sinónimo de superyó: "el ideal-del·yo o superyó", y rectifica la afirmación de que ejercita la prueba de realidad: "dicho e..x-amen es ejercido por el yoº. Subsiste empero un problema fundamental: este ideal-del-yo de Psicología de las masas y análisis del yo aparece a la vez como "he- redero del complejo de Edipo" (El yo y el ello), vale decir en carác- ter de representante de la ley o, más descriptiva.mente, del padre como interdictor y modelo, y también como ~~heredero del narcisismo primitivo" 1 o sea del "narcisismo de los padres"'' (Introducción del narcis,ismo), del que nace especularmente "His Majesty the Baby". En relación, entonces, con Ja dualidad de referencias que entraña el concepto de uidea1-del-yo" (o sea, su vertiente narcisista, corres- pondiente al "yo-ideal", y la ligada a una función normativa), po~ driamos resumir el ambiguo status del líder como el de ocupante de un Jugar simbólico axial, desde el cual se constituye en restrictor del 4 En el original alem:án de Psicología de las masas y análisis del yo, Freud da ésn alternativa, que h:i. sido suprimida de la versión española. Dice Freud: "In der Kirche ... gilt wie im Heer . .. die Mmlíche Vors-,»egelung (lllusian}, das ein Oberhaupt 4as ist.~. das alle .Einzelnen der Masse mit der gl,eichen Liebe liebt." V&spiegelung puede traducirse por "ficción", pero el hecho de que derive de Spiegel {espejo) le da un::i connotación muy inte-resante, al relacionada directamente con el campo de lo imaglnario ·especular. '5 Op. C1t.i pág. 1131. 31 narcisismo' de Jos miembros del grupo (y del suyo), y simultánea, paradójicamente, como el de captador imaginarlo del narcisismo de los miembros del grupo (y enaltecedor del suyo). Si resulta violento postular, en el plano teórico. que desde el mismo sitio se hayan de cumplir funciones así de contradictorias, suele no ser menos violento el conflicto que en Ja realidad de los grupos humanos se deriva de esta ambigüedad. Nuestro trabajo en el Centro de Reeducación nos permitirá ilus- trar dicho conflicto, planteado allí con claridad en cada uno de los dos temas propuestos al gntpo para su discusión en sucesivos mo~ mentas: a) ulas relaciones entre los mlembros del grupo,,; b) "la relación de los miembros del grupo con su tarea";" Ya hemos sugerido que las vicisitudes de las relaciones de los miembros de un grupo entre si han de estar regidas latentemente por Ja coofiguración jantastica y la asignación de lugares que se derivan de la convergencia libidinal en el líder. Podemos agregar que el modo de encarar la ordenación y transfonnación de Ja realidad de que el grupo debe ocuparse, lo que ---en lo descriptivo- puede ser denominado su "tarea" o sus "actividades11 , recibe ta.111bién Jos efectos de la función simbólica-e-imaginaria que el líder representa. ' De aquí que, dentro de ciertos límites, sea siempre un jefe, un llder, quien signa la relación de los miembros del grupo con aquello que queda recortado de Jo real como tarea del grupo. • En síntesis, este orden centrado en Jo que se acostumbra llamar una "figura' de identificación", orden que es sin duda una concreción politico~ídeo1ógica 91 regulara tanto la orientación del grupo hacia lo real, como el establecimiento de nonnas comunes y lugares diferen~ ciados para cada miembro del grupo o cada subgrupo. Todo lo cual nos permite decir, desde una perspectiva psicoanalítica, que el lider cabal de un grupo s:ocial instituye (al igual, justamente, que el ideal- 6 .. Mientras que la fonnac.!