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Mario Marrone La Teoría del Apego: Un enfoque actual Con contribuciones de Nicola Diamond y Luis Juri Prólogo de Hugo Bleichmar Capítulo 2 La Teoría del Apego MARIO MARRONE Introducción Bowlby (1977) dice: «Lo que por motivos de conveniencia denomino teoría del apego, es una forma de conceptualizar la tendencia de los seres humanos a crear fuertes lazos afectivos con determinadas personas en particular y un intento de explicar la amplia variedad de formas de do- lor emocional y trastornos de personalidad, tales como la ansiedad, la ira, la depresión y el alejamiento emocional, que se producen como conse- cuencia de la separación indeseada y de la pérdida afectiva». Bowlby incluye en la definición de la teoría del apego un conjunto de explicaciones. Estas explicaciones conciernen esencialmente a dos cues- tiones: por qué los seres humanos tienden a establecer vínculos fuertes , selectivos y duraderos; y cómo la alteración o la amenaza de alteración de esos vínculos puede causar fuertes emociones, y finalmente psicopa- tología. Por esa razón, la posición inicial de Bowlby reflejaba tres intere- ses principales: (a) corregir la teoría psicoanalítica a la luz d e los nuevos descubrimientos; (b) ver la psicopatología en un contexto evolutivo y, por último, (c) colocar las relaciones afectivas en el centro de la psicología evo- lutiva y del psicoanálisis. Bowlby agrega: «Los partidarios de la teoría del apego argumentan que muchas formas de trastorno psiquiátrico pueden ser atribuidas tan- to a las alteraciones en el desarrollo de la conducta de apego o , más ra- ramente, al fracaso de su desarrollo; así como también que la teoría arro- ja luz tanto sobre el origen como sobre el tratamiento de esas condiciones» Como Bowlby era psiquiatra y psicoanalista, y trabajaba en el campo clí- nico, su interés en el desarrollo de la psicopatología era manifiesto . En este sentido, su intención iba mas allá de lo puramente teórico o acadé- mico. Los temas de observación que a él le interesaban eran los aspectos más comunes de la vida cotidiana: la formación, evolución y pérdida de -31- 32 MARIO MARRONE lazos emocionales con personas específicas, como también la observación de las emociones que emergen en el curso de estos sucesos. Aunque es- tos procesos ya habían sido observados y explicados por psiquiatras, psi- cólogos y psicoanalistas, llegó a la conclusión de que las teorías existentes no eran totalmente adecuadas para explicar estos hechos». Y más tarde (1982) dijo: «Sin tener una buena teoría como guía, es probable que la investigación resulte difícil de planificar y que resulte im- productiva, además de que sus hallazgos resul_ten difíciles de interpre- tar. Sin una teoría de la psicopatología razonablemente válida, la técni- ca psicoterapéutica tiende a ser desajustada y de dudoso beneficio. Sin una teoría razonablemente válida acerca de la etiología no se pueden sos- tener medidas de prevención sistemáticas y consensuadas. Mi esperan- za es que a largo plazo se pueda probar que el mayor valor de la teoría propuesta sea la luz que arroja sobre las condiciones que tienen mayor probabilidad de promover el desarrollo saludable de la personalidad. So- lamente cuando estas condiciones sean totalmente claras, los padres sa- brán qué es lo mejor para sus hijos y las comunidades desearán ayudar a proporcionarlo». Un paradigma psicoanalítico Más que cualquier otra rama de la medicina o la psicología, el psico- análisis se ocupa del estudio de la vida emocional y de las relaciones hu- manas. Sin embargo, en el curso de la evolución del pensamiento psico- analítico, la importancia primordial de las relaciones primarias de apego fue eclipsada por teorías que ponían la sexualidad y la hipotética pul- sión de muerte como el centro de la motivación humana. Es verdad que un número significativo de psicoanalistas descarta la noción de pulsión de muerte, y de hecho resaltan la importancia de los vínculos y las rela- ciones, sobre todo en el desarrollo temprano. Pero ninguno de ellos dijo: «Revisemos nuestras suposiciones básicas acerca de las motivaciones hu- manas antes de continuar teorizando». Esta omisión dio lugar a una cier- ta ambigüedad, ya que la necesidad humana de encontrar seguridad en relaciones específicas todavía se explicaba desde el punto de vista de la alimentación o de la sexualidad. Aunque la alimentación y la sexualidad jueguen una parte importante en la vida psicosocial, no pueden dar cuen- ta del hecho de que los sucesos y emociones relacionados con el apego juegan un rol tan importante en la conducta humana y en el desarrollo temprano. En casi todos los seres humanos, se pueden observar relaciones ínti- mas y duraderas y se consideran comúnmente como una parte integral de la naturaleza humana. Más aún: (1) las emociones más fuertes, aso- ciadas al júbilo o al dolor, emergen en el curso de sucesos relacionados II. LA TEORÍA DEL APEGO 33 con el apego; (2) la calidad y las vicisitudes de las relaciones tempranas son determinantes en el desarrollo de la personalidad y de la salud men- tal; y (3) el modo en que las personas interpretan y manejan las relacio- nes está basado en experiencias de relaciones previas. Si el apego se reconoce como una fuerza motivacional primaria con su propia dinámica, será más fácil entender las consecuencias complejas y trascendentales de las relaciones de apego. De otro modo, la com- prensión de los temas relacionados con el apego (particularmente en sus implicaciones para el desarrollo evolutivo y para la clínica) solo puede realizarse haciendo extrapolaciones desde conceptos teóricos menos apropiados. Bowlby deseaba desarrollar un paradigma psicoanalítico que permitiese establecer una mejor conexión entre el fenómeno observable y la explicación conceptual. Hasta la mitad de 1950 solo había prevalecido una