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Copyright 2006 by the Americán Psychologícal Práctica basada en la evidencia en psicología Grupo de Trabajo presidencial de la APA sobre la práctica Basada en la Evidencia Association. Trad.: A. Dalla Valle. R. T.: H. Galo El movimiento de la práctica basada en la evidencia se ha convertido en una característica importante de los sistemas de atención de salud y de las políticas de atención en salud Dentro de este contexto, el Grupo de Trabajo Presidencial 2005 de la APA sobre la práctica basada en la evidencia define y discute la práctica basada en la evidencia en psicología (PBEP)1. En una integración de ciencia y práctica, el informe del Grupo de Trabajo describe el compromiso fundamental de la PBEP y toma en cuenta la amplia gama de evidencia que los psicólogos y gestores de políticas en salud deben considerar. La investigación, la calificación clínica2 y las características del paciente son todas consideradas relevantes para los buenos resultados. La PBEP promueve la práctica psicológica efectiva y mejora la salud pública mediante la aplicación de los principios con apoyo empírico en la evaluación psicológica, la formulación del caso, la relación terapéutica y la intervención. El informe proporciona los fundamentos y un amplio debate acerca de la declaración política de la PBEP que fue desarrollada por el Grupo de Trabajo y adoptada como política de la asociación por el Consejo de Representantes de la APA en agosto del2005. Palabras clave: Práctica basada en la evidencia, mejor evidencia de investigación disponible, calificación clínica, características del paciente, cultura y preferencias. Desde las primeras nociones de la psicología aplicada expresadas por Lightner Witmer, quien fundó la primera clínica psicológica en 1896 (McReynolds, 1997), los psicólogos han estado profunda y extraordinariamente asociados con un abordaje basado en la evidencia para la asistencia del paciente. 1 EBPP= Evidence-based practice in psychology (N. del T.) 2 Calificación clínica (en ingés, clinical expertise) tiene, a lo largo de todo el texto la connotación de "estar calificado", o tener la pericia y entrenamiento necesarios para ocuparse de la atención clínica psicológica (N. de R. T.)Los integrantes del Grupo de Trabajo eran Carol D. Goodheart. EdD (Cátedra: Práctica Independiente, Princeton, NJ);. Ronald F. Levant. EdD (ex-oficio; University de Akron); David H. Burlow. PhD (Universidad de Boston); Jean Carter, PhD (Práctica lndependiente. Washington. DC); Karina W. Davidson, PhD (Universidad de Columbia); Kristofer J. Hagglund, PhD (Universidad d.e Missouri- Columbia); Steven D. Hollon, PhD (Vanderbilt University); Josephine D. Johnson, PhD (Práctica Independiente, Livonia, MI): Laura C. Leviton, PhD (Robert Wood Johnson Foundation, Princeton, NJ); Alvin R. Mahrer, PhD (Emérito, Universidad de Ottawa); Frederick L. Newman, PhD (Universidad Internacional de Florida); John C. Noreross, PhD (Universidad de Scranton); Doris K. Silverman, PhD (Universidad de Nueva York); Brian D. Smedley, PhD (El Programa de Oportunidades, Washington. DC); Bruce E. Wampold, PhD (Universidad de Wisconsin); Drew L. Westen PhD (Universidad de Emory); Brian T. Yales, PhD (Universidad Americana American University); Nolan W. Zane: PhD (Universidad de California, Davis). El personal de la Asociación Psicológica Americana profesional (APA) incluía a Geoffrey M. Reed, PhD, y Lynn F. Bufka, PhD (Consejo Directivo de Práctica); Paul D. Nelson, PhD, y Cynthia D. Belar, PhD (Consejo Directivo de Educación): y Merry Bullock, PhD (Consejo Directivo de Ciencia). El Grupo de Trabajo desea agradecer a John Weisz, PhD, por su ayuda en los fragmentos borradores del informe relacionado con niños y adolescentes; a James Mitchell y a Omar Rehman, profesores interinos de Desarrollo Profesional de la APA, por su ayuda en toda la labor del Grupo de trabajo; y a Ernestim Penniman por su apoyo administrativo. En agosto del 2005, el Consejo de Representantes de la APA aprobó la declaración política sobre la práctica basada en la evidencia en psicología desarrollada por el Grupo de Trabajo y recibió una versión de este informe. El informe contenía una discusión amplía de las cuestiones que surgieron de la declaración política, incluyendo el fundamento y las referencias que la apoyaban. La declaración política está disponible online en http://www.apa.org/practice/ebpstatement.pdf y en el apéndice de este artículo. La correspondencia vinculada con este artículo debería dirigirse al Consejo Directivo de Practica, Asociación Psicológica, 750 Firsr Street NE. Wnshinglon, DC 20002-424:2. Como Witmer ( 190711996) señaló, "las ciencias puras y aplicadas avanzan en un solo frente. Lo que retrasa el progreso de una, retrasa el progreso de la otra; lo que fomenta a una, fomenta a la otra". Ya en el año 1947, la idea de que los psicólogos doctorados debían ser entrenados como científicos al mismo tiempo que se forman como terapeutas, se convirtió en política de la Asociación Psicológica Americana "(APA)33 (Shakow et al., 1947). Los primeros profesionales, como Frederick C. Thome (1947), articularon los métodos por los cuales los psicoterapeutas integran la ciencia en su práctica al "incrementar la aplicación del abordaje experimental al caso individual y a la propia ‘experiencia’ del terapeuta” (pág. 159). De este modo, los psicólogos han estado a la vanguardia de la práctica basada en la evidencia durante décadas. Por lo tanto, la práctica basada en la evidencia en psicología es consistente con lo últimos 20 años de trabajo de la medicina basada en la evidencia, que abogó por mejorar los resultados para el paciente complementando la práctica clínica con la información que provee la investigación relevante (Sox y Woolf, 1993; Woolf y Atkins, 2001). Sackett, Rosenberg Gray Haynes y Richardson (1996) describieron a la medicina basada en la evidencia como "el uso concienzudo, explicito y juicioso de la mejor evidencia disponible para la tomá de decisiones acerca de la asistencia de cada paciente” (págs 71-72). El uso y el mal uso de los principios basados en la evidencia en la práctica de atención de salud han influido en la distribución de los fondos de la atención de salud, pero no siempre en beneficio del paciente. Por lo tanto, los psicólogos, cuyo. entrenamiento se basa en métodos empíricos, tienen un importante papel a desempeñar en el desarrollo continuo de la práctica basada en la y en enfocarse en mejorar la asistencia de los pacientes. Una propuesta para la práctica basada en la evidencia en los sistemas de atención de salud se ha llevado a cabo mediante el desarrollo de Guías o Criterios de excelencia de la clínica (Guidelines for best practice). Durante los primeros tiempos del movimiento de la práctica basada en la evidencia, la APA reconoció la importancia de sostener un enfoque más amplio para la conceptualización de las Guías. La APA también reconoció que las Guías corrían el riesgo de ser utilizadas de manera incorrecta por organizaciones comerciales de atención de salud, no familiarizadas íntimamente con las bases científicas de la práctica, para establecer formas específicas de tratamiento y restringir el acceso del paciente y la asistencia. En 1992, la APA formó un grupo de trabajo conjunto del Consejo de Asuntos Científicos, el Consejo de Asuntos Profesionales y el Comité para el Avance de la Práctica Profesional. El documento desarrollado por este grupo de trabajo -el Modelo para Desarrollar Guías para la Práctica: Intervenciones para el abordaje de los Trastornos Mentales y de los Aspectos Psicosociales de los Trastornos Fisícos (en lo sucesivo, Modelo)- fue aprobado en 1995 por el consejo de Representantes de APA (American Psychological Association 1995). El Modelo describió la diversidad de evidencias que se deberíantomar en consideración con el fin de desarrollar esas Guías y advirtió que cualquier Guía para la práctica clínica que se creara, debía basarse en la evaluación sistemática y cuidadosa de los datos provenientes de la investigación de la calificación clínica. El Modelo señaló que: … la construcción exitosa de las Guías depende de la disponibilidad de la evidencia científica y clínica adecuadas con respecto a las intervenciones que se están aplicando y a la condición diagnóstica que está siendo tratada ... Los jurados (deberían) sopesar la evidencia disponible de acuerdo a los estándares aceptados de mérito científico, reconociendo que el grado de certeza de las conclusiones difiere ampliamente para los diferentes conjuntos de datos (pág 2). Tanto el Modelo como la Declaración de políticas revisado que lo reemplazó -los Criterios para Evaluar las Guías de Tratamientos (American Psychological Association, 2002), fueron bastante específicos al indicar que la base de evidencia de toda intervención psicológica se debería evaluar en términos de dos dimensiones separadas: la eficacia y la utilidad clínica. La dimensión de la eficacia presenta los criterios para la evaluación del grado de credibilidad científica de la evidencia que establece relaciones causales entre las intervenciones y los trastornos en tratamiento. La dimensión de la utilidad clínica implica analizar la evidencia de investigación disponible y el consenso clínico con respecto a la posibilidad de generalizar y aplicar los tratamientos (incluso la aceptación de los mismos por parte de los pacientes) y de los costos y beneficios de las intervenciones. 