Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
��������� � � � ����������� � ������ �������� � � � ��������� ���� ��� � ���������� ������ �� � � ���� ����� �� ���� ������������������� � � ������������ � ��� � ��� ! "# $ �� % �%�!&�� � ��� '�������� ( ��� )����� �&� �� ���*� %+� � � � � ��,�-"�� ����� � � � � � �./�������� � � 1 ������ ������ ���!� ���� ���"� ��#$$� %"& ' �#%(� )� * +��,�� ����(# �� � )$����$- ���� �#���) � �. %"& / �#%(� )� ' +��,�� )# % )$�!� �� )# % ,���#�- ���� � ,0� �)�%#. %"& 1 �#%(� )� / +��$ ���������$ �� )# % )$�!�- ���� ���"� ��#$$� %"& *� �#%(� )� 2 +��3 #)��#�4 %��5��$����$ 6 ���$�3 #)��#��$� �� 7�� � # 8�6�� 9 � �� &#))4 � ��������� # :��� �� ������ ���!�- ���� �0$��� �!���5# %"&� *� �#%(� )� � +���,)�:#��;#��� �) �����%�� �� %��5��$�!�- ���� 9 #��#�# ��)�� %"& *< �#%(� )� � +�#$ ��#�$=��:#�����$ 7�$��)!&��#$ � ,��#)�$- ���� ��#���)# �#)#���� %"& '' 2 Introducción Lic. Adrián Grassi Prof. Titular Esta es una Ficha elaborada por distintos integrantes de la Cátedra II de Psicología Evolutiva: Adolescencia. Organizada en capítulos que tratan distintos temas de Tres ensayos para una teoría sexual, S. Freud (1905); antes que nada es invitación a la lectura de dicho texto. Cada capítulo remarca diferentes ejes como para que el lector se haga autor con su propia lectura. No es su resumen y en ningún caso la sustituye; lo bordea, lo baliza , señalando un recorrido que no excluye otros posibles. Con estas puntuaciones pretendemos abrir perspectivas que el texto posibilita, al mismo tiempo que dar lugar a nuevos desarrollos que luego de mas de 100 años de su escritura, y con los avances producidos en Psicoanálisis , en otras ciencias y en la cultura en general, se tornan necesarios. Realizada en forma colectiva por integrantes una Cátedra que se propone ella misma como un colectivo de trabajo (que tiene su Programa para que durante la cursada Uds. se sumen a una modalidad de funcionamiento). Un colectivo es una grupalidad que no borra las diferencias de sus integrantes, promoviendo la creatividad individual y grupal. Un grupo que no hace masa, que no se uniforma tras el dogmatismo de lo UNO, que tiene sus principios epistemológicos en un Psicoanálisis vivo, que conserva sus fundamentos y se renueva y una ética de su transmisión basada no en la repetición estandarizada y monocorde, sino en la producción y polifonía de sus conceptos. Esperando puedan Uds. “usar” de ella, y no pretendiendo ahorrarles el esfuerzo de la lectura como tampoco quitarles el placer del texto de la versión freudiana. � � � � � � � � � � � � � 3 Capitulo 1 Lic. Daniel J. Duek Prof: Adjunto Sobre teorías de pulsiones 1. Primeras ideas sobre pulsiones y conflicto pulsional En el período en el que S. Freud escribió “Los tres ensayos para una teoría sexual”, la clínica con las neurosis, los sueños y el chiste habían sido sus principales exploraciones psicoanalíticas. Tales estudios le revelaron que en estas producciones psíquicas se condensa la conflictiva entre la libido y el yo. El desarrollo del psicoanálisis se centraba en la psicopatología de las neurosis y en su elaboración sobre la “Psicopatología de la vida cotidiana”. El artículo sobre la sexualidad infantil fue una conmoción para la cultura y la ciencia de principio de siglo. Fue el trabajo que más notas y agregados le hizo a lo largo de toda su vida y se constituyó en el pilar fundamental del psicoanálisis. La clínica freudiana con las neurosis muy tempranamente definió los términos del conflicto psíquico entre dos polos, la sexualidad por un lado y el yo por el otro. Con “Tres Ensayos” (1905), abordó el campo de la pulsión sexual y la sexualidad infantil, patrimonio humano tabú, a partir del cual se desdibujo la frontera entre lo normal y lo patológico. Las indagaciones sobre las per- versiones sexuales, definidas como aberración-desvío frente al parámetro de la reproducción y su objeto, inauguraron una erótica humana. S. Freud alude, desde sus primeros escritos, a “la libido” como energía de la pulsión sexual: aspecto cuantitativo, cuya manifestación dinámica muestra a las magnitudes en juego en conflicto con la otra energía, la de las pulsiones yoicas y de las pulsiones de autoconsevación: el interés. El conflicto energético en la primer teoría pulsional quedaba así definido entre: la libido sexual y el interés. En el escrito originario sobre los “tres ensayos”; Freud, dimensiona a la pulsión como un concepto límite entre el soma y la psique que posee un fin, la descarga; una fuente: el cuerpo erógeno; y objeto/s en los cuales descargar la tensión psíquica. Luego, en los escritos sobre la metapsicologíai, define a la pulsión como un empuje que representa una presión que fuerza el trabajo psíquico del sujeto. Es el hambre “prototipo y modelo” de las pulsiones de autoconservación” (descrito años después del trabajo originario de “Tres Ensayos” y antes de la metapsicología, hacia 1910ii) asociadas a la satisfacción de las necesidades del individuo. Analiza, S. Freud, que lo autoconsevativo se opone a la pulsión sexual y posee características diferenciadas: “Las pulsiones sexuales nos llaman la atención por su plasticidad, la capacidad de cambiar de vías sus metas; por la facilidad con que admiten subrogaciones, dejándose sustituir una satisfacción pulsional por otra, y por su posible diferimiento…Tenderíamos a negar estas propiedades a las pulsiones de autoconservación, y a enunciar acerca de ellas que son inflexibles, no admiten 4 diferimiento, son imperativas de manera muy diversa y tienen una relación enteramente distinta tanto con la represión como con la angustia”iii. Habría en las pulsiones autoconservativas, una meta prefijada, ciclo consumatorio, y un objeto bien preciso, concepción, a nuestro entender, más ligada al concepto de instinto (“Instinkt”) que al de pulsión (“Trieb”). Manteniéndose, en esta primer teorización, en un polo del conflicto el grupo de las pulsiones de autoconservación y las pulsiones yoicas, y el otro polo, del conflicto, las pulsiones sexuales. Plantea que, originariamente, las pulsiones sexuales se apoyan en las necesidades humanasiv.Apuntalamiento de la libido sexual en las necesidades de un cuerpo no-sexual: La erótica se apuntala en la necesidad. Imbricación que, pensamos, es multidireccional. En el esquema freudiano, el amor se apuntala enel hambre: a partir del acto de succionar, al alimentarse y saciar esa necesidad, se crea la zona erógena oral. Plantea, Freud, que las pulsiones sexuales se autonomizan, poco a poco, del precoz y mítico origen autoconservativo. Pero, hoy sabemos que, la pulsión y la necesidad se hallan en interacción dinámica y dialéctica, se complementan y suplementan. Podemos, así, pensar una experiencia originaria del bebe en vínculo con su madre en la cual la teta-leche materna siendo ya erógena, es al mismo tiempo, para el infans, objeto y fuente pulsional. La fuente de la pulsión apuntala la búsqueda del objeto de la libido, el trascendental hallazgo y encuentro con el objeto de la pulsión marca y transforma, al interactuar, a la misma fuente erógena. La zona erógena oral procura el pecho materno para su satisfacción, este a su vez denota la erogeneidad oral que, ahora, es reescrita por su madre. El acaecer pulsional del sujeto es fragmentario y la sexualidad pregenital infantil polimorfa. Cada zona erógena y quehacer pulsional conforma cierta organización libidinal relativamente predominante pudiendo delinear zonas erógenas pregenitales: