Logo Studenta

11 - Práctica basada en la evidencia en psicología

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Copyright 2006 by the Americán Psychologícal 
 
Práctica basada en la evidencia en psicología 
 
Grupo de Trabajo presidencial de la APA sobre la práctica Basada en la Evidencia 
 
Association. 
Trad.: A. Dalla Valle. R. T.: H. Galo 
 
El movimiento de la práctica basada en la evidencia se ha convertido en una característica 
importante de los sistemas de atención de salud y de las políticas de atención en salud Dentro de este 
contexto, el Grupo de Trabajo Presidencial 2005 de la APA sobre la práctica basada en la evidencia 
define y discute la práctica basada en la evidencia en psicología (PBEP)1. En una integración de 
ciencia y práctica, el informe del Grupo de Trabajo describe el compromiso fundamental de la PBEP 
y toma en cuenta la amplia gama de evidencia que los psicólogos y gestores de políticas en salud 
deben considerar. La investigación, la calificación clínica2 y las características del paciente son 
todas consideradas relevantes para los buenos resultados. La PBEP promueve la práctica 
psicológica efectiva y mejora la salud pública mediante la aplicación de los principios con apoyo 
empírico en la evaluación psicológica, la formulación del caso, la relación terapéutica y la 
intervención. El informe proporciona los fundamentos y un amplio debate acerca de la declaración 
política de la PBEP que fue desarrollada por el Grupo de Trabajo y adoptada como política de la 
asociación por el Consejo de Representantes de la APA en agosto del2005. 
 
Palabras clave: Práctica basada en la evidencia, mejor evidencia de investigación disponible, 
calificación clínica, características del paciente, cultura y preferencias. 
 
Desde las primeras nociones de la psicología aplicada expresadas por Lightner Witmer, quien fundó 
la primera clínica psicológica en 1896 (McReynolds, 1997), los psicólogos han estado profunda y 
extraordinariamente asociados con un abordaje basado en la evidencia para la asistencia del paciente. 
 
1 EBPP= Evidence-based practice in psychology (N. del T.) 
2 Calificación clínica (en ingés, clinical expertise) tiene, a lo largo de todo el texto la connotación de "estar calificado", o 
tener la pericia y entrenamiento necesarios para ocuparse de la atención clínica psicológica (N. de R. T.)Los integrantes 
del Grupo de Trabajo eran Carol D. Goodheart. EdD (Cátedra: Práctica Independiente, Princeton, NJ);. Ronald F. Levant. 
EdD (ex-oficio; University de Akron); David H. Burlow. PhD (Universidad de Boston); Jean Carter, PhD (Práctica 
lndependiente. Washington. DC); Karina W. Davidson, PhD (Universidad de Columbia); Kristofer J. Hagglund, PhD 
(Universidad d.e Missouri- Columbia); Steven D. Hollon, PhD (Vanderbilt University); Josephine D. Johnson, PhD 
(Práctica Independiente, Livonia, MI): Laura C. Leviton, PhD (Robert Wood Johnson Foundation, Princeton, NJ); Alvin 
R. Mahrer, PhD (Emérito, Universidad de Ottawa); Frederick L. Newman, PhD (Universidad Internacional de Florida); 
John C. Noreross, PhD (Universidad de Scranton); Doris K. Silverman, PhD (Universidad de 
Nueva York); Brian D. Smedley, PhD (El Programa de Oportunidades, Washington. DC); Bruce E. Wampold, PhD 
(Universidad de Wisconsin); Drew L. Westen PhD (Universidad de Emory); Brian T. Yales, PhD (Universidad Americana 
American University); Nolan W. Zane: PhD (Universidad de California, Davis). El personal de la Asociación Psicológica 
Americana profesional (APA) incluía a Geoffrey M. Reed, PhD, y Lynn F. Bufka, PhD (Consejo Directivo de Práctica); 
Paul D. Nelson, PhD, y Cynthia D. Belar, PhD (Consejo Directivo de Educación): y Merry Bullock, PhD (Consejo 
Directivo de Ciencia). El Grupo de Trabajo desea agradecer a John Weisz, PhD, por su ayuda en los fragmentos 
borradores del informe relacionado con niños y adolescentes; a James Mitchell y a Omar Rehman, profesores interinos 
de Desarrollo Profesional de la APA, por su ayuda en toda la labor del Grupo de trabajo; y a Ernestim Penniman por su 
apoyo administrativo. En agosto del 2005, el Consejo de Representantes de la APA aprobó la declaración política sobre 
la práctica basada en la evidencia en psicología desarrollada por el Grupo de Trabajo y recibió una versión de este informe. 
El informe contenía una discusión amplía de las cuestiones que surgieron de la declaración política, incluyendo el 
fundamento y las referencias que la apoyaban. La declaración política está disponible online en 
http://www.apa.org/practice/ebpstatement.pdf y en el apéndice de este artículo. La correspondencia vinculada con este 
artículo debería dirigirse al Consejo Directivo de Practica, Asociación Psicológica, 750 Firsr Street NE. Wnshinglon, DC 
20002-424:2. 
Como Witmer ( 190711996) señaló, "las ciencias puras y aplicadas avanzan en un solo frente. Lo que 
retrasa el progreso de una, retrasa el progreso de la otra; lo que fomenta a una, fomenta a la otra". Ya 
en el año 1947, la idea de que los psicólogos doctorados debían ser entrenados como científicos al 
mismo tiempo que se forman como terapeutas, se convirtió en política de la Asociación Psicológica 
Americana "(APA)33 (Shakow et al., 1947). 
Los primeros profesionales, como Frederick C. Thome (1947), articularon los métodos por los cuales 
los psicoterapeutas integran la ciencia en su práctica al "incrementar la aplicación del abordaje 
experimental al caso individual y a la propia ‘experiencia’ del terapeuta” (pág. 159). De este modo, 
los psicólogos han estado a la vanguardia de la práctica basada en la evidencia durante décadas. 
Por lo tanto, la práctica basada en la evidencia en psicología es consistente con lo últimos 20 años de 
trabajo de la medicina basada en la evidencia, que abogó por mejorar los resultados para el paciente 
complementando la práctica clínica con la información que provee la investigación relevante (Sox 
y Woolf, 1993; Woolf y Atkins, 2001). Sackett, Rosenberg Gray Haynes y Richardson (1996) 
describieron a la medicina basada en la evidencia como "el uso concienzudo, explicito y juicioso de 
la mejor evidencia disponible para la tomá de decisiones acerca de la asistencia de cada paciente” 
(págs 71-72). El uso y el mal uso de los principios basados en la evidencia en la práctica de atención 
de salud han influido en la distribución de los fondos de la atención de salud, pero no siempre en 
beneficio del paciente. Por lo tanto, los psicólogos, cuyo. entrenamiento se basa en métodos empíricos, 
tienen un importante papel a desempeñar en el desarrollo continuo de la práctica basada en la y en 
enfocarse en mejorar la asistencia de los pacientes. Una propuesta para la práctica basada en la 
evidencia en los sistemas de atención de salud se ha llevado a cabo mediante el desarrollo de Guías 
o Criterios de excelencia de la clínica (Guidelines for best practice). Durante los primeros tiempos 
del movimiento de la práctica basada en la evidencia, la APA reconoció la importancia de sostener un 
enfoque más amplio para la conceptualización de las Guías. La APA también reconoció que las Guías 
corrían el riesgo de ser utilizadas de manera incorrecta por organizaciones comerciales de atención 
de salud, no familiarizadas íntimamente con las bases científicas de la práctica, para establecer formas 
específicas de tratamiento y restringir el acceso del paciente y la asistencia. En 1992, la APA formó 
un grupo de trabajo conjunto del Consejo de Asuntos Científicos, el Consejo de Asuntos Profesionales 
y el Comité para el Avance de la Práctica Profesional. El documento desarrollado por este grupo de 
trabajo -el Modelo para Desarrollar Guías para la Práctica: Intervenciones para el abordaje de los 
Trastornos Mentales y de los Aspectos Psicosociales de los Trastornos Fisícos (en lo sucesivo, 
Modelo)- fue aprobado en 1995 por el consejo de Representantes de APA (American Psychological 
Association 1995). El Modelo describió la diversidad de evidencias que se deberíantomar en 
consideración con el fin de desarrollar esas Guías y advirtió que cualquier Guía para la práctica clínica 
que se creara, debía basarse en la evaluación sistemática y cuidadosa de los datos provenientes de la 
investigación de la calificación clínica. El Modelo señaló que: … la construcción exitosa de las Guías 
depende de la disponibilidad de la evidencia científica y clínica adecuadas con respecto a las 
intervenciones que se están aplicando y a la condición diagnóstica que está siendo tratada ... Los 
jurados (deberían) sopesar la evidencia disponible de acuerdo a los estándares aceptados de mérito 
científico, reconociendo que el grado de certeza de las conclusiones difiere ampliamente para los 
diferentes conjuntos de datos (pág 2). 
Tanto el Modelo como la Declaración de políticas revisado que lo reemplazó -los Criterios para 
Evaluar las Guías de Tratamientos (American Psychological Association, 2002), fueron bastante 
específicos al indicar que la base de evidencia de toda intervención psicológica se debería evaluar en 
términos de dos dimensiones separadas: la eficacia y la utilidad clínica. La dimensión de la eficacia 
presenta los criterios para la evaluación del grado de credibilidad científica de la evidencia que 
establece relaciones causales entre las intervenciones y los trastornos en tratamiento. La dimensión 
de la utilidad clínica implica analizar la evidencia de investigación disponible y el consenso clínico 
con respecto a la posibilidad de generalizar y aplicar los tratamientos (incluso la aceptación de los 
mismos por parte de los pacientes) y de los costos y beneficios de las intervenciones. 
 
