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Segmentacion ocupacional en una sociedad estancada Mujeres y jovenes en Santiago del Estero Argentina(1)

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Segmentación ocupacional en una sociedad 
estancada. Mujeres y jóvenes en Santiago 
del Estero, Argentina* 
Carlos Z u r i t a , 
G r a c i e l a R u i z 
y Gustavo Fornés 
Introducción 
E L PROPÓSITO D E ESTE T E X T O ES E X A M I N A R algunos aspectos de la parti-
cipación diferencial por sexo y edad en el mercado de trabajo de un área tra¬
dicional de Argentina, haciendo énfasis en las formas de articulación ocu-
pacional de las mujeres adultas y los jóvenes de ambos sexos de Santiago del 
Durante mucho tiempo fue común incluir a los segmentos que nos inte-
resa estudiar bajo el concepto de "fuerza de trabajo secundaria", ya que se 
esto es, los varones adultos. 
Esta interpretación resultó plausible mientras tuvo vigencia el modelo 
fordista de relaciones laborales.2 Si bien aún existen controversias sobre cuán-
do y, sobre todo, por qué razones comenzó a fragmentarse dicho modelo, no 
existen mayores discusiones acerca de la extensión y profundidad de los 
* Una versión de este trabajo fue presentada en el Cuarto Congreso Nacional de la Aso-
ciación Argentina de Especialistas en Estudios del Trabajo (ASET) en la Facultad de Ciencias 
Económicas de la Universidad de Buenos Aires, del 4 al 6 de noviembre de 1998. Se agrade-
cen las observaciones de Rosalía Cortés y Ramón A. Díaz formuladas en esa oportunidad. 
1 El área de estudio es el aglomerado urbano Santiago del Estero-La Banda, que en el 
texto es mencionado como "Santiago del Estero" o en ocasiones como "Santiago". 
2 Tanto en sus versiones centrales como periféricas. 
167 
168 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS X V I I I : 5 2 , 2 0 0 0 
cambios acontecidos a partir de la crisis del mercado laboral centrado en el 
trabajo asalariado. 
Trátese de una metamorfosis (Gorz, 1997), del "desvanecimiento" (Cas-
tillo, 1997) , 3 la fragmentación (Pahl, 1991), el fin (Rifkin, 1996) o la extin-
ción del trabajo (Mèda, 1998), se coincide en admitir que las mutaciones son 
de naturaleza, por así decir, entitativa y ontològica, sin que se vislumbren 
posibilidades de remisión, de volver atrás. 
E l contexto de globalización y el nuevo patrón de acumulación, justi-
fican que en gran medida tales transformaciones puedan ser predicadas para 
el mercado laboral de Argentina, y al respecto existen diversos aportes que 
así lo señalan, entre ellos los provenientes de Forni et a l . (1982) , Monza 
(1995) , Beccaria (1996) , Rofman (1996) , Pok (1997) , Llach (1997) y Kritz 
(1997) . Para el caso de Santiago del Estero, aunque se trate de una economia 
marginal respecto al área más desarrollada del país, también sus indicadores 
ocupacionales muestran un acentuado incremento, a lo largo de una década, 
entre 1988 y 1989, de ajustes y privatizaciones, sobre todo por la destruc-
ción neta de puestos de trabajo "formales" en las empresas del sector priva-
do y, básicamente, en las estatales y los organismos del sector público, como 
lo señalan Gerchunoff y López (1996:25) y Zurita (1997 :554-556) . 
La nueva realidad, o más bien las nuevas realidades multiformes y cam-
biantes de la economía y sociedad de fin de siglo plantean —si es que no se 
pretende persistir en exámenes iterativos y convencionales—, la necesidad 
de redefinir conceptos4 y categorías analíticas y, consecuentemente, de los 
instrumentos de registro de esas nuevas realidades. 
Así, una de las cuestiones a resolver es la significación de los conceptos 
de fuerza de trabajo primaria y secundaria. 
A la primera se la consideraba como c e n t r a l o primaria ya que compren¬
día categorías de trabajadores relevantes en la captación de empleo, con po-
sibilidades ciertas de expansión y crecimiento, y, como nota dominan-
te, con alta significación en la conformación de los ingresos familiares. Estaba 
integrada básicamente por trabajadores varones asalariados que en gran pro-
porción eran reconocidos como jefes de hogar. 
3 Con el término desvanecimiento se pretende, quizás sin exactitud, evidenciar en una 
sola palabra la compleja y sutil mirada del autor, quien pretende superar la inasibilidad del 
concepto de trabajo (trabajo en estado fluido, trabajo borroso). Por otra parte, Castillo advierte 
que el mito de la desaparición del trabajo, y con él de la clase obrera, no es nuevo, sino que ya 
ha sido planteado anteriormente. 
4 Primero se plantea la necesidad de rediscutir el concepto de trabajo; si resulta asimila-
ble al concepto de empleo, si debe seguir siendo considerado el vinculo social predominante, si 
es realmente el acto constitutivo de la cultura, etcétera. 
ZURITA, RUIZ Y FORNÉS: SEGMENTACIÓN OCUPACIONAL 169 
Por su parte, la fuerza de trabajo secundaria no era central y dependía de 
la primaria, puesto que los contingentes de mujeres y jóvenes que la integra-
ban "disminuían su participación laboral al aumentar los salarios, y ambos 
engrosaban las filas del trabajo ocasional y de los trabajadores no remunera-
dos o familiares" (León, 1997:11). 
Como ya se señaló, el panorama anterior, asociado al predominio de un 
determinado modelo de relaciones laborales, comenzó a experimentar trans-
formaciones en las últimas décadas. A partir de los años ochenta la conver-
gencia de diversos factores —entre ellos la emergencia y posterior generali-
zación de modalidades productivas flexibles, la dureza del ajuste y las crisis 
económicas, los aumentos en los niveles de educación de nuevos sectores 
sociales y ciertos cambios en los valores en el interior de las familias con 
consecuencias en la redefinición de los roles tradicionalmente atribuidos a 
los jóvenes y, particularmente, a las mujeres- operó para que comenzara a 
manifestarse una transición hacia nuevas instancias de articulación laboral5 
con efectos visibles en la modificación de los perfiles anteriormente asigna-
dos a la mano de obra primaria y secundaria. 
