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JUAN JOSÉ CALZETTA (COMPILADOR)
CLARA RAZNOSZCZYK SCHEJTMAN 
GRACIELA PAOLICCHI 
LUCÍA BOZZALLA 
FABIANA NAIMAN
Capítulo IV
El periodo de latericia: metapsicología, 
transformaciones y marcas epocales
Lucía Bozzalla y Fabiana Naiman
1. Introducción
Desde una perspectiva cronológica descriptiva, muchos au­
tores de la psicología evolutiva han denominado esta etapa de 
la vida como “los años escolares”, centrando la titulación en los 
aspectos que se podrían considerar de mayor visibilidad en este 
periodo: el aprendizaje y la segunda socialización.
Una perspectiva psicoanalítica, en cambio, pondrá la sexua­
lidad y sus destinos como el eje de la constitución psíquica a lo 
largo de la vida, derivando de este enfoque la denominación del 
periodo. Es desde este marco teórico que, partiendo de los prin­
cipales conceptos freudianos y del aporte de otros autores, se sa­
cará a la luz la riqueza que encierra esta etapa del desarrollo, con 
las transformaciones intrapsíquicas que implica, con los conflic­
tos que la constituyen y con sus manifestaciones conductuales 
más características, las que se ven altamente influenciadas por 
factores de orden social, económico y cultural.
Ahora bien, las grandes transformaciones sociales y cultura­
les acaecidas desde la aparición de “Tres ensayos de una teoría 
sexual”, artículo en el que Freud postula la importancia de la se­
xualidad infantil, obligan a múltiples cuestionamientos y a revi­
sar la vigencia de esos enunciados.
¿Es posible hablar hoy de latencia sexual? Si es posible, ¿qué 
formas asume en el mundo actual? ¿Cuáles son sus características 
de acuerdo a la situación socioeconómica y cultural en que viven
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SUBJETIVIDAD Y APARATO PSÍQUICO
diferentes niños y niñas? ¿Cómo impactan los cambios culturales 
que los exponen en la actualidad a ser partícipes de problemáti­
cas antes reservadas exclusivamente a la vida adulta? ¿Cómo in­
cide, en estos niños y niñas, la exhibición constante que hacen los 
medios de comunicación, tanto gráficos como audiovisuales, de 
temáticas sexuales? ¿Qué consecuencia puede tener, sobre la su­
cesión esperable de las etapas del desarrollo, el borramiento de la 
diferenciación entre adultos y niños que realiza la ley del mercado 
al considerar a unos y otros como consumidores en igual grado? 
¿Qué efectos produce en la constitución sexual de los niños y ni­
ñas el aflojamiento de los tabúes sociales sobre la sexualidad y la 
inclusión de la educación sexual integral durante toda la escolari­
dad? ¿De qué modo inciden los nuevos modos de jugar, basados 
en las tecnologías digitales y el acceso al mundo virtual a través de 
internet, en la creatividad y en los procesos de socialización? ¿Qué 
repercusión en el proceso de simbolización puede tener el acce­
so tan temprano al valor del dinero como medio de intercambio? 
Sosteniendo estos interrogantes se comenzará por una revisión 
de los planteos freudianos vinculados a este periodo.
2. Definiciones a partir del planteo freudiano
El periodo de latencia es un concepto elaborado por Freud 
para designar un momento del desarrollo libidinal, situado en­
tre el final de la organización genital infantil y la metamorfosis 
de la pubertad. Esta ubicación se corresponde con la concepción 
psicoanalítica de que la sexualidad humana se distingue por una 
acometida en dos tiempos. Un primer tiempo, el de la sexualidad 
infantil, que sucumbe a la represión, y un segundo tiempo cuyo 
inicio es marcado por el empuje puberal, signo del acontecer de 
un desarrollo biológico en el que se van a resexualizar las repre­
sentaciones correspondientes al complejo de Edipo, con el nove­
doso agregado de que ahora el púber cuenta con un cuerpo con la 
capacidad biológica de materializar el acto sexual. Se considera
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JUAN JOSÉ CALZETTA
como periodo y no como fase, ya que no hay una nueva organiza­
ción libidinal ni nuevas metas sexuales, cambio que se constituía 
como núcleo de cada una de las fases anteriores.
De acuerdo a esta teoría, el periodo de latencia comienza 
cuando el niño y la niña abandonan la pasional conflictiva edí- 
pica, retirando las investiduras libidinales de los objetos prima­
rios, las que devienen en identificaciones y en la instalación del 
superyó como una nueva instancia psíquica, a posteriori de la re­
presión primaria. Paralelamente a estos procesos se consolidan 
las barreras éticas y estéticas que, como diques, irán encauzando 
lo pulsional y regulando las descargas sexuales directas al pro­
ducirse la pubertad. A sü vez, los ideales que se constituyen y las 
normas culturales que se incorporan y se hacen propias marca­
rán como mojones los caminos a seguir.
El final del periodo de latencia acontece, como se ha men­
cionado, con el surgimiento de los cambios biológicos. Puede 
decirse que es dictado desde lo hormonal, ya que coincide con 
los cambios corporales que ocurren en la pubertad, observables 
mediante la aparición de los caracteres físicos secundarios de la 
sexualidad. Chicos y chicas se encuentran con un nuevo cuerpo, 
con una nueva exigencia pulsional y con la reanimación de las 
aspiraciones e investiduras de objeto de la temprana infancia 
(las ligazones correspondientes al complejo de Edipo). Sin duda, 
estos cambios obligan a un reacomodamiento de su imagen, no 
solo corporal, y a un intenso trabajo de elaboración psíquica para 
apropiarse de esta nueva anatomía y las consecuencias que la 
misma le ofrece, ya que un sinfín de posibilidades se le abren a 
partir de esta maduración.
Así como resulta fácil poder determinar el final del periodo 
de latencia recurriendo a un indicador biológico, no hay nada 
similar para fundamentar su inicio. El interés de Freud por res­
ponder a la pregunta acerca del origen del periodo de latencia da 
lugar en distintos momentos al desarrollo de tres hipótesis, que 
muestran la concurrencia de perspectivas complementarias en el 
pensamiento freudiano:
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SUBJETIVIDAD Y APARATO PSfQUICO
a) Hipótesis fisiológica: Enunciada en Tres ensayos para 
una teoría sexual (1905), plantea una disminución fisiológica de 
los impulsos durante la latencia que estaría determinada orgáni­
camente, siendo innecesaria la ayuda de la educación, la cual se 
limitaría tan solo a seguir el curso y profundizar los procesos de 
lo que está orgánicamente prefijado.
Esta hipótesis freudiana ha sido cuestionada por diferentes 
autores, basados en la observación directa de la intensa actividad 
que despliegan los niños en estas edades, la falta de constata­
ción de disminución de los niveles hormonales o de los ritmos 
de crecimiento y la evidencia de una lucha constante contra la 
masturbación, los deseos incestuosos y las ocasionales prácticas 
genitales en los latentes (Urribarri, 1995).
Posteriormente, en una nota de 1935, el mismo Freud relati- 
viza esta idea y revaloriza el papel de la cultura en la posibilita- 
ción del periodo de latencia, reforzando la represión y ofreciendo 
canales de derivación para la simbolización y la sublimación.
b) Hipótesis psicológica: Remite a las historias singulares y 
a los diferentes avatares que derivan del modo en que se resuel­
ve el complejo de Edipo. En El Sepultamiento del complejo de 
Edipo (1924), Freud plantea que el mismo se va al fundamento a 
raíz de una imposibilidad interna, es decir, de las desilusiones y 
de la falta de satisfacción de las expectativas amorosas que tanto 
los niños como las niñas despliegan durante ese proceso.
c) Hipótesis filogenética: Relacionada con la hipótesis fisioló­
gica, se vincula con la idea de que el complejo de Edipo, más allá 
de que sea vivenciado de manera individual, es también un fenó­
meno determinado por la herencia, “que tiene que desvanecerse 
de acuerdo con el programa cuando se inicia la fase evolutiva si­
guiente, predeterminada” (Freud, 1924:182).
Sintetizando lo expuesto, queda planteada en Freud una con­
fluencia de perspectivas que dan lugar a lo ontogenético junto a 
lo filogenético como así también al componentefisiológico junto 
a la necesidad del trabajo de la cultura (Freud, 1924).