opinión explícita- mente formulada· acerca de la naturaleza y el origen de los lazos afecti- vos. Sobre esta cuestión estaban de acuerdo los psicoanalistas y los teó- ricos del aprendizaje. Se suponía que los vínculos interpersonales se desarrollan porque el individuo descubre que necesita a otro ser huma- no con el objeto de satisfacer ciertos impulsos, por ejemplo: la necesidad de ser alimentado en la niñez y el sex:o en la vida adulta. Este tipo de teo- ría postulaba dos clases de pulsiones: primarias y secundarias, categorizaba a la alimentación y al sexo como libidinales o primarios, y a las relacio- nes personales como secundarias. Lo esencial del paradigma propuesto por Bowlby es que supone que los dolores, alegrías y el significado del apego no pueden ser reducidos a una pulsión secundaria. Es cierto que otras teorías postularon una primitiva relación de obje- to desde el comienzo. Por ejemplo, desde el punto de vista kleiniano, el pecho materno era considerado como el primer objeto y el mayor énfa- sis -desde el punto de vista de desarrollo temprano- se localizaba en la alimentación y en la oralidad. Más aún, se le daba una importancia ex- traordinaria a la pulsión de muerte, siendo vista ésta como una fuente primitiva de envidia, proyección y de tempranas distorsiones percepti- vas del otro significativo. En este contexto, la mayoría de los procesos psi- cológicos eran vistos como autógenos (provenientes del interior del in- dividuo) y la vida interpersonal, en lugar de tener su propio papel inherente, se entendía como un epifenómeno de procesos psíquicos ge- nerados internamente. Bowlby pensó que existía suficiente evidencia clínica y empírica para formular una nueva teoría. El marco conceptual resultante podría fá- cilmente contener todos los fenómenos que Freud destacó, como por ejemplo: las relaciones afectivas, la ansiedad de separación, el duelo, los mecanismos de defensa, la ira, la culpa, la depresión, el trauma, el dis- tanciamiento emocional, los períodos crítico en la vida temprana, etc. En el capítulo l de El vínculo afectivo ( 1969), Bowlby tratóde ubicar la 34 MARIO MARRONE teoría del apego en el contexto de una metapsicología psicoanalítica (me- ta psicología es un término acuñado por Freud para referirse a un nú- cleo de formulaciones conceptuales que clarifiquen y definan los su- puestos teóricos en los que se basa el psicoanálisis). Aquí Bowlby comparó la metapsicología que él proponía con la metapsicología de Freud, tal como la definió Rapaport ( 1960). Los cinco puntos de vista de la me- tapsicología freudiana y los tipos de postulados que cada uno requiere son los siguientes: Dinámico: punto de vista que exige postulados relativos a las fuerzas psí- quicas involucradas en determinado fenómeno. Económico: exige postulados relativos a la energía psíquica involucrada en el fenómeno. Estructural: exige postulados relativos a las configuraciones (estructuras) psíquicas estables comprendidas en el fenómeno. Genético: exige postulados relativos al origen psíquico y desarrollo de un fenómeno. Adaptativo: exige postulados concernientes a la relación entre el fenó- meno y el ambiente en que se produce. Bowlby afirmó claramente que él no tenía dificultad en aceptar los puntos de vista estructural, genético y adaptativo. Postulados de este tipo se encuentran a lo largo de su obra. Sin embargo, no adoptó los puntos de vista dinámico y económico. Prescindía de cualquier concepto rela- cionado con estos postulados. En este sentido, su intención era postular un nuevo concepto de con- ducta pulsional dentro del cual la necesidad de formar y mantener re- laciones de apego es primaria y diferenciada de la necesidad de alimen- tación y de la necesidad sexual; y adoptar una teoría de sistemas de control o de modelo cibernético que permita entender la organización psíquica, como el que es utilizado por la biología moderna. . Como explica Hamilton (1985), todos los estudios de la conducta hu- mana (excepto aquellos basados en las más extremas teorías del aprendi- zaje y el condicionamiento) postulan ciertas pautas de conducta básicas que se describen como instinto. A pesar de que existe desacuerdo acerca de la naturaleza de estas pautas de conducta básicas, todos los autores concuer- dan en que el término instintivo se refiere a aquellos comportamientos co- munes a los miembros de una especie y que son, en mayor o en menor medida, ajenos a las influencias ambientales. En psicoanálisis, el concepto de instinto se deriva de la traducción de Strachey del trieb de Freud. Algunos psicoanalistas consideraron el tér- mino pulsión como una mejor traducción de la palabra alemana trieb, que es diferente de instink. Freud mismo usaba el término instinkt de una ma- nera bastante selectiva, refiriéndose más a una actividad determinada con precisión. Trieb, por otro lado, era usado para designar una necesidad 11. LA TEORÍA DEL APEGO 35 emergente de algo indiferenciado. De este modo, como señala acerta- damente Victoria Hamilton, los problemas de traducción han provoca- do la confusión que existe sobre cuál es la opinión psicoanalítica acerca de las pulsiones y acerca de las conductas y las emociones a las que su- puestamente dan origen. Como plantea Manuel Esbert (comunicación personal), pulsión se de- bería aplicar con exclusividad a los seres humanos, como la única espe- cie que no tiene S\} instintividad cerrada y predeterminada (la pulsión carece de objeto predeterminado). De los animales, se dice que tienen instintos; de los humanos, hay analistas que hablan de instintos (la así lla- mada escuela inglesa, sobre todo) mientras que otros analistas sostienen que los seres humanos carecen propiamente de instintos, pues al estar necesariamente procesados por la palabra y el inconsciente, hay que ha- blar de pulsiones. Ese concepto límite entre los ámbitos biológico y psí- quico denota