3 APA= American Psychological Association (N. del T.) 
El Modelo se utilizó para examinar una selección de Guías de tratamientos disponibles en salud 
mental y se encontró que diferían ampliamente en la calidad de la cobertura de las de la literatura 
relevante así como en las bases científicas. También diferían en cuanto a la especificidad y la 
generabilidad de sus recomendaciones de tratamientos (Stricker et al,.1999). Incluso las Guías que 
fueron diseñadas claramente para formar a los terapeutas más que para legislar, eran de naturaleza 
interdisciplinaria, y que proporcionaban información empírica y clínica amplia que no siempre 
traducía adecuadamente la evidencia que había sido revisada, en los algoritmos que determinaron 
los protocolos de los tratamientos bajo circunstancias determinadas. Los psicólogos se inquietaron 
especial mente frente a las Guías para la práctica, difundidas extensamente, que recomiendan la 
utilización de medicación por sobre las intervenciones psicológicas en ausencia de datos empíricos 
que apoyen estas recomendaciones (Barlow, 1996; Beutler, 1998; Muñoz, Hollon, McGrath, Rehm y 
VandenBos, 1994; Nathan,1998). 
Los beneficios generales de lka psicoterapia han sido establecidos por revisiones meta-analíticas 
durante los años ‘70 (Smith y Glass, 1977; Smith, Glass y Miller, 1980). Sin embargo, en muchos 
sectores del sistema de presentación de salud se mantuvo la creencia de que los tratamientos 
psicológicos para trastornos específicos eran inefectivos o inferiores a los tratamientos 
farmacológicos. En 1995, el Grupo de Trabajo sobre la promoción y Difusión de los procedimientos 
psicológicos de la división 12 de APA (Psicología Clínica), en un esfuerzo por promover los 
tratamientos suministrados por los psicólogos, publicó los criterios para identificar los tratamientos 
validados empíricamente (posteriormente redefinidos como tratamientos apoyados 
empiricamente) para trastornos específicos (Chambless et al., 1996, 1998). Este grupo de trabajo 
identificó 18 tratamientos cuyo apoyo empírico consideraron que estaba sobre la base de los criterios 
que incluían haber sido evaluados en ensayos aleatorios controlados (EsAC)4 con una población 
especifica y habiéndose implementado la utilización de un manual de tratamiento. 
Aunque el objetivo fue identificar los tratamientos con que hubieran probado tener una eficacia al 
menos similar a la de los psicofármacos, y por tanto destacar la contribución de los tratamientos 
psicológicos, el informe del Grupo de Trabajo de la División 12 provocó una década tanto de 
entusiasmo como de controversia. El informe incrementó el reconocimiento de los tratamientos 
psicológicos que mostraban ser efectivos, entre el público, los gestores de política en salud y los 
programas de entrenamiento. Pero, al mismo tiempo, muchos psicólogos manifestaron su inquietud 
debido a que el informe se centraba exclusivamente en los tratamientos breves y manualizados y 
ponía el énfasis en los efectos específicos de los tratamientos en oposición al valor de los factores 
comunes que explican en gran medida la varianza de los resultados obtenidos con distintos trastornos; 
también preocupaba la aplicabilidad de los tratamientos a una gama diversa de pacientes que varían 
en comorbilidad, personalidad, raza, origen étnico y cultura. 
En respuesta, varios grupos de psicólogos, incluyendo otras divisiones de APA, ofrecieron marcos 
adicionales para integrar la evidencia de investigación disponible. En 1999, la División 29 de la APA 
(Psicoterapia) estableció un grupo de trabajo para identificar, operacionalizar y difundir información 
sobre las relaciones terapéuticas con apoyo empírico, dada la poderosa asociación entre resultados y 
aspectos de la relación terapéutica tales como la alianza terapéutica (Norcoss, 2001). La división 17 
de la APA( Sociedad de Orientación Psicológica) también emprendió una investigación de los 
tratamientos apoyados empíricamente en Orientación Psicológica (Wampold, Litchenberg y Waehler, 
2002). La Sociedad de Medicina Conductal, que no es parte de la APA pero tiene una coincidencia 
significativa de afiliados, recientemente ha publicado los criterios para examinar la base de evidencia 
de las intervenciones de la medicina conductual (Davidson, Trudeau, Ockene, Orlans y Kaplan, 2003 ). 
Como es obvio a partir de todo lo que hemos considerado, un gran número de divisiones de la APA 
vinculadas a la clínica formaron grupos de trabajo para que examinaran el tema en cuestión. 
Al mismo tiempo que estos grupos dentro de la psicología han estado lidiando con cómo 
conceptualizar y examinar mejor la base científica de la práctica, el movimiento de la práctica basada 
en la evidencia se ha convertido en una característica esencial de los sistemas de atención salud y de 
 
4 RCTs = randomized controlled trials (N. del T.) 
las políticas de atención de la salud. A nivel estatal, varias iniciativas estimularon o autorizaron la 
utilización de una lista específica de tratamientos en salud mental dentro de los programas de obras 
sociales estatales (Medicaid Programs) (por ej., Carpinello, Rosenberg, Stone, Schwagner y Felton, 
2002; Chorpita et al., 2002, ver también Reed y Eisman, 2006; Tanenbaum; 2005). A nivel federal, 
una importante iniciativa conjunta del Instituto Nacional de Salud Mental y la Administración de 
Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias del Departamento de Salud y Servicios Humanos 
se centra en promover, implementar y evaluar la práctica de la salud mental basada en la evidencia 
dentro de los sistemas de salud mental estatales (por ej., ver Institutos Nacionales de Salud, 2004). 
Los objetivos de las iniciativas de la práctica basada en la evidencia para mejorar la calidad y la 
relación costo- beneficio y mejorar la responsabilidad son loables y, en términos generales, apoyados 
ampliamente dentro de la psicología, aunque la evidencia empírica de las mejorías en todo el sistema 
después de su implementación todavía es limitada. Sin embargo, la comunidad psicológica -
incluyendo tanto a los científicos como a los terapeutas- se interesó en que las iniciativas de la prácticabasada en la evidencia no sean utilizadas incorrectamente para justificar la restricción de manera 
inadecuada al acceso de la asistencia y a la elección de tratamiento. 
Fue en este contexto que en el 2005 el Presidente ele la APA Ronald F. Levant designó el Grupo de 
Trabajo Presidencial de la APA sobre la Práctica Basada en la Evidencia (de ahora en adelante, Grupo 
de Trabajo). El Grupo de Trabajo incluyó científicos y profesionales de amplia una variedad de 
perspectivas y tradiciones, reflejando las perspectivas diversas dentro del campo. En este informe, el 
Grupo de Trabajo espera dar continuidad a un siglo de tradición de la APA buscando la integración 
entre la ciencia y la práctica, al crear un documento que describe el compromiso fundamental de la 
psicología con la sofisticada política psicológica basada en la evidencia y toma en cuenta la variedad 
completa de evidencias que deben considerar los gestores de políticas en salud. Aspiramos a 
establecer el escenario para el futuro desarrollo y refinamiento de la práctica basada en la evidencia, 
con el fin de lograr mejoras en la atención de salud mental, tal como se brinda en todo el mundo5. 
 
Definición 
 
Sobre la base de su revisión de la literatura y de sus deliberaciones, el Grupo de Trabajo estuvo de 
acuerdo con la siguiente definición: La práctica basada en la evidencia en psicología (PBEP) es la 
integración de la mejor investigación disponible con la calificación clínica en el contexto de las 
características del paciente, su cultura y preferencias. 
Esta definición de la PBEP es muy similar a la definición de la práctica basada en la evidencia 
adoptada por el Instituto de Medicina (2001; adoptada de Sackett, Straus, Richardson, Rosenberg y 
Haynes, 2000). “La práctica basada en la evidencia es la integración de la mejor evidencia de 
investigación con la calificación clínica y con los valores del paciente'' (pág. 147). La psicología se 
basa en la definición del Instituto de Medicina, pero va más allá de ella al examinar en profundidad 
qué se entiende por calificación clínica y al ampliar la consideración de las características del paciente. 
 
