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Seminario de Historia Social y Política I
Unidad 6 - El peronismo como revolución nacional (2)
 
 
El peronismo como revolución nacional (2)
En su informe al primer congreso del Movimiento Obrero Comunista, publicado en Clase
Obrera en marzo de 1955, Rodolfo Puiggrós daba cuenta de las inesperadas coincidencias
que poco tiempo atrás había encontrado que tenían con otros grupos. Aunque no menciona
de qué grupos se trataba, no es difícil imaginarlo, ni explicar el porqué de tan tardía
coincidencia. Además de los comunistas y de los disidentes del comunismo, existía
entonces otra tradición marxista, el trotskismo, cuantitativamente menor, pero no menos
original que el MOC en sus esfuerzos por interpretar al peronismo desde una perspectiva
favorable a la revolución proletaria.
El trotskismo había surgido como consecuencia del conflicto por el poder en la URSS tras la muerte de
Lenin. 
Stalin y Trotsky se habían enfrentado y el primero había logrado la victoria. En 1929
Trotsky fue deportado a Turquía, pasando luego a Francia, Noruega y, finalmente, a
México, donde fue asesinado en agosto de 1940.
La principal diferencia teórica entre Stalin y Trotsky residía en el concepto de revolución.
 Para Stalin había que consolidar el socialismo en un solo país (la URSS);
Para Trostky era necesario luchar por la revolución mundial.
Stalin tenía una explicación de su posición: Manito las expectativas de revolución en
Europa occidental se habían frustrado, por lo que la revolución mundial requería el
fortalecimiento del estado proletario (la URSS).
Trotsky tenía la suya: la supervivencia del estado proletario dependía de la revolución
mundial y para solucionar los problemas presentados por la diversidad de situaciones
económicas y sociales de otros países había desarrollado el concepto de “revolución
permanente”.
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La “revolución permanente” de Trotsky no significaba la revolución constante. Desde la perspectiva de
Marx, la revolución proletaria sobrevendría como consecuencia del desarrollo de las fuerzas
productivas, como un cambio en las relaciones de producción necesario para que continuara el
desarrollo de las fuerzas productivas. Rusia no estaba en 1917 en esa situación pero, de todas
maneras, la revolución se produjo. Desde la perspectiva de Trotsky ello había sido posible porque el
proletariado completaría las tareas de la revolución democrático burguesa, es decir, completaría ese
proceso de desarrollo de las fuerzas productivas que llevaría a la situación supuesta por Marx.
Ese era el concepto de la revolución permanente: no era necesario que se completara la revolución
democrático burguesa antes que pudiera producirse la revolución proletaria porque el proletariado
podía asumir la dirección de la revolución democrático burguesa, completar sus tareas y realizar la
revolución proletaria.
Los trotskistas, por lo tanto, no creían necesario esperar que la burguesía completara la revolución
democrático burguesa (ésta era la posición de los comunistas), sino que creían que el proletariado
debía luchar por la revolución socialista sin más.
Esto en cuanto a las disidencias teóricas entre Trotsky y Stalin y entre trotskistas y comunistas,
pero deben señalarse sus coincidencias, que eran muchas y muy importantes:
la necesidad (es decir, la fatal ocurrencia) de la revolución proletaria y del socialismo;
la concepción del partido como agente de la revolución;
la caracterización de la URSS como estado proletario (aun cuando, para los trotskistas,
burocratizado).
En cuanto a las disidencias prácticas entre Stalin y Trotsky, ellas no podían ser
mayores: Trotsky y los trotskistas fueron perseguidos en la URSS, excluidos de los
partidos comunistas (aun cuando los trotskistas continuaran considerándose parte de
ellos), y, si Stalin lo consideraba necesario, asesinados (como ocurrió con Trostky).
Los trotskistas desarrollaron dos prácticas políticas a lo largo de la década de 1930, ante la realidad
de que su acción política ya no podía llevarse a cabo dentro de los partidos comunistas:
por un lado, la organización autónoma;
por otro, el “entrismo” (ésta fue la palabra utilizada) en los partidos socialistas. En el primer
caso organizaron “ligas”, ya que el partido comunista era el portador de la historia y ellos no
podían aceptar su exclusión y, eventualmente, la IV Internacional. En el segundo caso, como
su exclusión del partido comunista bloqueaba el acceso a las organizaciones del proletariado, se
trataba de acceder al mismo a través de otras organizaciones donde estuviera presente, como
los partidos socialistas herederos de la tradición de la II Internacional o, al menos, las
organizaciones sindicales de esa tradición.
Pequeños grupos trotskistas surgieron en la Argentina en la década de 1930 alrededor de unos pocos
intelectuales y militantes obreros.
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Una característica de esos grupos fue su reducida dimensión, en comparación con el partido
comunista, y otra característica fue su dispersión. 
La ruptura con la disciplina del partido comunista y la incapacidad de la IV Internacional de
restablecerla dieron lugar a que cada disidencia teórica se transformase en una disidencia política.
En el momento del surgimiento del peronismo, por ese motivo, no había un partido que expresara
políticamente a los trotskistas, sino que existían pequeñas agrupaciones, algunas con un único
miembro, con escasa estructura y capacidad de acción. Como esas condiciones no impiden el análisis
político, la reacción que tuvieron frente al naciente peronismo es importante para comprender la
evolución de las interpretaciones marxistas del peronismo ya que, como descubrió Puiggrós en
1954, una de las líneas interpretativas surgidas del trotskismo estaba muy cerca de la que su grupo
había desarrollado en los años posteriores a su expulsión del partido: el peronismo como revolución
nacional.
 