que la instintividad humana es inaccesible en estado puro y siempre es procesada desde el lenguaje y la cultura. Al igual que Freud, Bowlby definió el concepto de pulsión con preci- sión, tomando su definición de la biología moderna. ~s una pauta de con- ducta observable, que sigue un modelo igualmente reconocible y pre- decible en casi todos los miembros de una especie ( o en todo los miembros de un mismo sexo). Es activado por condiciones específicas, y concluido por otras . Comprende una secuencia que generalmente tiene un curso predecible. Tiene una función fundamental al contribuir a la preserva- ción del individuo y a la continuidad de la especie. Tiende a desarrollarse sin los recursos del aprendizaje. Más aún, este modelo de pulsión tiene una cualidad adaptativa. Esto significa que deja abierta la posibilidad de que una pulsión, al tener fuertes componentes adaptativos, pueda estar en interacción mutua con factores ambientales. La idea de apego como una forma de conducta pulsional cumple los siguientes requisitos conceptuales; La conducta de apego sigue un modelo reconocible y un curso pre- decible en todos los seres humanos. La conducta de apego se activa usual- mente por condiciones específicas y es concluida por otras. Por ejemplo, la conducta de apego en un niño se activa inmediatamente por la apari- ción de algo extraño, por la separación brusca de la figura de apego, por la oscuridad repentina, por un ruido intenso, etc., y por determinadas condiciones internas como pueden ser fatiga, hambre, enfermedad y do- lor. La conducta de apego tiene una función para la supervivencia: el in- dividuo tiene mayor posibilidad de sobrevivir en condiciones adversas si es asistido por otro ser humano, especialmente si el último es más fuer- te, más sabio y más capaz de arreglárselas con el mundo (como ocurre con el niño en relación con sus padres). La conducta de apego, debido a su naturaleza adaptativa, solo puede funcionar de forma efectiva den- tro de un sistema social, y a su vez forma parte de él. 36 MARIO MARRONE Otra característica de los patrones pulsionales es que están general- mente relacionados entre sí, de modo qu~ la coordinación tiene como re- sultado una forma de comportamiento. Este es el caso, por ejemplo, con el sexo y el apego que pueden ir juntos y en una coordinación mutua. El desarrollo que Bowlby hace de una teoría pulsional tiene como mar- co de referencia importante la teoría del aferramiento al objeto primario, que propone que existe una necesidad constitucional de tocar y aferrar- se a un ser humano, y que esta necesidad es tan importante como las ne- cesidades de alimentación y calor. Esta visión fue propuesta por Imre Her- man en Budapest y adoptada por Alice y Michael Balint (Hamilton 1985). Bowlby ( 1958) hizo un listado de cinco respuestas que tienen en la infancia la función de: ( 1) unir al niño con su madre y (2) contribuir a la dinámi- ca recíproca: chupeteo, conducta de aferramiento, seguimiento, llanto y sonnsa. El modelo de Bowlby difiere del modelo de Freud en tres aspectos: En el modelo de Freud, el apego es secundario con respecto a las gra- tificaciones oral y libidinal. En el modelo -de Bowlby, el apego es primario y tiene un status propio. En un modelo de Freud, el niño se halla en un estado de narcisismo primario, cerrado con respecto a los estímulos del mundo externo como un pájaro en su huevo (Freud, 1911 ). En el model9 de Bowlby, el indi- viduo está activamente comprometido desde el principio en un contex- to intersubjetiva que requiere respuestas recíprocas. En el modelo de Freud, la conducta pulsional es activada por una car- ga de energía que, una vez incrementada hasta cierto nivel, necesita des- cargarse. En el modelo de Bowlby, la conducta pulsional es activada tan- to por condiciones internas como externas cuando la función que cumple es requerida. Sistemas conductuales y motivación La teoría psicoanalítica de las pulsiones es, entre otras cosas, una teo- ría de la motivación. La tesis de Bowlby consiste en designar sistemas motivacionales (o, en sus propias palabras, conductuales) para promo- ver la satisfacción y regulación delas necesidades básicas. Entre estas necesidades, la búsqueda de protección por personas especificas es prioritaria. La teoría del apego supone que el organismo organiza sistemas con- ductuales o conjuntos funcionales. Entre estos sistemas podemos en- contrar los siguientes: El sistema de apego. El sistema de afiliación (afiliación a grupos). El sistema de alimentación. 11. LA TEORÍA DEL APEGO 37 El sistema sexual. El sistema exploratorio. Cada uno de los cuales sirve a una función biológica particular. Este modelo ha tenido algunas variaciones, introducidas por otros autores. Por ejemplo, Lichtemberg (1989), usando un modelo conceptual pare- . ciclo al de Bowlby, habla de (a) un sistema de apego y afiliación; (b) un sis- tema de exploración y aserción; (c) un sistema aversivo y (d) un sistema se- xual-sensual. De acuerdo con este marco conceptual, el apego y la afiliación sirven la necesidad de sentirse protegido. El sistema de exploración y aser- ción está relacionado con la necesidad de reconocer el ambiente, aprender, adquirir nuevas experiencias y afianzar la identidad como ser autónomo e independiente. Lichtemberg conceptualiza al sistema aversivo como desti- nado a manejar situaciones potencialmente vistas como peligrosas. Bleichmar ( 1997, 1999) habla de modularidad, es decir, de módulos de componentes psíquicos que coexisten e interjuegan en relación a sis- temas motivacionales . Este autor pone el énfasis en tres sistemas moti- vacionales: (a) narcisista; (b) sensual/sexual y (c) de hetero-autoconser- vación. El sistema narcisista está destinado a mantener la autoestima, la autoafirmación y el sentido subjetivo del self como entidad cohesionada. El sistema de hetero-autoconservación se refiere