5 El Grupo de Trabajo limitó su consideración a la práctica basada en la evidencia referida a los servicios de salud 
suministrados por los psicólogos. Por lo tanto, otras aplicaciones organizacionales, comunitarias o educacionales de la 
práctica basada en la evidencia están fuera del alcance de este informe. Es más, se acusó al Grupo de Trabajo de definir 
y explicar los principios de la práctica basada en la evidencia en psicología, pero de no haber desarrollado Guías para la 
práctica que pudieran ser utilizadas por los psicólogos individualmente o que pudieran implementarse en alguna otra 
forma. 
En sus primeros dos encuentros, mediante un proceso iterativo de pequeños grupos de trabajo y de revisión subsiguiente 
y de corrección de todos los borradores por el grupo entero, el Grupo de Trabajo logró consenso en apoyo de las versiones 
del borrador de sus dos productos de trabajo primarios: una declaración política preliminar de la APA y un informe 
preliminar. Los documentos preliminares se hicieron circular extensamente, con un pedido de revisión y de comentarios 
para el Consejo de Representantes de la APA, juntas, comités, divisiones, asociaciones psicológicas provinciales y 
estatales. El aviso de disponibilidad de los documentos para la revisión y comentarios de los miembros se publicaron en 
el Monitor de la APA sobre y en la página del sitio Web de la APA. Un total de 199 fueron presentados por los grupos y 
por los distintos miembros. Cada uno de estos comentarios fue repasado y discutido por el Grupo de Trabajo en una serie 
de conferencias telefónicas. En su encuentro final, el Grupo de Trabajo logró el consenso en las versiones revisadas de la 
declaración política propuesta por el APA y el informe actual. 
El propósito de la PBEP es promover la práctica psicológica efectiva y mejorar la salud pública 
mediante la aplicación de los principios apoyados empíricamente en la evaluación psicológica, la 
formulación del caso, la relación terapéutica y las intervenciones. 
La práctica psicológica implica muchos tipos de intervenciones, en contextos múltiples, para una 
amplia variedad de pacientes posibles. En este documento intervención se refiere a todos los servicios 
directos brindados por los psicólogos en atención de salud, incluyendo la evaluación, el diagnóstico, 
la prevención, el tratamiento, la psicoterapia y la consulta entre especialistas. Como ocurre con 
muchas discusiones de la práctica basada en la evidencia, nosotros nos centramos el tratamiento, mas 
los mismos principios generales se aplican a la evaluación psicológica, que es esencial para el 
tratamiento Los contextos incluyen pero no se limitan a hospitales, clínicas, prácticas independientes, 
escuelas, instalaciones militares, instituciones de salud pública, institutos de rehabilitación, centros 
de atención primaria, centros de orientación y hogares de ancianos. 
Para ser consistentes con las discusiones de la práctica basada en la evidencia en otras áreas de 
atención de salud, en este documento utilizamos el término paciente para referirnos al niño, 
adolescente, adulto, anciano, pareja, familia, grupo, organización, comunidad y otra población que 
recibe los servicios psicológicos. Sin embargo, reconocemos que en muchas situaciones hay razones 
importantes y válidas para utilizar términos tales como cliente, consumidor o persona, en lugar de 
paciente, para describir al destinatario de los servicios. Además de los problemas vinculados con la 
salud mental, el psicólogo aborda en su práctica profesional diversos problemas, incluyendo los 
problemas académicos, vocacionales, relacionales, de salud y comunitarios. 
Es importante clarificar la relación entre la Práctica basada en la Evidencia en Psicología (PBEP) y 
los tratamientos apoyados empíricamente (TsAE)6. La PBEP es el concepto más amplio. Los TsAE 
parten de un tratamiento y se preguntan si funciona para determinado trastorno o problema bajo 
circunstancias específicas. La PBEP parte de un paciente en particular y pregunta qué evidencia de 
investigación (incluyendo los resultados relevantes de los EsAC) ayudarán al psicólogo a conseguir 
el mejor resultado. Además, los TsAE son tratamientos psicológicos específicos que han demostrado 
ser eficaces en ensayos clínicos controlados, mientras que la PBEP abarca una variedad más amplia 
de actividades clínicas (por ej. la evaluación psicológica, la formulación del caso, y la relación 
terapéutica). En tal sentido, la PBEP articula un proceso de toma de decisiones para integrar las 
múltiples corrientes de la evidencia de investigación -que incluye pero que no se limita a los EsAC- 
al proceso de intervención. 
Las secciones siguientes exploran con mayor detalle los tres componentes principales de esta 
definición (mejor evidencia de investigación, clasificación clínica y características del paciente) y su 
integración. 
 
La Mejor Evidencia de Investigación Disponible. 
 
Un conjunto de variados diseños y metodologías de investigación avala la eficacia de las prácticas 
psicológicas. Los artículos de investigación sobre el efecto de las intervenciones psicológicas indican 
que estas intervenciones son seguras y eficaces para la gran cantidad de niños y adolescentes (Kazdin 
y Weisz, 2003; Weisz, Hawley y Doss, 2004), adultos (Barlow, 2004; Nathan y Gorman 2002; Roth 
y Fonagy, 2004; Wampold et al.,1997) y ancianos (Duffy, 1999; Zarit y Knight, 1996) a través de una 
amplia variedad de problemas psicológicos, adicciones, problemas de salud conflictos vinculares. La 
investigación más reciente ha indicado que comparados con los abordajes alternativos, tales como la 
los efectos de los tratamientos psicológicos son particularmente duraderos (Hoilon,Stewart y Strunk, 
2006) Además, la investigación ha demostrado que la puede costearse por si misma (y a menudo lo 
hace) ya que contribuye a la disminución del gasto y al incremento de la productividad y de la 
satisfacción en la vida (Chiles, Lambert y Hatch, 2002; Yates, 1994). 
Los psicólogos poseen fortalezas distintivas para diseñar, conducir e interpretar los estudios de 
investigación que pueden guiar la basada en la evidencia. Además, la psicología -como ciencia y 
 
6 ESTs = empirically supported traetments (N. del T.) 
como profesión- es distintiva al combinar el compromiso científico con un énfasis en las relaciones 
humanas y las diferencias individuales. Así, la psicología puede ayudar a desarrollar, ampliar y 
mejorar la base de para la práctica basada en la evidencia. 
Hay amplio consenso acerca de que la práctica psicológica debe basarse en la evidencia y de que la 
investigación necesita equilibrar la validez interna y externa. La investigación no siempre abordará 
todas las necesidades prácticas. Las principales cuestiones al integrar la investigación a la práctica 
del día a día incluyen : (a) el peso relativo puesto en los diferentes métodos de investigación; (b) la 
representatividad de las muestras de investigación; (c) si los resultados de la investigación deberían 
guiar la práctica a nivel de los principios del cambio, de las estrategias de intervención o de protocolos 
específicos; (d) loa generalidad y transportabilidad de los tratamientos apoyados en la investigación 
controlada con muestras de la práctica clínica; (e) la medida en que se pueden hacer juicios acerca 
de los tratamientos de elección cuando el número y duración de los tratamientos evaluados han sido 
limitados; y (f) el grado en el que los resultados de la investigación de eficacia y de efectividad se 
pueden generalizar desde muestras fundamentalmente de raza blanca a las poblaciones minoritarias 
y marginalizadas (Ver Westen, Novonty y Thompson-Brenner, 2004; ver también artículos de 
posiciones opuestas en Norcross, Beutler y Levant, 2005). Sin embargo, la investigación sobre la 
práctica ha conseguido progresar al investigar estas cuestiones y está proporcionando evidencia que 
es más sensible a la práctica cotidiana. Hay consenso suficiente para avanzar con los principios de la 
PBEP. 
Desde los años ‘70 los meta-análisis han demostrado que muchas prácticas terapéuticas de uso clínico 
generalizado son efectivas para tratar una variedad de problemas (Lambert y Ogles, 2004; Wampold, 
2001). En realidad, los tamaños de efecto de las intervenciones psicológicas para niños, adolescentes, 
adultos y ancianos compiten con o se exceden a aquellos de los tratamientos médicos ampliamente 
aceptados (Barlow, 2004; Lipsey y Wilson, 2001; Rosenthal,1990; Weisz, Jensen y McLeod, 2005). 
Es importante no suponer que las intervenciones que hasta ahora no han sido estudiadas en ensayos 
controlados no son efectivas. No se puede suponer que las intervenciones especificas que no han sido 
sometidas a la evaluación empírica sistemática para problemas específicos sean efectivas ni 
inefectivas: ellas, hasta el momento, sencillamente no han sido evaluadas. Sin embargo, la buena 
práctica y la ciencia exigen la evaluación oportuna de las prácticas psicológicas que, en cierto modo, 
las operacionalice adecuadamente utilizando la metodología científica apropiada. Las prácticas 
psicológicas ampliamente utilizadas así como las innovaciones desarrolladas en el campo o en el 
laboratorio, deberían ser evaluadas rigurosamente y los obstáculos para realizar esta investigación 
deberían ser identificados y abordados. 
 
Múltiples Tipos de Evidencia de Investigación. 
 
La mejor evidencia de investigación se refiere a los resultados científicos relacionados con las 
estrategias de intervención, la evaluación, los problemas clínicos y las poblaciones de pacientes en 
contextos de investigación (laboratorio) y en contextos de campo así como a los resultados 
clínicamente relevantes de la investigación básica en psicología y campos afines. La APA aprueba 
los múltiples tipos de evidencia de investigación (por ej., la vinculada con la eficacia, la efectividad, 
el costo-efectividad, el costo-beneficio, la evidencia epidemiológica, la evidencia vinculada con la 
utilización de los tratamientos) que contribuyen a la práctica psicológica efectiva. 
Múltiples diseños de investigación contribuyen a la práctica basada en la evidencia y los diferentes 
diseños de investigación se ajustan mejor para abordar diferentes tipos de cuestiones (Greenberg y 
Newman, 1996): 
 
• La observación clínica (incluyendo los estudios de casos individuales) y la ciencia psicológica 
básica son fuentes valiosas de innovaciones e hipótesis (el contexto del descubrimiento 
científico). 
• La investigación cualitativa se puede utilizar para describir las experiencias vividas y 
subjetivas de las personas, incluyendo a quienes participan en psicoterapia. 
• Los estudios sistemáticos de casos son particularmente útiles cuando se agrupan -como en la 
forma de redes de investigación- para comparar los distintos pacientes con otros que presentan 
características semejantes. 
• Los diseños experimentales de caso único son particularmente útiles para establecer 
relaciones casuales en el contexto de un individuo. 
• La salud pública y la investigación etnográfica son especialmente útiles para averiguar la 
disponibilidad, la utilización y la aceptación de los tratamientos de salud mental así como para 
indicar las maneras de modificar estos tratamientos para maximizar su utilidad en un contexto 
social determinado. 
• Los estudios de procesos-resultados son especialmente valiosos para identificar los 
mecanismos de cambio. 
• Los estudios de intervenciones cuando éstas se llevan a cabo en entornos naturales 7 
(investigación de efectividad) se adaptan bien para la evaluación de la validez ecológica de 
los tratamientos. 
• Los EsAC y sus equivalentes lógicos (investigación de eficacia) son el criterio para extraer 
inferencias causales acerca de los efectos de las intervenciones (contexto de verificación 
empírica) 
• El meta-análisis es un medio para sintetizar los resultados de múltiples estudios, probar 
hipótesis y estimar cuantitativamente el tamaño de los efectos. 
 