oral, anal, fálica, y luego en la pubertad, apuntalada en las pulsiones pregenitales, se erigirá la supremacía de la pulsión genital. Es recién aquí, en la pubertad, que las pulsiones pregenitales se reorientan y subordinan en favor de la poderosa pulsión genital 2. El narcisismo complica la teoría: El cuerpo llega a ser, todo, en su conjunto una gran zona erógena. Sobre las bases del cuerpo erógeno se constituirá el Yo. Sin embargo, S. Freudv en “Introducción del narcisismo” (1914), plantea que hace falta “un nuevo acto psíquico” para que el yo sea unitario y se constituya como instancia psíquica, teniendo como sostén al cuerpo erógeno. Pasaje del autoerotismo al narcisismo. El estudio de los fenómenos del narcisismo (las hipocondrías, el enamoramiento, la vida amorosa de los perversos y los homosexuales y las Psicosis), permite inteligir que la libido, inviste no solamente los objetos externos sino que se deposita en el Yo mismo. Piensa, Freud, que habría, idealmente, cierto equilibrio entre la libido del yo y la libido de objetal. Si en la primer teoría pulsional el Yo constituía un polo defensivo en el conflicto, ahora, aparecía como objeto sexual. Es que el abordaje de la vida amorosa muestra como, hasta el mismo objeto de deseo, puede investirse con libido narcisista, por lo cual el amante se ama a si mismo en el espejo del amadovi. Así, aún conservando la definición de las pulsiones de 5 autoconservación, la nueva dualidad pulsional se halla dentro del grupo de las pulsiones sexuales: libido yoica (sexual) y la libido de objeto (sexual), problematizando la primera teoría pulsional. En los fenómenos característicos de los trastornos del narcisismo, parecen fundirse las pulsiones sexuales y las yoicas, en una sola. Freud describe como se tornan indiscerniblesvii libido y el interés. Los polos del conflicto ya no son la sexualidad y el Yo. Freud se pregunta: “Si admitimos para el yo una investidura primaria con libido, ¿por qué seguiríamos forzados a separar una libido sexual de una energía no sexual de las pulsiones yoicas?”viii, anticipando la reformulación de la primera teoría pulsional. Posteriormente, en sus estudios sobre el “Duelo y la melancolía”ix desarrolla la noción de que, en la melancolía, habría una identificación con el objeto de amor perdido en el interior del yo (instancia moral). Es desde este interior, lo que luego devendrá Superyo, que el sujeto se ataca a si mismo; Freud se pregunta: ¿es acaso por odio o por amor que el yo es criticado despiadadamente? ¿Que conflicto intrapsiquico se juega y que pulsiones operan en este accionar sado- masoquista? A partir del artículo “Más allá del principio de placer”x (1920), Freud profundiza en ciertos funcionamientos psíquicos como el juego repetitivo de los niños (el “fort-da”), el trauma y el sado-masoquismo, que quedaban abarcados insuficientemente en las categorías pulsionales. Anteriormente, en la primera teoría pulsional, el odio y la destructividad humana provenían de las pulsiones del yo en tanto lucha por su afirmación y conservación en contra de las pulsiones sexualesxi. En el trabajo del ‘20 aborda la compulsión a la repetición propia de estas producciones psíquicas, como un funcionamiento psíquico que pulsa y se aparta del principio de placer (Principio de funcionamiento mental que procura el alivio a través de la disminución de la tensión psíquica). Freud inaugura el texto con una cuestión: ¿Qué fuerza empuja lo que se repite en la vida psíquica más allá de la satisfacción libidinal y que implica un alivio de la tensión? En la segunda teoría pulsional el dualismo es entre las pulsiones de vida y las pulsiones de muerte. Si bien, sitúa, las pulsiones sexuales en las pulsiones de vida, la sexualidad se bifurca en esta teoría. Hay sexualidad en el amor y también en el odio y la destrucción. Sin embargo, S. Freud, señala que habría una oposición pulsional y fundamental entre el polo pulsional que ama, y aquel que rompe y destruye. Eros (pulsiones de vida) y Tánatos (pulsiones de muerte), son en última instancia fuerzas que en el sujeto se presentan juntas y que solo teóricamente son separables, y “que se ocultan tras las pulsiones manifiestas, pulsiones del yo y pulsiones de objeto” xii. En esta segunda teoría pulsional ya no se asimilan las pulsiones a las instancias psíquicas (Inconsciente/Ello=sexualidad por oposición al Yo). La pulsión de vida procura ligar, complejiza la vida psíquica, ya que “crea unidades cada vez mayores”xiii, en cambio, la pulsión de muerte desliga la energía psíquica, destruye nexos y procura un retorno al estado inorgánico. � 6 � Bibliografía � i S. Freud, Pulsiones y destinos de pulsión. OC. XIV Amorrortu Ed. 1914 ii S. Freud, La perturbación psicógena de la visión según el psicoanálisis. OC. XI. Amorrortu Ed. 1910 iii S. Freud, Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis. 32ª conferencia. OC. XXII .Amorrortu Ed. 1933 (1932) iv S. Freud, Tres ensayos para una teoría sexual. OC. VII. Amorrortu Ed. 1905- “El quehacer sexual se apuntala primero en una de las funciones que sirven a la conservación de la vida, y solo más tarde se independiza de ella”. v S. Freud, Introducción del narcisismo. Cáp. 1 -OC. XIV Amorrortu Ed.1914 vi S. Freud, Un recuerdo Infantil de Leonardo da Vinci. OC. XI. Amorrortu Ed. 1910 (En este trabajo, Freud, nos enseña como Leonardo amaba a sus discípulos como su madre lo amo a si mismo. Sobre la base de una elección narcisista de objeto) vii Ídem 5, Cáp. 2 Pág. 80: “ El hipocondríaco retira interés y libido -esta última de manera nítida- de los objetos del mundo exterior y los concentra sobre el órgano que le atarea” viii Ídem 5, pág. 74 ix S. Freud, Duelo y melancolía, OC. XIV. Amorrortu Ed.1917 x S. Freud, Más allá del principio del placer, OC: XVIII. Amorrortu Ed. 1920 xi Ídem 1 xii Ídem 10 xiii Ídem, 10 7 Capítulo 2 Lic. Rubén Slipak Prof. Adjunto Sobre la pulsiónen la pubertad Establecemos un punto de partida, que es la pregunta por lo que sucede con la pulsión sexual en la pubertad. Cuál es la relación entre “pubertad y pulsión sexual”, o sexualidad, si se quiere. En uno de los primeros párrafos de: Tres Ensayos para una teoría sexual (1905) Freud señala lo que para él es una representación bien precisa en la opinión popular, acerca de la naturaleza y propiedades de la pulsión sexual, a saber: 1) Faltaría en la infancia. 