L a crisis de la centralidad del trabajo asalariado como forma hegemónica 
de relación laboral pone en cuestión los atributos esenciales de la fuerza de 
trabajo primaria, y por otra parte, también modifica los comportamientos 
prototípicos de la fuerza de trabajo secundaria. En este último caso resulta 
notorio que en Latinoamérica y Argentina, durante la reciente década, las 
mujeres y los jóvenes comenzaron a practicar estrategias laborales distintas 
do de trabajo.6 
E l área b a j o e s t u d i o 
En los apartados siguientes se analizan algunos atributos de la inserción ocu-
pacional de mujeres y jóvenes; si bien el énfasis se hace en lo que acontece 
en el mercado urbano del área de Santiago del Estero-La Banda, que com-
prende alrededor de 300 000 habitantes, significando 40% del total de 
la población provincial, se debe advertir que distintas características del em-
5 A los cambios en los roles de las mujeres se refieren, entre otros autores. Abramo 
(1997), Amagada (1997), Pollack (1997) y Sautu et a l . (1998), en tanto que Ja problemática 
de los jóvenes es considerada por Tokman 0997) y Jacinto (1997). Ambos temas son tratados 
conjuntamente por León (1997). 
6 Más adelante se sugiere que las mujeres dejan de asociar sus ciclos de participación 
laboral a los ciclos reproductivos y ya no se retiran del mercado ante la presencia de hijos. 
170 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS X V I I I : 5 2 , 2 0 0 0 
pleo urbano sólo pueden ser explicadas en el marco de la estructura ocupa-
cional de la provincia que presenta los siguientes rasgos dominantes: 
•bajas tasas de participación laboral; 
• desde el punto de vista de la estructura sectorial del empleo, concen-
tración de la ocupación en el sector agropecuario y en actividades de escaso 
• baja asalarización de la fuerza de trabajo y significativa importancia 
de la categoría del trabajo familiar; 
• exigua calificación educativa de la mano de obra; 
• importancia en el ámbito urbano, del sector informal, el sobreempleo 
público 7 y el servicio doméstico; 
• amplia ocupación en el área rural en actividades de subsistencia o de 
muy baja productividad. 
Con fines ilustrativos y con la intenciónde contextualizar la realidad 
estudiada, se comparan con los atributos del mercado laboral del Gran Bue-
nos Aires (GBA), en razón de su significación cuantitativa y socioeconómi-
ca. En este aspecto, cabe formular ciertas acotaciones conceptuales y técnicas. 
Por una parte, se sabe que el proceso de globalización y las medidas de 
ajuste sobre el mercado de trabajo no afectaron de una manera similar a 
distintas regiones y países; en el caso de Argentina, se manifestaron matices 
de diferenciación regional, ya sea que se trate del área metropolitana o del 
interior del país 
Sin embargo, vale la pena destacar que un rasgo estructural común a 
todas las jurisdicciones argentinas, tanto a las modernas como a las más tra-
dicionales, ha sido, a lo largo de la década de los años noventa, el desmejo-
ramiento de las condiciones de funcionamiento del mercado laboral. Por ejem-
plo, en Santiago del Estero el desempleo equivalente8 se incrementó entre 
1990 y 1998 en 100%, pasando de 8.5 en el inicio del ajuste a 16 .2% en la 
actualidad; en tanto que en el país lo hizo en una proporción similar, crecien¬
do de 10.5 a 19.9%. Por su parte, la tasa de empleo, una medida de la deman-
da de trabajo, se contrajo en Santiago entre los años 1 9 9 0 y 1998 de 31 .6 a 
2 7 . 8 % , reducción superior a la registrada en el conjunto del país que deseen-
dió en el mismo periodo de 34.4 a 33.1 por ciento. 
Si bien en los últimos años la situación laboral de las zonas caracterizadas 
como "desarrolladas" de Argentina (como el GBA) empezaron a sufrir un pro-
7 Concepto desarrollado en el marco del Proyecto ARG/92/009, PNUD-OIT-MTSS. 
8 Resultante de sumar al desempleo abierto el 50% del subempleo horario o visible. 
ZURITA, RUIZ Y FORNÉS: SEGMENTACIÓN OCUPACIONAL 171 
ceso de latinoamericanización9 de su situación laboral y social, en las jurisdic-
ciones más tradicionales del país disminuyó notablemente la calidad de los 
empleos y, sobre todo, la cobertura social de los mismos. 
Mercado laboral y equidad de género 
E l examen de la situación laboral de la mujer santiagueña y de la conforma¬
ción de su estructura de roles en los ámbitos público y privado, no permite 
obtener una imagen unívoca, sino una diversidad de escenarios superpuestos, 
algunos de ellos contradictorios; ya que coexisten avances en aspectos vincu-
lados a la educación, la legislación y los derechos sociales, con la pervivencia 
de discriminaciones de base cultural y valórica. 
H a c i a u n r e c o n o c i m i e n t o de l o s enfoques de género 
E l análisis de la problemática de la mujer desde su propia perspectiva, y 
la percepción de que existen diferencias entre los varones y las mujeres que 
no poseen entidad natural y biológica sino que han sido elaboradas so-
cial y culturalmente, constituye el centro de lo que se denomina enfoque 
de género. 
E l carácter azaroso y en cierto modo controversial que han tenido el de-
sarrollo y la utilización del concepto de género ha sido expuesto por diver-
sos autores (Lamas, 1997 y Scott, 1986),10 pero no se puede dejar de admitir 
que el sentido que se le otorgó a su uso en el medio académico lo ha tornado 
una fértil clave heurística, un paradigma interpretativo de reconstrucciones 
empíricas y líneas analíticas centradas en la problemática de la mujer. 
Sin embargo, el enfoque de género, en virtud de su carácter esencial-
9 Término que implica mayor precarización. 
10 Al margen de que en inglés "gender" signifique inequívocamente lo que denota, y se 
refiera a los sexos (sea como accidente gramatical, sea como engendrar), en tanto que en espa-
ñol "género" puede implicar una diversidad de connotaciones (género teatral, estilo literario, o 
un producto textil). Un detallado análisis sobre los usos, dificultades y posibilidades de la 
categoría género se desarrolla en Lamas, (1997). También se puede consultar a Scott (1986). 
172 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS XVIII: 5 2 , 2 0 0 0 
niño, quien asimila los enfoques de género a las "teorías feministas" o "so-
ciosexuales". 
A l contrario, si dichos enfoques aún no han obtenido reconocimiento 
académico por parte de la economía laboral, no aconteció lo mismo con la 
sociología del trabajo," que ha resultado particularmente receptiva. L a sig-
nificación de los aportes de género a la sociología laboral en América Latina 
es expuesta en Abramo Carrillo et a l . (1997) ; para el caso de Argentina, el 
recuento puede ser considerable, destacándose a título ilustrativo, en virtud de 
su continuidad y relevancia, diversas contribuciones de Elizabeth Jelin del 
Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES), Catalina Wainerman 
del Centro de Estudios en Población (CENEP) y Ruth Sautu del Instituto Gino 
Germani de la Universidad de Buenos Aires (IGG-UBA). 1 2 
A l g u n a s e v i d e n c i a s s o b r e e l t r a b a j o f e m e n i n o en S a n t i a g o d e l E s t e r o 
La conformación de la estructura social y el perfil de los indicadores de 
desarrollo económico y social de Santiago del Estero son en cierta medida 
más semejantes a los valores promedio de América Latina que a los corres-
p o „ d t a , , e » , I . m « * a d e A r 6 » , i n , l > 
Por eso no llama la atención que muchas de las características atribuidas 
al comportamiento de la ocupación femenina urbana de América Latina en la 
década de los años noventa posean singular vigencia en Santiago del Estero. 