Con respecto a evaluar la investigación sobre intervenciones específicas, la política actual de la APA 
identifica dos dimensiones ampliamente aceptadas. Como declara en los Criterios para Evaluar las 
Pautas de los Tratamientos (American Psychological Association, 2002): 
La primera dimensión es la eficacia del tratamiento, la evaluación sistemática y científica para 
determinar si un tratamiento funciona. La segunda dimensión es la utilidad clínica, la aplicabilidad, 
factibilidad y utilidad de las intervenciones en el contexto local o específico donde se ofrece. Esta 
dimensión también incluye la determinación de la generabilidad una intervención cuya eficacia ha 
sido establecida (pág. 1053). 
Los tipos de evidencia de investigación tanto con respecto a la investigación de la intervención de 
orden ascendente como a su contribución a las conclusiones sobre la eficacia incluyen “ la opinión 
clínica, la observación y el consenso general entre expertos reconocidos que representan la gama de 
empleo en campo” (Criterio 2.1); “la observación clínica sistematizada” (Criterio 2.2); y 
“metodologías empíricas sofisticadas”, incluyendo los cuasi-experimentos y los experimentos 
aleatorios y controlados o sus equivalentes lógicos” (American Psychological Association, 2002, pág. 
1054). Entre las metodologías empíricas sofisticadas, “los experimentos aleatorios controlados 
representan una manera más rigurosa de evaluar la eficacia de un tratamiento porque son la manera 
más efectiva de excluir amenazas a la validez interna de un experimento único” (AmericanPsychological Association, 2002, pág 1054). 
La evidencia sobre la utilidad clínica también es crucial. Según la política establecida por la APA 
(American Psychological Association, 2002), esto incluye cómo mínimo la atención a la 
generabilidad de los efectos cuando se aplica a los distintos pacientes, terapeutas, contextos y la 
interacción de estos la fortaleza de los tratamientos a través de varios modos de prestación; la 
factibilidad con la cual los tratamientos pueden ser administrados a pacientes en entornos del mundo 
real; y los costos asociados con los tratamientos. 
La basada en la evidencia requiere que los psicólogos reconozcan las fortalezas y las limitaciones de 
la evidencia obtenida de los diferentes tipos de investigación. La investigación ha demostrado que el 
método de tratamiento (Nathan y Gorman: 2002), las características de cada psicólogo (Wampold, 
2001 ), la relación terapéutica (Norcross; 2002) y el paciente (Bohart y Tallman; 1999) contribuyen 
 
7 Se refiere a contextos clínicos, tales como los Hospitales, Centros de Salud Mental o consultorios en general (N. del 
R.T.) 
todos de manera decisiva para el éxito de la práctica psicológica. La práctica basada en la evidencia 
integral considerará a todos estos determinantes y a sus combinaciones óptimas. La práctica 
psicológica es una actividad relacional y técnica compleja que requiere la atención de la clínica y de 
la investigación hacia las fuentes múltiples e interactuantes de factores que influyen sobre la 
efectividad de los tratamientos. Todavía hay muchos trastornos, conjuntos de problemas y situaciones 
clínicas para los cuales los datos empíricos son insuficientes. En tales casos, los clínicos utilizan su 
mejor juicio clínico y el conocimiento de la mejor evidencia de investigación disponible 
para desarrollar estrategias de tratamiento coherentes. Los investigadores y terapeutas deberían unirse 
para asegurarse de que la investigación disponible sobre la práctica psicológica tenga tanto validez 
interna como relevancia clínica. 
 
Direcciones Futuras 
 
La PBEP tiene implicancias importantes para los programas de investigación y para las prioridades 
financieras. Estos programas y prioridades deberían enfatizar la investigación sobre lo siguiente: 
 
• Los tratamientos de eficacia establecida en combinación con -y como una alternativa a- los 
tratamientos farmacológicos. 
• La generabilidad y transportabilidad de las intervenciones ser eficaces en contextos de 
investigaciones controladas. 
• Las interacciones Paciente x Tratamiento (moderadores). 
• La eficacia y efectividad de la práctica psicológica con grupos poco representados, como en 
aquellos caracterizados por género, identidad de género, origen étnico, raza, clase social, 
estado de discapacidad y orientación sexual. 
• La eficacia y efectividad de tratamientos psicológicos con niños y jóvenes en diferentes etapas 
de desarrollo. 
• La eficacia y efectividad de tratamientos psicológicos con ancianos. 
• La distinción de factores comunes y factores especificas como mecanismos de cambio. 
• Las características del psicólogo, su forma de proceder en el tratamiento y las características 
de la relación terapéutica que contribuyen a los resultados positivos. 
• La efectividad de tratamientos practicados ampliamente -basados en varias orientaciones 
teóricas y combinaciones integrativas- que todavía no han sido sometidos a la investigación 
controlada. 
• El desarrollo de modelos de tratamientos basados en la identificación y observación de las 
prácticas de los psicólogos clínicos en. la comunidad que empíricamente obtienen los mejores 
resultados. 
• Los criterios de interrupción del tratamiento. 
• La accesibilidad y utilización de los servicios psicológicos. 
• El costo-efectividad y los costos-beneficios de las intervenciones psicológicas. 
• El desarrollo y la evaluación de las redes de investigación práctica. 
• Los efectos del feedback respecto al progreso del tratamiento para el psicólogo o para el 
paciente. 
• El desarrollo de un consenso amplio para toda la profesión, arraigado en la mejor evidencia 
de investigación disponible, sobre los tratamientos psicológicos que se consideren 
desacreditados. 
• La investigación sobre prevención de los trastornos psicológicos y las conductas de riesgo. 
 
Calificación, clínica 
La calificación clínica8 es esencial para identificar e integrar la mejor evidencia de investigación con 
los datos clínicos (por ej., la información acerca del paciente obtenida durante el curso del tratamiento) 
en el contexto de las características y las preferencias de cada paciente con el fin de prestarle servicios 
que tienen mayor probabilidad de alcanzar los objetivos terapéuticos. Se entrena a los psicólogos 
tanto en su labor científica como en su labor terapéutica. Una ventaja del entrenamiento psicológico 
consiste en que este promueve una calificación clínica informada por la calificación científica, 
permitiendo al psicólogo comprender e integrar la literatura científica así como formular y probar 
hipótesis e intervenciones en la práctica como "un científico clínico local” (Stricker y Trierweiler ; 
1995). 
Los científicos cognitivos han encontrado evidencia consiente de las diferencias significativas y 
duraderas entre los psicólogos calificados y los principiantes que emprenden tareas complejas en los 
distintos campos (Bédard y Chi, 1992; Bransford, Brown, y Cockíng, 1999; Gambrill, 2005). Los 
psicólogos calificados reconocen los patrones significativos y no tienen en cuenta la información 
irrelevante, adquieren amplio conocimiento y lo organizan de modo tal que refleje una profunda 
comprensión de su campo de actividad, organizan su conocimiento utilizando características 
funcionales más que descriptivas, recuperan el conocimiento relevante a la tarea que están realizando 
de manera fluida y automática, se adaptan a nuevas situaciones, observan con atención su 
conocimiento y su desempeño, saben cuándo su conocimiento es inadecuado, continúan aprendiendo, 
y generalmente obtienen resultados acordes con su calificación. 
Sin embargo, los psicólogos calificados no son infalibles. Todos los seres humanos somos propensos 
a los errores y a los sesgos. Algunos de estos provienen de las estrategias cognitivas y de los métodos 
heurísticos, que generalmente son adaptativos y eficientes. Otros provienen de las reacciones 
emocionales, que si bien generalmente guían la conducta adaptativa, también pueden llevar al 
razonamiento sesgado o influenciado (por ej., Ditto y López, 1992; Ditto, Munro, Apanovitch, 
Scepansky y Lockhart, 2003; Kunda, 1990). Siempre que los psicólogos involucrados en la 
investigación o la práctica van de la observación a las inferencias y a las generalizaciones, hay un 
riesgo inherente de caer en interpretaciones idiosincrasias, sesgos confirmatorios, sobre 
generalizaciones y errores similares en el juicio (Dawes, Faust y Meehl, 2002; Grove, Zald, Lebow, 
Snitz y Nelson, 2000; Meehl, 1954; Westen y Weinberger, 2004). Es esencial a la calificación clínica 
la conciencia de los límites y las habilidades de si mismo y la atención a los métodos heurísticos y a 
los sesgos -tanto cognitivos como afectivos- que pueden influir en el juicio clínico. Mecanismos como 
la consulta entre especialistas y el feedback sistemático de parte del paciente pueden reducir algunos 
de estos sesgos. 
Cada terapeuta tiene un impacto sustancial sobre los resultados, tanto en los ensayos clínicos como 
en los contextos de la práctica (Crits-Christoph et al., 1991; Huppert et al., 2001; Kim, Wampold, y 
Bolt, en prensa; Wampold y Brown, 2005). 
El hecho que los resultados de los tratamientos se relacionen sistemáticamente con quien suministra 
el tratamiento (sobre y más allá del tipo de tratamiento) proporciona fuerte evidencia de la 
importancia de comprender la calificaciónen la práctica clínica como una forma de mejorar los 
resultados para el paciente. 
 