2) Advendría en la época de la pubertad (en conexión con el proceso de maduración que en ella se produce), siendo su meta la unión sexual (genital) o por lo menos las acciones que tiendan hacia ello. Pués bien, Freud sostiene que esta idea está plagada de errores, imprecisiones y conclusiones apresuradas. La introducción de los términos objeto sexual y meta sexual (la acción hacia la cual se esfuerza la pulsión) le permite a Freud, cabalgar sobre las perversiones y la sexualidad infantil, para iluminar el trayecto, la aventura de la pulsión sexual hasta la pubertad. Freud sostiene que la disposición a las perversiones es la disposición “originaria y universal”, de la pulsión sexual de los seres humanos. A partir de esta disposición y a consecuencia de alteraciones orgánicas (esto es, el conjunto de transformaciones que experimenta el cuerpo del púber) e inhibiciones psíquicas, se desarrolla en el curso de la maduración, la conducta sexual normal. Así Freud se sitúa en la niñez intentando descubrir esa disposición originaria y ahí ya destaca la emergencia de aquello que circunscribe la orientación de la pulsión sexual. Los llama diques morales de la pulsión: la vergüenza, el asco, la compasión y las construcciones sociales de la moral. Señala que la pulsión sexual es algo compuesto por muchos factores y que en la perversión sexual éstos se disgregan en sus componentes. A partir de la pubertad, la pulsión sexual, (genital) se dirige hacia una única meta sexual, mediante la composición de múltiples mociones de la vida infantil, unificados. Además de señalar la cuestión del goce sexual implicado en el acto de alimentarse, que el niño recreará, Freud señala un destiempo en términos de la sexualidad infantil, la práctica sexual no se desarrolla al ritmo de sus otras funciones, se discontinúa con la latencia (luego de la florida etapa que transcurre 8 entre los 2 y 5 años) donde la excitación sexual no se suprime sino que se emplea para otros fines diferentes de los sexuales: a) Para aportar los componentes sexuales de ciertos sentimientos sociales. b) Mediante la represión y la formación reactiva edificar las ulteriores barreras sexuales. Esto es importante en nuestra pretensión de pensar la pubertad y la síntesis en el sentido de la unificación pulsional que en ella se produce, ya que son acontecimientos que conllevan una impronta psíquica que no dejará de tener consecuencias futuras. Siguiendo con la infancia y en este pivoteo con la pubertad es preciso señalar, en el marco de esa “no orientación pulsional” a una única meta, donde las excitaciones fluyen de diversas fuentes y no se conjugan sino que persiguen por separado su meta (la ganancia de placer) que en la niñez la pulsión no está centrada y al principio carece de objeto, ( o por decirlo de otro modo el objeto es/está en el propio cuerpo) o sea es autoerótica. Y si bien en la pubertad, se produce el primado de la zona genital, ya en la infancia comienza a hacerse notable los genitales como zona erógena, ya sea porque como cualquier zona erógena, engendra satisfacción ante una adecuada estimulación o porque repercute en ella la satisfacción obtenida de otras fuentes. Es interesante cómo el temprano florecimiento de la vida sexual infantil hace madurar también una elección de objeto y veremos que este hecho no es sin consecuencias, “ya que la fase que se le asocia y le corresponde ha de apreciarse como importante precursora de la organización sexual definitiva”.. Tomamos en cuenta entonces las transformaciones que experimenta la sexualidad infantil con la emergencia de la pubertad donde señalamos dos decisivas: la subordinación de todas las fuentes originarias de la excitación sexual a la zona genital y el hallazgo de objeto. La primera, la subordinación…se consuma por el mecanismo de aprovechamiento del placer previo, o sea, los actos sexuales autónomos resultantes de la conjugación de excitación y placer pasan a ser actos preparatorios para la nueva meta sexual, que él señala es el vaciamiento de los productos genésicos (eyaculación). El logro de esta meta pone fin a la excitación sexual. Esto lleva a que esta concepción deja abierto el tema para el planteo de la cuestión femenina, o sea, si el fin de la excitación sexual es el vaciamiento de los productos genésicos, y esto es en el hombre, cual es el equivalente en la mujer?. Freud se refiere a la diferenciación entre sexualidad masculina y femenina y sostiene que ésta última requiere de una nueva represión que suprime (?) un sector de virilidad infantil y prepara a la mujer para el cambio de la zona genital rectora. Volviendo a la elección de objeto, es guiada por los indicios infantiles renovados en la pubertad. 9 Es preciso señalar también las diferencias entre placer previo y placer final. El placer previo es lo mismo que ya podía ofrecer aunque en escala reducida, la pulsión sexual infantil y el placer final es ya plenamente el placer de satisfacción de la actividad sexual genital. En cuanto a las zonas erógenas, la fórmula para su nueva función sería: son empleadas para posibilitar por medio del placer que ellas ganan como en la vida infantil, la producción del placer de satisfacción mayor. Por último nos queda un tema que resulta de toda esta cuestión: la subordinación de todas las fuentes al primado de la zona genital, (el gobierno de la zona genital podríamos decir) y el hallazgo de objeto, sumado esto a la maduración de sus órganos sexuales, los genitales, nos permiten pensar en una nueva función que aparece en el púber la: aptitud para la reproducción. La pulsión se pone al servicio de la reproducción, “se torna altruista”. Aquí es donde precisamos diferenciar las categorías de genitor o progenitor, de aquello que involucra la capacidad procreativa pero requiere de una nueva inscripción, una adquisición simbólica: el ejercicio de las funciones materna y paterna. 10 Capítulo 3 Lic. Adrián GrassiProf. Titular Dos corrientes de la pulsión A la hora de considerar la pulsión (sexual) sus trabajos: transformaciones y adiciones en la pubertad son diversas las coordenadas a tener en cuenta. 1) Cuatro elementos de la pulsión (objeto-fin ó meta-empuje y fuente). 2) Cuatro destinos de la pulsión (transformación en lo contrario-vuelta sobre sí mismo-represión y sublimación). 3) Dos corrientes de la pulsión, que consideraremos específicamente en este apartado, a saber: a) la corriente tierna y b) la corriente sensual. Sobre la consideración de que la constitución de la sexuación tiene como fundamento un carácter bifásico: sexualidad infantil (propia del C. de Edipo) y sexualidad adulta (caracterizada por el hallazgo de objeto). El trabajo de lo puberal-adolescente aparece como bisagra ó interfase y mas que “preparatoria o intermedia” su consideración como una otra etapa, sui generis, diferenciada de una y otra, con sus trabajos específicos propios, queda justificada por los cambios que se producen en ese entretiempo. En Metamorfosis de la pubertad (1), plantea Freud que la normalidad de la vida sexual es garantizada únicamente por la exacta coincidencia de las dos corrientes dirigidas al objeto y a la meta sexual: la tierna y la sensual. El encuentro de las dos corrientes de la pulsión en el (nuevo) objeto y con la (nueva) meta (penetrar/ser penetrada) de la pulsión en la pubertad, es como la perforación de un túnel desde sus dos extremos: perfecta coincidencia. Nos introducimos en algunas de las problemáticas que se plantea Freud relativas a las corrientes de la pulsión, sus proveniencias y articulaciones. La corriente tierna reúne en sí lo que queda del temprano florecimiento infantil de la sexualidad, proviene de la primera infancia, se ha formado sobre la base de los intereses de la pulsión de autoconservación. Desde el comienzo ha recibido aportes de las pulsiones sexuales, acogiendo componentes de interés erótico, que ya en la infancia fueron más o menos nítidos. Corresponde a la elección infantil primaria de objeto. La ternura de los padres y personas a cargo de la crianza, que rara vez desmiente su carácter erótico (el niño es un juguete erótico) contribuye en mucho a acrecentar los aportes del erotismo a las investiduras de las pulsiones yoicas en el niño (2). En Pulsión y destinos de pulsión ( 1915) Freud señala distintos destinos de la misma. No los elementos que la componen, (fuente-fin-objeto-empuje), sino los destinos que la pulsión puede experimentar en el curso de su desarrollo. Ellos son: la sublimación, la represión, la transformación en lo contrario y la vuelta hacia la propia persona. A continuación añade Freud, tenemos razones