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1 Revista Tramas Subjetividad y Procesos Sociales Universidad Autónoma Metropolitana México LAS FÁBRICAS SIN PATRÓN EN ARGENTINA Autores: Ana M. Fernández1, Xabier Imaz2, Cecilia Calloway3 Buenos Aires, Noviembre de 2005 1 Profesora e Investigadora de la Universidad de Buenos Aires, profesora Titular Plenaria Cátedra teoría y Técnica de Grupos e Introducción de los Estudios de Género y Directora del Programa de Actualización En el Campo de problemas de la Subjetividad Facultad de Psicología U.B.A. Dirección:J.A.Cabrera 4448. C.A.B.A. Tel /Fax: 4899-0743. E-mail: ana_fernandez@fullzero.com.ar. 2 Xavier Imaz, Docente e Investigador de la Universidad de Buenos Aires. Docente de la cátedra Teoría y Técnica de Grupos y de la Cátedra Introducción a los Estudios de Género; Facultad de Psicología, U.B.A. Dirección Hipólito Irigoyen 3560 6°19, C.A.B.A. E-mail: xbimaz@psi.uba.ar 3 Cecilia Calloway, Docente e Investigadora de la Universidad de Buenos Aires. Docente de la Cátedra Teoría y Técnica de grupos Facultad de psicología, U.B.A. Dirección: Rio de Janeiro 783 5°D. E-mail: ceciliacalloway@yahoo.com.ar. 2 Resumen Este trabajo presenta la experiencia de recuperación de fábricas y empresas por parte de sus trabajadores, en la ciudad de Buenos Aires_ Las políticas económicas neoliberales adoptadas en la década de 1990 desencadenaron una crisis, que causó el cierre más de 5000 empresas. Algunos trabajadores las "ocuparon” y comenzaron a producir en medio de represiones policiales, amenazas de desalojos y solidaridades de vecinos y organizaciones populares. Son unas 170 empresas y 12.000 trabajadores. Se organizaron en forma autogestiva, tomando las decisiones mediante dispositivos asamblearios horizontales de democracia directa. Se analiza la producción de significaciones, la lucha y su relación con la capacidad de invención colectiva, como así también las dimensiones: productiva, política, legal y subjetiva de la invención de "las fábricas sin patrón”. Se considera que estos emprendimientos autogestivos no hubieran podido crearse y sostenerse sin amplias transformaciones subjetivas de sus protagonistas. Finalmente, se pone en consideración la radicalidad que estos colectivos despliegan, pensando estas experiencias como un germinal politico en curso. Abstract This paper presents the experience of recovering factories and companies by the workers in Buenos Aires City. The neoliberal economic politics adopted in the decade of 1990 unleashed a crisis that caused the closing of more than 5000 companies. Some workers occupied them and began to produce amid police repressions, dislodge threats and neighbours' and popular organizations' solidarity. They are about 170 companies and 12.000 workers. They are organized in a self-managed way, taking decisions by means of horizontal assembly mechanisms of direct democracy. They are analyzed the production of significances, the fight and its relationship with the capability of collective invention and the dimensions productive, political legal and subjective of the factories without owners. It is considered that these ''factories without owners” had not been able to create and subsist without their main characters wide subjective transformations. Finally it is considered the radicality of this autogestive collectives produces, thinking these experiences like a politic germinal in course I. Introducción Este trabajo presenta algunas consideraciones en torno a la experiencia de la recuperación por parte de sus trabajadores de diversas fábricas y empresas en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires4. 4 Si bien se hace referencia a las fábricas empresas recuperadas de la Ciudad de Buenos Aires también se toman en consideración experiencias del resto del país. Estas experiencias se desarrollaron a partir de la crisis económica que comenzó a desencadenarse a partir del año 2000 en la Argentina. Si bien muchas de ellas fueron tomadas por sus trabajadores con anterioridad a los acontecimientos de la revuelta del 19 y 20 de diciembre del 2001 las acciones colectivas que a partir de dicha revuelta se desencadenaron en diferentes espacios sociales -desde movimientos de desocupados hasta asambleas barriales- aceleraron y profundizaron la toma de fábricas y las decisiones de las asambleas de sus operarios de poner las empresas a producir por sus propios medios. Durante el año 2001 fueron numerosas las fábricas y empresas que fueron cerradas, siendo frecuente que los obreros y empleados no recibieran ningún tipo de pago de salarlos adeudados indemnizaciones. En muchos casos los trabajadores tomaron las empresas y comenzaron a producir en medio de grandes dificultades. Un rasgo característico de estos grupos es que fueron adoptando modalidades autogestivas de organización. Son empresas abandonadas o vaciadas por sus dueños que sus trabajadores han tomado y puesto a producir. Son proyectos generalmente de cooperativas autogestivas organizados a través de modalidades de decisión asamblearias, horizontales, que han recuperado la productividad y rentabilidad de las mismas en medio de represión policial, amenazas de desalojos y solidaridades de vecinos y organizaciones populares. Estas fábricas sin patrón, como se las llama, no hubieran podido crearse y mucho menos sostenerse sin amplias transformaciones subjetivas de sus protagonistas, Esta situación puede pensarse como el resultado de una serie de políticas económicas de tipo neoliberal adoptadas en la década de 1990, que además de generar un gran endeudamiento del país, fueron produciendo un literal desmantelamiento de la industria local, sobre todo de las medianas y pequeñas industrias que no podían competir con precios internacionales extremadamente bajos debido a un cambio fijo muy desfavorable para el sector productivo, En general algunos empresarios optaron por vender sus empresas a grandes grupos económicos internacionales o grupos más concentrados dentro de su propia actividad. Otros, en cambio, decidieron continuar y fueron acumulando deudas a la espera de un entorno económico más favorable, esto en la mayoría de los casos los llevó a situaciones de quiebra. Finalmente, otros optaron por una estrategia bastante habitual en Argentina que se denomina "vaciamiento”, esto significa que antes de llegar a una situación de quiebra se descapitaliza a la empresa con diversos métodos poniendo a salvo el capital en el exterior o en una nueva empresa, dejando de pagar los impuestos, los aportes al sistema de seguro social, las deudas con los proveedores y los sueldos de los trabajadores. En estos casos, fue bastante frecuente que de un día para otro los propietarios “desaparecieran”, quedando la fábrica sin dirección. Lo que podría pensarse como una quiebra de hecho. En los dos últimos casos, el de quiebra y el de vaciamiento, al quedar las fábricas intactas y aptas para producir, un modo de sobrevivir que fueron encontrando los trabajadores, luego de meses sin cobrar ni sueldos ni indemnizaciones, fue el de "tomar" la fábrica y ponerla a producir de un modo autogestivo. Esto en medio de complejos procesos legales donde se dirimia la propiedad de los 4 edificios y de las maquinarias. En muchos casos, como el de la fábrica textil "Brukman" (López, Imaz., Ojám, Calloway, 2003: 3), esto ha involucrado diversos intentos de desalojo, varios de ellos mediante una muy fuerte represión policial Actualmente la mayoría de estos conflictos se ha ido encaminando, decretándose las quiebras y entregando el control de las fábricas a los trabajadores. Respecto a la cuestión legal5 algunos obtuvieron la posesión de los edificios y de las máquinas, otros lograron sólo el uso de los mismos por un tiempo,que en general se estableció por un período de dos años (con posibilidad de renovación) hasta tanto se resolvieran las cuestiones legales. En casi todos los casos se constituyeron cooperativas de trabajadores, que en general continúan funcionando de un modo autogestivo. La mayoría de estas fábricas se encuentran actualmente en producción. Pensando el fenómeno en cifras, podemos decir que son alrededor de 170 la totalidad de fábricas y empresas recuperadas. Siendo aproximadamente 12.000 los trabajadores que las impulsan6. Los rubros que abarcan son diversos, encontramos metalúrgicas (que constituyen el 25% del total), frigoríficos, imprentas, textiles, fabricantes de aparatos eléctricos, etc La mitad eran firmas de más de un cuarti de décadas de trayectoria que, en el momento de su recuperación por parte de los trabajadores, promediaban los 60 empleados. En la actualidad algunas de ellas han incorporado nuevos trabajadores a su planta originaria. Sus trabajadores frecuentemente eran operarios con mucha antigüedad, de planta, por lo que no se los había despedido. Esta situación proporcionó dos elementos fundamentales para la posibilidad de volver a poner en funcionamiento dichas unidades productivas. Por una parte los trabajadores contaban con un buen conocimiento de su oficio y del manejo de las máquinas (Rebon, 2004: 541). a su vez, la situación era vivida por sus protagonistas como “última oportunidad” para evitar caer en un tipo de desocupación que dadas las características de la crisis y la ausencia en Argentina de seguro de desempleo, ponía a dichos trabajadores y a sus familias en una situación límite (Fernández, López, Ojám, Calloway, 2005 A:4). Si bien la experiencia de las fábricas y empresas gestionadas por sus trabajadores no es un proceso enteramente nuevo -en la historia de las luchas obreras encontramos experiencias de este tipo en diversos países- experiencia, la argentina presenta particularidades que interesa resaltar en esta