3 APA= American Psychological Association (N. del T.) El Modelo se utilizó para examinar una selección de Guías de tratamientos disponibles en salud mental y se encontró que diferían ampliamente en la calidad de la cobertura de las de la literatura relevante así como en las bases científicas. También diferían en cuanto a la especificidad y la generabilidad de sus recomendaciones de tratamientos (Stricker et al,.1999). Incluso las Guías que fueron diseñadas claramente para formar a los terapeutas más que para legislar, eran de naturaleza interdisciplinaria, y que proporcionaban información empírica y clínica amplia que no siempre traducía adecuadamente la evidencia que había sido revisada, en los algoritmos que determinaron los protocolos de los tratamientos bajo circunstancias determinadas. Los psicólogos se inquietaron especial mente frente a las Guías para la práctica, difundidas extensamente, que recomiendan la utilización de medicación por sobre las intervenciones psicológicas en ausencia de datos empíricos que apoyen estas recomendaciones (Barlow, 1996; Beutler, 1998; Muñoz, Hollon, McGrath, Rehm y VandenBos, 1994; Nathan,1998). Los beneficios generales de lka psicoterapia han sido establecidos por revisiones meta-analíticas durante los años ‘70 (Smith y Glass, 1977; Smith, Glass y Miller, 1980). Sin embargo, en muchos sectores del sistema de presentación de salud se mantuvo la creencia de que los tratamientos psicológicos para trastornos específicos eran inefectivos o inferiores a los tratamientos farmacológicos. En 1995, el Grupo de Trabajo sobre la promoción y Difusión de los procedimientos psicológicos de la división 12 de APA (Psicología Clínica), en un esfuerzo por promover los tratamientos suministrados por los psicólogos, publicó los criterios para identificar los tratamientos validados empíricamente (posteriormente redefinidos como tratamientos apoyados empiricamente) para trastornos específicos (Chambless et al., 1996, 1998). Este grupo de trabajo identificó 18 tratamientos cuyo apoyo empírico consideraron que estaba sobre la base de los criterios que incluían haber sido evaluados en ensayos aleatorios controlados (EsAC)4 con una población especifica y habiéndose implementado la utilización de un manual de tratamiento. Aunque el objetivo fue identificar los tratamientos con que hubieran probado tener una eficacia al menos similar a la de los psicofármacos, y por tanto destacar la contribución de los tratamientos psicológicos, el informe del Grupo de Trabajo de la División 12 provocó una década tanto de entusiasmo como de controversia. El informe incrementó el reconocimiento de los tratamientos psicológicos que mostraban ser efectivos, entre el público, los gestores de política en salud y los programas de entrenamiento. Pero, al mismo tiempo, muchos psicólogos manifestaron su inquietud debido a que el informe se centraba exclusivamente en los tratamientos breves y manualizados y ponía el énfasis en los efectos específicos de los tratamientos en oposición al valor de los factores comunes que explican en gran medida la varianza de los resultados obtenidos con distintos trastornos; también preocupaba la aplicabilidad de los tratamientos a una gama diversa de pacientes que varían en comorbilidad, personalidad, raza, origen étnico y cultura. En respuesta, varios grupos de psicólogos, incluyendo otras divisiones de APA, ofrecieron marcos adicionales para integrar la evidencia de investigación disponible. En 1999, la División 29 de la APA (Psicoterapia) estableció un grupo de trabajo para identificar, operacionalizar y difundir información sobre las relaciones terapéuticas con apoyo empírico, dada la poderosa asociación entre resultados y aspectos de la relación terapéutica tales como la alianza terapéutica (Norcoss, 2001). La división 17 de la APA( Sociedad de Orientación Psicológica) también emprendió una investigación de los tratamientos apoyados empíricamente en Orientación Psicológica (Wampold, Litchenberg y Waehler, 2002). La Sociedad de Medicina Conductal, que no es parte de la APA pero tiene una coincidencia significativa de afiliados, recientemente ha publicado los criterios para examinar la base de evidencia de las intervenciones de la medicina conductual (Davidson, Trudeau, Ockene, Orlans y Kaplan, 2003 ). Como es obvio a partir de todo lo que hemos considerado, un gran número de divisiones de la APA vinculadas a la clínica formaron grupos de trabajo para que examinaran el tema en cuestión. Al mismo tiempo que estos grupos dentro de la psicología han estado lidiando con cómo conceptualizar y examinar mejor la base científica de la práctica, el movimiento de la práctica basada en la evidencia se ha convertido en una característica esencial de los sistemas de atención salud y de 4 RCTs = randomized controlled trials (N. del T.) las políticas de atención de la salud. A nivel estatal, varias iniciativas estimularon o autorizaron la utilización de una lista específica de tratamientos en salud mental dentro de los programas de obras sociales estatales (Medicaid Programs) (por ej., Carpinello, Rosenberg, Stone, Schwagner y Felton, 2002; Chorpita et al., 2002, ver también Reed y Eisman, 2006; Tanenbaum; 2005). A nivel federal, una importante iniciativa conjunta del Instituto Nacional de Salud Mental y la Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias del Departamento de Salud y Servicios Humanos se centra en promover, implementar y evaluar la práctica de la salud mental basada en la evidencia dentro de los sistemas de salud mental estatales (por ej., ver Institutos Nacionales de Salud, 2004). Los objetivos de las iniciativas de la práctica basada en la evidencia para mejorar la calidad y la relación costo- beneficio y mejorar la responsabilidad son loables y, en términos generales, apoyados ampliamente dentro de la psicología, aunque la evidencia empírica de las mejorías en todo el sistema después de su implementación todavía es limitada. Sin embargo, la comunidad psicológica - incluyendo tanto a los científicos como a los terapeutas- se interesó en que las iniciativas de la prácticabasada en la evidencia no sean utilizadas incorrectamente para justificar la restricción de manera inadecuada al acceso de la asistencia y a la elección de tratamiento. Fue en este contexto que en el 2005 el Presidente ele la APA Ronald F. Levant designó el Grupo de Trabajo Presidencial de la APA sobre la Práctica Basada en la Evidencia (de ahora en adelante, Grupo de Trabajo). El Grupo de Trabajo incluyó científicos y profesionales de amplia una variedad de perspectivas y tradiciones, reflejando las perspectivas diversas dentro del campo. En este informe, el Grupo de Trabajo espera dar continuidad a un siglo de tradición de la APA buscando la integración entre la ciencia y la práctica, al crear un documento que describe el compromiso fundamental de la psicología con la sofisticada política psicológica basada en la evidencia y toma en cuenta la variedad completa de evidencias que deben considerar los gestores de políticas en salud. Aspiramos a establecer el escenario para el futuro desarrollo y refinamiento de la práctica basada en la evidencia, con el fin de lograr mejoras en la atención de salud mental, tal como se brinda en todo el mundo5. Definición Sobre la base de su revisión de la literatura y de sus deliberaciones, el Grupo de Trabajo estuvo de acuerdo con la siguiente definición: La práctica basada en la evidencia en psicología (PBEP) es la integración de la mejor investigación disponible con la calificación clínica en el contexto de las características del paciente, su cultura y preferencias. Esta definición de la PBEP es muy similar a la definición de la práctica basada en la evidencia adoptada por el Instituto de Medicina (2001; adoptada de Sackett, Straus, Richardson, Rosenberg y Haynes, 2000). “La práctica basada en la evidencia es la integración de la mejor evidencia de investigación con la calificación clínica y con los valores del paciente'' (pág. 147). La psicología se basa en la definición del Instituto de Medicina, pero va más allá de ella al examinar en profundidad qué se entiende por calificación clínica y al ampliar la consideración de las características del paciente. 5 El Grupo de Trabajo limitó su consideración a la práctica basada en la evidencia referida a los servicios de salud suministrados por los psicólogos. Por lo tanto, otras aplicaciones organizacionales, comunitarias o educacionales de la práctica basada en la evidencia están fuera del alcance de este informe. Es más, se acusó al Grupo de Trabajo de definir y explicar los principios de la práctica basada en la evidencia en psicología, pero de no haber desarrollado Guías para la práctica que pudieran ser utilizadas por los psicólogos individualmente o que pudieran implementarse en alguna otra forma. En sus primeros dos encuentros, mediante un proceso iterativo de pequeños grupos de trabajo y de revisión subsiguiente y de corrección de todos los borradores por el grupo entero, el Grupo de Trabajo logró consenso en apoyo de las versiones del borrador de sus dos productos de trabajo primarios: una declaración política preliminar de la APA y un informe preliminar. Los documentos preliminares se hicieron circular extensamente, con un pedido de revisión y de comentarios para el Consejo de Representantes de la APA, juntas, comités, divisiones, asociaciones psicológicas provinciales y estatales. El aviso de disponibilidad de los documentos para la revisión y comentarios de los miembros se publicaron en el Monitor de la APA sobre y en la página del sitio Web de la APA. Un total de 199 fueron presentados por los grupos y por los distintos miembros. Cada uno de estos comentarios fue repasado y discutido por el Grupo de Trabajo en una serie de conferencias telefónicas. En su encuentro final, el Grupo de Trabajo logró el consenso en las versiones revisadas de la declaración política propuesta por el APA y el informe actual. El propósito de la PBEP es promover la práctica psicológica