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Del pictograma al pentagrama Néstor C. Córdova Introducción El trabajo de integrar el rigor de la teoría con la belleza no menos profunda de la poesía responde al propósito de poner en acto un estilo creativo de investigación, enseñanza y transmisión en psicoanálisis. Este proceso supone un entrecruzamiento lúdico, entre lo ya teorizado por ciertos autores del psicoanálisis con lo ya creado por los poetas y autores literarios, para dar lugar al surgimiento de nuevos efectos de sen tido, nuevos modos de cernir los aspectos más intrincados del objeto de estudio. Es posible, entonces, como modelo de investigación y transmisión, trabajar creativa mente ciertos temas de la teoría psicoanalítica sin acudir exclusivamente en su demos tración al recurso del caso clínico, a veces esclarecedor, pero generalmente proveniente del acervo singular del autor o del docente. Tratándose del estudio de los procesos de estructuración psíquica y subjetivación en la adolescencia, la propuesta de este trabajo es recurrir al rock, producción artística musical que expresa poéticamente las vivencias �dolescentes. A modo de introducción diremos que el rock estalla en la escena social de la década del 50 como una nueva expresión de la juventud. Es el tiempo de las generaciones de posguerra en el que la juventud comienza a tomar conciencia de sí misma y crear los significantes que la representen. Proceso de ruptura de la alienación al orden adulto en un movimiento de separación que conduce a los adolescentes a poner en desorden los modelos de la sociedad de los padres. Es así como los adolescentes, apuntalados por un proceso de grupo que les otorga cierta consistencia identitaria comienzan a crear sus propias manifestaciones artÍsticas colectivas, significantes que expresan las vivencias subjetivas comunes a una generación. El rock lleva la marca fundante de una nueva ola que estalla e inunda con su estri dente sensualidad puberal las orillas del cuerpo social instituido, al tiempo que sus acordes desacomodan y ponen en crisis el orden de lo establecido. Con sus ritmos y letras cargadas de erotismo simbolizó un desafío a las pautas sexuales vigentes trans miti�s por la sociedad adulta; más precisamente, puso de manifiesto y profundizó las inexorables diferencias generacionales. El rock es hoy una expresión artística popular que expresa el sentir de los jóvenes, pero además, con su rica historia, propicia los vínculos de transmisión entre genera ·ciones, no sin remarcar las inevitables y necesarias diferencias entre ellas. Recurriremos para nuestra tarea al análisis de algunas letras de rock que alumbran poéticamente ciertas oscuridades de los procesos puberal y adolescente teorizados por 46 Néstor C. Córdova Gutton (1993). Trataremos de estudiar a través de ellas las características de ese intrincado interjuego de escisiones y ensamblajes operado entre la arrolladora turbu lencia sensual y originaria de lo puberal y los trabajos elaborativos y creativos de lo adolescente. Necesaria dialéctica entre ambos, cuya síntesis contribuye con los proce sos de estructuración psíquica y subjetivación. Deconstruiremos e indagaremos aque llos procesos que conducen de lo originario a la creación, trayecto que he denominado "del pictograma al pentagrama". De fuego y de agua. Lo puberal y lo adolescente Me arde Me arde me arde es tarde para curarme me arde me quema deje la sangre en la arena me arde ¡me está quemando! estoy disimulando como fuego sobre la superficie del mar como el viento caliente del desierto me quema, (me quema) saber que no vas a volver en serio me arde me duele todo d cuero me arde, me quema dejé la carne en 11 arena me arde ,. ¡me está quemando! (y) estoy disimulando como fuego sobre la superficie del mar como el viento caliente del desierto me quema (me quema) saber que no vas a volver (Calamaro, 1997) Esta canción de Andrés Calamaro (1 nos permite jugar con metáforas de los procesos puberal y adolescente. Gutton (1993) dirá que lo puberal crea los materiales sobre los que trabaja lo adolescente. Lo puberal es la presencia ardiente de