a la necesidad de pro- mover la supervivencia psico-corpórea de uno mismo y del otro. En este contexto, la conducta parental de provisión de cuidados es vista como de hetero-conservación. Según Bleichmar, el apego puede servir a cual- quiera de estos sistemas motivaciones de manera compleja. Desde el punto de vista de la teoría del apego, un sisterna es un con- junto de respuestas o repertorio de conductas cuyo objetivo es satisfacer un tipo especifico de necesidad (o de varias necesidades asociadas) . Es- tas conductas se acompañan de elementos emocionales. Cada sistema puede ser activado en un determinado momento en respuesta a ciertos estímulos internos o externos. Algunos sistemas pueden ser activados al mismo tiempo y de manera sinérgica: un ejemplo sería la activación con- junta de los sistemas de apego y sexual en la relación de pareja. Los sis- temas de apego y exploratorio, en cambio, son mutuamente excluyen- tes. Frecuentemente la organización de la conducta se compone de partes subordinadas o complementarias. Un niño pequeño puede estar jugando alejado de su madre en el par- que mientras su madre está sentada leyendo una revista. Está actuando bajo la influencia predominante de su sistema explorador. Repentina- mente se cae y se lastima. Como consecuencia del dolor y del miedo, se activa el sistema de apego y por lo tanto se dirige a su madre, llorando en búsqueda de ayuda y de consuelo. Podemos decir entonces que el ac- cidente ha desactivado la conducta exploratoria del niño y que ha activado la conducta de apego. En un caso como éste, el sistema de conducta se orien- ta según rnetas propuestas. Esto denota un evento limitado en el tiempo o 38 MARIO MARRONE una condición que está transcurriendo, cualquiera de las cuales es pro- vocada por condiciones específicas y relevantes. Como explica Bowlby ( 1969), las discusiones pasadas acerca de la con- ducta pulsional tendían a concentrarse en las secuencias con un resulta- do dramático y de duración limitada, (como es el caso del orgasmo) y a no tener en consideración la conducta a largo plazo (como es el caso del mantenimiento de una distancia concreta por un período largo de tiem- po), que es el resultado de una relación continua y duradera. Una razón importante para el descuido de este tipo de conducta es que no puede ser fácilmente comprendida desde el punto de vista de conceptos como im- pulso o descarga de energía. Los sistemas de conductas que consisten en el mantenimiento de una distancia optima por un período de tiempo pue- den organizarse en líneas más o menos sofisticadas. Se deduce que el sis- tema de apego puede ser una integración de por lo menos dos subsiste- mas; uno dirigido a mantener la relación como tal, durante un período de tiempo; y el otro, a buscar la proximidad inmediata bajo circunstan- cias temporales. Un ejemplo del primer caso en la conducta adulta es la necesidad de mantenerse en contacto con la figura de apego mediante vi- sitas regulares, llamadas telefónicas, etc. Un ejemplo del último es la re- pentina búsqueda de proximidad y cuidado por parte de la figura de ape- go cuando sobreviene una situación adversa. La conducta de apego se organiza alrededor de las representaciones mentales de la relación. Esta relación es específica, se forma con relación a una persona específica. La representación de esta relación es durade- ra- generalmente se prolonga indefinidamente o por períodos prolon- gados del ciclo vital, aun cuando la relación haya terminado. Tiene com- ponentes emocionales que le son inherentes. Puede ser expresada a través del simbolismo. También tiene un componente semántico: la re- presentación de la relación tiene sus significados particulares. Los teóricos del apego se han centrado en el estudio de la relación pa- rento-filial debido a que es la más importante desde el punto de vis~ de la influencia que ejerce en el desarrollo temprano de la personalidad. Esta es una relación que tiene alguien muy joven con otra persona a la que consi- dera más fuerte, más sabia y con mayor habilidad para arreglárselas con el mundo. A pesar de esto, otras relaciones se vuelven importantes a medida que el individuo crece, como las relaciones entre hermanos o de pareja. La relación del niño con maestros influyentes y con sus pares no debe ser descuidada. En la adultez, la relación con los padres sigue siendo im- portante, pero adquiere un valor predominante la relación con los pa- res (particularmente con el compañero sexual) y el apego parental a los descendientes. En todo momento, las relaciones del individuo están or- ganizadas jerárquicamente, de manera que algunas relaciones son más valoradas que otras y tienen mayor influencia con respecto a la vida emo- cional del individuo. 11. LA TEORÍA DEL APEGO 39 Etología Bowlby desarrolló un marcado interés por la etología porque descu- brió que esta disciplina podía proporcionar algunas claves importantes para entender la conducta pulsional. Los trabajos de Lorenz sobre la im- pronta (que aparecieron en 1935 y fueron más generalmente conocidos en 1950) ofrecieron un modelo útil. Al menos en algunas especies de pá- jaros, encontró que. se desarrollaban fuertes lazos con una figura mater- na durante los primeros días de vida, sin que existiera ninguna relación con la alimentación, simplemente por la exposición o familiarización de la cría con esta figura. Esta observación resultó confirmada cuando Harry Harlow ( 1958) pu- blicó los resultados de sus primeros estudios sobre las crías de monos rhe- sus con madres inanimadas. El trabajo etológico de Harlow se inspiró en la labor pionera del psicoanalista Rene Spitz. Spitz (1950) observó que los niños en condiciones de privación materna experimentaban angus- tia y corrían el riesgo de desarrollar psicopatología. Harlow separaba a las crías de monos de sus madres poco después de nacer y las criaba con dos