én colectiva se mantiene, y basta donde llega su influjo, los individuos se comporr.an como cortados por el mismo patrón; toleran todas las particularidades de los otros, se· coosidemn iguales a ellos y no experimentan el menor sentiÚUeoto de aversión. Se'{'.in nuestns teorías, tal restricción del narcisisxno no puede ser ·provocud:i sino por un solo factor: por el eclace libidinal a otras per~ ¡>o.nas. El egoisrtio no encuentra un límite m:is que en el amor a otros,el amor a objetos."' (Psicología de las mruas v análisis del yo, pág. 1136) . .. Así, pues, el sentimiento social reposa en la tr.tnsformación de un sentimiento primitivamente hostil en un enlace positivo de la naturaleza de una identificación. En cuanto podemos seguir el proceso de esta transformación creemos observar que se efectúa bajo la influencia de un enluce. común sobre la base de ternura, a Wl:l persona e:-..i:erior a la inasa." (lbid., pii.g. 1145). 7 Esto contmdice cierta ideología en boga entre nosotros según la cun.I e1 estado ideal de un grupo sería aquél en que el grupo es regido por la :taren. o, como se suele decir, cu.ando "el líder es la tarea". En cambio, no contrndice la posibilidad, ya .seña.la.da por Freud (Cf.: Op. cit., págs. 1134.5), de que en algún grupo pueda ser una idea la que termine por ocupar el lugar del llder. ' 11 L:.:i.s implic.aciones de esta n.finnución se .desarrollan mas ndel:lnte y en. especial en las pá.gs. 53 y sigs. '"-' ! ! ~., del-yo en el escenario 10 del _mundo interno) las caracteristicas que habrá de tener la represión (~rerdrangung} allí vigente, al tener en sus manos1 co1no interlocutor privilegiado y denominador común del deseo de los miembros del grupo, la mitad de la llave que les permi- tiría a é.stos1 mientras están bajo su influjo, libre acceso al pensar. Pero como ocurre que) a pesar de 1a represión, "la verdad siempre puede ... ser comunicada entre lineas, 11 los miembros de la institución de la que aqui nos ocupamos, al igual que lo har-ian los de cualquier otrO grupo en condiciones similares (condiciones, como se verá, de conflicto encubierto) , manifestaban a quien estuviera dispuesto a escucharlos una serie de dificultades que podian ser consideradas legítimamente como síntomas. En ellos se traslucía Ja verdad del deseo del grupo y en ellos se detectaba también el estilo con que una persona concreta, el jefe del Centro1 se desempeñaba en las dos vertientes señaladas -la simbólica y la imaginaria- del liderazgo. Jll. LOS SINTOMAS Los miembros del Centro decían trabajar a disgusto y casi peno· samente. Realizaban sus tareas cotidianas con regularidad pero no se sentían productivos, e inclusive estaban comenzando a preguntarse si los progresos logrados no se deberían a factores espontáneos y no a la eficacia de su intervención técnica. Uno de ellos nos dice, por ejemplo: "Jl.1e pregunto hasta qué punto tiene sentido mi profesión". 12 Los desalentaba el trabajo continuo con pacientes tan deterio- rados. Estos pacientes, como hemos dicho, constituían la mayoria 9 Ideología es la forma (n·o sólo forma manifiesta sino también. estructura, forma latente) en que se organiza y se mantiene, en lo histórico concreto, un sistema de relaciones rociales. Allí, en la institución manifiesta y en sus requisitos estructurales, lo imaginario y-lo simbóüco se conjugan. (Véase, en relación con esto: Tort, Michel, El psicoanálisis en el materialo:mto hi.st.órico, Bs. As., Noé, 1972; Verón., E., "Condi. ciones de producción, modelos generativos y manifestación ideológica.". El proeeso ideológjco. Bs. As., Tiempo Contemporáneo, 1971; Verán, E., Linguistique et Socio~ gie. Vers une logique naturalelle du mondes sociau:r, Communications 20, París, Seuil, 1973.) . 10 F..n el Capítulo XI de Psicología de las masas .y análisis del yo. "Una fase del yo", donde Freud bosqueía ya su .. segun& tópica'", hay una breve frase, que fue omitida por el traductor español (Edít. Biblioteca Nueva), que nos permite medir la importancia de la extensión operada en la teoría a lo largo de los veinticinco años que separan La interpretación de los sueños de El yo ¡¡ el ello, Refiriéndose a la relación que mantiene el yo con el ideal·detyo, señala que "probablemente todos los ·efectos recíprocos desarrollados entre el objeto exterior y el yo-tot.ul ... se reproducen ahora sobre este nueco e.scendrio (auf diesem neuen SchaupltJt;:;) dentro del yo". La frase subrayada (y omitida, como decimos, en la traducción) ha de ser puesta en relación contrnpuntística t·on la c:uncterización que Freud hace en La interpretación de los sueiio.t del ··1ugar psíquico" del sueño como otro escenario (eine andere Schauplatz}. 