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JUAN JOSÉ CALZETTA
3. Precisiones metapsicológicas
En el periodo de latencia, el aparato psíquico sufre una trans­
formación estructural, organizándose definitivamente en su he­
terogeneidad característica.
Visto desde la primera tópica se alcanza la estabilización de 
la represión primaria y se consolida la división entre los distintos 
sistemas psíquicos (sistema preconsciente- consciente y sistema 
inconsciente).
Desde la perspectiva de la segunda tópica, la transformación 
psíquica se describe por medio de la constitución del superyó a 
partir de la internalización de las figuras parentales, sus prohi­
biciones e ideales por medio de las identificaciones. El yo debe 
cumplir sus funciones atendiendo a esta nueva organización. 
Queda instalada así la consecuente dinámica entre el yo y sus 
vasallajes respecto del ello, el superyó y la realidad. La acción 
inmediata como respuesta a los impulsos se coarta, aumenta el 
fantaseo y el pensamiento reflexivo.
Esta separación intrapsíquica no implica en el planteo freu- 
diano fronteras tajantes entre las diferentes instancias.
No podemos dar razón de la peculiaridad de lo psíquico 
mediante contornos lineales como en el dibujo o la pin­
tura primitiva; más bien, mediante campos coloreados 
que se pierden unos en otros, según hacen los pintores 
modernos (Freud, 1933:74).
Las fronteras deben pensarse como móviles y fluctuantes en 
función de procesos de transformación de energía y de simboli­
zación, es decir de fuerza y sentido.
(...) en ninguna parte existe una escisión completa: ni 
dentro de las pulsiones, ni entre el cuerpo y el alma; ni 
en el interior del yo y sus interrelaciones con el ello, el 
supeiyó y la realidad (Green, 2001:106).
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SUBJETIVIDAD Y APARATO PSÍQUICO
Esta referencia a la permeabilidad intersistémica, junta­
mente con la noción de cooperación entre instancias que per­
mite producciones diversas, es importante para pensar el pe­
riodo de latencia y sus procesos de simbolización. Cuando los 
límites entre las instancias se rigidizan y el preconsciente pier­
de conexión con las fuentes pulsionales, los procesos defensi­
vos se encuentran exacerbados y por ende, las posibilidades de 
creatividad empobrecidas. Mientras que, cuando las fronteras 
permanecen dinámicas y se preserva la movilidad, los siste­
mas cooperan dando lugar al pensamiento u otras expresiones 
creativas.
En el proceso de constitución del superyó, las investiduras 
libidinales devenidas ahora narcisistas son ofrecidas al ello en 
sustitución de los objetos de amor abandonados, siguiendo un 
proceso similar al que Freud describe en la melancolía. El yo se 
identifica con el objeto, se modifica tomando rasgos de este y re­
caen sobre él las investiduras antes dirigidas a los objetos pri­
marios. Estos procesos involucran una desexualización -es de­
cir que se pierde la expectativa de obtención de placer a través 
del contacto corporal en el encuentro con el otro- y dan lugar 
a la formación de esta nueva estructura así como a los procesos 
sublimatorios.
La instalación del superyó puede ser interpretada como una 
adquisición que tiende principalmente a la adaptación, en tan­
to internaliza normas e ideales. Sin embargo, la represión de la 
sexualidad y la inhibición de la agresión que caracteriza el final 
del complejo de Edipo serán dos fuentes de malestar con las 
que el yo deberá vérselas como consecuencia de estos procesos 
(Avenburg, 1998). Como explica Freud en El yo y el ello (1923), 
se trata de una estructura que lleva en sus ladrillos la pulsión 
de muerte. Plantea que el abandono de las investiduras edípicas 
produce una desmezcla de las pulsiones. La pulsión de muerte es, 
en parte, ligada en la formación de la nueva estructura. La agre­
sividad ahora podrá volcarse del superyó hacia el yo, dando lugar 
a un funcionamiento pulsional bajo la forma de autoagresión o
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JUAN JOSÉ CALZETTA
de la disminución de la autoestima ante exigencias imposibles 
de alcanzar.
En cuanto a los procesos sublimatorios, cabe destacar que 
parte de la energía libidinal liberada de las investiduras inces­
tuosas es desviada hacia fines socialmente valorados. En cambio, 
la represión requiere el gasto constante de energía para contra­
investir el material psíquico reprimido y da lugar a las forma­
ciones reactivas. Freud define al mismo superyó como una gran 
contrainvestidura contra toda la sexualidad infantil. Como una 
manifestación del funcionamiento de esta instancia actúan los 
diques ya mencionados, produciendo un cambio del afecto ante 
la posibilidad de descarga pulsional. Estos se van instalando 
progresivamente durante la infancia cuando en las relaciones 
con los otros primordiales se aprende a domeñar la pulsión. Se 
originan en las identificaciones, es decir que provienen de la 
intersubjetividad, del interjuego entre lo pulsional y la relación 
con el semejante. Hay así un asco de instalación precoz, vincu­
lado a la subversión del valor de las heces. Estas barreras, que 
el yo va instalando precozmente en rechazo de las consecuentes 
mociones pulsionales, dan cuenta de las paulatinas renuncias 
al autoerotismo que se realizan durante la infancia en pos de 
conservar el amor del objeto. Al declinar el complejo de Edipo, 
los diques se configuran con la fuerza de las contrainvestiduras 
respecto de la sexualidad infantil. Es así que, por ejemplo, en 
vez del placer por el exhibicionismo de la fase fúlica, se expe­
rimenta el pudor. El asco resume también la repulsa a lo oral, 
lo anal y lo genital infantil y los sentimientos morales son una 
barrera a la crueldad y el sadismo infantil. La falta de constitu­
ción de los diques es indicadora de trastornos en los procesos 
de constitución psíquica.
La represión de los deseos sexuales deriva, por otra parte, en 
un predominio de la corriente tierna en las relaciones objétales. 
Los vínculos con las figuras parentales mutan de sexuales a tier­
nos (proceso que en otros textos Freud menciona como pasaje de 
vínculos de meta directa a meta inhibida).
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SUBJETIVIDAD Y APARATO PSIQUICO
La particular relación entre represión y sublimación pa­
rece de gran importancia en la conformación que asume cada 
psiquismo individual. Castoriadis (1989) define la sublima­
ción como un proceso de socialización de la psique, siempre de 
acuerdo a las exigencias que plantea la sociedad en los distintos 
momentos de la historia y en las diferentes culturas. Considera 
que represión y sublimación no son destinos de la pulsión exclu- 
yentes entre sí, sino “distribuciones de la energía de libidiniza- 
ción entre las representaciones antiguas y las representaciones 
alteradas y nuevas” (Castoriadis, 1989:242). Si bien, a diferen­
cia de Freud, hace extensivo el concepto de sublimación aún a 
momentos previos al final del complejo de Edipo y el periodo de 
latencia1, es en este momento en el cual la sublimación se mani­
fiesta con toda su potencia socializadora al referir el pasaje del 
niño de un mundo privado a un mundo público: el lenguaje del 
niño se constituye como lenguaje público y el hacer, en hacer 
social. Se trata de la novedad de encontrar placer gracias a, por 
medio de y/o a causa de estos nuevos fines y objetos que ya no 
valen por pertenecer al mundo íntimo de la infancia sino por su 
pertenencia y referencia a la institución social. Para Castoriadis 
psique y sociedad son dos términos inseparables: así como las 
significaciones imaginarias de la sociedad instituyen al sujeto, 
éstos crean nuevas significaciones imaginarias sociales. Un pro­
ceso continuo de transmisión de pautas que se van modificando 
a través de las generaciones.
Freud le atribuye al superyó las funciones de conciencia mo­
ral y de ideal del yo. En cuanto a la primera, mediante las activi­
dades de observación, enjuiciamiento y castigo, el superyó acosa 
al yo con el sentimiento de culpa inconsciente, consecuencia de 
los deseos parricidas.1. Para este autor, las sucesivas represiones que se instauran a partir del 
momento en que se establece la división inconsciente - preconsciente y 
las consiguientes transformaciones de la pulsión corresponden a otros 
tantos momentos del proceso de sublimación.