para distinguir pulsiones de meta inhibida, a saber mociones pulsionales de fuentes notorias y con meta inequívoca, pero que se detienen en el camino hacia la satisfacción, de suerte que sobrevienen una duradera investidura de objeto y una tendencia duradera. De esta clase es por ej. el vínculo de la ternura que indudablemente proviene de las fuentes de la necesidad sexual y por regla 11 general renuncia a la satisfacción (3). Esta corriente se pone al servicio del mantenimiento y desarrollo de las relaciones afectivas donde no interviene el erotismo, lo que Freud denomina “inhibición del fin de las pulsiones” en el momento agudo en que justamente el objeto es susceptible de posibilitar su alcance (a partir de la adolescencia). Reúne y guarda los afectos no genitalizados, (no genitalizables ó desgenitalizados) de la historia de los vínculos del niño con sus padres, hermanos/as y todos aquellos objetos de afecto que formaron parte de sus relaciones significativas en la infancia. Al lado de las pulsiones libidinales de pleno efecto y de las pulsiones de autoconservación, se instalan las pulsiones libidinales inhibidas en su fin o de carácter sublimado, derivadas de las pulsiones libidinales (4). Hasta aquí un cierto recorrido relativo a la corriente tierna de la pulsión. En la pubertad, plantea Freud se adiciona a la pulsión sexual, la poderosa corriente sensual que ya no ignora sus metas (penetrar/ser penetrada) ni su objeto (genitales de sexo opuesto, instaladas las categorías masculino/femenino). Esta corriente sensual que se adiciona en la pubertad constituye el erotismo genital. Al parecer nunca deja de transitar por aquellos tempranos caminos y de investir ahora con montos libidinales más intensos los objetos de la elección infantil primaria. Pero como tropieza ahí con los obstáculos de la barrera del incesto y los diques morales de la pulsión, construídos en la latencia, desde el sepultamiento del complejo de Edipo a la pubertad, exteriorizará el afán de hallar lo mas pronto posible el paso de esos objetos inapropiados en la realidad hacia otros objetos, ajenos, con los cuales pueda cumplirse una real vida sexual. No está de más recordar que las categorías de masculino/femenino implican otras categorías que devienen con lo puberal-adolescente. Lo pregenital-(genital masculino)-fálico (5), propio de la sexualidad infantil autoerótica, no conlleva las sensaciones genitales específicamente orgásmicas propias de la genitalidad y del erotismo puberal, como tampoco la vinculación erótica a otro cuerpo, a otra subjetividad, lo que le da a la genitalidad, una cualidad diferencial. La diferencia entre cuerpo erógeno y cuerpo erótico es definitoria en el pasaje (6). Debiera repararse en el hecho de que con lo puberal-adolescente, la genitalidad, inicia un (largo) periplo, tomando caminos no libres de obstáculos antes de llegar a ese estado maduro de coincidencia perfecta (?) de ambas corrientes en el objeto, o sea: “el amor de objeto”. Conviene destacar que ese alcanzar la vida sexual normal, como gustaba decir a Freud, y de la cual él mismo dudaba, de allí nuestro interrogante, sobre las posibilidades de su happy end, es uno de las tareas o trabajos que debieran producirse con el advenimiento de la sexualidad genital madura. La integración de las pulsiones en la genitalidad, tendría su punto cúlmine en el amor de objeto que reúne ambas corrientes de la pulsión. Hay un desplazamiento conceptual que va de lo pulsional hacia el campo del amor y Freud sigue ese derrotero. En sus tres artículos reunidos bajo el subtítulo: Contribuciones a la psicología de la vida amorosa (7), que abarcan el período que se extiende de 1910-1917, encontramos diversas ideas que circunscriben una problemática: la imposiblidad de la satisfacción plena de la pulsión: “…No podemos desconocer la intelección de que la conducta amorosa del hombre en el mundo cultural de nuestros días presenta universalmente el tipo de la impotencia psíquica en el hombre y la frigidez, su equivalente, en la mujer. Freud plantea que no es una dificultad de un individuo, sino que por presentar un carácter universal, haría a la estructura misma de la sexualidad”. “…Estaría justificada la 12 expectativa de que la impotencia psíquica fuese una afección universal de la cultura y no la enfermedad de algunos individuos”. “…Creo que por extraño que suene, habría que ocuparse de la posibilidad de que haya algo en la naturaleza de la pulsión sexual misma, desfavorable al logro de la satisfacción plena. Dicha insatisfacción no se reduce a la impotencia y la frigidez (psíquicas), mas aún si se toma el término impotencia psíquica en un sentido lato, tal como sugiere Freud endichos textos, ya que no se trata de que eso se traduzca necesariamente en conductas sexuales sintomáticas. Si reparamos en dichos textos, comenzando por el título que los reúne, veremos que la insatisfacción no es del orden del coito, sino del amor (des-articulación de las dos corrientes de la pulsión). Qué es pués esta insatisfacción inherente a la pulsión genital misma o al amor de objeto? Freud se está preguntando sobre la naturaleza del amor y atribuye esta insatisfacción a varios factores: La corriente tierna y la corriente sensual se encuentran fusionadas entre sí en las menos de las personas cultas”. Convengamos también que Freud no deja las cosas en ese estado sino que sabe sacar provecho de esta insatisfacción, ubicando allí a la sublimación como la responsable de los más importantes logros culturales, un plus de satisfacción aunque de otro órden. Una de las direcciones que el texto de Freud marca es la que trata la desarmonía fundamente de la sexualidad producto de su disfacismo. Ya vemos que las dos corrientes de la pulsión, además de traducirse en términos de tierna y sensual, hacen referencia directa a la diferencia entre la sexualidad propia de la niñez (su polimorfismo, C. de Edipo, pulsiones parciales) y la adulta (integración en la genitalidad, hallazgo de objeto). La relación entre lo pasado, lo vivido, en este caso, la historia de las marcas de la sexualidad infantil, el cuerpo erógeno, ese primer tiempo de la sexualidad y su articulación con lo que se añade en el a posteriori, como su segundo momento. Habría en ello una des-armonía fundante de la sexuación. “… En primer lugar a consecuencia de la acometida de la elección de objeto en dos tiempos separados por la interposición de la barrera del incesto, el objeto definitivo de la pulsión sexual ya no es nunca el originario sino un subrogado de este” (a). Puede lo nuevo, para el caso el objeto propio del erotismo marcado por la genitalidad, lo que se suma, lo que no estaba y requiere de inscripciones nuevas, originales, el cuerpo erótico, tener peso específico propio y adicionarse o suplementarse a ese fragmento de sexualidad que ya estaba constituído y que es la sexualidad infantil? “…Ahora bien, toda vez que el objeto originario de una moción de deseo se ha perdido por obra de la represión suele ser subrogado por una serie interminable de objetos sustitutos, de los cuales empero ninguno satisface plenamente. Acaso esto nos explique la falta de permanencia en la elección de objeto, “el hambre de estímulo” que tan a menudo caracteriza la vida amorosa de los adultos. Es el conflicto de la articulación entre lo viejo y lo nuevo, entre lo pasado y el devenir, entre repetición y diferencia. Puede lo nuevo no ser un objeto segundo, sino constituirse ---------- (a) Estos desarrollos