la sexuali dad genital que activa la interpretación aprés-coup de la sexualidad infantil, creando representaciones incestuosas y fantasmas de seducción, materiales que "arden como el viento caliente del desierto", que queman, seducen y marcan es�cuerpo en transición. El cuerpo púber se encuentra tomado por un proceso d� tra�sformación entre dos litorales: lo aún niño y lo ya adulto. Gutton (1993) afirma que, con la llegada de la pubertad, el cuerpo genital puberal seduce al cuerpo todavía niño. Lo puberal y lo adolescente son entonces "como el fuego sobre la superficie del mar", procesos dife rentes pero lindantes y complementarios, que actúan de un modo simultáneo o retra sado. Gutton (1993) sostiene que lo puberal habita en el centro de los procesos adolescentes. Lo puberal somete al sujeto adolescente al ardor de sus llamas. Es el exceso de sen sualidad que se derrama como lava incandescente inundando cuerpo y psiquismo, creando representaciones incestuosas que dan sustento a una intensa actividad autoerótica. Lo adolescente está representado por la metáfora del mar, que podrá ate nuar esa ardiente sensación puberal, desexualizando el exceso de sensualidad, enterne ciéndolo mediante los procesos de elaboración, sublimación e idealización de esas representaciones edípicas incestuosas, fantasías de seducción infantil creadas por interpretación aprés-coup, desde lo genital pub�·ral. Lo puberal genera el exceso de sensualidad que infiltra al adolescente, mientras que lo adolescente "enternece" ese plus, lo apacigua. Ese plus de goce, sin el trabajo de ligadura propiciado por lo adolescente, dificultaría el progreso saludable de los proce sos de constitución psíquica y subjetivación. El fuego y la superficie del mar son tam bién una excelente metáfora para ilustrar la confluencia en el objeto amoroso de las corrientes sensual y tierna, planteada por Freud (1983). Retomando la letra, "saber que no vas a volver" es una sentencia que se enlaza con el trabajo de elaboración en un nuevo pasaje por los desfiladeros del Complejo de Edipo, del duelo por el objeto amoroso infantil inexorablemente perdido. Facilita la siempre costosa operación de desasimiento freudiano ( 1983) por parte del sujeto ado lescente, del objeto de la infancia. Expresa una renuncia definitiva que posibilita dejar atrás "las arenas calientes" de una infancia reyisitada e interpretada, en un movi mien¡o psíquico aprés-coup por la nueva sexualidad genitalidad puberal. El adolescente tendrá que dejar algo de sí en el camino; en principio, el cuerpo infan til: dejar la carne en la arena. La arena sería también la metáfora que nos conduce al escenario -"la plaza de toros"- en la cual se dirime el Complejo de Edipo. Es el lugar donde dejará caer esa "libra de carne", operación de corte que abrirá un surco para la reorganizadón del narcisismo. Se requiere un movimiento de torsión, una decisiva maniobra de viraje para abandonar en las playas de la infancia los restos del yo ideal y sus objetos amorosos, y poner gradualmente en funciones al ideal del yo como guía. 48 Néstor C. Córdova que no hay forma de volver también habilita el trabajo de historización de la infancia y la elaboración creativa del duelo por el objeto, mediante procesos saluda bles que dan lugar a la lo nuevo, que conducen a la creación/hallazgo de objeto pro puesta por Grassi (2008), por una vía diferente de la repetición sin diferencia sugerida por el "re-encuentro" (freudiano) del objeto, teñido de la melancólica y vana ilusión de volver a encontrar el objeto perdido. Como vemos, se juega siempre un proceso dialéctico entre la fuerza fusionante de lo puberal y los trabajos separadores de lo adolescente. Lo puberal activa el Edipo genital, lo adolescente permite su elaboración. Lo puberal permanece cercano al yo idealcomo anhelo narcisista de retorno; lo adolescente crea las condiciones para la primacía del ideal del yo, como proyecto identiflcatorio y horizonte que señaliza un posible camino de salida para el sujeto adolescente. Lo originario puberal en su expresión más tajante 1 Durante los procesos de la pubertad se afirma el primado de