madres sustitutas, una hecha de una malla metálica, la otra cubierta de tela de felpa. Cada maniquí podía ser equipado con una tetilla para alimentación que suministraba leche. En un primer momento, la madre de alambre se equipaba de una tetilla para alimentación mientras que la madre de .felpa no lo estaba. En estas condiciones,la cría repetidamente se aferraba al maniquí de felpa, acurrucándose y abrazándose a él, co- rriendo hacia él cuando se encontraba asustado y usándolo como base para las exploraciones. Los monos se dirigían a la madre de alambre que alimentaba solo cuando tenían hambre. Estos experimentos parecían re- futar la hipótesis de que la oralidad y la alimentación originan la con- ducta de apego. Para los monos rhesus por lo menos, el contacto cálido parecía muy importante a menos que tuviesen hambre. En 1966, Harry y Margaret Harlow publicaron un trabajo bajo el tí- tulo de Learning to Lave (Aprender a amar). En este trabajo señalaron que no creían que la investigación en monos nos diera una comprensión to- tal de la conducta humana. Sin embargo, algunas variables evolutivas des- tacadas presumiblemente características de todos los antropoides: mo- nos, simios y hombres podrían aportar contribuciones. Estos experimentos provocaron sufrimiento animal y pueden, en con- secuencia, indignar a muchas personas. A pesar de eso, lo que hemos aprendido de ellos se basa en el hecho de que, con monos, es posible, en condiciones experimentales, alterar cualquiera o todos los estadios evo- lutivos normales y estudiar las consecuencias de dichas alteraciones. Los Harlow observaron que las crías de mono se apegan selectivamente a su madre. La función de la madre es atender las necesidades de alimenta- ción, temperatura y eliminación, realizando esta tarea mientras mantie- 40 MARIO MARRONE ne un contacto físico íntimo ( que parece ser importante para el desa- rrollo del sentimiento de seguridad en el pequeño) , protegerlo de las amenazas y peligros externos ( incluidos los peligros a los que se pueda exponer el pequeño sin saberlo, cuando comienza a explorar el mundo físico que lo rodea). Estos estudios han demostrado que la relación madre-hijo de los pri- mates tiene una cualidad duradera y que su alteración causa dolor psico- lógico en el pequeño y lo puede dañar seriamen~e si se prolonga. La con- ducta de apego por parte del pequeño se manifiesta a través de intentos de búsqueda de la proximidad como el chupeteo, el aferrarse, la imita- ción, como también a través de la conducta visual y locomotriz de se- guimiento. Como consecuencia de las respuestas maternas adecuadas, el niño desarrolla fuertes sentimientos de estar a salvo y de seguridad . Los pequeños monos desarrollan un sentimiento de seguridad fuer- te y útil socialmente, cuando son criados por sus madres verdaderas . En su ausencia, unas monas sustitutas serán mejores que un maniquí o que no tener ninguna madre . En la presencia de la madre, real o sustituta, el pequeño muestra una capacidad creciente de alejarse y explorar el mundo inanimado, volviendo de tiempo en tiempo al cuerpo de la ma- dre para buscar consuelo y ser reasegurado. El sentimiento de seguri- dad solo parece estar presente cuando existe un apego seguro con una figura materna. A medida que el monito con apego seguro crece, se hace más autónomo e independiente de su madre, mientras que al mismo tiempo desarrolla relaciones con sus pares. La privación de los cuidados maternos produce efectos dramáticos e importantes. Los monitos sin madre criados en grupo tienden a buscar el contacto físico entre ellos y muestran poca actividad, salvo aferrarse. Un mono colocado en una situación de aislamiento total, aunque esté alimentado, reaccionará quedándose en cuclillas y abrazándose a sí mis- mo. La respuesta inmediata de los monitos a la separación de sus ma- dres resulta ser similar a la de los niños humanos. Hay una etapa inicial de protesta con conducta de búsqueda y vocalización, seguida por una fase de desolación (sentándose en una postura encorvada y abatida, etc.). Estudios posteriores (Hinde, 1982) indicaron que la aplicación de los estudios etológicos a la comprensión de la conducta humana tiene sus li- mitaciones. Sin embargo, los estudios etológicos tuvieron un rol impor- tante en el desarrollo de la teoría del apego, particularmente debido a que fueron útiles para confirmar la necesidad de encontrar un modelo para la comprensión de la motivación, distinto de la opinión tradicional psicoanalítica sobre la conducta pulsional. Como señaló Hinde (1982), Bowlby deliberadamente minimizó la im- portancia que tenían las respuestas orales y de alimentación en la conducta de apego de los niños con respecto a sus madres. Sin embargo, dice: «No existían indicios que sugirieran que el desarrollo temprano de la relación II. LA TEORÍA DEL APEGO 41 entre los padres y el bebé en el ser humano fuera semejante a la relación de los padres con la prole en otras especies. Más bien, Bowlby hizo uso de ciertos aspectos de la relación entre los progenitores y sus crías, que eran comunes en una amplia variedad de especies y sugirió que también sería probable que fueran importantes entre los seres humanos. En par- ticular, señaló que la selección natural debía haber favorecido mecanis- mos para promover la proximidad entre los progenitores y sus crías en nuestro ambiente qe adaptación evolutiva, esto es, en el ambiente en el cual las características relevantes de la especie humana se desarrollaron: la supervivencia del infante habría dependido de ello». Bowlby clarificó su punto de vista al respecto en la segunda parte de El vínculo afectivo ( 1969), donde dice: «La estructura básica de los siste- mas conductuales humanos se asemeja a la de las especies infrahumanas, pero en el curso c:1e la evolución ha sufrido modificaciones especiales que permiten conseguir el mismo