11 J. L:ican, Ecritt;, pág. 372. · 12 Como consignamos más ad el.ante (ver pág. 59), esta era una duda expresada también por el jefe del Centre, que daba así la pauta de esta manifestación sintom<iticn. de Jos asistidos en el Centro y exigían una· atención muy prolongada con posibilidades de evolución muy reducid:1s. "Debido a la lenta evolución del paciente pierdo el sentido de la norn1alidad". "Estoy tan acostumbrada a hablarle a un chico y que no n1e conteste, que cuando en otros lugares veo chicos hablando y jugando me asombro". "Otros. pacientes tienen e?:pectativas que no se cumplen. Ahí está Fulano. Hace cinco o seis años que viene ... La madre cree que va a aprender algo ... n 13 En una de las e.'ípre~ sienes más explícitas de lp que resumen el estado de ánimo predomi- nante en el grupo, un miembro del Centro nos dice: "Estoy intoxi- cado, recontraintoxicado de este tipo de trabajo}1• Por otra parte el jefe, que era muy respetado por el grupo en razón del prestigio científicó" de- que disfriltaba eri el· ·ámbito de su profesión, manifestaba ejercer un liderazgo de un modo que él mismo cálificaba como muy severo; decía ser estricto en el control del cum~ plimiento de horE.rios del personal y exigia que se atendiera a un determinado número de pacientes por día. Dice el jefe de si-mismo: "Soy autoritario, exigente, absorbente". "Habrán observado que centralizo mucho las actividades de la insti~ tución". "La gente depende de mí humor; cuando llego de mal hu.'1'.lor todo el Centro anda mal. .. " Esta modalidad del jefe encontraba en el resto del grupo una respuesta complementaria. Cada equipo profesional trabajaba .aisla~ damente, desconociendo lo que hacían los otros equipos y decían no poder reunirse si no estaba presente el jefe. Nos hablaban -de su dificultad para salir del estancamiento en el que estaban con expre-.- ,. siones de este tipo: "Estamos como aletargados,. nos cuesta empe:r.zr a movernos 1 necesitamos estimulación, hay abulia, necesitamos algo para movilizarnos''. Y, casi como una invocación1 uno de ellos agrega, dirigiéndose al jefe: "Doctor, yo no sé qué hacer, a qué recurrir ... " Paralelamente, refiriéndose a· una profesional dedicada a la inM vestigación que había trabajado hasta hacia poco tiempo en el Cent.ro y que representaba claramente_ un alter ego del jefe, nos decían: "Está en una escala superior de valores. El modelo era ella. Todos los que estaban por debajo de ella dejan mucho que desear. Tiene una automotivación ·fabulosa.• Es una especie de Premio Nobel, un monstruo de la ciencia.-.. " . · En un intento por salir de la paralización y de lograr a Ja vez Ja integración del Centro1 el grupo se había propuesto realizar reunio· nes semanales de "ateneo", en las que pudieran discutir los casos atendidos y reactualizar los conocimientos teóricos. A· poco de iniM ciarse los ateneos, el grupo advierte, sin embargo~ que se repiten alií las dificultades ya descritas (dificultad para pensar, pasividad, imposibilidad de trabajar si el jefe no está presente) y en la última reunión de ateneo que realizan deciden consultar -a un equipo de psicólogos institucionales. 13 Esta pequeña muesb::l de cinismo, o de "humor negfo ... fue l::i primera mani* fesm.ción preuursorn., de !o que mú.s ~delante indiviJua.lizurí:i.mos como el tema de la broma sádica. 33 IZ ~4 '~,-.' En las primeras etapas del trabajo, Jos miembros del Centro no percibían ninguna conexión entre los dos complejos de actitudes descritos: la desesperanza con· que encaraban su trabajo cotidiari.0, y los senti:niento.s que prevalecían en la relación jefe-subordinados. Lo que nosotro.o:; pudimos observar era que el jefe no devolvía, ni comQ g!