sobre el amor tomarán en la obra de J. Lacan una inflexión particular cuando plantee, no ya la (im)posibilidad de re-unión de las dos corrientes de 13 la pulsión, la ternura infantil hacia los objetos incestuosos y el acople de la sensualidad, sino la desarmonía o discordancia fundamental entre los sexos: la mujer no es para el hombre lo que la aguja es para el hilo. como ser genuino o deberá conformarse con ser sustituto de otro que conserva el título original? Se plantea una relación entre ambos momentos de la sexualidad en la cual lo novedoso de la sexualidad genital, puede sin embargo perder su valor acontecial como elementos neo y quedar a la sombra de lo viejo, de lo pasado, de lo ya inscripto. Ante estos interrogantes abiertos en el texto de Freud nuestras reflexiones sobre lo específico de los trabajos puberal-adolescente (8) van en un doble sentido: 1) Proponemos lo puberal –adolescente como un otro momento dentro de ese disfacismo de la sexualidad. Momento peculiar, no tanto pre como entre de la sexuación. Con oscilaciones entre repeticiones y diferenciaciones. Momento fundante de potencial apertura a lo nuevo: del cuerpo erótico, de la alteridad del objeto, de lo extrafamiliar y la vincularidad. 2) En otro sentido, lo cual retomaremos en escritos posteriores, pero que queremos dejar puntualizado, es sobre el trabajo de articulación que se plantea entre estos dos momentos o fases en la historia y la historia de la sexualidad. Lo puberal-adolescente aparece como momento de rehistorización de lo infantil ligándose con las inscripciones de lo nuevo. Lo puberal-adolescente, momento bisagra de ligadura, trabajo de Eros que en sus cursos saludables, establece unidades cada vez mayores y las conserva. Eros liga y junto a la conservación de lo ya inscripto promueve la inscripción de lo nuevo. la pulsión y el altruismo Una de las posibilidades de incripciones diferenciales, como su nombre lo indica, tiene que ver con la categoría de lo altero. Lo altero hace referencia a la alteridad y al altruismo. “…La pulsión sexual se pone ahora al servico de la reproducción, se hace por decirlo así altruista” (9). Aquí la reflexión se abre en tres direcciones: 1) A la complejidad de la relación autoerotimo-narcisimo-elección de objeto. Sabemos que en la infancia, el/a niño/a (perverso polimorfo) crece entre autoerotismo, narcisismo y elección (infantil) de objeto. Hay una orientación (hetero u homosexual) en la elección de objeto. Pero la elección de objeto en pleno sentido, implica, sino una renuncia al autoerotismo y al narcisismo, como a la elección (infantil) de objeto, sí a sus transformaciones y puestas en juego en una relación de vincularidad. Se trata también además de encontrar el máximo de placer en el orgasmo , de algo en relación al placer del partenaire. También generar placer en el otro. Este es un sentido del hecho que la pulsión deja de ser egoísta y se vuelve por decir así altruista. La alteridad se está constituyendo junto con el erotismo. 14 2) Si la pulsión se pone al servicio de la reproducción y esto entonces abre a la cuestión de la relación del sujeto con un interés que no es (exclusivamente) “individual” sino (mas amplio) de la “humanidad” (la humanidad para su subsistencia requiere de nuevos integrantes) también aquí asistimos a la transformación de la pulsión hacia el altruismo: la consideración por lo altero es el acoplarse a un interés colectivo. 3) En directa vinculación con el punto anterior, el/la progenitor/a se agrega en una cadena generacional que lo/a enlaza de una manera muy particular al otro (altero) del nuevo ser objeto de afecto, el hijo/a. Bibliografía (1) Metamorfosis de la pubertad, en Tres ensayos de teoría sexual. Freud S. (1905) T.VII O.C. Amorrortu 1985 Buenos Aires. (2) Sobre la mas generalizada degradación de la vida erótica. Freud S. (1912) O.C. T. XI Amorrortu 1979 Buenos Aires. (3) 32º conferencia: angustia y vida pulsional. Nuevas conferencias de Introducción al Psicoanálisis.(1933) Freud S. T. XXIII O.C. Amorrortu 1979 Buenos Aires. (4) El yo y el ello. (1923) Freud S. T.XIX O.C. Amorrortu 1986 Buenos Aires. (5) La organización genital infantil. (1923) Freud S T.XIX O.C. Amorrortu 1985 Buenos Aires. (6) Janine Puget : Historización en la adolescencia. En Pubertad. Historización en la Adolescencia. Cuadernos de ApdeBa. N. 1 (7) Los tres artículos de Freud que se reúnen bajo el subtítulo de Contribuición a la psicología del amor T.XI O.C. Amorrortu 1985 Buenos Aires son: Sobre un tipo de particular de elección de objetoen el hombre (1910). Sobre la mas generalizada degradación de la vida erótica (1912). El Tabú de la virginidad (1917). (8) La categoría de puberal-adolescente puede seguirse en Ph. Gutton. (9) Metamorfosis de la pubertad, en Tres ensayos de teoría sexual. Freud S. (1905) T.VII O.C. Amorrortu 1985 Buenos Aires. 15 Capitulo 4 Sexualidad, perversiones y neosexualidades: de Freud a Joyce McDougall. Un recorrido a modo de introducción. Lic. Néstor Carlos Córdova Prof. Adjunto 1-Freud comienza “Las metamorfosis de la pubertad” con la siguiente afirmación: “Con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan la vida sexual infantil a su conformación normal definitiva.” Se desliza en esta frase una opacidad de sentido que sugiere que un sector de la vida sexual infantil, más allá de los cambios de la pubertad, continuará vigente con su carácter polimorfo en la sexualidad genital adulta. Por otra parte el término “normal” da cuenta de una paradoja en el pensamiento freudiano, ya que coexisten en su obra un cierto criterio normativo epocal, junto con aportes inéditos e inquietantes para sus contemporáneos como la existencia de una sexualidad infantil perverso-polimorfa iniciada y señalizada nada menos que por los cuidados y significantes prodigados por el otro materno y su deseo (dimensión intersubjetiva de la pulsión). La “normalidad sexual”, desde el pensamiento de Freud, es alcanzada aveces mediante un trabajo de adaptación cuyo costo inevitable es la neurosis. En el capítulo inicial de Tres ensayos, “Las aberraciones sexuales”, siguiendo la entonces novedosa y exhaustiva clasificación de la obra “Psychopathia Sexualis” de su contemporáneo Krafft-Ebing, Freud se refiere a las perversiones ordenándolas de acuerdo a las desviaciones de la pulsión sexual respecto a la meta y al objeto o ambas. Pero concibiendo a su vez una etiología sexual que deberá explicarse por ciertas fijaciones infantiles y detenciones en el recorrido de la pulsión, temas que retomará en los capítulos “La sexualidad infantil” y “Las metamorfosis de la pubertad”. Las referencias a la identificación narcisista en la homosexualidad y el mecanismo de 16 renegación de la castración como fundamento del fetichismo en particular y las perversiones en general surgirán en su obra a posteriori. Freud subvirtió la tajante y tranquilizadora frontera normalidad-perversión al afirmar que el perverso actúa lo que el neurótico fantasea, en tanto que los síntomas neuróticos son una forma de satisfacción sustitutiva, correlato de la represión de deseos sexuales inadmisibles para la conciencia del sujeto y las normas epocales. En Tres Ensayos expresará también que la neurosis es un negativo de la perversión y que la disposición a las perversiones es la disposición originaria de la pulsión sexual humana. En este sentido advierte:” En ningún hombre normal falta una agregación de carácter perverso al fin sexual normal, y esta generalidad es suficiente para hacer notar la impropiedad de emplear el término «perversión» en un sentido peyorativo” Para Freud las experiencias de placer-displacer son factores constitutivos de la subjetividad, el objeto de la pulsión es contingente, y por tanto la elección del objeto sexual y las formas de distribución del goce que definen el erotismo y la sexuación (posicionamiento sexual) de cada sujeto, serán el resultado de un recorrido pulsional cuyo corolario dependerá, entre otros factores, del modo de atravesamiento del Complejo de Edipo. 