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JUAN JOSÉ CAIZETTA
Mediante la función de ideal del yo, el superyó ofrece una 
orientación al yo hacia dónde dirigir las sublimaciones. El mun­
do de los padres, el orden social constituido, serán valores con los 
cuales se identificará el niño y la niña y con los que medirá per­
manentemente sus logros. El ideal del yo, al introducir en el psi- 
quismo la dimensión de lo familiar y lo cultural, implica siempre 
el sometimiento al poder y por lo tanto, la creencia en sus palabras 
y sus imágenes. El yo se mide con esos ideales y aspira a cumplir­
los con la exigencia de una perfección cada vez más vasta (Freud, 
1932:60). Atendiendo al origen pulsional del supeiyó y su nexo 
con la pulsión de muerte, es importante considerar que los ideales 
pueden imponer el camino de la autodestrucción (Calzctta, 2014).
El sentimiento de omnipotencia de la primera infancia que 
ha quedado cuestionado por el atravesamiento del complejo de 
Edipo y del complejo de castración, tuvo como saldo la separa­
ción entre el yo actual y el yo ideal y la posibilidad de figurarse 
un tiempo futuro en el cual dicho ideal podría ser alcanzado. La 
distancia entre ambos yoes, los acercamientos y los alejamientos 
entre lo logrado y lo buscado, le permitirán al niño como a la 
niña medir su propia autoestima de un modo más autónomo de 
la mirada aprobatoria o desaprobatoria de las figuras parentales. 
Pero, por otra parte, la valoración de sí adquiere mayor depen­
dencia de la aprobación del grupo de pares, lo que se manifiesta 
también como vulnerabilidad a sus críticas.
Los procesos intrapsíquicos hasta aquí descriptos sustentan 
los cambios observables en estas edades. El acceso a la escolari­
dad primaria suele confluir con estas transformaciones intrasub- 
jetivas e intersubjetivas, dando lugar a la posibilidad de que el 
sujeto infantil disponga su interés para el aprendizaje sistemáti­
co que se le propone desde la institución educativa.
Por otra parte, esta nueva conformación del aparato psíqui­
co, en la que el yo se ve demandado por presiones provenientes 
desde el superyó, el ello y la realidad, que no son concordantes 
sino más bien contrarias entre sí, da lugar a sintomatología típica 
de esta etapa, resultado de las transacciones entre las instancias.
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SUBJETIVIDAD Y APARATO PSÍQUICO
Es frecuente que estas edades se presenten transitoriamente 
conductas tales como tics, formas estereotipadas de realizar sus 
hábitos cotidianos, evitación de determinados lugares, temores 
que ceden luego de un tiempo de manera espontánea, sin in­
termediar un tratamiento específico. En otros casos durante el 
periodo de latencia encontramos síntomas fóbicos, histéricos u 
obsesivos que revisten las características de una verdadera neu­
rosis. Ambos tipos de manifestaciones se relacionan con la con­
flictiva intersistémica mencionada.
Una de las “luchas” de este periodo se relaciona con la renun­
cia al autoerotismo, que a su vez habilita la apertura hacia pro­
cesos de simbolización en los que la sensorialidad cede paso al 
valor de la palabra. Otra tensión enjuego se manifiesta entre dar 
vía libre a la fantasía y permitir que su pensamiento se adecúe a 
los criterios que le son dados por la educación.
4.Tiempos de instalación
Estas complejizaciones psíquicas no se dan de manera lineal 
ni inmediata, por lo que puede decirse que el periodo de laten­
cia no es uniforme. La nueva organización del aparato psíquico, 
acontece mediante procesos que requieren cierto tiempo de ins­
talación en el cual la mediación de experiencias intersubjetivas y 
el atravesamiento de lo transubjetivo no son ajenas.
Siguiendo la propuesta de Bornstein (1951), se pueden di­
ferenciar dos subperiodos, que la autora denomina como laten­
cia temprana y latencia tardía, o primera y segunda latencia. 
El cambio lo sitúa alrededor de los 8 años, momento en que el 
pensamiento consolida una mayor autonomía respecto a las ex­
periencias y las percepciones, volviéndose más abstracto y con 
capacidad para operar lógicamente.
Se presentarán primero características que permiten es­
tablecer la diferencia entre estas subetapas para pasar luego 
a desarrollar peculiaridades del periodo en general, sabiendo
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JUAN JOSÉ CALZETTA
de la imposibilidad de que puedan ser consideradas de carácter 
universal, tanto por las maneras singulares en que se transita 
el periodo de acuerdo a las experiencias particulares y los dife­
rentes contextos, como también debido a las grandes impron­
tas epocales que, por supuesto, dejan marcas en la constitución 
subjetiva.
Se articularán los aspectos manifiestos de las conductas de 
los chicos y las chicas de estas edades con los procesos subyacen­
tes a fin de que puedan ser pensados metapsicológicamente des­
de la perspectiva psicoanalítica y desde una perspectiva cognitiva 
según el pensamiento de Jean Piaget.
a) Latencia temprana: el nuevo funcionamiento psíquico es 
precario y frágil, hay nuevos destinos de la actividad motriz, la 
autonomía es incipiente.
Los siguientes dos fragmentos de observaciones realizadas 
en el Museo de los Niños del Shopping Abasto de la ciudad de 
Buenos Aires, en el año 20012, permitirán reflexionar sobre algu­
nas de las características de este subperiodo.
Observación de un grupo escolar de primer grado que visi­
ta el museo junto con la docente del curso. Personal del museo 
acompaña durante la visita.
Fragmento 1: Dos nenes pretenden realizar una activi­
dad al mismo tiempo y comienzan a pelear a las piñas, 
tirándose bruscamente del pelo. Una nena sale corriendo 
a dar aviso de la pelea a la señorita: “¡Seño, seño, se aga­
rraron a piñas!”. Uno de los nenes implicados se acerca a 
la maestra y la abraza.
(La siguiente secuencia observada tiene lugar en un espacio 
del museo que reproduce un supermercado)
2. Actividad de pasantías realizadas por alumnos de la cátedra 2 de Psico­
logía Evolutiva Niñez, año 2001.
SUBJETIVIDAD Y APARATO PSIQUICO
Fragmento 2: El guía llama al grupo. La niña que hace de 
“cajera” abre la caja registradora y le hace un gesto a la 
“dienta” (otra niña): “Shhhh” le dice. Saca una cantidad 
de billetes y se va. En el camino a reunirse con el grupo 
se cruza con otra nena y le muestra los billetes. Repite el 
gesto: “Shhh. Todos se llevan”, le aclara.
El guía explica la tarea del repositor que consiste en guar­
dar cada cosa en su lugar. Mientras tanto un chico ve que 
otro se ha acercado a la caja registradora y retira billetes.
Se levanta corriendo a su encuentro, gritando: “¡No te los 
lleves!”. La maestra se da cuenta de que estos dos niños 
se han dispersado y los hace volver con el grupo. Una vez 
que el guía termina con la explicación el nene que había 
dicho que no se lleve los billetes, sale corriendo primero 
que todos, se acerca a la caja y toma todos los billetes que 
encuentra. Luego se los muestra a su compañero con risa 
picara.
El desarrollo del yo en este primer subperiodo genera nue­
vas posibilidades de demorar la descarga, lo cual se manifiesta 
en estas edades en conductas de postergación y control de la 
satisfacción de los impulsos, constituyéndose una base para la 
autonomía en proceso de formación. Sin embargo, el nuevo fun­
cionamiento psíquico es aún precario y frágil. Por lo tanto el con­
trol sobre los impulsos es inestable como puede verse en ambos 
fragmentos. Es frecuente la emergencia de angustia y la necesi­
dad de presencia del adulto como reaseguro afectivo lo que da 
cuenta de que la autonomía emocional es aún incipiente. Esto 
se observa fácilmente en los grupos de niños y niñas que, aún 
cuando están realizando actividades de su interés o participan­
do de ellas, solicitan reiteradamente la intervención del adulto 
ante desbordes emocionalesque se suscitan como consecuencia 
de conflictos entre pares. Ellos no los pueden resolver por sí mis­
mos, es decir, con sus propios recursos psíquicos, como puede 
observarse en el primer fragmento de observación. Al respecto,
92
JUAN JOSÉ CALZETTA
resulta interesante señalar que, en el marco de las transformacio­
nes epocales, se ve con frecuencia una dificultad en los adultos de 
referencia para seguir brindándose como puntos de apoyo de ni­
ños y niñas, que son vistos como “niños y niñas grandes” de ma­
nera prematura, desconociendo que su autonomía es incipiente y 
está en constitución (Rojas, 2008).