resultado a través de una mayor diversi- dad de medios. Otra consecuencia del uso de las nociones etológicas que hace Bowlby fue que comenzó a conceptualizar los procesos psíquic9s según la teoría del control, esto es, siguiendo un modelo cibernético. Este es el modelo que usamos para estudiar los organismos biológicos, la organización del cerebro y el ordenado_r o computadota. El modo en que se comporta una computadora, o un organismo bio- lógico orientado según una finalidad, en el sentido de conseguir una meta predeterminada que se alcanzará a través de diversos medios versátiles, es lo que se denomina feedback. Se trata de un proceso mediante el cual se informa de los efectos de la actuación a un aparato central con el pro- pósito de mantener la meta inicial en condiciones variables mediante la regulación interactiva. Estas interacciones tienen lugar entre las partes del organismo y en- tre el organismo y su entorno. A través de estas interacciones, se organi- zan estructuras y se establece y se mantiene una homeostasis. Las es- tructuras toman una forma que está determinada por el tipo de ambiente en el cual cada sistema ha estado funcionando durante su evolución. Esto es lo que Bowlby denominó el ambiente adaptativo. Un modelo evolutivo La teoría del apego enfatiza: 1. La importancia primaria y las funciones biológicas que tienen los vínculos íntimos y emocionales entre los individuos (particularmente en la relación entre el niño y sus padres, pero también a lo largo del ciclo vital), la formación y el mantenimiento de los cuales se logra y se controla me- diante un sistema cibernético situado dentro del sistema nervioso central. 42 MARIO MARRONE 2. La poderosa influencia que tienen las tempranas relaciones de ape- go en el desarrollo de la personalidad y, en algunos casos, en el origen de la psicopatología. La teoría del apego también comprende: ( 1) una teoría evolutiva o del desarrollo, que se refiere tanto al desarrollo normal como al patológico; (2) una teoría de la respuesta sensible como organizador psíquico; (3) una teoría de la internalización y de la representación; y (4) una teoría sobre la angustia. En los párrafos siguientes explicaré estos puntos. Bowlby usó el término vías evolutivas (en inglés, developmental pathways), propuesto por el biólogo C.H. Waddington (1957). Dentro de este mar- co de referencia, la personalidadhumana es concebida como una estruc- tura que se desarrolla incesantemente a lo largo de una u otra vía, entre una serie de distintas vías posibles. Se cree que todas las vías comienzan juntas, de manera que, al ser concebido, un inqividuo tiene acceso a un amplio abanico de vías potenciales y puede transitar a lo largo de cual- quiera de ellas. A partir de ahí, la elección del camino estará determina- da por la interacción entre el individuo y su ambiente. Esta concepción del desarrollo está basada en un modelo interactivo. En este contexto, la psicopatología se ve, no como el resultado de fi- jaciones o regresiones, sino como resultado de que el individuo haya to- mado una vía por debajo del desarrollo óptimo, justo al comienzo o en algún punto durante el transcurso de la niñez o la adolescencia (como consecuencia de privación, maltrato, trauma o de pérdida). El cambio ha- cia una vía más o menos óptima puede ocurrir en cualquier punto en el curso del desarrollo (desde la infancia a la adolescencia tardía), depen- diendo de los cambios en las relaciones significativas del sujeto. Sin em- bargo, el cambio está determinado por el desarrollo anterior. Esto im- plica que cuanto más tiempo se haya seguido un camino desviado, menor será la probabilidad de que las condiciones favorables lleven a un curso de desarrollo cercano a lo óptimo. En el curso de sus estudios, Bowlby se percató de que era necesario un nuevo modelo del desarrollo. Las teorías acerca del desarrollo exis- tentes incluían la noción de fases de la libido de Freud, donde una ener- gía que tiene su raíz en la pulsión sexual cambia la fuente de la excitación sexual (zona erógena) y su objeto (catexia) a lo largo de una línea de pro- gresión. Esta progresión puede detenerse (fijación) o invertirse (regre- sión) y la psicopatología emerge en virtud de estos procesos. Otra teoría influyente del desarrollo era la propuesta por Melanie Klein, donde la vida psíquica temprana se ve dominada por las posicio- nes paranoide o depresiva, cambiando en su secuencia. La posición para- noide es un modo de relación objetal específico de los primeros cuatro meses de vida pero que puede reactivarse más tarde. Se caracteriza por la expresión de la pulsión de muerte, que conlleva la amenaza, mediante la proyección, de ser perseguido por el objeto malo. La posición depresiva , 11. LA TEORÍA DEL APEGO 43 en cambio, sería una modalidad de relación de objeto que se establece secuencialmente después de que se ha resuelto la posición paranoide. Se caracteriza como la capacidad del niño de percibir a la madre como un objeto total, con aspectos buenos y aspectos malos. El modelo de Klein presenta varios problemas: (1) se basa en el su- puesto de la predominancia de los impulsos agresivos, relacionada con una noción de un hipotética pulsión de muerte que no puede ser compro- bado científicamente; (2) usa términos derivados de la psicopatología para describir procesos normales; (3) supone que el niño es incapaz de ver a la madre como un objeto total y de relacionarse con ella de esta mane- ra, una suposición que ha sido refutada por las modernas investigacio- nes sobre el desarrollo; y (4) confunde los mecanismos de defensa con- tra el dolor y la angustia ( como la escisión y la proyección que con más frecuencia se desarrollan en condiciones de privación, trauma o insegu- ridad) con las etapas normales del desarrollo. La respuesta sensible como organizador psíquico U na noción a reseñar en la teoría del apego es que