las zonas genitales, y en el varón, el ímpetu del miembro erecto remite imperiosamente a la nueva meta sexual: penetrar una cavidad del cuerpo que excite la zona genital. Al mismo tiempo, desde el lado psíquico, se consuma el hallazgo de objeto, pre parado desde la más temprana infancia (Freud, 1983: 202). Freud plantea en este párrafo una simultaneidad entre la aparición de los procesos de excitación sexual genital y el trabajo psíquico del hallazgo de objeto. Sin embargo, sabemos ahora que hay un largo recorrido y un tiempo que Grassi (2008) denomina entretiempo de la sexuación, para arribar en el mejor de los casos a ese hallazgo y crea ción de objeto. Freud afirma, un poco más adelante, que "sólo luego de superado el período de latencia se restablece la relación originaria". Retengamos esta idea de reestableci miento de la relación originaria y Cj>ntinuemos. "No sin buen fundamento el hecho de mamar el niño de pecho de su madre se vuelve paradigmático para todo vínculo de amor. El hallazgo (encuentro) de objeto es propiamente un reencuentro" (Freud, 1983: 203). En primer lugar, podemos señalar que Freud no avanza demasiado en su obra en la teorización sobre el trabajo psíquico de hallazgo de objeto, se detiene en la idea de un reencuentro. En nota al pie de 1915 agrega: "El psicoanálisis enseña que existen dos caminos para el hallazgo de objeto: en primer lugar, el mencionado en el texto que se 1. Jugando con la palabra tajo, de la cual se desprenden variados sentidos, además del popu lar y su tradicional interpretación psicoanalítica, aludo también a los significados conclu yente, terminante, contundente. realiza por apuntalamiento en el modelo de la temprana infancia, y en segundo lugar, el narcisista que busca el yo propio y lo reencuentra en los otros" (ibíd.: 202). Dejando de lado el desarrollo del tema del hallazgo de objeto tratado por Grassi (2008), queremos retomar la frase de Freud "luego de superado el período de latencia se restablece la relación originaria" (ídem) para señalar que esta afirmación nos con duce al territorio de lo originario puberal deslindado por Gutt�n (1993). Recordaremos que lo puberal es inundación, saturació� séxual genital incestuosa. Pulsa por el retorno a la unidad narcisista originaria (puberal). Lo originario puberal trabaja bajo el axioma de la complementariedad de los sexos, fantasía de (re)encuen tro. con la pareja complementaria incestuosa que conduce inconsciente y peligrosa mente hacia la amenazante figura de la madre fusiona! arcaica (Gutton, 1993). Gutton plantea la idea de una unidad narcisista originaria puberal. "Su modelo es, por supuesto, el narcisismo originario entre madre y lactante cuando intentan prolon gar la simbiosis del embarazo ... " (199 3: 3 7). "La pubertad, trauma narcisista por exce lencia, derrumbe de la omnipotencia infantil, ofrece al mismo tiempo unas solución sexual para su curación" (1993: 39). La solución positiva a lograr es el hallazgo de "un compañero genital cooperativo ( ... ) de un estado amoroso compartido" (1993: 39). En los primeros tiempos, antes del acceso al otro como alteridad, lo puberal por lo originario es empuje a la búsqueda del genital complementario, a la restitución de la fusión zona-objeto complementario, ahora en rf;lación con el genital del otro sexo. El varón busca ardiente y obsesivamente la vagina que lo contenga; la mujer, el pene que la colme. Pene y vagina son ahora tan "fusionalmente complementarios" en la fantasía como otrora lo fueran la boca y el pecho. Pene y vagina, en tanto genitales comple mentarios, sin integración al sujeto como totalidad, son tratados inicialmente como objetos parciales. Tanto el objeto como la pulsión deberán ser excorporizados, pero si se interrumpe el proceso aún pueden permanecer demasiados cercanos al sujeto, por lo cual el cir cuito pulsional resulta insuficiente y peligrosamente breve, el objeto permanece demasiado "al alcance de la mano" de la pulsión, o sea en una zona lindante con el autoerotismo por su proximidad, sin el recorrido suficiente para la creación del fan tasma adolescente que acote el goce y sostenga el deseo