Conductas manifiestas, como la espontánea separación por 
sexos que predomina en las actividades durante esta etapa, pue­
den pensarse como un recurso defensivo tendiente al dominio de 
los impulsos y como un ensayo de las formas sociales correspon­
dientes a cada género en pos del afianzamiento de su identidad.
En este subperiodo, la escolaridad primaria suele ser el mo­
mento de inicio del aprendizaje sistemático de la lectura y la 
escritura. Diferentes factores que involucran aspectos histórico- 
libidinales, socioeconómicos y culturales, así como otros prove­
nientes de la propuesta escolar o de las relaciones afectivas en 
juego en la escuela, convergen para que se puedan presentar di­
ficultades escolares en el acceso al código de la lectura y la escri­
tura, cuando se encuentra comprometida su actividad simbólica. 
La falta de estimulación entendida en sentido amplio, puede ser 
un factor que condicione negativamente dicha adquisición, pero 
no necesariamente esto es así, ni resulta siempre irreversible.
Las posibilidades crecientes en cuanto al control de la rno- 
tricidad permiten el despliegue de nuevas formas de atención, lo 
que posibilita otros modos de aprendizaje y otros requerimientos 
por parte de la propuesta escolar. Sin embargo, es frecuente que 
en este subperiodo muchos niños y niñas no logren aún quedarse 
quietos en el contexto escolar, al menos por mucho tiempo. El 
pasaje de la escolaridad del nivel inicial al primario les exige un 
nuevo esfuerzo de adaptación ya que las actividades planteadas 
en ambos niveles son muy diferentes: las primeras están centra­
das principalmente en torno al juego, con intensa participación 
del cuerpo, los afectos y la motilidad; mientras que la segunda 
demanda la permanencia en las mesas de trabajo dentro del aula 
durante periodos prolongados de tiempo -entre recreos- y una
93
SUBJETIVIDAD Y APARATO PSÍQUICO
mayor adecuación a pautas y responsabilidades por el aprendi­
zaje. Por este motivo se trabaja desde ambos niveles educativos 
para crear una transición tomando, por ejemplo, al juego como 
motor del aprendizaje. Por otra parte, las nuevas tecnologías 
implementadas en el ámbito escolar constituyen una manera de 
acercar los aprendizajes escolares a los lenguajes digitales que 
cada día impregnan en mayor medida la vida cotidiana infantil 
desde los primeros tiempos. Los planes de universalización de 
los recursos tecnológicos a todas las escuelas están además, al 
servicio de la inclusión de todos los sectores sociales en la alfabe­
tización digital.
Retomando la cuestión de la motricidad, el que sean capaces 
de un mayor control no impide que los chicos en esta subetapa 
sigan disfrutando intensamente del despliegue de la actividad 
motriz como descarga, que le ofrece gratificaciones libidinales y 
agresivas, a la vez que es una contención de las fantasías mastur­
batorias e incestuosas. En la latencia la defensa contra la tenta­
ción onanista se expresa, por ejemplo, en el conflicto entre el de­
seo de conservar el autoerotismo (vinculado a la sensorialidad) 
y la exigencia de prestar atención a la palabra de los maestros; 
también, en la tensión que se juega entre la inclinación a dar vía 
libre a las fantasías y someter el pensamiento propio a los crite­
rios impuestos por la educación.
La actividad motriz se despliega también en el marco de jue­
gos en los que comienza a aparecer la necesidad de la regla como 
pauta consensuada entre los integrantes del juego. Se inicia tam­
bién el interés por las actividades deportivas, si bien su mayor 
despliegue y sistematicidad será propio del segundo subperiodo, 
en el que se irán perfeccionando y derivarán en competencias re­
gladas, por ejemplo, a través de campeonatos o torneos que las 
escuelas o clubes organizan. Los juegos reglados y la actividad 
deportiva brindan durante toda la latencia un camino social­
mente aceptado y valorado para la regulación de la satisfacción 
pulsional y de ese modo contribuyen a evitar la descarga direc­
ta. Así por ejemplo, el hacer gimnasia deportiva o cualquier otro
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JUAN JOSÉ CALZETTA
deporte orienta los pensamientos y la expectativa de placer in­
fantil en obtener mayor refinamiento en las destrezas físicas y 
mejor rendimiento en las competencias desviando el interés ha­
cia otros destinos diferentes de la satisfacción autoerótica.
Otro aspecto importante de destacar en relación con el mayor 
dominio de la actividad motriz es el aporte que realiza a la capa­
cidad yoica para ejercer la prueba de realidad. Esta se constata a 
través del aprendizaje por la experiencia, actividad que los niños 
y niñas en el periodo de latencia desarrollan con notable inte­
rés de manera espontánea en ámbitos naturales o en respuesta 
á propuestas que puedan provenir del docente en la escuela. Se 
ha observado, por ejemplo, que en la actividad de taller de papel 
reciclado en el Museo de los Niños, utilizan la actividad motora 
al servicio de descubrir y comprobar cómo es el proceso de ela­
boración dél mismo. Una niña, finalizada la actividad decía: “Yo 
no pensaba que se hacía así”. También hoy los videojuegos, de lo 
que se hablará más adelante, ofrecen a niños y niñas situaciones 
problemáticas a resolver, en las que pondrán enjuego esta capa­
cidad yoica, en este caso aplicada al mundo virtual.
En cuanto a los tiempos de instalación, otra cuestión impor­
tante es la referida al superyó. Mientras se van dando los pro­
cesos de identificación puede ocurrir que los niños y niñas no 
puedan determinar si los imperativos categóricos provienen de 
una voz interior o exterior. Así, un niño de 7 años refería, no sin 
asombro, que estaba en el baño y escuchaba una voz que le decía 
que tenía que limpiar lo que había ensuciado. Por otra parte, la 
relación del niño y la niña con el superyó, teñida de ambivalencia 
frente a sus mandatos, puede dar lugar a conductas que manifies­
ten tanto una obediencia complaciente como una rebeldía culpo­
sa. Sobre el final de segunda observación durante la visita al mu­
seo, se ve cómo el nene que había dicho a otro que no se llevara 
los billetes, sale corriendo primero que todos, se acerca a la caja y 
se lleva todos los billetes que encuentra, para luego mostrárselos 
a un compañero, con risa picara, mostrando esa oscilación entre 
ambas posiciones frente a un mandato superyoico.
95
SUBJETIVIDAD Y APARATO PSÍQUICO
b) Latericia tardía: Hay mayor equilibrio de las estructuras 
psíquicas: Expansión de las sublimaciones y consolidación de la 
autoestima.
Fragmento de una observación a un grupo de quinto grado 
realizada en el Museo de los Niños del Shopping Abasto de la 
Ciudad de Buenos Aires, en el sector que reproduce un estudio de 
televisión. Se trata de un espacio equipado con tres cámaras -dos 
móviles y una fija- que pueden “mezclarse” en un monitor, una 
escenografía, micrófonos y disfraces.
Los chicos y las chicas están sentados en una tarima, muy 
atentos a lo que les explica la guía. Frente a los efectos de 
cámara que esta les enseña, ríen y aplauden. Al pregun­
társeles si saben cómo funcionan los efectos, la mayoría 
levanta la mano para manifestar sus diferentes opiniones 
sobre cuestiones técnicas de la televisión.
Ante la propuesta que reciben de realizar un programa de 
televisión, deben repartirse los roles. Las nenas prefieren 
actuar, hablar y bailar (salir en cámara), mientrasque los 
nenes eligen manejar la consola y ser camarógrafos. Las 
nenas se muestran muy entusiasmadas en disfrazarse.
Una propone hacer de una famosa conductora de televi­
sión, otra de una modelo muy renombrada en los medios.
Se dividen los roles dentro del grupo de las nenas: pre­
sentadora, invitada, bailarina. Los nenes practican dife­
rentes planos con las cámaras. Un nene sube al escenario 
y canta “¡Dale Boca!”
Cuando comienza el programa, hacen silencio y al finali­
zar, aplauden...