la respuesta se_nsible es un organizador psíquico muy importante. Mary Ainsworth (una cola- boradora cercana aJohn Bowlby, ver Capítulo 3) infirió de su trabajo de investigación que lo que más importa para determinar una vía del de- sarrollo es la respuesta sensible del cuidador. Durante la infancia, la respuesta sensible de los padres incluye notar las señales del bebé, interpretarlas adecuadamente, responder apropiada y rápidamente. La falta de sensibilidad, por el contrario, puede o no estar acompañada de una conducta hostil o desagradable por parte del cui- dador. Existe cuando el cuidador fracasa en leer los estados mentales del bebé o sus deseos o cuando fracasa en apoyar al bebé en el logro de sus estados positivos o deseos. · Más tarde, a lo largo de la vida, la respuesta sensible desempeña un papel importante en evocar un sentimiento de integración del self y de autovaloración, como también en propiciar la respuesta amorosa, coo- perativa y recíproca. En la niñez y la adolescencia, una característica de la respuesta sensible es la capacidad parental de ver al niño como un ser humano con su propia individualidad y sus propias necesidades como separadas con respecto a las de los demás . Esto implica ofrecerle una base segura y, al mismo tiempo, permitirle el desarrollo de con- ductas exploratorias. Tal vez podríamos aquí hablar de libertad guiada . Esto ocurre cuando los padres le dan al niño o adolescente libertad, pero no la libertad descuidada de quien se desentiende de la vida de su hijo, sino una libertad acompañada de una cierta posición de interacción re- flexiva con él. 44 MARIO MARRONE El cuidador que, sin darse cuenta, es insensible al niño le transmite que sus señales de solicitud de cuidados no son efectivas o, lo que es peor aún, que son contraproducentes, por ejemplo haciendo que el niño se sienta mal consigo mismo cuando tiene una gran necesidad de ayuda y de ser tranquilizado. La respuesta sensible conlleva por lo menos dos ope- raciones: la primera es ganar acceso al estado mental del niño, y la se- gunda es atribuirle significado a ese estado mental. Esa atribución de sig- nificado implica la puesta en marcha de procesos afectivo-cognitivos complejos, basados en los propios modelos operativos internos de los pa- dres y en su capacidad para entender los estados mentales y reflexionar acerca de ellos. La noción de respuesta sensible es similar a la de respuesta empática. Sin embargo, la palabra empatía implica la identificación con el estado mental del otro. La respuesta sensible en cambió implica alguna negociación interna entre el estado momentáneo de sentir como el otro y la habilidad de reaccionar como un ser humano separado. Una teoría de la internalización y de la representación La teoría del apego reconoce el hecho de que el modelo de interac- ción entre el niño y sus padres (que tiene lugar en un contexto social) tiende a convertirse en una estructura interna, o sea, en un sistema re- presentacional. Ésta no es una idea nueva en psicoanálisis, pero el mé- rito de la teoría del apego es presentarla como parte de una nueva me- tapsicología. Con el objeto de explicar esta tendencia, la teoría del apego contiene una noción de la representación, definida por el término mo- delo operativo interno del self y del otro. Los modelos operativos internos que un niño construye a partir de su cuidador principal (en las circunstancias más usuales, el padre o la madre) y de sus formas de comunicarse y comportarse con él,junto con el modelo complementario de sí mismo en la interacción con cada uno de ellos, son construidos por el niño durante los primeros años de su vida, se siguen construyendo durante los años de inmadurez y, duran- te todo este largo período, se establecen firmemente como estructuras cognitivas influyentes (para una mayor exploración de este tema, véa- se el Capítulo 4). Bowlby ( 1988) dijo que existe una fuerte evidencia de que la forma que adquieren estos modelos operativos internos está basada en las ex- periencias reales de la vida del niño, es decir, de las interacciones día a día con sus padres: Posteriormente, el modelo del sí mismo que construye refleja también las imágenes que sus padres tienen de él, imágenes que le son comuni- cadas no solo por cómo cada uno lo trata, sino también por lo que cada uno le dice. Estos modelos entonces gobiernan la forma en que él se sien- II. LA TEORÍA DEL APEGO 45 te con respectoa cada progenitor y con respecto a sí mismo, cómo es- pera que cada uno de ellos lo trate y cómo planifica su propia conducta con respecto a ellos. Gobiernan también los miedos y los deseos expre- sados en sus ensoñaciones diurnas. En este contexto, los modelos operativos internos se constituyen a tra- vés de un proceso que en psicoanálisis se ha llamado internalización. Per- mítanme ahora usar este término como un concepto temporalmente útil para referirme a una transposición al mundo representacional de una re- lación que ha existido antes en el mundo interpersonal. Mientras que la teoría del apego comienza con una idea de tal inter- nalización, la teoría kleiniana comienza con la proyección. Klein puso mu- cho énfasis en los impulsos destructivos (generados desde el interior del individuo y ante todo dirigidos hacia ese mismo interior), derivados de la pulsión de muerte. Según esta idea, el individuo, desde el comienzo de su vida, dirige ·el impulso destructivo en forma defensiva hacia el ex- terior, contra un objeto. La proyección distorsiona la percepción de la realidad. Por ello, según el modelo teórico kleiniano, los relatos de un individuo de sus interacciones con los otros son considerados como no válidos, en virtud del hecho de que, según esta opinión- todo el proce- so comienza como proyección. Este punto de conflicto entre la teorfa del apego y el pensamiento kleiniano es crucial. Bowlby ( 1988b) en cierto momento se