Por una parte, se comprueba que la mano de obra femenina santiagueña 
ya no puede seguir siendo caracterizada como fuerza de trabajo "secunda-
ria", es decir, como dependiente de la evolución de los salarios y de la inser-
ción laboral masculina, ya que la participación de la mujer en el mercado 
laboral ha iniciado la transición hacia desempeños propios y cada vez más 
independientes de los resultados de las prácticas laborales de la mano de 
obra masculina (León, 1997). 
Tal autonomía también se manifiesta en el hecho de que los compor-
tamientos ocupacionales de las mujeres se independizan crecientemente 
de los reproductivos, y ha dejado de ser una respuesta automática el reti-
rarse del mercado cuando tienen hijos; y más aún, Arriagada ( 1 9 9 7 ) sos-
tiene que en diversos países latinoamericanos, el mayor nivel de partici-
11 Ni con la antropología económica. 
1 2 Para un exhaustivo listado de aportes institucionales y académicos de estudios de 
género en América Latina, véase el documento de base de la Séptima Conferencia Regional 
sobre la Integración de la Mujer en el Desarrollo, (CEPAL, 1997). 
n Los valores de los Indices de Desarrollo Humano ( IDH) de Santiago del Estero se 
encuentran situados en niveles semejantes a los de Perú y República Dominicana. 
ZURITA, RUIZ Y FORNÉS: SEGMENTACIÓN OCUPACIONAL 173 
pación de las mujeres corresponde a aquellas que se encuentran en eda-
des reproductivas. 
A pesar del notorio incremento de los niveles de instrucción formal de 
las mujeres, por encima de la tendencia de la mano de obra masculina, 
persisten sensibles inequidades de género al preservarse las pautas de se-
gregación ocupacional —en gran medida vinculadas a definiciones so-
ciales de roles y tareas basadas en estereotipos sexuales—, y mantenerse 
brechas salariales que significan, tanto en el país como en Santiago del 
Estero, que las mujeres reciban cerca de 30% menos de ingresos t o t a l e s 
que los varones. 
Sin embargo, cuando se examinan los ingresos percibidos por hora tra-
bajada, y ya no los ingresos totales, las diferencias entre mujeres y varones 
prácticamente se tornan irrelevantes, tanto en el GBA como en Santiago del 
Estero.1 4 Según estas evidencias, se deben considerar con cautela los dife-
renciales de ingreso por sexo, y aclarar en cada caso si se trata de magnitudes 
de ingreso total o por hora. Para este aspecto también hay que tener en cuen-
ta otros factores, como las estrategias de "autoselección" que pueden adop-
tar las mujeres para compatibilizar el desempeño de roles laborales y domés-
ticos, así como la existencia devisibles asimetrías de género en el acceso a 
puestos de jefatura y conducción que, entre otros aspectos, se manifiestan en 
una mayor presencia de mujeres en los deciles inferiores de la distribución 
del ingreso. 
En términos de subutilización laboral se advierten serias restricciones 
en la mano de obra femenina, tanto si se observan los niveles de desempleo 
—regularmente más altos que entre la población masculina—, como si se 
toma en cuenta el incremento en el último quinquenio de la participación 
laboral femenina en ocupaciones precarias, especialmente en tareas domici-
liarias, y en una mayor participación en el trabajo familiar.1 5 
1 4 Las observaciones de Rosalía Cortés y Ramón A. Díaz, quienes aportaron datos sobre 
los ingresos por sexo en el GBA y en Santiago del Estero, permitieron superar rigideces con-
ceptuales y apreciaciones estereotipadas sobre la cuestión. En consecuencia, se distinguieron 
tres niveles analíticos: i) el de la captación de los ingresos totales, ii) el de los ingresos por hora 
trabajada, y iii) el de la distribución del ingreso. En el primero y el tercero se manifiestan 
marcadas diferenciaciones por sexo, y no acontece otro tanto en el segundo. 
1 5 Al respecto, Zapata (1997:451) sugiere la necesidad de resignificar la valoración del 
aumento de la participación laboral femenina en contextos signados por la desigualdad y la 
concentración de la riqueza, y sostiene que "el proceso de incorporación de la mujer en el 
mercado de trabajo no debe interpretarse como se hace frecuentemente: en lugar de ser un 
signo de modernización se convierte en un signo de regresión, ya que las mujeres entran a 
trabajar más como resultado de las presiones del mercado de trabajo sobre los hombres que 
como resultado de una motivación propia". 
174 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS X V I I I : 5 2 , 2 0 0 0 
En el cuadro 1 se muestran cifras del mercado de trabajo urbano de 
Santiago del Estero y con fines ilustrativos se presentan los valores corres-
pondientes al Gran Buenos Aires. 
En él aparece uno de los rasgos básicos de la estructura ocupacional 
santiagueña, su baja tasa de actividad, que puede ser atribuida a la escasez de 
opciones de empleo en la provincia y que induce al desaliento de un seg-
mento considerable de la población, la cual permanece inactiva en situacio-
nes de desempleo oculto (Zurita, 1997). Esto en parte «aplicada la existen-
cia de niveles de desocupación abierta inferiores, tanto respecto al Gran Bue-
nos Aires como al promedio nacional, y de un significativo volumen de 
subocupación. 
Tales características y sobre todo la tendencia descendente de la tasa de 
participación laboral —que se contrajo tres puntos porcentuales durante la 
vigencia del Plan de Convertibilidad—, ha ocasionado que el mercado labo-
ral santiagueño entre 1989 y 1998 haya sido calificado como "implosivo" 
(Gerchunoff y López, 1996) o de "equilibrio de bajo nivel" (Zurita, 1997). 
A l considerar los anteriores atributos en su desagregación por sexo, se 
advierte la precariedad de la mano de obra femenina por su menor partici-
pación, sus más altas tasas de desempleo y, sobre todo, de subocupación. 
Tal imagen desfavorable de la condición femenina en el mercado de 
trabajo se refuerza al advertir que percibe menores salarios y es elevada su 
concentración en el trabajo por cuenta propia, especialmente en actividades 
informales. 