efectiva y mejorar la salud pública mediante la aplicación de los principios apoyados empíricamente en la evaluación psicológica, la formulación del caso, la relación terapéutica y las intervenciones. La práctica psicológica implica muchos tipos de intervenciones, en contextos múltiples, para una amplia variedad de pacientes posibles. En este documento intervención se refiere a todos los servicios directos brindados por los psicólogos en atención de salud, incluyendo la evaluación, el diagnóstico, la prevención, el tratamiento, la psicoterapia y la consulta entre especialistas. Como ocurre con muchas discusiones de la práctica basada en la evidencia, nosotros nos centramos el tratamiento, mas los mismos principios generales se aplican a la evaluación psicológica, que es esencial para el tratamiento Los contextos incluyen pero no se limitan a hospitales, clínicas, prácticas independientes, escuelas, instalaciones militares, instituciones de salud pública, institutos de rehabilitación, centros de atención primaria, centros de orientación y hogares de ancianos. Para ser consistentes con las discusiones de la práctica basada en la evidencia en otras áreas de atención de salud, en este documento utilizamos el término paciente para referirnos al niño, adolescente, adulto, anciano, pareja, familia, grupo, organización, comunidad y otra población que recibe los servicios psicológicos. Sin embargo, reconocemos que en muchas situaciones hay razones importantes y válidas para utilizar términos tales como cliente, consumidor o persona, en lugar de paciente, para describir al destinatario de los servicios. Además de los problemas vinculados con la salud mental, el psicólogo aborda en su práctica profesional diversos problemas, incluyendo los problemas académicos, vocacionales, relacionales, de salud y comunitarios. Es importante clarificar la relación entre la Práctica basada en la Evidencia en Psicología (PBEP) y los tratamientos apoyados empíricamente (TsAE)6. La PBEP es el concepto más amplio. Los TsAE parten de un tratamiento y se preguntan si funciona para determinado trastorno o problema bajo circunstancias específicas. La PBEP parte de un paciente en particular y pregunta qué evidencia de investigación (incluyendo los resultados relevantes de los EsAC) ayudarán al psicólogo a conseguir el mejor resultado. Además, los TsAE son tratamientos psicológicos específicos que han demostrado ser eficaces en ensayos clínicos controlados, mientras que la PBEP abarca una variedad más amplia de actividades clínicas (por ej. la evaluación psicológica, la formulación del caso, y la relación terapéutica). En tal sentido, la PBEP articula un proceso de toma de decisiones para integrar las múltiples corrientes de la evidencia de investigación -que incluye pero que no se limita a los EsAC- al proceso de intervención. Las secciones siguientes exploran con mayor detalle los tres componentes principales de esta definición (mejor evidencia de investigación, clasificación clínica y características del paciente) y su integración. La Mejor Evidencia de Investigación Disponible. Un conjunto de variados diseños y metodologías de investigación avala la eficacia de las prácticas psicológicas. Los artículos de investigación sobre el efecto de las intervenciones psicológicas indican que estas intervenciones son seguras y eficaces para la gran cantidad de niños y adolescentes (Kazdin y Weisz, 2003; Weisz, Hawley y Doss, 2004), adultos (Barlow, 2004; Nathan y Gorman 2002; Roth y Fonagy, 2004; Wampold et al.,1997) y ancianos (Duffy, 1999; Zarit y Knight, 1996) a través de una amplia variedad de problemas psicológicos, adicciones, problemas de salud conflictos vinculares. La investigación más reciente ha indicado que comparados con los abordajes alternativos, tales como la los efectos de los tratamientos psicológicos son particularmente duraderos (Hoilon,Stewart y Strunk, 2006) Además, la investigación ha demostrado que la puede costearse por si misma (y a menudo lo hace) ya que contribuye a la disminución del gasto y al incremento de la productividad y de la satisfacción en la vida (Chiles, Lambert y Hatch, 2002; Yates, 1994). Los psicólogos poseen fortalezas distintivas para diseñar, conducir e interpretar los estudios de investigación que pueden guiar la basada en la evidencia. Además, la psicología -como ciencia y 6 ESTs = empirically supported traetments (N. del T.) como profesión- es distintiva al combinar el compromiso científico con un énfasis en las relaciones humanas y las diferencias individuales. Así, la psicología puede ayudar a desarrollar, ampliar y mejorar la base de para la práctica basada en la evidencia. Hay amplio consenso acerca de que la práctica psicológica debe basarse en la evidencia y de que la investigación necesita equilibrar la validez interna y externa. La investigación no siempre abordará todas las necesidades prácticas. Las principales cuestiones al integrar la investigación a la práctica del día a día incluyen : (a) el peso relativo puesto en los diferentes métodos de investigación; (b) la representatividad de las muestras de investigación; (c) si los resultados de la investigación deberían guiar la práctica a nivel de los principios del cambio, de las estrategias de intervención o de protocolos específicos; (d) loa generalidad y transportabilidad de los tratamientos apoyados en la investigación controlada con muestras de la práctica clínica; (e) la medida en que se pueden hacer juicios acerca de los tratamientos de elección cuando el número y duración de los tratamientos evaluados han sido limitados; y (f) el grado en el que los resultados de la investigación de eficacia y de efectividad se pueden generalizar desde muestras fundamentalmente de raza blanca a las poblaciones minoritarias y marginalizadas (Ver Westen, Novonty y Thompson-Brenner, 2004; ver también artículos de posiciones opuestas en Norcross, Beutler y Levant, 2005). Sin embargo, la investigación sobre la práctica ha conseguido progresar al investigar estas cuestiones y está proporcionando evidencia que es más sensible a la práctica cotidiana. Hay consenso suficiente para avanzar con los principios de la PBEP. Desde los años ‘70 los meta-análisis han demostrado que muchas prácticas terapéuticas de uso clínico generalizado son efectivas para tratar una variedad de problemas (Lambert y Ogles, 2004; Wampold, 2001). En realidad, los tamaños de efecto de las intervenciones psicológicas para niños, adolescentes, adultos y ancianos compiten con o se exceden a aquellos de los tratamientos médicos ampliamente aceptados (Barlow, 2004; Lipsey y Wilson, 2001; Rosenthal,1990; Weisz, Jensen y McLeod, 2005). Es importante no suponer que las intervenciones que hasta ahora no han sido estudiadas en ensayos controlados no son efectivas. No se puede suponer que las intervenciones especificas que no han sido sometidas a la evaluación empírica sistemática para problemas específicos sean efectivas ni inefectivas: ellas, hasta el momento, sencillamente no han sido evaluadas. Sin embargo, la buena práctica y la ciencia exigen la evaluación oportuna de las prácticas psicológicas que, en cierto modo, las operacionalice adecuadamente utilizando la metodología científica apropiada. Las prácticas psicológicas ampliamente utilizadas así como las innovaciones desarrolladas en el campo o en el laboratorio, deberían ser evaluadas rigurosamente y los obstáculos para realizar esta investigación deberían ser identificados y abordados. Múltiples Tipos de Evidencia de Investigación. La mejor evidencia de investigación se refiere a los resultados científicos relacionados con las estrategias de intervención, la evaluación, los problemas clínicos y las poblaciones de pacientes en contextos de investigación (laboratorio) y en contextos de campo así como a los resultados clínicamente relevantes de la investigación básica en psicología y campos afines. La APA aprueba los múltiples tipos de evidencia de investigación (por ej., la vinculada con la eficacia, la efectividad, el costo-efectividad, el costo-beneficio, la evidencia epidemiológica, la evidencia vinculada con la utilización de los tratamientos) que contribuyen a la práctica psicológica efectiva. Múltiples diseños de investigación contribuyen a la práctica basada en la evidencia y los diferentes diseños de investigación se ajustan mejor para abordar diferentes tipos de cuestiones (Greenberg y Newman, 1996): • La observación clínica (incluyendo los estudios de casos individuales) y la ciencia psicológica básica son fuentes valiosas de innovaciones e hipótesis (el contexto del descubrimiento científico). • La investigación cualitativa se puede utilizar para describir las experiencias vividas y subjetivas de las personas, incluyendo a quienes participan en psicoterapia. • Los estudios sistemáticos de casos son particularmente útiles cuando se agrupan -como en la forma de redes de investigación- para comparar los distintos pacientes con otros que presentan características semejantes. • Los diseños experimentales de caso único son particularmente útiles para establecer relaciones casuales en el contexto de un individuo. • La salud pública y la investigación etnográfica son especialmente útiles para averiguar la disponibilidad, la utilización y la aceptación de los tratamientos de salud mental así como para indicar las maneras de modificar estos tratamientos para maximizar su utilidad en un contexto social determinado. • Los estudios de procesos-resultados son especialmente valiosos para identificar los mecanismos de cambio. • Los estudios de intervenciones cuando éstas se llevan a cabo en entornos naturales 7 (investigación de efectividad) se adaptan bien para la evaluación de la validez ecológica de los tratamientos. • Los