 
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El peronismo como revolución nacional - 2
El principal vocero de esa interpretación del peronismo como revolución
nacional fue Jorge Abelardo Ramos. Para estudiar el origen de su
interpretación es necesario prestar atención a dos cuestiones previas: por un
lado, el debate sobre la cuestión nacional dentro del trotskismo; por otro, la
reacción de los distintos grupos trotskistas frente al surgimiento del
peronismo.
El debate sobre la liberación nacional (la mejor exposición sobre éste se
encuentra en el libro de Horacio Tarcus, El marxismo olvidado en la
Argentina: Silvio Frondizi y Milcíades Peña, pp. 89-97, al que seguimos aquí)
tuvo lugar en la década del treinta entre Antonio Gallo y Liborio Justo.
Gallo afirmaba
 el carácter predominantemente capitalista de la formación social
argentina;
el antagonismo de clases entre la burguesía y el proletariado;
y el carácter socialista de la revolución en la Argentina.
 Esto quería decir que no había en la Argentina una burguesía local
antioligárquica y antiimperialista y que las tareas de la revolución democrático
burguesa debían ser llevadas a cabo por el proletariado.
Para Justo (que escribía con el seudónimo de “Quebracho”), la Argentina era un
país semicolonial dominado por el imperialismo, sin una burguesía industrial, en
la que sólo el proletariado podía liderar la lucha por la emancipación nacional con
vistas al socialismo.
Gallo y Justo coincidían en cuanto a la ausencia de una burguesía nacional
antioligárquica y antiimperialista y en cuanto a la misión del proletariado, que
era completar las tareas de la revolución democrático burguesa.
Diferían, sin embargo, en un punto clave: la caracterización de esa burguesía
nacional.
 Para Gallo, la burguesía local gozaba de cierta autonomía yera aliada
del imperialismo, por lo que la tarea inmediata del proletariado era la
lucha contra esa burguesía;
para Justo, la burguesía local era dependiente del imperialismo, por lo
que la tarea inmediata del proletariado era la liberación nacional, es
decir la lucha antiimperialista. 
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El peronismo como revolución nacional - 3
El debate entre Gallo y Justo sobre la cuestión nacional dividió a la militancia trotskista en
los cuarenta y estableció el marco interpretativo con que los trotskistas enfrentaron el
surgimiento del peronismo.
Los herederos de Gallo (éste había abandonado la actividad política y se había
ido del país) interpretaron al peronismo como un movimiento nacionalista
burgués que intentaba apoyarse en el proletariado para gobernar en beneficio de
la burguesía.
Los herederos de Justo (que había abandonado la actividad política, pero
aunque permanecía en la Argentina no coincidió con sus continuadores)
interpretaron al peronismo como una alianza antiimperialista entre la burguesía
nacional y el proletariado, en la que éste finalmente se impondría para realizar
las tareas burguesas incumplidas.
Los herederos de Gallo se encuentran principalmente en un grupo encabezado
por Nahuel Moreno, que publicó el periódico Frente Proletario. Esa corriente
consideró al peronismo como un movimiento nacionalista burgués y como un
régimen bonapartista, pero nunca le asignó un papel positivo en el camino de la
revolución proletaria. La clase obrera podía estar transitoriamente en el
peronismo, pero a la larga se encaminaría hacia una organización
independiente. La tarea era acompañarla en ese proceso. Este grupo, en
consecuencia, practicó el entrismo en los sindicatos peronistas. Nunca
consideró al peronismo como un paso positivo en dirección de la revolución
proletaria, por lo que el esfuerzo teórico por interpretarlo fue limitado. (Más
sobre esta posición de la que deriva Milcíades Peña, en la próxima clase).
Los herederos de Justo estaban divididos en tres grupos, que reaccionaron de
modo diverso ante el surgimiento del peronismo.
 Por un lado, estaba el grupo que publicaba el periódico Frente Obrero,
integrado por Aurelio Narvaja, Enrique Rivera, y los hermanos
Perelman, entre otros;
por otro, el grupo que publicaba el periódico Octubre, en que estaban
Jorge Abelardo Ramos y Niceto Andrés;
y, finalmente, el grupo liderado por J. Posadas, que a partir de 1947
publicó el periódico Voz Proletaria. Este fue el grupo que tuvo mayor
actividad política, aunque desde una perspectiva teórica, su
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interpretación del peronismo fue, en los comienzos al menos,
dependiente de la de los otros dos grupos.
Frente Obrero reaccionó ante el 17 de octubre de un modo positivo: era la expresión de
las masas en su lucha contra el imperialismo. El peronismo era un movimiento
nacionalista, pero se trataba del nacionalismo de un país semicolonial, distinto por lo tanto
del nacionalismo de los países imperialistas. El periódico tuvo corta vida y el grupo pronto se
desintegró, pero su influencia se continuó a través del periódico Octubre.
Octubre reaccionó frente al 17 de octubre de un modo similar al resto de la izquierda,
caracterizando a los obreros que seguían a Perón como políticamente atrasados. Esa
interpretación, sin embargo, fue abandonada rápidamente y para retomar la línea
interpretativa que se había expresado en Frente Obrero, aunque asignando a la burguesía
nacional un papel más importante en la lucha antiimperialista. Esta es la línea interpretativa
que continuó Jorge Abelardo Ramos.
Ramos tuvo una larga actuación política, que sólo terminó a su muerte en 1994. A fines de
los cuarenta y comienzos de los cincuenta militó en un pequeño grupo trotskista,
sumándose con éste al Partido Socialista de la Revolución Nacional, creado en 1953, donde
permaneció hasta su extinción tras la caída de Perón. Mucho más importante que la
actividad política de Ramos fue su actividad como escritor. Su gran habilidad con la palabra
y su penetrante inteligencia fueron las armas con que ganó un espacio político mucho más
amplio que el generado por su actividad política.
Su primera contribución, más allá de las que efectuaba a la prensa periódica
militante, fue América Latina, un país, publicado en 1949. Allí puede
encontrarse su primera interpretación del peronismo, basada en las posiciones
expresadas en Frente Obrero y Octubre, pero mucho más desarrollada.
 