presentación. Se pueden ubicar como uno de sus precedentes más inmediatos los movimientos de los Sin tierra de Brasil -de quienes incluso retoman una de sus consignas más conocidas 5 En un comienzo en la búsqueda de tener alguna legalidad en la tenencia de las fábricas se estableció un debate entre adoptar una modalidad de estatización con control obrero (Impulsada por el Partido Obrero y el Partido de los trabajadores Socialistas) y cooperativas antogestivas de trabajadores, generalmente con modalidades autogestivas (impulsada por el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas MNFR y el Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas MNFR. 6 Las dificultades de establecer cifras precisas son señaladas por “Las empresas recuperadas en la Argentina”. Informe del segundo relevamiento del Programa de Facultad Abierta (SEUBE- Facultad de Filosofía y Letras UBA). Buenos Aires, 2005. "ocupar, resistir, producir” -que afirman el derecho a trabajar la tierra en vez de reclamar. En este sentido Naomí Klein describe el alcance de este tipo de prácticas de la siguiente manera: "Hay conflicto incluso legal- entre el derecho a la propiedad y estos otros derechos. En Brasil por ejemplo, hay leves que dicen que la tierra no productiva puede ser ocupada y puesta a producir, En mi país (Canadá) se dice que la gente tiene derecho a la vivienda, aunque no tenga casa. En Sudáfrica la Constitución dice que todos tienen derecho al agua. Pero en la práctica todos estos derechos no se respetan y lo que se aplica es el derecho a la propiedad privada con pleno apoyo del poder estatal. Entonces plantear "don't ask, take!” no significa robar sino tomar lo que es nuestro pero se nos está negando”. (Klein, 2004: 27) Como puede constatarse, una nueva noción de propiedad está allí en juego; ya no es la propiedad privada versus la expropiación que la transforma en propiedad estatal. La idea misma de propiedad se desvanece y prevalece la idea de función social de los recursos productivos, la idea de propietario parece quedar en suspenso para dejar lugar a la idea de uso productivo. También hay un cambio en la noción de apropiación, no se "toma" para poseer o adueñarse, sino para producir y subsistir Las actuales experiencias realizadas en Argentina se fueron desarrollando en condiciones muy particulares. Hoy en día estos proyectos se desarrollan en medio de un entorno de economías neoliberales y de Estados mutados en sus funciones y objetivos prioritarios. Este contexto les ha dado una impronta muy particular a su desarrollo y su organización. Cabe señalar que han adoptando un modo autogestivo de organización, más que por inscribirse en linajes políticos insurreccionales y/o de desobediencia civil, como una forma de organización que implementan en de la ferocidad de la situación misma constituyendo una original estrategia colectiva de supervivencia. Curiosamente casi ninguno/a tenía demasiados conocimientos previos sobre cooperativismo o sobre autogestión. Podría decirse que la fuerza de las cosas es lo que les lleva a ir transitando este camino y en ese caminar se producen sorprendentes transformaciones subjetivas y políticas en muchos/as de ellos/as. II. Las consignas como producción de significaciones Respecto a las producciones de sentido que se fueron configurando en estos colectivos, hay dos consignas que no solamente insistieron a lo largo del tiempo y en multitud de espacios, sino que condensan los imaginarios y las prácticas que se fueron formando a lo largo de esta etapa constitutiva de las fábricas recuperadas. La primera nace con la experiencia de IMPA (Rebón, 2004: 33)7 y es: “ocupar. resistir, producir” consigna que como señala Naomí Klein es también utilizada por los movimientos de los 7 IMPA es una de las primeras fábricas recuperadas. Es una empresa metalúrgica que está autogestionada por sus obreros desde mayo de 1998. Ha cumplido y cumple un lugar central en el movimiento de fábricas y 6 Sin Tierra de Brasil (MST) (Klein, 2004: 27). De esta idea se pueden desplegar tres cuestiones. Una es el uso de la herramienta de la acción directa antes que cl reclamo, otra es la clara voluntad de producir, de poner como prioridad la recuperación del trabajo como derecho, como dignidad y la tercera, agotados el reclamo o la protesta la autogestión de las propias necesidades. Esta consigna condensa, entonces, todo un modelo autogestivo en acto. Cabe destacar que estos trabajadores y trabajadoras optan por asambleas horizontales como forma de organización; se resisten a la jerarquización y a la delegación, tratan de tomar sus decisiones por consenso. Esta capacidad de decidir ganada luego de una muy dura lucha, parece hacerles rechazar de un modo categórico toda forma de delegación o de heteronomía. Algo que los convierte de hecho en protagonistas de experiencias de democracia directa, tanto al interior de la fábrica como en las modalidades de sus vínculos con otras organizaciones. Han ido encontrando modos de organizarse mediante sistemas no representativos, donde las decisiones no son tomadas por delegados o representantes, sino por amplios consensos de todo el colectivo. En tal sentido innovan respecto de la modalidad representacional propia de las formas organizativas históricas de los sindicatos; más bien forman parte de las características propias de nuevas modalidades políticas que va tomado fuerza en estos últimos tiempos, siendo muy diversos los movimientos sociales que adoptan dispositivos similares como por ejemplo el Zapatismo en México, los jóvenes alter- mundistas de Europa y América del Norte, el Movimiento Sin Tierra en Brasil o Asambleas Barriales en la ciudad de Buenos Aires. “Buen aparte de estas nuevas experiencias adoptaron un ideario similar al de las organizaciones anticapitalistasque se apoyan en la horizontalidad de las decisiones, básicamente construidas a través de asambleas. El objetivo de este tipo de organización es evitar la delegación del poder en una forma piramidal que suele desembocar en la apropiación del mismo para beneficio personal por parte de un grupo dirigente.( Magnani, 2003:39). La otra consigna que puede pensarse como conclusión de un un universo de sentido que se fue construyendo en sus luchas, es la conocida "Si tocan a una tocan a todas”. Desde sus significaciones puestas en acto se apunta a constituir una red solidaria entre las fábricas recuperadas; es de destacar que esto comenzó de hecho como una práctica concreta, cuando desde las otras fábricas todos se movilizaban si se intentaba desalojar a una de ellas, para luego tomar la forma de la consigna. En este sentido es muy interesante que esta práctica de apoyo se instale aún antes de la consolidación de la red formal que constituyen los dos Movimientos de Empresas y Fábricas Recuperadas (MNER y MNFR). Un dato también significativo es que este "todas” de algún modo también implicaba a las Asambleas Barriales como a las redes informativas alternativas como Indymedia y diversos colectivos empresas recuperadas, abrió el camino y proporcionó solidaridad y convicción de que las fábricas sin patrón eran posibles. También proporcionó todo tipo de asesoramiento a los nuevos colectivos que iniciaban el camino de la autogestión. Jugó un papel decisivo en el paso de las tomas a la producción autogestiva como también en las estrategias legales a implementar. constituidos al calor de los acontecimientos del 19 y 20 de diciembre de 2001, todos muy activos en la defensa de las fábricas recuperadas transformándose en un factor que ayudó a inclinar la balanza para que la dirigencia política llegara a considerar que oponerse a las fábricas recuperadas podía implicar un costo político muy alto, que no estaban dispuestos a afrontar. Es este sentido podría suponerse que en la experiencia de las fábricas recuperadas, para su éxito y supervivencia fueron fundamentales, por un lado un protagonismo muy decidido de sus trabajadores y por el otro, un apoyo muy claro de un sector importante de la sociedad que mostró su decisión en la calle. Ante esto Cándido de la Cooperativa Chilavert dice: "Si éramos nosotros solos, nos hubieran sacado diez veces: pero no éramos nosotros solos. Eran las asambleas, los jubilados, los vecinos. La gente se está involucrando porque está podrida. De una u otra forma la gente se ve perjudicad por este sistema de mierda, entonces es la gente la que quiere cambiar, no sólo unos iluminados, estamos en el conjunto. Nosotros estamos en la avanzada pero la gente está acompañando, porque si no, esto no hubiera podido seguir”. (Magnani, 2003:79). III. Resistir e inventar SI bien la toma fábricas ha sido una forma de lucha frecuentemente implementada en la historia del movimiento obrero, esta metodología generalmente ha sido jugada como una de las formas de presión de obreros en huelga en el marco de sus protestas y/o reivindicaciones; aquí se trata de tomar la fábrica para ponerla a producir a partir del abandono o vaciamiento de las mismas por parte de sus propietarios; es decir que las razones de este accionar se basan, al menos inicialmente, en mantener la fuente de trabajo; es decir, han accionado como estrategias colectivas de supervivencia en un momento del país con más de un 20% de trabajadores desocupados y un 50% de su población por debajo de la línea de la pobreza, donde era muy difícil suponer que perdido el puesto de trabajo, se pudiera salir de la desocupación Los sindicatos no sólo no los han apoyado, sino que generalmente han intentado disuadirlos y/o han jugado a favor de la patronal. Si bien en cada fábrica recuperada el proceso de conformación de una modalidad autogestiva de producción presenta particularidades específicas puede constatarse que generalmente