EsAC y sus equivalentes lógicos (investigación de eficacia) son el criterio para extraer inferencias causales acerca de los efectos de las intervenciones (contexto de verificación empírica) • El meta-análisis es un medio para sintetizar los resultados de múltiples estudios, probar hipótesis y estimar cuantitativamente el tamaño de los efectos. Con respecto a evaluar la investigación sobre intervenciones específicas, la política actual de la APA identifica dos dimensiones ampliamente aceptadas. Como declara en los Criterios para Evaluar las Pautas de los Tratamientos (American Psychological Association, 2002): La primera dimensión es la eficacia del tratamiento, la evaluación sistemática y científica para determinar si un tratamiento funciona. La segunda dimensión es la utilidad clínica, la aplicabilidad, factibilidad y utilidad de las intervenciones en el contexto local o específico donde se ofrece. Esta dimensión también incluye la determinación de la generabilidad una intervención cuya eficacia ha sido establecida (pág. 1053). Los tipos de evidencia de investigación tanto con respecto a la investigación de la intervención de orden ascendente como a su contribución a las conclusiones sobre la eficacia incluyen “ la opinión clínica, la observación y el consenso general entre expertos reconocidos que representan la gama de empleo en campo” (Criterio 2.1); “la observación clínica sistematizada” (Criterio 2.2); y “metodologías empíricas sofisticadas”, incluyendo los cuasi-experimentos y los experimentos aleatorios y controlados o sus equivalentes lógicos” (American Psychological Association, 2002, pág. 1054). Entre las metodologías empíricas sofisticadas, “los experimentos aleatorios controlados representan una manera más rigurosa de evaluar la eficacia de un tratamiento porque son la manera más efectiva de excluir amenazas a la validez interna de un experimento único” (AmericanPsychological Association, 2002, pág 1054). La evidencia sobre la utilidad clínica también es crucial. Según la política establecida por la APA (American Psychological Association, 2002), esto incluye cómo mínimo la atención a la generabilidad de los efectos cuando se aplica a los distintos pacientes, terapeutas, contextos y la interacción de estos la fortaleza de los tratamientos a través de varios modos de prestación; la factibilidad con la cual los tratamientos pueden ser administrados a pacientes en entornos del mundo real; y los costos asociados con los tratamientos. La basada en la evidencia requiere que los psicólogos reconozcan las fortalezas y las limitaciones de la evidencia obtenida de los diferentes tipos de investigación. La investigación ha demostrado que el método de tratamiento (Nathan y Gorman: 2002), las características de cada psicólogo (Wampold, 2001 ), la relación terapéutica (Norcross; 2002) y el paciente (Bohart y Tallman; 1999) contribuyen 7 Se refiere a contextos clínicos, tales como los Hospitales, Centros de Salud Mental o consultorios en general (N. del R.T.) todos de manera decisiva para el éxito de la práctica psicológica. La práctica basada en la evidencia integral considerará a todos estos determinantes y a sus combinaciones óptimas. La práctica psicológica es una actividad relacional y técnica compleja que requiere la atención de la clínica y de la investigación hacia las fuentes múltiples e interactuantes de factores que influyen sobre la efectividad de los tratamientos. Todavía hay muchos trastornos, conjuntos de problemas y situaciones clínicas para los cuales los datos empíricos son insuficientes. En tales casos, los clínicos utilizan su mejor juicio clínico y el conocimiento de la mejor evidencia de investigación disponible para desarrollar estrategias de tratamiento coherentes. Los investigadores y terapeutas deberían unirse para asegurarse de que la investigación disponible sobre la práctica psicológica tenga tanto validez interna como relevancia clínica. Direcciones Futuras La PBEP tiene implicancias importantes para los programas de investigación y para las prioridades financieras. Estos programas y prioridades deberían enfatizar la investigación sobre lo siguiente: • Los tratamientos de eficacia establecida en combinación con -y como una alternativa a- los tratamientos farmacológicos. • La generabilidad y transportabilidad de las intervenciones ser eficaces en contextos de investigaciones controladas. • Las interacciones Paciente x Tratamiento (moderadores). • La eficacia y efectividad de la práctica psicológica con grupos poco representados, como en aquellos caracterizados por género, identidad de género, origen étnico, raza, clase social, estado de discapacidad y orientación sexual. • La eficacia y efectividad de tratamientos psicológicos con niños y jóvenes en diferentes etapas de desarrollo. • La eficacia y efectividad de tratamientos psicológicos con ancianos. • La distinción de factores comunes y factores especificas como mecanismos de cambio. • Las características del psicólogo, su forma de proceder en el tratamiento y las características de la relación terapéutica que contribuyen a los resultados positivos. • La efectividad de tratamientos practicados ampliamente -basados en varias orientaciones teóricas y combinaciones integrativas- que todavía no han sido sometidos a la investigación controlada. • El desarrollo de modelos de tratamientos basados en la identificación y observación de las prácticas de los psicólogos clínicos en. la comunidad que empíricamente obtienen los mejores resultados. • Los criterios de interrupción del tratamiento. • La accesibilidad y utilización de los servicios psicológicos. • El costo-efectividad y los costos-beneficios de las intervenciones psicológicas. • El desarrollo y la evaluación de las redes de investigación práctica. • Los efectos del feedback respecto al progreso del tratamiento para el psicólogo o para el paciente. • El desarrollo de un consenso amplio para toda la profesión, arraigado en la mejor evidencia de investigación disponible, sobre los tratamientos psicológicos que se consideren desacreditados. • La investigación sobre prevención de los trastornos psicológicos y las conductas de riesgo. Calificación, clínica La calificación clínica8 es esencial para identificar e integrar la mejor evidencia de investigación con los datos clínicos (por ej., la información acerca del paciente obtenida durante el curso del tratamiento) en el contexto de las características y las preferencias de cada paciente con el fin de prestarle servicios que tienen mayor probabilidad de alcanzar los objetivos terapéuticos. Se entrena a los psicólogos tanto en su labor científica como en su labor terapéutica. Una ventaja del entrenamiento psicológico consiste en que este promueve una calificación clínica informada por la calificación científica, permitiendo al psicólogo comprender e integrar la literatura científica así como formular y probar hipótesis e intervenciones en la práctica como "un científico clínico local” (Stricker y Trierweiler ; 1995). Los científicos cognitivos han encontrado evidencia consiente de las diferencias significativas y duraderas entre los psicólogos calificados y los principiantes que emprenden tareas complejas en los distintos campos (Bédard y Chi, 1992; Bransford, Brown, y Cockíng, 1999; Gambrill, 2005). Los psicólogos calificados reconocen los patrones significativos y no tienen en cuenta la información irrelevante, adquieren amplio conocimiento y lo organizan de modo tal que refleje una profunda comprensión de su campo de actividad, organizan su conocimiento utilizando características funcionales más que descriptivas, recuperan el conocimiento relevante a la tarea que están realizando de manera fluida y automática, se adaptan a nuevas situaciones, observan con atención su conocimiento y su desempeño, saben cuándo su conocimiento es inadecuado, continúan aprendiendo, y generalmente obtienen resultados acordes con su calificación. Sin embargo, los psicólogos calificados no son infalibles. Todos los seres humanos somos propensos a los errores y a los sesgos. Algunos de estos provienen de las estrategias cognitivas y de los métodos heurísticos, que generalmente son adaptativos y eficientes. Otros provienen de las reacciones emocionales, que si bien generalmente guían la conducta adaptativa, también pueden llevar al razonamiento sesgado o influenciado (por ej., Ditto y López, 1992; Ditto, Munro, Apanovitch, Scepansky y Lockhart, 2003; Kunda, 1990). Siempre que los psicólogos involucrados en la investigación o la práctica van de la observación a las inferencias y a las generalizaciones, hay un riesgo inherente de caer en interpretaciones idiosincrasias, sesgos confirmatorios, sobre generalizaciones y errores similares en el juicio (Dawes, Faust y Meehl, 2002; Grove, Zald, Lebow, Snitz y Nelson, 2000; Meehl, 1954; Westen y Weinberger, 2004). Es esencial a la calificación clínica la conciencia de los límites y las habilidades de si mismo y la atención a los métodos heurísticos y a los sesgos -tanto cognitivos como afectivos- que pueden influir en el juicio clínico. Mecanismos como la consulta entre especialistas y el feedback sistemático de parte del paciente pueden reducir algunos de estos sesgos. Cada terapeuta tiene un impacto sustancial sobre los resultados, tanto en los ensayos clínicos como en los contextos de la práctica (Crits-Christoph et al., 1991; Huppert et al., 2001; Kim, Wampold, y Bolt, en prensa; Wampold y Brown, 2005). El hecho que los resultados de los tratamientos se relacionen sistemáticamente con quien suministra el tratamiento (sobre y más allá del tipo de tratamiento) proporciona fuerte evidencia de la importancia de comprender la calificaciónen la práctica clínica como una forma de mejorar los resultados