2- Después de Freud nos preguntamos qué sucedió con los estudios sobre la sexualidad enlazada con las diversas modalidades de la vida erótica y las perversiones en los desarrollos psicoanalíticos posteriores. André Green plantea, desde una lectura historizante, que a continuación de Freud se ha ido gestando en el psicoanálisis y sus diferentes producciones teóricas, un borramiento del valor de la sexualidad y su expresión libidinal como representantes de Eros. Significativamente, coincidiendo desde el campo lacaniano, Jean Allouch también afirma: “nos hemos alejado de esa vivacidad en lo erótico que caracterizó al psicoanálisis en tiempos de Freud”. Aportes importantes relacionados con la sexuación surgieron a partir de los conceptos diferenciales de sexo (biológico-anatómico) y género (construcción socio-cultural), y la noción de identidad de género aportados desde el psicoanálisis por R. Stoller. Contemporáneamente los denominados “Estudios de género” han instalado un espacio de debate brindando nuevas contribuciones y abriendo múltiples interrogantes en torno a cuestiones nodales como la construcción de la identidad de género. 17 Concluyendo, el psicoanálisis actual, transcurridos algo más de 100 años de la publicación de Tres Ensayos, no puede soslayar la diversidad sexual de la posmodernidad expresada por las neosexualidades, el transgénero y las familias homoparentales entre otros nuevos significantes que cuestionan la lógica “natural” de las polaridades masculino/femenino, heterosexualidad/perversión, paternidad/maternidad. Nos encontramos ante profundos cambios sociales y culturales, y nuevos paradigmas interdisciplinarios abiertos a lo complejo, que problematizan los modos de pensar la sexualidad, las múltiples formas de expresión del erotismo, la lógica de la sexuación, y consecuentemente también los criterios de salud y procesos saludables. 3-Joyce Mc Dougall es una psicoanalista contemporánea de origen anglosajón, posteriormente radicada en Francia. Se formó en Londres con Anna Freud y Melanie Klein, para luego familiarizarse con Winnicott y su obra. En Francia asistió a algunos seminarios de Lacan en los que estableció una estrecha amistad y afinidad intelectual con Piera Aulagnier. Esta autora ha privilegiado la clínica de pacientes con variadas patologías, caracterizables muchas de ellas como graves, y analizado sus comportamientos sexuales. Para McDougall el niño está expuesto a traumas universales, a realidades difíciles de aceptar como la alteridad, la diferencia sexual y generacional y la inevitabilidad de la muerte. Ante estas situaciones conflictivas las soluciones encontradas dependerán del modo de elaboración de los padres de estas mismas realidades. Otros traumas infantiles se deberán a la patología parental (“ambiente traumatizante contínuo”). Esos niños lucharán desesperadamente por encontrar un sentido para preservar su existencia. Sus soluciones pueden ser consideradas patológicas o perversas, pero responden a la “meta positiva” de sobrevivir. Parte de la obra de Joyce McDougall está referida a la teoría y clínica de todas aquellas formas de expresión de la sexualidad que escapan al comportamiento “esperable”en el “sujeto normal” y el “neurótico clásico”. McDougall en principio propone redefinir y delimitar claramente las nociones de perversión y acto perverso, y pensar desde la teoría en articulación con la clínica aquellas “creaciones” que denomina “neosexualidades”, modalidades que introducen “soluciones” y alternativas ante trabajos psíquicos fallidos en lainfancia. Esta autora analiza aquellos “guiones” y comportamientos eróticos que a 18 modo de soluciones aportan la chance de crear algún tipo de encuentro sexual con un otro (la alteridad para ciertos sujetos es altamente desestabilizante). Las neosexualidades como solución “cumplen la finalidad de mantener no sólo la homeostasis libidinal, sino también la homeostasis narcisista…”. En base a estas conceptualizaciones surgidas de su experiencia clínica establece las coordenadas para una ética del analista y su práctica. Estos son algunas puntuaciones para un recorrido de Freud a Joyce McDougall, a modo de introducción a la lectura de la obra de esta autora. Bibliografía Freud, S Tres ensayos de teoría sexual Caps 1, 2 y 3. Vol. VII Ed. Amorrortu Freud, S La organización genital infantil Vol. XIX. Ed. Amorrortu Green, André Eros encadenado Cap.5 Ed. Amorrortu Allouch, Jean Rev. Litoral Horizontalidades del sexo Ediciones literales McDougall, Joyce Alegato para una cierta anormalidad Ed. Petrel MacDougall, Joyce Las mil y una caras de Eros Ed. Paidós Soler, M. Problematizando el concepto de “perversión” Ficha de Cátedra 19 Capítulo 5 Lic. Mariana Soler. Jefa de Trabajos Prácticos Problematizando el concepto de “perversión” A partir de este texto (1) es interesante realizar una nueva elaboración de “Tres ensayos” de Freud, a quien la autora cita y retoma en sus párrafos. Fundamentalmente la idea desarrollada en el primer ensayo de Freud titulado “Las aberraciones sexuales”, donde él se dedica a estudiar los “desvíos de la pulsión”: desviaciones del objeto sexual (por ejemplo en los “invertidos”) y del fin sexual (en fetichistas, exibicionistas, sadomasoquismo) Joyce MacDougall propone otros criterios para definir a la perversión. 1)- Se separa de la connotación peyorativa de la palabra perversión, a la cual se asocia “perversidad , inclinación al mal”; o “aberración, desviación de la pulsión” según Freud. 2)- Tampoco la define según la práctica sexual, ya que aunque resulten insólitos, complicados o de naturaleza heterodoxa los guiones sexuales que un sujeto presente, si no implican sufrimiento para sí mismo o para el otro, no los considera perversos. Incluso ubica una posición ética del analista , en tanto señala: “Nosotros no tenemos ninguna razón para desearles a estos pacientes otras metas eróticas; si esa es nuestra ambición ,¡el problema es nuestro y no de ellos!” 3)- El criterio que ella propone en este capítulo implica diferenciar al sujeto de las formaciones clínicas. Dice: “No es pertinente designar a una persona (con su singularidad propia) “neurótica”, “psicótica”, “psicosomática” o “perversa”, pues cada una de las categorías clínicas encierra un número infinito de variantes. Estas etiquetas deberían aplicarse a los síntomas o formaciones psíquicas, más bien que a las personas.” Podemos entender que cuando parte del concepto de síntoma es para definir a la perversión y formaciones neosexuales, dando cuenta de las formaciones psíquicas que están en juego en estas problemáticas. Es decir, dando cuenta de la categoría psíquica que se ha podido constituir (en forma fallida o no) en cada organización psíquica. La autora ubicará a lo largo del capítulo, la categoría psíquica de la alteridad como aquella que se encuentra fallida en la formación psíquica de la perversión. Luego la autora plantea que ella hace años que busca definir lo que , “desde el punto de vista psicoanalítico podría constituir un síntoma en las actividades o elecciones de objetos sexuales de los adultos.” Precisa que a su criterio, “ las preferencias sexuales 20 sólo son un problema para analizar, cuando el sujeto vive su forma de sexualidad como fuente de sufrimiento, y por lo tanto no totalmente conforme a su sí-mismo.” Es decir que sólo se constituye en un síntoma que requiere de una búsqueda de solución si es “yodistónico” , si su predilección sexual le provoca sufrimiento. Otro concepto que introduce la autora es el de guión erótico. “Nuestros pacientes describen variedad infinita de guiones eróticos de objetos fetiches, disfraces, etc...son como espacios privados no compulsivos, ni indispensables para el placer sexual....”