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11- Evolucion y caracteristicas del juego Valongo S y Walter G-2

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EVOLUCIÓN Y CARACTERISTICAS DEL JUEGO
Valongo Silvia y Walter Graciela. Cátedra de Paidopsiquiatría.
“Jugar es una actividad unida psicológicamente al niño de un modo indisoluble, su única 
ocupación realmente seria, su entrenamiento vital, su teoría del conocimiento…”(Florencio 
Escardó. Valoración pediátrica del juego. 1950).
El juego es un factor indispensable para el desarrollo intelectual, motor y afectivo del niño.
Esta actividad permite canalizar las fuerzas del desarrollo, permite asimilar lo real, revivir las experiencias vita-
les por simple placer o compensar la realidad displacentera, realizando aquellos deseos que no son permitidos 
y solucionar conflictos emocionales. 
Sin embargo el hombre adulto también juega. El juego del adulto no tiene el mismo significado que el del niño, 
para él implica descanso, distracción, alivio de su quehacer cotidiano, de sus preocupaciones`. Para el niño es 
la esencia de la vida. 
Desde el punto de vista de la psicología genética el juego se divide en tres tipos, de acuerdo con su edad: 
1. Juego sensoriomotor: Abarca desde el nacimiento al segundo año de vida. El placer se obtiene a partir 
del dominio de las adquisiciones motoras y de experimentar con los sentidos del tacto, la vista y el oído, 
haciendo que se repitan los hechos. Practica lo que aprende jugando.
2. Juego simbólico o representativo: abarca desde los 2 a los 6 años. El niño aprende a codificar sus 
experiencias en símbolos que pueden recordarse ( palabras, dibujos, letras) que se refieren a imágenes 
guardadas y acontecimientos vividos. Usa un objeto que represente lo que esta ausente. Por ejemplo 
simula que la plastilina es comida.
3. Juego sujeto a reglas. Se inicia en los años escolares. El niño comienza a comprender ciertos conceptos 
sociales de cooperación y competición. Incluye los deportes y juegos de mesa.
Veamos las implicancias del juego en el desarrollo psicológico.
El recién nacido necesita conocer y comprender un mundo nuevo. Ha perdido la experiencia de estar dentro 
del útero de la madre. El buen contacto físico le permite elaborar la pérdida.
En los primeros meses de vida investiga de acuerdo a sus posibilidades sensoriomotoras por medio 
de sus manos, piernas, de sus percepciones, su propio cuerpo, sus orificios. Es un momento fundamen-
tal en la adquisición del esquema corporal. Luego explora el entorno, el cuerpo de su madre y de quienes 
lo cuidan.
Si es amamantado el vínculo es más intimo con su mamá y jugará con el pecho materno, con su boca y sus 
mantas.
El niño experimenta placer e incluso asombro cuando descubre espontáneamente los movimientos de su 
cuerpo. El juego consiste en repetir esos movimientos para volver a experimentar la sensación de goce. El 
placer de concretizar una expectativa y de sentir además la sensación del movimiento nos incita a renovar ese 
gesto. Así nuestra memoria afectiva se construye desde los primeros gestos psicomotores. Por el movimiento, 
el niño desarrolla la coordinación espacio-temporal.
Su capacidad de conectarse aumenta a las seis semanas y comienza a sonreír al rostro humano.
Entre el tercer y cuarto mes conoce a su madre la quiere y a veces la rechaza. La toca y juega con su cuer-
po. Ya coordina el movimiento con la vista.
Aprende a tomar un objeto que ha percibido.
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A los cinco, seis meses juega con su cuerpo y con los objetos; desaparece detrás de la sabanita de la cuna y 
vuelve a aparecer. Jugar a las escondidas le permite ir elaborando las separaciones. Se esfuerza en tratar de 
sentarse y a usar las manos para transferir objetos.
En la segunda mitad del primer año ya puede estar sentado y esto le da más libertad para descubrir objetos.
El niño de 4 a 8 meses puede sacudir, luego frotar, golpear y finalmente arrojar objetos.
Entre los ocho y doce meses utiliza el índice y el pulgar a manera de pinza, y practica esto constantemente. 
Antes usaba solo su boca para la investigación a hora también las manos.
Debido a la posibilidad de desplazamiento que adquiere e capaz de explorar su entorno. Al principio gateando 
y luego parándose y caminando, comienza a alejarse y acercarse voluntariamente.