operan con un grado de delegación mínimo y una horizontalidad máxima. Si bien en un principio pudo considerarse la horizontalidad como un rasgo organizacional, rápidamente pudo constatarse que fue mucho más allá de cuestiones organizativas (Zibechi, 2003: 105). Se instalan otras formas de relaciones interpersonales, tanto al interior como al exterior del colectivo y se configuraron otras formas de construcción política. La horizontalidad transforma y produce nuevas relaciones sociales, políticas y subjetivas 8 Desde esta perspectiva estos emprendimientos pueden considerarse como campos experienciales, experienciarios (Fernández, 2003: 6), donde se ensayan, se ponen en juego las capacidades de invención colectiva de factores productivos, afectivo-relacionales, políticos y subjetivos de todo tipo. Junto a los nuevos modos de organizar la producción y de insertarse en la economía -en ese accionar- se instalan junto a esas nuevas prácticas fabriles nuevas formas de relaciones entre ellos/as. En el calor de sus acciones, adquieren nuevos sentidos el trabajo, el dinero, los compañeros/as, la familia. Allí en la invención de sus prácticas se despliegan -en acto- otras formas de hacer política. En el accionar de su resistencia la expulsión social, han inventado no sólo producir sin patrón y novedosas estrategias legales, sino también modalidades de acción política que han transformado sus modos de pensar, sentir, actuar, relacionarse. Esta estrecha relación entre resistencia e invención no se instala de una vez para siempre, opera en permanente tensión con tendencias a volver a instalar gerencias, por ejemplo, o a delegar en unos pocos cuestiones administrativas; dichas tensiones también están presentes en las deliberaciones sobre si tomar nuevos operarios en calidad de asalariados o socios de la cooperativa. Por otra parte, dentro de una misma fábrica son muy diferentes los grados de implicación de "compromiso" -para usar sus propias palabras- con que cada trabajador toma sus nuevas responsabilidades (López, Imaz, Ojám, Calloway, 2002 A: 5). A su vez, se sienten más libres ahora pero muchas veces también se reconocen asustados por sus nuevas tareas y responsabilidades, etc. Estas tensiones dan a estas experiencias una particular complejidad que hace que no puedan "leerse" desde esquemas simples: tampoco desde criterios de ingenuo optimismo. No puede predecirse qué rumbo van tomando. Pero también en estas complejidades está el desafío de pensarlas. Los y has protagonistas de estas experiencias para nada son ajenos a las complejidades aludidas. Muy por el contrario, expresión de ello es, por ejemplo, una adaptación que realizan de la consigna de los Sin Tierra. Dicen "ocupar, resistir, producir... y volver a resistir" aludiendo a las dificultades en las transformaciones subjetivas y políticas necesarias para sostener la autogestión. También señalan "es más fácil volver a poner la fábrica a producir que cambiar la cabeza de algunos compañeros”. ¿Qué han inventado en su resistencia a la expulsión social? Las fábricas sin patrón; a los fines expositivos se distinguen cuatro dimensiones de dicha invención: productiva, política, legal y subjetiva pero quiere aclararse de entrada, que se producen en simultáneo y que, no puede pensarse ninguna de ellas sin las otras. a) La dimensión productiva Retomando la consigna "Ocupar, resistir, producir”, podría decirse que la dinámica de estas fábricas recuperadas ha seguido ese camino. Primero fueron ocupadas, luego vino una segunda etapa de resistencia a desalojos y de enfrentar conflictos legales y en medio de los conflictos de esta segunda etapa muchas empezaron a producir para poder sostenerse económicamente. En general las ocupaciones de lasfábricas no han partido de una convicción ideológica previa, por ejemplo de lucha contra la explotación por parte del patrón o del capitalismo. No se observó ese tipo de discurso al comienzo de las tomas de las fabricas entre los trabajadores. Tampoco respondió a un plan claramente predeterminado. Por el contrario en un principio muchos tomaron la fábrica en espera del patrón, con la expectativa de que volverá y les pagará los sueldos adeudados. Cuando empiezan a darse cuenta que esto no va a suceder, allí se plantean qué hacer, cómo seguir. Para casi todos la ocupación de la fábrica estuvo dirigida a mantener los puestos de trabajo, no ha sido un medio de lucha para lograr el cumplimiento de un reclamo8, tampoco se encuadro en programas políticos de corte anticapitalista sino que han sido ocupaciones cuyo objetivo inicial fue el de volver a producir y recuperar así la condición de asalariados. Ante el vacío que dejan los dueños y directivos, tomar en sus manos la producción como un medio de seguir trabajando, sin cuestionarse en un principio la propiedad de las máquinas y edificios. Mientras tanto echan a andar los dispositivos legales que les permitan legitimar su ocupación. Su modo de producir es necesariamente innovador, no cuentan con cuadros directivos ni técnicos, no hay compradores, ni vendedores, ni ingenieros, ni gerentes. De hecho ellos mismos de a poco van asumiendo estas funciones. Organizan la producción repartiendo funciones entre todos. Se flexibilizan los puestos de trabajo, aprenden a hacer un poco de todo. Los más antiguos y experimentados organizan el trabajo pero su modo de hacerlo no se sostiene en una autoridad tal como la que podía tener un capataz o un jefe de sector. Mantienen cierta igualdad sen Jerarquías. En lugar de "jefe" algunos usan la palabra “responsable" cuya principal tarea es coordinar una serie de trabajos de modo de cumplir con los plazos convenidos con los clientes (López, Imaz, Ojám, Calloway, 2002 B: 4). "Hay coordinadores de trabajo que es la persona mas capacitada, que hace un seguimiento de toda la producción”9. Curiosamente este tipo de trabajo es visto como angustiante y estresante, “es mucha responsabilidad", suelen decir. Aparecen dificultades para regular el trabajo sin usar medios coercitivos. Inventar modos de control colectivo basados principalmente en hacer reflexionar al que no cumple, o apelando a la justicia que implicaría el reparto igualitario de los esfuerzos entre todos. Es decir que lejos de los sistemas de tradicionales donde la producción se dirige mediante dispositivos de vigilancia y castigo, tal como ha descripto Michael Foucault para los ejércitos, las cárceles, las fábricas y las escuelas de la modernidad (Foucault, 1981:175), ellos ensayan otros modos de regular las conductas, apelando a la pertenencia y a la autorregulación Este modo de producir implica una muy fuerte transformación: pone en acción prácticas y significaciones que desde hace más de tres siglos sostiene la naturalidad de organización fabril, tal como se fue generando y constituyendo a partir del capitalismo industrial. 8 Así fue por ejemplo en la ocupación de la fábrica Ford durante 18 días en el año 1985, donde ocupar fue una respuesta al despido de 33 trabajadores. 9 Entrevista a Juan Carlos, trabajador de Brukman, actual Cooperativa 18 de Diciembre, 15 de noviembre de 2002 10 Dicha estrategia de organización de la producción se sostiene en la di visión del trabajo, que produce alienación en tanto cada quién sólo conoce lo especifico de su función Por otra parte la verticalidad de las relaciones fabriles se sostiene en dos formas de autoridad. Por un lado, aquella que se sostiene en cierto saber técnico, generalmente basado en cierto monopolio del saber por parte de los cuadros dirigentes. A su vez y amalgamada con ella, opera otro tipo de autoridad más de tipo patriarcal, que caracteriza al lugar del patrón, quien al asumir el riesgo empresario se convierte en una autoridad que ordena y manda sin aceptar prácticamente ningún tipo de apelación, produciendo además una modalidad de contrato de trabajo establecido de modo tal que permita la extracción mayor de plusvalía al trabajo de sus obreros. Prácticas disciplinarias extremas e imaginarios fabriles naturalizaron estos modos de organización de la producción como los únicos posibles; tales prácticas e imaginarlos garantizaron la reproducción capitalista anudando en su modo de producción, discursos, cuerpos, prácticas y deseos de modo tal de sostener la reproducción del orden social. Los imaginarios sociales que circulan en los ámbitos fabriles son de una gran complejidad y de una gran solidez; entre sus supuestos básicos está fuertemente arraigada la idea de que una fábrica no podría funcionar sin imprescindibles directorios, patrón y/o presidente necesarios para tomar las grandes decisiones. Del mismo modo se sostiene que son necesarios los gerentes y jefes de fábrica, en función de saberes técnicos que ellos poseen y que los trabajadores no tendrían. En ambos casos se presupone que es mejor que sea una sola persona la que comande y tome las decisiones. Estos imaginarios no solo los sustentan patrones y gerentes sino también los propios trabajadores. En estas experiencias todo esto cae de hecho. Cuando las empresas comenzaron a tener dificultades económicas y dejaron de pagar los sueldos regularmente los cuadros gerenciales y administrativos de a poco fueron migrando a otras empresas. Luego fueron los propios patrones quienes dejaron de ir a la fábrica y así fue como los trabajadores fueron quedando solos. Para sobrevivir la mayoría decidió empezar a producir con los elementos materiales y simbólicos con los que contaban. Y al hacerlo "descubrieron" muchas cosas. La primera fue que podían producir, que contaban con más saberes técnicos de los que pensaban. En segundo lugar "descubrieron" que podían decidir colectivamente y que sus decisiones no resultaban tan erradas. "Descubrieron” que se