·atificación nicomo reconocimiento, el capital narcisista que los miembros del grupo habían in-vertldo en él. :Frecuentemente expresaba con cierta displicencia socarrona opíniones negativas con respecto a :a capacidad o a la dedicación de los que de él dependían, dando a e::i:ender que no se podía esperar mucho de valioso de ellos, especialme:-ite en términos de productividad intelectual. Se limitaba así al conr.rol de los asnectos más exteriores de la conducta de los profesionales. Ese contfol había llegado a ser extremo y a mostrar caracteristicas bastante sádicas. ("Hay periodos en que parece que no nliro nada, pero cuando miro, no digo nada; tomo nota, después reúno a la. gente y leo ... jf ' 1Yo desencadenaba inténcionalmente esa agresión ux1 poco generalizadaH). Vale decir que en lugar de cons~ tituirse éL como 1.ider, e...Yl representante de un principio de orden susceptible de simbolización, le era necesaria una vigilancia constante1 residuo degradado de una función simbólica. Al mis.:.-no tiempo! ot..ra.s 1nanifestaciones del jefe nos permitían discernir tma ace,.v:tt1ac:ión especial del ingrediente narcisista que un Jider aporta siempre, de un modo u otroi al desempeño de su función. En este caso el llegaba aJ punto prácticamente de considerar al grupo como parte de si rn.ísmo, englobándolo en su propia subjetividad. Era como si hubiera abSfYtb·ido al grupo en él, con lo que -aplicando una expresión de 'Freud 14- transformaba 1a psi~ cología colectiva en psicología individual. En este sentido, fue lícito que en un momento interpretáramos literalmente el uso insólito que el jefe hacia a menudo de Ja del plural para referirse exclusívamente a si mismo. (Por decia: "Habla una si- tuación conflictiva entre el Centro y nosotrosl'). 15 Pensaba que la gente que no cumplía con sus e.."{igencias Jo estaba engañando a él pe:rsonalrnente, pues "en el fondo sentía que la gente estaba obligada conmigon, Con todo esto, se configuraba colectiva1nente el equi- valente de una metáfora según Ja cual toda la institución quedaba "absorbida" en la persona o, según una fantasía ;nás. concreta, en el cuerpo del jefe. " Para describir más cabalmente la imagen del estado (sintomli- tico) en que se encontraban los sujetos, imagen que ellos mismos fueron dibujando para nosotros en su relato, diriamos que "se sentían absorbidos (por algo) (que los dejaba) paralizados, estancados, ale- targados, (con la impresión de ser) inútiles e incapaces". 14 Freud, S., Op. Cit., Capítulo XI. 15 Saca¿a textualmente, como otros de los párrafos citados, de la autoobjetivación intentada por los miembros del grupo con motivo de un trabajo para presentar en un congreso de su especialidad {ver pág. 43), 16 Por ejemplo, del personal auxiliar se dijo en un momento que eran ""los ojoS Y oídos del jefe", "apéndices" suyos (de su cuerpo fnntusmático). 35 f 3 Por otra parte, también en lo que hace a ''la tarea", la institución quedaba modelada sobre la subjetividad del jefe. El trabajo con chicos con retardo mental severo, que "absorbía" todas la.s otras actividades posibles para este grupo profesional, respondia a Jos in~ iereses particulares del jefe. No era el nombre de la institución, nom- bre: en el que Jas tareas de reeducación estaban mentadas con má..xima generalidad1 lo que delimitaba allí las actividades pertinentes de las· que no les eran propias, sino la historia personal del jefe, su especia- lidad y sus intereses y C:lpacidad profesionales. l!J contar la historia del Centro, el jefe identificaba clarainen.te el origen de éste con su ingreso a él. Las actividades previas a su inclusión no pertenecían ni a la historia ni a la prehistoria del Centro. J_,a pre..'1istoria estaba referida en cambio a un servicio hospitalario que é1 había dirigido con anteríoridad. "Este Centro comienza en el liospital X cuando·,. nosotros, que en esa época ... " Es decir, que es el jefe con su historia personal quíen anuda 'la historia de la institución y le da sentido, al incluirla, como un momento! en su propia historia. Sólo más adelante, en etapas más avanzadas del trabajo de psi~ cología instituciona11 los otros miembros del Centro pueden hacer valer sus propios intereses e incluirlos legitirr1amente como activi~ dades del Centro, diversificando las tareas del mismo. por ejem~ plo. los psicopedagogos .inician un trabajo de diagnóstico y reeduc:a.