Alrededor del año una olla de metal y una cuchara son para el niño un buen tambor, le sirven para poner en 
práctica su necesidad de descarga motriz.
El globo y la pelota ya son de interés en esta época. Aparecen los muñecos con figuras de personas y anima-
les, que serán objeto de buenos y malos tratos, empezara a construir pequeñas torres de cubos , sobre todo por 
el placer de tirarlas ( jugar a tirar le permite expresar sus deseos destructivos en forma controlada).
Alrededor de los dieciocho meses desarrolla un juego que consiste en arrastrar juguetes con rueditas, que 
simbolizan la necesidad de exploración pero también la de protección.
Aproximadamente a los dos años, se interesa en los recipientes para trasvasar sustancias.
A esa edad es capaz de realizar un juego imitativo, al comienzo realiza con los muñecos todas las acciones 
que hace él ( hace llorar la muñeca, le da de comer, dormir, etc.). Imita a otras personas y utiliza distintos obje-
tos que le sirven como símbolos ( por ejemplo juega a vestirse imitando a la mamá). Posteriormente asimila su 
propio cuerpo al otro (el mismo es el león).
En la evolución posterior de los juegos de ejercicio se pueden distinguir dos categorías:
a)Ejercicios puramente sensoriomotores: Un niño de 2,5 años un día logró prenderse solo el abrigo. En días 
siguientes pasaba largos ratos jugando a cambiarse varias veces el saco por el placer de prendérselo.
b)Ejercicios Simbólicos: El ejemplo más característico es el del “por qué” de los niños. A partir del momento en 
que el niño aprende y puede plantear una pregunta, juega a los “por qué” por el solo motivo de preguntar, sin 
tener un real interés reflexivo.
Entre los dos y tres años también gusta jugar con agua, arena, piedras. Aunque el juego es solitario, comien-
za a mirar lo que hacen los otros chicos. La actividad es poco organizada y rápidamente pasa de una cosa a 
otra.
A los tres y cuatro años se aventura a salir al mundo y a separarse por cortos períodos de los padres empieza 
a hacer amigos y crear vínculos emocionales con personas fuera de la familia.
Su situación simbólica y evolución libidinal han hecho que sus genitales adquieran importancia por que des-
piertan curiosidad y juegan con ellos.
También aparecen los libros con pequeñas historias que pide que se le lean una y otra vez, ( el cuento contado 
por los padres a la noche lo ayuda a dormirse con algo conocido y tranquilizador).
La televisión también tiene imágenes pero cambiantes y necesita manejarlas por eso ve dibujitos una y otra 
vez.
Los juegos sexuales entre los niños pueden formar parte de sus actividades. Entre niños de la misma edad 
contribuyen al desarrollo.
Es usual que jueguen a la mamá y el papá, al doctor, a los novios y así satisfacen sus necesidades de expo-
nerse a la mirada de los otros.
La posibilidad de jugar con otros no se alcanza antes de los tres años, por eso es común que un niño que asiste 
a una guardería antes de esa edad no se comunique fácilmente con sus compañeros o lo haga agresivamente.
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Otro juego común es la escenificación de situaciones. ( juego del Como Si)
A veces crean amigos imaginarios; que hacen las cosas malas y buenas con las que fantasean ellos.
A los cinco años los juegos de los varones y las nenas son bastantes diferentes. Los varones juegan a juegos 
de acción. Las nenas juegan con muñecas, preparan comidas. Se disfrazan. Al respecto conviene tener en 
cuenta los determinantes familiares, culturalesy de género.
Comienzan a comprender que existen reglas que deben obedecer para poder ser aceptados por su entorno. 
Se establecen reglas para un juego desde que hay un compañero para jugar. Se presentan dos momentos: 
Primero se descubre que existen referencias (el perro corre, yo corro, ¿quién corre más rápido?). En un segun-
do momento surge la necesidad de explicar la regla porque hay un compañero. En un tercer momento cada 
jugador comprende que el otro tiene una existencia diferenciada y complementaria que la suya. Diferenciada 
porque no es seguro que acepte las reglas propuestas por el otro. Complementaria por que puede aceptar las 
convenciones propuestas por el otro sin ser el mismo. Así es que se empieza a tomar conciencia de la exis-
tencia diferenciada y complementaria del compañero, en cuanto al juego y división de roles. La necesidad de 
entenderse con el compañero promueve un período de correlación entre juego y lenguaje. A medida que des-
cubre el juego organizado, descubre la necesidad de los otros. Esta posibilidad de reconocer objetivamente el 
exterior, volviéndose menos subjetivo contribuye a la formación de la capacidad intelectual de conceptualizar. 