. Hay tantas variedades de actos y formas de relación homosexual como de actos y relaciones heterosexuales.” En cambio, precisa que en otros pacientes (homo o heterosexuales), “las puestas en escena eróticas constituyen las únicas condiciones que les permiten llegar a comprometerse en relaciones sexuales.” Los guiones eróticos “complejos e ineluctables, no sólo contribuyen a asegurar el sentimiento de la identidad sexual sino que a menudo se revelan como técnicas de supervivencia psíquica en cuanto salvaguardan al mismo tiempo el sentimiento de identidad subjetiva.” La autora aquí ubica otra problemática que concierne a la ética y responsabilidad del analista. Si un paciente sostiene un guión erótico como una “técnica de supervivencia” que no sólo es el único modo de vincularse sexualmente a otros, sino que además sostiene su integración subjetiva; es responsabilidad del analista no intentar modificar este sistema de defensa hasta que no se constituyan otros recursos psíquicos, ya que ello puede producir un verdadero derrumbe psíquico. A partir de los guiones eróticos que se constituyen en defensas, en “técnicas de supervivencias” es que Joyce MacDougall conceptualiza a las neosexualidades: Dentro de las neosexualidades, ¿qué es lo que define la perversión? “Desearía reservar esta palabra para ciertas formas de relación: las relaciones sexuales impuestas por un individuo a otro no consintiente (voyeurismo, violación, abusos sexuales, violencia) o no responsable (niño, adulto mentalmente perturbado)” Importa subrayar que casi siempre estos actos son acciones sexuales además condenadas por la ley”. De este modo propone definir como perversiones aquellas formaciones psíquicas donde está fallida la constitución de la categoría de la alteridad: “uno de los partenaires es completamente indiferente a la responsabilidad, las necesidades o los deseos del otro.” Poder construír la categoría de la alteridad implica poder reconocer al otro en dos sentidos: 1) El otro como cuerpo separado. 2) El otro como sujeto de deseo. 21 Esta categoría psíquica empieza a constituirse en los primeros tiempos de la infancia, y es en la adolescencia y con el hallazgo de objeto que se vuelve a poner en cuestión. Cerrando en este punto, señala que dada la variedad de las formaciones psicosexuales es necesario nombrarlas en plural: las heterosexualidades; las homosexualidades y agrega las “sexualidades autoeróticas a las cuales se entregan en soledad sadomasoquistas,fetichistas y travestis... prácticas que pueden considerarse como formas desviadas de la masturbación.” Bibliografía: (1) Las mil y una caras de Eros. Cap. 10. Las soluciones neosexuales Joyce MacDougall. Paidós. 1988 Buenos Aires. 22 Capitulo 6 Lic. Graciela Saladino Jefa de Trabajos Prácticos Las Transformaciones Fisiológicas Puberales La palabra pubertad procede del latín “pubes”( que quiere decir pelos) y, en efecto, la aparición del vello en el pubis, en las extremidades y en las mejillas (en el caso de los varones) es uno de sus signos. Los cambios se suceden a lo largo de unos años e implican una enorme transformación en el sujeto. A partir de los 10 años y hasta los 12 o 13 años (con variaciones individuales), éstos cambios se traducen en un mayor crecimiento y maduración destinados ambos a crear nuevas funciones. Los cambios se dan en ambos sexos aunque con algunas diferencias; éste proceso se pone en marcha por la acción de determinadas glándulas (hipófisis, testículos, ovarios) que, ya maduras, segregan las hormonas que modifican los órganos para los cuales están destinadas. A partir de estos cambios los/las jóvenes ya están en condiciones de procrear. Talla: Aumento rápido de la talla que lleva a un crecimiento desordenado (crecen primero los pies y las manos). El crecimiento puberal es en principio disarmónico y con sustanciales diferencias en varones y mujeres, en comparación con la etapa anterior en la cual el crecimiento era armonioso y similar en ambos sexos. En los varones el mayor crecimiento se da a partir de los 13 años y, en promedio llegan a crecer 12-13 cm. por año. En la mujer el período de mayor crecimiento (9- 10 cm. por año) se da antes de la menarca (primera menstruación) y luego disminuye el ritmo. Esto lleva a que, en la primera etapa, las chicas sean más altas que los varones. Cambios en la estructura ósea: Se produce en el varón un aumento del tamaño de los hombros y dorso, y en las mujeres crece predominantemente la cintura pelviana (lo que favorecerá el desarrollo uterino durante el embarazo). Distribución del vello: En ambos sexos aparece el vello en la zona pubiana. La distribución del vello pubiano en varones y mujeres es distinta: con forma de triángulo en la mujer y romboidal en el varón. El desarrollo del vello pubiano mas los cambios genitales en el varón y en las mamas en la mujer llevan a una clasificación de la madurez puberal. Aparece el bozo o bigote en ambos sexos y posteriormente la barba en el varón, también el vello axilar y el aumento del mismo en miembros superiores e inferiores. 23 Genitales: En el varón se produce un aumento en el tamaño del pene, primero en longitud y luego en diámetro. Se da un aumento de tamaño en bolsas y testículos. Las erecciones se hacen mas frecuentes y aparecen las primeras poluciones nocturnas (pérdidas involuntarias de líquido seminal durante el sueño alrededor de los 12-13 años). En la mujer se da una mayor turgencia de la vulva, aparición de flujo vaginal de características normales y, alrededor de los 12 años la menarca. Los ciclos posteriores a la primera menstruación pueden ser regulares o no, ovulatorios o no (los primeros ciclos son en general anaovulatorios). Se supone que, una mujer debe tener ciclos mas o menos regulares a partir de los dos años de edad ginecológica (esta edad comienza con la menarca). Desarrollo mamario: En la mujer comienza alrededor de los 10años, con cambios a veces unilaterales o sea desarrollo de una sola mama y que luego de unos meses se iguala con la otra. En los varones se produce frecuentemente el aumento de tamaño de las mamas que luego retrogradan casi siempre espontáneamente. Otros cambios: En el varón la propulsión de la laringe hacia adelante (nuez de Adán) da como resultado la voz mas grave, el cambio de la voz es mas neto en los varones que en las chicas y, en éste período, le produce por momentos la voz distonal. Al final del proceso puberal el/la jóven es núbil, con un cuerpo fisiológicamente apto para la práctica genital y la procreación, pero, la fisiología no alcanza para explicar el cuerpo erógeno ni la exquisita complejidad de la sexualidad humana que, desde el inicio de la vida, está atravesada por vicisitudes vinculares. Freud nos enseñó en sus Tres Ensayos para una Teoría Sexual como la sexualidad humana “nace” apoyada en funciones vitales y en relación con el encuentro con la madre. Es ésta quien, con sus cuidados, es distribuidora de libido en el hijo; aporta el “plus” de placer necesario para el nacimiento de la vida psíquica, de la pulsión, de la sexualidad..