podía producir sin instalar sistemas jerárquicos. "Descubrieron”, de hecho, la plusvalía al darse cuenta que con dos días de producción podían pagar todos los sueldos!!. En este "descubrir" han caído varios telones al mismo tiempo. El patrón que por muchos de ellos/as a lo largo de toda una vida había sido visto como protector, amigo, pasaba ahora no sólo a ser quien los "abandonaba”, sino quien se había enriquecido a costa de sus esfuerzos. Para un intelectual o un político de izquierda la explotación y la alienación capitalista son conceptos obvios y básicos. Para la mayoría de los obreros y obreras de fábricas recuperadas fue un gran descubrimiento, todo un shock. Pero aquí hay que apurarse a aclarar que del shock de descubrir la plusvalía no deviene necesariamente una "conciencia de clase”, ni las acciones a emprender se sostendrán necesariamente desde la voluntad política de formar parte de las luchas anticapitalistas Registrar que a lo largo de los años -pese a haber estado confinados a una función extremadamente repetitiva y limitada- habían acumulado un saber-hacer, criterios y habilidades que les permita abracar el conjunto de la producción también fue todo un impacto. Darse cuenta de que eran "propietarios" de un inmenso capital, necesariamente colectivo los impulsó a poner en acción un proyecto de trabajo que sólo unos días antes les hubiera parecido imposible Estos "experienciarios" han desandado la amalgama de prácticas, discursos, cuerpos y deseos propios hasta ese momento de la organización fabril creando condiciones de potencia colectiva e individual que no sólo transforma sus creencias, sino que instala otros anhelos y deseos; cuerpos dispuestos de otro modo ya no en la obediencia disciplinaria, sino empoderados en las luchas contra el desalojo, pero también en las convivenciasde las tomas, en el hacer de otro modo en la producción y en sus espacios informales. Estos “cuerpos que piensan” (Mattini 2003: 109) pueden hacer, entusiasmarse, compartir, haciendo posible lo inimaginable hasta ese momento Sin duda a partir de esta experiencia aprenden a producir de un modo diferente, un modo que no se implementa a partir de una receta económica o de una propuesta ideológica, sino a partir de cierto sentido común que van produciendo; se trata de un aprendizaje en el terrenos en la situación, de un saber hacer colectivo que se produce entre todos. Este nuevo modo de producir -en la experiencia- va demostrando que es viable económicamente y que contrariamente a lo que muchos podrían creer, estas fábricas parecen estar en condiciones de producir mejor que cuando estaban bajo patrón. Una de las razones es que pudieron reducir significativamente sus costos, al no existir ya los retiros de los patrones ni los sueldos gerenciales. Estos implicaban un gran porcentaje del costo empresarial ya que estos sueldos en general son entre diez y veinte veces más altos que tos sueldos de los trabajadores. Al no tener estos gastos pudieron bajar sus costos y abaratar los productos. Esto les brindó una ventaja competitiva, en tanto contaron con mejores precios con el mismo nivel de calidad; por este motivo muchos de los antiguos clientes siguen trabajando con ellos. Dice uno de los abogados y dirigentes Movimiento de Fábricas Recuperadas, Luis Caro: ¿Por qué son exitosas hasta económicamente las fábricas recuperadas y entran en el mercado? Porque ellas cumplen con dos condiciones fundamentales. El interés del comerciante como decía, Adam Smith, es económico. Ellas, si tienen calidad y tienen precio, van a vender. ( ) sea que no hay ningún problema con que sean trabajadores o no. Entonces la calidad la tienen. Yo les pregunto a ellos: “Ustedes son los mismos trabajadores que hicieron 20 ó 30 años este producto. ¿Pueden garantizar la calidad? En el precio de todo producto está incluido: materia prima, insumos, servicios e impuestos y después tenemos el costo laboral y el costo empresarial. El costo empresarial en la Argentina es altísimo. Son los sueldos gerenciales, que son de 10 a 20 veces más que el sueldo del obrero y las utilidades, lo que se llama plusvalía. Eso desaparece. También el costo laboral en este proceso, no es costo: es inversión " (Magnani. 2003: 57) En cuanto al capital de trabajo tienen serias dificultades, meses sin cobrar sueldos los han dejado muy mal financieramente, les es muy difícil obtener créditos bancarios, a duras penas consiguen algún nivel de crédito de los proveedores de materias primas. La mayoría adoptó como 12 estrategia productiva inicial el trabajo a façon, o sea que toman trabajos donde el comprador se hace cargo de proveerles los insumos, de modo tal que lo que ellos venden es la mano de obra. Luego de algunos meses la mayoría fue logrando ponerse a tono del ritmo de producción anterior, tanto en volumen de producción como en capacidad de comprar sus insumos Un rasgo que va apareciendo es que de a poco cada trabajador/a asume mayor cantidad de funciones rompiendo de hecho con la alienación que lo restringe a un puesto de trabajo en una línea de montaje, Si se considera el cambio de cada trabajador/a, es importante la apropiación de nuevas áreas y destrezas; se considera el colectivo, es muy significativo el grado de empoderamiento que van adquiriendo, compran, venden, negocian, proyectan, deciden en un grado nunca imaginado incluso por ellos mismos; este cambio en el modo de organizar la producción se relaciona así muy íntimamente con los cambios subjetivos que fueron realizando tanto a nivel personal como colectivo. La invención en su dimensión productiva estaría en producir. Sin patrón, sin gerentes y sin una división del trabajo estricta, basándose en una dirección colectiva y un modo más flexible de pensar la producción. b) La dimensión política Si lo político está implicado en toda actividad humana, toda organización tiene que enfrentar las cuestiones y complejidades del poder y de la toma de decisiones mediante dispositivos específicos; las formas que estos adopten, más allá o más acá de sus discursos, darán cuenta, en acto, en situación (Benasayag, Sztulwark 2000: 87), de las particularidades de la construcción política que realizan, las fábricas recuperadas no han sido ajenas a esta problemática y la enfrentaron mediante estrategias específicas que vale la pena señalar. Puede pensarse que en estas experiencias se fueron produciendo dos tipos de estrategias políticas específicas, aunque fuertemente articuladas. Unas dirigidas a organizarse intensamente, estableciendo mecanismos de decisión. Otras dirigidas al exterior destinadas a producir alianzas con el universo de la política y con las otras fábricas y empresas recuperadas. Respecto a la toma de las decisiones, en todos los casos se fueron tomando por asambleas. En un principio fueron informales y luego se establecieron días y mecanismos para su realización. En general, fueron adoptando un modo particular de dispositivo asambleario que no era tomado de los clásicos reglamentos de cooperativas, sino que se configuraba en un proceso de afirmación de la importancia de tomar las decisiones entre todos En muchos casos, sobre todo en aquellas fábricas donde el número de trabajadores es reducido, se tiende a decidir buscando un consenso amplio antes que por mecanismos de votación. El mantenerse unidos como grupo, como colectivo, fue considerándose de mayor importancia que el imponer mediante una simple mayoría un proyecto en particular Otra característica que se observa es que por fuera de la asamblea que se establece con cierta regularidad -de acuerdo a cada fábrica- se produce una suerte de estado asambleario en el cual las discusiones se desarrollan en todo momento en los pasillos, en los descansos, las comidas, en la cotidianidad, de modo tal que el tratamiento de los temas no se restringe al espacio propiamente asambleario sino que se da una suerte de debate o deliberación que incluye los espacios informales, los tiempos de producción y de descanso. En estas deliberaciones discuten intensamente todas las cuestiones "Discutimos hasta como prender una lamparita” fin estos debates pocos quedan afuera. Comparten un clima de euforia e implicación que en muchos casos contrasta con la apatia, el desgano de solo trabajar para cumplir que había caracterizado hasta hacía muy poco las actitudes fabriles. Muchas veces estas discusiones previas y posteriores a la asamblea son vividas con bastante angustia va que la fractura del colectivo podría implicar el fin del proyecto. De allí que intenten por todos los medios llegar a acuerdos por consenso más que por votaciones. Todo esto da la pauta de la diferencia que se establece con el dispositivo asambleario puramente formal tal como, frecuentemente, se lo puede encontrar en muchas cooperativas tradicionales, sociedades de fomento, clubes y consorcios. estos casos una pequeña minoría con un de quórum puede llegar a tomar decisiones que teóricamente son colectivas; de ésto resulta que en muchos casos la asamblea termina siendo sólo una instancia burocrática para legitimar las decisiones de un pequeño grupo dirigente. Todo es legal porque se cumple con lo establecido por los estatutos y reglamentos de las cooperativas, sin embargo la legitimidad se desfonda ya que el dispositivo asambleario en sí no garantiza que se produzca una decisión colectiva si funciona vaciado de una genuina implicación de todos en los asuntos que son de todos. Una modalidad asamblearia como la implementada por las fábricas recuperadas si bien lejos está de garantizar por si misma procesos de horizontalidad, crea condiciones de posibilidad para que se produzcan situaciones de potenciamiento colectivo:primer paso -aunque no menor- en la desnaturalización de las