de otra cosa. Por el supuesto de la complementariedad de los sexos y la búsqueda del restablecimiento de la unidad narcisista originaria, ahora puberal, es preciso que la figura parental no se presente seduqora e inadecuadamente solícita con el hij�/a. En este caso dificultaría el desasi mient� y la exploración de un afuera que demarque un recorrido pulsional suficiente mente alejado. Especialmente durante el entretiempo adolescente de la sexuación, una relación genital puede no ser más que una experiencia narcisista de goce autoerótico vivida por dos, muy limitada al encuentro y descarga de ambas zonas-objetos complementarios y muy teñida por la repetición, situación resumible en la irónica expresión: "ella y él se querían mucho, ella se quería mucho a sí misma y él también". 50 Néstor C. Córdova En ciertos casos, bordeando los límites de lo patológico, el encuentro del objeto complementario, la fantasía de retorno a la mítica unidad narcisista originaria se sitúa en el plano oral de los actos compulsivos de consumo: el frenesí sexual, la búsqueda extrema de las sensaciones "duras" de la música que golpea poderosamente como un objeto sólido e inunda saturando y hasta dañando los órganos sensoriales, el exceso de alcohol, la droga, la comida. Todo aquello que inunda sensorialmente anulando iluso riamente la experiencia, a veces intolerable, de agujereamiento, de dolor insondable y vacío; obra del trabajo en negativo del pictograma de rechazo. Trabajaremos ahora lo conceptualizado a partir de la letra de la canción de Luis Alberto Spinetta, Me gusta ese tajo (Spinetta, 1973)2 . Con el ritmo vibrante de un clá sico rock, se expresa casi rabiosamente el estado de urgencia sexual genital propio de lo puberal, urgencia que impulsa obsesivamente a una agresiva búsqueda de unión de la zona genital con el objeto complementario, tratados como objetos parciales, sin mediar el otro como alteridad. Se trata aquí de la portadora de un tajo, zona comple mentaria hacia la cual pulsa, por lo originario puberal, el pene objeto desde el empuje de la genitalidad. Me gusta ese tajo Me gusta ese tajo que ayer conocí Me gusta ese tajo que ayer conocí. Ella me calienta la quiero invitar a dormir. Con sus lind¿ piernas ella me hace pensar debo destruir la mierda de esta ciudad. Me gusta ese tajo que ayer conocí ella me calienta la quiero invitar a dormir. 2. Sugerida por el alumno Gustavo Galeano en una clase del Seminario Teórico de Adoles cencia 2. "Me gusta ese que ayer conocí" es una frase que crea sentidos diver- sos: el adolescente ha conocido al fin ese "tajo", "ayer"; se podría afirmar que aún lo está conociendo. Expresa un acontecimiento, el descubrimiento del coito. Es un acontecimiento ligado a lo nuevo y lo está inscribiendo desde lo originario, como una experiencia placentera, en forma de pictograma de fusión. Ese "tajo" es el objeto com plementario que se va inscribiendo, construyendo fusionado con el pene propio. El adolescente inscribe su genital con el genital otr-6 y �u cuerpo con el otro cuerpo, hasta llegar al reconocimiento del otro y de sí mismo. La insistencia, la repeti ción de la referencia al tajo, la no separación del objeto complementario es propiedad de lo puberal. Lo puberal en su versión originaria es una tendencia antiseparadora por excelencia, búsqueda de la repetición de toda experiencia de complementariedad. Lo adolescente, en cambio, es una fuerza separadora, promuevela búsqueda de lo nuevo; es tendencia a la creatividad. "Ella me calienta", ella promueve su sensualidad puberal, casi exenta de un hilo de ternura adolescente. El amor erótico adolescente tendrá luego una función estructu rante e integradora, esencial en la subjetivación del sí mismo y del otro como alteri dad. El amor adolescente requiere de cierta coalición (nunca exacta, nunca puntual, siempre insuficiente) de la ternura y la sensualidad en un mismo objeto. "Construiré un castillo con tu vientre';· Los trabajos adolescentes a partir de los materiales puberales Luis Alberto Spinetta escribió una bellísima canción que se transformó en la impe recedera Muchacha (ojos de papel) (Spinetta, 