refirió a la comprensión del pro- ceso de formación de los modelos operativos internos como una teoría de la in- ternalización (págs.129-133). Sin embargo, no era dado a usar con fre- cuencia este concepto, y me alegro de que no lo hiciera porque es un concepto inadecuado. Internalización indica algo de una naturaleza me- cánica, que consiste en hacer interno algo que ha sido externo. Aquí, en cambio, estamos hablando de representar en la mente de una persona algo que no le ha sido ni totalmente externo ni totalmente interno. Lo que el individuo se representa es básicamente una relación, como lo de- fine Stern (1995) una experiencia de estar-con. Un aspecto dominante de la relación del niño con los padres es el modo en que el padre trata al niño, pero (y ciertamente quiero subrayar este hecho) lo que se repre- senta en la mente de la persona es la relación, no el padre como una en- tidad separada. Como Nicola Diamond (comunicación personal) dice, este es un punto importante porque muestra como la teoría del apego se ha alejado de las nociones algo simplistas de las cosas como provi- niendo del interior o del exterior. Los teóricos del apego han estado fundamentalmente interesados en las representaciones de las relaciones primarias de apego, desde que se considera que son muy influyentes en el desarrollo de la personalidad. Sin embargo, sería erróneo creer que el estudio de la representación de las relaciones sociales, dentro de cierta cultura y estructura sociopolíti- ca, queda fuera de la esfera de la teoría del apego. En el Capítulo 1 me 46 MARIO MARRONE refiero al modo en que John Bowlby estaba de acuerdo con el respaldo de Earl Hopper a la contribución hecha por la escuela sociocultural de psicoanálisis a la comprensión de los procesos socio-representacionales. Una teoría de la angustia o ansiedad Aquí utilizaremos las palabras angustia y ansiedad como sinónimos. La li- teratura psicoanalítica está cuajada de referencias ·a conceptos tales como angustia, ansiedad de separación, angustia señal, neurosis de angustia, así como de inferencias acerca de sus orígenes. No me propongo revisar estos conceptos aquí, sino resumir alguno de sus puntos relevantes. En 1926 (Inhibición Síntoma y Angustia) Freud escribió: «Podemos a cual- quier nivel observar alguna de estas dos cosas acerca del sentimiento de angustia. Su carácter displaciente parece presentar algún rasgo especial, si bien no resulta fácil su determinación. Pero, además, de este carácter peculiar difícilmente aislable, corresponden a la angustia sensaciones fí- sicas muy precisas, que referimos a determinados órganos» (SE, pág.132) . Freud prosigue diciendo: «En concordancia con nuestras opiniones generales, estaremos inclinados a pensar que la angustia se basa en un aumento de la excitación, que, por un lado, produce el carácter de dis- placer y, por otro, encuentra alivio mediante los actos de descarga ya men- cionados» (SE, pág.133). Aquí Freud localiza una vez mas las raíces de la angustia en un con- texto metapsicológico, en el cual la noción de energía, excitación y des- carga son fundamentales. Esto corresponde a su suposición de que la an- gustia es el resultado de la libido reprimida. Esta posición es, desde luego, extraña a la teoría del apego, y a la cual pocos psicoanalistas contempo- ráneos se adhieren. De cualquier manera, algunos párrafos más adelante, Freud afirma: «Solo unas pocas manifestaciones de angustia en los niños resultan com- prensibles para nosotros y debemos reducir nuestra atención a ellas. Ocu- rren, por ejemplo, cuando un niño está solo, o en la oscuridad, o cuan- do se encuentra con una persona desconocida, en lugar de una a la que esté acostumbrado- como podría ser su madre. Estos tres casos pueden reducirse a una única condición, la de perder a alguien que es querido y añorado» (SE, pág.136). Más adelante, Freud sugiere que la función que cumple la angustia es producir una señal para ser rescatado en el caso de un peligro que se anticipa, en una situación de peligro. Las situaciones de peligro son -en opinión de Freud- la pérdida del objeto en la niñez temprana, la castración en la etapa fálica y las amenazas del superyó durante el perí- odo de latencia. También agrega la pérdida del amor del objeto a la lis- ta de peligros potenciales. Sin embargo, también indica que la angustia II. LA TEORÍA DEL APEGO 47 podría ser el resultado de fantasías sádicas y de la retaliación que se es- pera por tenerlas. Bowlby sostiene la idea de que la angustia se basa principalmente en la amenaza de la posibilidad de perder al objeto. Distingue las conse- cuencias emocionales de una pérdida presente y actual, de los peligros o amenazas de una posible pérdida en el futuro. Explica que Freud ha luchado también con el problema y adelanta una serie de hipótesis. To- dos los demás an~listas importantes han hecho lo mismo. Muchas es- cuelas de pensamiento divergentes han proliferado con escasos medios para evaluar estas ideas. Sin embargo, estas dificultades desaparecen cuando se adopta un enfoque etológico, ya que entonces resulta evidente que el hombre, como otros animales, responde con angustia a situacio- nes que conllevan un riesgo incrementado de supervivencia biológica. En otras palabras, Bowlby considera la angustia como una reacción a las amenazas de pérdidas y a la inseguridad en las relaciones de apego. Esto ocurre frecuentemente cuando el sujeto es llevado implícita o ex- plícitamente a creer que no es nada ante los ojos del otro significativo. Luis J uri desarrolla estas ideas en el Capítulo 14 de este libro en relación al caso Juanito. Por otra parte, según mis propias observaciones clínicas, a menudo la fuente de angustia no es una amenaza concreta a la.super- vivencia biológica real, sino a su supervivencia psicológica, a la supervi- vencia del self.
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