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T1-RB-Moreira El argentino de la lengua- 2020

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El argentino de la lengua
«Ya Schopenhauer escribió que la vida y los sueños eran hojas de un mismo libro, y que leerlas en orden es vivir; hojearlas, soñar». Borges J. L. (1958, p. 649) Otras Inquisiciones.
Lenguaje
Lengua
Lalangue
Escritura
Diego Moreira 
Aquí, hablar del lenguaje es hablar de los fundamentos de lo anímico. Es mencionar una configuración de rasgos comunes y constantes en sus cambios. Es referirse a lo pasadero y a lo impasadero. Es evocar su noción como presente en las diferentes lenguas. Es aludir a su transmisión que se enlaza a la función de la palabra. También es evocar el ausente, el lenguaje del ausente, como Freud (1930a) concibió a la escritura. Todas estas alusiones corresponden al lenguaje, algunas de ellas, principalmente la lengua y la escritura requieren su elucidación.
 
Entonces, ¿qué es la lengua?
Consideremos la noción de lengua como diferente del lenguaje. Los inicios de este distingo se encuentran en la lingüística de F. Saussure (1916), cuya conceptualización fue tomada y replanteada por el psicoanálisis.
 
 Cuando hablamos de lengua, nos referimos fundamentalmente a la lengua materna, a un residuo histórico de equívocos, que posee una musicalidad imposible de traducir y olvidar y en la cual el sujeto se constituye y se siente amado. En este sentido la lengua argentina, como lengua materna se estructura en el destierro y en la nostalgia de un tiempo perdido. Se constituyó de la azarosa conjunción de las lenguas originarias, europeas y africanas, de la traducción, siempre inadecuada, de unas en otras. Afín con las lenguas que se encuentran en su origen, pero diferente en el placer del ritmo o de la rima. Ella está hecha sobre todo de operaciones y olvido.
Ahora bien, de acuerdo a su posición en el lenguaje, el niño y el adolescente, efectúan cierta apropiación de la lengua mediante el habla, el juego, el modelado, el dibujo y la escritura. Ambos, lenguaje y lengua, se constituyen como diversos posicionamientos o estratos de lo anímico. 
Cuando el niño se apropia de la lengua apelando al habla, escucha y lee diferencias de sonidos y escansiones temporales. Al leer letras se pierde la voz. Y la voz sólo puede ser oída y no escuchada.
Decíamos al comienzo que el lenguaje se encuentra en el fundamento de lo anímico. Pero, ¿de qué lenguaje se trata?
En la carta 52 a Fliess, Freud (1950a) describe lo anímico como un conjunto estratificado de escrituras y reescrituras, con sus correspondientes nexos. Y considera a estas reescrituras dependiendo de una traducción abstracta distante de toda hipótesis óptica o neuronal.
 
En Lacan, Seminario del 20 de diciembre de 1977, se lee: "Ni en lo que dice el analizante, ni en lo que dice el analista hay otra cosa que escritura..."
Ahora bien, en este contexto de una clínica del escrito, hay un tema que no puede eludirse: un tríptico singular que incluye operaciones como: la transcripción, la traducción y la transliteración (Allouch, 1984). Cuando el escrito se ajusta al sonido lo denominamos, transcripción (escritura fonética); cuando se ajusta al sentido lo llamamos, traducción (decir lo mismo con otras palabras) y cuando se ajusta a la letra, transliteración (ejemplo, el sueño).
¿Cómo piensa Freud la escritura?
En el “Malestar en la Cultura” define a la escritura como el “lenguaje del ausente”. (Freud, 1930a) Es decir, que lo anímico, y desde luego, el sujeto, se constituye en un lenguaje en el que cobra privilegio la escritura, como indicio de un ausente.
 Así, por ejemplo: la fobia del pequeño Hans, y de acuerdo a su posición en el lenguaje, era una fobia en lengua alemana y sólo en ella podía ser conjeturada [por ejemplo, Pferd (caballo), en alemán tiene cierta asonancia con Freud]. Se trataba de textos escritos por el padre, y anticipados al autor del psicoanálisis. 
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En la teoría que ideó Freud, cada síntoma, cada suplencia, cada rasgo, cada inhibición, se define a partir del lenguaje y la lengua. 
En "Fetichismo: lo simbólico, lo imaginario y lo real" de Lacan (1956), se lee: "Freud nos ha enseñado y mostrado que los síntomas hablan en palabras, que al igual que los sueños, están construidos de oraciones y frases". 
Así, un muchacho que había migrado de Inglaterra a Alemania y olvidado casi por completo su lengua materna, había estructurado como condición fetiche un cierto "brillo en la nariz". Freud, 1927, nos dice que ese fetiche “no debía leerse en alemán sino en la lengua materna”, es decir, en inglés: La frase en alemán "glanz auf der nase” (“brillo sobre la nariz”) remitía al texto subyacente en ingles una "mirada sobre la nariz" (glance = "mirada" en inglés). El fetiche en cuestión era la nariz, pero una nariz a la cual le atribuía una luz brillante y singular que otros no podían observar.
 