1970). El poema, con su riqueza metafó rica, nos permite jugar con la ficción y representar el resultado de los trabajos específicos de elaboración, idealización y sublimación del proceso adolescente a partir de los materiales creados por la virulenta sexualidad genital infiltrada por lo puberal. Al iluminar ese delicado e íntimo territorio de lo adolescente sugiere un hilo sutilísi mo de sensualidad en torno al objeto, enlazándose con la corriente tierna derivada de la sexualidad de fin inhibido, donde predominan las marcas de la sublimación y la creatividad, la desexualización de lo genital incestuoso y, finalmente, cierta idealiza ción del objeto amoroso en proceso de creación, y siendo hallado. Muchacha ojos de papel, ¿adónde vas? Quédate hasta el alba. Muchacha pequeños pies, no corras más. Quédate hasta el alba. Sueña un sueño despacito entre mis manos hasta que por la ventana suba el sol. 52 Muchacha piel de rayón, no corras más. Tu tiempo es hoy. Y no hables más, muchacha, corazón de tiza. Cuando todo duerma te robaré un color. Muchacha voz de gorrión, ¿adónde vas? Quédate hasta el día. Muchacha pechos de miel, no corras más. Quédate hasta el día. Duerme un poco y yo entretanto construiré un castillo con tu vientre hasta que el sol, muchacha, te haga reír hasta llorar, hasta llorar. Y no hables más, muchacha, corazón de tiza. Cuando todo duerma te robaré un color. Néstor C. Córdova El adolescente va creando/hallando el objeto con elementos nuevos y retazos signi ficantes de objetos pertenecientes a su pasado, lo que Aulagnier (1997) denomina fondo de memoria: muchacha ojos de papel, pequeños pies, piel de rayón, corazón de tiza, voz de gorrión ... La creación se va gestando en una estructura literaria denominada caja china: la muchacha soñada a.su vez sueña entre las manos del sujeto que la sueña: Sueña un sueñp despacito entre mis manos hasta que por fa ventana suba el sol. Es un trabajo de exploración e inscripción erótica del otr� sexo (y del propio) en una dimensión amorosa de alteridad. Anuncia la llegada del hall�zgo en tiempo pre sente, desde una sensible captación masculina del otro y de los signos de la cultura epocal, no sin lo femenino: Muchacha piel de rayón, no corras más. Tu tiempo es hoy. Mientras crea poéticamente su objeto en un tiempo "entre tanto" ("entre tiempo"), este debe entregarse a su tarea, dejarse hacer entre sueños. El hallazgo, dirá Freud (1983), se concreta primero en la fantasía. Con la metáfora de construir un castillo con su vientre, "va construyendo(se) la función simbólica de la paternidad; partiendo de un deseo de hijo y de su potencialidad engendrante" (Córdova, 2007), en un tra bajo relacionado con la entrada en funciones del ideal del yo (sol") que insinúa un tiempo límite para la ensoñación y un horizonte futuro: t · Duerme un poco y yo entretanto construiré un castillo con tu vientre hasta que el sol... Para concluir: enseñanza y transmisión Este trabajo es una invitación a explorar las diversas creaciones artísticas que expre san con profunda agudeza una captación intuitiva de esos mismos procesos puberales y adolescentes que investigarnos, conceptualizarnos y transmitimos a diario en la Facultad y otros ámbitos. Es un modo de poner en juego la convicción de que el proceso de enseñanza no puede desentenderse de la transmisión del psicpanálisis. Ambos son procesos inter subjetivos, pero de sustancias diferentes. La ensefianza apunta al aprendizaje de conte nidos, la transmisión, como afirma Nasio (1987), pone en juego el modo de estar atravesado, marcado e implicado subjetivamente por la experiencia de trabajo con el objeto de enseñanza. La transmisión conlleva una paradoja: transmitir lo intransmisible, es el desafio a la creatividad del analista docente. Transformar apropiativamente esa transmisión y enriquecerla es tarea de los alumnos y las nuevas generaciones de analistas. Los poetas transmiten sin pretender enseñar, gradas a su talento y sus musas3. 3. Diosas inspiradoras de la creación artística. Parte I: El Entretiempo Adolescente Del pictograma al pentagrama
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