para el paciente. Componentes de la Calificación Clínica La calificación clínica abarca varias competencias que promueven los resultados terapéuticos positivos. Estas incluyen (a) la evaluación, el juicio diagnóstico, la formulación sistemática del caso y la planificación del tratamiento; (b) la toma de decisiones clínicas, la implementación del tratamiento y la observación cuidadosa del progreso del paciente(c) la calificación interpersonal; (d) la continua auto-reflexión y adquisición de habilidades (e) la apropiada evaluación y utilización de la 8 Corno se utiliza en este informe, la calificación clínica se refiere a la competencia lograda por los psicólogos mediante la educación, el entrenamiento y la experiencia que produce la práctica efectiva; el término no se refiere al desempeño extraordinario que podría caracterizar a un grupo selecto de psicólogos (p. ej., sólo el 2 %). evidencia de investigación tanto en la ciencia psicológica básica como en la ciencia aplicada; (f) la comprensión de la influencia del individuo y de las diferencias culturares sobre el tratamiento; (g) la búsqueda de recursos disponibles (por ej., la consulta entre especialistas, servicios, adjuntos o alternativos) cuando sean necesarios; y (h) tener un fundamento convincente para las estrategias clínicas. La calificación se desarrolla a partir del entrenamiento clínico y científico, la comprensión teórica, la experiencia, la autorreflexión, el conocimiento de la investigación y a lo largo de la formación y el entrenamiento profesional continuo. Se pone de manifiesto en todas las actividades clínicas, que incluyen entre otras: establecer alianzas terapéuticas, evaluar a los pacientes y desarrollar formulaciones de casos sistemáticas, planificar el tratamiento y establecer objetivos, seleccionar las intervenciones y aplicarlas con destreza, observar con atención el progreso del paciente y ajustar las prácticas en consecuencia, prestar atención a los contextos individuales, sociales y culturales y buscar recursos disponibles cuando sea necesario (por ej., la consulta entre especialistas, servicios adjuntos o alternativos). Evaluación, juicio diagnóstico, formulación sistemática del caso y planificación del tratamiento. El psicólogo clínico calificado puede formular conceptualizaciones de casos claras y con coherencia teórica, evaluar la patología del paciente así como las fortalezas clínicamente relevantes, comprender las presentaciones complejas de los pacientes y realizar juicios diagnósticos precisos. Los psicólogos calificados modifican, si es necesario, sus conceptualizaciones de casos a lo largo del tratamiento y buscan tanto la evidencia que la confirme como la que la desconforme. La calificación clínica también implica identificar y ayudar a los pacientes a reconocer los procesos psicológicos que contribuyen al malestar o a la disfunción. La planificación del tratamiento implica establecer objetivos y tareas de tratamiento que tomen en consideración la singularidad de cada paciente, la naturaleza de sus problemas e inquietudes, el pronóstico probable y los beneficios que se espera obtener del tratamiento y de los recursos disponibles. Los objetivos de la terapia se desarrollan en colaboración con el paciente y tienen en cuenta al paciente y la visión del mundo de su familia y del contexto sociocultural. La elección de las estrategias de tratamiento requiere del conocimiento de las intervenciones y de la investigación que apoya su efectividad así como la investigación relevante para,combinar las intervenciones con los pacientes (por ej., Beutler, Alomohamed, Moleiro,y Romanellí, 2002; Blatt, Shahar y Zurhoff, 2002; Norcross, 2002). La calificación también requiere conocimientos sobre psicopatología, el proceso del tratamiento y también sobre las actitudes, los valores y el contexto del paciente - incluyendo el contexto cultural- que pueden influir sobre la elección y aplicación de las estrategias de tratamiento efectivas. Toma de decisiones clínicas, aplicación del tratamiento y observación del progreso del paciente. La calificación clínica implica poder brindar un tratamiento con la habilidad y la flexibilidad requeridas. La habilidad y la flexibilidad implican conocer y estar entrenado para brindar intervenciones psicológicas, lo cual a su vez implica la capacidad de adaptar el tratamiento a cada caso particular: La flexibilidad se manifiesta en el tacto, el "timing", el ritmo y el encuadre de las intervenciones, así como en lograr un equilibrio entre la consistencia de las intervenciones y la respuesta al feedback del paciente, prestando atención a los significados, las creencias y las emociones reconocidos y no reconocidos de cada paciente. La calificación clínica también implica observar con atención el progreso del paciente (y de los cambios en su entorno -por ej., pérdida de empleo o enfemedad grave) que pueden indicar la necesidad de ajustar el tratamiento(Lambert, Bergin y Gardfield, 2004). Cuando no se está obteniendo un progreso satisfactorio, el psicólogo cambia o aborda los obstáculos del tratamiento (por ej., los problemas en la relación terapéutica o en la aplicación de los objetivos del tratamiento) cuando sea necesario. Si el progreso del paciente sigue siendo insuficiente, el terapeuta considera formulaciones y diagnósticos alternativos, la consulta entre especialistas, la supervisión o la derivación. El psicólogo calificado toma decisiones acerca de la finalización de manera oportuna tomando en consideración y evaluando el progreso del paciente en el contexto de su vida, los objetivos del tratamiento, los recursos disponibles y la posible recaída. Calificación9 interpersonal. Para la calificación clínica es fundamental la habilidad interpersonal que se manifiesta al establecerse un vínculo terapéutico, codificando y decodificando las respuestas verbales y no verbales, creando expectativas realistas pero positivas Y respondiendo con empatía frente a las experiencias Y preocupaciones explícitas e implícitas del paciente. La calificación interpersonal implica la flexibilidad para ser efectivo en la clínica con pacientes de orígenes diversos. Los psicólogos clínicos habilidosos son capaces de plantear desafíos a sus pacientes en un clima de apoyo que promueve la exploración, la franqueza y el cambio. La práctica psicológica es, desde su inicio, una relación interpersonal entre el psicólogo y el paciente. Cada uno de los participantes en el tratamiento ejerce influencia sobre su proceso y su resultado, y la compatibilidad entre el psicólogo y el/los paciente/es es particularmente importante. Las fuentes convergentes de evidencia indican que cada profesional de la atención de salud influye en la eficacia del tratamiento (American Psychological Association, 2002). En psicoterapia, por ejemplo, los efectos individuo-terapeuta (dentro del tratamiento) explican del 5 al 8% de la varianza de resultado (Crits-Cristoph et. al., 1991; Kim et al., en prensa; Project MATCH Research Group, 1998; Wampold y Brown, 2005). Décadas de investigación muestran también que un paciente motivado y activo representa una importante contribución para que el tratamiento resulte exitoso (P. ej., Bohart y Tallman, 1999; Clarkin y Levy, 2004; W. R. Miller y Rollnick, 2002; Prochaska, Norcross y Diclemente, 1994). Con el desarrollo de la tecnología electrónica interactiva (por ej., telehealth10 10 ) muchas intervenciones terapéuticas comunitarias así como otros abordajes, no implican necesariamente un contacto directo, cara a cara, con el psicólogo. Sin embargo, estas intervenciones, para ser efectivas, también buscan un compromiso activo del paciente en el proceso de tratamiento y prestan atención de una manera flexible a las característicaspropias de los distintos grupos a quienes van dirigidas. El clínico calificado promueve el compromiso positivo del paciente en el proceso terapéutico, observa atentamente la alianza terapéutica y presta cuidadosa atención a los obstáculos que minan el compromiso y el cambio del paciente. El clínico calificado reconoce los problemas que bloquean el progreso y los aborda de un modo que sea consistente con la teoría y la investigación (por ej., explorando con el paciente momentos en que el tratamiento parece haberse estancado, abordando posibles problemas en el seno de la relación terapéutica). Continua auto-reflexión y adquisición de habilidades. La calificación clínica requiere la capacidad de reflexionar sobre la propia experiencia, los conocimientos, las hipótesis, las inferencias, las reacciones emocionales y las conductas, y utiliza esa reflexión para modificar en consecuencia su propia práctica. Para la calificación clínica es fundamental tener conciencia de los límites de nuestro conocimiento y de nuestras habilidades, además del reconocimiento de los métodos heurísticos y de los sesgos (tanto cognitivos como afectivos) que pueden influir en el juicio clínico (por ej., los sesgos pueden impedir el reconocimiento de la necesidad de realizar modificaciones en la conceptualización del caso, o en las estrategias terapéuticas que no están funcionando). La calificación clínica implica adoptar medidas concretas para limitar los efectos de estos sesgos. Desarrollar y mantener la calificación clínica y aplicar, esta calificación ante pacientes específicos implica la incorporación continua de nuevos conocimientos y habilidades derivadas de (a) la investigación y la teoría; (b) la observación clínica sistemática, la investigación controlada y la prueba de hipótesis; (e) la auto-reflexión y el feedback de otras fuentes (por ej.; supervisores, colegas, pacientes, otros profesionales de la salud y los otros significativos del paciente [cuando fuera pertinente]); (d) observar atentamente los