Merece un comentario especial la participación de la mujer en el trabajo 
familiar,1 6 la más tradicional de las categorías ocupacionales y la más vincu-
lada al rezago productivo. Si bien en el ámbito urbano, tanto en Santiago del 
familiar en el empleo agropecuario representa más de la mitad (53.8%) del 
total de ocupación femenina.17 
Otra evidencia de las restricciones ocupacionales de la mujer santiagueña 
la proporciona el hecho que de cada cien que trabajan en la ciudad de Santia-
go del Estero, treinta lo hacen en el servicio doméstico. Así, 70% del empleo 
femenino se concentra en cuatro rubros (el servicio doméstico, la adminis-
tración pública, la enseñanza y el servicio doméstico). 
1 6 También denominado "trabajo sin remuneración fija" o trabajo sin salario. 
1 7 Algo similar acontece con el empleo nacional, en el que 52.1% de las mujeres se 
desempeña en la categoría de trabajadoras familiares. 
ZURITA, RUIZ Y FORNÉS: SEGMENTACIÓN OCUPACIONAL 175 
Cuadro 1 
Indicadores de género y mercado de trabajo urbano 
Santiago del Estero y Gran Buenos Aires 
S a n t i a g o del E s t e r o G r a n B u e n o s A i r e s 
t o t a l m u j e r e s v a r o n e s t o t a l m u j e r e s v a r o n e s 
32.8 24.6 41.6 45.0 34.1 56.5 
11.1 11.3 10.9 17.0 21.1 16.4 
17.5 19.6 16.1 13.2 19.4 12.3 
100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 
2.8 0.9 3.9 4.0 2.0 5.2 
28.4 20.1 33.4 21.7 20.1 22.7 
67.9 77.9 61.9 72.9 75.3 71.2 
0.9 1.1 0.7 1.4 2.4 0.9 
75 5.0 9.1 19.4 14.5 22.4 
12.7 0.9 19.8 8.5 0.4 13.6 
2.7 0.5 4.1 5.3 2.9 6.8 
15.7 15.5 15.8 10.9 12.6 9.9 
2.9 3.7 2.4 3.3 3.0 3,6 
5.2 0.6 8.0 8.4 2.4 12.2 
3.7 3.7 3.7 10.8 12.4 9.8 
15.4 11.0 18.1 5.1 5.3 5.0 
7.5 14.8 3.2 4.8 10.2 1.3 
5.5 9.6 3.0 5.1 85 3.0 
11.4 295 0.4 8.3 19.4 1.1 
7.0 4.3 8.5 8.6 7.4 9.3 
2.8 0.9 3.9 0.9 0.4 1.3 
5.7 4.5 65 9.7 9.3 10.0 
18.5 23.8 15.3 16.7 20.4 14.4 
455 30.4 54.8 44.6 29.8 53.8 
30.2 41.3 23.3 28.1 39.5 21.1 
0.1 0.0 0.1 0.9 1.0 0.8 
34.0 41.4 29.4 23.8 34.8 17.1 
42.3 40.8 43.2 41.0 35.8 44.2 
20.1 14.8 23.4 21.4 14.8 25.4 
1.1 1.3 1.0 4.1 5.5 3.3 
2.4 1.7 2.9 9.6 9.1 10.0 
1. Participación laboral 
Situación ocupacional (a) 
Tasa de participación laboral 
Tasadedesen^leo 
Tasa de subocupación 
2. Características laborales 
Total de ocupados 
Categorías ocupacionales (b) 
Patrón 
Asalariado 
Cuenta propia 
Trabajador familiar 
Ramas de actividad (b) 
Industria 
Construcción 
Comercio mayonsta 
Comercio minorista 
Hoteles y restaurantes 
Transportes 
Serv. financieros y a empresas 
Administración pública 
Enseñanza 
Servicios de salud 
Servicio doméstico 
Otros servicios 
Otras ramas 
Calificación ocupacional (b) 
Científica Profesional 
Técnica 
Operativa 
No calificada 
Sin especificar 
Distribución del Ingreso (b) 
Deci les la4 
Deciles5a8 
Deciles 9 y 10 
Sin ingresos 
Ingresos parciales y NS/NR 
Fuente: Proyecto Empleo y Subutilización Laboral en Santiago del Estero, PROIT-INDES, 
CICYT-UNSE. 
(a) mayo de 1997, (b) octubre de 1996. 
176 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS X V I I I : 5 2 , 2 0 0 0 
Gráfica 1 
Mujeres ocupadas por rama de actividad. 
Santiago del Estero y Gran Buenos Aires 
E l examen de la calificación de la población ocupada es también crítico 
entre las mujeres, que suelen trabajar en actividades no calificadas. 
Finalmente, las diferencias de género también se manifiestan en la dis-
tribución del ingreso; hay más mujeres en los estratos inferiores y, conse-
cuentemente, menos en los deciles superiores de ingreso v i s a v i s los varones 
ocupados. 
Condición juvenil y mercado de trabajo 
Líneas arriba se expuso que el aporte básico de los enfoques de género ha 
sido poner de manifiesto que gran parte de las diferencias entre los varones y 
las mujeres en la vida social y en el mercado de trabajo carecen de sustento 
biológico o sexual sino que fueron elaboradas culturalmente. 
En el caso de los jóvenes —el otro segmento integrante de la fuerza de 
trabajo secundaria— también resulta necesario trascender las definiciones 
que circunscriben la condición juvenil a bases biológicas y/o cronológicas, y 
procurar responder a interrogantes sobre la identidad social de los actores 
ZURITA, RUIZ Y FORNÉS: SEGMENTACIÓN OCUPACIONAL 177 
¿Quién es j o v e n ? 
Se ha definido a la juventud desde tres perspectivas principales y cada una 
de ellas ha puesto énfasis en algún criterio particular el demográfico, el del 
desarrollo de la personalidad y el social. Los tres nos permiten aproximarnos 
a lo que se puede entender por juventud, dado que se trata de un fenómeno 
social global y complejo, y, por lo tanto, multidimensional.Desde el punto de vista del c r i t e r i o demográfico se ubica a los jóvenes 
años como los límites inferior y superior de dicho rango. Lo que interesa de 
este criterio, más que tal delimitación, es que se aproxima a la idea de una 
etapa de la vida humana que es vivida casi al mismo tiempo por una cantidad 
determinable de individuos que constituyen la población joven. En el trata-
m , e „ , „ „ e d a 1 o S q u e S e p , e s e „ t a m á s a a e , a „ , e S « t , a b a j , c o „ , o s r a „ g „ s « í r e o S 
de 15 a 19 y 20 a 24 años como un modo de acercamiento a las etapas que 
suelen diferenciarse en el periodo juvenil: la a d o l e s c e n c i a y la j u v e n t u d p r o -
piamente dicha. Sin embargo, simultáneamente con los criterios demográfi-
eos, se torna necesario considerar los procesos biológicos, psicológicos y 
sociológicos que se dan en el periodo juvenil. 