En este subperiodo se consolidan las características que se 
describen, en general, como propias del periodo de latencia. Es 
decir, que se logra un mayor equilibrio y una mayor estabilidad 
de las diferentes instancias a medida que se consolida el desarro­
llo del yo y del superyó. Se termina así de conformar el sustrato
96
JUAN JOSÉ CALZETTA
psíquico que permitirá a niños y niñas afrontar los aumentos de 
tensión sexual y agresiva de la pubertad y los procesos de cambio 
adolescente. Por eso, en la práctica clínica resulta importante, en 
la consulta con adolescentes, la evaluación de los logros que fue­
ron conseguidos durante el periodo de latencia, ya que las difi­
cultades en este sentido pueden hacer prever mayores problemas 
para cursar los cambios de la adolescencia.
En términos generales se puede decir que, a lo largo de este 
subperiodo, la relación entre las instancias se irá modificando. 
En la medida en que el yo se complejiza adquiere mayores recur­
sos para domeñar lo pulsional.
A partir de los 8 años niños y niñas van logrando una ma­
yor concentración cuando trabajan de manera individual y una 
colaboración más efectiva cuando participan en actividades 
de grupo. Cuando la experiencia subjetiva se corresponde con 
la obtención de logros (en el aprendizaje, en los deportes, en 
cuanto a la autonomía, etc.) y se despliega en condiciones am­
bientales favorables, se observa una expansión de las potencia­
lidades y del disfrute en el medio extrafamiliar (la escuela, el 
barrio, el club).
En eso consisten las posibilidades sublimatorias, en poder 
encontrar placer adquiriendo un saber, leyendo o escuchando un 
relato, escribiendo, pero también fabricando un objeto, conver­
sando con otros, chateando, realizando un dibujo o mirando una 
pintura, entre otros ejemplos de despliegue personal y de inter­
cambio creativo y enriquecedor con el medio social (Castoriadis, 
1989). Estas posibilidades y las de mayor organización y mediati- 
zación se ponen claramente de manifiesto en las actividades que 
se describen en la observación realizada en el estudio de graba­
ción del Museo de los Niños. Aunque la sobreestimulación que 
ofrecía el contexto del estudio de grabación siguió favoreciendo 
la tendencia a la descarga motriz, en este subperiodo sólo se ob­
servan conductas de este tipo de manera aislada, ya que los niños 
cuentan con más recursos simbólicos para participar y mante­
nerse interesados en las propuestas.
97
SUBJETIVIDAD Y APARATO PSÍQUICO
5. Otros aspectos de la latericia para considerar
Si bien la mención de primera y segunda latencia resulta de 
utilidad para ver los procesos en su devenir constitutivo, se reto­
marán en este apartado cuestiones correspondientes al periodo 
de latencia en general.
5.1 El pensar racional y los sueños diurnos
La perspectiva constructivista genética ofrece interesantes 
aportes para la comprensión de las transformaciones de los pro­
cesos cognitivos en este periodo. Un hecho observable es que ni­
ños y niñas razonan de manera diferente si lo comparamos con el 
periodo anterior. Sobrepasan con el pensamiento la inmediatez 
de la percepción y realizan operaciones: ordenan elementos en 
series, manejan sistemas de clases y relaciones, operan con los 
números más allá de las meras intuiciones.
El inicio de las operaciones concretas caracterizado por la ad­
quisición de la reversibilidad, les brinda la posibilidad de conocer 
el mundo mediante un pensamiento lógico combinando simultá­
neamente diversas variables o puntos de vista posibles. Con el 
logro de la reversibilidad, establecen relaciones compensatorias 
entre las sucesivas transformaciones y las integran en un siste­
ma de reciprocidades objetivas (Piaget, 1981). Así logran, por 
ejemplo, comprender que las relaciones entre las partes y el todo 
mantienen un ordenamiento jerárquico y que están reguladas 
por leyes; también que la cantidad de la sustancia se conserva a 
pesar de ciertas variaciones perceptibles (lo que se conoce como 
conservación de la sustancia o de las cantidades). Esta nueva for­
ma de pensamiento, lógico, se acompaña de transformaciones en 
la vida emocional y social. Piaget plantea la construcción de una 
moral autónoma, la comprensión de una justicia distributiva -en 
la que las normas sociales son universales y válidas para el con­
junto-, el surgimiento de nuevos sentimientos morales como la 
honestidad, la camaradería, la justicia, y una organización de la 
voluntad.
98
JUAN JOSÉ CAIZETTA
Desde el marco psicoanalítico, el tema del pensamiento en el 
periodo de latencia lleva a considerar la progresiva posibilidad de 
diferenciar entre el pensamiento racional y la fantasía.
Por una parte, el pensar racional adquiere nuevas formas 
en tanto el proceso secundario se reafirma, se internalizan 
legalidades y se producen nuevas simbolizaciones que acre­
cientan la posibilidad de realizar acciones específicas. Por 
otra, el fantaseo y los sueños diurnos constituyen otro modo 
de pensamiento. Estos, si bien están compuestos de palabras 
y relaciones lógicas correspondientes al proceso secundario, 
se encuentran guiados por el principio de placer y buscan la 
identidad de percepción y, por lo tanto, no tienen como finali­
dad alcanzar la acción específica (Valls, 2004). Como transac­
ción entre los mandatos superyoicos y los impulsos, los sueños 
diurnos, conscientes para el yo del latente, se ocultan a la per­
cepción del adulto.
Desde el psicoanálisis y el constructivismo genético, puede 
explicarse el interés de niños y niñas por los sistemas de rela­
ciones de parentesco, siendo de gran importancia para la cons­
titución subjetiva la posibilidad de comenzar a historizar su 
vida (tarea que se tornará central en la adolescencia). La caída 
de la omnipotencia paterna permite visualizar al padre como 
hijo de otro padre -ocupando de ese modo un lugar en la ca­
dena generacional-, así como también ubicarlo en una trama 
de jerarquías en el ámbito laboral. El manejo del sistema de las 
relaciones que liga entre sí a los miembros de su familia eviden­
cia esta nueva lógica y la expansión del pensamiento reflexivo. 
Se vincula también con la edición de la novela familiar y las 
fantasías de adopción.
Mediante la novela familiar, la actividad imaginativa es uti­
lizada para liberarse de los padres depreciados y reemplazarlos 
por otros, de categoría social más elevada. De este modo recupe­
ran en la fantasía (incluso consciente) aquellas figuras parentales 
idealizadas de la primera infancia.
99
SUBJETIVIDAD Y APARATO PSIQUICO
5.2 El juego
Si bien ya los niños y las niñas más pequeños empiezan a 
imitar el formato de los juegos de reglas, es a partir de la entrada 
en la latencia y con las posibilidades del pensamiento operatorio 
concreto que cambia la estructura del juego. Esta da cuenta de 
la inscripción subjetiva de la ley: al jugar inventan reglas, o se 
apropian de otras transmitidas de generación en generación, a 
las que a veces transforman. En estos juegos se reparten roles, 
se juega cooperativa y competitivamente y las habilidades (men­
tales, motrices, de coordinación visomotora, etc.) se combinan 
con el azar. Todo esto es posible también gracias a la posibilidad 
intelectual de comprender que existen diferentes puntos de vista 
que pueden coordinarse y que todos los participantes del grupo 
de juego se encuentran sometidos a una legalidad que los regula 
a todos por igual.
Junto con las reglas surge también la posibilidad de transgre­
dirlas. Enla latencia temprana, cuando la norma se está inter­
nalizando, los chicos suelen hacer muchas “trampas”. A medida 
que se consolidan las estructuras, comparten los juegos incorpo­
rando de manera más clara la comprensión de que todos deben 
someterse a las mismas leyes, entendidas como fruto de acuerdos 
y consensos.
Hoy el juego se encuentra atravesado por la tecnología. Los 
juegos electrónicos o video juegos ocupan el interés de niños y ni­
ñas desde edades tempranas, lo que hace posible observar cómo 
ejercitan habilidades y exploran ese medio. Si bien constituyen 
un modo de ingreso a los códigos de la virtualidad, permiten 
además el desarrollo de posibilidades cognoscitivas. Ante cada 
pantalla nueva, identificados con el personaje, intentan resolver 
con éxito los problemas que se plantean. Inmersos en el desarro­
llo de una trama argumental en la cual se sienten protagonistas, 
despliegan capacidades de análisis, abstracción y generalización; 
construyen hipótesis e inferencias en acción, todo ello, imbuidos 
de intensos y variados estados afectivos.