resultados en el paciente; y (e) la formación continua y otras oportunidades de aprendizaje (por ej., redes de práctica, grupos de apoyo de pacientes). Evaluación y utilización de la evidencia de investigación. La calificación clínica en psicología incluye la calificación científica. Este es uno de los sellos de la formación psicológica y una de las ventajas del entrenamiento psicológico. Una comprensión del método científico permite a los psicólogos 9Aquí nuevamente se tradujo expertise por calificación, en el sentido de ser competente para o estar calificado para cierta actividad (n. del R.T.) 10 Telehealth es la prestación de información y servicios de salud mediante el uso de tecnologías que permiten la comunicación a distancia (N. del T.). considerar la evidencia que proviene de variados diseños de investigación, evaluar la validez interna y la validez externa de cada estudio y aplicar la investigación relevante a los casos individuales. La calificación clínica también implica una actitud científica hacia el trabajo clínico, caracterizado por la imparcialidad frente a los datos, así como ante la generación y evaluación de las hipótesis clínicas; también supone la capacidad para utilizar la teoría para guiar las intervenciones sin permitir que los preconceptos teóricos prevalezcan por sobre los datos de la clínica o de la investigación. Comprender la influencia de las diferencias individuales, culturales y contextuales en el tratamiento. La calificación clínica requiere una conciencia del contexto individual, social y cultural de cada paciente, que incluye (y excede): edad y nivel de desarrollo evolutivo, origen étnico, cultura raza, género, orientación sexual, filiación religiosa y nivel socio económico (Ver la sección Características, Cultura y Preferencias del paciente). La calificación clínica permite a los psicólogos adaptar las intervenciones y construir un entorno terapéutico que respete la visión del mundo del paciente, sus valores, preferencias, capacidades y otras características (Arnkoff, Glass y Shapiro, 2002; Sue y Lam, 2002). La APA ha adoptado las Guías para la práctica en la práctica multicultural, en la orientación sexual y con ancianos, para ayudar a los psicólogos en la adaptación de sus prácticas a los distintos pacientes (American Psychological Association, 2000, 2003, 2004). Búsqueda de recursos disponibles cuando sea necesario (por ej., consulta entre especialistas, servicios adjuntos o alternativos). El psicólogo sabe que ciertos recursos adicionales o prácticas que pueden adjuntarse, pueden aumentar la efectividad del tratamiento. Cuando la evidencia de la investigación indica que determinados servicios adjuntos suelen resultar útiles en ciertos casos, o cuando los pacientes no están logrando el progreso esperado, el psicólogo puede solicitar una consulta con otro especialista o hacer una derivación. Los servicios alternativos que están en consonancia con el contexto cultural o con la visión del mundo del paciente; pueden complementar al tratamiento psicológico. Para el psicólogo, la consulta con otro especialista es un medio para observar con atención -y corregir, si es necesario- los sesgos cognitivos y afectivos. Un fundamento convincente para las estrategias clínicas. La calificación clínica requiere un abordaje planificado para el tratamiento de los problemas psicológicos. Aunque la práctica clínica a menudo es ecléctica o integrativa (Norcross y Goldfried; 2005) y muchos efectos del tratamiento psicológico reflejan aspectos inespecíficos del compromiso terapéutico (por ej., cambios que se producen mediante el desarrollo de una relación empática; Lambert et al., 2004); Weinberg; 1995), los psicólogos cuentan con formulaciones de casos bien articuladas, conocimiento de la investigación relevante y la organización proporcionada por las conceptualizaciones teóricas y la experiencia clínica para elaborar intervenciones diseñadas para lograr los resultados deseados. Algunos pacientes sufren problemas o trastornos bien definidos para los cuales hay un conjunto: de evidencia que apoya fuertemente la efectividad de un tratamiento particular. Esta evidencia se debería considerar al formular un plan de tratamiento y se debería articular un fundamento convincente para todo tratamiento recomendado. Hay muchas clases de problemas, poblaciones de pacientes y situaciones clínicas para los cuales la evidencia de tratamiento es escasa. En estas instancias, la práctica basada en la evidencia consiste en utilizar la calificación clínica al interpretar y aplicar la mejor evidencia disponible mientras se sigue de cerca cuidadosamente el progreso del paciente y se modifica el tratamiento cuando se considere necesario (Hayes, Barlow y Nelson-Gray, 1999; Lambert, Harmon, Slade, Whipple y Hawkins, 2005; S. D. Miller, Duncan y Hubble, 2005). Direcciones futuras Aunque hay mucha menos investigación disponible sobre la calificación clínica que sobre las intervenciones psicológicas, se están sentando las bases para el futuro desarrollo (Goodheart, 2006; Skovholt y Jennings, 2004; Westen y Weinberger, 2004). Por ejemplo, la investigación sobre la formulación del caso el diagnóstico indica que las inferencias clínicas, los juicios diagnósticos y las formulaciones pueden ser fiables y válidas cuando se estructuran de manera tal que maximizan la calificación clínica (Eells, Lombart, Kendjelic, Turner y Lucas, 2005; Persons, 1991; Westen y Weinberger, 2005). La investigación indica que la sensibilidad y flexibilidad en la administración de las intervenciones terapéuticas producen mejores resultados que la aplicación rígida de los manuales o principios (Castonguay, Goldfried, Wiser, Raue y Hayes, 1996; Henry, Schacht, Strupp, Butler y Binder, 1993; Huppert et al., 2001). Las revisiones de la investigaciónsobre los sesgos y los métodos heurísticos en el juicio clínico han indicado los procedimientos que los clínicos podrían utilizar para minimizar estos sesgos (Garb, 1998). Debido a la importancia de la alianza terapéutica en relación con los resultados (Horvath y Bedi, 2002; Martin, Garske y Davis, 2000; Shirk y Karver, 2003), es imprescindible la comprensión de los atributos personales y las intervenciones de los terapeutas que fortalecen la alianza con el fin de maximizar la calidad de la asistencia al paciente (Ackermn y Hilsenrotb; 2003). La colaboración respetuosa entre los investigadores y los terapeutas calificados promoverá la investigación empírica útil y sistemática de la calificación clínica. Algunas de las necesidades de investigación más urgentes son las siguientes: • Estudiar las prácticas de los clínicos que obtienen los mejores resultados en la comunidad, tanto en general como con tipos específicos de pacientes o problemas; • Identificar las habilidades técnicas utilizadas por los clínicos calificados en la administración de las intervenciones psicológicas que han demostrado ser efectivas; • Mejorar la fiabilidad, la validez y la utilidad clínica de los diagnósticos y de las formulaciones de casos; • Estudiar las condiciones que maximizan la calificación clínica (más que focalizarse ante todo sobre sus límites); • Determinar hasta qué punto los errores y los sesgos estudiados ampliamente en la literatura se vinculan con la disminución en el resultado de los tratamientos y estudiar cómo modificar y corregir estos errores; • Desarrollar escalas adecuadas que los clínicos puedan utilizar para cuantificar sus juicios diagnósticos, medir el progreso terapéutico a lo largo del tiempo y evaluar el proceso terapéutico; • Distinguir la calificación relacionada con los factores comunes compartidos con muchas terapias de la calificación para conducir ciertos tratamientos específicos; y • Proporcionar al terapeuta feedback de parte del paciente en tiempo real para ser utilizado como parámetro del progreso del tratamiento así como de la necesidad de hacer ajustes en el mismo. Características, Cultura y Preferencias del Paciente Los datos normativos sobre "qué funciona y para quién" (Nathan y Gorman, 2002; Roth y. Fonagy, 2004) proveen guías imprescindibles para la práctica efectiva. Sin embargo, es más probable que los servicios psicológicos sean efectivos cuando responden a los problemas específicos del paciente, sus fortalezas, su personalidad y su contexto sociocultural y sus preferencias (Norcross, 2002). La larga historia de la psicología, respecto del estudio de las diferencias individuales y de los cambios a lo largo del desarrollo evolutivo, y la creciente literatura empírica relacionada con la diversidad humana (incluyendo la cultura11 y la psicoterapia),la situá en una posición convincente para identificar las maneras efectivas de integrar la investigación y la calificación clínica con una comprensión de las características del paciente que es imprescindible para la PBEP (Hall, 2001; Sue, Zane y Young, 1994). 