En Crisis y resurrección de la literatura argentina, de 1954, se encuentran
principios interpretativos mucho más elaborados (prestar atención a las páginas
86-102 y 131-133), que evidencian una concepción de la acción política y de la
revolución socialista muy singulares, que incidirán en sus posteriores
interpretaciones del peronismo.
 
 
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El peronismo como revolución nacional - 4
¿Cómo caracteriza Ramos al peronismo en América Latina, un país?
¿Cuál es el papel que le asigna en el camino hacia la revolución socialista?
¿Por qué la perspectiva latinoamericana?
¿Cómo ubica la revolución argentina dentro de la revolución latinoamericana?
¿Cuál es el papel de la dimensión cultural en la revolución latinoamericana,
según Crisis y resurrección?
¿Cuál es el papel de los intelectuales en la revolución?
La respuesta a estas preguntas permite evaluar la contribución original de Ramos
a la interpretación del peronismo antes de 1955 y sienta las bases para la
apreciación tanto de su interpretación posterior, especialmente la que se
encuentra en su libro más difundido, Revolución y contrarrevolución en la
Argentina , como de su influencia en la conformación de la llamada “izquierda
nacional” en la década siguiente a la caída de Perón.
 
 
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ACTIVIDADES
Lecturas: Ramos (1949), 11-23 y 164-208; y Ramos (1954).
Objetivo : analizar esos textos para responder a las preguntas planteadas.
Tarea: escribir un informe de trescientas palabras sobre esas lecturas,
contestando las preguntas aquí formuladas.
 
 
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	El peronismo como revolución nacional (2)
	El peronismo como revolución nacional - 2
	El peronismo como revolución nacional - 3
	El peronismo como revolución nacional - 4
	ACTIVIDADES

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