100
JUAN JOSÉ CALZETTA
El mundo adulto ha acompañado con cierta desconfianza 
el creciente interés por los juegos electrónicos. Contrariamente 
a la supuesta introversión que se les asocia, estudios recientes 
plantean que los videojuegos, junto a internet y los celulares po­
tenciarían la interacción. Las relaciones sociales en la infancia 
se enriquecerían en los intercambios vinculados con la virtuali­
dad, por ejemplo al compartir acerca de nuevos descubrimientos 
(trucos para pasar de pantalla, entre otros), lo que da cuenta del 
aspecto socializante de esta actividad.
En la latencia se observa cierta preferencia por aquellos vi­
deojuegos que retoman las temáticas de películas infantiles o de 
relatos populares, como por ejemplo Las Crónicas de Narnia, 
Buscando a Nenio, Peter Pan, etc. (Fernandez Salazar, 2009). 
La presencia de las mismas narrativas en distintos formatos 
-medios de comunicación audiovisuales, gráfica, películas, vi­
deojuegos, merchandising-, generan un contexto de familiari­
dad en los temas e historias: reconocer los iconos y las tramas del 
relato, lo que mejora las estrategias interactivas para la resolu­
ción de problemas (Corea, 2005). Chicos y chicas en la actualidad 
prefieren los videojuegos a la televisión y pasan más tiempo en 
la Red (Balaguer Prestes, 2002). Allí, a través del despliegue de 
numerosas actividades sienten que pueden controlar lo que su­
cede en la pantalla, lo que les brindaría una mayor sensación de 
poder, a diferencia de la televisión, que también ocupa un lugar 
relevante en el empleo del tiempo libre. Otra diferencia que se se­
ñala entre ambos medios es el mayor nivel de concentración que 
requieren los videos (Levis, 1997). La inmersión en el juego im­
plica además, compenetrarse con el programa subyacente, cuya 
lógica es necesario descubrir para alcanzar el éxito en el juego.
Los juegos tradicionales, aquellos que se transmiten de ge­
neración en generación y se inscriben en la historia sociocultural 
de las comunidades también se siguen jugando, si bien compiten 
con los videojuegos ya mencionados. Así por ejemplo, el elástico, 
la rayuela, saltar la soga, el poliladron, la pelota y tantos otros son 
parte de la cultura popular, si bien su devenir histórico incluye
101
SUBJETIVIDAD Y APARATO PSÍQUICO
transformaciones a través de la incorporación de creaciones anó­
nimas de generaciones que se van sucediendo (Bang, 2013).
5.3 El lenguaje y la consolidación del proceso secundario
Desde el psicoanálisis se afirma que existe una correlación 
entre la constitución del lenguaje y la del aparato psíquico.
En la latencia, la mayor complejización del mundo represen- 
tacional, la consolidación del proceso secundario y la sujeción a 
leyes que regulan el sistema de la lengua, permiten la utilización 
de mecanismos de procesamiento lógico y el uso de conceptos 
abstractos. Como consecuencia de ello aumentan las posibilida­
des de procesamiento de la información recibida y se incremen­
tan las posibilidades de expresión verbal, a la vez que el cuerpo 
deja de ser un instrumento privilegiado para la expresión de es­
tados internos, sentimientos, pensamientos y afectos.
Por medio del desarrollo del lenguaje, que deja de ser ego­
céntrico, los chicos y chicas de estas edades pueden dar cuenta 
de las justificaciones lógicas utilizadas para la conexión entre sus 
ideas y también disponen del uso de la metáfora y el chiste. Las 
posibilidades de discusión, la comprensión de distintos puntos 
de vista y valores y la justificación de las propias afirmaciones, 
hacen que las interacciones entre pares en el plano de la palabra 
y del pensamiento se incrementen. Es notorio cómo demuestran 
un aumento en la preocupación por el entendimiento del mundo 
circundante: fenómenos naturales, funcionamiento de máqui­
nas, etc. También logran mayores posibilidades de expresión ar­
tística como concreción de las posibilidades de sublimación.
Intereses vinculados con las relaciones de parentesco son 
desplegados a través del uso de conectores y términos que per­
miten establecer relaciones de implicación, suma e intersección. 
Muchos juegos característicos de estas edades, como el ahor­
cado o el tuttifruti, el Scrabble o similar, ponen de manifiesto 
el interés por dominar un sistema de representaciones que les 
abre mayores posibilidades de expresión y les permite medirse
102
JUAN JOSÉ CALZETTA
competitivamente con pares y adultos, a quienes suelen incluir 
como rivales en estos juegos.
Alrededor de los 10 años se completa la adquisición de la len­
gua con sus leyes lógicas gramaticales y sociales.
5.4 Las relaciones sociales: el pasaje de un mundo privado a un
mundo público
Si bien la inclusión de niños y niñas en instituciones extrafa­
miliares comienza de forma temprana en los jardines maternales 
y escuelas de educación inicial, los procesos intrapsíquicos co­
rrespondientes al final del complejo de Edipo otorgan a las re­
laciones sociales durante la latencia una impronta diferente. La 
tendencia a la exogamia, habilitada por la prohibición del incesto 
en el seno de la familia, se constituye como operación sociali­
zante que permite el pasaje de un mundo privado a un mundo 
público.3
La imagen idealizada de las figuras parentales queda cues­
tionada por la comparación con otros. Desde el psicoanálisis se 
ha pensado la vida social del latente apuntalada en la noción de 
sustitutos: más independientes de las figuras primarias en lo 
emocional, desplazan su interés a otras del medio extrafamiliar 
-maestros y maestras y compañeros y compañeras de escuela, 
como también personajes mediáticos, inexistentes en los tiem­
pos en que Freud desarrolló sus teorizaciones- que sustentarán 
nuevas vinculaciones y nuevas identificaciones.
En este sentido resulta paradigmático el artículo de Freud 
“Sobre la psicología del colegial” (1914), donde plantea que las
3. Esta tendencia no se despliega de modo lineal. Las familias pueden 
provocar fuertes atrapamientos que, lejos de permitir en los niños esos 
movimientos de aperturas y despegues, los retienen en su interior, por 
ejemplo, con la convicción de que allí estarán más protegidos. Se ha de­
nominado función paradojal de la familia a ese doble movimiento de 
retención y cesión de sus miembros que puede observarse en distintos 
momentos de las vidas de estos.
103
SUBJETIVIDAD Y APARATO PSÍQUICO
actitudes afectivas de los sujetos se establecen en forma definiti­
va en los primeros seis años de vida. La forma y el tono afectivo 
que se han fijado en la relación con las figuras primarias y her­
manos y hermanas van a ser transferidas a todas las relaciones 
que en el futuro establezca con otros adultos, niños y niñas; po­
drán desarrollarlas y orientarlas en otros sentidos pero ya nunca 
abandonarlas.
Sin dejar de reconocer la eficacia de los tempranos mecanis­
mos de introyección e identificación, así como de la fijación de 
la libidoy de los procesos de sustitución y transferencia de los 
objetos primarios hacia el resto de los objetos, el psicoanálisis 
contemporáneo admite la eficacia de las nuevas experiencias en 
un psiquismo considerado como un sistema abierto. La impronta 
de la teoría de la complejidad y de las concepciones probabilísti- 
cas de la causalidad otorga a la novedad (azar) el sentido de una 
oportunidad de cambio en destinos que no estarían prefijados 
únicamente por las experiencias tempranas.
La infancia y la adultez de hoy son muy diferentes a la de los 
tiempos de elaboración de las teorías de referencia freudianas y, 
si bien estas mantienen su vigencia explicativa, es necesario pen­
sar adecuaciones.
Se describen en la actualidad diferentes modos de la relación 
infantil-adulto: la asimetría tradicional, una cierta horizontali­
dad y la asimetría invertida (Biotti, Gómez, Pizzo, 2013).