11Cultura, en este contexto, no comprende una amplia variedad de fenómenos (por ej., valores compartidos, historia, conocimientos, rituales, costumbres) que a menudo producen un sentido de identidad compartido. Los grupos étnicos y culturales pueden tener una cultura compartida, pero aquellas características personales no son las únicas características que definen a los grupos personales (por ej., la cultura de los sordos, la cultura de los barrios urbanos). La cultura es un constructo multifacético, y los factores culturales pueden no ser entendidos por separados de las características sociales, de clase y personales que hacen a cada paciente único. La PBEP implica la consideración de los valores del paciente, sus creencias religiosas, su visión del mundo, sus objetivos y preferencias en cuanto al tratamiento, integrando todos estos datos con la experiencia clínica y la comprensión del psicólogo de la investigación disponible. Varías cuestiones enmarcan los debates actuales acerca del papel de las características del paciente en la PBEP. La primera considera en qué medida las características que presentan los pacientes (más allá de las características diagnósticas), tales como los rasgos y los tipos de personalidad, moderan el impacto de las intervenciones que fueron estudiadas empíricamente. Una Segunda cuestión, vinculada a la anterior, nos plantea en qué medida los factores sociales y las diferencias culturales requerirían de diferentes tratamientos y a la inversa hasta qué punto las intervenciones que fueron evaluadas en poblaciones mayoritarias pueden ser adaptadas a pacientes que provienen de otros socio culturales y orígenes étnicos. Una tercera cuestión vinculada con maximizar el grado en el cual las intervenciones que más se utilizan tomen en consideración el momento del desarrollo evolutivo por el que atraviesa el paciente, tanto para niños y adolescentes (Weisz y Hawley, 2002) como para ancianos (Zarit y Knight, 1996). Una cuarta cuestión se vincula con el grado en el cual presentaciones clínicas variables, tales como la comorbilidad o las prestaciones polisintomáticas, moderan el impacto de las investigaciones. Subyace a todas estas cuestiones el interrogante acerca de cómo abordar mejor el tratamiento de pacientes cuyas características (por ej., género, identidad de genero, etnia, raza, clase social, estado de incapacidad, orientación sexual) y problemas (por ej., comorbilidad) difieren de las de las muestras estudiadas en investigación. Este es un asunto de activa discusión en el campo y la investigación ha ido prestando creciente atención a la generabilidad y transportabilidad de las intervenciones psicológicas. Los datos disponibles indican que las diversas variables relacionadas con el paciente influyen en los resultados, muchas de las cuales son características que trascienden al diagnostico, tales como la condición funcional, la motivación para el cambio y el nivel de apoyo social (Norcross, 2002). Además, para establecer y mantener un vínculo terapéutico y para implementar intervenciones específicas, es fundamental tener en cuenta las siguientes características, entre otras: (a) las variaciones en los problemas o trastornos presentados, la etiología, los síntomas o síndromes comórbidos, y la conducta; (b) la edad cronológica, el nivel de desarrollo evolutivo, la historia de ese desarrollo y la etapa vital que atraviesa; (c) los factores socioculturales y familiares (por ej., género, identidad de género, origen étnico, raza, clase social, religión, estado de discapacidad, estructura familiar y orientación sexual); (d) el contexto ambiental actual, estresores (por ej., desempleo, acontecimientos vitales recientes) y factores sociales (por ej., racismo institucional, desigualdad de la atención en salud), y (e) las preferencias personales, los valores y las preferencias con respecto al tratamiento ( por ej., los objetivos, las creencias, la visión del mundo, las expectativas con respecto al tratamiento ). La investigación disponible (tanto sobre la correspondencia entre la intervenciones y las características del paciente como sobre los fracasos de los tratamientos en ensayos clínicos de intervenciones, que habían mostrado ser sumamente eficaces) indican que las estrategias y relaciones pueden mejorarse, adaptadas a las diferentes poblaciones (Gamst, Dana, Der-Karaberian, y Kramer, 2000; Groth-Marnat, Beutler y Roberts, 2001; Norcross, 2002; Sue, Fujino, Hu, Takeuchi y Zane, 1991). Muchos síntomas presentes -Por ej., depresión, ansiedad, fracaso escolar, atracones y purgas- son similares en distintos pacientes. Sin embargo, los síntomas o los trastornos que son fenotipicamente similares a menudo son heterogéneos con respectoa la etiología, el pronostico que los crean o mantienen. Ademas, la mayoría de los pacientes se presentan con síntomas múltiples o síndromes, y no presentan un trastorno único y diferenciado (por ej., Keesler, Stang, Witchen, Stein y Walters, 1999; Newman, Moffitt, Caspi y Silva, 1998). La presencia de enfermedades simultaneas puede moderar la respecta al tratamiento y las intervenciones tendientes a tratar un síntoma a menudo influyen en los otros. Una masa de investigación emergente también indica que algunas variables de personalidad subyacen a muchos síndromes psiquiátricos y explican un aparte importante de la comorbilidad entre los síndromes, ampliamente documentada en la investigación (por ej., Brown, Chorpita y Barlow, 1998; Krueger, 2002). Los psicólogos deben prestar atención a las diferencias individuales de cada persona para realizar las complejas elecciones necesarias para conceptualizar, priorizar y tratar múltiples síntomas. Además de conocer el trastorno que tiene la persona, es fundamental conocer a la persona que padece el trastorno. Diferencias individuales. La práctica psicológica basada en la evidencia también requiere la atención hacia los factores del desarrollo evolutivo y la etapa vital que atraviesa el paciente. Existe una enorme cantidad de investigación sobre los procesos del desarrollo (ej., apego, socialización, cognitivo, socio-cognitivo, género, desarrollo moral y emocional) que son necesarios para comprender la psicopatología adulta y particularmente importantes al tratar a niños, adolescentes, familias y ancianos (por ej., American Psychological Association, 2004; Sameroff, Lewis y Millet; 2000; Toth y Cicchetti 1999). La PBEP requiere prestar mucha atencion a muchas otras características del paciente, tales como el género, la identidad de género, la cultura, el origen étnico, la raza, la edad, el contexto familiar, las creencias religiosas y la orientación sexual (American Psychological Association, 2000, 2003). Estas variables moldean la personalidad, los valores, las visiones del mundo, los vínculos, la psicopatología y las actitudes hacia el tratamiento. La práctica psicológica puede nutrirse de un amplio abanico de investigaciones relevantes que provienen de distintos campos, incluyendo la etnografía, la psicología trasncultural (por ej., Berry, Segall y Kağıtçıbaşı , 1997), la psiquiatría cultural (por ej., Kleinman, 1997), la antropología psicológica (por ej., Le Vine, 1983; Moore y Mathews, 200]; Stráuss y Quinn, 1992) y la psicoterapia cultural (Sue, 1998; Zane, Sue, Young, Nunez y Hall, 2004). La cultura influye no solo en la naturaleza y en la expresión de la psicopatología sino también en la comprensión que tiene el paciente acerca de la salud y la enfermedad física y psicológica. Los valores y las creencias culturales y los factores sociales (por ej.; sesgos raciales implícitos) también influyen en los patrones de búsqueda, utilización y recepción de ayuda; en cómo se presentan y se informa acerca de los síntomas, en los temores y en las expectativas con respecto al tratamiento, así como en los resultados deseados. Los psicólogos también comprenden y reflexionan según sus propias características, valores y contexto, que interactúan con las características, valores y contexto del paciente. La raza, como constructo social, es un modo de agrupar a las personas en categorías en base a los atributos físicos percibidos, la ascendencia y otros factores. La raza, en un sentido más amplio, también se asocia con el poder, el status y la oportunidad (American Anthropological Association, 1998). En las culturas occidentales, a las personas de "raza" europea o blanca se les concede ventajas y más oportunidades, aún cuando han mejorado las actitudes sociales, y las políticas públicas han reforzado la equidad social. Por tanto, la raza es un proceso interpersonal y político con implicaciones significativas para la práctica clínica y para la calidad de la atención de salud (Smedley y Smedley, 2005). Los pacientes y terapeutas pueden “pertenecer” a grupos raciales cuando ellos eligen identificarse a sí mismos como miembros de un grupo, pero la importancia de la raza en la práctica clínica es más un asunto relacional que un atributo únicamente de un terapeuta o de un paciente. La considerable evidencia de muchos campos (lnstitute of Medicine, 2003) indica que los diferentes poderes raciales entre los terapeutas y sus pacientes, así como los sesgos sistemáticos y los estereotipos basados en la raza y en la etnicidad contribuyen a que los pacientes de color reciban una asistencia injusta en los servicios atención de salud. Los terapeutas deben considerar atentamente el impacto de la raza, la etnicidad y la cultura en el proceso de tratamiento, la relación y los resultados. El contexto social y medioambiental del paciente, incluyendo los estresores recientes y crónicos, también son importantes en la formulación del caso y en la planificación del tratamiento. Los factores socioculturales y familiares, la clase social y los factores sociales, económicos y situacionales más amplios (por ej., desempleo, problemas de familia, ausencia de seguro médico, pérdidas recientes, prejuicio y situaciones de inmigración) pueden tener una gran influencia sobre la salud mental, el funcionamiento adaptativo, la búsqueda de tratamiento y los recursos del paciente (psicológico, social y económico). La psicoterapia es una empresa_colaborativa en la cual los pacientes y los terapeutas negocian la manera de trabajar juntos, llegando a acuerdos mutuos que probablemente conduzcan a resultados positivos. Así, los valores y las preferencias del paciente (por ej., los objetivos, las creencias y las modalidades preferidas de tratamiento) son un componente principal de la práctica psicológica basada en la evidencia. Los pacientes pueden tener fuertes preferencias en cuanto a los tipos de tratamientos y a los resultados