tendencias a delegar y su consecuente conformación de nuevas burocracias. A lo largo de las entrevistas se reiteran frases que muestran que vivieron diversas situaciones que los llevaron a pensar y a sentir que tanto los patrones como los sindicatos los habían traicionado y que por lo tanto a la hora de recuperar la fábrica sólo podían contar con sus propias fuerzas. Delegar parece ser entonces para ellos el camino que posibilitaría nuevas traiciones y es por lo tanto un camino que a toda costa ellos/as intentan evitar. Su obstinado rechazo a cualquier forma de delegación los lleva a sostener, pese a sus dificultades, un dispositivo asambleario habitado por todos. Esta práctica de democracia directa expresa su rechazo al “representante” ya que eso implicaría un sistema de delegación política. En lugar de ello prefieren tener “voceros”. Cuando son interrogados por el porqué de este tipo de dispositivos asambleario, es muy interesante lo que generalmente responden "Así, si todo lo discutimos entre todos, tenemos menos riesgo de equivocarnos”. En este punto es de resaltar el miedo y la inseguridad inicial, todo un mundo desconocido e incierto se abría para ellos. Les era muy difícil imaginar que sabían y podían lo que supieron y pudieron. En la misma línea otra de las respuestas más frecuentes es “Así todos somos responsables” (Sitrin, 2005:29).10 10 Estas frases han insistido en las entrevistas realizadas en nuestro trabajo de campo. También subraya estas respuestas Marina Sitrin en Horizontalidad. Voces del Poder popular en Argentina, Ed. Marina Sitin, Buenos Aires. 2005 14 Tal vez sostengan tenazmente esta práctica de democracia directa, dado el desgaste que ha sufrido el mecanismo de delegación a lo largo de años de corrupción en todos los diferentes niveles de representación, desde el gobierno nacional hasta los sindicatos, que en general les han dado la espalda a los obreros a la hora de defenderlos ante el vaciamiento y abandono de las fábricas. Otro punto que es importante destacar es la permanente defensa que realizan de la “autonomía”11 conseguida a través de esta horizontalidad que fueron logrando. Si bien existen movimientos que colaboran con estas fábricas recuperadas para ayudarles a conformar cooperativas y las asesoran en los temas legales, tales como el FECOOTRA, el MNER y el MNFR, la mayoría de las fábricas no mantiene ningún compromiso de militancia o adhesión a los mismos. Tal parece que de alguna forma entienden que una adhesión muy estrecha serla volver a despojarse de ciertos grados de "autonomía” que han conseguido con su lucha. Negocian con ellos y toman aquello que les resulta útil para salir adelante. Sostienen una actitud de desconfianza tanto respecto de antiguos jefes o delegados como a la constitución de nuevas jerarquías y representaciones. Su actitud es de negociar con todos; aceptan todos los apoyos y los recursos que les ofrecen y esta aceptación para ellos no implica necesariamente un compromiso posterior sosteniendo un sistema de alianzas múltiples que aumenta sus recursos y posibilidades y que en su complejidad de alguna manera les permite mantener dicha "autonomía”. Logran que no se los identifique como perteneciendo a estas organizaciones, sino seguir teniendo una identidad propia como colectivo. De hecho hay algunos casos de fábricas que se han afiliado a más de un movimiento de fábricas recuperadas, buscando todos los apoyos posibles, mediante alianzas flexibles con todos Si en lo concerniente a las formas organización “interna” se destaca la implementación de dispositivos asamblearios que en muchos de ellos/as va conformando una voluntad política de horizontalidad, en el aspecto “externo” se caracterizarían entonces por establecer alianzas flexibles con organizaciones que las nuclean pero no las subsumen. El mismo tipo de vínculo es el que establecen con los partidos políticos y los organismos estatales que ofrecen colaboración. En este tipo de estrategias parece operar una lógica de la multiplicidad (Fernández, 2005: 283), se realizan múltiples conexiones priorizando aquello que en determinado momento les es adecuado pero sin establecer adhesiones. Esta lógica sustituye a las disyuntivas de tipo binario que los llevaría a elecciones dicotómicas y a alianzas y adhesiones de un compromiso más incondicional. Quizás una articulación que podría establecerse entre las relaciones en la fábrica y las relaciones con otras organizaciones estaría dada por la modalidad que han tenido como movimiento, donde las experiencias de toma de fábricas se multiplican sin repetirse, son promovidas, alentadas y ayudadas por los movimientos de fábricas y empresas recuperadas, pero esto no produce una réplica de un modelo, sino que cada una encuentra su forma particular de organizarse y de llevar adelante su proyecto. Esta diversidad de experiencias, a su vez está compuesta por una diversidad de implicaciones de los trabajadores dentro a de cada fábrica; a su vez también son muy diversos los grados de 11 El término “autonomía” se presenta aquí encomillado porque respeta la palabra usada por los/as trabajadores/as en las entrevistas. En nuestra opinión seria adecuado hablar aquí de independencia con respecto al tipo de relación que establecen con diferentes organizaciones, movimientos, partidos, Estado. compromiso solidario de unas fábricas recuperadas con otras. En una entrevista durante el 2004 Eduardo Murúa del MNER decía: “La verdad es que en general las fábricas muestran poco compromiso con el Movimiento, pero mucho compromiso con su empresa. Habrá un 20 % que entiende el proceso de lucha y que pueden ser solidarios con otros proyectos. Nosotros en el MNER no queremos clientelismo -pensamos que cada empresa debe tener su autonomía- pero si esperamos que ayuden a otros en las luchas. Por ejemplo con Chilavert estuvimos cerca mucho tiempo, es distinto, con ellos hay más contacto”. Aquellos que denotan una implicación de más basto alcance ya sea porque trabajen en algunos de los movimientos de fábricas o empresas recuperadas, o porque formen parte de un proyecto político o participen de un ideario de una sociedad más justa o de iguales, recalcan con insistencia que “hay que respetar el grado de compromiso que cada compañero tenga”, también aceptan que en alguna fábrica su colectivo no tenga mayor disponibilidad para acciones solidaria cuando alguna está en apuros. No se trata tanto de un espíritu de tolerancia, sino posiblemente otra modalidad de construcción política Estas cuestiones ponen en evidencia una particular tensión entre las implicaciones personales y colectivas para sacar “su” fábrica adelante y las implicaciones personales y colectivas con el conjunto de fábricas recuperadas y otros colectivos autogestivos de resistencia y lucha contra la expulsión social. que opera momentos de ida y vuelta. Podría suponerse que la implicación en acciones más amplias que “su” fábrica o empresa crea condiciones de posibilidad de sostener con mayor impulso el potenciamiento colectivo que construye en su fábrica. Es decir que la capacidad de inventar alternativas productivas y formas de organización que no retrocedan a modalidades instituidas en la producción fabril tradicional se encontraría en intima relación con la composición de comprensiones socio políticas de mayor extensión. Por otra parte, el tiempo dirá si la flexibilidad en sus alianzas, imprescindibles en los tiempos de estrategias de supervivencia, se constituirá en tiempos de mayor estabilidad en un factor de lucidez, de desorientación o aún de oportunismo político Retomando la cuestión del dispositivo asambleario y la horizontalidad, cuando un agrupamiento configuraun colectivo de iguales, la ausencia de jerarquías es sólo el punto de partida (Zibechi, 2003: 114); la no delegación, las decisiones por consenso recuperan en un poner momento la potencia colectiva que la representación -aunque no traicione- había subsumido. Comienzan allí un proceso de construcción autogestiva. Para que dicho proceso produzca autonomía y no sólo independencia, dicha organización horizontal tendrá que operar como transformador de todas sus formas de relación y no sólo aquellas ligadas a la producción; implica no sólo un proceso de cambios abruptos y visibles, pero también lentos e invisibles de todas las esferas de la vida. Implica no sólo relaciones igualitarias entre ellos/as sino transformaciones en sus subjetividades, en sus vínculos personales, en sus cuerpos y en el modo de pensar el mundo. Implica a su vez, no sólo que en dichos dispositivos asamblearios se tomen decisiones consensuadas sobre lo 16 que hay que hacer, sino que imaginen, inventen, creen espacios elucidativos aptos para interrogarse sobre sus haceres y habiliten la construcción de un pensar sobre lo que se hace, es decir elucidar (Castoradis, 1983: 1l) la construcción política que realizan mientras transforman la organización fabril. A su vez, dichos dispositivos asamblearios necesitan construir la voluntad política de revisar las presentes tendencias a volver a instalar rutinas burocráticas. Una producción fabril eficiente necesita instalar rutinas, el desafío es no armar de ellas nuevas burocracias, nuevos especialistas. El tomar decisiones por consenso implica, a su vez, habilitar espacios-tiempos de características propias que prioricen la consolidación grupal, al mismo tiempo que con formen redes, que aíslen a un emprendimiento de los otros, que sostengan la tensión “adentro-afuera”. El hasta dónde construyan en tal proceso, creará las condiciones de posibilidad para el grado de autonomía que su autogestión pueda lograr. Quiere subrayarse, entonces que las igualdades que el dispositivo asambleario permite son un punto de