Un análisis desde el d e s a r r o l l o de la p e r s o n a l i d a d , pone en evidencia 
una serie de cambios que se producen en múltiples áreas durante esta etapa 
de la vida. Se muestra, en este sentido, las cinco áreas de la personalidad que 
Asún (1980) destaca como especialmente dinámicas: sexual, de la afectivi-
dad, socioafectiva, intelectual y físicomotora. Sin desarrollar los procesos 
que se perciben en las diferentes áreas, se puede remarcar, por el interés que 
reviste para el presente estudio, la importancia que posee el trabajo en el 
desarrollo de la personalidad juvenil, en la construcción de la identidad per-
sonal y en el proceso de autoafirmación a partir del reconocimiento de capa-
cidades y posibilidades. 
Definir a la juventud desde una p e r s p e c t i v a s o c i a l implica determi-
nar su relación con la institución del trabajo. De esta relación deriva el carác-
ter histórico-social del concepto de juventud, dado que ésta sería un periodo 
de preparación especial, surgido-de la complejidad técnica que alcanza el sis-
tema capitalista en su etapa de expansión y que requiere una institución —la 
escuela moderna— que prepare fuerza de trabajo calificada. La noción de 
juventud se asocia así a la trilogía funcional trabajo-juventud-educación de la 
cultura moderna. Durante mucho tiempo la humanidad no tuvo música, moda, 
bebidas, ni rituales especiales para los jóvenes. En las sociedades primitivas 
la infancia terminaba con un "rito de pasaje" a la adultez, y no existía un 
estado intermedio entre ambas. 
178 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS X V I I I : 5 2 , 2 0 0 0 
La "invención de la juventud" durante la modernidad, implicó la seg-
mentación y diferenciación en el ciclo de vida de un periodo de preparación 
para el desempeño del rol de adulto con el que se alcanza la madurez social 
y que comporta el ejercicio idóneo de los roles de trabajador, ciudadano, 
padre, cónyuge, etcétera. 
Si se observa cómo opera esta fase preparatoria, o periodo de mora-
toria, en los distintos estratos sociales, según las diferencias de sexo o las 
que existen entre el medio rural y el urbano, se comprueba que su magni-
tud es diversa. Esto se correlaciona con los distintos niveles de instrucción 
breve. 
Desde esta perspectiva no se puede dejar de mencionar algunas notas 
vinculadas con 1'testera cultural. E l mundo ha entrado en una voraz fiebre de 
cultura juvenil, y más específicamente, de cultura de adolescentes, ya que 
son éstos los que marcan el paso de los cambios y la llegada de las modas. 
Los mayores quieren ser adolescentes, están obligados a comportarse como 
tales so pena de convertirse en viejos. Todo se ha transformado repentina-
mente en j o v e n , ágil, d i v e r t i d o . Hoy el rito de tránsito a la adultez dura casi 
indefinidamente, y en todas las sociedades una gran proporción de su pobla-
ción entra en esa nueva categoría que no es ni la infancia ni la adultez. Una 
categoría a la que sólo le sirven sus propios valores, ya que habiendo dejado 
de ser niños, los valores de los adultos les resultan arcaicos. 
Articulando las tres perspectivas sobre la juventud, diremos que se trata 
de un lapso, socialmente aceptado y culturalmente valorado, durante el cual 
se adquiere cierta preparación técnica para el trabajo, y de un espacio propi-
cio para el desarrollo de procesos psicológicos y biológicos concomitantes 
periodo juvenil. Este proceso comporta para el joven la preocupación por 
"identificarse reconociendo"; reconocimiento de sí que se da en distintos pla-
nos. Hay un "reconocimiento de sí mismo" al observar y encontrar sus carac-
terísticas propias (identidad individual); busca el reconocimiento de sí mis-
mo en los otros, que son como él y que, por lo tanto, conforman un n o s o t r o s 
juvenil (identidad generacional); también hay un "reconocimiento de sí" en 
un colectivo mayor, en un grupo social que me define y nos define en el 
compartir una condición común de vida (identidad social). En algún momen-
to el "nosotros juvenil" debería empezar a ligarse, a mezclarse con un "noso-
ZURITA, RUIZ Y FORMÉS: SEGMENTACIÓN OCUPACIONAL 179 
tros los trabajadores", campesinos, profesionales, obreros, que comparten, 
más que una situación, una condición de vida común, que es permanente en el 
tiempo —más que la juventud— y cuya asunción plena, objetivada en roles 
adultos laborales, viene a poner término al periodo juvenil y a sus procesos. 
E l t r a b a j o de l o s jóvenes en S a n t i a g o d e l E s t e r o 
Las principales características demográficas del conjunto de la provincia tam-
bién se manifiestan, aunque menos acentuadamente, en el aglomerado urba-
no estudiado; esto implica que en razón de una más alta fecundidad y por el 
efecto, en cierta medida histórico, de las migraciones, la estructura poblacional 
del área urbana de Santiago del Estero-La Banda se amplía en los grupos de 
menor edad y se contrae en los de mayor. 
Estos rasgos resaltan al compararlos con los del Gran Buenos Aires, 
donde hay una menor proporción de jóvenes y una mayor incidencia de adul-
tos mayores. Más deía mitad de la población de Santiago del Estero está 
conformada por niños y jóvenes: el segmento de menos de 25 años represen-
ta 52% del total. 
E l grupo de 15 a 24 años posee una significación mayor en Santiago 
(20.9) que en el área metropolitana (17.5). Las serias dificultades en la inser-
ción ocupacional en esas edades se manifiestan al comprobar que concentra 
44% del total de desocupados, una magnitud sumamente elevada1 8 —por 
encima de la incidencia de 35% en el G B A — , pero que también expresa la 
conformación demográfica de Santiago del Estero con predominio de pobla-
ción joven (cuadro 2). 
Uno de los rasgos característicos, que se manifiesta en el largo plazo, de 
la estructura ocupacional de Santiago del Estero es su escaso nivel de activi-
dad. La tasa global de participación de 32.5% es la más baja del país , 1 9 con-
siderablemente menor que la del GBA, de 45.1 por ciento.2 0 
1 8 El valor de 44% no corresponde a la tasa de desempleo juvenil, sino a la proporción de 
desempleados de 15 a 24 años de edad en el total de desocupados; por lo tanto este valor depen-
de de la incidencia relativa de la población joven en el total demográfico, que es alta en San-
tiago del Estero. 