Sin que haya dejado de existir la asimetría tradicional, se pre­
sentan hoy situaciones que dejan en evidencia que se está frente 
a grandes cambios, y que las formas de la horizontalidad y la in­
versión de la asimetría plantean la problemática de la recompo­
sición de una nueva forma de autoridad. Hoy día los niños y las 
niñas enseñan a las personas mayores cuestiones de tecnología, 
desde las más básicas (qué botón apretar o cómo deslizar la yema 
del pulgar por la pantalla) a otras más complejas (como el mane­
jo de programas de software, entre otros).
Parece ser necesario para la constitución subjetiva contar 
con adultos de referencia, que porten la diferencia generacional
104
JUAN JOSÉ CALZETTA
como un valor asociado a las experiencias de vida a transmitir 
en la línea de la filiación. Las organizaciones familiares se han 
modificado vertiginosamente en las últimas décadas y si bien 
la familia se mantiene como institución primaria de referencia 
en el cuidado y atención de los niños y niñas, las diferentes mo­
dalidades en que se establecen los lazos familiares y sus posi­
bles efectos son, en estos tiempos, tema de debate en contextos 
académicos, jurídicos y científicos. En la actualidad, las nuevas 
formas de relación adulto-niño y niña, se vinculan con un mo­
delo de autoridad que se construye en cada situación a través 
de los intercambios y que no está garantizada solamente por 
ser ejercida por el portador de un rol (padre, madre, docente, 
por ejemplo) como ocurría en otro contexto cultural e históri­
co. Por otra parte, así como históricamente han sido la fami­
lia y la escuela las principales agencias de socialización, hoy 
estas comparten su función con los medios de comunicación. 
Considerarlos como un “parafamiliar mediático” permite con- 
ceptualizar el modo en que un mundo en formato de video nos 
ofrece afectos y conocimientos en sustitución de un mundo real 
(Giberti, 2005).
La enorme proliferación de imágenes y contenidos visuales 
fácilmente disponibles para niños y niñas, en algunos casos con 
escenas sexuales explícitas o información “escabrosa”, los so­
mete a un bombardeo de información que les resulta de difícil 
tramitación. Esto se correlaciona con la manifestación iinfantil 
de expresiones verbales y actitudes en las que imitan o repiten 
lo visto y oído sin tener una comprensión de lo que enuncian 
o proponen. En este contexto que describimos, se multiplican 
escenas en las que el abismo entre lo que se enuncia y se com­
prende se hace palpable: un niño de 9 años es reprendido en la 
escuela por “insultar” a un compañero diciéndole que es gay (ho­
mosexual). La escuela se comunica con la madre quien reprende 
al niño y lo castiga con una penitencia. El niño le dice a la madre: 
“La penitencia está bien... yo la cumplo... pero... ¿qué quiere de­
cir gay?”. También se observan otras escenas como la siguiente:
105
SUBJETIVIDAD Y APARATO PSÍQUICO
“¡Pobre X!” Deslizó en voz baja una niña de 9 años, mientras en 
la televisión se relataban los momentos más álgidos del secues­
tro, abuso sexual y crimen de una niña de 11 años. Estas situacio­
nes ponen en evidencia cómo el exceso de problemáticas adultas, 
por las imposibilidades de metabolización, dificulta o impide a 
los niños y niñas construir conocimiento.
Paralelamente, desde hace varias décadas, con un fuerte 
empuje en los años marcados por el auge de las políticas neoli­
berales, en estas edades se han constituido en importantes des­
tinatarios del interés de los mercados. Son niños y niñas que 
deben pedir el dinero a sus padres a la hora de comprar, pero 
que tienen poder de decisión sobre las compras. Incluso hay en­
cuestas que demuestran la influencia que tienen sobre sus pa­
dres a la hora de elegir una marca determinada de ropa, de auto 
u otros artículos no siempre suntuosos. En estas situaciones se 
visualiza lo mencionado anteriormente acerca de las modalida­
des que en la actualidad adquiere la relación adulto-niño y niña, 
alejada de la asimetría tradicional. El sector del mercado que 
más los tiene como destinatarios es el de las golosinas, cadenas 
de comidas rápidas, bebidas, snacks, entre otros. Los fabrican­
tes de ropa proponen diseños de grandes en talles pequeños sa­
tisfaciendo e incrementando esta demanda. Conferido el lugar 
de plausibles consumidores, los ideales internalizados se han 
imbuido de aspiraciones materiales, tanto para los que son po­
sibles y efectivos consumidores, como para aquellos que están 
excluidos de tal condición, quienes de algún modo “compran” 
al menos la idea de que si consumen lograrán quedar dentro 
del sistema. Para ambas situaciones, al creer que se “es” en 
tanto se “tiene”, es en la relación con el objeto (a consumir) y 
no con el sujeto (él semejante) donde se espera alcanzar la sa­
tisfacción. En este marco, la posibilidad de acercamiento a los 
ideales “consagrados” desde distintos ámbitos, entre los cuales 
los medios de comunicación ocupan un importante papel, se 
vuelve nula para una gran mayoría que no encuentra un lugar 
en la sociedad “legitimada” y se ve anulada y/o intenta existir y
106
JUAN JOSÉ CALZETTA
expresarse de maneras violentas o consideradas marginales por 
el discurso dominante.
Sin lugar a dudas, la escuela es el lugar de mayor socializa­
ción en estas edades. El grupo escolar se configura como trama 
de pertenencia en la cual el otro ocupa tanto la posición de obje­
to, como de modelo, de auxiliar y enemigo (Freud, 1921), dando 
lugar a diferentes modos posibles de vinculación. Se despliegan 
así aprendizajes y juegos a la vez que se constituyen amistades, 
rivalidades, solidaridades, liderazgos, lealtades, en un ambien­
te de cotidianeidad que ofrece un marco estable dentro del cual 
se ponen en juego las repeticiones, pero donde también pue­
den desplegarse procesos de transformación. En esos vínculos, 
los niños aprenden a resolver conflictos, asumir compromisos, 
compartir y defender puntos de vista e intereses como iguales. 
La diferencia existente entre el medio familiar y este espacio de 
inscripción en lo social/cultural ampliado permite al latente con­
frontar la propia imagen conformada “en casa” con la que le de­
vuelven sus maestros y compañeros. Así su autovaloración se irá 
construyendo.
Gela Rosenthal (1975) ha planteado que en el vínculo con los 
padres o sustitutos diversos el sujeto infantil pone en evidencia 
principalmente las defensas frente a los impulsos, por lo cual 
ante ellos el ocultamiento de la vida impulsiva y los secretos se 
hacen frecuentes, mientras que en las relaciones con sus pares 
experimentan aventuras y dificultades que muchas veces los 
adultos desconocen.
La participación en grupos por fuera de la escuela -activi­
dades recreativas o deportivas- ofrece otras posibilidades de 
socialización, lo mismo que las relaciones que se despliegan en 
el espacio virtual que posibilitan un modo de estar con otro sin 
presencia efectiva de los cuerpos. Se trata de una modalidad de 
socialización que se afirma con el paso del tiempo y la incorpora­
ción del uso de la tecnología a la vida cotidiana.Se puede decir que la virtualidad ha penetrado en los 
vínculos humanos. Cómo esta novedad va a impactar en la
107
SUBJETIVIDAD Y APARATO PSIQUICO
constitución subjetiva a futuro es un tema de debate actual y 
sobre el que no hay unanimidad ni resultados probados. Sin co­
nocer con certeza aún los efectos de este fenómeno social, son 
observables algunas modificaciones en cuanto a la delimitación 
tradicional entre lo público y lo privado, precisamente en un 
momento del desarrollo en el que se supone que la intimidad 
va adquiriendo cada vez más valor. La mayoría de los estudios 
realizados provienen del campo de las ciencias sociales. El so­
ciólogo polaco Zigmunt Bauman (2014) afirma que la humani­
dad vive en dos mundos paralelos y diferentes y que la gente 
pasa más tiempo frente a las pantallas que ante otras personas, 
sustituyendo así otras formas de sociabilidad. Estima que como 
consecuencia de este fenómeno social, se perdería la capacidad 
de diálogo a causa del deterioro de la posibilidad de escuchar 
y la facultad de comprender, y los problemas de la diversidad 
quedarían evitados y por lo tanto, sin resolver.