partida; en los despliegues que la potencia del colectivo pueda generar -en sus procesos autogestivos - esta igualdad podrá producir voluntades de paridad política. No en todos por igual, ni siempre. A su vez, las paridades políticas que se puedan establecer podrán configurar el punto de partida de las libertades y autonomías a producir; éstas necesariamente implicaran complejos procesos políticos y subjetivos, personales y colectivos, siempre amenazados por la insistencia, política y subjetiva, personal y colectiva de volver a los caminos de siempre. c) La dimensión legal Frente a la situación de la toma surge desde un comienzo el problema de buscar salidas legales que al menos provisoriamente suspendan las amenazas de los desalojos y permitan poder empezar a producir con ciertas garantías. Históricamente los jueces fueron partidarios de la opción de decretar la quiebra y la liquidación de los activos para saldar deudas. En las primeras experiencias los jueces ordenaron importantes operativos policiales para lograr el desalojo de estas fábricas. Estos operativos se caracterizaron por la participación de un gran número de efectivos, por un grado muy alto de intimidación y un considerable uso de la fuerza, configurando una modalidad de tipo represivo. Como ejemplo se puede citar lo que sucedió en la imprenta Chilavert, que habiendo sido ocupada por sus 8 trabajadores, se montó un operativo para desalojarlos compuesto por 8 patrulleros, 8 carros de asalto, dos ambulancias y un camión de bomberos (Grupo Alavio, 2004)12 Sin embargo la fuerte presión social y la intensa actividad de los abogados que defendieron a Has fábricas fueron produciendo una invención legal que provisoriamente permitió una salida alternativa a estos conflictos y luego la generación de un proyecto de ley de reforma de la Ley de Quiebras, que hasta el momento no ha logrado ser aprobado La invención legal consistió en el uso imaginativo de las actuales leyes aplicado al caso de las fábricas recuperadas. Los abogados encontraron una serie de salidas coyunturales que en la mayoría de los casos consistieron en que los trabajadores formaran cooperativas, a las que luego los Jueces les 12 “Chilavert recupera”. Video Grupo Alavio. Buenos Aires, 2004. dieron usufructo de la fábrica y las maquinas por dos años de modo de permitirles vivir de su trabajo. En general la situación en muchas de las fábricas era que la mayoría de sus deudas eran con el Estado, los trabajadores y proveedores. Lo que permitió este tipo de salidas alternativas ya que los propios trabajadores constituían uno de los principales grupos de acreedores. En tanto el Estado aceptaba reorientar lo que se debía hacia la cooperativa, este trámite se facilitaba. Esto se logra por la modificación del artículo 190 de la Ley Nacional de Concursos y Quiebras, esta modificación tuvo lugar en abril de 2002 En torno a las cuestiones legales hubo en un fuerte debate de fondo alrededor de la propuesta de algunos sectores de la izquierda de organizar estas empresas recuperadas bajo el modelo de estatización bajo control obrero. Por muy diversas razones ésta opción fue perdiendo consenso adoptándose en la mayoría de los casos la forma de cooperativas autogestivas ya descripta. Las tomas de las fábricas cuestionan los límites de lo público y lo privado, plantean interrogantes sobre la forma privada de la propiedad. Puede pensarse entonces que este tipo de prácticas van al corazón mismo de la reproducción del capital. Junto con esto establecen un debate que apunta a los cimientos mismos de nuestra sociedad: ¿qué está primero, el derecho a la propiedad privada del dueño de la fábrica o el derecho a trabajar de los operarios? Sobre esto el Dr. Caro, presidente del MNFR dice: “...en la Argentina la Constitución Nacional en el artículo 17 dice que la propiedad es inviolable. Y en el artículo 14 dice que todo argentino tiene derecho a trabajar y a ejercer toda industria lícita. Entonces son dos artículos que están en el mismo nivel constitucional” (Magnani, 2003: 56) Ante el conflicto entre dos derechos, el derecho al trabajo con el derecho a la propiedad, algunos jueces parecen cambiado sus órdenes de prioridades. En este sentido puede suponerse que particularmente luego de diciembre de 2001, donde el desempleo se transformó en toda una amenaza para el orden social, se volvió prioritario bajar la conflictividad social Es significativo el papel que tuvieron los Movimientos de Empresas y Fábricas Recuperadas (entre otros el MNER Y el MNFR) a través de sus abogados y de la presión que ejercieron como movimientos sociales. Muchos desalojos se frenaron por la gran cantidad de gente que se oponía a los mismos realizando manifestaciones y escraches frente al juzgado. Los hechos acontecidos en relación a las fábricas Chilavert y Brukman son prueba de ello. Acompañar las cuestiones legales con fuerte presencia popular frente a los juzgados no ha sido una cuestión menor; que a estas convocatorias acudieran no sólo los/as interesados/as sino los más variados sectores sociales, puso en evidencia el resquebrajamiento de un orden de sentido que ha legitimado de mil maneras la falta de garantías básicas para los trabajadores Por otra parte dentro del movimiento de fábricas y empresas recuperadas se fue gestando un fuerte consenso alrededor de la necesidad de cambiar la legislación dando cabida a este tipo de situaciones, cada vez más frecuentes. Casi todos los protagonistas coinciden en la necesidad de una nueva Ley de Quiebras que tenga como prioridad en estos casos la entrega de las fábricas a sus trabajadores para evitar la pérdida de las fuentes de trabajo. Entre las variantes sobre esta ley algunos 18 proponen algún tipo de apoyo estatal paraproteger a estos emprendimientos al menos en su etapa inicial, mediante algún tipo de apoyo económico. Es interesante este proceso de transformación donde empieza a pensarse cómo hacer legal lo que gran parte de la sociedad ya considera como legítimo o sea como ajustar las leyes a las nuevas realidades. En este sentido los cambios en el sistema jurídico-legal no son sencillos va que requieren ser impulsados por amplios sectores sociales y aun así encuentran fuertes resistencias desde las estructuras jurídicas y partidos políticos que sostienen un orden establecido. La existencia -de hecho- de las fábricas recuperadas, produciendo con eficacia y sin patrón, ha puesto en interrogación crítica un principio hasta ahora indiscutible de la sociedad capitalista tal cual es el derecho a la propiedad privada de los medios de producción. Su dimensión mínima no disminuye aquello que interpela. d ) La dimensión subjetiva No podría Imaginarse la existencia de fábricas sin patrón sin tomar en cuenta las transformaciones subjetivas que las mismas han implicado para estos trabajadores y trabajadoras. Ya desde las tomas y resistencias a los desalojos se produjeron importantes cambios en los posicionamientos y actitudes de muchos de ellos/as y entre ellos/as. No hay que perder de vista que las fábricas modernas instituyeron necesariamente dos subjetividades fuertemente establecidas y diferenciadas: la del patrón y la del asalariado. Esquemáticamente dicho, el primero es subjetivado para decidir, mandar y tener ambición. El segundo para aceptar un papel instrumental, ser sumiso y aceptar con naturalidad su inferioridad. Al mismo tiempo, esta subjetivación disciplinaria ha constituido un tipo particular de cuerpos dóciles aptos para trabajar en los engranajes tecnológicos de la producción. Muchos de los trabajadores provienen de este modelo de subjetivación, Sin embargo ta velocidad de los acontecimientos parece haber desencadenado en ellos importantes transformaciones subjetivas. Cierto posicionamiento subjetivo propio de la organización fabril tradicional va cayendo en estas experiencias apareciendo en su lugar diversos potenciamientos personales y colectivos; muchos amplían sus universos de recursos simbólicos y sus capacidades se encuentran desplegando posibilidades de acción de decisión, de pensamiento que desconocían. Nunca todos por igual Se registran fuertes transformaciones en sus vínculos, En la mayoría de las fábricas a pesar que durante años fueron compañeros y compañeras de trabajo aun coexistiendo varias horas por día, apenas se conocían. Todo un sistema de prohibiciones explicitas, de normas de la fábrica, desalentaban de diversas maneras el establecimiento de vínculos más cercanos entre ellos prohibiendo inclusa hablar durante el trabajo o circular por sectores de la empresa que no fueran los propios. Las fábricas organizadas con una lógica disciplinaria implementan controles y regulaciones de todo tipo que buscan sostener el aislamiento y la fragmentación de operarios y operarias llegando incluso a regular aspectos propios de sus vidas privadas aun aquellos que se desarrollen fuera de las espacios y tiempos de la producción. Así por ejemplo, los obreros de Chilavert relatan que cuando querían jugar juntos al fútbol, lo debían hacer a escondidas, porque el patrón no se los permitía. De pronto estos trabajadores y trabajadoras que habían permanecido prácticamente ajenos unos a otros por años, ahora se encontraban ocupando una fábrica en largos días de toma, haciendo guardias nocturnas, durmiendo, comiendo y teniendo que enfrentar problemas cotidianos juntos; es más, teniendo que, decidir rumbos de acción que sólo se volverían viables mancomunando decisiones y acciones (Fernández, Imaz, Calloway, Ojám, 2005 B, 3). Este nuevo tipo de cotidianidad sin patrón, sin horario y sin normas restrictivas, va produciendo otros vínculos. Se conocen en lo cotidiano de comer, cocinar y limpiar juntos, algunas mujeres llevan a sus hijos