Componentes de la Calificación Clínica 
 
La calificación clínica abarca varias competencias que promueven los resultados terapéuticos 
positivos. Estas incluyen (a) la evaluación, el juicio diagnóstico, la formulación sistemática del caso 
y la planificación del tratamiento; (b) la toma de decisiones clínicas, la implementación del 
tratamiento y la observación cuidadosa del progreso del paciente(c) la calificación interpersonal; (d) 
la continua auto-reflexión y adquisición de habilidades (e) la apropiada evaluación y utilización de la 
 
8 Corno se utiliza en este informe, la calificación clínica se refiere a la competencia lograda por los psicólogos mediante 
la educación, el entrenamiento y la experiencia que produce la práctica efectiva; el término no se refiere al desempeño 
extraordinario que podría caracterizar a un grupo selecto de psicólogos (p. ej., sólo el 2 %). 
evidencia de investigación tanto en la ciencia psicológica básica como en la ciencia aplicada; (f) la 
comprensión de la influencia del individuo y de las diferencias culturares sobre el tratamiento; (g) la 
búsqueda de recursos disponibles (por ej., la consulta entre especialistas, servicios, adjuntos o 
alternativos) cuando sean necesarios; y (h) tener un fundamento convincente para las estrategias 
clínicas. La calificación se desarrolla a partir del entrenamiento clínico y científico, la comprensión 
teórica, la experiencia, la autorreflexión, el conocimiento de la investigación y a lo largo de la 
formación y el entrenamiento profesional continuo. Se pone de manifiesto en todas las actividades 
clínicas, que incluyen entre otras: establecer alianzas terapéuticas, evaluar a los pacientes y 
desarrollar formulaciones de casos sistemáticas, planificar el tratamiento y establecer objetivos, 
seleccionar las intervenciones y aplicarlas con destreza, observar con atención el progreso del 
paciente y ajustar las prácticas en consecuencia, prestar atención a los contextos individuales, sociales 
y culturales y buscar recursos disponibles cuando sea necesario (por ej., la consulta entre especialistas, 
servicios adjuntos o alternativos). 
Evaluación, juicio diagnóstico, formulación sistemática del caso y planificación del tratamiento. El 
psicólogo clínico calificado puede formular conceptualizaciones de casos claras y con coherencia 
teórica, evaluar la patología del paciente así como las fortalezas clínicamente relevantes, comprender 
las presentaciones complejas de los pacientes y realizar juicios diagnósticos precisos. Los psicólogos 
calificados modifican, si es necesario, sus conceptualizaciones de casos a lo largo del tratamiento y 
buscan tanto la evidencia que la confirme como la que la desconforme. La calificación clínica también 
implica identificar y ayudar a los pacientes a reconocer los procesos psicológicos que contribuyen al 
malestar o a la disfunción. 
La planificación del tratamiento implica establecer objetivos y tareas de tratamiento que tomen en 
consideración la singularidad de cada paciente, la naturaleza de sus problemas e inquietudes, el 
pronóstico probable y los beneficios que se espera obtener del tratamiento y de los recursos 
disponibles. Los objetivos de la terapia se desarrollan en colaboración con el paciente y tienen en 
cuenta al paciente y la visión del mundo de su familia y del contexto sociocultural. La elección de las 
estrategias de tratamiento requiere del conocimiento de las intervenciones y de la investigación que 
apoya su efectividad así como la investigación relevante para,combinar las intervenciones con los 
pacientes (por ej., Beutler, Alomohamed, Moleiro,y Romanellí, 2002; Blatt, Shahar y Zurhoff, 2002; 
Norcross, 2002). La calificación también requiere conocimientos sobre psicopatología, el proceso del 
tratamiento y también sobre las actitudes, los valores y el contexto del paciente - incluyendo el 
contexto cultural- que pueden influir sobre la elección y aplicación de las estrategias de tratamiento 
efectivas. 
 
Toma de decisiones clínicas, aplicación del tratamiento y observación del progreso del paciente. La 
calificación clínica implica poder brindar un tratamiento con la habilidad y la flexibilidad requeridas. 
La habilidad y la flexibilidad implican conocer y estar entrenado para brindar intervenciones 
psicológicas, lo cual a su vez implica la capacidad de adaptar el tratamiento a cada caso particular: 
La flexibilidad se manifiesta en el tacto, el "timing", el ritmo y el encuadre de las intervenciones, así 
como en lograr un equilibrio entre la consistencia de las intervenciones y la respuesta al feedback del 
paciente, prestando atención a los significados, las creencias y las emociones reconocidos y no 
reconocidos de cada paciente. 
La calificación clínica también implica observar con atención el progreso del paciente (y de los 
cambios en su entorno -por ej., pérdida de empleo o enfemedad grave) que pueden indicar la 
necesidad de ajustar el tratamiento(Lambert, Bergin y Gardfield, 2004). Cuando no se está obteniendo 
un progreso satisfactorio, el psicólogo cambia o aborda los obstáculos del tratamiento (por ej., los 
problemas en la relación terapéutica o en la aplicación de los objetivos del tratamiento) cuando sea 
necesario. Si el progreso del paciente sigue siendo insuficiente, el terapeuta considera formulaciones 
y diagnósticos alternativos, la consulta entre especialistas, la supervisión o la derivación. El psicólogo 
calificado toma decisiones acerca de la finalización de manera oportuna tomando en consideración y 
evaluando el progreso del paciente en el contexto de su vida, los objetivos del tratamiento, los recursos 
disponibles y la posible recaída. 
Calificación9 interpersonal. Para la calificación clínica es fundamental la habilidad interpersonal que 
se manifiesta al establecerse un vínculo terapéutico, codificando y decodificando las respuestas 
verbales y no verbales, creando expectativas realistas pero positivas Y respondiendo con empatía 
frente a las experiencias Y preocupaciones explícitas e implícitas del paciente. La calificación 
interpersonal implica la flexibilidad para ser efectivo en la clínica con pacientes de orígenes diversos. 
Los psicólogos clínicos habilidosos son capaces de plantear desafíos a sus pacientes en un clima de 
apoyo que promueve la exploración, la franqueza y el cambio. 
La práctica psicológica es, desde su inicio, una relación interpersonal entre el psicólogo y el paciente. 
Cada uno de los participantes en el tratamiento ejerce influencia sobre su proceso y su resultado, y la 
compatibilidad entre el psicólogo y el/los paciente/es es particularmente importante. Las fuentes 
convergentes de evidencia indican que cada profesional de la atención de salud influye en la eficacia 
del tratamiento (American Psychological Association, 2002). En psicoterapia, por ejemplo, los 
efectos individuo-terapeuta (dentro del tratamiento) explican del 5 al 8% de la varianza de resultado 
(Crits-Cristoph et. al., 1991; Kim et al., en prensa; Project MATCH Research Group, 1998; Wampold 
y Brown, 2005). Décadas de investigación muestran también que un paciente motivado y activo 
representa una importante contribución para que el tratamiento resulte exitoso (P. ej., Bohart y 
Tallman, 1999; Clarkin y Levy, 2004; W. R. Miller y Rollnick, 2002; Prochaska, Norcross y 
Diclemente, 1994). 
Con el desarrollo de la tecnología electrónica interactiva (por ej., telehealth10 10 ) muchas 
intervenciones terapéuticas comunitarias así como otros abordajes, no implican necesariamente un 
contacto directo, cara a cara, con el psicólogo. Sin embargo, estas intervenciones, para ser efectivas, 
también buscan un compromiso activo del paciente en el proceso de tratamiento y prestan atención 
de una manera flexible a las característicaspropias de los distintos grupos a quienes van dirigidas. El 
clínico calificado promueve el compromiso positivo del paciente en el proceso terapéutico, observa 
atentamente la alianza terapéutica y presta cuidadosa atención a los obstáculos que minan el 
compromiso y el cambio del paciente. El clínico calificado reconoce los problemas que bloquean el 
progreso y los aborda de un modo que sea consistente con la teoría y la investigación (por ej., 
explorando con el paciente momentos en que el tratamiento parece haberse estancado, abordando 
posibles problemas en el seno de la relación terapéutica). 
Continua auto-reflexión y adquisición de habilidades. La calificación clínica requiere la capacidad 
de reflexionar sobre la propia experiencia, los conocimientos, las hipótesis, las inferencias, las 
reacciones emocionales y las conductas, y utiliza esa reflexión para modificar en consecuencia su 
propia práctica. Para la calificación clínica es fundamental tener conciencia de los límites de nuestro 
conocimiento y de nuestras habilidades, además del reconocimiento de los métodos heurísticos y de 
los sesgos (tanto cognitivos como afectivos) que pueden influir en el juicio clínico (por ej., los sesgos 
pueden impedir el reconocimiento de la necesidad de realizar modificaciones en la conceptualización 
del caso, o en las estrategias terapéuticas que no están funcionando). La calificación clínica implica 
adoptar medidas concretas para limitar los efectos de estos sesgos. 
Desarrollar y mantener la calificación clínica y aplicar, esta calificación ante pacientes específicos 
implica la incorporación continua de nuevos conocimientos y habilidades derivadas de (a) la 
investigación y la teoría; (b) la observación clínica sistemática, la investigación controlada y la prueba 
de hipótesis; (e) la auto-reflexión y el feedback de otras fuentes (por ej.; supervisores, colegas, 
pacientes, otros profesionales de la salud y los otros significativos del paciente [cuando fuera 
pertinente]); (d) observar atentamente los resultados en el paciente; y (e) la formación continua y 
otras oportunidades de aprendizaje (por ej., redes de práctica, grupos de apoyo de pacientes). 
Evaluación y utilización de la evidencia de investigación. La calificación clínica en psicología incluye 
la calificación científica. Este es uno de los sellos de la formación psicológica y una de las ventajas 
del entrenamiento psicológico. Una comprensión del método científico permite a los psicólogos 
 