El juego también contribuye a la formación del lenguaje porque éste se conforma por la necesidad de expresar-
se y de comunicarse y el juego en su estadio de construcción de reglas justamente exige el diálogo.
A los cinco, seis años la entrada a la escolaridad preescolar y escolar se produce en un momento que es 
posible cambios en el mundo de sus juegos. Juega con las palabras y los números.
Comienzan los juegos de competencias grupales. El ludo , el domino, la escoba del quince, videos juegos, 
juegos en red, combinan suerte y habilidad es una buena oportunidad para jugar con los adultos.
Se van haciendo más seguros de si mismo. Gozan ejercitando sus habilidades: correr, trepar, bailar, saltar y 
hamacarse. 
Los niños y niñas se identifican preferentemente con el progenitor de su mismo sexo lo que se puede observar 
en sus juegos ( pero conviene recordar que también lo hacen con el otro sexo).
A los siete ,ocho años y hasta llegar a la pubertad el cuerpo vuelve a tener un rol fundamental.
Arminda Aberastury dice que el niño pasó del juego con el cuerpo al juego con objetos para orientarse 
nuevamente y de un modo definitivo, hacia su cuerpo y el de su pareja. 
(empieza a cambiar el objeto amoroso que eran los padres , para orientarse al otro diferente)
El niño de esta edad juega casi siempre con otros niños, pero a veces quiere estar solo..
 Le gusta coleccionar cosa (figuritas, piedras, caracoles, etc.) Le encantan las adivinanzas, chistes, bromas, 
( porque maneja la metáfora).
A los nueve, diez años parecen más serios pero el jugar es parte vital de su vida. Continúan los juegos de 
equipo, de mesa, el placer de coleccionar. Juegan con las computadoras y compartir hobbies con sus amigos. 
Los once años es una edad intermedia. Tiene mayor capacidad de valerse y pensar por si mismo, esto lo 
impulsa a querer mayor independencia. Tiende hacer cosas él solo o con sus amigos. Algunos tienden al 
ensimismamiento.
De los doce a los catorce tienen menos tiempo para jugar. A esta edad el niño necesita apoyo aunque no 
sea fácil ofrecérselo y que lo reciba abiertamente.( se siente infantil pidiendo y aceptando ayuda).
Comienza a dejar los juguetes lo que implica un duelo, algunos adolescentes guardan algunos de su infancia. 
Cambian el jugar con objetos con el jugar con palabras e ideas. Les gusta conversar sobre sus intereses 
y sobre los problemas del mundo.
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“En ocasión de un paseo o durante los juegos, el adulto que acompaña a los niños puede pensar que él no 
tiene un papel importante que cumplir; pero se está olvidando que él es el interlocutor que confirma el valor de 
las actividades y de los nuevos hallazgos del niño. Es este educador que facilita la creatividad y da un valor 
social a las actividades realizadas por los niños. Es precisamente él quien inicia a los niños al trabajo con arcilla 
o con la combinación de colores, es él quien aumenta el vocabulario y facilita la comprensión de símbolos.
El, sin duda él, es quien hace de árbitro y modera los niños en el decorrer del proceso de socialización; él 
presenta y representa otros modelos de relaciones entre los adultos y niños; es él quien favorece las múltiples 
formas de aprendizaje a través del conjunto de actividades integradas que desenvuelve día a día.” Raimundo 
Dinello. 
Bibliografía:
Bakalarz,B. “El Juego” PRONAP 2000. Modulo 3. Cap. 2.
Dinello, R. “El Juego y aprendizajes”. Edición de La Bandera. Colección Niñez, Cultura e Identidad.
Gamberale, M del C. “Actividad y juego”. En Problemas psicopatológicos en pediatría. Telma Reca y colabora-
dores .Editorial Universitaria de Buenos Aires. Buenos Aires. 1980.
AGÜERO R. Aspectos generales de la actividad nerviosa refleja. Guía de aprendizaje. Fisiología, Facul-
tad de Cs. Médicas. UNR. (Bibliografía incorporada a la Guía de Aprendizaje)
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