porque no tienen con quien dejarlos y porque no pueden abandonar la toma. Se empiezan a conocer, charlan de sus cosas, de sus problemas y sus afectos, de sus proyectos, de sus sueños, de su historia. Casi sin proponérselo, terminan componiendo una comunidad donde se comparte mucho más que pequeñas ganancias de lo producido. No llegan a ser "una gran familia” como tantas veces les decían los patrones que eran. Sin embargo ya no son un grupo de trabajadores aislados, un conjunto política y existencialmente fragmentado. Ahora una densa red de vínculos los une, los recorren amores y odios intensos, se conocen. En las resistencias a los desalojos13, en los enfrentamientos con la policía, cierran filas y se cuidan unos a otros. Esto anuda gratitudes y fidelidades tan intensas como la lucha que tienen que vivir. En los enfrentamientos frente a los desalojos llegan a conocerse de otra manera, aparecen reacciones que ni ellos mismos hubieran imaginado, expresa un obrero de Chilavert “nosotros tuvimos una asamblea en cl portón de la fábrica con la gente de IMPA y con gente de la asamblea del barrio y nos preguntaron hasta dónde íbamos a llegar porque si vos vas a defender a una persona querés saber hasta dónde la vas a defender. Fue una asamblea que duró un minuto coincidimos todos en que la pelea iba a ser hasta el final. De Chilavert nos iban a sacar muertos” En la vorágine de sucesos, dicen "no hay tiempo para fingimientos, cada uno empieza a ser como es”, llegando a sorprenderse incluso de sus propias reacciones. Comparten miedos y sufrimientos, se ayudan, se pelean, se desesperan y se vuelven a ayudar. Descubren tanto sus diferencias políticas como sus compromisos mutuos con un proyecto laboral que todos necesitan indefectiblemente que salga adelante. Hay un punto donde ya no quieren volver atrás, donde ya no pueden volver atrás y donde ya no les importa tanto sus diferencias cuando consideran todo el esfuerzo inmenso que llevan invertido. Los vínculos entre ellos se consolidan, conforman una nueva aleación forjada en el calor de la lucha. En la intensa convivencia, casi comunitaria y en las situaciones de lucha se impulsa la formación y consolidación de una modalidad vincular muy particular, caracterizada por una gran intensidad, produciéndose vínculos que podrían describirse como fraternos, pero no familiares, vínculos solidarios; no se trata de la ayuda de quienes están mejor a quienes están peor, sino de una 13 En los desalojos no se ahorraron brutalidades policíacas. Relata una obrera respecto del primer desalojo de Brukman: "Me acuerdo que en el primer desalojo estuve con mi hijo acá. Tengo un dios aparte porque no tocaron a mi hijo. Entraron de golpe a los gritos decían "no me mires, mirá para abajo!” Te gritaban y te ponían la Itaka en la cabeza”: 20 genuina solidaridad en el sentido de la mutua protección y ayuda, desde igualdades y fragilidades compartidas. Una solidaridad de ayudarse juntos. Un vínculo que se construye no como repetición de otros vínculos, sino como respuesta a una situación; inventan los vínculos que necesitan; lo solidario más que provenir de sus buenas intenciones es aquí el producto de haber atravesado juntos vivencias intensas y difíciles. Esta fraternidad que se despliega lejos está en la mayoría de ideologías utópicas; es bien concreta, es decir es imperfecta y está llena de ambivalencias, de amores y odios, de enfrentamientos y tensiones. Casi ninguno de estos colectivos ha estallado en fragmentos, en todos ellos se observan vínculos más sólidos, sin duda han logrado construir algo “común” que compone, como ellos dicen el “estar en esto”. En las entrevistas a los trabajadores, as aparecen fuertes insistencias en sus relatos de los días o meses que estuvieron vi viendo en la fábrica durante la “toma”. Hay un gran convergenciade estos discursos en cuanto a significar estas experiencias como momentos de gran exposición corporal, fuertes vivencias en las que “había que poner el cuerpo”, donde los cuerpos no solo podían llegar a ser blanco de los golpes en los desalojos policiales, sino que también para muchos significaba la exposición a una persistente situación de riesgo que los llevaba a “sentir el miedo en el cuerpo Son cuerpos que en su accionar han pasado frío y hambre, cabe recordar que en general en estas fábricas, cuando llegaban al punto de vaciamiento, la cesación de pagos implicaba un corte general de servicios, tales como la electricidad, el gas o el agua, lo que hacía que fuera mucho más duro sostener la situación de ocupación. Esta precariedad en sus necesidades básicas para muchos recién mejora cuando empiezan a obtener la ayuda de los vecinos y otras agrupaciones que les fueron llevando abrigo y comida, cuando lograron formar los fondos de huelga y en algunos casos recién cuando pudieron empezar a producir El tema de los desalojos policiales afectó directamente los cuerpos, tanto en forma de golpes y forcejeos en los varios desalojos y choques en las calles, como en la tensa situación de no poder dormir por miedo a que fuera esa noche el momento en que la policía irrumpiera por sorpresa, tomando por asalto la fábrica. Algunos incluso llegan a decir que este miedo vivido corporalmente en las tensas esperas es mucho peor que los golpes de los desalojos reales Sin embargo logran sobrevivir a todas estas situaciones; frente a todas dificultades brota una actitud de resistencia y lucha, un empuje –“más ganas”- que se potencia colectivamente. Esto no implica necesariamente transformaciones radicales en su "conciencia de clase" pero si procesos colectivos y personales donde se descomponen sus cuerpos de clase. Se abren allí procesos que producen transformaciones específicas de los cuerpos dóciles, de acciones rutinarias y movimientos reducidos o fragmentarios a cuerpos en guardia, tensos, activos Podría suponerse que ante situaciones para las que no estaban preparados, que por su velocidad y su ferocidad impactaron directamente sobre sus cuerpos, muchos se encontraron respondiendo desde esos mismos cuerpos. Ante la irrupción brutal de una realidad no esperada resisten casi como llevados por una voluntad de no rendirse que reactivamente los posiciona corporalmente en guardia y/o en ataque. Todo indicaría que pudieron enfrentar estas situaciones de adversidad desplegando potencias, recursos y capacidades que fueron surgiendo en el fragor de las luchas. Como ha dicho Spinoza "nadie sabe de lo que es capaz un cuerpo” y ellos tampoco lo sabían hasta que la realidad los puso a prueba y sus cuerpos fueron capaces de mucho. Por otra parte, este mismo darse cuenta de sus potencias, parece haberles permitido tener más confianza en sus propias fuerzas, empoderarse y enfrentar más decididamente el desafío que implicaba la posibilidad de poner a producir autogestivamente "sus" fábricas. Puede pensarse que esos tiempos hechos de momentos difíciles propician que los cuerpos quiebren cierta anestesia, cierto grado de enajenación de las propias necesidades y sensaciones corporales; tales anestesias han sido funcionales para lograr el estado de apatía necesaria para sostener obediencia fabril. Estos cuerpos ahora en lucha, se vuelven visibles aún para ellos/as mismos/as. En un mismo movimiento establecen nuevos registros del sufrimiento y maltrato al que fueron sometidos y nuevos registros ante la percepción dc sus potencias en despliegue. Una vez que estos cuerpos anestesiados que han naturalizado distintas formas de maltrato fabril pasan a ser cuerpos activos que entran en situaciones de reacción, resistencia, enfrentamientos no sólo son capaces de luchar con energía, sino también se abren a la posibilidad de acceder a la alegría del trabajo, la alegría de producir, la alegría de cuerpos que accionan sus potencias. Descomponer estos cuerpos de clase, cuerpos formados en la obediencia que brindó durante años el dispositivo fabril -necesariamente dispositivo de control social (Zibechi, 2003: 27)14 - ha desplegado otros postcionameintos de acción, de dignidad, de solidaridad. En tal sentido puede suponerse que las fábricas que tuvieron mayores enfrentamientos para poder instalar su autogestión han creado mejores condiciones de posibilidad para sostener sus dispositivos autogestivos. Cuatro cuestiones quieren resaltarse: La Intrínseca relación entre las luchas para sostener la ocupación y el grado de autogestión implementado y sosteniendo. La estrechez de considerar la subjetividad como “mental”. Si los procesos de objetivación-subjetivación de los dispositwos de dominio operan no sólo en la producción de imaginarios sociales sino sobre cuerpos, a través de prácticas específicas, los procesos de objetivación-subjetivación de resistencia y nuevas producciones de subjetividad también implican todas estas dimensiones. Los empoderamientos de los colectivos nunca se instalan de una vez para siempre ni en todos por igual. 14 "La vida cotidiana del obrero tradicional transcurría en espacios en los que imperaba un estricto control, y eran lugares de disciplinamiento: la fábrica, la familia, el cuartel, la escuela, incluidos los clubes sociales y deportivos responden a esos mismos patrones, por no hablar del sindicato” Raúl Zibechi Genealogía de la Revuelta, Argentina la sociedad en movimiento… Letra Libre, La Plata, 2003. 