9Aquí nuevamente se tradujo expertise por calificación, en el sentido de ser competente para o estar calificado para cierta 
actividad (n. del R.T.) 
10 Telehealth es la prestación de información y servicios de salud mediante el uso de tecnologías que permiten la 
comunicación a distancia (N. del T.). 
considerar la evidencia que proviene de variados diseños de investigación, evaluar la validez interna 
y la validez externa de cada estudio y aplicar la investigación relevante a los casos individuales. La 
calificación clínica también implica una actitud científica hacia el trabajo clínico, caracterizado por 
la imparcialidad frente a los datos, así como ante la generación y evaluación de las hipótesis clínicas; 
también supone la capacidad para utilizar la teoría para guiar las intervenciones sin permitir que los 
preconceptos teóricos prevalezcan por sobre los datos de la clínica o de la investigación. 
Comprender la influencia de las diferencias individuales, culturales y contextuales en el tratamiento. 
La calificación clínica requiere una conciencia del contexto individual, social y cultural de cada 
paciente, que incluye (y excede): edad y nivel de desarrollo evolutivo, origen étnico, cultura raza, 
género, orientación sexual, filiación religiosa y nivel socio económico (Ver la sección Características, 
Cultura y Preferencias del paciente). La calificación clínica permite a los psicólogos adaptar las 
intervenciones y construir un entorno terapéutico que respete la visión del mundo del paciente, sus 
valores, preferencias, capacidades y otras características (Arnkoff, Glass y Shapiro, 2002; Sue y Lam, 
2002). La APA ha adoptado las Guías para la práctica en la práctica multicultural, en la orientación 
sexual y con ancianos, para ayudar a los psicólogos en la adaptación de sus prácticas a los distintos 
pacientes (American Psychological Association, 2000, 2003, 2004). 
Búsqueda de recursos disponibles cuando sea necesario (por ej., consulta entre especialistas, 
servicios adjuntos o alternativos). El psicólogo sabe que ciertos recursos adicionales o prácticas que 
pueden adjuntarse, pueden aumentar la efectividad del tratamiento. Cuando la evidencia de la 
investigación indica que determinados servicios adjuntos suelen resultar útiles en ciertos casos, o 
cuando los pacientes no están logrando el progreso esperado, el psicólogo puede solicitar una consulta 
con otro especialista o hacer una derivación. Los servicios alternativos que están en consonancia con 
el contexto cultural o con la visión del mundo del paciente; pueden complementar al tratamiento 
psicológico. Para el psicólogo, la consulta con otro especialista es un medio para observar con 
atención -y corregir, si es necesario- los sesgos cognitivos y afectivos. 
 
Un fundamento convincente para las estrategias clínicas. La calificación clínica requiere un abordaje 
planificado para el tratamiento de los problemas psicológicos. Aunque la práctica clínica a menudo 
es ecléctica o integrativa (Norcross y Goldfried; 2005) y muchos efectos del tratamiento psicológico 
reflejan aspectos inespecíficos del compromiso terapéutico (por ej., cambios que se producen 
mediante el desarrollo de una relación empática; Lambert et al., 2004); Weinberg; 1995), los 
psicólogos cuentan con formulaciones de casos bien articuladas, conocimiento de la investigación 
relevante y la organización proporcionada por las conceptualizaciones teóricas y la experiencia clínica 
para elaborar intervenciones diseñadas para lograr los resultados deseados. 
Algunos pacientes sufren problemas o trastornos bien definidos para los cuales hay un conjunto: de 
evidencia que apoya fuertemente la efectividad de un tratamiento particular. Esta evidencia se debería 
considerar al formular un plan de tratamiento y se debería articular un fundamento convincente para 
todo tratamiento recomendado. Hay muchas clases de problemas, poblaciones de pacientes y 
situaciones clínicas para los cuales la evidencia de tratamiento es escasa. En estas instancias, la 
práctica basada en la evidencia consiste en utilizar la calificación clínica al interpretar y aplicar la 
mejor evidencia disponible mientras se sigue de cerca cuidadosamente el progreso del paciente y se 
modifica el tratamiento cuando se considere necesario (Hayes, Barlow y Nelson-Gray, 1999; Lambert, 
Harmon, Slade, Whipple y Hawkins, 2005; S. D. Miller, Duncan y Hubble, 2005). 
 
Direcciones futuras 
 
Aunque hay mucha menos investigación disponible sobre la calificación clínica que sobre las 
intervenciones psicológicas, se están sentando las bases para el futuro desarrollo (Goodheart, 2006; 
Skovholt y Jennings, 2004; Westen y Weinberger, 2004). Por ejemplo, la investigación sobre la 
formulación del caso el diagnóstico indica que las inferencias clínicas, los juicios diagnósticos y las 
formulaciones pueden ser fiables y válidas cuando se estructuran de manera tal que maximizan la 
calificación clínica (Eells, Lombart, Kendjelic, Turner y Lucas, 2005; Persons, 1991; Westen y 
Weinberger, 2005). La investigación indica que la sensibilidad y flexibilidad en la administración de 
las intervenciones terapéuticas producen mejores resultados que la aplicación rígida de los manuales 
o principios (Castonguay, Goldfried, Wiser, Raue y Hayes, 1996; Henry, Schacht, Strupp, Butler y 
Binder, 1993; Huppert et al., 2001). Las revisiones de la investigaciónsobre los sesgos y los métodos 
heurísticos en el juicio clínico han indicado los procedimientos que los clínicos podrían utilizar para 
minimizar estos sesgos (Garb, 1998). Debido a la importancia de la alianza terapéutica en relación 
con los resultados (Horvath y Bedi, 2002; Martin, Garske y Davis, 2000; Shirk y Karver, 2003), es 
imprescindible la comprensión de los atributos personales y las intervenciones de los terapeutas que 
fortalecen la alianza con el fin de maximizar la calidad de la asistencia al paciente (Ackermn y 
Hilsenrotb; 2003). 
La colaboración respetuosa entre los investigadores y los terapeutas calificados promoverá la 
investigación empírica útil y sistemática de la calificación clínica. Algunas de las necesidades de 
investigación más urgentes son las siguientes: 
 
• Estudiar las prácticas de los clínicos que obtienen los mejores resultados en la comunidad, 
tanto en general como con tipos específicos de pacientes o problemas; 
• Identificar las habilidades técnicas utilizadas por los clínicos calificados en la administración 
de las intervenciones psicológicas que han demostrado ser efectivas; 
• Mejorar la fiabilidad, la validez y la utilidad clínica de los diagnósticos y de las formulaciones 
de casos; 
• Estudiar las condiciones que maximizan la calificación clínica (más que focalizarse ante todo 
sobre sus límites); 
• Determinar hasta qué punto los errores y los sesgos estudiados ampliamente en la literatura 
se vinculan con la disminución en el resultado de los tratamientos y estudiar cómo modificar 
y corregir estos errores; 
• Desarrollar escalas adecuadas que los clínicos puedan utilizar para cuantificar sus juicios 
diagnósticos, medir el progreso terapéutico a lo largo del tiempo y evaluar el proceso 
terapéutico; 
• Distinguir la calificación relacionada con los factores comunes compartidos con muchas 
terapias de la calificación para conducir ciertos tratamientos específicos; y 
• Proporcionar al terapeuta feedback de parte del paciente en tiempo real para ser utilizado como 
parámetro del progreso del tratamiento así como de la necesidad de hacer ajustes en el mismo. 
 
Características, Cultura y Preferencias del Paciente 
 
Los datos normativos sobre "qué funciona y para quién" (Nathan y Gorman, 2002; Roth y. Fonagy, 
2004) proveen guías imprescindibles para la práctica efectiva. Sin embargo, es más probable que los 
servicios psicológicos sean efectivos cuando responden a los problemas específicos del paciente, sus 
fortalezas, su personalidad y su contexto sociocultural y sus preferencias (Norcross, 2002). La larga 
historia de la psicología, respecto del estudio de las diferencias individuales y de los cambios a lo 
largo del desarrollo evolutivo, y la creciente literatura empírica relacionada con la diversidad humana 
(incluyendo la cultura11 y la psicoterapia),la situá en una posición convincente para identificar las 
maneras efectivas de integrar la investigación y la calificación clínica con una comprensión de las 
características del paciente que es imprescindible para la PBEP (Hall, 2001; Sue, Zane y Young, 1994). 
 