1 9 Entre 1991 y 1997, a diferencia de lo que ocurrió en la mayor parte del país, la tasa de 
actividad descendió en Santiago del Estero-La Banda de 35.1 a 32.8%. Esta suerte de implosión 
del mercado de trabajo muestra el desaliento de la fuerza laboral, que se retrae a la inactividad, 
que no busca trabajo en un contexto de alto desempleo. Sobre las características del desempleo 
oculto en Santiago del Estero existen aportes en Zurita (1997) y Gerchunoff y López (1996). 
2 0 En Santiago sólo el grupo de trabajadores de 40-49 años se aproxima en algo a los 
comportamientos laborales respectivos en el GBA. 
180 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS X V I I I : 52 , 2 0 0 0 
Cuadro 2 
Grupos de edad en la población total y por condición de actividad. 
Santiago del Estero-La Banda y Gran Buenos Aires. Octubre 1997Santiago de¡Estero-La Banda 
Grupos 
de edad 
Población total 
total PEA 
Conditiónde actividad 
.desocupados inactivos 
Gran Buenos Aires 
Condición de actividad 
Población total ocupados desocupados inactivos 
total PEA 
Total 100.0 
Hasta9afios20.8 
100.0 100.0 
10-14 
15-19 
20-24 
[ 15 a 24 
10.3 
11.5 
9.4 
0.4 
7.0 
14.1 
0.3 
5.7 
13.0 
100.0 
0.6 
19.0 
25-5 
44.5 
100.0 
30.9 
15.1 
13.6 
7.1 
100.0 
16.3 
8.0 
8.6 
8.9 
100.0 100.0 100.0 
0.2 
5.9 
0.2 
4.4 
0.4 
15.1 
14.7 13.9 19.7 
100.0 
29.7 
14.4 
10.9 
4.1 
20.9 21.1 18.7 20.7 17.5 2Ó6 18.3 34.8 W 1 
25-29 6.4 12.7 13.1 8.9 3.3 7.7 13.7 13.6 14.7 2.8 
30-39 
40-49 
50-59 
60. 69 
11.9 25.9 26.3 21.7 5.1 12.2 21.2 22.1 16.2 
14.0 
12.8 
6.1 
4.8 30-39 
40-49 
50-59 
60. 69 
10.9 
7.3 
5.8 
24.2 
11.2 
3.8 
25.4 
11.5 
3.9 
13.4 
8.3 
2.6 
4.5 
5.5 
6.8 
12.1 
10.4 
7.8 
20.7 
15.9 
6.3 
21.8 
16.5 
6.4 
16.2 
14.0 
12.8 
6.1 
5.0 
5.9 
9.1 
70 y más 5.7 0.6 0.7 — 8.2 7.8 1.2 1.3 0.9 13.3 
Fuente: EPH, INDEC, octubre de 1997. 
Cuadro 3 
Grupos de edad en la población total y por condición de actividad. 
Santiago del Estero-La Banda y Gran Buenos Aires (octubre de 1997) 
Santiago del Estero-La Banda Gran Buenos Aires 
Conditiónde actividad Condition de actividad 
Grupos Población total ocupados desocupados inactivos Población total ocupados desocupados inactivos 
de edad total PEA total PEA 
Total 100.0 32.5 29.4 
Hasta9años l00 .0 
10-14 100.0 
15-19 100.0 
20-24 J 0 O 0 
1.1 0.9 
19.8 14.7 
49.1 40.7 
3.1 
0.2 
5.1 
8.4 
67.5 
100.0 
98.9 
80.2 
_509 
100.0 45.1 38.6 
100.0 - -
100.0 1.3 0.9 
100.0 30.9 19.5 
100.0 74.6 60.3 
6.5 54.9 
100.0 
0.3 98.7 
11.3 69.2 
14.3 25.4 
I 15 a 24 100.0 34.4 26.4 6.6 67.0 100.0 53.0 40.2 12.8 46.9 1 
i A i i nrt n net n n n i i n 1 25-29 100.0 
30-39 100.0 
40-49 100.0 
50-59 100.0 
60. 69 100.0 
70 y más 100.0 
65.3 60.9 
70.9 65.3 
72.1 68.3 
49.7 46.2 
21.3 19.8 
3.5 3.5 
4.4 
5.6 
3.8 
3.5 
1.4 
34.7 
29.1 
27.9 
50.3 
78.7 
96.5 
100.0 79.9 67.7 
100.0 78.3 69.8 
100.0 77.3 69.8 
100.0 68.9 61.0 
100.0 36.4 31.4 
100.0 7.2 6.4 
12.3 20.1 
8.5 21.7 
7.5 22.7 
7.9 31.1 
5.0 63.6 
0.8 92.8 
Fuente: EPH, INDEC, octubre de 1997. 
ZURITA, RUIZ Y FORNÉS: SEGMENTACIÓN OCUPACIONAL 181 
E l segmento de 15 a 24 años participa menos en Santiago (32.5%) que 
en el área metropolitana (53%). En su interior existen claras diferencias en-
tre la cohorte de los "adolescentes" de 15 a 19 años y la de los "jóvenes" de 
20 a 24 años, quienes desempeñan mayor actividad laboral y se enfrentan a 
En Santiago y en el GBA, los valores de la tasa de desempleo son nota-
blemente elevados en los adolescentes —de 15 a 19 años—, aunque también 
son considerables entre los jóvenes de 20 a 24 años (cuadro 4). 
Pero, asimismo, la vulnerabilidad de quienes están ocupados se manifies-
ta en el hecho de que la mayor parte de los jóvenes santiagueños se desempe-
ñan en actividades caracterizadas como tradicionales y de baja productivi-
dad, siendo el comercio minorista —como también acontece en el G B A — la 
más de la mitad del empleo juvenil (cuadro 5). 
A l tomar en cuenta la diferenciación por sexo, se advierte que entre 
los varones la construcción, el transporte y el comercio generan 51% de los 
puestos, en tanto que en el GBA dichas ramas captan un tercio del empleo 
Entre las mujeres jóvenes santiagueñas es extraordinaria la importancia 
del servicio doméstico, que por sí solo representa 46% del total del empleo. 
En conjunto, el servicio doméstico y el comercio minorista significan alre-
dedor de 70% del conjunto de la ocupación femenina joven. 2 2 
A l examinar la distribución del empleo según el tamaño de los estable-
cimientos se comprueba que en Santiago del Estero y en el GBA, aunque más 
acusadamente en la provincia, el grueso del empleo global - s i n considerar 
los grupos de edad— se concentra en las microempresas, es decir, en los 
establecimentos, de 1 a 5 ocupados: en la provincia 60.4% y en el GBA 48.1 % 
del total de ocupados. 
La importancia de la ocupación en las microempresas se incrementa 
en Santiago en el caso de los jóvenes, pues asciende a 67.6%, exhibiendo 
un comportamiento diferente en el área metropolitana, donde la participa-
ción juvenil desciende a 46.7 por ciento. 