deseados, y estas preferencias pueden estar influenciadas tanto por su contexto cultural como por los factores individuales. El papel del psicólogo es asegurarse de que los pacientes comprendan los costos y los beneficios de las diferentes prácticas y elecciones (Hayes, Devereaux y Guyatt, 2002). La PBEP busca maximizar la elección del paciente entre las intervenciones alternativas efectivas. La práctica efectiva requiere mantener el equilibrio entre las preferencias del paciente y el juicio del psicólogo -basado en la evidencia disponible y la calificación clínica- para determinar el tratamiento más adecuado. Direcciones futuras Se necesita mucha más investigación con respecto a la influencia de las características de los pacientes en la selección del tratamiento, en los procesos terapéuticos y en los resultados. La investigación sobre las características que trascienden a los diagnósticos, las presentaciones polisintomáticas y la efectividad de las intervenciones psicológicas con grupos culturalmente diferentes es particularmente importante. Proponemos las siguientes prioridades de investigación: • Las características de los pacientes que moderan la respuesta al tratamiento en contextos naturales. • Estudios de resultados prospectivos sobre tratamientos y relaciones adaptados a las características de los pacientes que trascienden sus características diagnósticas, incluyendo los diseños Aptitud X Interacción de Tratamiento. • La eficacia de las intervenciones que han sido ampliamente estudiadas en la población mayoritaria con otras poblaciones. • La investigación de la naturaleza de los estereotipos implícitos que sostienen tanto los psicólogos como los pacientes, y de las intervenciones que logran minimizar su activación o impacto. • Modos de hacer que la información acerca de la cultura y de la psicoterapia sea más accesible a los terapeutas. • Maximizar en los psicólogos tanto la competenciaen el rol como la competencia emocional y cognitiva con los distintos pacientes. • Identificar modelos exitosos para la toma de decisiones respecto a los tratamientos, que tomen en cuenta las preferencias de los pacientes y puedan acordar con ellas. Conclusiones La práctica basada en la evidencia en psicología es la integración disponible con la calificación clínica en el contexto de las características del paciente, su cultura y sus preferencias. El propósito de la práctica basada en la evidencia es promover la práctica psicológica efectiva y mejorar la salud publica mediante la aplicación de principios apoyados empíricamente en la evaluación psicológica, la formulación del caso, la relación terapéutica y la intervención. Mucho se ha aprendido en el siglo pasado acerca de la investigación psicológica básica y aplicada así como de las observaciones y de las hipótesis desarrolladas en la práctica clínica. Han surgido muchas estrategias para trabajar con pacientes y han sido refinadas mediante los tipos de ensayo error y la generación y evaluación de las hipótesis clínicas que contribuyen al aspecto más científico de la práctica clínica. Dado que la evaluación de las hipótesis clínicas tiene sus limites, es necesario integrar con la mejor investigación disponible. Quizás el mensaje principal de este informe del grupo de trabajo – y uno de los aspectos más alentadores del proceso que lo condujo llevarlo a cabo – sea el consenso logrado entre un grupo diverso de científicos, terapeutas y científicos-terapeutas de múltiples perspectivas, acerca de que la PBEP debe reconocer el valor de las múltiples fuentes de evidencia científica. En una circunstancia clínica determinada, los psicólogos de buena fe y buen juicio pueden estar en desacuerdo acerca de cómo sopesar las diferentes formas de evidencia; con el paso del tiempo, creemos que la investigación empírica sistemática y amplia -en el laboratorio y en la clínica- señalará el camino hacia la mejor práctica mediante la integración de la evidencia óptima. Lo que refleja este documento, sin embargo, es la reafirmación de lo que los psicólogos han sabido durante un siglo: el método científico es un modo de pensar y observar sistemáticamente, y es la mejor herramienta que tenemos para aprender acerca de qué funciona y para quién. Las decisiones clínicas se deberían tomar en colaboración con el paciente sobre la base de la mejor evidencia clínicamente relevante y considerando sus probables costos y beneficios así como los recursos y opciones disponibles. Es el psicólogo tratante quien hace el juicio último con respecto a una intervención específica o a un de tratamiento. La participación de un paciente activo e informado generalmente es crucial para el éxito de los servicios psicológicos. Las decisiones del tratamiento nunca deberían ser por personas sin entrenamiento no familiarizadas con las especificaciones del caso. Los psicólogos tratantes determinan la aplicabilidad de las conclusiones de la investigación para un paciente especifico. Los pacientes muchas veces requieren de decisiones e intervenciones que no han sido abordadas directamente por la investigación disponible. La aplicación de la evidencia de investigación a un paciente determinado siempre implica inferencias probabilísticas. Por lo tanto, la continua evaluación del progreso del y el ajuste del tratamiento cuando sea necesario son imprescindibles para la PBEP. Ademas, los psicólogos deben prestar atención a una gama variada de resultados que a veces pueden indicar diferentes estrategias. Por tanto, deben prestar atención a las fortalezas y limitaciones de cada estudio, ya que utilizan distintos modos de medir el éxito de los tratamientos. Los resultados psicológicos pueden incluir no solo el alivio del síntoma y la prevención de los futuros episodios sintomáticos sino también la mejora en la calidad de vida, en el funcionamiento adaptativo a nivel social y laboral, la capacidad para tomar decisiones satisfactorias en la vida, el cambio de personalidad y otros objetivos que pueden ser alcanzados mediante la colaboración entre el paciente y el terapeuta. La PBEP es un medio para mejorar la prestación de servicios a los pacientes dentro de un clima de respeto mutuo, comunicación franca entre todos los interesados, incluyendo a los terapeutas, los investigadores, los pacientes, los administradores de la atención de la salud y los gestores de política de salud. Nuestro objetivo en este documento, y en las deliberaciones del Grupo de Trabajo que condujo al mismo, fue establecer tanto una agenda como un estilo para los próximos pasos en la evolución de la PBEP. La siguiente declaración fue aprobada como política de la Asociación Psicológica Americana (APA) por el Consenso de Representantes de la APA durante su encuentro en Agosto del 2005. La práctica basada en la evidencia en psicología (PBEP) es la integración de la mejor investigación disponible con la calificación clínica en ele contexto de las características del paciente, su cultura y preferencias 12.Esta definición de PBEP es similar a la definición de la práctica basada en la evidencia adoptada por el Instituto de la Medicina (2001, pág. 147) adoptada de Sackett y colaboradores (2000): "La práctica basada en la evidencia es la integración de la mejor evidencia de investigación con la calificación clínica y los valores del paciente. El propósito de la PBEP es promover la práctica psicológica efectiva y mejorar la salud pública mediante la aplicación de principios con apoyo 12Para ser consistente con las discusiones de la práctica basada en la evidencia en otras áreas de la atención de salud nosotros utilizamos el termino paciente para referirnos al niño, adolescente, adulto, anciano, pareja, familia, grupo, organización, comunidad u otra población que recibe los servicios psicológicos. Sin embargo, reconocemos que en muchas situaciones hay razones importantes y válidas para utilizar términos como cliente, consumidor o persona, en lugar de paciente, para referirnos a quien se le brinda los servicios. empírico en la evaluación psicológica, la formulación del caso, la relación terapéutica y la intervención. La mejor evidencia de investigación. La mejor evidencia de investigación se refiere a los resultados científicos relacionados con las estrategias de intervención, la evaluación, los problemas clínicos y las poblaciones de pacientes en el laboratorio y en contextos de campo así como los resultados clínicamente relevantes de la investigación básica en psicología y en campos afines. Numerosos datos científicos extraídos de varios diseños de investigación y metodologías atestiguan la efectividad de las prácticas psicológicas. Generalmente, la evidencia derivada de la investigación clínicamente relevante sobre las practicas psicológicas debería basarse en revisiones sistemáticas, tamaños de efecto razonables, significación estadística y clínica y una masa de evidencia de apoyo. La validez de las conclusiones de la investigación sobre las intervenciones se basa en una progresión general desde la observación clínica hasta las revisiones sistemáticas de ensayos clínicos aleatorios aunque también se reconocen los vacíos y las limitaciones en la literatura existente y en su aplicabilidad al caso especifico que se está tratando (APA, 2002). Las políticas y la práctica en salud también pueden recurrir a estudios que utilizaron una variedad de métodos, en áreas tales como la salud pública, la epidemiología, el desarrollo humano, las relaciones sociales y las neurociencias. Los investigadores y terapeutas deberían aunar esfuerzos para asegurar que la investigación disponible sobre la psicológica tenga tanto validez interna como utilidad clínica. Es importante no dar po supuesto que las intervenciones
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