11Cultura, en este contexto, no comprende una amplia variedad de fenómenos (por ej., valores compartidos, historia, 
conocimientos, rituales, costumbres) que a menudo producen un sentido de identidad compartido. Los grupos étnicos 
y culturales pueden tener una cultura compartida, pero aquellas características personales no son las únicas 
características que definen a los grupos personales (por ej., la cultura de los sordos, la cultura de los barrios urbanos). 
La cultura es un constructo multifacético, y los factores culturales pueden no ser entendidos por separados de las 
características sociales, de clase y personales que hacen a cada paciente único. 
La PBEP implica la consideración de los valores del paciente, sus creencias religiosas, su visión del 
mundo, sus objetivos y preferencias en cuanto al tratamiento, integrando todos estos datos con la 
experiencia clínica y la comprensión del psicólogo de la investigación disponible. 
Varías cuestiones enmarcan los debates actuales acerca del papel de las características del paciente 
en la PBEP. La primera considera en qué medida las características que presentan los pacientes (más 
allá de las características diagnósticas), tales como los rasgos y los tipos de personalidad, moderan el 
impacto de las intervenciones que fueron estudiadas empíricamente. Una Segunda cuestión, 
vinculada a la anterior, nos plantea en qué medida los factores sociales y las diferencias culturales 
requerirían de diferentes tratamientos y a la inversa hasta qué punto las intervenciones que fueron 
evaluadas en poblaciones mayoritarias pueden ser adaptadas a pacientes que provienen de otros socio 
culturales y orígenes étnicos. Una tercera cuestión vinculada con maximizar el grado en el cual las 
intervenciones que más se utilizan tomen en consideración el momento del desarrollo evolutivo por 
el que atraviesa el paciente, tanto para niños y adolescentes (Weisz y Hawley, 2002) como para 
ancianos (Zarit y Knight, 1996). Una cuarta cuestión se vincula con el grado en el cual presentaciones 
clínicas variables, tales como la comorbilidad o las prestaciones polisintomáticas, moderan el impacto 
de las investigaciones. Subyace a todas estas cuestiones el interrogante acerca de cómo abordar mejor 
el tratamiento de pacientes cuyas características (por ej., género, identidad de genero, etnia, raza, 
clase social, estado de incapacidad, orientación sexual) y problemas (por ej., comorbilidad) difieren 
de las de las muestras estudiadas en investigación. Este es un asunto de activa discusión en el campo 
y la investigación ha ido prestando creciente atención a la generabilidad y transportabilidad de las 
intervenciones psicológicas. 
Los datos disponibles indican que las diversas variables relacionadas con el paciente influyen en los 
resultados, muchas de las cuales son características que trascienden al diagnostico, tales como la 
condición funcional, la motivación para el cambio y el nivel de apoyo social (Norcross, 2002). 
Además, para establecer y mantener un vínculo terapéutico y para implementar intervenciones 
específicas, es fundamental tener en cuenta las siguientes características, entre otras: (a) las 
variaciones en los problemas o trastornos presentados, la etiología, los síntomas o síndromes 
comórbidos, y la conducta; (b) la edad cronológica, el nivel de desarrollo evolutivo, la historia de ese 
desarrollo y la etapa vital que atraviesa; (c) los factores socioculturales y familiares (por ej., género, 
identidad de género, origen étnico, raza, clase social, religión, estado de discapacidad, estructura 
familiar y orientación sexual); (d) el contexto ambiental actual, estresores (por ej., desempleo, 
acontecimientos vitales recientes) y factores sociales (por ej., racismo institucional, desigualdad de 
la atención en salud), y (e) las preferencias personales, los valores y las preferencias con respecto al 
tratamiento ( por ej., los objetivos, las creencias, la visión del mundo, las expectativas con respecto 
al tratamiento ). La investigación disponible (tanto sobre la correspondencia entre la intervenciones 
y las características del paciente como sobre los fracasos de los tratamientos en ensayos clínicos de 
intervenciones, que habían mostrado ser sumamente eficaces) indican que las estrategias y relaciones 
pueden mejorarse, adaptadas a las diferentes poblaciones (Gamst, Dana, Der-Karaberian, y Kramer, 
2000; Groth-Marnat, Beutler y Roberts, 2001; Norcross, 2002; Sue, Fujino, Hu, Takeuchi y Zane, 
1991). 
Muchos síntomas presentes -Por ej., depresión, ansiedad, fracaso escolar, atracones y purgas- son 
similares en distintos pacientes. Sin embargo, los síntomas o los trastornos que son fenotipicamente 
similares a menudo son heterogéneos con respectoa la etiología, el pronostico que los crean o 
mantienen. Ademas, la mayoría de los pacientes se presentan con síntomas múltiples o síndromes, y 
no presentan un trastorno único y diferenciado (por ej., Keesler, Stang, Witchen, Stein y Walters, 
1999; Newman, Moffitt, Caspi y Silva, 1998). La presencia de enfermedades simultaneas puede 
moderar la respecta al tratamiento y las intervenciones tendientes a tratar un síntoma a menudo 
influyen en los otros. Una masa de investigación emergente también indica que algunas variables de 
personalidad subyacen a muchos síndromes psiquiátricos y explican un aparte importante de la 
comorbilidad entre los síndromes, ampliamente documentada en la investigación (por ej., Brown, 
Chorpita y Barlow, 1998; Krueger, 2002). Los psicólogos deben prestar atención a las diferencias 
individuales de cada persona para realizar las complejas elecciones necesarias para conceptualizar, 
priorizar y tratar múltiples síntomas. Además de conocer el trastorno que tiene la persona, es 
fundamental conocer a la persona que padece el trastorno. 
 
Diferencias individuales. 
La práctica psicológica basada en la evidencia también requiere la atención hacia los factores del 
desarrollo evolutivo y la etapa vital que atraviesa el paciente. Existe una enorme cantidad de 
investigación sobre los procesos del desarrollo (ej., apego, socialización, cognitivo, socio-cognitivo, 
género, desarrollo moral y emocional) que son necesarios para comprender la psicopatología adulta 
y particularmente importantes al tratar a niños, adolescentes, familias y ancianos (por ej., American 
Psychological Association, 2004; Sameroff, Lewis y Millet; 2000; Toth y Cicchetti 1999). 
La PBEP requiere prestar mucha atencion a muchas otras características del paciente, tales como el 
género, la identidad de género, la cultura, el origen étnico, la raza, la edad, el contexto familiar, las 
creencias religiosas y la orientación sexual (American Psychological Association, 2000, 2003). Estas 
variables moldean la personalidad, los valores, las visiones del mundo, los vínculos, la psicopatología 
y las actitudes hacia el tratamiento. La práctica psicológica puede nutrirse de un amplio abanico de 
investigaciones relevantes que provienen de distintos campos, incluyendo la etnografía, la psicología 
trasncultural (por ej., Berry, Segall y Kağıtçıbaşı , 1997), la psiquiatría cultural (por ej., Kleinman, 
1997), la antropología psicológica (por ej., Le Vine, 1983; Moore y Mathews, 200]; Stráuss y Quinn, 
1992) y la psicoterapia cultural (Sue, 1998; Zane, Sue, Young, Nunez y Hall, 2004). La cultura influye 
no solo en la naturaleza y en la expresión de la psicopatología sino también en la comprensión que 
tiene el paciente acerca de la salud y la enfermedad física y psicológica. Los valores y las creencias 
culturales y los factores sociales (por ej.; sesgos raciales implícitos) también influyen en los patrones 
de búsqueda, utilización y recepción de ayuda; en cómo se presentan y se informa acerca de los 
síntomas, en los temores y en las expectativas con respecto al tratamiento, así como en los resultados 
deseados. Los psicólogos también comprenden y reflexionan según sus propias características, 
valores y contexto, que interactúan con las características, valores y contexto del paciente. 
La raza, como constructo social, es un modo de agrupar a las personas en categorías en base a los 
atributos físicos percibidos, la ascendencia y otros factores. La raza, en un sentido más amplio, 
también se asocia con el poder, el status y la oportunidad (American Anthropological Association, 
1998). En las culturas occidentales, a las personas de "raza" europea o blanca se les concede ventajas 
y más oportunidades, aún cuando han mejorado las actitudes sociales, y las políticas públicas han 
reforzado la equidad social. Por tanto, la raza es un proceso interpersonal y político con implicaciones 
significativas para la práctica clínica y para la calidad de la atención de salud (Smedley y Smedley, 
2005). Los pacientes y terapeutas pueden “pertenecer” a grupos raciales cuando ellos eligen 
identificarse a sí mismos como miembros de un grupo, pero la importancia de la raza en la práctica 
clínica es más un asunto relacional que un atributo únicamente de un terapeuta o de un paciente. La 
considerable evidencia de muchos campos (lnstitute of Medicine, 2003) indica que los diferentes 
poderes raciales entre los terapeutas y sus pacientes, así como los sesgos sistemáticos y los 
estereotipos basados en la raza y en la etnicidad contribuyen a que los pacientes de color reciban una 
asistencia injusta en los servicios atención de salud. Los terapeutas deben considerar atentamente el 
impacto de la raza, la etnicidad y la cultura en el proceso de tratamiento, la relación y los resultados. 
El contexto social y medioambiental del paciente, incluyendo los estresores recientes y crónicos, 
también son importantes en la formulación del caso y en la planificación del tratamiento. Los factores 
socioculturales y familiares, la clase social y los factores sociales, económicos y situacionales más 
amplios (por ej., desempleo, problemas de familia, ausencia de seguro médico, pérdidas recientes, 
prejuicio y situaciones de inmigración) pueden tener una gran influencia sobre la salud mental, el 
funcionamiento adaptativo, la búsqueda de tratamiento y los recursos del paciente (psicológico, social 
y económico). 
La psicoterapia es una empresa_colaborativa en la cual los pacientes y los terapeutas negocian la 
manera de trabajar juntos, llegando a acuerdos mutuos que probablemente conduzcan a resultados 
positivos. Así, los valores y las preferencias del paciente (por ej., los objetivos, las creencias y las 
modalidades preferidas de tratamiento) son un componente principal de la práctica psicológica basada 
en la evidencia. Los pacientes pueden tener fuertes preferencias en cuanto a los tipos de tratamientos 
y a los resultados deseados, y estas preferencias pueden estar influenciadas tanto por su contexto 
cultural como por los factores individuales. El papel del psicólogo es asegurarse de que los pacientes 
comprendan los costos y los beneficios de las diferentes prácticas y elecciones (Hayes, Devereaux y 
Guyatt, 2002). La PBEP busca maximizar la elección del paciente entre las intervenciones alternativas 
efectivas. La práctica efectiva requiere mantener el equilibrio entre las preferencias del paciente y el 
juicio del psicólogo -basado en la evidencia disponible y la calificación clínica- para determinar el 
tratamiento más adecuado. 
 