2 1 Ya que en el GBA la industria posee significación en el empleo juvenil, lo que no 
acontece en Santiago. 
2 2 En el GBA ambas ramas, que también son las más relevantes, captan en cambio 34%, 
ya que la distribución del empleo juvenil por rama de actividad es más diversificada en el área 
metropolitana y menos restringida a las actividades tradicionales, como ocurre en Santiago del 
Estero. 
182 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS X V I I I : 5 2 , 2 0 0 0 
Cuadro 4 
Tasas de desempleo por grupo de edad Santiago del Estero 
y Gran Buenos Aires (octubre de 1997) 
Tasa de desempleo 
Grupos de edad S a n t i a g o - G r a n Buenos 
L a B a n d a Aires 
Total 9.5 14.4 
10-14 18.2 23.1 
15-19 25.8 36.6 
20-24 17.1 19.2 
25-29 6.7 15.4 
30-39 7.9 10.9 
40-49 5.3 9.7 
50-59 7.0 11.5 
60-69 6.6 13.7 
7 0 y m á s — 11.1 
Fuente: Elaboración propia a partir de la Base Usuario de EPH, INDEC. 
Si se considerase el tamaño del establecimiento como un indicador de 
informalidad23 se podría apuntar que sólo 3 2 . 4 % de los jóvenes santiagueños 
estaría incluido en el sector formal, proporción que asciende a 5 3 % en el 
G B A (cuadro 6) . 
Finalmente, merece una especial referencia la situación particularmen-
te grave de aquellos jóvenes que no están ocupados, no buscan trabajo, ni es-
tudian: en Santiago del Estero son 12 5 0 0 y representan 19 .4% de la cohorte 
de 15 a 2 4 años. 2 4 Este sector juvenil en su gran mayoría pertenece a los 
estratos pobres, y debería constituirse en un foco prioritario de las políticas 
de intervención, no sólo porque constituye potencialmente "la base social de 
la violencia" (Kritz, 1997) , ni porque es el más expuesto a "comportamien-
tos sociales aberrantes" (Tokman, 1997) , sino, sobre todo, porque se trata 
del núcleo más duro de la exclusión, con un destino ocluido por la marginación 
económica y social, y sobre el que convergen todas las limitaciones de la 
carencia de empleos. 
2 3 Para el caso de estimaciones del sector informal del GBA se pueden consultar los 
criterios de López y Monza (1996), en tanto que para similares mediciones en el aglomerado 
Santiago del Estero-La Banda existen los registros que proporcionan Díaz y Zurita (1997). 
2 4 En el GBA son 240 000 jóvenes y representan 12.1% de su grupo de edad. 
ZURITA, RUIZ Y FORNÉS: SEGMENTACIÓN OCUPACIONAL 183 
Cuadro 5 
Ocupados de 15 a 24 años por rama de actividad y sexo, 
Santiago del Estero y Gran Buenos Aires (octubre de 1997) 
Ocupados de 1 5 a 2 4 años de edad 
Ramas de Actividad Santiago del Estero G r a n Buenos Aires 
t o t a l varones mujeres t o t a l varones mujeres 
Agricultura 
Industrias de alimentos 
Industrias textiles 
Industrias químicas 
Industrias metálicas 
Otras industrias 
Electricidad 
Construcciones 
Comercio mayorista 
Comercio minorista 
Restaurantes 
Transportes 
Servicios de Transportes 
Finanzas 
Inmuebles 
Administración pública 
Enseñanza 
Servicios de salud 
Otros servicios 
Servicios de reparación 
Servicio doméstico 
Otros serv. personales 
Total 
1.8 2.7 — 
5.4 5.5 5.2 
0.1 — 0.1 
0.4 0.5 — 
0.7 1.1 — 
2.5 3.8 — 
12.9 19.8 
5.0 7.1 1.0 
20.9 19.8 22.9 
2.9 1.6 5.2 
7.9 12.1 — 
2.9 3.3 2.1 
0.4 0.5 — 
1.4 1.1 2.1 
5.0 6.6 2.1 
2.9 1.1 6.3 
1.4 0.5 3.1 
3.2 3.8 2.1 
2.2 3.3 — 
16.5 1.1 45.8 
3.6 4.4 2.1 
100.0 100.0 100.0 
0.1 — 0.3 
3.4 3.4 3.4 
5.7 4.8 7.1 
2.3 1.8 3.0 
5.8 8.3 1.7 
4.0 5.2 2.0 
0.5 0.8 — 
7.4 
4.8 
16.0 
11.9 
5.8 
14.9 
3.0 
17.9 
4.2 3.4 5.4 
5.7 8.3 1.4 
3.4 3.8 2.7 
3.2 2.0 5.1 
6.7 7.3 5.7 
3.4 3.6 3.0 
3.5 1.8 6.4 
4.7 1.8 9.5 
3.0 2.8 3.4 
3.2 4.6 0.7 
7.2 1.8 16.2 
1.8 1.6 2.0 
100.0 100.0 100.0 
Fuente: Elaboración propia a partir de la Base Usuario de EPH, INDEC. 
Observacionesfinales 
En virtud de lo anterior quizás resulte necesario reiterar algunas considera-
ciones acerca de la vinculación entre el empleo, la productividad y los ingre-
sos, porque resultan relevantes desde una perspectiva analítica y desde el 
punto de vista de la intervención social y económica. 
184 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS X V I I I : 5 2 , 2 0 0 0 
Cuadro 6 
Total de ocupados y ocupados de 15 a 2 4 años por tamaño 
del establecimiento, Santiago del Estero-La Banda y Gran Buenos Aires 
(octubre de 1997) 
J u r i s d i c _ Ocupados por tamaño del establecimiento 
clones Total 1 2 - 5 1-5 6-25 2 6 - 1 0 0 1 0 1 - 5 0 0 5 0 1 y más 
Santiago 
Total 100.0 35.9 24.5 60.4 
Jóvenes 100.0 29.4 38.2 67.6 
GB A 
Total 100.0 23.1 25.0 48.1 
Jóvenes 100.0 12.0 34.7 46.7 
Fuente: Elaboración propia a partir de la Base Usuario de EPH, INDEC. 
21.6 13.3 
21.0 7.3 
19.3 15.1 
24.5 15.5 
3.9 0.8 
4.2 0.0 
11.3 6.2 
8.5 4.9 
Sobre políticas de empleo 
En la actualidad, en un amplio sector de sociólogos del trabajo y economis-
tas laborales existe consenso al reconocer que las medidas y acciones por 
S ^ e í t ^ ^ 
los ingresos y contribuir a la equidad social. 