22 La inercia de lo instituido, las operaciones de captación, etc. son un asedio permanente a las libertades que se construyen. Tomas y resistencias a los desalojos marcan un primer momento donde en términos generales puede decirse que se establece un dispositivo asambleario que abre a procesos de horizontalidad y democracia directa. Es allí donde se producen las primeras deliberaciones que luego de vacilaciones y titubeos, llevan a las decisiones de poner la fábrica a producir. La “ingeniería fabril" no fue lo más difícil; rápidamente comprenden que pueden hacer ahora sólos/as aquello que de una manera u otra han hecho toda la vida. Pero el mundo de la comercialización les es desconocido. Les asusta tanto que en muchos casos llegan a suponer que les daría más seguridad que la empresa se estatizara o que el Estado fuera su comprador principal. La invención de sus dispositivos autogestivos no sólo implica las decisiones entre todos, como ya se dijo la construcción de horizontalidad es más que una forma de organización. Así, el producir sin patrón, crea, inventa otras modalidades de habitar la fábrica mientras se produce. Escuchan música, toman mate15 conversan están a gusto sin un capataz que controle los tiempos, prohíba, exija. Para sorpresa de ellos mismos la producción no disminuye o se enlentece, sino todo lo contrario. La productividad no se vió afectada. Lo que si se modificó es el grado de sociabilidad entre ellos. “Ahora nos conocemos más, sabemos de nuestras vidas, ya no somos extraños”. Las prácticas de aislamiento entre los trabajadores implican una forma de alienación muy significativa si se considera que son una de las primeras cosas que se cambian. El poder hablar con otros implica humanizar, personalizar el espacio de trabajo, transformar el espacio de producción en un lugar donde se vive con otros y hacer que deje de ser algo parecido a una cárcel. En la fábrica de cerámicas Zanón, con anterioridad a la toma, por ejemplo, los mamelucos de cada sector tenían los mismos colores que las zonas a donde pertenecía cada operario y en el piso se marcaba con el mismo color los recorridos autorizados. Esta restricción de los espacios es eliminada; ni bien comenzaron a organizarse autogestivamente empezaron a tomar mate, cocinar y comer juntos. Muchos hicieronde los almuerzos un momento de encuentro, un lugar donde compartir y charlar entre todos. Se establece asi un habitar la fábrica. Estas mejoras en la calidad de vida fabril parecen haber sido tan importantes como la mejora económica; en las entrevistas mencionan con insistencia el poder trabajar a gusto, poder hablar, tomar mate; es también significativa la importancia que otorgan a poder escuchar música, es otro elemento que no falta en ninguna fábrica recuperada. Para muchos esta libertad no es menor. Consideran que trabajar con música es la difierencia entre un espacio sombrío y triste y un lugar alegre y habitable. Señalan incluso que el ruido de las máquinas resulta más tolerable si hay música. Además podría pensarse que ponerle la propia música a un lugar es uno de los tantos modos de apropiarse, de hacerlo propio. “Lo que hace a Brukman diferente son los sonidos. Esta el rugido familiar de las máquinas y el silbido del vapor, pero se escucha también la música folklórica 15 En la gran mayoría de las empresas y fábricas se prohíbe tomar mate porque se considera que da una mala imagen empresarial y porque atenta contra la disciplina y la productividad. boliviana, que viene de una pequeña grabadora desde el fondo de la habitación, y voces suaves de gente, mientras que las trabajadoras viejas se inclinan sobre las nuevas, enseñándoles nuevas puntadas. ‘No nos dejaban hacer eso antes’ dijo Martinez. ‘No nos dejaban levantarnos de nuestro lugar o escuchar música. Pero ¿Por qué no escuchar música para levantar un poco el ánimo? "(Magnani, 2003:81). Podemos pensar entonces que junto con estas pequeñas apropiaciones cotidianas del lugar de trabajo, con este modelar a su gusto, los/as trabajadores/as van conquistando alegría, la alegría de producir, que parece quedar en las antípodas de la alienación del modelo de fábrica tradicional. Van ganando distintas libertades, pero no todas son significadas por ellos/as en igual valoración; se mira desde una óptica económica la mayor libertad que obtuvieron fue -en sus desesperados intentos de mantener una fuente de trabajo- devenir en ser protagonistas económicos con capacidad de producir, comprar y vender. Desde el punto de vista de la producción ganaron la libertad de manejar todos los procesos que la componen; en este punto adquieren confianza en poder hacerlo con bastante rapidez. Sin embargo la responsabilidad de la comercialización parece agobiar a muchos de ellos. Reiteradamente relatan la angustia que les produce no saber hacerlo. También muchos/as de ellos/as suelen presentar resistencias y dificultades frente a las tareas administrativas a realizar Pero, como se dijo líneas arriba, en las entrevistas aparecen una y otra vez como muy valoradas esas quizás pequeñas libertades, más relacionadas con su trabajo, con las condiciones en que el mismo se realiza. Tomar mate o charlar o moverse o ir vestidos a su gusto, son pequeñas grandes libertades, que les resultan significativas, que festejan haber ganado, que los/as enorgullece y que parecen tener cierto rasgo en común: son aquellas libertades que les permiten habitar la fábrica de otra manera. Son pequeñas libertades que les permiten abandonar una masa operaria uniforma y configurar un colectivo donde cada uno es cada quien Este habitar la fábrica no es un tema menor ni sus libertades son tan pequeñas. No sólo componen un estar más agradable no sólo quiebran procesos de fragmentación, sino que restituyen dignidades y en tal sentido forman parte insustituible de la producción de potencias personales y colectivas. Sin ellas las fábricas sin patrón no hubieran sido posibles. Al mismo tiempo, quiere subrayarse una vez más que no han bajado el rendimiento, sino todo lo contrario Otra libertad que se gana es la destitución del reloj, por ejemplo en Chilavert había un gran reloj que se podía ver desde cualquier lugar de la fábrica. Uno de sus primeros actos de autonomía fue bajar ese reloj y guardarlo. Trabajar sin reloj implica para ellos parar las máquinas cuando la comida está lista o a veces cuando se terminó la partida que se entrega al día siguiente. Se autorregulan el tiempo y trabajan de un modo más cómodo sin perder de vista los objetivos productivos. Cuando se constata que las modalidades de trabajo tanto más amables que las fábricas sin patrón establecen no bajan la producción, puede ponerse en visibilidad una vez más que las modalidades disciplinarias fabriles han estado -más que al de la eficiencia de la producción- formando parte de estrategias biopolíticas de dominio y sujeción 24 Junto a las libertades conquistadas se instalan los nuevos deberes. En este sentido también se observan cambios relevantes. El dispositivo de control fabril es dejado de lado. La idea de supervisores desaparece y se abandona el dispositivo de sanciones. Esto implica que las prácticas que se sostenían mediante estas regulaciones externas debían ser ahora sostenidas por otros medios que hubo que inventar. Algunos aspectos se sostienen ahora mediante mecanismos internos, como por ejemplo la motivación personal, se trabaja para el propio bienestar. Hay además un fuerte compromiso grupal que los lleva a cumplir con el trabajo, ya que "se le debe mucho al grupo” y "no se quiere defraudar a los compañeros” esto produce fuertes sentimientos de responsabilidades compartidas. San embargo no todos configuran iguales niveles de compromiso. Para muchos el trabajo sigue siendo sólo trabajo y tratan en lo posible de reducir su esfuerzo. En estos casos, no se opera desde dispositivos disciplinarios de sanción, vigilancia, control sino que se inventan y establecen formas de regulación colectiva. La opinión de los demás incide para que la persona regule su actividad según lo esperable por el conjunto. Un ejemplo bastante creativo fue el que apareció en la Imprenta Chilavert. Uno de los trabajadores jóvenes, llamado Martín, que se había incorporado al proyecto un tiempo después de la toma, por razones personales había faltado al trabajo por varios días sin avisar. Cuando regresó, nadie le reclamó nada, solo se encontró con un pequeño cartel colgado en una viga que decía: “¿Qué hacemos con Martin?”. Esta situación puede leerse o analizarse de muchas maneras, lo que seguramente puede afirmarse es que implica una estrategia inventada sobre la marcha para regular la actividad o las prácticas, en este caso de ausentismo, en una clara posición -en acto- de no reproducir las modalidades disciplinarias. Esto es hoy posible, seguramente, dado el importante cambio en la intensidad y la naturaleza de los vínculos entre ellos. El haber peleado juntos, durmiendo, comiendo, conviviendo y ayudándose mutuamente en momentos muy difíciles, les da un grado de cercanía emocional que trasforma todas las relaciones. Tanto los afectos como las conflictividades crecen en intensidad, pero la unión entre ellos es más sólida, hay un tipo de alianza entre quienes lucharon juntos que trasciende lo laboral o lo económico y que vuelve viables estas formas de autorregulación. Es decir que para que la regulación colectiva regule previamente hubo de establecerse lo común (Lazaratto, 2005: 7). En este caso ha implicado relaciones entre iguales, producción de fraternidades y convicción de que su emprendimiento sólo es viable entre todos. Hay dos factores que parecen haber sido decisivos para producir estos cambios en la subjetividad. Uno parece haber sido la lucha, algo que para muchos fue sin duda muy difícil y angustiante pero que los llevó a desarrollar recursos y potencias. Empiezan a lograr adquisiciones, se empoderan tanto en lo personal como colectivamente. No sólo han aumentado su protagonismo sino que para muchos/as ha traído cambios en sus vidas privadas; ya no se callan, se hacen respetar de otra manera, se plantan frente
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