Direcciones futuras 
 
Se necesita mucha más investigación con respecto a la influencia de las características de los pacientes 
en la selección del tratamiento, en los procesos terapéuticos y en los resultados. La investigación 
sobre las características que trascienden a los diagnósticos, las presentaciones polisintomáticas y la 
efectividad de las intervenciones psicológicas con grupos culturalmente diferentes es particularmente 
importante. Proponemos las siguientes prioridades de investigación: 
 
• Las características de los pacientes que moderan la respuesta al tratamiento en contextos 
naturales. 
• Estudios de resultados prospectivos sobre tratamientos y relaciones adaptados a las 
características de los pacientes que trascienden sus características diagnósticas, incluyendo 
los diseños Aptitud X Interacción de Tratamiento. 
• La eficacia de las intervenciones que han sido ampliamente estudiadas en la población 
mayoritaria con otras poblaciones. 
• La investigación de la naturaleza de los estereotipos implícitos que sostienen tanto los 
psicólogos como los pacientes, y de las intervenciones que logran minimizar su activación o 
impacto. 
• Modos de hacer que la información acerca de la cultura y de la psicoterapia sea más accesible 
a los terapeutas. 
• Maximizar en los psicólogos tanto la competenciaen el rol como la competencia emocional 
y cognitiva con los distintos pacientes. 
• Identificar modelos exitosos para la toma de decisiones respecto a los tratamientos, que tomen 
en cuenta las preferencias de los pacientes y puedan acordar con ellas. 
 
Conclusiones 
 
La práctica basada en la evidencia en psicología es la integración disponible con la calificación clínica 
en el contexto de las características del paciente, su cultura y sus preferencias. El propósito de la 
práctica basada en la evidencia es promover la práctica psicológica efectiva y mejorar la salud publica 
mediante la aplicación de principios apoyados empíricamente en la evaluación psicológica, la 
formulación del caso, la relación terapéutica y la intervención. Mucho se ha aprendido en el siglo 
pasado acerca de la investigación psicológica básica y aplicada así como de las observaciones y de 
las hipótesis desarrolladas en la práctica clínica. Han surgido muchas estrategias para trabajar con 
pacientes y han sido refinadas mediante los tipos de ensayo error y la generación y evaluación de las 
hipótesis clínicas que contribuyen al aspecto más científico de la práctica clínica. Dado que la 
evaluación de las hipótesis clínicas tiene sus limites, es necesario integrar con la mejor investigación 
disponible. 
Quizás el mensaje principal de este informe del grupo de trabajo – y uno de los aspectos más 
alentadores del proceso que lo condujo llevarlo a cabo – sea el consenso logrado entre un grupo 
diverso de científicos, terapeutas y científicos-terapeutas de múltiples perspectivas, acerca de que la 
PBEP debe reconocer el valor de las múltiples fuentes de evidencia científica. En una circunstancia 
clínica determinada, los psicólogos de buena fe y buen juicio pueden estar en desacuerdo acerca de 
cómo sopesar las diferentes formas de evidencia; con el paso del tiempo, creemos que la investigación 
empírica sistemática y amplia -en el laboratorio y en la clínica- señalará el camino hacia la mejor 
práctica mediante la integración de la evidencia óptima. Lo que refleja este documento, sin embargo, 
es la reafirmación de lo que los psicólogos han sabido durante un siglo: el método científico es un 
modo de pensar y observar sistemáticamente, y es la mejor herramienta que tenemos para aprender 
acerca de qué funciona y para quién. 
Las decisiones clínicas se deberían tomar en colaboración con el paciente sobre la base de la mejor 
evidencia clínicamente relevante y considerando sus probables costos y beneficios así como los 
recursos y opciones disponibles. Es el psicólogo tratante quien hace el juicio último con respecto a 
una intervención específica o a un de tratamiento. La participación de un paciente activo e informado 
generalmente es crucial para el éxito de los servicios psicológicos. Las decisiones del tratamiento 
nunca deberían ser por personas sin entrenamiento no familiarizadas con las especificaciones del caso. 
Los psicólogos tratantes determinan la aplicabilidad de las conclusiones de la investigación para un 
paciente especifico. Los pacientes muchas veces requieren de decisiones e intervenciones que no han 
sido abordadas directamente por la investigación disponible. La aplicación de la evidencia de 
investigación a un paciente determinado siempre implica inferencias probabilísticas. Por lo tanto, la 
continua evaluación del progreso del y el ajuste del tratamiento cuando sea necesario son 
imprescindibles para la PBEP. 
Ademas, los psicólogos deben prestar atención a una gama variada de resultados que a veces pueden 
indicar diferentes estrategias. Por tanto, deben prestar atención a las fortalezas y limitaciones de cada 
estudio, ya que utilizan distintos modos de medir el éxito de los tratamientos. Los resultados 
psicológicos pueden incluir no solo el alivio del síntoma y la prevención de los futuros episodios 
sintomáticos sino también la mejora en la calidad de vida, en el funcionamiento adaptativo a nivel 
social y laboral, la capacidad para tomar decisiones satisfactorias en la vida, el cambio de 
personalidad y otros objetivos que pueden ser alcanzados mediante la colaboración entre el paciente 
y el terapeuta. 
La PBEP es un medio para mejorar la prestación de servicios a los pacientes dentro de un clima de 
respeto mutuo, comunicación franca entre todos los interesados, incluyendo a los terapeutas, los 
investigadores, los pacientes, los administradores de la atención de la salud y los gestores de política 
de salud. Nuestro objetivo en este documento, y en las deliberaciones del Grupo de Trabajo que 
condujo al mismo, fue establecer tanto una agenda como un estilo para los próximos pasos en la 
evolución de la PBEP. 
 
 
La siguiente declaración fue aprobada como política de la Asociación Psicológica Americana (APA) 
por el Consenso de Representantes de la APA durante su encuentro en Agosto del 2005. 
 
La práctica basada en la evidencia en psicología (PBEP) es la integración de la mejor investigación 
disponible con la calificación clínica en ele contexto de las características del paciente, su cultura y 
preferencias 12.Esta definición de PBEP es similar a la definición de la práctica basada en la evidencia 
adoptada por el Instituto de la Medicina (2001, pág. 147) adoptada de Sackett y colaboradores (2000): 
"La práctica basada en la evidencia es la integración de la mejor evidencia de investigación con la 
calificación clínica y los valores del paciente. El propósito de la PBEP es promover la práctica 
psicológica efectiva y mejorar la salud pública mediante la aplicación de principios con apoyo 
 
12Para ser consistente con las discusiones de la práctica basada en la evidencia en otras áreas de la atención de salud 
nosotros utilizamos el termino paciente para referirnos al niño, adolescente, adulto, anciano, pareja, familia, grupo, 
organización, comunidad u otra población que recibe los servicios psicológicos. Sin embargo, reconocemos que en 
muchas situaciones hay razones importantes y válidas para utilizar términos como cliente, consumidor o persona, en 
lugar de paciente, para referirnos a quien se le brinda los servicios. 
empírico en la evaluación psicológica, la formulación del caso, la relación terapéutica y la 
intervención. 
 
La mejor evidencia de investigación. 
 
La mejor evidencia de investigación se refiere a los resultados científicos relacionados con las 
estrategias de intervención, la evaluación, los problemas clínicos y las poblaciones de pacientes en 
el laboratorio y en contextos de campo así como los resultados clínicamente relevantes de la 
investigación básica en psicología y en campos afines. Numerosos datos científicos extraídos de 
varios diseños de investigación y metodologías atestiguan la efectividad de las prácticas psicológicas. 
Generalmente, la evidencia derivada de la investigación clínicamente relevante sobre las practicas 
psicológicas debería basarse en revisiones sistemáticas, tamaños de efecto razonables, significación 
estadística y clínica y una masa de evidencia de apoyo. La validez de las conclusiones de la 
investigación sobre las intervenciones se basa en una progresión general desde la observación clínica 
hasta las revisiones sistemáticas de ensayos clínicos aleatorios aunque también se reconocen los 
vacíos y las limitaciones en la literatura existente y en su aplicabilidad al caso especifico que se está 
tratando (APA, 2002). Las políticas y la práctica en salud también pueden recurrir a estudios que 
utilizaron una variedad de métodos, en áreas tales como la salud pública, la epidemiología, el 
desarrollo humano, las relaciones sociales y las neurociencias. 
Los investigadores y terapeutas deberían aunar esfuerzos para asegurar que la investigación 
disponible sobre la psicológica tenga tanto validez interna como utilidad clínica. Es importante no 
dar po supuesto que las intervenciones

Continuar navegando