(1) Freud postula ésta relación como paradigmática para todo vínculo de amor; relación fundante del cuerpo erógeno y matriz vincular. Debemos agregar además los condicionamientos culturales que marcan los comportamientos sexuales y genéricos en los distintos momentos históricos o distintos sectores sociales. El antiguo Egipto fue una sociedad excepcionalmente sensual, se creía que el sexo formaba parte de la naturaleza humana y, como tal, no debía generar culpa. No se desalentaba ni castigaba el divorcio, el adulterio, ni el travestismo; la virginidad no se veneraba como un ideal, se aceptaba la homosexualidad siendo legitimada , en ocasiones, a través del matrimonio religioso entre un hombre y un travestido. En la antigua Grecia la homosexualidad era aceptada, incluso las familias dejaban a sus jóvenes hijos con los maestros que los inciaban no solo en el aprendizaje de las ciencias sino que los iniciaban sexualmente sin que por esto se los considerara homosexuales. Se creía que solo los hombres podían transmitir lo relativo a la sexualidad y el amor y, recién después de éste paso el joven podía elegir una compañera. Margaret Mead, antropóloga cultural norteamericana (1901-1978), publicó en el año 1928 su libro “ Adolescencia, Cultura y Sexualidad en Samoa”; lo que originó su viaje 24 de investigación que concluyó con la publicación de su libro. Fue a investigar si las dificultades que angustiaban a los adolescentes norteamericanos -respecto de la sexualidad- eran debido a …”la adolescencia o a la civilización y si en diferentes culturas la adolescencia es diferente”…Entrevistó con la ayuda de un intérprete a mujeres samoanos entre 10 y 20 años y comprobó que en ésa cultura la aparición de las reglas era tomado muy naturalmente, las jóvenes no tenían dolores menstruales. El paso de la infancia a la adolescencia no estaba marcado por las angustias que se observaban en los jóvenes americanos. Las samoanas postergaban el matrimonio mientras disfrutaban del sexo casual y, una vez casadas podían criar a sus hijos sin inconvenientes. Aparentemente la posterior conversión de los samoanos al catolicismo cambió sus costumbres (esto fue publicado en trabajos posteriores a la muerte de M. Mead y por otros antropólogos). No podemos dejar de mencionar a las histéricas de Freud tan condicionadaspor la moral victoriana y como influyeron los usos y costumbres de la época en las teorizaciones Freudianas respecto de su concepción sobre la sexualidad femenina. Quizás los ritos de pasaje (ritos iniciáticos) que nuestras sociedades ya no conocen ayudaban a los jóvenes en el paso de la infancia a la edad adulta; en estos rituales la promoción era validada por todo el grupo social que participaba emocionalmente haciendo un trabajo de acompañamiento… En nuestro país, recientemente, se presentaron los resultados de una encuesta llevada a cabo entre los años 2005 y 2006, en el marco del Programa de Salud Sexual y Reproductiva . La encuesta se realizó a nivel nacional, fue dirigida a mujeres entre 10 y 49 años y, los resultados obtenidos, se utilizarán para encaminar y priorizar las acciones a seguir en dicho programa. Se testearon 7713 mujeres en edad fértil. Algunas de las conclusiones de la encuesta: El 50% de las mujeres se inició sexualmente entre los 15 y los 19 años; casi 8 de cada 10 mujeres activas sexualmente utiliza algún método anticonceptivo. El método de anticoncepción mas utilizado es el preservativo, seguido por la píldora y el D.I.U. El promedio de hijos por mujer, a nivel nacional, es de dos hijos por cada una; ahora bién, el estudio muestra las grandes diferencias, tanto en la información sobre anticoncepción, como en la cantidad de hijos según las zonas del país. El relevamiento encontró que, a medida que aumenta el nivel sociocultural de la mujer, disminuye el número de hijos que tiene. La educación y la pobreza condicionan también el uso de los métodos anticonceptivos. En el NOA, las mujeres no solo utilizan con menos frecuencia la anticoncepción , sino que recurren con mas frecuencia a métodos menos eficaces como, por ejemplo, el método promovido por la Iglesia Católica (el método del ritmo ovulatorio); es en ésta zona del país en donde se registra el mayor número de hijos por mujer. Metamorfosis de la Pubertad Con la metamorfosis de la pubertad, la sexualidad infantil se integra en la sexualidad adulta bajo la égida del primado genital; se reorganiza lo que había y se agrega algo nuevo: el placer final. Traumatismo por excelencia, la pubertad, impone un trabajo a la psique: apropiarse de ese cuerpo capaz de procrear y, al mismo tiempo, es la reorganización de una antigua lógica del placer, ahora bajo el dominio de la genitalidad adquirida (2) 25 En la pubertad reemerge la masturbación (mas ostensible en el varón y generalmente mas encubierta en la jóven), primero como descarga de tensión, luego como prueba, como ensayo (con efecto de ligadura) , ésta precede lo que será el “trabajo adolescente”: la salida a la búsqueda- creación del objeto por fuera del cuerpo propio, y por fuera del cuerpo familiar, trabajo que se inscribe como “creación propia”(3), puesta en escena de una sexualidad que, incluyendo el pasado historizado, satisfaga también las necesidades de ternura. Es en este sentido que nos dice Ricardo Rodulfo que “la iniciación sexual en la adolescencia es el verdadero pasaje de lo fálico a lo genital; la función del orgasmo en la adolescencia (no como descarga de tipo económico sino en una experiencia erótica, en una verdadera intersubjetividad) es un acontecimiento estructurante. Algo se termina de escribir y algo se resignifica en cuanto a la vivencia de satisfacción…(4) La práctica genital requiere de un tiempo de conocimiento y ejercitación hasta su acomodamiento. Las características de la excitación en el hombre y en la mujer son distintas, como son diferentes los orgasmos femeninos y los masculinos. El encuentro sexual incluye todo el cuerpo y los sentidos, en un tiempo suspendido y con la ilusión de pérdida momentánea del propio contorno (los franceses se refieren al climax como pequeña muerte); en este encuentro cada sujeto tendrá una modalidad propia, de acuerdo a su historia. Fuente: Ficha del Dr. Carlos Teselman, médico coordinador del área Adolescencia del Hospital “José Ramos Mejía”de la Ciudad de Buenos Aires. Diario Página 12, (fecha 26 de febrero del 2007 ) artículo “Habrá orgasmos para todos”. Diario Página 12, (fecha 8 de marzo del 2007) artículo “ Radiografía de la Salud Sexual en Argentina. (1) A la luz de nuevos aportes psicoanalíticos, surgidos del abordaje de patologías tempranas graves como el autismo, y rastreados en la obra de Piera Aulagnier y D. Winnicott entre otros autores, se reformulará el concepto de apoyatura introducido por Freud . Este tema lo encontrarán desarrollado en el trabajo del Profesor Adrián Grassi “Lo Originario” (2) Diarios Clínicos “La Pubertad: Un Traumatismo?” María Cristina Rother. (3) Metamorfosis de la pubertad: el hallazgo (?) de objeto, su “registro originario”. Profesor Adrián Grassi. (4) Diarios Clínicos “La Pubertad :Un Traumatismo?” Maria Cristina Rother.
Compartir