Nuevos códigos se comparten a partir de esta inmersión en 
la virtualidad. Navegar por infinitas páginas, chatear, enviar y 
recibir mails, jugar en red, estar en Facebook o tener Twitter, 
entre muchas otras opciones, configuran modos de aprender, 
de jugar y de socializar que aún sorprenden a generaciones que 
no son nativas digitales y que viven como inmigrantes en es­
tos nuevos mundos (Rojas, 2013). Una niña de 10 años refe­
ría que había “hablado” con su amiga, mientras acompañaba 
el comentario con un movimiento de dedos que representaba 
el movimiento de los mismos sobre el teclado. Este ser nativos 
digitales y manejar códigos que están atravesados por la tecno­
logía, se hace presente también en las consultas terapéuticas. 
Por ejemplo, la cada vez más frecuente propuesta de juegos con 
formato digital en los que el papel se transforma en pantalla y 
los botones se dibujan para ser accionados, creándose un “como 
si” en el cual, para que haya juego, hay que hacer presente sim­
bólicamente a la máquina.
108
JUAN JOSÉ CALZETTA
6. Algunas reflexiones e interrogantes que siguen abiertos
Si bien se han descrito aspectos metapsicológicos y manifes­
taciones características del periodo de latencia, no se busca con 
ello crear la ilusión de un niño universal y teórico. Por el contrario, 
más allá de las generalidades descritas, expresión de transforma­
ciones estructurales que permiten una aproximación a ciertas re­
gularidades y problemáticas que se podrían considerar típicas de 
un momento de la constitución subjetiva, ante el encuentro con 
un niño o niña se tratará siempre de su singularidad, su historia 
particular, que discurre en contextos familiares/sociales que la 
constituyen en única. La consideración de diferentes variables 
-culturales, históricas, familiares, geográficas, socioeconómicas 
y de género, entre otras- permite visualizar diferencias, conside­
rar particularidades, así como también descubrir desigualdad de 
oportunidades que dan cuenta de situaciones de injusticia social. 
Es así que se podría hablar de “latencias”, para dar lugar a la di­
versidad de modos de transitar el periodo.
Es posible señalar variaciones epocales como los cambios en 
las organizaciones familiares y en las relaciones adulto-niño y 
niña la irrupción de lo tecnológico en el campo del saber, el juego 
y las comunicaciones, pero también diferencias que se hacen pal­
pables para niños y niñas del mismo momento histórico, según 
variables económicas, geográficas o de género, por mencionar al­
gunas de las más relevantes.
Las oportunidades de juego, de realización de actividades de­
portivas o artísticas extraescolares, el uso de internet, la lectura 
de textos impresos así como las características de la escolaridad, 
difieren, por ejemplo, según condición socioeconómica o lugar 
de residencia.4 Asimismo, la problemática del trabajo infantil,
4. Informe "Situación de la infancia a inicios del bicentenario. Un enfo­
que multidimensional y de derechos”. Universidad Católica Argentina. 
Elaborado en base al Programa Investigación del Observatorio de la Deu­
da Social Argentina (OSDA), de la misma Universidad. El mismo indaga
109
SUBJETIVIDAD Y APARATO PSÍQUICO
sea este trabajo doméstico intensivo (atender la casa en tareas de 
limpieza, compras, hacer la comida y cuidar hermanos) o trabajo 
no doméstico (ayudar en un trabajo para ganar dinero, o tener un 
trabajo como empleado o aprendiz) se presenta de modo diferen­
te según sector social y género.5 .
Diversas situaciones pueden llevar a que chicos y chicas de 
estas edades no puedan contar con la protección que aún necesi­
tan, y muchas veces se vean compelidos a asumir posiciones de 
responsabilidad o a asumir exigencias que no se corresponden 
con el ejercicio de sus derechos -ya que los privan de estudiar o 
de jugar, por ejemplo- y que los condicionan negativamente en 
la estructuración de su subjetividad. Pareciera que ese tiempo de 
trabajo psíquico propio de la latencia, en algunos casos es desti­
tuido desde lo social.
En ámbitos con suficiente poder adquisitivo, en los que no 
hay carencia en términos económicos sino más bien sobreesti­
mulación, muchas veces se exigen rendimientos y adquisición 
de habilidades y conocimientos, sin respetar el tiempo que los 
procesos psíquicos elaborativos propios de la edad requieren, en 
concordancia con el aceleramiento que impone la cultura actual.
Respecto de las tecnologías de información y comunicación 
(TICS) se podría pensar que los avances acaecidos tienen un va­
lor paradojal, ya que si bien su uso extendido favorece las po­
sibilidades de intercambio a pesar de las distancias, otras veces 
parece retraer a sus miembros limitando el tiempo de encuentro 
personal y el diálogo intrafamiliar. Aún cuando no se pretenda 
juzgar este fenómeno social como positivo o negativo, es insosla­
yable que produce efectos en la subjetividad. Algunas de las con­
secuencias de esta modalidad de comunicación mediante chat, 
Facebook, Twitter, Whatsapp, etc., se manifiestan en cuanto que
especialmente la existencia de desigualdades en cuanto a condiciones y 
oportunidades en las vidas de niños y niñas en base a datos que abarcan 
el período 2002- 2010.
5. IDEM 3
110
JUAN JOSÉ CALZETTA
el lenguaje escrito se modifica (por ejemplo en la extensión del 
vocabulario), los grupos de pertenencia, en muchos casos, se 
conforman entre habitantes de diferentes zonas geográficas y se 
habilita la posibilidad de inventarse perfiles de personajes dife­
rentes, incluso ocultando la verdadera identidad. ¿En qué me­
dida y de qué manera esta globalización progresiva impacta en 
la personalidad, concebida como una apropiación simbólica? En 
cuanto a los juguetes tecnológicos ¿ofrecen actividades más este­
reotipadas y rígidas y podrían dificultar el desarrollo de la crea­
tividad? Hay pensamientos diferentes y hasta contradictorios al 
respecto.
El modo en que la sexualidad se muestra sin velos ante las 
miradas excitables de niños y niñas, como característica epocal, 
conduce a preguntarse si en estos contextos, puede seguir afir­
mándose la existencia de un periodo de latencia tal como se des­
cribe en la bibliografía psicoanalítica.
Según Freud, cuando en la cultura no se expresa un proyec­
to claro de represión de la sexualidad, los procesos esperables 
durante el periodo de latencia se ven perturbados. La carencia 
de nuevos fines sexuales determinada por la imposibilidad bio­
lógica que se extiende hasta la pubertad, impide canalizar las 
excitaciones a través de conductas amorosas con compromiso 
genital. En tal sentido, la hiperactividad y las dificultades en 
la concentración -conductas de neto corte impulsivo- que se 
observan con frecuencia especialmente én ámbitos escolares, 
pueden pensarse vinculados a la sobreestimulación a la que es­
tán expuestos en ocasiones los niñosy las niñas. Si se conside­
ra que un exceso de información adquiere valor traumático o 
tóxico, la obligatoriedad de la educación sexual integral en las 
escuelas podría jugar un papel favorable para los procesos de 
elaboración.
Sin dejar de lado los aspectos mencionados, existen razones 
para pensar que, a pesar de los versátiles contextos sociocultu- 
rales y de los posibles cambios biológicos por leve aceleramien­
to de los procesos madurativos y sociales que parecen acortar la
111
SUBJETIVIDAD Y APARATO PSIQUICO
distancia entre la declinación del complejo de Edipo y la puber­
tad, existe un compás de espera que se sustenta en la imposibi­
lidad estructural y biológica que sigue sosteniendo un periodo 
en el que la sexualidad, a pesar de no desaparecer totalmente 
sus manifestaciones o incluso estando éstas incrementadas por 
las incitaciones provenientes del medio, no encuentra nuevas 
metas ni nuevas formas organizativas que le permitan sortear 
la imposibilidad de satisfacción pulsional que existe al final del 
complejo de Edipo. Sin embargo, tal como se resalta a lo largo 
del presente trabajo, este compás de espera no transcurre pasi­
vamente, sino que es un tiempo de intenso trabajo intrapsíqui- 
co indispensable para la conformación de un sujeto adulto, con 
un equilibrio relativamente estable entre sus instancias.
Si bien se mantienen en pie los interrogantes, puede afir­
marse que la falta de maduración de la función genital sigue 
siendo un elemento por ahora inamovible en cuanto a la ausen­
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