En este sentido no sólo el sujeto se despliega y encarna en el lenguaje, sino también la cultura y el modo de producción.
Sólo Freud y en lengua alemana, no como un hecho contingente, pudo escribir el psicoanálisis. Otros autores y otras lenguas se han abstenido de escribirlo.
Considerar que este psicoanálisis alemán, no pierde nada de su especificidad y esencia por obra de la traducción a otras lenguas, presupone por lo menos una traducción sin faltas. Por el contrario, la traducción a diversas lenguas ha fundado psicoanálisis afines pero diferentes. Por ejemplo, la forma de un acto fallido, o de un sueño, permanece constante, pero difieren los contenidos. 
Así, ¿es posible hablar de un inconsciente estructurado como un lenguaje indoeuropeo? ¿O constituido como una escritura alfabética? Recordemos que Lacan afirma que no hay inconsciente en japonés, ya que para su configuración se requiere de una instancia de la letra. 
Puedo agregar que “La interpretación de los sueños” pone en evidencia un vínculo inevitable entre la lengua y los sueños, es más, Ferenczi comentado por Freud en el texto mencionado sostenía que toda lengua albergaba su propia lengua de los sueños, de allí las dificultades de su traducción. 
Por su parte, Lacan (1976) nos advierte que el lenguaje es un medio tan real como el mundo exterior, pero que hay que estar tan capturados por las imaginaciones que han configurado la teoría del conocimiento como los métodos de educación para eludir el hecho de que el hombre nace tan inmerso en un baño de lenguaje como inmerso en el medio denominado natural.
Incluso, la determinación por este baño del lenguaje es previa a su nacimiento, ya que los padres lo reciben en el deseo, “quiéranlo o no”, como un objeto privilegiado.
 Al respecto, Freud (1950a) afirma que somos hablados por el otro, pero por uno “prehistórico inolvidable”. En nuestro caso ese otro “inolvidable” no es otro que el estrato conformado por las lenguas originarias.
Ahora bien, la palabra implica una presencia hecha de ausencia. La ausencia es nombrada en un momento original en el juego del pequeño. De esta pareja de presencia y ausencia nace el universo de sentido de la lengua donde se ordena el universo de las cosas.
Las primeras palabras oídas hacen que cada cual tenga su inconsciente, y sabemos que es la estructura del lenguaje lo que la experiencia psicoanalítica descubre en el inconsciente. (Lacan, 1976, Apertura a la sección clínica).
Ahora bien, la palabra porta el malentendido, se trata de la dimensión de la falta en el lenguaje. El malentendido viene de antes, puesto que ya antes del legado se forma parte o se da parte del farfullar de los ascendientes.
Hay una historia del destino del psicoanálisis cuya lengua materna es el argentino (o el indoamericano), estrechamente ligado a las nuevas traducciones y producciones. Así, la versión del psicoanálisis derivado de la traducción del trieb freudiano como “instinto”, es diferente a la versión basada en la traducción del trieb como “pulsión” o dérive ("deriva"). Y todas a su vez difieren de la versión de la última traducción de J. L. Etcheverry del trieb como “querencia”.
Así, todo lo que hagamos los argentinos, síntomas, obras de arte o de ciencia, será en lengua argentinae involucrara a nuestra historia, y a su fundamento escrito en las lenguas de los pueblos originarios.
 El carácter marginal de nuestro psicoanálisis alejado de las grandes escuelas europeas, tiene la posibilidad de construir una manera propia, e irreverente de las grandes teorías. Y aún más: prescindir de un psicoanálisis único y globalizado.
Para concluir, vincular el nombre de Freud al de Lacan, al de Wittgensttein, al de Heidegger y al de Borges no es una operación sencilla. Los cinco no admiten que sus teorías sean reducidas a las otras. Sin embargo, el lenguaje permite cierta relación: para los cinco el lenguaje es signo de su obra. Así para Wittgensttein los límites de su lengua constituyen los límites de su mundo; para Heidegger el lenguaje es la morada del ser; para Borges el lenguaje es una manera de sentir el mundo, es una literatura posible incluso si no llega a serlo; para Lacan el inconsciente está estructurado como un lenguaje; mientras que para Freud lo anímico se fundamenta en un lenguaje, que, como lenguaje del ausente, como escritura, es el texto genuino de la querencia.