- ción con alu..."'ilnos de instituciones educativas de la zona. por iniciativa propia (ver Sólo entonces los miembros del Centro perci~ birán la que e..xistia entre los fines explícitos de la institución y la tarea habitual. Cuando el equipo de psicólogos ins~ titucionales comenzó a trabajar con este grupo¡ esa discrepar1cia no era percibida por ellos:, a pesar de ºver" todos los ditt..s Ia placa de identificación del Centro colocada en la puerta de entrada. 17 Hemos visto hasta a.hora cómo en esta institución "el jefe lo era todo": la institución despliega las actividades que interesan al jefe, él es auien enseña a ejercer.las (l'la n1ayor de la gente que venía 3.1 Centro no estaba preparada, yo en fondo sentia que la gente estaba obligada conmigo, por mí que les habla dado cosas'') 1 él es el único que sabe, Premio Nobe1, monstruo de la ciencia, frente a quien {o fuera de quien} los otros no saben, son inútiles e incapa.- 17 En l~ págs. 44-45 de este mismo trabajo narramos un epi.'>Odio donde esta capacidad del grupo de mirar sin ver se pone de manifiesto en grado superlativo. Esto nos lleva a recordar nuevamente que en Psicología de las masas '!! a.nd.li:sis del yo, Freud ad}U(].ic:::. al ideal.-cl.el~yo (que es la inst'1!1CÍll "e:n.C<'.nrn.r1.,,.a·" el líder en una ma.52 o formación colectiva), entre otras funciones, ü1n1bién la ejercicio de la prueba de realidad, "interesante idea" (Lap!nnche y Pontalis), fuego el misrno Freu-d la ha}-rt modificado. Dice :llH: .. No e-s de ex!n:if:i;::r que yr; considere coui.o real una. percepción cuando la instanci::i. psíquica e11C:ltgn <le prueba de realidad se pronuncia por la re:ilicl::id de h misrnn.". {Tn.mbién podria deci.Pe entonces que Cl.4'!.ndo, en detenn.ina<las circunstnncias, eI Hder dict:nriin;;., o con su n.ctitud induce a creer, que algo· no existe, 1::i. percepcián correspondtente no es tenid::i. en cuenta con10 información pertinente a lo real por Ios miemb1os del grupo/. Esa observación de Freud nos es presentada en un contexto en el' cual se com. paron tres formas de la fasciracíón: el en;imor.u1)iento, la hipnosis 'f los fenómenos de b. psicología colectiva. En relación con estas dos últimas fomi.:·~~. dice: "Po.r ctra. ~h c2,s. .:~os rrüernbros dei Centro quedan así priv~dos de la:- posibilidad de- e:,cs.xnar v;:iJor alguno. F:-::;te era. un contexto ap:cepiado para que en é-, g·pnetase inin~ te:rrun:1pióarnente gran monto de agrÉ:s).vidad, per1J é-SIZL, en todo caso, era sorda o sutil y sólo se manifestaba· abiertamente: a través de accesos esporádicos y e..xplosivos1 a guisa de ataques epil.épticos, en los que uno u otro miembro del Centro "se peleaba" con_ el jefe, mientras todos los demás eran e:Spectadores fascinadóS-.,--de esas pe~ leas. (A medida que avanzó la intervención --del equipo de psicologi.a ir1stitucional en el Centro1 la agresividad fue adquiriendo alll f'orrrias de manifestaciones más fecundas, a través de- las cuales el grupo ahora integro --con nuestro decisivo au..xiHo--~, y dispuesto a hacerse valer, se enfrentó con el jefe, como luego veremos). Es preciso_ aclarar aqui que este relato constituye más una siste~ matización inte....""Pretativa que una descripción. Hay muchos: aspe(> tos significativos del caso que no son mencionados, por lo _ __.gtle tal vez se haga dificil entender, por ejemplo, cómo y porquér a pesar de todo lo dicho, la gente seguia trabajando- en el Centro1 alg-ünos- inclusive sin remuneración. En realidad, y aparte de todo efecto de fascinación (que es aquello de lo que nos ocuparemos
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