Sobre este aspecto, al realizar la justificación teórica de las postulaciones 
delaCEPAL ,Ramos(1993)argumentaquee l t í p i coprogramadecreac iónde 
empleos de emergencia no constituye en rigor una política de empleo, ya que 
en realidad se trata de un subsidio encubierto de desempleo, puesto que por 
ser éstos tan intensivos en mano de obra, su productividad marginal es 
escasísima; también cuestiona lo que denomina "políticas populistas" de ge-
neración de empleo mediante el incremento de las obras públicas porque, 
aunque puedan ser productivas, son esencialmente transitorias. Una verda-
dera política de empleo debe ser sistèmica, tomar en cuenta los aspectos 
sociales así como los económicos, y promover la creación de puestos de 
trabajo productivos y permanentes,25 de ahí que deba estar vinculada a la 
eficiencia y competi ti vidad. 
Tradicionalmente, y más aún durante periodos de crisis y ajuste económi-
co, las políticas laborales y sociales han estado orientadas a apoyar la creación 
2 5 La "permanencia" se refiere a la inserción y sustentabilidad del empleo y no a la 
inamovilidad de la fuerza de trabajo ocupada. 
ZURITA, RUIZ Y FORNÉS: SEGMENTACIÓN OCUPACIONAL 185 
de empleo para los ya incorporados al mercado de trabajo y han tratado de 
compensar la insuficiencia de ingresos de los hogares por medio de subsidios 
a la oferta o a la demanda de infraestructura, vivienda y servicios sociales. Este 
enfoque compensador -cuando se han superado las fases más duras de la 
c r i s i s - resulta inadecuado para impulsar la transición hacia una mayor parti-
cipación laboral, regular y autónoma de los sectores en que se presentan las 
más serias carencias ocupacionales, esto es entre las mujeres y los jóvenes. 
Por ello es indispensable que Santiago del Estero se actualice respecto a 
la eficiencia y productividad de su sistema social. Pero para que esta exigen-
cia sea realista y no una mera petición de principios, hay que tener en cuenta 
las profundas heterogeneidades de la estructura regional del país, en la que la 
provincia aparece como un caso extremo. 
Vale decir que es también necesaria la acción del Estado, pero no, por 
ejemplo, para generar más plazas de trabajo en el sector público, sino para 
contribuir a la conformación de un segmento empresarial competitivo, fo¬
mentar la inversión en innovaciones técnicas y de gestión, y, sobre todo, 
promover el mejoramiento del capital humano. 
Las acciones que se emprendan en materia de educación v capacitación 
deberían corresponder al incremento de las posibilidades de empleo para los 
diversos sectores de la fuerza de trabajo para impedir que se cristalicen 
los mecanismos de reproducción inter e intrageneracional de la pobreza me-
diante una mayor equidad en la acumulación de capital humano y en las 
oportunidades de participación laboral para los nacidos en hogares pobres y 
no pobres. 
Nuestra opinión es que Santiago del Estero requiere, tanto o más que 
políticas específicas de empleo, acciones y medidas que tiendan a una muta-
ción profunda del conjunto de su estructura productiva y social. 
No obstante, en razón de las serias dificultades ocupacionales que afec-
tan hoy día a diversos sectores de la población, resulta necesario considerar 
la necesidad de intervenir sobre el mercado de trabajo. Pero esta acción no 
sólo deberá acometerla el Estado (llámese Ministerio de Trabajo y Seguri-
dad Social, MTSS, gobiernos provinciales o municipales), sino que también 
se requiere una mayor participación de los actores y grupos sociales involucra-
dos. A l respecto, para garantizar no sólo una mayor transparencia sino sobre 
Se ha sostenido que el éxito del actual modelo económico depende de la 
obtención y consolidación de estándares internacionales de competitividad, 
186 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS X V I I I : 5 2 , 2 0 0 0 
pero también se puede afirmar que la legitimidad del modelo sólo provendrá 
de la superación de la pobreza. Ahora bien, éxito económico y legitimación 
social no constituyen en el fondo objetivos diferentes, ni deberían manifes-
tarse en distintos momentos. 
E l caso de Santiago del Estero plantea la insuficiencia de los enfoques 
secuenciales, tanto de las versiones neoliberales extremas en materia econó-
creación de empleo productivo). 
Un auténtico mejoramiento, sustentable y de largo plazo, de las condi-
ciones de funcionamiento del mercado de trabajo, sólo puede provenir de un 
enfoque integrado del desarrollo de la provincia que considere el impacto 
social de las políticas y los costos económicos de las intervenciones sociales. 
Como se ve, se trata de un típico desafío de fin de siglo en una provincia 
postergada: reactivar y modificar su estructura compatibilizando la sensibili¬
dad social con la responsabilidad económica. 
En este sucinto diagnóstico de la situación ocupacional de dos de los 
sectores más vulnerables del mercado de trabajo de una ciudad tradicional 
de Argentina, para el caso de las mujeres concluimos con la advertencia de 
que, de acuerdo con la experiencia de diversos países, la obtención de la 
equidad de género no parece provenir solamente del mejoramiento de las 
condiciones laborales, ni siquiera de la erradicación de la pobreza, sino que 
deberá sustentarse —además de la reactivación del postrado aparato produc-
tivo provincial— en políticas sociales que promuevan la inserción femenina 
en empleos auténticamente productivos y en el mejoramiento de las condi-
dones de e m p l e a b U i d a d , sobre todo a partir de fuertes inversiones en la 
propiasfor.asdeorgani.cidn, para remover en ,a s»iedad aoue.los va,o-
Para el caso de los jóvenes son pertinentes algunos de los señalamientos 
anteriores, especialmente los referidos a la necesidad de intervención social 
en el ámbito educativo, pero asimismo es recomendable emprender acciones 
que contribuyan al incremento de la participación cívica y social. 
E l género es una clave hermenéutica, y para muchas mujeres la con¬
quista de un concepto explicativo fundamental, por eso es en el fondo una 
noción estable. En cambio, la juventud es esencialmente una categoría 
transicional, un puente ¿pero hacia dónde? Depende del conjunto de la 
ZURITA, RUIZ Y FORNÉS: SEGMENTACIÓN OCUPACIONAL 187 
sociedad que sea una vía hacia la inclusión social y no una fase en la tra-
yectoria de la pobreza. 
Recibido en febrero de 1999 
Revisado en marzo de 1999 
Correspondencia: Programa de Investigaciones sobre Trabajo y Socie-
dad (PROIT)/Instituto de Desarrollo Social (INDES)/Facultad de Humani-
dades de la Universidad Nacional de Santiago del Estero/Av. Belgrano sur 
1912/CP 4200/Santiago del Estero/Argentina/tel. (54 385) 4 22 13 22 ext. 
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