� Para Lacan (1974, p. 65) “... el lenguaje no está hecho de palabras, él es el lazo por el cual el verbo –das Wort-, la acción del hacer-se pulsional- establece esa unidad única que habrá que romper para que el sentido desaparezca.. -Para que surja el sentido del que- lalengua está hecha... . Por la ambigüedad de cada palabra ella se presta a esta función: en ella el sentido fluye copiosamente, (...) es por placer que por último es detenido por copelas -copitas en que se funden el oro y la plata para quitarle sus impurezas -. Porque lalengua, es eso (...). Sería el sentido mismo de las palabras lo que en este caso se suspende. Por lo cual, emerge de ello el modo de lo posible. Que al fin de cuentas algo que se ha dicho deja de escribirse. Lo cual demuestra que finalmente todo es posible por las palabras -mots y justamente a causa de esta condición: que ya no tengan sentido...”
� Saussure F. (1916) Curso de lingüística general, Losada, Buenos Aires 1973, 12ª ed.
� Hacia 1970 en Radiofonía, Lacan replantea su concepción de la metáfora y de la metonimia, que había tomado de Roman Jakobson, enlazando estas figuras retóricas al gozo. Así, el lenguaje se instaura como condición del inconsciente. Aquí, la barra del algoritmo no es ya "resistente a la significación", (La instancia de la letra), sino que se constituye a la manera de un "borde real". 
� La lengua, tiene un valor de cambio más allá de su valor de uso, lo que le otorga un valor colectivo.
� La postulación del indoeuropeo, conocido antiguamente como indogermánico, implica el nacimiento de la lingüística moderna. Para Benveniste (1989) el indoeuropeo se constituye como una familia de lenguas que derivan de una lengua común, que con el transcurrir de los siglos se fueron diferenciando. De esta realidad lingüística no se conserva ningún texto, sino sólo el testimonio y reconstrucción a partir de las huellas que se encuentran en el sánscrito, el griego, el latín y las lenguas modernas europeas. Su conjetura subvirtió la conceptualización de las lenguas en el siglo XIX. (E. Benveniste, «Vocabulario de las Instituciones Indoeuropeas». Taurus. Ediciones, Madrid, 1983). 
� Lacan (1972) introduce el neologismo “parlétre”, que se puede descomponer en el sustantivo “étre” (ser) y el verbo “parler” (hablar), para poner de relieve que el ser se constituye en y a partir del lenguaje. Es decir, que se trata de un ser hablante, de un sujeto constituido por la acción de la palabra. Harari (1996) considera que parlêtre tiene cierta homofonía con par la lettre (por la letra), de manera que parlêtre implicaría llegar a ser alguien por la letra, por la palabra.
� Recordemos que la investigación freudiana releva la pregunta por el ser, para privilegiar el interrogante por la función y por el lugar, como se pone en evidencia en el “Proyecto de una psicología” (Freud, 1950a).
� Freud S. (1930a [1929]) El malestar en la cultura. A.E., Vol. 21.
� Si consideramos la escritura matemática nos encontramos que es diferente y menos afectada por connotaciones y sobredeterminaciones significantes que la escritura fonética. Así, podemos observar que "el algoritmo no tiene ningún sentido". En el Seminario 9, La interpretación, Lacan (1961/62) propone para el significante la siguiente fórmula: "el significante representa, al sujeto para otro significante",
� En "La instancia de la letra..." Lacan (1966) considera las diferencias entre el escrito y la palabra. Sostiene que en el escrito se procura reducir las posibilidades de opción para el lector, de manera que opere como una cierta guía acotando los deslizamientos posibles.. 
� Freud S. (1927e) “Fetichismo” AE. Vol. 21
� Lacan, J. (1976) -Breve discurso en la O.R.T.F.
� Hacia la década del 60, Lacan (1966) en “La subversión del sujeto”, considera la palabra dérive ("deriva") como posible traducción al francés del trieb freudiano. 
� El intento del Reino de España de otorgar al Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española (SIELE) un valor universal y hegemónico, para certificar el “correcto” dominio de la lengua castellana, perjudica la independencia lingüística de indoamérica. El esfuerzo por llamar español a nuestra lengua, afecta la singularidad de las identificaciones de la comunidad indoamericana, privilegiando los intereses coloniales del capital financiero internacional.

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